Cuando creces sabiendo que puede haber monstruos en tu armario, es difícil que puedas asustarte con tanta facilidad.

Durante muchas generaciones, los Jones y los Wolfe eran familias conocedoras de lo sobrenatural, aunque tenían mucho trato desde hacía mucho tiempo, las familias acabaron uniéndose de manera definitiva con el matrimonio de Anne y Gerard. Anne siempre acudía en ayuda de Gerard, quien tenía acceso a un montón de textos esotéricos gracias a la librería que era de su familia, acabaron por entenderse muy rápido. Para nadie fue una sorpresa que acabaran enamorados y todos estuvieron encantados cuando, un par de años después, ambos anunciaron el nacimiento de su hija Rebecca. Semejante acontecimiento consolidó la cercanía de todos sus miembros, recibiendo a la nueva generación con alegría, sabiendo que estos continuarían el legado familiar.

Derek creció como el hijo mayor, al niño que le explicaron demasiado pronto cómo funcionaba una pistola o en qué parte del pecho debías apuñalar a un vampiro. Sarah aprendió a recitar hechizos de protección casi al mismo tiempo que aprendió a leer y escribir. Pero aunque ambos tuvieran infancias tan parecidas y obligados a convivir en reuniones familiares o para visitar a su prima en común, ninguno de los dos acababa de entenderse. Cada vez que coincidían, al crecer, acababan discutiendo de manera inevitable. Incluso si Rebecca, un par de años menor que ambos, intentaba intervenir, era insuficiente, las peleas eran comunes. En más de una ocasión sus discusiones fueron tan acaloradas que tanto Rebecca como Neal tuvieron que intervenir antes de que Derek y Sarah acabaran diciendo o haciendo de lo que pudieran arrepentirse.

Con el paso del tiempo, ambos fueron tomando caminos diferentes y ya no se veían con tanta frecuencia. Derek continuó con el legado familiar de cazar seres sobrenaturales y Sarah perfeccionó sus conocimientos en brujería.

Los caminos de Derek lo llevaron hasta Michigan, donde estaba investigando una serie de misteriosas desapariciones que, con el pasar de los días, lo dejaron en un punto muerto. Había muchas pistas inconexas que no parecían tener sentido, así que se encontraba en una encrucijada, así que decidió volver a casa para pedir algo de ayuda. Sin embargo, al volverse a Illinois, en lugar encontrarse con su padre, o con alguno de sus primos, se topó con Sarah, quien estaba de visita. El encuentro, que no era más que una triste casualidad, fue la primera vez en mucho tiempo que Derek se alegró de verla. Aunque no pensaba decírselo, por supuesto, quizás no sería tan mala idea tener una nueva perspectiva sobre el caso que estaba investigando. ¿Qué era lo peor que podía pasar? Así Sarah no podría decir que jamás la tomaba en cuenta o que despreciaba su opinión.

Cuando se estaba en momentos desesperados, decían por allí que cualquier ayuda era bienvenida.