A ver ¿Qué lo había agotado más? Quizás el viaje, apenas y pudo dejar el culo quieto durante esas largas horas en el avión. O conocer a Yue, y la larguísima explicación a la que los sometieron ni bien pisaron la casa, sobre la magia y sobre el plan. Un plan que todos parecieron entender menos él, pero bah, luego les seguiría la corriente.

Tanto sus compañeros como los dueños de la casa cayeron como peso muerto en sus camas ni bien se entró el sol y los inundó la noche. Astor durmió un par de horas también, pero el gruñido de su estómago lo terminó por despertar. Maldición, sabía que tuvo que haber pedido ese McDonals antes de dormir, ahora tendría que caminar por las desconocidas calles de Londres para encontrar uno abierto.

Se calzó las zapatillas, agarró el abrigo y bajó las escaleras sin hacer ruido, o al menos intentando no hacerlo, cuando sintió algo extraño que venía de la cocina. Una energía peculiar.

La sombra que estaba abriendo el refrigerador lo tomó por sorpresa, tanto que dio un salto en el sitio —¡¿Un ladrón?! Oh, oh ¿Qué hago? ¡Socorro!— Le habían hablado de la salvaje experiencia que sería visitar Inglaterra, pero no se esperaba encontrársela tan de cerca y tan de pronto.

Lo cierto es que se había salteado la bienvenida de los chicos de Japón, a Maxence no le gustaban las multitudes y los rostros nuevos, lo ponían muy nervioso y aunque sabía que allí estarían sus hermanas y Yue prefirió esconderse en algún sitio oscuro hasta que pasara la velada. "Total, quien se iba a acordar de él si nunca hablaba?"

Pero lo que no había pensado era que al haberse salteado la cena tendría hambre demasiado pronto por lo que salió de su cama y en silencio caminó hacia la cocina por algo con lo que llenar su estómago. Llevaba un tonto pijama verde que le quedaba algo grande y estaba bastante adormilado por lo que se sentó en la mesada con la luz apagada, dejando que sus sombras se encargaran de prepararle un sandwitch con todo lo que encontraran en la alacena.

Pero un grito lo hizo salta de allí y esconderse detrás de las cortinas. ¿Qué había sido eso? El joven de las sombras se movió con sigilo hundiéndose en la negrura del rincón más oscuro de la cocina, bastante asustado.

Astor había soltado y cogido el mango de un sartén del puro susto, pero ahora que veía mejor a la persona que tenía en frente, se daba cuenta que era solo un adolescente, y si sumaba dos más dos resultaba obvio que era uno de los que vivían en esa casa.

—Por dios que susto— Soltó el aire de sus pulmones y dejó el sartén en donde estaba, acercándose a él con una sonrisa —¡Hey! Creo que a ti no te he visto cuando llegamos, y si lo hice no recuerdo tu cara, no es culpa tuya pero yo tengo la memoria de corto plazo de un pez ¿Cómo era que te llamabas? Yo soy Astor— Le extendió su mano en un amago de presentación, sonriente.

—¿Tienes hambre? Yo también, quería ir a buscar algún McDonals, según mi google maps hay uno 24/7 a pocas cuadras de aquí ¿Quieres ir conmigo? ¿Comes hamburguesas?— Esperaba que le dijera que sí, siempre era mejor salir con alguien que conociera bien el barrio, y le gustaba hacer amigos nuevos.

Eso sí que no lo había previsto, el encontrarse con alguien desconocido en la cocina de su casa. Max se aferró a la cortina en un intento de esconderse pero estas lo atraparon y cayeron de manera poco decorosa, seguramente Yue iba a regañarlo, si salía vivo de esa.

Con los ojos como platos miraba al rubio que hablaba muy rápido y hasta lo invitaba a un MC Donald. Max no correspondió al saludo, por el contrario, las sombras comenzaron a salir alertadas por el chico nuevo y sin control, tomándolo del cabello. Max tiro de ellas para salir de allí, escabullendose hacia la sala de estar, y de allí al sótano, donde había instalado su habitación.

Que susto se había llevado y sus sombras aún estaban por toda la casa, buscando a su interlocutor. Nunca se habían descontrolado de esa manera, parecían tener vida propia.

Claro qe al chico no le había bastado con casi matarlo de un infarto ahí oculto en la oscuridad de la cocina, pero luego se fue echo un bólido con un montón de sombras que se distorsionaban en las superficies del piso y las paredes para seguirlo de cerca.

—¡Ey! Espera ¿A dónde te metiste?— Quiso agarrar una de las escurridizas estelas de oscuridad que iba dejando a su paso, pero cuando posó su mano en una de ellas lo recorrió la electricidad. Había sentido algo así antes, un cosquilleo como de toma de corriente que le bajaba por la columna, pero esta vez había sido completamente distinto. Había sido toda una convulsión, como un relámpago.

Comenzó a dejarse guiar por la energía que desprendía el desconocido, llegando hasta la puerta de su habitación, y como Astor no tenía cuidado ni consideración por el espacio personal medio que la echó abajo en su entrada—¿Sentiste eso? ¿¡Cómo lo hiciste?! Estuvo genial, muy genial, no había sentido ese tipo de energía antes. Por cierto ¿No me vas a decir cómo te llamas? ¿Dónde estás?— Lo comenzó a buscar abajo de su cama, pero no lo encontraba.

Esa persona que lo perseguía estaba loco de remate, que es lo que quería? Maxence no estaba acostumbrado a esa clase de atención, mientras corría hacia su habitación sintió que una de sus sombras tiraba de él y luego algo que recorrió su cuerpo dejandolo paralizado, no era algo que no podría haber notado. Era electricidad. Una vez, teniendo ocho años las luces navideñas le habían dejado una sensación parecida al tocarlas estando encendidas, su corazón parecia ir rapido y no entendía como estaba vivo luego de eso.

Se había refugiado en su armario, junto con la ropa y sus juegos de mesa, pero podía escuchar al otro chico que le buscaba.

- Qué.. que quieres? Es mi habitación.. vete.. - murmuró desde allí tomando valor para enfrentarse a lo que fuera que este fuera. Si era uno de los visitantes no debería entrar a las habitaciones de los demás como si nada. Estos tenían toda una área que se había armado para ellos.

- Mi.. mi nombre es.. Maxence.. - no había salido del armario pero movió la puerta despacio para asomarse, bastante cohibido para observar a su interlocutor.

Maxence. Era un nombre que le resultaba muy curioso, había escuchado Maximiliano, Max a secas también, pero nunca esa conjugación tan particular. Todo en él parecía llamarle la atención.

—¿Es romano? Tu nombre. Suena como un emperador o algo por el estilo, Maxence. Poderoso, eso es— Se sentó en el borde de la cama de piernas cruzadas, su mirada divagaba por todo lo que tenía ahí; Para ser ambos dos chicos de, suponía que más o menos la misma edad, eran muy diferentes. La habitación de Astor era un torbellino de colores, ropa tirada y póster por todos lados. Max le parecía un poco más ordenado, y tímido.

—Yo quiero ir a un McDonalds, y quería invitarte pero tu saliste corriendo como si te hubieras encontrado con un asesino serial ¿No estabas buscando algo que comer en la cocina?— Agarró un libro de tapa oscura que se encontró en un estante, hojeándolo sin prestarle mucha atención —Mira, yo te invito. Nos dieron unas buenas tarjetas de regalo para viajar acá, nuestra escuela cree que estamos en un evento académico y no en esto ¿Cómo le llamarías? ¿Una misión para salvar al mundo?— Soltó un par de carcajadas, la idea de que alguien como él pudiera salvar al mundo se le hacía inverosímil.

El chico hablaba muy rápido y parecía no tener noción del espacio ajeno ni respetarlo, la mirada verdosa de Max lo miraba desde el armario, abriendo la puerta definitivamente. Nunca nadie le había hecho alguna pregunta sobre su nombre, pero estaba bien, podía con eso. Solo tomó algo de aire esperando sus sombras no volvieran a descontrolarse.

- Es francés.. como mi madre.. - murmuró, moviéndose muy despacio para salir de allí e ir frente al chico para sacarle el libro de su mano, no le gustaba que le tocaran sus cosas. - No deberías entrar aquí.. - su frase pareció una amenaza incluso, y prometía que iba a tomar represalias si el otro no le hacía caso.

- Ven.. vamos.. - lo que mas quería era sacar al intruso de su habitación, por algo dormía solo, por algo era el único chico entre todas las demás.

- Hay un.. un Mc a dos cuadras de aquí.. solo voy a acompañarte.. - no es que fuera su lugar favorito, Yue se encargaba de educarlos para tener una dieta equilibrada y sana y las comidas rápidas no lo eran.. pero allá iban. Max se puso una chaqueta, saliendo de la puerta detrás del rubio, siempre intentando mantener algo de distancia.