La vida da muchas vueltas y puede ser más complicada de lo que la mayoría de las personas puede llegar a imaginar. Cuando Lillie llego a Nueva York desde Los Ángeles para trabajar en el estudio de arquitectos de su padre había imaginado mantener su vida tan tranquila como la había tenido hasta aquel día. Sin embargo, la primera noche que llego y conoció a Caroline las cosas se dieron vuelta completamente, porque aquella stripper de aquel club la había dejado totalmente idiotizada. Llegar hasta ella era algo imposible al parecer, no atendía clientes en privado más que para otro baile y tenía la próxima semana saturada, nada más y nada menos.

Quedarse con las ganas fue lo peor que podía pasarle, porque se sentía como un león acechando a su presa, en medio de aquella situación, su secretaria Érica comenzaba a acercarse más a ella. Una muchacha dulce, cumplidora y muy trabajadora, lo que cualquier mujer querría para ella, pero a Lillie le costaba bastante, especialmente por aquella obsesión que sentía por la bailarina.

Cuando las cosas se vuelven complicadas Lillie encuentra en una encrucijada sobre a quién quiere tener con ella, lo que nunca imagino, es que sus dos pasiones son la misma persona, solo que Caroline constantemente se debate entre lo que quiere y debe ser, siendo el club lo que paga las cuentas de su madre y su hermana cuando el inútil de su padre las abandona.

Quizás trabajar en el club sea el menor de los problemas entre las dos, la mentira es algo que no todas las personas están dispuestas a perdonar.