Muchos pensamientos rondaban su mente después de regresar del pueblo con Orion. El colegio estaba teniendo mucho cuidado a ese tipo de expediciones, pero su familia mantenía la autorización a que la pelirroja pudiera pasear por el pueblo si lo deseaba... Ella también sabía que las personas como ella no corrían ningún peligro.

De cierta manera, intentaba ocultar sus preocupaciones detrás de responsabilidades superficiales, como el vestido para ese baile en el que el hilo de su libertad sería cortado para siempre con una tijera. Intentaba no pensar en lo realmente importante: su compromiso con un idiota, el compromiso de Anelise y Orion, la decisión entre decepcionar a sus padres o convertirse en la persona que esperaban de ella.

Al terminar de comer subió a su habitación, Elizabeth se encontraba ahí, y resultaba casi perfecto para distraerse. Rosie se acercó para saludar, y luego abrió su baúl para sacar sus compras del día anterior. Aun no comprendía como Orion había tenido la paciencia para aguantarla en una tarde de compras, pero apreciaba su compañía más que nadie.

—He hecho un par de compras, ¿quieres ver?— preguntó, sacando los zapatos de tacón que había comprado, y dejando el vestido rojo sobre la cama, aún indecisa.

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Un día como aquel donde podía estar tranquila mientras el resto del mundo estaba volviéndose loco era donde apreciaba que sus padres hubieran sido de aquella manera con ella. Disfrutaba mucho ver como los demás tenían que cumplir estúpidos mandatos mientras su vida se mantenía siendo exactamente lo que ella quería, porque realmente no le interesaba cumplir con las expectativas de nadie más que las propias, tal cual le habían enseñado sus padres que debía hacer desde un principio.

Estaba recostada en la cama cuando Rosie llego, saludándola y terminando por sentarse en la cama con una sonrisa ladina, Beth totalmente encantada como siempre de poder compartir un momento así con ella. – A ver, déjame ver que tan bien has comprado sin mí. – Espeto, estirándose un poco para quitarse la flojera que tenía y acercándose más al borde de la cama para poder sentarse bien en el mismo. – ¿El vestido para el día de tu muerte? – Cuestiono, al fin y al cabo, las cartas estaban echadas y entre las dos no había necesidad de ocultar nada de eso. – Tendré que buscar un buen vestido yo también para tal acontecimiento. – La pico un poco, mirando por encima el que había puesto en la cama.

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—No te pongas celosa, Orion se ofreció a acompañarme— dijo, y esperaba que le sorprendiera tanto como lo hizo a ella. Beth no sabía muchas cosas de las que ocurrieron con Cepheus, a fin de cuentas, no se lo contaba todo. No esperaba que comprendiera por qué sus mejores amigos apenas la estaban dejando sola, y tampoco quería hablar del tema para explicarlo. Contarlo una vez ya fue lo suficientemente difícil como para darle demasiadas vueltas.

—Si voy a perderlo todo, al menos lo perderé luciendo algo que me guste a mi— dijo, intentando no sentirse mal por el comentario. Sabía que Beth estaba intentando tomarse la situación con filosofía, y a Rosie ya le gustaría que sus padres pensaran como los de la chica. —Pero, si quieres preparar el vestido para el funeral, ponte algo bonito también— pidió.

Empezó a desabrocharse la falda del uniforme, dejándola a un lado para luego desabotonar su camisa y doblarla también. Retiró el resto de su ropa, para ponerse el vestido y dar un par de vueltas sobre él. El escote era bastante pronunciado, y no estaba del todo segura de que a sus padres fuera a hacerles mucha gracia. Sin embargo, podía imaginar la cara de Cepheus y solo por eso le parecía que merecía la pena.

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Soltó una risa totalmente sincera ante las palabras ajenas, porque bajo ningún concepto estaría celosa de ella, no era así pero siempre era bueno jugar con ello. —Intentaré no ponerme celosa pero no me lo haces fácil cambiándome como pareja para escoger ropa. — Chasqueo la lengua, negando como si estuviese por lo menos un poco molesta por la situación, aunque realmente no había nada más lejos de la realidad, de hecho, dudaba que se enojara por algo en específico alguna vez en su vida.

—Un vestido negro entonces usaré, entendido, solo por ti. — Le guiño, haciendo clara referencia a aquello de funeral porque realmente las cosas no saldrían como la pelirroja quería y, siendo su amiga, Beth realmente lo lamentaba. Sabia como amaba su libertad, tanto como ella misma lo hacía, si estuviera en su lugar seguramente querría morirse, pero tenía suerte que sus padres jamás hubieran pensado en aquello como una posibilidad.

Se quedó mirándola fijo ante sus acciones, relamiéndose los labios y sonriendo de lado, era un muy buen espectáculo realmente y disfrutaba mucho de eso, la pelirroja lo sabía perfectamente. — No sé si me gusta más el vestido o como te ves sin él, pero definitivamente serás la atracción principal de todo el maldito lugar. — Le sonrió con sinceridad, guiñándole el ojo e intentando no distraerse con su escote, aunque bueno, era casi imposible.

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Elizabeth llevaba muchos años siendo su confidente, así que dudaba mucho que tuviera un auténtico problema con Orion. A fin de cuentas, Rosie nunca había profesado sentimientos tan honestos como los que manifestaba hacia él, por más que en cierto punto le costara. A esas alturas lo tenía más que aceptado, había dejado de doler.

—Vaya chiste más íntimo... ¿Las bragas las vas a llevar a juego?— preguntó, porque tal vez pensar en eso sería una distracción lo suficientemente fuerte como para no querer arrancarse la piel durante el baile. Sabía que tenía que fingir, pero la sola idea de estar cerca de Cepheus la disgustaba.

Ni siquiera se molestó en fingir que no se daba cuenta del recorrido que había seguido la mirada de la chica, tampoco ocultaría que se estaba tardando en cubrirse a propósito. No había nada allí que no hubiera visto, pero el espectáculo resultaba hasta entretenido.

—¿Crees que mis padres me maten por vestirme de esta manera? ¿O lo verán como un gesto para mi futuro marido?— preguntó, por más que supiera que iba a negarse en rotundo a pasar la noche con el Slytherin.

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Sonrió ladina, porque aquellos chistes internos entre ellas siempre hacían que todo fuera mucho más divertido. Creía que Rosie era de su misma calaña, por lo menos en cuanto a la libertad, lamentaba que le cortaran las alas de aquella manera a tan corta edad, aunque por lo menos su amiga al saber que ese matrimonio estaba destinado a darse se había encargado de disfrutar su vida – especialmente la sexual – de una manera que más de uno envidiaría. — Es la idea, no te diré que tipo, eso si quieres lo puedes descubrir tú si te haces un tiempo lejos de tu prometido. — Le guiño con confianza, manteniendo su sonrisa mientras mantenía su vista en el cuerpo ajeno.

Termino por levantarse, acercándose a ella lentamente e intentando apartar de una vez la mirada de sus senos, aunque bueno, nadie podía culparla de que estuviera tan entretenida mirando allí. — Creo que serás la envidia de toda la fiesta, no podrán quejarse, todos los presentes querrán estar en el lugar de tu marido por la esposa que tendrá. — se relamió los labios, mirando sus ojos y luego sus senos sin ningún tipo de disimulo, no hacía falta. — Me incluiría, pero es de casarme no me va mucho.

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Le devolvió la sonrisa de la misma manera. A Rosie la llenaba de satisfacción el tener puntos positivos a los que aferrarse a pesar de la situación terrible hacia la cual tendría que caminar. A fin de cuentas, Cepheus haría lo posible por apagar su chispa, y Rosie no se lo podía permitir con tanta facilidad. Contaba con que, además de Elizabeth, Anelise y Orion estarían ahí para ella, tenía pilares sólidos a los que aferrarse.

Podía verla observando y ni siquiera se molestó, no tenía vergüenza cuando se trataba de ella. Se acercó, apartando unos cuantos mechones de su rostro, acariciando su mejilla con la yema de sus dedos.

—No quiero que toda la fiesta se pase la noche con la mirada perdida en donde la tienes tú— dijo, porque eso seguramente la metería en problemas.

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Se río entre dientes, era un buen punto, estaba segura que toda la fiesta tendría la mirada perdida exactamente en esa zona de su cuerpo y era lo más coherente. Una chica como Rosie jamás pasaba inadvertida, ella misma no había podido mantener sus ojos lejos de ella y tenía la suerte de tener la suficiente confianza con la pelirroja como para no tener que fingirlo en lo absoluto.

—Será algo complicado, pero seguramente consigas que se distraigan con otra cosa. Además, tendrán la mirada ahí, pero en realidad su mente estaría pensando en cómo podrían sacarte ese vestido lo más rápido posible para no perder tiempo. — Murmuro, pasando sus manos por las tiras de sus vestidos lentamente mientras desviaba su mirada a los ojos ajenos, relamiéndose los labios. — Justo como yo lo estoy pensando en este mismo momento.

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Acarició su mejilla con sus dedos al escucharla, porque no le importaba ser una tentación para ella, pero no estaba segura de que ese fuera el efecto que quería dar en la fiesta. Lo compró, junto con una segunda opción, porque sabía que se sentiría confiada si lo utilizaba, pero no podía dejar de pensar en sus padres. Si le enseñaba a su madre el vestido había dos opciones, cada una en un extremo: que lo aprobara porque Cepheus podría presumir a su futura mujer, o que lo desaprobara por completo porque no era el tipo de vestido que una mujer a punto de casarse debería utilizar.

—Tal vez si fuera otro tipo de fiesta...— dijo, a la vez que suspiraba. Ni siquiera estaba segura de querer jugar esa tarde, demasiado agobiada como para pensar en ello como algo importante. Se dio la vuelta para poder quitarse el vestido para guardarlo, sacando su otra opción del baúl para probársela. También era bonito, con la espalda descubierta y de un tono que la ayudaba a resaltar debido a su piel pálida.

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—Si fuera otro tipo de fiesta seria el vestido ideal, pero para tu compromiso supongo que quieren algo más sobrio ¿no? — no estaba de acuerdo, en su caso buscaría estar completamente resplandeciente para demostrarle al resto del mundo lo que estaban perdiendo, pero también tenía un punto, a ningún padre le gustaba estar en boca de todos. Era irónico pensar en eso igualmente, a los suyos los juzgaban por dejarla ser libre, lejos de todo lo que los puros preparaban para sus hijos desde el principio de su vida.

Se sentó en la cama ajena en esa oportunidad, mirando el nuevo vestido y asintiendo inevitablemente, ese era todo lo que cualquiera podría querer. — Creo que todo el mundo amaría que vayas con ese vestido, incluidos tus padres, se te ve maravilloso y no muestra más de lo debido. Es perfecto. — concordó con ella en ese momento, había sido una muy buena elección teniendo en cuenta que con el otro podía tener problemas. — Lo que tienes a tu favor es que absolutamente todo se te ve increíble, es algo frustrante para el resto de nosotros.

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Rosie nunca había dudado de sí misma, jamás había tenido temporadas en donde mirarse al espejo fuera una tragedia porque no le gustara la figura que la miraba devuelta. Sin embargo, en los últimos meses no dejaba de darle vueltas a la idea de no estar haciendo suficiente. Seguramente sus padres apreciarían que se llevara bien con Cepheus, que hiciera los esfuerzos necesarios para que su matrimonio funcionada. Rosie no podía hacerlo, y aun con el miedo a decepcionarlos, estaba intentando ser fiel a sí misma.

Orion la había llenado de confianza cuando compró el vestido, y las palabras de Elizabeth también la animaban. Sabía que se veía bien en él, que llamaría la atención, y que seguramente podía excusarse en querer impresionar a su prometido... Pero no era a él a quien estaba intentando impresionar.

—Eres la dosis de confianza que una chica necesita— dijo, sonriendo orgullosa. El otro vestido también abrazaba sus curvas de la manera correcta, pero no era tan descubierto. A nadie le importaría que se le viera un poco la espalda, a su madre ciertamente tampoco. —¿Toda tu familia va a estar allí?— preguntó, porque a veces le extrañaba que sus padres se llevaran bien con todos los demás teniendo en cuenta las diferencias en sus estilos de vida.

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Sonriéndole se alejó de ella para volver a sentarse en la cama, cruzándose de piernas mientras la miraba fijo y asentía. Sus padres jamás dejarían de ir a un evento así, independientemente que fueran mirados de reojo en varias oportunidades por la negativa ante un compromiso para su hija. Su familia no era de los sagrados 28, eso igualmente le daba algo de margen para no ser tan cuestionada como lo sería cualquiera de ellos. — Mi familia ama ver la diversión de los compromisos, supongo que termino siendo un poco morbosa por ser como ellos. —bromeo un poco, manteniendo la sonrisa.

Se recostó en la cama boca arriba, estirándose para luego simplemente volverse a sentar, sobándose un poco los ojos por el sueño que le había entrado de repente. No había dormido mucho la noche anterior y definitivamente comenzaba a pasarle factura. — Cuando quieras te doy la confianza que quieras, sabes que para lo que me necesites ahí estaré. Para todo, excepto algo que tenga que ver con follar con un tipo, no me gustan. —se río, era claro que estaba hablando tonterias pero suponía que lo que Rosie necesitaba era despejarse un poco de su inevitable futuro.

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—Al menos tenéis esa suerte, seguís perteneciendo a la sociedad mágica y a tus padres les da igual lo que se diga de ellos— dijo, porque les había visto comportarse. Sabía lo que su familia pensaba de ellos, a veces los veían como si fueran un circo que habían dejado que su hija se desviara del camino. Si su madre se enterara de lo parecidas que eran en realidad, seguramente acabaría sufriendo de una úlcera.

—Me alegro de tenerte— dijo, mientras retiraba su vestido y lo dejaba doblado en la caja que le dieron en la tienda. La metió en el baúl que estaba preparando para regresar a casa y fue directamente hacia la cama de la chica, tumbándose a su lado y suspirando en cuanto su cabeza se apoyó sobre la almohada.

Estaba cansada, y sabía que a partir de ahí las cosas no harían más que empeorar, pero al menos podía aferrarse a sus pilares de apoyo por un par de días más y fingir que no pasaba nada.

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