Corolla no era una chica que buscara peleas o discusiones, por el intento de descargar sus frustraciones de un modo incorrecto. En realidad, toda la tristeza tendía a quedarse atrapada dentro de su cuerpo sin saber cómo hacerla salir, al menos no de un modo sano que no le hiciese más daño que continuar con su acumulación. Por más que se creyese muy madura para su edad y tratase de abarcar más de la cuenta, carecía de las herramientas para no hacerse daño en ese proceso, pero no era de lo que fuese muy consciente.

En realidad, lo único que quería era ver a la gente que quería bien, aunque eso significara hacer sacrificios para lograrlo. Y estos actos de amor desinteresado eran exactamente eso, impulsos en que no se lo pensaba mucho porque solo quería hacer algo que balanceara mejor esas vidas. Se podría suponer que estos gestos carecían de un plan previo, pero no por nada Corolla la habían seleccionado en la Casa en Hogwarts, donde la astucia es esencial.

Respondiendo ese llamado, de sobre protección, tocó la puerta del despacho del profesor de astronomía. En cualquier otra circunstancia no habría soñado estar allí, encontraba interesante esa rama de la magia, pero nada que no pudiese sacar por deducción propia o consultando libros. No sentía la confianza para buscar la asistencia del especialista y, en realidad, la mera presencia de Jonh Stark le desagradaba.

Sin embargo, no estaba allí para resolver nada académico, sino que para proteger al hombre de su vida, su padre. Y por ello, volvió a tocar con firmeza y retrocedió esperando que su llamada fuese atendida. Corolla mantuvo su mentón en alto, su espalda recta y sus firmes puños tiesos a los costados, la fiel imagen de la determinación.

15.01 + Corolla + Con Jonh Stark

No se caracterizaba por ser impulsiva, muy por el contrario, le gustaba tomar el control de la situación y para ello debía prepararse. Pensar en el problema en sí, los posibles caminos a seguir y determinar cuáles eran los que mayores opciones de éxito le otorgaban. Era agotador estar a la defensiva todo el tiempo, antes los problemas que se le suscitaban eran más sencillos de resolver, pero era que eso se debía en que no hacía tantos años atrás había sido una simple niña.

Las complicaciones habían evolucionado, lo cual era normal porque al acercarse a la edad adulta, las responsabilidades debían aumentar. Sin embargo, esto se acrecentaba por en la oscuridad en que se había sumido el mundo. Existían momentos que parecía que toda la luz había dejado de brillar y todos estaban dando botes a ciegas, dañándose uno a otros sin piedad, y aunque esta era una muy buena metáfora, Corolla que sabía que estaba en manos de cada uno saber que se debía salir adelante.

No quedaba otra opción que estar a la defensiva y protegerse junto con las personas que les importaban, era una manera un tanto egoísta de pensarlo, pero era lo único que podía hacer por el momento. No dejaría solos a los pocos que amaba y haría lo que fuera para que el dolor no los afectara tanto, ya que habían situaciones que no estaban bajo su control, desgraciadamente.  

Y aunque trató de recordarse, su determinación férrea estaba basada en algo concreto, de igual forma, trastabilló tras ver que la puerta del despacho se abría delante de sus ojos. Era racional que eso ocurriera, de todos modos, había sido ella quien tocó y lo normal era que respondiera, sin embargo, hasta habría sido un alivio que nadie apareciera. — Tengo que hablar con usted. Es urgente.— Dijo, casi ladrando la respuesta por los nervios, tras al haberse cerciorado que seguía en pie. — ¿Puedo pasar... por favor?— Preguntó y costándole esfuerzo no seguir siendo maleducada, ya que ni lo había saludado como correspondía. — Debe imaginar el tema.— Insistió. Corolla mantenía cada uno de sus músculos en tensión.

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— Gracias.— Dijo, tratando con todas sus fuerzas de dejar ese tono tan brusco, pero la frialdad no podía dejarla a un lado. La suma de las injusticias hacían en mella en su razón y le hacían perder el entendimiento de lo que estaba bien y lo que no, porque solo quería calmar un poco la rabia que la corroía. Estaba al tanto que no todos los que se cruzaban en su camino eran culpables de lo que le ocurría, pero a alguien tenía que señalar como receptáculo de tanta energía oscura.

Corolla observó al mago, buscando no volver a perder los cabales, pero era complicado no pensar que el profesor no estaba implicado. No sabía qué esperar de esa reunión, ni qué necesitaba oír en realidad, pero ahora que se había sentado, no haría nada para arrepentirse y, menos, irse de allí. Seguiría adelante, por su padre y por ella misma, aunque el mundo la tachara de egoísta o de injusta, no le importaba.

Y por más que pudo haberle gritado, se sonrió y bajó la cabeza a la vez que negaba. — Me parece algo...— Se burló con ironía. — ¿Insólito? ¿Insultante?— Terminó dando las dos opciones para que él decidiera lo que era mejor. Por supuesto que ella veía esos dos términos bien claros en esta interacción, porque la hipótesis de que la veía como una niña tonta y escandalosa fue algo que avivó sus llamas internas.

— No quiero ser irrespetuosa con usted. Fui bien educada, pero por lo mismo, tengo defender lo que es correcto.— Comenzó, dejando que las ideas fluyeran sin pensar tanto, porque ya no podía darse ese lujo. — ¿No cree que vendría a hablar con usted por mi padre? ¿Recuerda quién es él, al menos?— Inquirió casi siseando. Poco a poco se había movido a inclinarse hacia adelante, inconscientemente. — Él no está bien... Nada de bien y necesito respuestas de lo que sucedió, algo que le ayude y sé que usted debe saber algo.— Esto último fue lo menos consistente de todas las ideas que había pronunciado.

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No quería ser irrespetuosa, jamás había sido su intención serlo expresamente. Tenía tan inculcada la educación que le había dado su padre, porque había nacido del amor fraterno y del respeto mutuo. Alexander Bulstrode había hecho su mejor esfuerzo para criarla y ella no sería mala agradecida por todos los sacrificios que hizo por su bien. Amaba a su padre y quería poner en práctica siempre sus enseñanzas, pero esto no era una acción rebelde, sino que una desesperada.

— ¡Sí, sí sabe lo que me pasa!— Exclamó y su respiración se aceleró como si hubiese corrido una maratón. Sentía el cambio en el tono del profesor, de estar sorprendido por su aparición en su despacho, pasó a la tensión por identificar las emociones de quien era una simple chiquilla. Sin embargo, Corolla no quería ser una estudiante más, con todo lo que había sucedido, quedarse de brazos cruzados esperando que el mundo se arreglara por inercia, no se trataba de una opción. — No juegue conmigo, por favor.— Le rogó, colándose la urgencia de la súplica en su tono.

No iba a perder el poco tiempo que le quedaba, ya que era evidente que podría echarla de allí sin más y no podía salir sin algún dato concreto. Quería saber qué hacer y que dejara de estar tan a la deriva. Si ni siquiera era la víctima directa, pero aun así la trataban con cuidado, como si fuese delicada y se partiera a la mera presión de la verdad. Todo era tan complicado y turbio, pero no sabía por dónde empezar a indagar. Y lo único que había decidido era que tenía que presionar de una u otra manera.

Escuchó las palabras dignas para alguien que merecía un castigo, pero Corolla no sopesaba que esto estuviese mal. Si la manera, mas el fondo era... importante, al menos. — No...— Gimió y se tapó el rostro con las manos. Estaba a punto de colapsar, y no iba a permitirse ese tipo de tropiezo o no la tomaría en serio. Tardó un par de segundos en tranquilizarse y respiró hondo antes de volver a enfrentarlo. — No puedo ir a preguntarle a mi padre, porque él no me da las respuestas que necesito. Sé que no es su obligación, pero no sé a quién más acudir.— Dijo con sinceridad. — No tengo pruebas...— Era más un presentimiento. — Pero sé que me ocultan la verdad y usted sabe algo... Se lo ruego que me lo diga. No es para ir a repartirlo al mundo, solo necesito... entender.— Se había movido hasta quedar sentada en la punta de la silla.

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Había sido una muy mala idea seguir sus impulsos, porque ahora que se calmó un poco y pensaba con claridad. No, eso estaba mal empleado, ahora que usaba su propia cabeza con relativa efectividad, era más acorde a la realidad de Corolla. Había salido como una furia desde la sala común de Ravenclaw con la idea fija de que estaba haciendo algo bien, pero luego que se descargó con tanta mala educación ante un miembro del profesorado, conglomerado al que su propio padre pertenecía, su racha inicial se apagó de golpe.

No fue algo paulatino, sino que el golpe fue duro y la dejó más desorientada de lo que quisiera. Estaba sentada ahí delante de un mago poderoso y que no estaba nada contento ni cómodo que este escándalo. Y no lo culpaba en absoluto. ¿Por qué no existía algún hechizo que la tragara la tierra y, de paso, borrara la memoria de los espectadores? Si hubiese heredado los dotes de su padre o fuese más prodigio en encantamientos, quizás habría experimentado hasta producir un hechizo que tuviese esos resultados, pero como no, solo podía morirse de vergüenza ahí mismo.

Sin embargo, no se iba a poner a llorar. No, se aclaró la garganta queriendo infundirse fuerzas para no seguir haciendo el ridículo. — Necesito la verdad, profesor.— Repitió y le mantuvo la mirada, a pesar de que lo único que quería era dejar de sentirse intimidada por él. — No puedo ir detrás de mi padre con respuestas, porque él no me las da. No importa qué le diga o cuánto le ruegue.— Su padre no era él mismo y no lo culpaba, lo que había vivido destrozarían a cualquiera, pero eso no quería decir que eso lo mantendría de brazos cruzados. No podía, ella no era así, menos con quienes quería.

Ese hombre fuerte y testarudo, que en el presente no reconocía como su progenitor, estaba metido en algo. — Jamás me dirá lo que sucede, porque es su forma de protegerme, pero necesito ayudarlo o evitar que cometa un error terrible.— Era una mera sensación. Un instinto tonto, y de igual modo, no podía sacárselo de la cabeza. Si estaba equivocada, cuánto mejor, y así aprovechaba de averiguar lo que no querían señalarle. — Dirá que solo soy una niña, pero él es mi padre y yo sé que sabe algo... por mínimo que sea, por favor.— No perdería una pierna si se arrodillaba para suplicarle, por lo que lo haría, aunque dudaba que Jonh Stark viese eso como un gesto digno, porque no lo era.

15.01 + Corolla + Con Jonh Stark

No esperaba que se atañera a ser vista con lástima o como una niña inmadura que reaccionaba a los impulsos y ahora requería de una reprimenda por su inconsecuencia. No quería caer en esa bajeza, sin embargo, era inevitable imaginarse que el profesor lo veía desde esa perspectiva. Era normal que la malinterpretase, si no la conocía o si había hecho exactamente de lo que se arrepentía, siendo objetiva con sus conclusiones. Si hubiese sido más dramática y quisiera apelar a dar pena con el papel de víctima desconsolada, habría llorado de buena gana.

Quería soltar las lágrimas, pero por no por esa razón, sino que por la suma de las escenas terribles de las que había sido espectadora y por como su vida se estaba cayendo a pedazos delante de sus ojos. Tuvo que respirar profundo antes de abrir la boca, porque quería estar segura de que la voz no se le cortaría en medio y aquello la imposibilitaría de controlarse. — La de falta de juicio... que se deje llevar por sus emociones y tome un desvío incorrecto.— Reconoció. No quería que su padre fuese herido o peor, eso era lo que estaba implícito en esas palabras.

Y luego, como si sufriese algún delirio de bipolaridad, se rio, pero sin ni una gota de ánimo. Era de esperarse que el adulto le diese esa respuesta para calmar las aguas, ya que era la única salida políticamente correcta ante este espectáculo. — Lo he intentado, pero es inútil. No quiere ser honesto conmigo, como si eso me protegiera, y es todo lo contrario.— Replicó, poniéndose en pie lentamente. Sabía que no había nada más que hacer en este sitio. Esperaba encontrar algún tipo de esperanza, por mínima que fuera, pero se había equivocado de lleno.

Iba a salir de ese despacho sin obtener una dirección, aunque fuera una pista, y ya se había resignado. — Disculpe que haya causado tanto revuelo, profesor.— Se excusó con la espalda recta. Necesitaba recuperar algo de dignidad, aunque estuviese tragándose sus miedos y estos le provocaran daño real en su interior. — No quiero abusar más de su tiempo.— Se despidió, girándose y bajando los hombros a modo inconsciente, su entereza tenía un límite y ya estaba cansada. Debería seguir soportando las pesadillas en soledad.

15.01 + Corolla + Con Jonh Stark