La idea de ir a la universidad y estudiar algo que no quería se lo había tenido que aguantar. Sus padres pensaron que sería una idea maravillosa estudiar meteorología. Pero él no estaba muy convencido de que era lo que deseaba hacer con su vida. Claro, ya no quería andar por las calles. Aquello fue una locura inocente de niño que no sabía lo que tenía hasta que lo perdía. Había aprendido la lección y quizás por eso no había puesto tantos peros con la idea de sus papás de que estudiaran. Además, acompañaría a Ángela, ambos estarían en compartiendo la vivienda ahora que irían a la universidad, así que de esa manera no sonaba tan mal. Pero una vez más no se imaginaba dando el clima, o peor aún, dando un reportaje en medio de una tormenta.

Igual la universidad le daba cierta libertad, no estaba cerca de casa y ambos tendrían que quedarse en un lugar rentado para vivir mientras estuvieran estudiando. Solo ellos dos, sin tener que estar siguiendo las reglas de sus papás. Porque, aunque sí había aprendido a valorar la comodidad de su hogar, eso no quería decir que no extrañara la sensación de sentir que no debía dar explicaciones, que era libre.

Scamp comenzaba a ahechar en el maletero el equipaje. Miraba a la rubia mientras lo hacía. — ¿Segura que no falta nada? — cuestiono el chico mientras miraba pensativo. Lo que se quedara, se quedaba. — ¿Puedes creerlo? Ya vamos a la universidad. — dijo fingiendo falso entusiasmo. Miro a sus padres y fue un momento a donde ellos para despedirse. Claro que su madre fue muy melosa antes de soltarlo. Lo querían mucho, eso no le cabía duda, y por lo mismo igual estaba haciendo el esfuerzo.

— ¿Estás lista para estar estancada en esta nueva aventura conmigo? — le cuestiono divertido a Ángela porque, aunque no estuvieran en la misma universidad sí vivirían juntos. — Como en los viejos tiempos. — Añadió mientras intentaba cerrar el maletero a la fuerza. ¿Realmente necesitaban todo aquello? Bueno, era mejor prevenir, aunque evidentemente todo aquello era idea de su mamá que decía que era para que no pasaran necesidades. Que no sería lo mismo que estar en casa donde ella fácilmente podría prepararles la comida, tenerles ropa limpia, las cosas ordenadas. Todo eso iban a tener que aprenderlos solitos. En especial el chico.

Su nueva vida era divina y tenía que estar agradecida. Había conocido a Scamp cuando escapo del orfanato en el cual estaba donde todo fue miserable pero que la había vuelto más fuerte. Gracias a esa aventura había logrado tener a la familia que tanto quería y agradecía al señor por obtener así de manera casual lo que tanto estaba buscando, pero había un problema: se había enamorado de quién se suponía que debía tratar como a su hermano los siguientes años y bien que se acostumbro solo que era único y especial, por lo tanto ahí estaba frente a un amor que no podía ser posible.

Y así era la vida. Ya tenía 18 y aunque no tenía la mayoría de edad empezaba su vida universitaria. Ella pretendía ser enfermera  y esperaba que todo saliera bien, le gustaba y había seguido los consejos de quién consideraba su madre al ver que tenía habilidades para curar a los otros, sobre todo a Scamp que siguió siendo travieso y era ella quién lo curaba y lo llenaba de banditas para que siguiera jugando.

Como tenían la misma edad tenían que partir y las universidades que quedaron estaban más lejos, muy seguro que el otro año tendrían que recibir a otras de sus hermanas aunque era probable que las trillizas quedarían en una más cercana que ellos que les costaba más, era normal que tuvo que adaptarse a los estudios y era toda una suerte que logró su objetivo.

Estaban guardando lo necesario en el auto y ella asintió. — Revise muchas veces la lista y también me fije en todo lo que guardaste, no creo que falte nada, Scamp — Aseguró la rubia con una sonrisa, iban a tener que vivir juntos y eso le daba un poquito de cosa porque quizás iban a volver a sentir lo mismo que en su infancia que no era del todo olvidado, más que él había insistido en buscarla más de la cuenta y donde ella siempre dijo que no por temor a ser devuelta. — Estoy muy contenta, jamás pensé que me aceptarán en enfermería, estoy muy motivada — Eran distintas universidades que quedaban relativamente cerca pero por lo general se encontrarían en casa si coincidían en horarios, todavía no sabía el suyo eso lo iba a saber cuando estuviera allí.

— Como en los viejos tiempos, pero te recuerdo que ahora somos hermanos... — Siseó la muchacha con un gesto tímido y al ver que no podía cerrar la maleta, ella ejerció fuerza y pudo cerrarlo. — ¿Quieres manejar? Puedo hacerlo cuando te canses, sería nuestro secreto. — Ambos habían aprendido hacerlo a los 16 años y como era algo más moderna no le importaba que la vieran manejar aún cuando eran los chicos que lo hacían con más frecuencia.

Scamp aún recordaba cuando se conocieron. Él tan desesperado por hacerse el valiente e independiente, y ella tan necesitada de una familia, de compañía. Había sido durante ese momento en el que había comenzado a valorar lo que tenía. Claro, eran niños. Así que también la inocencia y la ignorancia se habían juntado para que hubiera hecho aquella locura de escaparse de casa. Pero eso ya había quedado en el pasado. Hoy por hoy eran felices, y no por nada, incluso estaba intentando complacer a sus padres con una carrera universitaria que no le apetecía.

De todo lo que había pasado en ese entremedio, lo único que realmente lo mortificaba de vez en cuando era el que le dijeran que Ángela era su hermana. Porque si bien era feliz de compartirle sus padres, de que se sintiera querida, él jamás pensó que la terminaría haciendo su ‘hermana’ cuando él mismo desde pequeño había tenido ese enamoramiento. Nada que hacer, al menos eso parecía.

— Si es así, confió en tu memoria. Y si no… bueno ya luego tendremos que resolver. — dijo encogiéndose de hombros. Ya de todos modos no había tiempo de seguir dando vueltas por la casa para empacar más cosas. ¿O sí? — Oh sí, eso es demasiado genial. Necesitas estar lista para cuando llegué a emergencias luego de que un letrero me golpeé en la frente mientras esté dando las inclemencias del tiempo en medio de una tormenta. — bromeo, delatando un tanto la poca pasión que tenía por la carrera que iba a estudiar. Pero sí se alegraba por ella.

— ¿Eso que quiere decir? — le miro de reojo, cuando le recordó que se suponía eran hermanos. No es que no supiera, pero quería saber la intensión detrás de aquel comentario. Al final fue ella la que logro cerrarlo luego de varios intentos de Scamp que más que fuerza lo que estaba siendo era movimientos torpes para cerrarlo. Miro para todos lados para que sus papás no los escucharan. — Bueno, sí, está bien. Después de todo tenemos un camino bastante largo por recorrer. — Quizás no a todos les gustaba la idea de tener una chica manejando, pero las piernas de Scamp sí se lo agradecerían. Un viaje por carretera no siempre era tan placentero como parecía. No al menos cuando eras el conductor del vehículo.

— Creo que ahora sí estamos listos para partir. — anuncio mientras jugaba con el llavero.

Sinceramente quería dejar su pasado atrás y disfrutar de la que ahora era su familia. Realmente la hacían sentir parte de este circulo y agradecía demasiado en haber cumplido su sueño de pequeña. Ya era una adulta y ya comenzaba a independizarse al estudiar una carrera que le gustaba.

No podía negar que igual pensaba en todo ese enamoramiento que habían tenido cuando niños y a la vez, esa insistencia de Scamp de que podían estar juntos porque no eran hermanos de sangre hasta que se aburrió porque ella le dejo claro que aquello no era correcto para su familia, y ahora se iban juntos porque no lo podía evitar porque si frente a ellos eran como hermanos. Sus padres sabían que eran unidos y era mucho mejor que estuvieran juntos, sin embargo, serían los primeros meses de mucho estudio luego toda la práctica comenzaría en el hospital y quizás ni se verían.

En fin, luego se mentalizo que igual sería maravilloso convivir con él y día había llegado. — De hecho, tienes claro que serás mi conejillo de indias espero no matarte. — Molestó ya que era una mentira porque se aseguraría de ensayar demasiado antes de poner en práctica con personas todo su conocimiento. Miró la lista y bueno como tenía buena memoria, asegurándose antes de que todo estaba en la maleta y todo.

Se encogió de hombros y sus ojos celestes brillaron, evito mirarlo. No tenía que decirlo si el solo hacía una pregunta. Pero era quién más insistía y eso igual la hacía sentir importante, hasta que claro.... se cansará de ella y ya con el tiempo ambos iban a conseguir a alguien, ser pareja y luego el típico casamiento. — Gracias, si es necesario usaré un sombrero para que no capten que soy una mujer que sabe manejar. — Sonrió pícaramente. Eran actividades que hacían los hombres pero muchas mujeres se atrevían si tenían las ganas solo que eran la minoría.

Había cerrado bien la maleta y sin más ya estaban listos. — Vamos a despedirnos, ya lo hecho como cinco veces pero siento que no es suficiente no los veremos por un largo tiempo. — Exclamó mientras tomaba la mano de Scamp y lo llevaba hacia donde se encontraban sus padres, sus abuelos y sus hermanas. Se despidieron de ellos con cariños, deseándoles mucha suerte y éxito. De aquello estaba muy segura les iría bien en este giro y rumbo que tomaba la vida.

No le disgustaba el hecho de tenerla en su familia, eso amas jamás. Para él era todo un placer poder compartir ese calorcito familiar con Ángela. Sin embargo, a diferencia de ella, nunca pudo lograr adaptarse a la idea de tener que ver como hermanos. Era por eso que no podía evitar de vez en cuando recordarle que no tenía por qué ser así. Que para él era mucho más que eso. ¿Podían culparlo por no haberlo olvidado aquel enamoramiento durante su niñez? Algunos podrían decir que aquello era algo pasajero, algo de niños sin importancia. Pero había resultado que no era así, porque habían crecido y aquel sentimiento nunca lo había abandonado.

Aun así, tampoco es que fuera un tema que Scamp soliera tocar cada rato. Pues sabía que podía ser problemático y su intención tampoco era incomodar con tú. La quería mucho como para andar gustándole hacerle sentir incómoda, tampoco era ese su estilo. Solo que evidentemente no había peor lucha que la no se hacía. Tenía la esperanza de que esta nueva etapa en la vida le trajera nuevas oportunidades. Pues ambos estarían lejos de casa y juntos, el tiempo diría sí tenía razón.

Scamp sonrío. — Lo tengo muy claro y conociéndome probablemente tengas varias oportunidades para practicar conmigo. — Dijo riéndose. — Por mi parte prometo avisarte cuándo tendrás que llevar el paraguas. — añadió entre risas. Quizás al final ni siquiera fuera tan malo lo que iba a estudiar. Pero de todos modos no había sido algo que él había elegido por voluntad propia. Lo único que le entusiasmaba de todo esto era justamente el que se irían juntos.

— Ah… — ni siquiera tuvo que volver a preguntar a pesar de que no le contestó la pregunta. Había captado muy bien lo que quiso decir. Más, sin embargo, eso no quería decir, estuviera de acuerdo con su primicia. Solo que no era el momento para tocar el tema. Así que al igual que ella hizo, prefirió no mencionar nada más.

El muchacho con tal de descansar, de manejar le importaba poco lo que los demás. Envida debía de darles el no tener quien los sustituyera en la carretera durante un viaje largo. — Tengo algunas gorras, puedo prestarte alguna. — Sugirió juguetonamente. — Será nuestro secreto. — molesto dándole una guiñada.

Ya prácticamente estaban listos para partir. Todos lo que pase se encontraba en el auto, ya solo quedaba despedirse de sus padres, abuelos y sus hermanas. La verdad es que ya ni recordaba cuántas veces lo había hecho antes de lograr llegar al auto. Cualquiera diría que se irían al otro lado del globo terráqueo. Pero bueno igual se entendía, era la primera vez que estaban tan lejos de casa.

— Yo perdí la cuenta. — Decía negando. — Vamos, vamos. — señalo antes de ir a hacer la última despedida. Por supuesto que en ello hubo algo de sentimentalismo. Ángela tenía razón, no los verían en buen tiempo. Así que era normal. Cuando entro al auto lo primero que hizo fue buscar en la guantera el mapa y se lo extendió a la rubia. — Bueno copiloto. Mientras tanto te toca el mapa. No sea que nos perdamos. — señalo mientras colocaba la llave para encender el auto. — Ahora sí. ¿Lista? — pregunto una última vez.

Es que no podía negar que sí era su primer amor y que ahora se irían vivir solos igual la ponía algo ansiosa. No eran hermanos de sangre pero si de vida, y era muy dificil olvidar aquella aventura que terminó con un muy bonito final, que en su caso: era tener una familia. Incluso a esa edad,  lo había aconsejado mucho que la vida en la calle no era libertad y que tenía que apreciar a su familia a toda costa que siempre era lo más importante, que representaba una guía para el resto, que en la infancia se necesitaba mucho de ellos y bueno, lo comprendió a la fuerza al notar que no era bonito como se veía.

Entendía porque llegó a pensarlo cuando el padre de Scamp había pasado lo mismo cuando era joven e incluso como un adulto. Y ahora ya eran futuros estudiantes de universidad, al haber estado solo ni siquiera pudo haberlo pensado y estaba tan agradecida de ellos porque la tomaron como una hija más. Sonrió divertida. — Sí le tienes miedo a las agujas no será posible.  Me da un poco de susto con todo el asunto de encontrar las venas e igual soy un poco nerviosa — Asintió. Ella se preguntaba aunque jamás comento nada el porque había escogido tal carrera porque era para quedarse encerrado y Scamp era demasiado aventurero para quedarse en una oficina, la verdad es que lo vio siempre como arqueólogo o arquitecto, yendo de un lado para otro donde conocía muchas partes del mundo. Solo que había elegido ver el clima que no era mucho de él — Sé que serás el mejor estudiante de tu clase y ahí estaré para animarte. Al menos sabré que medicamentos recomendarte y pedir rápido que te atiendan cuando vayas al hospital — Los campus quedaban alejados del uno al otro pero en cuanto a distancia de la casa que tenían quedaba cerca para los dos.

Fue una suerte, que no sacara más el tema ya que no era el momento pero sabía que saldría tarde o temprano en algún momento. — ¡Eres el mejor! Debería ser normal ver a una mujer manejar... detesto eso — Dijo con un puchero, porque la verdad es que en caso de cualquier emergencia servía que una mujer supiera hacerlo aunque no era necesario, el auto quedaba para Scamp y el pobre iba a tener que dejarla todos los días cuando le tocara clases, esa era el orden de papá cuando se lo compraron.

No importaba cuantas veces se despidiera de sus padres, abuelos y sus hermanas era necesario porque no se verían por largo tiempo, tendrían visitas pero no era lo mismo que estar todos los días con ellos. Así que eso hicieron hasta que nuevamente volvieron al auto. Angela había llorado, por lo que tenía aún sus ojos azules muy aguados. — Los voy a extrañar demasiado, y sí... estoy lista — Susurró la chica soltando un suspiro y acomodándose en el asiento. Era un largo camino hacia a esa ciudad así que tendrían que detenerse en algún momento y también conversar. Llegarían en la noche así que todo recién comenzaba.

Ahora descubriría cuanto realmente había cambiado entre ellos dos. Esta vez estarían solos, sin contar el hecho de que ahora ya eran jóvenes adultos. No eran unos niños pequeños como cuando se conocieron. Muchas cosas habían cambiado desde aquel entonces, más, sin embargo, ese sentimiento que tenía Scamp por la muchacha no había cambiado. Por el contrario, había incrementado, pues al estar más grande no solo se fijaba en esa personalidad que tanto le había ilusionado y enamorado, o los ojitos pizpiretos de la muchacha. No, ahora la veía como toda una mujer hecha y derecha, no podía evitar sentir cosas dentro de él. Pero, todo siempre se veía cortado ante esa constante insistencia de que la viera como una hermana. No le molestaba compartirle sus padres, Ángela merecía sentir ese amor. Pero sentía muy injusto que lo forzaran a verla de una forma que no quería. Más aún así, intentaba mantenerse a la raya, ser prudente. Ahora había que ver hasta qué punto podría lograrlo estando solos.

— Yo prometo quedarme quieto y sereno. Aunque me muera de miedo por dentro al verlas. — bromeo el chico respecto a las agujas. Quizás parecía chistoso el tema, pero eran cosas que podían pasar. De todos modos a él no le molestaba que lo agarrara de conejillo de indias. Siempre que su vida no corriera peligro por supuesto.

Realmente agradecía el apoyo, porque él no estaba tan seguro de lo que iba a estudiar. Quien sabe, quizás al final le terminaba por gustar. Nada más debía de darle el chance. Pero la realidad es que solo lo hacía por sus padres. — Gracias, y yo confío ciegamente en que me recomendaras lo correcto. Es tu don. — aseguro el castaño. — Igual espero que no tenga que ser tan seguido. Pero conmigo nunca se sabe. — Admitió mientras negaba.

Para el chico no era problema que la rubia manejara. Mejor para él, tendría chofer gratis. — ¡Es porque no se ponen a ver las ventajas sobre ello! Por ejemplo, tendré chofer privado. — bromeo. — Ya, pero en serio, estoy seguro de que has de ser hasta más cuidadosa que yo al volante. — estaba seguro de que sería más atenta al volante que él. Pues bien, que su madre iba aferrada al mango que cuelga al borde de la puerta toda casi sin respirar cada vez que viajaba de copiloto a su lado. Reacción un tanto exagerada de su parte a su parecer. Aunque puede que si pasaba por alguna carretera con agujeros pasara por sobre todos ellos haciendo que todos los que estaban en el auto saltaran por los aires al unísono con el auto al pasar por los agujeros.  De todos modos, sería algo entre ellos, porque si su padre se enteraba lo fusilaba.

Fueron muchos los abrazos y besos de despedida. Nunca era fácil despedirse por primera vez de la familia para irse lejos y por un tiempo prolongado. Pero ya estaban camino a una nueva aventura. — No mentiré, yo también. — aseguro volteándose a verla por un momento con una sonrisa un tanto melancólica. — Bueno, aquí vamos. — Encendió el auto y el viaje por carretera comenzó. — ¿Prefieres comer tan pronto encontremos alguna cafetería o quieres esperar a que al menos vayamos a mitad de camino? — pregunto el muchacho. — Pregunto para estar pendiente alguna en el camino. — finalizo.

Tenía que tratarlo como un hermano y por todo lo que habían pasado aún costaba pensar  de esa manera. En esas instancias, era un hecho que había sentido un gran cariño y amor por él, aunque también era tan solo una niña que cuando se percató que sería adoptada por esa maravillosa familia prefirió negar sus sentimientos.  El asunto es que se tenían que comportar como tal.

Sonrió con encanto. Sabía bien que era capaz de sacrificarse por ella —Sabes que sería incapaz de practicar contigo sin saberlo primero, te puedo provocar dolencias si me equivoco, mi intención no es esa — Quedo incrédula cuando dijo que con él nunca se sabía. Lo miró con sus grandes ojos azules y alzo una ceja. — ¿Será tu excusa para verte seguido? —Molestó con una sonrisa. La chica sabía que durante el periodo de la universidad podría ser posible  verse seguido y más cuando vivirían juntos pero cuando todo terminará, era probable que la trasladaran a un hospital y bueno si tenía que ser voluntaria se iría a curar heridos de los diferentes enfrentamientos que ocurrían en Inglaterra.  La idea era ganar experiencia.

— Confío que las mujeres poco a poco comenzaremos a ganar terreno, no todo tiene que ser para hombres.  Fue bueno aprenderlo para estos casos, que es un largo viaje y no tendremos que detenernos tanto si yo estoy al volante — Señaló con una sonrisa de oreja a oreja, era permisivo y no se preocupaba más de la cuenta, era por eso que lo adoraba tanto porque así aprendía más aún cuando eso no fuera de una señorita.

Se habían despedido de sus padres y estaban a punto de comenzar su nueva vida, que partía que Scamp comenzará a manejar. Fue feliz cuando eso ocurrió y bien que tendrían que aguantar unas cuantas horas antes de detenerse a almorzar — Si tenemos que detenernos que sea por periodos largos. No tengo nada de hambre todavía así que mejor que sea a mitad de camino. ¿Qué te parece? — Sugirió sabiendo que con todo lo que habían comido durante la mañana podrían aguantar un gran trayecto sin hambre, además que estaba nerviosa así que eso le había quitado el apetito.

—Si te empiezas a aburrir me hablas y saco cualquier tema— Eran unas cuantas horas por lo tanto tenía que distraerse por momentos. Luego solo lo dejo de mirar y se dedicó mirar el paisaje. No se dieron cuenta entre charlas y risas que ya estaban a mitad de camino,  la ciudad y el paisaje era precioso así que ella disfrutaba mirar por la ventana.

La meteorología no dejaba de ser fascinante 6 algo muy innovador e importante para la época. Sin embargo, Scamp iba a estudiarlo por el entusiasmo de sus padres y no porque le apasionaba. Aunque quién sabe, quizás le agarraba el gusto. Pero eso solo el tiempo lo diría. El detalle era que más le valía darse cuenta a tiempo de lo que quería. Así no perdía años de su vida en intentos fallidos.

Lo que siempre había tenido claro era ese sentimiento por Ángela. Para bien o para mal. Se hacía el que estaba conforme con todo aquello, no quería ser egoísta, pues sabía lo mucho que ella había anhelado tener una familia. Pero a veces no podía evitar que se le escapara lo que sentía. Quisiera que sus sentimientos fueran solo de hermandad, de amistad para así no ser el causante de problemas, pero no era el caso y aún estaba aprendiendo a vivir con ello. Ahora que se iban en este viaje juntos, aun cuando estudiarán en lugares diferentes, la tentación de cruzar la línea era grande. ¿Cuánto podría aguantar?

— Lo sé, pero como no dudo que aprendes rápido, así que no creo que eso sea problema. — Le aseguró el castaño. No pudo evitar reír cuando vio la expresión en su rostro ante su comentario. — Ya sabes que la de meterme en líos lo llevo en las venas… — Le aseguró, aunque la verdad no había vuelto hacer una travesura tan grande como la de escaparse cuando era niño. — Creo que esa sería la respuesta más acertada. — Señaló con una sonrisa al escucharla, preguntar si era sería solo la excusa para que se vieran más seguido.

La verdad si se estaba progresando un poco en cuanto a la visibilidad de la mujer. Que pudieran estudiar una carrera era un logro. Aunque aún quedara mucho camino por delante. — Ya sé, yo mismo no comprendo por qué si ya se les da la oportunidad de estudiar, aún están reacios a que manejen. — comentaba el chico negando quién creía que alguien que tenía la capacidad para aprender algo tan difícil como una carrera universitaria podía también ser capaz de manejar un auto.

— Exacto, mis piernas lo agradecerán. Parece divertido pero luego de varias horas con el pie en el acelerador a de doler. — reconoció, pues él tampoco era el más experto al volante y nunca había hecho un viaje largo. Sabía que sus padres lo matarían si se enteraban, pero no tenían por qué enterarse. Las carreteras eran solitarias y cuando llegarán a la ciudad fácilmente podían intercambiarse antes de llegar.

— Bien, bien. Ya tenemos el plan trazado. — comento, ya se escuchaba el ruidoso motor del auto cantar mientras comenzaban a hacer su recorrido por aquella carretera. Dejando atrás a su familia.


— No sabes lo que acabas de pedir. Ahora estaré seguro hablando todo el camino. — molestó el chico. — Tal vez puedas cantar algo, eso sería lindo… digo, lo haría ameno. — aclaro, pero la realidad es que le gustaba escuchar su voz

— ¿Te acuerdas de nuestra canción de niños? — Le preguntó mientras comenzaba a tararearla. ~ Jamás creí sentirme igual, por ella tiemblo y es que es tan especial, es más bello que solo vagar por ahí…~

Lo que más adoraba de Scamp es que la dejaba ser ella misma. Era una pésima influencia aunque permisivo, pues había sido él quién le enseño a manejar hasta que los había descubierto su padre y en vez de tomarlo mal, ahí termino por enseñarle a los dos pero manteniendo el secreto que no se lo dijeran a su madre por cuestiones lógicas. — Yo ya aprendí, Scamp. El problema es que no podía tener mucha práctica en la ciudad porque sería mal visto, pero lo reconozco me encanta ser mujer — Le sacó la lengua y desordenó su cabello. — Te va a doler mucho... y son varias horas.... mientras que veamos una calle expedita a mi me toca, además que me pasaras tu sombrero, nadie va a sospechar. — No habían podido hablar mucho porque se tuvieron que despedirse y desde ahí ya en el auto habían retomado la conversación,  no pasarían un mal y aburrido viaje con tantas conversaciones, como recordar los viejos tiempos y todo lo que habían hecho juntos.

Además que tendría la oportunidad de ver el paisaje.

Sentía que cada vez la mujer tenía más oportunidades y ahora si contaban - si se encontraban los medios - podían hasta estudiar. Ella estaba fascinada de aprender de enfermería y ayudar en todo lo posible, tenía vocación y talento para eso, así que Scamp como conejillo de indias no tenía ni que temer.

Soltó una risa. Es que aunque no tenía hambre por el momento, hablar estaría bien y era muy gracioso, porque al castaño no le costaba nada pero ahí salía con su afición al cantar, cuando se conocieron si se habían puesto a inventar canciones donde hasta se imaginaron la melodía y cuando ella aprendió a tocar el piano hasta pudieron componer. —Vale, con la promesa que también podré sacar mis temas de conversación — No le molestaba que cantara porque la verdad lo hacía muy bien y sí como el único chico destacaba con su voz varonil que no dejaba de ser armoniosa. — Me encanta la idea, papá debió dejarte ser cantante — Bromeó, porque sabía que esos no eran sus planes, era más de salidas e investigar, era lo que había notado.

— Recuerdo varias. ¿Esa era tu favorita? — Señaló con una sonrisa porque si que cantaba muy bien en solitario, aunque la que empezó a cantar le gustaba mucho, pues tal como decía si que era una canción de los dos. Cuando en su momento se gustaron y aunque le dio algo en el corazón ganaba el aprecio que le tenía a esa letra — Muy fuerte late mi corazón estar con él es mi mayor ilusión, solo quiero que sea feliz....— Se acordaba perfectamente de la canción y sería muy lindo cantarla mientras tanto. Sinceramente ya le habían dicho que entre los dos se escuchaban muy bien siendo un dúo.

Era su canción especial y eso no cambiaría.

— Sí, sí, y además lo que vas a estudiar es más complicado que manejar. A veces no comprendo la inconsistencia de la sociedad.  — Decía negando mientras sonreirá. — Por supuesto. ¿Cómo no te va a gustar? Eres una mujer preciosa. — y claro que ahí se le escapaban sus pensamientos. Aunque tampoco había dicho nada malo o alguna mentira. — Oye, mi cabello. — protesto cuando se lo desordeno. Total, con el viento que se entraba por las ventanas se iba a comenzar a despeinar pronto de todas maneras.  — Trató hecho. Ya quisiera papá tener ahora quien lo sustituya en viajes largos. — bromeo, pues ellos eran los mayores y ya no estarían en casa. De verdad agradecía que quisiera manejar.

En la carretera debían de hacer algo para entretenerse durante el viaje y al mismo tiempo también para mantener al otro despierto en especial cuando los agarrara el cansancio. Scamp no tenía problema alguno de estar hablando hasta por los codos si era necesario.

— Claro, lo prometo. Puedes sacar tus temas, sería aburridísimo si solo hablo yo y me sigues la corriente. Llegaría el momento de que me aburra de mi propia voz.  — Habían llegado las memorias a su mente de cuando eran niños, era cierto que tenía buena voz. Ahora se notaba más que era adulto y había perdido ese tono chillón de pequeño a uno varonil. Lo que si no cambiaba era la pasión que ponía al cantar. Es que era su canción, y aunque insistieran en que no podía ser, él lo llevaba guardado en su corazón como algo especial. — Vaya esa hubiera sido buena idea, pero seguro dirían que me moriría de hambre siendo cantante. — y es que ellos querían lo mejor para ellos, y para ser cantante no solo bastaba con talento, necesitaban que alguien con influencias y dinero lo descubriera y así pudiera proveerle una carrera. Pero la verdad lo pensaba y no le hubiera desagradado la idea.

De pequeños solían cantar varias, pero esa era la más especial para él por la letra por lo que sonrió ante su pregunta. — Sin duda lo es, es… especial. Bueno todas lo son, pero esa más. — Reconoció el chico.

Poder escuchar su dulce voz hacía que le apareciera una genuina sonrisa en su rostro mientras mantenía sus manos en el volante y de vez en cuando la veía con el rabillo del ojo. ~ Increíble, en mi vida hay alguien a quien amar, no imaginé jamás sentirme así… ~ el chico continuaba cantando, mientras le volvía dar paso a la voz de Ángela. Para al final acompañarla en la parte de cierre de la canción. ~ Sentimientos que hoy me preguntan: ¿Será amor? ¡Qué locura! No puedo ni hablar cuando a mi lado está… No imagine jamás sentir… Jamás soñé poder sentir… No imaginé jamás sentir así… ~

Sus voces se sentían en total armonía, y aquello le hacía sentir una emoción en su corazón, pues de verdad la seguía queriendo como cuando niño. De hecho, sin darse cuenta en una de esas se le había quedado mirando de forma tonta hasta qué cayó en cuenta y volvió la mirada a la carretera. — Umm… que es lo primero que piensas hacer al llegar a nuestro nuevo hogar temporal? — comento tratando de que no notara que se le había quedado viendo. — Yo creo que me lanzaré derechito a la cama a tomar una siesta, luego desempaco y hago todo lo demás. — Añadió.