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26.09.22 8:05 por Shooting Star
Recuerdo del primer mensaje :
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Sin lluvia no hay flores
“Andábamos sin buscarnos, pero sabiendo que andábamos para encontrarnos”. - J C
Aquella rubia huyo de aquel lugar que tanto mal le hacía. Sin rumbo fijo solo compró los primeros pasajes disponibles y fue que su destino fue Puerto Rico. Una isla de Centroamérica que solo escuchó de nombre alguna vez. Tenía suerte saber español pues como portuguesa no habría podido entender nada y optar por otro sitio.
No iba sola. Junto a ella iba su hijo de tan solo 7 años que era el más desorientado en ir para acá y para allá en el aeropuerto y cuando pisaron suelo en Aguadillas notaron que se aproximaba una tormenta. Todos estaban inquietos por lo que la idea no fue quedarse en la ciudad así que preguntando tomó la determinación al pueblo más alejado, cercanos a una montañas según le dijeron tomaron el primer carro hacia su último destino. Tenían que quedarse todo había cambiado.
Por otro lado, la morena estaba fastidiada por la rutina. Aunque había terminado la universidad con honores gracias a una buena beca no había logrado conseguir un empleo decente en el último tiempo. Tenía que sacar de la pobreza a sus padres y dos hermanos estudiantes, aunque su pueblito fuera estupendo si pasaban necesidades en Aibonito, pueblo que se encontraba en las montañas y que era reconocido por su agricultura y flores. Sin duda, estaba alejado de todo y ella no deseaba dejarlos del todo ¿Con quienes se quedaría? Tristemente, había pasado hambre y muchas veces tenía que soportar estar sin luz por varios días. Y ahora otra tormenta se aproximaba y andaba temerosa. Ella sola se subió al techo y comenzó arreglarlo como podía para que no terminara todo inundado y fue cuando vio desde esa altura a una rubia con un pequeño con maletas.
Todo comenzó desde ese minuto.
No iba sola. Junto a ella iba su hijo de tan solo 7 años que era el más desorientado en ir para acá y para allá en el aeropuerto y cuando pisaron suelo en Aguadillas notaron que se aproximaba una tormenta. Todos estaban inquietos por lo que la idea no fue quedarse en la ciudad así que preguntando tomó la determinación al pueblo más alejado, cercanos a una montañas según le dijeron tomaron el primer carro hacia su último destino. Tenían que quedarse todo había cambiado.
Por otro lado, la morena estaba fastidiada por la rutina. Aunque había terminado la universidad con honores gracias a una buena beca no había logrado conseguir un empleo decente en el último tiempo. Tenía que sacar de la pobreza a sus padres y dos hermanos estudiantes, aunque su pueblito fuera estupendo si pasaban necesidades en Aibonito, pueblo que se encontraba en las montañas y que era reconocido por su agricultura y flores. Sin duda, estaba alejado de todo y ella no deseaba dejarlos del todo ¿Con quienes se quedaría? Tristemente, había pasado hambre y muchas veces tenía que soportar estar sin luz por varios días. Y ahora otra tormenta se aproximaba y andaba temerosa. Ella sola se subió al techo y comenzó arreglarlo como podía para que no terminara todo inundado y fue cuando vio desde esa altura a una rubia con un pequeño con maletas.
Todo comenzó desde ese minuto.
Jimena Valenzuela 23 años - Camila Mendes - Rising Sun | Flávia Carvalho 26 años - Maya Hawke - Shooting Star |
1x1 — ORIGINAL — REALISTA (Romance - Drama - Diferencias sociales)
XIII
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- Post de Rol:
- Código:
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<div class="pwgotitle">TITULO GUAY AQUI</div><div class="pwgosubtit">SUBTITULO MOLÓN</div>
<div class="pwgotext">TU SUPER CHACHI POST POR AQUÍ...
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<div class="pwgosq1bt"></div><div class="pwgosq2bt"><div class="pwgodatos">¿QUIÉN? — ¿DÓNDE? — ¿CAPITULO?</div></div></div>
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30.04.23 0:30 por Rising Sun
2. Las tormentas
UNA NORMAL Y LA OTRA DEL CORAZÓN...
La morena tenía una personalidad protectora, y le nacía ser así de forma natural. — No hay de qué. Realmente me satisface saber qué puedo hacerle bien a alguien. — aseguró con una sonrisa mientras aún sostenía sus manos. — En eso tienes razón, si no fue bien esposo, que al menos sea buen padre. — Mientras sea así no había problema, porque tampoco se le podía negar eso al pequeño si la relación con él era buena. Ahora bien, si también era malo con el pequeño, ahí si había que tomar cartas en el asunto. Lo mejor era estar muy atentos a su comportamiento si se lo topaba en su vida en un futuro.
— Ah, no nos llevamos tanto entonces. — aseguró sonriente Jimena. Incluso soltó una risita. — Descuida todos en algún momento nos solemos volver Doris. — añadió. Se alegraba de que a pesar de que habían tenido una conversación que podía resultar en algo triste, ahora estuvieran hablando de manera más tranquila. Es que claro, luego de soltar la carga y compartirla con alguien más ayudaba a estar más tranquila.
Sin duda Flavia estaba resultando muy buena ayudante, porque su padre tenía sus condiciones de salud que no le permitían hacer ya estas cosas y su madre, pues no era habilidosa coordinando en nada que tuviera que ver con cables, martillos y clavos. Así que le estaba ayudando más de lo que ella incluso pudiera pensar. — Pues te digo que es un gran lugar República Dominicana, en especial para vacaciones de verano. Aunque para las de navidad, en mi caso preferiría Estados Unidos, así veo la nieve. — todo depende de lo que uno buscara. No conocía muchos sitios, pero los que conocía los tenía altamente recomendados.
— Uh, Brasil. Siempre me ha dado curiosidad. Ese país es enorme. — comento la muchacha, quien suponía que aun los que lo hubieran visitado siempre le faltarían partes por explorar. — Pues fíjate, me da curiosidad España, pues como ya imaginaras, gran parte de las culturas de América latina están ligadas a la de España. Pero jamás he cruzado el gran charco como dirían mis abuelos. — comento la morena. — Quizás algún día, cuando tenga un trabajo más estable, que sea una agrónoma más reconocida podré pensar en darme un viaje algún lugar de esos más lejos. Será divertido. — entre conversación y conversación ya habían terminado, también ya tenían sobre ellas esas primeras bandas de la tormenta.
— Acostúmbrate, que los niños suelen ser así. Mientras no hay más ningún otro se la pasan pegados a una, pero a la que aparecen amiguitos nos abandonan. Aunque al menos ahora nos podemos hacer compañía cada que hagan eso. — bromeo la muchacha. Pues la verdad le estaba agradando tener la compañía de la portuguesa. — Me alegro de que se estén entendiendo y se lleven bien. Le hará bien. Además, Andre también es encantador. Gracias, Bryan y Valentina son un amor. A veces quisiera darles más, pero me quedo tranquila de que al menos siempre están con una linda sonrisa. — comento la muchacha que, aunque era su hermana, los trataba como hijos.
No bromeaba con lo de la pijamada, sería entretenido mientras pasaba la tormenta, solo que al escuchar los gritos de los niños asustados tuvo que alterar un poco el plan. — Bueno, creo que quizás debamos invitar a los chicos a nuestra pijamada. Ven Flavia, armaremos una casita con el cobertor y jugaremos a las cartas debajo de él. — Jimena le señalo una lámpara de baterías que había sobre la mesa para que la rubia la tomara y la siguiera hacia la habitación de los niños. — Tranquilos. Vamos a divertirnos. No hay que tener miedo. — dijo mientras bajaba aquella sabana gruesa de la parte superior de un armario.
— Ah, no nos llevamos tanto entonces. — aseguró sonriente Jimena. Incluso soltó una risita. — Descuida todos en algún momento nos solemos volver Doris. — añadió. Se alegraba de que a pesar de que habían tenido una conversación que podía resultar en algo triste, ahora estuvieran hablando de manera más tranquila. Es que claro, luego de soltar la carga y compartirla con alguien más ayudaba a estar más tranquila.
Sin duda Flavia estaba resultando muy buena ayudante, porque su padre tenía sus condiciones de salud que no le permitían hacer ya estas cosas y su madre, pues no era habilidosa coordinando en nada que tuviera que ver con cables, martillos y clavos. Así que le estaba ayudando más de lo que ella incluso pudiera pensar. — Pues te digo que es un gran lugar República Dominicana, en especial para vacaciones de verano. Aunque para las de navidad, en mi caso preferiría Estados Unidos, así veo la nieve. — todo depende de lo que uno buscara. No conocía muchos sitios, pero los que conocía los tenía altamente recomendados.
— Uh, Brasil. Siempre me ha dado curiosidad. Ese país es enorme. — comento la muchacha, quien suponía que aun los que lo hubieran visitado siempre le faltarían partes por explorar. — Pues fíjate, me da curiosidad España, pues como ya imaginaras, gran parte de las culturas de América latina están ligadas a la de España. Pero jamás he cruzado el gran charco como dirían mis abuelos. — comento la morena. — Quizás algún día, cuando tenga un trabajo más estable, que sea una agrónoma más reconocida podré pensar en darme un viaje algún lugar de esos más lejos. Será divertido. — entre conversación y conversación ya habían terminado, también ya tenían sobre ellas esas primeras bandas de la tormenta.
— Acostúmbrate, que los niños suelen ser así. Mientras no hay más ningún otro se la pasan pegados a una, pero a la que aparecen amiguitos nos abandonan. Aunque al menos ahora nos podemos hacer compañía cada que hagan eso. — bromeo la muchacha. Pues la verdad le estaba agradando tener la compañía de la portuguesa. — Me alegro de que se estén entendiendo y se lleven bien. Le hará bien. Además, Andre también es encantador. Gracias, Bryan y Valentina son un amor. A veces quisiera darles más, pero me quedo tranquila de que al menos siempre están con una linda sonrisa. — comento la muchacha que, aunque era su hermana, los trataba como hijos.
No bromeaba con lo de la pijamada, sería entretenido mientras pasaba la tormenta, solo que al escuchar los gritos de los niños asustados tuvo que alterar un poco el plan. — Bueno, creo que quizás debamos invitar a los chicos a nuestra pijamada. Ven Flavia, armaremos una casita con el cobertor y jugaremos a las cartas debajo de él. — Jimena le señalo una lámpara de baterías que había sobre la mesa para que la rubia la tomara y la siguiera hacia la habitación de los niños. — Tranquilos. Vamos a divertirnos. No hay que tener miedo. — dijo mientras bajaba aquella sabana gruesa de la parte superior de un armario.
Jimena Valenzuela— Casa de Jimena — Septiembre de 2022
XIII


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30.04.23 8:17 por Shooting Star
2. Las Tormentas
Una normal y la otra del corazón...
Sí, una tormenta no solo significaba viento, relámpagos, truenos y mucha lluvia que asustaba, sino que también habían tormentas del corazón, que Flavia y Jimena reconocían bien. Al haberse desahogado ya estaban algo mejor y la rubia había prometido internamente que iba hacer algo por ella, la encontraba valiente, empática y un gran apoyo, no quería por así decirlo, dejarla. Aunque estaba al tanto que no debía encariñarse mucho ¿Podría?
Cuando estaban haciendo lo último la conversación de los viajes, fluyó. — Te juro, haberte conocido en otras instancias te habría llevado a conocer todas partes del mundo, no puedo prometerlo pero si llegó a librarme bien de esto y hay una solución, nos iremos de viaje, ese será mi pago, por supuesto que iría toda tu familia incluida. — Le guiñó un ojo. Flav tenía mucha plata con solo portar un buen apellido, ahora estaba abajo solo quería creer que todo volvería a ser como antes, si tan solo sus padres lograban comprender lo que pasaba, habían sido engañados también por ese imbécil. ¿Cómo no se daban cuenta? — Lograrás todos tus sueños ¿sabes? Todo es con esfuerzo, sé que cuesta más pero con perseverancia se logra todo. Vas a tener ese trabajo estable, mereces eso y mucho más. — Tenía que creer más en sí misma, pero la rubia en su opinión creía que la morena merecía el mundo entero, iba a ser recompensada por lo buena que era. Solo tenía que seguir siendo así.
Sintió la calidez del hogar cuando entraron al fin, la chica de inmediato fue por su maleta. Necesitaba cambiarse, así que la idea de la pijamada le parecía perfecta. — Lo sé, pero si están con esa sonrisa date por satisfecha, es lo más importante incluso que lo material, mi pequeño va a tener que comprender eso, asumo que lo tenía algo mimado y él también. — Y ella ahora si se sentía recompensada porque Andre se lo estaba pasando realmente bien, tenía amigos en casa, y quizás estaba más contento porque pensó que lo iba a pasar mal en Puerto Rico, y estaba resultando todo lo contrario. Suspiró y sintió un escalofrío por su cuerpo húmedo.
Asintió con la idea de la pijamada otra vez, y fue cuando se escuchó ese ruido que los hizo sobresaltar a todos, pudo escuchar el grito de su pequeño. Solo que ni siquiera necesito ir allí porque ya Bryan y Valentina lo estaban conteniendo. — Creo que será lo mejor. ¿Le decimos que se pongan los pijamas? Creo que también haré lo mismo, no quiero resfriarme cuando tengo que ayudar después. — Necesitaba ropa seca.— ¿Dónde me puedo cambiar? — Preguntó. — No te adelantes, que te ayudaré con la casita improvisada. — Señaló. Dejo que Jime se dirigiera a los chicos mientras ella se iba a cambiar. Seguro que pasarían una buena noche, hizo esto muy rápido y llamó a André al rato para que también se abrigará con su pijama.
— Mamá tengo algo de susto pero lo estoy pasando muy bien ¡Vamos hacer una fiesta de pijamas! ¿Puedes creer?. Ojala que nos quedemos mucho tiempo aquí, aunque extrañe a los abuelos y a papá, y a nana — Decía por su bisabuela que lo había abrazado un montón antes de marcharse. Ella solo lo abrazó por un momento y luego solo comenzó a cambiarlo antes de salir e ir ayudar a Jimena.
Cuando estaban haciendo lo último la conversación de los viajes, fluyó. — Te juro, haberte conocido en otras instancias te habría llevado a conocer todas partes del mundo, no puedo prometerlo pero si llegó a librarme bien de esto y hay una solución, nos iremos de viaje, ese será mi pago, por supuesto que iría toda tu familia incluida. — Le guiñó un ojo. Flav tenía mucha plata con solo portar un buen apellido, ahora estaba abajo solo quería creer que todo volvería a ser como antes, si tan solo sus padres lograban comprender lo que pasaba, habían sido engañados también por ese imbécil. ¿Cómo no se daban cuenta? — Lograrás todos tus sueños ¿sabes? Todo es con esfuerzo, sé que cuesta más pero con perseverancia se logra todo. Vas a tener ese trabajo estable, mereces eso y mucho más. — Tenía que creer más en sí misma, pero la rubia en su opinión creía que la morena merecía el mundo entero, iba a ser recompensada por lo buena que era. Solo tenía que seguir siendo así.
Sintió la calidez del hogar cuando entraron al fin, la chica de inmediato fue por su maleta. Necesitaba cambiarse, así que la idea de la pijamada le parecía perfecta. — Lo sé, pero si están con esa sonrisa date por satisfecha, es lo más importante incluso que lo material, mi pequeño va a tener que comprender eso, asumo que lo tenía algo mimado y él también. — Y ella ahora si se sentía recompensada porque Andre se lo estaba pasando realmente bien, tenía amigos en casa, y quizás estaba más contento porque pensó que lo iba a pasar mal en Puerto Rico, y estaba resultando todo lo contrario. Suspiró y sintió un escalofrío por su cuerpo húmedo.
Asintió con la idea de la pijamada otra vez, y fue cuando se escuchó ese ruido que los hizo sobresaltar a todos, pudo escuchar el grito de su pequeño. Solo que ni siquiera necesito ir allí porque ya Bryan y Valentina lo estaban conteniendo. — Creo que será lo mejor. ¿Le decimos que se pongan los pijamas? Creo que también haré lo mismo, no quiero resfriarme cuando tengo que ayudar después. — Necesitaba ropa seca.— ¿Dónde me puedo cambiar? — Preguntó. — No te adelantes, que te ayudaré con la casita improvisada. — Señaló. Dejo que Jime se dirigiera a los chicos mientras ella se iba a cambiar. Seguro que pasarían una buena noche, hizo esto muy rápido y llamó a André al rato para que también se abrigará con su pijama.
— Mamá tengo algo de susto pero lo estoy pasando muy bien ¡Vamos hacer una fiesta de pijamas! ¿Puedes creer?. Ojala que nos quedemos mucho tiempo aquí, aunque extrañe a los abuelos y a papá, y a nana — Decía por su bisabuela que lo había abrazado un montón antes de marcharse. Ella solo lo abrazó por un momento y luego solo comenzó a cambiarlo antes de salir e ir ayudar a Jimena.
Flávia Carvalho— Casa de Jimena — Septiembre de 2022
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01.05.23 1:40 por Rising Sun
2. Las tormentas
UNA NORMAL Y LA OTRA DEL CORAZÓN...
Ya hasta estaban trabajando juntas, cuál relojito suizo y eso que era la primera vez para la rubia haciendo este tipo de trabajo. Qué claro, no es que se le diera a la perfección. De hecho, ni siquiera la misma Jimena era una experta con los clavos y el martillo. Pero de que estaba bastante bien asegurada la casa, lo estaba y eso era lo más importante. Se habían vuelto tanto trabajando en el techo que hasta ya los temas tristes habían quedado a un lado. — ¿Lo dices en serio? — pregunto sorprendida. Que recordara nadie le había hecho un tipo de afirmación como esas en años. Fue inevitable que los ojitos le brillaran, pues siempre le había hecho mucha ilusión poder darse un viaje lejos. Incluso cuando puedo se acercó a darle un abrazo. — Bueno, algo me dice que lo vas a lograr y no te lo digo porque me prometieras ese viaje… aunque debo de admitir que… me hace ilusión. La verdad. — Soltó una risita. — Pero lo digo porque sé que podrás salir de esta tormenta y no me refiero precisamente a la que nos estás por azotar. — termino por decir.
Le regalo una sonrisa tierna al escucharla. La verdad ella no hacía las cosas para recibir recompensas, ni halagos, pero sí era cierto que se sentía bonito que creyeran en ella y su potencial. — Gracias, no tienes idea del valor que esas palabras tienen para mí. — a veces el hacer las cosas bien, tener talento, ser inteligente, no era suficiente. De vez en cuando era bueno cuando se reconocían los esfuerzos, no por sobresalir, sino como recordatorio de que tú puedes lograrlo.
Hablar de los niños siempre sacaba sonrisas, pues podían salir con cosas curiosas y divertidas. Esa era la parte importante. Que se sintieran felices. — Eso es cierto, y esas caritas sonrientes valen más que cualquier cosa material. Mientras estén felices, aunque no tengan los más grandes lujos. — aseguro, aunque claro, eso no quitaba que siempre quisiera darles lo mejor que podía.
Cuando comenzaron los ruidos de los vientos, sus hermanitos, como ya estaban un poco más acostumbrados, lograron calmar como pudieron a André. Así que no fue tan fuerte el impacto de lo ocurrido como tal vez pudieron imaginar. Pero ahora que ellas estarían allí todo sería más fácil, podrían distraerlos mejor. Porque la morena sabia que se pondría peor cuando los vientos comenzara a ser más fuertes y arrancar cosas haciendo que las mismas salieran volando estrellándose con todo lo que encontraran. Ahí sí que se pondrían feos los ruidos. Por lo que la idea de la pijamada resultaba toda una maravilla para calmar a los más chicos.
— Puedes hacerlo en el baño, al fondo, a la derecha. — señalo Jimena. — Oh, sí, casi lo olvidaba. Ten. — saco una pequeña linterna y se la entrego a la rubia. — Tranquila, no comenzaremos nada sin ti. Solo iremos sacando los “materiales de construcción" — aseguro la chica en cuanto a eso de aún no hacer la casita. Sonrió al escuchar al niño. — Viste, todo tiene su lado divertido André. — le dijo con seguridad para que el niño se mantuviera calmado. — Aquí saque algunos juegos de cartas para que juguemos luego. ¿Sabes jugar UNO, André? Lo importante es estar pendiente a los colores y los números. — le explicaba por las dudas la chica. — Solo no la dejes ganar André, esperemos seas el primero en ganarle… — comento Bryan poniendo carita de cachorro regañado. — O su mamá, seguro ella sí le puede ganar a Jimena. — Añadió Valentina con una ceja alzada y los brazos cruzados. — Ah, caray. No sabía que había tanto resentimiento de parte de ustedes. ¿Sabes como voy a resolver esto? Bueno… — Comenzó a jugar a las cosquillas con los pequeños mientras esperaban a que Flavia terminara de cambiarse y así olvidaran los ruidos de afuera.
Le regalo una sonrisa tierna al escucharla. La verdad ella no hacía las cosas para recibir recompensas, ni halagos, pero sí era cierto que se sentía bonito que creyeran en ella y su potencial. — Gracias, no tienes idea del valor que esas palabras tienen para mí. — a veces el hacer las cosas bien, tener talento, ser inteligente, no era suficiente. De vez en cuando era bueno cuando se reconocían los esfuerzos, no por sobresalir, sino como recordatorio de que tú puedes lograrlo.
Hablar de los niños siempre sacaba sonrisas, pues podían salir con cosas curiosas y divertidas. Esa era la parte importante. Que se sintieran felices. — Eso es cierto, y esas caritas sonrientes valen más que cualquier cosa material. Mientras estén felices, aunque no tengan los más grandes lujos. — aseguro, aunque claro, eso no quitaba que siempre quisiera darles lo mejor que podía.
Cuando comenzaron los ruidos de los vientos, sus hermanitos, como ya estaban un poco más acostumbrados, lograron calmar como pudieron a André. Así que no fue tan fuerte el impacto de lo ocurrido como tal vez pudieron imaginar. Pero ahora que ellas estarían allí todo sería más fácil, podrían distraerlos mejor. Porque la morena sabia que se pondría peor cuando los vientos comenzara a ser más fuertes y arrancar cosas haciendo que las mismas salieran volando estrellándose con todo lo que encontraran. Ahí sí que se pondrían feos los ruidos. Por lo que la idea de la pijamada resultaba toda una maravilla para calmar a los más chicos.
— Puedes hacerlo en el baño, al fondo, a la derecha. — señalo Jimena. — Oh, sí, casi lo olvidaba. Ten. — saco una pequeña linterna y se la entrego a la rubia. — Tranquila, no comenzaremos nada sin ti. Solo iremos sacando los “materiales de construcción" — aseguro la chica en cuanto a eso de aún no hacer la casita. Sonrió al escuchar al niño. — Viste, todo tiene su lado divertido André. — le dijo con seguridad para que el niño se mantuviera calmado. — Aquí saque algunos juegos de cartas para que juguemos luego. ¿Sabes jugar UNO, André? Lo importante es estar pendiente a los colores y los números. — le explicaba por las dudas la chica. — Solo no la dejes ganar André, esperemos seas el primero en ganarle… — comento Bryan poniendo carita de cachorro regañado. — O su mamá, seguro ella sí le puede ganar a Jimena. — Añadió Valentina con una ceja alzada y los brazos cruzados. — Ah, caray. No sabía que había tanto resentimiento de parte de ustedes. ¿Sabes como voy a resolver esto? Bueno… — Comenzó a jugar a las cosquillas con los pequeños mientras esperaban a que Flavia terminara de cambiarse y así olvidaran los ruidos de afuera.
Jimena Valenzuela— Casa de Jimena — Septiembre de 2022
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02.05.23 19:51 por Shooting Star
2. Las Tormentas
Una normal y la otra del corazón...
Flavia supo que ese tendría que ser el pago de agradecimiento al notar como a Jime le brillaban los ojitos de ilusión con tan solo un viaje, así que esperaba que todo saliera bien después que la tormenta de su vida pasara y que luego llegará la calma ante todo.— Quizás todo se de un tiempo no sé cuanto esto durará pero si luego hay calma, lo recordaré e iremos a recorrer algunos países. — Correspondió al abrazo, sin duda, la morena la llenaba de mucho amor y sentimientos muy bonitos, estaba segura que se iban a volver grandes amigas. — No hay de que. — Colocó su mano en su hombro y mirándola con sinceridad, le alegraba que sus palabras hicieron que sintiera bien.
Ya dentro de la casa, Flav prefirió colocarse el pijama enseguida no quería resfriarse, tenía que estar sana ante todo para después ayudar en todo lo posible, ya habían hecho mucho por ella así que también quería recompensar, muy pronto se le unió su hijo con quién intercambió palabras, aún no se cortaba la luz pero se sentía segura con la linterna que Jime le pasó.
André al instante se fue con su pijama de pingüino que adoraba y demasiado entusiasmado, veía que no tenía problema alguno de recorrer la casa solo. Cuando Flav salió del baño, pudo notar que el viento se volvía cada vez más ruidoso y fuerte, no podía negar que sentía algo de miedo pero quería pensar que todo estaría bien.
Cuando llegó al grupito ya tenían todo amontonado y Jime hablaba entusiasta con los niños, sonrió cuando lograron mirarse, ella también estaba abrigada aunque creía que muy pronto iba a sentir calor que la temperatura de Puerto Rico era más calurosa, solo que si había pasado frío al mojarse.
— Oh, ese juego de cartas se ve divertido. ¿De qué trata? — Le preguntó tanto a Jimena como a los niños que estaban divertidos conversando. — Ya estoy, me dices cuando comenzamos a construir la “casita mágica” — Los ojitos de su André brillaron de la emoción y claro que todos querían ayudar. Era la forma para que conservaran la calma y estuvieran tranquilos, no tenía idea cuando la tormenta se volvería peor. Solo espero las indicaciones de Jimena para comenzar, jamás había hecho algo así con su hijo pues siempre estaba llena de trabajo, sabía que todo esto igual iba a unirlos mucho más, porque sería ante todo una mamá presente.
Comenzó ayudar a Jimena, en estas cosas era algo torpe solo que puso todo su esfuerzo y la verdad es que muy pronto ya tenían todo listo.— Bueno, solo falta que ustedes se cambien para comenzar nuestra “aventura” — Dijo alegre mientras los hermanos de Jime iban corriendo hacia su habitación donde André los siguió y nuevamente se quedó un momento a solas con Jime. — Anda, te espero. — Señaló mientras que ella comenzaba acomodar sus cosas porque su nueva amiga ya había dicho donde iba a dormir. Era una casa humilde, pero ni siquiera importaba ya que lo cierto era un hogar cálido y de mucho amor, nada que ver a la tremenda mansión que tenía donde todo era frialdad.
Ya dentro de la casa, Flav prefirió colocarse el pijama enseguida no quería resfriarse, tenía que estar sana ante todo para después ayudar en todo lo posible, ya habían hecho mucho por ella así que también quería recompensar, muy pronto se le unió su hijo con quién intercambió palabras, aún no se cortaba la luz pero se sentía segura con la linterna que Jime le pasó.
André al instante se fue con su pijama de pingüino que adoraba y demasiado entusiasmado, veía que no tenía problema alguno de recorrer la casa solo. Cuando Flav salió del baño, pudo notar que el viento se volvía cada vez más ruidoso y fuerte, no podía negar que sentía algo de miedo pero quería pensar que todo estaría bien.
Cuando llegó al grupito ya tenían todo amontonado y Jime hablaba entusiasta con los niños, sonrió cuando lograron mirarse, ella también estaba abrigada aunque creía que muy pronto iba a sentir calor que la temperatura de Puerto Rico era más calurosa, solo que si había pasado frío al mojarse.
— Oh, ese juego de cartas se ve divertido. ¿De qué trata? — Le preguntó tanto a Jimena como a los niños que estaban divertidos conversando. — Ya estoy, me dices cuando comenzamos a construir la “casita mágica” — Los ojitos de su André brillaron de la emoción y claro que todos querían ayudar. Era la forma para que conservaran la calma y estuvieran tranquilos, no tenía idea cuando la tormenta se volvería peor. Solo espero las indicaciones de Jimena para comenzar, jamás había hecho algo así con su hijo pues siempre estaba llena de trabajo, sabía que todo esto igual iba a unirlos mucho más, porque sería ante todo una mamá presente.
Comenzó ayudar a Jimena, en estas cosas era algo torpe solo que puso todo su esfuerzo y la verdad es que muy pronto ya tenían todo listo.— Bueno, solo falta que ustedes se cambien para comenzar nuestra “aventura” — Dijo alegre mientras los hermanos de Jime iban corriendo hacia su habitación donde André los siguió y nuevamente se quedó un momento a solas con Jime. — Anda, te espero. — Señaló mientras que ella comenzaba acomodar sus cosas porque su nueva amiga ya había dicho donde iba a dormir. Era una casa humilde, pero ni siquiera importaba ya que lo cierto era un hogar cálido y de mucho amor, nada que ver a la tremenda mansión que tenía donde todo era frialdad.
Flávia Carvalho— Casa de Jimena — Septiembre de 2022
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2. Las tormentas
UNA NORMAL Y LA OTRA DEL CORAZÓN...
La verdad es que aquella idea la había tomado de pura sorpresa. Jimena jamás imaginó que le propusiera algo así, por lo que la sola idea la llenaba de ilusión. Claro, ella no era una chica interesada, así que de todos modos si por alguna razón luego no ocurría tampoco se iba a quejar mucho menos enojar. Su sola intención ya estaba siendo más que suficiente para la morena ponerse contenta.
— Por supuesto que sí, primero es lo primero. Que arregles todo es lo más importante. Luego vemos eso. Aunque sé que sería algo divertido. — Le aseguró la joven a la rubia. Se sentía contenta con su presencia, algo le decía que serían muchas las sonrías que tendrían juntas. Habían logrado hacer una conexión rápida entre ambas 6 eso era bonito y también algo que no se daba siempre cuando acababas de conocer a alguien. El finalizar aquella conversación con el abrazo fue ese último toque de asegurar que desde ya la una podría contar con la otra.
Ahora que comenzaba a azotar la tormenta era mejor mantener a los niños entretenidos. Hacer de esto un juego para que pudieran pasarla tranquilos y de paso tampoco generará algún trauma. Al menos dentro de lo que fuera posible. Pues estaba consciente de que llegaría un momento cuando estuviera más intenso que hasta ellas misma podrían asustarse. Pero por ahora estarían bien y sería divertido.
Dejo que se fueran a poner sus pijamas. Mientras esperaba con las cosas amontonadas esperando por Flavia, ahí se encontraba ahora haciendo cosquillas a los pequeños. — Oh, sí lo es. No es tan difícil, al menos, de entender. De ganar ya es otro cantar. — dijo divertida. — Bueno, se dividen las cartas entre los jugadores, todos comenzamos con la misma cantidad. Se deja el resto en un paquete a un lado y comienzan a tirar cartas en el centro. Solo puedes tirar cartas si es del mismo color o número. Si no tienes para lanzar debes tomar una del paquete hasta que consigas una que puedas lanzar. La idea es que gane el que primero termine su mazo de cartas. Oh sí, y por supuesto. Gritar UNO cuando solo te quede una sola carta porque de lo contrario no te cuenta si la utilizas sin decirlo. — explicó la morena. La verdad cuando comiencen a jugar se verá más claro.
Entre ambas hicieron la casita de sábanas y ya estaban listos para comenzar a jugar. Bueno, casi, pues ellos aún quedaban de cambiarse los pijamas. — Muy cierto y muy importante. — afirmó Jimena mientras llevaba a sus hermanitos a cambiarse para luego hacerlo ella. Cuando venía de regreso de cambiarse se sintió un estruendo que hizo a los niños correr por el pasillo. — Al refugio, al refugio. — exclamaba Bryan. Que en realidad se refería a la casita. — Sí, vamos, allí estaremos a salvo. — Le decía la muchacha. — Yo no tengo miedo. — aseguró Valentina, oh, pero bien que igual que su hermano había corrido.
— Bueno, comenzamos. ¿no? Que tal que por cada victoria se ganan una menta. ¿Te gustan las mentas André? — preguntó mientras sacaba una bolsita de menta que tenía guardada en una gaveta y la llevaba consigo a la casita. — Por ahora todos tendrán una por valientes. — aseguro la muchacha. — Tú también. — añadió con una sonrisa depositando en la mano de Flavia una menta.
— Bueno. ¿Alguna pregunta o duda antes de comenzar? — preguntó mientras se acomodaba en el lugar ya con su pijama de flores y el cabello suelto para que se secara.
— Por supuesto que sí, primero es lo primero. Que arregles todo es lo más importante. Luego vemos eso. Aunque sé que sería algo divertido. — Le aseguró la joven a la rubia. Se sentía contenta con su presencia, algo le decía que serían muchas las sonrías que tendrían juntas. Habían logrado hacer una conexión rápida entre ambas 6 eso era bonito y también algo que no se daba siempre cuando acababas de conocer a alguien. El finalizar aquella conversación con el abrazo fue ese último toque de asegurar que desde ya la una podría contar con la otra.
Ahora que comenzaba a azotar la tormenta era mejor mantener a los niños entretenidos. Hacer de esto un juego para que pudieran pasarla tranquilos y de paso tampoco generará algún trauma. Al menos dentro de lo que fuera posible. Pues estaba consciente de que llegaría un momento cuando estuviera más intenso que hasta ellas misma podrían asustarse. Pero por ahora estarían bien y sería divertido.
Dejo que se fueran a poner sus pijamas. Mientras esperaba con las cosas amontonadas esperando por Flavia, ahí se encontraba ahora haciendo cosquillas a los pequeños. — Oh, sí lo es. No es tan difícil, al menos, de entender. De ganar ya es otro cantar. — dijo divertida. — Bueno, se dividen las cartas entre los jugadores, todos comenzamos con la misma cantidad. Se deja el resto en un paquete a un lado y comienzan a tirar cartas en el centro. Solo puedes tirar cartas si es del mismo color o número. Si no tienes para lanzar debes tomar una del paquete hasta que consigas una que puedas lanzar. La idea es que gane el que primero termine su mazo de cartas. Oh sí, y por supuesto. Gritar UNO cuando solo te quede una sola carta porque de lo contrario no te cuenta si la utilizas sin decirlo. — explicó la morena. La verdad cuando comiencen a jugar se verá más claro.
Entre ambas hicieron la casita de sábanas y ya estaban listos para comenzar a jugar. Bueno, casi, pues ellos aún quedaban de cambiarse los pijamas. — Muy cierto y muy importante. — afirmó Jimena mientras llevaba a sus hermanitos a cambiarse para luego hacerlo ella. Cuando venía de regreso de cambiarse se sintió un estruendo que hizo a los niños correr por el pasillo. — Al refugio, al refugio. — exclamaba Bryan. Que en realidad se refería a la casita. — Sí, vamos, allí estaremos a salvo. — Le decía la muchacha. — Yo no tengo miedo. — aseguró Valentina, oh, pero bien que igual que su hermano había corrido.
— Bueno, comenzamos. ¿no? Que tal que por cada victoria se ganan una menta. ¿Te gustan las mentas André? — preguntó mientras sacaba una bolsita de menta que tenía guardada en una gaveta y la llevaba consigo a la casita. — Por ahora todos tendrán una por valientes. — aseguro la muchacha. — Tú también. — añadió con una sonrisa depositando en la mano de Flavia una menta.
— Bueno. ¿Alguna pregunta o duda antes de comenzar? — preguntó mientras se acomodaba en el lugar ya con su pijama de flores y el cabello suelto para que se secara.
Jimena Valenzuela— Casa de Jimena — Septiembre de 2022
XIII


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03.06.23 15:58 por Shooting Star
2. Las Tormentas
Una normal y la otra del corazón...
La portuguesa solo iba a confiar si pasaba algo no creía que sería tan grave de lo que ya estaba pasando así con su ex y también marido porque tristemente seguía siéndolo. Luego miraba a Jimena y se daba cuenta que era un sol que irradiaba buena energía y felicidad así que sin duda quería estar ahí para sentirse segura y de alguna manera cuando estuviera mejor iba a estar ahí para todo y así apoyarla, porque ahora mismo era la morena la más fuerte.
Más encima justo habían llegado en una época tormentosa y como actuaban todos los civiles era porque era peligrosa y de cuidado. Solo que muchas veces se dice que después de la tormenta llega la calma y quería pensar que fuera así ahora su vida. Suspiró. Podía ver a su hijo feliz y eso recompensaba todo mucho más que tuvo la suerte de encontrarse a amigos que se notaba que eran muy tiernos y buenos, la realidad es que la familia de Jime era muy linda, cariñosa y tierna.
Eran muy afortunados.
Luego de armar el refugio que para su mirada resultaba ser mágico y más que eran los niños que se la creían, Jimena trató de explicarle el juego no parecía demasiado tedioso pero JAMÁS lo había jugado. — ¿Me puedes repetir por favor? O si quieres podemos mirarlos primero y así vamos a entender rápido. — Señaló la chica que miró a André y luego en su idioma le dijo exactamente lo mismo que no entendía nada, pero que no importaba porque estaba demasiado entretenido.
— Prometo repetirles todo, André solo habla un poquito mejor el inglés así que yo iré traduciendo, dijo que no entendía mucho tampoco pero que está muy contento, sé que pronto va aprender — le explicó a Jimena y a sus hermanitos al momento que estaban en el refugio que estaba muy tranquilo, a pesar de que empezaba a llover fuerte no hacía frío así que se sentía muy cómoda. Dejo que le explicaran el juego y vieron como lo hacían. Fue en la tercera ronda del juego que intentaron jugar.
Lo chistoso es que ambos lo hacían mal y eso hacía que empezaran a reírse aunque las risas se apaciguaron cuando la lluvia comenzó a golpear más fuerte y de la nada empezaron a pestañear las luces. — Me pregunto como resistirá la casa — dijo en un susurro a su nueva amiga mientras se quedaba bien apegada a ella, en definitiva no le gustaban mucho las tormentas — ¿Y cuánto dijiste que duran? — cuestionó donde igual miraba a André que estaba muy entretenido con el juego en todo caso.
Más encima justo habían llegado en una época tormentosa y como actuaban todos los civiles era porque era peligrosa y de cuidado. Solo que muchas veces se dice que después de la tormenta llega la calma y quería pensar que fuera así ahora su vida. Suspiró. Podía ver a su hijo feliz y eso recompensaba todo mucho más que tuvo la suerte de encontrarse a amigos que se notaba que eran muy tiernos y buenos, la realidad es que la familia de Jime era muy linda, cariñosa y tierna.
Eran muy afortunados.
Luego de armar el refugio que para su mirada resultaba ser mágico y más que eran los niños que se la creían, Jimena trató de explicarle el juego no parecía demasiado tedioso pero JAMÁS lo había jugado. — ¿Me puedes repetir por favor? O si quieres podemos mirarlos primero y así vamos a entender rápido. — Señaló la chica que miró a André y luego en su idioma le dijo exactamente lo mismo que no entendía nada, pero que no importaba porque estaba demasiado entretenido.
— Prometo repetirles todo, André solo habla un poquito mejor el inglés así que yo iré traduciendo, dijo que no entendía mucho tampoco pero que está muy contento, sé que pronto va aprender — le explicó a Jimena y a sus hermanitos al momento que estaban en el refugio que estaba muy tranquilo, a pesar de que empezaba a llover fuerte no hacía frío así que se sentía muy cómoda. Dejo que le explicaran el juego y vieron como lo hacían. Fue en la tercera ronda del juego que intentaron jugar.
Lo chistoso es que ambos lo hacían mal y eso hacía que empezaran a reírse aunque las risas se apaciguaron cuando la lluvia comenzó a golpear más fuerte y de la nada empezaron a pestañear las luces. — Me pregunto como resistirá la casa — dijo en un susurro a su nueva amiga mientras se quedaba bien apegada a ella, en definitiva no le gustaban mucho las tormentas — ¿Y cuánto dijiste que duran? — cuestionó donde igual miraba a André que estaba muy entretenido con el juego en todo caso.
Flávia Carvalho— Casa de Jimena — Septiembre de 2022
XIII




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