—Juliet's Letters—

¿Estás harta de las aplicaciones y web de citas que te prometen compatibilidad y amor a primera vista? ¿Cansada de que tus amigos intenten emparejarte con pariente pesados?
No busques más, en Juliet’s Letters tenemos la solución, os ponemos en contacto con solteros y solteras en la zona que deseáis para que podáis ir conociendo mediante cartas antes de decidir si queréis dar el paso de tener una cita cara a cara…

Holly estaba cansada de aquel anuncio, más que nada porque antes de que lo grabaran ya había escuchado a Sarah recitarlo como medio millar de veces. Y es que su propuesta como encargada de publicidad y redes de una de las sedes había salido seleccionada y no dejaba de hablar del tema.
Ella no creía en esas cosas, creía que para conocer a alguien bastaba con tomar unas copas, que podría conocer al hombre de su vida en cualquier lugar, después de todo así se habían conocido sus padres y les había ido fenomenal, sin test de compatibilidad ni preguntas absurdas y preparadas.

Pero estaba claro que el mundo había evolucionado desde el pleistoceno y ahora tocaba ajustarse a esas cosas. Así que se terminó tragando su orgullo y pidiendo a Sarah que le dejara ver todo lo que hacía falta para unirse a esa “secta” de románticos que apostaban por las cartas.

Lo que no sabía era que su querida amiga tenía ciertos planes para el momento de su entrada en el grupo. No es que ella se encargase de las selecciones ni mucho menos, pero tenía el candidato ideal para Holly allí mismo. Nada menos que su jefe, Zack, el coordinador de la sede. Un tipo majísimo y romántico hasta la médula que tampoco tenía mucha suerte y que sería ideal para su mejor amiga. Además, era el mejor amigo de su marido, así que si algo salía mal podía dejar que David hiciera de parachoques.

Movió los hilos en la oficina et voila, los dos recibieron sus correspondientes mails con los datos ajenos.

Zachary (Zack) Sanders Anthony Mackie — Mahariel	Holly Daniels Adelaide Kane — Timelady
Sarah Higgins Amiga de H — Yael Grobglas — PNJ	David Higgins Amigo de Z — Dan Jeannotte — PNJ

— I hate weddings —

El monólogo había servido, además de para que Zack verbalizase todas aquellas ideas a las que llevaba ya un tiempo dándole vueltas, para que Holly se diese cuenta de que no había segundas intenciones tras su acercamiento en la barra. Aquello ya era en sí toda una victoria, porque a Zack le aterraba la idea de llegar a ser igual de pesado que sus amigos, y haberlo confirmado habría sido un mazazo para su autoestima.

Estaba bien saber que él y Holly estaban en la misma página en lo que a relaciones personales y amigos plastas se refería. De hecho, Zack tenía la sensación de que tenían más en común de lo que le había parecido a primera vista, y cuando le contó su retahíla de desastrosas citas con amigos de amigos de amigos, era como haber encontrado a alguien que hablase su mismo idioma en una ciudad completamente desconocida.

— No lo sé, la verdad. A lo mejor es que ya no dan por perdidos. O que creen que no nos llevaríamos bien — elucubró —. No sé por qué se empeñan en hacer de celestinos. Se les da fatal a los dos, pero insisten en lo contrario, e insisten, e insisten, e insisten… Bueno, qué te voy a contar a ti, ¿no? — suspiró y le dio otro sorbo a su vaso. — Lo que yo no entiendo es por qué no se meten en sus vidas. Si son tan felices, ¿qué necesidad tienen de hacerlo? ¿Por qué no se van de viaje al país de la piruleta y nos dejan tranquilos? Es que son como una secta, joder. «Únete a nosotros, Zachary, te prometemos la felicidad eterna». «¿Tienes un momento para hablar del matrimonio, nuestro Señor y Salvador?» Por Dios.

Zack — Boda — con Holly

— I hate weddings —

Sí que era curioso que Sarah no hubiera intentado venderle a Zack. Por un momento se preguntó si ponía el límite en que fuera su jefe, pero sabiendo que David también tenía una cruzada personal contra su soltería, no dejaba de sonar raro.
- ¿A ti han dejado de presentarte gente o presionarte? -Preguntó al escuchar lo de que se habían dado por vencidos. Sarah solo había parado cuando consiguió meterla en lo de las cartas y conoció a su Dacy y la cosa... estaba funcionando. Sorprendentemente.

Pero precisamente funcionaba porque no había sido ella la celestina, ni David claro. Así que asintió cuando dijo que se les daba fatal. Ya estaban ellos para tener las pruebas y testigos que hicieran falta.
Se rió por lo bajo al seguir escuchándole. Por lo visto era de los soñadores que creía que esos dos iban a dejarlos en paz en algún momento y a no parecer captadores de la secta de las relaciones estables y matrimonios.- Amén. -Concluyó con un tono burlón después del momento testigo de Jehova.

- ¿Sabes lo peor de todo? -Preguntó, bebiendo de su copa.- Que aunque no esté claramente desesperada por tener a un tío a mi lado. Si encontrase al adecuado, no me importaría ser parte de su secta. -No estaba segura de estarse explicando bien del todo, pero bueno.- Lo único que no quiero es tener que besar a todos los malditos sapos de esta ciudad y parte de fuera para conocer a uno que valga la pena. Ni siquiera necesito que sea un príncipe, joder. -Si es que no era tan exigente, creía.- A ver, no me malinterpretes, si fuera un príncipe montado en el dolar y todas esas cosas no me iba a quejar tampoco. -Se rió un poco por su absurda broma.- Perdón, creo que esto estaba más cargado de la cuenta. -Mejor se pedía un agua cuando pasara el camarero.

Holly — Boda — con Zack

— I hate weddings —

Era agradable poder mantener una conversación franca con alguien. La vida adulta le dejaba cada vez menos oportunidades para hacerlo. La mayoría de sus amigos ya estaban casados o se habían convertido en padres de familia, y los que no, estaban demasiado ocupados trabajando o buscándose la vida en cualquier rincón del mundo como para tomarse un café y hablar de aquellas cosas sobre las que estaba charlando con esa chica.

— No lo creo, la verdad. A veces pienso que me han dejado en paz y solo estaban esperando a que bajase la guardia para volver a intentar meterme en la cama con alguien. Es agotador, la verdad.

Zack no era ningún polluelo desplumado que necesitase la ayuda de su mamá para alimentarse. A decir verdad, le resultaba ofensivo que sus amigos creyeran tan poco en sus habilidades sociales como para ir ofreciéndole a mujeres como si las tuvieran en un catálogo. Era humillante, y lo peor era que ninguno de los Higgins lo entendía. Al menos, Holly sí que lo hacía. Cuando le confesó que, en realidad, no le molestaría tener pareja, pero que estaba muy cansada de intentarlo, Zachary suspiró, asintiendo.

— Ya, te entiendo — apoyó el mentón en la mano y miró su copa vacía —. A mí también me gustaría que las cosas fueran diferentes. Es una tontería, ¿sabes? Porque el mundo no se termina porque tengas más de treinta años y sigas estando soltero, pero… A veces me pregunto si ellos tienen razón — señaló con la cabeza las mesas en las que seguían charlando animadamente las parejitas —. Si es que pasa algo conmigo o qué. No tendría que hacerlo, pero lo hago. Supongo que he visto demasiadas películas.

Zack — Boda — con Holly

— I hate weddings —

A pesar del inicio brusco de su conversación, Holly y Zack habían llegado a un buen tema en común, el hastío que les producían sus dos amigos y su modo sectario de intentar meterles en una relación estable.
Ya no le parecía otro capullo más al que sus amigos querían atarla, así que había ganado mucho con la charla.

También parecían estar de acuerdo en que no era tan malo realmente lo de estar en pareja, era deseable incluso, la idea de tener a alguien que te quisiera y estuviera ahí para ti. Pero tampoco se podía forzar.
- No, no tienen razón. -Negó ella con la cabeza.- Y no pasa nada por no haber encontrado a alguien a cualquier edad. -Le dijo, pensando en un ejemplo muy claro.- Hay gente que está casándose y divorciándose todo el tiempo porque no consiguen encontrar a la persona ideal. O porque creen que la han encontrado hasta que aparece otra. -Su padre y sus variadas exmujeres podían confirmarlo.- Y si cuando encuentras a esa persona perfecta, no quieres casarte, pues tampoco importa. Es solo un papel. -Si estabas bien con alguien, eso tenía que ser suficiente.- Aunque en las películas sí que lo pintan bonito.

Dejó su vaso vacío sobre la superficie.- Creo que mejor me voy a casa antes de ponerme demasiado filosófica con todo esto. Suerte con los futuros intentos, Zack. -Le deseó ofreciéndole la mano.

Holly — Boda — con Zack

— New Romantics —

Cuando Zack regresó al trabajo, lo encontró todo patas arriba. Los problemas salían a racimos, o quizá sería más apropiado referirse a ellos como hidras, porque al atajar uno aparecían diez más. Los días se convirtieron en semanas y Zack decidió tomarse unas horas para volver a escribirle a Perseida. No iba a permitir que su caótica rutina hiciese con él lo que quisiera, así que se quedó hasta tarde en el despacho, desvió todas las llamadas del teléfono y comenzó a escribir un borrador que ya tendría tiempo de pasar a limpio.

«Querida Perseida,

Disculpa que haya tardado tanto en volver a escribirte. Los últimos días, por no decir semanas, han sido un completo desastre. No quiero aburrirte con detalles sobre mi trabajo: basta decir que había mucho que hacer y yo solo tengo dos manos.

Apenas he levantado la cabeza del escritorio durante estas semanas y, cuando lo he hecho, ya era de noche. Miraba al cielo y pensaba en ti, aunque la contaminación lumínica de la ciudad nos haya dejado sin ninguna estrella.

El otro día estuve en la boda de unos amigos. No sé cómo me lo pasé. Por un lado, estuvo bien poder ver a gente que de normal está desaparecida, porque cada año que pasa es más difícil lograr que se alineen los planetas (estoy astrólogo hoy) para hacer coincidir agendas; por otro, tengo la impresión de que con cada boda crece la expectación sobre los amigos que seguimos solteros. ¿A ti también te pasa? Quizá te gusten las bodas y esté aquí haciendo mal honor a mi pseudónimo siendo un cascarrabias.

¿Cómo has estado? ¿Te trata la vida mejor que a mí? ¿A qué dedicas tu tiempo libre? Nunca te lo he preguntado y me gustaría saberlo. ¿Te gusta escalar montañas los fines de semana o prefieres enrollarte en una manta? ¿Pintas, bailas, actúas? ¿Hay algún arte que te entusiasme o dedicas tu ocio a algo distinto?

La próxima vez te escribiré con más tiempo.

Espero saber de ti pronto.

Darcy.»

Zack — Cartas — con Holly

— New Romantics —

La resaca de la boda había durado menos de lo esperado. Y no se refería al dolor de cabeza y dolor general causados por la bebida. Sino a la forma en que Sarah solía querer hablar de los vestidos, la gente, los posibles romances en el aire...
Era demasiado extraño. Pero cuando la llamó para cancelar su cita en la cafetería le explicó que algo en el trabajo iba a tenerlos ocupados como poco toda la semana. Es decir, que Holly se había librado de ese tipo de resaca de boda, porque una semana o más después ya no tendría el mismo chiste.

Lo malo de esta situación, era que Sarah solía ser una presencia constante en su día, aunque fuera por mensajes de whatsapp, y cuando faltaba... ella tenía demasiado tiempo para pensar. Y esa ruedita del asqueroso reloj biológico terminaba haciendo su función de recordarle lo efímero de la vida. Un asco.
Si al menos tuviera carta de su Mr. Darcy... pero ni siquiera con eso podía contar.

La carta llegó cuando Sarah ya también estaba más libre y ella estaba... un poquito molesta por el abandono temporal. Los comentarios sobre el trabajo le sonaron un poco a excusa, pero ese desconocido tenía un encanto a la hora de escribir que terminaba por sacarle una sonrisa y suavizarle el carácter.

"Querido Darcy,

No voy a decir que no me haya preocupado la ausencia de cartas, te habías convertido en una agradable constante. Pero supongo que los dos tenemos una vida fuera de esto, aunque sea fácil olvidarlo.

Si te sirve de algo, recuerdo que el Darcy de Austen era poco aficionado a los eventos sociales, así que en cierto modo solo hablas como su versión del siglo XXI. Además, tampoco soy amante de las bodas y todo lo que implican. También estuve en una hace poco y viví una situación parecida... siempre es incómodo que la soltería te coloque una diana en la espalda y tantos comentarios hagan que el reloj biológico se active solo.

La verdad es que no suelo hacer nada especial, mis horarios de trabajo son bastante cortantes en general. Pero, aparte de ir al gimnasio, sí soy de enrollarme en una manta y ver una serie o película, o leer algún libro interesante, cuando no tengo nada mejor que hacer.
¿Qué hay de ti? ¿Algún hobbie vergonzoso?

Hablaremos pronto, espero.
Perseida."

Holly — Cartas — con Zack

— New Romantics —

Cada día que Zachary pasaba sin recibir una respuesta, lo preocupaba un poco más haber molestado a Perseida. Abría el buzón antes de salir de casa por la mañana para correr por uno de los pocos espacios verdes que quedaban en la ciudad y volvía a revisar el correo cuando regresaba. Miraba de nuevo al salir de casa ya vestido para ir a la oficina; también al volver del trabajo.

Si no había ninguna carta, suspiraba; si había un sobre que resultaba ser una factura o una publicidad, se molestaba. ¿Quién mandaba esas cosas por carta hoy en día? ¿Para qué estaban los correos electrónicos? ¿Qué necesidad había de jugar así con sus sentimientos?

Casi había perdido la esperanza de volver a ver la letra de Perseida cuando un día se encontró una de sus cartas en el buzón. Zack decidió que ir al súper a por algo de cenar podía esperar un ratito. Con el primer párrafo se sintió culpable por haber abandonado la correspondencia, pero se prometió enmendarlo. Al fin de semana siguiente, compró un papel de gramaje más alto y un agradable tono sepia, así como unos sobres que le parecieron más robustos y bonitos y una nueva pluma estilográfica. Así tardó unos días en escribir su respuesta. Esperaba que su amiga lo entendiera.

«Querida Perseida,

Procuraré escribirte más a menudo a partir de ahora. Como muestra de mi determinación, y como espero que hayas visto ya, he comprado papel nuevo y unos sobres diferentes. Me gustaría que reconocieras mis cartas como mías solo con verlas, y si eso es demasiado pretencioso, me basta con que te parezcan bonitas.

Lamento que te hagan a ti los mismos comentarios que llevo oyendo yo durante ya unos cuantos años, aunque por otro lado no te negaré que me alivia sentirme comprendido. ¿Qué necesidad tiene la gente de dar su opinión cuando nadie la ha pedido?»

Zack recordó la conversación que había tenido con la amiga de Sarah al respecto y sonrió pensando en que al final no eran tan raros como les había hecho creer el resto del mundo.

«No quiero aburrirte quejándome sobre las ocurrencias de mis amigos casados, porque creo que nos merecemos charlar sobre otras cosas más agradables cuando nos escribimos, así que responderé a tu pregunta con una confesión: me gusta hacer ganchillo. Sí, ganchillo. Sí, con agujas de punto. Sí, como las abuelas. Sí, en serio.

Resulta que hace unos años pillé paperas y tuve que estar en cuarentena durante dos semanas y pico, para no contagiarle a nadie el virus, ¿sabes? Me daban de comer y todo eso, pero a los dos días estaba aburridísimo, así que se me ocurrió trastear con los ovillos que tenía mi madre en el cuarto (porque mi habitación se había convertido en su almacén particular, claro) y… bueno, te puedes imaginar el resto. Soy bastante bueno, ¿eh? Algunas bufandas y gorros he hecho, aunque nunca se lo he dicho a nadie. Supongo que me da vergüenza porque no me pega nada. Qué tontería, ¿no? Si te gusta algo, te debería dar igual lo que piense el resto del mundo, pero… bueno, una cosa es decirlo y otra hacerlo.

¿Vas al gimnasio, entonces? Yo también, y nada me ha dado tantas agujetas como el yoga. Por Dios, ¿cómo puede alguien doblarse así sin romperse? Todavía no me lo explico, y ¿sabes qué? No sé si quiero saberlo.

¿Has visto alguna película buena últimamente? ¿Cuál es la película que dejas puesta siempre que te la encuentras por la tele? La mía creo que es Uno de los nuestros, pero tendría que pensármelo.

Pensando en la siguiente carta,

Darcy.»

Zack — Cartas — con Holly

— New Romantics —

La carta tardó menos esta vez. Eso la hizo sonreír, significaba que Darcy sí estaba pendiente de lo que ella pensara... y un poquito mal también la hizo sentir, porque quizá sí que había tenido serios problemas en el trabajo.
Pero le gustó el detalle de que el sobre pareciera especial, así como el papel de escritura. Casi podía imaginarse que estaba ante una de las cartas recibidas en esas películas de época. Bueno, una carta del mismísimo Señor Darcy se podía decir que ya estaba sacada de una historia de época.

Le gustó sentirse comprendida, pero decidió que no alargaría el tema de sus malas experiencias en las bodas y con sus amigos casamenteros. Ya se había desahogado bastante con el tal Zack sobre el tema.
Pero cuando se le escapó una carcajada, sincera y sonora, fue cuando escuchó que su afición secreta era el ganchillo. Sobre todo por la forma en que lo contaba, era muy divertido y le pareció adorable en cierto modo. La historia de cómo había terminado haciendo aquello también le pareció muy curiosa.

Al día siguiente pasó por la papelería en uno de sus descansos y consiguió un paquete de sobres en color azul oscuro, que después decoró con un rotulador blanco para que parecieran un cielo estrellado.

"Querido Darcy,

Me pareció un bonito detalle que quisieras que tus cartas fueran diferentes a las normales y también he encontrado la manera de asegurarme de que sabes diferenciar las mías de las odiosas facturas o molesta propaganda. Creo que lo he conseguido.

Nunca habría adivinado que tu hobbie secreto era el ganchillo, pero lo cierto es que suena normal que te aficionaras a ello teniendo que pasar por una cuarentena. Yo no he tenido esa experiencia y lo agradezco, creo que me volvería loca. No soy muy buena enferma, la verdad.

En cuanto al gimnasio, prefiero pilates y spinning antes que el yoga. Son bastante más activos y no estoy segura de tener la flexibilidad que se necesita para hacer esas posturas de locos.

Y sobre las películas, lamento decirte que últimamente hay muy pocas películas que me llamen la atención, todo parece sacado del mismo patrón. Además, no conozco del todo tus gustos como para recomendarte nada y arriesgarme a que te parezca un bodrio.
Uno de los nuestros era una de las películas preferidas de mi padre. A mi me suelen gustar las de época y fantasía. La que tengo que ver siempre que la encuentro al zappear es Dragonheart. Si la has visto, quizá se te ocurra alguna razón.

Cuentame más de tus gustos y puede que te recomiende algo.

Perseida"

Holly — Cartas — con Zack

— New Romantics —

Zack estuvo más pendiente del correo los días que tardó en llegar la misiva de Perseida. No sabía si sus disculpas bastarían para compensar su ausencia y la idea de dejar de recibir correspondencia lo incomodaba. Ya se había acostumbrado a asomarse al buzón a buscar algo que no fuese propaganda.

La respuesta de Perseida llegó antes de lo esperado. Zack descubrió entre facturas un sobre azul con destellos blancos. Miró el remitente, aunque ya sabía de quién era, y lo maravillaron los detalles del cielo estrellado en el que su amiga había envuelto su carta.

— Hasta me siento mal por romper el sobre para leer la carta — murmuró cuando llegó a casa.

Dejó la correspondencia sobre el escritorio del estudio y volvió a sostener la carta de Perseida. Abrió el sobre con sumo cuidado para minimizar los daños y comenzó a leer. Le agradó que ya parecieran amigos charlando sobre algo tan simple como una película. Zack leyó la carta un par de veces y pensó durante el resto del día en la respuesta que le escribiría en cuanto tuviera un rato libre.


Los días se convirtieron en semanas; las semanas, en meses. El tiempo avanzó deprisa, los árboles perdieron las hojas y llegó la hora de sacar los abrigos del armario para hacer frente al frío. Aquella mañana, sin embargo, hacía una temperatura agradable y el sol invitaba a pasar el día fuera de la oficina. En su lugar, David se hizo un tercer café en la máquina que Zack tenía en su despacho y chasqueó la lengua complacido al dar el primer sorbo a su tacita.

— Ah, qué bueno — asintió —. Es verdad que el azúcar especiada le da un toque estupendo.

— ¿No tienes nada mejor que hacer que venir a mi despacho a tomar café? — le preguntó Zack sin despegar la mirada de la pantalla. El ordenador emitió un pitido y él gruñó. — Ya está el de marketing, tío…

— ¿Para qué me voy a ir a ningún sitio, si estoy bien aquí? — le dio otro trago al café y, aunque Zackary no lo miraba, le veía las intenciones. — Y hablando de marketing…

David dejó la frase sin terminar y Zack levantó las cejas.

— ¿Qué?

— ¿Cómo que “qué”? ¿Funcionó? Por Dios, Zack, deja de hacerte el tonto. Las cartas. Tu amiga. ¿Seguís hablando? ¿Qué ha pasado con eso? ¿Qué clase de amigo eres si no me cuentas nada?

— No te cuento nada porque eres peor que una maruja de pueblo.

— Vaya, pensé que dirías que no me cuentas nada porque no hay nada que contar — entrecerró los ojos —. Así que sí que hay algo que no me estás contando.

— Por Dios, David.

— ¡Contesta!

Zack — Cartas — con Holly

— New Romantics —

Por fin tenía un rato de descanso.
El jefe la había puesto a trabajar en la campaña de navidad que quería comenzar cuanto antes para que la cosa no se les fuera de las manos en el último momento. Así que había estado buscando decoraciones que tuvieran que ver con el trabajo para decorar el enorme árbol que también había encargado, y buscar ideas para los detalles de fidelización.
Casi parecía que hubiera estudiado marketing en lugar de oftalmología. Pero bueno, no le molestaba tanto.
Y ahora, en su descanso, iba a ver algunas de esas adorables tarjetas navideñas que se había cruzado, pensando en comprar una para enviarle a Darcy cuando se acercaran las fechas.

Pero tuvo que cerrar la app a la carrera cuando Sarah apareció en su puerta. Siempre elegante, con su abrigo de diseño y sus gafas de sol, parecía una estrella de cine clásico.- Es tu hora de descanso, ¿verdad? -Preguntó en cuanto hubo hecho los saludos de rigor.- Te invito a un café aquí al lado. Tengo que contarte cosas.

Holly avisó al jefe de que salía y acompañó a su amiga a la cafetería donde desayunaba habitualmente. Estaba algo intrigada por lo que Sarah fuera a contarle, pero resultó que solo quería comentarle sus planes para las vacaciones de diciembre y preguntarle si podía pasarse a recoger su correo para que el buzón no se llenara de propaganda.

- Y hablando de correo... -Oh, eso no lo había visto venir. Sarah llenó su pausa dramática con el sonido de su cucharilla removiendo el café- ¿Está funcionando nuestro sistema? Por favor, dime que sí... ¿aún te carteas con tu misterioso caballero?

Si es que ya sabía ella que Sarah no la iba a llamar solo para que estuviera pendiente de su buzón.- Sí, seguimos enviándonos cartas. Es un hombre muy simpático y divertido... me gustan sus cartas.

- ¿Y su cara? -Holly solo pudo parpadear como si no entendiera nada. Sarah parecía genuínamente sorprendida- ¿Todavía no os habéis intercambiado fotografías? ¿Ni siquiera habéis hecho el intento de quedar? ¿Nada de nada?

Holly — Cartas — con Zack

— New Romantics —

Zack le dedicó una mirada asesino a su amigo. Él, por supuesto, no solo no se dio por enterado, sino que continuó insistiendo hasta el hartazgo. En otra vida debía haber sido espía de la KGB o algo por el estilo, porque su pasión por el cotilleo solo estaba a la altura de cuánto disfrutaba haciendo sufrir a Zack torturándolo para sacarle información.

— ¿Qué quieres que te diga?

— Pues… todo. ¿Seguís hablando? ¿Cómo es ella? ¿De dónde es? ¿Te ha dicho ya a qué se dedica? ¿Le gusta hacer ganchillo? ¿Es una obsesa del deporte? ¿A qué dedica el tiempo libre? ¿Habéis quedado ya?

— ¿Y por qué no me pides también su grupo sanguíneo, ya que te pones?

— Pues porque eso no entra en el test Perales, como lo llamo yo — David se apoyó en su escritorio y lo miró —. Si sabes que me lo vas a acabar contando. Hazlo ya y así acabamos antes. Yo seré feliz y tú podrás volver al tajo.

— Lo dices como si tú no tuvieras que estar trabajando también.

— Zack, tío, deja de hacerte el interesante. Que sí, que soy un cotilla. ¿Podemos centrarnos? ¿Puedes, por una vez, dejar de responderme con evasivas? Estábamos hablando de tu chica. Céntrate, gracias.

No le gustaba admitirlo, pero David tenía razón. Era como un perro de presa: no se rendiría hasta haber conseguido su objetivo. Sería como quitarse una tirita. Cuanto antes lo hiciera, mejor.

— Bueno, pues sí. Seguimos hablando. Por carta. Nos estamos conociendo, supongo. Es una chica muy divertida, la verdad — no tenían tanto en común como hubiera podido esperar del algoritmo que los emparejó, pero lo había dejado pasar —. Me gusta hablar con ella.

David esperó a que continuase hablando. Como no lo hizo, le preguntó.

— ¿Y?

— ¿Y qué?

— Pues que si no sabes nada más de ella. No sé, ¿cómo se llama? — a Zack debió de escapársele la cara de circunstancias, porque David insistió. — ¿Todavía no sabes cómo se llama?

— Pues… no. Usamos pseudónimos.

— ¿Todavía?

— Sí.

— Ah.

Se hizo un silencio en el despacho, cosa rara teniendo en cuenta la presencia de David.

— Pero… ¿cuándo vais a quedar? ¿No vais en serio? ¿Es eso? ¿Sois solo amigos o algo así?

Zack — Cartas — con Holly

— New Romantics —

El interrogatorio repentino no se lo había visto venir. Fallo suyo. Pero ahora se sentía realmente incómoda. ¿Por qué? No tenía ni idea. Le gustaban sus cartas con Darcy, le gustaba pensar en lo que escribir, en los detalles. Le gustaba pensar en enviarle algo diferente por navidad...
Pero de repente no sabía si eso estaba bien. Claro que se suponía que aquello iba de enviarse cartas, pero también de ligar, ¿no? De eso iba la empresa. Y de momento ella no había hecho ningún avance en ese campo, ni tampoco Darcy. ¿Y si no le gustaba en ese sentido? Aunque no es como si ella estuviera muy segura de que él le gustara en ese sentido... ¿verdad?

- Ugh... -Se quejó.- ¿Qué tiene de malo que sigamos con las cartas y sin haber hecho nada de eso?

- A ver, cariño... no es malo en sí. Pero entiéndeme, las cosas suelen llevar otro ritmo y eso. Esperaba que ya supieras su nombre o algo de él. -Dijo Sarah, rebajando el tono para ser más suave. Seguramente se había dado cuenta de cómo le había afectado todo eso de repente.

- ¿No fue Shakespeare el que dijo que los nombres no tienen importancia? A mi me gusta llamarle Darcy... -Sarah murmuró algo cuando dijo su pseudónimo, pero no lo entendió.- Lo hace más fácil. Le quita la presión esta de tener a alguien que solo se interesa por meterse en tu cama una noche. Ya sabes cómo funcionan todas las demás apps.

Sarah asintió de ese modo que hacía que sus bucles se movieran de forma encantadora. A veces odiaba lo perfecta que era su amiga- Y por eso nosotros somos la mejor opción para conocer a otras personas y establecer relaciones serias. -Relató, con el tono propio de un anuncio.- Pero para eso llegado el momento hay que... relacionarse un poco.

- ¿Y qué quieres? ¿Que le presione para que quedemos?

- Bueno, presionar es una palabra que no me gusta utilizar... Inspirar es mucho más elegante.

- Sigue siendo lo mismo, meterle la idea a alguien en la cabeza.

- Piénsalo, pronto va a ser navidad... os podríais intercambiar regalos. Sería una bonita cita bajo la nieve, lo más romántico del mundo.

- A ratos no sé si eres más cursi o maquiavélica.

- Pero me quieres -No negó ninguna de las dos cosas mientras bebía de su taza con una sonrisa.

Holly — Cartas — con Zack

— New Romantics —

A Zack no le estaba gustando el rumbo que iba tomando la conversación. Estaba claro que David esperaba algo más, y por la forma en la que lo miraba, debía de estar pensando que Zack no estaba diciéndole todo lo que había ocurrido hasta el momento, lo cual no era cierto. Si no le había contado nada más era porque no había nada que contar. Él y Perseida seguían hablando por carta, sí, y todavía se estaban conociendo: hablaban sobre sus aficiones, a lo que se dedicaban los fines de semana y mencionaban de vez en cuando sus trabajos y a sus amigos así, de pasada, pero ya está. No habían previsto verse en persona, ni tampoco tenían intención de hacerlo.

— ¿A qué viene este interrogatorio? — se quejó Zack.

— ¿Cómo que a qué viene, tío? ¿A qué estás esperando para ir a verla, a terminar la mili?

— Hay que joderse…

— No, eso tendría que decirlo yo. A ver, Zack, no te pierdas. Que esto de las cartas era la excusa — David lo miró como quien observa un rompecabezas a medio hacer —. No sé, es que no… Es que no entiendo cómo no ha surgido ya la posibilidad de conoceros. ¿Es que no te gusta? ¿No quieres verla?

— No es eso.

— ¿Y entonces qué es? Porque yo estaría ya muerto de la curiosidad.

— A ver, sí, si curiosidad tengo, pero… yo qué sé. No me ha parecido importante. No sé. Es que entonces sería como cualquier otra cita. Sí, nos vemos, cenamos, hablamos sobre cualquier cosa y después no volvemos a quedar. ¿Y entonces qué? No sé, tío, es que no quiero eso.

— Bueno, sí, pero… tampoco sería lo mismo, ¿no? Porque ya la conoces. Por las cartas, quiero decir — carraspeó —. No sería igual.

— No sé, supongo que no quiero arriesgarme a averiguarlo — Zack se encogió de hombros —. Y me gustaría que surgiera de manera natural, ¿sabes? Sin tener yo que ir ahí… “hola, nena, ¿quedamos?” — se estremeció. — Me ha dado grima pensarlo.

— Pero sabes que en algún momento os tendréis que ver, ¿no? Quiero decir, lo sabes. Os habéis apuntado a esto para… eso, conoceros.

— No seas pesado, David — resopló —. A lo mejor ella tampoco quiere que nos veamos todavía, o que nos veamos, en general.

— ¿Y entonces qué?

Zack se encogió de hombros.

— Pues ya veremos, ¿yo qué sé?

Zack — Cartas — con Holly