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Juno
Phoenix
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You get a lifetime
Some emotions are too huge to be felt
"And i can't really say that i'm in love with you back, but there's no one else, no one else, that i would go to hell for. and we've got literally forever to figure out what the rest means."
Charles hablaba muy en serio cuando le dijo a Edwin, a su eterno compañero de armas, que tenían literalmente toda la eternidad para redescubrir sus propios sentimientos. Cuando estabas muerto, el tiempo era relativo y se suponía que no había prisa alguna. Incluso ambos habían logrado un acuerdo a su favor, gracias a un vacío legal, que les permitiría seguir funcionando su agencia de detectives.
Lo que no podía esperar, era que el próximo caso que tuvieran que atender llegara a tocar justo a la puerta de su oficina de manera desesperada.
Monty, con su peligrosa y tentadora forma humana, llegó a pedir ayuda porque, aparentemente, no tenía dónde ir. Charles ni siquiera sabía que los cuervos pudieran volar distancias transatlánticas y aparecer en Londres a rogar por ayuda. La historia de Monty, con sus enormes ojos tristes contando que un lejano familiar de Esther Finch decidió liberarlo de sus lazos mágicos, no parecía tan impresionante como Edwin diciendo que, por supuesto, no podían dejarlo a la deriva.
Mientras Crystal estaba ausente, arreglando sus propios asuntos familiares, todos los espacios vacíos los ocupaba Monty, con libros de astrología y cartas del tarot. Pero quizás la mayor traición para Charles, era que Edwin, contra todo pronóstico, parecía haber hecho borrón y cuenta nueva, aceptando la presencia de Monty como si fuera un caso cualquiera.
Charles, al borde de perder la cordura, decidió que la única forma de poner punto final a este caso, era investigando precisamente al brujo que estaba causándole semejante pesadilla: Edward Brown. Un brujo taciturno y demasiado solitario que, al parecer, no necesitaba de ningún cuervo familiar que lo ayudase. Charles estaba determinado a llegar al fondo de todo esto y así, por fin, recuperar su normalidad.
Recuperar, por supuesto, su rutina con Edwin en Londres.
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Charles hablaba muy en serio cuando le dijo a Edwin, a su eterno compañero de armas, que tenían literalmente toda la eternidad para redescubrir sus propios sentimientos. Cuando estabas muerto, el tiempo era relativo y se suponía que no había prisa alguna. Incluso ambos habían logrado un acuerdo a su favor, gracias a un vacío legal, que les permitiría seguir funcionando su agencia de detectives.
Lo que no podía esperar, era que el próximo caso que tuvieran que atender llegara a tocar justo a la puerta de su oficina de manera desesperada.
Monty, con su peligrosa y tentadora forma humana, llegó a pedir ayuda porque, aparentemente, no tenía dónde ir. Charles ni siquiera sabía que los cuervos pudieran volar distancias transatlánticas y aparecer en Londres a rogar por ayuda. La historia de Monty, con sus enormes ojos tristes contando que un lejano familiar de Esther Finch decidió liberarlo de sus lazos mágicos, no parecía tan impresionante como Edwin diciendo que, por supuesto, no podían dejarlo a la deriva.
Mientras Crystal estaba ausente, arreglando sus propios asuntos familiares, todos los espacios vacíos los ocupaba Monty, con libros de astrología y cartas del tarot. Pero quizás la mayor traición para Charles, era que Edwin, contra todo pronóstico, parecía haber hecho borrón y cuenta nueva, aceptando la presencia de Monty como si fuera un caso cualquiera.
Charles, al borde de perder la cordura, decidió que la única forma de poner punto final a este caso, era investigando precisamente al brujo que estaba causándole semejante pesadilla: Edward Brown. Un brujo taciturno y demasiado solitario que, al parecer, no necesitaba de ningún cuervo familiar que lo ayudase. Charles estaba determinado a llegar al fondo de todo esto y así, por fin, recuperar su normalidad.
Recuperar, por supuesto, su rutina con Edwin en Londres.
×××××××
Edwin Paine Fantasma▸ Minerva | Charles Rowland Fantasma▸ Juno |
Monty Familiar▸ Juno | Edward Brown Brujo▸ Minerva |
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Chapter I
Cayó con fuerza contra el piso.
Monty se aturdió tanto que le tomó unos minutos darse cuenta que no estaba dando aleteos incómodos, sino que tenía ambas manos apoyadas en el suelo de madera. Manos. Soltó un respingo, asustado, sin saber exactamente dónde estaba, ni tampoco cómo era que volvía a tener piel y huesos en lugar de plumas. Monty se llevó ambas manos al rostro, sólo para comprobar que no estaba imaginándolo.
Se quedó en el piso un instante, tratando de recordar qué había pasado. Sin embargo, tan sólo recordaba que estaba en casa de Esther, que había conseguido zafarse de la jaula y que, con mucho esfuerzo, había arrastrado la mochila de Charles hasta sus pies. Después de eso, un dolor incómodo en el pecho, pero nada más.
Se incorporó despacio, tambaleándose al principio, como si sus piernas no recordaran bien cómo afirmarse en el piso. Miró a su alrededor, la casa no le resultaba familiar, pero sí que reconocía las runas en los libros que había en una estantería y podía oler las especias y raíces, parecidas a las que usaba Esther para hacer sus hechizos. También había allí un aroma que evocaba a Esther, aunque no era exactamente igual.
Siguió el rastro del aquel aroma por un estrecho pasillo, hasta que encontró, allí, recostado en lo que parecía ser un viejo diván, la silueta de una persona que Monty no había visto nunca en su vida.
Pero despedía el aroma de Esther. No podía estar equivocado, Monty reconocería ese aroma en cualquier sitio. ¿Dónde demonios estaba?
—¿Quién… quién es usted? —dijo de pronto, sintiéndose más valiente de lo que en realidad era. ¿Lo había invocado? ¿Era eso? Monty nunca había estado más que al servicio de Esther durante toda su vida. Pero ella, ella parecía haber muerto, el vacío que sentía en el pecho se lo decía—: ¿Dónde está Esther? ¿Usted le hizo algo?
Monty no sabía a cuál de las tres respuestas le tenía más miedo. Miedo. Terror. Angustia. Odiaba todas esas sensaciones que se le alojaban en el pecho.
Monty se aturdió tanto que le tomó unos minutos darse cuenta que no estaba dando aleteos incómodos, sino que tenía ambas manos apoyadas en el suelo de madera. Manos. Soltó un respingo, asustado, sin saber exactamente dónde estaba, ni tampoco cómo era que volvía a tener piel y huesos en lugar de plumas. Monty se llevó ambas manos al rostro, sólo para comprobar que no estaba imaginándolo.
Se quedó en el piso un instante, tratando de recordar qué había pasado. Sin embargo, tan sólo recordaba que estaba en casa de Esther, que había conseguido zafarse de la jaula y que, con mucho esfuerzo, había arrastrado la mochila de Charles hasta sus pies. Después de eso, un dolor incómodo en el pecho, pero nada más.
Se incorporó despacio, tambaleándose al principio, como si sus piernas no recordaran bien cómo afirmarse en el piso. Miró a su alrededor, la casa no le resultaba familiar, pero sí que reconocía las runas en los libros que había en una estantería y podía oler las especias y raíces, parecidas a las que usaba Esther para hacer sus hechizos. También había allí un aroma que evocaba a Esther, aunque no era exactamente igual.
Siguió el rastro del aquel aroma por un estrecho pasillo, hasta que encontró, allí, recostado en lo que parecía ser un viejo diván, la silueta de una persona que Monty no había visto nunca en su vida.
Pero despedía el aroma de Esther. No podía estar equivocado, Monty reconocería ese aroma en cualquier sitio. ¿Dónde demonios estaba?
—¿Quién… quién es usted? —dijo de pronto, sintiéndose más valiente de lo que en realidad era. ¿Lo había invocado? ¿Era eso? Monty nunca había estado más que al servicio de Esther durante toda su vida. Pero ella, ella parecía haber muerto, el vacío que sentía en el pecho se lo decía—: ¿Dónde está Esther? ¿Usted le hizo algo?
Monty no sabía a cuál de las tres respuestas le tenía más miedo. Miedo. Terror. Angustia. Odiaba todas esas sensaciones que se le alojaban en el pecho.
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Chapter I
Edward no quería ser un brujo.
Nunca había querido. Desde su adolescencia había deseado ser un ser humano normal, aunque nunca había tenido claro por qué. Sin embargo, por más que lo negara no dejaba de aparentarlo. Vivía en una casa vieja, con piso de madera, muebles antiguos y aspecto lúgubre.
Pero, aunque Edward hubiera vivido en un apartamento moderno, igual tenía aspecto de haber salido de otra época. Él también era lúgubre y con aspecto de haber salido de otra época.
Había hecho muchos esfuerzos por aparentar ser más normal, sin mayor éxito. Lo peor de toda su rebeldía adolescente era que no había perfeccionado sus poderes y ahora era un brujo mediocre. Intentaba pensar poco en ello, pero no era extraño que apareciera algo en su vida que le recordara de pronto que nunca sería una persona normal.
Como un cuervo que entrara volando en su casa y se estrellara contra el suelo, convirtiéndose en un humano.
Un hombre joven y atractivo, pero con expresión de miedo y que lanzaba preguntas que no comprendía.
—Soy yo quien debería pregutnar qué hace usted en mi casa —dijo en tono ofendido—Pero por ahora me interesa más saber quién es usted.
Se había levantado de golpe, dejando de lado el libro que había estado leyendo mientras tomaba una postura defensiva, intentando recordar hechizos prácticos para defenderse de un extraño invasor.
Aunque el hombre parecía más un chico perdido que una amenaza.
Nunca había querido. Desde su adolescencia había deseado ser un ser humano normal, aunque nunca había tenido claro por qué. Sin embargo, por más que lo negara no dejaba de aparentarlo. Vivía en una casa vieja, con piso de madera, muebles antiguos y aspecto lúgubre.
Pero, aunque Edward hubiera vivido en un apartamento moderno, igual tenía aspecto de haber salido de otra época. Él también era lúgubre y con aspecto de haber salido de otra época.
Había hecho muchos esfuerzos por aparentar ser más normal, sin mayor éxito. Lo peor de toda su rebeldía adolescente era que no había perfeccionado sus poderes y ahora era un brujo mediocre. Intentaba pensar poco en ello, pero no era extraño que apareciera algo en su vida que le recordara de pronto que nunca sería una persona normal.
Como un cuervo que entrara volando en su casa y se estrellara contra el suelo, convirtiéndose en un humano.
Un hombre joven y atractivo, pero con expresión de miedo y que lanzaba preguntas que no comprendía.
—Soy yo quien debería pregutnar qué hace usted en mi casa —dijo en tono ofendido—Pero por ahora me interesa más saber quién es usted.
Se había levantado de golpe, dejando de lado el libro que había estado leyendo mientras tomaba una postura defensiva, intentando recordar hechizos prácticos para defenderse de un extraño invasor.
Aunque el hombre parecía más un chico perdido que una amenaza.
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Chapter I
Cuando el desconocido se levantó, Monty por instinto retrocedió unos pasos, pero como no estaba muy familiarizado con sus alrededores, chocó contra una pared. El hombre parecía enfadado, pero Monty no tenía cómo explicarle que él ni siquiera quería estar allí. Pero si él mismo no sabía cómo había aparecido allí por error, iba a ser muy difícil convencerlo de que no era un peligro. Monty reconocía bastante bien los instrumentos y libros que alcanzó a ver para saber que allí vivía una bruja, como Esther.
Eso no auguraba nada bueno.
—Yo… yo… —Monty se humedeció los labios, los sentía ásperos y resecos, o quizás era sólo que estaba demasiado nervioso—. Era el familiar de Esther Finch. ¿La conoces? Ella… bueno, sé que no parezco precisamente un cuervo, ella me había hechizado. Vivíamos en Port Townsend, pero ella…no sé si ella…
Monty no podía pronunciar en voz alta su mayor temor. Si Esther de verdad había muerto, tal y como él podía sentirlo, eso significaba que estaba a la deriva. Los brujos podían existir sin ningún problema si no tomaban un animal familiar, aunque era muy común, no era obligatorio. Pero la existencia de Monty, su único propósito, ahora estaba ligado a la existencia de Esther. O lo estaba.
Sentía el estómago vacío de sólo pensarlo.
—Yo… no quiero problemas —dijo, alzando ambas manos en señal de rendición. Esperaba que eso fuera suficiente, pero había algo en la expresión del desconocido que le resultaba francamente aterradora—. De verdad no tengo idea cómo fue que aparecí aquí, seguro que tuvo que haber sido algún error. Quizás Esther hizo un hechizo que salió mal y…
Monty se calló, pensando que Esther lo mataría de verdad si hubiera insinuado que ella se equivocó con un hechizo. Esther no cometía errores, aunque sí que había calculado mal lo que estaba haciendo cuando le dio un cuerpo y corazón humanos. Pero Esther era el único lugar seguro que había conocido.
Ella no podía estar muerta.
Eso no auguraba nada bueno.
—Yo… yo… —Monty se humedeció los labios, los sentía ásperos y resecos, o quizás era sólo que estaba demasiado nervioso—. Era el familiar de Esther Finch. ¿La conoces? Ella… bueno, sé que no parezco precisamente un cuervo, ella me había hechizado. Vivíamos en Port Townsend, pero ella…no sé si ella…
Monty no podía pronunciar en voz alta su mayor temor. Si Esther de verdad había muerto, tal y como él podía sentirlo, eso significaba que estaba a la deriva. Los brujos podían existir sin ningún problema si no tomaban un animal familiar, aunque era muy común, no era obligatorio. Pero la existencia de Monty, su único propósito, ahora estaba ligado a la existencia de Esther. O lo estaba.
Sentía el estómago vacío de sólo pensarlo.
—Yo… no quiero problemas —dijo, alzando ambas manos en señal de rendición. Esperaba que eso fuera suficiente, pero había algo en la expresión del desconocido que le resultaba francamente aterradora—. De verdad no tengo idea cómo fue que aparecí aquí, seguro que tuvo que haber sido algún error. Quizás Esther hizo un hechizo que salió mal y…
Monty se calló, pensando que Esther lo mataría de verdad si hubiera insinuado que ella se equivocó con un hechizo. Esther no cometía errores, aunque sí que había calculado mal lo que estaba haciendo cuando le dio un cuerpo y corazón humanos. Pero Esther era el único lugar seguro que había conocido.
Ella no podía estar muerta.
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Chapter I
Edward miró al intruso con una ceja arqueada. Realmente no había dado respuesta a su pregunta.
—No sé quién es Esther Finch y no tengo idea de dónde está Port Townsend —replicó—Y sigo sin saber quién es usted.
No parecía productivo preguntarle qué hacía él, porque el joven parecía realmente perdido. Miró a su alrededor, preguntándose qué debería hacer. Una parte de él quería echarlo de ahí, pero tampoco podía ignorar del todo lo desubicado que se veía.
—¿Necesita tomar agua? —replicó—¿O tomar asiento?
Edward no se manejaba bien con extraños. Nunca se le había dado bien la gente. Seguro por eso seguía en esa casa lúgubre y antigua de la familia. Ahí no tenía que lidiar con nadie por lo general y podía dedicarse a leer, y a sus estudios básicos de magia donde nadie se daba cuenta de lo mediocre que era.
Tener dinero de herencia era toda una ventaja. Si hubiera tenido que trabajar no le habría sido nada fácil.
¿Qué debía hacer con este chico? Tenía que ser muy joven, y hablaba cosas sin sentido alguno. Decía que era un familiar, ¿y que no parecía un cuervo?
Edward no era especialista en el tema de familiares, pero sabía que algunos brujos tenían espíritus familiares que solían tener forma de animal y eran una especie de sirvientes que les ayudaban. Algunos tenían poderes y otros no.
¿Este los tendría? No podía deducir demasiado de verlo nada más. Y esa Esther... ¿sería su bruja o una enemiga?
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Chapter I
Aunque el hombre no le había dado demasiada información, era más que suficiente para que Monty se sintiera todavía más asustado. Que no supiera quién era Esther era una cosa, pero si le decía que no tenía idea dónde estaba Port Townsend, eso sólo quería decir que no estaba en Washington, que quizás estaba en otro contado, o peor, en otro estado completamente diferente. ¿Por qué? ¿Por qué había sido transportado tan lejos de su casa?
Casa. Si Esther realmente estaba muerta, en realidad Monty no tenía una casa a la cual volver. Sabía que Esther tenía familia, alguna vez se lo dijo, pero entendía que ellos no habían partido a Estados Unidos con ella, y eso había sido muchísimo tiempo atrás, antes de que Monty llegara a su servicio.
—Port Towsend está en Washington, vivíamos… vivía con Esther en su casa —se corrigió, esperando que al decir Washington eso por acto de magia ayudara al desconocido a ubicarse en el espacio y tiempo. Pero era inútil, le estaba ofreciendo agua, sentarse, pero Monty no quería eso, él sólo quería saber dónde demonios estaban—: ¿Dónde estamos?
Seguía teniendo más preguntas que respuestas, y empezaba a desesperarse. Deseó con todas sus fuerzas saber, por lo menos, en dónde demonios estaba. Pero la sensación de vacío en su estómago era desoladora.
—No quiero sentarme —dijo, con un hilo de voz, sin moverse de donde estaba. En realidad, estaba mintiendo, sí que le vendría bien sentarse, recostarse por un instante. Ser un humano era espantoso, su cuerpo se cansaba el doble de rápido, y se sentía angustiado constantemente—: Sólo quiero saber dónde estoy.
Monty estaba a punto de decir algo más, pero sintió un tirón en la mano izquierda, un escozor incómodo que le causó escalofríos. Gimió de dolor, mientras movía el brazo para examinar lo que pasaba. Ahí, muy diminuto, en su muñeca izquierda, estaba la marca de Esther. La marca de los Finch. Antes, en su cuerpo humano, Monty la tenía en la espalda. La descubrió la primera vez que estaba aprendiendo cómo usar el baño de Esther, ella tenía un espejo enorme y así pudo ver su espalda.
Pero ahora la marca estaba ahí, mucho más pequeña, pero latía bajo su piel. ¿Por qué había cambiado de lugar?
Casa. Si Esther realmente estaba muerta, en realidad Monty no tenía una casa a la cual volver. Sabía que Esther tenía familia, alguna vez se lo dijo, pero entendía que ellos no habían partido a Estados Unidos con ella, y eso había sido muchísimo tiempo atrás, antes de que Monty llegara a su servicio.
—Port Towsend está en Washington, vivíamos… vivía con Esther en su casa —se corrigió, esperando que al decir Washington eso por acto de magia ayudara al desconocido a ubicarse en el espacio y tiempo. Pero era inútil, le estaba ofreciendo agua, sentarse, pero Monty no quería eso, él sólo quería saber dónde demonios estaban—: ¿Dónde estamos?
Seguía teniendo más preguntas que respuestas, y empezaba a desesperarse. Deseó con todas sus fuerzas saber, por lo menos, en dónde demonios estaba. Pero la sensación de vacío en su estómago era desoladora.
—No quiero sentarme —dijo, con un hilo de voz, sin moverse de donde estaba. En realidad, estaba mintiendo, sí que le vendría bien sentarse, recostarse por un instante. Ser un humano era espantoso, su cuerpo se cansaba el doble de rápido, y se sentía angustiado constantemente—: Sólo quiero saber dónde estoy.
Monty estaba a punto de decir algo más, pero sintió un tirón en la mano izquierda, un escozor incómodo que le causó escalofríos. Gimió de dolor, mientras movía el brazo para examinar lo que pasaba. Ahí, muy diminuto, en su muñeca izquierda, estaba la marca de Esther. La marca de los Finch. Antes, en su cuerpo humano, Monty la tenía en la espalda. La descubrió la primera vez que estaba aprendiendo cómo usar el baño de Esther, ella tenía un espejo enorme y así pudo ver su espalda.
Pero ahora la marca estaba ahí, mucho más pequeña, pero latía bajo su piel. ¿Por qué había cambiado de lugar?
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Chapter I
Washington.
Este jovencito perdido creía que podía estar en Estados Unidos. No tenía ni idea de que estaba en Inglaterra y seguro no tendría idea de cómo había llegado ahí.
Algo ocurría con las energías ese día, había sentido una perturbación antes de su aparición. Se negaba a pensar que esto tuviera algo que ver con él, pero si no, ¿por qué habría aparecido en su casa?
—Estás en mi casa, en Londres —le contestó con un suspiro—Mi nombre es Edward Brown.
Eso aclararía las dudas del joven, pero él seguía sin saber nada. Esther... no conocía a ninguna Esther. Le parecía que si escarbaba en el árbol genealógico familiar seguro había alguna, pero le sonaba a un nombre viejo. De hace mucho tiempo.
—Eso no resuelve qué haces en mi casa o cómo llegaste aquí —añadió—Pero tal vez puedas presentarte también.
Porque hasta ahora solo hablaba de ser un familiar y un cuervo, y nada de eso tenía sentido. ¿Por qué estaría lejos de su familia? ¿Por qué estaría en su casa? Y, sobre todo, ¿por qué sería un humano?
Edward no quería enredarse en cuestiones de magia y temía qu eeso era justamente lo que estaba ocurriendo.
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Chapter I
Londres.
Estaban en Londres. Monty no pudo evitar soltar un respingo cuando supo aquello. Incluso cuando era un cuervo, Monty conocía lo suficiente de los movimientos de Esther para saber que Washington y Londres estaban separados por un vasto océano. Eso no podía ser bueno. Monty estaba a miles de kilómetros lejos de casa. La situación en la que estaba iba empeorando por momentos y él sentía que le faltaba el aire.
Pero se obligó a calmarse lo mejor que pudo, después de todo, si se desmayaba iba a quedar a merced de esta persona. Edward. Había dicho que se llamaba Edward Brown, él no recordaba de ningún conocido de Esther que se llamara así, ni ningún brujo o criatura que hubiera tenido tratos con ella. Pero Esther había vivido durante décadas, muchas más de las que Monty había vivido, así que era difícil saberlo.
Edward parecía muy serio, su expresión se acompañaba perfectamente con el ambiente hostil y lúgubre que los rodeaba. Monty no quería revelar más, no quería decirle nada, pero temía hacerlo enfadar. Hasta ahora se estaba portando bastante cordial considerando que Monty había aparecido en su casa.
—Me llamo Monty… —dijo a media voz, balanceándose sobre sus talones, sintiendo de nuevo el peso de los huesos manos bajo la piel. No podía decir que ser humano fuera su fuerte, la última vez acabó siendo un completo desastre. De sólo recordar cómo Edwin lo había mirando la última vez que se habían visto se le encogía el estómago. Edwin. Era doloroso pensar en él, así que decidió encarar a Edward, para intentar salir de este desastre—: Esther era mi dueña. Yo era su animal familiar. Sé que no parezco un cuervo, es una larga historia, pero juro que no estoy mintiendo.
Monty no tenía nada con qué convencerlo. ¿Sería un brujo? ¿Alguna criatura? Miró a su alrededor, intentando buscar algún indicio que revelara la naturaleza de Edward, pero encontró respuestas en una pintura que parecía que tenía más de cien años de vida. Pero lo que en realidad le llamó la atención a Monty no era la pintura de aquel campo de flores, sino el escudo de armas que reposaba en la parte inferior del marco.
Era el mismo de la familia de Esther. Monty lo conocía a la perfección, lo que no entendía era qué hacía ese escudo en un marco de una pintura vieja. En Londres.
—Este escudo, era de la familia de Esther… —dijo de pronto, en voz alta, luego de tomar el valor para caminar hacia la pintura. Cuando miró a Edward Brown de nuevo, sintió más miedo que nunca—. ¿Tú lo conoces?
Estaban en Londres. Monty no pudo evitar soltar un respingo cuando supo aquello. Incluso cuando era un cuervo, Monty conocía lo suficiente de los movimientos de Esther para saber que Washington y Londres estaban separados por un vasto océano. Eso no podía ser bueno. Monty estaba a miles de kilómetros lejos de casa. La situación en la que estaba iba empeorando por momentos y él sentía que le faltaba el aire.
Pero se obligó a calmarse lo mejor que pudo, después de todo, si se desmayaba iba a quedar a merced de esta persona. Edward. Había dicho que se llamaba Edward Brown, él no recordaba de ningún conocido de Esther que se llamara así, ni ningún brujo o criatura que hubiera tenido tratos con ella. Pero Esther había vivido durante décadas, muchas más de las que Monty había vivido, así que era difícil saberlo.
Edward parecía muy serio, su expresión se acompañaba perfectamente con el ambiente hostil y lúgubre que los rodeaba. Monty no quería revelar más, no quería decirle nada, pero temía hacerlo enfadar. Hasta ahora se estaba portando bastante cordial considerando que Monty había aparecido en su casa.
—Me llamo Monty… —dijo a media voz, balanceándose sobre sus talones, sintiendo de nuevo el peso de los huesos manos bajo la piel. No podía decir que ser humano fuera su fuerte, la última vez acabó siendo un completo desastre. De sólo recordar cómo Edwin lo había mirando la última vez que se habían visto se le encogía el estómago. Edwin. Era doloroso pensar en él, así que decidió encarar a Edward, para intentar salir de este desastre—: Esther era mi dueña. Yo era su animal familiar. Sé que no parezco un cuervo, es una larga historia, pero juro que no estoy mintiendo.
Monty no tenía nada con qué convencerlo. ¿Sería un brujo? ¿Alguna criatura? Miró a su alrededor, intentando buscar algún indicio que revelara la naturaleza de Edward, pero encontró respuestas en una pintura que parecía que tenía más de cien años de vida. Pero lo que en realidad le llamó la atención a Monty no era la pintura de aquel campo de flores, sino el escudo de armas que reposaba en la parte inferior del marco.
Era el mismo de la familia de Esther. Monty lo conocía a la perfección, lo que no entendía era qué hacía ese escudo en un marco de una pintura vieja. En Londres.
—Este escudo, era de la familia de Esther… —dijo de pronto, en voz alta, luego de tomar el valor para caminar hacia la pintura. Cuando miró a Edward Brown de nuevo, sintió más miedo que nunca—. ¿Tú lo conoces?
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Chapter I
Monty.
El nombre le iba bien, o eso le parecía. Lo peor era que le creía todo lo que decía. Edward sabía que por más que fingiera tener una vida normal, no la iba a tener nunca. Era un brujo, le gustara o no, fuera bueno o no.
Pero hasta ahora la única persona que había cargado con las consecuencias negativas de su incompetencia era él mismo. No había tenido que hacerse responsable de nadie.
Y por más que el chico dijera que era un cuervo, era un chico.
Edward giró su atención a la pintura que Monty señalaba. Suspiró.
—Es el escudo de armas de mi familia —aceptó de mala gana—Pero no sé de ninguna familiar llamada Esther en Estados Unidos.
Frunció el ceño. Siempre podía revisar el árbol genealógico. Había brujas que vivían mucho tiempo. Realmente mucho tiempo. Pero no sabía demasiado al respecto. Resopló y dirigió la mirada al librero antes de levantar una mano para atraer el libro familiar hacia él. Voló a su mano. Eran los hechizos que le salían mejor, los más cotidianos.
Abrió el libro y lo puso frente a él. Era un árbol genealógico de varias generaciones. Algunas con fotografías, otras con pinturas, otras no tenían ninguna de esas cosas. Le habría gustado saber si había un hechizo para buscar un nombre en el documento, pero no fue necesario.
Tuvo una corazonada y buscó la sección donde se recopilaba familiares que se habían marchado de Inglaterra. Ahí estaba. La encontró casi de inmediato. Estaba en la lista de los que habían partido al Nuevo Continente.
—Parece que tu Esther es mi antepasada —dijo frunciendo el ceño—Pero eres muy joven...
No sabía si quería saber cómo era posible. Al menos el joven vestía ropa de esta época, no parecía venir del pasado.
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Chapter I
Monty se quedó estático, mirándolo con los ojos muy abiertos, mientras procesaba la información. Entonces, poco a poco, empezó a comprender un poco todo lo que estaba pasando. Gracias a las palabras de Edward, comprendía que, si estaba aquí, era porque ahora le pertenecía.
Se fijó entonces con detenimiento en Edward Brown. Tenía un acento gracioso, decididamente inglés, como el acento que tenía Edwin también. Recordó entonces que Edwin le había dicho que sólo estaban en Estados Unidos de paso, porque ellos tenían su base de operaciones en Londres. No pudo evitar emocionarse al pensarlo, ¿quizás habría la posibilidad de volverlo a ver? Monty sabía que Edwin debía odiarlo, al igual que Charles, pero sentía que, si tenía la oportunidad, debía intentar disculparse.
Sin embargo, cuando volvió a ver el escudo de armas, supo que eso no era relevante en ese momento. Ahora era el familiar de Edward Brown y eso cambiaba bastante las cosas.
—Esther… bueno, ella había conseguido la eternidad, hizo un pacto con Lilith —dijo con soltura, mientras lo miraba con curiosidad. Edward ya no parecía tan enfadado con su presencia, pero tampoco parecía a gusto. De seguro que no acababa de fiarse de Monty. ¿Qué debería hacer él? Si fuera un cuervo, sería todo mucho más fácil—: No siempre fui su animal familiar. Llevaba a su servicio hace relativamente poco, considerando lo mucho que ella vivió.
Monty se rascó la muñeca, sintiéndose nervioso. Esther había sido una buena dueña, Monty en realidad no tenía muchas quejas de ella excepto cuando decidió que debía darle un cuerpo y sentimientos humanos para ayudarla con sus planes. Todo eso había desencadenado un montón de situaciones para las que Monty no había estado preparado. ¿Edward querría que permaneciera como humano? Quizás necesitaba otro tipo de sirviente, uno que fuera más práctico que un cuervo.
Esther, casi siempre, había sido buena con él. ¿Cómo sería Edward?
—Pero ahora… ahora Esther falleció y tú eres sangre de su sangre, eso significa que... —dijo con voz queda, sintiéndose triste al mencionar la muerte de Esther en voz alta. Cuando miró a Edward, se inclinó despacio hacia él—. Los familiares siempre permanecemos dentro de la familia de nuestro dueño. Así que ahora… ahora te pertenezco, señor Brown.
No estaba seguro si debía dirigirse a él de esa manera. Esther siempre lo trató con familiaridad, pero no conocía a Edward. Monty no tenía la más mínima idea de qué esperar.
Con que fuera práctico y algo piadoso con él, se daba por bien servido.
Se fijó entonces con detenimiento en Edward Brown. Tenía un acento gracioso, decididamente inglés, como el acento que tenía Edwin también. Recordó entonces que Edwin le había dicho que sólo estaban en Estados Unidos de paso, porque ellos tenían su base de operaciones en Londres. No pudo evitar emocionarse al pensarlo, ¿quizás habría la posibilidad de volverlo a ver? Monty sabía que Edwin debía odiarlo, al igual que Charles, pero sentía que, si tenía la oportunidad, debía intentar disculparse.
Sin embargo, cuando volvió a ver el escudo de armas, supo que eso no era relevante en ese momento. Ahora era el familiar de Edward Brown y eso cambiaba bastante las cosas.
—Esther… bueno, ella había conseguido la eternidad, hizo un pacto con Lilith —dijo con soltura, mientras lo miraba con curiosidad. Edward ya no parecía tan enfadado con su presencia, pero tampoco parecía a gusto. De seguro que no acababa de fiarse de Monty. ¿Qué debería hacer él? Si fuera un cuervo, sería todo mucho más fácil—: No siempre fui su animal familiar. Llevaba a su servicio hace relativamente poco, considerando lo mucho que ella vivió.
Monty se rascó la muñeca, sintiéndose nervioso. Esther había sido una buena dueña, Monty en realidad no tenía muchas quejas de ella excepto cuando decidió que debía darle un cuerpo y sentimientos humanos para ayudarla con sus planes. Todo eso había desencadenado un montón de situaciones para las que Monty no había estado preparado. ¿Edward querría que permaneciera como humano? Quizás necesitaba otro tipo de sirviente, uno que fuera más práctico que un cuervo.
Esther, casi siempre, había sido buena con él. ¿Cómo sería Edward?
—Pero ahora… ahora Esther falleció y tú eres sangre de su sangre, eso significa que... —dijo con voz queda, sintiéndose triste al mencionar la muerte de Esther en voz alta. Cuando miró a Edward, se inclinó despacio hacia él—. Los familiares siempre permanecemos dentro de la familia de nuestro dueño. Así que ahora… ahora te pertenezco, señor Brown.
No estaba seguro si debía dirigirse a él de esa manera. Esther siempre lo trató con familiaridad, pero no conocía a Edward. Monty no tenía la más mínima idea de qué esperar.
Con que fuera práctico y algo piadoso con él, se daba por bien servido.
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Chapter I
"Le pertenezco, señor Brown"
Aquellas palabras resonaron como un eco en sus oídos.
No. Eso no podía estar pasando.
Retrocedió, asustado. Miró a Monty fijamente. Tenía que se real, no lo estaba alucinando. Había un hombre en su casa diciéndole que era un familiar y que le pertenecía.
Edward no quería poseer a nadie, mucho menos a una persona. Todavía un animal que hablara o algo así habría sido... viable. Factible. ¡Pero una persona! ¡Un chico tan joven!
—Tiene que haber un error —dijo tras un momento de silencio—No soy un brujo en funciones. Un familiar no tiene nada que hacer conmigo... y eres una persona, no puedes pertenecerle a alguien, ¡mucho menos a mí!
Alguna magia antigüa y equivocada lo había llevado hasta él, pero Edward no iba a ser dueño de alguien que ni siqueira conocía el país en el que estaba. ¡Era una persona! Había perdido a esta Esther, cierto, quién sabe qué cosas la había hecho hacer para ella. Mucho menos si era cierto que antes era un cuervo y ahora...
Ahora una persona.
No podía ser dueño de una persona. Iba en contra de todo lo que creía.
—Puede que hayas sido un cuervo, pero ahora eres una persona —dijo, intentando sonar seguro y firme—Mereces tener tu propia vida, yo no voy a ser tu dueño ni nada similar. A partir de ahora eres libre, no perteneces a mi familia ni a nadie. Ve a vivir tu vida, Monty.
Era lo mejor que podía hacer por él. De verdad. Tal vez la tal Esther era muy poderosa. Probablemente lo era si había logrado ser inmortal tanto tiempo... Pero Edward no lo era. Era una decepción entre los brujos y un solitario. No necesitaba un familiar ni sabría qué hacer con uno.
Mucho menos con una persona.
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Chapter I
"No soy un brujo en funciones."
Monty frunció el ceño cuando lo escuchó decir aquello, pues no tenía la más mínima idea de qué quería decir con eso. Acababa de verlo hacer magia, justo frente a sus ojos, eso lo hacía un brujo. No existía tal cosa como un brujo fuera de servicio, o se tenía la magia o no se tenía, y era bastante evidente que Edward Brown poseía el don.
Estuvo a punto de aclararle que de verdad era un cuervo y que podía hacer un hechizo para devolverle su cuerpo, su apariencia natural, pero entonces Edward Brown dijo algo que lo dejó sin aliento. Acababa de decirle que lo dejaba ser libre, que no tenía que quedarse con él, porque no quería ningún familiar a su lado.
Al principio, Monty soltó una risita, quizás lo había juzgado mal y Edward Brown era una persona muy chistosa. Tal vez tenía humor ácido y él no lo había pillado a la primera. Sin embargo, con el pasar de los segundos y su expresión severa, se dio cuenta, aterrado, de que no era un chiste.
Edward Brown de verdad pretendía romper el vínculo que lo mantenía unido a la familia de Esther.
Él no podía estar hablando en serio, ¿cierto? Porque Monty no era una maldita persona, Monty ni siquiera quería sentir aquella sensación incómoda en el pecho, como si fuera a quemarse desde dentro hacia afuera.
—Estás… estás bromeando, ¿cierto? —dijo, con voz quebrada, cargada de angustia. Esta broma no le estaba gustando nada—. No puedes decirlo en serio. Eres un brujo, acabas de hacer magia. ¡Por supuesto que necesitas un familiar! ¿Cómo vas a decir que soy libre?
Monty negó varias veces con la cabeza, pensando que todo esto se tratara de una broma de mal gusto. Quizás era una prueba. Esther, después de todo, también le gustaba ponerle pruebas. La mayor de todas, en la que Monty falló estrepitosamente, fue transformarlo en humano para encomendarle la tarea de acercarse a Edwin.
Tal vez esto era parecido, Edward quería probar su lealtad.
Monty frunció el ceño cuando lo escuchó decir aquello, pues no tenía la más mínima idea de qué quería decir con eso. Acababa de verlo hacer magia, justo frente a sus ojos, eso lo hacía un brujo. No existía tal cosa como un brujo fuera de servicio, o se tenía la magia o no se tenía, y era bastante evidente que Edward Brown poseía el don.
Estuvo a punto de aclararle que de verdad era un cuervo y que podía hacer un hechizo para devolverle su cuerpo, su apariencia natural, pero entonces Edward Brown dijo algo que lo dejó sin aliento. Acababa de decirle que lo dejaba ser libre, que no tenía que quedarse con él, porque no quería ningún familiar a su lado.
Al principio, Monty soltó una risita, quizás lo había juzgado mal y Edward Brown era una persona muy chistosa. Tal vez tenía humor ácido y él no lo había pillado a la primera. Sin embargo, con el pasar de los segundos y su expresión severa, se dio cuenta, aterrado, de que no era un chiste.
Edward Brown de verdad pretendía romper el vínculo que lo mantenía unido a la familia de Esther.
Él no podía estar hablando en serio, ¿cierto? Porque Monty no era una maldita persona, Monty ni siquiera quería sentir aquella sensación incómoda en el pecho, como si fuera a quemarse desde dentro hacia afuera.
—Estás… estás bromeando, ¿cierto? —dijo, con voz quebrada, cargada de angustia. Esta broma no le estaba gustando nada—. No puedes decirlo en serio. Eres un brujo, acabas de hacer magia. ¡Por supuesto que necesitas un familiar! ¿Cómo vas a decir que soy libre?
Monty negó varias veces con la cabeza, pensando que todo esto se tratara de una broma de mal gusto. Quizás era una prueba. Esther, después de todo, también le gustaba ponerle pruebas. La mayor de todas, en la que Monty falló estrepitosamente, fue transformarlo en humano para encomendarle la tarea de acercarse a Edwin.
Tal vez esto era parecido, Edward quería probar su lealtad.
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Chapter I
Edward sintió que se ahogaba de solo pensarlo.
No podía tener un familiar. No podía ser dueño de un jovencito como aquel. No podía hacerse cargo de alguien cuando no podía hacerse cargo ni de sí mismo.
Todavía si hubiera sido un animal podría haberlo visto como una mascota. Pero Monty era un chico. Un chico joven y atractivo. No podía ser... su dueño. ¿Es que no entendía lo que estaba pidiendo?
—Tienes que irte —dijo, negando rápidamente—No hay nada aquí para ti, ¡eres una persona! ¡No un animal dependiente de otras personas!
No podía hacerse cargo de alguien así. Necesitaba que lo tomara en serio.
—Solo conozco hechizos muy básicos —añadió—Soy una decepción de brujo, no soy digno descendiente de una bruja inmortal, lo siento. Te daré lo que necesites para regresar a Estados Unidos. No tienes nada aquí.
Intentó ser firme para que supiera que hablaba en serio.
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Chapter I
Monty soltó un respingo cuando lo escuchó decir ese montón de estupideces. Negó con la cabeza varias veces, pues apenas podía creer que esto le estuviera pasando a él.
Era la primera vez que escuchaba una tontería como un brujo que conocía hechizos básicos. Era como si Edward rechazara la magia que le corría por las venas. Monty no pudo evitar pensar que, si Esther lo hubiera conocido, se habría decepcionado muchísimo de la rama de su familia que se quedó en el Viejo Mundo. Sin embargo, eso no lo ayudaba en nada.
Pensar en Esther sólo hacía que se sintiera más desesperado.
—Está bromeando, ¿cierto? —dijo con voz quebrada, pues le resultaba absurdo que le dijera que podía darle recursos para regresar a Estados Unidos. ¿Adónde mierda iba a regresar? La casa de Esther estaba vacía, Monty no podía ocuparla, no tenía adónde ir. Por más que Edward dijera lo contrario, no era una persona de verdad, no podía vivir una vida humana—. ¿Cómo que regresar a Estados Unidos? ¿No escuchó lo que dije? Esther falleció, no tengo dónde volver.
“No tengo a quién volver” quiso decirle, pero no quería sonar todavía más patético. Su situación ya era precaria, no quería empeorarla. Además, por la expresión severa de Edward, empezaba a darse cuenta de que este no sólo hablaba en serio, sino que además no parecía que iba a cambiar de opinión.
De sólo pensar en ello, Monty se sentía mareado.
—Por favor… —dijo, haciendo todo un esfuerzo por contener un puchero infantil—. ¿Señor Brown? No me haga esto. Soy un familiar, mi propósito es servir a un brujo o bruja. Puedo serle útil, se lo prometo. Déjeme quedarme aquí.
“Aquí con usted” pensó Monty, pero no se atrevió a decírselo. Empezaban a sudarle las manos, ¿qué pasaría si no lograba convencerlo? Cada posibilidad era peor que la anterior.
Era la primera vez que escuchaba una tontería como un brujo que conocía hechizos básicos. Era como si Edward rechazara la magia que le corría por las venas. Monty no pudo evitar pensar que, si Esther lo hubiera conocido, se habría decepcionado muchísimo de la rama de su familia que se quedó en el Viejo Mundo. Sin embargo, eso no lo ayudaba en nada.
Pensar en Esther sólo hacía que se sintiera más desesperado.
—Está bromeando, ¿cierto? —dijo con voz quebrada, pues le resultaba absurdo que le dijera que podía darle recursos para regresar a Estados Unidos. ¿Adónde mierda iba a regresar? La casa de Esther estaba vacía, Monty no podía ocuparla, no tenía adónde ir. Por más que Edward dijera lo contrario, no era una persona de verdad, no podía vivir una vida humana—. ¿Cómo que regresar a Estados Unidos? ¿No escuchó lo que dije? Esther falleció, no tengo dónde volver.
“No tengo a quién volver” quiso decirle, pero no quería sonar todavía más patético. Su situación ya era precaria, no quería empeorarla. Además, por la expresión severa de Edward, empezaba a darse cuenta de que este no sólo hablaba en serio, sino que además no parecía que iba a cambiar de opinión.
De sólo pensar en ello, Monty se sentía mareado.
—Por favor… —dijo, haciendo todo un esfuerzo por contener un puchero infantil—. ¿Señor Brown? No me haga esto. Soy un familiar, mi propósito es servir a un brujo o bruja. Puedo serle útil, se lo prometo. Déjeme quedarme aquí.
“Aquí con usted” pensó Monty, pero no se atrevió a decírselo. Empezaban a sudarle las manos, ¿qué pasaría si no lograba convencerlo? Cada posibilidad era peor que la anterior.
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Being Humanis complicated
Chapter I
Edward sentía que iba a colapsar. No sabía nada de familiares. Nunca había sido un brujo lo suficientemente competente para pensar en tener uno. Además, este no era un animal. Era un chico.
¡Un chico!
—Esther te hizo una persona —recapituló—Ya no eres un animal, si te convirtió en una persona ahora debes tener la vida de una persona.
No lo conocía. Era la primera vez que lo veía, pero no parecía ser un animal. Parecía un chico, con emociones, con pensamiento propio... Tenía miedo, lo podía ver en su mirada.
Pero Edward no podía hacerse cargo del miedo de alguien más. ¿Por qué iba a arrastrar a ese chico, que estaba literalmente al inicio de
la vida humana, a su miseria y su mala vida?
—No vas a tener una vida conmigo —añadió—No tengo nada que ofrecerte más que ayudarte a regresar a donde perteneces.
En Estados Unidos. Lejos de él.
No perteneces conmigo
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An Unexpected Intruder
Chapter II
Charles miró por última vez el único sofá que tenían en la oficina y volvió a horrorizarse al comprobar que no lo había imaginado. Allí, en aquel sofá que tenía un hueco en la esquina izquierda, estaba dormido Monty.
Todavía no comprendía qué demonios hacía Monty, precisamente Monty, en Londres. Lo peor de todo era que llegó hecho un manojo de nervios, hablando sobre hechizos, familiares, y vínculos. Por lo que había entendido, uno de los familiares de Esther lo había invocado a Londres, pero ahora no quería tener nada que ver con él. A Charles eso le parecía demasiado sospechoso, pero Monty lloró tanto que Edwin acabó por apiadarse de él.
De no ser por Edwin, Monty ahora estaría fuera de su oficina. Charles no creía que esto fuera realmente un caso, esto parecía una mala broma del destino. Quizás toda esta historia era otra manera de querer envolverlos en algo turbio. Después de todo, si seguía vinculado a algún brujo que era pariente de Esther Finch, seguro que no era trigo limpio.
Edwin, sin embargo, no parecía pensar igual que él.
Charles lo miró, con el ceño fruncido, haciéndole señas para que se acercara. Si alzaba la voz, despertarían a Monty. Charles creía que ya habían tenido suficiente por hoy. Era mejor que durmiera hasta el día siguiente.
—Tenemos que hacer algo —dijo Charles, en voz baja, con tono urgente.
“Tenemos que hacer que se vaya” quiso decir, pero temía que Edwin lo tomara a mal. Desde que Crystal se había ido por unos días, unas semanas, les había dicho, el ambiente entre ambos no acababa de estar del todo bien. Charles sólo quería recuperar la rutina, volver a ser un equipo con Edwin, pero ahora había llegado Monty de manera inesperada. Era como si la suerte hubiera dejado de sonreírle.
Todavía no comprendía qué demonios hacía Monty, precisamente Monty, en Londres. Lo peor de todo era que llegó hecho un manojo de nervios, hablando sobre hechizos, familiares, y vínculos. Por lo que había entendido, uno de los familiares de Esther lo había invocado a Londres, pero ahora no quería tener nada que ver con él. A Charles eso le parecía demasiado sospechoso, pero Monty lloró tanto que Edwin acabó por apiadarse de él.
De no ser por Edwin, Monty ahora estaría fuera de su oficina. Charles no creía que esto fuera realmente un caso, esto parecía una mala broma del destino. Quizás toda esta historia era otra manera de querer envolverlos en algo turbio. Después de todo, si seguía vinculado a algún brujo que era pariente de Esther Finch, seguro que no era trigo limpio.
Edwin, sin embargo, no parecía pensar igual que él.
Charles lo miró, con el ceño fruncido, haciéndole señas para que se acercara. Si alzaba la voz, despertarían a Monty. Charles creía que ya habían tenido suficiente por hoy. Era mejor que durmiera hasta el día siguiente.
—Tenemos que hacer algo —dijo Charles, en voz baja, con tono urgente.
“Tenemos que hacer que se vaya” quiso decir, pero temía que Edwin lo tomara a mal. Desde que Crystal se había ido por unos días, unas semanas, les había dicho, el ambiente entre ambos no acababa de estar del todo bien. Charles sólo quería recuperar la rutina, volver a ser un equipo con Edwin, pero ahora había llegado Monty de manera inesperada. Era como si la suerte hubiera dejado de sonreírle.
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An Unexpected Intruder
Chapter II
Edwin tenía mucho que pensar.
Definitivamente todo era mucho más sencillo cuando lo único que importaba era resolver el siguiente caso. Sin embargo, desde aquel infortunado viaje a Portland, todo se había complicado demasiado. Entre todos los eventos ocurridos allá, Niko, Jenny y Crystal, todo se había vuelto mucho más complejo.
Cuando solo eran Charles y él todo era mejor.
Sin embargo, Edwin no podía echar marcha atrás y olvidar todo lo sucedido. En especial todo lo que había descubierto de sí mismo en aquel viaje. Todo lo sucedido con el rey Gato y con Monty.
Y en especial, su último escape del infierno.
Había hecho su mejor esfuerzo por retomar las cosas al regresar a Londres. Sin embargo, la presencia de Crystal y Jenny cambiaba las cosas. Y la de la Enfermera Nocturna mucho más todavía. Pero en especial, Edwin no podía ignorar lo que ahora sabía que sentía por Charles. Ni que Charles también lo sabía.
Hubiera dado cualquier cosa por poder hablar con Niko al respecto. Seguro que ella sabría perfectamente cómo tenía que actuar él al respecto, pero la verdad era que se sentía perdido. Nada parecía haber cambiado, pero a la vez, él era consciente de que nada era lo mismo. Era un dilema que no sabía resolver.
Sin embargo, no había esperado que más fantasmas de Portland aparecieran frente a ellos. Cuando vio a Monty pensó que alucinaba, pero los muertos no podían alucinar, ¿cierto? Luego el chico le había pedido perdón atropelladamente, y les había contado una historia muy extraña sobre otro brujo de la familia de Esther que lo había dejado en la calle.
Edwin apenas había logrado entender que estaba solo en Londres, sin ningún recurso ni lugar a dónde ir, y sin saber cómo había llegado ahí. Charles había puesto objeciones, y Edwin comprendía que Monty en su momento los había traicionado, pero no podía solo dejarlo en la calle.
—Lo primero es comprender bien la situación en la que se encuentra Monty para ver qué podemos hacer al respecto —dijo con tono práctico.
Charles tenía desconfianza. En efecto, Monty casi había hecho que se los tragara un hongo que los desapareciera de la existencia para siempre, pero en ese entonces era familiar de Esther, no podía hacer otra cosa. Eso Edwin podía entenderlo. Pero ahora... no tenía razones para desconfiar de él ahora. Y Monty siempre le había agradado. Creía que era una víctima de Esther.
No terminaba de entender la reticencia de Charles.
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An Unexpected Intruder
Chapter II
Charles tenía que reconocer que, al menos, Monty había sido bastante convincente. Él mismo, de no haberlo conocido, de seguro también se habría conmovido. El rostro le había quedado hinchado de tanto llorar, a tal punto de caer desfallecido. Charles confiaba en que quedara dormido por lo menos hasta la mañana siguiente y que, para entonces, él y Edwin ya hubieran decidido qué demonios hacer con él.
Para Charles la situación era simple: Monty no podía quedarse. Ese era espacio suyo y de Edwin, apenas estaban recuperando la normalidad, Crystal estaba solucionando los temas familiares que tenía pendientes y, de momento, había dicho que necesitaba hacerlo solo. Además, ¿cómo demonios iban a justificar la presencia de Monty ante la Enfermera Nocturna? Charles no quería ni imaginárselo. No quería que esa mujer tuviera más excusas para acosarlos e impedirles trabajar a gusto.
Pero, sobre todo, quería mantener a Monty alejado de Edwin. Había visto con horror cómo Monty había suplicado perdón, cómo se atrevió a abrazar a Edwin y aferrarse a él con firmeza.
Charles no podía soportar eso a tiempo completo, en su espacio.
—Edwin, hay que ser muy prácticos. Lo primero que tendríamos que averiguar es si ese tal brujo existe de verdad —dijo con desdén, mientras miraba a Monty de reojo. Seguía pareciéndole demasiado sospechoso la manera en que había aparecido en Londres, y cómo los había encontrado. A Charles le parecía que eso no tenía sentido—. ¿Sabes? La última vez que vimos a Monty, era de nuevo un cuervo. Él es sólo un familiar, no tiene poderes suficientes como para transformarse en humano por sí mismo. Eso quiere decir que alguien o algo lo convirtió en humano de regreso.
Charles quería creer que estaba sonando razonable, así que esperó que Edwin sopesara lo que acababa de decir. No quería discutir, quería que estuvieran de acuerdo en que esto era verdaderamente sospechoso.
Monty podía estar manipulándolos, quizás Esther había conseguido prolongar su vida gracias a este supuesto descendiente que vivía en Londres. La magia, sobre todo la magia antigua, solía tener trampas y recovecos, no era una situación completamente imposible. Al menos esperaba que Edwin lo considerara.
No podía confiar en él y, por ende, no podían dejar que se quedara.
Para Charles la situación era simple: Monty no podía quedarse. Ese era espacio suyo y de Edwin, apenas estaban recuperando la normalidad, Crystal estaba solucionando los temas familiares que tenía pendientes y, de momento, había dicho que necesitaba hacerlo solo. Además, ¿cómo demonios iban a justificar la presencia de Monty ante la Enfermera Nocturna? Charles no quería ni imaginárselo. No quería que esa mujer tuviera más excusas para acosarlos e impedirles trabajar a gusto.
Pero, sobre todo, quería mantener a Monty alejado de Edwin. Había visto con horror cómo Monty había suplicado perdón, cómo se atrevió a abrazar a Edwin y aferrarse a él con firmeza.
Charles no podía soportar eso a tiempo completo, en su espacio.
—Edwin, hay que ser muy prácticos. Lo primero que tendríamos que averiguar es si ese tal brujo existe de verdad —dijo con desdén, mientras miraba a Monty de reojo. Seguía pareciéndole demasiado sospechoso la manera en que había aparecido en Londres, y cómo los había encontrado. A Charles le parecía que eso no tenía sentido—. ¿Sabes? La última vez que vimos a Monty, era de nuevo un cuervo. Él es sólo un familiar, no tiene poderes suficientes como para transformarse en humano por sí mismo. Eso quiere decir que alguien o algo lo convirtió en humano de regreso.
Charles quería creer que estaba sonando razonable, así que esperó que Edwin sopesara lo que acababa de decir. No quería discutir, quería que estuvieran de acuerdo en que esto era verdaderamente sospechoso.
Monty podía estar manipulándolos, quizás Esther había conseguido prolongar su vida gracias a este supuesto descendiente que vivía en Londres. La magia, sobre todo la magia antigua, solía tener trampas y recovecos, no era una situación completamente imposible. Al menos esperaba que Edwin lo considerara.
No podía confiar en él y, por ende, no podían dejar que se quedara.
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An Unexpected Intruder
Chapter II
Volver a ver a Monty era toda una sorpresa. Edwin realmente había lamentado saber que su breve relación había sido solo un engaño de Esther, pero ahora que estaba seguro de que la bruja no estaba en el mapa no había podido evitar creerle la noche anterior.
No entendía por qué Charles parecía tan alterado con su presencia. Monty estaba genuinamente asustado, independientemente de todo lo que había sucedido entre ellos.
—No he estudiado tanto sobre familiares —comentó, mirando hacia su biblioteca. —Lo primero que necesitamos es investigar cómo funciona la herencia de los familiares.
Eso les permitiría confirmar lo que Monty decía, o averiguar si podía haber algo más que no les estaba costando.
Edwin no era una persona confiada por naturaleza, pero Charles tampoco solía ser tan desconfiado. Suponía que le hecho de que ya Monty les hubiera engañado una vez era lo que no estaba funcionando.
—También tenemos que investigar sobre la humanización de los familiares —añadió. —No sabemos si lo que le había hecho Esther era totalmente reversible o no.
Miró a Monty. Estaba profundamente dormido, parecía agotado por las emociones. No dejaba de verse vulnerable, en especial ahora que sabía que no tenía la experiencia humana que correspondiera a la joven edad que aparentaba.
A la par de ellos, Monty era solamente una criatura.
—Con suerte después de una noche de descanso mañana sea más fácil hablar con él —concluyó. —Podremos sacar más datos en limpio para empezar a investigar.
Todavía no sabía exactamente qué podrían hacer por Monty, pero no pensaba dejarlo en el aire. Era una víctima más de Esther. No iba a ser tan rencoroso de reprocharle que lo hubiera usado contra él.
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An Unexpected Intruder
Chapter II
Como era de suponerse, Edwin se estaba tomando esto muy en serio, de manera muy profesional, dispuesto a resolver este caso. Charles no podía esperar otra cosa de él, incluso si se trataba de Monty. Edwin era dedicado, no desistiría de llegar al fondo de todo esto. A él le pasaba igual, pero por razones completamente diferentes.
Edwin estaba viendo esto como otro trabajo, un nuevo rompecabezas que tenían que volver a unir, pero Charles lo que quería era resolver este problema lo más rápido posible para que Monty se fuera de aquí. Si Monty de verdad no les estaba mintiendo, sería todo mucho más fácil.
—Es cierto lo que dices, no hemos tenido que lidiar con familiares tan directamente. Sé que, en teoría, lo que dice Monty tiene todo el sentido del mundo: si pertenece a una familia, lo lógico es que se quede dentro de la familia de ese brujo.
A Charles eso le parecía un poco tétrico, quizás si se tratara de alguien más se habría conmovido porque, a fin de cuentas, eso era una especie de esclavitud. Pero Monty le había hecho ojitos a Edwin, había gravitado a su alrededor de manera insistente y después los había traicionado.
Si ahora estaba sufriendo, Charles estaba convencido de que tenía una cuota de responsabilidad en esto.
—A mí me sigue pareciendo muy sospechoso que haya vuelto a ser humano de pronto. Monty tiene ciertos atributos mágicos, pero dudo mucho que puedo hacer un hechizo tan complejo como ese. Deben haber pocas brujas que sean capaces de algo así. Este pariente de Esther debe ser igual de peligroso —concluyó Charles, volviendo a mirar a Monty, dormido en el sofá. Parecía hasta inofensivo si lo veía así, pero Charles no se dejaría engañar tan fácilmente. Debía de sospechar, porque si algo le pasaba a Edwin por ser demasiado confiado, no pensaba perdonárselo nunca—. Cuando despierte vamos a tener que interrogarlo de verdad. Espero que esté dispuesto a cooperar y que no esté llorando, porque eso no nos sirve de mucho. Como mínimo necesitamos el nombre del brujo que ahora es su dueño.
Charles creía que eso era razonable, así que volvió la vista hacia Edwin, esperando que estuviera de acuerdo. Esperaba que, a la mañana siguiente, le exigiera a Monty información.
—Si quieres puedo interrogarlo yo, para que tú no tengas que hacerlo.
Charles se sintió un poquito tramposo, porque, en realidad, no quería que Edwin se enganchara con Monty de nuevo. Si él podía hacerse cargo, mucho mejor.
Edwin estaba viendo esto como otro trabajo, un nuevo rompecabezas que tenían que volver a unir, pero Charles lo que quería era resolver este problema lo más rápido posible para que Monty se fuera de aquí. Si Monty de verdad no les estaba mintiendo, sería todo mucho más fácil.
—Es cierto lo que dices, no hemos tenido que lidiar con familiares tan directamente. Sé que, en teoría, lo que dice Monty tiene todo el sentido del mundo: si pertenece a una familia, lo lógico es que se quede dentro de la familia de ese brujo.
A Charles eso le parecía un poco tétrico, quizás si se tratara de alguien más se habría conmovido porque, a fin de cuentas, eso era una especie de esclavitud. Pero Monty le había hecho ojitos a Edwin, había gravitado a su alrededor de manera insistente y después los había traicionado.
Si ahora estaba sufriendo, Charles estaba convencido de que tenía una cuota de responsabilidad en esto.
—A mí me sigue pareciendo muy sospechoso que haya vuelto a ser humano de pronto. Monty tiene ciertos atributos mágicos, pero dudo mucho que puedo hacer un hechizo tan complejo como ese. Deben haber pocas brujas que sean capaces de algo así. Este pariente de Esther debe ser igual de peligroso —concluyó Charles, volviendo a mirar a Monty, dormido en el sofá. Parecía hasta inofensivo si lo veía así, pero Charles no se dejaría engañar tan fácilmente. Debía de sospechar, porque si algo le pasaba a Edwin por ser demasiado confiado, no pensaba perdonárselo nunca—. Cuando despierte vamos a tener que interrogarlo de verdad. Espero que esté dispuesto a cooperar y que no esté llorando, porque eso no nos sirve de mucho. Como mínimo necesitamos el nombre del brujo que ahora es su dueño.
Charles creía que eso era razonable, así que volvió la vista hacia Edwin, esperando que estuviera de acuerdo. Esperaba que, a la mañana siguiente, le exigiera a Monty información.
—Si quieres puedo interrogarlo yo, para que tú no tengas que hacerlo.
Charles se sintió un poquito tramposo, porque, en realidad, no quería que Edwin se enganchara con Monty de nuevo. Si él podía hacerse cargo, mucho mejor.
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An Unexpected Intruder
Chapter II
Suponía que Charles tenía un punto sobre lo de que Monty fuera humano de nuevo, pero dudaba que él tuviera la facultad de pasar de cuervo a hombre a voluntad. ¿Lo estaría manipulando el brujo?
—No creo que Monty pueda controlarlo —comentó, pensando en voz alta. —Pero tal vez podamos averiguar sobre los efectos para un familiar de que su brujo le convierta a otra especie.
Era un buen lugar para comenzar con lo que tenían.
—Por lo que pude entender, el brujo no quiere ser dueño de otra persona —añadió, rememorando las cosas que había balbuceado Monty entre lágrimas. —Supongo que es una postura que le honra pero Monty no es un humano. Las reglas con él son diferentes.
Meditó un momento al respecto. En su momento, él había conocido a un chico joven y alegre. No había pensado ni por un momento que no fuera una persona. ¿Qué habría pensado el brujo al conocerlo? ¿Habría tenido la misma impresión y se habría horrorizado ante una idea más cercana a la esclavitud? ¿O había otras razones por las que no querría a Monty cerca?
Era extraño que desechara de esa forma contar con un familiar... a menos que tuviera razones de peso para hacerlo.
—Tienes razón en que necesitamos hablar con el brujo —añadió. —Pero no te preocupes, interrogaremos a Monty entre los dos, como hacemos siempre. Tengo una conexión especial con él, creo que es más posible que hable si estoy.
Se temía que Charles estaba algo animoso contra el pobre Monty, seguro no terminaba de perdonarle que los hubiera engañado. Eso podía entenderlo. Pero él, en lo personal, sentía debilidad por el chico desde que lo había conocido. Más después de haber sido víctima de Esther también.
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An Unexpected Intruder
Chapter II
"Monty no puede controlarlo."
Al menos, en eso él y Edwin estaban de acuerdo. Era evidente que Monty no había hecho esto solo. Los espíritus familiares tenían ciertas particularidades mágicas, pero nada tan glamoroso ni poderoso como ese tipo de hechizo. De hecho, hablaba muy bien, o, en este caso mal, de que Esther hubiera transformado a Monty de cuervo a humano. Le había dado una personalidad y sentimientos, cosas bastante complejas de imitar.
No era bastante precipitado pensar que si este brujo era descendiente de Esther, quizás era igual de poderoso. Esta situación no le gustaba nada.
—Eso de que no quiere nada que ver con Monty todavía está por verse. No podemos confiarnos de todo lo que nos diga sin prueba alguna, ¿sabes? —dijo con el ceño fruncido—. Porque a ti te gusta tener pruebas, no nos vamos a saltar el protocolo. Lo primero que tenemos que conseguir es su nombre. Eso si deja de llorar.
Charles por lo general era bastante empático con todos los casos que llegaban a ellos. Sin embargo, se le dificultaba sentir pena por un Monty lloroso cuando lo único que había conseguido era tener la atención absoluta de Edwin. Charles no quería volver a vivir el mismo escenario, porque sentía cómo la rabia se apoderaba tanto de él, que casi se volvía corpórea. Y eso, para un fantasma, era el colmo.
Además, que Edwin le hubiera dicho que tenía una conexión especial con Monty no estaba ayudando a su buen humor. Charles apretó los labios y volvió a mirar a Monty. Deseó con todas sus fuerzas que todavía no despertara.
—Está bien, hablaremos los dos. Es cierto que Monty se siente cómodo contigo, pero voy a estar presente por si intenta mentirnos. ¡Lo ha hecho antes! Sé que como cuervo se arrepintió y hasta me ayudó a final, pero… —Charles se encogió de hombros, para él lo más intrigante era por qué Monty seguía siendo humano. La última vez, era un cuervo, él lo recordaba bien—. Estuvo bajo las órdenes de Esther durante mucho tiempo. No sabemos si éste nuevo brujo lo transformó de nuevo y está siguiendo órdenes otra vez.
Charles sabía que la vida de Monty no tenía que ser fácil, pues, que él supiera, dependía enteramente del brujo que era su dueño. Pero tenía que cerciorarse que estaba siendo sincero. Lo más pronto posible, por supuesto.
Quería que los dejara solos de nuevo. Que se mantuviera lejos de Edwin lo antes posible.
Al menos, en eso él y Edwin estaban de acuerdo. Era evidente que Monty no había hecho esto solo. Los espíritus familiares tenían ciertas particularidades mágicas, pero nada tan glamoroso ni poderoso como ese tipo de hechizo. De hecho, hablaba muy bien, o, en este caso mal, de que Esther hubiera transformado a Monty de cuervo a humano. Le había dado una personalidad y sentimientos, cosas bastante complejas de imitar.
No era bastante precipitado pensar que si este brujo era descendiente de Esther, quizás era igual de poderoso. Esta situación no le gustaba nada.
—Eso de que no quiere nada que ver con Monty todavía está por verse. No podemos confiarnos de todo lo que nos diga sin prueba alguna, ¿sabes? —dijo con el ceño fruncido—. Porque a ti te gusta tener pruebas, no nos vamos a saltar el protocolo. Lo primero que tenemos que conseguir es su nombre. Eso si deja de llorar.
Charles por lo general era bastante empático con todos los casos que llegaban a ellos. Sin embargo, se le dificultaba sentir pena por un Monty lloroso cuando lo único que había conseguido era tener la atención absoluta de Edwin. Charles no quería volver a vivir el mismo escenario, porque sentía cómo la rabia se apoderaba tanto de él, que casi se volvía corpórea. Y eso, para un fantasma, era el colmo.
Además, que Edwin le hubiera dicho que tenía una conexión especial con Monty no estaba ayudando a su buen humor. Charles apretó los labios y volvió a mirar a Monty. Deseó con todas sus fuerzas que todavía no despertara.
—Está bien, hablaremos los dos. Es cierto que Monty se siente cómodo contigo, pero voy a estar presente por si intenta mentirnos. ¡Lo ha hecho antes! Sé que como cuervo se arrepintió y hasta me ayudó a final, pero… —Charles se encogió de hombros, para él lo más intrigante era por qué Monty seguía siendo humano. La última vez, era un cuervo, él lo recordaba bien—. Estuvo bajo las órdenes de Esther durante mucho tiempo. No sabemos si éste nuevo brujo lo transformó de nuevo y está siguiendo órdenes otra vez.
Charles sabía que la vida de Monty no tenía que ser fácil, pues, que él supiera, dependía enteramente del brujo que era su dueño. Pero tenía que cerciorarse que estaba siendo sincero. Lo más pronto posible, por supuesto.
Quería que los dejara solos de nuevo. Que se mantuviera lejos de Edwin lo antes posible.
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An Unexpected Intruder
Chapter II
Charles se estaba portando de manera atípica. Solía ser el más empático y el más confiado de ambos. Edwin no estaba acostumbrado a ser él quien aceptaba primero un paso o intentaba conectar con la persona.
Pero la verdad, Charles llevaba días actuando extraño. Al inicio, Edwin había pensado que de verdad podrían seguir adelante después de haberle confesado sus sentimientos sin que su relación cambiara. Luego, había muerto Niko. Así que tardó un tiempo en darse cuenta de que su relación no había vuelto a ser la misma nunca.
Mientras Crystal había estado ahí, las cosas habían sido sostenibles. De alguna forma, había sido una distracción para ambos. Pero al irse, Edwin había tenido que tomar conciencia de que habían silencios que antes no existían entre ellos. Dudas. Titubeos.
Odiaba que todo tuviera que cambiar.
Así que la llegada de Monty era una distracción bienvenida por su parte, pero al parecer Charles no pensaba lo mismo.
—Recuerda que Monty solo ha sido humano unos días, no domina bien el tema de manejar sus sentimientos —le advirtió. —Podemos tratarlo con delicadeza mientras descubrimos mejor qué está pasando.
Charles era una persona de buen corazón. Claro que se sentiría mal.
Se acercó a él y le puso una mano en el hombro. Una parte de él dudaba si todavía tenía permitido hacer eso. Pero Charles no se quitó. Al contrario, miró su mano, y Edwin se sintió un poco mejor.
—¿No te sentirías mal si descubres que todo es verdad? —preguntó, bucando su mirada. —Hablaremos con él juntos. Encontraremos al brujo y hablaremos con él para saber qué pasa con Monty. Si lo está usando, también deberíamos liberarlo de él, ¿no crees?
Miró a Monty entonces. Era tan joven y tan dulce... había sido una trampa antes. Le estaba muy agradecido de haberlo hecho entrar en contacto con esa parte de sí mismo que había negado por tanto tiempo de una manera mucho más gentil y suave que el Rey Gato.
Gracias a él había tenido el valor de aceptar lo que sentía por Charles. Había sido muy liberador decirlo en voz alta. Solo que ahora tenía que lidiar con las consecuencias.
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An Unexpected Intruder
Chapter II
Charles se cruzó de brazos, intentando no darle mucha importancia en la manera en que Edwin estaba justificando a Monty. Su amigo insistía en que él no sabía cómo manejar sus sentimientos, que había tener mucha paciencia con él. Charles se consideraba una persona paciente, de hecho, creía que era bastante empático, pero todo tenía un límite. En este caso, Monty era su límite.
No quería ni imaginarse qué iba a pasar en cuanto Monty despertara de nuevo y de nuevo tuviera toda la atención de Edwin. Sería una maldita pesadilla.
Sin embargo, cuando miró a Edwin a los ojos, suspiró con resignación. No pensaba perder el tiempo que tenía a solas con Edwin discutiendo con él. Charles podía ser terco, pero no era estúpido.
—O sea, sí me sentiría un poco mal por tratarlo como sospechoso si resulta que nos está diciendo la verdad. Pero prefiero ser un poco desconfiado mientras exista la posibilidad de que nos esté engañando. Ya estuvimos en peligro una vez por su culpa —le recordó Charles a Edwin, aunque hizo un esfuerzo por no sonar tan duro como antes. Volvió a mirar en dirección a Monty, quien no se había movido un milímetro desde su postura en el sofá. Parecía tener el sueño muy profundo, quizás sí estaba exhausto, después de todo—: Creo que no está mal ser muy cuidadosos, ¿está bien? Mientras quizás podemos investigar algo sobre la línea familiar de Esther. Era una bruja bastante poderosa, de seguro que no tiene que ser tan difícil rastrearla. Así sabremos si Monty está diciendo la verdad, y, si es así, quizás tengamos información para ayudarlo.
Charles estaba orgulloso de sí mismo por sonar tan razonable. Además, mientras Monty estuviera dormido y no pudieran interrogarlo, todo lo que Edwin y él conversaran en este momento eran puras especulaciones. Era buena idea centrarse en algo, y a Edwin le gustaba investigar, cuando estaba concentrado en un caso, se empapaba de éste por completo.
Era una de las cosas que Charles más admiraba de él.
No quería ni imaginarse qué iba a pasar en cuanto Monty despertara de nuevo y de nuevo tuviera toda la atención de Edwin. Sería una maldita pesadilla.
Sin embargo, cuando miró a Edwin a los ojos, suspiró con resignación. No pensaba perder el tiempo que tenía a solas con Edwin discutiendo con él. Charles podía ser terco, pero no era estúpido.
—O sea, sí me sentiría un poco mal por tratarlo como sospechoso si resulta que nos está diciendo la verdad. Pero prefiero ser un poco desconfiado mientras exista la posibilidad de que nos esté engañando. Ya estuvimos en peligro una vez por su culpa —le recordó Charles a Edwin, aunque hizo un esfuerzo por no sonar tan duro como antes. Volvió a mirar en dirección a Monty, quien no se había movido un milímetro desde su postura en el sofá. Parecía tener el sueño muy profundo, quizás sí estaba exhausto, después de todo—: Creo que no está mal ser muy cuidadosos, ¿está bien? Mientras quizás podemos investigar algo sobre la línea familiar de Esther. Era una bruja bastante poderosa, de seguro que no tiene que ser tan difícil rastrearla. Así sabremos si Monty está diciendo la verdad, y, si es así, quizás tengamos información para ayudarlo.
Charles estaba orgulloso de sí mismo por sonar tan razonable. Además, mientras Monty estuviera dormido y no pudieran interrogarlo, todo lo que Edwin y él conversaran en este momento eran puras especulaciones. Era buena idea centrarse en algo, y a Edwin le gustaba investigar, cuando estaba concentrado en un caso, se empapaba de éste por completo.
Era una de las cosas que Charles más admiraba de él.
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An Unexpected Intruder
Chapter II
Charles era una buena persona. Esa era una certeza que Edwin había tenido desde el momento en que lo conoció. Así que no había dudado ni un momento en que se sentiría mal si fuera injusto con Monty. Suponía que su desconfianza no era exagerada, considerando que Monty en efecto los había engañado una vez. Había sido duro aceptarlo esa vez, tal vez Edwin también debía ser cuidadoso, no le gustaría volver a pasar por eso.
—No dudaba que entrarías en razón al respecto —replicó, dedicandole una breve sonrisa satisfecha. —Así que trataremos a Monty con gentileza cuando despierte, e intentaremos averiguar todo lo que necesitamos para asegurarnos de que lo podemos ayudar.
Se negaba realmente a creer que les estuviera mintiendo de nuevo. Edwin sabía que las personas podían ser mentirosas y ruines, pero Monty había sido un cuervo. Un cuervo pequeño y puro, manipulado y utiliado por una mala bruja como Esther.
Se preguntó cómo sería el brujo. Le daba mucha curiosidad. Pero como decía Charles, podían ir investigando, tirando del hilo de Esther hasta dar con él.
—Sabemos que Esther llegó con los colonos —comentó, dispuesto a ponerse manos a la obra. —Así que necesitamos encontrar una línea familiar que se dividiera en esa época. Una parte se quedó aquí y la otra se marchó a tierras nuevas. Creo que se me ocurren un par de libros que podemos ir consultando.
Dudaba que pudieran obtener alguna información en concreto, pero era mejor que quedarse de brazos cruzados viendo a Monty dormir. Además, abía algo familiar y cálido en invertir su tiempo en investigar junto a Charles. Era probablemente una de las pocas cosas que no habían cambiado en su relación después de todo el fiasco que había sido su visita a Estados Unidos.
Así que la perspectiva de pasar la madrugada juntos, revisando textos y preparando lo que iban a preguntarle a Monty era una buena perspectiva para él. Así como al día siguiente hablar con Monty y que el chico llenara el silencio incómodo que se había quedado en su despacho después de la marcha de Crystal.
Se suponía que fuera Charles quien la extrañaba más, pero al parecer había sido Edwin quien más había sentido su ausencia, porque era un recordatorio constante de que Charles no correspondía sus sentimientos.
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