Cuando se quería jugar con la naturaleza, alterar el ecosistema trayendo a la vida animal que ya cumplieron su tiempo en este mundo, se pagaban las consecuencias. Justo había sido lo que ocurrido luego de que las cosas se salieran por completo de control en el Parque Jurásico. Lo que se suponían era un parque de diversiones con un atractivo único en su clase… los dinosaurios. Se volvía una pesadilla. Sin embargo, esa pesadilla no se había quedado encerrada en aquellas islas. Para nada. Pues cuando la ambición es grande, el nivel de estupidez de las personas con poder puede ser sin preséntente. Cosa lo cual desato un verdadero apocalipsis. Haciendo que los dinosaurios volvieran a tomar el dominio en toda la tierra y los humanos tendrán que aprender a convivir con ellos.

A pesar de que ahora carecían de muchas cosas, la vida había cambiado de un momento para otro y que el peligro asechaba en cada rincón, tenían que continuar con sus vidas y tratar de sobrevivir como fuera posible de la forma más normal que pudieran. Ya habían dejado de ser la especie dominante, ahora eran solo una más de las presas. Sin embargo, en Estados Unidos había ciertas áreas donde habían logrado convivir con los dinosaurios de manera pacificá, pues no abundaban las especies peligrosas.

La doctora Zhenya Amery, era de las pocas que quedaban en la zona y era la doctora de cabecera de la familia Spinster. Una familia adinerada que a pesar de todo lo que ocurrió habían logrado mantener su estatus. Sin embargo, cuando el padre de la familia, un hombre aficionado a la arqueología enfermo o en uno de sus viajes y se encontraba en un lugar donde no había atenciones médicas, y el hombre tampoco podía ser transportado por su delicada situación. Su mujer mandó a buscar a la doctora y le ofreció no solo mucho dinero, también le ofreció financiar cualquier proyecto que tuviera. Fue difícil decir que no.

Para llegar a su destino en América del sur tendría la compañía del piloto Noah Rider quien aun cuando el piloto les advirtió que su avión no estaba en condiciones para hacer un vuelo tan largo, la mujer insistió tanto, y también le hizo un buen ofrecimiento que no le quedo de otra que aceptar. Su idea era al menos con ese dinero parar a medio camino y ver si conseguían un buen negocio por otro avión mejor y así terminar el viaje. Sin embargo, nada de eso ocurrió. Cuando alzaron el vuelo llegando cercano a la zona de las Islas Nublar, todo se complicó. El avión comenzó a fallar y por más que Noah lo intento, terminaron por accidentarse en una de las islas.

Ahora ambos solos, varados en aquellas islas que ahora estaban desiertas. Tendría que buscar la forma de salir de allí. La gran pregunta era… ¿Lo conseguirían?

Dra. Zhenya Amery Camilla Luddington | Doctora en medicina | Shooting Star

Noah Rider Chris Evans | Piloto de Avión | Rising Sun

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Las cosas habían cambiado, el mundo no era el de antes. Quizás el ser piloto no dejaba de ser un trabajo importante, incluso fundamental en algunos casos. Sin embargo, ahora se había hecho un reto aún más grande. No bastaba con tener el conocimiento, ni siquiera la experiencia volando. Ahora era un juego de suerte volar por los cielos, había que cruzar los dedos para no toparse en pleno vuelo con algún dinosaurio volador o incluso hasta en el momento de aterrizaje era un peligro. Pues podían también toparse con alguno de esos dinosaurios terrestres enormes y para rematar peor aún si eran carnívoros. Así que era todo un reto su profesión en estos momentos. Pero no por ello dejaría de hacerla, era lo mejor que se le daba y estaba consciente que seguía siendo pieza clave para a pesar de todo mantener un poco la poca civilización que les quedaba.

Noah aun con todo y ello solía hacer viajes cortos, unos que no requirieran forzar tanto la avioneta que tenía. Es que ya era imposible utilizar esos grandes aviones comerciales debido a que era complicado aterrizar por el estado de las pistas de aterrizajes, pues gran parte de ellas la naturaleza las había reclamado. Además de que él en su caso no poseía uno, solo tenía una pequeña avioneta. Que si bien en sus tiempos tuvo sus momentos de gloria, luego de todos los malos ratos que últimamente había pasado, ya no era la misma de antes. No estaba tampoco capacitada para hacer grandes vuelos.

Conocía a la familia Carter desde hacía tiempo y se encargaba de sus vuelos a corta distasia. Sin embargo, cuando la señora le pidió aquel enorme favor, el piloto intento explicarle que era difícil lo que le pedía. No podía esforzar tanto aquella avioneta. Sin embargo, no pudo negarse a su ofrecimiento, la mujer estaba desesperada. Así que acepto el dinero que le ofreció y planeo remplazar la nave a mitad de camino, cruzando dedos de lograr llegar al menos a Costa Rica. Para luego así poder seguir con su viaje a América del Sur.

El piloto miró el avión, no estaba muy convencido de esto. Pero ya había hecho una promesa, un trato. No se echaría para atrás. Además, no iría solo, lo acompañaría una doctora, la cual igual debía de asegurarse de que llegara con bien o de lo contrario él solo no lograría solucionarle mucho al señor Carter. — Buenos días. Sí, por supuesto, un gusto, yo soy Noah Ryder. A su servicio. — se presentó frente a la mujer. — Pues no le voy a negar, será un viaje largo. El señor Carter se encuentra en Brasil, así que esos viajes desde Estados Unidos nunca fueron cortos. Pero al menos prometo, no se entumecerá tanto, pararemos en Costa Rica y tomaremos otro avión allí. — le aseguro. — Es una lástima que ya no se puedan volar aviones comerciales, hubieran sido un éxito. Al menos en cuanto a comodidad. — comento. — Bueno. ¿Ya tiene todo? — le pregunto a la castaña.

El piloto sabía que al día de hoy todo era un riesgo, bueno siempre lo había sido, solo que ahora lo era por partida doble. Antes, el único temor que podía tener un piloto era que la nave fallara, perdiera el control de la misma. Pero ahora también tenía que preocuparse por no ser víctima de algún dinosaurio alado o de alguno de amplia proporción, el cual aún a una buena altura pudiera atrapar su avión. Por lo que tomando en cuenta todo esto para los que viajaban era difícil encontrar alguno dispuesto hacerlo si se trataba de un viaje largo como lo era el que él estaba por comenzar.

Trato de disimular la sonrisa en su rostro al notar a la doctora. El rubio no había sido de relaciones estables por tener que estar constantemente viajando, por lo que al final había optado por dejar todo en solo encuentros casuales. Pero por más que hubiera llamado su atención la mujer, pues la encontró atractiva, no había tiempo de nada. Tenía que llevarla sana y salvo a su destino. Así que eso es lo que iba a hacer o al menos lo que pretendía hacer.

Le había explicado el plan de viaje, sin duda no era un vuelo de primera clase, pero era lo que había y rogaba que todo saliera bien. Pues la vida del señor Carter dependía de ello y ellos también necesitaban de lo que fuera que la señora le ofreció a cada uno.

— Ese es el plan. Espero también que todo salga bien. Si el cielo está despejado, creo que no tendremos problemas. — afirmó, por supuesto, que al menos en donde ahora se encontraban no había mal clima, sin embargo, con cielo despejado no se refería únicamente a que no hubiera tormentas.

— Sí, Costa Rica. Queda justo a la distancia a la que nos puede llevar esté viejo trasto. — Señaló. — Por favor no te vayas a enojar conmigo por decirte viejo trasto. — Le dijo a la nave como si pudiera escucharlo.

— Por favor, no se inmute. Háblame, no considero que me distraiga. Al contrario, estar mucho rato pilotando puede ser agotador, así que necesito que me mantengan alerta. Será mi copiloto. — afirmó, claro, que igual dependía del tema que le hablara si se distraía o no. Pero de todos modos podría reaccionar más rápido a si por ejemplo se quedaba dormido por cansancio. Es que por algo existían los copilotos. Solo que evidentemente él no se podía dar el lujo de contratar uno para trabajar con él.

Cuando estuvo listo comenzó el despegue. Había sido un poquito turbulento, pero pronto el piloto había logrado alcanzar la altura requerida, haciendo que todo se sintiera más tranquilo allí arriba. — ¿Había volado antes un vuelo de tantas horas? — preguntó con curiosidad. La observó de reojo. — Extraño cuando no teníamos que vivir con miedo a ser devorados por un dinosaurio. Aunque creo que no extraño la vida ajetreada y demandante. Ahora todo es un poco más… tranquilo en ese sentido. Haber sido algo trabajólico me costó disfrutar de ciertos aspectos de la vida. — afirmó. — ¿Usted extraña el hospital y su consultorio atestado? — preguntaba hoy día era más difícil que la gente llegara al hospital, solo los que tenían el dinero y el trasporte. ¿Por qué no? También la suerte de lograr llegar con vida al mismo.

La mujer parecía interesada en los pormenores del viaje. ¿Quién no? Debía de estar segura, de donde se estaba metiendo. — La razón de otro avión es porque este no está hecho para viajes largos, quizás en sus mejores años se podría haber intentado, aunque no fuera lo más recomendable. Pero en estos momentos no me arriesgaría. — confesaba a la mujer. Realmente esperaba encontrar uno en las mejores condiciones posibles que valiera la pena. Así remplazar esta carcacha por completo de una buena vez. Al menos esos eran los planes de Rider.

— Por increíble que parezca, esa también es parte de la función de un copiloto. — comento divertido ante su respuesta. Sin duda aquella sonrisa igual le había animado.

Comenzaban a despegar, había llegado el momento de la verdad. Esto era a suerte o verdad, pero ya no había vuelta atrás. El avión había despegado de la pista. — Espero entonces poder darle la mejor experiencia posible en su primer viaje a larga distancia. — y lo decía en serio, porque esperaba de verdad que todo saliera bien. No había espacio para errores. El problema era que no todo dependía de él, sino de lo que estuviera volando por los cielos al momento de ellos cruzarlos.

— Sí, uno no se da cuenta hasta que la vida te fuerza a que te des cuenta. — comento, su vida definitivamente era más tranquila que antes en ese aspecto. — Si tan solo se pudiera combinar la tranquilidad de ahora, con la inexistencia de antes de los dinosaurios, todo sería mucho mejor… pero es lo que toco. — dijo encogiéndose de hombros.

Soltó una pequeña risa al escuchar como mencionaba que la gente siempre encontraba como llegar. — ¿Entonces no se salva de ese caos de todos modos? Bueno, supongo que hay cosas que nunca cambian. Espero que al menos se den cuenta de lo afortunados que son de que al menos aquí estén aún en pie los consultorios. — no en todos los países aún podían contar con un servicio médico, aunque fuera limitado. Eran afortunados de tener gente trabajando aún como lo era Zhenya.

— Pues es cierto que había comenzado entrando por la fuerza aérea. Pero como bien sabe, la fuerza aérea es parte de la milicia, así que tuve un accidente la primera vez que me enviaron activo al campo de batalla. Eso ocasiono que no pudiera hacer apropiadamente los entrenamientos. Para sus estándares, claro, no es que cojee ni que no tenga fuerza, solo en los días fríos puedo sentir el efecto de la lección. En fin, para ellos eso era suficiente para que no siguiera activo. Así que para seguir haciendo lo que me gustaba comencé a trabajar de piloto en aerolíneas comerciales. Ya sabes, de esos que llevan el elegante uniforme blanco. — comentaba el rubio a la doctora. Sin duda conversando el trayecto se hacía más fácil.

El cielo parecía demasiado tranquilo, tanto que le estaba hasta sorprendiendo. Solo una que otra pequeña turbulencia. De repente Noah puso una expresión seria. Notaba que a la distancia había unas manchas acercándose hasta que se lograron aclara a su vista. No estaba seguro de cuáles eran, aunque a su parecer eran pterodáctilos. — No quiero asustarla. Pero creo que voy a tener que descender de una forma un poco precipitada. Costa Rica no está muy lejos. Solo no quiero toparme con eso. — señalo hacia el frente. El problema es que en el radar la tierra que se podía ver no eran las costas de Costa Rica, sino más bien alguna de las islas Nublar que estaban cercanas ha dicho país.