Intentaron trasladarse fuera del callejón dentro de la tienda, pero el hechizo no funcionó. Uno de los aurores que estaba empezando a evacuar a la gente les comentó que nadie podía aparecer o desaparecer dentro del callejón si no estaban autorizados por el ministerio.

Rosie dejó escapar un suspiro, pero se levantó del suelo y tendió la mano a sus amigos para salir de la tienda y empezar a dirigirse hacia la plaza donde estaban reuniendo a todo el mundo para poder atender a los heridos y dejarlos marchar.

Entrelazó sus dedos con los de Lise, que a su vez hizo lo mismo con Orion. No tenía intención alguna de perderlos de vista o soltarlos, solo por si acaso decidían que no solo querían soltar un dragón si no también a un basilisco. Ya lo que le faltaba.

—Si hay algún medimago podemos pedirles que os terminen de curar antes de marcharnos a casa— comentó mientras caminaban, estaba intentando no mirar bajo ningún concepto a sus alrededores, había demasiados escombros y gente en el suelo, y si se fijaba se quedaría con la imagen para siempre grabada en su cabeza.

A lo lejos pudo reconocer la figura de Cepheus, y tragó pesado al verlo, caminando en su dirección. Unos pasos por delante de ellos estaba también la rubia con la que habían compartido refugio en la tienda, acercándose para abrazar a su hermano.

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El Shelby sintió como un chorro de agua fría le bañaba entero en el momento justo en el que las llamas de su capa comenzaban a acercarse peligrosamente a su cuerpo.

— ¡Me cago en... tu puta madre! — soltó quitándose la capa y tirándola a tomar por culo. Siguió con la vista el recorrido que hizo la prenda antes de darse la vuelta y ver cómo Thomas tenía la varita apuntando a su dirección.

— Eh... — comenzó — bueno — no sabía ni cómo hacerlo, Cepheus muy pocas veces había dado las gracias a alguien que no fuera cercano a él y aquello se le atragantaba como si le estuvieran apretando el cuello. Pasaron varios segundos en silencio hasta que el chico pudo formular la palabra — ...gracias... — dio bajando la mirada al suelo y adelantando una mano para estrechársela al otro chico — aunque la próxima vez no me bañes en aguas de puto Noruega — sonrió de medio lado apretando la extremidad ajena.

Cuando le soltó la mano a Thomas y, aún sonriendo, vio un bulto en el suelo no muy lejos de donde se encontraban. Le faltaron segundos para borrar la sonrisa de su rostro y apartar la mirada rápidamente de ahí. Ada, la chica a la que siempre martirizaba de más pequeño, estaba tirada en el suelo de una forma poco bonita y demasiado quieta. Supo al instante que estaba muerta, no sabía qué sentir. Y con ese sentimiento en el pecho y en la boca del estómago se dio cuenta de que de frente venían las tres marías: Orion, Lise y Rosie.
 

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Cuando intentaron desaparecer del lugar y se vieron todavía en la tienda Lise se sintió un poco tonta, pero al mismo tiempo se daba cuenta que era lo más obvio. Si la gente se hubiese podido desaparecer mientras les estaban atacando todo hubiese sido más sencillo, pero la gente estaba corriendo como pollos sin cabeza por el lugar, así que salir de allí era como una fantasía.

Se aferró a la mano de Rosie y casi como si fuese un atrevimiento tomó la mano de Orion, quedando entre ambos y con miedo de soltarlos por si volvían a desaparecer. Los guiaron hasta la zona de los heridos y lo único que tenía en la cabeza la chica era salir de allí.

—Rosie, tus padres estaban de viaje esta semana, ¿no? — Estaba pensando que de esa manera podrían ir juntos allí, despejarse la cabeza y apreciar que ninguno había perdido la vida, como veían en algunos de los cuerpos tapados con sabanas en el lugar. Lise tragó saliva, apartando la vista y centrándose en su mano entrelazada a la de Orion, hasta que la voz de Cepheus hizo que alzase la vista.

Fue como si el tiempo se detuviera, se quedó quieta, sin saber si sus compañeros se estaban moviendo o no, pero un pensamiento agradecido cruzó su mente al ver que Cepheus estaba bien. Era extraño, a pesar del dolor, de las palabras mordaces, de los actos contra Rosie, había una parte de ella que seguía viendo al chico animado con el que había crecido en Hogwarts.

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Deberían haber imaginado que los aurores impedirían los traslados y, aun así, lo intentaron de todos modos sin ningún resultado. Algo abatido siguió a las chicas al exterior de la tienda. En la calle, aurores y medimagos se movían de aquí para allá sin descanso. Orion tendría que haber ido a que le examinaran la herida en la cabeza, un feo reguero de sangre le bajaba ya hasta el cuello. Pero como era de esperar, apretó los dientes y pasó.

Ante la pregunta de Lise, volteó a mirar a Rosie, expectante. Un lugar cómodo y exento de interrogatorios sonaba de maravilla. Pero antes de que la chica pudiera responder una bola de tela y fuego pasó volando por su lado. Orion la siguió con la mirada para, rápidamente, girar en la dirección que había venido, de nuevo en alerta por si todavía quedaba algún enemigo. Lo que encontró, no obstante, fue a Cepheus.

Miró al chico desde la distancia, no parecía tener heridas graves, todavía aguantaba en pie al menos. Se percató de que sentía alivio, una sensación que se extendió por su cuerpo y relajó sus músculos. En aquellos momentos había muchos problemas entre ambos, pero pese a todo, una parte de él lo vería siempre como Luca y esa parte se preocuparía siempre por él.

Permaneció en silencio, solo mirándolo, hasta que se cansó de tal estupidez. Entonces, se dirigió directo hacia él, llevando a las chicas consigo. Junto a Cepehus, se percató, estaba también su primo. No tenía ni idea de que había ido al festival, pero supuso que, si Thomas estaba allí, Asa también habría ido, pero no podía verla.

— ¿Asa está bien?—fue la pregunta abrupta que hizo nada más llegar a los chicos. Después se quedó en silencio, mirándolos con una mala sensación en el estómago.— ¿Y vosotros? ¿Estáis bien? —acabó por añadir, aunque casi parecía que le diera vergüenza preguntar. ¿Vergüenza en Orion? Cualquiera lo habría descartado, parecía inaudito.

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—Si, están de viaje hasta antes de la fiesta de noche vieja— dijo, intentando ignorar ese pinchazo en el pecho. Llevaban sin verla casi todo el año, pero aun así les había dado igual programar un viaje que les llevaría fuera de Inglaterra la mitad de sus vacaciones.

—Podemos ir directamente allí, si no queréis regresar a vuestras casas— agregó, porque prefería estar con ellos a lidiar con su hermana y su marido en ese momento, que ya se habían encargado de recordarle que si se sentía sola podía ir a verles cuando quisiera. Rosie no negaba que le hacía ilusión, su hermana estaba radiante y la idea de ser tía la llenaba por dentro, pero no quería que le preguntara por su conversación con Cepheus.

Y como si lo hubiera invocado ahí estaba, y Orion las guio hacia él después de un rato de silencio tenso. Rosie era consciente de la situación en la que los había puesto al contarles la verdad, y lo odiaba.

Apenas pilló algo de la conversación que estaba teniendo con el noruego, que parecía tener una sonrisa suficiente en el rostro mientras le decía que no había nada que agradecer y que para eso estaban los amigos. Quiso entornar los ojos, pero mantuvo una expresión neutral mientras se acercaban.

—Estoy intentando localizarla— respondió Thomas a la pregunta de Cepheus acerca de su hermana —. Nosotros estamos bien, nos encontramos cuando los enmascarados todavía estaban por ahí— comentó, sin mirarlo realmente mientras intentaba identificar los rostros que se acercaban a ellos, intentando localizar a Asa. Rosie esperó a que Cepheus también respondiera a la pregunta de Orion antes de añadir una pregunta propia.

—¿Sabes algo de los demás?— preguntó, porque ella se había separado del grupo antes del concierto para encontrarse con Lise y Orion y no se alejó de ellos desde entonces —. ¿Y por qué estás goteando?— agregó.

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Con el rostro serio, y con ganas de saber si estaban bien de verdad, se quedó ahí escuchando la conversación. Agradeció que Thomas estuviera allí más de lo que podría haber agradecido que lo hubiera salvado del petrificus porque así no era él quien tenía que hablar, ya estaba demasiado nervioso por la situación en general como para tener que charlar con ellos a sabiendas de que las cosas se habían descontrolado demasiado.

Escuchó a Carrie en su cabeza queriendo que se preocupara por Rosie como un buen prometido haría, pero estaba tan encallado paseando la mirada de Lise a Orion que cuando la voz de la muchacha se alzó no pudo evitar agitar la cabeza intentando sacarse de la red de pensamientos que le invadían en aquel momento.

— Eh... — dijo intentando ordenar sus ideas — Thomas... yo estaba... — se miró la ropa — mi capa estaba ardiendo y no conseguía quitármela, me ha ayudado — otra vez, volvió a mirar hacia arriba y paseó la mirada, se sentía tan fuera de lugar, tan incómodo — no sé nada de los demás — Cepheus pensó que lo mejor era irse pero ver a Orion de tan cerca desde la última vez que se habían dirigido la palabra le hacía querer alargar la conversación todo lo posible.

— Deberías ir a que te miraran eso — señaló con el mentón con esa chulería tan característica en él — no tiene buena pinta — movió el anillo en su dedo como siempre hacía cuando estaba nervioso — ¿Vosotros...? — podría preguntar muchísimas cosas como el por qué iban los tres agarrados de la mano, por ejemplo, pero optó por lo más sensato y lógico para el momento — ¿Estáis bien?
 

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Sintió el tirón decidido de Orion y supo que no tenía forma de quedarse atrás, pero era como si estuviese caminando sin darse cuenta. Ni siquiera respondió a las palabras de Rosie, y en su lugar empezó a pensar que quería irse de allí lo antes posible. Se alegraba de ver a Cepheus bien, en el fondo de su cabeza no dejaba de preocuparse por el chico que una vez fue, sin embargo, tampoco podía dejar de pensar en el joven que había forzado a Rosie o que había machacado sus emociones como si no importara.

Bajó la vista, escondiéndose de su mirada, incomoda por la conversación que se estaba teniendo y porque su pecho ardía. Pensar en Orion y Cepheus ardía como no lo había hecho nunca. Saber el amor que ellos se habían tenido entre ellos, la forma en la que tiraban del otro sin darse cuenta. Anelise había crecido a su lado, podía ver los cambios y aunque en un tiempo estaba dispuesta a hacer todo por ellos en ese instante dolía.

Había intentando dejar sus sentimientos por Orion tan lejos de su cabeza como podía, pero en ese momento era difícil. Por eso prefirió mantenerse callada, mirando al suelo, era más fácil. Así no vería los ojos dolidos de Orion o el gesto de suficiencia de Cepheus, casi como si ellos ya no importaran.

Los ojos de Lise se alzaron para ver a Orion, la herida que tenía en la cabeza y suspiró, ella todavía tenía magulladuras.

—Estábamos viendo si podíamos irnos, pero pasar por la carpa de medimagos no estaría mal, Orion— comentó, y a pesar de haber respondido a Cepheus no lo había mirado, era incapaz.

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Orion asintió ante las palabras de Thomas, aunque no demasiado satisfecho. No obstante, sabía que Asa podía ser una fuerza de la naturaleza y, si alguien podía haber sobrevivido a toda aquella locura, era sin duda ella. — Puedo ayudarte a buscarla si quieres. —era lo mínimo que podía hacer, al fin y al cabo eran sus primos y aunque con Thomas no se llevara demasiado bien no le deseaba la muerte… todavía al menos.

Permanecieron en silencio de nuevo, era un silencio incómodo y pesado, muy lejos de los silencios cómplices que tantas veces habían compartido en el pasado. Ante la pregunta de Rosie, Cepheus intentó explicarse, pero las palabras le salieron atropelladas y confusas. A Orion no le pasó desapercibido el jugueteo del chico con su anillo, lo conocía y sabía lo que significaba: estaba nervioso. ¿Pero a qué eran debidos aquellos nervios? Antaño lo hubiera sabido al instante y la realización lo golpeó, pues era una prueba más de que se le estaba escapando.

— Ya os he dicho que estoy bien. —repitió con toda la indiferencia de la que fue capaz.— Tengo la cabeza dura, ya deberíais saberlo. —pero entonces Lise intervino y con un suspiro Orion acabó dando su brazo a torcer.— De acuerdo, iré. —rodó los ojos.— Pero si me hacen beber algún tipo de poción asquerosa os culparé. —rezongó, sin darse cuenta de que estaba bromeando como lo hacía antes.

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—Bueno, supongo que nos enteraremos a medida que la gente vaya apareciendo por el puesto de los aurores...— dijo, sonriendo en dirección a Thomas, como una especie de agradecimiento silencioso porque no permitiera que Cepheus saliera ardiendo.

Negó en dirección a Orion, aunque no podía decir que no comprendiera su predisposición a beber pociones amargas. Abrió su bolso, que estaba bastante destrozado por los impactos contra el suelo que se había llevado, pero aun así sacó una tableta de chocolate aplastada y se la entregó.

—Sé un niño mayor, anda— dijo, porque efectivamente la herida sangrante no tenía buena pinta, y ella ya había fallado una vez intentando curarlo como para fallar una segunda.

El noruego estuvo por abrir la boca, pero su mirada se perdió un poco más lejos. Rosie se giró para ver como Tessa, Harmony y Asa se acercaban a ellos. Asa abrazó a su hermano, besando sus mejillas y asegurándose de que se encontraba bien. Thomas hizo lo mismo, y no hizo falta crear un grupo de jóvenes rescatistas para ir a buscarla.

—Me alegro de que estés bien— dijo, mirando a Cepheus y dándole un apretón en la mano a Anelise, que apenas había dicho un par de palabras desde que se encontraron con su compañero de Slytherin. Su silencio decía suficiente, teniendo en cuenta la situación.

Hizo un gesto para que empezaran a caminar hacia una de las carpas que habían improvisado, había varias camillas en una fila, y no hizo falta que dijeran demasiado antes de que los pasaran a todos por una revisión general.

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Fue todo demasiado extraño. Verse ahí, con Lise y Orion, después de lo que había pasado y sin tener apenas contacto dolía. Dolía tanto que incluso estuvo a punto de ir tras ellos y pedir perdón. Pero no, Cepheus era un digno heredero del apellido Shelby y muy pocas veces había pronunciado aquellas palabras. Y mucho menos delante de medio mundo mágico.

Dejó que se fueran sin quitarles la mirada de encima, viendo cómo se alejaban de una forma muy metafórica. El slytherin había deseado una y mil veces que aquello fuera mentira pero sus acciones y sus ideales le habían llevado a estar en aquella tesitura y, por ello, debía mantener la cabeza alta.

Odiaba no poder contarles cómo había petrificado a un encapuchado, también odiaba no haber compartido el miedo que había sentido cuando él había sentido el mismo hechizos, la tensión que había acumulado en el cuerpo, lo mal que se sentía después y el dolor de cuello que le pinchaba cada vez que se medio movía. Ojalá volver al pasado y conservar a lo único que realmente le importaba en su fuero interno, sus amistades.

O lo que fueran.
 

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La respuesta de Orion hizo que la pelirroja negase suavemente con la cabeza y dirigiese una mirada dulce hacia el chico. Acarició su brazo con la palma de la mano, en un gesto de ánimo que en otro momento se hubiese visto inofensivo. Ellos siempre habían tenido esa relación cercana, a pesar de seguir haciendo lo mismo para la pelirroja tenía un significado diferente, uno que con el paso de los días se iba intensificando.

— No te preocupes creo que podré soportar tu pataleta de niño pequeño, con un poco de chocolate se te pasará el mal humor de la medicina — Y por un segundo parecía que estaban en esa burbuja de normalidad. Donde Cepheus todavía existía como esa persona que los quería y no ese extraño que estaba frente a ellos.

Sus ojos se quedaron sobre Cepheus por primera vez, un par de segundos que parecieron eternos antes de apartar la mirada y dejar que el suave agarre de Rosie los sacará de allí. Era momento de seguir y lamentablemente el chico que una vez importó tanto parecía que no volvería a avanzar con ellos.

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