» I wish to nurture my mind

"¿Y supiste los rumores? ¿Sobre Lady Eloise?"
"Escuché que está pasando una temporada en la casa de campo de la familia. ¿No era una recomendación médica?"
"Eso es lo que dice Lady Violet, pero al parecer se fugó..."
"¿Se fugó?"
"En realidad, nadie de la familia sabe dónde está".


Una mañana, cuando las criadas fueron a despertarla, Eloise no estaba en su habitación. A partir de ese momento, la familia Bridgerton no ha hecho otra cosa más que tratar de encontrarla. El poco consuelo que les dejó Eloise fue una vaga nota donde les decía explícitamente que iba a estar bien, que pronto tendrían noticias suyas.

Pero han pasado varios meses desde entonces y nadie de la familia tiene noticias concretas de su querida Eloise. Ni siquiera Penelope, su íntima amiga, ha obtenido ninguna pista sobre su paradero. Lady Violet continúa angustiosa y temiendo lo peor, mientras que ya no sabe qué más excusas dejar ante la sociedad londinense, quien empieza a hacer cada vez más preguntas sobre la prolongada ausencia de su hija.

Aunque aquejada de culpas, porque sabe que su familia debe estar preocupada y angustiada por su falta de noticias, Eloise está felizmente radicada en Bath. Alejada del bullicio y la presión de Londres, Eloise siente que está respirando por primera vez. Cree que está mirando el mundo a través de los ojos de la realidad y no de la forma edulcorada que le ofrecía la posición de su familia. Su trabajo como ayudante en la redacción de un periódico le abrió las puertas a un mundo completamente maravilloso hasta ahora desconocido para ella.

Usando el apellido de su madre para que nadie pueda relacionarla con su familia, cree que hasta ahora ha conseguido mantenerse en el anonimato a la perfección. Está orgullosa de sus logros, y también un poco de todos los errores que la han llevado al camino en donde está. Es por eso que lo último que imagina es toparse cara a cara con su pasado, con la única persona en todo Bath que es capaz de reconocerla.

Todo comienza una típica mañana como cualquier otra, cuando su jefe le pide que por favor abra ella temprano el periódico, para recibir al nuevo operador de la imprenta.

Inspired · Series · Bridgerton

En teoría, ese era su día libre. Pero ayer, antes de cerrar por completo las oficinas del periódico, Ernie la llamó a su despacho. Su jefe por lo general la trataba muy bien, era un señor mayor que era una mezcla algo extraña entre un padre estricto y un abuelo olvidadizo. Ernie le dijo que tenía que venir ese día muy temprano, le dejó las llaves, porque quería que recibiera al nuevo ayudante de la imprenta. Esa fue la única razón por la que Eloise no dijo nada, porque había visto desfilar un montón de operadores que no duraban más que un par de semanas. Ella y Anne, la secretaria, estaban convencidas de que nadie había podido mantener el ritmo de Ernie.

Al principio, Eloise tampoco había podido soportar el extraño humor de su jefe. No era una mala persona, pero a veces se le ocurrían cosas muy excéntricas. Lo peor era que esas excentricidades era lo que parecía mantener el periódico, el Bath Independent, a flote. Además, Ernie la había acogido cuando se le estaba agotando el dinero y la aceptó, en un principio porque Anne no se daba abasto, sin ninguna referencia más que la propia terquedad de Eloise.

Ahora llevaba casi tres meses trabajando en el periódico y Eloise se sentía muy orgullosa. Así que, a pesar de que no quería madrugar, llegó a primera hora, con las llaves tintineando en la mano derecha, a abrir la imprenta. Bostezó varias veces y llegó hasta la oficina, que por alguna razón se veía desordenada a pesar de que estaba segura que ordenó antes de irse el día de ayer.

Estaba todavía ordenando cuando escuchó que llamaban a la puerta. Eloise alzó la vista en dirección a la puerta, que estaba cerrada, pero se distinguía una silueta esperando afuera. Recordaba que Ernie, como siempre, apenas le dio datos sobre Leo, el nuevo operador. Sólo le dijo que había venido bien recomendado por uno de sus amigos.

Lo que menos esperaba Eloise aquella mañana, que parecía una cualquiera en Bath, era que al abrir la puerta, se encontraría con un rostro conocido. Las primeras semanas fuera de casa, creía ver rostros o escuchar voces conocidas todo el tiempo. Eso fue disminuyendo, hasta que se volvió más temeraria, creyendo haberse desentendido de la sombra de su familia.

Esa mañana, sin embargo, volvió a ser la misma Eloise angustiada que se había fugado de casa. El rostro que tenía frente a ella no era de Anthony, o de Benedict, ni tampoco de su madre. La expresión pasmada de Theo Sharpe era lo último que esperaba encontrar en Bath.

—¿Acaso tú… acaso…? —Eloise balbuceó, todavía sin abrirle del todo la puerta, aunque era obvio lo que estaba sucediendo. Recordó entonces que su jefe siempre se hacía un lío con los nombres. A ella estuvo llamándola Eliza durante casi un mes.

Oficinas · Mañana · Eloise

La vida no había sido fácil para Theo los últimos meses. Desde la primera vez que vio a Eloise Bridgerton en la imprenta supo que una chica de sociedad en ese lugar solo podía traerle problemas, pero no sabía cuántos. Debió mantenerse alejado de ella, pero se había dejado enredar por aquella historia hasta que fue demasiado tarde.

Había pensado que al dejar de verla saldría de aquel desastre, pero no había sido suficiente.

La señorita Bridgerton había seguido haciendo lo que le había dado la gana y la policía había pensado que él tenía algo que ver con su desaparición. No había podido decirles nada y, aunque lo dejaron ir, perdió su trabajo. Nadie en Londres había querido contartarlo y había tenido que empezar a buscar otro lugar al que ir. No había encontardo un lugar dónde instalarse.

Hasta ahora.

Realmente parecía ser que tendría una oportunidad en Bath. Su reputación no llegaría de Londres hasta ahí, la alta sociedad que iba a la ciudad no se acordaría de un simple operario de imprenta, ni el pondrían atención a uno en su ciudad de vacacionar.

Le habían referido que el dueño de este periódico no hacía demasiadas preguntas mientras la gente trabajara bien. Necesitaba eso.

Necesitaba un nuevo inicio. Por eso, lo último que esperaba era que al abrirse la puerta el pasado lo viera a la cara una vez más. Ahí estaba Eloise Bridgerton, y para colmo, poniendo cara de sorpresa.

El verdadero sorprendido era él.

—Yo... No puede ser verdad que estás aquí. ¿Has estado aquí todo este tiempo? ¿El mundo puede ser tan pequeño?

Aquello era una broma de mal gusto.

OFICINAS · MAÑANA · THEO

Eloise no tenía idea si lo mejor era hacer entrar a Theo de una buena vez. La verdad era que estaba apoyando la mano en el marco de la puerta, porque tenía esta absurda idea de que, si se envalentonaba lo suficiente, podría empujarlo hacia la calle y hacerlo desaparecer. Eso probablemente hubiera hecho la Eloise que seguía viviendo en casa, protegida por su familia.

Pero ahora sabía que de nada valía empujar a Theo, eso no haría que sus problemas desaparecieran. Además, tenía que reconocer que su pregunta despertó su curiosidad. Ella y Theo habían dejado de verse cuando Eloise tomó la decisión de irse de casa. Aunque sí que estuvo tentada a visitarlo, una última vez, era más importante salir de Londres sin ser vista, así que no pudo permitirse semejante capricho.

Así que, sin darse más tiempo para pensarlo y dejando todos sus modales de lado, tomó a Theo del brazo y lo hizo entrar de un tirón. Quizás Theo estaba tan asustado como ella que ni siquiera puso resistencia. Cuando Theo estuvo dentro, Eloise tuvo la sensación de que la imprenta era mucho más pequeña que antes. Una completa tontería, por supuesto, no pensaba dejarse dominar por los nervios.

—Llevo en Bath desde hace… unos cuantos meses. ¿Por qué me preguntaste eso? ¿Sabías que no estaba en casa? ¿Alguien te lo dijo? —preguntó, saltándose todas las demás cuestiones de cortesía. Eso sí, se arrepintió enseguida, porque Eloise sí que quería preguntarle qué estaba haciendo aquí si él estaba radicado en Londres. Un periódico de Bath no tenía ni el mismo nombre ni tampoco las mismas oportunidades que Londres.

Eloise se tomó un instante para fijarse en Theo, en la forma tan incómoda en que la estaba mirando. Quiso decirle que si había tomado la alocada decisión de irse de casa, fue en parte gracias a haberlo conocido.

—Trabajo aquí… —confesó de pronto, explicándole con esa sola frase de que, si pensaba quedarse, iban a verse con mucha frecuencia.

Oficinas · Mañana · Eloise

Aún no terminaba de procesar que Eloise estaba allí cuando sintió como tiraba de él hacia el interior del local. No pudo resistirse, aunque una parte de él pensó de inmediato en si alguien lo había visto entrar allí con ella.

Miró a su alrededor sin poder procesar bien lo que veía. Eran las instalaciones del periódico, que tenía su propia imprenta pequeña. Suponía que tenían repartidores que salían de allí mismo con los periódicos recién impresos. Era un lugar pequeño, a penas para alguien como él para ganarse la vida sin destacar demasiado.

O eso habría sido si Eloise Bridgerton no hubiera estado ahí.

No podía creer las cosas que estaba preguntando. Río con incredulidad mientras miraba a su alrededor.

—Que si sabía que no estabas en casa... —Estuvo a punto de decirle que se había hecho a la idea cuando la policía llegó a buscarlo por su desaparición.

Así que ella se había venido a Bath tan tranquilamente mientras todos Londres la buscaba. Se inclinaba más por hacer un comentario al respecto cuando la escuchó decir que trabajaba allí.

Eso sí que no se lo esperaba.

La miró abriendo mucho los ojos.

—Trabajas aquí—repitió. Una señorita de sociedad como ella. En un periódico. —¿Por qué?

No era como que Theo tuviera otras opciones ahora mismo. Bath tampoco estaría lleno de imprentas esperando un operario y en esta ya tenía el puesto. Pero si alguien encontraba que estaba trabajando con Eloise Bridgerton nadie creería que no sabía que estaba ahí.

Definitivamente era una broma de mal gusto. Cerró los ojos, intentando pensar.

—Realmente necesito este trabajo—dijo, sin saber qué esperaba lograr con eso.

No era como que Eloise fuera a dejar aquel trabajo, aunque no lo necesitara. Si volvía a Londres podría vivir sin tener que mover un dedo nunca. No terminaría nunca de entenderla.

OFICINAS · MAÑANA · THEO

Eloise hizo un esfuerzo consciente para desviar la mirada de Theo mientras caminaban por el pasillo que conducía a la pequeña oficina de Ernie. Allí estaba todo el papeleo que Theo tenía que llenar y también estaban las llaves que daban el acceso al cuarto de imprenta. Llaves de las que ella misma había mandado a hacer una copia hacía tan sólo unos días atrás. Pero, ¿qué se iba a imaginar Eloise que estaba haciendo una copia de llaves precisamente para Theo?

Aunque dentro de aquella oficina, allí donde había aprendido tantas cosas sobre sí misma, se sentía empoderada, no le gustaron para nada los cuestionamientos de Theo. Eloise tenía la impresión de que se le estaba escapando el verdadero motivo de su pregunta. Ella se había asegurado de no dejar ninguna pista sobre su paradero y, que Eloise supiera, la gente de su familia no tenía cómo contactar con Theo.

—Trabajo aquí porque es donde quiero estar, ¿acaso hay algún problema con eso? —Eloise sabía que no estaba dando una respuesta con detalles, que quizás estaba rayando en ser grosera. Pero no le importaba. Creía que no le debía explicaciones a nadie, ni siquiera estaba dispuesta a darle explicaciones a Benedict en el remoto caso de que se apareciera de pronto.

Eloise caminó detrás del escritorio de Ernie, porque quería poner distancia entre los dos. No estaba segura si debía entregarle el papeleo, aunque la afirmación de Theo le encogió el estómago. ¿Qué estaba insinuando? Ella no iba a ser capaz que se fuera de allí. No sería difícil, a Ernie podría ponerle cualquier excusa para decirle que Leo no se presentó al trabajo. Pero Eloise no quería perjudicar a Theo, además, quería llegar al fondo de todo esto. ¿Por qué no estaba en Londres?

—Ernie dijo que venías muy bien recomendado, ¿sabes? —Eloise, con algo de nerviosismo, le extendió los papeles hacia él—. Tienes que llenar los formularios. Mira, no tenemos que decir que nos conocemos. Ernie no hará preguntas, de hecho, no te va a llamar por tu nombre hasta que pasen unos meses. Es despistado, pero es una muy buena persona.

Oficinas · Mañana · Eloise

La oficina le resultó muy acogedora. Era un ambiente en el que se podía ver trabajando perfectamente. Dentro de todo era menos caótico y más limpio que los espacios donde había trabajado en Londres. Respondía a sus mejores deseos para este trabajo... excepto por el pequeño detalle de Eloise.

Su respuesta de que estaba ahí porque quería lo irritó, porque era cierto. Estaba ahí porque quería mientras él había llegado hasta ahí porque no le había quedado otra opción.

—Claro, la señorita Bridgerton hace lo que quiere—replicó de mal humor.

Podía recordar las caras de todos en el trabajo cuando la policía llegó a interrogarlo, y cuando su jefe le informó que no requerirían más de sus servicios después de los últimos eventos.

Eloise hacía lo que quería y él pagaba las consecuencias.

La escuchó explicarle que no habría problema, que su jefe ni se preocuparía por sus nombres, pero eso no lo tranquilizaba nada. Una vez más, no entendía nada.

Arqueó ambas cejas al escucharla.

—Crees que lo que me preocupa es lo que pase aquí si se enteran que nos conocemos de antes—resumió, mirándola con atención para ver si algo en su rostro le indicaba que no, que pensaba algo diferente, pero eso no sucedió. —De verdad no tienes idea...

Caminó hacia ella, aunque quedó un escritorio de por medio entre ellos. Tomó los formularios. Porque necesitaba este trabajo, tendría que quedarse al menos hasta que encontrara otra opción menos problemática. Podría escribir a otras imprentas a ver si alguna lo aceptaba. Sin embargo, no dirigió su atención a los papeles, sino que mantuvo su mirada fija en los ojos de Eloise.

Todavía ahora le resultaba intrigante la mezcla de ingenuidad y rebeldía que tenía, aunque sabía de primera mano lo peligrosa que era.

—¿Qué crees que pasó en Londres cuando te fuiste?—preguntó finalmente.

No podía decir que le extrañara la idea de que no fuera capaz de dislumbrar las consecuencias de sus acciones para los demás.

Para él.

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