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A Change in the Weather
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Realista
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"¿Qué no lo viste en las noticias? Es un escándalo, todo el mundo habla de eso, el club no ha parado de sacar comunicados. El traspaso millonario se cayó a pedazos cuando se supo que tenía una hija no reconocida. ¡No sabía nada de la niña hasta ahora! Es una vergüenza, debería pensar en el retiro".
La carrera de Santi iba en ascenso: era el delantero estrella, el jugador más valioso de toda la plantilla del Arsenal y era muy querido en el club londinense. Pretendido por los clubes más prestigiosos de Europa, Santi estaba a punto de hacer historia con un traspaso de muchos millones de libras.
Sin embargo, aquel traspaso que pretendía borrar de un plumazo el vacío que dejó la muerte de su padre, se cayó a pedazos cuando las noticias lo pusieron en el ojo del huracán. Intempestivamente, una mujer tocó a su puerta para decirle que habían tenido una hija. La noticia sacudió no sólo a Santi sino a todo el club londinense, así como a la prensa rosa.
Santi ahora tenía su vida hecha completamente pedazos, una vida cuyos planes inmediatos se fueron a la basura. Unos días antes del inicio de la nueva temporada deportiva, tenía que encontrar la manera de reconstruir su vida con los trozos que le quedaban. Compaginar su calendario futbolístico en un club que estaba preparado para decirle adiós, junto con su nueva tarea de ser padre soltero no podía ser tan difícil. Muchos otros de sus colegas lograban compaginar la apretada vida de un deportista con tener una familia. Eso se repetía todos los días cuando se miraba al espejo, pero el hechizo no parecía estar funcionando.
"¿No lo sabes? Es un secreto a voces, el viejo Alfred se está muriendo y dicen las malas lenguas que sus hijos ya se están relamiendo para repartirse los bienes. Con tanto revuelo familiar, debería ya soltar el fútbol, el club no merece drama innecesario. Además, no es que necesite el trabajo".
Neil Carter siempre lo tuvo todo: encanto innato, talento deportivo y el peso de un respetable legado familiar. Pudo escoger cualquier cosa para su futuro, pero decidió romper la tradición familiar y decirle a su padre que quería probar suerte en el fútbol. Esa decisión supuso el inicio de una tensa y larga relación con su padre, quien esperaba que siguiera el legado de sus negocios.
Luego de una participación prácticamente perfecta en una Copa del Mundo, Neil regresó a casa para encajar la noticia de que el cáncer de su abuelo, la cabeza de la familia, estaba avanzando a pasos agigantados. Neil no quería oír hablar al respecto, sobre todo porque sabía lo que representaba la posible lucha de poderes que sucederá después de la muerte de su querido abuelo.
La inminente hecatombe familiar amenazaba la frágil tranquilidad de Neil, que llevaba mucho tiempo pendiendo de un hilo. Porque Neil, desde hacía años, llevaba sonriendo en alto frente a las cámaras, aparentando ser alguien que no era. Cada día, cuando se miraba al espejo, Neil se recordaba que sólo estaba interpretando un papel que cada vez le disgustaba más y más.
"Yo creo que esta temporada del club va a ser un completo desastre".
A pocas semanas del inicio de la nueva temporada de fútbol, Santi y Neil estaban al borde del abismo, sin poder prever que sus vidas cambiarían para siempre.
La carrera de Santi iba en ascenso: era el delantero estrella, el jugador más valioso de toda la plantilla del Arsenal y era muy querido en el club londinense. Pretendido por los clubes más prestigiosos de Europa, Santi estaba a punto de hacer historia con un traspaso de muchos millones de libras.
Sin embargo, aquel traspaso que pretendía borrar de un plumazo el vacío que dejó la muerte de su padre, se cayó a pedazos cuando las noticias lo pusieron en el ojo del huracán. Intempestivamente, una mujer tocó a su puerta para decirle que habían tenido una hija. La noticia sacudió no sólo a Santi sino a todo el club londinense, así como a la prensa rosa.
Santi ahora tenía su vida hecha completamente pedazos, una vida cuyos planes inmediatos se fueron a la basura. Unos días antes del inicio de la nueva temporada deportiva, tenía que encontrar la manera de reconstruir su vida con los trozos que le quedaban. Compaginar su calendario futbolístico en un club que estaba preparado para decirle adiós, junto con su nueva tarea de ser padre soltero no podía ser tan difícil. Muchos otros de sus colegas lograban compaginar la apretada vida de un deportista con tener una familia. Eso se repetía todos los días cuando se miraba al espejo, pero el hechizo no parecía estar funcionando.
"¿No lo sabes? Es un secreto a voces, el viejo Alfred se está muriendo y dicen las malas lenguas que sus hijos ya se están relamiendo para repartirse los bienes. Con tanto revuelo familiar, debería ya soltar el fútbol, el club no merece drama innecesario. Además, no es que necesite el trabajo".
Neil Carter siempre lo tuvo todo: encanto innato, talento deportivo y el peso de un respetable legado familiar. Pudo escoger cualquier cosa para su futuro, pero decidió romper la tradición familiar y decirle a su padre que quería probar suerte en el fútbol. Esa decisión supuso el inicio de una tensa y larga relación con su padre, quien esperaba que siguiera el legado de sus negocios.
Luego de una participación prácticamente perfecta en una Copa del Mundo, Neil regresó a casa para encajar la noticia de que el cáncer de su abuelo, la cabeza de la familia, estaba avanzando a pasos agigantados. Neil no quería oír hablar al respecto, sobre todo porque sabía lo que representaba la posible lucha de poderes que sucederá después de la muerte de su querido abuelo.
La inminente hecatombe familiar amenazaba la frágil tranquilidad de Neil, que llevaba mucho tiempo pendiendo de un hilo. Porque Neil, desde hacía años, llevaba sonriendo en alto frente a las cámaras, aparentando ser alguien que no era. Cada día, cuando se miraba al espejo, Neil se recordaba que sólo estaba interpretando un papel que cada vez le disgustaba más y más.
"Yo creo que esta temporada del club va a ser un completo desastre".
A pocas semanas del inicio de la nueva temporada de fútbol, Santi y Neil estaban al borde del abismo, sin poder prever que sus vidas cambiarían para siempre.
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Santi Gutierrez
Delantero — AFC — Taylor Z. Perez — Minerva
Neil Carter
Portero — AFC — Nicholas Galitzine — Juno
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Neil
De alguna forma, Neil siempre sabía lidiar con él. Otros de sus compañeros no habrían soportado sus comentarios como el de no infravalorar su pierna izquierda, pero Neil nunca les daba importancia, y tampoco le caía mal por ellos. Tenía mucha suerte de tener a Neil en su vida.
Por muchas cosas, no solo por esa.
Regresó corriendo con el balón y le sonrió a Neil.
—No pasa nada, tendremos que practicar hasta que nos salga, no será a la primera —le respondió—. Además, me ayudará a volver a estar en forma.
No le molestaba correr una y otra vez por el balón, pero al menos aspiraba a que, al terminar aquella hora, o hubieran logrado al menos una vez. Pero no le iba a decir eso, cero presión.
—Hagámoslo de nuevo—dijo con seguridad. —Vamos a lograrlo.
Ahora no estaba presumiendo. No solo creía en sus habilidades: creía a ojos cerrados en las de Neil. Además, si Christian Gold lo había logrado, él podía lograrlo también. Y mejor. Él conocía a Neil de toda la vida, jugaban juntos desde que eran adolescentes.
Si de adolescente hubieran hecho esto habría corrido a contarle a su padre después de la práctica. Ahora se lo podría contar a su madre, peor no le haría la misma ilusión. Tampoco era como que Marian pudiera entenderlo. Mucho menos Ava. Ahora que la estaba tratando cotidianamente era claro que si en su momento habían salido no había sido por sus conocimientos sobre fútbol.
Santi recordaba muy poco de esos días, la verdad, pero había terminado saliendo con una modista y no con una modelo había sido... probablemente que había querido descansar de cámaras, tabloides y chicas que lo buscaban por su minuto de gloria.
Ahora que tenía meses sin salir con nadie no lo echaba en falta. Con cuidar a Ava y criar a una niña tenía más que suficiente, aparentemente.
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Neil
Santi parecía maravillado, incluso cuando Neil no había tenido buena precisión. De verdad que verlo en un campo de fútbol le añadía años de vida. Parecía el mismo Santi que lo abrazó con fuerza nada más regresar de Turquía, cuando todavía los dos estaban abriéndose camino en el primer equipo. Neil recordaba ese momento con más detalle del que estaba dispuesto a confesar: fue la primera vez que se dio cuenta de que Santi, su querido amigo de la familial, era guapo.
Muy guapo.
Neil no lo había visto en varios meses y verlo regresar, con su espalda más ancha de la cuenta y sus brazos más firmes al abrazarlo, fue demasiado para él. Se dijo en ese entonces que sólo era un enamoramiento pasajero, porque llevaba mucho tiempo sin verlo. Pero allí estaba, muchos años después, tan enamorado de Santi como en ese entonces.
Neil no había aprendido nada, al parecer.
—Podemos hacer como ahora, venir una hora antes al entrenamiento —sugirió Neil. Él tenía muchos pendientes, pero si se programaba con antelación, de seguro que podía hacerlo un par de veces a la semana. Contaba con que Santi pudiera hacerlo también—. Supongo que eso no nos será demasiado problema. Lo que no sé si podremos hacer es mantenerlo oculto del resto del equipo. Seguro que Darien acabará por preguntarnos qué estamos haciendo.
Darien y Neil siempre habían congeniado muy bien, siempre conseguía ponerlo de buen humor. Sin embargo, Darien también conseguía ser demasiado insistente si se lo proponía, era de temer.
Neil le hizo una seña a Santi para que volviera a correr en dirección a la otra portería, mientras que él colocaba el balón a sus pies. En esta ocasión, pensaría más en la precisión que en la fuerza. Santi estaba corriendo a toda velocidad y él tenía que calcular qué dirección tenía que darle al balón para que éste alcanzara a Santi. Neil era bueno con el juego de pies, pero sabía que todavía tenía bastante margen de mejora.
Cuando pateó el balón, supo que no le había dado la fuerza suficiente porque Santi estaba corriendo demasiado rápido, sin embargo, hizo una curva casi perfecta elevándose en el aire y aterrizó justo detrás de él. Neil soltó un respingo, pues no le parecía un mal inicio, quizás tendría que enfocarse más en la precisión y olvidarse de la fuerza por un instante.
Santi tenía toda la razón, iban a lograrlo.
Muy guapo.
Neil no lo había visto en varios meses y verlo regresar, con su espalda más ancha de la cuenta y sus brazos más firmes al abrazarlo, fue demasiado para él. Se dijo en ese entonces que sólo era un enamoramiento pasajero, porque llevaba mucho tiempo sin verlo. Pero allí estaba, muchos años después, tan enamorado de Santi como en ese entonces.
Neil no había aprendido nada, al parecer.
—Podemos hacer como ahora, venir una hora antes al entrenamiento —sugirió Neil. Él tenía muchos pendientes, pero si se programaba con antelación, de seguro que podía hacerlo un par de veces a la semana. Contaba con que Santi pudiera hacerlo también—. Supongo que eso no nos será demasiado problema. Lo que no sé si podremos hacer es mantenerlo oculto del resto del equipo. Seguro que Darien acabará por preguntarnos qué estamos haciendo.
Darien y Neil siempre habían congeniado muy bien, siempre conseguía ponerlo de buen humor. Sin embargo, Darien también conseguía ser demasiado insistente si se lo proponía, era de temer.
Neil le hizo una seña a Santi para que volviera a correr en dirección a la otra portería, mientras que él colocaba el balón a sus pies. En esta ocasión, pensaría más en la precisión que en la fuerza. Santi estaba corriendo a toda velocidad y él tenía que calcular qué dirección tenía que darle al balón para que éste alcanzara a Santi. Neil era bueno con el juego de pies, pero sabía que todavía tenía bastante margen de mejora.
Cuando pateó el balón, supo que no le había dado la fuerza suficiente porque Santi estaba corriendo demasiado rápido, sin embargo, hizo una curva casi perfecta elevándose en el aire y aterrizó justo detrás de él. Neil soltó un respingo, pues no le parecía un mal inicio, quizás tendría que enfocarse más en la precisión y olvidarse de la fuerza por un instante.
Santi tenía toda la razón, iban a lograrlo.
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Neil
Neil parecía complacido con el resultado de su propuesta, y Santi no podía estar más satisfecho que de estar a la altura sus expectativas.
Se encogió de hombros cuando hizo el comentario sobre Darien. Su amigo de verdad que era entrometido y no los iba a dejar en paz. Pero si lo metían en el ajo, tal vez les ayudaría a cubrirlo un tiempo.
—Tal vez se lo podemos mostrar al equipo cuando ya nos esté saliendo mejor —sugirió—. Para no tomarlos por sorpresa cuando ya lo llevemos a un juego.
Podía imaginarse la sorpresa de todos al verlos hacer aquella jugada. Lo más importante era vendérsela a Redmayne, para que la metiera dentro de sus planeamientos tácticos.
—Estoy más que dispuesto a venir una hora extra cada día—le aseguró después de varios intentos más. —Siempre y cuando la situación en casa me deje. Lo mismo va para ti. Nos podemos hablar cada día para confirmar.
Si Ava se ponía mal o el abuelo Carter... Las cosas variarían. Santi había estado tanto tiempo solo que ahora tener que decidir el día a día pensando en otra gente le resultaba difícil. Su madre le iba a ayudar a buscar una nana para Marian, no quería que precisamente Mariana cargara con el cuido de su nieta a diario, quería que alguien le ayudara con ella. Y la enfermera se encargaba de Ava.
Santi intentaba ordenar su vida, pero no estaba seguro de poder controlar todas las variables. Cuando creía que ya lo había hecho aparecía alguna más.
Tenía la impresión de que Neil entendía ese momento caótico de su vida.
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Neil
Cuando Santi mencionó lo de mostrárselo a sus demás compañeros, su primer instinto fue mostrarse reticente. Neil sabía que no era más que un arrebato infantil, por supuesto, las ganas que tenía de que este momento quedara sólo entre los dos. Como una complicidad compartida, pero sabía que Santi tenía toda la razón. El fútbol, ante todo, era un juego de equipo, no podían tener una estrategia como aquella y llevarla a cabo sin decirle a nadie, sería mucho más sencillo que el resto del equipo supiera. Neil además, sabía bien que habría presión por parte de la directiva porque Redmayne le diera minutos al nuevo delantero que habían fichado para esta temporada.
Ya no se podía decir que era el reemplazo de Santi, pero en realidad sí lo había sido porque nadie esperaba que Santi se quedara en Inglaterra. Neil no quería ni imaginarse un escenario en que Santi no tenía tantos minutos como el año pasado, o peor, iniciaba varios partidos desde la banca.
Lo conocía lo suficiente para saber que eso sólo empeoraría su humor.
—Cuando ya esté listo, tendríamos que mostrárselo a Redmayne. Estoy seguro que encontrará la manera de implementarlo según el tempo de juego de algunos rivales. Yo tendría algunas sugerencias, pero si intento decírselo me mataría —dijo en señal de rendición, con una sonrisa—. Así que tiene que nacer de él.
Pronunció la sonrisa cuando le escuchó decir que estaba dispuesto a venir una hora antes a los entrenamientos. Neil también, tan sólo tenían que ponerse de acuerdo porque sus agendas siempre estaban saturadas.
Su abuelo le había pedido que supervisara personalmente el recibimiento de unos inversionistas que venían de China. Neil tenía un mandarín terrible, pero en estos momentos no le negaba nada al abuelo. Sabía también que Santi estaba muy ocupado con Ava y Marian, pero tenía fe que conseguirían hacerlo funcionar.
—Serás la segunda persona a la que le envíe un mensaje cada mañana, después de mi asistente, lo prometo —Neil solía bromear diciéndole a Brenda que era la persona en quien pensaba todos los días al levantarse, pero era verdad. Ahora, se estaba obligando a hacer lo mismo con Santi. Como si él necesitara más excusas para tenerlo siempre en sus pensamientos—. ¿Quieres probar una vez más?
Ya no se podía decir que era el reemplazo de Santi, pero en realidad sí lo había sido porque nadie esperaba que Santi se quedara en Inglaterra. Neil no quería ni imaginarse un escenario en que Santi no tenía tantos minutos como el año pasado, o peor, iniciaba varios partidos desde la banca.
Lo conocía lo suficiente para saber que eso sólo empeoraría su humor.
—Cuando ya esté listo, tendríamos que mostrárselo a Redmayne. Estoy seguro que encontrará la manera de implementarlo según el tempo de juego de algunos rivales. Yo tendría algunas sugerencias, pero si intento decírselo me mataría —dijo en señal de rendición, con una sonrisa—. Así que tiene que nacer de él.
Pronunció la sonrisa cuando le escuchó decir que estaba dispuesto a venir una hora antes a los entrenamientos. Neil también, tan sólo tenían que ponerse de acuerdo porque sus agendas siempre estaban saturadas.
Su abuelo le había pedido que supervisara personalmente el recibimiento de unos inversionistas que venían de China. Neil tenía un mandarín terrible, pero en estos momentos no le negaba nada al abuelo. Sabía también que Santi estaba muy ocupado con Ava y Marian, pero tenía fe que conseguirían hacerlo funcionar.
—Serás la segunda persona a la que le envíe un mensaje cada mañana, después de mi asistente, lo prometo —Neil solía bromear diciéndole a Brenda que era la persona en quien pensaba todos los días al levantarse, pero era verdad. Ahora, se estaba obligando a hacer lo mismo con Santi. Como si él necesitara más excusas para tenerlo siempre en sus pensamientos—. ¿Quieres probar una vez más?
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Neil
A Santi le gustaba mucho escuchar a Neil hablar de tácticas. A él en lo personal todo eso le fascinaba. Empezaba a plantearse si su futuro iba a estar ahí. Nunca había imaginado la vida sin fútbol, pero la vida laboral de un futbolista profesional tenía una fecha de caducidad muy temprana. Pero era una idea que todavía no se había atrevido a compartir con nadie.
—Redmayne es bastante abierto a escuchar opiniones —comentó, alguna vez le había hecho observaciones y había recibido una mirada seria y pensativa de regreso—. Al menos antes, ahora no me atrevería a decirle nada.
La verdad era que su relación con Redmayne no había sido la mejor en el último tiempo. Desde que le dijo que pensaba marcharse se había puesto muy frío y distante, y cuando fue el escándalo de Marian le dijo que si la directiva lo renovaba él no podía hacer nada.
No había sido lo más alentador, menos cuando le pidió permiso para saltarse la pretemporada para quedarse con su nueva hija y su madre muribunda.
—Pero tú eres su favorito, seguro te hace caso—añadió, dispuesto a mantener el buen humor de la conversación.
Neil se estaba esforzando en anirmarlo, así que iba a intentar no caer en el ánimo sombrío, en especial porque después del entrenamiento debía regresar rápido a casa para ver qué había pasado en su ausencia.
—Claro que quiero probar de nuevo, confío en que lo lograremos al menos una vez hoy.
Le sonrió, dispuesto a empezar a correr. Le gustaba esto. Trabajar con Neil, tener un objetivo en común, sentir que era parte del equipo de nuevo...
El fútbol era parte de él, le hacía realmente bien.
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Neil se sintió un poco incómodo cuando Santi dijo que ahora él era el favorito de Redmayne. Sabía que Santi no lo estaba diciendo con mala intención, pero no podía evitar pensar que era una forma de expresar que la relación de su amigo con el entrenador estaba tensa. Neil no se engañaba, sabía que era difícil que se recuperara del todo, que volviera a ser exactamente como antes. Después de todo, Santi sí que había llegado a negociar con otros equipos, Redmayne ya no lo había visto fuera del Arsenal y había empezado a armar un equipo sin pensar en su mejor jugador. ¿Cómo se volvía de eso?
Se decía a sí mismo que, como capitán, debía preocuparse de esas cosas. Pero Neil no podía mentirse tanto a sí mismo. Esto lo hacía por amor a Santi primero y después por la estabilidad del equipo. A estas alturas de su vida no iba a autoengañarse.
—Primero tenemos que lograrlo y después veremos con calma de hablar con Redmayne… —comentó con una sonrisa, mientras le mostraba a Santi el balón que tenía entre las manos y le hacía una señal para que avanzara hacia el otro lado de la cancha.
Neil esperó unos segundos, que Santi cruzara la mitad de la cancha y entonces dejó caer el balón al suelo, preparándose para patear. Se sintió con suerte, pues la pelota se elevó justo como él quería, avanzando como un cañón que se dirigía en dirección a Santi. Contuvo la respiración, porque juraría que la curva era casi perfecta, pero, entonces, contra todo pronóstico, vio que Santi perdió el equilibrio y acabó sobre el pasto. Soltó un respingo, pues eso no era propio de Santi.
Apresuró el paso, lo mejor que pudo, para darle alcance. Corrió hasta Santi, quien todavía estaba en el suelo, contra el pasto. Neil se inclinó hacia él, a punto de preguntarle si estaba bien, pero no tardó en darse cuenta de que Santi, incluso tirado en el césped, estaba sonriendo.
Neil suspiró, sintiéndose un idiota por haberse alarmando inútilmente.
—Bueno, veo que te parece muy gracioso, incluso si mi tiro era perfecto. No sé si se repetirá tan fácil.
Se decía a sí mismo que, como capitán, debía preocuparse de esas cosas. Pero Neil no podía mentirse tanto a sí mismo. Esto lo hacía por amor a Santi primero y después por la estabilidad del equipo. A estas alturas de su vida no iba a autoengañarse.
—Primero tenemos que lograrlo y después veremos con calma de hablar con Redmayne… —comentó con una sonrisa, mientras le mostraba a Santi el balón que tenía entre las manos y le hacía una señal para que avanzara hacia el otro lado de la cancha.
Neil esperó unos segundos, que Santi cruzara la mitad de la cancha y entonces dejó caer el balón al suelo, preparándose para patear. Se sintió con suerte, pues la pelota se elevó justo como él quería, avanzando como un cañón que se dirigía en dirección a Santi. Contuvo la respiración, porque juraría que la curva era casi perfecta, pero, entonces, contra todo pronóstico, vio que Santi perdió el equilibrio y acabó sobre el pasto. Soltó un respingo, pues eso no era propio de Santi.
Apresuró el paso, lo mejor que pudo, para darle alcance. Corrió hasta Santi, quien todavía estaba en el suelo, contra el pasto. Neil se inclinó hacia él, a punto de preguntarle si estaba bien, pero no tardó en darse cuenta de que Santi, incluso tirado en el césped, estaba sonriendo.
Neil suspiró, sintiéndose un idiota por haberse alarmando inútilmente.
—Bueno, veo que te parece muy gracioso, incluso si mi tiro era perfecto. No sé si se repetirá tan fácil.
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Neil
Santi odiaba caerse. Lo odiaba porque se sentía tonto e inútil cuando le pasaba, pero esto no le había pasado en un entrenamiento frente a todo el equipo, sino con Neil, por ir viendo hacia arriba esperando el balón, y haberse emocionado al parecerle un tiro perfecto.
Era una torpeza pero no era tan terrible.
Le sorprendió que Neil viniera hacia él tan rápido, pero lo encontró riéndose y no pudo evitar el impulso de estirar los brazos para tirar de él hacia el césped.
Era un gesto infantil, tonto incluso, pero se estaba riendo por primera vez en días y Neil era quien había causado esto.
—¡Era un tiro perfecto! —le confirmó—. Pronto no tendré que intentar ver el balón, va a caer justo donde lo esté esperando.
Se sentía optimista. Eso era inusual en él. Bastante inusual.
—Claro que volverá a repetirse, Neil, eres capaz de dominar lo que quieras—le reafirmó.
Río mientras se recostaba en el césped de nuevo, después de tirar de Neil y hacerlo caer. Estaba cansado de las largas carreras y si ahora Neil quería vengarse por hacerlo caer, podía hacerlo.
Se estaba portando como un niño, debería darle vergüenza. Tal vez era consecuencia de tener una niña en casa.
Esperaba que Neil no se enojara, o tendría que disculparse con él.
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Santi tiró de él con firmeza, tomando a Neil desprevenido y provocando que éste acabara en el césped. Su amigo seguía riéndose y parecía haberse quitado de encima ese peso lúgubre que cargaba consigo estas últimas semanas. Neil, desde donde estaba, podría haber estirando el brazo para tomarle el rostro. Sólo un movimiento sencillo, porque estaban más cerca de la cuenta.
Pero Neil, por supuesto, conocía sus propios límites.
Así que decidió quedarse sobre el pasto, acomodándose de espaldas contra el césped y fijándose en el cielo despejado que estaba sobre ellos. Inspiró hondo, quitándose los guantes sin cambiar de postura.
—Gracias por la fe, Santi. Últimamente tengo la sensación de que nada de lo que hago sale bien… —suspiró de pronto, en un arrebato de honestidad. No se fijó en Santi, sino que siguió mirando hacia el cielo por un instante—: Por querer complacer al abuelo, me peleé con papá. Mis hermanos están muy sensibles por todo esto que está pasando y no hay nada que pueda hacer al respecto. Mamá… no dejan de salir notas en las revistas diciendo que está saliendo con un banquero suizo. Ella dice que no es nada serio, pero cuando intenté indagar más es como encontrarse con un muro.
Neil suspiró, sintiéndose un poco estúpido. Se suponía que estaban allí para olvidarse de los problemas. Pero estaba recostado en el césped y la baja de adrenalina había aflorado sus sentimientos.
Se humedeció los labios, y entonces sí que se fijó en Santi. Tenía una expresión indescifrable y lo miró con tristeza.
—Lo siento, no era mi intención volver la conversación deprimente —dijo con una media sonrisa—. Las cosas que escapaban a mi control son lo peor, por eso necesito que vuelva la temporada deportiva. El fútbol… el fútbol siempre está en mi control. Y no importa lo que pase antes o después, durante noventa minutos no hay ningún problema que me atormente. Lo único que importa es que el balón no entre en la portería.
Miró a Santi, a punto de preguntarle si no le pasaba también. Pero Neil creyó que era redundante, pues lo sabía: a Santi le pasaba bien, lo sabía bien.
Pero Neil, por supuesto, conocía sus propios límites.
Así que decidió quedarse sobre el pasto, acomodándose de espaldas contra el césped y fijándose en el cielo despejado que estaba sobre ellos. Inspiró hondo, quitándose los guantes sin cambiar de postura.
—Gracias por la fe, Santi. Últimamente tengo la sensación de que nada de lo que hago sale bien… —suspiró de pronto, en un arrebato de honestidad. No se fijó en Santi, sino que siguió mirando hacia el cielo por un instante—: Por querer complacer al abuelo, me peleé con papá. Mis hermanos están muy sensibles por todo esto que está pasando y no hay nada que pueda hacer al respecto. Mamá… no dejan de salir notas en las revistas diciendo que está saliendo con un banquero suizo. Ella dice que no es nada serio, pero cuando intenté indagar más es como encontrarse con un muro.
Neil suspiró, sintiéndose un poco estúpido. Se suponía que estaban allí para olvidarse de los problemas. Pero estaba recostado en el césped y la baja de adrenalina había aflorado sus sentimientos.
Se humedeció los labios, y entonces sí que se fijó en Santi. Tenía una expresión indescifrable y lo miró con tristeza.
—Lo siento, no era mi intención volver la conversación deprimente —dijo con una media sonrisa—. Las cosas que escapaban a mi control son lo peor, por eso necesito que vuelva la temporada deportiva. El fútbol… el fútbol siempre está en mi control. Y no importa lo que pase antes o después, durante noventa minutos no hay ningún problema que me atormente. Lo único que importa es que el balón no entre en la portería.
Miró a Santi, a punto de preguntarle si no le pasaba también. Pero Neil creyó que era redundante, pues lo sabía: a Santi le pasaba bien, lo sabía bien.
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Santi sintió como la risa moría lentamente en su pecho, pero se snetía más ligero y liberado de lo que había estado en los últimos tiempos. Por un momento se sentía de vuelta en la plaza por su casa cuando era niño, cuando jugaba con Félix y Matías y de alguna forma terminaban rodando y peleando por cualquier tontería en el césped.
En esa época era tan feliz.
Neil, sin embargo, parecía que había tomado aquel momento en lugar de con risa y ligeresa, como un momento de catarsis emocional. Santi arqueó las cejas ante la idea de que no le saliera nada bien, porque si a alguien le salía todo bien siempre era a Neil. Un campeón del mundo. Ni más ni menos.
Se giró, apoyando el codo en el césped para descansar la cabeza en su mano, y mirar a Neil mientras hablaba. No era usual que hablara con tanta fluidez sobre sus emociones y lo que le pasaba. Por algo Santi dudaba a veces si preguntarle. Ahora, de repente, se sentía como un privilegiado de escucharlo hablar de esa manera.
Pero no tenía idea de qué decir de vuelta.
—No te disculpes —dijo finalmente, optando por ser sincero y rezando por no arrepentirse por ello después, que no fuera un error decirlo—. Te agradezco que me tengas tanta confianza como para decirme esas cosas.
Le dedicó una media sonrisa, pero desvió la mirada, intimidado.
—No puedo mejorar las cosas con tu familia... pero el fútbol, eso sí puedo dártelo. Haré lo posible porque Redmayne me ponga a jugar y jugar los mejores partidos del mundo juntos. Noventa minutos en los que todo nos salga bien—le ofreció.
Ahora sí que se atrevió amirarlo, porque eso sí lo podía decir con seguridad.
—Y todos los entrenamientos que quieras, cuenta conmigo—añadió.
Tal vez sí había encontrado lo correcto para decir. Al menos eso esperaba.
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08:45HRS
Neil
Neil no podía evitar pensar que estaban cerca. Demasiado cerca. La voz de Santi no sólo sonaba sincera, sino que con el paso del tiempo llevaba reconociendo los distintos tonos que él usaba. Había un tono de voz reservado para Redmayne, otro para los fans, un poco más distante y reservado. Pero cuando hablaba con él, o con Darien, la voz de Santi sonaba relajada, como si de verdad pudiera ser él mismo. Neil llevaba muchos años de su vida soñando con ese tono de voz de Santi.
Pronunció la sonrisa cuando lo escuchó. Neil por lo general reprimía no sólo sus comentarios, sino también sus propios sentimientos. Llevaba haciéndolo con Santi casi la mitad de su vida, pero también con sus hermanos, a quienes quería seguir cuidando a pesar de que ya tenían edades suficientes para cuidar de sí mismo. Sabía que eso no estaba bien, pero era complicado comportarse diferente luego de funcionar toda la vida de una manera.
—Normalmente no hablo demasiado de mis sentimientos. Creo que desde el divorcio de mis padres no he hecho más que tratar de solucionar cosas que en realidad nunca han estado en mi control, es como si todavía me estuviera tratando de disculpar por algo que nunca hice… —suspiró Neil, flexionando las rodillas y abrazándose a ambas piernas, mientras volvía de nuevo la vista hacia Santi—: ¿Sabes lo que quiero decir?
Al menos, los dos parecían coincidir en que el fútbol volvería y entonces todo mejoraría. Al menos hasta que vieran la primera alineación de Redmayne. Conocía al entrenador lo suficiente para saber que haría sufrir a Santi por unos cuantos partidos. Tampoco tenía idea de cómo la hinchada se tomaría volver a ver a Santi titular luego de que había un gran sector de la gente que había empezado a llamarlo traidor.
Definitivamente que el inicio de la temporada por lo menos prometía mantenerlos entretenidos. Seguro que Neil no iba a encontrar tiempo para preocuparse por nada más. Eso era un consuelo, considerando cómo estaban las cosas en casa.
—Gracias Santi, no creas que… eres una de las personas en las que más confío, es sólo que la mayoría de las veces no quiero molestar a nadie —decidió decirle, encogiéndose de hombros, un poco apenado por semejante confesión—. Pero estoy de acuerdo contigo, el fútbol lo mejorará todo. Es una lástima que nuestro primer partido sea de visita, hay que asegurar un triunfo categórico para que nos reciban en casa por todo lo alto la próxima fecha.
Sabía que empezar ganando no significaba nada de cara al cierre de la temporada, pero sí que dictaba hacia dónde irían los ánimos los siguientes partidos. Eso era mucho más importante que cualquier otra cosa. Santi también lo sabía.
Pronunció la sonrisa cuando lo escuchó. Neil por lo general reprimía no sólo sus comentarios, sino también sus propios sentimientos. Llevaba haciéndolo con Santi casi la mitad de su vida, pero también con sus hermanos, a quienes quería seguir cuidando a pesar de que ya tenían edades suficientes para cuidar de sí mismo. Sabía que eso no estaba bien, pero era complicado comportarse diferente luego de funcionar toda la vida de una manera.
—Normalmente no hablo demasiado de mis sentimientos. Creo que desde el divorcio de mis padres no he hecho más que tratar de solucionar cosas que en realidad nunca han estado en mi control, es como si todavía me estuviera tratando de disculpar por algo que nunca hice… —suspiró Neil, flexionando las rodillas y abrazándose a ambas piernas, mientras volvía de nuevo la vista hacia Santi—: ¿Sabes lo que quiero decir?
Al menos, los dos parecían coincidir en que el fútbol volvería y entonces todo mejoraría. Al menos hasta que vieran la primera alineación de Redmayne. Conocía al entrenador lo suficiente para saber que haría sufrir a Santi por unos cuantos partidos. Tampoco tenía idea de cómo la hinchada se tomaría volver a ver a Santi titular luego de que había un gran sector de la gente que había empezado a llamarlo traidor.
Definitivamente que el inicio de la temporada por lo menos prometía mantenerlos entretenidos. Seguro que Neil no iba a encontrar tiempo para preocuparse por nada más. Eso era un consuelo, considerando cómo estaban las cosas en casa.
—Gracias Santi, no creas que… eres una de las personas en las que más confío, es sólo que la mayoría de las veces no quiero molestar a nadie —decidió decirle, encogiéndose de hombros, un poco apenado por semejante confesión—. Pero estoy de acuerdo contigo, el fútbol lo mejorará todo. Es una lástima que nuestro primer partido sea de visita, hay que asegurar un triunfo categórico para que nos reciban en casa por todo lo alto la próxima fecha.
Sabía que empezar ganando no significaba nada de cara al cierre de la temporada, pero sí que dictaba hacia dónde irían los ánimos los siguientes partidos. Eso era mucho más importante que cualquier otra cosa. Santi también lo sabía.
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Neil
Pasar toda la vida disculpándose por algo que nunca hizo.
Santi sabía lo que era eso. Él no había lesionado a Matías a propósito. En serio que no, aunque en algún momento él mismo se lo había preguntado. ¿Lo había hecho, quizás inconscientemente? Sabía que no, per no había dejado de sentirse culpable toda la vida y había actuado en consecuencia. Expiando algo que no había hecho.
Pero no, en realidad no parecía ser lo mismo de lo que estaba hablando Neil. En el divorcio de sus padres no había absolutamente nada que pudiera haber hecho o no Neil para impedir que sucediera. Además, por lo que sabía hasta ahora del padre de Neil no parecía extraño que alguien se quisiera divorciar de él.
No sabía qué había hecho para ganarse la confianza de Neil, pero estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para estar a la altura.
Se incorporó, sentándose en la gramilla.
—Puedes estar seguro de que a mí nunca me molestas —dijo, consciente de que él sí que molestaba, todo el tiempo, más desde que Marian había aparecido en escena—. Además, vamos a tener que entrenar mucho para asegurar la temporada, así que tendremos tiempo de sobra para hablar.
Se levantó y extendió una mano hacia Neil para ayudarlo a levantarse.
—¿Quieres que probemos un rato más o ya prefieres descansar antes de que llegue el resto del equipo?—preguntó, consciente de que era él quien había interrumpido su práctica.
Dentro de la cancha todo era más simple. Si por él fuera extendería el tiempo allí adentro indefinidamente, antes de regresar a los problemas de la vida cotidiana.
Empezaba a entender que quizá para Neil era igual.
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Neil
Neil pronunció la sonrisa cuando escuchó a Santi reafirmarle que no le molestaba que le contara sobre sus problemas. Era un alivio escucharlo, aunque probablemente el peor momento para escucharlo, pues ahora Santi sí que tenía problemas. Todavía no habían vuelto a hablar de su boda, a la que Santi le había pedido que fuera su padrino. Él seguía creyendo que era lo mejor para proteger a Marian y también cumplir con la voluntad de Ava.
Cuando lo había comentado con Darien, éste insistía en que había otras formas. Era lógico que estuviera preocupado con qué pasaría cuando eso se filtrara a la prensa. Cuando Redmayne lo supiera, de seguro también iba a preocuparse. De hecho, Neil no estaba seguro si mejor sugerirle a Santi que se lo dijera de antemano al entrenador. Sí era cierto que se trataba de su vida privada, pero Redmayne a veces se tomaba demasiado a pecho las noticias que afectaban al equipo.
Era posible que, con el tema de su abuelo y la nueva paternidad de Santi, el Arsenal ocupara demasiado los tabloides los próximos meses. Seguro que Redmayne estaría furioso por ello.
—Hay que entrenar de más, Redmayne no nos va a perdonar si no peleamos por el título hasta la última fecha —comentó con una sonrisa, mientras tomaba la mano de Santi para ponerse de pie. La campaña pasada habían luchado hasta el final, lo mínimo que esperaba la afición era que intentaran repetir la hazaña—. Como mínimo tenemos que llevarnos la FA Cup o sino Redmayne nos va a empalar a todos alrededor del estadio.
Neil estaba a punto de decirle que retomaran la práctica, pero entonces escuchó voces desde la otra parte de la cancha. Darien estaba haciendo un escándalo porque la puerta estaba cerrada y, al parecer, no sabía cómo destrabarla. De seguro estaba demasiado dormido todavía, o pensando en los mensajes que seguramente Eleanor le había dejado esta mañana.
Frunció el ceño y miró a Santi, dedicándole un gesto cómplice.
—Bueno, creo que Darien no sólo se le olvidó cómo abrir una puerta, sino que también se quedó sin despertador. ¿Lo ponemos a correr la cancha diez veces como castigo? —dijo, mirando a Santi, quien también tenía el ceño fruncido. Santi nunca llegaba tarde a los entrenamientos y siempre se frustraba cuando alguien llegaba aunque fuera un solo minuto tarde.
De seguro el pobre Darien iba a llevarse una reprimenda terrible.
Cuando lo había comentado con Darien, éste insistía en que había otras formas. Era lógico que estuviera preocupado con qué pasaría cuando eso se filtrara a la prensa. Cuando Redmayne lo supiera, de seguro también iba a preocuparse. De hecho, Neil no estaba seguro si mejor sugerirle a Santi que se lo dijera de antemano al entrenador. Sí era cierto que se trataba de su vida privada, pero Redmayne a veces se tomaba demasiado a pecho las noticias que afectaban al equipo.
Era posible que, con el tema de su abuelo y la nueva paternidad de Santi, el Arsenal ocupara demasiado los tabloides los próximos meses. Seguro que Redmayne estaría furioso por ello.
—Hay que entrenar de más, Redmayne no nos va a perdonar si no peleamos por el título hasta la última fecha —comentó con una sonrisa, mientras tomaba la mano de Santi para ponerse de pie. La campaña pasada habían luchado hasta el final, lo mínimo que esperaba la afición era que intentaran repetir la hazaña—. Como mínimo tenemos que llevarnos la FA Cup o sino Redmayne nos va a empalar a todos alrededor del estadio.
Neil estaba a punto de decirle que retomaran la práctica, pero entonces escuchó voces desde la otra parte de la cancha. Darien estaba haciendo un escándalo porque la puerta estaba cerrada y, al parecer, no sabía cómo destrabarla. De seguro estaba demasiado dormido todavía, o pensando en los mensajes que seguramente Eleanor le había dejado esta mañana.
Frunció el ceño y miró a Santi, dedicándole un gesto cómplice.
—Bueno, creo que Darien no sólo se le olvidó cómo abrir una puerta, sino que también se quedó sin despertador. ¿Lo ponemos a correr la cancha diez veces como castigo? —dijo, mirando a Santi, quien también tenía el ceño fruncido. Santi nunca llegaba tarde a los entrenamientos y siempre se frustraba cuando alguien llegaba aunque fuera un solo minuto tarde.
De seguro el pobre Darien iba a llevarse una reprimenda terrible.
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08:45HRS
Neil
Neil se levantó con esa habilidad y fluidez que solo tenían los porteros. Cuando llamó su atención sobre la puerta vio a Darien bromeando con uno de los trabajadores del estadio que le estaba abriendo la puerta para que pasara.
—Apenas cumpliría un castigo de Redmayne, no es como que nos va a hacer caso —replicó. A veces se preguntaba cómo sería ser entrenador y tener aquel poder hasta sobre los jugadores m[as rebeldes—. Pero no tendrá los beneficios de haber entrenador desde antes hoy.
Realmente se sentía mucho mejor después de pasar ese rato entrenando con Neil. Se sentía casi como jugar, volver a disfrutar del fútbol porque sí, disfrutando cada balón, cada pase, incluso cada fallo.
Había disfrutado tanto aquel rato que había olvidado por momentos todo el caos que vivía en casa. Una hija que no terminaba de reconocerlo como un padre, con tan solo unas semanas de conocerlo. Una prometida moribunda por la que no sentía nada más que pena y el sentido del deber. Y una madre que se preocupaba por todos ellos a la vez.
Incluso había olvidado hablar con Neil de las fechas para la boda. Iba siendo hora de resolver eso, aunque tal vez sí que debería hablarlo con Redmayne antes, aunque arruinara sus posibilidades de ser titular a inicio de temporada.
En el eventual caso de que le quedara alguna posibilidad para eso.
—Podemos mortificarlo co que tenemos un secreto del que no se enteró por no venir temprano—propuso con una sonrisa traviesa.
Era muy infantil, sí, pero con Darien ese tipo de cosas funcionaba.
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23:30HRS
Neil
El ambiente en la habitación era terrible. Neil ya no sabía cómo acomodarse en la cama o cómo pretender que todo estaba bien, cuando Santi estaba dando vueltas en la otra cama. No estaba seguro qué le había dolido más a Santi, si haber perdido el partido, empezar el mismo desde la banca o que cuando entró en el segundo tiempo la hinchada del Newcastle lo abucheó estrepitosamente.
Neil hubiera preferido que todos subieran en el bus para ir de regreso a Londres, pero el partido era en la noche y Redmayne les había dicho que tenían reunión todos mañana a primera hora, antes de irse. Empezar la temporada perdiendo era una pesadilla y Neil, experto en revivir momentos, estaba preguntándose si su estado de ánimo sí acabaría por afectar su rendimiento esta temporada.
—Santi… —Neil, armándose de valor, se giró en su dirección. Santi estaba recostado boca arriba, tenía la mirada fija en el techo. Neil no sabía si eso hacía las cosas más fáciles o decididamente más difíciles—. Mañana hay que estar despiertos, como mínimo, antes de las siete. Creo que me haré un té para dormir. ¿No quieres uno para ti?
Se sintió realmente estúpido cuando dijo aquello, pues por la postura de Santi, sabía que éste podía tirarle en la cara su taza de té. Sabía que su amigo no haría un desplante como aquel, peor seguro que no le importaba su inútil ofrecimiento. Debería de estar pensando, además del partido, de las notas que sacaría la prensa mañana.
Se habían ensañado con él al enterarse de su boda con Ava. La situación parecía tan crítica que hasta Darien, quien era el que usualmente veía el lado positivo de las cosas, estaba preocupado. Neil había firmado el documento que legalizaba el matrimonio de Santi con la madre de su hija y todavía no sabía cómo sentirse. Esa noche había tenido náuseas y tuvo que valerse de un somnífero para poder dormir.
Aunque estaba tratando de ser racional al respecto, no dejaba de pensar que Santi ahora estaba casado. Esa idea le seguía escociendo en el pecho.
Neil hubiera preferido que todos subieran en el bus para ir de regreso a Londres, pero el partido era en la noche y Redmayne les había dicho que tenían reunión todos mañana a primera hora, antes de irse. Empezar la temporada perdiendo era una pesadilla y Neil, experto en revivir momentos, estaba preguntándose si su estado de ánimo sí acabaría por afectar su rendimiento esta temporada.
—Santi… —Neil, armándose de valor, se giró en su dirección. Santi estaba recostado boca arriba, tenía la mirada fija en el techo. Neil no sabía si eso hacía las cosas más fáciles o decididamente más difíciles—. Mañana hay que estar despiertos, como mínimo, antes de las siete. Creo que me haré un té para dormir. ¿No quieres uno para ti?
Se sintió realmente estúpido cuando dijo aquello, pues por la postura de Santi, sabía que éste podía tirarle en la cara su taza de té. Sabía que su amigo no haría un desplante como aquel, peor seguro que no le importaba su inútil ofrecimiento. Debería de estar pensando, además del partido, de las notas que sacaría la prensa mañana.
Se habían ensañado con él al enterarse de su boda con Ava. La situación parecía tan crítica que hasta Darien, quien era el que usualmente veía el lado positivo de las cosas, estaba preocupado. Neil había firmado el documento que legalizaba el matrimonio de Santi con la madre de su hija y todavía no sabía cómo sentirse. Esa noche había tenido náuseas y tuvo que valerse de un somnífero para poder dormir.
Aunque estaba tratando de ser racional al respecto, no dejaba de pensar que Santi ahora estaba casado. Esa idea le seguía escociendo en el pecho.
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23:30HRS
Santi
Había temido mucho la llegada de ese día, y todo había resultado peor de lo que había pensado. No le había tomado por sorpresa que Redmayne lo dejara en la banca, pero había fantaseado que en caso de que le permitiera entrar de cambio lograría marcar la diferencia. O empezaría a mejorar su relación con el público, o el equipo... o el mismo Redmayne.
Pero no. Todo lo contrario.
El público lo había abucheado. No había tenido ni un tiro directo al arco. Redmayne estaba furioso con todos.
Tal vez todo esto era un error. Quizá debió haber seguido con su fichaje, marcharse lejos y pasar una mensualidad a la familia d eMarian por cuidarla. ¿Qué le había hecho pensar que podría convertirse en un padre y lidiar con todo lo que había venido con eso?
Al menos Redmayne lo había dejado compartir habitación con Neil. No podía lidiar con alguien más en ese momento. Ni con personas que lo juzgaran ni con personas que buscaran su consuelo. Sin embargo, Neil parecía tan inquieto como él mismo. Lo sorprendió cuando le ofreció un té. No creía que una bebida caliente mejorara nada, pero no iba a lograr dormirse de cualquier forma.
—Gracias —replicó—. Un té estará bien. No se me hubiera ocurrido.
Lo miró con atención. Neil estaba pasando cosas peores que él. Su abuelo no parecía mejorar, y la relación con su padre tampoco estaba en los mejores términos. Había estado esperando con ilusión el inicio de la temporada, pero no parecía traer nada de la paz y relajación que habían esperado.
—No fue el inicio de temporada que me hubiera gustado —dijo con tono avergonzado.
Realmente quisiera haber podido hacer algo para resolver el partido. Pero la verdad era que no estaba al nivel todavía. No sabía cómo lo estaría.
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Neil
Neil suspiró aliviado cuando Santi aceptó el té. Se levantó con cuidado de la cama y caminó hacia la cafetera para calentar agua. Había una caja de tés en la habitación porque Neil lo había pedido, pues todas las mañanas tomaba una taza de té caliente antes de empezar el día. Recordaba perfectamente cuando le dijo a Amy si podían poner eso en sus contratos y si no le parecía nada demasiado exigente, a lo que su agente respondió con una sonora carcajada.
En ese entonces era muy joven, por supuesto, y no podía dimensionar la cantidad de peticiones absurdas que hacían los futbolistas de alto calibre. Asegurarse de que él tuviera té caliente todas las mañanas, era una completa nimiedad.
Sacó los paquetes de té y decidió que le daría a Santi su sabor favorito. No le preguntaría, asumiría el riesgo de ofrecerle el sabor que más le gustaba a él.
—Voy a hacerte té de frutilla… —dijo Neil, mientras sacaba las bolsitas de té de su empaque con mucho cuidado. Estaba dándole la espalda a Santi, eso hacía las cosas más fáciles para él—. Es mi favorito. Sé que el de manzanilla es más popular, pero prometo que te gustará.
No estaba seguro por qué estaba tan convencido, quizás esa noche se sentía un poco valiente, a pesar de las circunstancias. Suspiró hondo cuando escuchó la mención a Santi de lo mal que había empezado la temporada.
Neil creía que el verdadero problema era que tenían muchas expectativas, dada la forma en que habían cerrado la temporada pasada. Pero lo que pasó en medio fue demasiado duro, si lo pesaban fríamente, no había nada que reprochar ni nada de qué sorprenderse.
—Creo que todos estamos de acuerdo con eso… —comentó Neil, mientras sacaba las tazas y luego los paquetes de azúcar—. Quizás debimos empezar jugando en el Emirates. Tenemos una semana para corregir cosas. Si lo pensamos con calma, es mejor perder en el primer partido que en los últimos de la temporada—. ¿Vas a querer algo de azúcar, Santi?
Neil por fin se ladeó hacia él, buscándolo con la mirada. La postura de Santi era de derrota total, eso le encogió el estómago. No le gustaba verlo así, mucho menos con todo lo que estaba viviendo en casa. Ahora Santi era, se lo recordaba todos los días, un hombre casado. Aquella idea lo atormentaba, sobre todo porque no se suponía que debía lamentarse de esto. Ava estaba muriéndose y era la madre de su hija. ¿Cómo iba Santi a abandonarla?
El problema, lo que de verdad le hería, era que eso era un recordatorio para él. Santi, eventualmente, formaría una familia de verdad. Él no tenía un espacio allí.
En ese entonces era muy joven, por supuesto, y no podía dimensionar la cantidad de peticiones absurdas que hacían los futbolistas de alto calibre. Asegurarse de que él tuviera té caliente todas las mañanas, era una completa nimiedad.
Sacó los paquetes de té y decidió que le daría a Santi su sabor favorito. No le preguntaría, asumiría el riesgo de ofrecerle el sabor que más le gustaba a él.
—Voy a hacerte té de frutilla… —dijo Neil, mientras sacaba las bolsitas de té de su empaque con mucho cuidado. Estaba dándole la espalda a Santi, eso hacía las cosas más fáciles para él—. Es mi favorito. Sé que el de manzanilla es más popular, pero prometo que te gustará.
No estaba seguro por qué estaba tan convencido, quizás esa noche se sentía un poco valiente, a pesar de las circunstancias. Suspiró hondo cuando escuchó la mención a Santi de lo mal que había empezado la temporada.
Neil creía que el verdadero problema era que tenían muchas expectativas, dada la forma en que habían cerrado la temporada pasada. Pero lo que pasó en medio fue demasiado duro, si lo pesaban fríamente, no había nada que reprochar ni nada de qué sorprenderse.
—Creo que todos estamos de acuerdo con eso… —comentó Neil, mientras sacaba las tazas y luego los paquetes de azúcar—. Quizás debimos empezar jugando en el Emirates. Tenemos una semana para corregir cosas. Si lo pensamos con calma, es mejor perder en el primer partido que en los últimos de la temporada—. ¿Vas a querer algo de azúcar, Santi?
Neil por fin se ladeó hacia él, buscándolo con la mirada. La postura de Santi era de derrota total, eso le encogió el estómago. No le gustaba verlo así, mucho menos con todo lo que estaba viviendo en casa. Ahora Santi era, se lo recordaba todos los días, un hombre casado. Aquella idea lo atormentaba, sobre todo porque no se suponía que debía lamentarse de esto. Ava estaba muriéndose y era la madre de su hija. ¿Cómo iba Santi a abandonarla?
El problema, lo que de verdad le hería, era que eso era un recordatorio para él. Santi, eventualmente, formaría una familia de verdad. Él no tenía un espacio allí.
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23:30HRS
Santi
Siguió con atención los movimientos de Neil. Le llamaba la atención que hubiera pedido tener té en las habitación, incluso de sabores variados. Santi nunca había llegado a aficionarse al té a pesar de la cantidad de años que tenía en Inglaterra, pero se había acostumbrado a tomarlo.
Además, la gente realmente parecía pensar que el té hacía que uno se sintiera mejor.
Neil lo hacía con mucha naturalidad, estaba acostumbrado a preparárselo. Cuando Santi había llegado a la escuela del Arsenal y los demás solían molestar a Neil por tener dinero y tener chofer, Santi había imaginado que él nunca tenía que alistarse nada. Pero la verdad era que Neil era bastante autosuficiente.
A Santi le había tocado en Turquía aprender a sobrevivir solo, y si se hubiera marchado a Barcelona habría estado de nuevo en ese proceso.
—El té de manzanilla es para cuando uno está enfermo —replicó—. El de frutillas suena mejor.
Se encogió de hombros. Tampoco era muy bueno distinguiendo los sabores especiales de los té.
—Supongo que tienes razón, suelo ser muy egoísta en estas cosas... todos perdimos, así que supongo que todos nos sentimos así —se corrigió—. No, no tomo azúcar.
Solo tomaba la cantidad de azúcar que el nutricionista le había dicho que era indispensable. Su padre había tenido problemas de azúcar y no quería tenerlos también. Además, temía que afectaran su rendimiento.
Las pérdidas siempre eran un momento amargo. Nunca se le había dado bien perder, pero mucho menos había estado acostumbrado a estar en un puesto de tanta desventaja con respecto a sus compañeros. Santi sabía ser una estrella, no un suplente.
—Tal vez no soy bueno para entrar desde la banca. Hay jugadores que saben cambiar un partido con solo ingresar. Yo... No tenía idea de qué estaba haciendo.
Otra vez estaba haciendo esto sobre él. Tenía que callarse y tomarse el té, eso era todo.
No debía ser tan difícil.
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23:30HRS
Neil
Neil soltó una carcajada cuando escuchó a Santi decir que el té de manzanilla era para los enfermos. Suponía que llevaba algo de razón, así que se sintió más confiado cuando puso la bolsa de té de frutillas sobre la taza llena de agua caliente. Neil sacó dos cucharas para ayudar a que las hierbas se disolvieran más rápido.
Por supuesto, Santi no sólo estaba frustrado porque habían perdido, sin porque él no pudo hacer nada para alterar el resultado. Neil lo comprendía, pues Santi era el tipo de jugador que estaba acostumbrado a cambiar los ritmos del partido y a hacer una diferencia en el resultado. Sin embargo, este inicio de temporada no se parecía en nada a la anterior. Para Santi, su vida había cambiado por completo y ahora era como si tuviera que ganarse de nuevo su lugar en el equipo.
Neil empezaba a preocuparse que eso también afectara el primer partido en el Emirates.
—Santi, sé que todo es muy difícil con todo lo que está pasando, pero por favor, si escuchas alguna vez las cosas que te digo, voy a pedirte que no seas tan duro contigo.
Neil llegó hacia la cama de Santi con dos tazas en la mano y le entregó a Santi la suya. Después de dudarlo por un instante, Neil se atrevió a sentarse al borde de la cama. Sabía que era una tontería, él y Santi compartían habitación con cierta regularidad. En una ocasión, Darien le dijo que él y Santi solían peleárselo porque era el mejor compañero de habitación, pero que no siempre tenían suerte.
Sin embargo, la expresión sombría de Santi, incluso cuando había aceptado de buena gana la taza de té, lo hacía sentir más nervioso de la cuenta. Neil no quería abusar de la confianza que había entre los dos, pero creía que Santi necesitaba escuchar algo esta noche.
—Creo que no te has dado cuenta todo lo que has pasado en los últimos meses —Neil se aseguró de decir meses en lugar de semanas, porque quería incluir la muerte de su padre. A Santi le había afectado muchísimo, no había terminado de recuperarse cuando llegaron las otras noticias—. No tienes que estar bien todo tiempo, a veces eso se refleja en la cancha. Date uno o dos partidos más antes de empezar a preocuparte.
Por supuesto, Santi no sólo estaba frustrado porque habían perdido, sin porque él no pudo hacer nada para alterar el resultado. Neil lo comprendía, pues Santi era el tipo de jugador que estaba acostumbrado a cambiar los ritmos del partido y a hacer una diferencia en el resultado. Sin embargo, este inicio de temporada no se parecía en nada a la anterior. Para Santi, su vida había cambiado por completo y ahora era como si tuviera que ganarse de nuevo su lugar en el equipo.
Neil empezaba a preocuparse que eso también afectara el primer partido en el Emirates.
—Santi, sé que todo es muy difícil con todo lo que está pasando, pero por favor, si escuchas alguna vez las cosas que te digo, voy a pedirte que no seas tan duro contigo.
Neil llegó hacia la cama de Santi con dos tazas en la mano y le entregó a Santi la suya. Después de dudarlo por un instante, Neil se atrevió a sentarse al borde de la cama. Sabía que era una tontería, él y Santi compartían habitación con cierta regularidad. En una ocasión, Darien le dijo que él y Santi solían peleárselo porque era el mejor compañero de habitación, pero que no siempre tenían suerte.
Sin embargo, la expresión sombría de Santi, incluso cuando había aceptado de buena gana la taza de té, lo hacía sentir más nervioso de la cuenta. Neil no quería abusar de la confianza que había entre los dos, pero creía que Santi necesitaba escuchar algo esta noche.
—Creo que no te has dado cuenta todo lo que has pasado en los últimos meses —Neil se aseguró de decir meses en lugar de semanas, porque quería incluir la muerte de su padre. A Santi le había afectado muchísimo, no había terminado de recuperarse cuando llegaron las otras noticias—. No tienes que estar bien todo tiempo, a veces eso se refleja en la cancha. Date uno o dos partidos más antes de empezar a preocuparte.
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Santi
Neil era tan bueno consolando... incluso cuando él también estaba sufriendo por lo mismo o algo peor. Santi le sonrió cuando se sentó en la orilla de su cama, y se acercó a él. No probó el té, pues estaba muy caliente, se limitó a moverlo para que se enfriara un poco.
Sin embargo, no era fácil escuchar sus palabras en ese momento. Cuando Neil dijo "meses", Santi pensó en la muerte de su padre y todo lo que había venido después. Una parte de él intentaba siempre procesar la muerte de su padre como algo que pertenecía a un momento anterior de su vida, pero la verdad era que seguía estando reciente.
Sintió un nudo en la garganta cuando le dijo que no se daba cuenta de todo lo que había pasado y que eso se reflejaba en la cancha. No lo había visto de esa forma. No lo había visto como un todo.
Parpadeó, conteniendo las lágrimas que querían venir a sus ojos. No era el momento ni el lugar para eso.
—Tengo que superar las cosas, y centrarme en el juego —replicó—. Los problemas no pueden entrar con uno a la cancha.
Aparte de haber perdido a su padre, había ganado una hija y una esposa moribunda. Había perdido su oportunidad de ser un fichaje estrella y había pasado a ser aceptado de vuelta por el Arsenal. Su vida era todo menos lo que había planeado alguna vez.
Levantó la mirada hacia Neil.
—Quisiera ser tan fuerte como tú —comentó—. No sé cómo te mantienes tan entero a pesar de todo.
Lo peor no era no poder dejar las cosas fuera de la cancha. El problema era que todo empezaba a resultar demasiado en todo momento. A ratos creía que iba a colapsar en cualquier momento. Le quitarían la custodia de Marian si no lograba estar en control... y si ni siquiera podía hacerlo en el fútbol que era lo suyo... ¿cómo lo haría en suv ida cotidiana?
—Ganaremos el próximo partido, tengo que asegurarme de ello.
Intentó ser optimista con su último comentario.
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23:30HRS
Neil
Aunque Santi había aceptado de buena gana la taza de té, Neil lo conocía lo suficiente para saber que seguía dándole vueltas a lo que le había dicho. Neil creía que él era una persona perfeccionista, pero Santi parecía empeñado en ganarle la partida, porque su problema era que no le gustaba permitirse errores y también tenía la dudosa cualidad de convertirse en el culpable de todo, incluso de las cosas que escapaban de su control.
Neil revolvió con cuidado su taza de té y luego sopló por unos segundos antes de dar el primer sorbo.
Casi se atragantó cuando escuchó a Santi decir que él era una persona fuerte. Neil no estaba seguro si debería reírse, porque entonces Santi se ofendería. Pero Neil no se consideraba una persona fuerte, de hecho, estaba convencido de que la mayoría del tiempo no tenía ni idea de qué estaba haciendo. Se sentía de esa manera desde el divorcio de sus padres.
Neil todavía recordaba con claridad esa tarde espantosa, donde Alphonse lo encontró sentado a la mitad de las escaleras de su casa, justo después de que su madre le dijera que iba a mudarse de regreso a Francia.
“Todo va a estar bien, Neil”. La frase de Alphonse se sintió tan real en ese momento, pero acabó siendo una mentira a largo plazo. Nada había estado bien desde entonces.
—Santi, la verdad es que la mitad del tiempo no tengo idea de qué estoy haciendo. Desde el divorcio de mis padres tuve que llenar como pude el vacío que dejó mamá para que Regina y Bruce, sobre todo Bruce, no acabara tan destruido como yo. Si no tuviera el fútbol, no sé qué habría sido de mí —Neil suspiró hondo, mientras recordaba el día en que Santi, justo después de decirle que se marchaba a Turquía, lo convenció para que no renunciara—. Gracias por obligarme a no renunciar. Fue el mejor consejo que nadie me dio en la vida.
Neil lo recordaba bien, como si hubiera sucedido ayer. Santi lo tomó de ambas manos y le dijo que, por favor, no se le ocurriera abandonar la filial del Arsenal. Porque era el mejor portero que había conocido y que tenía mucho potencial. Era una tarde lluviosa, Neil todavía podía escuchar las gotas de lluvia cayendo sobre el césped del estado y la expresión de Santi, apenas un adolescente, pidiéndole que se lo pensara.
—Lo siento, ¡qué nostálgico me puse! —dijo de pronto, encogiéndose de hombros—. El próximo partido es en casa, el Emirates nos recibirá bien. Será toda la motivación que necesites. Mantendré la portería a cero, te lo prometo.
Neil revolvió con cuidado su taza de té y luego sopló por unos segundos antes de dar el primer sorbo.
Casi se atragantó cuando escuchó a Santi decir que él era una persona fuerte. Neil no estaba seguro si debería reírse, porque entonces Santi se ofendería. Pero Neil no se consideraba una persona fuerte, de hecho, estaba convencido de que la mayoría del tiempo no tenía ni idea de qué estaba haciendo. Se sentía de esa manera desde el divorcio de sus padres.
Neil todavía recordaba con claridad esa tarde espantosa, donde Alphonse lo encontró sentado a la mitad de las escaleras de su casa, justo después de que su madre le dijera que iba a mudarse de regreso a Francia.
“Todo va a estar bien, Neil”. La frase de Alphonse se sintió tan real en ese momento, pero acabó siendo una mentira a largo plazo. Nada había estado bien desde entonces.
—Santi, la verdad es que la mitad del tiempo no tengo idea de qué estoy haciendo. Desde el divorcio de mis padres tuve que llenar como pude el vacío que dejó mamá para que Regina y Bruce, sobre todo Bruce, no acabara tan destruido como yo. Si no tuviera el fútbol, no sé qué habría sido de mí —Neil suspiró hondo, mientras recordaba el día en que Santi, justo después de decirle que se marchaba a Turquía, lo convenció para que no renunciara—. Gracias por obligarme a no renunciar. Fue el mejor consejo que nadie me dio en la vida.
Neil lo recordaba bien, como si hubiera sucedido ayer. Santi lo tomó de ambas manos y le dijo que, por favor, no se le ocurriera abandonar la filial del Arsenal. Porque era el mejor portero que había conocido y que tenía mucho potencial. Era una tarde lluviosa, Neil todavía podía escuchar las gotas de lluvia cayendo sobre el césped del estado y la expresión de Santi, apenas un adolescente, pidiéndole que se lo pensara.
—Lo siento, ¡qué nostálgico me puse! —dijo de pronto, encogiéndose de hombros—. El próximo partido es en casa, el Emirates nos recibirá bien. Será toda la motivación que necesites. Mantendré la portería a cero, te lo prometo.
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Santi
Que Neil pensara que no sabía lo que hacía, lo ponía ante sus ojos en un lugar todavía más admirable. Nunca sabía bien qué hacer, suponía que ofrecer un té era algo bastante efectivo bien pensado, pero no tenía esa opción ahora porque ambos tenían sendas tazas de té en sus manos.
Así que se acercó a Neil y chocó su hombro contra el de él suavemente.
—Habría sido una pérdida terrible para el fútbol que te hubieras retirado —replicó—. Me alegra haber colaborado para que te quedaras.
Muy internamente pensó en que en el fondo, Inglaterra le debía haber tenido al mejor portero del mundo para el mundial. Vaya que le debían algo grande ese montón de desagradecidos.
Pero no lo dijo porque eso no iba a animar a Neil.
—Ahora, que no sepas lo que haces pero al final siempre hagas lo correcto es más admirable todavía —le aseguró—. De grande quisiera ser como tú.
Sonrió ante su propia broma y tomó un sorbo de té. Estaba rico.
—Jugar en casa siempre es una ventaja.—añadió. —Y si mantienes la portería en cero no nos quedará más que hacer nuestra parte a los demás... en el hipotético caso de que me toque jugar.
No sabía si Redmayne fuera a ponerlo a jugar en el Emirates. Seguro que las gradas estarían llenas de gente llamándolo traidor por haber estado a punto de irse. No sería una cálida bienvenida lo que recibiría.
El Emiretes sería más hostil que nunca hacia él. No sabía si estaba preparado para eso. Marian quería que la llevara a un partido pero yale había pedido ayuda a Ava para quitarle esa idea de la cabeza. No iba a exponerla a eso.
Sabía que no era su persona favorita todavía, y escuchar a todo un estadio despreciarlo seguramente no ayudaría a que lo fuera. Eso si no empezaba a captar que la culpaban a ella de que Santi no se hubiera ido.
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Neil
"De grande quiero ser como tú".
Si la taza no se le deslizó entre las manos cuando Santi chocó el hombro contra el suyo de manera cariñosa, estuvo a punto de suceder cuando lo escuchó decir aquello. Se mordió el labio inferior, ahogando una carcajada porque no podía creer que Santi acabara de decir eso.
La verdad era que Neil no estaba seguro que Santi pudiera encontrar algo admirable en él si supiera de verdad lo que anhelaba su corazón. Sostuvo con más fuerza la taza entre sus manos y dio un pequeño sorbo. El té estaba justo como a él le gustaba, estaba seguro de que conseguiría dormir sin problemas más adelante.
—No caigas en esa trampa, Santi. Pero gracias, la verdad es que sí se siente bien saber que alguien piensa que estoy haciendo las cosas bien. Al menos sé que no me equivoqué con Regina y Bruce, de momento eso es suficiente para mí.
Neil no sabía si alguna vez tendría hijos propios, porque eso dependía de otro montón de cosas que en este momento no podía discutir con Santi. A duras penas podía discutirlo consigo mismo. Neil amaba el fútbol, pero también era consciente que no podía vivir su vida a plenitud, si era que de verdad conseguía hacerlo, tendría que ser después de retirarse como futbolista. No podía ser de otra manera, ya había hecho las paces con eso.
Dio otro sorbo a su taza de té, mientras volvía a pensar en el próximo partido.
—Bueno, Redmayne me pidió que nos reuniéramos pasado mañana. Me citó en su oficina, creo que aprovecharé la ocasión para tantear el terreno. No prometo nada, pero si no podemos utilizar algo de mi privilegio de capitán para saber qué está pasando por al cabeza de Redmayne, ¿qué caso tiene? —dijo Neil, alzando ambas cejas, tratando de mantener a Santi algo animado. La verdad era que la idea de imaginarse qué pasaba por la cabeza de Redmayne resultaba aterrador.
Neil pensaba que Redmayne tan sólo estaba molesto de tener que reacomodar el equipo, no era que quisiera darle a Santi una lección. Creía que Santi no lo veía de ese modo, así que a él le tocaría tantear el terreno. Neil sentía un enorme respeto por su entrenador, pero la única ventaja de ser el hijo de George Carter y tener que nadar en un tanque lleno de tiburones en Carter Global, era que se intimidaba muy poco.
Si la taza no se le deslizó entre las manos cuando Santi chocó el hombro contra el suyo de manera cariñosa, estuvo a punto de suceder cuando lo escuchó decir aquello. Se mordió el labio inferior, ahogando una carcajada porque no podía creer que Santi acabara de decir eso.
La verdad era que Neil no estaba seguro que Santi pudiera encontrar algo admirable en él si supiera de verdad lo que anhelaba su corazón. Sostuvo con más fuerza la taza entre sus manos y dio un pequeño sorbo. El té estaba justo como a él le gustaba, estaba seguro de que conseguiría dormir sin problemas más adelante.
—No caigas en esa trampa, Santi. Pero gracias, la verdad es que sí se siente bien saber que alguien piensa que estoy haciendo las cosas bien. Al menos sé que no me equivoqué con Regina y Bruce, de momento eso es suficiente para mí.
Neil no sabía si alguna vez tendría hijos propios, porque eso dependía de otro montón de cosas que en este momento no podía discutir con Santi. A duras penas podía discutirlo consigo mismo. Neil amaba el fútbol, pero también era consciente que no podía vivir su vida a plenitud, si era que de verdad conseguía hacerlo, tendría que ser después de retirarse como futbolista. No podía ser de otra manera, ya había hecho las paces con eso.
Dio otro sorbo a su taza de té, mientras volvía a pensar en el próximo partido.
—Bueno, Redmayne me pidió que nos reuniéramos pasado mañana. Me citó en su oficina, creo que aprovecharé la ocasión para tantear el terreno. No prometo nada, pero si no podemos utilizar algo de mi privilegio de capitán para saber qué está pasando por al cabeza de Redmayne, ¿qué caso tiene? —dijo Neil, alzando ambas cejas, tratando de mantener a Santi algo animado. La verdad era que la idea de imaginarse qué pasaba por la cabeza de Redmayne resultaba aterrador.
Neil pensaba que Redmayne tan sólo estaba molesto de tener que reacomodar el equipo, no era que quisiera darle a Santi una lección. Creía que Santi no lo veía de ese modo, así que a él le tocaría tantear el terreno. Neil sentía un enorme respeto por su entrenador, pero la única ventaja de ser el hijo de George Carter y tener que nadar en un tanque lleno de tiburones en Carter Global, era que se intimidaba muy poco.
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Santi
Era una suerte poder compartir habitación con Neil, hablar con él siempre le hacía sentir mejor. Incluso después de una derrota tan espantosa.
Suspiró cuando lo escuchó decir que lo había hecho bien con Regina y Bruce.
—Si en un futuro puedo decir que lo hice bien con Marian estaré gratamente sorprendido pero muy agradecido —señaló.
No tenía idea de cómo hacer de papá. Él había tenido el mejor, pero él no era Pedro, no sabría cómo ser esa persona para Marian. ¿Cómo iba a dedicar su vida a su niña si todavía estaba a la mitad de su carrera?
Las palabras de Neil le dieron algo de esperanza, pero después se asustó. No quería que Neil se pusiera en un mal lugar con Redmayne por él.
—No te comprometas por mí —le advirtió—. Te lo agradezco mucho, pero a Redmayne no le gusta nada sentir que ualguien trata de influir en lo que hará, no quiero que se lo tome a mal. Sé que eres su favorito, pero tampoco me gustaría que se disguste contigo.
Santi se había ganado la posición en la que estaba, no podía fingir lo contrario. Redmayne odiaba los escándalos. No era de los entrenadores que les aconsejaba a todos casarse jóvenes para que sentaran cabeza, pero tampoco le gustaba que llevaran una vida desordenada o que su vida personal interfiriera con su rendimiento.
Y Santi estaba teniendo una muy mala racha al respecto.
—Yo hablaré con él, eventualmente.—añadió. —Estoy seguro de que tiene muchas cosas que decirme y llegará el momento en que lo haga.
Temía un poco ese día, pero por otro lado sentía que una vez que Redmayne se sacara del pecho lo que tenía que decir, todo estaría mejor.
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Neil
A Neil le conmovía muchísimo cada vez que Santi hablaba de su hija. Estaba preocupado de ser un buen padre para ella, sobre todo tomando en cuenta que no había estado ni en su nacimiento ni en sus primeros años de vida. Pero Marian todavía era pequeña, Santi tenía toda una vida por delante para poder ser un buen padre.
Él no tenía la menor duda de que lo sería. Y Neil tenía una cátedra en reconocimiento de malos padres, así que creía que podía hablar con propiedad de ello.
—Ya lo estás haciendo bastante bien, Santi. Yo creo que a ti te parece imposible, pero otro en tu lugar tan sólo habría dado mucho dinero y se lo habría dejado a la abuela. Pero tú estás encargándote de todo. De absolutamente todo, incluso ahora eres un hombre casado —le habría gustado sonar un poco más como Darien cuando se refería al nuevo estado civil de Santi. Tanto Darien como Massimo se lo habían tomado con mucho más humor que él. Hacían bromas al respecto, para aligerar el hecho de que Ava estaba muy enferma y que Santi se sentía muy angustiado al respecto.
A él, sin embargo, no le hacía tanta gracia. Pero se sentía muy egoísta cuando pensaba en ello.
Demasiado egoísta, porque Marian merecía tener a sus padres viviendo bajo el mismo techo. Sobre todo, se merecía una madre sana y que no estuviera al borde de la muerte.
—No soy el favorito, tan sólo es porque hablo bien con la prensa y Redmayne tiene garantía de que no voy a decir una locura. ¿Te imaginas a Darien con la banda de capitán? —comentó con una sonrisa pero luego se sintió un poco culpable. Darien era más que capaz de serlo, tan sólo su personalidad y la de Redmayne no tenían química para ese tipo de trabajo—. En todo caso, no te preocupes por mí, sabes que sé manejarlo. Hablar con Redmayne es como cuando tengo que lidiar con los socios de la empresa. El truco es hacerles creer que ellos siempre están en control, pero en realidad eres tú quien lo tiene claro.
Neil le regaló a Santi una sonrisa, sintiéndose satisfecho con su respuesta, pues era verdad. En el mundo de los negocios, todo era cuestión de ceder sólo lo justo, para que las otras personas aceptaran tus términos de buen grado. En el fútbol, no era tan diferente. Era mucho más fácil hablar en la cancha, pero el trabajo que se hacía en los entrenamientos y en la relación con tus entrenadores era igual de importante.
—¿Quieres practicar mañana en la tarde, cuando regresemos? Estamos más coordinados que antes. Podemos pedirle a Darien o a Massimo que nos ayuden, les diré que los invito a una ronda en ese bar exclusivo que abrió hace poco y para el que hay lista de espera de meses. ¿Recuerdas? Massimo está obsesionado con el menú de cerveza artesanal, me hará caso.
Neil recordaba que les había conseguido pases porque uno de los dueños, era la pareja de Rupert Graham y ellos siempre se habían llevado bien. La conversación surgió en una reunión en el banco de los Graham y Neil tomó la iniciativa porque era una buena manera de que Santi se despejara un poco de tanto estrés.
Él no tenía la menor duda de que lo sería. Y Neil tenía una cátedra en reconocimiento de malos padres, así que creía que podía hablar con propiedad de ello.
—Ya lo estás haciendo bastante bien, Santi. Yo creo que a ti te parece imposible, pero otro en tu lugar tan sólo habría dado mucho dinero y se lo habría dejado a la abuela. Pero tú estás encargándote de todo. De absolutamente todo, incluso ahora eres un hombre casado —le habría gustado sonar un poco más como Darien cuando se refería al nuevo estado civil de Santi. Tanto Darien como Massimo se lo habían tomado con mucho más humor que él. Hacían bromas al respecto, para aligerar el hecho de que Ava estaba muy enferma y que Santi se sentía muy angustiado al respecto.
A él, sin embargo, no le hacía tanta gracia. Pero se sentía muy egoísta cuando pensaba en ello.
Demasiado egoísta, porque Marian merecía tener a sus padres viviendo bajo el mismo techo. Sobre todo, se merecía una madre sana y que no estuviera al borde de la muerte.
—No soy el favorito, tan sólo es porque hablo bien con la prensa y Redmayne tiene garantía de que no voy a decir una locura. ¿Te imaginas a Darien con la banda de capitán? —comentó con una sonrisa pero luego se sintió un poco culpable. Darien era más que capaz de serlo, tan sólo su personalidad y la de Redmayne no tenían química para ese tipo de trabajo—. En todo caso, no te preocupes por mí, sabes que sé manejarlo. Hablar con Redmayne es como cuando tengo que lidiar con los socios de la empresa. El truco es hacerles creer que ellos siempre están en control, pero en realidad eres tú quien lo tiene claro.
Neil le regaló a Santi una sonrisa, sintiéndose satisfecho con su respuesta, pues era verdad. En el mundo de los negocios, todo era cuestión de ceder sólo lo justo, para que las otras personas aceptaran tus términos de buen grado. En el fútbol, no era tan diferente. Era mucho más fácil hablar en la cancha, pero el trabajo que se hacía en los entrenamientos y en la relación con tus entrenadores era igual de importante.
—¿Quieres practicar mañana en la tarde, cuando regresemos? Estamos más coordinados que antes. Podemos pedirle a Darien o a Massimo que nos ayuden, les diré que los invito a una ronda en ese bar exclusivo que abrió hace poco y para el que hay lista de espera de meses. ¿Recuerdas? Massimo está obsesionado con el menú de cerveza artesanal, me hará caso.
Neil recordaba que les había conseguido pases porque uno de los dueños, era la pareja de Rupert Graham y ellos siempre se habían llevado bien. La conversación surgió en una reunión en el banco de los Graham y Neil tomó la iniciativa porque era una buena manera de que Santi se despejara un poco de tanto estrés.
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23:30HRS
Santi
Santi tomó un largo trago del té, meditando las palabras de Neil.
Un hombre casado.
Él mismo no terminaba de creérselo. No se sentía como un hombre casado. Cuando estaba en casa se dividía entre intentar conocer más a Marian y tomar decisiones sensatas para ella, y ver cómo estaba Ava y tomar decisiones sensatas sobre su salud. Para la primera no tenía más guía que las sabias palabras de su madre, y para la segunda lo que dijera la enfermera.
Una parte de él sentía que podrían hacerlo todo sin él. Pero el padre de Marian era él. Tenía que asumirlo. Nunca hubiera podido haber puesto el dinero y dejarla a su suerte con la abuela nada más. Menos ahora que la conocía. De hecho, si Ava le hubiera avisado de todo al inicio...
Tal vez las cosas fueran diferentes.
Pero Ava y él no tenían la menor relación. Ni siquiera recordaba mucho de la semana que habían pasado juntos. Y nadie desarrollaba una relación con una mujer moribunda que cuidaban en su casa, por más que fuera la madre de su hija.
—Claro que eres el favorito —replicó con una sonrisa—. Pero no te preocupes, todos entendemos por qué.
Neil era el más sensato de todo el equipo, el más serio, el que mejor manejaba la prensa pero también el que mejor se llevaba con la plantilla. Santi podía inspirar al equipo durante un juego a buscar la victoria, pero no era un líder nato en el resto de momentos.
—Claro, practiquemos mañana.—respondió. —Tenemos que hacer todo lo posible para mejorar para que un resultado tan patético como el de hoy no se repita.
Le dedicó a Neil una sonrisa entre resignada y triste.
—Gracias por el té, Neil, y la charla.
Nadie como él lo hacía sentirse mejor, y con la situación en su casa no podía llegar a llorar por algo como haber perdido un partido.
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