This is as good a place to fall
as any

ONE ON ONE | Realista | Original

Amy Oakes es una exitosa representante deportiva. Una mujer totalmente dedicada a su trabajo quien tuvo que luchar en una agencia dominada por hombres para abrirse paso hasta hacerse con su propia agencia de representación. A lo largo de su carrera ha trabajado para deportistas de los más variados, aunque su especialidad está en el fútbol masculino. De hecho, representar a algunas de las estrellas de clubes de primera división habían solidificado su reputación.

Uno de los más particulares de sus clientes era Neil Carter, famoso exportero del Arsenal y ganador de la Copa del Mundo, pero también hijo de una familia adinerada de la sociedad londinense. Así había conocido a James Coulter, abogado personal de Neil. Por años había tenido que coordinar con él todo lo relacionado a los contratos de Neil, tanto deportivos como de publicidad, así como el manejo de la imagen pública de su cliente común. Han trabajado por lo general bien juntos, de una forma profesional y eficiente, sin cruzar nunca los límites personales a pesar de que la afinidad que existía entre ambos.

Sin embargo, en los últimos días todo había cambiado, después de que Amy expresara su preocupación sobre que Neil revelara a la prensa la relación que mantenía en secreto con otro futbolista de élite todavía en activo, también representado por ella. La pareja había desistido de sus intentos de hacer pública su relación después de su conversación, pero aquello había causado una ruptura entre Amy, Neil y aparentemente, James también.

Tendría tiempo de averiguarlo ahora, que en aquel viaje de negocios para cerrar el nuevo trato sobre la imagen de Neil como futboslita retirado, habían perdido el avión y se veían obligados a pasar más tiempo del pensado juntos en aquella ciudad.

Cuando James la hizo pasar a la oficina, lo primero que pensó fue si no se veía demasiado pomposa. Cuando terminó de colocar todas sus cosas, le pareció que había hecho un buen trabajo, su asistente también lo halagó, pero ahora que estaba Amy estaba allí, se sintió un poco expuesto. Era diferente a que los demás miembros de la firma examinaran cada detalle, porque sabían lo que él pretendía decir con todos los detalles de la decoración, a que Amy, quien no conocía nada de él, lo hiciera.

Le hizo una señal a Amy para que se sentara en la silla que usaba para sus invitados. En lugar de sentarse detrás de la mesa, James se acercó a la cafetera que estaba a un costado del escritorio.

—¿Café, señorita Oakes? —le preguntó, mientras preparaba dos tazas. En el peor de los casos, si le decía que no, James podía reutilizar ese café para la ronda de la tarde. Ya era lo bastante mayor para saber que no iba a dejar la cafeína, así que ni siquiera pensaba intentarlo—. Tengo azúcar y edulcorante, puedes escoger el que desees.

James se dio cuenta de que la había tuteado, mientras colocaba una de las tazas frente a ella. Le regaló una sonrisa sincera.

—Lo siento, pero quizás es mejor si nos tuteamos, ¿te parece? Pensaba decírtelo desde que te vi en la sala de espera, pero creí que era mejor esperar hasta que estuviéramos a solas. Debemos tener más o menos la misma edad y estoy acostumbrado a tratar con más familiaridad a mis colegas. Tú no eres abogada, por supuesto, pero creo que sí somos colegas —dijo, convencido de lo que estaba diciendo. Después de todo, ella y James jugaban para el mismo equipo.

Menos mal no dijo eso en voz alta, no estaba seguro si Amy se iba a tomar a bien analogías de fútbol. Quizás era el tipo de persona que no le hacía gracia que hicieran chistes relacionados directamente con su trabajo. James no era fan de los chistes de abogados, mucho menos dentro del ambiente laboral.

"Because I've found myself an old solution"

Amy no era una ran fan del café, pero había tenido que acostumbrarse porque era algo usual en sus encuentros por negocios. Así que aceptó el suyo con azúcar

Sonrió ligeramente ante la propuesta de tutearse. Le caía bien James, y sí, sería más fácil llamarlo por su nombre, al menos cuando estaban solos. Pero realmente debían tener cuidado frente a otras personas. Amy sabía lo importante que eran las apariencias en su mundo.

—De acuerdo, James, en privado no creo que sea problema —replicó.

No sería bueno para ella que otros oyeran que dejaba que un abogado la tuteara. Demasiadas confianzas.

—Supongo que podemos vernos como colegas —aceptó. —Lo agradezco, la mayoría de abogados no nos ven a los agentes de esa forma.

Era usal que les vieran por encima del hombro a menos que estuvieran buscando trabajar para ellos. Amy solía mantenerse distante con los abogados, pero James Coulter era un caso especial.

Neil era uno de sus mejores clientes. La gente de la agencia siempre le sorprendía que la hubiera elegido a ella, y era un cliente que tenía que cuidar sobre todo. Además, Santi nunca le perdonaría si algo salía mal con Neil, el cliente que él mismo le había enviado.

—Ahora, creo que teníamos algunos temas en agenda para hoy —retomó, con toda la intención de remarcar que aquella no era una visita social.

"Because I've found myself an old solution"

En privado podían tutearse.

James pronunció la sonrisa, pues sabía que eso implicaba que habrían más reuniones a solas. Eso le agradaba, definitivamente era mucho mejor recibir a Amy en su oficina que a la mitad de sus clientes o a algunos socios de la firma.

Aunque Neil era uno de sus clientes más apreciados, la realidad era que el promedio de sus clientes se parecían más a George Carter que al bueno de su hijo. Lidiar con ese tipo de empresarios al cabo de tantas horas de trabajo era sumamente tedioso. Cuando era sábado, ya James sólo quería dedicarse a beber, pero todavía le tocaba cumplir como padre, pues se había empeñado en tener custodia compartida de su pequeña Emily.

—Claro que somos colegas, Amy. Después de todo, tenemos a Neil en común y estoy segura de que para ti también es un cliente muy preciado. Es muy joven, por supuesto, pero Neil tiene mucho peso sobre los hombros —James quiso preguntarle cómo había sido cuando Neil llegó hasta la agencia para preguntar expresamente por ella.

Recordaba que Neil había llegado allí porque Santiago, uno de sus compañeros en la filial, acabó por convencerlo de que Amy era la adecuada para él. James llevaba tiempo diciéndole que era mejor que un agente de verdad se hiciera cargo de todo lo relacionado con el fútbol. A fin de cuentas, James era abogado y no podía abarcarlo todo aunque quisiera.

—Estuve encargándome de los aspectos legales de Neil desde los dieciocho, aunque conozco a la familia desde hace mucho —James sabía que George Carter conocía a los socios fundadores de la firma. Entre ricos, todos acababan conociéndose—. Pero cuando me dijo que quería dedicarse en serio al fútbol, supe que no podía encargarme de eso también. Me alegra mucho que me haya hecho caso tan rápido, tengo entendido que también representas a uno de sus compañeros de la filial.

James era más fanático del fútbol de selecciones que de los clubes, su padre había sido aficionado al West Ham, pero jamás consiguió inspirar lo mismo en su hijo menor. Pero ahora, con Neil bajo su cuidado, James prestaba atención a la liga de fútbol más de la cuenta.

"Because I've found myself an old solution"

Amy sonrió ante la explicación de James.

—Enviarlo a buscar un representante del área fue un muy buen consejo. No cualquiera sabe sobre contratos futboslísticos —le aseguró.

La suerte había sido de ella que Santiago se la hubiera recomendado tan convincentemente. Sin embargo, su relación con Neil era bastante diferente qeu con Santiago. Neil era mucho más profesional. Aunque fuera cálido y amable, mantenía cierta distancia profesional. Santiago, en cambio, se había vuelto muy cercano.

Suponía que eso era lo que le pasaba a Neil con James también. Era una relación no solo profesional la que tenían.

—Neil tiene suerte de tener un abogado que se preocupa tanto por él —lo elogió. —Y me parece muy acertado que trabajemos en conjunto para apoyarlo.

Si bien era cierto que ella sabía más sobre los equipos deportivos y el manejo de información en la prensa deportiva, la verdad era que el resto del mundo de Neil le quedaba grande. Todas las grandes intrigas del medio coorporativo, las acciones y los negocios de Carter Global eran mucho para ella.

—Ponme al día, James —le pidió con una sonrisa.

Luego tomó un sorbo de café mientras esperaba su respuesta.

"Because I've found myself an old solution"

Poner a Amy al día podía llevarle más del tiempo pactado para esta reunión. Aunque no quería revelar un montón de aspectos privados de la vida de los Carter, era posible que Amy intuyera algunos. Después de todo, era inglesa como él, y también residía en Londres, así que era poco probable que no se hubiera enterado del sonado y crudo divorcio de George con su ex esposa, Margot.

James recordaba que tenía pesadillas con los titulares de los periódicos en ese período de su vida. Neil todavía era menor de edad, lo que hacía todo más complicado.

—Conozco a los Carter hace mucho tiempo, pero también a la madre de Neil. Fue ella quien me pidió expresamente que me encargara de todo el papeleo del fideicomiso que dejó para él para cuando cumpliera la mayoría de edad —James recordaba bien cómo se había puesto Neil cuando tuvo que firmar todos esos papeles.

Era muy joven en ese entonces, todavía lo seguía siendo.

—Creo que lo verdaderamente importante es que sepas que, cuando Neil cumpla los veintiuno va a poder tener acceso directo a las acciones de Carter Global que hay a su nombre. Estoy tratando de convencerlo de que tenga más participación activa en las empresas, pero no sé si eso va a poder ser posible combinado con su vida como futbolista, ¿cierto? —volvió a mirar a Amy, mientras daba un largo sorbo a su café. James sabía que la vida de un atleta profesional no iba precisamente sobrada de tiempo—. Hay algunas cosas que Neil mismo no sabe todavía, que me gustaría compartirte.

No creía que hiciera falta que usara la palabra confidencial, pues era obvio que esta reunión lo era. Pero James se sentía en la necesidad de aclararlo de todas formas.

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Amy prestó atención. Lo que James le decía no la pillaba por sorpresa, aunque lo que la había advertido había sido una conversación con Santi, quien le había pedido que por favor hiciera lo posible porque la carrera de Neil fuera estable. Le preocupaba que en algún momento no viera futuro en el fútbol profesional y pensara en irse para las empresas de su padre.

"Él no necesita vivir del fútbol, Amy, pero es demasiado bueno para perderlo". Eso le había dicho.

Neil no se lo había dicho de esa forma directamente, pero para Amy era claro que estaba feliz y a gusto en el Arsenal, por lo que no buscaba otros destinos. Ahora se preguntaba si tenía que ver con estar cerca de Carter Global.

—Jugar al fútbol de manera profesional es un trabajo de tiemop completo. Sin embargo, eso no implica que no se puedan hacer otras cosas. Hay jugadores que han sacado una carrera universitaria, o han desarrollado negocios en paralelo a su carrera —le aseguró.

Claro, eso no quería decir que fuera fácil. Neil tendría que ser muy comprometido, disciplinado y sacrificado.

—Pero sería prudente que separe sus asuntos —añadió. —Que tenga abogados especialistas en cada una de sus áreas, así
que trabajar con nuestra agencia lo futbolísitco y los negocios contigo parece lo mejor. Y esta coordinación puede ser muy favorecedora para él. .

Podría ser de provecho para todos, de hecho. Tener la tranquilidad de que alguien más cuidando las espaldas de Neil en las áreas que a ellos se les escapaban. No estaba mal.

—Podemos hablar con él al respecto —ofreció.

No creía que fuera buena idea continuar con esa comunicación sin que Neil supiera.

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James escuchó con atención todo lo que Amy estaba diciendo. Cuando dijo que ser futbolista era un trabajo de tiempo completo, le creía, el problema era que no estaba seguro qué tanto Neil podía darse el lujo de desconectar su vida de las empresas familiares.

De hecho, tenía entendido que su contrato con el Arsenal todavía duraba unos cuantos años, pero sabía que cada mercado de invierno, cualquier cosa podía pasar. No estaba seguro si Neil aceptaría un traspaso a otra liga, ni siquiera a otro club dentro de Inglaterra. Estar en Londres era una necesidad, él se lo había dicho un par de veces. James lo tomó como una señal de que sí entendía cuál era el peso de su apellido.

—Creo que a Neil no le va a quedar más remedio que tener vidas paralelas. La razón por la que quería que Neil se consiguiera un agente era porque creía que iba a ser más fácil para él mantener sus asuntos por separado, no quisiera que se agobie. Es muy joven.

James sabía que normalmente no se expresaría de la misma manera de cualquier otro cliente. Pero Neil era especial, tenía demasiado peso sobre sus hombros. Y lo que faltaba todavía. Para James era una bendición, pero también una maldición, que uno de sus mentores en la universidad fuera el abogado de toda la vida de Alfred Carter.

—Hay ciertas cosas que me gustaría compartirte, pero entenderé si prefieres que haya algún documento más formal de por medio. Verás, Neil es un sueño para trabajar, hará cualquier cosa que le pidas siempre y cuando se razonable y se sabe manejar bien en público, eso se lo envidio muchísimo. El problema de tener a Neil como cliente no es él mismo, sino su familia —James bajó los hombros, mirando a Amy fijamente.

Por la forma en que ella lo miró, supuso que no tenía por qué decirlo en voz alta. George Carter era la pesadilla de cualquier abogado, sobre todo si era el abogado de uno de sus hijos, de los que poco a poco dejaría de tenerlos controlados.

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Le agradaba James. Ahora hablando en persona, veía que su preocupación por Neil era realmente genuina. Le resultaba muy conmovedor que fuera así, y que no se quedara solamente en recibir un sueldo por hacer su trabajo.

—No sé si un papel, pero si creo que Neil debe estar informado de esta colaboración, para manejarlo como a él le parezca apropiado —señaló.

No quería que después Neil se molestara con ella por estarse metiendo en donde no la llamaban. Era su agente, no se suponía que tuviera que saber todo sobre su vida, solo lo suficiente para manejar su imagen y sus futuros contratos.

—Neil es un joven muy inteligente y con mucha fortaleza, estoy segura de que podrá manejar lo que decida —añadió. —Tengo la impresión de que es una persona realmente decidida.

El comentario de James sobre su familia picó su curiosidad. Sabía, como cualquiera que leyera o viera la prensa de tanto en tanto, que George Carter era todo un personaje. Su divorcio había sido muy sonado.

Suspiró. Las familias podían ser un gran problema, pero para la mayoría de los futbolistas lo eran cuando se metían en su carrera, precisamente en representarlos.

—Técnicamente yo no tendría que tratar con su familia pero... entiendo que puede haber cosas que deba manejar —aceptó.

Razón de más para que hablaran con Neil antes, no quería que pensara que andaba chismeando sobre su familia.

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Amy parecía bastante segura de que había que informar a Neil al respecto de esto. Aunque James estaba muy de acuerdo, en realidad no había pensado si tenía que contarle hasta la marca de café que le ofreció a Amy. Sí que le había mencionado que era buena idea conocer a su agente en persona la última vez que Neil estuvo en esta oficina y él estuvo de acuerdo.

Estaba seguro que, de momento, una llamada bastaría para que Amy se quedara tranquila. O por lo menos, James contaba con ello. Quería que supiera que pensaba ser transparente con ella desde el principio. Creía que después de esta reunión, Amy sabría un poco más a fondo qué era lo que significaba trabajar para Neil Carter.

Era un sueño, por supuesto, pero James sabía bien que podía volverse una pesadilla en el momento menos pensado.

—Sí le había comentado a Neil la última vez que nos reunimos, que me encantaría conocerte en persona. Estuvo de acuerdo en su momento, puedo comentarle que nos reunimos. Estoy seguro que le alegrará saberlo.

Neil era muy complaciente y, por lo general, hacía caso a los consejos que James le daba. Le complacía saber que Amy también tenía una buena impresión suya. Y eso que todavía no lo conocía tan a fondo, estaba segura de que quedaría encantada con él.

—Neil sabe manejarse bastante bien, su familia ha estado en el ojo público desde siempre, así que al menos en eso no te va a dar demasiados problemas. Normalmente sabe bien qué decir, incluso a las preguntas incómodas —James podía decir sin temor a equivocarse que Neil sabía manejarse mucho mejor que él a sus dieciocho años. No era ni siquiera una competencia—. Pero quisiera que estuvieras familiarizada con el fideicomiso que tiene Neil a su nombre y también a las acciones que van a pasar a su nombre cuando cumpla los veintiuno. Me pareció importante porque no sé si alguno de tus representados más jóvenes ya tienen tanto capital.

En realidad James no sabía si Amy sólo tomaba jugadores jóvenes como Neil o el mismo Santiago Gutiérrez, era obvio que si tenía representados con más experiencia estaría acostumbrada a lidiar con enormes cuentas bancarias y propiedades, pero era seguro que el caso de Neil era excepción por su edad y por la familia a la que pertenecía.

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Amy iba tomando nota mental de todo lo que decía James. De acuerdo, si él ya había hablado con Neil ella podía hacer otro tanto. Sin embargo, parecía que por ahora podían ir trabajando.

En especial porque todo lo que le decía tenía sentido.

—No he manejando cuentas de esta magnitud económica —admitió.

Odiaba aceptar que había cosas que se escapaban de su experiencia porque sabía que la gente estaba más que lista para usarlo en su contra, en especial quienes veían con desconfianza a una mujer en aquel ámbito.

Sin embargo, tenía la impresión de que podía ser sincera con James. Esperaba no equivocarse.

—De acuerdo, soy toda oídos —dijo con resolución. —Deberíamos aprovechar el tiempo que tenemos hoy.

Le sonrió, dispuesta a poner más atención todavía y que James viera en ella a una profesional dispuesta a trabajar duro por su cliente.

Tenía suerte de contar con el apoyo de alguien como él. Quién sabe. Tal vez a largo plazo aquella relación sería fructífera.

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James tenía la sensación de que a Amy no le había resultado sencillo decirle que no había manejado cuentas con tantos ceros acumulados. Se sintió un poco culpable pues, si ese era el caso, no había sido su intención ofenderla. Creía que no podía comparar a Neil con ningún otro de sus representados en este momento, después de todo, el arrastre que traía el apellido de Neil no era poca cosa.

Aunque, si Neil supiese que pensaba eso de él, se sentiría mal. Neil estaba haciendo un gran esfuerzo por desapegarse un poco de la sombra de George Carter y James no podía decir que lo culpaba.

—Pensé si sería importante que supieras las empresas con las que Neil tiene relación, por tratos de la empresa. Hay varias implicaciones legales, no son las mismas en todas, pero pensé que quizás sería importante que manejaras esta información porque no tengo idea cómo va el tema de los patrocinios en el fútbol —dijo James, mientras sacaba una carpeta y se la alcanzaba a Amy. Pronunció la sonrisa al mencionar al fútbol—: Yo sigo los partidos religiosamente de nuestra selección, pero el mundo administrativo que va de la mano con el fútbol lo desconozco, pero sé que a veces algunos patrocinadores se ponen necios con esas cosas.

Pensó que sería una información útil, Neil tenía implicaciones legales en varias empresas a lo largo de Reino Unido, pero no en todas tenía una participación activa, se desprendía sólo gracias a los dividendos de las empresas. Lo que sí estaba a su nombre de manera directa, eran las acciones de Carter Global.

James había consultado con su mentor, quien era el abogado de Alfred Carter de toda la vida, pues tenía el presentimiento que esas acciones eran una bomba de tiempo.

—Dime si tienes alguna duda al respecto, ante de pasar a las acciones de la empresa… —eso era más de su incumbencia, pero de todas formas quería darle información a Amy. No había mentido al decir que era bueno que estuvieran en la misma página.

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Tomó nota de todas las empresas y patrocinios que James le estaba refiriendo. El hombre era una mina de información sobre Neil. Redmayne le había hablado un poco de que Neil tenía una vida "complicada de persona adinerada", pero siempre desde la perspectiva de lo admirable que era que fuera un jugador tan maduro y centrado.

Este era otro tipo de información. Suponía que podía decirse que con ese contexto no le quedaba otra que ser maduro y centrado.

—¿Manejas tan bien la vida de todos tus clientes? —preguntó con admiración, aunque era una pregunta retórica.

Finalmente tuvo que tomar algunas notas en su tablet, porque no iba a ser capaz de recordar todo.

—Me parece que se nos va a hacer corta esta reunión para todo lo que parece que hay que hablar —señaló, mientras buscaba su agenda. —Quizá deberíamos programar otro espacio.

Podría prepararse más para un siguiente encuentro, además de haber hablado ya con Neil más puntualmente sobre esta cooperación y sus implicaciones. Amy estaba encantada de tener la posibilidad de trabajar con alguien tan profesional como James.

Tenía un buen presentimiento sobre esta relación laboral. Podía suponer que iba a ser muy fructífera.

Además, James le agradaba, y eso era un aspecto que no podía ignorar.

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James había manejado el último tramo de viaje, Amy había dormitado en ese entonces. O, al menos, había fingido dormitar, pues James no estaba seguro si lo había hecho a propósito para no hablar más con él. Cuando hicieron una rápida parada para poder buscar algo de comer, fue demasiado incómodo.

El problema fue que, al llegar, en el aeropuerto de Milán no pudieron resolverles nada. Los boletos estaban saturados y sólo pudieron prometerles que esperaran a ver si algún espacio se desocupaba. Ambos estaban demasiado cansados y por lo menos pudieron ponerse de acuerdo en que quedarse en el aeropuerto no resolvería ninguna situación. Lo más práctico era ir hasta algún hotel, donde podrían dormir y hasta trabajar de ser necesario.

James había ido a Milán con la suficiente frecuencia para sugerir un hotel para ambos. Lo malo, por supuesto, fue que sólo pudieron reservar una habitación, pues llegaron de improviso y no tenían ningún código de reserva.

Eso sí, no cedió en absoluto hasta que la chica de recepción le aseguró que era una habitación de ocupación doble. Ya sería el doble si sólo podían ofrecerse una sola cama. De todas formas, James no respiró con tranquilidad cuando pasó la llave de la habitación y, efectivamente, allí había dos camas.

Quizás la vida dejaría de meterse con él a partir de ahora. James decidió tomar eso como una buena señal.

—Pasa, Amy… toma la cama que quieras —dijo James, mientras dejaba sus maletas junto al escritorio que estaba cerca de la televisión. Les habían dejado la clave del wifi, así que James podría revisar su correo desde su portátil, lo que le parecía francamente maravilloso. El teléfono ayudaba muchísimo, pero él era de la vieja escuela, necesitaba una pantalla enorme para sentirse de verdad productivo.

Suspiró hondo cuando vio sus mensajes, tenía varios mensajes de su ex esposa, recordándole que tenía que hacer los pagos de la universidad de su hija. James seguía agradeciéndole hasta el día de hoy que fuera así de intensa, porque él se metía demasiado en el trabajo y se le pasaban ese tipo de cosas.

—¿Quieres que ponga la alarma para ir temprano al aeropuerto? —James, en realidad, sí que lo prefería, pero la situación con Amy estaba tan tensa que era mejor preguntar. No quería asumir más cosas, ya había sido suficiente.

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Era una suerte que James conociera Milan lo suficiente para conseguirles un buen hospedaje. Iban a tener que compartir habitación, lo cual no era ideal pero podrían acomodarse.

Habría sido menos incómodo de no haber sabido que James estaba juzgándola todo ese tiempo. Se sentía bastante intimidada por esa situación. Suponía que eso se ganaba por no tener la conciencia limpia. Aunque racionalmente sabía qeu había hecho lo correcto cuando habló con Santi y Neil, la verdad era que sí se sentía culpable.

Agradeció que además la dejara escoger la cama. James era todo un caballero. Tomó la cama que daba a la ventana, pero se limitó a dejar la maleta a la par de esta y empezó a quitarse los aretes y las pulseras para dejarlas en la mesita de noche. Quería ponerse cómoda.

La propuesta de James de la alarma estaba bien.

—Supongo que no es garantía de que logremos algo, pero sí, vamos temprano al aeropuerto.

Estaban estancados ahí en Italia. Y si bien, había peores lugares y peores compañías con las que podía sucederle esto, parecía una pesadilla. En cualquier momento regresarían al tema de Santi y Neil porque estaba segura de que ninguno de los dos dejaba de pensar al respecto, pero Amy no sabía qué más podía decirle al respecto.

Realmente querría vivir en un mundo diferente donde a la gente le diera igual con quién se acostaba su jugador o su entrenador favorito. O uno donde Santiago tuviera un plan de vida alejado del ojo público y las canchas. Pero no sabía cuál de las dos parecía menos posible en ese momento.

—Necesito tomarme una ducha, siento que huelo mal de pasar tanto tiempo en el auto —comentó. —Y supongo que deberíamos cenar algo, no hemos comido bien en todo el día.

Un baño, lavarse el cabello, un cambio de ropa... Se sentiría como nueva cuando pudiera hacer eso. Y una comida buena debería mejorar su estado de ánimo, tal vez en de los dos. Al menos podría darles oportunidad de buscar otros temas para hablar, aunque el problema fuera que Neil era el tema común entre los dos.

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No estaba seguro si Amy parecía un poco más tranquila ahora que estaban en la habitación, como si comprobar que efectivamente tenían dos camas separadas, que había wifi disponible y que además podría tomarse una ducha caliente. O quizás era tan sólo la desesperación de James, sus enormes deseos que todo se solucionara.

Él y Amy siempre habían tenido una buena relación, desde sus inicios. Mientras venían en carro, mientras manejaba, James no había dejado de pensar en ello. Fueron buenos momentos, habían pasado por cosas difíciles, no podía ser que ahora esta situación se estaba convirtiendo en un barco a la deriva.

El gran problema era, por supuesto, que ninguno de los dos veía a Neil solamente como un cliente.

Su jefe se lo había dicho siempre, que sentía debilidad por Neil. James jamás pensó que le iba a traer este tipo de problemas, no con Amy de por medio.

—Sí, claro, ocupa el baño, yo veré de hacerlo después —dijo James con una sonrisa cortés, mientras arrastraba su maleta hacia la cama que quedaba más cerca de la ventana. Él siempre fue bastante sensible a las luces y si corría un poco la cortina, ni siquiera sería necesario ocupar el despertador para madrugar, con el primer cambio del amanecer, ya estaría despierto. Sobre la mesita que separaba ambas camas, estaban los números de la recepción, el menú y el servicio a la habitación—: ¿Te animas a bajar hasta el restaurante o prefieres pedir el servicio a la habitación?

La verdad era que James preferiría servicio a la habitación, pero no quería imponerse. Además, tenía que reconocer que el restaurante era un lugar mucho más neutral. Al menos, se aflojó la corbata y la dejó sobre la cama, para sentirse más cómodo cuanto antes.

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Agradeció que James le cediera el baño primero, así que procedió a abrir la maleta para buscar su bolsito con todas las cosas de baño. Esperaba que después no le dijera nada por tardar demasiado, pero la verdad quería tomarse su tiempo. Le vendría muy bien un baño con agua caliente para quitarse de encima el sudor del viaje, pero también el estrés y el cansancio de las últimas horas.

Le vendría muy bien estar a solas también. Necesitaba aclarar su mente y dejar de sentirse culpable por un rato.

Santi no había hablado con ella desde la discusión que habían tenido. Puso un mensaje general a todos sus clientes de que estaría en Italia más tiempo de lo previsto y que tal vez tardaría más en poder atender lo que necesitaran. Por lo general, Santi le habría escrito de vuelta preguntando si todo estaba bien, pero había brillado por su ausencia cualquier mensaje de consulta hacia ella.

Eso no era culpa de James, por supuesto. Todo era culpa de ella. No podía parar de pensar en otras formas con las que podría haber manejado mejor la situación, pero ninguna funcionaba. Todas terminaban mal.

Meditó la pregunta de James, mientras buscaba su pijama. No había pensado que tendría que compartir habitación cuando la escogió, pero suponía que tampoco era inapropiada.

La verdad no le apetecía nada arreglarse para bajar al restaurante.

—Prefiero pedir a la habitación si no te molesta, quisiera descansar pronto.

Iba a ser una comida incómoda, como todo ese día... Pero tenía demasiado cansancio encima.

—No tienes por qué quedarte a comer aquí conmigo —añadió. —Si prefieres bajar no te preocupes por mí.

No quería imponerle su presencia a James tampoco. Le había quedado claro en el auto que estaba realmente molesto con ella por lo que había hecho. No podía culparlo, suponía que ella también se habría molestado con alguien que hiciera a Neil pasar un mal rato y renunciar a sus esperanzas de futuro.

El viaje había ido bien mientras eran solo negocios, pero ahora que estaban obligados a compartir todo el tiempo y habían asuntos que cruzaban lo personal, era diferente.

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James se sitió aliviado cuando Amy confirmó que ella también quería servicio a la habitación.

Sin embargo, toda la emoción se evaporó al instante cuando se dio cuenta de que eso significaba que tendrían una cena de lo más incómoda, porque ni siquiera podrían distraerse con lo que pasaba a su alrededor. Encerrados en la habitación no había más remedio que enfrentarse a la cruda realidad.

Tal vez todo esto sería mucho más sencillo si a James no se le hubiera ocurrido la idea, años antes, de tener una relación más cercana con Amy. Además, había sido una decisión bastante caprichosa, quizás porque no había querido reconocer hasta ahora que quedó prendado de ella desde la primera vez que la vio.

Sin embargo, ninguno de los dos había cruzado los límites que lo separaban.

James ya no sabía si eso había sido buena idea o una catástrofe.

—Bien, entonces podemos pedir a la habitación, la verdad es que yo también preferiría quedarme aquí. Ha sido un largo día y prefiero ponerme ropa cómoda lo antes posible. Mañana también puede ser un día terrible, pero espero que tengamos suerte, así que es mejor descansar.

James tenía la sensación de que tan sólo estaba hablando una frase tras otra para llenar los silencios. No estaba seguro de que él y Amy no soportarían más silencios. Era incómodo.

Cuando la miró a los ojos, sintió la garganta seca y un cosquilleo en la boca del estómago.

—Amy, pero si realmente prefieres que vaya a cenar fuera para estar sola un momento, puedes decírmelo. La verdad es que… ambos estamos agotados, quiero hacernos las cosas fáciles a los dos.

Trató de sonar como un completo adulto y no como un adolescente que estaba a punto de perder la cordura. James no estaba tan seguro de haberlo conseguido.

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Amy puso los ojos en blanco cuando lo escuchó decir que podía irse si ella lo prefería. Esto no podía continuar así. Suspiró y dejó las cosas que estaba alistando para bañarse sobre la que sería su cama, y se dirigió hacia la de James.

Se sentó junto a él, a un costado de la cama.

—Mira, James, somos adultos, esto no tiene que ser tan incómodo.

Inspiró profundo. No le iba a ser fácil decir esto.

—Estás enojado conmigo y crees que he manejado las cosas muy mal —dijo, como le explicaba las cosas a sus clientes. —Puedo entenderlo, y si tú hicieras un esfuerzo podrías entenderme a mí. Pero no te pido eso. Solo... seamos compañeros de viaje hasta que podamos dejar de serlo.

Era más fácil de decir que de hacer, pero realmente era lo que necesitaban. Dar un paso atrás y que aquello fuera menos personal.

—Vamos a pedir la comida, me daré una ducha mientras la traen y después nos sentaremos a comer. Si te es muy incómodo hablar, podemos poner una película o las noticias, o lo que sea para distraernos, y después, vamos a dormir.

Era una suerte que aquello no fuera una mala película donde se encontraban con una sola cama. Cada uno dormiría en su propio espacio y al día siguiente intentarían una vez más resolver cómo regresar a casa.

Miró a James a los ojos, esperando encontrar una chispa del profesional con el que siempre se había entendido tan bien.

—¿Te parece tan imposible?

Realmente esperaba que pudieran llegar a un punto que no hiciera de esa la noche más incómoda de su vida.

"Because I've found myself an old solution"

James se había quedado sin aliento mientras escuchaba a Amy, haciendo aquello precisamente por lo que había quedado prendado de ella desde el minuto uno. Desde que se conocieron, supo bien que Amy era una persona especial. No se andaba con rodeos y solía ser directa todo el tiempo, incluso si eso resultaba incómodo. James, en cambio, como buen abogado, por lo general solía irse un poco por las ramas cuando la situación amenazaba con tornarse hostil.

Una vez, le dijeron que era mucho mejor un mal acuerdo que drenarse en un buen juicio. Había tratado de vivir su vida bajo esa premisa, pero Amy, como solía ser frecuente, tenía la razón. No podía simplemente alimentar más la tensión de la situación, incluso si sólo intentaba sonar amable.

James suspiró, bajando los hombros y mirando a Amy con una sonrisa, el primer gesto genuinamente sincero desde que se subieron en ese carro rumbo a Milán.

—Como siempre, eres la más prudente de los dos. Lo siento, he estado comportándome como un estúpido, tienes razón. Aunque esté incómodo por lo sucedido, Amy, no tengo por qué dudar de tus razones. Desde que nos conocimos he confiado en tu criterio —dijo, mientras se quitaba los zapatos por fin y se acomodaba, sentándose en una esquina de su cama—. Anda, ve a bañarte, te esperaré e iremos a comer juntos. Estamos en Milán, de seguro que podemos disfrutar de una buena cena.

James estuvo a punto de decirle que podían acordar no hablar nada de trabajo, pero entonces su teléfono, que había dejado olvidado sobre la mesa que sostenía el televisor, empezó a sonar. James se quedó estático un instante, pues reconocía ese sonido. Era el timbre que tenía para sus clientes importantes, era el tono del celular que casi nunca se ponía en silencio, ni siquiera en vacaciones. Era la maldita melodía por la que tantos problemas tuvo con su ahora ex esposa.

James, como si fuera una marcha fúnebre, se levantó con cuidado de la cama y se aproximó hacia el teléfono para leer el nombre que vibraba en la pantalla.

—Es Neil —dijo con voz queda, como si acabara de leer un obituario—. Voy a tener que… tomaré la llamada en el balcón.

Sin embargo, el teléfono dejó de sonar de pronto y la pantalla se apagó. James se mordió el labio inferior y extendió la mano hasta agarrar el teléfono, sintió cómo le hacía cosquillas en la mano, como si fuera a cobrar vida en cualquier momento.

—Le devolveré la llamada en el balcón, mientras te bañas —dijo, mientras rogaba para sus adentros que la puerta del balcón se abriera de una maldita vez.

"Because I've found myself an old solution"

No sabía si James realmente le estaba entendiendo, pero al menos parecía dispuesto a poner de su parte para que aquella noche fuera más incómoda. Ahora no le quedaba claro si quería que bajaran a comer o pedir comida a la habitación, pero por ahora iba a bañarse y, cuando saliera, tal vez tendría más claro el panorama.

Bajar a comer tampoco era mala idea si les servía para empezar de nuevo esa noche.

Cuando sonó el teléfono, sin embargo, y vio la expresión de James, supo que era Neil.

—Claro—replicó, incómoda. —No le digas que estás conmigo si crees que sería mala idea.

No sabía qué sería peor. En aquel momento estaba segura de que era la enemiga pública #1 para Neil. No le extrañaría nada que incluso le pidiera a James que rescindiera el contrato con su agencia.

Entró al baño y decidió tomarse todo el tiempo del mundo para bañarse, y que James pudiera tener tranquilo aquella conversación. Se desnudó, mientras repasaba una vez más aquella conversación que había tenido con Neil y Santi, cuando le revelaron su relación y sus intenciones de hacerla pública.

Santi había parecido decepcionado, pero Neil estaba furioso. Igual su recomendación había sido hablar con Redmayne primero, y estaba segura de que aquella conversación había sido terrible. Redmayne fijo no se había medido con lo que les había dicho.

Y ninguno se había comunicado con ella después.

No querían saber de ella. A su forma de verla, debían pensar que no los había apoyado. ¿Pero qué tenía que hacer? ¿Ayudarlos a hacer un comunicado de prensa que destruiría o al menos complicaría las opciones a futuro de la carrera de Santi como entrenador?

Se lavó el cabello, intentando calmar sus pensamientos.

Tal vez si hablaba con Santi, este la perdonaría. Santi era muy pegado a ella. Pero Neil... Neil era más fuerte e independiente.

Cuando salió se puso ropa cómoda pero presentable, por si siempre salían a comer. Se cuestionó su preguntarle a James por su llamada o hacer como que no le importaba nada que hubiera estado hablando con Neil. Optó por lo segundo. Si James quería hablarle al respecto lo haría, pero no iba a ponerse a indagar lo que no había sido para ella.

—¿Siempre quieres bajar a comer? —preguntó al salir, mientras se secaba el cabello con una toalla. —Me acomodo a cualquiera de las dos opciones.

Después de comer iba a revisar su correo y contestar algunos mensajes que en el carro se le había dificultado y había preferido esperar a hacer en la computadora en la habitación.

Luego debían descansar, les quedaba otro largo día por delante.

"Because I've found myself an old solution"