No podía negar que, tras la reunión con el grupo de vigilantes del colegio, se sentía mucho más tranquila caminando por los pasillos de Hogwarts. Casi parecía que le habían quitado un peso de los hombros, y aunque sabía que su trabajo acababa por empezar, le daba paz saber que no sería la única atenta a los movimientos de ciertas personas.

A partir de este instante todo se trataba de la información que pudieran recopilar, por eso sabía que tenía que acercarse de manera estratégica a la persona más inteligente que conocía en aquel colegio, alguien en quien confiaría su vida ciegamente.

Tras pedir algo de merienda en la cocina, se dirigió hacia el despacho del profesor Stark, intentando ignorar la mirada apesadumbrada de un alumno que iba bajando las escaleras hacia donde ella estaba subiendo. El hombre podía ser bastante intimidante cuando quería, pero seguramente aquel chico tenía el miedo en el cuerpor por un motivo de peso.

Tocó la puerta un par de veces y cuando escuchó la voz del otro lado que le indicaba que pasara, abrió la puerta y entró con una sonrisa.

—¡Hola!— dijo, haciendo malabares para no tirar la comida mientras cerraba la puerta con el pie. Se acercó, sentándose en una de las sillas frente a su escritorio. —¿Qué tal? Tenía tiempo sin venir a saludar— comentó, aunque se veían todas las semanas porque Leah asistía de manera puntual a sus clases.

04.12.19 + Despacho del profesor

Vigilar a Karina era su objetivo principal, aquel grupo de las eminencias que tenía siempre le pareció una idea pésima. Como profesores debían mantener una igualdad entre los alumnos, una que el mundo mágico les prohibía en ciertas ocasiones. La escuela se basaba en darle a todo el mundo las mismas oportunidades, sin embargo, el director había permitido que Karina tuviese un club especial. Si, la justificación siempre era la misma, que tan solo dejaba entrar a alumnos por encima de la media, pero casualmente todos sus alumnos eran hijos de sangre pura de reputación dudosa. Ese factor no parecía tenerse en cuenta, y sabiendo lo que estaba pasando en el colegio le preocupaba.

Además de todo, parecía que el ministerio estaba teniendo movimiento, Frances estaba intentando mantenerlo al corriente tanto como podía, pero la información no estaba siendo fácil de transferir. Le preocupaba, el mundo mágico llevaba tiempo sujetándose en una fina capa de hielo y finalmente esta se estaba rompiendo. No podrían estimar cuando los primeros golpes grandes alarmarían a la población, pero dudaba que faltase mucho.

La visita inesperada hizo que mirase a su alumna, escondiendo de manera disimulada las cartas que estaba leyendo de su padre.

—Me doy por saludado en clases, no te preocupes— respondió en tono cortés, mirando a la chica de arriba abajo, sus ojos radiantes le recordaban a los de su padre, incapaz de ocultar cuando quería algo—. ¿Ocurre algo? — Preguntó directamente, Leah sabía que era un hombre ocupado y no le gustaba que diesen vueltas.

04.12.19 + DESPACHO DEL PROFESOR

Cualquier otra persona que no conociera al hombre delante de ella seguramente se echaría para atrás, pero Leah entendía mucho más que cualquier otro alumno ahí. Recordaba verlo en verano cuando era pequeña, su padre confiaba ciegamente en él y eso hacía que Leah se sintiera cómoda a su lado. Al entrar en Hogwarts se sintió segura por el solo hecho de saber que estaba ahí, siempre había admirado su determinación, por eso dudaba que estuviera de brazos cruzados ante lo que estaba pasando en el colegio.

—He traído algo para merendar porque no te he visto en la hora de la comida— dijo, empujando un poco el plato hacia él —. Y no voy a darte vueltas... Me extraña que el director haya dejado pasar un mes sin decir mayor cosa sobre lo que está pasando en el colegio. Primero le pegan a Dante, luego dejan un mensaje intimidante en el campo de Quidditch... Estoy preocupada— afirmó, porque Stark también la conocía bien a ella, seguramente podía leer justo detrás de sus intenciones: necesitaba información.

04.12.19 + Despacho del profesor

Stark asintió suavemente con la cabeza, agradecía el gesto, pero no era necesario. No había estado a la hora de la comida porque quería terminar de organizar unos papeles, pero si necesitaba comer podría acercarse a las cocinas o pedir que le subieran un aperitivo. Los elfos domésticos eran educados y si se les trataba bien no tendrían problemas en hacer ciertos esfuerzos. Aquellos que creían que tratar a sus elfos de manera violenta era la solución se equivocaban, eran criaturas con sentimientos y aunque prefiriesen servir no significaba que no hubiese que tratarlos con un mínimo de respeto.

—El ministerio dio por cerrado el caso— respondió en dirección de Leah, había hablado con su padre del tema y era un misterio todo lo que había ocurrido—. Es la razón por la que el director no ha hecho nada al respecto, se nos ha pedido a los profesores que nos quedemos al margen, pero los jefes de casa estamos aquí para protegeros— respondió, enfatizando la última palabra. No se quedaría de brazos cruzados, más de un profesor estaba trabajando, pero debían tener cuidado con sus pasos dado que iban en contra de ordenes directas de su superior—. Lo que espero es que no te estés metiendo en líos, vosotros sois los que no debéis exponeros a lo que está ocurriendo— y había más de un alumno incapaz de mantenerse al margen.

Como ex auror podía darse cuenta, la mirada de algunos alumnos, la frustración de querer hacer algo. El problema era que podían llegar a hacerse daño, debían dejar que los adultos hiciesen su trabajo, aunque no viesen su trabajo directamente, lo estaban haciendo.

04.12.19 + DESPACHO DEL PROFESOR

—Y están tomando el accidente en el campo de Quidditch como un suceso aleatorio, para nada relacionado con la paliza que le pegaron a Dante, ¿no?— preguntó, porque saltaba a la vista que no se estaban tomando la situación en serio, y eso era lo que más ponía nerviosa a la Hufflepuff.

Asintió con la cabeza ante las palabras de su profesor, porque estaba claro que quería decirle algo a través de estas. Él no se estaba quedando con los brazos cruzados, y eso era suficiente para que Leah respirara un poco mejor. A fin de cuentas, no se le ocurría alguien más competente dentro del colegio para estar pendiente de la situación.

Sabía bien que presentarse ahí solo significaba una cosa: despertar las alarmas de Stark. La conocía bien, y él no podía evitar verle con el mismo respeto con el que veía a su propio padre. Era complicado para ella mentirle, por eso agradecía que a su padre solo pudiera hablarle por carta.

—Es difícil mantenerse al margen cuando sabemos que nuestros amigos están en peligro... Pero, estoy procurando no meterme en problemas. Solo... Estoy alerta, y si escucho algo te lo diré— afirmó, tal y como había dicho en la reunión con los demás, seguramente a Stark no le gustaría pero no dejaría que otro ataque ocurriera si se enteraba de ello.

04.12.19 + Despacho del profesor

Los ojos de Stark se quedaron sobre Leah un momento, la chica tenía buen sentido, estaba claro que su padre había estado ahí en gran parte de su educación. El problema de ser tan avispado era que en ocasiones uno no sabía dar pasos hacia atrás.

—El ministerio no tiene noticia del accidente en el campo de quidditch, no de forma oficial al menos— respondió, sabiendo que estaba dando información de más, pero que de otra Leah no pararía de preguntar—. No podemos hacer nada al respecto, si el director no quiere dar parte de ello y el ministerio ha dejado el asunto como un ataque aislado—era difícil tener que poner esas palabras en la mesa, pero también necesario.

Uno no podía tomarse la justicia por su mano de manera literal. Había que tener cuidado y era lo que los profesores intentaban, pero si los alumnos no estaban en la misma página sería complicado.

—Prefiero que te mantengas al margen del todo, que no lo veáis no significa que todos los profesores estemos quietos y no merece la pena que os metáis en problema por algo que ya os han dicho que no hagáis—porque independientemente del alumno, tendría que castigarlos de igual manera, incluida a ella.

04.12.19 + DESPACHO DEL PROFESOR

Leah se lo había contado a su padre, así que tenía claro que algunas personas del ministerio lo sabían. Sin embargo, si no era un comunicado oficial estaba claro que no podían hacer nada más que asentir con la cabeza.

—Pues vaya pedazo de director tenemos— se quejó, a sabiendas de que su profesor estaba confiando en ella algo que no podía ir gritando por los pasillos. Se lo contaría a sus dos personas de confianza, para que estuvieran al tanto de que los profesores estaban intentando tomar medidas a pesar de que su director tuviera dos neuronas funcionales.

—Sabes que los profesores no escucháis lo mismo que los alumnos escuchamos por los pasillos, no convivís todo el tiempo con nosotros. No me meteré en problemas, pero si escucho algo te lo diré— prometió, porque era algo que tenía claro. Como estudiantes, no podían solos con el mundo.

04.12.19 + Despacho del profesor

No podía corregir a la joven, dado que el hombre no estaba haciendo bien su trabajo en el cargo que tenía.  A pesar de todo, los alumnos debían guardar sus distancias. El colegio podía ser un lugar estresante, pero los adultos eran quienes debían hacerles sentir seguros. No quería que se tomasen las justicia por su mano o que terminasen enfrentándose. Era lo que debían evitar y veía demasiado brillo en la chica frente a él.

—Hay muchas capas de todo lo que esta pasando, debes tener eso en cuenta, Leah— respondió, con tono tranquilo. Claro que le echaba la culpa al director por decidir que no era importante investigar. Estaba demasiado preocupado de lo que diría la prensa, además de todo el ministerio ya lo había ayudado a cubrir problemas antes. Sin duda su conexión con este era fuerte, y uno no podía hacer demasiado contra dos instituciones.

Se hizo un silencio, un tanto incomodo, entre ambos. Stark suspiró, viendo a la chica. La misma determinación que su padre, eso podía ser un problema.

—Escuchar por casualidad e ir a buscar lo que escuchas son diferentes situaciones, espero que lo entiendas, Leah— respondió, porque al final podía haber problemas. Como ya había dicho, si tenía que castigarla a ella no le temblaría la mano. Era su trabajo como profesor mantener a los alumnos seguros.

Un último intercambio, la forma en la que la chica recogió sus pertenencias para irse hizo que suspirase. Sin duda, estaban jugando donde no debían.

04.12.19 + DESPACHO DEL PROFESOR