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Recuerdo del primer mensaje :
Sin lluvia no hay flores
“Andábamos sin buscarnos, pero sabiendo que andábamos para encontrarnos”. - J C
Aquella rubia huyo de aquel lugar que tanto mal le hacía. Sin rumbo fijo solo compró los primeros pasajes disponibles y fue que su destino fue Puerto Rico. Una isla de Centroamérica que solo escuchó de nombre alguna vez. Tenía suerte saber español pues como portuguesa no habría podido entender nada y optar por otro sitio.
No iba sola. Junto a ella iba su hijo de tan solo 7 años que era el más desorientado en ir para acá y para allá en el aeropuerto y cuando pisaron suelo en Aguadillas notaron que se aproximaba una tormenta. Todos estaban inquietos por lo que la idea no fue quedarse en la ciudad así que preguntando tomó la determinación al pueblo más alejado, cercanos a una montañas según le dijeron tomaron el primer carro hacia su último destino. Tenían que quedarse todo había cambiado.
Por otro lado, la morena estaba fastidiada por la rutina. Aunque había terminado la universidad con honores gracias a una buena beca no había logrado conseguir un empleo decente en el último tiempo. Tenía que sacar de la pobreza a sus padres y dos hermanos estudiantes, aunque su pueblito fuera estupendo si pasaban necesidades en Aibonito, pueblo que se encontraba en las montañas y que era reconocido por su agricultura y flores. Sin duda, estaba alejado de todo y ella no deseaba dejarlos del todo ¿Con quienes se quedaría? Tristemente, había pasado hambre y muchas veces tenía que soportar estar sin luz por varios días. Y ahora otra tormenta se aproximaba y andaba temerosa. Ella sola se subió al techo y comenzó arreglarlo como podía para que no terminara todo inundado y fue cuando vio desde esa altura a una rubia con un pequeño con maletas.
Todo comenzó desde ese minuto.
No iba sola. Junto a ella iba su hijo de tan solo 7 años que era el más desorientado en ir para acá y para allá en el aeropuerto y cuando pisaron suelo en Aguadillas notaron que se aproximaba una tormenta. Todos estaban inquietos por lo que la idea no fue quedarse en la ciudad así que preguntando tomó la determinación al pueblo más alejado, cercanos a una montañas según le dijeron tomaron el primer carro hacia su último destino. Tenían que quedarse todo había cambiado.
Por otro lado, la morena estaba fastidiada por la rutina. Aunque había terminado la universidad con honores gracias a una buena beca no había logrado conseguir un empleo decente en el último tiempo. Tenía que sacar de la pobreza a sus padres y dos hermanos estudiantes, aunque su pueblito fuera estupendo si pasaban necesidades en Aibonito, pueblo que se encontraba en las montañas y que era reconocido por su agricultura y flores. Sin duda, estaba alejado de todo y ella no deseaba dejarlos del todo ¿Con quienes se quedaría? Tristemente, había pasado hambre y muchas veces tenía que soportar estar sin luz por varios días. Y ahora otra tormenta se aproximaba y andaba temerosa. Ella sola se subió al techo y comenzó arreglarlo como podía para que no terminara todo inundado y fue cuando vio desde esa altura a una rubia con un pequeño con maletas.
Todo comenzó desde ese minuto.
Jimena Valenzuela 23 años - Camila Mendes - Rising Sun | Flávia Carvalho 26 años - Maya Hawke - Shooting Star |
1x1 — ORIGINAL — REALISTA (Romance - Drama - Diferencias sociales)
XIII
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- Post de Rol:
- Código:
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<div class="pwgotitle">TITULO GUAY AQUI</div><div class="pwgosubtit">SUBTITULO MOLÓN</div>
<div class="pwgotext">TU SUPER CHACHI POST POR AQUÍ...
</div>
<div class="pwgosq1bt"></div><div class="pwgosq2bt"><div class="pwgodatos">¿QUIÉN? — ¿DÓNDE? — ¿CAPITULO?</div></div></div>
[url=https://www.treeofliferpg.com/u967]<div class="creditosxiii">XIII</div>[/url]</center>
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2. Las tormentas
UNA NORMAL Y LA OTRA DEL CORAZÓN...
La morena tenía una personalidad protectora, y le nacía ser así de forma natural. — No hay de qué. Realmente me satisface saber qué puedo hacerle bien a alguien. — aseguró con una sonrisa mientras aún sostenía sus manos. — En eso tienes razón, si no fue bien esposo, que al menos sea buen padre. — Mientras sea así no había problema, porque tampoco se le podía negar eso al pequeño si la relación con él era buena. Ahora bien, si también era malo con el pequeño, ahí si había que tomar cartas en el asunto. Lo mejor era estar muy atentos a su comportamiento si se lo topaba en su vida en un futuro.
— Ah, no nos llevamos tanto entonces. — aseguró sonriente Jimena. Incluso soltó una risita. — Descuida todos en algún momento nos solemos volver Doris. — añadió. Se alegraba de que a pesar de que habían tenido una conversación que podía resultar en algo triste, ahora estuvieran hablando de manera más tranquila. Es que claro, luego de soltar la carga y compartirla con alguien más ayudaba a estar más tranquila.
Sin duda Flavia estaba resultando muy buena ayudante, porque su padre tenía sus condiciones de salud que no le permitían hacer ya estas cosas y su madre, pues no era habilidosa coordinando en nada que tuviera que ver con cables, martillos y clavos. Así que le estaba ayudando más de lo que ella incluso pudiera pensar. — Pues te digo que es un gran lugar República Dominicana, en especial para vacaciones de verano. Aunque para las de navidad, en mi caso preferiría Estados Unidos, así veo la nieve. — todo depende de lo que uno buscara. No conocía muchos sitios, pero los que conocía los tenía altamente recomendados.
— Uh, Brasil. Siempre me ha dado curiosidad. Ese país es enorme. — comento la muchacha, quien suponía que aun los que lo hubieran visitado siempre le faltarían partes por explorar. — Pues fíjate, me da curiosidad España, pues como ya imaginaras, gran parte de las culturas de América latina están ligadas a la de España. Pero jamás he cruzado el gran charco como dirían mis abuelos. — comento la morena. — Quizás algún día, cuando tenga un trabajo más estable, que sea una agrónoma más reconocida podré pensar en darme un viaje algún lugar de esos más lejos. Será divertido. — entre conversación y conversación ya habían terminado, también ya tenían sobre ellas esas primeras bandas de la tormenta.
— Acostúmbrate, que los niños suelen ser así. Mientras no hay más ningún otro se la pasan pegados a una, pero a la que aparecen amiguitos nos abandonan. Aunque al menos ahora nos podemos hacer compañía cada que hagan eso. — bromeo la muchacha. Pues la verdad le estaba agradando tener la compañía de la portuguesa. — Me alegro de que se estén entendiendo y se lleven bien. Le hará bien. Además, Andre también es encantador. Gracias, Bryan y Valentina son un amor. A veces quisiera darles más, pero me quedo tranquila de que al menos siempre están con una linda sonrisa. — comento la muchacha que, aunque era su hermana, los trataba como hijos.
No bromeaba con lo de la pijamada, sería entretenido mientras pasaba la tormenta, solo que al escuchar los gritos de los niños asustados tuvo que alterar un poco el plan. — Bueno, creo que quizás debamos invitar a los chicos a nuestra pijamada. Ven Flavia, armaremos una casita con el cobertor y jugaremos a las cartas debajo de él. — Jimena le señalo una lámpara de baterías que había sobre la mesa para que la rubia la tomara y la siguiera hacia la habitación de los niños. — Tranquilos. Vamos a divertirnos. No hay que tener miedo. — dijo mientras bajaba aquella sabana gruesa de la parte superior de un armario.
— Ah, no nos llevamos tanto entonces. — aseguró sonriente Jimena. Incluso soltó una risita. — Descuida todos en algún momento nos solemos volver Doris. — añadió. Se alegraba de que a pesar de que habían tenido una conversación que podía resultar en algo triste, ahora estuvieran hablando de manera más tranquila. Es que claro, luego de soltar la carga y compartirla con alguien más ayudaba a estar más tranquila.
Sin duda Flavia estaba resultando muy buena ayudante, porque su padre tenía sus condiciones de salud que no le permitían hacer ya estas cosas y su madre, pues no era habilidosa coordinando en nada que tuviera que ver con cables, martillos y clavos. Así que le estaba ayudando más de lo que ella incluso pudiera pensar. — Pues te digo que es un gran lugar República Dominicana, en especial para vacaciones de verano. Aunque para las de navidad, en mi caso preferiría Estados Unidos, así veo la nieve. — todo depende de lo que uno buscara. No conocía muchos sitios, pero los que conocía los tenía altamente recomendados.
— Uh, Brasil. Siempre me ha dado curiosidad. Ese país es enorme. — comento la muchacha, quien suponía que aun los que lo hubieran visitado siempre le faltarían partes por explorar. — Pues fíjate, me da curiosidad España, pues como ya imaginaras, gran parte de las culturas de América latina están ligadas a la de España. Pero jamás he cruzado el gran charco como dirían mis abuelos. — comento la morena. — Quizás algún día, cuando tenga un trabajo más estable, que sea una agrónoma más reconocida podré pensar en darme un viaje algún lugar de esos más lejos. Será divertido. — entre conversación y conversación ya habían terminado, también ya tenían sobre ellas esas primeras bandas de la tormenta.
— Acostúmbrate, que los niños suelen ser así. Mientras no hay más ningún otro se la pasan pegados a una, pero a la que aparecen amiguitos nos abandonan. Aunque al menos ahora nos podemos hacer compañía cada que hagan eso. — bromeo la muchacha. Pues la verdad le estaba agradando tener la compañía de la portuguesa. — Me alegro de que se estén entendiendo y se lleven bien. Le hará bien. Además, Andre también es encantador. Gracias, Bryan y Valentina son un amor. A veces quisiera darles más, pero me quedo tranquila de que al menos siempre están con una linda sonrisa. — comento la muchacha que, aunque era su hermana, los trataba como hijos.
No bromeaba con lo de la pijamada, sería entretenido mientras pasaba la tormenta, solo que al escuchar los gritos de los niños asustados tuvo que alterar un poco el plan. — Bueno, creo que quizás debamos invitar a los chicos a nuestra pijamada. Ven Flavia, armaremos una casita con el cobertor y jugaremos a las cartas debajo de él. — Jimena le señalo una lámpara de baterías que había sobre la mesa para que la rubia la tomara y la siguiera hacia la habitación de los niños. — Tranquilos. Vamos a divertirnos. No hay que tener miedo. — dijo mientras bajaba aquella sabana gruesa de la parte superior de un armario.
Jimena Valenzuela— Casa de Jimena — Septiembre de 2022
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2. Las Tormentas
Una normal y la otra del corazón...
Sí, una tormenta no solo significaba viento, relámpagos, truenos y mucha lluvia que asustaba, sino que también habían tormentas del corazón, que Flavia y Jimena reconocían bien. Al haberse desahogado ya estaban algo mejor y la rubia había prometido internamente que iba hacer algo por ella, la encontraba valiente, empática y un gran apoyo, no quería por así decirlo, dejarla. Aunque estaba al tanto que no debía encariñarse mucho ¿Podría?
Cuando estaban haciendo lo último la conversación de los viajes, fluyó. — Te juro, haberte conocido en otras instancias te habría llevado a conocer todas partes del mundo, no puedo prometerlo pero si llegó a librarme bien de esto y hay una solución, nos iremos de viaje, ese será mi pago, por supuesto que iría toda tu familia incluida. — Le guiñó un ojo. Flav tenía mucha plata con solo portar un buen apellido, ahora estaba abajo solo quería creer que todo volvería a ser como antes, si tan solo sus padres lograban comprender lo que pasaba, habían sido engañados también por ese imbécil. ¿Cómo no se daban cuenta? — Lograrás todos tus sueños ¿sabes? Todo es con esfuerzo, sé que cuesta más pero con perseverancia se logra todo. Vas a tener ese trabajo estable, mereces eso y mucho más. — Tenía que creer más en sí misma, pero la rubia en su opinión creía que la morena merecía el mundo entero, iba a ser recompensada por lo buena que era. Solo tenía que seguir siendo así.
Sintió la calidez del hogar cuando entraron al fin, la chica de inmediato fue por su maleta. Necesitaba cambiarse, así que la idea de la pijamada le parecía perfecta. — Lo sé, pero si están con esa sonrisa date por satisfecha, es lo más importante incluso que lo material, mi pequeño va a tener que comprender eso, asumo que lo tenía algo mimado y él también. — Y ella ahora si se sentía recompensada porque Andre se lo estaba pasando realmente bien, tenía amigos en casa, y quizás estaba más contento porque pensó que lo iba a pasar mal en Puerto Rico, y estaba resultando todo lo contrario. Suspiró y sintió un escalofrío por su cuerpo húmedo.
Asintió con la idea de la pijamada otra vez, y fue cuando se escuchó ese ruido que los hizo sobresaltar a todos, pudo escuchar el grito de su pequeño. Solo que ni siquiera necesito ir allí porque ya Bryan y Valentina lo estaban conteniendo. — Creo que será lo mejor. ¿Le decimos que se pongan los pijamas? Creo que también haré lo mismo, no quiero resfriarme cuando tengo que ayudar después. — Necesitaba ropa seca.— ¿Dónde me puedo cambiar? — Preguntó. — No te adelantes, que te ayudaré con la casita improvisada. — Señaló. Dejo que Jime se dirigiera a los chicos mientras ella se iba a cambiar. Seguro que pasarían una buena noche, hizo esto muy rápido y llamó a André al rato para que también se abrigará con su pijama.
— Mamá tengo algo de susto pero lo estoy pasando muy bien ¡Vamos hacer una fiesta de pijamas! ¿Puedes creer?. Ojala que nos quedemos mucho tiempo aquí, aunque extrañe a los abuelos y a papá, y a nana — Decía por su bisabuela que lo había abrazado un montón antes de marcharse. Ella solo lo abrazó por un momento y luego solo comenzó a cambiarlo antes de salir e ir ayudar a Jimena.
Cuando estaban haciendo lo último la conversación de los viajes, fluyó. — Te juro, haberte conocido en otras instancias te habría llevado a conocer todas partes del mundo, no puedo prometerlo pero si llegó a librarme bien de esto y hay una solución, nos iremos de viaje, ese será mi pago, por supuesto que iría toda tu familia incluida. — Le guiñó un ojo. Flav tenía mucha plata con solo portar un buen apellido, ahora estaba abajo solo quería creer que todo volvería a ser como antes, si tan solo sus padres lograban comprender lo que pasaba, habían sido engañados también por ese imbécil. ¿Cómo no se daban cuenta? — Lograrás todos tus sueños ¿sabes? Todo es con esfuerzo, sé que cuesta más pero con perseverancia se logra todo. Vas a tener ese trabajo estable, mereces eso y mucho más. — Tenía que creer más en sí misma, pero la rubia en su opinión creía que la morena merecía el mundo entero, iba a ser recompensada por lo buena que era. Solo tenía que seguir siendo así.
Sintió la calidez del hogar cuando entraron al fin, la chica de inmediato fue por su maleta. Necesitaba cambiarse, así que la idea de la pijamada le parecía perfecta. — Lo sé, pero si están con esa sonrisa date por satisfecha, es lo más importante incluso que lo material, mi pequeño va a tener que comprender eso, asumo que lo tenía algo mimado y él también. — Y ella ahora si se sentía recompensada porque Andre se lo estaba pasando realmente bien, tenía amigos en casa, y quizás estaba más contento porque pensó que lo iba a pasar mal en Puerto Rico, y estaba resultando todo lo contrario. Suspiró y sintió un escalofrío por su cuerpo húmedo.
Asintió con la idea de la pijamada otra vez, y fue cuando se escuchó ese ruido que los hizo sobresaltar a todos, pudo escuchar el grito de su pequeño. Solo que ni siquiera necesito ir allí porque ya Bryan y Valentina lo estaban conteniendo. — Creo que será lo mejor. ¿Le decimos que se pongan los pijamas? Creo que también haré lo mismo, no quiero resfriarme cuando tengo que ayudar después. — Necesitaba ropa seca.— ¿Dónde me puedo cambiar? — Preguntó. — No te adelantes, que te ayudaré con la casita improvisada. — Señaló. Dejo que Jime se dirigiera a los chicos mientras ella se iba a cambiar. Seguro que pasarían una buena noche, hizo esto muy rápido y llamó a André al rato para que también se abrigará con su pijama.
— Mamá tengo algo de susto pero lo estoy pasando muy bien ¡Vamos hacer una fiesta de pijamas! ¿Puedes creer?. Ojala que nos quedemos mucho tiempo aquí, aunque extrañe a los abuelos y a papá, y a nana — Decía por su bisabuela que lo había abrazado un montón antes de marcharse. Ella solo lo abrazó por un momento y luego solo comenzó a cambiarlo antes de salir e ir ayudar a Jimena.
Flávia Carvalho— Casa de Jimena — Septiembre de 2022
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2. Las tormentas
UNA NORMAL Y LA OTRA DEL CORAZÓN...
Ya hasta estaban trabajando juntas, cuál relojito suizo y eso que era la primera vez para la rubia haciendo este tipo de trabajo. Qué claro, no es que se le diera a la perfección. De hecho, ni siquiera la misma Jimena era una experta con los clavos y el martillo. Pero de que estaba bastante bien asegurada la casa, lo estaba y eso era lo más importante. Se habían vuelto tanto trabajando en el techo que hasta ya los temas tristes habían quedado a un lado. — ¿Lo dices en serio? — pregunto sorprendida. Que recordara nadie le había hecho un tipo de afirmación como esas en años. Fue inevitable que los ojitos le brillaran, pues siempre le había hecho mucha ilusión poder darse un viaje lejos. Incluso cuando puedo se acercó a darle un abrazo. — Bueno, algo me dice que lo vas a lograr y no te lo digo porque me prometieras ese viaje… aunque debo de admitir que… me hace ilusión. La verdad. — Soltó una risita. — Pero lo digo porque sé que podrás salir de esta tormenta y no me refiero precisamente a la que nos estás por azotar. — termino por decir.
Le regalo una sonrisa tierna al escucharla. La verdad ella no hacía las cosas para recibir recompensas, ni halagos, pero sí era cierto que se sentía bonito que creyeran en ella y su potencial. — Gracias, no tienes idea del valor que esas palabras tienen para mí. — a veces el hacer las cosas bien, tener talento, ser inteligente, no era suficiente. De vez en cuando era bueno cuando se reconocían los esfuerzos, no por sobresalir, sino como recordatorio de que tú puedes lograrlo.
Hablar de los niños siempre sacaba sonrisas, pues podían salir con cosas curiosas y divertidas. Esa era la parte importante. Que se sintieran felices. — Eso es cierto, y esas caritas sonrientes valen más que cualquier cosa material. Mientras estén felices, aunque no tengan los más grandes lujos. — aseguro, aunque claro, eso no quitaba que siempre quisiera darles lo mejor que podía.
Cuando comenzaron los ruidos de los vientos, sus hermanitos, como ya estaban un poco más acostumbrados, lograron calmar como pudieron a André. Así que no fue tan fuerte el impacto de lo ocurrido como tal vez pudieron imaginar. Pero ahora que ellas estarían allí todo sería más fácil, podrían distraerlos mejor. Porque la morena sabia que se pondría peor cuando los vientos comenzara a ser más fuertes y arrancar cosas haciendo que las mismas salieran volando estrellándose con todo lo que encontraran. Ahí sí que se pondrían feos los ruidos. Por lo que la idea de la pijamada resultaba toda una maravilla para calmar a los más chicos.
— Puedes hacerlo en el baño, al fondo, a la derecha. — señalo Jimena. — Oh, sí, casi lo olvidaba. Ten. — saco una pequeña linterna y se la entrego a la rubia. — Tranquila, no comenzaremos nada sin ti. Solo iremos sacando los “materiales de construcción" — aseguro la chica en cuanto a eso de aún no hacer la casita. Sonrió al escuchar al niño. — Viste, todo tiene su lado divertido André. — le dijo con seguridad para que el niño se mantuviera calmado. — Aquí saque algunos juegos de cartas para que juguemos luego. ¿Sabes jugar UNO, André? Lo importante es estar pendiente a los colores y los números. — le explicaba por las dudas la chica. — Solo no la dejes ganar André, esperemos seas el primero en ganarle… — comento Bryan poniendo carita de cachorro regañado. — O su mamá, seguro ella sí le puede ganar a Jimena. — Añadió Valentina con una ceja alzada y los brazos cruzados. — Ah, caray. No sabía que había tanto resentimiento de parte de ustedes. ¿Sabes como voy a resolver esto? Bueno… — Comenzó a jugar a las cosquillas con los pequeños mientras esperaban a que Flavia terminara de cambiarse y así olvidaran los ruidos de afuera.
Le regalo una sonrisa tierna al escucharla. La verdad ella no hacía las cosas para recibir recompensas, ni halagos, pero sí era cierto que se sentía bonito que creyeran en ella y su potencial. — Gracias, no tienes idea del valor que esas palabras tienen para mí. — a veces el hacer las cosas bien, tener talento, ser inteligente, no era suficiente. De vez en cuando era bueno cuando se reconocían los esfuerzos, no por sobresalir, sino como recordatorio de que tú puedes lograrlo.
Hablar de los niños siempre sacaba sonrisas, pues podían salir con cosas curiosas y divertidas. Esa era la parte importante. Que se sintieran felices. — Eso es cierto, y esas caritas sonrientes valen más que cualquier cosa material. Mientras estén felices, aunque no tengan los más grandes lujos. — aseguro, aunque claro, eso no quitaba que siempre quisiera darles lo mejor que podía.
Cuando comenzaron los ruidos de los vientos, sus hermanitos, como ya estaban un poco más acostumbrados, lograron calmar como pudieron a André. Así que no fue tan fuerte el impacto de lo ocurrido como tal vez pudieron imaginar. Pero ahora que ellas estarían allí todo sería más fácil, podrían distraerlos mejor. Porque la morena sabia que se pondría peor cuando los vientos comenzara a ser más fuertes y arrancar cosas haciendo que las mismas salieran volando estrellándose con todo lo que encontraran. Ahí sí que se pondrían feos los ruidos. Por lo que la idea de la pijamada resultaba toda una maravilla para calmar a los más chicos.
— Puedes hacerlo en el baño, al fondo, a la derecha. — señalo Jimena. — Oh, sí, casi lo olvidaba. Ten. — saco una pequeña linterna y se la entrego a la rubia. — Tranquila, no comenzaremos nada sin ti. Solo iremos sacando los “materiales de construcción" — aseguro la chica en cuanto a eso de aún no hacer la casita. Sonrió al escuchar al niño. — Viste, todo tiene su lado divertido André. — le dijo con seguridad para que el niño se mantuviera calmado. — Aquí saque algunos juegos de cartas para que juguemos luego. ¿Sabes jugar UNO, André? Lo importante es estar pendiente a los colores y los números. — le explicaba por las dudas la chica. — Solo no la dejes ganar André, esperemos seas el primero en ganarle… — comento Bryan poniendo carita de cachorro regañado. — O su mamá, seguro ella sí le puede ganar a Jimena. — Añadió Valentina con una ceja alzada y los brazos cruzados. — Ah, caray. No sabía que había tanto resentimiento de parte de ustedes. ¿Sabes como voy a resolver esto? Bueno… — Comenzó a jugar a las cosquillas con los pequeños mientras esperaban a que Flavia terminara de cambiarse y así olvidaran los ruidos de afuera.
Jimena Valenzuela— Casa de Jimena — Septiembre de 2022
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2. Las Tormentas
Una normal y la otra del corazón...
Flavia supo que ese tendría que ser el pago de agradecimiento al notar como a Jime le brillaban los ojitos de ilusión con tan solo un viaje, así que esperaba que todo saliera bien después que la tormenta de su vida pasara y que luego llegará la calma ante todo.— Quizás todo se de un tiempo no sé cuanto esto durará pero si luego hay calma, lo recordaré e iremos a recorrer algunos países. — Correspondió al abrazo, sin duda, la morena la llenaba de mucho amor y sentimientos muy bonitos, estaba segura que se iban a volver grandes amigas. — No hay de que. — Colocó su mano en su hombro y mirándola con sinceridad, le alegraba que sus palabras hicieron que sintiera bien.
Ya dentro de la casa, Flav prefirió colocarse el pijama enseguida no quería resfriarse, tenía que estar sana ante todo para después ayudar en todo lo posible, ya habían hecho mucho por ella así que también quería recompensar, muy pronto se le unió su hijo con quién intercambió palabras, aún no se cortaba la luz pero se sentía segura con la linterna que Jime le pasó.
André al instante se fue con su pijama de pingüino que adoraba y demasiado entusiasmado, veía que no tenía problema alguno de recorrer la casa solo. Cuando Flav salió del baño, pudo notar que el viento se volvía cada vez más ruidoso y fuerte, no podía negar que sentía algo de miedo pero quería pensar que todo estaría bien.
Cuando llegó al grupito ya tenían todo amontonado y Jime hablaba entusiasta con los niños, sonrió cuando lograron mirarse, ella también estaba abrigada aunque creía que muy pronto iba a sentir calor que la temperatura de Puerto Rico era más calurosa, solo que si había pasado frío al mojarse.
— Oh, ese juego de cartas se ve divertido. ¿De qué trata? — Le preguntó tanto a Jimena como a los niños que estaban divertidos conversando. — Ya estoy, me dices cuando comenzamos a construir la “casita mágica” — Los ojitos de su André brillaron de la emoción y claro que todos querían ayudar. Era la forma para que conservaran la calma y estuvieran tranquilos, no tenía idea cuando la tormenta se volvería peor. Solo espero las indicaciones de Jimena para comenzar, jamás había hecho algo así con su hijo pues siempre estaba llena de trabajo, sabía que todo esto igual iba a unirlos mucho más, porque sería ante todo una mamá presente.
Comenzó ayudar a Jimena, en estas cosas era algo torpe solo que puso todo su esfuerzo y la verdad es que muy pronto ya tenían todo listo.— Bueno, solo falta que ustedes se cambien para comenzar nuestra “aventura” — Dijo alegre mientras los hermanos de Jime iban corriendo hacia su habitación donde André los siguió y nuevamente se quedó un momento a solas con Jime. — Anda, te espero. — Señaló mientras que ella comenzaba acomodar sus cosas porque su nueva amiga ya había dicho donde iba a dormir. Era una casa humilde, pero ni siquiera importaba ya que lo cierto era un hogar cálido y de mucho amor, nada que ver a la tremenda mansión que tenía donde todo era frialdad.
Ya dentro de la casa, Flav prefirió colocarse el pijama enseguida no quería resfriarse, tenía que estar sana ante todo para después ayudar en todo lo posible, ya habían hecho mucho por ella así que también quería recompensar, muy pronto se le unió su hijo con quién intercambió palabras, aún no se cortaba la luz pero se sentía segura con la linterna que Jime le pasó.
André al instante se fue con su pijama de pingüino que adoraba y demasiado entusiasmado, veía que no tenía problema alguno de recorrer la casa solo. Cuando Flav salió del baño, pudo notar que el viento se volvía cada vez más ruidoso y fuerte, no podía negar que sentía algo de miedo pero quería pensar que todo estaría bien.
Cuando llegó al grupito ya tenían todo amontonado y Jime hablaba entusiasta con los niños, sonrió cuando lograron mirarse, ella también estaba abrigada aunque creía que muy pronto iba a sentir calor que la temperatura de Puerto Rico era más calurosa, solo que si había pasado frío al mojarse.
— Oh, ese juego de cartas se ve divertido. ¿De qué trata? — Le preguntó tanto a Jimena como a los niños que estaban divertidos conversando. — Ya estoy, me dices cuando comenzamos a construir la “casita mágica” — Los ojitos de su André brillaron de la emoción y claro que todos querían ayudar. Era la forma para que conservaran la calma y estuvieran tranquilos, no tenía idea cuando la tormenta se volvería peor. Solo espero las indicaciones de Jimena para comenzar, jamás había hecho algo así con su hijo pues siempre estaba llena de trabajo, sabía que todo esto igual iba a unirlos mucho más, porque sería ante todo una mamá presente.
Comenzó ayudar a Jimena, en estas cosas era algo torpe solo que puso todo su esfuerzo y la verdad es que muy pronto ya tenían todo listo.— Bueno, solo falta que ustedes se cambien para comenzar nuestra “aventura” — Dijo alegre mientras los hermanos de Jime iban corriendo hacia su habitación donde André los siguió y nuevamente se quedó un momento a solas con Jime. — Anda, te espero. — Señaló mientras que ella comenzaba acomodar sus cosas porque su nueva amiga ya había dicho donde iba a dormir. Era una casa humilde, pero ni siquiera importaba ya que lo cierto era un hogar cálido y de mucho amor, nada que ver a la tremenda mansión que tenía donde todo era frialdad.
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2. Las tormentas
UNA NORMAL Y LA OTRA DEL CORAZÓN...
La verdad es que aquella idea la había tomado de pura sorpresa. Jimena jamás imaginó que le propusiera algo así, por lo que la sola idea la llenaba de ilusión. Claro, ella no era una chica interesada, así que de todos modos si por alguna razón luego no ocurría tampoco se iba a quejar mucho menos enojar. Su sola intención ya estaba siendo más que suficiente para la morena ponerse contenta.
— Por supuesto que sí, primero es lo primero. Que arregles todo es lo más importante. Luego vemos eso. Aunque sé que sería algo divertido. — Le aseguró la joven a la rubia. Se sentía contenta con su presencia, algo le decía que serían muchas las sonrías que tendrían juntas. Habían logrado hacer una conexión rápida entre ambas 6 eso era bonito y también algo que no se daba siempre cuando acababas de conocer a alguien. El finalizar aquella conversación con el abrazo fue ese último toque de asegurar que desde ya la una podría contar con la otra.
Ahora que comenzaba a azotar la tormenta era mejor mantener a los niños entretenidos. Hacer de esto un juego para que pudieran pasarla tranquilos y de paso tampoco generará algún trauma. Al menos dentro de lo que fuera posible. Pues estaba consciente de que llegaría un momento cuando estuviera más intenso que hasta ellas misma podrían asustarse. Pero por ahora estarían bien y sería divertido.
Dejo que se fueran a poner sus pijamas. Mientras esperaba con las cosas amontonadas esperando por Flavia, ahí se encontraba ahora haciendo cosquillas a los pequeños. — Oh, sí lo es. No es tan difícil, al menos, de entender. De ganar ya es otro cantar. — dijo divertida. — Bueno, se dividen las cartas entre los jugadores, todos comenzamos con la misma cantidad. Se deja el resto en un paquete a un lado y comienzan a tirar cartas en el centro. Solo puedes tirar cartas si es del mismo color o número. Si no tienes para lanzar debes tomar una del paquete hasta que consigas una que puedas lanzar. La idea es que gane el que primero termine su mazo de cartas. Oh sí, y por supuesto. Gritar UNO cuando solo te quede una sola carta porque de lo contrario no te cuenta si la utilizas sin decirlo. — explicó la morena. La verdad cuando comiencen a jugar se verá más claro.
Entre ambas hicieron la casita de sábanas y ya estaban listos para comenzar a jugar. Bueno, casi, pues ellos aún quedaban de cambiarse los pijamas. — Muy cierto y muy importante. — afirmó Jimena mientras llevaba a sus hermanitos a cambiarse para luego hacerlo ella. Cuando venía de regreso de cambiarse se sintió un estruendo que hizo a los niños correr por el pasillo. — Al refugio, al refugio. — exclamaba Bryan. Que en realidad se refería a la casita. — Sí, vamos, allí estaremos a salvo. — Le decía la muchacha. — Yo no tengo miedo. — aseguró Valentina, oh, pero bien que igual que su hermano había corrido.
— Bueno, comenzamos. ¿no? Que tal que por cada victoria se ganan una menta. ¿Te gustan las mentas André? — preguntó mientras sacaba una bolsita de menta que tenía guardada en una gaveta y la llevaba consigo a la casita. — Por ahora todos tendrán una por valientes. — aseguro la muchacha. — Tú también. — añadió con una sonrisa depositando en la mano de Flavia una menta.
— Bueno. ¿Alguna pregunta o duda antes de comenzar? — preguntó mientras se acomodaba en el lugar ya con su pijama de flores y el cabello suelto para que se secara.
— Por supuesto que sí, primero es lo primero. Que arregles todo es lo más importante. Luego vemos eso. Aunque sé que sería algo divertido. — Le aseguró la joven a la rubia. Se sentía contenta con su presencia, algo le decía que serían muchas las sonrías que tendrían juntas. Habían logrado hacer una conexión rápida entre ambas 6 eso era bonito y también algo que no se daba siempre cuando acababas de conocer a alguien. El finalizar aquella conversación con el abrazo fue ese último toque de asegurar que desde ya la una podría contar con la otra.
Ahora que comenzaba a azotar la tormenta era mejor mantener a los niños entretenidos. Hacer de esto un juego para que pudieran pasarla tranquilos y de paso tampoco generará algún trauma. Al menos dentro de lo que fuera posible. Pues estaba consciente de que llegaría un momento cuando estuviera más intenso que hasta ellas misma podrían asustarse. Pero por ahora estarían bien y sería divertido.
Dejo que se fueran a poner sus pijamas. Mientras esperaba con las cosas amontonadas esperando por Flavia, ahí se encontraba ahora haciendo cosquillas a los pequeños. — Oh, sí lo es. No es tan difícil, al menos, de entender. De ganar ya es otro cantar. — dijo divertida. — Bueno, se dividen las cartas entre los jugadores, todos comenzamos con la misma cantidad. Se deja el resto en un paquete a un lado y comienzan a tirar cartas en el centro. Solo puedes tirar cartas si es del mismo color o número. Si no tienes para lanzar debes tomar una del paquete hasta que consigas una que puedas lanzar. La idea es que gane el que primero termine su mazo de cartas. Oh sí, y por supuesto. Gritar UNO cuando solo te quede una sola carta porque de lo contrario no te cuenta si la utilizas sin decirlo. — explicó la morena. La verdad cuando comiencen a jugar se verá más claro.
Entre ambas hicieron la casita de sábanas y ya estaban listos para comenzar a jugar. Bueno, casi, pues ellos aún quedaban de cambiarse los pijamas. — Muy cierto y muy importante. — afirmó Jimena mientras llevaba a sus hermanitos a cambiarse para luego hacerlo ella. Cuando venía de regreso de cambiarse se sintió un estruendo que hizo a los niños correr por el pasillo. — Al refugio, al refugio. — exclamaba Bryan. Que en realidad se refería a la casita. — Sí, vamos, allí estaremos a salvo. — Le decía la muchacha. — Yo no tengo miedo. — aseguró Valentina, oh, pero bien que igual que su hermano había corrido.
— Bueno, comenzamos. ¿no? Que tal que por cada victoria se ganan una menta. ¿Te gustan las mentas André? — preguntó mientras sacaba una bolsita de menta que tenía guardada en una gaveta y la llevaba consigo a la casita. — Por ahora todos tendrán una por valientes. — aseguro la muchacha. — Tú también. — añadió con una sonrisa depositando en la mano de Flavia una menta.
— Bueno. ¿Alguna pregunta o duda antes de comenzar? — preguntó mientras se acomodaba en el lugar ya con su pijama de flores y el cabello suelto para que se secara.
Jimena Valenzuela— Casa de Jimena — Septiembre de 2022
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2. Las Tormentas
Una normal y la otra del corazón...
La portuguesa solo iba a confiar si pasaba algo no creía que sería tan grave de lo que ya estaba pasando así con su ex y también marido porque tristemente seguía siéndolo. Luego miraba a Jimena y se daba cuenta que era un sol que irradiaba buena energía y felicidad así que sin duda quería estar ahí para sentirse segura y de alguna manera cuando estuviera mejor iba a estar ahí para todo y así apoyarla, porque ahora mismo era la morena la más fuerte.
Más encima justo habían llegado en una época tormentosa y como actuaban todos los civiles era porque era peligrosa y de cuidado. Solo que muchas veces se dice que después de la tormenta llega la calma y quería pensar que fuera así ahora su vida. Suspiró. Podía ver a su hijo feliz y eso recompensaba todo mucho más que tuvo la suerte de encontrarse a amigos que se notaba que eran muy tiernos y buenos, la realidad es que la familia de Jime era muy linda, cariñosa y tierna.
Eran muy afortunados.
Luego de armar el refugio que para su mirada resultaba ser mágico y más que eran los niños que se la creían, Jimena trató de explicarle el juego no parecía demasiado tedioso pero JAMÁS lo había jugado. — ¿Me puedes repetir por favor? O si quieres podemos mirarlos primero y así vamos a entender rápido. — Señaló la chica que miró a André y luego en su idioma le dijo exactamente lo mismo que no entendía nada, pero que no importaba porque estaba demasiado entretenido.
— Prometo repetirles todo, André solo habla un poquito mejor el inglés así que yo iré traduciendo, dijo que no entendía mucho tampoco pero que está muy contento, sé que pronto va aprender — le explicó a Jimena y a sus hermanitos al momento que estaban en el refugio que estaba muy tranquilo, a pesar de que empezaba a llover fuerte no hacía frío así que se sentía muy cómoda. Dejo que le explicaran el juego y vieron como lo hacían. Fue en la tercera ronda del juego que intentaron jugar.
Lo chistoso es que ambos lo hacían mal y eso hacía que empezaran a reírse aunque las risas se apaciguaron cuando la lluvia comenzó a golpear más fuerte y de la nada empezaron a pestañear las luces. — Me pregunto como resistirá la casa — dijo en un susurro a su nueva amiga mientras se quedaba bien apegada a ella, en definitiva no le gustaban mucho las tormentas — ¿Y cuánto dijiste que duran? — cuestionó donde igual miraba a André que estaba muy entretenido con el juego en todo caso.
Más encima justo habían llegado en una época tormentosa y como actuaban todos los civiles era porque era peligrosa y de cuidado. Solo que muchas veces se dice que después de la tormenta llega la calma y quería pensar que fuera así ahora su vida. Suspiró. Podía ver a su hijo feliz y eso recompensaba todo mucho más que tuvo la suerte de encontrarse a amigos que se notaba que eran muy tiernos y buenos, la realidad es que la familia de Jime era muy linda, cariñosa y tierna.
Eran muy afortunados.
Luego de armar el refugio que para su mirada resultaba ser mágico y más que eran los niños que se la creían, Jimena trató de explicarle el juego no parecía demasiado tedioso pero JAMÁS lo había jugado. — ¿Me puedes repetir por favor? O si quieres podemos mirarlos primero y así vamos a entender rápido. — Señaló la chica que miró a André y luego en su idioma le dijo exactamente lo mismo que no entendía nada, pero que no importaba porque estaba demasiado entretenido.
— Prometo repetirles todo, André solo habla un poquito mejor el inglés así que yo iré traduciendo, dijo que no entendía mucho tampoco pero que está muy contento, sé que pronto va aprender — le explicó a Jimena y a sus hermanitos al momento que estaban en el refugio que estaba muy tranquilo, a pesar de que empezaba a llover fuerte no hacía frío así que se sentía muy cómoda. Dejo que le explicaran el juego y vieron como lo hacían. Fue en la tercera ronda del juego que intentaron jugar.
Lo chistoso es que ambos lo hacían mal y eso hacía que empezaran a reírse aunque las risas se apaciguaron cuando la lluvia comenzó a golpear más fuerte y de la nada empezaron a pestañear las luces. — Me pregunto como resistirá la casa — dijo en un susurro a su nueva amiga mientras se quedaba bien apegada a ella, en definitiva no le gustaban mucho las tormentas — ¿Y cuánto dijiste que duran? — cuestionó donde igual miraba a André que estaba muy entretenido con el juego en todo caso.
Flávia Carvalho— Casa de Jimena — Septiembre de 2022
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2. Las tormentas
UNA NORMAL Y LA OTRA DEL CORAZÓN...
Jimena notaba que la portuguesa necesitaba tranquilidad, pero sobre todo poder disfrutar de las pequeñas cosas de la vida. Sentir que por primera vez algo estaba de su parte, que no todo estaba perdido y que podría haber una luz al final del túnel. Además después de mucho tiempo la chica sentía que conectaba con alguien, Flavia era agradable y sentía que le nacía de forma espontánea el ser su apoyo.
Tener la oportunidad de jugar con los niños a la casita era una forma de mantenerlos tranquilos. Es que podía ser un evento perturbador para muchos, incluso para los adultos. Así que lo mejor era hacer que mantuviera sus mentecitas distraídas lo más que fuera posible. Por lo que el juego era la mejor opción. — Buen, claro, claro. Mira, cada cual tendrá un paquete de tarjetas y en su turno debe de lanzar una que sea del mismo número o color de la que esté en el centro. El primero que acabe su paquete es el que gana. — Soltó una risita, es que se dio cuenta de que anteriormente se puso muy técnica para explicar. A veces menos era más, a la hora de explicar.
— Pero podemos hacer una pequeña ronda nosotros para que vean, claro que sí. — aseguro Jimena. — ¿Verdad que si niños? Les ayudaremos aprender a jugar UNO. — afirmo la morena. — Sí, ya verás, no es difícil. — aseguro Valentina. Los niños comenzaron haciendo la demostración de como se jugaba. Para que André pudiera visualizarlo. — Gracias señorita, así nos podemos entender mejor. — sonriente Brian.
El juego continuo hasta que el par de portugueses se unieron al mismo. Aún no les salía, pero estaba siendo divertido. Al punto que los más chicos parecía que había, aunque fuera un poco, olvidado la tormenta. — Uy, parece que ahora sí se irá en definitiva la luz. — Murmuró Jimena al notar las luces. — Pues yo espero que los amarres y las torrenteras sean suficientes. No es uno muy fuerte. — comento ante su pregunta. — Por lo general, ya mañana debió de haber pasado. Solo las que son grandes huracanes podía tardar unas 48 horas más o menos. — comento. Afortunadamente, esta ocasión no era el caso.
— Estaremos bien, aunque eso no quiere decir que tal vez no pasemos algún susto. Puede que por debajo de la puerta entre agua… que también escuchemos ruidos muy fuertes de objetos que golpeen las paredes o ventanas al volar. — Decía en voz bajita para que los niños no se espantaran. Los niños estaban muy distraídos, así que Jime se volteó a Flavia. — ¿Alguna vez has visto en persona como se ve una tormenta? — pregunto. — Ven conmigo. — le pido tomando su mano para llevarla hasta una pequeña ventana en el baño que era la única destapada por su minúsculo tamaño. Mayormente, era solo para que entrara claridad. — Da miedo, pero al mismo tiempo puede ser interesante. — murmuro. Cuando de pronto puff… quedaron completamente a obscuras. — ¡Bendita autoridad de energía eléctrica! — protesto, pero ya nada podía hacer.
Tener la oportunidad de jugar con los niños a la casita era una forma de mantenerlos tranquilos. Es que podía ser un evento perturbador para muchos, incluso para los adultos. Así que lo mejor era hacer que mantuviera sus mentecitas distraídas lo más que fuera posible. Por lo que el juego era la mejor opción. — Buen, claro, claro. Mira, cada cual tendrá un paquete de tarjetas y en su turno debe de lanzar una que sea del mismo número o color de la que esté en el centro. El primero que acabe su paquete es el que gana. — Soltó una risita, es que se dio cuenta de que anteriormente se puso muy técnica para explicar. A veces menos era más, a la hora de explicar.
— Pero podemos hacer una pequeña ronda nosotros para que vean, claro que sí. — aseguro Jimena. — ¿Verdad que si niños? Les ayudaremos aprender a jugar UNO. — afirmo la morena. — Sí, ya verás, no es difícil. — aseguro Valentina. Los niños comenzaron haciendo la demostración de como se jugaba. Para que André pudiera visualizarlo. — Gracias señorita, así nos podemos entender mejor. — sonriente Brian.
El juego continuo hasta que el par de portugueses se unieron al mismo. Aún no les salía, pero estaba siendo divertido. Al punto que los más chicos parecía que había, aunque fuera un poco, olvidado la tormenta. — Uy, parece que ahora sí se irá en definitiva la luz. — Murmuró Jimena al notar las luces. — Pues yo espero que los amarres y las torrenteras sean suficientes. No es uno muy fuerte. — comento ante su pregunta. — Por lo general, ya mañana debió de haber pasado. Solo las que son grandes huracanes podía tardar unas 48 horas más o menos. — comento. Afortunadamente, esta ocasión no era el caso.
— Estaremos bien, aunque eso no quiere decir que tal vez no pasemos algún susto. Puede que por debajo de la puerta entre agua… que también escuchemos ruidos muy fuertes de objetos que golpeen las paredes o ventanas al volar. — Decía en voz bajita para que los niños no se espantaran. Los niños estaban muy distraídos, así que Jime se volteó a Flavia. — ¿Alguna vez has visto en persona como se ve una tormenta? — pregunto. — Ven conmigo. — le pido tomando su mano para llevarla hasta una pequeña ventana en el baño que era la única destapada por su minúsculo tamaño. Mayormente, era solo para que entrara claridad. — Da miedo, pero al mismo tiempo puede ser interesante. — murmuro. Cuando de pronto puff… quedaron completamente a obscuras. — ¡Bendita autoridad de energía eléctrica! — protesto, pero ya nada podía hacer.
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2. Las Tormentas
Una normal y la otra del corazón...
Luego que Jimena explicó mejor el juego pudieron entender con facilidad incluso cuando hicieron el ejemplo. A André le costó un poco más pero como ella y los demás ya comprendían le fueron explicando y señalando lo que tenía que hacer. Era un chico inteligente así que seguro iba a aprender con más práctica. Estaban sumamente divertidos a pesar de la fuerte lluvia que ya había comenzado provocando ruidos que la hacía sobresaltar y a su hijo también.
Se mantenía cerquita hasta que su pequeño se entretuvo con sus nuevos amigos y se apartó. Tenía que entregarle esa independencia así que lo soltó y empezó hablar en susurros con Jime. La luz ya empezaba a pestañear y veía que en cualquier momento se cortaba, no estaba del todo aterrada porque la verdad es que estaba en una casa que en cierta manera había sido construida para este tipo de fenómenos, por lo tanto, en parte igual se sentía segura. — Yo creo que esta casita es capaz de soportar todo pero igual es un tiempo largo 48 horas así que nos toca aguantar no más — Porque vaya que calculando aquello era bastante y seguro que al principio iba a ser difícil asumirlo dado que los dos no estaban acostumbrados, era algo que estaban pasando ahora.
Los ojos de Flav se iluminaron y miró de inmediato a su hijo que seguro se iba asustar de todas formas. No supo que decir y asintió con suavidad por los ruidos y que algunos objetos se iban a caer. Si pensaban quedarse un tiempo ahí en Puerto Rico solo iban a tener que acostumbrarse pues tenían temporadas de huracanes y tormentas, y sinceramente que prefería estar ahí antes de Portugal con ese malnacido y sus padres que por idiotas eran controlados por este. ¿Pensarían igual ahora que ella y André no estaban? Solo esperaba que no se fueran completamente en su contra que todo lo hacía por el bien del niño.
— O sea cuando fui de vacaciones no me acuerdo cuando viví una pero no era tan fuerte como esta y por supuesto que no estaba André, me pasa que también me preocupa un poco — expresó la rubia cuando la morena le preguntó si había visto una. Que tomara su mano la dejo tan perpleja que solo miró a su pequeño que estaba demasiado entretenido con los niños que solo la siguió donde estaba esa ventana pequeña del baño.
Con valor se acercó a mirar y de verdad para ser la primera vez no dejaba de ser impactante. Realmente la impresionó y eso que sentía que no estaba en su mayor potencia — Tienes razón, da un poco de miedo pero no deja de ser impresionante — murmuró queriendo volver donde estaba su pequeño y cuando estaba a punto de ir para la puerta fue cuando se cortó la luz definitivamente. En un impulso, abrazó a Jime porque nunca le había gustado del todo la oscuridad y escondió su cara en el hombro de la chica. Pero al que tampoco le gustaba porque generalmente se la pasaban juntos cuando estaba muy oscuro, era a André que no demoró en gritar: — ¡MAMÁ! ¡¿DONDE ESTÁS?! — Señaló en un perfecto portugués. La casa estaba completamente oscura y había perdido un poco la orientación. — ¡En el baño! Pero tranquilo quédate con los niños que yo ya voy! — Le habló de la misma forma para que se relajara imaginaba que tendría que ayudar a Jimena y a sus padres con las velas.
Se mantenía cerquita hasta que su pequeño se entretuvo con sus nuevos amigos y se apartó. Tenía que entregarle esa independencia así que lo soltó y empezó hablar en susurros con Jime. La luz ya empezaba a pestañear y veía que en cualquier momento se cortaba, no estaba del todo aterrada porque la verdad es que estaba en una casa que en cierta manera había sido construida para este tipo de fenómenos, por lo tanto, en parte igual se sentía segura. — Yo creo que esta casita es capaz de soportar todo pero igual es un tiempo largo 48 horas así que nos toca aguantar no más — Porque vaya que calculando aquello era bastante y seguro que al principio iba a ser difícil asumirlo dado que los dos no estaban acostumbrados, era algo que estaban pasando ahora.
Los ojos de Flav se iluminaron y miró de inmediato a su hijo que seguro se iba asustar de todas formas. No supo que decir y asintió con suavidad por los ruidos y que algunos objetos se iban a caer. Si pensaban quedarse un tiempo ahí en Puerto Rico solo iban a tener que acostumbrarse pues tenían temporadas de huracanes y tormentas, y sinceramente que prefería estar ahí antes de Portugal con ese malnacido y sus padres que por idiotas eran controlados por este. ¿Pensarían igual ahora que ella y André no estaban? Solo esperaba que no se fueran completamente en su contra que todo lo hacía por el bien del niño.
— O sea cuando fui de vacaciones no me acuerdo cuando viví una pero no era tan fuerte como esta y por supuesto que no estaba André, me pasa que también me preocupa un poco — expresó la rubia cuando la morena le preguntó si había visto una. Que tomara su mano la dejo tan perpleja que solo miró a su pequeño que estaba demasiado entretenido con los niños que solo la siguió donde estaba esa ventana pequeña del baño.
Con valor se acercó a mirar y de verdad para ser la primera vez no dejaba de ser impactante. Realmente la impresionó y eso que sentía que no estaba en su mayor potencia — Tienes razón, da un poco de miedo pero no deja de ser impresionante — murmuró queriendo volver donde estaba su pequeño y cuando estaba a punto de ir para la puerta fue cuando se cortó la luz definitivamente. En un impulso, abrazó a Jime porque nunca le había gustado del todo la oscuridad y escondió su cara en el hombro de la chica. Pero al que tampoco le gustaba porque generalmente se la pasaban juntos cuando estaba muy oscuro, era a André que no demoró en gritar: — ¡MAMÁ! ¡¿DONDE ESTÁS?! — Señaló en un perfecto portugués. La casa estaba completamente oscura y había perdido un poco la orientación. — ¡En el baño! Pero tranquilo quédate con los niños que yo ya voy! — Le habló de la misma forma para que se relajara imaginaba que tendría que ayudar a Jimena y a sus padres con las velas.
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2. Las tormentas
UNA NORMAL Y LA OTRA DEL CORAZÓN...
Jimena ya sabía que más temprano que tarde la luz iba a terminar por irse. Eso era algo ya normal, es más, le había sorprendido que aún no lo hiciera. Aunque ya comenzaba a dar señales de que querer dejarlos a obscuras. — Sí, tienes razón. Al menos estamos preparados. Tome la mayor cantidad de medidas de precaución. Así que al menos para este tipo de tormentas resistirá. Estaremos bien. — Dijo ahora más positiva. — Aunque sí debo aclarar que no estaremos exentas de pasar algún susto. — porque la naturaleza siempre podía sorprender. — Pero después que solo sean sustos está todo bien. ¿Un poquito de adrenalina? — la morena solo intentaba sacar lo mejor de la situación. — Oh, sí, pero no creo que está en específico, no duraría tanto. Es más pequeña. Igual de todos modos, 24 horas encerradas no deja de ser mucho tiempo. — si lograban en algún momento dormir un poco seguro que entonces se sentiría el tiempo un poco más corto.
El pan nuestro de cada día eran estas cosas cada que llegaba estos meses. Sería algo que estaría viendo a menudo. Pues Jimena creía que luego de lo que le contó no había manera de que volviera a Portugal. Y no veía como opción beneficiosa continuar saltando de lugar en lugar. Cuando el tipo no sospechaba que estaba aquí, así que no había porque moverse. Además de que al menos por su parte pretendía ayudarle en lo que le fuera posible. Era real la posibilidad de que pudiera crear una nueva vida junto a su hijo en la isla.
— Pues, aunque sea más intensa, no deja de ser lluvia y viento, pero en cantidades mayores. En eso no cambian unas de otras. — Comento la chica, pues tampoco es que saldría nada fuera de lo común. Eso sí, lo que sí podía sorprender el poder que podía tener la naturaleza. Como la lluvia podía pasar de una que con su ruido podía relajarte para dormir y al mismo esa misma lluvia podía convertirse en un torrente de agua que te podía hasta arrastrar a la muerte.
La morena de todos modos quería mostrarle a la chica de primera mano como se veía una tormenta. No era lo mismo solo escuchar e imaginar lo que estaba ocurriendo allí afuera. — Hay que aprender a convivir con la naturaleza. Respetarla. Lo importante es no desafiar la naturaleza. — Había mucha gente loca y sabía que de seguro había dos o tres aun paseando por las calles como si nada.
Cuando se fue la luz ocurrió algo inesperado. O tal vez no tanto, no a todo mundo le gustaba la obscuridad. Por lo que aunque en el momento él abrazó, la tomó por sorpresa, luego comprendió rápido. Así que solo le devolvió el abrazo para que pudiera encontrar esa sensación de protección que buscaba. — Creo que habrá que socorrerlos. — Murmuró la chica al escuchar al niño. — Ven, toma mi mano y no la sueltes. De las tantas veces que he tenido que hacer esto ya aprendí a orientarme en la casa a obscuras. — Jimena una vez más agarraba a Flavia de la mano, esta vez de una forma firme para que se sintiera segura.
Poco a poco la dirigió a la cocina en busca de alguna linterna o velas que les sirvieran para alumbrarse. Jimena iba despacio y aunque conocía el lugar, no evito que tropezar con pequeño triciclo que los niños había “guardado” en el mismo medio de uno de los pasillos. Por lo que se detuvo en seco haciendo que Flavia corriera el riesgo de tropezar con ella si iba a la misma velocidad que ella caminaba. A todas estas aún no soltaba su mano. — Lo siento, pero esto no se supone que estuviera aquí. — se disculpó la chica, pues después que dijo saber el camino aun a ciegas termino tropezando.
El pan nuestro de cada día eran estas cosas cada que llegaba estos meses. Sería algo que estaría viendo a menudo. Pues Jimena creía que luego de lo que le contó no había manera de que volviera a Portugal. Y no veía como opción beneficiosa continuar saltando de lugar en lugar. Cuando el tipo no sospechaba que estaba aquí, así que no había porque moverse. Además de que al menos por su parte pretendía ayudarle en lo que le fuera posible. Era real la posibilidad de que pudiera crear una nueva vida junto a su hijo en la isla.
— Pues, aunque sea más intensa, no deja de ser lluvia y viento, pero en cantidades mayores. En eso no cambian unas de otras. — Comento la chica, pues tampoco es que saldría nada fuera de lo común. Eso sí, lo que sí podía sorprender el poder que podía tener la naturaleza. Como la lluvia podía pasar de una que con su ruido podía relajarte para dormir y al mismo esa misma lluvia podía convertirse en un torrente de agua que te podía hasta arrastrar a la muerte.
La morena de todos modos quería mostrarle a la chica de primera mano como se veía una tormenta. No era lo mismo solo escuchar e imaginar lo que estaba ocurriendo allí afuera. — Hay que aprender a convivir con la naturaleza. Respetarla. Lo importante es no desafiar la naturaleza. — Había mucha gente loca y sabía que de seguro había dos o tres aun paseando por las calles como si nada.
Cuando se fue la luz ocurrió algo inesperado. O tal vez no tanto, no a todo mundo le gustaba la obscuridad. Por lo que aunque en el momento él abrazó, la tomó por sorpresa, luego comprendió rápido. Así que solo le devolvió el abrazo para que pudiera encontrar esa sensación de protección que buscaba. — Creo que habrá que socorrerlos. — Murmuró la chica al escuchar al niño. — Ven, toma mi mano y no la sueltes. De las tantas veces que he tenido que hacer esto ya aprendí a orientarme en la casa a obscuras. — Jimena una vez más agarraba a Flavia de la mano, esta vez de una forma firme para que se sintiera segura.
Poco a poco la dirigió a la cocina en busca de alguna linterna o velas que les sirvieran para alumbrarse. Jimena iba despacio y aunque conocía el lugar, no evito que tropezar con pequeño triciclo que los niños había “guardado” en el mismo medio de uno de los pasillos. Por lo que se detuvo en seco haciendo que Flavia corriera el riesgo de tropezar con ella si iba a la misma velocidad que ella caminaba. A todas estas aún no soltaba su mano. — Lo siento, pero esto no se supone que estuviera aquí. — se disculpó la chica, pues después que dijo saber el camino aun a ciegas termino tropezando.
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2. Las Tormentas
Una normal y la otra del corazón...
Cada rincón era todo un mundo con todas sus hazañas y eventos. La naturaleza nunca se quedaría atrás y lo cierto es que todo se ponía cada vez más intenso por el tema del calentamiento global, lo cierto es que podrían haber fenómenos en un lado y de la nada podía aparecer en otro, en Puerto Rico eran las tormentas y huracanes.
Claro que Jime tenía razón la vida tenía que tener adrenalina por eso aceptó a observar desde aquel rincón quedando impresionada por lo que veía. —Es impresionante e intimidante. Todo se debe respetar, Jimena.... lo sé — Señaló igual con cierto miedo, la lluvia golpeaba fuerte y había demasiado viento que golpeaba las paredes y techos de la casa que de verdad ella pensaba que se iba a venir abajo. Lo otro es que también se podría inundar, y claro solo pensaba locos panoramas.— Entonces habría sido toda una adrenalina quedarme afuera, pero tu nos salvaste. Lo cierto es que no habríamos sabido que hacer, estar mucho más asustados seguramente. — Puso su mano en su hombro agradecida porque lo cierto que la estaba salvando poco a poco y tanto que hasta le contó algo tan personal y privado como el asunto de su ex pareja.
Y vaya que la seguía salvando porque la rubia le tenía miedo a la oscuridad. Jimena ya se lo había advertido que se cortaba la luz, solo que fue tan repentino que no pudo evitar sobresaltarse y abrazarla como si su vida dependiera de ello. — Me... me hago la valiente pero nunca me ha gustado estar a oscuras y al parecer mi hijo tampoco —André luego que la escuchó pareció sentirse más tranquilo y quería suponer que era justo porque estaba con los hermanos de su amiga que ya era imposible que se quedaran solos.
Igual Flavia se mantuvo así hasta que se tranquilizo hasta que escuchó las primeras palabras de la morena. Sí, tenían que salir ahí ya que estaban a oscuras y a esas horas creía que lo mejor si no volvía era dormir. — Confío en ti...— La rubia tomó su mano y se dejo guiar por Jimena por los pasillos y lo cierto es que si no fuera por ella si se hubiera desorientando entera.
— André no se te ocurra moverte y quédate con tus amigos — Elevó la voz para que su chica escuchara. No tenía idea donde estaba todo parecía como si fuera una boca de un lobo o un bosque oscuro demasiado frondoso. El camino tampoco era fácil porque hasta su amiga casi tropieza con algo que no sabía que era pero por las sombras parecía un juguete — Descuida...que problema. Estaré atenta para que no nos caigamos. — De hecho, paso tiempo y eso ocurrió.
Jimena terminó tropezando, ella no pudo agarrar su brazo y terminó cayendo encima de ella. — ¡Auch! — Señaló. Si que hasta se había escuchado el golpe seco de las dos y tanto que los demás preguntaran que había ocurrido. — Nos caímos... Jime... ¿Estás bien? ¿No te hiciste daño? — Seguía encima de ella y podía hasta sentir su respiración. Solo que aquello ni era relevante sino que más que quería asegurarse que estuviera bien.
Claro que Jime tenía razón la vida tenía que tener adrenalina por eso aceptó a observar desde aquel rincón quedando impresionada por lo que veía. —Es impresionante e intimidante. Todo se debe respetar, Jimena.... lo sé — Señaló igual con cierto miedo, la lluvia golpeaba fuerte y había demasiado viento que golpeaba las paredes y techos de la casa que de verdad ella pensaba que se iba a venir abajo. Lo otro es que también se podría inundar, y claro solo pensaba locos panoramas.— Entonces habría sido toda una adrenalina quedarme afuera, pero tu nos salvaste. Lo cierto es que no habríamos sabido que hacer, estar mucho más asustados seguramente. — Puso su mano en su hombro agradecida porque lo cierto que la estaba salvando poco a poco y tanto que hasta le contó algo tan personal y privado como el asunto de su ex pareja.
Y vaya que la seguía salvando porque la rubia le tenía miedo a la oscuridad. Jimena ya se lo había advertido que se cortaba la luz, solo que fue tan repentino que no pudo evitar sobresaltarse y abrazarla como si su vida dependiera de ello. — Me... me hago la valiente pero nunca me ha gustado estar a oscuras y al parecer mi hijo tampoco —André luego que la escuchó pareció sentirse más tranquilo y quería suponer que era justo porque estaba con los hermanos de su amiga que ya era imposible que se quedaran solos.
Igual Flavia se mantuvo así hasta que se tranquilizo hasta que escuchó las primeras palabras de la morena. Sí, tenían que salir ahí ya que estaban a oscuras y a esas horas creía que lo mejor si no volvía era dormir. — Confío en ti...— La rubia tomó su mano y se dejo guiar por Jimena por los pasillos y lo cierto es que si no fuera por ella si se hubiera desorientando entera.
— André no se te ocurra moverte y quédate con tus amigos — Elevó la voz para que su chica escuchara. No tenía idea donde estaba todo parecía como si fuera una boca de un lobo o un bosque oscuro demasiado frondoso. El camino tampoco era fácil porque hasta su amiga casi tropieza con algo que no sabía que era pero por las sombras parecía un juguete — Descuida...que problema. Estaré atenta para que no nos caigamos. — De hecho, paso tiempo y eso ocurrió.
Jimena terminó tropezando, ella no pudo agarrar su brazo y terminó cayendo encima de ella. — ¡Auch! — Señaló. Si que hasta se había escuchado el golpe seco de las dos y tanto que los demás preguntaran que había ocurrido. — Nos caímos... Jime... ¿Estás bien? ¿No te hiciste daño? — Seguía encima de ella y podía hasta sentir su respiración. Solo que aquello ni era relevante sino que más que quería asegurarse que estuviera bien.
Flávia Carvalho— Casa de Jimena — Septiembre de 2022
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2. Las tormentas
UNA NORMAL Y LA OTRA DEL CORAZÓN...
Era cierto que había ciertas cosas que daban miedo, como eran los eventos atmosféricos. Más, sin embargo, eso no quitaba que se pudiera apreciar lo impresionase que aquello podía llegar a ser. El poder de la naturaleza era algo impactante, asombroso, pero al mismo tiempo serio. — Tranquila, no creo que seas de las que no respete a la naturaleza. Pero si conozco a dos o tres loquitos que les gusta desafiarla. — afirmo la morena.
— La verdad es que sí, aunque estoy segura de que el personal de emergencia hubiera dado con ustedes y los llevarían alguno de los refugios. Pero me alegro haber podido ayudar. Al final no es lo mismo pasarlo en un refugio que en una casa. — en la casa podía tener más cuidados, hacer que se sintieran tan desprotegidos por sentir ese calor de hogar. Además de que podían tener más privacidad.
Jimena estaba acostumbrada a los apagones, aunque la verdad no le gustaban para nada y reconocía que cuando se daban en medio de las tormentas o huracanes podía ser peor porque no había luz solar que valiera aun cuando estuviera de día. Sin contar los feos ruidos que provocaba el viento y la fuerte lluvia. — Uh, sí… a veces hay momentos que tenemos que fingir por ellos. — le respondió, ella no era madre, pero sus hermanitos casi eran como sus hijos y solía tener que hacerse la fuerte ante las adversidades cuando estos corrían a ella aterrorizados, preocupados o tristes por alguna circunstancia. — Pero tranquila, no pasará nada. — le aseguro la muchacha para calmar a la rubia mientras le daba suaves palmadas en la espalda.
Quizás Flavia no pudo ver bien la sonrisa en su rostro cuando dijo que confiaba en ella por la obscuridad, pero allí estaba dibujada. — Valentina, Bryan, ustedes tampoco se les ocurra moverse. Cuiden de André. — exclamo la agrónoma a los mellizos.
Hablando de los mellizos, el descuido del par por andar dejando en el mismo medio los juguetes fue que provoco que la mayor tropezara con aquel, triciclo. Todo termino siendo como una fila de dominós que caen en secuencia. Primero, Jimena tropezó, luego Flavia tropezó justo después de ella y al final terminaron las dos en el suelo.
— Sí, nos caímos. — no le quedo de otra que reírse por el incidente. Ya les daría su pequeño regaño a los niños. Es que debían de aprender a poner las cosas en su lugar. Sí, es cierto que el triciclo iba a fuera, pero no lo podían dejar afuera por el clima, pero claramente les había pedido poner todo en una esquina donde no molestara. Que tal que hubiera sido sus papás los que se cayeran por tropezar con él mismo. Ya bastantes malestares tenían ambos como para añadir un golpe como ese. Podía ser peligroso. Claro, todo se lo diría de buena forma, pero debían de aprender a seguir instrucciones.
— Estoy bien. — Sonrió, aún la tenía sobre ella, apenas podía verla bien, pero si podía notar como sus grandes y lindos ojos claros resaltaban en la obscuridad, pues su vista comenzaba a adaptarse. — Más me dolió el pie al golpearme con el triciclo, y la dignidad también. — aseguro para que no se preocupara. Aunque no se había preocupado en pedirle que se quitara de encima. Más bien se había quedado rendida en el suelo. — ¿Tú estás bien? — pregunto Jimena. — Aunque creo que amortigüe tu caída. Menos mal, porque imagínate. Tú confiando en mí y pasa esto. — termino comentando soltando otra risita.
— La verdad es que sí, aunque estoy segura de que el personal de emergencia hubiera dado con ustedes y los llevarían alguno de los refugios. Pero me alegro haber podido ayudar. Al final no es lo mismo pasarlo en un refugio que en una casa. — en la casa podía tener más cuidados, hacer que se sintieran tan desprotegidos por sentir ese calor de hogar. Además de que podían tener más privacidad.
Jimena estaba acostumbrada a los apagones, aunque la verdad no le gustaban para nada y reconocía que cuando se daban en medio de las tormentas o huracanes podía ser peor porque no había luz solar que valiera aun cuando estuviera de día. Sin contar los feos ruidos que provocaba el viento y la fuerte lluvia. — Uh, sí… a veces hay momentos que tenemos que fingir por ellos. — le respondió, ella no era madre, pero sus hermanitos casi eran como sus hijos y solía tener que hacerse la fuerte ante las adversidades cuando estos corrían a ella aterrorizados, preocupados o tristes por alguna circunstancia. — Pero tranquila, no pasará nada. — le aseguro la muchacha para calmar a la rubia mientras le daba suaves palmadas en la espalda.
Quizás Flavia no pudo ver bien la sonrisa en su rostro cuando dijo que confiaba en ella por la obscuridad, pero allí estaba dibujada. — Valentina, Bryan, ustedes tampoco se les ocurra moverse. Cuiden de André. — exclamo la agrónoma a los mellizos.
Hablando de los mellizos, el descuido del par por andar dejando en el mismo medio los juguetes fue que provoco que la mayor tropezara con aquel, triciclo. Todo termino siendo como una fila de dominós que caen en secuencia. Primero, Jimena tropezó, luego Flavia tropezó justo después de ella y al final terminaron las dos en el suelo.
— Sí, nos caímos. — no le quedo de otra que reírse por el incidente. Ya les daría su pequeño regaño a los niños. Es que debían de aprender a poner las cosas en su lugar. Sí, es cierto que el triciclo iba a fuera, pero no lo podían dejar afuera por el clima, pero claramente les había pedido poner todo en una esquina donde no molestara. Que tal que hubiera sido sus papás los que se cayeran por tropezar con él mismo. Ya bastantes malestares tenían ambos como para añadir un golpe como ese. Podía ser peligroso. Claro, todo se lo diría de buena forma, pero debían de aprender a seguir instrucciones.
— Estoy bien. — Sonrió, aún la tenía sobre ella, apenas podía verla bien, pero si podía notar como sus grandes y lindos ojos claros resaltaban en la obscuridad, pues su vista comenzaba a adaptarse. — Más me dolió el pie al golpearme con el triciclo, y la dignidad también. — aseguro para que no se preocupara. Aunque no se había preocupado en pedirle que se quitara de encima. Más bien se había quedado rendida en el suelo. — ¿Tú estás bien? — pregunto Jimena. — Aunque creo que amortigüe tu caída. Menos mal, porque imagínate. Tú confiando en mí y pasa esto. — termino comentando soltando otra risita.
Jimena Valenzuela— Casa de Jimena — Septiembre de 2022
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2. Las Tormentas
Una normal y la otra del corazón...
La chica agradeció haber encontrado a Jimena que en realidad había sido muy buena con ella porque aunque no le habría importado estar en un refugio para resguardarse con su hijo siempre era mejor pasarlo en una casa.
La rubia la escuchaba y le gustaba como se expresaba. Era luz. La chica irradiaba mucha luz y sin duda, era una sobreviviente de las peores tormentas, realmente quería ser como ella y aprender esos días que estarían juntas porque tal como había dicho duraban días y ahora que se cortaba la luz igual todo se volvería más aburrido “en parte” porque sabía que de alguna manera iban hacer lo posible para que todos se sintieran cómodos hasta que todo pasará.
Lo malo es que cuando se cortó la luz estaba a solas con Jimena y escuchar el grito de su pequeño asustado la alteró y la verdad es que con aquellos traumas a ninguno de los dos le gustaba la oscuridad. El sonido de la lluvia golpeando fuerte y el viento era arrasador, sin duda no era su evento de la naturaleza favorito así que suponía que tendrían que acostumbrarse.
Agradeció que Jimena le pidiera esa ayuda a sus hermanitos para que cuidaran a André mientras ellas iban, pero claro con tanta oscuridad ni siquiera culpó a la morena que tropezará y que cayeran juntas al suelo. ¿Con qué habría chocado?
Negó con la cabeza dos veces y le tomó la mano. —Uhhh… ¿Fue un triciclo? Mañana mismo tenemos que hacer un orden para que no tengamos esos altercados si prosigue. Porque imagino que estaremos días sin luz, ¿no? Es lamentable que pase. — Claro que ella no estaba acostumbrada a esto y si no lo veía justo y que se acostumbraran a ellos, la central eléctrica suponía que debería reforzarse para poder soportar este evento de la naturaleza que parecía común en Puerto Rico y las islas de la zona. Sabía bien que en Estados Unidos también ocurría bastante, solo que aunque había ido nunca se topo con alguna.
—¿Pero no te has hecho daño, no? Ya sabes algún raspón o que la herida sea profunda. — Siseó y luego suspiró — Me duelen un poco los codos y las rodillas pero estoy bien. —Aseguró con simpatía mientras se levantaban del suelo y ella tomaba todo de manera chistosa porque no se iba amargar con una caída. —Sí, la amortiguaste. ¡Gracias! — Le dio un beso en la mejilla a pesar de la oscuridad y luego tomó su mano para que la guiara hacia donde estaban los pequeños. Al menos ya André no gritaba y se mantenía hablando en susurros con los hermanitos de Jime.
—Vamos con ellos.. la realidad es que a ninguno de los dos nos gusta mucho la oscuridad y estar al mínimo cerca nos sentimos más tranquilos. — Exclamó con suavidad y no pasó mucho tiempo cuando ya estaban con ellos. Suponía que solo quedaba dormir. Desde ese momento no se apartó de André.
La rubia la escuchaba y le gustaba como se expresaba. Era luz. La chica irradiaba mucha luz y sin duda, era una sobreviviente de las peores tormentas, realmente quería ser como ella y aprender esos días que estarían juntas porque tal como había dicho duraban días y ahora que se cortaba la luz igual todo se volvería más aburrido “en parte” porque sabía que de alguna manera iban hacer lo posible para que todos se sintieran cómodos hasta que todo pasará.
Lo malo es que cuando se cortó la luz estaba a solas con Jimena y escuchar el grito de su pequeño asustado la alteró y la verdad es que con aquellos traumas a ninguno de los dos le gustaba la oscuridad. El sonido de la lluvia golpeando fuerte y el viento era arrasador, sin duda no era su evento de la naturaleza favorito así que suponía que tendrían que acostumbrarse.
Agradeció que Jimena le pidiera esa ayuda a sus hermanitos para que cuidaran a André mientras ellas iban, pero claro con tanta oscuridad ni siquiera culpó a la morena que tropezará y que cayeran juntas al suelo. ¿Con qué habría chocado?
Negó con la cabeza dos veces y le tomó la mano. —Uhhh… ¿Fue un triciclo? Mañana mismo tenemos que hacer un orden para que no tengamos esos altercados si prosigue. Porque imagino que estaremos días sin luz, ¿no? Es lamentable que pase. — Claro que ella no estaba acostumbrada a esto y si no lo veía justo y que se acostumbraran a ellos, la central eléctrica suponía que debería reforzarse para poder soportar este evento de la naturaleza que parecía común en Puerto Rico y las islas de la zona. Sabía bien que en Estados Unidos también ocurría bastante, solo que aunque había ido nunca se topo con alguna.
—¿Pero no te has hecho daño, no? Ya sabes algún raspón o que la herida sea profunda. — Siseó y luego suspiró — Me duelen un poco los codos y las rodillas pero estoy bien. —Aseguró con simpatía mientras se levantaban del suelo y ella tomaba todo de manera chistosa porque no se iba amargar con una caída. —Sí, la amortiguaste. ¡Gracias! — Le dio un beso en la mejilla a pesar de la oscuridad y luego tomó su mano para que la guiara hacia donde estaban los pequeños. Al menos ya André no gritaba y se mantenía hablando en susurros con los hermanitos de Jime.
—Vamos con ellos.. la realidad es que a ninguno de los dos nos gusta mucho la oscuridad y estar al mínimo cerca nos sentimos más tranquilos. — Exclamó con suavidad y no pasó mucho tiempo cuando ya estaban con ellos. Suponía que solo quedaba dormir. Desde ese momento no se apartó de André.
Flávia Carvalho— Casa de Jimena — Septiembre de 2022
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2. Las tormentas
UNA NORMAL Y LA OTRA DEL CORAZÓN...
Solo llevaban unas horas de conocerse y ya ambas tenían una buena química entre ellas. Le había agradado la portuguesa, y eso había hecho que también sintiera deseo de ayudarla. Es que de verdad le parecía muy cruel e injusto todo lo que les había estado pasando a ella y su hijo. Que de todo el dilema, este era el más inocente. Buscaría como tenderle la mano, eso era un hecho.
Por ahora tenían el dilema de la tormenta, y para no perder la costumbre no había pasado tanto tiempo cuando ya la energía eléctrica se había ido. Bendito sea Luma Energy y su espectacular sistema eléctrico. ¿Acaso aquello mejoraría en algún momento? La respuesta era bastante evidente, no pasaría. Al menos no muy pronto. Así que había que lidiar con lo que había. Por fortuna el pequeño André no se había quedado solo al momento de irse la luz, Bryan y Valentina ya estaban acostumbrados a que estas cosas pasaran, así que le estaban ayudando para que no sintiera tanto temor.
Las que no la habían pasado del todo bien, habían sido ellas que habían terminado en el suelo. — Sí, estoy segura de que fue eso. Sentí el pedal chocar justo con mi espinilla. — le aseguro a la rubia, no podía creer que un triciclo las hubiera hecho caer. Pero ahí estaban, en el suelo, por culpa del mismo y de la falta de luz, por supuesto. — En efecto, cuando tengamos claridad hay que acomodar esto mejor. Y no es que me quisiera caer, menos llevarte a ti enredada al suelo también. Pero imagínate que hubieran sido mis papás con lo enfermos que están, una simple caída podría complicarlo. — en otras palabras, todo pudo haber sido más grave, así que en parte agradecía eso. Aunque si moría de vergüenza que hubiera caído Flavia también.
— Supongo que justo en el área que me golpee en la pierna me raspe porque me arde y el dedo también siento que me late. — había sido en las áreas donde se había pegado con aquel triciclo, las áreas donde le dolía, no tanto la caída. — Creo que con un poco de alcohol y triple-antibiótico estaremos como nuevas. — Respondió divertida, eran cosas que pasaban. Afortunadamente, no era nada grave.
Jimena sintió un cosquilleo en su mejilla con aquel beso, una sonrisa se dibujó en su rostro. Le había agradado. — Gracias, que luego no encuentro ni como levantarme. — bromeo mientras tomaba su mano para poder ponerse en pie. — Claro, es mejor estar cerca. — la morena volvió a tomar su mano y esta vez con más cuidado la guio devuelta a la habitación donde estaban los niños. — Llegamos sanas y salvas. Bueno, salvas, no tan sanas. — molesto un poquito mientras sacaba de un pequeño estuche de primeros auxilios el antibiótico y el alcohol. — Va a arder. — Advirtió para así aprovechar que los niños habían encendido sus linternas y tenían el lugar iluminado. Habían tenido más suerte que ellas en ese sentido, con razón luego se habían quedado más tranquilos.
La morena limpió y hecho antibiótico en las heridas de ambas, para luego guardar las cosas. — Creo que quizás sea bueno que durmamos, será una larga noche, así que es mejor que nadie ande merodeando por ahí en la obscuridad. — Advirtió la muchacha. Ayudo a los niños acomodarse a dormir y ella misma hizo lo propio. — Buenas noches, que descansen. — le dijo a Flavia y su niño, esperaba que a pesar de la tormenta pudieran tener un buen descanso después de todo lo que habían pasado. Lo necesitaban.
Por ahora tenían el dilema de la tormenta, y para no perder la costumbre no había pasado tanto tiempo cuando ya la energía eléctrica se había ido. Bendito sea Luma Energy y su espectacular sistema eléctrico. ¿Acaso aquello mejoraría en algún momento? La respuesta era bastante evidente, no pasaría. Al menos no muy pronto. Así que había que lidiar con lo que había. Por fortuna el pequeño André no se había quedado solo al momento de irse la luz, Bryan y Valentina ya estaban acostumbrados a que estas cosas pasaran, así que le estaban ayudando para que no sintiera tanto temor.
Las que no la habían pasado del todo bien, habían sido ellas que habían terminado en el suelo. — Sí, estoy segura de que fue eso. Sentí el pedal chocar justo con mi espinilla. — le aseguro a la rubia, no podía creer que un triciclo las hubiera hecho caer. Pero ahí estaban, en el suelo, por culpa del mismo y de la falta de luz, por supuesto. — En efecto, cuando tengamos claridad hay que acomodar esto mejor. Y no es que me quisiera caer, menos llevarte a ti enredada al suelo también. Pero imagínate que hubieran sido mis papás con lo enfermos que están, una simple caída podría complicarlo. — en otras palabras, todo pudo haber sido más grave, así que en parte agradecía eso. Aunque si moría de vergüenza que hubiera caído Flavia también.
— Supongo que justo en el área que me golpee en la pierna me raspe porque me arde y el dedo también siento que me late. — había sido en las áreas donde se había pegado con aquel triciclo, las áreas donde le dolía, no tanto la caída. — Creo que con un poco de alcohol y triple-antibiótico estaremos como nuevas. — Respondió divertida, eran cosas que pasaban. Afortunadamente, no era nada grave.
Jimena sintió un cosquilleo en su mejilla con aquel beso, una sonrisa se dibujó en su rostro. Le había agradado. — Gracias, que luego no encuentro ni como levantarme. — bromeo mientras tomaba su mano para poder ponerse en pie. — Claro, es mejor estar cerca. — la morena volvió a tomar su mano y esta vez con más cuidado la guio devuelta a la habitación donde estaban los niños. — Llegamos sanas y salvas. Bueno, salvas, no tan sanas. — molesto un poquito mientras sacaba de un pequeño estuche de primeros auxilios el antibiótico y el alcohol. — Va a arder. — Advirtió para así aprovechar que los niños habían encendido sus linternas y tenían el lugar iluminado. Habían tenido más suerte que ellas en ese sentido, con razón luego se habían quedado más tranquilos.
La morena limpió y hecho antibiótico en las heridas de ambas, para luego guardar las cosas. — Creo que quizás sea bueno que durmamos, será una larga noche, así que es mejor que nadie ande merodeando por ahí en la obscuridad. — Advirtió la muchacha. Ayudo a los niños acomodarse a dormir y ella misma hizo lo propio. — Buenas noches, que descansen. — le dijo a Flavia y su niño, esperaba que a pesar de la tormenta pudieran tener un buen descanso después de todo lo que habían pasado. Lo necesitaban.
Jimena Valenzuela— Casa de Jimena — Septiembre de 2022
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2. Las Tormentas
Una normal y la otra del corazón...
La portuguesa sentía que había generado una gran química con la morena y más porque la había ayudado sin ni siquiera conocerla tanto, ahora le debía todo porque la verdad nunca pensó que eso pasaría, sabía que no sería fácil pero al menos no estaría sola, al menos la tormenta por muy terrible que fuera generaba unión en Puerto Rico, sin duda alguna, eran grandes personas porque incluso su familia la recibió como si nada. Prometía que algún día les pagaría, pues si creía en las manos de vuelta.
La tormenta la asustaba porque era muy ruidosa y ya veía que todo se inundaba. Igual imaginaba que el material de las casas eran precisos para este tipo de catástrofes que eran comunes en ciertos lugares. Sabía que en Estados Unidos igual se daba mucho y otras partes del Caribe, ella no estaba acostumbrada y más que le asustaba la reacción de su hijito.
Como se había cortado la luz y escuchó el grito de Andre se desesperó y al ir, las pobres terminaron cayendo al suelo por el triciclo que había en el camino, es que de verdad todo parecía la boca de un lobo por la oscuridad que había. Normal. Ahora solo estarían a la luz de las velas y quizás por cuantos días. — Oh, te creo. Yo no sabía que era pero si el golpe dolió al menos no nos hicimos daño , me duele solo que no siento que tenga sangre. — Mientras se sostenía en ella porque estaba muy desorientada para donde ir se mantuvo solo de pie a su lado. — Tienes toda la razón, imagino que ya se fueron acostar pero mañana por la mañana ordenamos todo, no quiero que tengan una caída así. — Había que pensar en los padres de Jimena que ya eran adultos y más encima tenían dificultades en el cuerpo, una caída así les podía provocar una fractura si hasta a ellas le dolió.
Al menos solo había sido el golpe y solo tenían raspones, tal como decía Jimena con antibióticos ya estarían como nuevas. — Te sigo, tengo que estar bien para mañana. ¿Nos espera un largo día? — Imaginaba que sí y seguro que lo único que ya podían hacer ahora era tomar ese medicamento y luego dormir, Flavia lo único que deseaba era abrazar a su hijo y dormir a su lado, ya que era muy probable que estuviera tembloroso y asustado. Estaba al tanto que ahora los niños estaban muy pendientes de él pero no era lo mismo ese calor que se generaba entre madre e hijo.
Resistió el alcohol cuando comenzó a curarla ( de verdad que era demasiado hábil para todo ) — Muchas gracias, Jime. Eres un sol. — Murmuró al lado de su pequeño que ahora no se apartaba aunque sí sonreía con las morisquetas de los otros niños. — Sí, eso pensaba hacer. Lo bueno es que no estaremos muy lejos nos habríamos asustado eso es un hecho. — Había estado excelente la idea de hacer una clase de tienda para diversión sobre todo para los niños, aunque reconoció que para ella también. — Tu también descansa, bella. — Le sonrió tierna y André también hizo lo mismo lo divertido es que si le hablo en portugués. — Ha dicho que descanses, debe manejar su inglés. El español es muy complicado, aunque espero que sepa tanto como yo. — Dijo con una risita. La chica se acomodó luego con su pequeño luego que Jimena se acomodó en su rincón y ella tan solo se abrazó a su hijo, solo espero que se durmiera para hacerlo recién ella.
A pesar del ruido y en ocasiones se sobresaltaban tenían un techo y durmieron mucho más cómodos de lo que imaginaron.
La tormenta la asustaba porque era muy ruidosa y ya veía que todo se inundaba. Igual imaginaba que el material de las casas eran precisos para este tipo de catástrofes que eran comunes en ciertos lugares. Sabía que en Estados Unidos igual se daba mucho y otras partes del Caribe, ella no estaba acostumbrada y más que le asustaba la reacción de su hijito.
Como se había cortado la luz y escuchó el grito de Andre se desesperó y al ir, las pobres terminaron cayendo al suelo por el triciclo que había en el camino, es que de verdad todo parecía la boca de un lobo por la oscuridad que había. Normal. Ahora solo estarían a la luz de las velas y quizás por cuantos días. — Oh, te creo. Yo no sabía que era pero si el golpe dolió al menos no nos hicimos daño , me duele solo que no siento que tenga sangre. — Mientras se sostenía en ella porque estaba muy desorientada para donde ir se mantuvo solo de pie a su lado. — Tienes toda la razón, imagino que ya se fueron acostar pero mañana por la mañana ordenamos todo, no quiero que tengan una caída así. — Había que pensar en los padres de Jimena que ya eran adultos y más encima tenían dificultades en el cuerpo, una caída así les podía provocar una fractura si hasta a ellas le dolió.
Al menos solo había sido el golpe y solo tenían raspones, tal como decía Jimena con antibióticos ya estarían como nuevas. — Te sigo, tengo que estar bien para mañana. ¿Nos espera un largo día? — Imaginaba que sí y seguro que lo único que ya podían hacer ahora era tomar ese medicamento y luego dormir, Flavia lo único que deseaba era abrazar a su hijo y dormir a su lado, ya que era muy probable que estuviera tembloroso y asustado. Estaba al tanto que ahora los niños estaban muy pendientes de él pero no era lo mismo ese calor que se generaba entre madre e hijo.
Resistió el alcohol cuando comenzó a curarla ( de verdad que era demasiado hábil para todo ) — Muchas gracias, Jime. Eres un sol. — Murmuró al lado de su pequeño que ahora no se apartaba aunque sí sonreía con las morisquetas de los otros niños. — Sí, eso pensaba hacer. Lo bueno es que no estaremos muy lejos nos habríamos asustado eso es un hecho. — Había estado excelente la idea de hacer una clase de tienda para diversión sobre todo para los niños, aunque reconoció que para ella también. — Tu también descansa, bella. — Le sonrió tierna y André también hizo lo mismo lo divertido es que si le hablo en portugués. — Ha dicho que descanses, debe manejar su inglés. El español es muy complicado, aunque espero que sepa tanto como yo. — Dijo con una risita. La chica se acomodó luego con su pequeño luego que Jimena se acomodó en su rincón y ella tan solo se abrazó a su hijo, solo espero que se durmiera para hacerlo recién ella.
A pesar del ruido y en ocasiones se sobresaltaban tenían un techo y durmieron mucho más cómodos de lo que imaginaron.
Fin del Capitulo 2
Flávia Carvalho— Casa de Jimena — Septiembre de 2022
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3. Luego de la tempestad
viene la calma.
Una tormenta siempre hacia sus estragos. Esta no había sido la excepción. Llevaban algunos días sin electricidad, lo cual no era nada agradable, pero tampoco era que le sorprendiera. La misma no había sido tan intensa, pero tomando en cuenta que se encontraban en un pueblo de la montaña todo solía llegar más tarde. Por fortuna ya se podían ver algunos camiones de la compañía eléctrica merodeando el área. Lo cual eran buenas noticias.
Ya le había contado a Flavia que esto solía ser así. Podía llegar a desesperar, pero al menos no hubo daños mayores. Los niños solían ser una distracción para el pequeño André. Ese niño había pasado por mucho y tener nuevos amigos era bueno para él. Por supuesto que estos días con gusto los habían mantenido alojados en su casa. Tal vez no había mucho espacio, pero al menos tenían un techo y comida no les faltaba. Sin embargo, sabía bien que le había ofrecido su ayuda y eso implicaba ayudarle a que pudiera instalarse mejor en el país. Por lo que ya había comenzado a verificar algún lugar donde la chica pudiera trabajar, aunque fuera algunas horas y así generar sus ingresos. Además de un lugar en el que pudieran alojarse y tener esa privacidad que tanto carecía estando amontonada en el cuarto de sus hermanitos.
— Buenos días. ¿Como amaneciste? — saludo la morena mientras caminaba a la mesa del comedor, donde había varias sillas que incluso no eran parte del juego de comedor, pero que completaban las que faltaban para que todos cupieran en la misma. Solo que ahorita mismo nada más que las chicas se encontraban allí. Pues sus padres habían amanecido a pesar de todo de buen ánimo y se encontraban en el patio viendo los niños jugar. — Mamá dijo que podía llevar los niños un rato al parque, que queda más al frente. No sé si quieras dejar que André vaya con ellos. Es que ya sabes, se aburren al no tener electricidad. — Sugirió Jimena mientras se llevaba a la boca una cucharada del cereal que se había servido.
— Conseguí un par de lugares que están para alquilar. Son en este mismo barrio si no te importa. Una es una casita pequeña. Más o menos como esta, aunque un poco más pequeña. Lo otro es un apartamento que está rentando una señora mayor, queda dentro de su propiedad. Si gustas tan pronto terminemos de desayunar podemos ir a ver. ¿Qué dices? — pregunto con una sonrisa.
Ya le había contado a Flavia que esto solía ser así. Podía llegar a desesperar, pero al menos no hubo daños mayores. Los niños solían ser una distracción para el pequeño André. Ese niño había pasado por mucho y tener nuevos amigos era bueno para él. Por supuesto que estos días con gusto los habían mantenido alojados en su casa. Tal vez no había mucho espacio, pero al menos tenían un techo y comida no les faltaba. Sin embargo, sabía bien que le había ofrecido su ayuda y eso implicaba ayudarle a que pudiera instalarse mejor en el país. Por lo que ya había comenzado a verificar algún lugar donde la chica pudiera trabajar, aunque fuera algunas horas y así generar sus ingresos. Además de un lugar en el que pudieran alojarse y tener esa privacidad que tanto carecía estando amontonada en el cuarto de sus hermanitos.
— Buenos días. ¿Como amaneciste? — saludo la morena mientras caminaba a la mesa del comedor, donde había varias sillas que incluso no eran parte del juego de comedor, pero que completaban las que faltaban para que todos cupieran en la misma. Solo que ahorita mismo nada más que las chicas se encontraban allí. Pues sus padres habían amanecido a pesar de todo de buen ánimo y se encontraban en el patio viendo los niños jugar. — Mamá dijo que podía llevar los niños un rato al parque, que queda más al frente. No sé si quieras dejar que André vaya con ellos. Es que ya sabes, se aburren al no tener electricidad. — Sugirió Jimena mientras se llevaba a la boca una cucharada del cereal que se había servido.
— Conseguí un par de lugares que están para alquilar. Son en este mismo barrio si no te importa. Una es una casita pequeña. Más o menos como esta, aunque un poco más pequeña. Lo otro es un apartamento que está rentando una señora mayor, queda dentro de su propiedad. Si gustas tan pronto terminemos de desayunar podemos ir a ver. ¿Qué dices? — pregunto con una sonrisa.
Jimena Valenzuela— En un Barrio de Aibonito — Algunos días luego de la tormenta
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3. Luego de la tempestad
viene la calma.
Era la primera vez que pasaba una tormenta así que trajera consigo tantos estragos. Fue en el momento que con su hijo sintieron más miedo que ya creían que el techo se destruía con el viento y la intensa lluvia. Pero todo se fue calmando y a pesar de las consecuencias, lo único que lamentaba por la familia era que no tuvieran electricidad. Gracias a Dios que ya intentaban reponer aquello. En esos días, había tomado mucha confianza con su nueva amiga, es que no podía llamarla de otra manera dado que había hecho tanto por ella y su familia era tan cálida y cariñosa que era mucho mejor que la propia, es que si pensó en esos días que podría tenerlo todo pero faltaba lo más importante que era el amor familiar, en lo único que pensaban eran en la plata y que convenía, intentando controlar incluso su vida y la de su hijo en ese sentido, todo se habría solucionado que desde la primera queja, los tuvieran con ellos y comenzarán con los trámites de divorcio. Solo que no, y así ella terminó escapando de esa vida.
Un nuevo día comenzaba y luego de asear y vestir a su hijo algo incomoda porque en cierta manera ya desde algunos días ya estaba pensando que no quería que fueran una carga, lo dejo ir a jugar con los pequeños y ella empezó hacer lo mismo, hasta que se apareció en el pequeño comedor, donde Jime de inmediato la saludó, correspondió con una suave sonrisa. Ella estaba acostumbrada a usar todo con la electricidad habría sido genial ir a la cocina y hacerse un café con una cafetera o tetera eléctrica, solo que aquello quedaba en sus pensamientos y se conformaba muy bien con lo que tenía, habían sido demasiado amables y claro que sentía que les debía totalmente el mundo. — Amanecí muy bien, gracias. ¿Y tú? — Respondió con suavidad mientras se sentaba y la contemplaba, admiraba que la morena siempre estuviera alegre y espontanea para ella, sin duda alguna, era una gran mujer. Ya miraba a los niños jugar, se alegraba que André hubiese logrado adaptarse de esa forma y era un hecho que quería quedarse un buen tiempo en Aibonito porque no tenía el corazón para separarlos. Ante la sugerencia de Jime, ella terminó por sonreír, la verdad si confiaba por completo en Jime y su familia para que lo llevaran al parque, más que sabía que su pequeño iba a querer ir. — Oh, descuida. Claro que lo dejo, además que sé estará bien cuidado y se van a divertir mucho. Me gusta verlo así de feliz hace mucho que no lo veía tan energético. — Era un niño bien portado así que no tenía ni que decirle que se comportara con la mamá de Jime que ya iba a saberlo.
— ¿En serio? ¿Pero cómo es posible que puedas hacer todo eso tan rápido? ¡Mi admiración! — Terminó por decir ilusionada mientras que depositaba sus manos en sus hombros. Además que como la morena sabía con cuanto dinero contaba era seguro que hasta había visto eso. — Debo ir, me inclino más por una que por otra pero tengo que ver la comodidad de André. Estoy segura que ahí notaré cuando lo lleve.— Sentenció emocionada, y era un hecho que ese dinero si era renta se gastaría por lo que tendría que buscar un trabajo, es que fuera como fuera la familia igual tenía que estar cómoda, eran muchos y no quería representar para nada un problema, de todas maneras siempre estaría ahí dispuesta ayudarlos era lo menos que podía hacer. — ¿Cuál te gusto más? Confió mucho en tu criterio. — Terminó por decir y la miro interesada a lo que iba a decir.
Un nuevo día comenzaba y luego de asear y vestir a su hijo algo incomoda porque en cierta manera ya desde algunos días ya estaba pensando que no quería que fueran una carga, lo dejo ir a jugar con los pequeños y ella empezó hacer lo mismo, hasta que se apareció en el pequeño comedor, donde Jime de inmediato la saludó, correspondió con una suave sonrisa. Ella estaba acostumbrada a usar todo con la electricidad habría sido genial ir a la cocina y hacerse un café con una cafetera o tetera eléctrica, solo que aquello quedaba en sus pensamientos y se conformaba muy bien con lo que tenía, habían sido demasiado amables y claro que sentía que les debía totalmente el mundo. — Amanecí muy bien, gracias. ¿Y tú? — Respondió con suavidad mientras se sentaba y la contemplaba, admiraba que la morena siempre estuviera alegre y espontanea para ella, sin duda alguna, era una gran mujer. Ya miraba a los niños jugar, se alegraba que André hubiese logrado adaptarse de esa forma y era un hecho que quería quedarse un buen tiempo en Aibonito porque no tenía el corazón para separarlos. Ante la sugerencia de Jime, ella terminó por sonreír, la verdad si confiaba por completo en Jime y su familia para que lo llevaran al parque, más que sabía que su pequeño iba a querer ir. — Oh, descuida. Claro que lo dejo, además que sé estará bien cuidado y se van a divertir mucho. Me gusta verlo así de feliz hace mucho que no lo veía tan energético. — Era un niño bien portado así que no tenía ni que decirle que se comportara con la mamá de Jime que ya iba a saberlo.
— ¿En serio? ¿Pero cómo es posible que puedas hacer todo eso tan rápido? ¡Mi admiración! — Terminó por decir ilusionada mientras que depositaba sus manos en sus hombros. Además que como la morena sabía con cuanto dinero contaba era seguro que hasta había visto eso. — Debo ir, me inclino más por una que por otra pero tengo que ver la comodidad de André. Estoy segura que ahí notaré cuando lo lleve.— Sentenció emocionada, y era un hecho que ese dinero si era renta se gastaría por lo que tendría que buscar un trabajo, es que fuera como fuera la familia igual tenía que estar cómoda, eran muchos y no quería representar para nada un problema, de todas maneras siempre estaría ahí dispuesta ayudarlos era lo menos que podía hacer. — ¿Cuál te gusto más? Confió mucho en tu criterio. — Terminó por decir y la miro interesada a lo que iba a decir.
Flavia Carvalho— En un Barrio de Aibonito — Algunos días luego de la tormenta
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3. Luego de la tempestad
viene la calma.
Qué manera tan peculiar de pasar sus primeros días en la isla. Bajo una tormenta, cosa que sin duda alguna hacía que fuera un momento inolvidable. Por fortuna las cosas no habían pasado a mayores, no había sido una fuerte y eso Jimena se lo podía asegurar. Pero ahora era momento del siguiente paso y la proposición de la morena de ayudarle a Flavia y su hijo iba muy en serio. No dejaba de pensar en las desventuras que había vivido con su esposo, el cómo parecía ser un tipo peligroso. Así que no era por nada bueno que volvieran a Portugal. Por lo que haría todo lo que estuviera en sus manos para ayudarla a comenzar una nueva vida. Flavia se veía que era una buena chica, y que solo quería proteger a su hijo. Esperaba que aquí encontrara algo de paz. Bueno, aunque de tanto en tanto las tormentas y huracanes se la robaran un poquito.
Jimena solía ser bastante rápida a la hora de hacer gestiones, era como una hormiguita que se movía de aquí para allá hasta lograr su objetivo. Por lo que ya al menos tenía algunas opciones de vivienda para la chica y su hijo. Claro que no tenía por qué ser la final, si no le terminaban por convencer podían seguir viviendo. Después de todo sería el lugar al que de ahora en adelante llamaría hogar. — Genial porque creo que hoy será un buen día. — Le aseguró a la rubia, pues esperaba, estaba deseosa de darle la gran noticia. Nada como una buena noticia a la hora del desayuno. — Yo amanecí bien, positiva, como ya pudiste notar. — afirmó la chica soltando una risita. Es que ya el momento mano pasó, ahora era cuestión de seguir adelante.
La muchacha soltó un aww acompañado de la boca fruncida al escuchar que el niño al fin estaba sintiéndose cómodo, volviendo hacer niño. Los observó por un momento por la ventana. — Me alegra igual que pueda tener amigos, sentir que tiene con quien jugar. — miro a Flavia. — De su edad, por supuesto. — aclaro, porque no dudaba que la otra chica hiciera de todo con tal de ver a su niño feliz. — Perfecto, sé que se va a divertir mucho, realmente la necesita y mis hermanitos también. Están muy contentos de tener un nuevo amigo. Ya estoy casi segura de que ya han comenzado a enseñarle palabras en español. — respondió Jimena.
— Bueno, es que es algo de prioridad. Por supuesto, no me molesta que estén con nosotros. — aclaro. — Para nada. Es más, los echemos. Pero sé que necesitan su espacio, sentir que tienen un hogar. Para así poder comenzar de nuevo y para que el niño sienta que tiene una estabilidad. Así que me puse manos a la obra. — Le afirmó. — Igual también porque cuando se me mete una idea en la cabeza no puedo quedarme quieta. — admitió la morena.
— ¡Claro! Tenemos la libertad de inspeccionar de arriba abajo. — Le dejo saber. — Bueno, ambas tienen su ventaja, por un lado, el departamento. Aunque es más pequeño, tienes la posibilidad de tener a la señora cerca en caso de alguna emergencia que necesites algo. Ya me lo dejó claro. Pero por el otro la casita es más privada y tiene más espacio, incluso tiene un poquito de patio. Así que el niño podría jugar afuera si quisiera. Siendo sincera, de todos modos, nos tendrás a nosotros por cualquier emergencia, así que yo quizás escogería la casita, se sentiría ya más como estar en un lugar propio. — sugirió Jimena, claro que esa era su postura personal. — De todos modos, es bueno verlas ambas. ¿Cuál prefieres ver primero? — preguntaba mientras terminaba su última porción de cereal.
Jimena solía ser bastante rápida a la hora de hacer gestiones, era como una hormiguita que se movía de aquí para allá hasta lograr su objetivo. Por lo que ya al menos tenía algunas opciones de vivienda para la chica y su hijo. Claro que no tenía por qué ser la final, si no le terminaban por convencer podían seguir viviendo. Después de todo sería el lugar al que de ahora en adelante llamaría hogar. — Genial porque creo que hoy será un buen día. — Le aseguró a la rubia, pues esperaba, estaba deseosa de darle la gran noticia. Nada como una buena noticia a la hora del desayuno. — Yo amanecí bien, positiva, como ya pudiste notar. — afirmó la chica soltando una risita. Es que ya el momento mano pasó, ahora era cuestión de seguir adelante.
La muchacha soltó un aww acompañado de la boca fruncida al escuchar que el niño al fin estaba sintiéndose cómodo, volviendo hacer niño. Los observó por un momento por la ventana. — Me alegra igual que pueda tener amigos, sentir que tiene con quien jugar. — miro a Flavia. — De su edad, por supuesto. — aclaro, porque no dudaba que la otra chica hiciera de todo con tal de ver a su niño feliz. — Perfecto, sé que se va a divertir mucho, realmente la necesita y mis hermanitos también. Están muy contentos de tener un nuevo amigo. Ya estoy casi segura de que ya han comenzado a enseñarle palabras en español. — respondió Jimena.
— Bueno, es que es algo de prioridad. Por supuesto, no me molesta que estén con nosotros. — aclaro. — Para nada. Es más, los echemos. Pero sé que necesitan su espacio, sentir que tienen un hogar. Para así poder comenzar de nuevo y para que el niño sienta que tiene una estabilidad. Así que me puse manos a la obra. — Le afirmó. — Igual también porque cuando se me mete una idea en la cabeza no puedo quedarme quieta. — admitió la morena.
— ¡Claro! Tenemos la libertad de inspeccionar de arriba abajo. — Le dejo saber. — Bueno, ambas tienen su ventaja, por un lado, el departamento. Aunque es más pequeño, tienes la posibilidad de tener a la señora cerca en caso de alguna emergencia que necesites algo. Ya me lo dejó claro. Pero por el otro la casita es más privada y tiene más espacio, incluso tiene un poquito de patio. Así que el niño podría jugar afuera si quisiera. Siendo sincera, de todos modos, nos tendrás a nosotros por cualquier emergencia, así que yo quizás escogería la casita, se sentiría ya más como estar en un lugar propio. — sugirió Jimena, claro que esa era su postura personal. — De todos modos, es bueno verlas ambas. ¿Cuál prefieres ver primero? — preguntaba mientras terminaba su última porción de cereal.
Jimena Valenzuela— En un Barrio de Aibonito — Algunos días luego de la tormenta
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3. Luego de la tempestad
viene la calma.
Lo que más le alegraba a Flav era precisamente que su hijo se estaba adaptando y estaba haciendo amigos. Los hermanos de Jimena eran muy atentos y simpáticos con él y ya no se sentía ese vacío de dejar a sus otros amigos de la escuela cuando tuvieron que irse, así que era imposible que dijera que no cuando le pidieron permiso de ir a jugar a un parque ante la vigilancia de la madre de ella.
Se sentía segura allí, además que luego de una fuerte tormenta era imposible que la vinieran a buscar, no tenían como saberlo y quizás ni la buscaban porque sentía que su ex ni siquiera tendría la necesidad y el cariño de venir a buscarlos por su propia cuenta, dejaría que pasará tiempo creyendo que iba a volver porque no tenía ni una pizca de dinero y si lo tenía, se le iba a acabar.
— La verdad es que esta muy contento. Estaba muy triste cuando supo que tendría que dejar a sus amiguitos ni siquiera despedirse, todo fue tan rápido que ni siquiera pudo asumirlo del todo, así que me alegra que tenga nuevos y que se divierta, su felicidad es la mía. — Comentó la chica con una sonrisa pues ella pretendía quedarse por mucho tiempo allí porque quería prosperar, igual tenía que buscar un sitio y que la morena fuera como una hormiguita que se movía de un lugar a otro para alcanzar objetivos hacía que todo estuviera mejor y más fácil para ella.
— La verdad creo que esta ganando el departamento, imagino que siempre son más económicos que las propias casas, pero no sé si aquí es así, me da seguridad tener a alguien que tiene tu confianza cerca, porque el patio es lo de menos… si sé que André siempre va a querer a venir a jugar aquí o en el parque. — Le explicó esperando la respuesta para saber cuál era el más económico.
— Lo que sí sé… es que tendré que buscar un trabajo… hasta traje mi cartón y todo lo necesario para trabajar solo que no estoy muy segura pues no quiero que me encuentre…— Trabajar si tenía que hacerlo pero mostrar tanto podría estar más ubicable y aunque supiera de ella igual en un momento la buscaría, los muy malditos si tenían muchas influencias. Es que ella si temía por algo, podrían pelear por la custodia de su hijo porque a ella no la podían obligarse irse si no quería. Obvio, de todos modos tenía todas las razones de decir porque se había marchado.
—Vamos por la que está más cerca, Jime…. — Exclamó con una sonrisa, más entusiasta al levantarse, porque quería ver esos sitios y encariñarse por cual sería su nuevo hogar, la verdad seguro se iría por el más pequeño, más económico y tranquilo por el momento pues no tenía nada, solo necesitaba un lugar propio y cómodo para dormir.
Se sentía segura allí, además que luego de una fuerte tormenta era imposible que la vinieran a buscar, no tenían como saberlo y quizás ni la buscaban porque sentía que su ex ni siquiera tendría la necesidad y el cariño de venir a buscarlos por su propia cuenta, dejaría que pasará tiempo creyendo que iba a volver porque no tenía ni una pizca de dinero y si lo tenía, se le iba a acabar.
— La verdad es que esta muy contento. Estaba muy triste cuando supo que tendría que dejar a sus amiguitos ni siquiera despedirse, todo fue tan rápido que ni siquiera pudo asumirlo del todo, así que me alegra que tenga nuevos y que se divierta, su felicidad es la mía. — Comentó la chica con una sonrisa pues ella pretendía quedarse por mucho tiempo allí porque quería prosperar, igual tenía que buscar un sitio y que la morena fuera como una hormiguita que se movía de un lugar a otro para alcanzar objetivos hacía que todo estuviera mejor y más fácil para ella.
— La verdad creo que esta ganando el departamento, imagino que siempre son más económicos que las propias casas, pero no sé si aquí es así, me da seguridad tener a alguien que tiene tu confianza cerca, porque el patio es lo de menos… si sé que André siempre va a querer a venir a jugar aquí o en el parque. — Le explicó esperando la respuesta para saber cuál era el más económico.
— Lo que sí sé… es que tendré que buscar un trabajo… hasta traje mi cartón y todo lo necesario para trabajar solo que no estoy muy segura pues no quiero que me encuentre…— Trabajar si tenía que hacerlo pero mostrar tanto podría estar más ubicable y aunque supiera de ella igual en un momento la buscaría, los muy malditos si tenían muchas influencias. Es que ella si temía por algo, podrían pelear por la custodia de su hijo porque a ella no la podían obligarse irse si no quería. Obvio, de todos modos tenía todas las razones de decir porque se había marchado.
—Vamos por la que está más cerca, Jime…. — Exclamó con una sonrisa, más entusiasta al levantarse, porque quería ver esos sitios y encariñarse por cual sería su nuevo hogar, la verdad seguro se iría por el más pequeño, más económico y tranquilo por el momento pues no tenía nada, solo necesitaba un lugar propio y cómodo para dormir.
Flavia Carvalho— En un Barrio de Aibonito — Algunos días luego de la tormenta
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3. Luego de la tempestad
viene la calma.
Para un niño no debía ser asunto fácil, más si no conocía el idioma y estaba en un ambiente completamente diferente al acostumbrado. Lo más dramático era que todo había ocurrido demasiado rápido como para que le hubiera dado tiempo de procesarlo.
— Mis hermanitos son muy incluyentes, habladores y les gusta buscarle la vuelta a los demás. Me alegra que fueran de ayuda. Y es muy lindo eso que dices, habla muy bien de la clase de madre que eres. — afirmo Jimena, pues se veía que solo buscaba el bienestar de su pequeño. También el de ella, pero era evidente que su prioridad era Andre y eso era una cualidad de una buena madre.
— Claro que puede venir todas las veces que desee. De hecho, ten pon sentado que ese par lo irá a buscar cuando tengan su lugarcito. — le garantizo la morena. — En este caso, sí, son más económicos. Si estuviéramos en una zona turística la cosa cambia porque les gusta usarlos para rentar a los turistas. — aclaro la agrónoma.
— Oh… — Soltó una risita. — Lo siento, no es nada malo, lo prometo. Más bien todo lo contrario. — aseguro la muchacha mientras se limpiaba la cara con una servilleta. — Estuve averiguando si había lugares con plazas disponibles. Así que si tienes toda tu información es cuestión de luego ver con cuáles eres compatible para después ir a llenar solicitudes. Podemos ver eso en la noche si quieres. Era la segunda sorpresa, pero ya que traes el tema, pues te lo adelanto. — Sugirió.
Era cierto, no podía arriesgarse. Por suerte dudaba que Aibonito fuera el primer que se le ocurriera buscarla si por algún motivo descubría que había ido a Puerto Rico. — Lo sé, pero créeme Flav. Estás prácticamente en el trasero de Puerto Rico… está complicado que lo logré tan fácilmente. ¡Pero! Si pasara, esperemos que para ese entonces estés bien asentada y con todas las herramientas. — señalo la morena mientras caminaba al pequeño baño que no había muy lejos de la cocina para lavarse los dientes. — Además, ya no estás sola. — Añadió.
Mientras tanto, escuchaba a la rubia comentar que estaba lista para ir a ver los lugares. — Ambas están en el barrio, así que están cerca. Como veo que ya tienes más o menos claro lo que quieres, vayamos primero a la casa. Porque así, si cuando veas el departamento y digas sí, definitivamente lo quiero. Es porque definitivamente siempre fue la opción correcta. — Sonrió la chica con una sonrisa asomada desde la puerta del baño.
Jimena tomó sus cosas y agarro a Flavia del brazo. — Vamos, será igualmente entretenido. — le dijo antes de salir de la casa. — ¡Nos fuimos a ver lugares para vivir, madre! Volvemos más tarde. — aseguro la chica mientras la señora les ondeaba la mano despidiéndose y seguía vigilando a los niños que pronto llevaría al parque. No caminaron mucho cuando le señalo el primer lugar. — Bueno, esa es la casa. —
— Mis hermanitos son muy incluyentes, habladores y les gusta buscarle la vuelta a los demás. Me alegra que fueran de ayuda. Y es muy lindo eso que dices, habla muy bien de la clase de madre que eres. — afirmo Jimena, pues se veía que solo buscaba el bienestar de su pequeño. También el de ella, pero era evidente que su prioridad era Andre y eso era una cualidad de una buena madre.
— Claro que puede venir todas las veces que desee. De hecho, ten pon sentado que ese par lo irá a buscar cuando tengan su lugarcito. — le garantizo la morena. — En este caso, sí, son más económicos. Si estuviéramos en una zona turística la cosa cambia porque les gusta usarlos para rentar a los turistas. — aclaro la agrónoma.
— Oh… — Soltó una risita. — Lo siento, no es nada malo, lo prometo. Más bien todo lo contrario. — aseguro la muchacha mientras se limpiaba la cara con una servilleta. — Estuve averiguando si había lugares con plazas disponibles. Así que si tienes toda tu información es cuestión de luego ver con cuáles eres compatible para después ir a llenar solicitudes. Podemos ver eso en la noche si quieres. Era la segunda sorpresa, pero ya que traes el tema, pues te lo adelanto. — Sugirió.
Era cierto, no podía arriesgarse. Por suerte dudaba que Aibonito fuera el primer que se le ocurriera buscarla si por algún motivo descubría que había ido a Puerto Rico. — Lo sé, pero créeme Flav. Estás prácticamente en el trasero de Puerto Rico… está complicado que lo logré tan fácilmente. ¡Pero! Si pasara, esperemos que para ese entonces estés bien asentada y con todas las herramientas. — señalo la morena mientras caminaba al pequeño baño que no había muy lejos de la cocina para lavarse los dientes. — Además, ya no estás sola. — Añadió.
Mientras tanto, escuchaba a la rubia comentar que estaba lista para ir a ver los lugares. — Ambas están en el barrio, así que están cerca. Como veo que ya tienes más o menos claro lo que quieres, vayamos primero a la casa. Porque así, si cuando veas el departamento y digas sí, definitivamente lo quiero. Es porque definitivamente siempre fue la opción correcta. — Sonrió la chica con una sonrisa asomada desde la puerta del baño.
Jimena tomó sus cosas y agarro a Flavia del brazo. — Vamos, será igualmente entretenido. — le dijo antes de salir de la casa. — ¡Nos fuimos a ver lugares para vivir, madre! Volvemos más tarde. — aseguro la chica mientras la señora les ondeaba la mano despidiéndose y seguía vigilando a los niños que pronto llevaría al parque. No caminaron mucho cuando le señalo el primer lugar. — Bueno, esa es la casa. —
Jimena Valenzuela— En un Barrio de Aibonito — Algunos días luego de la tormenta
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3. Luego de la tempestad
viene la calma.
Todo lo que estaba haciendo era por su hijo para que tuviera mejor bienestar en su inocente vida. Soltó un suspiro ante el comentario de la morena, tomó sus manos, ya se estaba acostumbrando a ser cariñosa con ella. — Es lo más importante de mi vida, me encanta que haga amigos y sea feliz. Pero sé que le provoque un problema grande con esto pues vivirá un tiempo alejado de su padre que no tengo idea que es capaz de hacer, quizás hasta me lo quita. — Siseó la chica que sabía que tenía dinero e influencias y solo para molestarla iba hacer aquello cuando ni siquiera se preocupaba por él.
Soltó un suspiro y se mantuvo en silencio.
— ¿Sabes? A veces pienso que lo voy a llamar y diré que necesito solo un tiempo lejos y que después voy a volver, total aquí igual puedo estar tan solo algunos meses — Exclamó con suavidad y siguió jugando con sus manos necesitaba apoyo. — O simplemente también me iré a otro sitio que de verdad allí ya no quiero volver — Inculcó la chica que sabía que tenía un problema mayor es que ahora que había pasado semanas igual se ponía a pensar. — Mientras más económico sea todo mejor… además que por lo que sea no será para siempre pero necesito mi lugar. — Siseó. No quería ser una molestia para ellos y aunque ni lo demostraban era obvio que no podían tener a dos personas más así que tocaba buscar y seguir juntándose como ya lo hacían, más que nada por ella que adoraba estar con Jimena y por su hijo que se estaba haciendo muy amigo de sus hermanitos.
— Respecto al trabajo mientras tenga menos papeles mejor y me voy a donde sea, sabes mi situación, escape de mi hogar, de mi país. O sea si el viaje es por un tiempo todo está legal. ¿Pero después? — Murmuró la chica aunque sí había escapado de su trabajo, y la verdad es que necesitaba a gente que la ocultaran, no era por ningún delito porque todo lo había hecho por la seguridad de ella y de su hijo.
— Espero que sí… que de verdad yo no quiero volver. Sé que por André no puedo hacer mucho más que nada si puedo convencer a mis padres si se ponen en mi lugar que se hagan cargo de él porque no quiero que tome ventajas y no quiero pasármelo cuando corresponde. Ah, es todo un problema cuando son pequeños. ¿No? — Se llevó las manos a la frente. Quería ser más positiva y sabía que ya yendo a mirar las casas se le iba a pasar todo. De verdad quería surgir, es que allá podía tener dinero pero estaba bastante vacía.
— Olvide si era de la ancianita. ¡Pero es muy bonita y pequeñita! ¿La podemos ver? Será una decisión muy difícil, lo sé. Tienes que ser mi guía — Masculló con una sonrisa mirando su color y bueno, no había traído a Andre y su opinión era demasiado importante, tenía que gustarle también a él.
Soltó un suspiro y se mantuvo en silencio.
— ¿Sabes? A veces pienso que lo voy a llamar y diré que necesito solo un tiempo lejos y que después voy a volver, total aquí igual puedo estar tan solo algunos meses — Exclamó con suavidad y siguió jugando con sus manos necesitaba apoyo. — O simplemente también me iré a otro sitio que de verdad allí ya no quiero volver — Inculcó la chica que sabía que tenía un problema mayor es que ahora que había pasado semanas igual se ponía a pensar. — Mientras más económico sea todo mejor… además que por lo que sea no será para siempre pero necesito mi lugar. — Siseó. No quería ser una molestia para ellos y aunque ni lo demostraban era obvio que no podían tener a dos personas más así que tocaba buscar y seguir juntándose como ya lo hacían, más que nada por ella que adoraba estar con Jimena y por su hijo que se estaba haciendo muy amigo de sus hermanitos.
— Respecto al trabajo mientras tenga menos papeles mejor y me voy a donde sea, sabes mi situación, escape de mi hogar, de mi país. O sea si el viaje es por un tiempo todo está legal. ¿Pero después? — Murmuró la chica aunque sí había escapado de su trabajo, y la verdad es que necesitaba a gente que la ocultaran, no era por ningún delito porque todo lo había hecho por la seguridad de ella y de su hijo.
— Espero que sí… que de verdad yo no quiero volver. Sé que por André no puedo hacer mucho más que nada si puedo convencer a mis padres si se ponen en mi lugar que se hagan cargo de él porque no quiero que tome ventajas y no quiero pasármelo cuando corresponde. Ah, es todo un problema cuando son pequeños. ¿No? — Se llevó las manos a la frente. Quería ser más positiva y sabía que ya yendo a mirar las casas se le iba a pasar todo. De verdad quería surgir, es que allá podía tener dinero pero estaba bastante vacía.
— Olvide si era de la ancianita. ¡Pero es muy bonita y pequeñita! ¿La podemos ver? Será una decisión muy difícil, lo sé. Tienes que ser mi guía — Masculló con una sonrisa mirando su color y bueno, no había traído a Andre y su opinión era demasiado importante, tenía que gustarle también a él.
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3. Luego de la tempestad
viene la calma.
Jimena quería que tanto él como su madre se sintieran bienvenidos y que hicieran de la isla su nuevo hogar. — ¿Pero se pueden buscar evidencias que puedas adjudicar a su mal comportamiento? Porque te marchaste sí, pero no de forma injustificada. ¿Como quedarte en un lugar donde sabías que corrías peligro? No sé en Portugal, pero aquí se le da prioridad a la madre y sus hijos. — que si bien en ciertos casos eso podía ser hasta injusto, porque en esta vida había de todo un poco y también había mujeres arpías que se aprovechaban de esto para hacerle daño a hombres buenos, buenos padres. Pero no era el caso de Flavia, ella era la víctima junto a su hijo en todo esto. — Quizás podamos buscar algo de ayuda legal con eso. Tengo un par de amigos que estudian leyes. Algo se les ha de ocurrir. — le comento para que tuviera un poco de tranquilidad. Sería caro hacer consulta con un abogado, pero tomando en cuenta que sus amigos eran solo estudiantes, no podían cobrarles como tal, pero no dejaban de tener el conocimiento. Era un favor sí, pero también experiencia para ellos.
La miro a los ojos. — Bueno, eso es tu decisión, aunque al menos lo primero veo un poco peligroso. No sabemos cómo vaya a reaccionar ante ese anuncio. — le comento con un tono de preocupación. — Es tu decisión, pero mi consejo es que mientras al menos no sepa donde están te mantengas en el lugar la mayor cantidad del tiempo posible. Para que así el niño sienta un poco de estabilidad. — sabía que la rubia quería lo mejor para su hijo, solo que a veces tomar las daciones no era tarea fácil.
— Sí, no te preocupes por los costos de la renta. Solo te presentaré las opciones que son más económicas y viables. — Aseguro la morena. Escucho su preocupación sobre el trabajo y se le prendió el bombillo en cuanto a ello. — Respecto a eso, hay una buena opción que no requiere tantas exigencias para trabajar en cuanto a requisitos. Aunque quizás puedan darte horarios locos. — comento. — Los restaurantes de comida rápida aquí están tan desesperados por empleados que pagan lo que sea. Aquí en el centro de la isla no hay tantos, pero hay. Así que podríamos ver en alguno de ellos. — Sugirió aquella opción.
Quizás una opción para la rubia era pedir refugio, porque cumplía con las características de una refugiada, era alguien que definitivamente corría peligro en su país. O al menos a los ojos de ella así era. — Pensemos en que así será. Eh, no nos adelantemos. Mientras hagamos lo que sea necesario para evitarlo. — le dijo tomando sus manos, intentando aliviarle la frustración.
Cuando al fin fueron a ver los lugares ya parecían un tanto más calmado. — ¿Mira vez la casa más Grande que se encuentra en el mismo patio? Ahí es donde vive la ancianita. Le dice apartamento porque la verdad solo es una habitación, la sala con una pequeña cocina y el baño, aunque hay un pequeño cuarto que lo tiene de almacén que igual, aunque sea chico se puede arreglar para habitación. — le explicaba Jimena mientras comenzaba a mostrarle la casa. — Puedes explorarla cuanto gustes. — le invito.
La miro a los ojos. — Bueno, eso es tu decisión, aunque al menos lo primero veo un poco peligroso. No sabemos cómo vaya a reaccionar ante ese anuncio. — le comento con un tono de preocupación. — Es tu decisión, pero mi consejo es que mientras al menos no sepa donde están te mantengas en el lugar la mayor cantidad del tiempo posible. Para que así el niño sienta un poco de estabilidad. — sabía que la rubia quería lo mejor para su hijo, solo que a veces tomar las daciones no era tarea fácil.
— Sí, no te preocupes por los costos de la renta. Solo te presentaré las opciones que son más económicas y viables. — Aseguro la morena. Escucho su preocupación sobre el trabajo y se le prendió el bombillo en cuanto a ello. — Respecto a eso, hay una buena opción que no requiere tantas exigencias para trabajar en cuanto a requisitos. Aunque quizás puedan darte horarios locos. — comento. — Los restaurantes de comida rápida aquí están tan desesperados por empleados que pagan lo que sea. Aquí en el centro de la isla no hay tantos, pero hay. Así que podríamos ver en alguno de ellos. — Sugirió aquella opción.
Quizás una opción para la rubia era pedir refugio, porque cumplía con las características de una refugiada, era alguien que definitivamente corría peligro en su país. O al menos a los ojos de ella así era. — Pensemos en que así será. Eh, no nos adelantemos. Mientras hagamos lo que sea necesario para evitarlo. — le dijo tomando sus manos, intentando aliviarle la frustración.
Cuando al fin fueron a ver los lugares ya parecían un tanto más calmado. — ¿Mira vez la casa más Grande que se encuentra en el mismo patio? Ahí es donde vive la ancianita. Le dice apartamento porque la verdad solo es una habitación, la sala con una pequeña cocina y el baño, aunque hay un pequeño cuarto que lo tiene de almacén que igual, aunque sea chico se puede arreglar para habitación. — le explicaba Jimena mientras comenzaba a mostrarle la casa. — Puedes explorarla cuanto gustes. — le invito.
Jimena Valenzuela— En un Barrio de Aibonito — Algunos días luego de la tormenta
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3. Luego de la tempestad
viene la calma.
Era a la única persona después de su abuela que le estaba contando lo que sucedía y lo cierto es que se sentía desesperada, a lo mejor debió haber hecho más pero todo estaba tan en su contra que el camino más fácil había sido ese. Soltó un suspiro — Es un hecho que yo le tengo miedo, es un empresario que se ha sabido ganar a mis padres y tenía todas las de perder. Probablemente solo por que quería hacerme sufrir iba a quitarme a Andre o simplemente lo iba a seguir viendo porque tampoco quería darme el divorcio cuando se lo plantee, sin papeles ni reuniones, ni nada... recuerdo ese día y siento escalofríos — Le explicó a su amiga para que fuera suponiendo la razón del porque estaba ahí muerta de miedo en medio de la nada, sabía que la empezaría a buscar y probablemente le quitaría a Andre — Si me encuentra es cuando comenzaré a hablar, tengo todas las de perder pero créeme estaba desesperada, fue mucho el maltrato. No podía quedarme ahí esperando una muerte ¿no? Tampoco quería ser una mujer con ese eterno dolor — Exclamó. Maltrato físico había recibido como cachetadas o encerrarla, aguantar el psicológico entre gritos y que su autoestima estaba por el suelo, ya no lo podía soportar y tampoco quería que André terminará contemplando aquello. La única prueba era su palabra y ahora hacer entrar en razón que había huido precisamente porque no podía estar con un hombre así y que era capaz de todo para darle una buena vida y bienestar a su hijo.
— Mi abuela me ayudo a cambiar el nombre y todo... tener los papeles para estar aquí pero sé que se las van arreglar, supongo que no cuento con tanto tiempo. Espero que se den cuenta que haya tomado una determinación así es por algo — Terminó por decir, porque se le venía la imagen de su marido y lo único que deseaba era tener paz alguna vez en su vida. — Sería genial, pero debe ser solo una conversación por ahora que no puedo exponerme demasiado — Le dijo con respecto a su sugerencia de que podría hablar con algunos amigos que estudiaban leyes.
Tomó sus manos y soltó un suspiro. Las acarició porque necesitaba reconforte y apoyo de alguien, agradecía a Dios al tener a alguien que escuchara sus penas y lamentos. — Sí... es que es lo mismo que pienso, necesito sanar primero con ese tiempo y sé que me volveré más fuerte para poder enfrentarlo, que mis padres crean en mi y que hagamos al respecto — Susurró la chica, que de igual manera esperaba mantenerse escondida por unos años y cuando este llegará enfrentarlo.
— Sí.... cualquier lugar estaría bien para trabajar soy buena aprendiendo... lo que sea para empezar estará bien, y de ahí ir escalando de a poco, sé de negocios y todo lo que tenga que ver con proyectos, así que si tienes un dato también me servirá. Ayude mucho a mi papá en su momento hasta que llegó él y me quito todo lo que hacía — Murmuró la chica, era como si los hubiese envenado y ella se había quedado allí solo para ser madre de Andre lo que no le disgustaba pero también le gustaba sentirse realizada y trabajar.
— Gracias, si no te tuviera a ti no se que haría y bueno quizás se entere y trate de engatusarte pueden ofrecerte mucho dinero por mi paradero por favor no lo hagas. — Le suplicó con lágrimas en los ojos porque si creía que serían capaces de todo. Y ella se sentía que mantener refugiada y escondida.
Cuando caminaban y ella le mostró la casa le encanto lo que veía y si ya se veía ahí. — Es hermosa y aunque sea un cuarto para mi estará bien... seguro que también se puede sentir sola, no lo sé... no sé que puede ser conveniente para mi — La analizaba y le gustaba bastante, pero siempre pensaba que al tener más personas a su alrededor corría más peligro así que era bueno pedir un consejo. No hablo más y se dedicó a recorrer la casa y con sinceridad era más lo que podía pedir.
— Mi abuela me ayudo a cambiar el nombre y todo... tener los papeles para estar aquí pero sé que se las van arreglar, supongo que no cuento con tanto tiempo. Espero que se den cuenta que haya tomado una determinación así es por algo — Terminó por decir, porque se le venía la imagen de su marido y lo único que deseaba era tener paz alguna vez en su vida. — Sería genial, pero debe ser solo una conversación por ahora que no puedo exponerme demasiado — Le dijo con respecto a su sugerencia de que podría hablar con algunos amigos que estudiaban leyes.
Tomó sus manos y soltó un suspiro. Las acarició porque necesitaba reconforte y apoyo de alguien, agradecía a Dios al tener a alguien que escuchara sus penas y lamentos. — Sí... es que es lo mismo que pienso, necesito sanar primero con ese tiempo y sé que me volveré más fuerte para poder enfrentarlo, que mis padres crean en mi y que hagamos al respecto — Susurró la chica, que de igual manera esperaba mantenerse escondida por unos años y cuando este llegará enfrentarlo.
— Sí.... cualquier lugar estaría bien para trabajar soy buena aprendiendo... lo que sea para empezar estará bien, y de ahí ir escalando de a poco, sé de negocios y todo lo que tenga que ver con proyectos, así que si tienes un dato también me servirá. Ayude mucho a mi papá en su momento hasta que llegó él y me quito todo lo que hacía — Murmuró la chica, era como si los hubiese envenado y ella se había quedado allí solo para ser madre de Andre lo que no le disgustaba pero también le gustaba sentirse realizada y trabajar.
— Gracias, si no te tuviera a ti no se que haría y bueno quizás se entere y trate de engatusarte pueden ofrecerte mucho dinero por mi paradero por favor no lo hagas. — Le suplicó con lágrimas en los ojos porque si creía que serían capaces de todo. Y ella se sentía que mantener refugiada y escondida.
Cuando caminaban y ella le mostró la casa le encanto lo que veía y si ya se veía ahí. — Es hermosa y aunque sea un cuarto para mi estará bien... seguro que también se puede sentir sola, no lo sé... no sé que puede ser conveniente para mi — La analizaba y le gustaba bastante, pero siempre pensaba que al tener más personas a su alrededor corría más peligro así que era bueno pedir un consejo. No hablo más y se dedicó a recorrer la casa y con sinceridad era más lo que podía pedir.
Flavia Carvalho— En un Barrio de Aibonito — Algunos días luego de la tormenta
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3. Luego de la tempestad
viene la calma.
— Ni me tienes que dar más detalles ya imagino… Las personas con dinero se creen que tienen la sartén agarrada por el mango. Que todos le deben pleitesía y que son intocables. Pero a todos nos llega la hora de rendir las cuentas cuando hacemos algo que no está bien. Y ese tipo tendrá unas cuantas cuentas que rendir. Aquí está lejos de donde tiene influencias, no se le hará tan sencillo. — le aseguraba la morena, le daba rabia saber que había sido capaz de tanta maldad. ¿Por qué? Si no te interesa, si no hay amor, lo mejor es cada cual seguir por su lado. Pero claro, muchas veces el orgullo y ego era los que ganaban. — ¿Sabes? Quizás hasta existan otras que como tú, recibieron malos tratos de él. Con ese ego que me da entender que tiene, no me sorprendería que tuviera a otras. Por lo que quizás se podría averiguar… tener testigos de su forma violenta de ser. — comento, ella tenía miles de pensamientos rondados sobre su cabeza, pero todos coincidían en un mismo punto. Ayudar a que Flavia y su niño se sintieran seguros. Las averiguaciones obviamente no las podría hacer la rubia, eso sería sospechoso. Pero un tercero sí, uno que en su vida aquel hombre hubiera visto y, por tanto, jamás podría relacionar con la chica.
Soltó un suspiro, de verdad esperaba que sus papás abrieran los ojos. ¡Era su hija! ¿Como estar del lado de aquel bandido? Además, ellos serían la ayuda idónea, pues Jimena podría intentar ayudar todo lo que pudiera, pero nunca iba a ser lo mismo. — Espero que sí, a de ser difícil estar lejos de la familia y peor aún, no sentir su apoyo. Ellos incluso pudieran cambiar todo el panorama. — claro, si se iban del lado correcto, el de Flavia y el niño. — Oh, sí, claro. Podría ser por el momento tipo, orientación sobre el tema, los diversos posibles escenarios. Sin entrar en detalle. Luego de saber eso, entonces sería más sencillo el tomar una decisión. — porque sí, no podía pretender que le anduviera contando su historia a todo mundo. Pero tampoco quería que desperdiciara las oportunidades de conseguir ayuda.
Jimena sonrió al ver que tomaba sus manos, algo estaba haciendo bien que aunque fuera un poquito se estaba sintiendo reconfortada. — Así se habla, lo lograrás. Ya verás, es un proceso doloroso. Pero si has llegado hasta aquí, es porque eres más fuerte de lo que crees. — le alentó. — ¡Genial! Te lo conseguiré. Si es así, quién sabe. Cuando menos lo esperes ya eres gerente. — comento con seguridad. Los patronos solían ver las actitudes y habilidades de la gente, no solo lo que había en el papel del resumé. — Tu papá un día verá el error que cometió. — Añadió negando, sin creer aún que un padre creyera más en un extraño que en su sangre.
No pudo evitar conmoverse más de lo que ya estaba ante su petición. El dolor por tantas traiciones se veían que lo tenía a flor de piel que pensaba que todos lo harían. — Ago lo que puedo, y con gusto. No puede haber alguien pasando por algo tan fuerte y quedarme con brazos cruzados. — aseguro deteniéndose por un momento para secar las lágrimas de la otra con su pulgar. — Yo tengo valores, y no podría poner en riesgo a una mujer indefensa y su hijo por dinero. Somos humildes, pero felices con lo que tenemos. Les quiero dar una mejor vida a mi familia, sí. Pero por méritos propios, no poniendo en peligro la vida de otros. — finalizo antes de darle un pequeño abraso para luego proseguir con la caminata.
La sonrisa volvió a su rostro al ver que le agradaba la casita. — Tranquila, no tienes que decidir ahora. Primero veamos ambas y luego tomas la decisión. Se podría hacer una lista de pros y contras de ambas, así se te haría más fácil decidir al compararlas. — Sugirió Jimena. — Cuando estés lista con el recorrido me dices, así podemos ir a ver el otro lugar. — comento. Fue ahí donde la mujer llego— Saludos, y bienvenidas. Soy doña Rosa. ¿Café? ¿Galletas? — les pregunto mostrándole la bandeja que venía cargando desde su casa.
Soltó un suspiro, de verdad esperaba que sus papás abrieran los ojos. ¡Era su hija! ¿Como estar del lado de aquel bandido? Además, ellos serían la ayuda idónea, pues Jimena podría intentar ayudar todo lo que pudiera, pero nunca iba a ser lo mismo. — Espero que sí, a de ser difícil estar lejos de la familia y peor aún, no sentir su apoyo. Ellos incluso pudieran cambiar todo el panorama. — claro, si se iban del lado correcto, el de Flavia y el niño. — Oh, sí, claro. Podría ser por el momento tipo, orientación sobre el tema, los diversos posibles escenarios. Sin entrar en detalle. Luego de saber eso, entonces sería más sencillo el tomar una decisión. — porque sí, no podía pretender que le anduviera contando su historia a todo mundo. Pero tampoco quería que desperdiciara las oportunidades de conseguir ayuda.
Jimena sonrió al ver que tomaba sus manos, algo estaba haciendo bien que aunque fuera un poquito se estaba sintiendo reconfortada. — Así se habla, lo lograrás. Ya verás, es un proceso doloroso. Pero si has llegado hasta aquí, es porque eres más fuerte de lo que crees. — le alentó. — ¡Genial! Te lo conseguiré. Si es así, quién sabe. Cuando menos lo esperes ya eres gerente. — comento con seguridad. Los patronos solían ver las actitudes y habilidades de la gente, no solo lo que había en el papel del resumé. — Tu papá un día verá el error que cometió. — Añadió negando, sin creer aún que un padre creyera más en un extraño que en su sangre.
No pudo evitar conmoverse más de lo que ya estaba ante su petición. El dolor por tantas traiciones se veían que lo tenía a flor de piel que pensaba que todos lo harían. — Ago lo que puedo, y con gusto. No puede haber alguien pasando por algo tan fuerte y quedarme con brazos cruzados. — aseguro deteniéndose por un momento para secar las lágrimas de la otra con su pulgar. — Yo tengo valores, y no podría poner en riesgo a una mujer indefensa y su hijo por dinero. Somos humildes, pero felices con lo que tenemos. Les quiero dar una mejor vida a mi familia, sí. Pero por méritos propios, no poniendo en peligro la vida de otros. — finalizo antes de darle un pequeño abraso para luego proseguir con la caminata.
La sonrisa volvió a su rostro al ver que le agradaba la casita. — Tranquila, no tienes que decidir ahora. Primero veamos ambas y luego tomas la decisión. Se podría hacer una lista de pros y contras de ambas, así se te haría más fácil decidir al compararlas. — Sugirió Jimena. — Cuando estés lista con el recorrido me dices, así podemos ir a ver el otro lugar. — comento. Fue ahí donde la mujer llego— Saludos, y bienvenidas. Soy doña Rosa. ¿Café? ¿Galletas? — les pregunto mostrándole la bandeja que venía cargando desde su casa.
Jimena Valenzuela— En un Barrio de Aibonito — Algunos días luego de la tormenta
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3. Luego de la tempestad
viene la calma.
Lo que había pasado no se lo deseaba a ninguna mujer porque quedaba una angustia tan grande y también miedo, en el caso, si eran madres como ella. Por eso escapo de esa vida para tener una más tranquila, sin importar que tuviera poco dinero, tenía lo necesario para sobrevivir. — Eso es lo peor de todo, que tiene poder y mis padres confían en él casi como un hijo. Me da tanta rabia porque ni imaginan lo que paso ¿Cómo van a apoyarlo? ¡Lo dudo! Pero claro, por ahora estoy yo con el papel de la mala — Dijo soltando un suspiro y sintiendo su enfado.
— Pues por el momento no tengo idea aunque no estaría mal encontrar testigos — Enfatizó la rubia que con solo pensar en eso le molestaba, y ni siquiera ya sentía amor por ese, de hecho, sabía que no iba a volver a sentir algo así por un chico porque lo había pasado mal y estaba traumada. — Me cuesta hablar del tema, pero tienes toda la razón... ahí habrá que ver que pasará, solo que mientras tanto me deje vivir en paz. Ya no quiero saber nada de él, tan solo me preocupa Andre — Que no sabía que iba a pasar con él, si lo separaban, en todo caso, igual tenía miedo porque la verdad hacían escoger con quien se podía quedar.
— Quiero ser positiva en todo esto, Jime. Tengo que hacerlo y esforzarme para lograr todo lo que perdí, gracias a tu ayuda ya he hecho bastante y tan solo en unos días, me salvaste de una fea tormenta y realmente estoy feliz de haberte conocido — La terminó por abrazar, es que eternamente estaría agradecida con ella le debía la vida y más que ahora hasta la estaba ayudando a conseguir una casa para vivir y no molestarlos, eran muchos y temía que se sintieran incomodos. Igual no pensaba perder el contacto con ninguno de ellos, era una familia muy amable.
La calidez de sus palabras la hacían sentir muy bien y tanto que se le humedecieron los ojos. Solo que ya no quería llorar más así que las contuvo.
Cuando estuvieron en la casa de la abuelita ya la había amado, aunque tenía que conocerla por supuesto. — De acuerdo, es una gran idea — Sabía que Jimena la ayudaría en todo así que estaba más que feliz con eso. Se sobresaltó y luego sonrió, cuando apareció la señora Rosa. — Recién comimos.... pero no puedo negarme a esas galletas tan deliciosas — Sentenció con amabilidad mientras tomaba una — Es todo un gusto, soy Flavia — Se presentó.
— Pues por el momento no tengo idea aunque no estaría mal encontrar testigos — Enfatizó la rubia que con solo pensar en eso le molestaba, y ni siquiera ya sentía amor por ese, de hecho, sabía que no iba a volver a sentir algo así por un chico porque lo había pasado mal y estaba traumada. — Me cuesta hablar del tema, pero tienes toda la razón... ahí habrá que ver que pasará, solo que mientras tanto me deje vivir en paz. Ya no quiero saber nada de él, tan solo me preocupa Andre — Que no sabía que iba a pasar con él, si lo separaban, en todo caso, igual tenía miedo porque la verdad hacían escoger con quien se podía quedar.
— Quiero ser positiva en todo esto, Jime. Tengo que hacerlo y esforzarme para lograr todo lo que perdí, gracias a tu ayuda ya he hecho bastante y tan solo en unos días, me salvaste de una fea tormenta y realmente estoy feliz de haberte conocido — La terminó por abrazar, es que eternamente estaría agradecida con ella le debía la vida y más que ahora hasta la estaba ayudando a conseguir una casa para vivir y no molestarlos, eran muchos y temía que se sintieran incomodos. Igual no pensaba perder el contacto con ninguno de ellos, era una familia muy amable.
La calidez de sus palabras la hacían sentir muy bien y tanto que se le humedecieron los ojos. Solo que ya no quería llorar más así que las contuvo.
Cuando estuvieron en la casa de la abuelita ya la había amado, aunque tenía que conocerla por supuesto. — De acuerdo, es una gran idea — Sabía que Jimena la ayudaría en todo así que estaba más que feliz con eso. Se sobresaltó y luego sonrió, cuando apareció la señora Rosa. — Recién comimos.... pero no puedo negarme a esas galletas tan deliciosas — Sentenció con amabilidad mientras tomaba una — Es todo un gusto, soy Flavia — Se presentó.
Flavia Carvalho— En un Barrio de Aibonito — Algunos días luego de la tormenta
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3. Luego de la tempestad
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Lo que le había ocurrido a la rubia habías sido sin duda algo realmente perturbador, injusto y cruel. No podía evitar pensar en todo aquello que debía de haber pasado. Era demasiado triste porque una pareja era para qué velará el uno por el otro. No para ser quien causará su desgracia. Que le infundiera tal terror que temiera por ella y su hijo como para huir lo más lejos posible. Jimena trataba ponerse en su lugar y por eso quería ayudarla. Ella sabía que era haber pasado por una gran pena. Aun cuando no hubiera sido de la misma manera, la morena fue feliz mientras pudo, pero luego llegó la tragedia arrebatando así su alegría. Así que sabía que costaba salir de allí, comenzar de nuevo. Porque siempre quedaba ese miedo a que todo volviera a salir mal.
— Sé ve que es todo un manipulador para lograr que algo así ocurra. Hay personas que se meten tan bien en su papel que logran engañar a los demás. Pero tarde o temprano las vendas se caen. Solo que no podías esperar a que eso pasara porque luego podría ser muy tarde. — reconoció la morena, igual esperaba que la familia de la chica no se diera cuenta de lo injustos que habían sido con ella y de como habían puesto en peligro tanto a Flavia como al niño.
— Tal vez no sea fácil que otras accedan, pero si se logran unir entonces sería él quien tendría problemas. — en la unión estaba la fuerza, y si lograban convencer a testigos aquello sin dudas sería una ventaja a su favor. Había que agotar hasta el último recurso.
Jimena suspiró y le dio una suave palmada a la otra chica. — Hay temas que siempre costarán, te comprendo. Pero sí, eso es justo lo que necesitan. Luego de tanto ajetreo. Necesitas recobrar fuerzas emocionales para poder enfrentar lo que luego venga. Así que mejor ni pienses muy a futuro. Vive el presente Flavia. — Le aconsejo. — Claro, pero creo que serás la primera en notar si algo anda mal con él. Por ahora a pesar de todo lo está llevando bastante bien. — reconoció.
Inevitable que esos momentos se volvieran emocionales. La joven sabía bien los efectos de los abrazos. De cómo podían recargar las emociones. — No tienes por qué, yo hice lo que mi corazón me dictó que era correcto. No podía dejarlos a su suerte cuando podía hacerlo algo al respecto. Además, bueno. En poco tiempo ya les comienzo a tomar cariño. — aseguró, así que nada de aquello le pesaba.
Fueron a ver el lugar y la señora igual se veía contenta de recibirlas. — Perfecto. Entonces luego vamos a la otra. — Señaló la muchacha antes de que la anciana hablara. — Y yo Jimena y Flavia tiene razón. ¿Cómo decir que no a unas ricas galletas? — Murmuró riendo mientras tomaba una para comerla. — Es un gusto jóvenes. Creo que vieron el interior, pero les gustaría ver el jardín. Es parte de mi casa, pero yo no tengo reparo en compartirlo. — aseguro la mujer. — Vengan niñas, venga. — pidió la abuelita tomando la mano de la Flavia para que la siguieran hasta la parte posterior donde había un bonito jardín. Aún un poco maltrecho por la tormenta, pero que no tardaría en volver a su encanto natural.
— Sé ve que es todo un manipulador para lograr que algo así ocurra. Hay personas que se meten tan bien en su papel que logran engañar a los demás. Pero tarde o temprano las vendas se caen. Solo que no podías esperar a que eso pasara porque luego podría ser muy tarde. — reconoció la morena, igual esperaba que la familia de la chica no se diera cuenta de lo injustos que habían sido con ella y de como habían puesto en peligro tanto a Flavia como al niño.
— Tal vez no sea fácil que otras accedan, pero si se logran unir entonces sería él quien tendría problemas. — en la unión estaba la fuerza, y si lograban convencer a testigos aquello sin dudas sería una ventaja a su favor. Había que agotar hasta el último recurso.
Jimena suspiró y le dio una suave palmada a la otra chica. — Hay temas que siempre costarán, te comprendo. Pero sí, eso es justo lo que necesitan. Luego de tanto ajetreo. Necesitas recobrar fuerzas emocionales para poder enfrentar lo que luego venga. Así que mejor ni pienses muy a futuro. Vive el presente Flavia. — Le aconsejo. — Claro, pero creo que serás la primera en notar si algo anda mal con él. Por ahora a pesar de todo lo está llevando bastante bien. — reconoció.
Inevitable que esos momentos se volvieran emocionales. La joven sabía bien los efectos de los abrazos. De cómo podían recargar las emociones. — No tienes por qué, yo hice lo que mi corazón me dictó que era correcto. No podía dejarlos a su suerte cuando podía hacerlo algo al respecto. Además, bueno. En poco tiempo ya les comienzo a tomar cariño. — aseguró, así que nada de aquello le pesaba.
Fueron a ver el lugar y la señora igual se veía contenta de recibirlas. — Perfecto. Entonces luego vamos a la otra. — Señaló la muchacha antes de que la anciana hablara. — Y yo Jimena y Flavia tiene razón. ¿Cómo decir que no a unas ricas galletas? — Murmuró riendo mientras tomaba una para comerla. — Es un gusto jóvenes. Creo que vieron el interior, pero les gustaría ver el jardín. Es parte de mi casa, pero yo no tengo reparo en compartirlo. — aseguro la mujer. — Vengan niñas, venga. — pidió la abuelita tomando la mano de la Flavia para que la siguieran hasta la parte posterior donde había un bonito jardín. Aún un poco maltrecho por la tormenta, pero que no tardaría en volver a su encanto natural.
Jimena Valenzuela— En un Barrio de Aibonito — Algunos días luego de la tormenta
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