Yolei estaba re feliz porque había vuelto al fin a Japón. Durante el último tiempo estuvo en España, Estados Unidos y Canadá por lo que necesitaba ya insertarse a sus verdaderas raíces. Jamás había perdido el contacto con sus amigos por las redes sociales y las misiones, pero lo triste es que no era con frecuencia y no se iban a poner a conversar de la vida.

Los extrañaba mucho a todos. Y mucho más a Ken, era un hecho que le gustaba y quería comprobar si esos sentimientos seguían siendo los mismos pues ya no tenía 12 años sino que 16 y todo podía cambiar, no podía dejarse llevar solo por videos llamadas o por chat.

No le había dicho a nadie que volvía. Ahora con sus padres y sus hermanos vivían en una casa muy acogedora cerca de la preparatoria que estudiaban la mayoría de los niños elegidos, aunque claro de los primeros solo seguían sus estudios Takeru y Kary. También deseaba ver a Daivis y Cody.

Anhelaba verlos.  

Llegó el fin de semana y se encargaron de todos los pormenores de la mudanza por lo que hubo tiempo para comunicarse pero no importó mucho porque empezaría el lunes, al menos ya le habían dado todos los contenidos que reforzando ya estaría acople con los demás, así que en ese aspecto estaba muy relajada.

La noche anterior no pudo dormir pues estaba impaciente así que se levantó a primera hora, para darse una ducha, prepararse un buen bento y aun así salió muy temprano para llegar al instituto. Antes se despidió de Hawkmon que seguía adormilado así que lo mando a dormir y que volvería durante la tarde.

¿Necesitaba presentaciones? No. Eso fue lo que le dijo al director y que fuera el profesor que la presentara a los nuevos, pero sí había asistido cuando niña al colegio por lo que la mayoría del curso la conocía.

Así que luego de convencerlo se fue al salón de clases que le correspondía. Saludó a un par de chicos que estaban ahí. — ¿Cuál puesto está desocupado? — Le preguntó a uno de ellos que respondió amablemente y cuando su mirada fue a parar hacia el puesto vacío fue cuando lo vio llegar. Impecable y con ese aire distraído que destacaba en el peli azul.  — ¡KEN! — Lo saludó con voz chillona y comenzó a reír por los nervios porque se percató que había levantado la voz más de la cuenta. — Sorpresa. — Siseó con una sonrisa mientras se acercaba a él que se había quedado de pie. Muy normal que todos se quedaran así cuando la vieran ahí creyendo todo el tiempo que estaba en Canadá.  Iba a ser una gran sorpresa para todos, solo tendrían que ir a buscar a Cody que era el menor.

Muchas cosas pasaron desde que habían sido elegidos y devuelto la paz a los mundos. Ya no eran unos pequeños niños. Se habían vuelto todos unos jóvenes que ahora podrían llevar una vida "normal" sin preocupaciones algunas. 

Por su puesto que aun cuando cada uno tomó su propio camino no habían dejado de un lado la comunicación. Aun así, no era lo mismo. Extrañaba a los chicos. En especial a Yolei pues por más que se mensajearan no habían tenido la oportunidad de verse frente a frente. De poder tener una conversación como se debía. El chico había creado un bonito lazo con ella a pesar de su forma introvertida de ser. Por lo que añoraba pronto poder al fin tenerla de frente sin que los interrumpieran. Solo que no sabía cuándo seria, pues la muchacha a diferencia de él se la había pasado de viaje. 

Ken había optado por llevar una vida más tranquila, seguir sus estudios para así aspirar a tener una carrera fructífera cuando fuera adulto. Mantenía a su fiel compañero Wormmon, su digimon que se había vuelto su mejor amigo el que lo acompañaba a todos lados. Claro, a todos lados donde era posible. En estos momentos se debía de andar paseando por el mundo digital mientras el chico se dirigía a clases. 

La clase aún no había comenzado. Pero Ken ya se encontraba sentado viendo en dirección al pizarrón. O al menos eso parecía. En realidad, estaba distraído pensando en si no se le había olvidado algo en su casa. Tenía el presentimiento de que algo se le olvidaba, pero no estaba seguro de que era. Solo esperaba que no fuera algo de importancia como alguna tarea. 

Abrió su cuaderno por aquello de verificar si era cierto que no fue la tarea lo que olvidó. En la parte interior de la portada había una fotografía pegada de grupo cuando niños. Podía ahí fácilmente identificar a Yolei con su largo cabello y sus anteojos. Ahí aún era muy pequeña al igual que él, bueno al igual que todos. Ahora la cosa había cambiado. La adolescencia les había traído cambios físicos notorios y la muchacha se había transformado en una linda señorita. No es que no fuera linda, pero al ya no ser niños era normal que fuera ahora que se fijará en esas cosas. 

Mientras estaba envuelto aún en sus pensamientos escuchó una voz. Una inesperada y que igual por un momento lo hizo saltar de la silla. - ¿Yolei? - ¿De quién más podía ser esa voz chillona?  Ken se había quedado parado al lado de su asiento paralizado, incrédulo con lo que sus ojos veían. ¿Acaso era verdad lo que estaba viendo? Sus ojos no paraban de mirarla con incredulidad. Quería moverse hacia donde ella, pero el mismo nervio y la incredulidad no se lo estaba permitiendo. No fue hasta que la tuvo frente a frente. Que logró articular palabras nuevamente. - ¡Yolei! - exclamó en un arranque de emoción que se apagó rápido al pensar que lo podían estar viendo. Por lo que se tornó ligeramente rojo de la vergüenza. - Que sorpresa. No tenía idea de que estabas aquí. ¿Porque no me avisaste? - le dijo recobrando la compostura, pero nervioso por todo el espectáculo que según él se había formado. 

Yolei sonrió desde su posición y notando que Ken había cambiado bastante físicamente pero eso no quería decir que no seguía conservando aquel tranquilo carácter que tenía hace un tiempo atrás cuando se conocieron. Pero lo mejor de todo es que con el pasar del tiempo lo veía con un semblante más feliz, lo que la hacía pensar que era precisamente que la razón era por su círculo de amigos y sobre todo, la extroversión de Daivis. Trataría de ser cauta pero normal que lo encontrara mucho más guapo que antes y mucho más cuando notó que seguía conservando su cabello azulado largo.

Era emocionante ver su expresión de sorpresa y luego su sonrisa. Al menos sí la había extrañado y eso le provocó una sensación extraña en su estómago. No sé dejaría llevar por esas tonterías  en su reencuentro y solo se deleitó con su reacción. Adoraba cuando se ponía así de rojito, eso lo seguía manteniendo. — Pues no lo tomes personal, quería que fuera una sorpresa y no se lo dije absolutamente a nadie, así que los chicos estarán igual de sorprendidos que tú. — Finalmente lo abrazó con fuerza al estar de pie porque necesitaba sentir su contacto de tanto tiempo que no se habían visto, además que ella era más de piel y expresiva, pues iba hacer lo mismo cuando TK, Kary, Daivis y Cody estuvieran ahí. Los había extrañado demasiado a todos. — Necesitaba hacerlo, pues aunque nos hemos visto no fue el tiempo suficiente ¿Cómo va todo? — Dijo mientras se sentaba frente a él y lo miraba desde esa posición para que volviera a su puesto, igual podían salir afuera pero luego se lo diría. Es que no se quería esperar mucho para ir a ver a Cody.

—Ahhh...—Dijo recordando aquel detalle tan importante de repente, por lo cual, sostuvo sus manos solo por la emoción al contarlo. — Y ahora sí pretendo quedarme. Mi papá fue contratado por tres años aquí, así que adiós viajes. — Murmuró radiante de felicidad. Es que no había estado nada mal conocer diversas partes del mundo, pero ni siquiera alcanzaba a socializar y estar en contacto por las redes tampoco era entretenido, quería retomar todo y como solía ser en los viejos tiempos. — Así que por favor dime que ahora no serás tú que se va o algo así de alocado. — Agregó. Porque entre ellos todo era posible y en el fondo no quería que fuera así.

No con él.

Todas las vivencias que habían tenido habían sido de gran aprendizaje para Ken. Dejando atrás todos los errores de su pasado y aprendiendo a mirar hacia el futuro. Había sido un gran alivio haberse encontrado con chicos tan maravillosos que al final, a pesar de todo le dieron la segunda oportunidad. El peliazul estaba contento de cómo se estaba visualizando su futuro. Se veía prometedor.

Había quedado con Davis de hacer la tarea en su casa. Pues, aunque la clase en la que ahora estaba no la tomaban juntos, si lo hacían con la clase de arte que reunían estudiantes de varios cursos. Ya había aprendido a que siempre el trabajo en equipo resultaba más productivo. Bueno, a excepción de los exámenes, si le decía algo como eso a la maestra de seguro lo reprobaba pensado que se refería a copiarse. Pero era Ken, así que cero posibilidades de hacer un comentario como ese enfrente de todo el salón.

Luego de la aparición sorpresiva de Yolei y que le había ganado un buen salto por el susto, los planes podrían cambiar. Es que era normal que después de tan poco tiempo que habían tenido para interactuar quisiera recuperarlo. Además de que sus amigos seguros también querrían verla. Así que capaz terminara por ayudarla a darle la sorpresa. La tarea podía esperar un poquito. Sabía que con semejante sorpresa Davis no se molestaría y los demás chicos hasta se olvidarían de lo que fuera que estuvieran por hacer.

Ken había aprendido a sentirse cómodo conversando con sus amigos, incluso con Yolei que a veces podía hacerlo sentir un poquito nervioso. Pero ahora su sonrojó era además de ese cosquilleo que le provocaba la muchacha, por estar llamando tanto la atención de toda el aula de clases. - Entiendo. Bueno, de verdad si me lograste sorprender. - le aseguro con una sonrisa.

Por un momento se quedó estático hasta que se dio cuenta de que lo mejor era hacer los mismos que ella… sentarse. Así de paso llamaba menos la atención. - Lo sé, ha sido complicado. No es lo mismo cuando estábamos acostumbrados a andar juntos en grupo y de pronto cada cual toma su rumbo. - no le desagradaba como se había tornado su vida. Si ya había dicho que parecía ir por buen camino. Pero igual era inevitable añorar los tiempos en el que se podían reunir todos sin que nadie faltara y estar todo el tiempo que fuera necesario reunidos. Igual extrañaba las conversaciones a solas con Yolei. - Todo va bastante bien. Especial académicamente hablando. - le contaba.

La pregunta fue inevitable. Una sonrisa más amplia iluminó su rostro cuando escucho la respuesta. Le hacía muy feliz escuchar eso, así que ni se preocupó que todos notarán en ese momento que ella le sostenía las manos. - No, no. Yo no tengo planes algunos de irme. Al menos aún no me ha pasado por la mente. - rio un poco y noto las manos. - Oh, quieres ver como esta Wormmon. - sutilmente y aún rojito soltó las manos de Yolei y rebusco en su mochila sacando uno de sus cuadernos en donde había pegada una foto de su digimon para mostrarle a la chica.  - A veces está que quiere venir a clases. - dijo negando, pero sin quitar la sonrisa.

Había llegado mucho antes para tener tiempo para conversar con sus amigos y estaba encantada que Ken también fuera puntual. Quería enterarse de todo lo que había hecho, alguna anécdota, y aunque se sabía todo de memoria porque no habían dejado de hablar por las redes, era mucho más entretenido escuchar ahora que se reencontraron. La chica de cabellos violetas no dejaba de sonreír, le parecía un chico muy tierno y se había vuelto mucho más atractivo con el tiempo, de hecho, ya no tenía carita de niño pequeño que cuando lo conoció en el Digimundo, estaba contenta que todo hubiera dado un giro en su vida, pues sabía que aún llevaba esa carga de ser el Digimon Kaiser, y se había esforzado para llevar una vida diferente y eso también era gracias a Daivis quien como su mejor amigo ayudo bastante y ahora se podía ver mucho más risueño, espontáneo, cariñoso y amable. Realmente sabía que era así pero ahora lo comprobaba y era normal que se sintiera mucho más atraída.

— Es parte de la vida, imagínate después viene la universidad y así vamos avanzando, pero yo espero que no nos separemos, al menos ya no será de mi parte. — Murmura tierna, empatizando con la situación pues iba a ser inevitable solo que ya no quería pasar por eso, quería estar con ellos y Ken.  Había sido mucho tiempo fuera del país y realmente estaba contenta que eso se mantuviera, sin duda, si a su padre le salía otro trabajo de improviso iba a decir que no y se iba a quedar con algún familiar, su papá le había dicho constantes veces que el contrato era por años ya que era eso lo que duraba el proyecto. — Nunca te pregunte ¿Y como va el amor? Normal en nuestra edad aunque yo sea un poco la excepción... — Soltó una risa nerviosa y no le importaba demasiado llamar la atención. — Por ejemplo: Sé que TK y Kary están saliendo... ¿Tienes novia? — Bueno, le había ganado la curiosidad aunque suponía que no porque al menos habría visto una foto.

En un impulso de felicidad había tomado sus manos y notó su sonrojo. Era adorable, trató de no reírse de nuevo producto de esos pequeños nervios que estaban por llegar a ella y acarició sus propias manos cuando vio que le mostraba a Wormmon —  Sigue teniendo esa carita de adorable...—  Dijo, mientras se acercaba mejor para mirar la foto y sonreía con sinceridad. —  Y normal, sea como sea. Siempre quieren estar al tanto de nosotros, bueno Hawkmon sigue igual de relajado y prefirió quedarse durmiendo, se lleva muy bien con mi familia, eso sí... cuando llegó a casa quiere saber todo lo que hice. ¿Quieres ir? Estoy segura que estarán muy contentos de verse también, aunque muy probable que se hayan visto ya en el Digimundo.  — Decía todo esto en un susurro donde tan solo él podía escucharlo y también sacó de su billetera una foto donde salía con su hermoso y tan fiel digimon.

— ¿Y los chicos tienden a llegar justo a la hora o no están en esta clase? — Preguntó. Quizás hasta se juntaban según las asignaturas, habían varios salones así que los cursos solían ser con pocos alumnos así que era una posibilidad que tendrían que verse luego.

Para Ken era como volver a su infancia, tener de vuelta a su lado a Yolei. Estaba tan contento que igual le daba un poco de pena que se le fuera a escapar más de la cuenta la emoción. Es que la extrañaba a ella más que a los demás, pues había sido la más lejos que estuvo todo este tiempo. Fue muy poco el tiempo que pudo verla, pues no fue que perdieron contacto. Sin embargo, no era lo mismo. Ahora la tenía ahí frente a frente en lo que parecía una estadía más larga, pues de lo contrario no estaría en el colegio. De todos modos, ese detalle lo iba a corroborar con la propia Yolei, no quería ilusionarse más de la cuenta.

— Desafortunadamente así es. A veces quisiera pensar que todos estaremos juntos para siempre. Pero eso es pedir mucho. — le respondió. Es que lejos había quedado aquel chico que prefería la soledad. Sí, aún tenía ese toque tímido, pero, sin embargo, había aprendido a valorar sus amistades como si se trataran de su propia familia. — Me alegra escuchar eso. Y no, no… te aseguro que yo tampoco. — le aseguro algo nervioso.

Pero lo que sí lo había descolocado por completo fue la siguiente pregunta de la muchacha. De seguro si estuviera comiendo algo se hubiera atragantado por el rumbo que estaba tomando aquella conversación. En cambio, más bien casi se ahoga con su propia saliva. — ¿Amor? No, para nada… aún no. La verdad. Así que nada de novia. Supongo… que a diferencia de TK y Kary tuvieron suerte tenerse el uno al otro, y poder llevar la amistad a otro nivel. — sí, tan solo ella hubiera estado aquí todo este tiempo, quizás la respuesta sería otra… Espera. ¿Realmente estaba pensando en Yolei como algo más que una amiga?

Se concentró en buscar en su mochila y mejor mostrarle como estaba su digimon. Ya se había puesto nervioso. Y sintió un alivio cuando comenzaron hablar de los digimon olvidando por un momento la conversación anterior.  — Pues Hawkmoon tampoco ha cambiado en nada. — le respondió con una sonrisa. — Sí, son muy obstinados. Pero si no lo fueran… bueno, quizás no estuviéramos aquí. — Admitió, pues realmente se trataban de unos fieles compañeros.  — Claro, así de paso esos dos también se reencuentran. — dijo contento, sentía que todo comenzaba a ser como antes.

— Pues no, no están en esta clase. Por ese igual imaginarás la tortura que es para mí. Pero… pero si estarás en esta, al menos ya no lo será. — le aseguro como si se tratara de su propia salvadora. — ¿Por qué si estarás? ¿O no? — pregunto ahora entrando en un poco de dudas por no estar seguro de si solo entro a saludarlo o si realmente estaría en el mismo salón.

Ken era un chico adorable y estaba feliz que hubiera tenido esa cambio. Se notaba, pues sí solía ser más callado y serio que los demás tal como Cody, así que imaginaba que Daiya había influido mucho en su cambio de carácter, iba a tener que agradecerle cuando se vieran luego de esos miles de abrazos que el loco iba a darle al verla.

Trató de mantener una expresión neutral y quizás no debió hacer una pregunta tan atrevida pues se puso mucho más nervioso. — Tranquilo, sabes que soy curiosa y como no te lo había preguntado. Y es posible que sí, hay veces que se necesita tiempo con el otro para darse cuenta de los sentimientos y que no se confundan con amistad. También lo estoy, pero no desespero todo se da en el tiempo adecuado y somos jóvenes, debemos enfocarnos en nuestros estudios. — Contestó sincera. Aunque también era una romántica y era lógico que tener a alguien al lado como apoyo y que te quisiera era lindo. Se imaginó junto a él y fue el momento de ponerse roja. Fue un momento incómodo que espero que desapareciera al momento que fluyera otro tema, además que era su culpa al andar preguntando.

Solo lo escuchaba con una sonrisa, el tema de sus adorados digimon ayudo mucho y lo abrazó de nuevo por impulso al saber que iba a ir a su casa. — Después de clases vamos, mi madre y hermanos estarán muy contentos de verte. Hay que ir a buscar a Wormmon ¿También lo cuidan en casa o prefiere andar todo el tiempo por el digimundo? — Susurró bajito lo último porque sí caía que nadie lo cuidaba siempre se podía quedar en casa y se hacían compañía.

Yolei hizo un puchero. — ¡Buuu! Triste. Juraba que estaban en esta clase pero bueno ya los veré en el recreo. Imagino que tienen un sitio donde se juntan ¿Cierto? — Preguntó ilusionada es que ya añoraba verlos y abrazarlos. Había dejado sus regalos en casa porque eran muchos pero ya estaba planificando una junta para hacerlo.— ¡Sí! Estoy en esta clase así que no te libraras de mi, Ken. Espero no ser una pesada para ti. — Siseó de un modo cariñoso. — Y eso me recuerda que este no será mi puesto lo cual es triste. — Finalizó. Era mejor ni ordenar las cosas porque todo dependía del profesor.

Aquella pregunta en definitiva lo tomo por sorpresa. No se esperaba que fuera tan directa y terminara por hacerle una pregunta como esa. Más apenas acabando de llegar. Pero bueno, ya la había hecho y aunque nervioso, se la contesto. A final de cuentas, tampoco es que en ese aspecto su vida hubiera cambiado desde que ella se fue a viajar.

Por supuesto, antes eran unos niños, ahora ya eran unos adolescentes. Las hormonas, la pubertad, hacen que comiences a ver a la gente de manera diferente. Para Ken no era la excepción, ahora mismo notaba lo cambiada que estaba su amiga. Eso no le pasaba para nada desapercibido. Ahora bien, de que él se hubiera envuelto en alguna relación con alguien en estos últimos tiempos. Pues no. Ahora que lo pensaba, ni siquiera se le ocurría como podría comenzar una. ¿El tiempo le mostrará? ¿No? Igual para esas cosas no había manual alguno. — Bueno, sí, tampoco es como que no vaya a ocurrir en algún momento. ¿No? —  le admitió, pues tal vez solía ser tímido, pero tampoco se iba a intimidar con la idea. Esperaba tener a la indicada y darse cuenta de ello. En especial por el comentario de Yolei de no confundir la amistad con amor. No quería pecar de eso, pero igual a ella, aun cuando estuvieron en contacto, la extraño, extraño su presencia. ¿Sería solo por la fuerte y bonita amistad que tenían? Eso mejor debía averiguarlo por sí mismo y no saltar a conclusiones. — Así es, es mejor tener paciencia. No todos hacen las cosas al mismo tiempo. — dijo más calmado.

Por suerte, el cambiar de tema ayudó a que ese color rojo de las mejillas se dispara. —  Por supuesto, es que no me puedo perder sus caras de sorpresa. — al menos no pudo haber visto la suya propia porque seguro moriría de vergüenza por a cara de petrificado que puso por la sorpresa. —  Pues por lo general está en casa, pero igual le gusta pasearse por el digimundo. Es que a veces extraña estar con otros digimons. — aseguro el muchacho.

— Sí, por mala fortuna, no nos tocó a todos en el mismo grupo. — comento haciendo un gesto de decepción. — ¡Oh, por supuesto! Nos solemos reunir en patio central, justo donde está la fuente. — aseguro el muchacho ahora con entusiasmo.

— Oye, nadie dijo que quisiera librarme de ti. — Le admitió con una sonrisa. [color:a5ed=#242b84]— Al contrario. Me alegra que podamos ser también compañeros de clases. — dijo animado hasta que noto el pequeño detalle de que, en efecto, la chica estaba ocupando un asiento que no sería el de ella. — Bueno, quizás no te asignen uno tan alejado. Eso espero. — Admitió el chico.  Por un momento se quedó pensativo y luego soltó lo que se le ocurrió. — ¿Quieres tomar la merienda conmigo? Yo invito. Podemos ir a las maquinitas o la cafetería. ¿Qué prefieres? — le sugirió el joven peliazul.

Una parte de Yolei se sintió feliz que Ken no tuviera una novia. Desde que era parte del grupo que le había gustado y creía que era notoria, Kary lo había notado, sin embargo, eran muy niños en ese entonces y luego se separaron por sus constantes viajes se preguntaba si habría una posibilidad  aunque lo menos que quería era espantarlo.

Era adorable y amable. Creía que también la razón era porque era unos meses mayor que él, mucho más tímido aunque le agradaba que fuera muy inteligente, se había vuelto mucho más lindo con el tiempo y vería cómo se darían las cosas, es que no se consideraba una adolescente desesperada en tener novias tal como las había, sentía que todo iba a fluir. — Sí, supongo que sí.  Yo también prefiero esperar cuando toque y sin apresurar nada, entiendo que todo se da de una manera que sabes que estás con la persona correcta. — Exclamó la chica con una sonrisa mientras se preguntaba sí sería Ken. Se ponía nervioso con las chicas pero caía la posibilidad de que se ponía así con todas las chicas que se le cruzaran.

Deseaba ver a los chicos y sonrió con amplitud que se juntaban después de clases en la fuente. Ya habían quedado  en ir a su casa después y ahí era como empezaban los planes. Sus Digimon estarían muy contentos de interactuar en el mundo real, sus padres estarían contentos de ver a Ken y todo parecía estupendo. Asintió. Esperaba que no la alejaran mucho de Ken pues aquel no era su puesto y ya veía que la ponían en los primeros asientos solo por usar anteojos, siempre todo dependía de los profesores. — Puede que nos separen, pero siempre podemos trabajar juntos. ¿Te gustaría? —Señaló divertido, riendo con él al escuchar que estaba contento de que estuviera en su clase y luego la invitaba a las máquinas para comer algo.

Fue cuando ella se puso algo nerviosa. La idea le gustaba pero también quería ver a los chicos.  — ¡Me encantaría! ¡Vamos por algo y luego nos encontramos con los chicos! ¡Ya quiero ver sus caras! — Señaló entusiasmada. El tiempo pasa y por ella se hubiera quedado conversando. La charla tuvo que terminar porque el salón comenzó  a llenarse y muy pronto se escuchó el timbre. Yolei tuvo que levantarse mientras mantenía la mochila en su espalda, hasta que la profesora la llamó para presentarle y reconocía a uno que otro compañero del pasado.

—Creo que es una buena oportunidad para cambiar de asientos. ¿Al azar o dependerá de su buen comportamiento?  — Preguntó la profesora que al escuchar opiniones optó por las dos opciones y Ken tenía la opción de escoger a su compañero de banco. Yolei también se esperaba que la escogiera a ella aunque igual quería que pensará en los estudios y si era una distracción no era buena opción.

Ken había ganado más valor para hacer las cosas desde que estuvo con los chicos en el digimundo. Había evolucionado en su forma de ser tal cual alguno de los adorables digimons lo habían hecho. Solo que con Yolei era distinto. No comprendía el porqué, pero aunque eran muy buenos amigos, le tenía mucha confianza como par ser capaz de contarle hasta el secreto más profundo. Y, sin embargo, aún le daba nervios hablar con ella cuando había ciertos temas de por medio. ¿Seria que la edad? Es que la verdad ya estaban en esa edad en la que todos los adolescentes tienen las hormonas revueltas y era normal que sintieran atracción por otros. Y la verdad era que la chica le atraía más de lo que se atrevía admitir. Era por eso que probablemente sintió un alivio de saber que ella tampoco tenía pareja.

— Todos tenemos tiempos distintos. Además, eso es lo importante, saber que es la persona correcta. — le aseguro el jovencito con una sonrisa mientras aún rascaba su nuca de manera nerviosa. Sin duda no era un tema del cual estuviera acostumbrado de hablar.

El encuentro con el grupo al fin completo lo añoraba con mucho entusiasmo. Así que definitivamente era algo de lo cual pretendía no perderse. Sabía que estarían contentísimos con la llegada de Yolei al colegio. Para que negarlo, él igualmente estaba demasiado feliz de tenerla aquí de vuelta. Más aún cuando sabía que estaría en la misma clase que él.

— Hecho, que así sea. Al menos tenemos seguro que estamos en el mismo curso. — aseguro sonriente. — Seremos el mejor duo que los profesores encontraran en esta clase. Te lo aseguro. — comento el chico entusiamado. — Como en los viejos tiempos. — Añadió el peliazul.

Yolei merecía una bienvenida por todo lo alto, y claro, él, como simplemente era un estudiante, no tenía mucho que ofrecer. Sin embargo, podía hacer algo y eso era invitarla a tomar la merienda. Era lo más parecido a invitarla a comer, pero bueno, bajo los estándares de lo que se podía esperar de un chico adolécete. — Oh, sí, de seguro andarán por el área. Yo igual ya quiero ver sus rostros de sorpresa. Quiero grabar ese momento. — comento decidido a dejar plasmado en video la reacción de los demás.

Ken se volvió acomodar en su asiento y escucho como la profesora ahora presentaba a Yolei ante la clase. El chico miraba sonriente y muy atento a lo que la mujer decía. Lo que no se esperó fue que la profesora reorganizara los lugares en el salón de clases. Así que sacando fuerza de voluntad para hablar primero que nadie, por las dudas, levanto su mano para elegir a su compañera. — Profesora, yo elijo a Yolei Indue como mi compañera. — le anuncio. Escucho algunos Uh… molestando que solo provoco que se pusiera rojo. Pero no le importo, él estaba muy contento y no solo ahora tenía a la chica de vuelta, también la tenía en la misma clase y ahora hasta su compañera de banco seria. Lo cual le dibujo una sonrisa en el rostro por lo que quedaba del día escolar.

Le parecía extraño que estuvieran hablando de noviazgos. Menos mal que ahí quedó el tema y siguieron con otro porque se puso nerviosa. Yolei estaba al tanto que ambos eran inteligentes, así que sonrió como nunca y tomó sus manos. — Seremos los mejores del curso, te lo prometo. — Prometió y sabía que ninguno rompería la promesa y que ninguno de los dos iba a competir entre ellos porque ambos querían lo mejor por el otro.

— ¡Sí! Tienes que grabar el momento y también aprovecharemos de sacarnos fotos. Ya quiero verlos, te juro. — Dijo mientras arreglaba la mochila y se la ponía en la espalda esperando que iba a pasar con los puestos, pues esperaba no quedar adelante para estar cerca de él, era su amigo y siempre había tiempo para hablar, solo que no podía disponer de las decisiones de la profesora, para ella los maestros eran únicos con una tal responsabilidad que los admiraba.

Fue divertida la reacción que tuvo la maestra, era momento de cambiarse de puesto pues no había llegado a la par de los alumnos por lo que tendría que ponerse al día y bueno ayudar con lo que ya había aprendido, las mallas no solían cambiar mucho y le gustaba enseñar también.

Nunca pensó que Ken al instante que fue elegido como alguien que tenía la opción de pedir a su compañera la eligiera de inmediato a ella. Las molestias de sus compañeros hicieron que se pusiera demasiado roja que tuvo que reacomodar sus lentes para calmarse. — ¡Gracias, Ken! — Decidió ser más simpática aún cuando moría de nervios por dentro. — Al menos no quedaremos adelante. — Le susurró al peliazul mientras veían donde la profesora marcaba a través del computador los pupitres seleccionados que estaban al medio y siendo los terceros.

Se fueron a sentar y esperaron en silencio las otras decisiones. La clase fue increíblemente bien hasta que sonó nuevamente el timbre y aquel reencuentro con Takeru, Daiya, Kary y Cody fue único. Al verla quedaron sorprendidos y fue la chica que fue abrazarla, mientras que Daiya reclamaba por no haber avisado haciéndole gestos sobre todo a Ken que grababa, luego vino TK siendo simpático tomando la mano de su chica y por último, Cody que fue el más tímido de todos.

Finalmente todos decidieron sacarse una foto entre risas y al final, si, tuvo que invitar a todos a cenar, pues querían pasar más tiempo con ella, así que concordaron que irían por la tarde al Digimundo.

Ken estaba contento de tener a Yolei de vuelta. Ya casi era casi como en los viejos tiempos. Solo que había algo que había cambiado, además de ya no tener que salvar al mundo claro, y es que ya no eran unos niños. Se habían vuelto todos unos adolescentes, sus cuerpos, sus mentes habían cambiado. El peliazul ya no veía ni siquiera igual a su amiga. Le llamaba la atención más de la cuenta. Solo que no estaba seguro de cómo hacerle en estos casos. ¿Podrían ellos tener algo igual a lo que tenían TK y Kari? A veces se preguntaba eso. Sabía bien qué le había dicho en esa primera conversación cuando Yolei regreso respecto al tema que ellos tuvieron suerte de tenerse como amigos primero, pero ahora que lo pensaba… tal vez ellos también. Solo que como se ponía nervioso a veces ese tipo de conversaciones no las tocaba. Pero sí que le pululaban en su mente.

¿Por qué la cabecita de Ken andaba con esos pensamientos últimamente más de la cuenta? Sencillo, no era lo mismo cuando se comunicaban a la distancia o se veían una que otra vez. Ahora la tenía todos los días en el colegio. Se volvían a frecuentar. Así que se le estaba haciendo más sencillo notar lo cambiada y bonita que estaba. Ni siquiera se daba cuenta cuando en el salón de clases mientras hacía sus apuntes se le quedaba accidentalmente viendo. Por, pues que cuando ella se percataba solo indicaba que quería ver su libreta, que no había logrado anotar todo y que si por favor él ayudaba con eso. No estaba seguro de si se la estaba creyendo, pero como era Yolei no le diría que no a pasarle unos apuntes.

Los días, las semanas y los meses pasaron. Ese semestre escolar había llegado a su fin, habían llegado las vacaciones y con ello también se aproximaba el fin de un año más. Era la primera despedida de año de la chica de vuelta en casa después de tanto tiempo. Quizás pudo que viniera una que otra vez a despedir el año en Japón, pero ahora era diferente porque lo hacía para quedarse. Así que el chico tuvo una idea. Primero tuvo un poco de dudas, pero luego agarro valor y se le ocurrió invitarla a que la celebraran en su cada. Por supuesto, podía llevar a sus padres. No pretendía robárselas un día como ese.

Cuando llego el 31 de diciembre, Ken se había puesto nervioso, pues quería que todo saliera bien. No quería que se fuera a estropear. Le pregunto a sus padres como mil veces si todo estaba listo, si habían comprado todo. A pesar de eso parecía emocionado con la idea, Wormmon lo seguía de un lado para otro ayudando en lo que fuera posible para un digimon. Al escuchar el timbre de la puerta. Aclaro su garganta y se sacudió la escarcha de los adornos que le habían quedado en el cabello. Soltó un suspiro por los nervios, pero pronto dibujo una sonrisa en su rostro. — ¡Bienvenida! Digo bienvenidos. — Añadió intentando evitar el contacto visual de la familia de la muchacha. Es que sin lugar a dudas de quien tenía emoción de ver era a la chica. — Adelante, pasen. Están en su casa. — le dijo haciendo una seña para que entraran. Sus padres se encargaron de atender a los adultos, mientras que Ken se encargó ahora sí de Yolei. — ¿Como lo has pasado en las fiestas? Mamá, compro estas cositas un tanto… vergonzosas, pero todo mundo las usa para esta fecha. — dijo señalándole los gorros y diademas que decían feliz año nuevo. — ¿Quieres utilizar alguna? Solo si quieres, si lo haces, yo también. — pero sí, no, ni loco se ponía una cosa de esas.

Había pasado un tiempo y la chica pensaba que todo era mucho mejor estar establecida al fin en Japón.  En su hogar. Era aquí donde podía seguir más cómoda sus estudios y a la vez,  estar en compañía de sus amigos  y para que negarlo,  estar con Ken.

No era secreto, incluso para Kari que a ella le había gustado desde el primer momento incluso cuando estuvo manipulado, solo que cuando se unió al grupo el sentimiento había sido más fuerte, de todas maneras, en ese tiempo sintió que era muy pequeña para enfrascarse a una relación, sin embargo; ahora era todo tan diferente pues estaba más grande, adolescente, esto ya se hacía normal a los 16 años y tenerlo tan cerca claramente podía ver que era algo que fluía y no se mandaba. El asunto es que no sabía descifrar al peliazul, habían veces que se la quedaba mirado y se sonrojaba más de la cuenta (eso la contagiaba y no tenía idea como tomarlo) Se preguntaba si tenía que ser ella quién iba a tener que tomar la iniciativa cuando se percatara que ya no tenía remedio, por ahora solo quería disfrutar de su compañía, amabilidad y apoyo. Se sentía muy cómoda con él y conversaban mucho, más que sus digimon también se caían muy bien entre ellos. Había veces que se los quedaba mirando y se notaba que estaban hablando de ellos. ¿Es que acaso era muy notoria? Tampoco quería espantarlo y él tan solo era amable solo porque la veía como una amiga y ya.

No se cansaba de él. Ken era un chico muy inteligente y ambos iban muy bien en las clases. Se juntaban con los chicos y una que otra ocasión iban al digimundo aunque siempre con alguno de los chicos, ninguno se atrevía a negarse ni nada así que con el tiempo aprendió a dejarlo pasar.

Por lo cual, fue sorprendente para ella que la invitara a ella y su familia a pasar el año nuevo en el hogar Ichijougi. Tan feliz se encontraba que ayudo a su madre a preparar un rico postre, sus otro familiares estaban esparcidos por el mundo, y el único tío que tenían aquí se encontraba con otros planes por lo tanto esto había venido muy bien. A pesar de inconvenientes en arreglarse de manera decente - sus hermanos pequeños si fueron un lío - llegaron a una hora adecuada, donde los adultos de inmediato comenzaron hablar entre ellos. Ella se quedó con Ken,  jugó con su cabello y sonrió, aún tenía ganas de reír porque le dio solo la bienvenida a ella de primeras. — Muy bien, Ken. ¿Y tú? Nos acostumbramos a comprar regalos aunque fue triste no poner el arbolito ¿Te gusto mi regalo? Fue solo un detalle, pero espero que te haya gustado.  — Le había regalado una bufanda azul y una tarjeta de navidad. Imaginaba que era por esa razón que la había invitado a ella y a su familia a casa a esperar el comienzo del año nuevo.

— ¡Oh, están muy monas! — Dijo agarrando una de los accesorios, dejo los lentes a un lado porque entorpecía la visión pero tomó un gorro de colores y un collar de flores. — ¿Qué tal me veo? — Dijo con una gran sonrisa, esperando que él también se colocara sus accesorios, la verdad es que con Ken siempre tenía que darle ese empujoncito no se atrevía hacer las cosas antes que el otro lo hiciera. Claramente se avergonzaba mucho menos y por eso igual estaba agradecida con Daivis, era muy probable que los llamará apenas dieran las 12. Ya habían quedado que durante el día del 1 de Enero saldrían a celebrar entre amigos. Hawkmon llegó hacía a ella elogiando que se veía muy bien y que quería uno.

La intención del chico no había sido ignorar a toda la familia de Yolei, pero no lo pudo evitar entre la emoción y los nervios los olvido por completo. Menos mal había podido corregirse rápido, por supuesto que de todos modos no iba a pasar desapercibido su error. Solo esperaba que no se lo tomaran a mal. Por suerte los adultos no dijeron nada, esperaba que los hermanos pequeños de Yolei se pusieran a molestar con ello. Eran niños, podía esperar cualquier cosa.

— Igual he estado bien. Contento por las fiestas. Creo que de todas esta es la más que me gusta. No lo sé, tal vez porque es el cierre del año. — le comento contento, solo que en realidad por su mente pasaba que era porque este año la había traído de vuelta y mejor aún, estaba aquí para cerrar el año junto con él. —Buh, para la próxima tal vez puedas adornar, aunque sea un arbusto. — dijo pensativo. Es que eran tradiciones muy distintas, pero si tanto le gustaban los arbolitos de navidad, ya Ken se había propuesto que para la siguiente buscaría como encuéntrale un arbolito. Una vez más el sonrojo. — Claro que me gusto. De hecho, la bufanda la uso frecuente. — dijo señalándole el perchero que había cercano a la entrada donde estaba su bufanda colgada lista para que la tomara, la envolviera en su cuello y saliera a la calle. Por supuesto que la carta la tenía muy bien guardada dentro de su diario en el cajon de la mesita de noche.

— Igual te tengo algo, aunque no es de navidad. Es más bien por un año más de amistad. — dijo nervioso mientras miraba para ambos lados, esperando que los hermanitos de la chica no estuvieran prestando atención. — Es que solo traje para ti… — murmuro mientras sacaba de su bolsillo una pañoleta para el cabello del mismo azul de su bufanda y en la cual también habían envuelto algunas chocolatinas. Igualmente, no era mucho, pero bueno, ellos eran solo un par de adolescentes que juntaban poco a poco de sus mesadas y uno que otro trabajo por ahí para comprar sus cosas. El haber salvado al mundo no los había hecho ricos.

Si ella no lo hacía, él no se iba a poner esos adornos que su madre había traído. Eso era oficial. Los dos eran algo tímidos, pero Yolei podía ser un poco más atrevida que él. Así que no sabía si realmente le gusto, o era porque su madre no se sintiera mal, pero sé los probos. Viéndola con las cosas puestas no le parecía tan descabellada la idea. Es más, al menos en ella se veían bien. — Pues la verdad te ves bien. — dijo rascando su nuca con una sonrisa sonrojada. — No le digas a mamá que te dije eso, va a decir que tenía razón. Si te pregunta di que me obligaste. — dijo riendo mientras se ponía un gorro también. — Oh… esto no lo había visto, esto se ve divertido. — comento mientras encontraba al fondo de la caja unas cornetas a juego con los colores de los gorros. Él tenía uno color dorado, así que tomo la de ese color mientras le pasaba la que era multicolor a Yolei soplando la que tenía en su boca haciendo que los más pequeños casi le arrebataran la caja para apoderarse de lo que quedaba. — Menos mal sacamos lo nuestro a tiempo. — aseguro. — ¿Tienes hambre? —  le pregunto, sentía que se había exagerado en la cantidad de comida que habían preparado para la noche.

Era agradable ver su cara sonrojada aunque era contagioso, porque al verlo así de adorable, la pelimorada también sentía calor en sus mejillas. Era tierno a la vez, como sus ojos azules se iluminaban al contemplarla, como se expresaba con el asunto de la navidad es que ellos al menos se habían acostumbrado a celebrar por vivir en diversos países,  por la religión no se celebraba mucho en Asia y aunque ellos no eran de esa religión le parecía una costumbre muy bonita para estar en familiar, seguro harían que la familia de Ken también lo hiciera.

Sabía que quizás se lo había preguntado cientos de veces en esos días del colegio pero le gustaba escucharlo, no se lo preguntó tantas veces solo por la vergüenza. Se preguntaba como se podía avergonzar y actuar más tímida con él cuando era absolutamente lo contrario, mantuvo la sonrisa tierna en sus labios y esta se agrando cuando comentó que le tenía un presente, se imagino buscándolo. Ahora el sonrojo era mucho más en ella cuando vio la pañoleta y las chocolatinas. — Oh, Ken. Eres genial, me encanta. Está preciosa y estos debemos compartirlos. — Lo terminó por abrazar por la gran emoción que sentía en ese momento sin importar que si la miraban sus padres y hermanos.

Luego de aquel lindo momento, se entretuvieron con los accesorios, su digimon no dejaba de mirarlos y dictaba que todo era bonito así que le sacó un adorno para colocárselo y lo elogiaba porque  lucía bien, mientras escuchaba a Ken y notaba que al fin se atrevía hacerlo. — Te ves muy bien, estamos para la ocasión de noche vieja.  — Le guiñó un ojo divertida aún con esa sonrisa boba que tenía cuando estaba con él. Siguiendo a lo que decía, sacó la corneta de multicolores antes que los niños arrebataran todo. Ahí le salía lo mandona por ser la hermana mayor, de por si lo era y bastante. — Recuerden que es para todo y hay muchos ¿eh? Todos tenemos que estar preparados para la ocasión y con uno basta. — Pronto; volvió nuevamente su atención a Ken, negando con la cabeza. — Cada año se vuelven más revoltosos. — Igual miraba a sus hermanos con cariño porque eran los más felices con estas ocasiones, sin duda alguna, sabía que podía ser una buena madre, ella quería tener muchos hijos y también tener su profesión siempre decía que haría lo que deparaba la vida. — Sí, bastante. — No había comido mucho en casa así que agradeció que su estómago no sonaba. Por lo tanto, al llegar a la mesa donde había bastante, sus ojos se iluminaron tanto que casi formaron estrellas y empuño sus dos manos por lo contenta que estaba. — Oh, se ve que se prepararon muchísimo, que lindo. La comida luce exquisita, comería de todo un poco. — Siseó, esperando que le recomendaba y sin alejarse de su lado porque seguía de acuerdo que siempre estaba muy cómoda en su compañía se llevaban especialmente bien.

Estas sin dudas estaban siendo una mejor época festiva que la del año anterior. No es que no la hubiera pasado bien. Para nada, pero el otro año no había tenido a su lado a Yolei. Cosa que era muy distinta a este año. Sus amigos los habían visto claro está. Pero de igual modo cada cual a la hora de la verdad se la pasaban con su familia, nada que reprochar. Porque igual luego más tarde siempre buscaban reunirse, eso era un hecho. Sin embargo, tener a su amiga, incluyendo a su familia, junto a él para terminar el año era fantástico. Le emocionaba demasiado tanto que por lo mismo también era que se encontraba algo nervioso, nervioso, pero feliz, que era lo que realmente más le importaba a Ken.

El chico quería devolver un poco del cariño que la muchacha le daba. Fue por ello que había conseguido aquella pañoleta que hacía juego con su bufanda. Aunque ese fue un detalle que no dijo en voz alta. No diría que había sido un detalle intensional, pues quizás entonces estaría siendo demasiado evidente. O tal vez no… No tenía la más remota idea. Era demasiado nuevo para esto y hacía lo que podía. Solo que no encontraba cómo dar ese paso, capaz terminaba, siendo ella la que lo descubriera por su cuenta. Esperaba que si resultaba así no se lo terminará por tomar a mal. Pero algo le decía que independiente de si era o no algo mutuo, tampoco creía que se fuera alejar de él y espantar. ¿No? Después de todos eran apenas unos jovencitos entrando en la adolescencia se suponía que era algo normal. — Me alegra que te gustara. Oh sí, aunque asegúrate de dejar para ti. — le advirtió, es que sus pequeños hermanos se veían que eran como unas pirañas que podían arrasar rápido con las golosinas. Menos mal no podía notar su cara de embobado cuando lo abrazo.

Wormon al ver a su compañero digimon con su accesorio le dio una mirada a Ken que dictaba “donde está el mío? ", por lo que el chico rio y le saco uno. — Ahora sí, creo que estamos completos. — aseguró con una sonrisa. Los elogios de Yolei siempre lo ponían nervioso, pero esa guiñada aún más. Sin embargo, estaba luchando con eso, así que sacando algo de seguridad logro exclamar un gracias. — Gracias, sí… que venga ese nuevo año que nosotros ya estamos listos. — afirmo, mientras no podía evitar contemplar aquella sonrisa de la pelimorada. Claro, hasta que los más pequeños llegaron cuál estampida por las cosas. — Menos mal se lo dijiste tú, a mí probablemente no me hubieran hecho caso. — aseguro, ya en un intento uno le había sacado la lengua. Nada que hacer, la hermana era ella.

— Es la edad, supongo. — comentó en cuanto a los revoltosos que se habían vuelto. Él por su parte mejor ni pensar en su hermano, no quería entristecer en esta época.

— Pues no se diga más, ¡Deja y te muestro que hay! — señaló en cuanto la comida, poniéndose en pie y sin darse cuenta ya la agarraba de la mano, arrastrándola con él al área de la cocina. — Por supuesto tenemos la tradicional sopa de fideos, pero ya sabes que esos son para luego… pero estos… a estos si podemos darle una provadita. — le dijo señalando la bandeja con los mochis. — Yolei una pregunta. Me da curiosidad. ¿Qué cosas comían en los lugares a los que fuiste para estas fechas? ¿Algo así que llamara la atención? — preguntó curioso.

Yolei había quedado muy contenta con el regalo. El peliazul había sido muy detallista de su parte en pensar en ella y regalarle un presente, pues los japoneses no eran mucho de celebrar la navidad ni nada parecido, era festivo ya que se daba a nivel mundial, pero ella si lo celebraba por andar en diferentes países así que había pensado en todos.  Hasta le había dicho a los chicos que el próximo año hicieran el juego amigo invisible para esas fechas.

Sus hermanos siempre le hacían caso pero por lo general eran muy revoltosos, era la edad tal como decía Ken. Estaban con toda la energía, se la querían pasar jugando y los prefería así antes que la adolescencia, de hecho uno ya estaba para los 11 años y veía que iba a llegar ese cambio tan problemático mucho más que había tenido que dejar sus amigos de los otros países, no podías decirle a los niños que se contuvieran hacer amistades, para ella era más fácil. —Es porque tienen las cosas y podrán divertirse, se mantendrán entretenidos por un rato y luego se aburrirán. — Exclamó divertida, observando a los pequeños no quería sacar mucho el tema tampoco porque sabía que Ken había sufrido la perdida de su hermano y ahora era hijo único.

Ya tenía hambre, por lo que optó a mirar la mesita donde estaban los refrigerios y ya se le hacía agua a la boca junto con su mirada que brillaba para escoger algo rico.— ¡Mochis! Me encanta, hace mucho que no los probaba. — Tomó el que Ken le extendía y lo saboreó disfrutando en demasía su sabor que ahora ya no pensaba olvidar, era un hecho que se había acostumbrado a probar distinta gastronomía de diversos países que estuvo. Ken parecía estar en sincronía con ella y sacando otro, empezó a contarle. — Oh, he probado de todo y si tienden a realizar diferentes comidas para  las fiestas, es muy común como aquí que usan las verduras y la carne asada, las papas. Paellas, deliciosos postres con fruta quede muy contenta con la comida de América por ejemplo, bueno en Estados Unidos si consumen bastante comida chatarra así que amaba las hamburguesas. — Le contaba. De hecho a ella le encantaba cocinar. Así que se le ocurrió un plan para después y sugirió. — Me puse más talentosa en la cocina, si quieres un día te cocino algo para que pruebes solo tendríamos que conseguir los ingredientes. — Murmuraba mientras tomaba uno de los refrescos y empezaba a beber.

—  ¿Te gusta la idea? — Preguntó, donde luego le sirvió un vaso para que brindaran juntos. Y bueno seguía comiendo mochis.

Lo de los regalos no era algo que se solía hacer en Japón. Sin embargo, era una práctica que le había agradado mucho al chico. Por supuesto que por su edad no se podía dar el lujo de dar regalos costosos, pero lo más que importa era el cariño con el cual lo hacía.  Era una práctica que estaba considerando muy, enserió seguir regalando los siguientes años. Por lo que le había alegrado muchísimo saber que a Yolei le había gustado su regalo.

Por otro lado, a veces el ver a sus hermanos, todos revoltosos y alegres, le hacía recordar al suyo. ¿Cómo sería si aún estuviera con ellos? Decidió olvidar esos pensamientos y mejor disfrutar del momento. Y sí, en definitiva, eso de ser revoltosos, cuál huracán era muy propio de la edad.  Ya se les pasaría, por suerte Yolei se notaba que sabía como manejar ese exceso de energía. — No lo dudo, ya luego veremos que encontramos para que se distraigan. — le aseguro el chico, pues sabía que al menos a ellos dos se les podía pasar el tiempo volando solo dando lata hablando. Pero no a los más pequeños.

Desde temprano a Ken se le hacía agua la boca por los mochis. Los llevaba velando desde que su mamá los preparó. Por supuesto que no lo había dejado comerlos antes de tiempo. Así que cuando ambos fueron hasta la mesa con los mochis no dudo en meterles mano pasándole también a pelimorado. — ¡Que tortura! — Exclamó al saber que hacía mucho que no los comía. — Yo apenas tuve que aguantar unas horas porque mamá insistía que debía esperar hasta la noche y se me hizo eterno. — Le admitió soltando una risa.

El tema de la comida en su edad era uno de los predilectos de muchos adolescentes. Para que negarlo, en realidad se podría decir que es uno de los temas favoritos de la humanidad entera. Por lo mismo no pudo evitar la curiosidad de saber cómo eran las de otros países.

Con todo lo que le contaba se le hacía la boca agua. Se le había quedado escuchando atentamente. Fácil podría estar rato largo así con ella y no se cansaría. Su rostro expresó entre sorpresa y emoción cuando mencionaba su talento para cocinar. — ¡Wow! ¿Enserió ya sabes cocinar? ¡Qué genial! — le comento emocionado.  — ¿A mí? — Preguntó sonrojado. Pero, por supuesto, ni iba a declinar semejante oferta. — Claro, solo si me dejas acompañarte a la tienda a conseguir los ingredientes. — Le dijo contento con la idea. Ir por las góndolas del supermercado le hacía sentir todo un chef, aunque en realidad él no tuviera idea de lo que era cocinar. Solo ayudaba a su mamá a pelar las verduras y a cortar el queso.

Tomo el vaso que la chica le paso para brindar con ella mientras seguían arrasando con los mochis que sí se distraían, luego no encontraban ni uno en la bandeja.

— Además de las cornetas que mamá trajo. Papá consiguió de esas luces que uno enciende en un palito y las mueve haciendo que parezca minis fuegos artificiales. ¿Quieres probarlos? Solo que esos debemos probarlos en el balcón.  — le sugirió mientras procedía a dar un último mordisco a su mochi haciendo que desapareciera por completo en su boca.

La muchacha se encontraba de lo más contenta pero no quería sacar el tema de los hermanos precisamente porque sabía que Ken sufría aún por el suyo que había fallecido y que en el pasado lo había llevado a un mar de oscuridad que provocó que ellos siendo niños elegidos tuvieran que enfrentarlo. Sin embargo; esos tiempos quedaron atrás y Ken era una persona por completo diferente al sentirse más apoyado y con amigos a su alrededor.

La pelimorada asintió con exageración ante que hace un buen tiempo no había comido mochis e hizo una mueca. — Y es por eso que comeré unos cuantos y me aseguraré de hacerlo lo que más pueda ya estando aquí porque ya no quiero viajar me quiero quedar aquí. — Y podía hacerlo pues solo estaba a dos años para salir de la preparatoria y si sus estudios universitarios los quería en Japón.

Sonrió llevando sus dos manos en sus caderas y asintiendo. — No puedo decirte aún que soy una gran cocinera pero me manejo era yo quien se hacía cargo mientras mis padres trabajaban. Fue poco a poco y aquí es lo mismo así que los demás podemos hacerlo. — Era como poco a poco estaban coordinando salidas a solas donde estarían muy bien, muy probable que tendría que ser en la compañía de sus hermanos a menos que su tía le permitiera salir porque habían veces que coordinaban horarios porque sí que debía estudiar y tener su vida social era lo más sano. — Por supuesto que sí, será increíble ya que puedes ir escogiendo siempre podemos improvisar en recetas. — Le decía bastante entusiasmada e imaginando desde ya la escena que sin poder evitarlo la ponía romántica.

Las ideas de Ken eran asombrosas, Yolei solo bebió un poco más de su refresco y negó esta vez con su sugerencia. — Me gusta la idea pero sería lindo que lo hagamos justo a las doce como primera actividad de nuevo año además ¿No te parecería salir afuera? Sería divertido con los otros de fondo y todos vamos a disfrutar. — Se llevó una mano al mentón y lo llamó porque de igual manera podrían ir al balcón a charlar más tranquilos ahí podían pasar el rato ya que las horas pasarían volando. — Ya quiero que sean las doce — y que ganas que fuera él a quién podría abrazar primero. Se decía mucho cuando se abrazaba a alguien del sexo opuesto ya que sobre todo significaba amor.

Lo bueno de haber tenido un tan buen grupo de amigos que lo apoyaban era en cierto modo como una segunda oportunidad. Una oportunidad de volver a sentir que tenía hermanos y hermanas, una oportunidad de no volver a cometer los mismos errores del pasado. Aunque muchos no habían sido del todo su culpa, pues no tenía control sobre ellos. Claro que en el caso de Yolei no la veía exactamente como una hermana. Su amiga era especial para él, bien era cierto. Solo que no en ese modo. No lo decía en voz alta porque no se atrevía, pero si era cierto que le gustaba.


— Oh, sí, come todos los que quieras. ¡Es que son buenísimos! — le respondió con el mismo entusiasmo. — Me alegra saberlo, digo… no es que no quiera que viajes. Es solo que te extrañe, te extrañamos mucho. No era lo mismo las visitas esporádicas que, ya que vuelves a estar entre nosotros.  — Le comento mientas, se lazaba de cantazo un pedazo grande de mochi a la boca para disimular una vez más la vergüenza por admitir que él era uno de los que específicamente la había extrañado.


Se había sorprendido, pero de buena forma, con lo de la cocina.  Tal vez decía no ser una gran cocinera, pero la verdad es que para la edad que tenían a sus ojos seguros debía de serlo. — Eso sigue siendo igual de genial. Yo no cocino, pero si le he ayudado a mamá. Así que puedo ser un buen ayudante, al menos. — le comento con entusiasmo. — ¡Exacto! Capaz terminamos hasta con nuestra propia receta secreta. — Le comento en un tono un poco exagerado, pero con emoción. La idea le estaba haciendo ilusión.


— Cierto, es mejor. — Le admitió, pues ellos encendían las pequeñas luces mientras veían como en el cielo brillaban los lindos fuegos artificiales de colores. — Pero sí, igual vamos afuera. Deja y tomo mi bufanda y abrigo. — le dijo mientras se colocaba las prendas, incluyendo la bufanda azul que la propia Yolei le regalo. — Vamos.  — le pidió para que salieran. — De seguro lo será. En especial cuando sean las doce. Yo también quiero que ya sean. Por eso traigo mi reloj. Para estar atentos. — Le dijo señalando su reloj de muñeca. Los digimons parecían contentos de contar con la presencia del otro en el lugar, por lo que los estaba dejando ser. — Seguramente mamá en rato nos traerá los tazones de sopa. No falta tanto para las doce. — afirmó, es que cuando se estaba con quien se quería el tiempo simplemente volaba. — Ya viajante, así que este nuevo año nos encargaremos de que conozcas todos los sitios nuevos y divertidos que hay en Japón. — Le afirmó mientras le daba una última mirada al reloj. Seguramente a la que se envolvieran hablar nuevamente se harían las doce.

Ken era adorable y se sentía muy bien que la hubiera extrañado, finalmente con sus mejillas rojas le había dicho que ella también, y claro que a todos, solo que si el peliazul era especial para ella si le gustaba desde que se había unido al grupo, claro que cuando lo vio más como él con aquella melena y volviéndose amable más le había gustado, eso incluso Kary lo sabía. Así que se sentía contenta de tener de ese modo su atención no importaba que priorizara la amistad.

Por eso, quería tener varios momentos con Ken, jamás le decía que no, y aunque asumía que era algo mandona también era porque quería pasar tiempo con el chico que en todo momento la hacía sentir especial, era amable por lo mismo, porque para ella su amigo era muy especial.— Genial, ya vemos el día, nos iremos al supermercado directo después de las clases. — Siseó con entusiasmo sobre todo porque había declarado que era un buen ayudante. Obvio que igual entendería cuando quisiera pasar tiempo con Davis que comenzaría a alegar si lo acaparará con el tiempo.

Recomendó, mientras comía otro de los mochis que mejor los fuegos artificiales fueran cuando terminaran los otros sí es que habían, ciertos sectores eran muy animalistas y el ruido realmente le molestaba a las mascotas, ella igual, solo que estos se veían inofensivos y jugarían más bien con las luces.

Lo siguió para contemplar el cielo, seguro que su madre la llenaría de preguntas luego pero sin tomar mucho en cuenta eso, solo se puso su abrigo y su gorro porque estaba muy helado. Ahí siguieron conversando. — Que impaciente, pero divirtiéndonos la hora pasara rápido. No quiero que pase tan pronto porque luego sólo quedaría una hora más y luego a dormir. En Latinoamérica es diferente, son más abiertos y se quedaban celebrando y algunos toda la noche. — Le contó con una gran sonrisa mientras apoyaba las manos en la baranda y lo contemplaba. Recordar aquellos países la hacía muy feliz ya que habían muchas diferencias lo mismo con New York aunque no fuera parte de Latinoamérica.

—Sí, en ese caso cuando pase entremos porque el año nuevo es para pasarlo en familia, aunque.. me agrada estar a solas contigo, podemos conversar más tranquilos. — Eso era cierto, solo que ocultaba el hecho que era lindo tener tiempo de a dos sin ser muy interrumpidos y la verdad es que ni paso porque sus digimon no demoraron en aparecer. Eran parte de ellos así que ni siquiera se podía enojarse, ella abrazó al suyo y revolvió su plumaje.

—Oh, ¿Qué hay de nuevo? No he podido pasear mucho por la ciudad. — Quiso saber mientras dejaba que Hawkmon comenzará a volar por el alrededor porque se notaba que los demás estaban comiendo y no estaban por las calles.

Para el chico se le hacía complicado poder expresar lo que sentía a su amiga. Ya hacía un tiempo que le gustaba. Esa energía entusiasta que siempre tenía. Sus grandes ojos, su cabello morado hondeando al viento. La encontraba única y genial, pero no hallaba la forma de decírselo. Por lo mismo, al menos buscaba siempre la manera de compartir juntos ahora que estaba de vuelta en Japón. Que lo pasara genial con él. Así tal vez en algún momento agarraba valor y se lo decía, si es que no terminaba ella por percatarse antes y era quien hablaba primero.

Ken estaba entusiasmado por esa experiencia culinaria que la chica le estaba sugiriendo. Nada más de imaginarse, la escena ya se sentía como si estuviera participando en alguno de esos programas de competencias de cocina. De seguro sería una experiencia divertida. Aunque claro, él solo sería el ayudante, ahí la del conocimiento culinario era su amiga. — ¡Perfecto! Que sea después de clases. Ya quiso probar esos manjares. — aseguro con puro entusiasmo. Le gustaba probar comidas nuevas y si lo hacía al mismo tiempo compartiendo con ella mucho mejor todavía.

Ambos habían salido a ver el cielo, y a tomar un poco de aire frío. Sí, tal vez estaba frío, pero al mismo tiempo eso daba esa sensación festiva al momento. Bien, era cierto que estas cosas podían impacientarlo un poco. Pero ahora que Yolei lo mencionaba también tenía su punto. Una vez daban las doce, todos acababa demasiado rápido, lo que implicaba que su familia se iba a regresar a su casa. — Diciéndolo de esa manera, pues mejor que no llegue tan pronto. No quiero que se acabe rápido. — comento. — Vaya, eso suena divertido. ¿Pero cómo le hacen para estar tanto tiempo despiertos? Imagino que también ha de haber muchísima comida, y música. — Asumió el muchacho. Nunca había ido a Latinoamérica, mucho menos en estas fechas, por lo que le entraba la intriga.

Un nuevo sonrojo apareció en su rostro cuando menciono que, aunque el año nuevo era para estar en familia, también le agradaba pasar momentos a solas con él. — A mí también me gusta pasar momentos a solas… oh sí, sí. Igual tienes razón, debemos entrar cuando ya sé el nuevo año. — Añadió un tanto nervioso. Aun cuando se pusiera así, al menos se alegraba de haber podido decirle que se sentía igual.

— Pues hay una nueva feria, que tiene las mejores atracciones de toda la ciudad. Además, el cine lo remodelaron, y además no sé si viste que abrieron a unas cuadras de la escuela una heladería. — le contaba entusiasmado, si le permitía le mostraría personalmente cada uno de esos lugares y más de los que se acordara. — Cuando quieras me avisas, podemos visitar alguno de ellos. ¡O todos! — insistió, quería que se sintiera bienvenida ahora que estaba devuelta en casa.

Lo más genial de todo es que estaban programando varios planes después de clases, y Ken a nada le decía que no. Estaba muy contenta que quisiera cocinar con ella,  ya que cuando estuvo en partes de América, ella tuvo que aprender ya que sus padres trabajaban mucho, no le gustaba que sus hermanos pasarán mucho tiempo en el colegio, por lo tanto, ahí había sido como una clase de mamá y hermana mayor responsable para todos ellos.

Solo que en Japón se organizaban más,  no es que tuvieran hablando todo el tiempo un nuevo idioma - nunca se adaptaron del todo bien al español -  y claro que su madre había contratado una niñera, habían veces que su mismo digimon cuidaba a los niños solo que eran tan desordenados que habían cambiado de idea, ella estando en sus últimos años debía estudiar porque no faltaba mucho y estaba a puertas de entrar a la universidad y como una excelente Inoue tenía que adelantarse para ser una de las mejores de su clase, aunque era evidente que Ken ahí le sacaba una gran ventaja.

Ya observando el cielo en el balcón donde hacía frío lo mejor que podían hacer es que dieran las doce y luego, de dar los abrazos podían ir a jugar un rato con los niños que serían los más entusiasmados de tener las luces artificiales. — Es que generalmente se preparan para eso, inventan fiestas, la gente es muy alegre y tal como dices preparan mucha comida y bebidas. Fuimos unas cuantas no nos quedamos mucho  pero soportábamos mucho más que aquí. Que no te extrañe que se quieran ir a las dos de la mañana—. Dijo soltando una pequeña risita, seguro que el menor de sus hermanos iba a terminar por quedarse dormido y lo dejarían dormir un rato ahí, de todos modos, era imposible que por sus costumbres iban a abusar.

Era agradable ver como se sonrojaba porque ella estaba igual que él. Había sido una clase de directa es que no podía evitar decirle la verdad, amaba su compañía, se sentía tan bien. — Me alegro que sea mutuo. — Sentenció con un dejo de timidez.

La sonrisa de Yolei se ensanchó al escuchar todos los lugares que conocía y simplemente soltó; —  ¡Todos!  Aunque por el momento creo que tendremos más oportunidad de ir a la heladería, no he ido pero si la vi, luce bonita. — Exclamó con energía. Es que sinceramente ni importaba que fuera invierno.

Yolei se quería quedar más tiempo ahí y para su tristeza, sus padres la llamaron primero para esperar las 12 adentro porque estaba haciendo mucho frío, ahí tan solo siguió en compañía de Ken, mientras comían lo que le ofrecían, de hecho, pensaron que la comida ya tenía que servirse.  Se tuvo que sentar al lado de su hermano porque se lo pidió pero para su alegría se quedó frente al chico de pelo azulado.

Sin más, ahora sí que el tiempo paso de una manera tan rápida que empezaron a ver el conteo en la tele. — 10… 9…. 8…. 7…. — El conteo continuó con fluidez entre los más jóvenes y ellos ¿Cómo no iban a disfrutar y seguir el coro de un conteo grandioso? — 3… 2 …. 1 ¡FELIZ AÑO NUEVO! — Gritó Yolei que con entusiasmo abrazo con fuerza a su mejor amigo.

Esta despedida de año había resultado especial, no podía negar que era por el hecho de que tenía Yolei de vuelta. Estaba feliz por su regreso. Pues aun cuando no se trataba de que había estado por completo ausente en todo este último tiempo, seguía siendo diferente. El tenerla aquí podían hacer, por ejemplo, esos planes con los que los chicos terminaron por hacer en cuestión de solo segundos. Tenían la posibilidad de verse cuando ellos quisieran y eso era lindo. Además, la tenía aquí, en un momento de celebración podría abrazarla cuando dieran las doce y era de quien más cerca quería estar cuando comenzará el año. Aun cuando no se atreviera a comentar en voz alta el porqué lo sentía así.

El ambiente se sentía de fiesta, de alegría. Cosa que le hacía olvidar los momentos dolorosos de su vida y le hacía ver hacia el futuro con una sonrisa. Las heridas de su corazón poco a poco habían ido sanando y gran parte de ellas había si no gracias a la comprensión y amor de Yolei y el resto de los chicos.

— Eso suena divertido. Aunque yo creo que el bullicio me divertirá más si es entre conocidos. — comento el muchacho, pues quizás en un lugar lleno de gente que acababa de conocer si sentiría incómodo. Pero con sus amigos no le parecía tan descabellado disfrutar e incluso irse a dormir más tarde.  — Por mí no habría problema en que se fueran a las 2 de la mañana. — aseguro Ken, aunque no tenía idea de como sus padres reaccionarían.  De todos modos, lo más probable es que Yolei se lo decía en broma, solo que a él no le desagradaba la idea.

Poco a poco se iba soltando y se atrevía a expresar lo que sentía. Las sonrisas tímidas y mejillas sonrojadas era reflejo de la sinceridad de sus comentarios. Ambos se gustaban aun cuando no supieran bien como reaccionar al respecto.  Seguían siendo muy jóvenes. Aunque era muy probable que sería la chica quien en algún momento hablaran primero.

Aún sentía las mejillas calientes, pero no quitaba la sonrisa de la cara y cuando menciono lo de mostrarle los nuevos lugares y ella aceptara. — Sí, toditos. No te preocupes, iremos a todos será divertido, incluso seguro se me ocurre más sitios te dejo saber. Capaz podemos en algún momento invitar a los chicos… pero a esa heladería te llevaré yo mismo. — aclaró, aunque sin mirarla mucho a los ojos por admitir que eso lo quería hacer solos. — Tal vez descubramos un sabor nuevo de helado. — añadió.

La espera desesperaba. Ya quería que fueran las doce de la noche y que llegara el nuevo año. Mientras comían ya adentro y esperaban el nuevo año. Hubiera preferido sentarse juntos. Pero los niños se le adelantaron. Devotos modos la tenía frente a él. Por lo que cada que podía le pasaba las bandejas de comida.

Al fin llegó el conteo.  Y estaban todos pendientes a ello. Ahora sí que aprovecho a colocarse al lado de la muchacha. — 3… 2… 1… ¡Felicidades! — también exclamó con emoción recibiendo el abrazo de Yolei. La apretó fuerte mientras soltaba una risita y la alzó un poco con emoción. — Gracias por haber venido. — Le decía mientras la seguía apretando con cariño. — Te quiero mucho. — añadió sonrojado.

La celebración continuó por un buen rato. Luego de ello abrazo a su familia y hablaron un rato. Fue la mejor despedida de año que recordaba. Estaba muy contento y esperaba que fuera un presagio de como sería este nuevo año.