Cuando salió del hospital al terminar su turno, el doctor Wang Shen se dirigió al bar de la calle 37 donde se veía habitualmente con el detective Ratchford. Le había puesto un mensaje temprano para hacerle saber que tenía información para él. Lo encontraría ahí, como siempre.

Al entrar al bar, Burt, el dueño, lo saludó con entusiasmo.

—¡Hey, doctor Wang! No ha llegado su cita... Pero su mesa del fondo está disponible

Aunque al inicio había intentado corregirlo y que entendiera que no eran citas lo que hacían el detective y él ahí, era mejor que la gente creyera eso a que pensaran que realmente era un informante de un policía. El detective Ratchford tampoco se había quejado al respecto.

Se dirigió a la mesa que en efecto estaba vacía. Era la más apartada del lugar, y un pequeño muro les daba privacidad.

Se sentó allí y esperó que Burt le trajera su trago de siempre, mientras se limpiaba las manos con alcohol y miraba el reloj. No debía tardar el llegar.

Hacía varios meses había iniciado aquella colaboración con el detective, lo cual lehabía permitido tener a quién recurrir cuando alguno de sus pacientes extrahospitalarios estaba en problemas... a cambio, debía buscar información y pasar datos al detective de lo que ocurría en el hospital. Aunque no sabía de qué le serviría, dado que los altos cargos del hospital estaban muy afianzados a pesar de su corrupción.

El detective Ratchford era probablemente el único policía en Tara en quien podía confiar... una vez la propia policía le avisó a unos mafiosos sobre la habitación de hospital en que estaba uno de sus pacientes y lo habían ejecutado dentro del mismo hospital, a pesar de la supuesta custodia.

Cuando lo vio llegar sonrió para darle la bienvenida. Era un policía guapo, aunque por lo general mal encarado y de pésimo humor. Por lo que Shen sabía había tenido una vida muy difícil, se decía que le habían matado a la familia... Era mayor que él como unos diez años, pero cuando hablaban tenía la sensación de que le llevaba mucho más.

—¡Hola!—lo saludó al verlo acercarse.—Tengo lo que querías.

Le sonrió mientras dejaba un sobre blanco sobre la mesa. El sobre tenía las copias de los registros de presupuesto del último mes. Había irregularidades con las compras del hospital, además de desaparición de medicamentos.

Declan había llegado unos minutos más tarde de lo habitual y Burt lo recibió con una enorme sonrisa cuando éste abrió la puerta del bar y resonó sobre su cabeza las campanillas que había en la entrada. El viejo Burt siempre hacía un esfuerzo por sonsacarle conversación y había noches, como hoy, en las que Declan se sentía especialmente animado y conseguía hilar más de tres frases seguidas. Burt le dijo, con un brillo en los ojos, que “su doctor” ya lo estaba esperando en su lugar habitual.  

La verdad era que no tenía la más mínima idea por qué Burt estaba convencido de que estaban saliendo. Quizás porque Burt lo conocía prácticamente de toda la vida y fue de los primeros quien le dijo, dos años después de la muerte de Anna, que ya era hora que siguiera con su vida. Declan no quería oír esas patrañas, sin importar cuánto tiempo hubiera pasado. Pero, por el momento, le servía que Burt alimentara sus fantasías.

Declan, a decir verdad, seguía exactamente como al principio: estaba determinado a probar quién había sido el culpable de la muerte de su familia. A estas alturas estaba convencido de que no podría probar que fue él quien dio la orden de que alteraran los frenos del carro de Anna, pero quería verlo caer. Era un político corrupto, que se lavaba las manos y eran otros quien se manchaban de sangre, pero no había dejado de alimentarse de Tara. En algún momento iba a dar un paso en falso y él iba a estar allí para desenmascararlo. Con eso le bastaba. Era la única motivación que tenía cuando se levantaba todos los días por la mañana.

Cuando tomó asiento frente a Wang, le devolvió el saludo con un asentimiento. Wang, en cambio, siempre le sonreía. Declan se había cansado de decirle que esa amabilidad suya un día lo iba a meter en verdaderos problemas, pero esa noche no tenía ganas de discutir.

—Gracias… —suspiró mientras tomaba el sobre con mucho cuidado y lo guardaba en el reverso de su chaqueta—. Yo invito esta noche —lo dijo como si no fuera habitual que él siempre pagara la cuenta. Era una cortesía automatizada, pero suponía que también era parte de la razón por la cual Burt creía que esto era una cita—. Te estás volviendo cada vez más experto, si no fueras tan bueno con un bisturí te diría que sirves para el programa de encubiertos de la policía. Pero creo que ya sabes que la policía en esta ciudad paga muy mal. ¿Cómo van tus pacientes, doctor Shen?

Declan alzó la vista con interés, pues ya llevaban bastante tiempo juntos para que Wang supiera que no estaba hablando precisamente de sus pacientes en el hospital. El doctor tenía la costumbre de atender pacientes fuera de sus horas laborales y también quien no tuviera un historial precisamente limpio. Así se habían conocido. En una ocasión se cruzó con Ben Carson, quien llevaba un yeso en el brazo derecho, en la puerta del apartamento de Wang y fue la única vez en su vida que decidió no hacerle preguntas al doctor. Había cosas que, decidió, era mejor no saber.

El efusivo saludo de Burt lo puso sobreaviso de la llegada de Declan, quien no tardó en sentarse y guardarse el sobre, sin ni siquiera revisar el contenido. Definitivamente ya había empezado a confiar en él como informante, sin tener que revisar absolutamente todo.

Aquel día Declan parecía de buen humor, lo que no era común, así que Wang Shen aceptó con alegría el halago, porque no era dado a darlos. Le alegraba estar haciendo aquel trabajo bien. Tara necesitaba más gente como el detective Ratchford que quisieran hacer las cosas bien.

Desvió la mirada cuando le preguntó por sus pacientes.

—Últimamente hay mucho trabajo—comentó.—Las cosas han estado movidas en Tara, ya debes saberlo.

Lo peor de las luchas entre mafias era que la gente era la más afectada. Mientras había gente como Ben Carson, en el mercado negro, ayudando a quien lo necesitaba, había otros corruptos que solo les importaba su propio beneficio. Había guerras entre grupos de vendedores de drogas, y la gente que salía herida en los fuegos cruzados no se atrevía a ir al hospital, no fuera que los identificaran como testigos y los callaran para siempre.

Así que el doctor Wang estaba siempre disponible para ir a ayudar a quien lo necesitara, aunque no fuera oficialmente.

Si en el hospital lo pillaban estaría en problemas, después de todo les pagaban dedicación exclusiva, pero no podía quedarse de brazos cruzados viendo a la gente sufrir.

—Además, hay un brote viral importante entre los pescadores, parecen virus respiratorios pero a algunos se les complica...

Algunos no podían costearse el dejar de ir al mar un día para viajar al centro de la ciudad a recibir atención...

Burt se aproximó entonces con las bebidas de cada uno y les sonrió ampliamente, con cierta complicidad.

—Solo tienen que llamarme si necesitan algo, los dejaré solos por acá.

Wang se lo agradeció con un asentimiento, y le guiñó un ojo, para darle a entender que agradecía su discreción. Aunque Burt se equivocara las venía muy bien. Luego volvió a centrar su atención en el detective.

—¿Y cómo va todo en la comisaría, detective?

Obviamente esperaba noticias de si la información que le había dado había dado algún fruto... Seguía temiendo el día en que el detective hiciera un movimiento que hiciera caer en cuenta a alguien más de que era un informante.

Declan recordaba perfectamente la primera vez que se habían visto. Fuera del hospital, Wang parecía todavía mucho más joven de lo que en realidad era. Declan estuvo a punto de arrestarlo de verdad porque estaba haciendo una atención clandestina y le tomó casi media hora creerle que era un doctor. De hecho, no se convenció hasta que vio sus credenciales y comprobó que eran legítimas.

Wang parecía determinado a darle atención a cualquier persona que necesitara su ayuda, incluso si eso significaba saltarse unas cuantas normas hospitalarias o atenderlos dentro de su propia casa. Declan era la última persona que podía reprocharle lo que estaba haciendo, él sabía bastante bien que el sistema de esta ciudad estaba podrido. Sin embargo, siempre le recordaba que no podía ser un imprudente. Cuando se lo decía, Declan sabía que en realidad estaba proyectando su propia experiencia.

Él fue un imprudente y el precio a pagar fue demasiado caro.

—¿Un virus? ¿Cómo que un virus? —frunció el ceño, tan sólo para ser interrumpido por Burt un instante. El pobre hombre de verdad estaba convencido de que ambos estaban en una cita. Cuando estaba buen humor, la situación le parecía hasta graciosa. Hoy era una de esas noches en que podía tomárselo con un poco de humor.

Sin embargo, un brote viral no era nada que tomarse a broma. Tenía toda la pinta de que Wang trataría a todos por igual y además sin cobrar un centavo, a pesar de que estaría poniendo horas extras de su vocación como doctor para atender pacientes. No habría necesidad de hacer eso si el sistema de salud de la ciudad funcionara como debía. Pero Declan tenía casi cuarenta años y no había visto cambios significativos en Tara durante su vida, excepto para que las cosas fueran a peor.

—Espero que estés cuidándote entonces, nada de contagios. Si pierdo a mi informante, ¿con quién me quejo? —dijo, apoyando ambos codos sobre la mesa. Anna solía decirle, con el ceño fruncido, que tenía que poner el ejemplo para las niñas en cuanto a modales sobre la mesa. Declan, por lo visto, nunca la escuchó—. Las cosas en la comisaría van bien. Estoy predicando con el ejemplo y mantengo un bajo perfil. Me asignaron un caso que simula ser una extorsión a una mujer, pero estoy seguro que es la tapadera de algo más grande. Nuestros peces gordos nunca se exponen realmente, siempre tienen a alguien que pague sus pecados.

Adam, quizás su único amigo en el cuerpo policial, siempre le decía que tenían que ser muy inteligentes y no hacer ataques frontales sin sentido. La policía estaba corrupta en sus cimientos y había que irse con pies de plomo. Declan sabía que su amigo tenía razón, pero la mayoría de las noches no podía con la culpa de que el responsable de la muerte de su familia siguiera respirando y él tuviera que conformarse con visitar el cementerio todas las semanas.

Puso atención a la respuesta del detective, mientras empezaba su trago. Declan siempre se interesaba por su trabajo y lo que estaba haciendo, además del hospital. No sabía si era que tenía miedo de que lo arrestaran o de verdad de quedarse sin informante, pero se lo agradecía. No había necesidad de que se sentara a hablar con él, con recoger la información tendría suficiente.

Pero a Wang le gustaba pensar que, hasta cierto punto, eran amigos, o algo similar. No es como que tuviera muchos amigos en la ciudad. Era agradable que hubiera alguien que le preocupara lo que le pasara.

Cuando Wang empezó a recibir su salario como doctor había hecho un préstamo para ayudar a sus padres a irse a vivir a otra ciudad, donde estarían más seguros. Alquilaba para él un pequeño apartamento, pues su salario no le daba para mucho más enviando dinero a sus padres y pagando el préstamo de sus estudios.

Así que de hecho agradecía que Declan pagara los tragos de todos sus encuentros y se preocupara por él.

—No te preocupes, sé cuidarme bien—le aseguró. Usaba siempre protección cuando trataba pacientes con enfermedades contagiosas, y tenía las manos ya broncas de usar alcohol y jabón para desinfectarse. Demasiado consciente de ello se restregó las manso entre sí. Debería conseguirse una crema para quitarles un poco de aspereza. —No ha habido forma de que el gobierno invierta en vacunas, los fondos se están destinando a otras cosas.

Cuando hizo el comentario señaló con la mirada el sobre que Declan se había guardado.

—He tenido pacientes que por esas extorsiones no pueden costearse después los tratamientos que necesitan...

Tara tenía un gran problema con los usureros también. Por suerte el préstamo para sus estudios lo había hecho en un medio legal, o ya le habrían quebrado las piernas para que pagara más.

Le alegraba que el detective mantuviera un bajo perfil. Se decía que los policías honrados vivían poco tiempo en Tara, porque la propia policía estaba podrida por dentro.

Cuando lo conoció y se dio cuenta de que para el detective era más importante dejarlo curar a personas que lo necesitaban que arrestarlo, supo que era una buena persona. Y Wang confiaba en su capacidad de juzgar el carácter de la gente.

Hasta ahora, Wang no le había dado razones para que Declan se preocupara por él más de la cuenta. A pesar de que se arriesgaba por los más desfavorecidos de la ciudad, por lo general el doctor se comportaba de manera bastante prudente. Quizás sólo tuvo suerte de toparse con Declan, quien estuvo dispuesto a hacerse el ciego sobre lo que había descubierto, porque esa noche que se conocieron debería de haberlo llevado, como mínimo, a la comisaría.

De hecho, Declan no pudo evitar sentirse un poco culpable, como si no estuviera haciendo del todo su deber. Pero había compañeros suyos que cobraban comisiones por hacerse de la vista gorda respecto a irregularidades y otros que trabajaban directamente con la mafia de la ciudad. Declan, en cambio, se había mantenido todo lo firme que había podido, pero tantos años viviendo en esta ciudad de mierda lo habían flexibilizado con gente que no quería hacer daño, incluso si estaban fuera del marco de la legalidad. Era una de las razones por las que nunca había podido hacer nada contra el jefe del mercado negro a pesar de que todo el mundo sabía quién era y dónde vivía. Carson hacía el bien para la gente común de Tara y algo similar sucedía con el doctor Wang.

—En esta ciudad no van a invertir en vacunas a menos que signifique que las farmacéuticas van a hacerse millonarias con eso… —suspiró Declan con desgano, sabiendo que era la misma historia de siempre. Wang intentaba hacer la diferencia porque era una persona honesta y preocupada por el bienestar de sus pacientes, pero, como bien decían por allí, una sola golondrina no hacía verano—. ¿Necesitas algo para los tratamientos de tus pacientes? Es mejor no tocar el material del hospital, pero tantos años lidiando con el bajo mundo de la ciudad, seguro que algo puedo hacer si necesitas algo en específico.

La sugerencia salió de los labios de Declan antes de que éste pudiera sopesar si estaba haciendo bien. Pero estaba diciendo la verdad, podía ayudarlo, de ser necesario. No le gustaba hacer tratos con Carson, pero, bien pensado, era mucho mejor que intentar conseguir medicinas fuera de la ciudad o exponer al doctor más de lo que ya lo hacía.

Sin embargo, en todo este tiempo, ninguno de los dos había cruzado tanto la línea de su relación de trabajo. Quizás todo se trataba de que Declan estaba haciendo viejo. Casi todos los policías de esta ciudad rompían las reglas para sus propios beneficios, ¿qué más daba si él hacía lo mismo para ayudar a la gente?

La propuesta de Declan lo tomó desprevenido. No había esperado eso de su parte. Declan siempre le prevenía de ser prudente, pero nunca se había ofrecido a ayudar con sus actividades extralaborales. Le sonrió cálidamente al escucharlo. Sabía que a pesar de su aspecto apesumbrado y su fama de amaragado, era una buena persona.

Claro que no era necesario que se arriesgara de esa forma. Si Wang necesitaba algo podía contar con que Ben Carson se lo consiguiera. Solía estar bien provisto de medicinas y material médico para él. Pero no debía decirle eso al detective.

Se inclinó sobre la mesa para darle importancia al agradecimiento que iba a dar.

—Muchas gracias por el ofrecimiento, lo tomaré en cuenta.

Además, sentía que en cierta forma era un reconocimiento de su parte de que lo que él hacía era importante y necesario. Le conmovía mucho.

Se dispuso entonces a explicarle lo del virus, volviendo a recostarse al respaldar de la silla.

—Es un virus respiratorio, ataca sobre todo a los más pequeños—le explicó. —Fiebres muy altas, dificultad para respirar... Han muerto varios niños ya por esto.

Eso era lo peor para él: tener que decirle a una familia que su hijo o hija no habían sobrevivido.

—Me estoy cuidando, no tiene que preocuparse por mí—le aseguró.

La idea lo hizo sonreír. Que el detective Declan se preocupara por él. Cuando se habían conocido le imponía bastante respeto, por no decir algo de miedo. Pero ahora sentía que su relación había mejorado mucho. Él también se preocupaba por el detective. Le alegraba saber que estaba manteniendo un perfil bajo, aunque sabía que cualquiera de los casos en Tara, por más sencillo que pareciera, podía complicarse.

—No sé si pueda ayudar con un caso de extorsión, pero si alguna parte es paciente del hospital puedo conseguir información.

Le gustaba mucho ayudar al detective, sentía que hacía algo por ayudar y hacer un cambio. Aunque sabía que técnicamente no debería utilizar la información del hospital así. Pero no sería la primera vez que en el juzgado negaran una orden apra acceder a información si no querían que algo se descubriera.

Declan se sintió terrible cuando Wang le decía no sólo los síntomas, sino que los niños se veían muy afectados. Aunque la pérdida de su esposa lo había marcado para siempre, lo cierto era que ella había escogido esa vida con él. Cuando se casaron, ella le dijo que sabía bien lo que era ser esposa de un policía en esa ciudad y que estaba dispuesta a aceptar esa vida a su lado. Era una adulta que sabía bastante bien la maldita vida que llevaban todos en Tara. Sin embargo, su hija era completamente inocente. Declan recordaba que tanto él como su esposa se habían tomado un tiempo para meditar si debían o no tener hijos. Haberla perdido tan pequeña dejó un vacío en su corazón que nada llenaría.

Por eso, escuchar de la muerte de niños siempre le rompía el corazón. Y recordaba cuánto odiaba esta maldita ciudad. De no ser porque necesitaba venganza, ya se habría ido de aquí a lamer sus heridas a otro lado.

—Mierda, es una pena que afecte sobre todo a los niños. ¿De verdad no necesitas nada? —Declan no le gustaba insistir, era el tipo de persona que aceptaba cuando la gente marcaba sus límites, pues él mismo deseaba que respetaran los suyos.

Pero en esta ocasión podría hacer una excepción, de verdad que lo ponía de mal humor saber que había niños pasándolo mal.

—Tú sólo tienes que preocuparte si ves algún movimiento sospechoso en el hospital. No intentes hacerte el héroe o a jugar al policía, tus pacientes te necesitan. Yo me encargaré del resto —Declan lo había dicho con voz muy grave, pero sabía que Wang podía pensar que era un imprudente. Alguna vez Adam, su único amigo en la comisaría, también se lo había dicho. Que si querían de verdad hacer justicia, la ciudad los necesitaba vivos—. Lo siento, no quiero sonar como un padre gruñón, sé que puedes cuidarte, pero en esta ciudad nunca está de más ser doblemente precavido.

Él había intentado serlo por mucho tiempo, sobre todo para cuidar a su familia. Pero ahora que estaba completamente solo, Declan tenía límites más difusos en cuanto a su seguridad se refería.

Wang sonrió al escuchar su insistencia en ayudarlo. El detective Declan era una buena persona.

—Si necesito algo, te lo diré, lo prometo. Gracias.—le aseguró.

Le dedicó su mejor sonrisa de agradecimiento.

—Sé ser precavido—le aseguró. —O ya me habrían atrapado. Bueno, alguien más me habría atrapado.

Se sonrojó al darse cuenta de lo que estaba diciendo, porque Declan sí que lo había atrapado. Sin embargo, se rió por el comentario de que suena como su padre.

—No soy tan joven, detective—le recordó. —No podría ser mi padre. Lo más mi hermano mayor.

Sonrió de nuevo. La idea de ser familia del detective era graciosa. Sería muy mala suerte considerando lo atractivo que le resultaba. Pero eso no iba a decírselo. Tenían una relación muy profesional.

Aunque le alegraba que cada vez hablaban más. Ojalá continuaran así.

Wang no tenía muchos amigos. Se había pasado la vida estudiando, logrando esa plaza en el hospital... y a veces se preguntaba para qué. Si ahí no podía ayudar a toda la gente como quería.

—Pero agradezco la preocupación—añadió.

Apretó los labios, sintiéndose pillado en falta cuando Wang le dijo que no tenía tanta edad como para ser su padre. Que, como mucho, sería su hermano mayor. Declan no pudo evitar pronunciar la sonrisa porque esa afirmación, acompañada de un tono severo, lo hicieron ver como un extraño regaño. ¿Cuánto hacía que alguien no intentaba regañarlo? Declan no conseguía acordarse siquiera.

—Bueno, pero lo que no está a discusión es que soy mayor, ¿no dicen por ahí que siempre se obedece a los mayores? —Declan arrugó la nariz, en una mueca que pretendía ser graciosa. Sin embargo, no pudo escuchar la respuesta de Wang, porque escuchó el característico sonido de una pistola. Al principio estaba convencido de que lo escuchó desde la calle, no era extraño la actividad criminal, pero cuando escuchó el sonido del vidrio de la puerta quebrándose, supo lo que estaba pasando.

Su primer instinto, por supuesto, por tirar de Wang lo más fuerte que pudo, de manera que éste quedara protegido debajo de la mesa.

—No te muevas de aquí —dijo, mientras sacaba la pistola que siempre llevaba consigo, aunque no estuviera de servicio. En teoría no era una obligación llevarla a todos lados, pero en un sitio como Tara, nunca se estaba realmente seguro.

Cuando Declan se levantó para observar a su alrededor, se dio cuenta de que no eran más que tres mocosos que estaban temblando, uno de ellos ni siquiera llevaba una máscara puesta. Parecía el más vulnerable de los tres y el que estaba más rezagado. El que parecía el líder estaba acorralando a Burt contra la barra, probablemente sólo querían robar y salir de allí corriendo, pero mientras menos experiencia tuvieran los ladrones, eran más propensos a cometer errores.

Y los errores, como bien sabía Declan, cobraban vidas humanas.

—Bajen las armas —exclamó Declan, apuntando al que parecía el líder de los tres—. No vas a lastimar a nadie.

Declan, en el fondo, sabía que unos mocosos como aquellos, con pistolas que seguramente eran de contrabando, tan sólo estaban muertos de hambre y buscaban cómo robar algo de dinero. El problema era que la mafia organizada se valía de esa necesidad para convertirlos en contrabandistas o asesinos.

—No lo voy a repetir —cuando el tercero intentó hacer una movida imprudente, Declan vio su oportunidad. Él era mayor y con más experiencia, no tuvo problemas en desarmarlo. El problema fue cuando escuchó de nuevo el sonido de disparos, que golpearon varias de las sillas cercanas, como si eso fuera a asustarlo. Pero Declan no temía por él en absoluto—. ¡Burt, al piso!

Wang sonrió cuando Declan le recalcó que era mayor. Lo tenía claro. Era un hombre maduro, que conocía el mundo. Un policía responsable. Probablemente una de las personas aque más admiraba en Tara.

Además, probablemente su edad tenía algo que ver con lo atractivo que resultaba, pero Wang no le iba a decir eso.

De todas formas, no habría podido. El disturbio en el local los interrumpió y antes de que entendiera lo que estaba pasando, Declan lo había arrastrado debajo de la mesa.

Se quedó estático después de que Declan le dijera que no se moviera, pero terminó por asomarse ligeramente cuando le escuchó ordenar que bajaran las armas. Tuvo que tirarse al suelo cuando escuchó los primeros disparos.

Sin embargo, cuando el sonido cesó y escuchó gente correr fuera del bar, supuso que los atacantes estaban huyendo, asustados porque el ruido de las armas iba a atraer la policía... o eso pensó. Luego oyó los gritos de dolor de Burt.

No podía quedarse escondido debajo de una mesa si Burt estaba herido.

Se incorporó primero con cuidado hasta que comprobó que no había armas a la vista. Luego corrió hacia la barra. Detrás de esta, Burt se sostenía una herida en el estómago que sangraba profusamente.

—¡Declan, hay que llamar una ambulancia o llevarlo nosotros al hospital, no opdemos perder tiempo!—gritó, mientras se quitaba su propio abrigo para utilizarlo en hacer presión contra la herida.

Si tenían suerte la bala no habría tocado organos vitales, pero las heridas de abdomen eran muy dolorosas y una larga agoniá para quienes las sufrían.

—No te preocupes, Burt, soy doctor—le recordó. —Voy a cuidarte bien hasta que llegues al hospital, vas a salir de esta.

Como médico sabía que no podía hacer promesas así, nunca había garantía de curación, pero iba a hacer todo lo posible por él. Levantó la vista y vio una botella de licor, la cual tomó para derramar sobre la herida, con intención de desinfectarla.

—¡Declan! ¡Declan!—llamó a voz en grito. —¿Sigues aquí? ¿Estás bien?.

No podía levantarse a buscarlo, si dejaba de presionar la herida de Burt podía ser fatal. Pero, ¿y si Declan estaba herido también?

El corazón se le iba a salir del pecho. No era lo mismo la adrenalina de una sala de emergencias que la de una escena de crimen, y definitivamente prefería la primera.

Declan era lo bastante experto como para darle caza a esos mocosos, sin embargo, en este momento tenía que priorizar qué era lo más importante. Llevar a esos chicos a la comisaría, para que se perdieran en el sistema corrupto de Tara, no era tan prioritario como ayudar a Burt. Declan se quedó apoyado en la puerta por un instante, viendo cómo los chicos salían corriendo por la calle.

Lo más peligroso de que fueran unos chicos sin experiencia, era que los disparos podían convertirse en una ruleta rusa. Declan tenía muchas cicatrices de heridas de bala y esa noche, parecía que añadiría otra a su colección. Una de las balas lo había alcanzado en la pierna izquierda, por la manera en que ardía no parecía que todavía estuviera alojada en la pierna, pero estaba sangrando y se le dificultaba caminar.

Sin embargo, tuvo que apretar el paso cuando escuchó la voz de Wang. Declan se asustó al pensar que algo le había pasado, pero cuando se aproximó lo suficiente se dio cuenta de que era aún peor: Burt estaba sangrando desde el estómago. Parecía grave y Declan no podía imaginarse peor situación que ésta.

—¡Burt! Maldita sea, esos mocosos parecía que querían dispararle a todo el mundo. Una ambulancia tomará tiempo… ¿Qué tan grave es para que podamos moverlo? Puedo traer el auto hasta la entrada, pero dime qué es mejor —Declan sabía de buena mano que, a veces, intentar mover a las víctimas podía resultar aún peor que dejarlas estáticas hasta que llegara la ambulancia. Quiso inclinarse para ver mejor la situación, pero la pierna sí que le estaba molestando. Declan gruñó, fastidiado, mientras escuchaba a lo lejos las sirenas de la policía—. Ir al hospital ahora no es mala idea, la pierna me está matando. Pero tú eres el experto, yo obedezco. ¿Tú estás bien?

A simple vista, Wang parecía intacto. Una suerte, porque Declan no creía que pudieran sobrevivir la noche si estaban los tres heridos.

Escuchar la voz de Declan a su lado fue un alivio. Los chicos parecían haberse ido y no tendría que enfrentar esto solo. Sin embargo, cuando Declan dijo lo de su pierna se volteó para verlo sin dejar de presionar la herida de Burt.

—Hazle un torniquete a tu pierna—le indicó, preocupado. Desde allí no podía valorar si la herida era grave. —¿Puedes caminar bien?

Meditó la pregunta de Declan sobre mover a Burt.

—Puedo estabilizarlo para que podamos llevarlo en el auto, así no perdemos tiempo esperando la ambulancia—dijo finalmente. Los recursos de la ciudad eran pocos y las ambulencias escaceaban, en especial cuando el herido era un don nadie —Una vez allí, dejaremos a Burt en buenas manos y yo puedo encargarme de tu herida.

Wang no era cirujano, y estaba seguro de que Burt iba a necesitar uno. Un balazo como aquel tenía que haber rasgado algo importante. Pero suturar una pierna era algo que podría hacer él perfectamente.

—Si puedes caminar bien después del torniquete, acerca el auto a la puerta. Subiremos a Burt a una mesa para usarla de camilla improvisada.—dijo, intentando trazar un plan para ellos. —Y luego, debemos volar al hospital, no tenemos mucho tiempo.

Quisiera ser más halagueño, pero con la cantidad de sangre de Burt en sus manos no eran un buen augurio.

Eso era lo único bueno que podía ver de la pierna de Declan desde allí: no había tanta sangre. Pero un mal movimiento podía abrir aquella herida más...

"No tenemos mucho tiempo".

Declan no era un experto, ni mucho menos, pero podía darse cuenta que la herida de Burt parecía seria. Había demasiada sangre como para que pudiera ser bueno. Wang tenía toda la razón, no podían perder el tiempo, así que eso de un torniquete para su maldita pierna tendría que esperar.

Esperaba que Wang no se le ocurriera regañarlo, pero Declan sabía que, cuando eras policía, había momentos en que tenías que priorizar el bienestar de los demás que en lugar de tu propia seguridad personal.

—El torniquete quedará para después… —comentó, ahogando un gruñido de molestia, mientras se acercaba hacia Wang. Burt parecía inconsciente, pero Declan escuchaba su respiración pesada. Si se iban en su auto, serían unos cuantos minutos hasta el hospital. A estas horas no había tanto tráfico, además de que Declan pensaba saltarse todas las luces rojas que se encontrara en el camino. Pensaba aprovecharse de las ventajas de ser policía en esta maldita ciudad—. Mi pierna sobrevivirá, lo importante es que Burt esté bien. ¿Cómo te ayudo? Mi auto está cerca, pero dime qué tengo que hacer.

Aceptó las indicaciones de Wang para mover el cuerpo de Burt, quien soltó un sonido de queja, lo cual significaba que seguía vivo, así que Declan no tuvo ni tiempo de asustarse. Maldecía a esos mocosos, estaba seguro de que se había quedado por lo menos con la cara de uno de ellos. Por si acaso, pensaba buscar en los registros policiales luego.

—Mierda… —cuando colocaron a Burt en el asiento trasero, Declan sintió ardor en la pierna. No quería ni pensar en cuántas semanas de recuperación necesitaría para sanar esa herida. Pero todo valdría a cambio de que Burt estuviera bien. Declan le tenía mucho aprecio y no parecía ser víctima de la criminalidad de esta ciudad—. ¿Vas a ir con él atrás? Sólo dime y estoy listo para pisar el acelerador.

Wang quiso protestar y decirle la importancia de hacerse el torniquete, pero era cierto que iban contra reloj en lo que a Burt concernía. Declan era rápido y ágil, y se movía como si la vida de Burt fuera lo más importante y su pierna no lo estuviera matando de dolor, pero Wang sabía que lo tenía que estar matando.

Nadie podía estar realmente acostumbrado a las balas.

Subió atrás con Burt. Era necesario seguir haciendo presión sobre la herida y controlando sus signos vitales por si entraba en shock.

—¡Iré atrás con él!—le confirmó. —¡Llevanos lo más rápido que puedas!

Wang había hecho sus rondas en ambulancia en su momento, podía trabajar en movimiento. Declan había cumplido su palabra de pisar el acelerador, lo que le hacía dudar de si era legal la velocidad a la que iban y si realmente era posible tener todos los semáforos a su favor.

Él, por su parte, hizo que su teléfono llamara a emergencias del hospital.

—¡Voy en camino con un herido en el abdomen! ¡Balazo sin salida!—gritó al teléfono que había dejado caer en el asiento mientras él hablaba sin dejar de atender a Burt. —¡Llegaré en el auto de un detective en unos minutos!

Intentó darle ánimos a Burt, pero a pocas cuadras del hospital el hombre perdió el conocimiento. Levantó la cabeza cuando sintió el carro desviarse y notó que Declan acababa de meterse en la entrada de emergencias del hospital de Tara.

Las puertas de atrás del carro se abrieron apenas Declan frenó, y un equipo de emergencia les estaba esperando. Wang apenas pudo ayudar a sacar a Burt de atrás cuando fue dejado de lado. Una enfermera lo sustituyó en la presión de la herida mientras corrían a toda velocidad al quirófano.

—¡Newt está de turno, va a estar en buenas manos!—le dijo Seth, uno de los residentes.

Wang suspiró. En efecto, si el doctor Newt estaría a cargo de la operación, Burt iba a lograrlo.

Se miró las manos llenas de sangre y su ropa echada a perder antes de girarse hacia el auto buscando a Declan, quien también había bajado del auto ya.

—Burt está en buenas manos—le aseguró—Ahora voy a lavarme para ocuparme de tu pierna, ¿de acuerdo? Necesitamos atenderla.

No había podido ver la herida como tal, pero una bala siempre era peligrosa, en especial si no salía.

La pierna le dolió durante todo el camino, especialmente cada vez que tocaba el acelerador para llegar a tiempo. Declan estaba acostumbrado a aguantar dolor, pero hizo más esfuerzo de la cuenta porque lo único que importaba era llegar al hospital. Cuando estuvieron allí, dejó que Wang se hiciera cargo.

Fue un alivio saber que el doctor Newt estaba de turno, Declan le tenía mucho respeto y era muy reconocido desde que asumió el cargo de director. Era el tipo de persona que le daba esperanzas de que todavía quedaba gente decente en esta maldita ciudad. Se despidió de Burt con un apretón de manos cuando los colegas de Wang se lo llevaron a emergencias.

Sólo entonces se dio cuenta de que Wang tenía toda la intención de cumplir su promesa sobre la pierna herida. Declan gruñó de fastidio, porque era como si de pronto pudiera concentrarse en la molestia que sentía.

—He tenido peores heridas —confesó, sin saber si eso era para tranquilizarse a él mismo o al doctor Wang—. ¿Dónde te espero? Si ya no me desangré de camino al hospital, no creo que me pase nada por esperar unos minutos más.

Declan se recostó un instante contra una de las sillas que estaban en la recepción del hospital. Con todo lo que había pasado, perdió la noción del tiempo y no tenía la más mínima idea de qué hora era. A estas alturas, estaba calculando que regresaría a su casa muy entrada la madrugada. En esos momentos cuando la ciudad era todavía más peligrosa.

También podía considerar quedarse allí, vendado, esperando noticias de Burt. No era mala idea.

Wang se lavó las manos y se cambió a toda prisa en el salón de estar de los médicos de emergencia y regresó por Declan.

—Vamos—le digo, guiándolo a una de las cortinas que estaba libre, y le hizo señas para que tomara asiento en la camilla.

Lo ayudó a subir la pierna y sacó unas tijeras.

—Lo lamento—dijo mientras las llevaba al pantalón —Tengo que cortarlo para poder coser bien. Si te lo sacas te puedes lastimar más. Pero seguro te puedo conseguir un pantalón por acá para mientras llegas a casa

La herida era fea, pero no era grave, o en efecto, ya se habría desangrado. Sin embargo, no había traspasado la pierna de lado a lado, así que sí era necesario sacarla. Una bala mal alojada podía ser peligrosa.

Buscó la anestesia para ponérsela en la pierna. Tenía que estar con mucho dolor, pero al parecer Declan tenía un aguante admirable. Los movimientos de Wang eran metódicos y pacientes. Quería sanarlo bien y no causarle dolor. Levantó la mirada de la aguja hacia Declan anes de inyectarlo.

—No te preocupes, tengo buena mano—le aseguró antes de guiñarle un ojo.

Sonrió mientras le ponía la inyección y preparó las pinzas para extraer la bala mientras la anestesia hacía efecto.

—Vamos a sacar esa bala de ahí y luego te coseré—le explicó. —Está mal que yo lo diga, pero cuando yo coso una herida casi nunca queda cicatriz..

Estaba bien orgulloso de sus habilidades, y pensaba hacer un buen trabajo con la pierna del detective Declan.

No sería la primera ni la última vez que a Declan lo herían de bala. Tenía varias cicatrices y él tenía innumerables historias para contar sobre redadas que habían salido mal o enfrentamientos sorpresivos, como el de esta noche. Sobre todo, la mayoría de las heridas de bala habían venido de su época como novato, tenía tiempo que no cometía un error como el de hoy. Pero había demasiado en juego, estaba preocupado tanto por Burt como por Wang, era obvio que no estaba usando sus cinco sentidos en su propia supervivencia.

Cuando se quedó a solas con Wang, no pudo evitar pensar en ello. Antes, cuando todavía su familia estaba viva, Declan era mucho más cauto. Aunque se tomaba en serio su labor como policía, siempre salvaguardaba su propia seguridad ante todo, pues era consciente de que en casa lo esperaban su hija y su esposa.

Sin embargo, todo había cambiado desde que se quedó solo. Era mucho más arriesgado, no le importaba salir herido y se atrevía a ser más agresivo de la cuenta. Esa noche, sin embargo, tuvo que cuidarse también para poder proteger a Burt y Wang. Por suerte, Wang no había sufrido ni un solo rasguño, de no ser por él era seguro que Burt no hubiera llegado vivo al hospital.

—No me preocupan las cicatrices, Wang —le dijo con tranquilidad, encogiéndose de hombros—. Si me queda otra para la colección, no es tan grave. Con que saques esa bala y me digas que estaré como nuevo en unos días, me doy por bien servido. Lamento que nuestro encuentro haya terminado de esa manera. Eran unos mocosos, estoy seguro que ni siquiera era mayores de edad y andaban por ahí con pistolas, creyéndose delincuentes de verdad. Menos mal estabas allí para ayudar a Burt.

Declan suspiró con desgano, pues no quería empezar a hablar sobre lo mal que estaba la ciudad, aunque era obvio. La delincuencia abundaba en las calles. Si él no hubiera estado allí, Burt quizás ahora estaría muerto.

—Realmente es una mierda esta ciudad —Declan masculló cuando sintió la primera sutura, pero se quedó muy quieto para que Wang hiciera su trabajo—. Lo peor de todo es que la mitad de la fuerza policial está comprometida con la delincuencia hasta el fondo, y la otra mitad acepta sobornos porque es lo único que les queda.

Wang arqueó una ceja al escuchar a Declan hablar de colección de cicatrices. En efecto pudo ver otras cicatrices en las piernas y se preguntó dónde más tendría cicatrices que no estaban a la vista. Sonrió ligeramente para sí pero se cuidó de no levantar la mirada. Seguro que tenía las orejas enrojecidas.

Suspiró al escucharlo decir que lamentaba que su encuentro acabara así.

—Me alegro de que hayamos estado ahí. Si no los hubieras detenido habrían atacado a Burt directamente y quizá no habría sobrevivido—declaró con sinceridad.

Declan se había movido muy rápido, gracias a eso lo habían llevado a tiempo al hospital.

—No todo es tan malo en la policía. Existes tú, y eso a mí me da bastante esperanza—confesó con todo confidencial. Por algo trabajaba con él. Luego sonrió y levantó la mirada para ver a Declan a los ojos y sonrió presumido—Ahora, lamento si querías otra cicatriz para coleccionar, pero esta costura me quedó perfecta

En ese momento una de las enfermeras de emergencias abrió la puerta y se asomó.

—Hey, doctor Shen, lograron parar la hemorragia, el doctor Newt es optimista—le dijo con alegría.

Wang le agradeció con una sonrisa. Les había pedido que apenas supieran sobre Burt le avisaran.

—Eso son buenas noticias—le dijo a Declan. —Creo que no perderemos a nuestro bartender favorito.

Ahora, no sabía si después de esto podrían volver a reunirse en aquel bar. No sabía si esto afectaba en algo sus encuentros. Pero esperaba que Declan le dijera al respecto.

Declan sintió un escalofrío cuando Wang le dijo que era una suerte que hubiera estado presente. Él ya lo sabía, pero escucharlo de labios de Wang lo hacía más real que nunca. Sí que fue una suerte, no habría soportado que a Burt le pasara algo. Era un buen hombre.

Alzó ambas cejas luego del comentario de Wang sobre la cicatriz, parecía muy orgulloso de demostrarle sus habilidades de sutura. Declan pronunció la sonrisa, pues Wang usualmente no hacía esos comentarios. Tampoco era que tuviera oportunidad de hacerlos, pues por lo general sus conversaciones tenían que ver específicamente con lo que sucedía en el hospital y no con sus habilidades como médico.

Declan quiso hacer un comentario al respecto, pero entonces una de las enfermeras llegó con muy buenas noticias para ambos. Suspiró aliviado, intercambiando miradas con Wang.

—Bueno, es evidente que el doctor Newt está haciendo valer toda su buena reputación —dijo Declan, mientras dudaba qué debía hacer a continuación—. ¿Hay algún problema si me quedo hasta que la operación termine? No sé si pueda verlo, pero con confirmar que está bien me conformo.

De hecho, si Wang no tenía problemas en quedarse también, Declan se sentiría más tranquilo si lo llevaba a casa después de todo lo que había sucedido. Con todo lo que pasaba en la ciudad, estaba viendo que nunca se podía ser lo suficientemente precavido.

Wang recogió los restos de algodón e hilo de las suturas que había realizado. Había tomado esa sala sin hacer una ficha para Declan, así que los asistentes se quejarían si les tocaba limpiar algo que en teoría no se había usado.

—No hay problema, podemos esperar juntos. Si me quedo aquí van a ponerme a atender emergencias aunque no sea mi turno—comentó. —Si de verdad quieres esperar, podemos pasar por algo de comer a las máquinas expendedoras y subir a la azotea. A esta hora debe estar vacía.

No era extraño que hubiera personal en la azotea que subiera durante el día a fumar o secretear, pero en la noche ya debía estar más frío. Se alegró de haberle buscado a Declan un pantalón para sustituir el que estaba lleno de sangre y habían tenido que cortar. Ambos andaban abrigo, así que deberían aguantar.

Le hizo señas a Declan para que lo siguiera. Una vez en el pasillo se dio cuenta de que tanto sus compañeros como el personal de enfermería se quedaba mirándolos. Empezarían a hacer preguntas sobre su relación con Declan, ¿por qué era tan amigable con un policía? Tal vez sería peligroso para su cubierta, pero pensó que diría que ambos habían estado en el bar y se habían preocupado por Burt. No tenía por qué haber más de fondo.

Pararon en la máquina expendedora y él sacó la comida. La máquina tenía truco y él la conocía bien. Era su principal fuente de alimento cuando estaba ahí. También compró un par de cafés, les haría bien para empezar, y por el frío.

—Vamos, la azotea es mi lugar favorito del hospital—confesó—Tiene una vista excelente de Tara

A veces se preguntaba si un día, subiendo ahí de noche, podría ver alguno de los secretos que guardaban las noches de Tara.

Declan alzó ambas cejas cuando Wang le dijo que podían ir a la azotea, pues no se esperaba semejante propuesta. Sin embargo, cuando escuchó que la alternativa era que lo pusieran a trabajar en emergencias. Wang estaba en su noche libre y ya había hecho más de la cuenta al impedir que Burt muriese de camino al hospital y además extraerle la bala y suturar las heridas. No era justo que, además, lo hicieran trabajar. Declan comprendía que era porque siempre estaban bajos de personal, pero no iba a negarse a ir hasta la azotea, el resto de los doctores y enfermeras de seguro podían encargarse.

—Todo lo que hay en esas máquinas es pésimo para la salud —dijo Declan con expresión muy seria, tan sólo para ver cómo Wang hacia una mueca incómoda con los labios y luego lanzó una carcajada—. Me parece perfecto.

Por supuesto, Declan no dejó que Wang pusiera ni una sola moneda en la máquina. Así que salieron de allí con galletas, gaseosa y unos cuantos chips que seguro tenían un montón de calorías y que quizás a estas horas les caerían pesado a su estómago, pero no pensaba decirle eso a Wang. Ya había acordado hacerle compañía y no pensaba despertar mañana para tener noticias de Burt si podía tenerlas hoy mismo.

Cuando subieron a la azotea, las vistas de la ciudad nocturna eran tan tranquilas que cualquier visitante no podría hacerse una idea de lo que cocía en las calles de Tara. Declan suspiró hondo y abrió la primera gaseosa para dejársela a Wang y que éste la tomara entre las manos.

—Así que, este es tu lugar favorito —dijo, justo después de darle un sorbo a la gaseosa—. Creo que puedo entender por qué.

Tenía que reconocer que junto a Declan siempre sentía que lo estaba cuidando. Acababa de comprar sus snacks, y le abrió su bebida. Si bien a Wang le gustaba recordarle que no era un jovencito que necesitara protección, la verdad era que esto le gustaba. Nunca nadie cuidaba de él desde que entró a la escuela de medicina.

Tara era una ciudad dura.

Pero el detective Declan le hacía pensar que había esperanza.

Se acercó al borde de la azotea. Se apoyó en el muro que la rodeaba, y se levantó para sentarse en el borde. Era ancho, así que no pensaba que fuera peligroso. Le hizo un gesto para que se sentara a su lado.

—¿Te gusta la vista?—preguntó, mientras dejaba que su mirada recorriera el horizonte de la ciudad, iluminado de noche. —Si tan solo la ciudad fuera tan pacífica como parece desde aquí.

Todo parecía muy pacífico, hasta que se empezaban a escuchar las sirenas y las luces de las ambulancias rompían la oscuridad de la noche.

—Nunca había estado en una situación como la de esta noche. Sé que pasan en Tara todo el tiempo porque veo aquí los resultados... pero no había estado en una. Me alegra haber estado contigo cuando pasó.

Le dedicó una suave sonrisa. Estaba siendo sincero. Si tenía que pasar, qué mejor momento que en su compañía.

—¿Tenemos que acordar una versión oficial de lo que pasó esta noche? Estoy seguro de que ya hay rumores en el piso de emergencias de que llegué contigo y un herido, y te curé. Para mañana lo sabrá todo el hospital.

Era un problema de un lugar como aquel. Todo se sabía en los pasillos del hospital.

Aunque llevaba algo de tiempo de conocer a Wang, Declan creía que era la primera vez que tenían este tipo de conversaciones. Hasta ahora se habían mantenido en una relación más bien profesional, en el que no se hacían demasiadas confesiones, más que su descontento general con aquella maldita ciudad. Sin embargo, ahora Wang estaba bebiendo una gaseosa en la azotea con él y Declan le parecía que se habían conocido esa noche más más que en todos los meses que llevaban trabajando juntos.

No estaba seguro cómo se sentía con eso, pues desde la muerte de su familia, Declan se había dicho que lo mejor era ya no hacer relaciones significativas. La única persona quien no se rendía con él era Adam Burrows, quien quizás era la otra alma sin corromper en el cuerpo policial.

Pero suponía que su amigo no contaba, pues se habían conocido cuando Declan todavía tenía familia, mucho antes de que él y su esposa decidieran casarse.

—Es una vista muy hermosa —admitió, reconociendo la nostalgia en el tono de voz de Wang—. Sí, es una lástima, creo que nuestra ciudad merece mucho más, pero hay unos pocos que la tienen secuestrada por completo.

Declan lamentaba no solo la muerte de su familia, sino que la ciudad siguiera exactamente igual y no parecía que fuera a cambiar.

—Bueno, a mí también me alegra haber estado presente, a saber qué hubiera pasado. Siempre es peor cuando son ladronzuelos sin experiencia, son más propensos a disparar y son más impredecibles, menos mal tú también estabas allí para atender a Burt. Créeme que conmigo no hubiéramos llegado al hospital, no quiero ni pensarlo —suspiró, mientras sopesaba pensativo lo de dar una versión al respecto. Hasta ahora nadie sabía de su relación con Wang, decir que eran amigos no se alejaba de la verdad, pero quizás resultaría sospechoso. En Tara, cualquier cosa podía levantar sospechas—. No creo que tengamos que darle explicaciones a nadie. Al menos yo no se las doy a nadie sobre mi vida privada, pero podemos acordar algo, si tú quieres. No voy a negar que nos conocemos o que estaba ahí por simple casualidad.