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Vie Feb 14, 2020 5:52 pm por Red
Recuerdo del primer mensaje :
La eterna fracasada, así es como se siente. Toda su vida se concentra en ir a trabajar, volver a casa y pasar las noches y el fin de semana viendo series y películas en el sofá, devorando un bol enorme de helado con su mimado perro en el regazo hasta que se queda dormida. Siempre que su jefa no la llame en mitad de la noche para que vaya a comprarle tampones, una caja de aspirinas o solucione algún problema del trabajo de última hora que oportunamente ha olvidado comentarle durante el horario laboral. Su vida apesta, así, sin más. Cuando todavía estaba en el instituto soñaba con vivir aventuras, hacer locuras, viajar por el mundo... Pero, en vez de eso, está anclada a una eterna existencia aburrida cuyo mayor desafío es soportar las ganas de pegarse un tiro de plena desesperación.
Pero todo cambia el día en que se despierta tras un maratón de Sabrina y se encuentra a un hombre desnudo prácticamente encima de ella y, lo que es peor, ¿dónde está su perro y porque ese desconocido intenta lamerle la cara?
∞
You had me at the first woof
Riley Lee, vislumbrando ya los treinta, diseñadora gráfica junior, inquilina de un piso minúsculo, soltera y con una importante deuda estudiantil encima, hizo lo único que una persona cuerda puede hacer cuando le rompen el corazón por millonesima vez: renunciar a las relaciones y adoptar un perro. Así es como se convierte en dueña de un perro, su ahora único amigo y compañero.La eterna fracasada, así es como se siente. Toda su vida se concentra en ir a trabajar, volver a casa y pasar las noches y el fin de semana viendo series y películas en el sofá, devorando un bol enorme de helado con su mimado perro en el regazo hasta que se queda dormida. Siempre que su jefa no la llame en mitad de la noche para que vaya a comprarle tampones, una caja de aspirinas o solucione algún problema del trabajo de última hora que oportunamente ha olvidado comentarle durante el horario laboral. Su vida apesta, así, sin más. Cuando todavía estaba en el instituto soñaba con vivir aventuras, hacer locuras, viajar por el mundo... Pero, en vez de eso, está anclada a una eterna existencia aburrida cuyo mayor desafío es soportar las ganas de pegarse un tiro de plena desesperación.
Pero todo cambia el día en que se despierta tras un maratón de Sabrina y se encuentra a un hombre desnudo prácticamente encima de ella y, lo que es peor, ¿dónde está su perro y porque ese desconocido intenta lamerle la cara?
Orion Edad indefinida | Hombre | Anteriormente Perro | Lucien Lavicount | Timelady |
Riley Lee 28 años | Humana | Diseñadora Gráfica | Arden Cho | Red |
Original | Fantasía | Timelady&Red
- Post de rol:
- Código:
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Vie Jun 24, 2022 6:26 pm por Timelady
2. Hello, Doc!

Riley acudió a su lado. Sabía que lo haría, pero aún así lo agradeció en silencio. Cogió su mano, pero no le bastaba así que apoyó la cabeza en su hombro mientras el médico hacía lo que se suponía que tenía que hacer.
El otro hombre no comentó nada de la escena, seguramente había visto a hombres mucho más grandes o mayores comportarse igual o peor ante una aguja.
Cuando por fin terminó, el colocó un trozo de algodón en el brazo y le dijo que podía volver a ponerse la camisa, cosa que hizo con cuidado a pesar de que estaba sujeto con un esparadrapo y no le dolía nada.
Siguió a Riley mientras ella terminaba los trámites y salieron de allí.
Orión por fin pudo respirar tranquilo. El olor de los médicos humanos también era horrible como el de los veterinarios.
Pero su dueña mencionó la comida y con eso llamó su atención, claro. Si había algo que le gustaba a aquel perro era comer, a cualquier hora, todo lo que fuera posible.
- ¿Una recompensa? -Prácticamente saltó hasta colocarse frente a ella, cogiendo sus manos, pero incapaz de dejar de moverse de un lado a otro. Algunas costumbres no se pierden fácilmente al parecer.- ¡Sería genial! -Exclamó.- ¿Qué será? ¿Una chuchería? ¿Un juguete nuevo? Por favor, no me digas que es una nueva manta porque la que tengo me gusta mucho y ahora mismo no puedo usarla... -Le pidió, porque odiaba cuando le cambiaba las cosas, los cuencos nuevos y las mantas nuevas. Además, ahora no le servían.
El otro hombre no comentó nada de la escena, seguramente había visto a hombres mucho más grandes o mayores comportarse igual o peor ante una aguja.
Cuando por fin terminó, el colocó un trozo de algodón en el brazo y le dijo que podía volver a ponerse la camisa, cosa que hizo con cuidado a pesar de que estaba sujeto con un esparadrapo y no le dolía nada.
Siguió a Riley mientras ella terminaba los trámites y salieron de allí.
Orión por fin pudo respirar tranquilo. El olor de los médicos humanos también era horrible como el de los veterinarios.
Pero su dueña mencionó la comida y con eso llamó su atención, claro. Si había algo que le gustaba a aquel perro era comer, a cualquier hora, todo lo que fuera posible.
- ¿Una recompensa? -Prácticamente saltó hasta colocarse frente a ella, cogiendo sus manos, pero incapaz de dejar de moverse de un lado a otro. Algunas costumbres no se pierden fácilmente al parecer.- ¡Sería genial! -Exclamó.- ¿Qué será? ¿Una chuchería? ¿Un juguete nuevo? Por favor, no me digas que es una nueva manta porque la que tengo me gusta mucho y ahora mismo no puedo usarla... -Le pidió, porque odiaba cuando le cambiaba las cosas, los cuencos nuevos y las mantas nuevas. Además, ahora no le servían.
Orión — Consulta médica — con Riley


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Lun Ago 01, 2022 11:49 am por Red
2. Hello, Doc!
— Es una sorpresa. —sentenció sin soltar su mano. Había una sonrisa gigante en su rostro mientras sacaba su móvil y hacía una rápida búsqueda. — Pero te aseguró que te encantará, estoy segura. Es algo que has deseado durante mucho tiempo. —una vez escogida una hamburguesería cercana con buenas críticas dirigió el camino negándose a dejar caer ninguna pista hasta que llegaron al local.
— Aquí está, por fin podrás probar tu primera hamburguesa. —el local, de decoración moderna y minimalista, les dio la bienvenida. Estaba poco concurrido dada la hora, todavía demasiado temprano para la cena. Se sentaron en una de las mesas y les trajeron los menús. A cada hamburguesa la acompañaba una foto ilustrativa que abría el apetito más que de sobras.
— Puedes pedir lo que quieras, te lo has ganado. Aunque conociéndote, te recomiendo una de las que llevan bastante carne. Creo que te gustarán más. —comentó, pensativa, mientras ojeaba el menú.— Hoy has estado genial, de verdad. Gracias por hacer esto por mí.
— Aquí está, por fin podrás probar tu primera hamburguesa. —el local, de decoración moderna y minimalista, les dio la bienvenida. Estaba poco concurrido dada la hora, todavía demasiado temprano para la cena. Se sentaron en una de las mesas y les trajeron los menús. A cada hamburguesa la acompañaba una foto ilustrativa que abría el apetito más que de sobras.
— Puedes pedir lo que quieras, te lo has ganado. Aunque conociéndote, te recomiendo una de las que llevan bastante carne. Creo que te gustarán más. —comentó, pensativa, mientras ojeaba el menú.— Hoy has estado genial, de verdad. Gracias por hacer esto por mí.
Riley — Consulta médica — con Orion

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Jue Ago 25, 2022 8:28 pm por Timelady
2. Hello, Doc!

Orión no tenía muy claro lo que podía esperar de esa sorpresa que Riley le prometía, pero desde luego que no se había imaginado que le llevaría a una hamburguesería.
Al pararse frente a la puerta, ver los carteles y percibir el aroma de la parrilla su boca se abrió lentamente y sus ojos empezaron a brillar como si estuviera ante las puertas del mismo cielo.
Sí, su dueña tenía toda la razón, era algo que había esperado desde hacía muchísimo tiempo.
Apretó su mano y se lanzó a abrazarla, ahora que podía hacerlo.- Gracias, Riley. Eres la mejor dueña del mundo, de verdad. -¿Algún humano sería tan feliz ante la idea de probar una hamburguesa? Probablemente no, pero a él no le importaba lo más mínimo. Siempre había querido probarlas y, al contrario que algunos trozos de pizza, no solían terminar por los suelos de la ciudad.
Se sentaron, pero su nerviosismo era evidente, no dejaba de mover los pies y los dedos empezaron a tamborilear en la mesa. Echaba de menos su cola, con ella no se le movía el resto del cuerpo. Miró el menú y se preguntó si podría comerlas todas. Pero supuso que no, no sabía si los estómagos humanos eran muy fuertes, pero no quería terminar echando todo lo que desearía engullir. Así que terminó decantándose por una doble de ternera con bacon y costilla, cebolla caramelizada y mucho queso. El queso sí que sabía que le gustaba, estaba en la pizza.
- No... no tienes que darme las gracias. -Respondió a Riley cuando hizo eso.- Sé que esto que me ha pasado es muy raro. Yo también estoy asustado. -Reconoció, porque lo que le había pasado no era nada normal y no sabía por qué había sido o como volver a ser el de siempre.- Aunque puedo comer hamburguesas ahora. -Sonrió.
Cuando por fin trajeron sus platos, suspiró y cogió aquella enorme hamburguesa entre sus manos, como había visto hacer a otros tipos por allí y abrió la boca para darle el primer bocado. Un gruñido de placer inmenso se escapó de su garganta cuando pudo sentir todo el sabor de la carne en el paladar, con los ojos cerrados. Sin darse cuenta de que la salsa le estaba cayendo por la barbilla hasta que Riley se lo hizo notar.- Está buenísima. -Murmuró con la boca llena. Feliz.
Al pararse frente a la puerta, ver los carteles y percibir el aroma de la parrilla su boca se abrió lentamente y sus ojos empezaron a brillar como si estuviera ante las puertas del mismo cielo.
Sí, su dueña tenía toda la razón, era algo que había esperado desde hacía muchísimo tiempo.
Apretó su mano y se lanzó a abrazarla, ahora que podía hacerlo.- Gracias, Riley. Eres la mejor dueña del mundo, de verdad. -¿Algún humano sería tan feliz ante la idea de probar una hamburguesa? Probablemente no, pero a él no le importaba lo más mínimo. Siempre había querido probarlas y, al contrario que algunos trozos de pizza, no solían terminar por los suelos de la ciudad.
Se sentaron, pero su nerviosismo era evidente, no dejaba de mover los pies y los dedos empezaron a tamborilear en la mesa. Echaba de menos su cola, con ella no se le movía el resto del cuerpo. Miró el menú y se preguntó si podría comerlas todas. Pero supuso que no, no sabía si los estómagos humanos eran muy fuertes, pero no quería terminar echando todo lo que desearía engullir. Así que terminó decantándose por una doble de ternera con bacon y costilla, cebolla caramelizada y mucho queso. El queso sí que sabía que le gustaba, estaba en la pizza.
- No... no tienes que darme las gracias. -Respondió a Riley cuando hizo eso.- Sé que esto que me ha pasado es muy raro. Yo también estoy asustado. -Reconoció, porque lo que le había pasado no era nada normal y no sabía por qué había sido o como volver a ser el de siempre.- Aunque puedo comer hamburguesas ahora. -Sonrió.
Cuando por fin trajeron sus platos, suspiró y cogió aquella enorme hamburguesa entre sus manos, como había visto hacer a otros tipos por allí y abrió la boca para darle el primer bocado. Un gruñido de placer inmenso se escapó de su garganta cuando pudo sentir todo el sabor de la carne en el paladar, con los ojos cerrados. Sin darse cuenta de que la salsa le estaba cayendo por la barbilla hasta que Riley se lo hizo notar.- Está buenísima. -Murmuró con la boca llena. Feliz.
Orión — Consulta médica — con Riley


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Lun Nov 21, 2022 1:05 pm por Red
3. Stay paw-sitive

Si en lo que a tener un perro se refería había algo de lo que nunca había sido gran fan era de los paseos. Solía pecar de pereza y quedarse en casa tirada en el sofá viendo Netflix siempre le resultaba un mejor plan. Pero Orion tenía que salir con frecuencia y como una humana responsable lo había sacado las veces que hicieron falta. Cuando el perro se transformó en humano pensó que lo positivo era que podría tomarse un respiro de los paseos. Se equivocó, por supuesto.
— ¿De verdad tenemos que seguir haciendo esto todos los días? —se quejó mientras avanzaban sobre el camino terroso del parque.— Podríamos estar en casa, tapados con una manta en el sofá en vez de aquí pasando frío y haciendo ejercicio. —mordisqueó el pretzel que había comprado a uno de los vendedores ambulantes sin soltarse del brazo de Orion al que iba pegada para robarle algo de calor corporal.
— Sí, sé lo que me vas a decir, te gusta pasear y, sí, también sé que es bueno para mí. Pero me sigue dando pereza. —conservaba todavía la manía de poner palabras en boca de Orion, incluso ahora que podía responderle.— Pero bueno, me gusta verte feliz, así que… —lo que fuera a decir quedó a medias cuando un borrón color canela empezó le saltó encima y le arrebató el pretzel antes de que tuviera siquiera tiempo a parpadear.
—¡Oye! —se quejó contemplando al perro degustando su pretzel en el suelo. Llevaba collar y correa, pero esta arrastraba por el suelo sin nadie que la sujetara.— ¿Se habrá perdido? —su respuesta llegó inmediatamente con una voz ligeramente chillona que reconoció rápido.
— ¡Lo siento! Tiraba muy fuerte y al final se me ha escapado. Yo… —el desconocido alzó la vista entre bocanada y bocanada de aire para mirarla, el reconocimiento brilló en sus ojos al instante.— ¿Riley, eres tú?
— Vaya, hola Spencer… —de todas las personas tenía que encontrarse con el cotilla de Spencer.— No sabía que tuvieras perro.
— ¿De verdad tenemos que seguir haciendo esto todos los días? —se quejó mientras avanzaban sobre el camino terroso del parque.— Podríamos estar en casa, tapados con una manta en el sofá en vez de aquí pasando frío y haciendo ejercicio. —mordisqueó el pretzel que había comprado a uno de los vendedores ambulantes sin soltarse del brazo de Orion al que iba pegada para robarle algo de calor corporal.
— Sí, sé lo que me vas a decir, te gusta pasear y, sí, también sé que es bueno para mí. Pero me sigue dando pereza. —conservaba todavía la manía de poner palabras en boca de Orion, incluso ahora que podía responderle.— Pero bueno, me gusta verte feliz, así que… —lo que fuera a decir quedó a medias cuando un borrón color canela empezó le saltó encima y le arrebató el pretzel antes de que tuviera siquiera tiempo a parpadear.
—¡Oye! —se quejó contemplando al perro degustando su pretzel en el suelo. Llevaba collar y correa, pero esta arrastraba por el suelo sin nadie que la sujetara.— ¿Se habrá perdido? —su respuesta llegó inmediatamente con una voz ligeramente chillona que reconoció rápido.
— ¡Lo siento! Tiraba muy fuerte y al final se me ha escapado. Yo… —el desconocido alzó la vista entre bocanada y bocanada de aire para mirarla, el reconocimiento brilló en sus ojos al instante.— ¿Riley, eres tú?
— Vaya, hola Spencer… —de todas las personas tenía que encontrarse con el cotilla de Spencer.— No sabía que tuvieras perro.
Riley — Parque — con Orion

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Vie Ene 27, 2023 1:46 pm por Timelady
3. Stay paw-sitive
Ser humano tenía algunas ventajas, ¿tener manos y poder llegar a sitios altos? ¡Era una pasada!
Pero no le gustaban demasiado otras cosas, como lo de tener que dormir en el sofá o el necesitar ropa para no congelarse. Echaba mucho de menos su espera capa de pelo.
Aún así, intentaba hacer las cosas más fáciles para Riley y ayudarla en lo posible. Pero no cedió en lo referente a sus paseos. Necesitaba salir del piso de vez en cuando, una sola vez al día aunque fuera, y a ella también le venía bien hacerlo.
Se pegó un poco más a su dueña mientras la escuchaba quejarse por todo. Estaba haciendo esfuerzos para no echarse a correr, especialmente cuando veía alguna ardilla o un frisbey. Sería muy raro si un humano saltara a cogerlo, eso lo sabía hasta él.- Vamos, Riley, esto es precioso. La naturaleza, el aire limpio, el pretzel... -Porque ahora él también podía comer aquellas cosas y le encantaban.
Y a otros perros también como el que acababa de robarle el suyo a Riley.- ¡Ey! Eso no está bien, amigo -Le reprendió Orion. El perro levantó la cabeza de inmediato y gruñó. Un gruñido para los humanos, pero que Orion comprendió como si le estuvieran hablando.- Ah, vale. Sí, está buenísimo. -Respondió sin más.
Pero se apartó al escuchar la otra voz. Supuso que hablar con otros perros tampoco estaba en el comportamiento habitual, así que cogió la correa y se incorporó para dársela al tipo.- ¿Os conocéis? -Preguntó, frunciendo el ceño, la desconfianza a los desconocidos no era algo que hubiera desaparecido con su cola.
Pero no le gustaban demasiado otras cosas, como lo de tener que dormir en el sofá o el necesitar ropa para no congelarse. Echaba mucho de menos su espera capa de pelo.
Aún así, intentaba hacer las cosas más fáciles para Riley y ayudarla en lo posible. Pero no cedió en lo referente a sus paseos. Necesitaba salir del piso de vez en cuando, una sola vez al día aunque fuera, y a ella también le venía bien hacerlo.
Se pegó un poco más a su dueña mientras la escuchaba quejarse por todo. Estaba haciendo esfuerzos para no echarse a correr, especialmente cuando veía alguna ardilla o un frisbey. Sería muy raro si un humano saltara a cogerlo, eso lo sabía hasta él.- Vamos, Riley, esto es precioso. La naturaleza, el aire limpio, el pretzel... -Porque ahora él también podía comer aquellas cosas y le encantaban.
Y a otros perros también como el que acababa de robarle el suyo a Riley.- ¡Ey! Eso no está bien, amigo -Le reprendió Orion. El perro levantó la cabeza de inmediato y gruñó. Un gruñido para los humanos, pero que Orion comprendió como si le estuvieran hablando.- Ah, vale. Sí, está buenísimo. -Respondió sin más.
Pero se apartó al escuchar la otra voz. Supuso que hablar con otros perros tampoco estaba en el comportamiento habitual, así que cogió la correa y se incorporó para dársela al tipo.- ¿Os conocéis? -Preguntó, frunciendo el ceño, la desconfianza a los desconocidos no era algo que hubiera desaparecido con su cola.
Riley — Parque — con Orion


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