Jue Sep 21, 2023 8:54 am por Freyja
Making history ¡Tu voto cuenta! |
- ¡"Tu voto cuenta"!, no se lo pierdan. ¡Hola! ¡Asamblea "tu voto cuenta", resolvemos tus dudas! ¡"Tu voto cuenta", mañana a las cuatro! - Estaba en mitad de la calle, justo donde tenían su sede, con una enorme sonrisa y repartiendo folletos. Imprimir todo eso había sido una inversión, pero afortunadamente tenían gente en el entorno universitario dispuesta a ayudarlas... No mucha, pero la suficiente.
- ¡"Tu voto cuenta"! - Iba repitiendo el título de la asamblea, mientras repartía folletos a cada mujer que pasaba. Algunas la miraban con cara extraña, otras directamente la huían como si fuera a repartirles veneno. Otras sonreían y tomaban el folleto con ojos brillantes y esperanzados, con una sonrisa, sonrisa que Maude devolvía aún más ampliamente. Por esas merecía la pena. Estaba segura de que llegarían a sus casas portando la interesante noticia y que su asamblea del día siguiente se llenaría.
Puede que estuviera repartiendo fundamentalmente a mujeres, solas o emparejadas, e ignorando deliberadamente a los hombres, lo que le valió alguna que otra mala cara. También se le acercó a increpar un señor mayor muy malhumorado que le dijo cosas tan feas que hizo que se escondiera en una tienda para disimular hasta que se cansó y se fue. Se repuso y renovó su sonrisa y su ánimo. Y entonces, vio a un hombre joven con una niña de unos seis años de la mano, con una mochilita. Debían volver de vuelta de la escuela. - ¡Hola! ¡"Tu voto cuenta", su voto contará algún día! - Dijo feliz, señalando a la niñita, y tendiéndole el folleto al señor. Este lo tomó con el ceño fruncido, le echó una mirada de soslayo, otra a ella y su radiante sonrisa, y se fue arrastrando a la niña de la mano sin decir nada. Bueno, sabía que algunas personas podían ser más difíciles, sobre todo los hombres. Era un cambio, sin duda, pero a mejor. Y ciertamente, ¿qué perdían ellos? Esto no iba de quitarles su voto, sino hacer de que las mujeres tuvieran el suyo. Podían hacer historia, todos ellos, y no podía estar más emocionada.
Un correteo divertido la hizo girarse. - ¿Eres de la asamblea para hacer que las mujeres voten? - Dijo una de las chicas, del grupito de cuatro adolescentes que, también con carteritas y uniformes iguales, acababan de acercarse a ella entre risistas. Iluminó el rostro y respondió, ilusionada. - ¡Sí! Mañana a las cuatro. Tomad un folleto cada una, aquí tenéis más información. - Luego su amiga decía que tiraba los folletos a la nada, con lo caros que eran, pero si no los daba, ¿cómo iba a informarse la gente? Las chicas juntaron las cabezas, soltaron varias risitas y cuchicheos mientras miraban el folleto, y luego volvieron a ella. - ¿Podemos ir nosotras? - ¡¡Claro que sí!! - Pero solo tenemos catorce años. Nuestros padres no nos van a dejar. - Bueno... - No quisiera ella meter a esas chicas en líos con sus padres, ni meterse ella misma. - Podéis enseñarle el folleto. Es una actividad meramente informativa y gratuita. Aquí mismo. - Las chicas volvieron a mirarse entre sí, compartir risitas y cuchicheos y, finalmente, una de ellas dijo. - ¡Vale, gracias! - Y salieron a la carrera, muertas de risa, como ratoncillos escurridizos. ¡Oh, las nuevas generaciones! Si había conseguido que fueran, ¡por ahí se empezaba!
Entró en la sala y se lanzó en la mesa en la que su amiga hacía papeleo. - ¡He dado un montón de folletos! ¿¿No estás ilusionada?? ¡¡Nuestra primera asamblea!! Estoy segura de que va a venir mucha gente. - Tomó su antebrazo apoyado en la mesa y la zarandeó un poquito, divertida. - ¡¡Alegra esa cara!! ¡Vamos a hacer historia! ¿Ves? No era tan difícil, solo cuestión de ponerse. Cuando toda esa gente nos escuche a hablar, estaremos a un paso de llevar la propuesta al Congreso. -
- ¡"Tu voto cuenta"! - Iba repitiendo el título de la asamblea, mientras repartía folletos a cada mujer que pasaba. Algunas la miraban con cara extraña, otras directamente la huían como si fuera a repartirles veneno. Otras sonreían y tomaban el folleto con ojos brillantes y esperanzados, con una sonrisa, sonrisa que Maude devolvía aún más ampliamente. Por esas merecía la pena. Estaba segura de que llegarían a sus casas portando la interesante noticia y que su asamblea del día siguiente se llenaría.
Puede que estuviera repartiendo fundamentalmente a mujeres, solas o emparejadas, e ignorando deliberadamente a los hombres, lo que le valió alguna que otra mala cara. También se le acercó a increpar un señor mayor muy malhumorado que le dijo cosas tan feas que hizo que se escondiera en una tienda para disimular hasta que se cansó y se fue. Se repuso y renovó su sonrisa y su ánimo. Y entonces, vio a un hombre joven con una niña de unos seis años de la mano, con una mochilita. Debían volver de vuelta de la escuela. - ¡Hola! ¡"Tu voto cuenta", su voto contará algún día! - Dijo feliz, señalando a la niñita, y tendiéndole el folleto al señor. Este lo tomó con el ceño fruncido, le echó una mirada de soslayo, otra a ella y su radiante sonrisa, y se fue arrastrando a la niña de la mano sin decir nada. Bueno, sabía que algunas personas podían ser más difíciles, sobre todo los hombres. Era un cambio, sin duda, pero a mejor. Y ciertamente, ¿qué perdían ellos? Esto no iba de quitarles su voto, sino hacer de que las mujeres tuvieran el suyo. Podían hacer historia, todos ellos, y no podía estar más emocionada.
Un correteo divertido la hizo girarse. - ¿Eres de la asamblea para hacer que las mujeres voten? - Dijo una de las chicas, del grupito de cuatro adolescentes que, también con carteritas y uniformes iguales, acababan de acercarse a ella entre risistas. Iluminó el rostro y respondió, ilusionada. - ¡Sí! Mañana a las cuatro. Tomad un folleto cada una, aquí tenéis más información. - Luego su amiga decía que tiraba los folletos a la nada, con lo caros que eran, pero si no los daba, ¿cómo iba a informarse la gente? Las chicas juntaron las cabezas, soltaron varias risitas y cuchicheos mientras miraban el folleto, y luego volvieron a ella. - ¿Podemos ir nosotras? - ¡¡Claro que sí!! - Pero solo tenemos catorce años. Nuestros padres no nos van a dejar. - Bueno... - No quisiera ella meter a esas chicas en líos con sus padres, ni meterse ella misma. - Podéis enseñarle el folleto. Es una actividad meramente informativa y gratuita. Aquí mismo. - Las chicas volvieron a mirarse entre sí, compartir risitas y cuchicheos y, finalmente, una de ellas dijo. - ¡Vale, gracias! - Y salieron a la carrera, muertas de risa, como ratoncillos escurridizos. ¡Oh, las nuevas generaciones! Si había conseguido que fueran, ¡por ahí se empezaba!
Entró en la sala y se lanzó en la mesa en la que su amiga hacía papeleo. - ¡He dado un montón de folletos! ¿¿No estás ilusionada?? ¡¡Nuestra primera asamblea!! Estoy segura de que va a venir mucha gente. - Tomó su antebrazo apoyado en la mesa y la zarandeó un poquito, divertida. - ¡¡Alegra esa cara!! ¡Vamos a hacer historia! ¿Ves? No era tan difícil, solo cuestión de ponerse. Cuando toda esa gente nos escuche a hablar, estaremos a un paso de llevar la propuesta al Congreso. -
Maude · Sede de la Asamblea · Con Madelaine

We are




- La eternidad es nuestra:
Freyja
Freyja

Freyja

5134Mensajes :
170Reputación :
Moonchild
Cornamenta
Daydreamer
Lupin
Timelady
oppium
Reverie
Daydreamer
Lupin
Lupin