El universo de las historias es maravilloso, pero más complejo de lo que cualquiera podría imaginar. Cada personaje juraba que su mundo era el único y que no había nada más. Incluso creían que el resto eran solo eso… historias, leyendas. Sin embargo, aquel universo era más vasto de lo que cualquiera pudiera imaginar. Cada historia tenía su propio mundo, con su propia personalidad y peculiaridad. Se suponía que estaban diseñados para que nadie ni nada cruzara de un mundo a otro. De ahí la creencia de que solo existían ellos.

¿Qué pasa cuando un Malvado Hechicero, ambicioso descubre esto y quiere activar los portales que conectan cada uno de los mundos con el fin de apoderarse del universo entero? Pues que el resulta que hacerlo no era tan sencillo como parecía. Cuando la magia fue activada apareció una llave que se necesitaba para poder pasar de un lugar a otro. Esto, para poder tener control de quienes pasaban, el propio Universo tenía su forma de protegerse. Pues al saber que todo aquello se había hecho con intensiones malvadas, la llave se dividió en varias llaves pequeñas que al unirlas formaban una grande y solo con cada una de ellas se podía abrir los portales. Para desgracia del mal, aquellos pedazos volaron cayendo en manos de gente al azar y arrastrándolos con ellos al Mundo Solitario, un lugar donde parecía todo había comenzado y no estaba habitado… aparentemente.

Fue ahí donde el príncipe Philippe, Aurora, Caperucita Roja y el Lobo Feroz, terminaron de manera inesperada. A pesar de cierta desconfianza entre ellos, habían decidido ayudarse a buscar la forma de salir de allí para cada cual volver a su hogar. Aunque cada cual mantenía en secreto por el momento la llave que habían encontrado cerca de ellos. ¿Llegaría el momento en que lo descubrirían, pero sería eso suficiente para llegar a sus respectivos hogares? ¿Sería tan fácil dar con el mundo correcto? Y… ¿Acaso tendrían todas las piezas para formar la llave maestra?

Asintió con el comentario de Philip. Era a quién se lo había dicho primero y había comprendido y como se sentía al respecto, es que nada le esperaba ahí que volver a ser un lobo. —  Vuelvo a decir que gracias por comprender. Puedo verme rudo pero he aprendido a convivir con ustedes y me han aceptado a pesar que no era  del todo bueno, muy bien pudieron creer más en Scarlett y todo lo que quise hacerle a ella y a su abuela. ¿no? — Finalmente les contestó a los dos que eran comprensivos en su decisión y por eso mismo no los dejaría solo, tenían que pasar por varios mundos por lo tanto seguro uno se podría adaptar pero ante todo la prioridad era seguir siendo humano.

La que no parecía comprender era la caperucita y eso hizo que alzara la ceja. — No la hay. — Comentó un poco aburrido por lo insistente porque igual no era que se llevaran del todo bien solo eran unidos y ya. Compartían una historia y ya, pero no quería volver a eso. — Muy probable que otro lobo quiera tomar mi lugar allí — Dijo encogiéndose de hombros al escuchar que no sabía si su abuela estaba viva. — Supongo que eso es si paso el tiempo allí, nosotros aquí podemos sentir que pasamos 5 años pero allá solo sea segundos. ¿No han pensado en esa posibilidad? — Gruñó cuando la tonta exclamó de la nada que había manchado el mantel — ¡Exagerada! No ha sido tanto y bien... todo depende de Aurora que sé lavar trapos sucios.— Murmuró negando con la cabeza que había cortado toda su emoción de decir algo importante. La caperucita seguía siendo tan infantil.

Tanto Aurora como Philip se levantaron y empezaron a recoger sus platos por lo que se precipito sacar un tercer pedazo de carne y se lo comenzó a comer. — ¡Sería genial! Ustedes dos cocinan muy bien — Dijo feliz después cuando supo que iba a conseguir un pote. Apenas terminó de comer se levantó y dejo su plato y su vaso desocupado donde los chicos estaban limpiando. No era mucho de ser dueño de casa pero en algo ayudo.

Miró de manera fugaz a la caperucita.  Y se quedó descansando un momento pues pensaba acompañar a los chicos hasta donde pudieran a buscar sus llaves. Presentía que le quedaba en este lugar que no estaba del todo desahibitado pero eran tan pocos que le aburría, si llegaban a otro esperaba que hubiera más gente y que al menos fuera interesante.

— ¿Ya están listos? — Ya estaba de lo más descansado y muy dispuesto a cuidar sus espaldas si algo llegaba a pasar. Pero claro... suponía que ese mago misterioso se aparecería ante ellos tal como les había pasado con Scarlett, así que era probable que solo se quedarían esperándolo cuando vinieran de vuelta.

La verdad era que la muchacha ni siquiera habría imaginado en un comienzo el hecho de que el lobo no regresará con ellos. No había sido hasta ahora que lo mencionaba que caía en cuenta de que simplemente le había interesado todo esto solo por ayudar a los demás a volver y quizá encontrar un mundo mejor para él. Pero que no pensaba volver con ella El Mundo de los cuentos. En cierto modo, eso, igual, decía el cambio que había ocurrido en él. Por qué si hubiera sido el mismo de antes que solo perseguía y quería devorársela, no le hubiera importado querer ayudar a los demás regresar.

Scarlett estaba comenzándose a frustrar con el asunto, quizás era solo ella que lo extrañaría y no viceversa. Pues notaba que simplemente estaba de verdad reacio a volver. De solo imaginar a otro lobo siguiéndola le volvían los escalofríos, otro seguro si se la querría comer. — Espero que no. Si no regresas, pues lo menos que quiero es tener aún lobo de quién sabe donde saldría intentando comerme. — refunfuño la muchacha.

— Eso sí sería extraño. Pero luego de todo lo que ha pasado tampoco me sorprendería. — Admitió la muchacha. Y aunque quería concentrarse en continuar la conversación, seguían un tanto con la mente en el hecho de que Hrolf se quería quedar y que seguramente no lo vería más. ¿Por qué rayos le afectaba si se la pasaban peleando? Y por supuesto, por cortar con todo eso que estaba sintiendo, salió con aquel comentario bobo, pero que lo había irritado.

— ¿Y que si exagero? Total, no te importa mucho las cosas que digo. — y no lo decía precisamente por el mantel. — Da igual Aurora, si una se acostumbró, no a su compañía, se quedará de todos modos. — dijo ahora ignorándolo sin tan siquier mirarle. Luego la muchacha termino con la comida y ayudo un poco a recoger. Al menos a acomodar de nuevo la mesa. Aunque al final de cuentas ya daría igual si al final terminaban por marcharse ese mismo día.

— Cuando nos digan nos marchamos. — comento la Caperucita, dando a entender que ella también iría y no se quedaría viendo de lejos. Así que iba a tenérsela que aguantar. — A lo mejor igual deberíamos ir por algunas cosas también. — le dijo a Hrolf al fin dirigiéndole la palabra. Además de que sí resultaba todo como debían, pues entonces debían ellos también estar listos.

Ahora que tenían información de aquellas llaves no podían perder más tiempo y debían ir a buscarlas. Suponía que era la hora adecuada porque aún no anochecía, lo cierto es que sabía que ella y su esposo eran lo suficiente ansiosos para esperar para el otro día y no había nada de mal en ir,  Philip también había aceptado. — Espero que sea hoy o sino, estaré ansiosa — Dijo con una pequeña sonrisa y acariciaba su mano, podía notar que estaba  igual de curioso que ella. — Aprendimos a convivir todos juntos — Señaló al lobo con respecto a lo que decía, es que podía entender aquello es que si ella hubiera estado en su maldición donde tuvo durmiendo  - según los demás - 100 años, tampoco habría querido volver, y más encima no habría tenido a Philip a su lado por lo que se habría sentido increíblemente sola.

La rubia solo escuchaba la conversación que tenía Hrolf y Scarlett y podía notar que la chica estaba algo alterada con la noticia, miró a su marido porque habían estado hablando de eso antes y por lo tanto, parecía que no estaban tan equivocados. Y bueno, se notaba que el licántropo estaba muy decidido con eso y no podía evitar entenderlo aún cuando Scarlett era quién le causaba más ternura, fuera como fuera estaría ahí para aconsejarla sí quería hablar al respecto y así aconsejarla. La verdad nunca se enojaría con ellos si decidían quedarse pero se veía que con su marido querían volver a sus orígenes.

— Gracias, amor — Le regaló un suave beso en los labios antes de comenzar a lavar y limpiar los platos sucios.  Muy pronto ya estaban listos, ella fue a buscar su capa porque empezaba hacer frío, arropo a Philip y dijo — Ya estamos listos, y gracias por acompañarnos — Tomó el brazo de Philip que ya se lo ofrecía y salieron hacia aquellas zonas donde podrían estar las llaves. Tenía el presentimiento que estarían juntas.

Fin de Capítulo

Habían dejado todo listo en la cabañita, ahora era cuestión de salir a buscar las llaves que les faltaban. Tanto la Caperucita cómo el lobo los estaban esperando para partir con ellos al área donde creían podrían estar las llaves. Aunque era posible que los dejaran solos en algún momento para irse a buscar sus cosas. Porque el par, a diferencia de ellos que se encontraban ahora mismo en su hogar, y que ya tenían sus cosas empacadas, el otro par aún no lo habían hecho.

La verdad es que Philip tenía muchas expectativas en cuánto a esto. Sería la oportunidad que estaban buscando para poder volver a casa. Una oportunidad para llevar la vida que soñaron cuando se casaron antes de que todo se volviera patas para arriba para ellos. Además, que él también se sentía con ese deber hacia su pueblo. Era el futuro rey, así que no podía defraudarlos. Sin contar que deseaba tanto la felicidad de Aurora, que, aunque sabía que al estar juntos era feliz, pero él deseaba que todos sus sueños se cumplieran. Agradecía inmensamente la ayuda que los chicos les estaban brindando, aun cuando Hrolf no estaba muy convencido de volver, les estaba echando la mano.

— Yo ya tengo todo listo. — dijo terminando de cerrar aquella mochila para mirar a su esposa. — Vayamos por esas llaves amor. — le anuncio dándole un pequeño beso y tomando su mano para que salieran de la habitación a la sala de estar donde aún esperaban Scarlett y Hrolf. Esperaba que no se hubieran vuelto a pelear mientras no los estaban viendo. Que ya eso parecía uso y costumbre de esos dos.

Miro a los otros dos. — Creo que ya podemos partir al área de la pradera de cultivos. Es un lugar grande, así que tenemos trabajo que hacer buscando. — comento el muchacho. — De verdad les agradezco la ayuda, es mucho mejor buscar una solución entre todos. — Añadió para luego ver a la princesa. — No negaré que extrañaré nuestros días aquí, no ha sido del todo malo. Solo que no es nuestro hogar. — Admitió el príncipe mientras miraba a su alrededor el lugar con un tanto de nostalgia, siendo el último en salir de la cabaña cerrando la puerta detrás de él.

Después de lavar los platos fue una buena idea empacar algunas cosas para llevarse. Igual le había advertido a su marido que empacaran ligero para no demorar y no estar en la zona de cultivos a tan oscuras. Cuando estuvo lista, la chica fue hacia a Philip y depositó una suave caricia en su mejilla —Estoy más que lista, pero tengo que reconocer que extrañare este sitio, fueron muchos años — Extrañaba a su familia, había pasado el tiempo como si nada y a pesar de que se había acostumbrado sabía bien que este no era su hogar. Tenían que aferrarse a la única esperanza que eran las llaves para lograr volver, ellos no conocían a aquel hechicero y encontrando la llave tenía el presentimiento que se aparecería para el siguiente paso.

Muy pronto se fueron donde estaba Hrolf y Scarlett en espera para salir. Igual tenían que ir a empacar un poco antes de volver a reunirse pero ya habían prometido que los dejarían en las zonas y volverían a sus respectivos hogares, quizás también estarían alerta por un tiempo por si pasaba algo.

— Sí, tenemos mucho que agradecerle si no hubiera sido por ustedes ni siquiera quizás no habríamos salido de este lugar. —Murmuró la rubia agradecida porque parecía ser igual que tendrían que salir los cuatro, porque eran del mismo mundo y cuando ocurrió todo esto, nunca entendieron porque habían llegado solo los cuatro. Era muy extraño y no sabía que clase de persona quería joder toda la armonía que tenían. De todos modos, al que más entendía era Hrolf que no quería volver porque allí nunca fue feliz, tal vez hasta Scarlett estaba conflictuada con eso porque si que prefería estar en otro mundo ya convertido en humano.

— Yo estoy mitad a mitad.... — Exclamó con suavidad mientras que salían de la casa y comenzaban a caminar hacia el sector de los cultivos. Hacía frío y aún no oscurecía, apretó más la mano de su esposo cuando divisaron lo verde que era ese prado. Sentía la magia correr por su alrededor era parecido cuando estaban en casa y ya era una sensación que casi tenía olvidada. — Estoy segura que vamos al lugar correcto — Les susurró a los tres.

Tal parecía que las cosas comenzarían a cambiar si llegaban a encontrar todas esas llaves. Quizás este era el comienzo de una nueva etapa en sus vidas. Hasta cierto punto se sentía un poco extraño el hecho de que había la posibilidad de regresar a casa. Habían sido largos años los que habían tenido que permanecer en aquel lugar, tanto así que la Caperucita había dejado de ser una niña para ahora ser una joven mujer. Lo que sí le había quedado en un estado de confusión fue el hecho de que el lobo decidiera no querer volver a su mundo.

Esto hacía que no supieras qué pensar al respecto, si ponerse triste, enojarse o incluso alegrarse. Era una montaña rusa de emociones. Pues le daba tristeza que se alejaran, le daba coraje que no se diera cuenta de que le importaba y al mismo tiempo lo normal hubiera sido alegrase de que se sintiera cómodo consigo mismo y se liberará de esa maldición, de tener que vivir todo tiempo en el cuerpo de un lobo.

Si bien Aurora y Philip habían quedado entusiasmados con la noticia, entre Hrolf y Scarlett, lo que se sentía era una tensión desde el momento de aquella conversación. Apenas le había dirigido la palabra para decirle que igual debían empacar. Hubo un momento de silencio que a pesar de que al comienzo se apreciara que lo hubiera luego de un rato, podía resultar hasta incómodo.  La castaña esperaba a la pareja recostada de una pared con brazos cruzados, evitando la mirada de Hrolf.

— No hay de que, igual, nos han tendido mucho la mano. — Le reconoció la chica a la princesa, pues bien era cierto que era lo más parecido a una hermana.  — Supongo que a pesar de algunas cosas… — comento mirando ahora si Hrolf. — No somos tan mal equipo. — y es que por alguna razón siempre terminaban empatados en las situaciones más extrañas, pero al final con todo y sus peleas terminaban resolviendo.

— Pues manos a la obra. A nosotros aún nos falta también empacar. — recordó la Caperucita. Pero primero los acompañarían, pues de todos modos les tocaba pasar por el lugar para llegar al área donde ellos vivían. Que para no perder la costumbre no era muy lejos el uno del otro.

El lobo ya sabía que no iba a poder estar en ese lugar que tenía tan pocos habitantes que llegaba a ser aburrido, pero tenía su trabajo y ante todo,  ya no era un lobo sino que un humano. Eso le encantaba bastante porque no tenía que ir cazando para no morir de hambre ni siquiera tenía que seguir a la caperucita y comerse a su abuelita. Esta vida era diferente y le gustaba.

Ahora los chicos tenían que ir a buscar sus llaves y habían calculado que su lugar era la praderas de cultivos. Escuchó a Philip con una ceja alzada — Yo me voy a devolver si allí vuelvo a ser un lobo — Sí, era el único que no quería volver a su hogar de antaño y lo peor de todo es que tenían que pasar varios mundos antes de llegar allí. ¿Alguno tenía que ser interesante, verdad?  Uno que cumpliera con sus expectativas, lo merecía.

— ¿Qué dices? Te caigo mal y es mutuo — Aunque lo fingía con seriedad y mal humor, Hrolf estaba preocupado de lo que podía pasar pero ya había dicho que sí y no había escapatoria.  Además que no confiaba en ninguno de ellos que si llegaban a gustarle el lugar no iban hacer nada si estaba como lobo. Se había acostumbrado a ser solitario y no tenía amigos, en esos años solo se acostumbro porque los tuvo cerca nada más. — Éxito — Les dijo a ambos cuando ya se estaban acercando.

Acompañaron a los chicos hasta las praderas y asintió a lo que dijo la caperucita. Se mantuvo callado y cambiaron de camino. El hombre se mantuvo en silencio hasta que llegaron al sendero que estaban las casas a una buena distancia pero se podía contemplar la otra a la lejanía. La de la Scarlett se encontraba primero — Nos vemos — Ya tenía listo el equipaje era cuestión de tomarlo y salir de casa, pero no se animaba salir de ahí tan pronto.

El futuro de ellos estaba a punto de tomar un nuevo rumbo. La aparición de las llaves lo cambiaba todo, pues les devolvía la posibilidad de lograr volver a su reino. Philip comprendía que tal vez para Hrolf no era tan grato, pero en el caso de él y la princesa eran buenas noticias. Tenían un pueblo que los necesitaba y también sin duda alguna prefería que sus futuros hijos pudieran crecer en su lugar de origen. De todos modos tampoco iba a negar que habían pasado buenos momentos en este lugar. Había podido dedicarse a cosas que como príncipe jamás imagino, y aquello le había gustado. — Yo igual, tuve la oportunidad de conocer nuevas facetas aquí. — aseguro coincidiendo con su esposa.

Salieron tomados de la mano y llenos de ilusiones de aquella habitación, donde se encontrarían con sus amigos para partir. El rubio agradecía desde el fondo de su corazón que hubieran compartido aquello con ellos, de lo contrario era posible que aún siguieran en la ignorancia de como volver. Por tanto, la pareja les dejo saber cuan importante había sido para ellos su intervención. Asintió ante las palabras de Scarlett a Aurora, era cierto que igual les habían tendido la mano. Todo aquí era algo mutuo y era lo bueno de haberlos conocido.

— Eso ya lo decides después. De todos modos no me negarás que todo esto causa intriga y curiosidad. Al final es posible que crucemos varios mundos antes de llegar al nuestro. Así que al menos el viaje no será perdido. — comento el chico para intentar animar un poco al lobo, que sabía que lo hacía más por ayudarlos y no con muchas expectativas de realmente irse.

Comenzaban a salir de su hogar, el príncipe miro hacia atrás con un toque de nostalgia y luego vio a su esposa. — Nos llevamos los buenos recuerdos. — aseguro tomando su mejilla para acariciarla antes de continuar caminando hacia las praderas. Noto como el lobo se acercó a ellos. — Gracias. — dijo dándole una palmadita en el hombro ante sus palabras. Realmente esperaba tener éxito encontrando sus respectivas llaves. Pronto vio como los otros tomaban la otra ruta para ir por sus cosas.

Al fin llegaron a las praderas y el chico podía notar como los cultivos se erguían por todo el lugar. Todo estaba tan verde que invitaba a quedarse. El lugar era amplio y lo que buscaban pequeño, no iba a ser tan sencillo dar con ellas. Pero igual comenzaba a sentir una sensación extraña recorrer su cuerpo, era magia. Escucho a Aurora y asintió mientras apretaba su mano. — Creo que tienes razón. — aseguro el chico.  — ¿Prefieres que nos dividamos para buscarlas? ¿O mejor vamos por una primero, y luego la otra? Al final siempre es más fácil cuando más de una persona está buscando. Tiende a ver lo que él otro no. — pregunto el muchacho. — ¿El área de las fresas? ¿O quizás la zona de los claveles? — añadió, pues allí tenían sembrado de todo un poco, pero por algún lugar debían de comenzar.

Eran un buen equipo y como Aurora era positiva creía que todo saldría bien. Este no era su mundo aún cuando hubieran pasado muchos años allí, tenían que volver a casa y de verdad, ella esperaba que todo hubiera sido un sueño, a veces creía que estaba encantada y todo se trataba de un sueño que al quedarse allí se había vuelto realidad.

Le sonrió a la caperucita que siempre era tan animada y juguetona, tal como ella era más positiva y miró con compasión a Hrolf que siendo un lobo había tenido que sobrevivir a ese mundo donde lo miraban como un villano, cuando en realidad, en este lugar a su juicio había mostrado su mejor versión, notaba que era tan infeliz que en este sitio se había sentido completo. — Y te entenderemos si lo haces, Hrolf. Piensa positivo porque te estás llenando de mala energía y adelantándote a los hechos. — Lo aconsejó también, aunque sentía que el lobo tenía mucha más confianza con él y le hacía caso — Trata de animarlo un poco — Le pidió a su amiga con suavidad para que el castaño de ojos verdes no se diera cuenta. Igual terminaba por intimidarlas.

— Nos vemos, espero que no demoremos mucho — Siseó la chica y se fue con su amado al sector de la zona de cultivos que esperaban encontrar algo porque era un lugar importante para los dos. — Quiero seguir mi instinto, y algo me dice que tenemos que ir juntos, estamos enamorados desde nuestro mundo. Busquemos  en la zona de fresas primero... eso sí hay que iluminar un poco, no veo mucho —Señaló tomando su brazo, hacía frío pero la temperatura empezó a aumentar mientras caminaban. Quizás estaban muy lejos, y les costaría encontrar los objetos, pero la esperanza era lo último que se perdía. — ¿Crees que estén al fondo? Sinceramente no creo que sea una búsqueda fácil — Soltó cuando en la zona de fresas no encontraron nada.

Scarlett no dejaba de ser una joven soñadora. Por tanto, en sus adentros anhelaba que el chico que le gustaba terminara por fijarse en ella. Solo que para su desgracia tenía que ser justamente el chico lobo. Al cual ella le caía mal, o al menos eso le daba a entender.

La chica volteó los ojos ante su comentario. — ¿Qué dices? No hace falta caerse bien para saber trabajar en equipo. Una intenta sacar algo bueno y tú sales con tus comentarios de limón amargo. — refunfuño. Aunque no pudo evitar sonreír al escuchar las palabras de la princesa. Es que tenía razón. Era mejor no adelantarse a los acontecimientos. No siempre todo tenía porque salir mal. Cuando llegara el momento entonces se sabría todo. Igual en cierto modo podía entender esa sensación de incertidumbre que podía llegar a ser muy molesta y angústiate.

— Lo intentaré. — Murmuró la castaña a la rubia ante su acercamiento para qué animará al lobo. De verdad no quería que todo siempre fuera así, pero a veces parecía que las peleas iban en automático. ¿Sería acaso un mecanismo de defensa para así bloquear cualquier sentimiento que pudiera surgir entre ambos y así no sufrir?

— Suerte con la búsqueda. Los veremos lo más pronto posible. — Señaló ya en voz alta para que todos escucharan. Luego tanto la Caperucita como el lobo se dirigieron al área donde estaban sus casas. No muy lejos de la otra. Porque por supuesto que no podían estar lejos el uno del otro. — Está bien, te alcanzo horita. — Le aseguró. — Y Hrolf… yo tampoco quiero que vuelvas a ser lobo… — Murmuró antes de continuar su camino y sin decir más cruzó momentáneamente la mirada con la ajena antes de darse cuenta. Solo que cuando se percató la desvío y se metió a su casa.

Scarlett preparó sus cosas tenía todo listo, y se había colocado aquella capa roja que aunque ya le quedaba corta, era lo único que le quedaba de su anterior vida. Había guardado en una canasta algunas bayas para el camino y se dirigió a la salida. Para así esperar a Hrolf.

El miedo más grande que tenía el chico era volver a ser un lobo. Por eso no quería volver a casa, no la sentía así porque si tenía que estar cazando para aliviar el hambre, aguantar el frío en el bosque y para peor, había quedado como el villano cuando se le apeteció comerse a la abuelita de la caperucita donde casi termina muy mal.  Sí, de hecho hasta todavía tenía la cicatriz en su abdomen por las consecuencias.

Le aliviaba que lo entendieran. Irse de ahí lo hacía solo por los chicos y porque también en el fondo no quería quedarse solo. Pero le gustaba porque pudo volver a ser humano y todo era tan distinto que no lo cambiaba por nada. Las chicas eran muy femeninas para su gusto, por lo cual con el que había mejores migas era con Philip que siempre encontraba las palabras correctas para que se sintiera tranquilo. — Y porque tampoco quiero quedarme solo aquí — Le susurró solo a él porque sobre todo no quería que escuchara Scarlett— Trataré de pensar positivo — Solo asintió a Aurora y como ella era tan delicada y suave no la quiso contradecir, estaba apoyándolo y lo entendía. La que no parecía entenderlo mucho era justamente la caperucita. — Piérdete ¿Viste? Ya me estaba motivando y sales tu con tu comentario para quedar desanimado— Le hizo un gesto de desagrado frunciendo la nariz.

Los chicos terminaron yéndose a buscar las llaves y ellos por su parte, a ordenar las maletas con lo necesario y cambio de ropa, que quizás ni necesitarían en el otro mundo — Estaba pensando en algo que no lo debatimos en la cena. ¿Y si tenemos que cumplir una cantidad de tiempo tal como nos paso aquí? ¿Serán unos viejos cuando lleguen a casa? — Habían pasado varios años viviendo en este lugar, Scarlett ya no era una niña. él mismo se notaba más fortachón y adulto.

— Ya sé que te caigo bien como hombre, además que luzco guapo — La molestó mientras se iba y se le dibujaba una sonrisa pues claro que sus palabras venían bien y que en el fondo lo apoyaba. Ya en casa, comenzó a ordenar sus cosas, buscando lo necesario y se dio cuenta que llevar algo de comida tampoco estaría tan mal. Se tentó mucho en acostarse pero prefirió no hacerlo porque o sino tendría problemas, ya que cuando se quedaba dormido su sueño era profundo.

Solo salió y se encontró con la castaña sin decir ni una palabra por un tiempo. — Llevo comida... es mejor que lo esperemos cerca a las praderas, ni idea cuando demoren pero...— Soltó un bostezo, ya comenzaba a tener sueño.

Evidentemente, el rubio tenía cierta camaradería con el lobo, tal como pasaba con la Caperucita y Aurora que eran más cercanas entre ellas al ser chicas. El príncipe podía comprender que no debía de ser fácil para aquel chico. De todos era el que había tenido el cambio más brusco. Pues al menos él tenía consigo a su esposa y eso había hecho que todo fuera más llevadero para ambos. Mientras que Scarlett era una niña cuando todo ocurrió, que si bien eso tampoco era un proceso fácil para un niño, los niños igual solían olvidar los momentos feos con más facilidad que los adultos. Muchas veces reprimían esa parte. Hrolf igual había llegado bastante joven aquí, pero tuvo que enfrentarse a un cambio completo. Ya no era un lobo, su vida había dado tremendo giro y para bien. ¿Quién quería despedirse de eso?

El rubio asintió ante las palabras de Aurora, solo él podía lograr darle un poco de ánimos. — Sí cariño, lo intentaré. — Le aseguró mientras apretaba su mano. Luego Hrolf se le acercó y escucho sus preocupaciones. Pretendo en especial atención a esa parte donde decía que no quería quedarse solo y que solo le había confesado a él. — Y no lo estarás. Créeme, siempre buscaré como ayudarte. Que sea lo mejor para todos. Desde hace mucho que ya eres mi hermano. — Le aseguró apretando su hombro — Hasta luego. Désenos suerte. — les dijo a los más jóvenes antes de seguir con su amada antes de partir a buscar aquellas llaves.

Cuando llegaron a la pradera lo más difícil sería saber por dónde comenzar. Pero le atinarán o no debían de elegir un lugar así que Philip prefirió confiar en los instintos de su esposa que por lo general no solían fallar. — Tus instintos rara vez fallan. ¿Recuerdas nuestra boda? Tuvimos tarta de fresas. Esa debe ser una señal. — comento el príncipe. Había sido tan poco lo que había durado su matrimonio mientras estuvieron en su reino, era como si, ya que no los separaron al menos no los dejarían gobernar. No querían que llegaran a ser rey y reina.

— Dame un momento, traje una lámpara. — Philip sacando la misma de entre las cosas que traía. — Igual podemos hacer algunas antorchas y para tener más visibilidad. — la búsqueda no parecía tan simple como imagino y pudo notar la frustración en el rostro de Aurora. — Creo que es justo eso. No las encontraremos de la nada solo buscando por encima toma la lámpara. Cavaré un poco. Por suerte vine preparado por si todo se complicaba. — reconoció el príncipe quien comenzaba a cavar y sacar tierra hacia un lado. — ¡Son dos! No es posible que no encontremos ni una. — protestaba frustrado cuando veía que solo sacaba rocas y tierra. — ¿Qué estamos haciendo mal? Tal vez es mejor ir a buscar en los tulipanes. — se cuestionaba mientras reposaba todo su peso en pala como si fuera un bastón.

En realidad, le gustaba la amistad que su esposo tenía con el lobo porque se notaba que había un buen vínculo de confianza entre ellos dos. Y por eso le pidió que lo apoyara porque realmente se veía agobiado con el tema porque en el fondo tampoco quería alejarse de ellos del todo. Si incluso luego lo confesó y lo entendió aún más. También se lo dijo a Scarlett, que le costaba un poquito más pero que sabía que lo consideraba mucho.

Asintió y los miró irse hacia sus hogares, donde fue donde miró a su esposo y se dirigieron a las praderas. Lo malo es que estaba oscuro y algo le decía que se encontraban al fondo, pues así era difícil.  ¿Se habrían equivocado? Algo le decía que no, porque ese lugar era el más especial que tenían, pasaban allí juntos y tenía que ser representativo. ¿No?

— Y eso era porque a ambos siempre nos ha gustado mucho las fresas y la verdad, la mayoría de los frutos. Siempre lo hemos preferido más antes que la carne. ¿Cierto? — Tomó su mano porque temía caerse  y agradeció que se le ocurriera prender la lámpara — Se me había olvidado completamente, estoy algo ansiosa. Así será mejor — Murmuró la chica mientras le daba su espacio y sonreía con ternura, le gustaba que fuera su calma en todo momento.

— ¿Unas antorchas? Vale... — No se atrevió a contradecirlo y decirle que no había entendido del todo. Comenzaron a buscar y gracias a la ayuda de él pudieron seguir buscando o desenterrando porque igual podían estar en la tierra. Paso tiempo y no encontraban nada,  se comenzó a desesperar porque podría ser que fuera otro lugar. ¿Pero cuál? ¿Estaría en su propia casa?  Soltó un suspiro, llenándose de ideas. — Buena idea... yo estaré en ese rinconcito para ver si las encontramos rápido — El pobre se comenzó a quejar porque no había resultado alguno y  ella se encogió de hombros. — Es que siento que no debería estar en otro lugar la verdad, este sitio es uno de nuestros favoritos para no decir que el mejor si no está aquí... ¿Dónde sería? ¿En nuestra casa? — Preguntó la chica que se le ocurrió mirar hacia su lado izquierdo,. algo alumbraba allí y no eran precisamente las alfombras. No se acordaba exactamente cual era ese sector.

— ¿Lo notaste? Por allí  — Señaló mientras que la chica lo ayudaba a que se fijará en esa luz que parpadeaba y por ratos, se mantenía serena. — Vamos... ¿Cuál era ese sector? — Preguntó la chica es que con la poca luz era más difícil adivinar, pero mientras más se acercaban más se podía visualizar.

Las cosas estaban por cambiar, eso parecía ser algo ya casi seguro. Se moverían de donde estaban así que la chica debía de ir preparada mentalmente para afrontar los cambios. Sin embargo, de lo que no sabía si estaba muy preparada era para la posibilidad de perder la presencia del chico. Sí, lo admitiera o no, a pesar de lo mucho que se peleaban ella y el lobo, tenían una conexión que aún no lograba descifrar. No deseaba que saliera de su vida, eso era lo único que tenía claro. Eso el tiempo lo diría, pues Hrolf ya había dejado claro sus condiciones para marcharse.

Pero claro, siempre había sus momentos tensos entre ellos. Siempre uno tenía que hacer un comentario hacia el otro. Parezca algo ya inevitable. — No te preocupes, un día puede que me pierda y me vas a extrañar. — le dijo haciéndose una mueca. Aunque sí que se le quedaba en la mente la duda de si de verdad la extrañaría si se perdía o algo le ocurría.

Al final dejo el asunto así, pues escucho las palabras de su amiga. Algo debía de hacer, pero a veces no sabía como. Porque cuando intentaba decir algo bonito, el lobo salía con una de las suyas y la cagaba. Como su intento de decir que podían ser un equipo. Pero bueno, lo intentaba porque ella si no deseaba que se quedara solo. Tampoco que volviera a ser completamente lobo. Eso lo entendía, aunque pareciera que no. Solo que no sabía como decir el porqué se sentía así porque no quería quedar en ridícula si al final no era mutuo. Más antes de que se fuera a empacar sus cosas, aun cuando no le dijo el porqué no quería que se volviera lobo, lo cual era porque lo quería, al menos le dejo saber que lo comprendía.

La muchacha guardó sus cosas, le dio una posible última mirada a lo que fue su casa antes de cruzar la puerta y cerrarla. Fue directamente a encontrarse con Hrolf, quien en un comienzo no había dicho nada, era un silencio un tanto incómodo. Pero al mismo tiempo sorprendía que pudieran estar así por un rato. — Yo traje bayas, para picar por el camino. — murmuro, tomando una en su mano y acercándosela. Eran fáciles de comer mientras estaban en movimiento y apaciguaba el hambre cuando atacara. — Sí, es mejor acercarnos. ¿Crees que necesiten ayuda? ¿O no debemos intervenir? — añadió llevando su mano al mentón pensativa. Es que no sabía si intervenir en la búsqueda afectaría en algo la magia de las llaves, pues al menos ellos ya tenían las suyas. Aunque quizás podían ayudar un poco sin necesidad de meter mano directa en el asunto.