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Come, keep me warm until morning.
ORIGINAL — Épocas pasadas — 1X1
La familia de Adam empezó a crecer desde abajo. Dueños de una pequeña plantación, que empezó a crecer hasta convertirse en una de las tierras más importantes del reino. Sin embargo, aprendieron de la manera difícil que las tierras no son títulos, y los títulos hacen a un noble. Sus oportunidades se encontraban restringidas por aquello, por eso Adam nunca esperó encontrar el amor en los brazos de una princesa.
Ebba, a pesar de no ser la heredera directa del reino gobernado por su progenitor, siempre se encontró en una buena posición. Enamorarse no estaba entre sus planes hasta que lo hizo, y no tenía idea de lo que tenía para arriesgar. Tan solo se lanzó de cabeza a compartir una parte de ella por lo que otros gobernantes seguramente matarían.
Por otra parte, se encuentra el rey Hans Peuster. Un hombre que acaba de sentarse en el trono después de la muerte de su padre, y que se encuentra en la boca de todo el reino vecino. Todos discuten acerca de la falta de mujeres que comparten la cama del rey, incluso se ha corrido el rumor de que prefiere la compañía de los hombres por encima del de las damas que se presentan ante él.
Debido a esto sus consejeros crean una alianza con el reino vecino, para eliminar los rumores que hay alrededor de su propio rey, deciden hacer un trato con el padre de Ebba. Su padre acepta de manera inmediata, en un intento de disminuir los rumores que corren en su propio reino, esos que indican que su hija ha perdido su virtud fuera del matrimonio, con un hombre que ni siquiera tiene el título o la posición para estar con una princesa.
Ebba es trasladada al reino vecino. Un matrimonio es arreglado para quitar a Adam del medio, pero incluso antes de poder conocer a su futura prometida, el chico decide huir y Ebba arregla su protección en ese lugar en el que ahora le llaman reina.
Pero esta historia es diferente a todas esas que narran los encuentros prohibidos de dos amantes furtivos. ¿Qué pasa cuando el mismo rey les convence de hacer un trato? Podrán mantener su relación en secreto, siempre y cuando él pueda escoger a sus propios acompañantes sin ser juzgado. El rey y la reina gobernarán, y ninguno tendrá que sacrificar demasiado.
Ebba, a pesar de no ser la heredera directa del reino gobernado por su progenitor, siempre se encontró en una buena posición. Enamorarse no estaba entre sus planes hasta que lo hizo, y no tenía idea de lo que tenía para arriesgar. Tan solo se lanzó de cabeza a compartir una parte de ella por lo que otros gobernantes seguramente matarían.
Por otra parte, se encuentra el rey Hans Peuster. Un hombre que acaba de sentarse en el trono después de la muerte de su padre, y que se encuentra en la boca de todo el reino vecino. Todos discuten acerca de la falta de mujeres que comparten la cama del rey, incluso se ha corrido el rumor de que prefiere la compañía de los hombres por encima del de las damas que se presentan ante él.
Debido a esto sus consejeros crean una alianza con el reino vecino, para eliminar los rumores que hay alrededor de su propio rey, deciden hacer un trato con el padre de Ebba. Su padre acepta de manera inmediata, en un intento de disminuir los rumores que corren en su propio reino, esos que indican que su hija ha perdido su virtud fuera del matrimonio, con un hombre que ni siquiera tiene el título o la posición para estar con una princesa.
Ebba es trasladada al reino vecino. Un matrimonio es arreglado para quitar a Adam del medio, pero incluso antes de poder conocer a su futura prometida, el chico decide huir y Ebba arregla su protección en ese lugar en el que ahora le llaman reina.
Pero esta historia es diferente a todas esas que narran los encuentros prohibidos de dos amantes furtivos. ¿Qué pasa cuando el mismo rey les convence de hacer un trato? Podrán mantener su relación en secreto, siempre y cuando él pueda escoger a sus propios acompañantes sin ser juzgado. El rey y la reina gobernarán, y ninguno tendrá que sacrificar demasiado.
Adam Wägner Torrance Coombs — Red | Ebba Förster Adelaide Kane — Bewölkt |
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3. welcome to your new life
Wolfram — Fortaleza Beringer — Con Ebba
Esperó paciente mientras todas las damas de compañía bajaron del carruaje una a una. Todas realizaron una reverencia al mirarlo y después se dispusieron en hilera, como creando un camino, por el que la princesa Ebba, por fin, apareció.
Wolfram se percató de dos cosas. La primera fue que el pintor no había exagerado en absoluto la belleza de la princesa y, segunda, que Ebba Föster tenía una sonrisa bonita. No supo el porqué de tal pensamiento, nunca se había parado a admirar la sonrisa de nadie, aquella era la clase de cosas que haría alguien como su primo, poeta consumado. Pero la sonrisa de la joven princesa le transmitió calidez y confianza. Simplemente le gusto.
— Princesa Ebba, permitidme presentarme, soy Wolfram Beringer, señor de estas tierras. Es un placer poder conocerla al fin. —se acercó a ella, tomó su mano y depositó un beso suave en el dorso. A sus espaldas su consejero pareció ligeramente contrariado al haber sido tomado su rol de presentador, pero el rey simplemente lo ignoró.
— Espero que vuestro viaje haya sido tranquilo y sin contratiempos. No obstante, imagino que habrá sido imposible huir del frío. Vayamos dentro y permitidme enseñaros vuestro nuevo hogar.
Wolfram se percató de dos cosas. La primera fue que el pintor no había exagerado en absoluto la belleza de la princesa y, segunda, que Ebba Föster tenía una sonrisa bonita. No supo el porqué de tal pensamiento, nunca se había parado a admirar la sonrisa de nadie, aquella era la clase de cosas que haría alguien como su primo, poeta consumado. Pero la sonrisa de la joven princesa le transmitió calidez y confianza. Simplemente le gusto.
— Princesa Ebba, permitidme presentarme, soy Wolfram Beringer, señor de estas tierras. Es un placer poder conocerla al fin. —se acercó a ella, tomó su mano y depositó un beso suave en el dorso. A sus espaldas su consejero pareció ligeramente contrariado al haber sido tomado su rol de presentador, pero el rey simplemente lo ignoró.
— Espero que vuestro viaje haya sido tranquilo y sin contratiempos. No obstante, imagino que habrá sido imposible huir del frío. Vayamos dentro y permitidme enseñaros vuestro nuevo hogar.
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3. welcome to your new life
Ebba — Fortaleza Beringer — Con Wolfram
Escuchar la voz de Wolfram según se presentó fue una sorpresa que Ebba aceptó con agrado, normalmente ese tipo de situaciones llevaban un orden y estaba claro que el consejero del rey opinaba lo mismo, aun así se mantuvo educado detrás de él mientras la joven extendía su mano. Los labios del hombre se sintieron cálidos sobre su dorso, pero el contacto no le pareció invasivo, ni intentó acercarse más de la cuenta.
—El placer es mío, majestad— afirmó, inclinando levemente la cabeza y manteniendo esa sonrisa tranquila en su rostro —. Ha sido una sorpresa tener que viajar teniendo en cuenta las circunstancias climáticas, pero el camino estaba despejado, y afortunadamente para nosotros no hubo ninguna tormenta de nieve mientras nos movíamos— explicó, dando más detalles de los necesarios para mantener el tono cordial de la conversación, parecer interesada había sido una de las primeras lecciones aprendidas.
—Aun así, no me quejaré de estar refugiada del frío, os lo agradezco— afirmó, y tras sus palabras todas las personas a su alrededor se organizaron para poder permitirles el acceso al lugar. Las primeras en entrar fueron sus doncellas, y Ebba caminó un par de pasos por detrás del rey hasta acceder al castillo. El contraste de temperatura era evidente incluso desde ese primer contacto, los pasillos tenuemente iluminados por los candelabros aportaban una calidez al entorno que llevaba días sin sentir.
—El placer es mío, majestad— afirmó, inclinando levemente la cabeza y manteniendo esa sonrisa tranquila en su rostro —. Ha sido una sorpresa tener que viajar teniendo en cuenta las circunstancias climáticas, pero el camino estaba despejado, y afortunadamente para nosotros no hubo ninguna tormenta de nieve mientras nos movíamos— explicó, dando más detalles de los necesarios para mantener el tono cordial de la conversación, parecer interesada había sido una de las primeras lecciones aprendidas.
—Aun así, no me quejaré de estar refugiada del frío, os lo agradezco— afirmó, y tras sus palabras todas las personas a su alrededor se organizaron para poder permitirles el acceso al lugar. Las primeras en entrar fueron sus doncellas, y Ebba caminó un par de pasos por detrás del rey hasta acceder al castillo. El contraste de temperatura era evidente incluso desde ese primer contacto, los pasillos tenuemente iluminados por los candelabros aportaban una calidez al entorno que llevaba días sin sentir.
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3. welcome to your new life
Wolfram — Fortaleza Beringer — Con Ebba
El palacio había sido preparado a toda prisa para la llegada improvisada de su futura señora. Se había decorado tan buenamente como se pudo, teniendo en cuenta las prisas y el de por sí poco presupuesto del que se disponía. Los estandartes de la familia real colgaban con pomposidad de las paredes del gran salón, uno por el novio, otro por la novia. En las cocinas, los sirvientes se afanaban por preparar una buena cena mientras que las criadas, nerviosas, se asomaban aquí y allá para vislumbrar a los recién llegados.
Wolfram avanzó al lado de Ebba, dándole pequeñas explicaciones en cuanto a su nuevo hogar. Le habló de los jardines, preciosos en primavera, de la capilla que podría visitar cuando gustase o de la vieja biblioteca. Cuando llegaron al salón principal, calentado por el fuego de tres chimeneas, condujo a la doncella hasta la mesa principal, donde le ofreció un asiento de honor.
— Siento no poderos mostrar el castillo más a fondo, pero me temo que ya he infringido el protocolo suficiente por un día. —dejó ir en un susurro lleno de sorna.— Si gustáis, mañana asignaré a alguien para que os lo enseñe más a fondo. —rumió, medio ausente, a la par que indicaba que podía dar comienzo el banquete. Los criados no se hicieron esperar, empezando a entrar con fuentes y bandejas de comida.
— Espero que encontréis adecuada nuestra cocina, los criados se han esforzado en preparar buenos platos, pero me temo que no podemos hacer mucho más con las reservas del invierno.
Wolfram avanzó al lado de Ebba, dándole pequeñas explicaciones en cuanto a su nuevo hogar. Le habló de los jardines, preciosos en primavera, de la capilla que podría visitar cuando gustase o de la vieja biblioteca. Cuando llegaron al salón principal, calentado por el fuego de tres chimeneas, condujo a la doncella hasta la mesa principal, donde le ofreció un asiento de honor.
— Siento no poderos mostrar el castillo más a fondo, pero me temo que ya he infringido el protocolo suficiente por un día. —dejó ir en un susurro lleno de sorna.— Si gustáis, mañana asignaré a alguien para que os lo enseñe más a fondo. —rumió, medio ausente, a la par que indicaba que podía dar comienzo el banquete. Los criados no se hicieron esperar, empezando a entrar con fuentes y bandejas de comida.
— Espero que encontréis adecuada nuestra cocina, los criados se han esforzado en preparar buenos platos, pero me temo que no podemos hacer mucho más con las reservas del invierno.
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3. welcome to your new life
Ebba — Fortaleza Beringer — Con Wolfram
A pesar del cansancio que hacía que Ebba sintiera el cuerpo pesado, se mantuvo recta mientras caminaba junto al rey. Mantuvo una sonrisa cordial casi todo el tiempo, cuando no estaba hablando o haciendo algún comentario. Encontraba aquel lugar cálido, casi la hacía sentirse bienvenida... Y tal vez lo vería de esa manera de no sentirse exhiliada de su propio hogar.
—Os agradezco la cortesía de darme la bienvenida con tan poca antelación, no os preocupéis... Tendré tiempo de familiarizarme con el lugar— afirmó, afortunadamente no se notó agria al decirlo, demasiado acostumbrada a guardar sus sentimientos para sus momentos de intimidad.
Caminaron hacia el comedor, y Ebba tomó asiento en el puesto indicado mientras esperaba que sirvieran la comida. Todos allí parecían bien organizados, y ella admiró la coreografía con una sonrisa educada.
—Estoy segura de que encontraremos todo de nuestro gusto— afirmó, consciente de que la época no era la mejor para presumir de la cocina. Esperó la indicación para probar la comida, y aunque no hubiera tenido un buen sabor Ebba le habría dado un cumplido a la cocina, afortunadamente no tuvo que fingir mientras asentía con la cabeza al probar la sopa y darle un sorbo al vino. Era de su gusto.
—Mi padre me ha enviado con una carta para vos, una muestra de su agradecimiento— explicó, aunque Ebba no la había leído estaba repitiendo las palabras que su padre le dijo mientras pensaba que lo ignoraba —. Está esperando que podamos llevar a cabo la boda a inicios de la primavera— agregó, aunque en esa ocasión no pudo evitar apartar la vista por un instante.
—Os agradezco la cortesía de darme la bienvenida con tan poca antelación, no os preocupéis... Tendré tiempo de familiarizarme con el lugar— afirmó, afortunadamente no se notó agria al decirlo, demasiado acostumbrada a guardar sus sentimientos para sus momentos de intimidad.
Caminaron hacia el comedor, y Ebba tomó asiento en el puesto indicado mientras esperaba que sirvieran la comida. Todos allí parecían bien organizados, y ella admiró la coreografía con una sonrisa educada.
—Estoy segura de que encontraremos todo de nuestro gusto— afirmó, consciente de que la época no era la mejor para presumir de la cocina. Esperó la indicación para probar la comida, y aunque no hubiera tenido un buen sabor Ebba le habría dado un cumplido a la cocina, afortunadamente no tuvo que fingir mientras asentía con la cabeza al probar la sopa y darle un sorbo al vino. Era de su gusto.
—Mi padre me ha enviado con una carta para vos, una muestra de su agradecimiento— explicó, aunque Ebba no la había leído estaba repitiendo las palabras que su padre le dijo mientras pensaba que lo ignoraba —. Está esperando que podamos llevar a cabo la boda a inicios de la primavera— agregó, aunque en esa ocasión no pudo evitar apartar la vista por un instante.
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3. welcome to your new life
Wolfram — Fortaleza Beringer — Con Ebba
Recibió la carta con un quedo gracias y, mientras a su alrededor todos se concentran en la comida, rompe el sello de cera y la lee por encima. Tal y como se espera no hay demasiado, simples agradecimientos y buenos deseos. Por un momento creyó que tal vez el rey le contaría el porqué de apresurar la boda. Pero como había supuesto la verdad de aquella decisión le sería negada todo lo posible.
— Primavera es una buena época. —coincidió, entregando la carta a uno de sus criados.— En primavera los jardines florecen, estoy seguro que os parecerá una vista hermosa de la que podréis disfrutar a menudo. —su madre había amado los jardines y tal vez su propia reina también encontraría gozo en ellos.
— Si hay alguna cosa que necesitéis, tanto para vuestras cámaras como para la boda, no dudéis en decirmelo y haré todo lo posible para concedéroslo. —añadió, casi como una ocurrencia tardía.— Espero que seáis capaz de ver mi reino como vuestro también y que podamos forjar una amistad y una confianza que nos permita gobernarlo en paz y armonía. —eran palabras llenas de esperanza aunque, tristemente, todo rey sabía que un sueño como aquel era poco menos que utópico.
— Primavera es una buena época. —coincidió, entregando la carta a uno de sus criados.— En primavera los jardines florecen, estoy seguro que os parecerá una vista hermosa de la que podréis disfrutar a menudo. —su madre había amado los jardines y tal vez su propia reina también encontraría gozo en ellos.
— Si hay alguna cosa que necesitéis, tanto para vuestras cámaras como para la boda, no dudéis en decirmelo y haré todo lo posible para concedéroslo. —añadió, casi como una ocurrencia tardía.— Espero que seáis capaz de ver mi reino como vuestro también y que podamos forjar una amistad y una confianza que nos permita gobernarlo en paz y armonía. —eran palabras llenas de esperanza aunque, tristemente, todo rey sabía que un sueño como aquel era poco menos que utópico.
FIN DEL CAPÍTULO
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4. The lies were white
Ebba — Fortaleza Beringer — Con Wolfram
Ebba quería pensar que poco a poco iba asentándose en su nueva residencia. Wolfram se había encargado de que el servicio estuviera atenta a ella, que siempre que lo necesitara estuviera acompañada y además le había dado acceso a la biblioteca. El frío del invierno no le permitía explorar aun los jardines, pero no tenía ningún deseo de que llegara la primavera a pesar de echar de menos el sol sobre su piel.
Quería pensar que, ahora que estaba un poco más cómoda moviéndose por el lugar, era momento de intentar contactar a Adam. Lo había enviado a ocultarse en un pueblo cercano a su reino, y desconocía si su padre seguía buscándolo o no. Sin embargo, necesitaba asegurarse de que estaba bien. Así empezó su correspondencia.
Ebba sabía que debía tener cuidado, por eso no enviaba demasiadas cartas a la semana. Tan solo una, y debido a la cercanía del lugar con su reino, esperaba que el mensajero pensara que estaba escribiendo a una amiga. Se aseguraba de no usar su nombre, de firmar siempre con sus iniciales. Tampoco recibía muchas respuestas, pero le alegraba saber que Adam seguía con vida.
Esa tarde entró en la bibioteca a solas, esperando que ninguna de las damas que ocasionalmente andaban a su lado por el castillo la dejaran sola. Sacó un pergamino y algo de tinta y se puso a escribir.
Un mensaje claro y conciso, que indicaba que todos los planes para su matrimonio se encontraban establecidos para la primavera. Ebba aun estaba contemplando sus opciones, planteándose si debía llevar a cabo un elaborado plan para huir de su destino o simplemente aceptarlo y dar el sí.
Estaba tan concentrada en sus propios pensamientos que no se dio cuenta de que alguien entraba en la biblioteca hasta que le sintió mirando por encima de su hombro.
Quería pensar que, ahora que estaba un poco más cómoda moviéndose por el lugar, era momento de intentar contactar a Adam. Lo había enviado a ocultarse en un pueblo cercano a su reino, y desconocía si su padre seguía buscándolo o no. Sin embargo, necesitaba asegurarse de que estaba bien. Así empezó su correspondencia.
Ebba sabía que debía tener cuidado, por eso no enviaba demasiadas cartas a la semana. Tan solo una, y debido a la cercanía del lugar con su reino, esperaba que el mensajero pensara que estaba escribiendo a una amiga. Se aseguraba de no usar su nombre, de firmar siempre con sus iniciales. Tampoco recibía muchas respuestas, pero le alegraba saber que Adam seguía con vida.
Esa tarde entró en la bibioteca a solas, esperando que ninguna de las damas que ocasionalmente andaban a su lado por el castillo la dejaran sola. Sacó un pergamino y algo de tinta y se puso a escribir.
Un mensaje claro y conciso, que indicaba que todos los planes para su matrimonio se encontraban establecidos para la primavera. Ebba aun estaba contemplando sus opciones, planteándose si debía llevar a cabo un elaborado plan para huir de su destino o simplemente aceptarlo y dar el sí.
Estaba tan concentrada en sus propios pensamientos que no se dio cuenta de que alguien entraba en la biblioteca hasta que le sintió mirando por encima de su hombro.
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4. The lies were white
Wolfram — Fortaleza Beringer — Con Ebba
Desde la llegada de la princesa habían compartido cenas y charlas agradables. Se habían ido conociendo y, poco a poco, agradando, al menos en lo que respectaba a Wolfram. Ebba era una buena chica y, lo que era quizás más importante, sería una gran reina. No obstante, de alguna manera, sentía que había algo que le ocultaba. No se lo reprochaba, él también le estaba ocultando cosas.
Cuando sus consejeros le informaron de las cartas que enviaba, él apartó sus preocupaciones. Ebba era libre de escribir y enviar las cartas que quisiera, había declarado. Pero lo cierto es que la curiosidad se había despertado en Wolfram.
Cuando aquella tarde la vio entrar en la biblioteca a solas, él se despidió del barón Meyer y la siguió.
La biblioteca, como era costumbre, estaba vacía a excepción de Ebba y, ahora, él. Ebba se había sentado en una de las pequeñas mesas frente a una de las ventanas y había comenzado a escribir. Wolfram se acercó poco a poco y se asomó por encima de su hombre para contemplar los trazos de su pluma. Ella pareció notarlo entonces, pues empezó a girar el rostro, Wolfram se apartó un poco y sonrió en un intento de evitarle el susto.
— Perdonadme. Parecíais muy concentrada en vuestra tarea y no quería interrumpir, ¿es una carta importante?
Cuando sus consejeros le informaron de las cartas que enviaba, él apartó sus preocupaciones. Ebba era libre de escribir y enviar las cartas que quisiera, había declarado. Pero lo cierto es que la curiosidad se había despertado en Wolfram.
Cuando aquella tarde la vio entrar en la biblioteca a solas, él se despidió del barón Meyer y la siguió.
La biblioteca, como era costumbre, estaba vacía a excepción de Ebba y, ahora, él. Ebba se había sentado en una de las pequeñas mesas frente a una de las ventanas y había comenzado a escribir. Wolfram se acercó poco a poco y se asomó por encima de su hombre para contemplar los trazos de su pluma. Ella pareció notarlo entonces, pues empezó a girar el rostro, Wolfram se apartó un poco y sonrió en un intento de evitarle el susto.
— Perdonadme. Parecíais muy concentrada en vuestra tarea y no quería interrumpir, ¿es una carta importante?
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4. The lies were white
Ebba — Fortaleza Beringer — Con Wolfram
El corazón empezó a latirle desbocado y Ebba fue consciente de que su expresión reflejó un nerviosismo que se esforzaba por ocultar. Aparentar se convirtió en su actividad favorita en cierto punto de su vida, y es que ¿tenía más remedio? Se tenían ciertas expectativas de ella que Ebba sabía bien que no podría cumplir, así que creó una personalidad que llenara esos zapatos, y se guardó a sí misma en un espacio seguro que compartía solo con Adam, el hombre que ahora existía solo en sus cartas.
Intentó forzar una sonrisa al ver a su prometido, pero esta salió un tanto tirante mientras doblaba el papel en el que estaba escribiendo sin que la tinta llegara a secarse. Tendría que repetirla, aunque eso era lo de menos.
—No os preocupéis, aprecio mucho vuestra compañía— afirmó, y se encontró con que tampoco estaba mintiendo. Si la situación fuera otra, estaba segura de que serían buenos amigos, confidentes incluso. Tenían mucho en común y podía reírse con él, disfrutaba de sus paseos por los jardines y las charlas durante la cena. No era un mal punto de partida para un matrimonio, de no ser porque su mente estaba muy lejos de su futuro marido.
—Es para un viejo amigo que está metido en un problema debido a un terrible malentendido— explicó, tanteando el terreno —. Quiero asegurarme de que se encuentre bien, así que le escribo de vez en cuando— agregó, no estaba optando del todo por mentir, hay engaños que se cuentan mejor con una base de verdad —. ¿Hay algo que pueda hacer por vos?— preguntó, un tanto más tranquila.
Intentó forzar una sonrisa al ver a su prometido, pero esta salió un tanto tirante mientras doblaba el papel en el que estaba escribiendo sin que la tinta llegara a secarse. Tendría que repetirla, aunque eso era lo de menos.
—No os preocupéis, aprecio mucho vuestra compañía— afirmó, y se encontró con que tampoco estaba mintiendo. Si la situación fuera otra, estaba segura de que serían buenos amigos, confidentes incluso. Tenían mucho en común y podía reírse con él, disfrutaba de sus paseos por los jardines y las charlas durante la cena. No era un mal punto de partida para un matrimonio, de no ser porque su mente estaba muy lejos de su futuro marido.
—Es para un viejo amigo que está metido en un problema debido a un terrible malentendido— explicó, tanteando el terreno —. Quiero asegurarme de que se encuentre bien, así que le escribo de vez en cuando— agregó, no estaba optando del todo por mentir, hay engaños que se cuentan mejor con una base de verdad —. ¿Hay algo que pueda hacer por vos?— preguntó, un tanto más tranquila.
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4. The lies were white
Wolfram — Fortaleza Beringer — Con Ebba
No hizo amago de intentar volver a leer la carta, pese a que Ebba la retiró de su vista con rapidez. Su prometida tenía derecho a tener amistades y, por supuesto, a tener privacidad. Podría haber resultado sospechoso, no obstante, si no se hubiera explicado con tranquilidad. En la vida de un rey, Wolfram lo sabía bien, todo comportamiento de terceros podía resultar sospechoso.
— No os preocupéis, solo quería veros un rato, tal vez dar un rápido paseo por los jardines antes de mi próxima reunión. Muy pronto hará demasiado frío para poder disfrutar de ellos. Es probable que esta sea una de las últimas oportunidades que tengamos de pasear por ellos. —le tendió su brazo, esperando que ella lo tomara. No esperó, ni por un solo instante, que ella se negase a un paseo. ¿Quién le negaría tal capricho a un rey?
Emprendieron la marcha, bajando con cuidado por las escaleras rumbo a la planta baja y por el camino se fueron encontrando a diferentes criados y cortesanos que presentaron sus respetos con pequeñas reverencias. Wolfram les obsequió con leves asentimientos, pero no se detuvo a charlar con nadie.
— Lamento escuchar que vuestro amigo está en problemas.—retomó la conversación una vez salieron al frío exterior. Había verdad en sus palabras, Wolfram no era un hombre cruel.— ¿Sería muy atrevido preguntar qué le sucede? Tal vez pueda ayudarle si con eso os hago feliz a vos sería un placer. —
— No os preocupéis, solo quería veros un rato, tal vez dar un rápido paseo por los jardines antes de mi próxima reunión. Muy pronto hará demasiado frío para poder disfrutar de ellos. Es probable que esta sea una de las últimas oportunidades que tengamos de pasear por ellos. —le tendió su brazo, esperando que ella lo tomara. No esperó, ni por un solo instante, que ella se negase a un paseo. ¿Quién le negaría tal capricho a un rey?
Emprendieron la marcha, bajando con cuidado por las escaleras rumbo a la planta baja y por el camino se fueron encontrando a diferentes criados y cortesanos que presentaron sus respetos con pequeñas reverencias. Wolfram les obsequió con leves asentimientos, pero no se detuvo a charlar con nadie.
— Lamento escuchar que vuestro amigo está en problemas.—retomó la conversación una vez salieron al frío exterior. Había verdad en sus palabras, Wolfram no era un hombre cruel.— ¿Sería muy atrevido preguntar qué le sucede? Tal vez pueda ayudarle si con eso os hago feliz a vos sería un placer. —
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4. The lies were white
Ebba — Fortaleza Beringer — Con Wolfram
Al vivir aun más dentro del bosque Ebba apenas notaba ese frío del que hablaban. Sin embargo, sabía bien que hasta que la primavera llegara no tendrían muchas oportunidades de apreciar el entorno. Desafortunadamente con la estación llegaba también esa unión que no la mantenía especialmente ilusionada, aunque su prometido fuera un auténtico caballero y se le diera bien la conversación.
—Por supuesto— dijo, cerrando la carta aunque la tinta no se hubiera secado. La guardó entre sus cosas y cerró el pequeño frasco de tinta, dejó su pluma a un lado para limpiar luego y se levantó. Una de sus acompañantes tenía ya su abrigo preparado, así que suponía que a petición del rey todo estaba ya hecho para que Ebba tan solo tuviera que aceptar... Y así lo hizo.
Escuchaba los pasos de sus damas de compañía un par de metros por detrás de ellos. Era toda la privacidad que recibirían hasta el matrimonio, y de alguna forma ella lo prefería así... Aunque fuera difícil ser cien por ciento honesta con él con posibles oídos curiosos detrás de ella.
Su pregunta no la tomó por sorpresa, pero no estaba preparada para responder aún. No terminaba de decidir si podía ser sincera, o simplemente inventarse algo que supiera que no podía contrastar. Sin embargo, algo en su pecho le decía que empezar con mentiras no sería bueno, tan solo tenía que alterar la realidad lo suficiente.
—Unas semanas antes de venir aquí tuve una terrible discusión con mi padre, y tomé la impulsiva decisión de huir del castillo— dijo, la verdad era una base sólida para empezar —. Él era uno de mis guardias, y fue a buscarme en cuanto se dio cuenta de que no me encontraba allí... Sin embargo, retorcieron la historia de forma cruel para hacerlo ver como algo que no era. Me perdí en el bosque, él me encontró y me ayudó a regresar— comentó, dejando que el rey llenara los vacíos como deseara —. Debéis saber que no tenía expectativa de contaros esto, sé que pone en duda... Todo.— Y cualquier cosa que se imaginaran había ocurrido, pero ella lo negaría hasta el final si eso salvaba la vida de la persona que salvó la suya al permanecer a su lado —. El caso es que mi padre le puso precio a su cabeza, y yo no puedo permitir que corra sangre inocente por una discusión que tuve con él— afirmó, con una convicción que no poseía para muchas cosas.
—Por supuesto— dijo, cerrando la carta aunque la tinta no se hubiera secado. La guardó entre sus cosas y cerró el pequeño frasco de tinta, dejó su pluma a un lado para limpiar luego y se levantó. Una de sus acompañantes tenía ya su abrigo preparado, así que suponía que a petición del rey todo estaba ya hecho para que Ebba tan solo tuviera que aceptar... Y así lo hizo.
Escuchaba los pasos de sus damas de compañía un par de metros por detrás de ellos. Era toda la privacidad que recibirían hasta el matrimonio, y de alguna forma ella lo prefería así... Aunque fuera difícil ser cien por ciento honesta con él con posibles oídos curiosos detrás de ella.
Su pregunta no la tomó por sorpresa, pero no estaba preparada para responder aún. No terminaba de decidir si podía ser sincera, o simplemente inventarse algo que supiera que no podía contrastar. Sin embargo, algo en su pecho le decía que empezar con mentiras no sería bueno, tan solo tenía que alterar la realidad lo suficiente.
—Unas semanas antes de venir aquí tuve una terrible discusión con mi padre, y tomé la impulsiva decisión de huir del castillo— dijo, la verdad era una base sólida para empezar —. Él era uno de mis guardias, y fue a buscarme en cuanto se dio cuenta de que no me encontraba allí... Sin embargo, retorcieron la historia de forma cruel para hacerlo ver como algo que no era. Me perdí en el bosque, él me encontró y me ayudó a regresar— comentó, dejando que el rey llenara los vacíos como deseara —. Debéis saber que no tenía expectativa de contaros esto, sé que pone en duda... Todo.— Y cualquier cosa que se imaginaran había ocurrido, pero ella lo negaría hasta el final si eso salvaba la vida de la persona que salvó la suya al permanecer a su lado —. El caso es que mi padre le puso precio a su cabeza, y yo no puedo permitir que corra sangre inocente por una discusión que tuve con él— afirmó, con una convicción que no poseía para muchas cosas.
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4. The lies were white
Wolfram — Fortaleza Beringer — Con Ebba
La llegada del invierno entristecía los jardines semanas atrás verdes y frondosos. No obstante, al joven rey le gustaban igual, pues los jardines le conferían pequeños momentos de paz y silencio de los que no podía gozar en el castillo. Había querido compartirlo con Ebba igual que tendría que compartir su vida entera con ella en el futuro. Sabía que eran dos desconocidos, pero no quería que su matrimonio se tratase solo del deber que, pasados diez o veinte años siguieran siendo un par de desconocidos como lo fueron sus padres. Quería que Ebba fuera feliz allí, quería que amase a su nuevo pueblo y, de ser posible, también a él.
Por eso Wolfram escuchó en silencio y con paciencia a su prometida. Ni hizo preguntas ni mostró expresión alguna más que la simple contemplación. Cuando Ebba terminó, Wolfram todavía permaneció uno segundos más en silencio, rumiando.
— Es, sin duda, una auténtica injusticia lo que le ha pasado a vuestro guardia. Los soldados que nos protegen y dan la vida por nosotros debería ser tratados con respeto. —como con todos los problemas de su reino pretendió acercarse a este con neutralidad.— Aunque también puedo entender los motivos de vuestro padre. Vuestra virtud bien podría haberse puesto en duda y sabéis lo importante que es para alguien de vuestra posición. Es una situación peliaguda, aunque el pobre hombre solo estaba haciendo su trabajo y no es justo que ahora esté sentenciado. —miró a Ebba intentando determinar cómo de afectada se encontraba. Generalmente los nobles no se preocupaban de simples soldados, pero Eba ya había demostrado tener un buen corazón.
— ¿Es muy importante para vos? —preguntó entonces, pero acabó acotando.— Salvarlo, me refiero.
Por eso Wolfram escuchó en silencio y con paciencia a su prometida. Ni hizo preguntas ni mostró expresión alguna más que la simple contemplación. Cuando Ebba terminó, Wolfram todavía permaneció uno segundos más en silencio, rumiando.
— Es, sin duda, una auténtica injusticia lo que le ha pasado a vuestro guardia. Los soldados que nos protegen y dan la vida por nosotros debería ser tratados con respeto. —como con todos los problemas de su reino pretendió acercarse a este con neutralidad.— Aunque también puedo entender los motivos de vuestro padre. Vuestra virtud bien podría haberse puesto en duda y sabéis lo importante que es para alguien de vuestra posición. Es una situación peliaguda, aunque el pobre hombre solo estaba haciendo su trabajo y no es justo que ahora esté sentenciado. —miró a Ebba intentando determinar cómo de afectada se encontraba. Generalmente los nobles no se preocupaban de simples soldados, pero Eba ya había demostrado tener un buen corazón.
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4. The lies were white
Ebba — Fortaleza Beringer — Con Wolfram
Sabía que ser tan honesta, aunque no hubiera contado la verdad del todo, podía arruinar para siempre aquel arreglo. Si aquello ocurría tendría que volver a casa y confirmarle al mundo lo que ya pensaban de ella. Era lo último que quería, porque entonces podía convencerse de que no volvería a ver a Adam.
Había tirado una moneda al aire y al escuchar las palabras de su prometido se dio cuenta de que había acertado. No estaba poniendo en duda sus palabras, comprendiendo de inmediato su preocupación. Se sintió incluso un poco culpable, pero no lo suficiente como para mandarlo todo por la borda.
—Me sorprende que vos lo entendáis, o que hagáis el esfuerzo al menos... Mi padre fue incapaz de hacerlo— respondió —. Comprendo su posición, solo está velando por mi, pero no deja de ser una injusticia.— Lo era, en especial porque ella había consentido entregarle a Adam esa parte de ella y no se arrepentía.
La pregunta era clave y agradeció que fuera Wolfram mismo quien decidiera elaborar aun más, sus emociones no podían filtrarse si quería su ayuda.
—Lo es, no quiero que muera por mi culpa— aseguró, seguía mezclando la verdad con el engaño, y seguiría haciéndolo si eso le salvaba la vida.
Había tirado una moneda al aire y al escuchar las palabras de su prometido se dio cuenta de que había acertado. No estaba poniendo en duda sus palabras, comprendiendo de inmediato su preocupación. Se sintió incluso un poco culpable, pero no lo suficiente como para mandarlo todo por la borda.
—Me sorprende que vos lo entendáis, o que hagáis el esfuerzo al menos... Mi padre fue incapaz de hacerlo— respondió —. Comprendo su posición, solo está velando por mi, pero no deja de ser una injusticia.— Lo era, en especial porque ella había consentido entregarle a Adam esa parte de ella y no se arrepentía.
La pregunta era clave y agradeció que fuera Wolfram mismo quien decidiera elaborar aun más, sus emociones no podían filtrarse si quería su ayuda.
—Lo es, no quiero que muera por mi culpa— aseguró, seguía mezclando la verdad con el engaño, y seguiría haciéndolo si eso le salvaba la vida.
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4. The lies were white
Wolfram — Fortaleza Beringer — Con Ebba
La escuchó atentamente y sopesó sus palabras. No respondió inmediatamente, perdido en sus cavilaciones, sopesando los pros y los contras. Ebba esperó con paciencia mientras siguieron recorriendo los jardines. Dada la cercanía del invierno ya no había flores y los árboles casi habían perdido del todo sus hojas. Ra un espectáculo bello en su melancolía, por eso había querido enseñárselo a Ebba. Le recordaba un poco a ella.
— Le ofreceré asilo en mi reino. —anunció, parado a los pies de un gran árbol en el centro del jardín.— Si puedes contactar con él ofrécele que venga. Nadie le hará daño mientras esté bajo mi protección. Pero tendrá que llegar hasta aquí por sí mismo. —no podía enviar hombres a otros reinos para buscar a un fugitivo, podría ser considerado una afrenta pro el padre de Ebba. Pero una vez el soldado estuviera en su territorio, Wolfram era libre de hacer lo que quisiera.
— Si es tan buen soldado podría proporcionarle un puesto en nuestro ejército.—un buen soldado nunca debía desaprovecharse.— Pero supongo que entiendes que deberás mantenerte alejada de él. —las habladurías no podían repetirse allí, su posición como soberano no estaba del todo equilibrada todavía, no podía abrir más frentes por lso que preocuparse.
— Le ofreceré asilo en mi reino. —anunció, parado a los pies de un gran árbol en el centro del jardín.— Si puedes contactar con él ofrécele que venga. Nadie le hará daño mientras esté bajo mi protección. Pero tendrá que llegar hasta aquí por sí mismo. —no podía enviar hombres a otros reinos para buscar a un fugitivo, podría ser considerado una afrenta pro el padre de Ebba. Pero una vez el soldado estuviera en su territorio, Wolfram era libre de hacer lo que quisiera.
— Si es tan buen soldado podría proporcionarle un puesto en nuestro ejército.—un buen soldado nunca debía desaprovecharse.— Pero supongo que entiendes que deberás mantenerte alejada de él. —las habladurías no podían repetirse allí, su posición como soberano no estaba del todo equilibrada todavía, no podía abrir más frentes por lso que preocuparse.
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4. The lies were white
Ebba — Fortaleza Beringer — Con Wolfram
Ebba levantó la barbilla en un gesto que intentaba esconder lo que pensaba en realidad. Quería echarse a llorar por ver una luz al final del camino que no esperaba encontrarse. Cualquiera en la posición de Wolfram dudaría de ella, y no podía evitar preguntarse si solo quería a su amigo cerca para tener algo contra ella, pero en ese momento le daba igual. Lo prefería de esa manera que muerto.
—Intento escribirle de vez en cuando, si consigo que una carta llegue a él, se lo haré saber...— afirmó, asintiendo con la cabeza —. No sabéis cuanto os lo agradezco— agregó, dando un paso más cerca de él con una sonrisa de tranquilidad de las más honestas.
Tenía claro que no podía volver a cometer los mismos errores que antes, pero tampoco era importante para ella que fuera así. Prefería que estuviera vivo, poder asegurarse de que estaba en un buen lugar, y aunque el hecho de ser soldado implicaba un riesgo... Bueno, era mejor eso a que los hombres de su padre estuvieran dándole caza por el reino.
—Me mantendré alejada de él en cuanto me asegure de que se encuentra bien, lo único que quiero es que un inocente no pague por mis indiscreciones... No debería haberme marchado de casa como lo hice, he sido criada para aceptar mi responsabilidad, y sé lo que implica— afirmó ella con cierta solemnidad. Mantenerse alejada de él sería difícil, pero no imposible si eso significaba asegurar su supervivencia.
—Intento escribirle de vez en cuando, si consigo que una carta llegue a él, se lo haré saber...— afirmó, asintiendo con la cabeza —. No sabéis cuanto os lo agradezco— agregó, dando un paso más cerca de él con una sonrisa de tranquilidad de las más honestas.
Tenía claro que no podía volver a cometer los mismos errores que antes, pero tampoco era importante para ella que fuera así. Prefería que estuviera vivo, poder asegurarse de que estaba en un buen lugar, y aunque el hecho de ser soldado implicaba un riesgo... Bueno, era mejor eso a que los hombres de su padre estuvieran dándole caza por el reino.
—Me mantendré alejada de él en cuanto me asegure de que se encuentra bien, lo único que quiero es que un inocente no pague por mis indiscreciones... No debería haberme marchado de casa como lo hice, he sido criada para aceptar mi responsabilidad, y sé lo que implica— afirmó ella con cierta solemnidad. Mantenerse alejada de él sería difícil, pero no imposible si eso significaba asegurar su supervivencia.
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4. The lies were white
Wolfram — Fortaleza Beringer — Con Ebba
— No hace falta que me agradezcáis por esto. —negó suavemente a la par que tomaba las manos de Ebba entre las propias.— Estáis tratando de ayudar a un amigo y eso es digno de admirar. Me alegra saber que mi futura reina es compasiva y justa, es o que necesita este reino.
Wolfram realmente creía que podrían formar una gran pareja. No se trataba de una historia de amor de cuento de hadas, los matrimonios políticos nunca se habían tratado de eso. Wolfram vivía para servir a su pueblo, de eso se trataba ser rey y sabía que con una mujer como Ebba a su lado, harían prosperar al reino y a sus gentes.
— Si hay suerte,, tal vez llegue a tiempo para asistir a nuestra boda. Aunque tendremos que procurar que vuestro padre y los suyos no lo reconozcan, estoy seguro de que os gustará saber que está a salvo en un día tan importante. —debía haber sido difícil decir a dios a todo y todos los que conocía para trasladarse sola a un nuevo reino. Su padre no le había dejado ni si quiera conservar a un par de criadas. En cuanto Ebba estuvo instalada, la pequeña comitiva que la había acompañado, había vuelto, dejándola atrás.
Wolfram realmente creía que podrían formar una gran pareja. No se trataba de una historia de amor de cuento de hadas, los matrimonios políticos nunca se habían tratado de eso. Wolfram vivía para servir a su pueblo, de eso se trataba ser rey y sabía que con una mujer como Ebba a su lado, harían prosperar al reino y a sus gentes.
— Si hay suerte,, tal vez llegue a tiempo para asistir a nuestra boda. Aunque tendremos que procurar que vuestro padre y los suyos no lo reconozcan, estoy seguro de que os gustará saber que está a salvo en un día tan importante. —debía haber sido difícil decir a dios a todo y todos los que conocía para trasladarse sola a un nuevo reino. Su padre no le había dejado ni si quiera conservar a un par de criadas. En cuanto Ebba estuvo instalada, la pequeña comitiva que la había acompañado, había vuelto, dejándola atrás.
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