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Lluvia de primavera
INSPIRED — PELICULAS — IXI
Dos corazones heridos que la vida juntaba en el momento en que todo parecía estar perdido. Cuando las sombras del terror parecían apoderarse de la Tierra Media, y solo parecía que lo que el futuro traería sería desolación. Pero a veces momentos como estos son los que te recuerdan que no todo está perdido. Que hay cosas que ocurren por una razón y que el sufrimiento es solo algo pasajero.
Eowyn, la joven y valiente princesa de Rohan que en un acto que hasta podía catalogarse como rebeldía se disfrazó de soldado para acompañar al ejército en la guerra sin importarle las consecuencias y el peligro que eso implicaba para ella. Que lucho con aquel Nazgul que le arrebato la vida de su amado tío, el rey de Rohan, a quien tuvo que ver morir en sus brazos. Un hombre que fue como su padre, y que había dejaba un vacío con su partida. Por otro lado, como si no bastaba con la herida física que había terminado en aquella pelea, también y la de la pérdida de su tío. También había tenido que resignarse a no ser correspondida por el hombre que su corazón creía amaba.
Faramir, el joven capitán de Gondor, hijo del menor del senescal de la ciudad. Siempre viviendo bajo la sombra de su hermano Boromir. Un hombre de honor que sin importar los problemas que le pudiera traer, el liberar a los hobbits para que continuaran su ruta para destruir el anillo los dejo ir. A pesar de las órdenes de su padre. En su intento por demostrarle su valía a ese hombre que tal vez lo había engendrado, pero no merecía llamarse padre, el capitán salió a enfrentar aquellas fuerzas del enemigo, aun sabiendo que estaban en desventaja, volviendo malherido. Pues de todos modos prefería eso, morir como valiente y ganarse el valor de su padre, que sin pelos en la lengua aseguraba que prefería que fuera él quien estuviera muerto y no su hermano. Casi se le cumple eso, y un momento de locura, cuando Faramir volvió malherido, el hombre quiso quemarlo, pero el problema es que el joven seguía con vida. De no ser por Gandalf y el hobbit Pippin, Faramir no hubiera vivido para contarlo.
Ambos con heridas en su corazón, ya fuera por rechazo o perdidas, los dos tenían heridas que sanar más allá de sus heridas físicas. Pero fueron esas heridas físicas que los llevaron a encontrarse mientras reposaban junto al resto de los heridos en Minas Tirith de Gondor. Solo basto una mirada entre ambos para que pudieran ver en el alma del otro. Ver que a pesar de todo lo que habían pasado, habían encontrado a quien les ayudaría a sanar su corazón.
Eowyn, la joven y valiente princesa de Rohan que en un acto que hasta podía catalogarse como rebeldía se disfrazó de soldado para acompañar al ejército en la guerra sin importarle las consecuencias y el peligro que eso implicaba para ella. Que lucho con aquel Nazgul que le arrebato la vida de su amado tío, el rey de Rohan, a quien tuvo que ver morir en sus brazos. Un hombre que fue como su padre, y que había dejaba un vacío con su partida. Por otro lado, como si no bastaba con la herida física que había terminado en aquella pelea, también y la de la pérdida de su tío. También había tenido que resignarse a no ser correspondida por el hombre que su corazón creía amaba.
Faramir, el joven capitán de Gondor, hijo del menor del senescal de la ciudad. Siempre viviendo bajo la sombra de su hermano Boromir. Un hombre de honor que sin importar los problemas que le pudiera traer, el liberar a los hobbits para que continuaran su ruta para destruir el anillo los dejo ir. A pesar de las órdenes de su padre. En su intento por demostrarle su valía a ese hombre que tal vez lo había engendrado, pero no merecía llamarse padre, el capitán salió a enfrentar aquellas fuerzas del enemigo, aun sabiendo que estaban en desventaja, volviendo malherido. Pues de todos modos prefería eso, morir como valiente y ganarse el valor de su padre, que sin pelos en la lengua aseguraba que prefería que fuera él quien estuviera muerto y no su hermano. Casi se le cumple eso, y un momento de locura, cuando Faramir volvió malherido, el hombre quiso quemarlo, pero el problema es que el joven seguía con vida. De no ser por Gandalf y el hobbit Pippin, Faramir no hubiera vivido para contarlo.
Ambos con heridas en su corazón, ya fuera por rechazo o perdidas, los dos tenían heridas que sanar más allá de sus heridas físicas. Pero fueron esas heridas físicas que los llevaron a encontrarse mientras reposaban junto al resto de los heridos en Minas Tirith de Gondor. Solo basto una mirada entre ambos para que pudieran ver en el alma del otro. Ver que a pesar de todo lo que habían pasado, habían encontrado a quien les ayudaría a sanar su corazón.
Faramir de Gondor
35 años — David Wenham — Shooting Star
Eowyn de Rohan
23 años — Miranda Otto — Rising Sun
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1. Mirada de esperanza
Había sido un momento que jamás iba a olvidar, ese momento en el cual vio como el Gran Brujo acababa con la vida de su adorado Rey Theoden. Ella no se suponía que estuviera allí, en el campo de batalla, junto al resto de los soldados. Pero ella era una dama de Rohan, una mujer con temple que no podía quedarse a ser solo espectadora cuando sabía bien que necesitaban de cada uno de los hombres disponibles para la batalla, aun cuando eso implicara hacerse pasar por uno. Muchos subestimaron su valentía y coraje, al igual que a del pequeño Merry, quien se volvió su compañero y mano derecha en aquella lucha.
Allí había estado frente a frente a aquel Nazgul, que incluso se burló de ellos por creerlo incapaz de derrotarlo. Tenía razón en algo, ningún hombre lo derrotaría. Lo derrotó una mujer de la mano de un hobbit. Pero aunque salieron airosos, eso les costó severas heridas. Lo que hizo que en in golpe de suerte la encontrarán en el campo de batalla y la trasladarán a la Casa de Sanación en Minas Tirith. La batalla por la Tierra Media aún seguía en pie. El mundo aún corría peligro. Habían ganado una pelea pero no la guerra. Mientras aún existiera el anillo, todos corrían peligro.
La joven estaba aún recuperándose de sus heridas físicas. Pero lo más difícil para ella sería recuperar las de su corazón. Había perdido a ese que consideraba su padre, aun cuando fuera su tío. Y había periodo toda esperanza de tener el amor de Aragorn. Ese amor no correspondido había dejado una marca en ella. Estaba resignada a la triste realidad.
Eowyn despertaba en su cama de convaleciente. Se estiró un poco y comenzó a caminar hacia la ventana donde se detuvo un momento a observar al área del patio. Fue ahí donde su mirada se cruzó por primera vez con la del Capitán de Gondor. Quien al parecer también había estado herido. Llevaba tiempo sin conversar con alguien, solo reposo. Así que por un momento la joven princesa pareció desaparecer de la vista del hombre. Más cuando menos lo espero, Eowyn cruzaba el patio llegando hasta donde él se encontraba. — Saludos, caballero. — le dijo con una pequeña referencia como la dama elegante que había sido criada. — ¿Qué le trajo hasta aquí mi señor? — se le escuchó a la joven hablar. Quería saber cuál era su historia para haber terminado aquí. — Sí, se puede saber. — añadió. Estaba deseosa de tener contacto con alguien, de conversar. Poder expresarse, pero también escuchar.
Allí había estado frente a frente a aquel Nazgul, que incluso se burló de ellos por creerlo incapaz de derrotarlo. Tenía razón en algo, ningún hombre lo derrotaría. Lo derrotó una mujer de la mano de un hobbit. Pero aunque salieron airosos, eso les costó severas heridas. Lo que hizo que en in golpe de suerte la encontrarán en el campo de batalla y la trasladarán a la Casa de Sanación en Minas Tirith. La batalla por la Tierra Media aún seguía en pie. El mundo aún corría peligro. Habían ganado una pelea pero no la guerra. Mientras aún existiera el anillo, todos corrían peligro.
La joven estaba aún recuperándose de sus heridas físicas. Pero lo más difícil para ella sería recuperar las de su corazón. Había perdido a ese que consideraba su padre, aun cuando fuera su tío. Y había periodo toda esperanza de tener el amor de Aragorn. Ese amor no correspondido había dejado una marca en ella. Estaba resignada a la triste realidad.
Eowyn despertaba en su cama de convaleciente. Se estiró un poco y comenzó a caminar hacia la ventana donde se detuvo un momento a observar al área del patio. Fue ahí donde su mirada se cruzó por primera vez con la del Capitán de Gondor. Quien al parecer también había estado herido. Llevaba tiempo sin conversar con alguien, solo reposo. Así que por un momento la joven princesa pareció desaparecer de la vista del hombre. Más cuando menos lo espero, Eowyn cruzaba el patio llegando hasta donde él se encontraba. — Saludos, caballero. — le dijo con una pequeña referencia como la dama elegante que había sido criada. — ¿Qué le trajo hasta aquí mi señor? — se le escuchó a la joven hablar. Quería saber cuál era su historia para haber terminado aquí. — Sí, se puede saber. — añadió. Estaba deseosa de tener contacto con alguien, de conversar. Poder expresarse, pero también escuchar.
Eowyn — Casa de Sanidad — con Faramir
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1. Mirada de esperanza
Su cuerpo aún dolía, pero lo que más tenía pensando al capitán era lo que había ocurrido. Era como si hubiera vivenciado meses en tan solos unos días. Recordaba perfectamente como se terminó por ofrecer para aquella misión aún sabiendo que estaba en todas las de perder y terminar muerto, sabía que seguramente era lo que quería su padre al estar con esa pena en su corazón por la muerte de Boromir, sin lugar a dudas, una gran perdida para Gondor y ellos dos. La comparación era absoluta desde que era un pequeño niño, siendo el segundo todo iba hacia Boromir, que aunque no deseaba ir del todo igual fue a la misión que terminó con su vida. Y todo por culpa de ese anillo y el control maligno que ejercía en todos.
La misión resultó ser todo un fracaso y sinceramente no sabía que dios estaba cuidándolo o solo era muy afortunado que logró llegar al castillo casi moribundo sabiendo bien que su padre lo volvería a condenar porque había dejado claro que dependía de la forma que llegará para que lo reconociera como un caballero que valía y como su hijo.
No supo más porque al llegar a las Minas perdió la consciencia y despertó cuando su padre se estaba quemando en carne viva. No entendió absolutamente nada hasta que Gandalf y el mediano Pippin confirmaron que su padre quería morir con él sabiendo perfectamente que el estaba vivo. Así que las heridas se encontraban en su mente, alma y corazón.
Había muerto y aunque no lo merecía aún lloraba su perdida como de todos sus camaradas que murieron en batalla.
Por sus heridas, ni siquiera había podido partir a Mordor para seguir con la guerra, ya que se encontraba en la casa de Sanidad. Y habían tantos que cada uno tenía su historia. Le habían permitido caminar, se encontraba mucho mejor y sus heridas más profundas ya estaban sanando.
Estaba recorriendo el lugar cuando la vio. Tan majestuosa como una flor blanquecina, brillando así con el sol si que era una imagen que lo dejo cautivado y muy atraído. Aquella mujer de cabello rubio era muy hermosa, pero al igual que él su mirada solo delataba tristeza. Si tenía el porte de una princesa y se preguntaba ya quién era. Por mucho que quería informarse no había tiempo para contarle todo, más que la mayor parte había partido a Mordor.
Suspiró, a pesar de ese gran dolor algo había en ella que le causaba paz. Notó su presencia y el hizo una inclinación de cabeza como saludo. — Saludos, mi señora — La saludó y notando que estaba curiosa de saber que hacía allí. — Me temo que es una historia muy triste para contar y aún no asumo del todo que ha sucedido en estos días. — Respondió Faramir soltando un suspiro — Pero veo que sí quiere escuchar por más triste que sea porque noto en su mirada que la suya también lo es — Agregó mientras le indicaba con suavidad un banco donde pudieran estar más tranquilos y charlar. — Soy Faramir de Gondor, mi señora. ¿Puedo saber su nombre? — Cuando la mujer había llegado allí muy herida, no vio absolutamente nada y tan solo en ese paseo se había percatado de su presencia, así que estaba dispuesto a conocerla en estos momentos de angustia. Quería pensar que tendrían una victoria en aquella guerra ya que la esperanza era lo último que se perdía.
Faramir — Casa de Sanidad — con Éowyn
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1. Mirada de esperanza
La vida podía cambiar en un parpadeo de ojos. En corto tiempo la joven princesa de Rohan había perdido a dos de sus seres más queridos y aun sin número gente de su amado pueblo. El corazón de Eowyn se encontraba lleno de tristeza y pena, aun cuando había actuado tan valientemente logrando derrotar a uno de los mayores y más peligrosos enemigos. Mientras el anillo siguiera entre ellos las sombras de Mordor se seguirían esparciendo. Y por más que lucharán, por más que resistieran. ¿Hasta cuando lograrían soportarlo?
También su corazón había terminado herido por el rechazo de Aragorn. No lo culpaba, no le guardaba rencor. Es más admiraba ese amor que sentía por aquella mujer que ganó su corazón antes que ella. Pues se notaba que era un amor fuerte, que resistía hasta las barreras del tiempo. Pero nada de eso evitaba el cómo se sentía, como sus ilusiones se habían ido por el suelo. Más ella era fuerte, sanaría. Solo necesitaba una razón para volver a creer en el amor. Y la vida tenía muchos caminos y misterios, que hacía que tal vez lo tuviera a la vuelta de la esquina.
Eowyn nesecitaba de compañía. Se sentía cansada de estar recluida. No le gustaba la soledad. Cuando vio aquel hombre en el patio decidió que estaba dispuesta a escuchar lo que fuera. Luego de lo que le ocurrió, escuchar la calidez de su voz le hizo recordar que aún seguía aquí, aún estaba viva. La princesa notó rápidamente que se trataba de un noble, o al menos alguien de alto rango lleno de modales a pesar de que se podía también notar que no lo había pasado bien en estos últimos días.
— Desafortunadamente en estos últimos tiempos esas son las que más abundan. Lo lamento. — respondió la joven princesa.
— No se equivoca en ello. La historia del porqué estoy aquí también es una llena de penas. Pero no se preocupe, deseo escucharla. Quizás dejarla salir ayude en algo. — Le expreso la rubia. Comenzando a caminar con suavidad pues aún estaba en recuperación, hacia el banco que el joven gondoriano le mostraba.
— Podría contarle la mía, así estaríamos a mano. La verdad es que luego de todo lo que ha pasado el poder tener una conversación con alguien es reconfortante. — Le reconoció antes tomar asiento.
— Es un gusto conocerle, señor Faramir de Gondor. Mi nombre es Eowyn princesa de Rohan — se presentó. — Aunque sinceramente no quiero que eso cambie en nada nuestra conversación. — aclaró, pues se lo contaba solo por qué en algún momento se tendría que enterar, y sinceramente era mejor no andar con rodeos.
También su corazón había terminado herido por el rechazo de Aragorn. No lo culpaba, no le guardaba rencor. Es más admiraba ese amor que sentía por aquella mujer que ganó su corazón antes que ella. Pues se notaba que era un amor fuerte, que resistía hasta las barreras del tiempo. Pero nada de eso evitaba el cómo se sentía, como sus ilusiones se habían ido por el suelo. Más ella era fuerte, sanaría. Solo necesitaba una razón para volver a creer en el amor. Y la vida tenía muchos caminos y misterios, que hacía que tal vez lo tuviera a la vuelta de la esquina.
Eowyn nesecitaba de compañía. Se sentía cansada de estar recluida. No le gustaba la soledad. Cuando vio aquel hombre en el patio decidió que estaba dispuesta a escuchar lo que fuera. Luego de lo que le ocurrió, escuchar la calidez de su voz le hizo recordar que aún seguía aquí, aún estaba viva. La princesa notó rápidamente que se trataba de un noble, o al menos alguien de alto rango lleno de modales a pesar de que se podía también notar que no lo había pasado bien en estos últimos días.
— Desafortunadamente en estos últimos tiempos esas son las que más abundan. Lo lamento. — respondió la joven princesa.
— No se equivoca en ello. La historia del porqué estoy aquí también es una llena de penas. Pero no se preocupe, deseo escucharla. Quizás dejarla salir ayude en algo. — Le expreso la rubia. Comenzando a caminar con suavidad pues aún estaba en recuperación, hacia el banco que el joven gondoriano le mostraba.
— Podría contarle la mía, así estaríamos a mano. La verdad es que luego de todo lo que ha pasado el poder tener una conversación con alguien es reconfortante. — Le reconoció antes tomar asiento.
— Es un gusto conocerle, señor Faramir de Gondor. Mi nombre es Eowyn princesa de Rohan — se presentó. — Aunque sinceramente no quiero que eso cambie en nada nuestra conversación. — aclaró, pues se lo contaba solo por qué en algún momento se tendría que enterar, y sinceramente era mejor no andar con rodeos.
Eowyn — Casa de Sanidad — con Faramir
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1. Mirada de esperanza
Era una mujer hermosa y jamás había sentido que su corazón latiera solo al observar a alguien. Por lo general, era cercano a las batallas y si latía fuerte era por la emoción de la lucha y usar bien la espada. Una emoción que seguía latente sobre todo en los últimos meses, ante lo demás la emoción de encontrarse con Boromir, había sido arrebatada porque jamás volvería ver su sonrisa y gran ánimo. Así que era una sensación que creyó perdida. Estaba completamente seguro que sintió un gran afecto solo al contemplarla.
Veía la misma mirada de tristeza que la suya aunque no creía y tampoco se lo deseaba; haber pasado el dolor que él tenía en su corazón por perder a su hermano y luego a su padre. Aún no asumía porque logró verlo con fuego alrededor que quiso sacrificarlo aún estando en vivo.
Quería creer que en el fondo lo quería pero él nunca sería Boromir y por ello mismo lo había enviado a luchar por su honor y así demostrar lo que valía aún sabiendo que iba a sería una derrota desde el principio y así fue, perdieron y él ni siquiera supo como pudo lograr sobrevivir.
Hablar de aquello con la princesa de Rohan no era una charla que le hubiera gustado tener ahora que se conocían. Pero ya estaba lo suficiente curiosa cuando se sentaron en ese banco donde todo estaba en tranquilidad. —Mientras no termine la guerra, me temo que solo serán historias tristes y de perdidas de seres queridos que se contaran, olvidando las demás que podrían valer la pena — Dijo soltando un suspiro y dedicando una suave sonrisa ante su presentación.
Ella quería escucharlo y quizás serviría quitar en parte la angustia que llevaba en el pecho. — Está bien, solo porque usted insiste y siento que puede ser digna de mi confianza. Es un dolor que me cuesta quitarlo de mi interior porque lo llevo desde hace bastante tiempo, pero partiré por los últimos acontecimientos.— Terminó por decir y estaba al tanto que sacar las palabras iba a ser una verdadera tortura, solo que sabía que mirar a Eowyn lo tranquilizaba y todo estaría en orden.
— Mi hermano murió no hace mucho, era el mayor y eso provoco una gran tristeza y frustración en mi padre. Me envió a batalla contra el enemigo aún cuando éramos un número reducido y era una derrota asegurada. Así fue, y aún de esa manera partí para lograr que me reconociera. No sé como logré sobrevivir y no es el final, algo peor sucedió —Se quedó callado, llego demasiado rápido a la parte que más quería olvidar y que le causaba un gran dolor.
Faramir — Casa de Sanidad — con Éowyn
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1. Mirada de esperanza
En aquel momento la joven princesa de Rohan se sentía tan desolada, triste. Como si tuviera una gran carga sobre sus hombros. Aun cuando había logrado gestionar aquella enorme hazaña. ¿De qué valía si al que amaba como a un padre ya no estaría más con ella? Sin contar el hecho de que seguían sin noticias del hobbit que se suponía portaba el anillo. ¿Qué habría sido de aquel pequeño? De todos modos, ni cuestionaría su valor o valentía porque bien había conocido en carne propia lo valerosos que podían ser los medianos por medio de Meriadock. Pero no podía sentir desesperanza cuando podía notar la desolación a su alrededor a pesar de haber ganado aquella batalla. ¿Pasaría pronto aquella tormenta?
Eowyn deseaba sacar todo lo que tenía dentro de ella y así tal vez conseguir un poco de tranquilidad. Quizás si lo compartía con alguien más podría lograr ver las cosas de otra manera. Aunque había algo que tal vez por el momento no podría dejar escapar de sus labios, su corazón roto por el desamor. La rubia notó la expresión del caballero Gondoriano, era una expresión similar a la suya. Fue ahí donde supo que al menos alguien estaba compartiendo un pesar tan grande como el suyo.
Ambos se sentaron en aquel banco, quería escucharlo. Quizás su historia hasta era más triste que la suya. Nunca se atrevería a menos preciar el dolor ajeno por pensar que el suyo es mayor. — Así es, pareciera que ganamos esta batalla. ¿Pero ganaremos la guerra? Mientras la misma continúe, las perdidas serán inevitable. — Quizás unas más cercanas y profundas que otras, pero una vida era una vida y no dejaba de ser menos importante. Si fuera por ella, si tuviera el poder, haría que nadie más muriera.
— Me conmueve que piense eso. — afirmo cuando la declaro digna de su confianza. — Puede hacerlo, no lo juzgaré o diré nada. — le aseguro, a veces solo se necesitaba ser escuchado. Ni siquiera era necesario verter una opinión. Aunque las palabras de aliento jamás estarían de más.
La princesa llevó su mano al pecho en asombro al escuchar sus palabras, en especial la parte en que indicaba que había algo mucho peor. — Lo siento mucho, yo aún tengo a mi hermano. Sin embargo, mi primo Theodred… quien también era como un hermano... igual lo perdí también en batalla. — le aseguro sintiéndose identificada. — ¿Pero qué podría ser peor mi señor? ¿Qué ocurrió tan malo para que esa fuera la parte menos mala de la historia? — le pregunto con genuino interés mientras intentaba buscar respuesta en aquellos ojos llenos de tristeza, pero que al mismo tiempo se podía apreciar la belleza en ellos.
Eowyn deseaba sacar todo lo que tenía dentro de ella y así tal vez conseguir un poco de tranquilidad. Quizás si lo compartía con alguien más podría lograr ver las cosas de otra manera. Aunque había algo que tal vez por el momento no podría dejar escapar de sus labios, su corazón roto por el desamor. La rubia notó la expresión del caballero Gondoriano, era una expresión similar a la suya. Fue ahí donde supo que al menos alguien estaba compartiendo un pesar tan grande como el suyo.
Ambos se sentaron en aquel banco, quería escucharlo. Quizás su historia hasta era más triste que la suya. Nunca se atrevería a menos preciar el dolor ajeno por pensar que el suyo es mayor. — Así es, pareciera que ganamos esta batalla. ¿Pero ganaremos la guerra? Mientras la misma continúe, las perdidas serán inevitable. — Quizás unas más cercanas y profundas que otras, pero una vida era una vida y no dejaba de ser menos importante. Si fuera por ella, si tuviera el poder, haría que nadie más muriera.
— Me conmueve que piense eso. — afirmo cuando la declaro digna de su confianza. — Puede hacerlo, no lo juzgaré o diré nada. — le aseguro, a veces solo se necesitaba ser escuchado. Ni siquiera era necesario verter una opinión. Aunque las palabras de aliento jamás estarían de más.
La princesa llevó su mano al pecho en asombro al escuchar sus palabras, en especial la parte en que indicaba que había algo mucho peor. — Lo siento mucho, yo aún tengo a mi hermano. Sin embargo, mi primo Theodred… quien también era como un hermano... igual lo perdí también en batalla. — le aseguro sintiéndose identificada. — ¿Pero qué podría ser peor mi señor? ¿Qué ocurrió tan malo para que esa fuera la parte menos mala de la historia? — le pregunto con genuino interés mientras intentaba buscar respuesta en aquellos ojos llenos de tristeza, pero que al mismo tiempo se podía apreciar la belleza en ellos.
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1. Mirada de esperanza
Necesitaba sacar ese gran dolor que tenía en su corazón y hablar con aquella princesa era lo correcto porque se notaba que estaba pasando lo mismo que él, lo podía notar en su mirada triste y recubierta de dolor. Habría sido más sencillo escucharla a ella primero porque hablar de esos temas pesaban aunque aliviaban su corazón a la vez. Todo muy confuso, pero era la realidad de como se sentía en ese momento. Al menos había sobrevivido. ¿Pero por cuanto? No estaría preparado si aquella fuerza malvada llegaba a Gondor luego de vencer a todos los héroes que habían ido a luchar.
— La esperanza es lo último que se pierde pero hay que ponernos en los dos casos. Espero que tengan una victoria — Quería pensar en haber dejado a ir a aquellos medianos; Frodo y Sam que llevaban el anillo de poder para destruirlo harían un buen trabajo porque con sinceridad esa era la esperanza que se estaba aferrando. De todos modos, concordaba que este objeto tenía un gran poder maligno que cansaba e influía en el portador para llegar a su verdadero amo.
Enviaría todas sus energías positivas para que todos que marcharon a Mordor salieran ilesos de todo esto porque sabía como iba terminar todo si el mal triunfaba.
— No había hablado hasta ahora quede en una clase de trance que era muy difícil expresar con palabras. Me doy cuenta que ahora es el momento de hacerlo. — Fue así que terminó contando su historia aunque no toda, ni siquiera había profundizado del todo aunque la parte más dolorosa es la que acalló apenas llego a ese instante.
Soltó un suspiro y tuvo que apretar su diestra para calmarse, la voz de Eowyn era suave así que no era tan complicado relajarse. No era momento para sonrisas. —Lamento la perdida de su hermano de vida — Esperaba escuchar más adelante lo que realmente paso aunque ella seguía insistiendo que le contara la peor parte de su historia y que aún lo tenía muy desolado. Apretó su puño para relajarse y prosiguió — Ya confesé que mi relación con mi padre no fue la mejor desde que era un niño, siempre fui la sombra de mi hermano y no lo culpo era el heredero, el próximo senescal de Gondor provocando una gran pena cuando murió, llego a decirme que habría preferido que fuera yo en vez de él. Todo cambio desde que llegué a la puerta del castillo apenas sin aliento y perdi el conocimiento, desperté entre llamaradas de fuego junto Pippin... un mediano, no estoy seguro si lo conoce y Gandalf, ellos me salvaron. Mi propio padre no tomo en cuenta que aún seguía con vida y aún así quiso provocar mi muerte por ese dolor, se había vuelto loco. Terminó muerto al lanzarse por el precipicio y aquí estoy, asumiendo que sobreviví aunque con un gran dolor en mi interior que no sé cuando sanara — Sus ojos se aguaron más de la cuenta provocando que sus ojos se vieran más verdes, y la verdad por mucho que doliera fue como sacarse un gran peso de encima.
Faramir — Casa de Sanidad — con Éowyn
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Ver que aún quedaba esa esperanza era lo que Eowyn necesitaba. Recordarse a sí misma que aun después de la tristeza y el duelo, venía mejores días. Siempre había sido así. La noche llegaba sí, pero siempre al otro día volvía amanecer, volvía a salir el sol. Solo que mejor debía dejar salir toda aquella angustia que la agobiaba para que así su vista dejara de nublarse y pudiera ver las cosas buenas que podrían traerle el futuro. — Tiene razón, solo que a veces cuando las perdidas son más pareciera imposible el ver un futuro brillante. Pero nada está escrito en roca, solo queda esperar. —
La rubia escuchó al caballero, se podía notar su agobio. Tristeza, y ella empatizaba perfectamente con ello. — La realidad es que yo tampoco he hablado con nadie aún, pero más bien porque en estos momentos se puede decir que me encuentro sola, recluida en una ciudad que no es la mía en medio de la guerra. — confesaba mientras jugaba con sus propias manos y lo observaba hablar. — Sí, creo que sí. Por alguna razón la vida hizo que cruzáramos miradas en el momento preciso que más lo necesitábamos. —
Eowyn suspiro y asintió ante sus palabras. — Se lo agradezco. — y es que era la vida de un joven con un futuro por delante. El chico había estado destinado a ser el rey, el heredero de Rohan y en pestañeo ya no estaba. Lo más triste de todo es que ahora tampoco el Rey estaba entre ellos. Esperaba no tener más perdidas. Que su hermano Eomer estuviera seguro allá en el lugar al cual partieron. Era él quien debía ser coronado como rey, no soportaría tener que ser ella quien terminara siendo reina. No porque no se sintiera capaz, ni porque no amara lo suficiente a su pueblo para asumir tal responsabilidad. Sí, no porque el que ella terminara como Reina de Rohan era sinónimo de haber perdido a toda su familia. Pues era la última en la línea de sucesión.
La princesa quedó perpleja con su historia. ¿Cómo un padre era capaz de hacer dichas distinciones? Peor aún, en un arranque de ira, intentar matar a su hijo por no aceptar su equivocación. — Lamento mucho que su padre no supiera valorarlo. El solo hecho de estar allí afuera luchando, es suficiente mérito para tener respeto. Y usted mi señor, estoy segura de que hizo mucho más que eso. Quizás la vida le dé un mejor futuro, lo rodeé de gente que realmente lo valore. — la joven en un acto de bondad acerco sus manos para tomar las ajenas. Aún se podía ver los vendajes por la herida que había tenido en batalla. — ¿Un mediano? Yo igual tuve mi historia con uno. Merry querría luchar, quería defender a los que amaban y muchos dudaron de él, yo… yo igual me sentía excluida por ser una dama. Pero las damas de Rohan somos guerreras, así que me colé en el ejército. Luche… y si bien eso suena “inspirador”. Tuve que presenciar como el rey de los Nazgul le quitaba la vida a mi tío, a mi Rey. ¿Logre vencerlo, pero… a qué costo? No lo logre salvar… — le contaba dejando escapar una lágrima.
La rubia escuchó al caballero, se podía notar su agobio. Tristeza, y ella empatizaba perfectamente con ello. — La realidad es que yo tampoco he hablado con nadie aún, pero más bien porque en estos momentos se puede decir que me encuentro sola, recluida en una ciudad que no es la mía en medio de la guerra. — confesaba mientras jugaba con sus propias manos y lo observaba hablar. — Sí, creo que sí. Por alguna razón la vida hizo que cruzáramos miradas en el momento preciso que más lo necesitábamos. —
Eowyn suspiro y asintió ante sus palabras. — Se lo agradezco. — y es que era la vida de un joven con un futuro por delante. El chico había estado destinado a ser el rey, el heredero de Rohan y en pestañeo ya no estaba. Lo más triste de todo es que ahora tampoco el Rey estaba entre ellos. Esperaba no tener más perdidas. Que su hermano Eomer estuviera seguro allá en el lugar al cual partieron. Era él quien debía ser coronado como rey, no soportaría tener que ser ella quien terminara siendo reina. No porque no se sintiera capaz, ni porque no amara lo suficiente a su pueblo para asumir tal responsabilidad. Sí, no porque el que ella terminara como Reina de Rohan era sinónimo de haber perdido a toda su familia. Pues era la última en la línea de sucesión.
La princesa quedó perpleja con su historia. ¿Cómo un padre era capaz de hacer dichas distinciones? Peor aún, en un arranque de ira, intentar matar a su hijo por no aceptar su equivocación. — Lamento mucho que su padre no supiera valorarlo. El solo hecho de estar allí afuera luchando, es suficiente mérito para tener respeto. Y usted mi señor, estoy segura de que hizo mucho más que eso. Quizás la vida le dé un mejor futuro, lo rodeé de gente que realmente lo valore. — la joven en un acto de bondad acerco sus manos para tomar las ajenas. Aún se podía ver los vendajes por la herida que había tenido en batalla. — ¿Un mediano? Yo igual tuve mi historia con uno. Merry querría luchar, quería defender a los que amaban y muchos dudaron de él, yo… yo igual me sentía excluida por ser una dama. Pero las damas de Rohan somos guerreras, así que me colé en el ejército. Luche… y si bien eso suena “inspirador”. Tuve que presenciar como el rey de los Nazgul le quitaba la vida a mi tío, a mi Rey. ¿Logre vencerlo, pero… a qué costo? No lo logre salvar… — le contaba dejando escapar una lágrima.
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1. Mirada de esperanza
Se daba el tiempo de escucharla porque merecía toda su atención. Además que pensaban de manera similar, tristemente más perdidas habrían si no se acababa la guerra, y eso de por sí conllevaba un tiempo largo, el mismo estaba decidido a partir cuando sus heridas sanaran para ayudar en lo posible, sabía usar la espada, el arco y galopar bien por lo tanto era un aporte para las filas de quienes se iban por la paz de la tierra media.
Asintió, es que no necesitaba responder en palabras cuando pensaba precisamente lo mismo.
Estaba pasando la misma angustia y asumir todo como le ocurría a él. Lamentaba que una mujer tan hermosa como ella tuviera que cargar con penurias — Entonces fue una fortuna que nos encontráramos aquí porque quizás hasta podemos ayudarnos, tenemos que pensar en nuestra sanidad antes que nada. No estará sola en Gondor, mi señora, ahora que me encontró — Señaló el rubio de cabello largo que quizás en ese momento estaba enmarañado pues había tenido mucho descanso y necesitaba con urgencia caminar aunque fuera solo por unos minutos, contemplar el horizonte porque presenciar el castillo y el pueblo también le causaba mucha angustia pues habían destruido gran parte, solo que no habían logrado llegar a lo más alto.
Tan inquieta se encontraba que buscaba también el momento - para no parecer tan atrevido - para sostener su mano y así brindarle tranquilidad. Solo que no podía en tal momento, ya que ella buscaba escuchar que había pasado después de su relato. La garganta le quedó seca al expresar lo que sentía y sin duda, fue sacarse un saco de piedras de encima, además que agradeció que ella tomará su mano la cual mantuvo y acarició su palma.
— Siempre me fui a lo que era correcto y quizás no estaba muy de acuerdo de las ordenes de mi padre, mucho más en las últimas donde había perdido su sano juicio. Pero también era mi señor y quería tratar de demostrar que podía tanto como mi hermano. Pues también fue una gran pérdida para mi, Boromir era un hombre ejemplar y un excelente hermano que me aprecio y valoro — Exclamó tratando de contener su pena aunque no con mucho éxito pues fue inevitable no soltar algunas lágrimas, la verdad es que se hubiera reprimido si no habría sido ella quién le estaba dando esa confianza. — Deben ser amigos, tiene entendido que tenían un objetivo que cumplir, con él en total fueron tres que conocí. Pippin llegó junto a Gandalf y por poco tiempo sirvió a mi padre. Muy amable e inquieto, se nota que no son muy seguidores de seguir las reglas y tienen su opinión propia —Declaró con una suave sonrisa.
Muy pronto comprendió la pena que se cargaba. — Una mujer excepcional, mi señora. Toda una guerrera y usted se atrevió, logró vencer al rey de los Nazgul, merece mi respeto, de su hermano y a la vez, de todo su reino por su gran valía. Lamento lo de su padre de sangre, mi señora. Lamentablemente muchas veces por más que nos esforcemos no sale como esperamos, pero estoy seguro que se fue con un gran orgullo hacia usted — La admiró de verdad. Había luchado con un ejercito de hombres y sobrevivió a la lucha, tristemente había presenciado la muerte de su rey pero había demostrado mucho más, estaba al frente de una reina consorte por su valía, porque sabía todo lo que se necesitaba.
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1. Mirada de esperanza
Como era posible que con solo unas cuantas palabras lograra calmar lo que sentía. El poder conversar con Faramir le estaba aliviando el corazón. Quizá no, ese sentimiento de temor a que la Tierra Media se hundiera en una total obscuridad no se iría del todo. Pero al menos podía hacer que su mente estuviera más clara y eso ayudaba a que la esperanza por más diminuta que fuera se mantuviera viva. Aunque fuera una pizca de esperanza, era lo que ella necesitaba. — Es cierto, y más que las heridas físicas que evidentemente tenemos y ya están sanando. Las que necesitamos sanar son las de nuestra alma. — Añadió a su comentario. — Se lo agradezco mucho, Gondor es tan grande que hace que cualquiera se sienta pequeño a su lado. Estoy muy lejos de casa. — Admitió la joven. Faramir le hacía sentir acompañada, comprendida.
Le alegraba poder serle de ayuda a desahogarse también, aun cuando fuera una alegría pequeña. Era buena escuchando, lo había hecho muchas veces con su hermano. Pero también era buena haciéndose escuchar. Ella tenía sus ideales, sus principios y nunca se desvió de ellos. Hacía lo que creía era justo, incluso cuando fuera en contra de los que amaba. Por eso mismo fue que decidió colarse en el ejército y ayudo a Merry. — Cada cual lidia con el duelo a su manera, más un acto como el que menciona jamás podría ser correcto. — ella si tuviera hijos y perdía uno, lo menos que desearía en el mundo era perder el que le quedaba. Lo protegería con uñas y dientes. Tendría que pasar sobre ella primero para dañarlo. — Pero no puede culparse de haber seguido sus órdenes, hizo lo que tenía que hacer. Pudo haberse quedado lamentándose, pero no lo hizo. El error fue de su señor padre. —
La rubia sonrió al hablar de los hobbits, ella había hecho amistad con Meryadoc porque fue el que permaneció más tiempo en Rohan, pero sí recordaba al pequeño Pippin, todo un dolor de cabeza para el mago. — ¿Llego a conocer al portador del anillo entonces? Yo tuve contacto brevemente con Pippin, también estuvo en Rohan. Bastante travieso por cierto, Merry tampoco se queda atrás. Creo son primos o algo así. La verdad es que tiene razón. Son pequeños en tamaño, pero grandes en corazón. Más valientes que muchos soldados que he conocido. — le admitió. Pues ellos lo hacían por amor, a sus amigos, a su hogar.
Eowyn le contaba ahora su historia, del cómo a pesar de hacerse la valiente. Como incluso los actos más heroicos no podían llenar las perdidas de la guerra. La muerte de Theoden era una huella que jamás podría borrar. Sus mejillas se enrojecieron un tanto ante su palabra, acompañando aquella lágrima que se le había escapado. — Me alagan sus palabras, y las acepto con cariño. Aunque la verdad ni siquiera me interesa el reconocimiento. Yo solo actué por el impulso de proteger a quienes amo. No podía dejar que lo terminara de rematar. — le aseguro. Dejo salir algunas lágrimas más al escuchar lo último. — Lo lamento, es solo que recuerdo esos últimos momentos… y sí, pudo reconocerme y expresarme lo que sentía. — y era tal cual Faramir decía, el rey estuvo orgulloso de ella hasta el final. — ¿Cree que esto dure mucho tiempo? —
Le alegraba poder serle de ayuda a desahogarse también, aun cuando fuera una alegría pequeña. Era buena escuchando, lo había hecho muchas veces con su hermano. Pero también era buena haciéndose escuchar. Ella tenía sus ideales, sus principios y nunca se desvió de ellos. Hacía lo que creía era justo, incluso cuando fuera en contra de los que amaba. Por eso mismo fue que decidió colarse en el ejército y ayudo a Merry. — Cada cual lidia con el duelo a su manera, más un acto como el que menciona jamás podría ser correcto. — ella si tuviera hijos y perdía uno, lo menos que desearía en el mundo era perder el que le quedaba. Lo protegería con uñas y dientes. Tendría que pasar sobre ella primero para dañarlo. — Pero no puede culparse de haber seguido sus órdenes, hizo lo que tenía que hacer. Pudo haberse quedado lamentándose, pero no lo hizo. El error fue de su señor padre. —
La rubia sonrió al hablar de los hobbits, ella había hecho amistad con Meryadoc porque fue el que permaneció más tiempo en Rohan, pero sí recordaba al pequeño Pippin, todo un dolor de cabeza para el mago. — ¿Llego a conocer al portador del anillo entonces? Yo tuve contacto brevemente con Pippin, también estuvo en Rohan. Bastante travieso por cierto, Merry tampoco se queda atrás. Creo son primos o algo así. La verdad es que tiene razón. Son pequeños en tamaño, pero grandes en corazón. Más valientes que muchos soldados que he conocido. — le admitió. Pues ellos lo hacían por amor, a sus amigos, a su hogar.
Eowyn le contaba ahora su historia, del cómo a pesar de hacerse la valiente. Como incluso los actos más heroicos no podían llenar las perdidas de la guerra. La muerte de Theoden era una huella que jamás podría borrar. Sus mejillas se enrojecieron un tanto ante su palabra, acompañando aquella lágrima que se le había escapado. — Me alagan sus palabras, y las acepto con cariño. Aunque la verdad ni siquiera me interesa el reconocimiento. Yo solo actué por el impulso de proteger a quienes amo. No podía dejar que lo terminara de rematar. — le aseguro. Dejo salir algunas lágrimas más al escuchar lo último. — Lo lamento, es solo que recuerdo esos últimos momentos… y sí, pudo reconocerme y expresarme lo que sentía. — y era tal cual Faramir decía, el rey estuvo orgulloso de ella hasta el final. — ¿Cree que esto dure mucho tiempo? —
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1. Mirada de esperanza
La linda princesa de Rohan tenía tanta razón porque estaba consciente que las heridas del alma eran las que más demorarían sanar. Pero gracias a esto la había podido conocer y sabía que no querría apartarse nunca de ella porque le hacía bien, ambos estaban tristes y de alguna forma u otra, con solo escucharse se estaban recuperando más rápido que una curación. Quería saber más de ella, pero era momento para que quitaran de a poco de su dolor por más que costara. — Descuide, estaré a su lado hasta que tenga que partir a sus tierras, esperando sí que la guerra termine — Quería creer que aquellos hobbits lograran su cometido, más aún el que portaba el anillo porque lo que habían pasado ya era mucho para que ocurriera más, se sentía muy vulnerable en ese momento y si llegaban a volver, ahí si no habrían esperanzas para el reino de Gondor. De todos modos, quería confiar en la fuerza de Arargorn y sus amigos, todos eran excelentes guerreros, hasta el mismísimo Gandalf el Blanco.
Había terminado por contar su historia que de verdad sacarla de encima había sido muy doloroso, quería quitar ese recuerdo porque sinceramente su padre había perdido el juicio al actuar así. — Sí, mi padre perdió el juicio desde que perdió a mi hermano y con esa lucha que tuvo Gondor actuó ya tan solo con el miedo porque pensaba que sería una derrota. Yo en ese instante, ni siquiera pude hacerlo al estar tan débil e inconsciente, como dije si no fuera por Pippin y Gandalf hubiera muerto entre las llamas con él — Soltó un suspiro, pero tal como había dicho no dejaba de ser su padre y el dolor lo seguiría por el resto de sus días. — Me quería a su forma.... pero lamentablemente ya estaba al borde la locura — Dijo muy triste por su propia historia y luego se dio el tiempo, como la dama merecía, escucho la suya.
También lo había pasado mal.
— Sí... logre dar con ellos cuando vigilaba por territorios gordorianos, observando quienes formaban fila para ir con el señor oscuro. De hecho, estaban con un ser demacrado llamado Gollum...No estaba para creer cualquier historia hasta que me mencionó a mi hermano y lo que había pasado con él. Se llama Frodo y quien lo seguía, tan leal era Sam. Frodo se mostraba muy decaído al portar ese anillo tan oscuro solo que Sam siempre estuvo ahí, serán pequeños pero son muy leales y como dice con un gran corazón. También estoy muy agradecido con Pippin, estuvo conmigo antes de marchar a Mordor — Le contó su versión de los hechos para aclarar así sus dudas.
— De verdad me parece una mujer muy valiente — No pudo evitar acariciar y apretar sus manos mientras la miraba con orgullo y cariño — que lucha por los suyos hasta el final, sin importar en ser una mujer y como dice que hasta derroto al lider habla muy bien de usted, sabía que las mujeres de Rohan eran guerreras pero no había tenido la dicha de conocer una — Comentaba el hombre con una suave sonrisa en el rostro realmente era una mujer sorprendente, la más hermosa y valiente de todas. La había conocido recién hace unos momentos pero le nacía quedarse con ella por el resto de sus días. Nunca había sentido un afecto y emoción así hacia a una chica, luchando con tantas sombras en su interior simplemente no se había dado el tiempo de conocer a una mujer y enamorarse, más cuando aún generalmente en sus casos solo era un deber. — Estoy seguro que su padre se fue con un gran orgullo de todo lo que dio por Rohan y todo lo que hizo por él. Su historia es digna de contar — Expresó con respeto y seriedad, era una guerrera de corazón y que no quiso quedarse con los brazos cruzados. — Imagino que Rohan ya desde hace mucho tiempo que pasaba dificultades como Gondor, agradecí cuando hicieron el llamado para la lucha — Pues había escuchado que el rey de Rohan había estado maldito y dormido, pero ahí no sabía del todo lo que ocurrió.
— Espero que no... calculando y si los medianos lograron entrar.... deberían estar ya dentro de esos terribles territorios. Me preocupaba sí la criatura que los seguía, hay que confiar en ellos. Son nuestra única esperanza, tristemente ese anillo tiene mucha manipulación con los hombres— Declaró Faramir que tristemente junto a Eowyn solo les quedaba esperar.
Faramir — Casa de Sanidad — con Éowyn
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1. Mirada de esperanza
Deseaba que todo saliera bien, que las cosas volvieran a ser como antes. Donde había paz, tranquilidad. Donde los niños o los ancianos, no tuvieran que ir a la guerra. Más, sin embargo, tristemente, hasta que aquel anillo dejara de existir la maldad se seguiría apoderando de la Tierra Media. Ellos ganaban batallas sí, pero la guerra aún no la tenían gana y Eowyn aún tenía ese sentimiento de preocupación. Sin contar esa soledad que sentía en estos momentos, prácticamente había perdido toda su familia y su único hermano una vez más partía a la guerra. — Es muy gentil, de verdad. Es bueno tener con quien conversar aun cuando no conozca cuál será nuestro destino. — aseguro la joven princesa de Rohan. — Deseo tener esperanza de que así sea también. No quiero parecer pesimista, nunca lo fui. Es solo que las circunstancias y la tristeza a veces nos hacen dudar. — Reconoció la rubia.
Escuchar por lo el capitán de Gondor había tenido que pasar la hacía apreciar más su compañía. Aunque no cargará con un dolor igual al de ella, podía comprenderlo y al mismo tiempo ambos habían luchado por lo que amaban. Era algo que tenían en común. — Que bueno que estuvieron allí, hubiera sido terrible. Lamento mucho que su padre tuviera que darse cuenta de que lo quería de esa manera. — comento la chica, sin dudas debió de ser terrible ver a tu padre tener semejante ataque de locura.
Eowyn había dado su parte de la historia. Extrañaría demasiado al Rey Theoden, más que su tío o rey, había sido como su padre. Cuando mencionaron los hobbits no pudo evitar preguntar por los otros que habían compuesto la comunidad del anillo. En especial a su portador. Tener un poco de noticias sobre ellos le daba algo de esperanza. — Pobrecito, a de ser una horrible carga. Pero si está con su amigo al menos tiene donde apoyarse el uno del otro. Esperemos que puedan encontrar un camino seguro, por muy imposible que eso parezca. — Era a Mordor a donde se dirigían, por lo que camino fácil no había. Pero si quizás las circunstancias de la vida podían darle, aunque fuera un respiro a esos dos. — Sí, son especiales. — aseguro la princesa, pues bien, que había experimentado lo mismo con Terry.
Quizás se estaba dejando llevar, quizás solo era por lo sensible que ambos estaban. Pero no le importo cuando Faramir acaricio su mano. Al contrario, le había hecho sentir segura. — Usted también es alguien formidable. No cualquiera sale a enfrentar el enemigo sin importar que las posibilidades de regresar con vida son casi nulas. — le aseguro, mientras que sus pálidas mejillas estaban ligeramente rosadas ante sus palabras. Quien no paraba de elogiarla. — Gracias, no dejo de pensar en él. Por fortuna tuve al menos la oportunidad de despedirme. Si me hubiera quedado ni siquiera eso hubiera podido hacer. — Reconoció la joven secando aquellas lágrimas que se le habían escapado. — Sí, la gente ya de por sí hacia todo lo que estaba a su alcance para poder tener una vida decente. Después de esto necesitarán también reconstruir sus hogares, volver a comenzar de cero la agricultura. Es el precio de la guerra mi señor. — lamentablemente, había que comenzar desde cero. Tanto Rohan como Gondor.
— Ojalá esa criatura no les sea pie de tropiezo, ya suficiente peligro tienen con estar en ese lugar. Deseo de todo corazón que resulte tal como cree. La maldad siempre ha existido, pero el bien también. Y es hora de que sea lo que prevalezca. — le respondió. — Cree que pueda caminar un poco a ver si logramos sentir un poco los rayos del sol, que sé que en estos momentos no han de ser mucho. Pero nos hará bien. — le pregunto mientras lo miraba con una sonrisa y una expresión más tranquila.
Escuchar por lo el capitán de Gondor había tenido que pasar la hacía apreciar más su compañía. Aunque no cargará con un dolor igual al de ella, podía comprenderlo y al mismo tiempo ambos habían luchado por lo que amaban. Era algo que tenían en común. — Que bueno que estuvieron allí, hubiera sido terrible. Lamento mucho que su padre tuviera que darse cuenta de que lo quería de esa manera. — comento la chica, sin dudas debió de ser terrible ver a tu padre tener semejante ataque de locura.
Eowyn había dado su parte de la historia. Extrañaría demasiado al Rey Theoden, más que su tío o rey, había sido como su padre. Cuando mencionaron los hobbits no pudo evitar preguntar por los otros que habían compuesto la comunidad del anillo. En especial a su portador. Tener un poco de noticias sobre ellos le daba algo de esperanza. — Pobrecito, a de ser una horrible carga. Pero si está con su amigo al menos tiene donde apoyarse el uno del otro. Esperemos que puedan encontrar un camino seguro, por muy imposible que eso parezca. — Era a Mordor a donde se dirigían, por lo que camino fácil no había. Pero si quizás las circunstancias de la vida podían darle, aunque fuera un respiro a esos dos. — Sí, son especiales. — aseguro la princesa, pues bien, que había experimentado lo mismo con Terry.
Quizás se estaba dejando llevar, quizás solo era por lo sensible que ambos estaban. Pero no le importo cuando Faramir acaricio su mano. Al contrario, le había hecho sentir segura. — Usted también es alguien formidable. No cualquiera sale a enfrentar el enemigo sin importar que las posibilidades de regresar con vida son casi nulas. — le aseguro, mientras que sus pálidas mejillas estaban ligeramente rosadas ante sus palabras. Quien no paraba de elogiarla. — Gracias, no dejo de pensar en él. Por fortuna tuve al menos la oportunidad de despedirme. Si me hubiera quedado ni siquiera eso hubiera podido hacer. — Reconoció la joven secando aquellas lágrimas que se le habían escapado. — Sí, la gente ya de por sí hacia todo lo que estaba a su alcance para poder tener una vida decente. Después de esto necesitarán también reconstruir sus hogares, volver a comenzar de cero la agricultura. Es el precio de la guerra mi señor. — lamentablemente, había que comenzar desde cero. Tanto Rohan como Gondor.
— Ojalá esa criatura no les sea pie de tropiezo, ya suficiente peligro tienen con estar en ese lugar. Deseo de todo corazón que resulte tal como cree. La maldad siempre ha existido, pero el bien también. Y es hora de que sea lo que prevalezca. — le respondió. — Cree que pueda caminar un poco a ver si logramos sentir un poco los rayos del sol, que sé que en estos momentos no han de ser mucho. Pero nos hará bien. — le pregunto mientras lo miraba con una sonrisa y una expresión más tranquila.
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1. Mirada de esperanza
Las circunstancias habían sido graves y por poco, Gondor se había salvado. Aunque tan solo era por un tiempo porque habían ido a derrotar a Sauron y todo ese ejercito, que esperaba que todo saliera bien, aún así, él mismo estaba consciente que había pocas esperanzas porque eran muchos. — Hay que rezar que todo salga bien. Los guerreros que fueron a Mordor son fuertes y queda confiar en ellos, al igual que los hobbits. Puede que haya un grano de arena de esperanza — Indicó el rubio de cabello largo que sabía que descargar todo lo que tenía guardado había sido muy bueno para él , Eowyn definitivamente era una bendición en su vida, y esperaba que todo estuviera en paz para seguir forjando ese vínculo; era una mujer maravillosa.
— Lamentablemente no se puede hacer nada, porque reconozco que mi hermano era un hombre excepcional que me hará mucha falta. Sé que también confiaba en mi si tenía que tomar su lugar, siempre me animo. Tengo un pequeño recuerdo que mi padre se sintió feliz cuando me vio vivo, pero eso no lo justifica de sus actos, solo sé que nunca podré odiarlo y conservare sus mejores recuerdos. — Exclamó Faramir que no quería mostrar un lado que no era, estaba conforme con lo que paso solo que ya no quería más amargura en su vida, por eso anhelaba tanto que hubiera paz en la tierra media.
—Creo mucho en ellos, son seres muy valientes y sigilosos, solo vi bondad en ellos y dispuestos a cumplir con su misión, no se dejarán llevar tanto por la maldad del anillo, solo ellos pueden al parecer. Lo que me preocupa es ese sujeto que los acompañaba, pero Frodo aseguro que era bueno. — Le contó sobre los pocos días que había visto a ambos amigos que tenían aquella misión tan peligrosa que ni siquiera sabían si iban a salir con vida.
— Sinceramente no sé como sobreviví a la tortura de esa pelea, muchos de mis compañeros me protegieron. Tomé mi caballo y llegué muy débil. Quizás dejaron que viviera, no lo sé — Aceptó el elogio de la rubia porque con sinceridad era él quién la encontraba formidable y demasiado fuerte para ser mujer, con un desplante que lo llegaba a atraer de sobremanera, no era cualquier señorita que había conocido. Más encima, aceptaba su caricia en su mano. No se sentía intimidada y veía que podría ser algo mutuo de los dos.
— Me alegra que se hayan podido despedir, al menos quedo más tranquila — Y volvió asentir. — Como he dicho esperemos que ellos logren vencer el mal y luego empezaremos a reconstruir todos los reinos que fueron destruidos. Tenemos que estar más unidos que nunca — Exclamó, y se preguntaba como lo iba hacer Aragorn con Gondor porque definitivamente el era el verdadero rey, lo iba ayudar en todo lo posible.
Solo se encogió de hombros por Gollum, solo tenían que creer en los pequeños. Suspiró y asintió. Le ofreció el brazo, pero justo cuando comenzaron a caminar ahí llegaron sus sirvientes diciendo que necesitaban descansar y revisar como iban sus heridas, sus aposentos quedaban lejos de la princesa. — Espero que mañana nos volvamos a ver — Señaló al final con una sonrisa, había sido un gran encuentro y quería que continuará.
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