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Camino a la conquista...
del oro... o del corazón
No había nada más gratificante que representar a tu país. Ponerte su nombre en el pecho y corear el himno nacional a todo pulmón. El más alto nivel que algún atleta podría aspirar, el más demandante, eran los Juegos Olímpicos. Pero para poder llegar allí era necesario ir subiendo escalones. Para los atletas de la zona de las Américas existen los Panamericanos, que es el segundo nivel más alto en competencias. Sin embargo, nuestra historia comienza con los atletas preparándose para los juegos Latinoamericanos, unos juegos dedicados a los atletas latinos de la zona de las Américas. Los cuales les sirven como puente para cualificar a los otros juegos de mayor envergadura. Por esto la importancia de los mismos.
En la edición del 2022 los mismos serán en la ciudad de Colon, Panamá. Este tipo de eventos no solo les sirve a los atletas para desarrollarse, también para crear nuevos lazos y vínculos con atletas de otros países. La villa suele ser el lugar donde la magia ocurre fuera del terreno de juego. El escenario perfecto para confraternizar y conocerse mejor a los otros atletas. Fue ahí donde se conocieron Pamela Dalmau una joven púgil que apenas comenzaba con su segundo ciclo Olímpico y esperaba mejorar sus actuaciones de sus primeros juegos representados a Puerto Rico, y Diego Errázuriz un joven que representaría a Chile en Gimnasia. Al igual que Pamela, Diego también aspiraba a dar lo mejor de sí en su disciplina para así poder darle esa alegría a su país. Los jóvenes atletas se conocieron cuando por cosas dé al parecer el destino, ambos con sus vuelos retrasados arribaron al mismo tiempo al aeropuerto de Panamá, quedando atrás al resto de los atletas de sus respectivas delegaciones. Por lo que su odisea por llegar a tiempo a la Villa Latinoamericana pocas horas antes de que las delegaciones partieran a la ceremonia de inauguración, fue el nacimiento de la relación de ellos dos.
Ambos muy distintos, con deportes opuestos, pero que lograron crear un vínculo inesperado y que poco a poco irían descubriendo más de ello. Haciendo qué inesperadas visitas a presenciar los eventos del contrario comenzarán a surgir. Celebrarán los triunfos, llorarán las derrotas. Sentir esos nervios de ver al chico balancearse al hacer las rutinas por el miedo a verlo caer o ver como la oponente de ella lanza un golpe inesperadamente fuerte. Eran gajes del oficio, por supuesto, pero también era parte de lo que era importarte alguien. ¿Podrán desafiar los obstáculos que la vida pone a los atletas de alto nivel para poder balancear su carrera deportiva con su vida personal y sentimientos?
En la edición del 2022 los mismos serán en la ciudad de Colon, Panamá. Este tipo de eventos no solo les sirve a los atletas para desarrollarse, también para crear nuevos lazos y vínculos con atletas de otros países. La villa suele ser el lugar donde la magia ocurre fuera del terreno de juego. El escenario perfecto para confraternizar y conocerse mejor a los otros atletas. Fue ahí donde se conocieron Pamela Dalmau una joven púgil que apenas comenzaba con su segundo ciclo Olímpico y esperaba mejorar sus actuaciones de sus primeros juegos representados a Puerto Rico, y Diego Errázuriz un joven que representaría a Chile en Gimnasia. Al igual que Pamela, Diego también aspiraba a dar lo mejor de sí en su disciplina para así poder darle esa alegría a su país. Los jóvenes atletas se conocieron cuando por cosas dé al parecer el destino, ambos con sus vuelos retrasados arribaron al mismo tiempo al aeropuerto de Panamá, quedando atrás al resto de los atletas de sus respectivas delegaciones. Por lo que su odisea por llegar a tiempo a la Villa Latinoamericana pocas horas antes de que las delegaciones partieran a la ceremonia de inauguración, fue el nacimiento de la relación de ellos dos.
Ambos muy distintos, con deportes opuestos, pero que lograron crear un vínculo inesperado y que poco a poco irían descubriendo más de ello. Haciendo qué inesperadas visitas a presenciar los eventos del contrario comenzarán a surgir. Celebrarán los triunfos, llorarán las derrotas. Sentir esos nervios de ver al chico balancearse al hacer las rutinas por el miedo a verlo caer o ver como la oponente de ella lanza un golpe inesperadamente fuerte. Eran gajes del oficio, por supuesto, pero también era parte de lo que era importarte alguien. ¿Podrán desafiar los obstáculos que la vida pone a los atletas de alto nivel para poder balancear su carrera deportiva con su vida personal y sentimientos?
Diego Errázuriz | Pamela Dalmau |
Xavier Serrano - Shooting Star | Alice Vikander - Rising Sun |
1x1 | Original | Realista |
- Post de Rol:
- Código:
<center><div class="adibuborde"><div class="adibutit">TÍTULO</div><div class="adibusub">SUBTÍTULO</div><div class="adibulin1"></div><div class="adibuimg" style="background-image:url(IMAGEN 350X150)"></div><div class="adibutxt">POST AQUÍ</div><div class="adibulin1"></div><div class="bdibudatos"><table><td style="background-color: #003df5">[color=#ffffff]TU PJ[/color]</td><td style="background-color:#f50000;">[color=#ffffff]DATO[/color]</td><td style="background-color: #003df5;">[color=#ffffff]DATO[/color]</td></div></table></center><div id="adibucred"><a href="https://www.treeofliferpg.com/u1499">☾</a></div>
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1. Valió la pena
perdernos el vuelo
Diego sabía que estaba disperso en cuanto a pensamientos y eso tenía que acabar porque muy pronto tenía que enfrentar la competencia y estar totalmente concentrado. La verdad es que si no habría sido por la ayuda de sus amigos gimnastas (que en su opinión eran unos dioses porque Estados Unidos destacaba en ellos como en muchos deportes) ni siquiera lleva a tiempo al aeropuerto de la ciudad. Ya hace un par de años que vivía en Estados Unidos gracias a la beca obtenida, ya que en Chile lamentablemente no había mucha oportunidad respecto al deporte por lo cual su madre también se había ido a vivir con él, pero tenía unas cosas que hacer por lo cual llegaría en un par de días más justo cuando tenía que competir.
Era quién lo guiaba generalmente pues lo cierto es que igual tenía que complementarlo con el último año de estudios. El asunto que ahí no paso nada hasta que llegó a la escala. Por mucho que paso tiempo con sus amigos, en el aeropuerto era fácil perderse y tenía hambre por lo que fue a comprar y luego de tener la comida solo comenzó a comer total le habían dicho que estaba a dos horas de espera, sin embargo, se confió y casi muere cuando vio la hora y estaba a cinco minutos de que el avión despegaría y él, demasiado lejos. ¡Que joda!
Sí había notado que por el alrededor habían muchos deportistas que iban a aquella competencia y los siguió. Su maleta no ayudaba mucho aunque tuviera resistencia física, sudo la gota gorda pero por más que lo intentó al llegar para entregar su boleto, la mujer que atendía le dijo que el vuelo ya había partido notando que era parte del grupo de los deportistas ya que llevaba bastante chapitas en su mochila. —¿Cuándo es el siguiente vuelo? De verdad tengo que llegar a tiempo o sino tendré problemas, sé que es mi culpa pero necesito ir lo más pronto posible.— Y por cuestiones de la vida, una chica de piel morena llegó tras él preguntando lo mismo si estaba a tiempo de tomar el vuelo. — Lo siento, se acaba de ir estoy en las mismas que tú — Respondió antes que la mujer dijera algo y se encogió de hombros. —Sí, vamos a tener que hacer algo...el siguiente vuelo es en 3 horas. — Suspiró y el moreno asintió, tomando el celular para avisar a uno de sus entrenadores que ya estaba en Panamá y normal que se llevara el regaño. Se sentó en uno de los asientos, sin lugar a dudas tenía que dejar de distraerse, era la primera vez que le pasaba y seguro luego sería una anecdota aunque ahora le complicaba. Miró a la chica, al menos no era al único que le pasaba algo así.
Era quién lo guiaba generalmente pues lo cierto es que igual tenía que complementarlo con el último año de estudios. El asunto que ahí no paso nada hasta que llegó a la escala. Por mucho que paso tiempo con sus amigos, en el aeropuerto era fácil perderse y tenía hambre por lo que fue a comprar y luego de tener la comida solo comenzó a comer total le habían dicho que estaba a dos horas de espera, sin embargo, se confió y casi muere cuando vio la hora y estaba a cinco minutos de que el avión despegaría y él, demasiado lejos. ¡Que joda!
Sí había notado que por el alrededor habían muchos deportistas que iban a aquella competencia y los siguió. Su maleta no ayudaba mucho aunque tuviera resistencia física, sudo la gota gorda pero por más que lo intentó al llegar para entregar su boleto, la mujer que atendía le dijo que el vuelo ya había partido notando que era parte del grupo de los deportistas ya que llevaba bastante chapitas en su mochila. —¿Cuándo es el siguiente vuelo? De verdad tengo que llegar a tiempo o sino tendré problemas, sé que es mi culpa pero necesito ir lo más pronto posible.— Y por cuestiones de la vida, una chica de piel morena llegó tras él preguntando lo mismo si estaba a tiempo de tomar el vuelo. — Lo siento, se acaba de ir estoy en las mismas que tú — Respondió antes que la mujer dijera algo y se encogió de hombros. —Sí, vamos a tener que hacer algo...el siguiente vuelo es en 3 horas. — Suspiró y el moreno asintió, tomando el celular para avisar a uno de sus entrenadores que ya estaba en Panamá y normal que se llevara el regaño. Se sentó en uno de los asientos, sin lugar a dudas tenía que dejar de distraerse, era la primera vez que le pasaba y seguro luego sería una anecdota aunque ahora le complicaba. Miró a la chica, al menos no era al único que le pasaba algo así.
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1. Valió la pena
perdernos el vuelo
La vida podía ser algo caótica cuando se intentaba hacer varias cosas a la vez. Pamela estudiaba, practicaba boxeo y también hacía sus horas de trabajo en una panadería local perteneciente a un vecino que estimaba mucho a su padre y, por tanto, era flexible a la hora de darle horarios o días libres.
El partir con tres días de anticipación le pareció excesivo, más porque esa misma semana había tenido un examen importante de la universidad, por lo que pidió encarecidamente que le permitieran viajar más tarde.
Su vuelo había salido de lo más bien, sin retraso alguno. La chica calculaba que podría llegar lo suficientemente temprano para reunirse con todos en la Villa Latinoamericana y así relajarse un poco. Antes de dar inicio a los Juegos Latinoamericanos de Colon, Panamá 2022. Los juegos Latinoamericanos se habían creado para darle mayor experiencia, pulir a los atletas de América Latina para que cuando fueran a eventos de mayor nivel estuvieran más preparados y fueran del tú a tú con las grandes potencias.
Cuando estuvo en el aeropuerto para tomar su vuelo de escala, le alegro ver qué había, al parecer atletas de otros países que de seguro también iban para los juegos, por tanto. Habían pensado igual que ella, así que no podía estar equivocada en eso de haber viajado más tarde. Cada cual debía de acomodar las cosas a su tiempo, aunque tuviera que viajar sola. Casi se muere del infarto cuando busco, y busco, pero no encontraba su pasaporte. Dentro de los Estados Unidos no lo necesitaba, pero cuando llegará a Panamá sí. Perderlo representaría un verdadero problema.
Comenzó a buscar como una loca dentro de su bolso de mano mientras estaba en un rincón del aeropuerto. Ni se había fijado que había llegado al lugar con el tiempo contado para ir rápido y montarse en el siguiente avión. Al final, lo encontró, se había escurrido dentro de sus cosas al final del bolso. Menos mal, el problema fue cuando se dio cuenta de que ya era casi momento de que su vuelo saliera. — Ay, no puede ser que no me dé tiempo. — murmuraba mientras corría desesperada al mostrador.
Al llegar al mostrador ya se había hecho justo la hora y eso significaba una cosa, lo había perdido. Miro al lado cuando escucho que le hablaban. — Mis peores temores se acaban de hacer realidad. — le respondió al chico. — No llegaré a tiempo para la ceremonia inaugural de los Juegos Latinoamericanos, me van a matar los del comité olímpico. — era una exageración, claro está, pero ella se sentía así. Vio como el chico se sentó, Pamela lentamente camino a las sillas y se dejó caer justo al lado del chico. — También te regañarán. ¿Verdad? — pregunto ahora mirando hacia él con una sonrisa que intentaba ocultar la frustración.
El partir con tres días de anticipación le pareció excesivo, más porque esa misma semana había tenido un examen importante de la universidad, por lo que pidió encarecidamente que le permitieran viajar más tarde.
Su vuelo había salido de lo más bien, sin retraso alguno. La chica calculaba que podría llegar lo suficientemente temprano para reunirse con todos en la Villa Latinoamericana y así relajarse un poco. Antes de dar inicio a los Juegos Latinoamericanos de Colon, Panamá 2022. Los juegos Latinoamericanos se habían creado para darle mayor experiencia, pulir a los atletas de América Latina para que cuando fueran a eventos de mayor nivel estuvieran más preparados y fueran del tú a tú con las grandes potencias.
Cuando estuvo en el aeropuerto para tomar su vuelo de escala, le alegro ver qué había, al parecer atletas de otros países que de seguro también iban para los juegos, por tanto. Habían pensado igual que ella, así que no podía estar equivocada en eso de haber viajado más tarde. Cada cual debía de acomodar las cosas a su tiempo, aunque tuviera que viajar sola. Casi se muere del infarto cuando busco, y busco, pero no encontraba su pasaporte. Dentro de los Estados Unidos no lo necesitaba, pero cuando llegará a Panamá sí. Perderlo representaría un verdadero problema.
Comenzó a buscar como una loca dentro de su bolso de mano mientras estaba en un rincón del aeropuerto. Ni se había fijado que había llegado al lugar con el tiempo contado para ir rápido y montarse en el siguiente avión. Al final, lo encontró, se había escurrido dentro de sus cosas al final del bolso. Menos mal, el problema fue cuando se dio cuenta de que ya era casi momento de que su vuelo saliera. — Ay, no puede ser que no me dé tiempo. — murmuraba mientras corría desesperada al mostrador.
Al llegar al mostrador ya se había hecho justo la hora y eso significaba una cosa, lo había perdido. Miro al lado cuando escucho que le hablaban. — Mis peores temores se acaban de hacer realidad. — le respondió al chico. — No llegaré a tiempo para la ceremonia inaugural de los Juegos Latinoamericanos, me van a matar los del comité olímpico. — era una exageración, claro está, pero ella se sentía así. Vio como el chico se sentó, Pamela lentamente camino a las sillas y se dejó caer justo al lado del chico. — También te regañarán. ¿Verdad? — pregunto ahora mirando hacia él con una sonrisa que intentaba ocultar la frustración.
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perdernos el vuelo
Iba a tener un buen regaño de sus entrenadores, colegas en la gimnasia y se iba a perder la ceremonia inaugural que era todo un proceso menos mal que no llevaba la bandera que ahí si lo mataban en serio.
Lo más divertido de todo a pesar de la desgracia es que no era el único, una chica latina al igual que él aunque todavía de que país era por su acento también había perdido el avión en la escala como si fuera obra del destino y que de algún modo tenían que conocerse.
Conocerse si podría ser en entrenamientos, en la villa o en el casino donde comerían, a ella no la había visto a pesar de haber participado en actividades olímpicas anteriormente, por lo cual decía que esto ocurría en 5 de 1 millón.
Solo asintió donde estaba la mujer y supo nada podía hacer más que avisar que había perdido el vuelo y que llegaría en varias horas más porque ni tenía idea cuanto llevaba llegar a Colón, así de perdido estaba porque por lo general se manejaba en grupo y ahí estaba solo.
Bueno más o menos, porque la morena se acercó y se sentó a su lado. Pudo notar que tenía brazos firmes como él y estaba seguro que ese polerón escondía unos buenos músculos. ¿Qué tipo de atleta sería? Sonrió. Estaban más que jodidos.— Uff, ni que lo digas, muchos regaños y unas cuantas bromas de mis compañeros. Y todo por ser un distraído y maldito glotón, esa hamburguesa estaba que te mueres... — Mejor reír que llorar, ese era su lema, se permitía llorar si su rutina era pésima porque por algo estaba todo el año haciendo ejercicio y practicando con las distintas pruebas. — ¿Y a ti qué te pasó? Vamos a tener que aguantar esas tres horas. — No decía nada, ahora mismo estaban conversando pero el interés quizás ni era mutuo y luego se alejarían por lo que no diría nada hasta que congeniaran.
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perdernos el vuelo
El problema era que ella intentaba de ser responsable con todos y al mismo tiempo había sido lo que por eso mismo que terminó fallando con la puntualidad. Pues bien, por no faltar al examen no lo hizo. Aun cuando había podido pedir que se lo pospusieran para cuando regresara, pues ella estaba excusada de la universidad por estar participando de los juegos. Cosa que hubiera provocado que no hubiera viajado con las horas contadas. Pero estas eran lecciones de la vida, a veces había qué pasar por ellas para poder aprender a hacer lo mejor una próxima vez. Solo esperaba al menos poder compensar el mal rato haciendo una buena actuación porque de seguro el regaño iba, no lo dudaba.
Era algo de los dos, como resultaba que no era solamente ella la única que estaba pasando por lo mismo. Había un chico que también había pedido el mismo vuelo que ella, quien al parecer y también participaría de los juegos. Casualidad destinó quién sabe la cosa es que ahí estaban los dos teniendo que esperar 3 horas adicionales para poder llegar a Panamá.
— Así mismo, mis compañeras seguro me van a decir: Te lo dije, debiste viajar con nosotras. — contaba al muchacho. Soltó una suave risa al escuchar que se había distraído comiendo hamburguesas. Sin duda alguna resultaba una mejor anécdota para contar que la suya. — Lo siento, no me burlo de ti. Solo se me hace muy curioso y gracioso. Pues nunca había escuchado lo de perder un avión por culpa de una hamburguesa. — admitió la morena. — Yo tenía el tiempo contado y no me había percatado. Pensaba que tenía más tiempo entre una escala y otra. Al llegar aquí recordé que no recordaba dónde había metido mi pasaporte. Casi me da algo pensando que lo perdí. Pero no, estaba al fondo del bolso. Entre una cosa y otra los minutos pasaron y aquí estamos. — Le explicaba la chica su momento de desgracia.
— ¿Vas a competir? — Preguntó por qué pudo haber malentendido el asunto, o quizás si iba a los juegos, pero iba de juez, árbitro o entrenador. Aunque era muy joven para eso último a su parecer. Pero nunca se sabía. — Soy Pamela, por cierto, y competiré en boxeo. Bueno, si es que logramos llegar. — se presentó extendiéndole la mano con una sonrisa. A mal tiempo buena cara. Al menos tenía quien le acompañara los sentimientos.
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perdernos el vuelo
No sacaba nada con ponerse nervioso y llegar de esa forma a competir. Tenía que estar tranquilo por mucho que tuviera que soportar esas horas allí en el aeropuerto, luego en el avión y luego llegar a Colón donde se encontraba la Villa donde se realizaban los juegos latinoamericanos de ese año. Era increíblemente responsable pero por comer y estar distraído le había pasado así que no podía permitirse ni un solo error y solo le quedaba demostrar en las diferentes pruebas de gimnasia que tan bueno era.
Lo más gracioso es que no era el único y si que parecía obra del destino que justo a los dos le pasara aquello. Decidió confiar y entregarse a esa conversación, era sociable por naturaleza y tenía que reconocer que esos ojitos habían llamado la atención, okey admitía que era algo coqueto. Pero como apenas se conocían de a poco entrarían en confianza, por su parte y al parecer también el de ella, no tenía problema alguno en conversar de lo que ocurría. Estiró sus piernas un momento y luego volvió a mirarla, sonriendo luego de dar la explicación de como había perdido el vuelo. — Yo venía con mis amigos, generalmente es así. ¿Por que venías sola? — Espero haber entendido bien y no le molestó que se riera por lo de la hamburguesa cuando en realidad si era una anécdota divertida. — Tranquila, no me molesta. Pero en mi defensa puedo decir que el restaurante queda en el otro lado y por más que intente correr no llegué a tiempo. — Dijo negando con la cabeza porque ahora si sentía algo de cansancio y tenía sed. Tomó su bebida energética para escuchar lo que decía la chica. — Que mal, me acostumbre tener todos los documentos a mano, en algún bolsillo o en la primera parte de mi mochila es que es fácil que se pierdan. — Pobrecita. Quizás de los mismos nervios el maldito pasaporte se le escondía entre sus cosas.
— Así es — Contestó risueño dejando que la bonita morena se expresará primero. Le gustaba que fuera así de espontanea, terminó por saludarla apretando su mano como saludo, no quito la sonrisa. — Oh, diferentes deportes. — Dijo riendo sin soltar su mano en principio aunque luego lo hizo.— Me llamo Diego y soy gimnasta. También espero ganar una medalla pero el camino es difícil ¿cierto? Uno nunca se debe confiar aunque sí mantener esa seguridad cuando toca tu turno. ¿Ya sabes que días vas a competir? Debo reconocer que no estoy muy familiarizado con el boxeo — Preguntó el chico mucho más interesado en su tema favorito: Los deportes. Podía ser un gimnasta pero le encantaba presenciar si era posible todos los deportes del mundo y ver si salía alguno nuevo, habían tantas competencias nuevas. — ¿De donde eres? — Volvió a preguntar para seguir con el tema ahora sí que se estaba entusiasmando con la conversación y vaya que faltaban horas, por lo que agradecía la compañía por un rato.
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perdernos el vuelo
Seguro ahora la regañaban, pero luego se reirán. Esto sin duda sería una anécdota para contar en años venideros cada vez que se acercaran los juegos. Definitivamente, de ahora en adelante sería más organizada, precavida, y menos confiada. Porque por confiarse que estaba bien de tiempo fue que le ocurrió esto, pues es que siempre podían ocurrir imprevistos. Tal como había ocurrido.
No todo era malo, aquel chico le acompañaba estaba en las mismas que ella y a decir verdad era lindo además de agradable. Como Pamela era muy espontánea no había dudado en acercarse hablar cuando supo que ambos iban a tener que esperar tres largas horas. Así, al menos no se sentiría pesada la espera. — Pues la verdad es que se suponía que saliera con toda la delegación hace algunos tres días atrás. Siempre solemos viajar todos juntos con algunas excepciones de los que les toca competir a finales de la última semana. — que ahí no había sentido en ir tanto tiempo antes, salvo que fueras el abanderado o realmente tuvieras ganas de no perderte la ceremonia inaugural. — Tenía examen de la universidad, y preferí no posponerlo, por eso pedí salir de viaje más tarde. Con la promesa de salir a tiempo… cosa que evidentemente no pasó. — Le respondió haciendo una mueca de frustración. No le gustaba el no poder cumplir lo que prometía.
Menos mal que no le molestó. Es que simplemente se le escapó, se había imaginado la escena del chico degustando su hamburguesa apasionadamente mientras perdía la noción del tiempo. — Eso lo explica todo. — sonrió al escuchar que el restaurante estaba lejos y le tocó correr.
— Según yo estaba segura de tenerlo. Pero… organizada no es mi segundo nombre. Al menos no en cuanto a empacar y mucho menos el bolso. Encontrar algo ahí dentro es peor que encontrar algo en la maleta de Newt Scamander… pareciera ser más grande por dentro que por fuera. — a veces sentía que aquella cosa se trataba sus cosas. ¿Tendría un hechizo de expansión por dentro? ¿O serían una TARDIS de los Señores del Tiempo disfrazada de bolso? No lo comprendía la verdad.
— ¡Genial! Bueno, no Genial de que también quedaras varado, genial de que también iras a competir en los juegos. — aclaro la morena. Ella le anunció orgullosamente su deporte, aunque en el fondo le daba un poquito de cosa cuando se lo decía a un chico, aun chico lindo, claro. Es que muchos se terminaban por intimidar cuando sabían que era boxeadora. ¿Se creerían que les pagarían? Jamás, Pamela era un pan dulce fuera del ring. Bueno, igual el que se buscaba problemas evidentemente lo encontraba.
— Qué genialidad. La gimnasia es hermosa. Aunque debo de admitir que me pone nerviosa. — admitió la chica, por eso cuando iba a ver a sus compañeros se la pasaba tapándose la cara con las manos y viendo por entre sus dedos. — Es cierto, no se debe subestimar al rival. Suele costar caro. Yo también aspiro a medallas, más luego de esto. Nunca es tarde para familiarizarse. — Dijo soltando una risita. — Yo comienzo la primera ronda justo mañana en la noche. Intento no tener nervios pero es inevitable. — aseguro.
— Un gusto Diego. Yo de Puerto Rico. Espera…— la chica se puso a rebuscar en su bulto de mano sacando algunos pañuelos, una botella vacía, unas gafas… hasta que encontró lo que buscaba. Una bandera miniatura de Puerto Rico y se la entregó como el que entrega una flor. — Me gusta intercambiar banderas cada que voy a unos juegos. Así que eres el primero de estos. — Le anunció. — ¿Y tú? ¿De dónde eres? — Preguntó curiosa.
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perdernos el vuelo
Ni cagando se salvaba del regaño y ya estaba asumido que iba a tener que aguantarlo, sin embargo, todo quedaría como una anécdota si lo hacía bien porque allí tenía que demostrar. Se la jugaría para no quedar como un irresponsable que había llegado tarde por un error y ahora se concentraría más además que tenía esa seguridad en sus habilidades, por muy difícil cuando estaba en el momento que la ansiedad se carcomía a todos, era imposible no sentir algo de nervios.
Encontrarse con la chica era genial porque estaban pasando por lo mismo e inclusive era gracioso que dos personas les pasará lo mismo, en una instancia donde los dos iban a los juegos y que se encontraran justo cuando recibían la noticia que el avión había despegado y que tan solo tenían que esperar. ¡Eran tres horas de espera! Sin duda, iban a llegar a la noche y se perderían la apertura o llegarían corriendo justito justito. — Ahhh con razón venías sola. Maldita universidad, pero de todas maneras hay que cumplir si no dan la posibilidad de exámenes libres. Tengo el permiso, pero igual preferí dejar unos cuantos trabajos listos y di algunos exámenes. — Claro, tenía una beca aparte, ahí mismo le enseñaban y menos mal que no lo habían tentado lo suficiente para quedar como deportista de Estados Unidos, porque era chileno y si quería representar a su país. — Bueno solo queda demostrar que esto solo fue un desliz y que en los juegos hagamos notar que si valemos. — La incitó porque aunque todavía no sabía que deporte practicaba y representaba, si quería verla ganar o tener una posición buena, tener un récord y así fuera avanzando como deportista.
Nunca les deseaba mal a nadie, porque el deporte era crudo siempre habían trabas, la propia vida y muchos factores que incluso a veces no te permitía seguir y terminabas dejando de lado tu sueño y metas. Asintió, sinceramente era capaz de comerse otra hamburguesa aunque ahora solo la pediría y se vendría de inmediato para no perder nada, que la hamburguesa estaba estupenda para pedir una tercera. — Quizás puedo llevarte, aunque te aseguro que solo las solicitaría y volvería de inmediato aquí. Aunque igual me place algo dulce. — Comentó, que por muy gimnasta que fuera le gustaba comer.
No pudo evitar soltar una risa fuerte cuando comparó su maleta a la de Newt Scamander. ¿Quién no conocía a los personajes de Harry Potter? JK Rowling era una genia por mucho que últimamente tenía polémicas, de todas formas la serie aunque sería lo mismo que las películas la iba a ver igual. — Increíble, somos amigos del deporte y más encima Potterhead. Ahora mismo me dices de casa eres, aunque tengo toda la idea que Gryffindor. — Dijo riendo porque era demasiada la coincidencia y eso realmente lo mató por mucho que resultará un friki, ambos lo eran no todos se ponían hablar de eso.
Y era boxeadora. Claramente sabía que no todas eran iguales e igual podían sacar su lado muy femenino como justamente Pamela lo estaba mostrando Pamela. También mencionó su deporte con orgullo, había sido bueno desde que era un crío así que solo debía potenciarse más y estas competencias servían para ver los avances si todo iba funcionado y estimular los puntos donde era más débil. — Claro que sí, aunque no quieras siempre están los nervios por eso hay que aprender a canalizarlo es todo un proceso. — Murmuró divertido que ahora se sentía mucho más adaptado a la chica linda que había conocido y con la que estaba congeniando con demasiada rapidez. Benditas casualidades. ¿O era destino?
— ¡Un gusto Pame! — Señaló con diversión viendo como empezaba a sacar cosas y finalmente sacaba una bandera de Puerto Rico. Terminó por sonreír cuando la recibió. — ¡Gracias! ¿Te gusta intercambiar banderas? No traigo ninguna pero le diré a mi madre que se consiga. — Murmuró con una sonrisa. — Pero no te puedo dejar sin nada... — El moreno empezó a buscar en su mochila y encontró unos pin — Soy más fanático a los pin. ¿Cuál quieres? — Habían varios que representaban a su país y al deporte en sí. Los de las diferentes competencias las tenía en su mochila y las que extendió estaban en una bolsita. Igual una era de una bandera chilena, estaba el escudo, el copihue y unas otras de ciudades. — Me gusta que nuestras banderas tengan los mismos colores, soy de Chile. — Aunque eso ya era lógico. — Elige, elige — La animó que lo hiciera. — Pero vengo de Estados Unidos por eso me encuentras por esta escala, igual pretendo volver cuando termine mis estudios por más difícil que sea. — De alguna forma se las arreglaría que igual quería ver a toda su familia.
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1. Valió la pena
perdernos el vuelo
Lo del vuelo perdido eran cosas que pasaban, a todos los que viajan constantemente en algún momento les toca vivir así. Pero que fuera justo en ese momento en el que tenía un compromiso tan importante y peor aún, cuando ella misma aseguraba que llegaría a tiempo. Estaba quedando mal. Lo que la salvaba era que solía ser bastante responsable y que le pasarán estas cosas no eran muy común. Así que tendría un regaño, era cierto, aunque tal vez no tan fuerte… al menos por esta vez.
— Sí, en realidad sí me dieron la posibilidad. Pero yo de terca por querer jugar a ser el ser más responsable del mundo, quede bien con unos y mal con los otros. — a veces era mejor seguir los consejos, por algo eran consejos.
— Es cierto, y la verdad es la primera vez que les quedo mal. Así que apelo a la buena memoria de ellos para que recuerden ese detalle. A todos en algún momento de nuestra vida se nos escapa algún error de estos sin intención. Como dices, ahora solo nos queda demostrar que realmente queremos estar allí. — afirmó la muchacha ya más calmada de los nervios. Aunque la sonrisa nunca se le había borrado. Es que igual cuando se ponía nerviosa hasta podía darle por ponerse a reír. Menos mal se contuvo de hacer eso en el mostrador de la aerolínea o pensarían que estaba loca cuando eran solo los nervios.
Cuando hablo de hamburguesas y cosas dulces se le hizo agua la boca. — Ay, como quisiera decirte que sí. Se supone que no puedo comer nada de eso hasta pasadas las peleas. — Dijo asiendo puchero, con lo que le gustaba comer, pero cuando estaba cerca de fechas de combates no se lo permitían por ser contraproducente. — Hagamos algo… te acompaño por tu hamburguesa, aunque solo me coma una ensalada y ya luego si tenemos la oportunidad de cruzarnos en la villa una vez pasen mis eventos yo invito a una buena comida. Qué igual servía o para celebrar o ahogar las penas. — Dijo riendo. — Esperemos sea de celebración, eso sí. ¿Qué tal? Claro, si quieres. — ella era así de espontánea, lo que se le ocurría lo decía y el chico le estaba agradando, así que no veía el porqué no. Más aún cuando estaban teniendo un comienzo tan similar en lo que sería su historia en los Juegos Latinoamericanos.
Soltó otra risa, ambos Potterhead, ambos atletas, ambos atrasados en sus vuelos. ¿Podía haber más coincidencias? Difícil, es que incluso parecía imposible que fuera solo coincidencia. Tal vez eran de esas cosas que simplemente debían pasar. — Vaya, esto debe ser más que una coincidencia. Parece más destino. ¡Otro Potterhead! Definitivamente lo es. ¿Cómo lo supiste? ¿Se me nota? Yo hasta me he hecho esos formularios para saber la casa. — Comentó divertida. Observó al chico, había sido amable con ella, le había ofrecido comida sin pensárselo. Había bondad en él, quizás tenía una mezcla de varias casas, pero definitivamente tenía un toque de tejón. — Perdón si me equivoco, pero igual siento que serias un buen tejón como el mismísimo Newt. — comento la muchacha.
— Sí, cuando llega el momento hay que intentar bloquear todo lo demás. — coincido en que normal que hubiera nervios. Solo importaba que no se dejarán dominar por ellos.
A la chica le gustaba regalar ese tipo de detalles como era la banderita a sus colegas atletas. Ella misma igual guardaba con cariño las cosas que le daban. — Sí, suelo guardarlas y tenerlas en la repisa junto a las medallas y trofeos. Tienen su lugarcito especial. — aseguró. No podía negar que aquella sonrisa la estaba derritiendo. — Ay no importa. Los pines están hermosos. Deja ver que soy indecisa. — comento entre risas mientras los observaba con ojos brillantes.
— Ya veo, qué lindo… pero oye… no son solo los colores. También es la estrella solitaria blanca en fondo azul. — recalcó. Una estaba en un triángulo y la otra en un cuadrado. Pero si ambas banderas estaban en sus hasta enrolladas sin que el viento les diera fácil, podían confundirse. — Ese es el que quiero. — señaló el pin que tenía la silueta del mapa de Chile pintado con la bandera adentro.
— Eso explica por qué nos encontramos aquí, yo volé de la isla hasta aquí, para luego llegar a Panamá. No había vuelo directo. Al menos no para esta fecha. Además de que salía más costoso. — comento la muchacha. — Nada como el hogar. Supongo que no a de ser fácil, yo he estado temporadas cortas también lejos y siempre es difícil. — comento la morena. — Bueno… entonces… ¿Vamos por tu hamburguesa y dulce, y mi ensalada? Al menos supongo que podemos ir y venir sin mucho problema. — Preguntó Pamela. Después que no tardarán más de lo debido en la tienda estarían bien de tiempo
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1. Valió la pena
perdernos el vuelo
Podía entender a Pamela porque como atletas ante todo tenían que ser responsables. Esto más bien era un error que costaría caro pero que debían asumir y que no se volvería a repetir porque se debían al deporte. La escuchó con calma porque todo lo que decía también lo pensaba él.— Puede ser un error pero no uno con intención así que lograran entender. Hay que demostrar que esto no es un impedimento y bueno hacer el intento de llevarnos al menos una medalla. ¿No? — Exclamó el chico que entendía como se sentía, esto igual generaba frustración sobre todo cuando no eran rebeldes o desordenados. Estas competencias eran muy importantes para ellos.
Hizo una mueca por el rechazo a la comida. ¿Cómo iba a comer frente a ella? Imposible. Pensó que podría aguantar que ya se había mandado dos y listo, podría soportarlo. — Oh.. entonces no... aunque podríamos ir a dar una vuelta. ¿Ni siquiera puedes tomar un café? — a Diego le iba a costar comer frente a ella que aguantar el hambre era demasiado. — ¿De verdad puedes aguantar con una ensalada? Siempre pensé que los boxeadores tenían que comer más que el resto para mantenerse fuertes. — Sacó su suposición solo que al parecer si que estaba equivocado y por eso prefería salir de la duda.
— Y dale... si luego de la competencia nos deberemos una comida, estamos en la misma villa. ¿Cómo no nos vamos a encontrar? No tengo que volver enseguida así que es probable que me quede hasta el último. — Exclamó divertido, solo que a Diego se le habían quitado las ganas de comer porque igual reconocía que solo lo estaba haciendo de goloso. — Bien, capaz que me pueda ir con un dulce. — Que seguro no comería enseguida porque si quedaban horas de espera y luego estarían en el avión.
Soltó una risa cuando descubrió que al igual que él, Pamela era toda una potterhead. Otra risa se le escapó. — Okey, sé que de primera impresión puedo lucir como todo un Hufflepuff y es genial que me compares con Newt. Pero según el test soy todo un coqueto Slytherin. — Dijo alzando la ceja y una sonrisa pícara, que fuera como fuera los Slytherin no tenían que ser los típicos chicos malos, solo algo más rebeldes que se iban contra las normas en ocasiones pero a toda costa cumplían objetivos. — Solo que descuida, no todos los Slytherin somos malos. — Siseó dando entender que le encantaba serlo en cierta forma.
Le había encantado tener la bandera de Puerto Rico y ahí se entretuvo observando mientras ella rebuscaba entre los pines. — Buena elección — Comentó el chico que luego empezó a expresarse que era lo que estar lejos del propio país. En Estados Unidos lo habían tratado bien pero no era como estar con todos sus familiares así que se hacía algo cansador. — Por eso la idea es terminar de estudiar y volver por un tiempo para aprovechar a mi familia por mucho que no están las oportunidades, lo bueno es que hay contactos y bueno demostrando igual te comienzan a ayudar. — Dijo porque esa era su plan que no pretendía cambiar y bien dependía de estas competencias para luego volverse. — Parece que estas con muchas ganas de esa ensalada, vale vamos. Yo paso por las hamburguesas ahora que igual lo dije de goloso, no es que tenga tanta hambre. — Se levantó para que dieran esa vuelta y ahora más pendiente a su reloj, tenían tiempo y la idea ahora no era perderse el avión, fuera como fuera no tenían que alejarse mucho.
— Mira ese restaurante se ve bien y no estamos tan alejados. — Comentó Diego que señalaba uno que no había tanta gente y se veía cómodo. Sin más, se fueron a mirar que ofrecían.
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Así mismo era, un error, pero no uno a propósito. Que bien sabia que si había algunos que se hacían las divas y se daban sus puestos. Aunque claro, muchos de esos atletas ni siquiera les interesaba jugar a estos niveles. Rabia daba cuando otros dejaban el sudor de su frente para lograr los espacios de la delegación en los cualificatorios y ya venían a querer ser ellos quienes los llenaran. Por suerte estaban teniendo más cuidado con eso, los que no corrían tanta suerte eran los atletas de equipos de conjunto. Pero lamentablemente así era la vida del atleta.
— Claro, de los errores se aprende y verán que con el tiempo que solo fue un incidente aislado. Más si es la primera vez que ocurre. Pero con una medalla en mano sería como rectificar el compromiso. — Concordó la chica. Más aún cuando sabían que había muchas esperanzas puestas sobre sus hombros. Siendo un deporte popular en el país, era de esas medallas que la gente esperaba sí o sí.
Noto la cara de desconcierto del chico, es que claro. Cada deporte tenía sus cosas. Por lo que sonrió mientras negaba. — Creo que un café sí te lo puedo aceptar ahora. — Respondió. — En eso tienes razón, no es que este todo el tiempo con ensaladas. Solo son los días antes de la pelea. — le explicaba. — Es para que esté liviana, y no sienta pesadez en el estómago a la hora de pelear. Solo imagínate lo horrible que sería sentirse llena y que te estén pegando. — le contaba haciendo un puchero. Cuando estaba comenzando y apenas era casi niña, pensó que no pasaba nada. Había terminado con tremendo dolor de estómago, horrible.
— ¡Perfecto! Claro, y no creo que sea difícil encuéntranos con todas esas banderas colgando de los balcones, se identifica fácil donde está cada delegación en la villa. — le agradaba haber podido hacer un nuevo amigo en medio de este infortunio. — Sería lindo, aún no sé si pueda quedarme, pero lo intentaré. Me gustaría igual ver a mis compañeros competir. Conocer nuevos deportes también. — comentaba, quizás sería bueno vivir la experiencia completa de los juegos. Sí, tenía la oportunidad. ¿Por qué no hacerlo en estos?
— ¿Uh… entonces eres coqueto como un Slytherin? Interesante. Los Ravenclaw también podemos ser coquetos. — Respondió devolviéndole la tonada picará y la ceja levantada. — Deducida, nunca creí que lo fueran. Al contrario, los encuentro interesantes. — Añadió. Y él justamente le estaba resultando interesante.
No solo hablaron de cosas del Mundo Mágico, sino que ahora intercambiaban recuerditos. Vaya que estaba siendo una espera en el aeropuerto interesante. — Está muy bonito. — murmuro mientras tomaba aquel pin en su mano y se ponía a verlo con detalle. — Claro, hay que formar luego los cimientos, aunque sea duro estar lejos de la familia. Luego cosechas los frutos. — y es que cuando te hacías famosos las ayudas llegaban solas, el detalle estaba esos primeros años el lograr hacerse de un nombre.
Pamela no podía evitar reír con las ocurrencias de Diego mientras comenzaban a caminar hacia aquel restaurante cercano. — Descuida que a todos nos pasa, más si se trata de algo delicioso. La tentación suele ser grande. Lo bueno es que lo reconociste a tiempo. — aseguro la morena. — ¿Tú no te vas a comer alguna rica ensalada? — pregunto solo de molestosa.
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Definitivamente que con una medalla en mano, al menos una. Que el competía para varios tipos de gimnasia sería ideal así que sabía que ahora tenía la presión de competir con más esmero, asintió con la cabeza. — Espero que puedas ir a verme, en otro país falta el apoyo siempre. — Dijo por decir, porque entendería que el horario podría jugar en contra y ni siquiera sabía como habían organizado todo en la competencia.
— Comprendo, sí… Imagino que los golpes igual llegan siempre y debe ser abrumador. ¿Cuántas veces te ha pasado que has tenido que descansar después? — Quiso saber, que como deportista igual no estaba muy enterada de lo que tendría que hacer, no era de ese tipo de prácticas y era muy gracioso porque el chico solo vivía por la gimnasia.
— Entonces nos seguiremos viendo, eso es bueno… me has caído bien así que no quiero perder tu contacto, es que no todos los días ocurren este tipo de incidentes que hasta uno dice que es obra del destino. — Murmuró divertido, además que la había encontrado linda era lógico que quería seguir viéndola, más que tenían gustos en común y congeniaban mucho cuando tenían que conversar, eso no siempre se daba. —Es que todo depende… ojalá que sí, sería interesante verte apoyándome… igual quiero hacer lo mismo. — Lo esperaba con ansias y quería creer que se podría.
— Ni te imaginas cuanto, ten cuidado en el avión que te puedo raptar. — Sentenció jugando a ser coqueto más que ella igual se había insinuado que los Ravenclaw también eran muy coquetos. — Solo más atrevidos a romper las normas y muy leales, ya sabes el fin justifica los medios. — Exclamó divertido jugando con esas metáforas lo que era ser todo un Slytherin, además que reconocía que Draco Malfoy era genial, y había que pensar que Regulus Black y Andrómeda Tonks eran la hostia.
Se alegró que le gustara y ahí empezaron hablar de la familia que los extrañaba, su madre tenía los medios y siempre lo acompañaba pero claro que se venía después así que la extrañaba en los Estados Unidos. — Es necesaria la familia para seguir creciendo y bueno luego darles algo de lo que se ha conseguido. A mi papá si no lo veo… debido a su trabajo. ¿Y qué tal los tuyos? —Quiso saber ahora que estaban hablando.
— Soy demasiado glotón y te juro que bueno que hago ejercicio siempre o si no… sería el caos con mi peso — Dijo riendo — Dependerá de la ensalada es que ahora que lo pienso con las dos hamburguesas que comi estoy bien. Y no me regañes, tu me contagiaste y me pegaste el bichito del arrepentimiento — Finalizó riendo mientras se iban a ver que había, igual le tentó algo dulce y se lo pensaba. — Creo que me vendrá bien un jugo natural y ese dulce me esta llamando…— Señaló mostrando como lucía, no era de un gran tamaño.
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— Haré todo lo posible para lograrlo. Realmente quiero hacerlo. Deseo verte desempeñar en tu área. — le sonrió la chica. — La gimnasia es muy vistosa, además, con todos esos saltos, vueltas. Aunque no te sorprenda si me cubro los ojos a la hora que saltes para finalizar en el suelo. — aclaro la morena soltando una risita. — Esa parte siempre me pone de los nervios. — Admitió Pamela, y es que, aunque la norma es que solían caer de pie, no siempre pasaba. Solo que realmente esperaba que Diego si lo hiciera, ya le había caído bien. Lo quería ver con esa medalla en el cuello.
El boxeo, por su parte igual tenía sus momentos de tensión y en el cual las cosas podían llegar a salir muy mal. — Aunque parezca increíble, la pelea más difícil que me deja más exhausta suele ser la que es la de las semifinales. Pues ambas estamos con la presión de que si al menos ganamos esa aseguramos medalla. Es ahí donde me aseguro de descansar todo lo que pueda para estar lista para la final. — confesaba la boxeadora.
— Eso se puede arreglar. — la chica saco de su bolso una pequeña libreta y anoto algo. Para luego arrancar la página y dársela. — Son mis contactos. Así no lo perdemos una vez termine la competencia. — la muchacha le extendió la libreta gimnasta para que así también pudiera anotarle sus contactos. Es que habían sido demasiadas cosas en común para un solo momento como para que no significara nada, además de qué muchacha el gimnasta le había parecido guapo.
— ¿Sabes? Siento que eso va a pasar. Y no solamente el que nos podremos ir a ver, sino que ambos saldremos con medallas. Por qué estoy segura de que trabajaste tanto como yo para lograr llegar al podio, y no lo digo simplemente por apaciguar el enojo de nuestros comités Olímpicos por llegar tarde. — comentó la muchacha entre risas.
— Oh me ha salido un chico peligroso Tal vez debas tener cuidado contigo. — respondió manera coqueta, porque era claro que eso era lo que estaba haciendo con ella coqueteando. Y ella tampoco había tenido reparo en devolvérselo. — ¿Cómo colarse a las villas de otros países, por ejemplo? — cuestionó la morena curiosa.
La familia siempre juega un papel importante en la vida de un atleta, por eso tener su apoyo era muy importante para ella. — Bueno, los míos tampoco pueden viajar todo el tiempo, mi papá también trabaja de bombero, mi mamá tiene que hacerse cargo de hermanos menores, pero intentan estar todas las veces que les sea posible. Pero esta vez estoy segura de que estarán pegados al televisor viendo las competencias. — le comentaba la chica. — Espero que luego de los juegos al menos puedan tener un ratito de reencuentro. — le dijo apretando un poco el hombro del chico mientras lo veía con una sonrisa.
Soltó la carcajada con su comentario sobre la comida. — Suelo tener ese efecto. — molesto cuando dijo que lo contagio con sus cosas. — Mira. ¿Qué tal? — le señalo el pin, el cual lo había colocado en el cuello de su sudadera. — Bueno, no te hagas de rogar. Pídelo no más. — le indico con una sonrisa, mientras ella se hacía la valiente y resistente pidiendo la ensalada. — Provechito Diego. — le dijo chocando su vaso con jugo con el del muchacho.
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— Es bastante riesgoso sí… un mal movimiento y puede provocar mucho. Trato de no pensar en eso y concentrarme… además que tampoco es que esto tenga una gran duración el cuerpo va cambiando… no es como pasa en tu caso que te puedes mantener varios años. — Exclamó con suavidad solo que igual en ese aspecto estaba optimista porque era joven y todavía podía tener grandes logros cuando viera que todo estaba por terminado iba a continuar con su vida con sus estudios y todo bien. Tal como en el fútbol había que tratar de no tener lesiones que te impedirían a seguir, lo más importante siempre era la salud.
— Comprendo sí… ¿Te gustaría ganar el oro o también serías feliz con una plata o bronce? — Comentó. Ya le había prometido ir a verla y si la veía algo nerviosa si que se iba a contagiar, pero ahí estaría para darle ánimos, ya quería llegar para ver si podían por sus horarios.
— Perfecto, eres decidida me gusta. No hay que dejar de conversar además que es probable que nos podemos seguir viendo. — Señaló contento mientras también anotaba su contacto para seguir conversando, esto era muy raro, no todos los días conocías a una persona de manera casual y por el mismo incidente que era perder un vuelo y que más encima, tuvieran tanto en común, de verdad no quería dejar de verla porque uno nunca sabía que esa persona era parte de tu destino e incluso ser tu otra mitad.
— Que Dios te escuche, creo que ambos nos hemos esforzado lo suficiente para ganar al menos una medalla ¿no? Y si ocurre… ¡Celebraremos! Hay que hacerlo. — Señaló porque sus palabras habían sido como un bálsamo. De verdad ahora tenía otra motivación para ganar.
— No sientas miedo del peligro que te puede gustar. — Se le dibujó una sonrisa maliciosa. — Si me ayudas a colarme no creo que sea tan difícil. — Todo se estaba dando para el coqueteo mutuo y era divertido, y sentía como su corazón latía fuerte porque esto no ocurría todos los días.
La familia siempre era un punto primordial y le gustaba que para ella también era importante. — Gran labor el de los bomberos y oh, tienes hermanos menores. ¿Cuántos son y qué edad tienen? Me alegra que tengas tanto apoyo. Deberías traerlos contigo alguna vez para que disfruten como lo hace mi mamá. — Señaló sonriendo ante el gesto que había tenido con él.
— Okey, pero no me juzgues por ser glotón — Dijo riendo divertido y pidió el dulce. Porque en ese momento no tenía ganas de ensalada. Fue cuando recibieron lo pedido se fueron a sentar, igual estaba atento al reloj que no quería pasar lo mismo. — Provechito — Correspondió a su salud y luego solo comenzó a comer con lentitud. — Es mejor que pongamos alarma para que no nos pase lo mismo —Agregó divertido mientras sacaba su celular y ponía la alarma. Tal vez hasta tenían suerte y quedaban en los mismos asientos.
Si ocurría iba a ser muy loco.
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— Es cierto, y todo tiene su riesgo. Si fuera por ello no haríamos nada. La clave está en tener disciplina. No se puede desperdiciar la oportunidad de hacer lo que te gusta por miedo. — comento la muchacha. La realidad era que todo deporte conllevaba sus riesgos de lesiones. Algunos podían resultar más evidente a la vista que otros. Pero nada podía negar que el esfuerzo que los atletas ponían era digno de ver, y aplaudir.
— Pues el objetivo siempre es el oro. Pero con plata o bronce sigues estando en el podio entre los primeros tres mejores entre muchos participantes que se quedaron en el camino. No es menor así que no me disgustaría. — Era parte del juego. Había a también que reconocer el esfuerzo de los demás. Además, salir con un premio sin importar el color ya era todo un logro.
Pamela asintió con una sonrisa, era genial conocer gente nueva. Más aún cuando tenían tanto en común. — Estoy segura de que sí. Aún quedan los Panamericanos y las Olimpiadas para este ciclo. De seguro igual nos cruzamos. Tampoco me molestaría cruzarnos en un ambiente más casual. —ambos tenían las cualidades para calificar a los eventos por venir. Aunque tampoco estaba mal toparse fuera de los eventos deportivos. Simplemente socializar juntos. Se podía notar esa chispa entre ambos, e incluso un toque de coquetería.
— Sí, esperemos que sí. Obviamente que sí celebraremos. Es más sea como sea. — afirmó, y si pasaba que la vida los sorprendía de mala manera, pues entonces ahogaban las penas juntos. Ni importaba, la cosa es que se estaban prometiendo apoyo mutuo y ella era una chica de palabra.
Soltó una risa al escucharlo y luego lo vio con sonrisa coqueta. — Tienes razón, podría ser interesante y divertido. — se llevó la mano a su mentón pensativa y luego sonrió. — Creo que hasta ya sé cómo… Solo basta con conseguirte uno de nuestros abrigos… saca la banderita que te di… puedo prestarte otra más. Mientras más banderas, menos sospechas. Créeme, estamos obsesionados con eso. — decía riendo y parecía chiste, pero era anécdota. El puertorriqueño suele asegurar de que lo identifiques cada vez que sale de casa.
Hablar de la familia siempre la llenaba de alegría. En especial cuando se trataba de sus pequeños hermanos. — Son tres. Un par de niños de 13 que solo se llevan nueve meses. Y por eso ellos dicen que son mellizos, aunque no lo sean. ¿De locos, no? Y una niña de 8. — comentaba, eran traviesos, aunque no en un mal plan. Estaban muy bien enseñados. Pero a veces era inevitable no caer en alguna de sus bromas.
— Eso sería interesante de ver. ¿Te imaginas a todos juntos? ¿Estaremos a salvo? — Bromeó la muchacha, los niños siempre serían niños, así que cuando se juntaban quién sabía con cuál ocurrencia saldrían.
La comida era una delicia de la vida, aun cuando ella tuviera que tomar ciertas dietas mientras estuviera camino a una competencia. Pero no podía juzgar al que tenía la oportunidad de darse ese gusto. — Ah, no tranquilo. No juzgó, al contrario, disfrútalo por mí. — afirmó sonriente la boxeadora mientras se disponía hacer el pedido.
Al fin comenzaban a comer y por fortuna no estaban lejos del hangar. Aun así, luego de lo que les pasó, las precauciones nunca estarían de más. — Tienes razón, menos mal que igual estamos cerca. — Murmuró la morena mientras probaba de su ensalada. Programó la alarma y luego continuo con su ensalada. La verdad le había ayudado todo esto a relajarse un poco, aunque pareciera irónico. — ¿Sabes que es lo loco de todo esto? Que aun cuando las circunstancias en un comienzo fueron estresantes, ahora estoy totalmente relajada. — admitió la joven. — Cada vez estoy más segura de que debía de pasar. — añadió para luego dar un nuevo bocado de la ensalada.
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Asintió a sus palabras. — Lo más importante en un deportista es vivir en el ahora y alejarse de los problemas externos, solo estar enfocado en tu mayor pasión. He visto a atletas que toman una mala decisión y es el fin de su carrera, también toma mucho en juego el estrés —Murmuró el chico dándose cuenta que ambos coincidían en muchos puntos y la verdad es que lo único que esperaban era superarse cada vez más y durar el tiempo necesario.
Sonrió. Porque si que era importante ganar para cualquiera que lo tuviera como objetivo. — Voy por el oro, no me disgustare si no es así, tampoco es que quiera ser reconocido como el secundón debo ganar en algún momento, ojála que sea ahora porque igual sabes que es mucho pedir si no enfrentamos a los competidores asiáticos. — Uff, es que esa flexibilidad y concentración eran dignas de admirar, por lo general eran los mejores. Con solo verlos se intimidaba pero siempre era más fácil y sin subestimar porque cada deportista era un mundo cuando eran competencias de América, es que habían países que de verdad estaban avanzados y el agradecía poder estar representando a Chile a pesar de que entrenaba en Estados Unidos.
—Ay, las Olimpiadas... lo pienso y me asusta. ¿No te pasa? Lo bueno es que cuando estoy en el momento olvido todo y ya se verá como todo irá, solo me entrego. Y si, son instancias que conoces a gente. ¿No te has echado novio o amores breves en esos momentos? — Preguntó pícaro, casi ofreciéndose como candidato pues encontraba a Pamela bastante bonita y sinceramente estaba dispuesto a tener una aventura o algo con ella. ¿Entendería la indirecta? Pues igual estaba dejando claro que no se encontrarán tan solo en en eventos competitivos sino que en otros lugares, era un poco difícil cuando tenían que entrenar tanto. ¿Pero qué importaba?
— Entonces debería sacar otra banderita así que si la ven les contaré la historia de como te conocí — Dijo divertida. Pamela era una persona digna de mencionar entre sus amigos además que era un amor de persona, el disfrutaba y eso que la había conocido hace tan poco y era como si fueran amigos desde hace bastante tiempo, reconocía que también era fácil pero a Pame la quería incluir dentro de su círculo social, es que ya con lo que estaban vivenciado era merecedor de contar como anécdota y tomarlo de manera más positiva aún cuando eran rivales en cuanto a quién representaban.
Le encantaba contemplarla y como se expresaba de su familia sobre todo de sus pequeños hermanos. —Son pequeños, estoy seguro que eres su gran orgullo. Igual debe haber una alta diferencia de edad. ¿no? Y aún así por lo que se ve te llevas bien con ellos, ya me imagino como los debes consentir, wueon — Se le escapó lo chileno y luego soltó una risa, estaba muy animado y espontaneo hablando con ella que hasta se le escapaban los modismos, además que lo mejor es que podían hablar en español que ya lo extrañaba bastante, esperaba que no le saliera una entonación rara. — Es que tienes que traerlos, aún cuando sientas presión es lo que haces y porque no mostrárselo y si ganas imagínate, más valor le van a dar todo. — Claro que no iba a decir que pasaría si perdía pero lo cierto es que mejor se dieran cuenta de lo que hacía y tener ese apoyo familiar era bueno, incluso cuando perdías porque tenías ese abrazo que te ayudaba a sacar toda angustia.
Ya habían llegado al restaurante del aeropuerto y se había tentado con comida. Era como quedaba sin plata porque si solían ser más caros que ir a otro lugar menos costoso, pero era todo un glotón. Le devolvió la sonrisa, comió un poco y siguió con la charla, pues no podía dejar de pensar que el comienzo al conocerse había sido extremo en un principio, e incluso desagradable y aún así habían logrado tener mucha química y congeniar. — Sigo insistiendo que estábamos destinados a conocernos y seguro vamos a formar una bonita amistad. ¿Quién sabe si algo más? Yo también me siento muy bien contigo — Molestó, aunque en parte igual lo decía en serio pues no se negaba a nada, y era pesadito en ese aspecto cuando le interesaba alguien eso sí era parte de su personalidad y si conocía a alguien más interesante lo mejor era dejarlo claro, pues sabía que ninguno de los dos se podía prometer nada y aceptar que eran personas ocupadas. Pero algo le decía que con Pamela sería distinto porque entendía en lo que estaban y así que podrían disfrutar mucho estando juntos.
El chico disfrutó de la conversación hasta que vieron que estaban bien para volver era mejor esperar ahí cerca cuando fueran llamados. Por suerte, su teléfono no había sonado pero cuando estaban en el asiento fue cuando empezaron los reclamos y ahí tuvo que decir que era lo que había sucedido pero que pronto ya iba a tomar el otro avión, ahora esperaba que si la ceremonia se retrasara porque habrían posibilidades de llegar justo a tiempo, el problema es que aún quedaba el viaje.
Fin del Capítulo
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2. Primera parada...
la Villa Latinoamericana
Luego de tanta espera se encontraban ya de camino a Panamá. Había sido toda una odisea aquel viaje, pero al menos parecía que, aunque fuera rayando el reloj iban a lograr llegar a la ceremonia. A pesar de ellos, había tomado la experiencia como un aprendizaje. Además, que la misma había hecho que hiciera de un nuevo amigo. Esa no la había visto venir, Diego era muy simpático. Compartía una visión de vida similar a la de ella. Le agradaba, y también era guapo. ¿Para qué negarlo? Por lo que, aunque aprendería la lección, si tuviera que vivir este mismo día otra vez no le cambiaría nada. Algunas cosas pasaban por algo en especial. Quizás ellos no debían de haber abordado el primer avión. Por la razón que fuera, no debían.
Menos mal ninguno de los dos eran abanderados porque entonces sí que todo se hubiera complicado. Pues según Pamela estimaba, tenía el tiempo suficiente para tirar sus cosas en la villa, cambiarse y luego correr como si no hubiera mañana para lograr colarse entre los últimos atletas que harían la fila para el desfile. Por suerte para ella el mismo siempre solía ser en orden alfabético, solo el anfitrión iba de último sin importar con que letra comenzara su nombre. Así que tomando aquello en cuenta, los atletas de Puerto Rico solían ser de los últimos. Solo esperaba que Diego pudiera ser lo suficientemente veloz para lograr alcázar a los de Chile. De todos modos, cuando los dejaran mezclarse con el resto de las delegaciones buscaría juntarse de nuevo. No se desharía tan fácil de su nueva compañera de aventuras.
Habían logrado alcanzar un autobús que los llevaba directo a la Villa Latinoamericana. — ¡Ya casi llegamos Diego! — le decía señalando por la ventanilla del autobús en dirección del complejo de edificio adornado con diversas banderas que colgaban de los balcones. Algunas banderas más grandes que otras, algunos con una sola, otras con muchas, pero todas de alguna manera identificando a la delegación que estaría residiendo en dichos departamentos. — Lo logramos. — miro su reloj. La chica durante el camino había sacado el uniforme que se supone usarían para la ceremonia y lo llevaba sobre su falda. — Lástima que solo podré colocármelo y listo. No podre maquillarme o peinarme mejor. Por suerte Incluye un gorro el atuendo. — le admitió negando con una sonrisa. Al final de cuentas solo quería llegar.
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2. Primera parada...
la Villa Latinoamericana
Le había agradado Pamela y sentía que estas situaciones eran regaladas por el destino y si no hacía nada en los Juegos quizás se arrepentiría toda la vida. Pero también tenía que darse la oportunidad de conocerse, no parecía ser una chica fácil por nada del mundo así que se daría su tiempo, porque mientras la chica dormía se la había quedado mirando y se percataba que era hermosa y llamaba mucho su atención. Y aún cuando andaba con hombres y mujeres, algo tenía de especial ella que supo que tenía que hacer algo, no sería su prioridad por supuesto, pero llegaría a serlo cuando terminara su competencia que no todas coincidían en días y horarios.
Pamela había hecho mucho más ameno todo en el viaje en el avión y al menos no se atrasaron tanto porque consiguieron el siguiente avión, claro llegarán atrasados, justos pero eso era mejor que nada. Menos mal que su representante ni lo vio, y cuando lo hizo estaba bastante lejos para que llegara a molestar. Son cosas que pasaban y lo bueno es que estaba relajado, habría sido mucho peor que si se atrasa para la competencia.
—Te ves estupenda hasta sin maquillaje — Señaló con sinceridad pues aunque para la mujer era importante para él la naturalidad en el rostro se apreciaba mucho más. — Lo que sí podrías arreglar un poco ese moño, espera deja ayudarte — Sin más se lo comenzó armar para que quedará a una buena altura y así se apreciara más su cara.— Perfecta, Pamela — Dijo contento mientras que él comenzaba a vestirse con rapidez, ya se había puesto al menos el buzo en el baño del avión y le había dicho a las azafatas que por eso iba a demorar. Así que solo le faltaba la playera y la chaqueta, el gorro iba para el último. — ¿Nos vemos luego? Ya me están llamando — La carrera al menos para él tenía que seguir — ¡Excelente comienzo! — Le gritó en el camino mientras iba hacia el team que lo recibió entre risas y el coscorrón de su representante, al igual que los otros gimnastas. ¡Había llegado a tiempo! Y bueno para que negarlo, lucía impecable.
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2. Primera parada...
la Villa Latinoamericana
Lo habían logrado, era lo que importaba y un contratiempo podía ocúrrele a cualquiera. Menos mal no tocaba llevar la bandera o ahí les iba a dar el infarto a doña Sara, pero bueno, volvemos a repetir, eran cosas que pasaban hasta en las mejores familias. Igual sentía que sería lindo un día tener ese privilegio. Así que quien sabe, aún quedaban Panamericanos y Olimpiadas, y ella tenía esperanzas de cualificar para ambos. Al ver la villa Pamela se entusiasmó, y al mismo tiempo le daba un poco de nervios. Ya ni siquiera era por el que le dirían. Más bien porque quería cumplir, querían llegar a desfilar con su delegación y todo eso la llenaba de adrenalina.
Podría ser boxeadora, pero cuando no estaba sobre el ring podía ser muy femenina por eso estaba con esa pequeña preocupación de no poder arreglarse como deseaba. Por suerte toda aquella preocupación se disipó ante las palabras de Diego que definitivamente era todo un encanto y así se lo dejo saber. — Ay gracias, de verdad eres un encanto. No sé si será para tanto, pero me das más confianza. — Admitió haciendo que se tornara hasta un poco roja. Más le derritió ver cómo se ponía a acomodarle su moño para que se viera mejor. — Eres fantástico y también luces fantástico, gracias otra vez, ahora sí queda perfecto. — le dijo mostrándole como se veía ahora su moño arreglado con el gorro del uniforme para hacerle la demostración. Ya no parecía que solo se lo había puesto para tapar el que no estaba peinada. Estaba todo en su lugar y luciendo bonito.
Había sido toda una carrera para lograr estar en el lugar donde las delegaciones se reunían. Por supuesto que primero lograron encontrar la de Diego, pues al estar ubicados en orden alfabético Chile era de los primeros. — Después de toda esta aventura. Claro que sí. Te buscaré cuando nos permitan mezclarnos entre delegaciones. — le aseguro la muchacha con una sonrisa para darle una guiñada antes de irse a toda prisa buscando él are donde estaban los de P.R.
Por supuesto que sus amigas atletas la interrogaron de que le había pasado y casi iba hacia atrás cuando les contó de Diego. Así que evidentemente comenzaron a molestarla. La ceremonia comenzó e igual el desfile. Fue cuando llego el momento de los números musicales que allí en el estadio les permitieron mezclarse. Pamela intentó encontrar a Diego, pero con tanta atleta no lograba dar con él. — Donde estará… Y sí lo llamo… no con este ruido no escuchará el teléfono. — Decía a sí misma mientras miraba para todas partes.
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2. Primera parada...
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Era una experiencia épica y digna de recordar. Eran sucesos que quedaban marcados en el destino y que no ocurrían siempre, así que creía que Pamela sería importante, dado que ambos eran deportistas, se habían encontrado en una situación difícil de perder un vuelo y venían a competir a la villa. Demasiada casualidad que no podía dejar pasar y pretendía conocerla durante esos días que tenían que mostrar sus mejores habilidades en el deporte.
Era normal que estuvieran de nervios en un principio, pero parecía que ambos habían llegado a la calma gracias a que se encontraron y al final el viaje fue ameno y lograron llegar justo cuando iban a comenzar. La carrera hacía allí había sido intensa, era demasiado divertido solo que ambos estaban al tanto que no debían pasar ese nivel de estrés, sin embargo, la veía bien y él mismo se encontraba tranquilo. — ¿Pero para que te voy a mentir? Luces bonita así y ya te imagino con maquillaje. ¿Eh? De todos modos, siempre he preferido la belleza natural — Dijo con una sonrisa cómplice antes de comenzar a arreglar el moño y dejarla perfecta. Lucía bastante bien, y ahí en todo caso no iban para un desfile de modas.
— Tenemos que encontrarnos, hay bastante tiempo y oportunidades — Le guiñó un ojo y partió corriendo hacia su team. Los atletas soltaron carcajadas ante el coscorrón de su representante que sabía que merecía. Se sentía animado así que se lo tomó bastante bien entre risas, y no alcanzó a decirles a sus amigos porque tuvieron que empezar a caminar y presentarse, entre ánimos. Por supuesto, sacó su celular para grabarse, las redes sociales siempre funcionaban a la perfección y que mejor que tener unas fotos.
La adrenalina y la felicidad de ese momento siempre era perfecto. Amaba los juegos con su vida y sentía un gran orgullo de representar a su país.
Cuando todo terminó, ahí sus amigos lo secuestraron preguntando que era lo que había pasado. Ahí les explicó que había perdido el avión y que había conocido a una chica en las mismas circunstancias, que era de Puerto Rico y que le había encantado como era en todas sus facetas, y que sí, era boxeadora. Querían conocerla, así que le hicieron prometer que se las presentara apenas se diera la oportunidad.
La comenzó a buscar apenas se comenzaron a mezclar y costó entre tanta gente. ¿Pero cómo no reconocerla? Vio que andaba distraída buscando a alguien. ¿Sería que lo estaba buscando a él? Se acercó sigiloso y puso sus manos en sus ojos. — Adivina buen adivinador. ¿Quién soy?. ¿Quizás alguien que extrañaste y que también te extraño mucho?— Molestó divertido mientras mantenía sus ojos tapados. Era lógico que no iba a demorar mucho.
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2. Primera parada...
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Ya habían logrado llegar, era la parte importante. Pero esta experiencia no dejaba de ser inolvidable. Toda esa adrenalina que había corrido por su cuerpo para intentar lograr llegar a tiempo, ese encuentro con Diego que había sido muy especial. Que quizás de haberse dado todo en unas circustancias totalmente distintas, tal vez ni se hubieran conocido. Había tenido que pasar todo este trote para que se juntaran y eso le quedaba ya más que claro. Aunque pareciera un poquito masoquista, si le diera hacia atrás al tiempo posiblemente no hubiera cambiado nada. Porque el chico le había agradado mucho he interesado. Era encantador y guapo, amable y entusiasta. Ella necesitaba gente con ese espíritu a su alrededor.
Por supuesto que el estrés por estar en la ceremonia no se terminaría por completo hasta que ya ambos no estuvieran colocados en sus respectivas delegaciones en el desfile de inaguración. Y aunque hubiera preferido poder tener más tiempo para arreglarse, decidió creer en las palabras del chico. — Está bien, está bien. Te creeré, aunque quizás puede que tengas la oportunidad de verme también con ese otro estilo más elaborado. — aseguro la muchacha contenta, podía ser boxeadora, pero cuando estaba fuera del ring no era descuidada con su apariencia. Le encantaba que fuera así de detallista, hasta como para ponerse a arreglarle el moño. ¿Qué chico hacia esas cosas? Muy pocos, eso era un detalle lindo y la derretía.
— Sí, ya logramos lo primordial. Llegar a la ceremonia. Y al menos por hoy el resto de la noche será fiesta. Así que no lo dudo. — afirmo la muchacha, quien deseaba volver a encontrarse con el muchacho una vez pasara la parte protocolar y comenzara la parte festiva del evento.
Ahora solo se vivía el momento, uno por el que había corrido contra el reloj para poder llegar al mismo. Estaba feliz, había sacado fotos, hizo videos. Quería llenarse de recuerdos bonitos de aquella noche. Por supuesto que su delegación era ruidosa, y no podían evitar desfilando, vitoreando, gritando, cantando y por supuesto que siempre hubo algunos que colaron pleneros para hacer más bulla mientras desfilaban. Oh, pero eran sus amigas las que cada vez que la miraban les daban una sonrisita pícara y le movían las cejas de arriba hacia abajo cada que vez que se acordaban de la historia con Diego y el aeropuerto.
Cuando tuvo la oportunidad lo había comenzado a buscar, con tanto gentío era difícil divisarlos. Sin contar que había algunas delegaciones con uniformes de los mismos colores por lo que era mejor fijarse en las banderas. Aunque tampoco era tarea tan fácil. Pero tal parecía que había sido el chico quien la encontró primero. Sonrió al escuchar su voz, es que el acento lo delataba. — A ver no sé, no recuerdo conocer ningún chileno… — molesto mientras ponía sus manos sobre las del chico intentando destaparse. — Mentira, eres justamente a quien estaba buscando en medio de este mar de gente. ¿Por qué como no extrañar a mi compañero de viaje favorito? ¿Ya me extrañabas? Qué lindo. — dijo divertida mientras ahora si se giraba a verlo con una sonrisa.
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