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1x1 - Fantasía - Original
Amor de dos mares
En el planeta Aquatika un lugar donde era más mar que tierra era normal que la mayoría de sus habitantes vivieran en las profundidades del mar. Por muchos años había un tratado de paz entre los reinos de los Mares del Sur. Sin embargo, recientemente había entrado en un conflicto dos de ellos. El reino del mar Koraller y el reino del mar Jiāo. Todo esto porque hubo un golpe de estado en el Mar Jiāo y los del mar del Koraller intentaron ayudar a restablecer el orden, poder ayudar a los gobernantes legítimos, pues los que habían tomado el poder eran ambiciosos y no solo les bastaba con tomar su propio reino, sino que pretendían seguir haciéndolo con el resto de los reinos a su alrededor.
Todo esto desencadeno en una guerra, por increíble que pareciera, los tiranos estaban ganando, pues tenían ayuda de algunos de los reinos de la superficie. En la última batalla, el rey de Koraller quien había marchado a la guerra frente a su ejército, pues era su deber, había llegado al lugar de la batalla junto con la compañía de su hijo. El príncipe heredero del reino, su mano derecha, futuro rey y comandante de las tropas del reino. Lo impensable en esa última batalla ocurrió y el rey falleció, el joven príncipe había quedado malherido e inconsciente. Para su suerte la lealtad de sus soldados era tanta que uno de ellos con las pocas fuerzas que le quedaban, pues igual estaba herido, pero aún no perdía la conciencia, arrastro con el príncipe hasta la parte más alejada del reino, cercano a un arrecife de coral no muy lejos de un pequeño pueblo del reino de Jiāo, pero no podía hacer más, era lo más seguro que podía poner a quien desde ahora sería su nuevo rey. El soldado volvió a la batalla, pero jamás regreso, posiblemente también falleciendo.
Cuando Nahir despertó se sintió desorientado. Recordaba muy poco de lo que había pasado, el golpe lo había dejado por un momento con amnesia temporera, por lo que no recordaba de donde era o quién era, mucho menos lo importante que era para su reino. Fue mientras intentaba conseguir quien le ayudara que se volvió a desmayar por el agotamiento y fue encontrado por una joven sirena llamada Umiko la cual era pastora de caballitos de mar y delfines. Quien se compadeció del chico sin tener idea de con quién trataba. Sin saber que al hacer esto se estaba volviendo enemiga de su propio reino. ¿Pero cómo iba a dejar a un tritón malherido en medio de la nada? Su conciencia no se lo permitiría. La buena acción del día le traería muy serias consecuencias a su vida.
Todo esto desencadeno en una guerra, por increíble que pareciera, los tiranos estaban ganando, pues tenían ayuda de algunos de los reinos de la superficie. En la última batalla, el rey de Koraller quien había marchado a la guerra frente a su ejército, pues era su deber, había llegado al lugar de la batalla junto con la compañía de su hijo. El príncipe heredero del reino, su mano derecha, futuro rey y comandante de las tropas del reino. Lo impensable en esa última batalla ocurrió y el rey falleció, el joven príncipe había quedado malherido e inconsciente. Para su suerte la lealtad de sus soldados era tanta que uno de ellos con las pocas fuerzas que le quedaban, pues igual estaba herido, pero aún no perdía la conciencia, arrastro con el príncipe hasta la parte más alejada del reino, cercano a un arrecife de coral no muy lejos de un pequeño pueblo del reino de Jiāo, pero no podía hacer más, era lo más seguro que podía poner a quien desde ahora sería su nuevo rey. El soldado volvió a la batalla, pero jamás regreso, posiblemente también falleciendo.
Cuando Nahir despertó se sintió desorientado. Recordaba muy poco de lo que había pasado, el golpe lo había dejado por un momento con amnesia temporera, por lo que no recordaba de donde era o quién era, mucho menos lo importante que era para su reino. Fue mientras intentaba conseguir quien le ayudara que se volvió a desmayar por el agotamiento y fue encontrado por una joven sirena llamada Umiko la cual era pastora de caballitos de mar y delfines. Quien se compadeció del chico sin tener idea de con quién trataba. Sin saber que al hacer esto se estaba volviendo enemiga de su propio reino. ¿Pero cómo iba a dejar a un tritón malherido en medio de la nada? Su conciencia no se lo permitiría. La buena acción del día le traería muy serias consecuencias a su vida.
Umiko
Sirena de Jiāo || Jun Ji Hyun || Shooting Star
Principe Nahir
Heredero de Koraller || Alex Cubis || Rising Sun
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Umiko|| Hogar de Umiko || con Nahir
Ella creía que los recuerdos siempre serían importantes para cualquier persona. Cuando olvidabas era como tener un vacío y desesperaba, quizás que vida llevaba que consideraba vital recordar a costa de lo que fuera. Iba a apoyarlo, lo único que sabían que no era de ahí y un tritón extranjero, lo que complicaba mucho más las cosas porque no tenía a nadie allí que lo ayudará a recordar, la sirena tenía el presentimiento que iba a tener que salir allí para empezar a hacerlo.
Una alternativa era ir a los terrenos donde lo había encontrado, ir incluso un poco más allá donde se inició la batalla. La pregunta era si habían sido los mismos de los suyos que pelearon porque eso significaba que eran enemigos, la verdad es que todos lo eran de alguna forma entre mares porque siempre querían más y peleaban por los territorios sobre todo aquellos que quedaban entre mares formando grandes polémicas no se ayudaban entre sí a menos de pasar una necesidad bastante grande. Soltó un nuevo suspiro al escucharlo, ya no sabía que decir mucho pero sentía que no iba a encontrar ningún documento ahí que no tenían nada que ver con nada, solo eran campesinos y su madre una sanadora con remedios terapéuticos y caseros, suponía que si quería encontrar más respuestas era ir al palacio pero eso podía ser arriesgado. — Es una tristeza que entre mares sean enemigos, pero lo peor de todo es que el pueblo no tiene nada que ver.... ni les interesa la guerra solo que igual son involucrados. — Se alegraba que hubiera entendido que no se lo pudiera pasar porque en cierta forma igual había que desconfiar, el asunto es que Nahir había perdido sus recuerdos así que tampoco lo consideraba peligroso más del modo que lo encontró, tan herido y moribundo.
— Sí... no hay mucho más para mi.... digo nunca podría pretender ser una princesa — Exclamó. Pero a ella le gustaba ser pastora, no tenía a nadie que le estuviera exigiendo y era buena en su trabajo. El rubio quería nadar y entendía bien aquello porque había pasado todo el día durmiendo por eso lo acompañó hasta los establos para que viera a los caballos de mar y los delfines. — Es probable que solo el día de mañana pase sueño pero si se aguanta dormirá bien en la noche y formara una rutina. Tiene que recuperarse, no puede pasar toda la vida aquí tiene que salir para encontrar respuestas. — Ella no sabía como eran entre mares, decían que en sus territorios las sirenas y tritones tenían rasgos más asiáticos tenían su historia formada y así era con los demás. Sus rasgos eran muy distintos a los suyos, tenía los ojos grandes y de color, su cabello era amarillo cuando aquí la normalidad es que fuera castaño y oscuro, su nariz era mucho más alargada y sí, tenía ese atractivo y presencia de ser un militar destacado e incluso un noble, solo había que ver el color de su cola. — Sí... lo hay aunque no se preocupe el ruido durante la mañana lo iba a despertar igual. Creo que será mejor que nos vayamos a dormir o sino mañana no rendiremos — Exclamó la chica que trabajaba gran parte de la semana a excepción de los domingos. — ¿Ah sí? — Preguntó — Tal vez tenía un montón de animalitos que lo querían mucho y por eso los míos sienten confianza con usted. Notan de inmediato las malas intenciones — Y la verdad es que fue más por eso que Nahir se había ganado también su confianza.
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Nahir || Hogar de Umiko || con Umiko
El Tritón deseaba saber quién era, saber a donde pertenecía. No porque le incomodara el lugar donde se encontraba, pues habían sido muy atentos y preocupados por su estado de salud. Se podía sentir su calidez familiar. Sin embargo, no deseaba ser carga de nadie, y hablando de familia sabía que tenía la suya. Al menos debía de tener probablemente a su madre angustiada esperando por él. Pero por el momento no podía hacer mucho, debía recuperarse primero que nada. Lo bueno era que tenía ya algunos recuerdos y también algunas opciones de lugares donde podía ir a intentar descubrir algunas pistas.
Nahir comprendía que al ser extranjero y haber una guerra ahí afuera podía igual ser motivo de desconfianza. Por eso no quedó sorprendido u ofendido por su reacción. Lo malo de todo esto es que tampoco podía saber los motivos de su gente para estar en guerra con el otro pueblo. Solo podía asegurar una cosa y era que en ambos lados siempre había inocentes. — Es desafortunado, las disputas entre reinos deberían de permanecer en el campo de batalla, y nunca llevarse a donde están los inocentes civiles. Porque como bien has mencionado, ellos no piden esto y que paguen por ello es lamentable. — todo conflicto traía sus desgracias, y era triste que civiles salieran heridos o muertos en las disputas. También lo era cuando le ocurría a un soldado por supuesto. La diferencia estaba en que el soldado sabía a lo que se enfrentaría y sus consecuencias, lo aceptaba. La gente de pueblo no.
— No te creas, no todas las princesas nacen en cuna de oro. — y es que aunque pareciera solo un cuento inalcanzable, no era imposible. Pues nunca se sabía quién podía terminar tocando a la puerta de su corazón. ¿Y si era un príncipe? — Al menos a mi parecer después que sea alguien con bondad y que se preocupe por los demás. Es suficiente. Así que no veo porque no tendrías los méritos. — añadió, él ni siquiera tenía la más remota idea de que era un príncipe y heredero al trono luego de la muerte del rey. — Pero independiente de ello, igual lugar es hermoso en su propia sencillez, que puede incluso trasmitir paz. Y se nota que tienes amor por lo que haces. — Finalizó, Umiko se notaba que amaba lo que hacía, que aquello no solo un trabajo por deber, sino porque le nacía. Aunque si creía que podía haber algo más. ¿Por qué no?
Poder estirarse y nadar un rato le venía de maravilla. Pues aunque estuvo bien el reposo que tuvo para ayudar a sanar sus heridas, también necesitaba el movimiento para ir recuperando su normalidad. — Sí, definitivamente una rutina es necesaria, aunque al comienzo cueste un poco. — Asintió ante su comentario. — Pondré todo de mí para que así sea. Necesito esas respuestas. No me molesta estar aquí, eso sí. — reconoció el tritón. — Pero tampoco seré una carga y de verdad necesito saber de donde soy. Mi madre a de estar preocupada. —admitió el rubio.
No pudo evitar reír ante la respuesta de la sirena. — Bueno perfecto. Lo importante es despertar a tiempo. — Señaló el joven. — Sí, tiene razón. Así comienzo a hacer el hábito de sueño. Mejor volvamos. — qué bastante que lo necesitaba.
— ¿Sabes? Puede que tengas razón. Hace bastante logica, los animalitos son serrs puros. Y ahora que lo pienso. En medio de aquellas pesadillas creo haber visto un delfín… ¿Sería que era mío? Espero este bien si es así y no se haya perdido. — Murmuró ahora en un tono un poco preocupado. Sabía que eran animales muy leales y temía que estuviera herido o perdido.
Nahir comprendía que al ser extranjero y haber una guerra ahí afuera podía igual ser motivo de desconfianza. Por eso no quedó sorprendido u ofendido por su reacción. Lo malo de todo esto es que tampoco podía saber los motivos de su gente para estar en guerra con el otro pueblo. Solo podía asegurar una cosa y era que en ambos lados siempre había inocentes. — Es desafortunado, las disputas entre reinos deberían de permanecer en el campo de batalla, y nunca llevarse a donde están los inocentes civiles. Porque como bien has mencionado, ellos no piden esto y que paguen por ello es lamentable. — todo conflicto traía sus desgracias, y era triste que civiles salieran heridos o muertos en las disputas. También lo era cuando le ocurría a un soldado por supuesto. La diferencia estaba en que el soldado sabía a lo que se enfrentaría y sus consecuencias, lo aceptaba. La gente de pueblo no.
— No te creas, no todas las princesas nacen en cuna de oro. — y es que aunque pareciera solo un cuento inalcanzable, no era imposible. Pues nunca se sabía quién podía terminar tocando a la puerta de su corazón. ¿Y si era un príncipe? — Al menos a mi parecer después que sea alguien con bondad y que se preocupe por los demás. Es suficiente. Así que no veo porque no tendrías los méritos. — añadió, él ni siquiera tenía la más remota idea de que era un príncipe y heredero al trono luego de la muerte del rey. — Pero independiente de ello, igual lugar es hermoso en su propia sencillez, que puede incluso trasmitir paz. Y se nota que tienes amor por lo que haces. — Finalizó, Umiko se notaba que amaba lo que hacía, que aquello no solo un trabajo por deber, sino porque le nacía. Aunque si creía que podía haber algo más. ¿Por qué no?
Poder estirarse y nadar un rato le venía de maravilla. Pues aunque estuvo bien el reposo que tuvo para ayudar a sanar sus heridas, también necesitaba el movimiento para ir recuperando su normalidad. — Sí, definitivamente una rutina es necesaria, aunque al comienzo cueste un poco. — Asintió ante su comentario. — Pondré todo de mí para que así sea. Necesito esas respuestas. No me molesta estar aquí, eso sí. — reconoció el tritón. — Pero tampoco seré una carga y de verdad necesito saber de donde soy. Mi madre a de estar preocupada. —admitió el rubio.
No pudo evitar reír ante la respuesta de la sirena. — Bueno perfecto. Lo importante es despertar a tiempo. — Señaló el joven. — Sí, tiene razón. Así comienzo a hacer el hábito de sueño. Mejor volvamos. — qué bastante que lo necesitaba.
— ¿Sabes? Puede que tengas razón. Hace bastante logica, los animalitos son serrs puros. Y ahora que lo pienso. En medio de aquellas pesadillas creo haber visto un delfín… ¿Sería que era mío? Espero este bien si es así y no se haya perdido. — Murmuró ahora en un tono un poco preocupado. Sabía que eran animales muy leales y temía que estuviera herido o perdido.
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Umiko|| Hogar de Umiko || con Nahir
Era muy positivo que estuviera muy bueno para hablar porque eso significaba que estaba con energía y dispuesto a seguir adelante a pesar de su perdida de memoria. Ella por su parte, si estaba cansada, se lo había quedado cuidando y luego, cuando pudo hacerlo fue a dar una vuelta corta a sus animalitos. Ahora que el tritón estaba más sano era un hecho que podrían ir a recorrer esos lugares donde había sido encontrado, tenían que encontrar respuestas en lo posible porque algo le decía que tendrían que aventurarse y si alguien lo reconocía iba a ser mucho más fácil.
Era de otro reino y eso era un hecho. Por su vestimenta e incluso como estaban adornadas sus escamas y el oro que pudo notar es que era un noble o un cotizado guardia real. Lo malo es que Nahhir no recordaba absolutamente nada del pasado así que imaginaba que la lucha había sido potente a tal punto que casi pierde la vida. ¿Tendría enemigos? Imaginaba que en su reino sí porque se pusieron a pelear a distancia del reino por lo tanto era mejor que no se dejara ver lo suficiente, pues el tritón tenía razón, no debían involucrar para nada a los civiles —Lamentablemente es así, siempre se pierden vidas inocentes cuando podrían negociar y lograr un poco de paz en el mar. ¿No crees? — Cuestionó al final y se dio cuenta que quizás no era de aquellos que le gustaba luchar y solo lo hacía por un deber a su reino nada más. Como lo hacían todos.
Solo lo escucho, ella no tenía nada de princesa y en ningún sentido. Pero igual sintió que fue lindo lo que dijo porque podía notar que era un chico humilde, incluso aún de nacer en una cuna de oro, solo sonrió ante ese dicho y se dispuso a escuchar lo demás. —Tranquilo, sé muy bien que no quieres ser una carga y algo me dice que no puedes quedarte porque es demasiado arriesgado, tienes suerte que no estamos cerca del castillo porque si estuviste en el campo de batalla muy bien podrías ser un enemigo para ellos, no tendrías compasión, mi reino es estricto y son leales a quienes pertenecen aquí. — Murmuró la sirena que pensaba que cuando tuviera la suficiente fuerza lo mejor que podía hacer era partir y ella lo podría acompañar. — Imagino que sí....ya sé, mañana veamos un libro que muestra los diferentes reinos y más de alguno tendrá que encajar con usted — Se alumbró y esa idea era más probable que pudiera funcionar para planear el viaje.
Mirar a las criaturas y sobre todo a los delfines que habían puesto demasiado esfuerzo para llevarlo a casa para curarse la relajo mucho, necesitaba más descanso para que mañana tuvieran energía para que la acompañara a pastorear, luego durante la llegada ella se conseguiría el libro para ver los reinos y ante todo tuvieran todo para partir —Muy probable, Nahir. No me extrañaría que tuviera uno, y vaya que son inteligentes sabrá volver si sobrevivió a la lucha, y solo con su llegada le hará entender a su madre que algo malo ocurrió — Exclamó mientras le daba la última caricia a su delfin y luego hacía un gesto para volver a casa.
— Buenas noches, nos vemos en la mañana. Trate de descansar que nos espera un largo día — Se despidió Umiko que hasta lo acomodo en la cama como si fuera un niño. Tenía que estar bien y ella no tenía miedo que fuera extranjero, eso de la enemistad debía acabar porque si todos tenían derecho de visitar los reinos.
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Nahir || Hogar de Umiko || con Umiko
Estaba vivo, esa era la parte más importante de todas. No podía ser malagradecido solo por el hecho de no tener respuestas. Aquel no era su estilo, o eso creía. Pues imaginaba que por muy que tuviera problemas de memoria, la personalidad debía de seguir intacta. Umiko había sido muy linda al igual que su familia. Lo habían tratado muy bien, con muchos cuidados. Se sentía muy afortunado.
— Sí, a veces solo lo que se necesita es tener un gobernante que esté dispuesto a negociar. Lamentablemente, también es necesario que sean ambos reinos los que estén dispuestos. — no bastaba con que solo uno quisiera dar su brazo a torcer. Para llegar a un acuerdo justo debían de involucrarse ambos.
Al rubio asintió ante sus palabras. La sirena estaba comprendiendo muy bien su situación, él quería ayudar, pero tampoco se pretendía quedar por mucho tiempo. Necesitaba respuestas. Volver con su familia. — No lo dudo, tuve mucho más que suerte de que mi destino no fue otro. Dudo mucho que algunos de mis compañeros que pudieran haber pasado por lo mismo hubieran caído en tan buenas manos. — y es que de seguro hasta los podía estar torturando para sacarles información.
— Está bien, ya está bueno por hoy. Puede que los libros me den algo de luz. Gracias. — y es que no dejaba de agradecerle por todo. El compartir con los animales le habían igualmente animado mucho. Era terapéutico. — Sí es así, espero que tenga razón y este de vuelta a casa. Solo que me apenaría imaginar lo que sintió mi madre al darse cuenta. Pero volveré con ella, lo sé. — comento en un tono un tanto preocupado. Pero por ahora no podía hacer nada, ni siquiera sabía por dónde comenzar. Debía de tener paciencia.
Le dio ternura como lo trataba como niño, cuanto se preocupaba. Cosa que lo había hecho dibujar una sonrisa en su rostro. — Buenas noches, también descansé. Lo merece. — aseguro antes de que la muchacha se marchara. Para luego cerrar sus ojos haciendo que pronto cayera dormido. El mismo cansancio y las heridas lo habían hecho que no pasara trabajo alguno para dormirse. Se terminaba un día, pero, por otro lado, posiblemente según fueran pasando los días estaría más cerca de recuperar su memoria. Estaba confiando en que así sería.
— Sí, a veces solo lo que se necesita es tener un gobernante que esté dispuesto a negociar. Lamentablemente, también es necesario que sean ambos reinos los que estén dispuestos. — no bastaba con que solo uno quisiera dar su brazo a torcer. Para llegar a un acuerdo justo debían de involucrarse ambos.
Al rubio asintió ante sus palabras. La sirena estaba comprendiendo muy bien su situación, él quería ayudar, pero tampoco se pretendía quedar por mucho tiempo. Necesitaba respuestas. Volver con su familia. — No lo dudo, tuve mucho más que suerte de que mi destino no fue otro. Dudo mucho que algunos de mis compañeros que pudieran haber pasado por lo mismo hubieran caído en tan buenas manos. — y es que de seguro hasta los podía estar torturando para sacarles información.
— Está bien, ya está bueno por hoy. Puede que los libros me den algo de luz. Gracias. — y es que no dejaba de agradecerle por todo. El compartir con los animales le habían igualmente animado mucho. Era terapéutico. — Sí es así, espero que tenga razón y este de vuelta a casa. Solo que me apenaría imaginar lo que sintió mi madre al darse cuenta. Pero volveré con ella, lo sé. — comento en un tono un tanto preocupado. Pero por ahora no podía hacer nada, ni siquiera sabía por dónde comenzar. Debía de tener paciencia.
Le dio ternura como lo trataba como niño, cuanto se preocupaba. Cosa que lo había hecho dibujar una sonrisa en su rostro. — Buenas noches, también descansé. Lo merece. — aseguro antes de que la muchacha se marchara. Para luego cerrar sus ojos haciendo que pronto cayera dormido. El mismo cansancio y las heridas lo habían hecho que no pasara trabajo alguno para dormirse. Se terminaba un día, pero, por otro lado, posiblemente según fueran pasando los días estaría más cerca de recuperar su memoria. Estaba confiando en que así sería.
Fin del capítulo
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Umiko|| Zona de pastoreo || con Nahir
Pudo dormir bien porque apenas llegó a la cama luego de conversar con Nahir se quedo profundamente dormida. Se levantó a la hora que correspondía y fue a tomar desayuno con sus padres que despertaban siempre una hora más tarde. Ya estaba lista para salir pero si Nahir quería dormir un poco más lo dejaría, es que no estaba segura como había dormido ya que el chico había dormido tanto que podría tener un cambio en su sueño.
Pero saldrían juntos así que apenas pudo lo llamó para que se levantara, tomará desayuno porque partirían pronto. Sentía compasión por el pobre tritón que se veía que lo estaba pasando mal con todo esto, había olvidado gran parte de sus recuerdos y era triste. De lo que estaba segura es que si era de la nobleza o un caballero muy distinguido. Y eso, había que tener cuidado a que se expusiera en el reino marino ya que podría ser considerado como un posible enemigo y eso hasta podría resultar un riesgo.
No había sido una mala persona, sino más bien estaba muy agradecida con ella y su familia. Umiko quería hacer mucho para ayudarlo y esperaba que con el pasar de los días pudiera recordar al menos algo y también ir a la biblioteca donde perfectamente podría ir sola para investigar de los diferentes reinos de alguno tendría que ser y con solo mencionar su nombre podría resultar algo.
Cuando vio a Nahir sonrió y espero con paciencia para que su madre le sirviera el desayuno — Dime si dormiste bien — Señaló casi como una pregunta mientras lo miraba expectante — Nos espera un largo día, ya empaque lo necesario para dos y una almohada de esponja por si quieres tomar una siesta solo que por una hora que debes dormir mejor durante la noche — Comentó mientras reía. El tritón le caía bien porque era muy amable, era un hecho que aún no se confiaba porque era distintos en cultura, de reinos y las diferencias se remarcaban demasiado y no daban la oportunidad para interactuar. Sabía que había un grupo de sirenas y tritones nomades que disfrutaban yendo de aquí para allá en libertad pero no todos tenían la oportunidad para hacer aquello.
— Iré a ver a los delfines y caballitos de mar. Hoy también me toca llevar a las tortugas pero a ellas igual les gusta ir más hacia la superficie te gustará es entretenido — Sin más se marchó y lo esperaría afuera, si demoraba solo lo iba a llamar y partirían. Era un camino de más o menos de una hora y media pero siempre tendrían a los delfines que podrían ayudarlo si cansaba, porque claro, Nahir todavía seguía débil.
3. Pequeña esperanza
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Nahir || Zona de pastore || con Umiko
Habían sido menos las pesadillas, pero no habían desaparecido del todo. Cosa que, por una parte, agradecía, porque poco a poco podía ir trayendo de vuelta recuerdos. Entre ellas a su mente llegaron imágenes de aquella batalla, donde llegaba a sus recuerdos como lucia aquel lugar. Un lugar que en algún momento había sido un sitio bonito, llamativo. Lleno de algas, corales y peses, ahora convertido en un lugar tétrico, con sangre, volviéndolo un cementerio. Pudo notar como una pelea sucedía a la distancia, más no logro ver su desenlace, ni quien era, pues por alguna razón, quizá por la promesa de despertar temprano, su propio cuerpo con la pendencia hizo que comenzara a despertar.
El tritón no estaba seguro de que hora era, si estaba despertando temprano o sí había dormido más de la cuenta. Aunque veía bastante claridad, así que tal vez pudo haber despertado un poquito más tarde de lo previsto, pero no por mucho. Nahir agradecía toda la hospitalidad por lo que era feliz de poder ayudar. Además, así de paso el salir le haría bien a la hora de recordar. Quizás encontrarían algo que les ayudara. Tenía esperanzas.
El rubio fue al encuentro de la sirena tan pronto pudo. — Buenos días, sí. Creo que mucho mejor. No es que se desaparezcan las imágenes en mi cabeza, pero al menos no me levante asustado. Eso ayudo a que descansara mejor. — Reconoció, pues pudo tener un dormir más prolongado y sin interrupciones. — Vaya, ha pensado en todo. Se lo agradezco, y créame, intentaré seguir su consejo. — señalo, sus intenciones eran poder mantenerse despierto y así volver a regular su sueño. Pero a veces el cuerpo podía ser traicionero, por lo que también agradecía que se tomara la molestia de haber llevado aquella almohada de esponja. Sonrió al verla reír, pues le enternecía. — Espero sea suave. — bromeo.
La joven le contó sus planes a lo que Nahir le escucho con interés. — ¡Perfecto! ¡Suena como un plan divertido! — respondió con entusiasmo, él no recordaba como solía divertirse, pero quería pensar que sí lo hacía. — Yo espero que mi viejo yo si se divirtiera. ¿Imagine que todo siempre hubiera sido solo entrenamientos y peleas? — se cuestionó a sí mismo. Igual tenía la esperanza de que durante el trayecto las respuestas y los recuerdos llegaran a él. — ¿Cuándo nos vamos? —
El tritón no estaba seguro de que hora era, si estaba despertando temprano o sí había dormido más de la cuenta. Aunque veía bastante claridad, así que tal vez pudo haber despertado un poquito más tarde de lo previsto, pero no por mucho. Nahir agradecía toda la hospitalidad por lo que era feliz de poder ayudar. Además, así de paso el salir le haría bien a la hora de recordar. Quizás encontrarían algo que les ayudara. Tenía esperanzas.
El rubio fue al encuentro de la sirena tan pronto pudo. — Buenos días, sí. Creo que mucho mejor. No es que se desaparezcan las imágenes en mi cabeza, pero al menos no me levante asustado. Eso ayudo a que descansara mejor. — Reconoció, pues pudo tener un dormir más prolongado y sin interrupciones. — Vaya, ha pensado en todo. Se lo agradezco, y créame, intentaré seguir su consejo. — señalo, sus intenciones eran poder mantenerse despierto y así volver a regular su sueño. Pero a veces el cuerpo podía ser traicionero, por lo que también agradecía que se tomara la molestia de haber llevado aquella almohada de esponja. Sonrió al verla reír, pues le enternecía. — Espero sea suave. — bromeo.
La joven le contó sus planes a lo que Nahir le escucho con interés. — ¡Perfecto! ¡Suena como un plan divertido! — respondió con entusiasmo, él no recordaba como solía divertirse, pero quería pensar que sí lo hacía. — Yo espero que mi viejo yo si se divirtiera. ¿Imagine que todo siempre hubiera sido solo entrenamientos y peleas? — se cuestionó a sí mismo. Igual tenía la esperanza de que durante el trayecto las respuestas y los recuerdos llegaran a él. — ¿Cuándo nos vamos? —
3. Pequeña esperanza
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Umiko|| Zona de pastoreo || con Nahir
Umiko se sintió feliz que haya recuperado bien el sueño y que se sintiera con energía, la verdad es que no le importaba que se quedará unos minutos más ya que eso lo ayudaría a recuperarse. Lo que lamento eran todos esos recuerdos quizás fuertes que pasaban por su cabeza — Me alegro que haya amanecido bien y que a la vez, esos recuerdos no fueron terribles para lamentar — Señaló la chica para que se acomodara, su madre dijo que se encargaría de él porque necesitaba un buen desayuno ya que un largo día lo esperaba. La rutina de la sirena requería de mucho esfuerzo, pero a ella le gustaba.
— Me gusta ese entusiasmo porque aunque es un trabajo pesado estar todo el día observando si podemos buscar ratos para divertirnos y en este caso, investigar. Además que sé que nos van a ayudar — Dijo al respecto a sus criaturas marinas. Se marchó a sacarlos de cada corral marino y ya los estaba poniendo en orden cuando el tritón se apareció muy motivada, se alegraba de verdad que hubiera amanecido bien y que no tuviera problemas en su sueño.
— Si casi estamos listos, solo me falta la carreta por si se cansa, no debe excederse. — Sin más empezó a acomodar un par de delfines para que la llevaran pero como aquello igual requería esfuerzo, de vuelta le tocaría a otro par si es que Nahir se cansaba, la sirena realmente pensaba en su salud.
Cuando estuvo todo listo lo llamó y sin más se encaminaron con todas las criaturas hacía ese sector que era rica en alimento y tranquilidad, donde los delfines jugaban entre sí, las tortugas querían llegar a la superficie y los caballitos de mar descansaban. En un momento del día ya comenzaban a buscar comida.
El viaje duro media hora y se sentó en una piedra, no sin antes de acomodar bien a Nahir. — ¿Tiene sed? Hidrátese bien, lo bueno es que el clima esta bueno y refrescante — Suponía que más rato comenzarían a buscar alguna pista, y le preguntaría donde lo había encontrado para ir.
3. Pequeña esperanza
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Nahir || Zona de pastore || con Umiko
Luego de todo lo que había pasado con él, que pudiera descansar de forma satisfactoria era una gran noticia. Esperaba que fuera la primera de muchas porque de verdad deseaba recuperar su vida. No era lindo desconocer quién eras y no estar seguro de que lo poco que venía a su mente era real. — Gracias, realmente lo necesitaba. — aseguro el tritón quien cuando fue herido había quedado muy mal y no era hasta ahora que se sentía más energético, con más vitalidad.
Lo bueno de todo el asunto era que esta familia que lo estaba ayudando, lo había hecho con tan buena voluntad y tanto cariño, que a pesar de los infortunios no se podía quejar. Había otros que no corrían la misma suerte de caer en buenas manos. Su destino se definió cuando aquella linda sirena se apiadó de él. — Es lo menos que puedo hacer por ustedes luego del trato que me han dado. Estar de buen ánimo y con la mejor de las actitudes. — Le comento el rubio a la joven. — Sí, ahora aprovechó el viaje para hacer de todo un poco. Tengo la esperanza de que encontraremos alguna señal. Algo que sea una prueba a todas las suposiciones que tengo gracias a los sueños. — Tal vez no aclaraba todo, pero si abría camino a la verdad.
Umiko era demasiado atenta, no se le escapaba ni un solo detalle. El tritón estaba consciente de que aún no estaba a su cien por ciento y era posible que si la chica no llevaba aquella carreta seguramente a él no se le hubiera pasado por la mente llevar una y simplemente se sobre exigiría. — Está bien, creo que por mi cuenta tal vez no se me hubiera ocurrido llevar una. — Terminó el tritón por admitir.
Nahir asistió como pudo y cuando todo estuvo listo partieron con los animales. Cuando llegaron a la zona de pastoreo, observo cuán alegre se veía todo a su alrededor. Las criaturas marinas hacían olvidar que había una guerra en curso en aquellos mares. Era bueno estar en un lugar que brindara paz. Pues aunque no recordaba mucho, si podía sentir agobio por todos esos pensamientos e imágenes que tenía en su cabeza.
Nahir sonrió ante la cercanía de la sirena. — Sí por favor. Me vendría bien tomar algo. — confirmó el chico. — Y también es muy bonito el lugar, se siente tranquilidad. Mira las tortugas, quieren al parecer llegar a la superficie. ¿Crees que esta área sea segura para subir? — preguntó, luego miro a su alrededor. Dejando por un momento su mirada divagar a la distancia. — No sé por qué. Pero aquella enorme roca color azulada y de forma poco común se me hace conocida a la vista. — comento señalando hacia el lugar.
Lo bueno de todo el asunto era que esta familia que lo estaba ayudando, lo había hecho con tan buena voluntad y tanto cariño, que a pesar de los infortunios no se podía quejar. Había otros que no corrían la misma suerte de caer en buenas manos. Su destino se definió cuando aquella linda sirena se apiadó de él. — Es lo menos que puedo hacer por ustedes luego del trato que me han dado. Estar de buen ánimo y con la mejor de las actitudes. — Le comento el rubio a la joven. — Sí, ahora aprovechó el viaje para hacer de todo un poco. Tengo la esperanza de que encontraremos alguna señal. Algo que sea una prueba a todas las suposiciones que tengo gracias a los sueños. — Tal vez no aclaraba todo, pero si abría camino a la verdad.
Umiko era demasiado atenta, no se le escapaba ni un solo detalle. El tritón estaba consciente de que aún no estaba a su cien por ciento y era posible que si la chica no llevaba aquella carreta seguramente a él no se le hubiera pasado por la mente llevar una y simplemente se sobre exigiría. — Está bien, creo que por mi cuenta tal vez no se me hubiera ocurrido llevar una. — Terminó el tritón por admitir.
Nahir asistió como pudo y cuando todo estuvo listo partieron con los animales. Cuando llegaron a la zona de pastoreo, observo cuán alegre se veía todo a su alrededor. Las criaturas marinas hacían olvidar que había una guerra en curso en aquellos mares. Era bueno estar en un lugar que brindara paz. Pues aunque no recordaba mucho, si podía sentir agobio por todos esos pensamientos e imágenes que tenía en su cabeza.
Nahir sonrió ante la cercanía de la sirena. — Sí por favor. Me vendría bien tomar algo. — confirmó el chico. — Y también es muy bonito el lugar, se siente tranquilidad. Mira las tortugas, quieren al parecer llegar a la superficie. ¿Crees que esta área sea segura para subir? — preguntó, luego miro a su alrededor. Dejando por un momento su mirada divagar a la distancia. — No sé por qué. Pero aquella enorme roca color azulada y de forma poco común se me hace conocida a la vista. — comento señalando hacia el lugar.
3. Pequeña esperanza
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