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    Lun Sep 26, 2022 3:05 am
    Sin lluvia no hay flores
    “Andábamos sin buscarnos, pero sabiendo que andábamos para encontrarnos”. - J C

    Aquella rubia huyo de aquel lugar que tanto mal le hacía. Sin rumbo fijo solo compró los primeros pasajes disponibles y fue que su destino fue Puerto Rico. Una isla de Centroamérica que solo escuchó de nombre alguna vez. Tenía suerte saber español pues como portuguesa no habría podido entender nada y optar por otro sitio.

    No iba sola. Junto a ella iba su hijo de tan solo 7 años que era el más desorientado en ir para acá y para allá en el aeropuerto y cuando pisaron suelo en Aguadillas notaron que se aproximaba una tormenta. Todos estaban inquietos por lo que la idea no fue quedarse en la ciudad así que preguntando tomó la determinación al pueblo más alejado, cercanos a una montañas según le dijeron tomaron el primer carro hacia su último destino. Tenían que quedarse todo había cambiado.

    Por otro lado, la morena estaba fastidiada por la rutina. Aunque había terminado la universidad con honores gracias a una buena beca no había logrado conseguir un empleo decente en el último tiempo. Tenía que sacar de la pobreza a sus padres y dos hermanos estudiantes, aunque su pueblito fuera estupendo si pasaban necesidades en Aibonito, pueblo que se encontraba en las montañas y que era reconocido por su agricultura y flores. Sin duda, estaba alejado de todo y ella no deseaba dejarlos del todo ¿Con quienes se quedaría? Tristemente, había pasado hambre y muchas veces tenía que soportar estar sin luz por varios días. Y ahora otra tormenta se aproximaba y andaba temerosa. Ella sola se subió al techo y comenzó arreglarlo como podía para  que no terminara todo inundado y fue cuando vio desde esa altura a una rubia con un pequeño con maletas.

    Todo comenzó desde ese minuto.




    Jimena
    Valenzuela
    23 años - Camila Mendes - Rising Sun
    Flávia
    Carvalho
    26 años - Maya Hawke  - Shooting Star


    1x1 — ORIGINAL  —  REALISTA (Romance - Drama - Diferencias sociales)

    XIII



    --

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    Lun Sep 26, 2022 8:15 pm

    1. Las Primeras Brisas
    de la Tormenta

    Vivir en lo alto de la montaña era toda una misión. Decían que seguro los que allí vivían desde su uso de razón ya estaban acostumbrados a tener que dar esos viajes largos hasta llegar a la "civilización" no es que su pueblo no lo fuera. Había civilización a lo alto de la montaña. Pero la mayoría de las oficinas gubernamentales del distrito, por ejemplo, se encontraban en los pueblos aledaños y más cercanos a la costa. Haciendo que para cada gestión que fuera hacer terminara siendo toda una odisea, culminarla.

    Cada que anunciaban tormenta era otro cuento aún peor. Pues a la que se comenzaba a bloquear las carreteras por los árboles caídos o los deslizamientos de tierra, ahí si terminaban siendo una ciudad incomunicada con el resto.

    Para Jim todo esto era aún más agobiante, tenía dos hermanos pequeños, un par de mellizos, una niña y un niño de diez años. Prácticamente, era su madre, pues la realidad es que los padres de Jimena habían tenido a sus hijos muy mayores, incluyéndola a ella. Por lo que ahora que estaban un poco grandes, los niños, ellos no tenían la suficiente vitalidad que tal vez aún tenían cuando Jim tenía su edad. Su papá estaba enfermo y su mamá era una mujer que con pocos estudios y que había dedicado toda su vida a trabajar la tierra. Por lo que igual ya tenía sus complicaciones debido a sus dolores musculares. Así que todo recaía sobre la chica.

    Tampoco era que la morena se estuviera quejando todo el tiempo. Para nada, simplemente se ponía a enfrentar su realidad y a soñar que en algún momento todo cambiará. Ahora solo quedaba preparase para lo que tocaba ahora. Enfrentar los preparativos para recibir la tormenta. Llenaba envases con agua potable, amarraba las cosas que pudieran salir volando cuáles proyectiles. Pero más que eso, necesitaba asegurase que las láminas de zinc del techo estuvieran bien agarradas y amarradas a los cimientos. No quería tener que volver a pasar por lo mismo otra vez. Hacía algunos años, en un evento similar, parte del techo había volado y aunque no habían quedado del todo descobijados, sí había hecho que el agua se colará por las fisuras que había dejado provocando que todo adentro se mojara. Menos mal que ahora la reparación se había hecho de mejor calidad gracias a los ahorros que la muchacha había obtenido trabajando. Sin embargo, no se podía confiar, así que lo aseguraba como mejor podía.

    Estaba ya trepada el techo de su residencia con su cabello azabache bien amarrado en una coleta, pantalones cortos, y una camiseta más grande que su talla, la cual tenía que amarrar con un nudo para no parecer que vestía la carpa donde estacionaba su vecino el automóvil. Llevaba un martillo en la mano con el que le pegaba con fuerza al clavo donde estaba amarrando el alambre que cruzaba de un lado a otro, aguantado el techo. Cuando de repente se quedó distraída viendo a una linda chica que caminaba de la mano con un pequeño por la calle. No parecía ser de por aquí. Tenía una pinta de gringa que nadie se la quitaba. Pero... no se podía confiar, ella misma tenía unos primos rubios de ojos claros y más jíbaros no podían ser. Aquí había de todo, desde muy morenos, hasta muy pálidos. Y por supuesto, los de piel trigueña como ella, que eran el balance entre los indios, los africanos y los españoles de los cuales eran descendientes.

    Miraba y miraba y sinceramente le parecía extranjera. Más aún, parecía estar perdida. Lo cual le preocupo, pues por cómo se iba a poner el clima pronto no era para andar de paseo. Mucho menos con un pequeño. Se le había quedado vendiendo porque igual tenía algo que la hipnotizaba haciendo que sin darse cuenta se pegara en el dedo con el martillo. - ¡Mierda! - se le escapó y posiblemente lo suficientemente alto como para que se escuchara desde la carretera. Haciendo que se tornará roja de la vergüenza.

    Jimena Valenzuela— Casa de Jimena — Septiembre de 2022

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    Mar Sep 27, 2022 11:43 pm

    1. Las Primeras Brisas
    de la Tormenta

    No iba a dejar que hicieran lo que quisieran con su vida. No podía casarse con ese descarado que tanto sufrimiento le dio, tanto psicológico como físico que hizo que esos años juntos fueran miserables. Debido a esa tóxica relación había nacido André y aunque era el niño más hermoso que podías desear sin lugar a dudas no merecía una vida así. Es que ni siquiera importaba que Gregory fuera un magnate empresario de Portugal, ella no estaba dispuesta a seguir con él ni por su dinero y mucho menos que sus propios padres intentaran por todos los medios casarla al estar con problemas económicos. No habían pensado en ella ni en su nieto lo mejor era irse antes que fuera demasiado tarde.

    Eligiendo el lugar menos reconocido por ellos y al azar por ser los dos últimos boletos. Ni siquiera supo donde se dirigía ante su ignorancia de geografía pero por lo poco que preguntó supo que al menos ahí hablaban en español y era un idioma que manejaba. Su hijo solo hablaba portugués pero estaba en edad para aprender otro pues tendría que seguir estudiando. Agradecía aún el dinero prestado de su abuela y que comprendiera su situación era a quién más iba a extrañar.

    Fueron horas de viaje donde tuvo que calmar a su hijo con historias y enseñándole nuevas palabras como saludos que serían básicos en esa nueva tierra. El tiempo pasó y al fin llegaron a la isla que era preciosa no obstante la gente andaba precipitada. Cuando pasaba por un grupo fue cuando escuchó que se aproximaba un huracán.

    ¿En serio? ¿Una tormenta? — La chica que hablaba con los dos jóvenes que debían estar entre sus veinte años asintió con la cabeza. — Sí, y lamento que quiera ser turista justo por estos días. Aquí todo el tiempo estamos asustados cuando se aproximan. — Contestó, mirándola con un toque de pena y luego a su pequeño que no entendía ni una sola palabra.

    Sí, pero este es mejor lugar de donde vengo. — Flàvia soltó un suspiro y agradeció la información. — ¿Cuándo llega?— La chica reveló que era en unos días y por eso la gente se estaba preparando para poder soportarla. Quizás quedarse en la ciudad habría sido lo adecuado pero seguía siendo peligroso por lo tanto terminó por preguntar otro detalle más. —Voy un pueblito… el más lejos de aquí. ¿Cómo era que se llamaba? — Se hizo como la que no sabía para no levantar sospechas y pues así de paranoica estaba.

    ¿Aibonito? Pero queda unas tres horas de aquí…los carros pasan cada tres horas. Mira, ese esta a punto de partir.— La chica asintió. Se despidió amablemente de ellos y le explicó en portugués a su pequeño que tendrían que tomar otro vehículo porque iba a llover mucho y necesitaban encontrar un lugar para hospedarse. Como fuera quería también estar muy alejada de la playa y en altura.

    Fue cuando encontró el carro que la llevaría al destino es que empezó a llenar de preguntas al chofer. Quién dicto que se trataba de una pequeña ciudad en las montañas y que era conocida por sus hermosas flores pero que también había mucha pobreza.

    A ella un lugar así le venía de maravilla. Hace tiempo que asumía que no iba a ser la niña millonaria y con una mansión para vivir es que estaba completa dispuesta a ese cambio de vida.

    Esas tres horas también fueron duras porque tontamente había olvidado comprar comida y su André ya sentía hambrecita. Se sintió la peor madre del mundo al escuchar los sonidos de su estómago así que lo tomó en brazos y lo hizo dormir.  

    También se quedó dormida con él y si no fuera porque el chófer la despertó por su buena amabilidad quizás donde habría llegado. — Muchísimas gracias. André despierta, tenemos que bajar. — Lo habían dejado en una parte de campo y sabía que tenía que caminar más. Por esos sectores no encontró una tienda ni nada. Iba de camino cuando de repente escucha un reclamo, una palabra ofensiva que la hizo sonreír, miró de dónde provenía. Era una chica morena que estaba arreglando su techo y que muy posible se había golpeado. Se acercó con su pequeño haciendo resonar su tono extranjero. — Hola, buenas tardes. ¿Estoy en Aibonito, verdad? El chófer dijo que sí… — André hizo un puchero y le susurró unas palabras. Ya no aguantaba más el hambre el pobre. Quizás hasta estaba abusando pero de alguna forma la iba a recompensar.

    Soy Flávia y él es mi hijo André. Disculpa mi mala clase... Pero...¿Podrías darme una fruta o algo? Es que el viaje fue largo y no ha comido nada desde el avión — Soltó algo avergonzada. No estaba acostumbrada a eso pero esto era mejor que buscar una tienda que seguro que estaban más alejada.


    Flávia Carvalho— Casa de Jimena — Septiembre de 2022

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    Dom Oct 02, 2022 7:23 pm

    1. Las Primeras Brisas
    de la Tormenta

    Jimena siempre se había concentrado en sus estudios, nunca había sido mucho de relaciones. Y es que igual tampoco le había ido muy bien la última vez que se enamoró. No es porque le hubieran hecho daño con intención. No siempre era así, a veces era uno totalmente accidental, pero que igual dolía. Hacía algunos años, cuando aún era estudiante de escuela superior se había enamorado de su mejor amigo, ambos hicieron planes juntos. Ella estudiaría agronomía en el colegio de Mayagüez y el chico se enlistaría en el ejército para luego de estar bien instalados comenzar su grado académico. Así ambos podrían echar hacia delante y ella de seguro sacar a su familia del hoyo donde estaban. Tenía un sostén, un apoyo. Pero todo se fue por un tubo poco después de comenzar el primer semestre de universidad. Un accidente con una granada del vehículo donde trasportaban a los nuevos reclutas y donde precisamente era trasportado el chico, acabo con su vida y dejo algunos más malheridos, pero que lograron sobrevivir. Desde entonces no había tenido más que sitas por aquí, citas por allá. Pero nada serio con nadie. Sin embargo, aun cuando había llorado mucho, ya ese tiempo había pasado, estaba tranquila en ese aspecto.  El amor simplemente ya no lo buscaba ella, si llegaba nuevamente por sí solo a su vida, que así fuera que ella lo recibiría.

    Pero ahora tenía algo más urgente en lo que concentrarse. El prepararse para la tormenta. Muchas cosas que ya había hecho y otras muchas más que quedaban por hacer. Tenía, aunque terminar con el techo, instalar torrenteras en las ventanas. Asegurarse de bajar la palanca de la electricidad en panel dentro de la casa. Por las dudas, el agua y la corriente nunca era buena combinación. Aunque seamos sinceros, las posibilidades de que ocurriera un corto circuito por el agua y la electricidad en medio de un evento como este eran demasiado improbables. Pues era posible que antes de que tocara tierra ya estuvieran sin luz...

    La morena estaba muy ajetreada en sus tareas; sin embargo, eso no fue impedimento para detectar la presencia de la rubia extranjera y el niño. Por supuesto que eso, igual fue el detonante para que ahora estuviera quejándose por el martillazo que se había dado en el dedo y que ahora se estaba chupando como si fuera una niña de dos años intentando amilanar el dolor. Jimena creía que no la había llegado a ver, y si escucho el grito no había detectado de donde provenía. Pero... la realidad fue otra. ¿Acaso la había visto todo este tiempo espiándola? ¡Qué vergüenza!

    Actúa normal, solo fue pura casualidad y lo de martillazo un accidente. Se decía la morena mientras volvía a dar unos pasos hacia el frente del techo para quedar a la vista del par y poder contestarles con mayor facilidad. Su dedo aún le seguía latiendo, pero intentaba ignorarlo. - Sí, así es. - le respondió, solo que no comprendía por qué de todas las áreas que tal vez había podía visitar del pueblo había tenido que irse a meter a la comunidad menos afortunada por decirlo de algún modo.

    El tono extranjero era evidente; sin embargo, tenía un buen español que se le entendía. Abrió los ojos grandes, sorprendidos. ¿Avión? Debió tener un camino largo para llegar hasta aquí. - ¡Hola! Oh, sí, ya imagino, está bastante pesado el viaje de Carolina hacia aquí. - la muchacha juraba que había tomado el aeropuerto más cercano para venir hasta aquí y aun así era un viaje agotador. - Bueno, Flavia, André, es un gusto soy Jimena. Y no tengo idea que los trae por aquí. Pero... sí, creo que tengo algunas frutas por aquí. Las recogí porque si las dejaba en los árboles probablemente irían a parar al infinito y más allá. - dijo en un tono dramático mientras bajaba por una escalerilla que había recostada de una de las paredes. Término de bajar dando un salto, fue hasta el balcón de su casa y saco un balde de plástico lleno de naranjas, o como les dirían aquí, chinas. Muy dulces de un naranja brillante.

    - Creo que para comenzar esto servirá. - les dijo acercándose a ellos y poniendo en la mano de cada uno fruta. Se le hacía raro su aparición. Pero era una chica y un niño en un lugar desconocido y con hambre. Además, con una tormenta sobre ellos. - Se ven cansados. Puede pasar y sentarse a comer las frutas en el balcón si gustan. - les invito abriendo la reja para que entraran. - Yo aún tengo unas cuantas cosas que hacer, pero pueden comer cuantas gusten. Igual creo que tal vez quedo algo del almuerzo... a menos que mis hermanos no se lo hayan comido mientras trabajaba. - dijo señalando al techo. - ¿Saben de la tormenta? ¿Verdad? - pregunto levantando una ceja.

    Jimena Valenzuela— Casa de Jimena — Septiembre de 2022

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    Vie Oct 14, 2022 3:02 am

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    La rubia ni notó porque la morena se había quejado pues estaba más preocupada de su pequeño que insistía en comer, es que luego de esas horas era inhumano sin alimentarlo. No habían comido desde el aeropuerto y nadie subió a vender en aquel carro que los llevo a ese pueblito que era admirado por sus flores.

    Se terminaron acercando a ella, ya que aunque dominaba demasiado bien el español no era uno neutral sino que más de Puerto Rico así que le costaba reconocer sus palabras, esperaba que supiera hablar en inglés que ahí era más fluido, pero en ese momento solo se limitó a escuchar lo que decía, prestando mucha atención y sin dejar de sostener la mano de André.— ¿Carolina? Oh... ¿Se refiere al aeropuerto más cercano, verdad? Pues no... era el otro. Así que el viaje ha sido mucho más largo. — Trataba de ser pausada, ya que reconocía que su entonación la delataba como Portuguesa. — Y desde ahí que no comemos, me siento terrible por él. — Exclamó un poco agobiada porque solo esperaba que pudiera darle una fruta o algo para comer, realmente como estaban eran capaces de devorarse una vaca. —¡Que bonito nombre! ¡Me encanta! — Siseó divertida como era entonado por su linda voz. — Hace tiempo que no como frutas directas de los árboles, solo cuando íbamos al campo y las limpia...— Se calló. De nuevo se estaba delatando como una snob y que era una completa ignorante a los pueblos o al campo. Terrible. Sabía que tenía que ser empática pero hace tiempo que ni salía a esos lugares y eso que le encantaba la naturaleza cuando era más pequeña, pero con ese imbécil ni siquiera la sacó alguna parte, él que menos reconocía estos lugares era su hijo. Ojalá que le gustara, pues no iba a estar en un hotel elegante o ir a una juguetería fina como acostumbraba.

    Se alegró que fueran naranjas. Su pequeño miró asombrado el tarro y le empezó hablar con su poco español. — Gracias... ¿Así se decía, mamá?— Le habló a ella en portugués y ella asintió. — Muy bien, y sí... me uno a las palabras de mi peque, muchas gracias Jimena. Prometo que pagaré este gesto tan amable — Sonrió mientras la seguía al balcón y tomaba un par de naranjas para comenzar a pelarlas. — Es más que suficiente. — Sus ojos se agrandaron al escuchar almuerzo y su estómago resonó. — Si es posible. — Dijo con cierta timidez, llevándose una mano a su estómago y se sentaba donde le había dicho.

    Siga con lo suyo... y sí me enteré en el aeropuerto. Por eso también no alcancé ir al banco y comprar algo, tomamos el primer auto que nos traería hasta aquí. Una chica nos dio el dato y tuvimos que correr para tomarlo. — La chica le entregó una naranja ya en torrejas a su pequeño el cual empezó a comerla con fascinación. — ¡Delicioso! — Exclamó en inglés. Que se sabía esa palabra en tal idioma. — Por cierto ¿Sabes hablar en inglés? Dominó el español pero es más neutral, quizás en inglés nos entendemos más... — Finalizó la chica que también empezó a comer su naranja exclamando maravillada que estaba muy buena.

    Flávia Carvalho— Casa de Jimena — Septiembre de 2022

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    Dom Oct 23, 2022 8:45 pm

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    Le tomo muy por sorpresa cuando le dijo que no había sido por el aeropuerto de Carolina. -¿Me estás jugando? ¡Vinieron desde Aguadilla! Vaya, con razón tienen hambre. - le respondió, pues es que, si de por sí el camino era largo desde aquel aeropuerto, desde el otro era el doble. Pobre niño, con razón sus tripitas le rugían, y a ella seguramente también. - Deme unos segundos. - le pidió, y fue ahí que había llegado con la fruta para ellos. Realmente esperaba encontrar aun comida en la olla de lo que su madre había preparado para el almuerzo y así poder darle algo de comer más sustentable.

    - Gracias, el tuyo también es bonito y creo que nunca había conocido una Flavia… No creo que no. - dijo sonriente. - Ah, por supuesto, que el niño no se queda atrás. Muy bonito el nombre, aunque conozco algunos Andres, pero igual eres el primer André que conozco. - le dijo con simpatía, era posible que no la estuviera entendiendo. Pero seguro su madre sí, así que si le preguntaba al menos le podría decir que estaba hablando bien de él.

    - Yo estoy acostumbrada, nuestra familia vive de la agricultura. Y yo soy agrónoma. Modestia aparte. - Añadió avergonzándose un poco porque al mismo tiempo le sonó un poco pretencioso de su parte. Pero la verdad es que estaba lejos de ello, Jimena apenas estaba despegando en su carrera y aún no lo lograba. Por algo las circunstancias aún seguían en las mismas de antes. -Oh, eso sí lo entendí. - Sonrió al escuchar al niño darle las gracias.

    -Ah, no, no, no. Me ofendes. No me tienes que pagar. La comida no se le niega a nadie. Y como diría mi madre. Donde come uno, comen dos y comen tres también. No te preocupes. - Insistió, sabía que era en buena onda que se lo decía, pero para nada quería recompensa por hacer lo correcto. -Bueno, no se preocupen. Les verificaré si queda algo. - Sí, es que aún tengo que tapar las ventanas de enfrente. - dijo señalándolas porque eran de cristal. - Mi madre se muere si se rompen. Le costó la vida. - dijo exagerando, pero si habían sido con esfuerzo. - Sí, sí. Sé ingles no hay problema. - termino por responderle en el otro idioma para que notara que lo decía en serio. Se defendía bastante bien, aunque el acento era terriblemente marcado. La chica había arrastrado un par de planchas de zinc y las recostó de la baranda del balcón.

    - Creo que buscaré la comida primero no sea que cierto par… - sí, no fuera que sus hermanitos asaltaran la cocina antes que ella. Y que ni se preocupara, ellos ya habían comido solo que eran glotones. Salió apresurado a buscar comida. No tardo mucho cuando venía cargada con dos platos pequeños de arroz con gandules junto a una rodaja de pan en cada uno. - No es mucho, pero llenará más que la fruta. - les aseguro y sin darse cuenta ya se había sentado junto con ellos en una de las sillas del balcón.

    - ¡Oh, sí, cierto las tormenteras! - dijo llevándose la mano a la cara. - Ya me iba a sentar a holgazanear cuando dije que tenía cosas que hacer. - se rascó la nuca, es que era cansador. - Me tomaré el atrevimiento de pedirte un favorcito. Chiquito, pero cuando termines tu comida. Me ayudarías a ponerlas. Es que arrastrar las planchas es una cosa y levantarlas y ponerlas es otra. - su padre era el que generalmente hacía eso, pero ya no podía hacer fuerzas.

    Jimena Valenzuela— Casa de Jimena — Septiembre de 2022

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    Sáb Oct 29, 2022 1:04 am

    1. Las Primeras Brisas
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    La chica era realmente encantadora. La escuchaba tratando de adivinar lo que decía pues hablaba muy rápido pero entendió gran parte de las palabras, su familia hablaba muchos idiomas y ella tuvo que aprendérselos, muchas veces se confundía con el inglés, portugués, chino o español. Era por completo multilingüe. Su hijo la observaba también con simpatía aunque no entendía mucho pero podía notar ese positivismo y motivación de  Jimena.— ¡Agrónoma! Maravilloso y teniendo tanto paisaje aquí debes tener trabajo de sobra imagino. — Se sintió muy feliz por ella. Era bueno que las mujeres también tuvieran su profesión y ya creía que era una chica muy talentosa.

    Le dedicó una encantadora sonrisa cuando insistió con la comida pues sí estaban muy hambrientos y tanto que sus estómagos sonaban. La fatiga era enorme y hasta podrían enfermarse. Miró las ventanas de la casa y al notar sí se preguntó como una casita así podría soportar una tormenta, imaginaba que se inundaba y lo pasaban muy mal cuando ocurría. Sintió esas ganas de ayudarla. Agradeció por completo que hablara en inglés

    ¿Par? — Cuestionó mientras comía también su naranja y ya pelaba otra para su pequeño que se había devorado la anterior. La chica se marchó y lo cierto es que no demoró mucho, el plato le pareció el más apetecible de todo y aunque sí era extraño con el arroz y el pan venía muy bien. — Muchisimas gracias, te deberé una grande e insisto con el pago. Tal vez algo de mercadería, pensamos quedarnos en el pueblo por largo tiempo. No voy a olvidar esto. — Y la chica solo comenzó a comer al igual que su pequeño que comía a grandes cucharadas por lo que tuvo que calmarlo porque le podría doler el estómago.

    Espero no ser una molestia para ti jamás subí planchas ni ponerlas, nada de eso. Pero puedo hacer el intento, con gusto te ayudo. También podríamos cubrir las ventanas ¿Cuándo llega la tormenta? Tenemos que estar preparadas — Decía mientras se detenía en comer para poder hablar al respecto pues no consideraba que estuviera muy segura. — Eso sí tienes que darme un dato en donde se arrienda o el hostal del pueblo. ¿Son muy fuertes? En Portugal se dan en pocas ocasiones no son frecuencia por aquí son comunes al parecer, imagino que tu casa está bien construida para que las soporte...— Indicó. No quería ofenderla, lo cierto es que imaginaba que siendo un país de huracanes las casas tenían una infraestructura para asegurarlas mucho más tal como en otros países con los terremotos o otras catástrofes naturales. — Sí sí quiero ayudarte será mi forma de agradecerte y ni te apures, puedes quedarte aquí, siempre dos manos  son mejores que una. André tendrás que observarnos mientras trabajamos ¿de acuerdo? Te tienes que portar bien. — Dijo primero para Jimena y luego a André que seguramente se iba a poner a curiosear la casa y no quería perderlo del todo de su vista, ya ni era tan pequeño pero para ella siempre sería su bebé.




    Flávia Carvalho— Casa de Jimena — Septiembre de 2022

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    Dom Nov 20, 2022 7:43 pm

    1. Las Primeras Brisas
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    Menos mal que al menos la comunicación no estaba siendo tan complicada. Jimena sabia manejarse en el inglés bastante bien, aunque no tuviera un acento extraordinario. Y bueno, si de acentos hablamos, Flavia tenía lo suyo en cuanto al español. En fin, lo importante es que estaba encontrando como poder ayudarlos y eso le satisfacía mucho. Pues es que no quería imaginar la desesperación de ella como madre, de verse en estas circunstancias y no tener idea de a donde ir. Aunque eso sí, aún no comprendía bien por qué llegaron a la isla. Pero bueno, eso tampoco era asunto suyo. No podía dejar que su lado medio chismoso saliera a flote. Ya si ella le deseaba contar el motivo eran otro cantar.

    -Ah… bueno para qué te digo que no, si en verdad sí. Hay mucho trabajo en estos lares, el detallazo está cuando algunos piden experiencia como si uno hubiera comenzado a trabajar desde que estaba en preescolar. No sé si me explico. Por lo que por ahora trabajo de forma independiente. - lo cual quería decir que si la llamaban allá iba. Igual tenía su otro empleo por el ladito que nada tenía que ver con lo que estudio o de lo contrario no la estarían contando con tantos gastos.

    Una sonrisa traviesa apareció en el rostro de la morena cuando menciono a su par de hermano. - Sí, mis hermanos pequeños. Son bastante glotones, y aun estando hasta las narices de comida, les gana la gula. - le admitió, aclarando que no se trataba de que le estuviera dando la comida de sus hermanos, bastante llenitos que estaban. Es más, les hacían un favor si se la comía, así les quitaban la tentación de en frente. - Bueno, sí en algún momento vez algo sabroso, alguna fruta o algo así, y dices esto se ve rico… bueno, pues entonces deja llevárselo a Jimena. Así sí, pero nada de dinero. Que ya te dije que eso es algo que no se lo podría cobrar a nadie. Claro, salvo que trabajara en un restaurante. - Bromeó.

    La chica le caía bien, era muy simpática y además de misteriosa. Le intrigaba, la verdad que sí. Pero no tenía mucho tiempo que perder, así que debía continuar con su tarea de reforzar la casa para la tormenta. Aunque eso no quitaba que pudiera seguir conversando. Ella podía con las dos cosas al mismo tiempo. - Tranquila, con que no la sueltes hasta que yo te diga es suficiente. - le aseguro encanto a la plancha de zinc. Agradecía que al menos la ayudara o si no tardaría la vida tapando una sola ventana. - Bueno, hubo un tiempo que las que llegaban no eran tan fuertes. Pero no hace mucho llego una que arrasó con todo. Horrible, fue deprimente ver como quedo. Los hermosos paisajes en realidad parecían un set de grabación de The Walking Dead de tan demacrado que quedo todo. - le aseguro, esta vez con toda seriedad, no estaba exagerando.

    Con algo de dificultad entre las dos logros colocar la plancha asegurándola con un par de martillazos. Miro al niño observarlas, y luego miro a la chica. - Sé que es precipitado, qué bueno, técnicamente somos aún unas extrañas. Sé que será difícil a estas horas encontrar donde hospedarse, igual están los refugios en las escuelas donde están todos cuáles sardinas en latas. Así que siento la necesidad de ofrecerles estadía con nosotros. Al menos mientras pasa la tormenta. No es muy grande, pero bueno, quizás Andre pueda quedarse con mis hermanitos y yo te puedo llenar el colchón inflable allí en una esquina del mío. - le ofreció. Es que de verdad no encontraba bien dejarlos ir así porque así. Eran extranjeros y no toda la gente era buena. ¿Y si algo les ocurría? No se lo perdonaría jamás.

    Jimena Valenzuela— Casa de Jimena — Septiembre de 2022

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    Miér Nov 30, 2022 12:18 am

    1. Las Primeras Brisas
    de la Tormenta

    Era grato hablar con Jimena.Quería ayudarla y pagarle con lo buena que estaba siendo sin importarle que era una desconocida con su pequeño hijo. Escuchó lo que hablaba de su trabajo.— ¿Qué puedo decir? Ahora yo me puedo llamar cesante y eso que antes tenía un excelente trabajo. Todo cambia, y estoy segura que pronto lo vas a encontrar. Porque muchos también empiezan por emprendimientos.  — La animó con una sonrisa, es que se notaba que ese tema le preocupaba aunque no lo dijera en voz alta.

    Estaba demasiado agradecida con ella. Era muy tierna y simpática, comía feliz las naranjas y su hijo ya tomaba un mejor semblante, aunque por la salud fue inevitable que pidiera algo de comida. — ¿Entendiste eso, peque? Hay niños. Quizás puedas jugar con ellos. — Dijo con una risa porque su pequeño era sociable. — ¿Qué edad tienen? — Murmuraba con suavidad mientras que sonreía con lo que decía después le agradaba que fuera tan comunicativa y espontánea. — ¡Pero algo debo hacer! No puedo quedarme así como así con toda tu ayuda. No cualquiera lo hace…— Insistió igual. De alguna manera tenía que ayudarla.

    Se encontraba curiosa con el tema de la tormenta y como solían ser, no quería ser descortés pero encontró que su casa aunque era humilde parecía tener mucha resistencia. —¿Siempre has vivido aquí? Porque si veo que corrieron suerte. Me imagino como quedó todo y me alegra que fuera reconstruido. —Exclamó con sinceridad mientras la miraba a los ojos y luego comía un poco más. La veía tomar las planchas y al terminar todo comenzó a ayudarle, estaba segura que en algún momento se aparecerían a los niños que distraeran y al escuchar su proposición, sus ojos claros se abrieron en par en par. — ¿En serio? — No lo asumió de manera inmediata es que estaba siendo demasiado amable, no estaba acostumbrada a eso y le sorprendía, decidió confiar no siempre estaría con el miedo. — Oh, si es verdad. ¡Sí, gracias! — La abrazó con entusiasmo — ¿Escuchaste eso, hijo? — André sabía más inglés y era fluido porque siempre perteneció en un colegio inglés desde que era un pequeño de 3 años en su guardería.— Sí. ¿Tendremos dónde dormir? — Preguntó este. Y la rubia negó con la cabeza.—Sí,André. Pero lo cierto es que hasta podemos dormir hasta el piso, recuerda que no tendremos las mismas comodidades de antes. — Luego miró a Jimena. — No te mentiré a ti, nuestra situación es complicada, no es el momento de hablarlo, descuida no asesine a nadie pero sí es complicado. ¿Estás segura que quieras darnos refugio? Y de antemano, disculpa a André aún es demasiado niño para comprender que todo cambio. Mi madre lo consintió más de lo debido...  — Le decía mientras le ayudaba con las planchas que si consideraba pesadas normal que ella nunca había hecho tal trabajo, pero aprendería, tenía que hacerlo.



    Flávia Carvalho— Casa de Jimena — Septiembre de 2022

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    Mar Dic 27, 2022 6:54 pm

    1. Las Primeras Brisas
    de la Tormenta

    - Tienes razón, lo importante es comenzar por alguna parte y no darse por vencido. - aseguro la morena. A veces era bueno cuando otra persona lo recordaba. - Son mellizos, un poco mayores que tu hijo. Tienen diez años.  - le contaba, ese par era muy curioso, aunque claro, siempre había quien destacaba más que el otro y en este caso la que tenía el control del dúo era la niña.

    Jimena sonrió y luego los miro. - No me molesta que quieras poner tu granito de arena para ayudar. Lo que si es que como te mencione nada de pagos. Sé que no todo mundo es tan dispuesto ayudar. Aunque la cultura influye, los latinoamericanos somos bastante hospitalarios.  Ya te acostumbrarás. Claro, si te das tu tiempo por aquí. - añadió la muchacha.

    Poco a poco la casita comenzaba a quedar asegurada. Había sido un momento bastante complicado aquella vez. Pero sí, al menos, habían tenido la oportunidad de levantarse.  - Sí, bueno casi. Hubo un tiempo en el cual me hospede en otro pueblo porque me quedaba más cerca la universidad. Pero fuera de ello no he vivido en otro lugar. - le comentaba a la otra chica. - Bastante suerte, siempre pudo ser peor y además al menos ninguno de nosotros sufrió ningún accidente. Lo cual es algo que también agradezco. - había personas que habían perecido en medio de aquel huracán. Aunque en algunos casos también era el resultado de la misma irresponsabilidad de cada quien. Era peligroso estar por ahí afuera en momentos así. Por eso mismo Jimena no podía dejar a Flavia y Andrea desamparados.

    - Muy enserió. Puede ser peligroso estar ahí afuera en medio de una tormenta. Y aunque como mencione, hay refugios. No me arriesgaré a dejarlos ir por ahí sin más ni más.  Cuando pueden alojarse aquí. - era un acto de buena fe, no podía dejarlos a su suerte.

    La chica soltó un suspiro y miró a la rubia. - Tranquila. - dijo atreviéndose a tomar sus manos. - Todos tenemos nuestros problemas y tú tienes un niño, la prioridad es velar por él. Yo no soy madre, pero casi he criado a mis hermanos. Te entiendo. - termino. - Igual creo que luego tendremos un largo rato para conversar con calma. No habrá mucho que hacer aparte de escuchar el horrible ruido del viento. - aseguro la muchacha.

    - Vengan, les mostraré el lugar. Así André puede conocer a mis hermanos. Sé que están contentos de conocer nuevos amigos. - le dijo contenta y comenzó a dirigirlos dentro de la casa. Allí su madre se encontraba atendiendo a su padre, el hombre insistía en que le pasara la máquina de afeitar antes de que se llevaran la luz. Viejo terco y vanidoso decía Jimena a sus adentros. ¿No podía aguantarse algunos días sin afeitarse? Igual podía usar una manual. Pero bueno, tampoco se quejaba, era de las pocas cosas que pedía. Pues ya ni siquiera se le hacía posible trabajar. - Mamá, papá. Ella es Flavia y el pequeño André. No tienen donde pasar la tormenta. Así que… les pedí que la pasaran con nosotros. - le anuncio la chica. - Oh, vaya. Pobres criaturas. Con lo peligroso que se pone allí afuera. ¿Ya comieron? - preguntaba la mujer con un toque de preocupación. - Descuida mamá, ya me encargué de eso también. - aseguro la chica. El papá de Jimena asintió y siguió leyendo su periódico, no era un hombre de muchas palabras últimamente, pero tampoco se opuso.

    Al llegar a la habitación de los niños, la chica toco la puerta. De allí resonaron dos voces chillonas. - ¡Hola! ¡Hola! - exclamaron al unísono. - Yo soy Valentina. - dijo la niña. - Y yo son Bryan. - Añadió el niño. Aunque su atención se fue directo al pequeño André. Jimena les murmuró de… hablen inglés. Así que ahí la niña pregunto. - ¿Como te llamas? - La morena miro a la madre del niño. - Hay un pequeño sofá. Tampoco es necesario que duerma en el suelo. - le aseguro.


    Jimena Valenzuela— Casa de Jimena — Septiembre de 2022

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    Miér Ene 18, 2023 12:22 am

    1. Las Primeras Brisas
    de la Tormenta

    Flávia ayudó a su nueva amiga en poner aquellas planchas aunque no fue mucho de ayuda, no estaba acostumbrada a ese trabajo solo que hizo lo posible, no quería que le pagara, la estaba invitando a pasar la tormenta en su casa sin ni siquiera conocerla, y al verla, notaba que era honesta, humilde y sobre todo buena. No habían personas así en el mundo, y no le quedaba de otra iba a confiar. Y aunque no quisiera algún día le devolvería la mano, la chica últimamente estaba con demasiada falta de afecto que lo único que velaba era el bienestar de su hijo.

    Su pequeño André estaba re contento que hubieran niños en el hogar, eran un poco más grandes pero no dejaban de ser niños así que se divertiría y no se asustaría tanto con la tormenta que se aproximaba, sí, había que pensar en eso sabía que eran terribles y ya notaba que sería de temer con el viento que había. Pensaba en la gente que sobre todo estaba en el mar, imaginaba que el oleaje debía ser atroz, aquí al menos estaban en altura y lejos de la ciudad.

    La rubia no dejaba de sonreír y hasta sus ojos brillaron de la emoción por la insistencia de la morena, era tan buena y empática que quería volverla su amiga, además que la ayudaría. — Está bien, por ahora no será con dinero pero tengo que ayudarte con la casa. No soy muy buena, pero dos manos son mejores que una. Real pídeme lo que quieras que soy capaz de levantarme temprano y romperme las uñas si es necesario. — Se las mostró. Eran perfectas. Aunque últimamente lucían más pálidas porque ni ganas sentía de maquillarse.

    Sintiendo algo de vergüenza se dejo guiar a la casa y con sus mejillas rojas, saludó. Igual eran dos desconocidos que llegaban a sus espacios y aún así todos pensaban que era imposible que iban a dejarlos a su suerte por la tormenta. El padre de Jimena se veía mucho más serio pero se sentía esa calidez, para que hablar de la bondad de la madre de la chica, ya eran bastante adultos le recordaba a su abuelita que siempre fue buena con ella. — Son muy amables, gracias por recibirnos. — Dijo con timidez mientras mantenía la mano de su hijo apretada pero lo soltó inmediatamente cuando su pequeño se fijo en los niños, tal como le había dicho Jimena eran mellizos, un niño y una niña.

    André lo miró con el mismo sonrojo que ella y la miró a ella porque no entendió de primeras antes que se lo volvieron a repetir en inglés donde comprendía mucho más a su edad. — Hola, soy André. — Se animó a decir y se fue con ellos, era sociable y le gustaba que hubieran niños ahí. — Lindos nombres. — Sonrió, mientras que Flav miraba con cierta ternura y orgullo, estaba bien que empezara hacer amigos, es que sea como sea, y cuanto durara pretendía quedarse. Solo esperaba que no la buscaran y supieran de su paradero.

    De verdad, nos podemos acomodar en cualquier parte. No te preocupes, no van estar durmiendo mal por nosotros. ¿Cuánto es que dura una tormenta? ¿Hay algo más para poder ayudar?  ¿Qué hace falta? — Le hizo demasiadas preguntas a la vez. Lo único que sabía es que si tenían que asegurar más la casa, trataba de no mirarla era humilde y en evidencia, lo que no estaba acostumbrada pero muy normal que la sintiera hogareña y con esa calidez que no tenía su gran mansión. La verdad es que se sentía muy afortunada de detenerse y hablar con ella. Jimena y su familia hacían que sintiera bien, había esperanzas de superarse y no importaba que todo cambiara en unos 180ª


    Flávia Carvalho— Casa de Jimena — Septiembre de 2022

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    Jue Ene 19, 2023 7:38 pm

    1. Las Primeras Brisas
    de la Tormenta

    Era evidente que el estilo de vida de la otra chica era muy diferente al de Jimena. Se podía notar por la forma de hablar y el porte. Sin embargo, también era claro que no la estaba pasando bien. Nadie llega a un lugar sin tener un destino fijo, salvo que fuera solo por la aventura. Cosa que no era el caso, andaba con un niño y la verdad lucía preocupada. La morena tal vez no tenía mucho, pero lo que tenía lo ponía a disposición de alguien que claramente necesitaba de su ayuda.

    La chica hacía todo lo posible para estar lista a la llegada de la tormenta y de paso que también sus invitados estuvieran cómodos. Buscarían la manera que sé acomodarse, no había excusa para darle refugio a quienes lo necesitan. Más en unas circunstancias como estas. Si bien era cierto que la chica le intriga el porqué, la rubia y su niño habían llegado de manera inesperada hasta la calle frente a su casa. Ahora no era el momento para ello. De seguro, luego tendrían tiempo de sobra para conversar.

    - Me gusta esa actitud. Pero descuida por el momento con la ayuda que me has dado para reforzar esto, estamos bien. - Le aseguro la morena. - Aunque tranquila. Ya luego te encontraré al que hacer. - le dijo soltando una risita. - Por el momento lo importante es resguardarse para la tormenta. - añadió la muchacha. Jimena le mostró el lugar a Flavia y al niño. Como la chica esperaba, sus padres no pusieron peros, pues no le negarían refugio a una joven y su hijo para dejarlos a la intemperie en medio de una tormenta. No se lo perdonarían. - No hay de qué joven, en lo que podamos ayudar. - le respondió la madre de Jimena, mientras su señor padre solo asintió con la cabeza. El hombre era de pocas palabras.

    Lo más bonito de todo fue el encuentro de los niños. No se conocían, tampoco se entendían del todo, pero aun así ahí estaban contentos. - ¡Gracias! - dijeron los mellizos al unísono. - ¿Te gustaría jugar? - le dijo el niño, mientras que la chiquilla le mostraba los juegos de mesa que tenía. - Les gusta conocer gente. - le comento Jimena a Flavia mientras los miraba. La morena negó al escucharla. - Tranquila, nadie dormirá incómodo. Esos niños están acostumbrados a dormir todos conglomerados cuando sus primitos vienen de visita. Si los vieras parece la tienda de campar de niño escuchas. -

    Jimena le hizo una seña a la rubia para que se sentara en el sofá mientras dejaban jugar a los niños. - Bueno, la verdad todo depende de la potencia de la tormenta y que no se vuelva huracán. Pero creo que en este caso posiblemente solo dure una noche y un poco de la mañana. - le explicaba. - Pues creo que ahora más bien lo que nos hace falta es prepararles su huequito en la casa para que puedan pasar la noche. Pero si insistes, supongo que podemos ayudar a mamá a guardar más agua. Nunca está de más. Así de paso aprovechamos y conversamos un rato mientras hacemos eso. - le sugirió la muchacha. - No taras que pronto dentro de algunas horas comenzara a deteriorarse el clima, cuando eso, pase, es momento de resguardarse y simplemente esperar. - finalizo por contarle.  


    Jimena Valenzuela— Casa de Jimena — Septiembre de 2022

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    Sáb Ene 28, 2023 2:34 am

    1. Las Primeras Brisas
    de la Tormenta

    La portuguesa se sentía demasiado acogida en la casa de Jimena. Siempre estaría agradecida por la ayuda que le estaba brindando porque apenas la conocía, se trataba de una extraña en su hogar para que la recibiera así con los brazos abiertos, era muy bondadosa y su familia también. Sus ojos claros se aguaron por todo lo que había pasado, por la emoción y la carga que llevaba encima, solo que la esperanza todo se perdía. — De verdad, muchísimas gracias, es su hogar y nos han recibido, estos días no lo hemos pasado bien y ha sido un viaje largo. — Sabía que no iba a poder quedarse ahí, era solo por una noche, luego tendría que buscar un trabajo y tener la forma de pagar otra vivienda, aquella familia vivía muy apretada y no podía abusar.

    Sabía que en algún momento iba a tener que comentarles lo que había pasado, lo cierto es que sí quería desahogarse así que ya lo tenía asumido si en algún momento la morena se lo llegaba a preguntar. Por su parte, miró como su pequeño se adaptaba, le hizo una seña de que podía jugar y comenzó a jugar con sus nuevos amigos.

    Está bien, solo espero que la tormenta no duré mucho y ayudaré en todo lo que pueda. —Insistía, es que no podía quedarse sin hacer nada ahí con tanta bondad, tenía que recompensarlo de algún modo. Sonrió, decidiendo que ya no volvería a decirle que lo hacían porque eran así de empáticos y bondadosos con quién necesitaba ayuda. Gente así era la que valía la pena.— Tendrá su nuevo campamento, me alegra mucho que tenga nuevos amigos tuvo que alejarse de los que tenía, y a los 7 años igual se siente. — Se lo comentó a ella mientras se sentaba a su lado en el sofá. Amaba la casa, parecía una cabaña cuando va de vacaciones y pasa una semana en familia disfrutando.

    Toda una noche y parte de la mañana. Oh, espero que no ocurra nada feo, de verdad. ¿Es posible qué se corte la luz, no? ¿Tienen velas? ¿Qué hace falta? — No pudo evitarlo otra vez. Oh, perfecto, vamos por agua, deja que tu madre descanse, demás podremos juntas. — Escuchó lo último que decía y asintió, tomando sus manos. — Lo lamento, un clima así debe espantarlos, vi a la gente afuera del aeropuerto y ya todos iban corriendo a sus casas. — Era seguro que pasarían un gran susto y que su hijo iba a estar apegado a ella mientras escucharan el sonido del viento, los golpes  y el ruido de la lluvia torrencial.

    —Vamos por el agua, siento que igual te debo una explicación porque estoy por estos lados, verás que no ha sido fácil. — Le sugirió ir en busca del agua y así aprovechar de conversar, antes que el clima comenzará a empeorar y así que ella la alertara más lo que se venía. Estaba viviendo demasiadas situaciones juntas, solo que aquí estaba más en paz.




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    Lun Feb 20, 2023 8:45 pm

    1. Las Primeras Brisas
    de la Tormenta

    Jimena pretendía que fueran muy bien recibidos en su casa. No era la más grande, la más preparada y menos la más lujosa. Pero sin dudas sería mejor que tener que pasar la tormenta en un refugio que solían ser incómodos. Por supuesto, en caso de no haber otra opción era el mejor lugar para ir. Más este no sería el caso. La chica no se arrepentía de haber ofrecido su ayuda. Pues la rubia estaba siendo una persona agradecida y decidida a aportar hasta donde le fuera posible.

    Cada vez su mente le hacía pensar en que sería lo que habría ocurrido con ella y su niño para que tomara tal decisión. No lo comprendía, pero tal podía deberse a que no era madre. Aun cuando casi fuera una para sus hermanos. No era lo mismo, su propia madre le solía decir que aquello era algo que nacía en el corazón de manera natural, una vez conocías a esa persona personita pequeña y especial que compartía un vínculo inquebrantable contigo. Por lo que igual intuyo que podría tratarse de protegerse de algo o alguien, pero en especial de proteger al niño.

    — Yo también espero lo mismo, por fortuna cuando son de menor categoría no suelen extenderse tanto. — explicó la chica. — Tranquila, de verdad no te preocupes tanto por eso ahora. Te puedo asegurar que después habrá de sobra cosas por hacer. — es que, ya que se veía tan decidida ayudar, pues no la retendría. Pero que conste que ella podía notar cuando alguien realmente estaba agradecido, así que no necesitaba pruebas de ello.

    — Exacto, se divertirán. Los niños tienen mucha imaginación. Estoy segura de que buscarán la forma de que la experiencia no resulte tan traumática. — comentó. — Yo les suelo decir que imaginen que son una tripulación pirata en medio de la brava mar. — así al menos el ruido del viento y la fuerte lluvia no les perturbaría tanto haciendo que pensaran parte de su juego. — Uh, imagino. Debe de ser duro. Siendo adulto igual se siente. No quisiera imaginar siendo niño. Las amistades de los niños suelen ser mucho más sinceras y puras. Pero estoy segura de que se llevarán bien. Ya lo verás. — insistió la morena.

    Jimena ahora le explicaba un poco más detalladamente la duración de una tormenta tropical. No era algo de algunas horas como las tormentas eléctricas que se formaban en cualquier momento. Eran algo más extensas. Pero esperaba que no se extendiera más de lo que le había contado. — Esperemos que no. Tomamos la mayoría de las precauciones. Aunque sí, lamento informarte que es posible que el servicio eléctrico se vaya incluso antes de que este comiencen los vientos fuertes. — nada que hacer, era el pan nuestro de cada día. — Tenemos linternas. También tenemos velas, pero no las usamos a menos que sea necesario, ya que no son muy confiables. —

    Ambas fueron a llenar los envases con agua. Estando solas, la rubia podría expresar mejor que le ocurría. Jimena le paso uno mientras habría la llave del grifo. — Siéntete libre de expresarte. No te voy a juzgar. Aquí nadie nos interrumpirá. ¿Qué… que te ocurrió para que tomaras una decisión así? — preguntó, esperaba no ser tan metida, pero solo podía ayudar si conocía la historia. — Desde ya te puedo decir que cuentas con una amiga aquí. En serio, no creo que fuera casualidad que el destino te trajera hasta el portón de mi casa. — dijo muy en serio.


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    Sáb Feb 25, 2023 2:10 am

    1. Las Primeras Brisas
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    Encontraba a Jimena una chica encantadora y atrayente. Sin duda alguna, podría ser una gran amiga si se lo proponían, se habían conocido en una situación peligrosa, los eventos de la naturaleza no se podían evitar y claro, ella nunca se imaginó que iba a contar con esa suerte de que una tormenta iba acechar quizás a todo Puerto Rico, una situación que los ponía ansiosos, si no hubiera sido por la familia de Jime quizás donde habría estado con su hijo, porque no iba a poder pagar de manera inmediata y ellos no habían pedido nada.

    No había pasado por una situación así, ni ella ni su hijo que seguro que cuando comenzará todo se iba a morir de miedo, lo bueno es que habían niños que lo iban a mantener entretenidos. — Gracias por los consejos, bella. Eso tendré que hacer para que no se asuste, yo también lo estoy así que usar la imaginación ayudará bastante.— Lo bueno es que podía usar el inglés fluido más que el español que lo sabía pero uno más neutral así que quizás no lo entendía, le gustaban los idiomas aunque reconocía que el español era complicado para muchos.

    Me quedo más tranquila con todo lo que has dicho, lamento lo de la luz pero de alguna forma saldremos adelante y bueno ayudar en lo más posible cuando termine la tormenta. — Imaginaba que las casas estaban construidas de una forma para soportar el viento y la fuerte lluvia ahí resguardados solo escucharían nada más, imaginaba esa gente que no tenía casa, no quería pensar el desastre que dejaría, le preocupaba mucho la gente que vivía cerca de las hermosas playas menos mal que aquí estaban en altura. Suspiró.

    Estaba tan agradecida con ella que  le debía el mundo.  Sentía que debía sacarse todo ese peso de encima al notar que podía confiar en ella, así que fueron a buscar agua mientras que su hijo se quedaba feliz con los hermanos de la morena, sabiendo que no aguantaba más, no quería que la juzgara ni nada, la verdad es que con todo lo que había pasado ya ni quería tener una relación con un hombre tal vez se estaba equivocando pero ya los estaba considerando todos iguales con aquel maltrato, no.. no debía pensar así, su hijo no iba a ser así luego de haberlo sacado de ese ambiente, la verdad es que al escuchar las palabras de Jimena, que hablaba del destino y que podía ser su amiga hizo que los ojos se llenaran de lágrimas y la abrazó fuertemente, ya no pudo evitarlo y rompió a llorar. Tenía que sacarse todo ese dolor primero antes de hablar. — Tuve… tuve que escapar…—  Fue lo único que se escapó de su garganta en un sollozo.



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    Dom Feb 26, 2023 9:21 pm

    1. Las Primeras Brisas
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    La chica buscaría que la estadía de madre e hijo fuera lo más amena posible. Sabía que de todos modos no iba a ser una muy grata en el sentido de que estarían pasando por una experiencia que podía generar miedo. Sin embargo, al menos podrían estar seguros de que contarían con un lugar donde estarían resguardados y donde intentarían hacer que su vivencia fuera lo menos traumática posible. Pues al final de cuentas no dejaba de ser un evento natural que nadie podía controlar y había que aprender a vivir con ellos.

    — No hay de qué. Lo hago con gusto. Esto es un evento natural, pero los niños no dejan de ser niños y normal que se puedan asustar. — por lo mismo le daba esas ideas para que el pequeño no la pasara tan mal. Bien sabía como manejarlos, pues ella las empleaba con sus hermanitos. Eso era lo mejor, que al menos el pequeño no estaría solo, los mellizos le podían hacer compañía, lo cual haría todo mucho más sencillo de sobrellevar.

    Jimena tuvo que ser sincera con Flavia en cuanto a lo de la electricidad. Tenía que estar preparada mentalmente para cuando ocurriera porque era algo que pasaría sí, o sí. Y no se trataba de una cosa que fuera solo para los pobres, cuando se iba la luz, se iba para todos. Por supuesto que los más adinerados tenían otras opciones para luego proveer electricidad. Pero de igual forma solo las podían utilizar una vez hubiera pasado la tormenta. — Me alegra saber que te sientes más tranquila. Es cierto, es un pesar que pasen esas cosas. Pero bueno, es parte de la experiencia. — le comento con una sonrisa.

    La morena sabia que la otra chica tenía una historia detrás de su viaje. Tal parecía que se la quería contar. Por lo que al estar solas allí, llenando envases de agua, la joven le aseguro que era todo oídos. Podía contarle lo que gustara, o tan siquiera desahogarse. Como fuera, estaba dispuesta a escucharla. Solo que no se esperó que comenzara a llorar. Fue cuando confirmo sus sospechas. Tenía que tratarse de algo grave, lo que la hizo salir huyendo de aquella manera. Jimena soltó lo que estaba haciendo al notar como la otra lloraba, sin pensarla devolvió aquel abrazo. Se notaba que lo necesitaba. — Solo déjalo salir. — murmuraba mientras acariciaba su espalda en forma consoladora.

    Se quedó sorprendida cuando menciono que dijo que tenía que escapar. Pero no la presionó a decirle más. Solo continuó abrazándola, para que se diera cuenta de que, aunque se acababan de conocer ya podía contar con ella. Porque le nacía que así fuera. — Llora todo lo que tengas que llorar, yo puedo esperar. — le aseguro en un murmullo. Estaba segura de que le contaría todo, pero ya cuando estuviera más tranquila. Ahora solo necesitaba expresar sus emociones.

    Fin del capítulo


    Jimena Valenzuela— Casa de Jimena — Septiembre de 2022

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    Mar Feb 28, 2023 4:25 pm

    2. Las Tormentas
    Una normal y la otra del corazón...

    Agradecía a Dios que en el último tiempo se había encomendado mucho a él, por todo lo que estaba pasando caer en una familia que era tan buena y empática que les había entregado refugio a ella y a su hijo en esa tormenta que estaban por vivir. Y por ello, también tenía un cúmulo de emociones encontradas por todo lo que ocurría, es que claro, se sentía agradecida, contenta por ser recibida y que le brindarán un apoyo que hasta el momento solo lo había tenido de su querida abuela así que el llanto apareció cuando vio la actitud de la chica.

    El abrazo de Jimena había sido reponedor y se sintió protegida, donde al fin podía soltar todo lo que traía encima y lo que cargaba, es que no podía llorar delante de su hijo, es que si la veía con los ojos hinchados podría inventar cualquier historia pero no hacerlo frente a su pequeño. Suspiró, no supo cuánto tiempo estuvo llorando pero trato que no fuera tanto, ahí sollozaba en aquel abrazo en el hombro de su nueva amiga que la tranquilizaba.

    Cuando pudo soltó las palabras, sus ojos verdes estaban rojos por todas las lágrimas que había derramado y su nariz estaba roja por los sorbetones que hizo, se sintió avergonzada dejar la ropa de Jime húmeda por sus lágrimas.

    Ya después de eso sabía que tenía que contarle. Llevó su mano a las suyas, necesitaba apretarlas para lo que estaba a punto de decir. — No.. no ha sido fácil. Yo… vengo de una buena familia de Portugal, de Sintra, mi familia siempre ha tenido negocios y todo, nunca nos ha faltado nada, pero…todo comenzó a fallar cuando conocimos a Jean, él se obsesionó conmigo y como era un buen socio de papá me obligaron a casarme. — Contó con un tartamudeo porque con tan solo pensar en ese idiota le causaba rechazo. Mientras tanto se alejó para ayudarla con el agua.

    Se hizo el loco y al principio no estuvo tan malo.. solo que no sabía porque pero no me sentía atraída y todo el tiempo me sentí presionada, en fin, de esa relación nació Andre, luego cuando tuvo un año, todo se volvió más terrible y aguante hasta que no pude soportarlo más — Soltó un suspiro y comenzó a temblar. — Es que no podía aguantar el maltrato físico y psicológico, nunca le hizo nada a nuestro hijo pero se daba cuenta y era doloroso, y es por eso que estoy aquí, tengo miedo porque puede que se enteré donde estoy aunque no será con rapidez así que no puedo quedarme aquí por mucho tiempo ¿Conoces otros lugares? Es que como sea.. tengo que esconderme. — La chica le suplicó. Prefería ser sincera para que supiera lo que su nueva amiga se estaba metiendo por ayudarla.


    Flávia Carvalho— Casa de Jimena — Septiembre de 2022

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    Lun Abr 03, 2023 7:26 pm

    2. Las tormentas
    UNA NORMAL Y LA OTRA DEL CORAZÓN...

    Jimena comprendía lo que era pasar por momentos complicados en la vida. El sentirse que no sabias como sacar esa tristeza y frustración. Ella había vivido sus propios traumas. Se había quedado vestida y alborotada por un matrimonio que nunca se dio debido a la tragedia. Había sido un momento triste en su vida personal que le había dejado una huella. Lo peor del caso es que nada había podido hacer para evitarlo. Tenía que ser así. Por más que ella misma se reclamara que debió de convencerlo para que no entrara al ejército. Ya lo hecho, hecho estaba y no se podía dar hacia atrás al tiempo.

    La morena no estaba segura de que tipo de traumas guardaba en sus adentros la rubia. Pero si estaba segura de que algo le ocurría y no era menor. Aun así, sabía que para estas cosas había que dejar que la persona del problema fuera la que decidiera hablar. No forzarla porque sería peor. Además, ellas apenas se estaban acabando de conocer. Por lo que solo hizo lo que ella mejor sintió. Dar un abrazo de esos reconfortantes que aunque no digas nada con palabras, dices, estoy aquí con el solo gesto.  

    Cuando la chica se separó de ella pudo notar la aflicción en su rostro. Poco le importaba estar mojada en lágrimas. Después de todo estaban bregando con agua. Por lo que solo sonrió de forma comprensiva mientras sujetaba sus manos. Solo que al escuchar por donde iba el asunto su rostro cambió a uno indignado. — ¿Cómo es posible que en estas fechas les hagan casarse por negocios? — negó, lo peor del caso fue el detalle de la obsesión. Pues que no se quisieran de buenas a primeras, tal vez podía ocurrir con el tiempo. Pero si se trataba de una obsesión significaba una gran alerta, se peligró. Que la otra persona no estaba bien de la cabeza. — Igual lo que me sorprende más es que quisieran casarte con un obsesivo.— eso no estaba bien, nada bien. Aún no le decía más, pero comenzaba a comprender por qué sus decisiones tan drásticas de salir de su hogar de esa manera.

    Tenían que de todos modos terminar con el agua. Ya podía notar que la luz comenzaba a parpadear de vez en cuando. Sabía que en cualquier momento se terminaría por ir. Y eso que apenas ahora comenzaba a caer algunas lloviznas. Cuando escuchó lo último casi terminaba por dejar caer el garrafón del agua de la impresión. — Ah, no, pero qué hijo de puta. De solo pensarlo me dan ganas de darle ese zarpazo y dejarle todas mis uñas marcadas. — y mira que cuando se lo proponía podía ser bastante agresiva. Que no les engañará su forma amable y linda de ser.

    — No te va a encontrar en este monte. Ta verás. Cuando pase todo esto podemos ir a pedir alguna ayuda al municipio. Les encontraremos un lugar. — bien sabía que los políticos cuando ocurrían este tipo de eventos se lucían “ayudando" para ganar votos, por supuesto. Pero que importaba, la idea era igual sacarles algo a ellos. — Ese estúpido no te pondrá una mano encima nuevamente. No señorita, no lo hará. — añadió poniendo una mano sobre su hombro mirándola muy seriamente y decidida. — ¿Sabes? Tal vez no he pasado por algo tan horrible como eso. Pero se lo que es sentirse vulnerable y con el corazón roto. — porque sí, tal vez no lo tenía roto por amor, pero si por tener que esforzarse de que su hijo no sufra las consecuencias de la relación de los padres.


    Jimena Valenzuela— Casa de Jimena — Septiembre de 2022

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    Miér Abr 05, 2023 1:58 am

    2. Las Tormentas
    Una normal y la otra del corazón...

    Necesitaba sacarse ese gran peso que llevaba encima. No lo había podido hablar con nadie más que su abuela, que comprensiva le había dinero para que escapara de ese martirio, es que simplemente no se podía quedar ahí por nada, era infeliz y su hijo contemplaría aquello que deseaba que observara siendo tan pequeño. No le iban a permitir nunca un divorcio así que escapó, si sus padres tuvieran un poco más de empatía la historia habría sido completamente diferente.

    El abrazo de Jimena fue tan reconfortante que pudo expresar todo en un mar de lágrimas que se juntaban con la llovizna que ya empezaba, ahí había dejado el agua por lo cual tenían que apurarse, se sintió comprendida y algo de gracia le causó notar ese carácter feroz que se preguntaba que como en un cuerpo tan pequeño podía tener tanta garra.

    Ay, corazón. El poder y el dinero es lo único que importa a veces en la familia y lo demás se puede soportar, sin embargo, ya no puedo, de verdad preferí huir. — Exclamó con sus manos temblorosas y empezando a sacar agua porque se debía calmar, ya que no podía llegar llorando a casa ni nada parecido algo se inventaría. Andre no podía verla así.

    Es que ese fue el problema, no se mostró como tal en un principio, yo creí que iba a ser feliz con él y no fue así, algo no encajaba y me di cuenta tarde, asumo también que fue mi culpa. —  Dijo soltando un suspiro llenando el tarro con agua que imaginaba que era para lavarse y tener reservas cuando todo comenzará, sin duda, tenía que ayudarla en lo más posible eternamente estaría agradecida con tal gesto. Personas como ella y su familia no se encontraban tan fácil, además que la estaba entendiendo.

    Se llevó unas cuantas cachetadas mías y aún así no cambió. Es que sabía que tenía todas la de ganar. Nuestro negocio es muy grande y las alianzas son de vital importancia, mis padres sabían que no podían perderlo. — Le explicaba. De hecho sabía mucho de negocios por pertenecer a una familia así, por algo también sabía tantos idiomas, Flav se detuvo y siguió llorando, recordar esos malos momentos era crudo para su corazón y más encima, que se sentía tan vulnerable.

    Que le ofreciera ayuda hizo que la abrazara ahora con fuerza. —Eres como un ángel, creo ferviente que al final de un túnel siempre hay luz, y tú eres mi luz. No sé cómo voy a pagarte, pero sí tengo que estar alejada porque no quiero que reciban culpas que no le corresponden. — Enfatizó la chica. Pedir ayuda en el Municipio era un buen plan, también tenía que encontrar un trabajo, cambiarse de nombre para no ser encontrada su hijo ante todo merecía ser feliz, si sus ideas eran bastante precipitadas para cuidarlo.

    La miró con sus ojos hinchados y la vio tan decidida que optó por confíar en ella.— Gracias… —Declaró otra vez, eso sí jamás pensó que ella también tenía el corazón roto. La miró perpleja. — Adelante, me puedes contar…— Siseó con rapidez mientras que ya comenzaba a secarse las lágrimas ahora sí se podía enfocar más para juntar agua, además que la conversación podía continuar adentro.


    Flávia Carvalho— Casa de Jimena — Septiembre de 2022

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    Sáb Abr 08, 2023 9:06 pm

    2. Las tormentas
    UNA NORMAL Y LA OTRA DEL CORAZÓN...

    No había nada mejor que tener un abrazo en el momento que más lo necesitas. Sacarse esa sensación de angustia de encima, era lindo sentirse apoyado. Por eso mismo, ella intentaba de darle a Flavia ese apoyo que se notaba necesitaba. Lo que estaba pasando no parecía ser nada fácil y de solo oírla la horrorizaba. Claro, había muchas cosas que ella no podía comprender. Ambas provenían de familias totalmente diferentes, costumbres diferentes, aspiraciones diferentes. — Uy, pero que mal cuando solo piensan así. Una cosa es querer superarse, querer vivir bien. Incluso acepto que es bueno tener ambiciones en la vida. ¿Pero a qué costo? — había cosas que no deberían cambiarse por nada.

    — Eso es peor aún, tener la esperanza de que todo saldrá bien y luego toparse con un monstruo. — un lobo vestido de oveja podía ser aún peor. Porque sabían manipular a todos haciendo creer que todo está bien y luego a solas sacar las garras. — No puedes decir que es tu culpa si me dices que no conocías esa parte suya. Nada peor que alguien que quiere iniciar una relación bajo engaños buscando aislarte para luego aprovecharse. — la morena no soportaba a la gente, así le molestaba cuando eran tan egocéntricas y narcisistas. Que solo pensaban en el beneficio propio y nada más.

    — Menudo perro, aunque créeme dije cachetadas para tratar de sonar delicada. — Sonrió, es que podía ser medio fiera y no andarse con delicadezas. — Pero sí, a esos tipos igual hay que tratarlos usando más la mente que la fuerza. — así que alejarse de él había sido lo más sensato. Tarde o temprano de alguna forma sabia que lo debería enfrentar. Es que nada ni nadie se puede ocultar para siempre. Pero esperaba que para cuando ese momento llegara estuviera lista para enfrentarlo. — Algunas personas definitivamente no merecen llamarse padres. — afirmo la joven, en el fondo agradecía haber tenido buenas personas como sus progenitores y lamentaba que no todo mundo corriera esa suerte. Es que nada, como el amor de los padres, era demasiado triste. Por suerte tenía a su hijo.

    — Ni tanto, pero trato de ser la mejor persona posible. — aseguro recibiendo aquel abrazo de gratitud. — Ya, no comenzamos con lo de pagarme. Lo primero, es lo primero. Ver como resolvemos la situación de ustedes. Luego ya vemos el resto. — afirmo Jimena. — Ya a ver, ten. — le entrego un pañuelo que traía en el bolsillo para que se pudiera secar. Sabía que no querría que el niño la viera llorando.

    El haberle confesado que había tenido sus penas y el corazón roto hizo que la rubia decidiera que la quería también escuchar. — Bueno, te cuento. Solía ser de las que salía con poca gente. Cuando estaba terminando la escuela tenía un mejor amigo, nos enamoramos, hicimos planes. Todo estaba visualizado. Yo estudiaría, él se iría al ejército, compraríamos una casita y lacaríamos a mis papás de aquí… Todo bien hasta ahí. Comience a estudiar en la universidad y un mal día… — trago saliva, ella ya había superado ese amor, pero no dejaba de ser algo demasiado triste y de lo que no solía hablar. — Llamaron que hubo un accidente con una granada y bueno, mi novio fue el único que no sobrevivió. — intento hacerse la valiente, pero inevitable que algunas lágrimas se escaparan. — Desde ese día decidí que no buscaría más el amor, solo salgo paso un buen rato y ya. Me da miedo encariñarme con la gente y que luego algo malo les ocurra. — tuvo que admitir.


    Jimena Valenzuela— Casa de Jimena — Septiembre de 2022

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    Jue Abr 13, 2023 12:57 am

    2. Las Tormentas
    Una normal y la otra del corazón...

    La miró. Era la primera vez que tenía una opinión distinta aparte la de su abuela, no podía contarle eso a su hijo que era lo único que tenía en el mundo y lo único positivo que tuvo de esa relación por lo tanto ahí tenía que alejarlo de los problemas, ya de por si estaba siendo un mal padre y no quería eso para su hijo. Ya se había descargado lo suficiente, y las palabras de Jimena la hicieron sonreír, era grata esa sensación que la chica trataba de animarla a toda costa. — Eres bastante ruda y tan pequeña que te ves — Dijo algo más animada por todo lo que le había dicho y que ante todo trataba de animarla, mostrarle su apoyo y eso que solo se habían conocido hace media hora si se ponía a calcular.

    Era imposible no volver a abrazarla y luego alejarse muy agradecida.— No me refería a dinero porque ya me dejaste claro que no lo vas aceptar, pero si tengo que pagarte de alguna forma ya veré con que, será con el tiempo ¿De acuerdo? Es que de verdad me sentía muy sola, solo mi abuelita me apoyó en esto y ni siquiera me puedo comunicar con ella ahora.  — Expresó la chica viendo que luego que lleno una botella con agua que la morena igual había pasado una pena de amor y del corazón, aunque como se ponía ya lo notaba más como una tragedia. Ella tomó el pañuelo y se secó las últimas lágrimas, soltó un suspiro era el momento de escucharla.

    No se equivoco su historia era muy triste, porque ese chico le correspondía y por cuestiones de la vida había muerto, todos sus planes se vinieron abajo y era evidente que no quisiera nada del amor en sí. Tomó sus manos. — Es que siento que debes sentirte afortunada que lograste vivir momentos con él, conservas recuerdos felices con quien fue tu pareja aunque todo haya terminado así, solo que todo a su tiempo, yo ni eso todo es tan reciente y ni siquiera quiero pensar en tener algo con alguien ¿sabes? Me quiero dedicar a Andre y ya, quizás cuando sea más grande voy a pensar en mi. — Indicó. No tenía ganas de tener pareja la verdad así que entendía en parte a la chica porque estaba igual, se podrían acompañar porque las dos aunque eran historias muy distintas se sentían tristes todavía, así que se necesitaban de la una y la otra.

    ¿Hace cuanto paso esto? Digo más o menos para saber cuanto demorare en asimilar todo y estar más recuperada, porque sí me aleje ¿Fue lo correcto? — Le preguntó sobre como había podido soportar tanto luego de eso, porque sí su historia había sido muy linda pero con un final triste que nadie merecía. — Yo ni tengo pañuelos ¿Sirve el qué me pasaste? — Señaló en un intento para bromear y que se le pasara un poco también quizás hasta era un recuerdo que quería olvidar y ella con su caso lo había traído a flote.



    Flávia Carvalho— Casa de Jimena — Septiembre de 2022

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    Sáb Abr 15, 2023 8:55 pm

    2. Las tormentas
    UNA NORMAL Y LA OTRA DEL CORAZÓN...

    — Ya vez, algunos se confían de mi tamaño y eso es un grave error. — afirmo. Nunca se podía subestimar a la gente. En especial a esos que solían ver como débiles. Sabía que había muchos así, que se creían ser los más dominantes, que nada los derrotaba.

    Era una ayuda genuina y tomar dinero a cambio de ella le sabía muy mal. Así que no se lo iba a permitir. Más con alguna otra cosa, alguna ayuda o lo que fuera no le negaría esa oportunidad. — Va, va… ya se te ocurría algo seguramente. — afirmo, dando a entender que no tenía apuro. Simplemente, cuando se le ocurriera que le hiciera saber y listo. No había presión en ello. Lamento que no pudiera comunicarse con su abuelita, en especial si había sido la que le había ayudado y había servido de apoyo. — Que lindo que al menos ella sí estuvo de tu lado. Umm… tiene que haber alguna forma de al menos dejarle saber que están bien sin que sea sospechoso. Algo se nos ocurrirá. — y la verdad esperaba que sí, la señora seguro también debía de estar angustiada de no tener noticias.

    — Es cierto lo que dices, y así es como lo recuerdo. Aunque no deja de ser triste cuando viene a la mente esa parte. Sin embargo, mírame. A pesar de todo lo triste y aunque parte de mis planes se troncharon, pude salir adelante. Me gradué, tengo un trabajo. Aunque sea de manera independiente y no gane mucho. Pero por algo se comienza. — afirmo la joven mientras con su dedo secaba una lágrima de su ojo.

    — Es lo mejor que haces, dedicarte a la persona que más te quiere en este mundo. — y no podía ser otro que no fuera aquel hermoso pequeño. — Oh, bueno de eso, ya va cuatro años… apenas teníamos diecinueve años. Pero, bueno, cada cual es diferente y con apoyo todo siempre es más sencillo de superar. — confeso la morena. — Claro que sí, en tu caso te hacía daño estar cerca de aquel hombre. Alejarte fue la mejor opción. — y desgraciadamente no lo decía solo por lo emocional, también porque por lo que le decían corrían peligro.

    Sonrió al escucharla. — Tranquila, con ese está perfecto. — aseguro tomando el pañuelo de vuelta. — Bueno, el agua creo que ya está ¿No? —pregunto a Flavia. — Creo que es momento de poner el último amarre antes de que se ponga más feo el clima. — pues ya comenzaba a ponerse espesa la lluvia. — Dejemos esto adentro. ¿Me acompañas? Me volveré a trepar al techo y lanzaré el tensor, así que necesito alguien que lo mantenga estirado desde abajo en lo que lo amarro al clavo del techo. — Pidió la muchacha mientras dejaban el agua en su lugar.

    — Imagino que en Portugal estas cosas no se ven mucho. ¿No? — pregunto curiosa. — Aunque imagino que cada sitio tiene lidiar con sus fenómenos naturales. — la chica trepo por la escalera de aluminio que tenía recostada de la pared para luego sentarse sobre el techo tomando aquel alambre que tensaría para asegurar que el techo de zinc no se fuera volando. — Cuidado ahí. — dijo mientras comenzaba poco a poco a bajarlo para que la otra chica lo atrapara. Al menos estar hablando hacía que se comenzaran a conocer. — ¿Hay algo que extrañarías mucho, mucho de vivir allá? Además de tu abuelita clara. — Quizás si sabía más podía buscar la forma de hacer que se sintiera como en casa, aunque fuera solo un poco.


    Jimena Valenzuela— Casa de Jimena — Septiembre de 2022

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    Vie Abr 21, 2023 12:31 am

    2. Las Tormentas
    Una normal y la otra del corazón...

    Realmente sentía mucho apoyo de la chica, no dudaba que se convirtieran en amigas de todo lo que estaba haciendo por ella,  tampoco podía aprovecharse y con sinceridad le debía tanto - pero como no quería dinero - algo se le iba a ocurrir. Sonrió con ternura, estaba muy agradecida y se alegraba que personas como ella se encontraran en el mundo, tan empáticos y que ayudará a quienes se encontraban en problemas; como ella.

    Solo río con el comentario que no podían subestimarla con su tamaño, ya podía notar que era de armas tomar, eso le agradaba, de verdad hubiera esperado tener más carácter para así enfrentar al cruel de su esposo. Asintió, y luego escuchaba lo que decía sobre su abuela, la verdad es que con los dos temas no se le ocurría nada aún. — Ciertamente no tengo idea que hacer, sé que en algún momento querré comunicarme, ella misma me pidió que no lo hiciera, ahora mismo mi familia debe estar como loca, la verdad es que no sé cómo va ocultarlo por tanto tiempo, ahora lo único que deseo es estar en paz. — Exclamó con preocupación porque era claro que igual se preocupaba de su abuela y todo lo que había hecho por ella, si provenían de una familia de poder y su abuela no se quedaba atrás, quizás hasta se enfrentaban.

    Sin embargo, Jimena también tenía su historia, una encantadora pero con un final muy triste, de esas que uno no quiere vivir pero a la vez, se recompensaba con los lindos recuerdos. — Me encanta como eres, te veo fuerte y espero que mientras pase el tiempo yo sea igual que tú. Imagino que todo es tan reciente y que no he asumido tanto que aún duele. — Murmuraba la chica que ya la estaba tomando como un ejemplo a seguir, realmente hasta podría ser una guía, con sinceridad no se arrepentía ningún poco en haber confiado en ella.

    Sí, Andre es mi vida entera. Lo haría y entregaría todo por él, no podía quedarse en ese ambiente tóxico. — Señaló la chica, asintiendo al notar que eso había pasado cuando tenía 19 años. — ¿Me dijiste tu edad, verdad? Lo cierto es que luces muy joven.  De hecho,  creo que te gano en edad...— Soltó un nuevo suspiro ante la mención de la morena pero no dijo nada, lo cierto es que sabía que tenía razón que lo mejor que pudo hacer fue huir de ahí. Comenzaría una nueva vida en lo posible, si alguna vez la encontraban iba a dar sus declaraciones pero no iba a permitir que se llevaran a su hijo. Ese era su peor miedo.

    Ya estaban listas con el agua y aún tenía que ayudarla, la verdad es que aunque era la primera vez que hacía esas cosas, iba con entusiasmo y ni le importaba estar empapada con la lluvia que cada vez se volvía un poco más intensa, ya imaginaba que se volvería peor. La acompañó a dejar el agua, y luego solo la acompañó hacer ese amarre en el techo que tanto hablaba. Además que no era tan terrible lo que tenía que hacer, ella solo debía mantenerlo estirado.

    Los hay también pero parece que por estos sectores son mucho más frecuentes y feroces, debe ser por su clima tropical, la verdad no sé porque se da este fenómeno, como que cada lugar tiene su desastre. — Comentó la chica sin saber mucho que decir, pero podía ver que los puertorriqueños estaban muy acostumbrados que esto pasara, imaginaba más terrible la situación a los que vivían mucho más cerca de las playas. En un momento, ella quedó abajo y sujeto la cosa para estirarla tal como ella había pedido. — ¿Así está bien, Jimena? — Le preguntó porque podía alejarse un poco más. Se sorprendió de su pregunta, ni siquiera lo había pensando hasta ahora, claramente era su abuelita a la que más extrañaría. — Seguro pensarás que soy una snob con lo que voy a decir, pero sí extrañare en parte las comodidades, estaba acostumbrada a tener empleadas y salíamos mucho de viaje, incluso por las ciudades de Portugal, asumí desde que me fuí que perdería todo… pero te juro… prefiero esto. — Exclamó con suavidad mientras la ayudaba y esperaba que lo estuviera haciendo bien, se sentía realizada con esto. — ¿Y tú? ¿Aparte de tu país, has viajado a algún lado? — Preguntó por preguntar sabía que en nada fluirían más los temas y adentro seguro conversarían mucho. Ni escuchaba a Andre seguro seguía jugando con sus nuevos amigos.


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    Mar Abr 25, 2023 7:14 pm

    2. Las tormentas
    UNA NORMAL Y LA OTRA DEL CORAZÓN...

    Alguna idea se le iba a tener que ocurrir. De todos modos, lo mejor era dejar que las aguas bajaran para así poder hacer cualquier intento de comunicación con la abuela.  — Lo mejor es por el momento esperar un poco a que el ajetreo se calme. Para que no allá algún tipo de sospecha. Mientras tanto, alguna idea va a surgir. No te preocupes. Cuando algo se me mete entre ceja y ceja nada me lo saca. —  aseguro la morena.

    Jimena sonrió al escucharla. El tiempo curaba las heridas. No iba a ser algo de un momento para otro. Más no tenía por qué creer que siempre sería así. Las cosas cambian y mejores momentos llegan.  — Gracias, pero incluso quienes parecen fuertes en el momento difícil pueden quebrarse. Sin embargo, darse cuenta y luchar por cambiar tu presente hará que se vean los resultados en el futuro. Como dices, aún está muy reciente, muy marcado. Pero pasará. — mantenerse firme, aunque la tormenta llegará y arrasará con todo. Porque así luego es más sencillo levantarse.

    La morena apretó su mano cuando hablo de su niño. Ellos eran los más inocentes en todo esto y aunque ahora tal vez lo podría ver como un juego, una aventura. Había que protegerlo de lo que pudiera pasar luego. No merecía sufrir por cosas que no tenía ni siquiera idea de lo que implicaban. — Ellos no merecen perder esa inocencia por cosas como esta. Algún día entenderá lo ocurrido, pero por el momento lo mejor es que pueda estar tranquilo y sonreír. —  comento la muchacha.

    — Pues creo que directamente no te la dije. —  Soltó una risita. Se le había pasado ese detalle cuando se puso a sacar cuenta de cuantos años habían pasado, como si la rubia tuviera idea alguna de donde venían esos números. Pues no le había dicho su edad.  — Ya son 23 años. —  Respondió.   — ¿Entonces? ¿Me ganaste o no? —  Bromeó intentando de crear un ambiente menos triste.  — Mira, sé que a veces uno quiere salir rápido de las cosas. Adelantar el tiempo. Pero lo más importante no es cuanto se tarde en sanar, más bien que pueda sanar por completo. — Finalizo ahora más seria al notar el suspiro de Flavia.

    Terminaron de prepararse con el agua y siguieron con el cable que les faltaba de tensar para así poder al fin resguardarse y solo esperar.  — Ya imagino, todo depende de la geografía del lugar supongo. Igual es la forma en que la naturaleza restablece el orden. —  comento y es que a veces cuando pareciera quedar todo en desastre para los humanos. Para la naturaleza era como una especie de renovación.

    — Justo así mismo. —  Decía mientras intentaba al menos sacarse el ahora caballo mojado por la lluvia de la cara.  — Para nada. El que diga que no extrañaría comodidades y viajes es un mentiroso. —  Aseguro, pues no la juzgaba para nada por ello.  — Si hubiera tenido la oportunidad, también aprovecharía de esas comodidades. Al final de cuentas lo que importa es la clase de persona que eres. No lo que tengas o no. —  admitió.

    — ¡Listo! Perfecto, muchas gracias. — anunció contenta antes de bajar.  — Mejor vayamos a dentro ya, esto ya se está poniendo feo. —  comento Jimena.  — Solo he ido a República Dominicana, una vez. Bonito lugar, por cierto, y bueno a Estados Unidos. Pero muy pocas veces la verdad. —  Terminó por confesarle mientras entraban en la casa.  — La verdad me gustaría conocer algún sitio nuevo. A ver si pronto se me da. ¿Algún lugar que te dejara sorprendida? —  preguntó con curiosidad. Pronto se comenzó a escuchar uno que otro zumbido del viento de las ráfagas que comenzaron a llegar.

    — Los niños parecen que están bien entretenidos. —  comento la morena cuando de pronto se cortó por completo la energía eléctrica, dejando el sitio bastante obscuro, pues tampoco había el brillo de la luz solar debido a la espesa capa de nubes de lluvia y también el hecho de que todo estaba bien cerrado ya. Solo la puerta por donde entraron las chicas aún estaba abierta, pero pronto tendrían que cerrarla.  — ¿Que tal una pijamada? — Sugirió Jimena divertida mientras buscaba una linterna. Menos mal aún no era de noche y no estaba tan obscuro.


    Jimena Valenzuela— Casa de Jimena — Septiembre de 2022

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    Jue Abr 27, 2023 4:01 pm

    2. Las Tormentas
    Una normal y la otra del corazón...

    Jamás imaginó que iba a tener ese apoyo con una chica que estaba recién conociendo, eso hizo que se le acelerara el corazón. Jimena se veía pequeña, pero era tan fuerte y valiente, que quizás la vida se le hacía difícil solo que era de las que luchaba hasta el final. Afirmó con la cabeza, es que no quedaba más que pasara el tiempo y este consigo traería una solución, lo mismo con que era lo único que traería consuelo, comprensión porque todo pasaba por algo y ella sabía que había actuado bien, simplemente no podía quedarse ahí cuando algo peor podía ocurrir, no aceptaba ningún tipo de maltrato.

    Sus mejillas se encendieron al sentir la calidez de sus manos sobre las suyas, era una sensación de protección, sonrió con timidez, es que de verdad era capaz de hacer todo por su hijo y lo menos que quería era que sufriera. — Que buen consejo, gracias. Espero que luego se de cuenta, es que también queda eso de quiera verlo y yo no voy a poder evitarlo, la verdad es que mientras respete el vínculo de padre e hijo, no me importa, soy yo la que no quiere estar en su vida, no podía permitir que presenciara todo lo malo cuando aún es un niño. —Exclamó con suavidad jugando con sus manos y muy agradecida con sus consejos que la hacían comprender que no estaba tan equivocada.


    —Es que con todo esto últimamente mi cabeza está llena de pensamientos así que tengo mente de Dori,  se me olvida todo.
    — Dijo con una mueca avergonzada y notar que era más joven que ella y tenía 23 años. — Tengo 26 años, recientemente cumplidos. — Señaló con una sonrisa, igual ambas eran bien joviales y parecidas. Volvió asentir, de verdad eran muy reconfortantes sus consejos.

    Toda la razón. — La chica no pecaba de mentirosa y no podía decir lo contrario cuando le iba a costar estar de cero a comparación de lo que estuvo antes ¿pero realmente había sido feliz? No. Solo fueron momentos, estaba acostumbrada a eso pero no lo era todo, lo que sí es que ahora estaba muerta de miedo. Le puso el mayor empeño a hacer lo que Jime le había pedido y se alegró de hacerlo bien. — Conozco varios lugares de Estados Unidos, pero en cuanto a República Dominicana, nada. Lo cierto es que de América central y el Sur, casi nada. Una vez fui a Brasil por negocios pero fue un viaje muy breve. — Dijo con tranquilidad, hablando como solía hacerlo esperaba que no se aburriera de eso. Lo que sí es que estaba muy interesada en conocer República Dominicana.

    Mmm… creo que Francia, Italia y España, supongo que fue porque quise dedicarme a los idiomas, además que el español fue todo un desafío.— Dijo riendo al momento que terminaban todo y luego ella sugería que entraran hasta ahí ni se había percatado lo empapada que estaba.  — André se olvidó de mí y que bueno… seguro pensó que no se haría ningún amigo. Me encanta verlo así, tienes unos hermanitos encantadores... —Es que cuando entraron ellos jugaban y lo cierto es que había ninguna muestra de preocupado solo se divertía.

    Sería genial. — Dijo ante la idea de la pijamada, pasaron tan solo unos minutos, ni siquiera se dio cuenta cuantos hasta que todo retumbó, y ella se sobresaltó, igual escuchó el grito de su hijo. Al parecer ya la lluvia empezaba a tomar mucho más fuerza.


    Flávia Carvalho— Casa de Jimena — Septiembre de 2022

    XIII




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