— Y con eso tendrías terminada la ficha — señaló la rubia sobre la hoja de personaje de Asa. Habían tardado un poco más de la cuenta en terminar los detalles, pero era lo que solía pasar cuando alguien nuevo llegaba. Estaba acostumbrada a lidiar con los novatos, pero a diferencia de muchos Asa parecía un saco sin fin de preguntas y eso consumió mucho más espacio del que esperaba.

Revisó sus propios apuntes, asegurándose de que había tomado de nota de todos los detalles que Asa había pensado para su personaje. Tener en cuenta lo que la joven estaba esperando cuando jugasen era parte de su trabajo a la hora de dirigir la partida. Pensaba que la Slytherin iba a llegar a querer acabar con el mundo, dejando al grupo alucinado, si. Era la gracia del juego también, como los personajes se relacionaban entre ellos y el caos de unos se iba organizando con el de los otros.

— ¿Tienes alguna otra duda? — Preguntó, despidiéndose de un par de alumnos de cursos inferiores que acababan de terminar de jugar a uno de los juegos de mesa que tenían disponibles —. Ya sabes, jugamos los miércoles a las siete — habían puesto una sesión entre semana y otra los findes cada quince días.  

22 de Noviembre + Sala de juegos

Thomas tenía una forma particular de vivir su vida, y sobre todo tenía una forma particular de lidiar con la gente que se metía en ella. Sabía que estaba más tenso desde que Asa había entrado al colegio, su necesidad de vigilarla y mantenerla cerca se incrementó, pero a la vez sabía que no podía desatender otras de sus tareas... Como el hecho de pasar tiempo con Harmony.

No había una manera correcta de balancear aquello, no podía mantener vigilada a su hermana y a sus compañías, tampoco podía mantener acompañada a Harmony cada hora de su vida. Por lo que repartía sus prioridades... Y en esa ocasión, buscando a Asa encontró el motivo de sus preocupaciones.

Se aseguró de mantenerse al otro lado del pasillo, escuchando atento la conversación. Sentía que se había perdido de una parte, pero cuando vio a su hermana marcharse se acercó a la rubia que estaba en la puerta de su asqueroso club de juegos.

—¿Qué crees que haces?— preguntó en dirección a la Gryffindor, arrugando la nariz inmediatamente al ver lo que llevaba en las manos. Una vista al interior de aquella aula fue suficiente para sentir la rabia bullir en su interior.

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Asa parecía entusiasmada y eso hizo que Erica sonriera. Su insistencia por empezar a jugar cuanto antes le hacía ilusión. Era la razón principal por la que había querido abrir aquel lugar en Hogwarts, una forma de llevar su mundo a aquellos muros y hacer participes a los magos que quisieran comprender otra parte del mundo no mágico.

La rubia sabía que no todos estaban felices con eso, algunas burlas eran más que obvias, pero ningún idiota se había acercado a decirle nada en realidad. Puede que el temor por el puño de Marianne fuese más grande que el hecho de querer ir contra ella, así que era suficiente para la joven poder continuar con lo que hacía.

Estaba cerrando la sala del club cuando escuchó la voz del joven, al levantar la vista pudo ver los mismos ojos que tenía Asa y esas facciones que eran de alguna forma similar. Apretó los labios, un gesto involuntario, pero el tono utilizado ya dejaba claro que buscaba problemas y no parecía haber nadie más en el pasillo. Genial.

— Estoy cerrando el club para ir a cenar — respondió con voz aparentemente tranquila —. ¿Puedo ayudarte en algo? — Pensar en que tal vez le interesaba como a Asa era una locura, pero Erica no quería irse de manera mal educada si eso era lo que el chico estaba buscando.  

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Su cabeza ya estaba haciendo cálculos incluso antes de que la Gryffindor se atreviera a responderle, y no le gustó sentir que no había tenido el efecto que esperaba en ella. La rubia no tenía ni idea de con quién se estaba metiendo, y estaba claro por el tono tranquilo que había utilizado para responderle. Una parte de él odiaba el hecho de que no se le conociera tan bien en Hogwarts como había sido antaño en Durmstrang, otra parte de él podía encontrar una oportunidad en ser un desconocido.

—¿Qué clase de club es este?— preguntó, ahora que había cerrado la puerta era difícil adivinarlo. Había visto cajas de colores, figuras posadas en algunas de las mesas antes de que cerrara, pero su conocimiento sobre artefactos muggles era tan nulo que no conseguía señalar nada de forma específica. ¿En qué se estasba metiendo su hermana?

—¿Cuál es tu nombre?— preguntó, esperando que la chica fuera lo suficientemente lista como para entender que Thomas estaba intentando identificarla. No conocía a todo el mundo en el colegio, tampoco tenía por qué, pero el hecho de que su rostro apenas le sonara era suficiente para que Thomas la descartara como alguien poco importante, lo que significaba para él que Asa no tenía motivos para estar cerca de ella.

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La tensión acumulada en la mandíbula de aquel desconocido saltaba a la vista. Fuese lo que fuese no era nada buena y de alguna manera Erika quería proteger el club más que nada. Los puros que la miraban mal eran el pan de cada día, pero ella se aseguraba tanto como podía de hacer que no le importase. Le hubiese gustado que hubiese alguien más con ella, tanto Dante como Phil saltaron a su cabeza rápidamente. Era ridículo pensar en ellos en ese instante, pero al menos no se sentiría sola mientras hablaba con alguien que le estaba exigiendo respuestas sin ningún tipo de tacto. Le recordaba a la rubia, pero en lugar de curiosidad solo había odio en su mirada.

— Es un club de juegos de mesa, como el ajedrez mágico, pero diferentes — había aprendido que si se les daba un poco de su propio mundo era más fácil que dejaran el tema en paz. Claro que había muchos que no les gustaba que se comparasen el mundo perfecto de los magos con los muggle, pero ellos mismos se perdían un universo complejo por ello.

Humedeció sus labios, sujetando las llaves con fuerza y abrazando con un poco más de fuerza los libros que tenía en los brazos. Maldito fuese el día, le debería haber dicho a Ava que esperase un poco para poder irse juntas.

— Me llamo Erika, si en algún momento quieres aprender puedes venir, estamos casi todas las tardes — aseguró, mostrando su sonrisa más tranquila para un momento como ese —. Si me disculpas, tengo que marcharme ahora — dijo, intentando darle la espalda al chico para poder caminar hacia el gran comedor. Por favor, que la dejase marchar.

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Lo único que necesitaba era su nombre, porque Carrie se había encargado de trazar un mapa para él que el ayudaba a identificar a las personas indeseables. Un vistazo a la chica, junto con su respuesta, fue todo lo que hizo falta para que levantara la cabeza en un gesto altivo que indicaba con claridad su posición respecto a ella.

Thomas jamás había sido de aquellos que hacía burlas o comentarios despectivos en público, él fue criado para ser un caballero y tratar a aquellos poco dignos de él con indiferencia. Sin embargo, nunca se había visto en la posición de tener que lidiar con tantas personas indeseables en un mismo espacio... Mucho menos que se intentaran acercar a su hermana.

—No creo que tengáis nada de mi interés para enseñarme— comentó, con una sonrisa fría adornando sus labios —. Ni a mi, ni a mi hermana. Así que te convendría no intentar arrastrarla a... Esto— dijo, mirando la puerta cerrada con asco antes de girarse hacia ella. No hacía falta nada más que grabarse aquello, el nombre de la contraria estaba ya en su lista.

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