Norah
EN Industrias Abstergo
CON Orion

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Había que reconocer que tenían aquello bien montado. Al menos al entrar tuvo esa sensación de que sabía dónde habían ido los 3.000 eurazos de su billete para aquella atracción. Que tuviera que compartir la experiencia con Orion, además de sus amigos, le quitaba un poco de diversión, pero una vez dentro de la máquina no iba a tener que verle la cara ni aguantarle.

El caso es que creía que iban a estar todos de visita en el mismo punto del pasado, pasándoselo bien donde fuera que hubiera elegido la experta en historia del grupo, que no era ella. Pero cuando abrió los ojos en el mundo virtual se encontró más sola que la una al principio.
Y todo empezó a ser un caos de un momento a otro.

Había gente que la atacaba y lo mejor era que sabía defenderse. También apareció otro tipo que parecía estar de su bando o, por lo menos, ser atacado también por los tipos esos.

Se defendió cómo pudo hasta que una voz se coló por alguna parte diciéndole que iban a despertarla y que tenía que salir del edificio.
Cuando volvió a su ser le costó un poco levantarse y al mirar al resto se dio cuenta de que todos estaban aún dentro de la máquina.
Todos menos uno.
No podía ser otro que él, ¿verdad?

- Dime que no nos han emparejado en esta parte del juego, experiencia multimedia o lo que sea esto. -Le pidió a modo de queja. Pero todavía llevaba en la oreja el pinganillo ese que les habían puesto y la voz les urgió a seguir el plan.- ¿Tienes idea de cómo va esto?

Orion
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Antes muerto que perder el dineral que había pagado por aquella atracción de circo. Vamos, le podía pillar el apocalipsis más grande del mundo y él no perdería ese dinero, iría hasta con las tripas colgando si hacía falta. No se había gastado tanto dinero en nada diferente a su coche —y hasta cuando tuvo que comprarlo prefirió uno de segunda mano a pagar un dineral por él— así que aquello era una aventura digna de reconocer.

Sus amigos habían dado por culo como nadie, porque era una oportunidad única y no podían perderlo. Le habían enseñado vídeos de toda clase y al final había cedido a ello. En su día fue por su novia, hoy en día no podía arrepentirse más de ello, porque encima de haberse gastado el dinero tenían que estar ahí de manera incomoda. Si a sus amigos les molestaba tenerlos a los dos en malos términos no dijeron nada y fue mejor para todos.

Fue momento de entrar y no se pareció nada a lo que les habían explicado. Fue como si un vídeo de introducción corriese frente a sus ojos, se veía como el avatar que había elegido antes de saltar al juego, pero de repente todo cambio. El mundo se transformó por completo, nada era de la época que sus amigos habían decidido y se vio arrastrado por los movimientos de su propio personaje. La historia no estaba completa y allí estaba él, corriendo por su vida como si no hubiese mañana, peleando como nunca hubiese sabido hacer y ayudando a una pelirroja a escapar.

¿La había ayudado conscientemente? No sabía si se conocían, pero la sonrisa que le dedico hizo que su personaje sonriera, al menos antes de echarlo de la puñetera máquina. Se levantó, cogiendo aire como si alguien acabase de darle un puñetazo en el estómago.

«Maldito fuese el día» pensó para si mismo.

Levantándose del lugar, lo que menos esperaba era que Norah se levantase también, tenía que ser la persona más gafada del mundo.

— Diría que nos ha sacado del juego — respondió de mal humor, notando la voz insistente en sus pinganillos —. Si lo habéis jodido, podríais venir vosotros en lugar de hacernos ir — habló de mala manera a una de las cámaras, haciendo gestos como si así fuese más fácil que no los encontraran.

No pareció surtir efecto, para empezar la cámara ni estaba encendida, pero eso no tenían forma de saberlo. Una de las puertas se abrió y la voz volvió a repetirles que avanzasen rápido.

— Mira, si me he gastado tres mil pavos para que me vacilen así, voy a poner la reclamación más grande de la historia — resopló el hombre, apretando los puños y yendo hacia la puerta. Joder que si lo iban a oír.

Norah
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Resopló. Valiente mierda de juego si se cortaba de esa manera. Y ya encima que se les cortase a ellos dos. Es que vamos, ni planeado.
Se llevó la mano a la cabeza, notaba molestia y como si le costase aguantar el equilibrio bien. Odiaba esos días en que parecía que estaba mareada. No estaba ahora como para pillar un virus.
Que ya tendría guasa, que encima de pagar un dineral se contagiase de algo en ese sitio.

Y la voz en su oído no ayudaba nada.

Escuchó a Orión quejarse y hablar de poner una reclamación.- ¿Sabes que es la primera vez en mucho tiempo que estamos de acuerdo? -Preguntó, con su toque de ironía. Pero echando a andar hacia la puerta abierta.

El pasillo estaba, a simple vista, desierto. Las instrucciones seguían.- Oye, voz rara, ¿te podrías callar un rato? El paseito en la atracción me ha dado fuerte. -Comentó entre dientes. Cerrando los ojos y apretándolos para intentar recuperarse aunque fueran unos minutos.- ¡Wow wow wow! -Exclamó al abrirlos y ver un montón de figuras extrañas que desaparecieron conforme parpadeaban.- Dime que también has visto eso. -Había figuras claras y otras como en rojo. Esperaba no empezar a ver fantasmas a esas alturas.

Orion
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Al escuchar la voz de su ex resopló, palabras mal sonantes en la punta de su lengua. Orion no tenía paciencia ahora para ponerse a discutir con ella. Si abría la boca lo harían, era lo de siempre, chocando por absolutamente todo o por las maneras en las que se hablaban. No sabía en que punto llegaron a esas formas, pero ahí estaban y prefería tenerla como aliada que jugar sus cartas de manera incorrecta y que por joder no quisiera poner la reclamación.

Así que se mordió el interior de las mejillas, apretó los puños y siguió hacia delante. Estar de acuerdo tenía que ser algo positivo, centrarse en ello y no en decirle que después de todo le había entrado sentido común en la cabeza. Si, caminar para encontrar al primer responsable y sacarle la información a puñetero grito si era necesario.

— No es necesario que repitáis diez mil veces que sigamos recto, vemos que es un solo pasillo, joder — masculló el hombre, moviéndose más rápido si eso era posible. No pudo evitar detenerse un momento y girarse al escucharla, nada a su alrededor había cambiado, lo único que sentía era que estaba cada vez de peor humor —. ¡¿Qué?! ¡Yo no veo nada! — Aseguró, un poco más violento de lo que pretendía y negó suavemente con la cabeza, haciendo un gesto que le decía que se apremiaran, no podían quedarse en ese pasillo para siempre.

Continuaron caminando hasta que finalmente llegaron a una puerta, que en un principio estaba cerrada, la luz tardó unos diez segundos en ponerse en verde. Orion no desaprovechó la oportunidad para abrirla de un empujón y al entrar lo que vio no le gustó una mierda. Una vez su ex pasó, la puerta, volvió a cerrarse a cal y canto. Estaban en un pequeño altillo, las escaleras se veían a la derecha, la habitación era circular y abajo había dos maquinas, un poco más rústicas de las que ellos habían estado previamente.

— Bienvenidos — habló una voz, Orion estaba tan atento en las maquinas que no se dio cuenta de cuando había aparecido aquel chico con gafas en el centro de la sala —. Bajad por favor, seguro que tenéis preguntas... — Orion no tardó demasiado en avanzar hacia las escaleras, bajándolas de dos en dos como si estuviese a punto de matar a alguien, estaba por llegar a coger al chico del cuello de la camisa, cuando uno más grandote le agarró el brazo.

¿Qué diablos estaba pasando allí?

Norah
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No sabía si preocuparse por haber visto esas figuras raras y que él le dijera que no. O pegarle a Orión un par de guantazos por la cara que le estaba poniendo.
Que a lo de que igual se estaba volviendo loca ya llegaba ella sola, gracias.

Le siguió, porque era cierto que tenían prisa. No tanto por ellos, sino por ver si la puñetera voz del pinganillo se callaba de una vez.

Continuaron hasta llegar a la puerta, que no tardó en abrirse sin que ellos tuvieran que pulsar ningún botón de aquel sofisticado sistema de seguridad. Así que seguro, lo que se dice seguro, dejó de parecerlo. Entró y se quedó quieta mirando alrededor. ¿Qué clase de sitio era aquel?
Era bastante raro, sobre todo las máquinas. Se parecían a las que habían usado antes, pero con mucho más cable y menos cómodas.

Alguien apareció allí hablándoles para que bajaran. Habría preferido pensárselo un poco, pero su ex estaba en modo impulsivo, así que le siguió.- ¡Oye! ¡Pero qué hacéis! -Gritó al ver cómo otro tipo le retenía.

- Norah, ¿verdad? -Se paró en seco en mitad de la escalera y miró con recelo al chico de las gafas.- Has dicho que has visto algo en el pasillo. Sorprendente para el poco tiempo que has estado dentro. ¿Qué era?

No se fiaba un pelo y no entendía una mierda, pero prefería no seguir viendo fantasmas por los pasillos, así que quería aclarar aquello.- Eran como gente paseando, casi traslúcidos, blancos y rojos... -No sabía por qué, pero había bajado las escaleras mientras lo describía.- Espero que no sean los fantasmas de la gente a la que habéis traído aquí. -Se atrevió a bromear, para romper la tensión, porque sí que estaba muy tensa.

- Sorprendente. -Repitió de nuevo, subiéndose las gafas.- Es raro que el efecto sangrado aparezca tan pronto.

- ¿El qué? -Preguntó de nuevo, pero antes de que pudiera hacer más preguntas, alguien la estaba amordazando e inmovilizando. Miró a Orión con los ojos muy abiertos, ¿qué demonios estaba pasando allí?

Orion
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El enfado latía fuertemente en la cabeza de Orion, notaba su corazón desbocado mientras miraba al hombre que había cogido su brazo sin cuidado. Estaba cabreado y la sonrisa de suficiente del tío de las gafas estaba haciendo que perdiese la paciencia. Lo miró como si fuese un perro muerto de hambre, un solo segundo antes de alzar la mirada hacia su ex y hablarle de la manera más dulce, por mucho que siguiese habiendo ese tono de retintín.

Parecían putos experimentos y Orion se cansó. No supo bien de donde sacó la energía, ni como su cuerpo parecía reconocer los patrones, pero empujó el puño hacia delante para desestabilizar al contrario y hacer que se soltase el agarre, girando sobre si mismo para hacerlo perder el equilibrio. Le importaba poco la cara de sorpresa del matón, porque al idiota de las gafas no le dio tiempo a salvarse esa vez.

— Mira, me he gastado una dineral en esta atracción de circo para escucharte decir fascinante veinte veces — habló de un mal humor terrible, cogiendo al hombre del cuello de la camisa y moviéndolo hasta estar contra una de las paredes —. O empiezas a hablar de manera clara o te rompo las gafas a puñetazos — escupió, viendo como había cierto miedo en sus ojos.

Fuese lo que fuese que estuviese pensando había sorpresa en su mirada, como si no creyera que ellos dos pudiesen hacer lo que estaban haciendo. Ninguno de ellos lo entendía, pero lo que Orion tenía claro es que sacaría respuestas de donde fuese necesario para que le devolvieran su dichoso dinero.

¿Se enteraban acaso de lo cara que era esa atracción para sus estúpidos jueguecitos? Podría haber comprado los muebles nuevos que necesitaba para el salón, joder.  

Norah
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La estaban amordazando sin que pudiera hacer nada. Había algo en ella que la impulsaba a forcejear, a luchar. Pero no fue hasta que vio a Orion deshacerse de sus propios matones cuando algo pareció activarse dentro de ella. Sus movimientos fueron rápidos y certeros, como si estuviera acostumbrada a luchar y supiera todo tipo de técnicas.
Antes de que se diera cuenta se había deshecho de aquellos dos matones y se acercó a Orion que estaba amenazando al tipo de las gafas. Nunca antes lo había visto así y no sabía si era propio ponerse así por dinero... aunque sí que era muchísimo dinero.

- De acuerdo, hablaré. -Pronunció el tipo, que acababa de perder toda aquella fachada de malo de película de espías.- Sueltame, ¿quieres? Será mejor que os sentéis.

Norah no se fiaba demasiado, sobre todo le parecía raro que no le diera ninguna importancia a los tipos que estaban en el suelo sin pinta de querer levantarse todavía. No se sentó, se cruzó de brazos y le miró desde allí.

- A ver, esta atracción de circo es algo más que un simple juego. O al menos no es su objetivo principal -Explicó en muy pocas palabras, como si intentase simplificar lo que quería decir u ocultar una parte importante de la información..- Abstergo utiliza la posibilidad de meterse en las mentes ajenas para rebuscar en las vidas pasadas aquellas que le resultan interesantes. Seguro que no habíais visto hasta ahora una máquina de VR con agujas... buscan patrones de ADN.

- ¿Vidas pasadas y patrones de ADN? ¿En serio, tío? Si no te rompe la cara él, te la rompo yo, por tratarnos como a imbéciles.

- Es real, Norah. Lo que tú has visto en el pasillo, lo que habéis hecho aquí... lo demuestra. Habéis iniciado la sincronización. -Dijo como si eso significase algo para ellos. Al ver que la única respuesta era excepticismo, siguió tras un suspiro.- Los recuerdos de las vidas pasadas están encerrados en el ADN, el Animus permite sincronizar la conciencia actual con esos recuerdos para así poder investigar en esa vida pasada. Pero la consecuencia es que vosotros adquirís ciertas habilidades de vuestros antepasados, lo que llamamos el efecto sangrado.

Orion
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CON Norah

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Norah apareció a su lado. Orion estaba tan enfadado que apenas se dio cuenta de lo que la mujer acababa de hacer, acabando con los matones que parecían haber querido ponerlos a dormir a ambos. Aquel lugar parecía el de una película de ciencia ficción y no le gustaba una mierda, sobre todo cuando ellos parecían los héroes. Quería su dinero de vuelta y pirarse de ahí, no volver a acercarse a una de esas maquinas y ya de paso no tener que compartir espacio con Norah, no después de haber cortado como lo habían hecho.

— ¡Joder! — Soltó al científico, aún con el mal humor recorriéndole el cuerpo. Cruzó los brazos frente al pecho y apretó los dientes, un gesto con la cabeza que indicaba que siguiese hablando, pues podía cambiar de idea bastante rápido y romperle las gafas como había dicho desde el principio.

El hombre se puso a hablar y lo que le contaba le sonaba cada vez peor. Aquel lugar no era para ningún tipo de diversión, tan solo un buscador de gente especial, a la que perfectamente podrían encerrar en habitaciones y obligar a estar navegando como putos muertos en la vida. La sensación lo recorrió como un latigazo y miró momentáneamente a Noah como si estuviesen entrando cada vez más a la boca del lobo.

— Vale, pues que bien que hayamos hecho eso, ahora sacadnos de aquí y devolvednos nuestro puñetero dinero — si se marchaban rápidamente los dejarían en paz o eso esperaba. No podía permitirse jugar a los juegos virtuales, ni en lo que fuese que quisiera el tío de gafas. La voz los había sacado de sus estancias, como si hubiese un peligro y pasaba de aquello.

Quería irse a su puta casa y fingir que aquella idea de mierda jamás había pasado por sus mentes, deberían haberse ido a Las Vegas a apostar sus ahorros en lugar de a los mundos de realidad.

Norah
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Norah no se fiaba del tipo de las gafas. Tampoco terminaba de encontrar su historia convincente. Todo era un galimatías científico que parecía sacado de una película futurista. Y ella no estaba muy por la labor de participar en nada de aquello. Ni de que la secuestraran y usaran para vete a saber qué.
Pero había algo en la parte de atrás de su cerebro, una voz que no parecía del todo la suya. Algo que había tomado el control cuando se había quitado de encima a esos matones. Y no era algo que pudiera explicar.

Y esa vocecilla le estaba diciendo que no iban a poder irse de rositas.

- Me temo que no podemos dejaros marchar ahora que la sincronización ha empezado. -Dijo el de las gafas.- Sería peligroso para vosotros no estar en un entorno controlado y estable. -¿Estaba dando por hecho que sus casas no eran lugares seguros?- Y eso si el único peligro fuera el efecto sangrado. Abstergo tiene vuestros programas, los hemos distraído un rato pero ya sabrán que vosotros dois sois portadores... os buscarán. Y os aseguro que no serán amables.

- Tú nos has tráido aquí engañados y has intentado secuestrarnos. ¿Eso te parece amable? -Preguntó la pelirroja.

- Tenemos prisa. Hay que salir de este sitio antes de que nos encuentren. ¿Se te ocurre un plan mejor?

- Que nos dejes en paz sería un gran plan.

- Como ya he dicho. -Se levantó de nuevo.- No podemos hacer eso.

Orion
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CON Norah

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Lo que decía Norah explicaba al cien por cien como se sentía Orion. Tenía los dientes apretados en un intento de controlar su rabia, las manos cerradas en puños y por el amor de todo estaba contando hasta cien mentalmente para no partirle la mandíbula al idiota de las gafas. Les habían sacado del jueguito a la fuerza y traído hasta ahí para decirles que no podían salir.

— Decirnos que tenemos que irnos contigo no es mucho mejor, dime, ¿cómo sabemos que no quieres hacernos daño? — Refunfuñó, todos allí estaban locos y lo que decían no tenía sentido alguno.

Claro que se había sentido raro en esa simulación y el enfadó le había hecho nublarse tanto que ni siquiera se daba cuenta que reaccionaría de manera mucho más rápida si alguien intentaba pegarle. Mierda, es que todo era una mierda y cuando ese hombre dirigió su mirada hacia ellos sintió un escalofrío de cojones.

— No tenemos tiempo para esto, casi parece que queréis que os atrapen — suspiró, haciendo un gesto con la cabeza que no le hizo ni puñetera gracia.

— ¡Te estamos diciendo que ya nos sentimos atrapados por ti! — Casi gritó Orion dando un paso hacia el científico que lo miraba con una soberbia que hizo que se le calentase la sangre.

— Al menos conmigo, seguiréis vivos en caso de que no haya información útil — replicó y de verdad que esta vez no pudo evitar levantar la mano hacia él.

Antes de que pudiese bajarla del todo lo notó, era sutil, alzó la vista hacia las rejillas y volvió a mirar al científico que se había movido para coger una máscara de su mesa.

— ¡Norah no respires! — Se giró, preocupado como si no se odiasen, como si el tiempo de repente hubiese retrocedido y el miedo de perderla se hubiese acoplado a su pecho de nuevo.

Aquel imbécil se puso la maldita máscara y cuando Orion fue a dar un paso hacia Norah sintió que el mundo empezaba a desaparecer. Antes de poder replicar cayó al suelo y el mundo se volvió negro.