Era agradable compartir con el detective Declan. En especial en su territorio habitual y no de forma clandestina en un bar. Sin embargo, sus palabras le hicieron gracia.

—Supongo que la comisaría es muy distinta de un hospital—comentó. Desvió la mirada, porque temía sonrojarse con lo que iba a decir —Esto va a ser un hervidero de rumores mañana, si no es que ya mismo está en los chats, dependiendo de qué tan lenta vaya la noche. Ya todo el mundo debe saber que me compraste snacks y que te traje a la azotea, después de que llegamos juntos.

Wang estaba seguro de que por ahora nadie sospechaba de él. Lo creían joven e inofensivo, eficiente en su trabajo y poco preocupado por la política y los puestos de poder. No había nada que lo convirtiera en un riesgo, o eso creía.

—Me preocupa que alguien pueda deducir que si me relaciono con un detective puedo ser un informante de lo que pasa aquí.

Tal vez estaba exagerando, pero el detective Declan le había pedido todo ese tiempo que tuviera cuidado de no delatarse. Se encogió de hombros y miró al detective de reojo, intentando adivinar si a él también le parecía serio, pero no pudo adivinar nada de su expresión.

—Tal vez estoy exagerando. No sé. Igual si alguien le pregunta a Burt algo dirá que lo trajeron "el doctor Wang y su novio" o algo así. Podemos dejarle a él que nos haga la cubierta.

Lo dijo en tono de broma, pero lo veía factible: Burt fijo diría eso, era lo que siempre había pensado.

Wang no sabía si alguien se creería que él tenía una relación con el detective Declan. Se veía siempre tan maduro, tan serio y tan distante con todos... Así que tal vez era más probable que creyeran que trabajaba con él.

Cuando Wang le dijo que la comisaría debía de ser muy distinta al hospital, Declan pensó que tenía razón. Por lo que decía Wang, parecía que los doctores ocupaban su poco tiempo libre en el hospital para hablar sobre la vida personal de sus colegas, por simple diversión.

En la comisaría, en cambio, sí que querían averiguar la vida personal de los demás, pero porque estaban al día en ver quién tenía la cola más larga para pisarla y denunciarse entre ellos. Él y Adam por lo general se quedaban apartados de esas habladurías, pero en algunos casos había secretos a voces de quiénes trabajaban para qué mafiosos. Para Declan era increíble que se pavonearan de ello.

—En la comisaría están más bien preocupados de quién trabaja para qué mafioso, para poder intercambiarse información o delatarse de ser necesario. Hay historias de terror que prefiero ahorrarte —comentó Declan, encogiéndose de hombros. Luego miró de nuevo a Wang, quien parecía realmente mortificado. Era la primera vez que lo veía de esa manera, con expresión angustiada y vulnerable.

Declan, con cuidado, se acercó hacia él y extendió una mano para colocársela en el hombro, en señal de apoyo. Si para Wang era necesario que tuvieran una cubierta, Declan no tenía problema. El único tema era que tendría que justificarle a Adam que, en teoría, estaba saliendo con alguien. Su amigo sería difícil de convencer, jamás se lo creería, mucho menos si era un hombre. No creía haber hablado de su bisexualidad con Adam nunca, pues cuando él lo conoció ya estaba prometido para casarse con su esposa.

—Tienes razón, estamos complicándonos demasiado cuando Burt hará el trabajo por nosotros —comentó con una carcajada—. Mira, dejemos que él haga la historia, yo no te negaré. Con que lo crea la gente será suficiente. Después de todo, nadie se sorprenderá que yo no ande por allí dando detalles de mi vida personal, me he ganado la fama de huraño y solitario. Así que, si esto te deja tranquilo, a partir de ahora somos novios. Eso sí, te advierto que soy pésimo como pareja, si quieres hacer un escándalo para dejarme en público, te lo permito.

No había pensado que realmente Declan se tomaría la idea en serio. Había pensado que la policía tendría opciones ya planeadas para esos casos. Para cubrir a sus informantes. Le había dado verguenza sugerir usar una relación de cubierta, pero no había esperado qeu Declan lo aceptara tan rápido.

Al menos se lo había tomado con buen humor.

—Vaya, de haber sabido que era tan fácil conseguir novio...—comentó con una breve risita. Miró a Declan de reojo y pensó que su comentario podía malentenderse. —Digo, solo requería robar información confidencial, ser informante de la policía y estar en un tiroteo...

La verdad era que Wang nunca había tenido tiempo de tener novio. La escuela de Medicina se había encargado de eso. Con el nivel de exigencia en Tara no había tenido más opción que dedicarse en cuerpo y alma a sus estudios, y después al hospital. En parte eso contribuía en que le sentara mal que hubiera gente enriqueciéndose ilícitamente en lugar de trabajar duramente por sus cosas.

Le sonrió a Declan, divertido por su comentario.

—No creo que yo sea un gran novio tampoco. Hago muchos turnos y siempre salgo tarde del hospital, ya has visto las horas en las que tenemos que vernos.

Se encogió de hombros. Era cierto. Su vida laboral tampoco le dejaba tiempo para relaciones.

Sin embargo, el detective Declan era probablemente la persona más interesante que había conocido en Tara. Y si tenía que tener un novio, aunque fuera uno falso, le alegraba que fuera él.

Esa mañana iban a darle de alta a Burt y Declan se había ofrecido a llevarlo de regreso a su casa. Burt no tenía carro y no quería él y su esposa fueran incómodos en un taxi cuando él los podía llevar. Así que pidió permiso en la comisaría, adelantando un poco más de lo normal su hora de almuerzo para llegar con tiempo al hospital.

La última vez que había estado allí, Wang lo llevó hasta la azotea y habían acordado seguir el cuento de Burt sobre que eran pareja.

La verdad era que Declan no había hecho nada en particular después de esa visita a la azotea, pero sí supo por Wang que, tal y como lo imaginaron, Burt hizo el trabajo por ellos. Se dio cuenta por la forma en que las enfermeras soltaron una risita nerviosa cuando preguntó en recepción dónde estaban el doctor Wang, que el aporte de Burt a la causa había sido increíble.

Al parecer, Wang estaba en uno de los consultorios atendiendo todo el papeleo para dar de alta a Burt. Declan, que conocía el camino de antemano, se dirigió hacia allí con tranquilidad, aunque sabía que las miradas estaban sobre él. Quizás esto de pretender ser pareja iba a provocar que llamaran demasiado la atención.

—No te quería creer lo que dijiste sobre los chismes de hospital —dijo Declan cuando aprovechó que la puerta estaba entreabierta para entrar sin mucho protocolo. El escritorio de Wang estaba lleno de papeles y Declan pronunció la sonrisa porque se parecía un poco al suyo. Declan era muy buen policía, pero no era precisamente el mejor haciendo papeleo y a veces los que trabajaban en archivos hacían su trabajo mal a propósito, así que él debía encargarse de todo, pero lo odiaba—. Creo que alguien me lanzó una mirada de reproche en recepción, la próxima vez traeré flores.

Declan, que casi nunca estaba de buen humor, no sabía de dónde había encontrado el valor para bromear sobre ello. Quizás sólo quería aligerar el ambiente, presa de su propio nerviosismo.

—Vine por Burt, como prometí.

Según se enteró Wang con el paso de los días, Burt le había contado a todo aquel que había querido escucharlo que el doctor Wang y su novio el detective le habían salvado la vida. Entre más pasaban los días, la historia parecía más y más una película de policiaca. Había optado por reírse del tema cuando salía. Además, no podía evitar sonrojarse por los comentarios de algunos sobre la suerte que había tenido con aquel novio tan valiente.

Y guapo. Tan guapo. Eso él lo tenía muy claro.

También había oído comentarios sobre que le llevaba muchos años. Alguna gente decía que eso era bueno, que se hubiera buscado un hombre maduro. Otros decían que era algo pasajero. Él daba pocas declaraciones, no quería complicar más las cosas. Tan solo se aseguraba de que quedara claro que estaba muy satisfecho de su novio.

Declan tenía razón al decir que en el hospital había demasiados chismes, pero lo prefería a lo difícil que sonaba el ambiente de la comisaría.

Se había asegurado de visitar mucho a Burt mientras había estado internado y así se había enterado de que no tenían carro para regresar a casa, y se lo había comentado a Declan, quien también había pasado a visitarlo. Al menos ya no resultaba tan difíicil cuadrar tiempos para encontrarse. Declan llegaba a visitar a Burt y a recogerlo a él, así que podían hablar a la salida del trabajo.

Cuando lo escuchó llegar ese día le hizo sonreír su comentario.

—¿Una mirada de reproche? —preguntó, con un tono de burla de fondo—. Seguro que fue Kent, le he rechazado varias citas desde que llegué a trabajar aquí.

Cerró el expediente en el que estaba trabajando y rodeó el escritorio para guiar a Declan hasta Burt, aunque ya sabía perfectamente dónde estaba. Pero Wang podía ayudarles a agilizar el proceso de la salida.

—Vamos, les ayudaré con el papeleo de salida para no tardar demasiado—ofreció.

A nadie le extrañaría, pues sabían que tenía una conexión personal con aquel caso. Y si tenía suerte, lo dejarían ir temprano. Tenía noticias para Declan.

Declan estaba convencido de que lo suyo era un comentario al pasar cuando dijo que había recibido miradas hostiles en recepción. No espero que Wang le diera a cambio información. Declan ni siquiera le había descrito pero con sólo aquella frase, Wang dio un nombre en concreto. Así que Kent había intentado sonsacarle al doctor Wang citas. Varias citas, por lo que había entendido. No pudo evitar sentir una oleada de curiosidad luego de escuchar aquello, pero Wang cerró el expediente y empezó a hablar sobre la salida de Burt, así que no hubo espacio para que le hiciera preguntas.

—¿Burt va a necesitar algún cuidado especial? —preguntó, tratando de centrarse de una vez en la razón por la que estaba allí en primer lugar. Siguió a Wang por los pasillos del hospital, aunque no pudo evitar darse cuenta de que algunos se fijaban en ellos más de la cuenta. Declan no se imaginaba trabajando en un ambiente así. En la comisaría no permitía que absolutamente nadie se metiera en sus asuntos. Había sido bastante malo después de la muerte de su familia, todo el mundo le tenía la vista encima—. Pienso visitarlo diariamente los primeros días, sobre todo porque quiero asegurarme de que esté bien. Burt es muy necio y no quisiera que su esposa tuviera que lidiar con eso sola.

Sabía que la pareja tenía hijos, pero habían conseguido hacer una vida fuera de Tara. Declan sabía que eso hacía a Burt muy orgulloso, así que seguro había convencido a sus hijos que no era necesario que vinieran a cuidarlo, ni mucho menos.

Declan no podía decir que lo culpaba. Si estuviera en la posición de Burt, también dormiría un poco más tranquilo de saber que sus hijos estaban lejos de los peligros de esta maldita ciudad.

—No sé si seré buen enfermero, en todo caso, seguro que si surge algún inconveniente podré llamarte. Burt estará encantado de ver que pasamos tiempo en pareja ayudándolo —comentó en voz alta, tratando de sonar gracioso. Pero, la verdad, Declan era pésimo con las bromas.

Cuando recorrió el pasillo con Declan notó las miradas sobre ellos. Era incómodo, la verdad no entendía cómo hacían las personas que tenían relaciones con otras personas del mismo hospital. Wang se había negado siempre a ser la comidilla de los pasillos, razón por la cual ahora debían disfrutar el doble hablar sobre él.

Tomó a Declan del brazo, dispuesto a ignorarlos y darles más de qué hablar.

—Burt va a necesitar algunas curaciones, venir a terapia física y hacer los ejercicios que le dejen —respondió—. Me parece maravilloso que quieras ayudar a su esposa. Eres un hombre muy bueno, Declan.

Esto último lo creía fielmente, desde antes de todo esto, pero el suceso de Burt no había hecho más que probárselo.

No cualquiera se haría cargo de otra persona que no era nada suyo, ni ayudaría a su pobre esposa que no tenía ni cómo trasladarlo. En especial ahora que tenía el bar cerrado y no tenían ingresos.

Era uno de los principales problemas de Tara: cada quien estaba a su suerte y nadie ayudaba a los demás.

—Pues hablando de pasar tiempo juntos, creo que puedo lograr que una compañera me cubra la hora que falta de mi turno para poder irme con ustedes, y ayudar a Burt a instalarse en casa. Tal vez me puedas llevar a cenar después.

Tenía cosas que contarle. Ya se lo había dejado saber entre mensajes previos a su llegada, pero realmente tenía información que darle. Y, si además iban a cenar, todo era ganancia.

Parecía que el último cargamento de medicinas no había llegado completo al hospital, y no había claridad de dónde habría quedado la parte que faltaba.

Declan no pudo evitar sentirse un poco avergonzado cuando Wang le dijo que era un hombre bueno. Sabía que Wang lo estaba diciendo porque así lo sentía, pero Declan tenía la sensación de que ser una buena persona en Tara se pagaba muy caro. Demasiado caro. En esta ciudad nunca se podía hacer lo correcto porque el mundo conspiraría contra ti todo el tiempo. Declan lo sabía mejor que nadie.

Sin embargo, a pesar de todo lo que había vivido, no sabía ser de otra manera. En alguna ocasión lo conversó con Adam, su único amigo. Éste era igual de necio que él y pensaba que Tara podía ser un lugar mejor, que no podían aprovechar sus puestos como policías para estafar a la gente o aceptar sobornos. Lo triste era que parecían ser las únicas dos personas que pensaban así.

—No sé si sea buen hombre, pero me gusta pensar que estoy tratando de hacer lo correcto. Alguien tiene que hacerlo en esta maldita ciudad —contestó con resignación, encogiéndose de hombros.

Lo que sí le sorprendió a continuación fue escuchar a Wang insinuar que podía saltarse el turno y acompañarlo. No se había esperado este giro de acontecimientos, pero sin duda sería mucho mejor si Wang estaba allí y los instruía a él y a la esposa de Burt todo lo que había que hacer. Era mucho mejor a que Declan intentara por su cuenta replicar sus instrucciones.

Lo detuvo un instante, antes de que pudieran llegar al final del pasillo hasta la habitación de Burt. Lo tomó del brazo, acercándolo hacia él. Se alegró de nuevo de la cubierta que habían hecho, pues entonces a nadie le resultaría raro que buscara este tipo de cercanía con su novio. Wang era más bajito que él, así que cuando sus miradas se unieron, la nariz de Declan casi le tocaba el rostro.

—Así que quieres una cena. ¿Vas a escoger el restaurante tú o vas a pretender que te sorprenda? Te aconsejo que sopeses tus opciones, mis gustos no son muy refinados —hizo una pausa dramática, porque vio cómo dos enfermeras pasaron de largo, apresurando el paso hacia el pasillo que conducía a la recepción del hospital—. Sé que un día te cansarás de mí, pero de momento hay que aprovechar el presente.

Declan no creía que fingir estar en una relación le resultaría sencillo, pero, ahora que estaban allí en el hospital, tenía que reconocer que le resultaba un poco divertido.

Wang sonrió con la explicación de Declan de que intentaba hacer lo correcto. Estrechó un poco su brazo al replicarle

—Justamente eso te hace un buen hombre—recalcó.

Se sobresaltó cuando Declan se detuvo y lo tomó del brazo. No se lo había esperado. No era usual encontrarse con gente más alta que él, pero Declan lo era, y se sonrojó cuando quedaron frente a frente, mirándose a los ojos. Notó las enfermeras que pasaban y supo que esa noche iban a ser la comidilla del hospital.

Recordó a Declan diciendo que no era un buen novio. Mentiroso. A su parecer lo estaba haciendo muy bien.

—Puedes sorprenderme —respondió—. Tampoco soy tan refinado como crees. Solo asegúrate de que tengamos privacidad.

Tenía que pasarle información, así que eso último era vital. Creía que Declan lo entendería perfectamente. Por lo demás, decía la verdad. No era fácil tener un gusto refinado con los salarios de Tara, y Wang tampoco iba a aprovecharse de Declan por la circunstancia en la que estaban. Así que estaba bastante seguro de que podría comer casi cualquier cosa con la que lo sorprendiera.

Le sonrió y tiró de él para ir a la habitación de Burt. Seguro que ya estaba impaciente por marcharse de allí, a pesar de que tendría que salir en silla de ruedas. Todavía le faltaba el proceso de rehabilitación para recuperar esa pierna.

—¡Mis salvadores! —exclamó Burt al verlos entrar, luego tiró de la mano de su esposa, como si fuera la primera vez que la veían—. Son una pareja hermosa, Mary, vas a conocerlos mejor ahora.

Wang sonrió mientras tomaba los papeles de salida que Burt había llenado y empezó a revisarlos.

—Te veo de buen ánimo, Burt —comentó mientras saludaba a la pareja—. Voy a revisar estos papeles. Si está todo bien, Declan y yo iremos a dejarlos para que te tramiten la salida, te traigan los medicamentos y podamos irnos.

Ya estaba decidido: se iba a ir temprano. Tendría que pagarle esas horas de turno a su compañera después.

Declan tuvo que aguantar una carcajada con todas sus letras cuando Wang mencionó que tenía que llevarlo a un lugar con privacidad. Ese era precisamente el comentario que haría cualquiera a su pareja, con el fin de generar un morbo de doble sentido. El mensaje de Wang sí que llevaba doble sentido, sólo que no era el que podría pensar cualquiera que escuchara al pasar. Wang le estaba diciendo que traía información valiosa, que sólo podía ser escuchada por Declan porque era peligroso.

Cada vez se convencía más de que había sido buena idea esta fachada, aunque al principio podía parecer una coartada de detectives novatos. Estar en el hospital con Wang bajo la excusa de que eran novios le sentaba maravilloso.

—Está bien, será un sitio nada pomposo, pero muy privado. Luego no tienes queja si me pongo demasiado creativo.

Declan le dedicó una mirada cómplice justo cuando Wang abrió la puerta. Burt se veía mucho mejor, de hecho, Declan juraría que de no ser por la presencia oportuna de Wang, ya habría intentado levantarse de la cama. Mary y él se conocían de vista desde hacía mucho, pero la verdad era que había tenido pocas oportunidades de hablar con ella.

La mujer lo reconoció nada más verlo y se acercó con cuidado, para darle un abrazo cariñoso que descolocó a Declan, pues no se lo esperaba. Tardó en darse cuenta de que Mary tenía los ojos llorosos y comprendió que, por supuesto, estaba muy agradecida con lo que había hecho. Recordaba que Burt y ella sólo se tenían al uno al otro en Tara, porque ya sus hijos no vivían en la ciudad, por suerte.

—Muchas gracias, Declan, de verdad. Fue una fortuna que estuvieras allí, bueno, ¡y tu novio también! Burt me lo dijo mientras esperábamos, no sabía que tuvieras novio. Me parece maravilloso que estés tratando de darte otra oportunidad.

Aunque las palabras de Mary de seguro eran bien intencionadas, Declan no supo qué decir. Odiaba ese tipo de frases, como si se le tuviera permitido seguir adelante. Lo decían como si Declan hubiera pasado por un divorcio y no un duelo. Él no se merecía una oportunidad, Anne y su hija no lo habían tenido, ¿para qué iba a tenerlo él?

—Sí que fue una suerte, pero hay que darle algo de crédito a Burt por haber sido un buen paciente. Tan sólo espero que sigas las indicaciones de Wang, estoy aquí porque pretendo echarles una mano —Declan pronunció la sonrisa cuando vio la expresión de Burt, de seguro era el tipo de persona que no entendía lo que era un descanso—. ¡Burt! No llegamos tan lejos para que no quieras seguir las indicaciones de Wang.

Esperaba que, al menos, esa advertencia lo hiciera reconsiderar las cosas.

Tenía curiosidad de dónde lo llevaría Declan. Quiso preguntar más pero no era una conversación para tener frente a Burt y su esposa, la cual seguía muy agradecida con ellos, y, aunque parecía sorprendida de que tuviera novio, parecía estarlo aceptando bien. Wang debía anotarlo como un punto a su favor.

Contuvo la sonrisa ante la idea de que Burt fuera buen paciente. Era testarudo como una mula, así que no auguraba una recuperación tranquila. Se compadecía de la pobre esposa. Así que daría indicaciones lo más severas posibles con la esperanza de que al menos alguna se cumpliera.

—Declan va a estarlos supervisando por si necesitan algo, eso me deja más tranquilo—declaró.

Levantó la vista de los papeles. Todo estaba en orden.

—Creo que esto está listo para entregarlo —les dijo mientras juntaba todos los papeles en sus manos y le hacía una seña a Declan de que lo siguiera—. Vamos a entregarlos.

Estaba aprovechando toda aquella estancia para que Declan fuera conociendo todo lo posible del hospital, para que entendiera más lo que le comentara sobre lo que pasaba al interior del mismo.

Se tomó del brazo de Declan para acercarse a él y poder hablarle en voz baja. Pero entonces oyó a Burt y contuvo una risita.

—Míralos —comentó Burt cuando se alejaron juntos—. Te dije que se veían muy bien juntos.

Luego se acercó al oído de Declan.

—Hay que dejar unos papeles en la farmacia —le dijo, para que pusiera atención—. Intentaré que nos den las medicinas rápido para poder irnos a nuestra cita. Pero hay protocolos para poder sacar medicamentos.

Le sonrió, podría ser útil para su investigación o eso pensaba.

Burt parecía estar disfrutando de esta situación, Declan empezaba a preguntarse qué pasaría en cuanto saliera de este hospital y tuviera que someterse a los cuidados de su esposa. Suponía que esa parte iba a disfrutarla muchísimo menos. Sería el turno de Declan para reírse un poco a su costa.

Al menos, ya no le quedaba la menor duda de que su coartada funcionaba de maravilla. Mary también estaba convencida de que él y Wang tenían una relación. La fachada estaba funcionando a su conveniencia. Declan les hizo un gesto a Burt y Mary para que los esperaran allí, aunque Burt parecía más emocionado hablando sobre lo bien que se veían juntos él y Wang.

"Funciona demasiado bien" pensó Declan, pero mientras Wang tiraba de él con suavidad, dejó de prestar atención a sus propios pensamientos.

Wang quería ir a la farmacia, así que Declan asintió, dejándose conducir. Recordaba que, hacía un par de semanas atrás, Adam había ido a investigar los movimientos irregulares con los medicamentos del hospital, pero no encontró nada en concreto. Declan suponía que debía haber una mafia encargada del asunto, de ahí que fuera tan difícil dar con un culpable.

—¿Qué tipo de protocolos? Hay rumores en la policía sobre el depósito de medicamentos, pero tú bien sabes que hay muchos hombres que también son informantes de las mafias que gobiernan la ciudad.

Declan había tenido más de un encontronazo con la gente de Lucius Cobbert en alguna ocasión, aunque no tenía que ver con los medicamentos, sino con drogas que llegaban de madrugada al puerto. En una ocasión creía que los tenían, pero les dieron una pista que resultó ser falsa, de la que nadie en el departamento de policía se hizo responsable.

—¿Hay alguna forma que tú puedes tener acceso a ese depósito o se necesita algún permiso especial? —preguntó Declan con sigilo, mientras giraban a la izquierda en un pasillo. En realidad, no podría pedirle a Wang que se involucrara más allá de sus propias capacidades. No quería arriesgarlo.

Wang miró a su alrededor, pero nadie parecía estar pendiente de lo que decían. Enlenteció el paso antes de llegar a la farmacia.

—Tengo que llenar la solicitud por el medicamento y la cantidad, y establecer para qué paciente va. Y tengo que firmar por ello—le explicó. —Y después de eso, estaremos más cerca de irnos a cenar.

Añadió lo último por teatralidad y para mantener su cubierta. Por si acaso. La verdad estaba disfrutando mucho esto.

—En teoría el control de los medicamentos se puede hacer así —añadió, encogiéndose de hombros—. No hay margen para que algo falte en el inventario de fármacos, no por nosotros los médicos.

Esperaba que hubiera quedado claro.

—Sígueme y observa —le dijo, y se dirigió a la farmacia. Diana, la farmaceuta encargada le sonrió e incluso le preguntó si andaba presumiento novio.

Wang se rió ante la pregunta y miró a Declan de reojo.

—Intento impresionarlo con lo serio y difícil que es mi trabajo—dijo con tono cómplice.—Le estaba explicando que hay todo un protocolo por sacar fármacos de aquí.

Diana se rió también y le pasó el papeleo para llenar.

—Asegúrate de llenar todo bien antes de presumir nada —le advirtió Diana, y le dedicó una sonrisa a Declan, como si quisiera decirle que estaba presumiendo por nada.

Wang le dedicó una mirada cómplice a Declan mientras llenaba rápidamente las cosas. Ojalá de verdad salieran temprano de allí.

Quería saber dónde lo llevaría a cenar e instalar a Burt con su esposa en la casa.

Declan sabía bien que había un monopolio con el tema de los medicamentos que encarecía su precio y que además provocaba su escasez. Hasta ahora todas las pesquisas habían llegado a un punto muerto, pero ahora con Wang podría tener un acceso más directo al hospital. No quería exponerlo, por supuesto, pero Declan era lo bastante experimentado como para hallar una manera en que Wang no se viera perjudicado de todo esto.

Escuchó con atención todo lo que Wang le decía, observó cuando se acercaban a la farmacia. Además de la chica que estaba atendiendo a Wang, habían dos más que estaban en resto de las estanterías. Sin embargo, no parecía que en esas pocas estanterías estuvieran todos los recursos con los que contaba el hospital.

Vio cómo Wang rellenaba con cuidado la solicitud, mientras Declan se preguntaba qué tan sencillo podría ser falsificar esos documentos. Cualquier con algo de maña podría lograrlo.

Declan se sintió partícipe de la conversación cuando vio cómo Wang y la enfermera estaban hablando sobre él. Parpadeó varias veces y decidió pronunciar una sonrisa cómplice en dirección a Wang. A su novio. ¿Cuántos gestos como ese se los dedicó a Anne? Había perdido la cuenta, sobre todo con tanto tiempo que había pasado.  

Pensando que podría ayudar a la escena, Declan tomó a Wang del brazo, atrayéndolo despacio hacia él. Declan era un poco más alto, era divertido ver cómo le sacaba al doctor unos cuantos centímetros.

—Creo que Burt ahora nos está esperando, ¿cierto? ¿Puedo robarte de verdad del hospital? ¿Voy a tener algo de suerte? —Declan no estaba seguro de por qué la situación empezaba a dársele tan bien. Quizás porque en el hospital nadie lo conocía, no se imaginaba haciendo semejante escenario cerca del cuerpo policial, o peor, cerca de Adam—. Lamento haberte obligado a hacer todo este papeleo por mí.

Dejó que Declan tirara de él e intentó no sentirse emocionado por la sonrisa cómplice que le dedicó. Empezaba a encontrarle demasiado el gusto a esto de tener novio, aunque fuera uno falso. Se preguntó si tal vez cuando esto acabara podía pensar en buscar una relación de verdad, tal vez sí que podía hacerle tiempo si se lo proponía.

Pero la verdad no había nadie que le llamara la atención para que tomara el papel de Declan. El detective era el novio perfecto, excepto porque no pensaba en ser su novio de verdad.

—Vas a tener suerte hoy—respondió, y le dedicó una sonrisa ligera. —Solo que tendré que reponer este tiempo mañana, así que seguro no nos veremos.

Tendría que trabajar dos turnos seguidos, pero ya lo había hecho antes, y por esto valía la pena. Le daría información a Declan, ayudarían a Burt e irían a cenar juntos.

Le dio las gracias a Diana, quien le trajo los medicamentos de una vez, aunque lo usual era tener que esperar. Por suerte le caía bien. Volvieron a la habitación donde Burt y su esposa discutían sobre si debía cambiarse ya para salir.

—Vamos a prepararte para salir —dijo Wang de inmediato—. Te quitaré las vías, te cambiaré el vendaje y podrás cambiarte.

Ya había acordado con ls enfermeras que él se encargaría de eso. Así saldrían antes. Miró a Declan y le sonrió con suficiencia. Tenía todo bajo control.

—Te diré cuando puedes ir a acercar el carro —sugirió. —¿Qué tan lejos vamos?

No había prestado atención sobre dónde vivía Burt, pero esperaba que no fuera un viaje muy largo, podía ser cansado para Burt e incidir negativamente en su herida. Estaba ya cerrando, pero era mejor no exponerla demasiado a agitación.

Burt iba a necesitar reposo, le gustara o no.

Cuando Wang le dijo que tendría que reponer las horas de hoy, pronunció la sonrisa. Era un doctor realmente dedicado, no era algo que sucediera tan frecuente en esta maldita ciudad. De hecho, las plazas del hospital de Tara daban cierta estabilidad, Declan conocía gente que había tenido que irse de la ciudad buscando mejores oportunidades. Sin embargo, el problema era que la mayoría de los doctores se escudaban en eso y ni siquiera pensaban demasiado en los pacientes.

Wang, por supuesto, no era ese tipo de persona.

—No te preocupes… —le dijo, con una media sonrisa—. Te extrañaré, pero lo superaré lo mejor que pueda.

Cuando regresaron al cuarto, Burt se veía igual de animado. De seguro estaba desesperado por regresar a su casa, esperaba que siguiera igual de entusiasmado en cuanto a seguir las instrucciones que les dejaría Wang. Dejó que éste se encargara de quitarle el vendaje con cuidado, mientras que Declan preparaba la silla de ruedas que lo sacaría del hospital.

—Vivimos cerca del bar, no debe tomarnos más que veinte minutos en carro desde aquí. Bueno, eso si el tráfico nos ayuda —dijo la esposa de Burt, mientras volvía la vista de nuevo hacia su marido—. De verdad que estoy muy agradecida doctor. Si no hubieran estado allí, no sé qué hubiera sido de mi Burt.

Declan suspiró hondo, pues comprendía lo que ella quería decir. En realidad, sí había sido una suerte haber estado justo ese momento. Tendría que preguntarle después si tenía quién administrara el bar mientras Burt estaba convaleciente.

—Vas a tener que ser muy claro con Burt sobre cuándo puede volver al trabajo. Creo que encontrarás resistencia —dijo Declan, alzando ambas cejas y mirando a Burt de manera amenazante. Éste pareció entender lo que quería decir, pues lo miró de hito en hito, como si acabaran de traicionarlo.

Cuando Declan le dijo que lo extrañaría pero iba a superarlo, Wang sintió que se sonrojaba. Se obligó a controlarse lo mejor que pudo. No era ningún colegial para ir por ahí sonrojándose por cumplidos de un novio. Bueno, ni eso. Declan no era su novio. No debía olvidar eso.

Sin embargo, luego en la habitación de Burt la esposa de este terminó por sacarle de nuevo los colores cuando insistió en que sin ellos su marido no hubiera sobrevivido. Por suerte, Declan desvió la atención hacia los cuidados que tendría que tener Burt.

—Necesitarás un tiempo de reposo y otro de rehabilitación antes de estar de pie detrás de una barra por horas—le advirtió. —Creo que el mejor consejo que te puedo dar es contratar a alguien para que atienda el bar unas semanas.

No sabía qué tan viable sería eso. Muchas de las personas con negocio propio en Tara lo atendían en persona porque las ganancias no daban para tener empleados.

Fue sacando las vías de Burt y poniendo curitas o limpiando con algodones con alcohol cuando era necesario. Hizo unas últimas anotaciones en su expediente con los signos vitales al momento de la salida y verificó en el sistema que tuviera programadas las citas de seguimiento.

—Declan, acerca la silla de ruedas —le pidió cuando verificó que estaban listos—. Ayudemos a Burt a pasarse a ella, para que podamos bajar.

Burt era un tipo grande, pero entre ambos podían ayudarlo a moverse de la cama a la silla. Wang se agachó para ayudarlo a acomodar los reposapies y que no estorbaran al hacer rodar las sillas, y los pies no le fueran a chocar en el piso. Levantó la mirada hacia ellos y les sonrió.

—Estamos listos —declaró.

Él mismo tomó la silla para guiarla, pero esperó a que Declan les abriera la puerta. Podían bajar juntos y que Declan fuera a buscar el auto mientras ellos esperaban en la salida.

Adam estaba de vacaciones. Declan pensó que le estaban tomando el pelo cuando preguntó dónde estaba su compañero al ver el cubículo vacío y tuvo que corroborar con una de las administrativas que estaban hablando en serio. Le había dejado tantos mensajes a su amigo que bien podría pasar por una madre controladora o por una ex pareja muy tóxica.

Al final, había obtenido un mensaje de voz muy escueto, diciéndole que estaba bien, pero que le explicaría todo luego.

Declan estaba poco convencido, pues Adam llevaba unos días de bajón porque, según sabía, el caso de la señora Tremblay y su hijo no había salido muy bien. Adam, que no soportaba dejar cabos sueltos, se había culpado demasiado al respecto. Esperaba poder hablar con él pronto, quizás podría pasar por su casa más tarde. Normalmente era el tipo de persona que le daba el espacio a la gente, respetaba los límites, pero con Adam era diferente porque quizás era el único amigo de verdad que le quedaba.

En una ciudad como Tara, era difícil encontrar buenos amigos. Siendo policía era todavía peor.

Estaba rebuscando en el escritorio, pues estaba dispuesto a terminar algo de papeleo el resto de la tarde. Así, si terminaba su turno temprano, podía aventurarse a ir hasta la casa de Adam.

—¿Declan? —Julie, una de las secretarias, se aproximó a su escritorio. La chica traía una expresión particularmente risueña, algo impropio de ella. Julie era el tipo de persona que siempre parecía enfadada, así que verla con esa expresión casi parecía un vaticinio de algo terrible—. Alguien te busca.

—¿Alguien me busca? —preguntó Declan, sintiéndose idiota por responder de esa forma. Frunció el ceño, pues no podía imaginarse quién vendría a buscarlo. Sus informantes, que eran escasos, nunca se les ocurriría buscarlo en la comisaría.

—Sí —dijo Julie, ensanchando un gesto malicioso—. Tu novio. Te lo tenías muy oculto.

Declan, por supuesto, se quedó sin palabras y volvió a sentirse demasiado idiota. Lo habían hablado, Declan lo recordaba bastante bien, lo que no esperaba era que Wang hubiera aparecido allí de pronto. El primer pensamiento fue que algo había pasado, pero no había ningún mensaje en su teléfono, tampoco de Burt o de su esposa. Cuando Wang apareció al inicio del pasillo, justo cerca de la recepción, se sintió muy expuesto.

No había estado en los planes de Wang ir a la comisaría. Algún día había dicho bromeando que podía ir a visitar a su novio falso, pero no había sido en serio. No tenía planeado ver a Declan esos días, se hablaban por teléfono para preguntarle sobre Burt y contarse anécdotas de cuando iban de visita.

Sin embargo, esa tarde había visto algo sospechoso al ir a la farmacia. Había estanterías más vacías de lo normal, y había escuchado a las funcionarias hablar de que si no habían suficientes sedantes se iban a atrasar las cirugías.

Había pensado escribirle a Declan para coordinar una cita, pero decidió dejarlo para cuando volviera a su apartamento. Quería pasar al supermercado a hacer la compra y meditar lo que había escuchado, para asegurarse de que no iba de alarmista. Sin embargo, poco después él mismo empezó a culparse de paranoico.

Tenía la sensación de que alguien lo seguía desde que salió del hospital.

Intentó ignorarlo al inicio, tal vez solo era culpa de no tener la conciencia tranquila. Pero en el supermercado se encontró cuatro veces a la misma figura en los pasillos. Tal vez no era tan raro, todo el mundo transitaba los pasillos del supermercado más o menos en el mismo orden, pero seguía con la extraña sensación. El hombre llevaba anteojos oscuros, gorra y chaqueta, no había forma de verlo bien.

Salió del super después de terminar la compra y esperó a la vuelta de la esquina hasta que vio salir al hombre de chaqueta, apenas un minuto después que él. Lo dejó pasar y siguió su camino, pero unas cuadras después volvió a tener la sensación de que lo vigilaban.

Empezó a asustarse y se deio cuenta que no estaba tan lejos de la comisaría. Así que tal vez...

Antes de que lo pensara bien estaba ya en la comisaría. Tenía la cubierta perfecta para estar ahí. No fue hasta que preguntó por Declan que empezó a dudar de si al policía le parecería bien que hubiera ido a buscarlo. Se presentó como su novio, por si alguien preguntaba sobre su visia. Según Declan en la comisaría les daba igual esas cosas, así que esperaba no meterlo en chismes.

Cuando vio a Declan acercarse le sonrió.

—¡Hola! —Saludó, estirando una mano hacia él. —¿Te falta mucho para salir?

Quería decirle que necesitaba hablar con él, pero iba a disimular un poco primero. No quería llamar la atención más de la cuenta.

Wang estaba sonriéndole y, a simple vista, parecía que estaba bien. Sin embargo, Declan no pudo evitar sentir mucha aprehensión. No entendía qué estaba haciendo aquí, sobre todo sin avisarle previamente. Declan carraspeó, mientras veía de reojo a Julie, quien seguía bastante interesada en lo que estaba pasando frente a ella. Estaba seguro que apenas Julie saliera de su vista, esto sería la comidilla de la comisaría por meses.

Sabía que no tenía por qué preocuparse, pues se suponía que tenían que llegar hasta las últimas consecuencias con su coartada.

Pero si en el hospital había muchos ojos y oídos que podían ser espías de cualquier mafioso, la comisaría era algo así como el noveno círculo del infierno. Al menos, así le gustaba llamarlo a él y también a Adam.

—No, en realidad no me falta demasiado para salir. ¿Está todo bien? —dijo, procurando parecer muy neutro en su tono de voz. Se preguntó si quizás debería seguir la coartada y recibirlo con un beso, pero esto no era el hospital. No podía dar esos espectáculos frente a todos sus colegas, si exageraba demasiado, era posible que se dieran cuenta de que esto era sólo por aparentar—. Lo siento, es que no te esperaba. Julie, ¿no crees que tienes que volver a la recepción?

Parpadeó varias veces, mirando a Julie con insistencia, quien frunció la nariz y susurró algo incomprensible al retirarse de allí. Los tacones de Julie hicieron un ruido incómodo mientras ella se alejaba.

Declan suspiró hondo, mientras extendía un brazo en dirección a Wang. Tiró de él con firmeza, acercándolo más hacia el fondo de su cubículo. El que estaba al lado era el de Adam, así que estaba vacío. Si hablaban en voz baja, no creía que nadie pudiera escucharlos.

—¿Estás bien? No es que… no me molesta que hayas venido, pero tú no eres el tipo que llega sin avisar, mucho menos a mi lugar de trabajo —explicó, pensando que algo malo había pasado. No podía tratarse de Burt porque hacía una hora le mandó un mensaje y todo parecía estar bien. Entonces, quizás era algo relacionado con el mismo Wang y eso no le gustaba nada. Le preocupaba que algo le hubiera pasado.

Ver a Declan lo llenó de alivio. Si alguien lo seguía seguramente no se atrevería a entrar a la comisaría, y se lo pensaría mejor antes de esperarlo o seguirlo después de salir de ahí. Además, podría ser que confirmara que lo de su noviazgo era cierto si los veía ahí.

Miró de reojo a la recepcionista que no parecía muy contenta de que la invitaran a retirarse de esa forma. Wang se preguntó si realmente en la comisaría no había tanto chisme como en el hospital o si solo era que Declan no se enteraba.

Sonrió a su supuesto novio y estiró una mano hacia él para tomarlo de la mano. Pensó en darle un beso, pero descartó la idea. No creía que Declan fuera particularmente expresivo en su trabajo y no quería incomodarlo tampoco. Además, él no parecía tener intención de besarlo así que no tentaría a su suerte.

—Me alegra que salgas pronto —declaró con sinceridad. —Yo... no quiero volver solo.

Miró a su alrededor para asegurarse que no había nadie cerca escuchando, pero igual se aproximó un poco más hacia Declan, y bajó la voz como si le fuera a hacer una confidencia de pareja.

—Desde que salí del hospital tengo la impresión de que alguien me está siguiendo.

Estaba haciendo lo posible para no parecer asustado, pero la verdad era que lo estaba, si no no se habría aprecido ahí sin previo aviso. Tal vez se había equivocado y debía haberlo llamado, o algo así. No solo aparecer. Quizá él mismo estaba olvidando que su relación era falsa.

—Lo siento, tal vez debí llamar —añadió, retrocediendo un poco y recobrando su tono normal.

Pero miró a Declan a los ojos, esperando que entendiera que esto era muy en serio.

"No quiero volver solo".

Después de escuchar aquella frase, a Declan le pareció que todo lo demás marchaba en cámara lenta.

Conocía bastante bien a Wang para saber que no era un exagerado ni tampoco un sentimental, así que esa frase era en serio. Le preocupó mucho, porque Wang debía decirlo en serio. Pero si de por sí ya sea frase era lo bastante mala, cuando Wang le dijo sus sospechas, Declan tuvo que usar de todo su autocontrol para no hacer una escena. Lo primero que hizo fue recorrer con la mirada su alrededor, agradeció que desde su cubículo podía ver las puertas de entradas de la comisaría. Después de que Wang entrara, no había entrado nadie más.

Si de verdad lo estaban siguiendo, al menos se habían amedrentado al verlo entrar a la comisaría. Eso era algo bueno, quizás significaba que no se sentía enteramente inmune. Sin embargo, la comisaría no era un sitio limpio, quizás si no entraba quería decir que aquí adentro había alguien que no debía de saber que estaban siguiendo a Wang.

Declan odiaba todas las intrincadas relaciones con la mafia que estaban tan arraigadas en la policía de esta ciudad.

—Hiciste bien en venir… —dijo, mientras le hacía una seña para que se sentara en la silla que estaba vacía. Declan tan sólo tenía que terminar de archivar unas cuantas carpetas, pero empezaba a preguntarse si podía hacerlo mañana. Tal vez si venía una hora más temprano, podría compensarlo.

Él nunca pedía permisos y por lo general hacía más horas extras de la cuenta. Si dejaba unas carpetas pendientes por archivar, nadie lo iba a notar. Y si lo hacían, estaba dispuesto a que eso quedara en su expediente.

—Te llevaré a casa, tan sólo dame unos minutos —le dijo, alzando la vista hacia Wang—. No puedo dejar que te vayas solo. Iremos en mi coche, conmigo no te va a pasar nada.

Declan agarró las carpetas y, después de cerciorarse de que al menos estaban ordenadas por orden alfabético, las apiló para guardarlas en el primer cajón de su escritorio. Las guardó bajo llave y se llevó ésta en su cartera, porque no sería la primera vez que alguien estaba fisgoneando en su cubículo. También guardaba una copia de la llave del escritorio de Adam, para emergencias. Cuando alzó la vista, Wang seguía sentado, tal y como él se lo había pedido.

—Vámonos, nadie notará si me voy media hora antes.

Cuando vio la expresión de Declan se arrepintió de inmediato de haber ido a buscarlo. Lo había preocupado. Quizá estaba exagerando. Tal vez solo era alguien que quería asaltarlo, tampoco sería algo raro en Tara. ¿Cierto?

Se sentó donde Declan le indicó e intentó evitar el contacto visual con otras personas. Lo hacía sentirse nervioso recordar todo lo que se hablaba de que había gente corrupta en la policía de Tara y que la actitud de Declan por lo general le hacía pensar que era cierto y no todas las personas en la comisaría eran de fiar.

Declan regresó pronto, pero lo sobresaltó cuando le dijo lo de salir media hora antes.

—No hay prisa —le aseguró. —Puedo esperar media hora. No quiero que te metas en problemas por mí.

Le sonrió, intentando proyectarle seguridad. Realmente pesaba que mientras estuviera al lado de Declan no le iba a pasar nada. Podía esperar y verlo trabajar. Tampoco tenía prisa para volver a la calle ahora.

—Aunque agradezco mucho la idea de poder regresar juntos—añadió.

Extendió la mano hacia él y estrechó con calidez su antebrazo. No sería su novio real, pero Wang se sentía seguro, tranquilo y protegido a su lado. No podía pedir más.

—Lo siento, tal vez estoy exagerando, es solo... que me asusté —dijo en un susurro, acercándose a él.

Solo esperaba que Declan no se enojara con él por esto.

Le conmovió mucho escuchar a Wang decir que podía esperar media hora. La verdad era que no le vendría mal irse de allí a su hora, últimamente el Detective Cameron, su jefe directo, estaba bastante quisquilloso con él y Adam. Recordaba cómo se había puesto cuando tuvo que firmar el permiso de vacaciones de Adam. Sabía que les tenían a ambos el ojo puesto porque normalmente estaban al paso de descubrir todas las porquerías que hacían con las mafias que dominaban la ciudad.

Declan estaba convencido de que su jefe tenía tratos con Lucius Cobbert, como mínimo. Pero, como todo buen policía, sabía cómo cubrir bien sus tratos.

Negó con la cabeza, mientras volvía a cerciorarse de que todos sus archivadores estaban bajo llave. La única persona que tenía una copia, era Adam, y viceversa. Declan mismo había puesto esa cerradura allí, pues si alguien se atrevía a entrar a sus archivos, la única forma era forzarla. Quizás todos conspirarían para negar que lo habían hecho, pero no habría manera de ocultar el crimen.

—No, prefiero que nos vayamos ahora mismo. Si demoras mucho en la comisaría, puedes dar pie a que piensen que vienes a denunciar y eso podría ser aún peor —le anunció Declan, mientras guardaba las llaves de sus archivadores en la billetera, donde siempre estaban—. ¿Qué dices? ¿Exagerando?

Declan lo miró con el ceño fruncido, pues por un momento pensó que Wang estaba diciéndolo sólo para llamar su atención. O para meterse con él. Pero cuando lo vio a los ojos se dio cuenta de que lo decía en serio. Wang parecía avergonzado de haber venido allí con él.

Él, en cambio, opinaba todo lo contrario. Declan sabía bien que nunca se podían tomar demasiadas precauciones. Suspiró hondo y, en un impulso, tomó a Wang de la mano. Tenía la sensación de que la mano de Wang era frágil entre la suya. O quizás tan sólo estaba aterrado porque ya había pagado con sangre y lágrimas la cuota de gente que podía ver morir.

A Wang no podía pasarle nada, menos si él podía impedirlo.

—No, Wang, escúchame bien, nunca precaución es exagerada en esta ciudad. Así que no quiero que vuelvas a pensar en ello —dijo, mientras tiraba de él con suavidad, mientras los encaminaba hacia la salida. Estaba seguro que muchos en la comisaría lo estaban mirando, la misma Julie les echó una mirada quisquillosa cuando pasaron por recepción—: Hiciste muy bien en venir. Te llevaré a casa.

La respuesta de Declan lo uso sentir validado. Tal vez no había sido un exagerado, al menos él creía que valía la pena hacerle caso a sus miedos. Wang le sonrió y tuvo que contenerse de colgarse de su brazo. En el hospital lo habría hecho pero tenía la sensación de que debía respetar la comisaría.

—Supongo que no soy tan valiente como un policía —comentó. —Me dio miedo, porque ya fuera del hospital siento que puede pasar cualquier cosa, ¿sabes?

Tal vez debería callarse esas cosas o Declan pensaría que era un cobarde. Dentro del hospital se sentía bastante seguro por lo general, pero las calles de Tara eran otras cosas. Debería andar en auto, pero no le daba el dinero para eso. Era difícil tener los medios para subsistir cuando se era honrado. En especial si gastaba sus recursos en medicamentos para atender gente fuera del sistema.

—No es necesario que me lleves hasta la casa, tampoco quiero que te desvíes tanto de tu ruta—añadió, todavía sisntiéndose algo avergonzado.

Seguro que Declan tendría planes, y ya lo había hecho salir media hora antes de su trabajo.

De repente empezó a pensar en qué estado estaba su apartamento. Hacía mucho que no tenía visitas. ¿Estaba presentable como para invitar a Declan a pasar? Lo mínimo que podía hacer era invitarlo a cenar. ¿Cierto?

Empezó a sentirse nervioso, como si realmente fuera a llevar a su novio por primera vez a su casa.