La conversación con Tabitha el día todavía estaba dando vueltas en su cabeza. Igual que lo que había pasado con Peter.
De pronto empezaba a preguntarse si podría ser que hubiera habido más gente intentando salir con ella y ni siquiera lo hubiera sabido porque parecía incapaz de notar esas señales que se suponía eran tan evidentes.

No es como si pudiera ir a la biblioteca y esperar que en algún libro le contasen cómo era eso de estar enamorada, qué era lo que tenía que ver o cómo darse cuenta. Al haber hablado con su amiga de lo que ella sabía, se daba cuenta de que su forma de amar quizá fuera diferente, al menos a la de Tabitha.
Y como no sabía a quién acudir, terminó escribiendo una carta a su madre. Su amiga había dicho que a ella le habían hablado de esas cosas, así que quizá pudiera preguntar de algún modo por un poco de consejo. Evidentemente se cuidó de contar que alguien se le había declarado y pidió casi cinco veces que no se lo contara a su padre. Después de todo le daba un poco de vergüenza el asunto.

Ahora, desde San Valentín, miraba a los demás de otra forma. Se daba cuenta de que había más parejas de alumnos y de cómo parecían esperar ansiosos el momento de encontrarse y estar juntos. O igual siempre había sido así y ella no se había dado cuenta. Era como si se fijara mucho más en ese tipo de cosas de repente.

En la lechucería, Jacquimo voló a su lado en cuanto la vio aparecer y rebuscó en su bolsillo las chucherías caseras que le llevaba.- Hola, peque. Necesito que lleves una carta a mamá, ¿de acuerdo?

- ¿Tú quieres ponerte malo? ¿Eso es lo que quieres? - Iba por el pasillo discutiendo con su Elio como si fuera un loco. Chistó. - De verdad, que ya no eres un pollito, que tienes una edad. No puedes comerte todo lo que se te ponga por delante. - Elio pio ofendido, ya harto de tanto regaño. Marcus le miró con indignación. - No, perdona, no es lo mismo. Yo como mucho, sí, pero sé donde tengo mis límites. - Eso estaba por ver. - Y también tengo más estómago que tú. - Alzó un índice. - Ni una queja más. No se puede llegar de un vuelo tan largo y meter la cabeza en la bolsa de chucherías, y más si yo no estoy delante. Te pasa algo y estás solo. Es que de verdad... Qué imprudente. - Lo dicho. Un loco hablando con su pájaro. Y razonando con él, que era peor.

Llegaban a la lechucería y aún no habían llegado a un acuerdo. Elio seguía apoyado en su hombro, porque claro, enfadado pero sin ganas de volar pudiendo transportarlo su dueño. El pájaro estaba mirando dignamente a otra parte y Marcus iba en silencio. Hasta que se acercaron al final de la galería, que volvió a bufar. - No puedes comer tanta azúcar. - Rodó los ojos. - Vaaaale, sí. Este año se me ha olvidado darte las chuches de San Valentín. - Lo cogió en el dedo y se encogió de hombros. - Pero tío, entiéndeme, es mi primer año con novia. Se me ha pasado. - Le dio un toque en el pico y le dijo. - Te compraré las tuyas. Pero no te comas las mías, que de verdad que te vas a poner malo. - Suspiró y se adentró en la lechucería, mientras murmuraba como su pájaro le tenía en un sinvivir.

- ¡Ey, Poppy! - Vaya, no esperaba encontrarse a la chica allí. Sonrió contento y echó a Elio a volar. - Anda, a ver si Jacquimo te quita el mal humor. - Si hubiera podido, su pájaro le hubiera hecho una pedorreta. Pero simplemente voleteó hasta ponerse al lado del otro. Marcus rodó los ojos. - Me ha salido sensible. Le regaño por ponerse como un globo de chucherías y se ofende. - Sonrió ampliamente y, metiéndose las manos en los bolsillos, preguntó. - ¿Qué tal? -

Seguía viendo cómo su pequeña lechuza se comía las chucherías y dejando alguna para las otras aves que había por ahí.
Igual se estaba entreteniendo simplemente porque le daba un poco de corte la situación, eso de escribirle a su madre porque no sabía a quién preguntarle. Claro que había pensado en Alice, porque seguro que le explicaba las cosas de un modo diferente al de Tabitha... las dos siempre habían sido muy diferentes.
Pero es que cada vez que la había visto, ella había ido con Marcus.

Un momento, ¿se estaba imaginando la voz de Marcus?

Suspiró aliviada cuando se dio cuenta de que no está tan loca y vio aparecer al prefecto, menos mal. Le sonrió como saludo.- Hola, Marcus. -Escuchó lo que le dice al pobre Ezio y lo vió volar por la sala con una sonrisa divertida.- Dicen que las mascotas se parecen un poco a sus dueños. -Bromeó ella, porque Marcus tampoco aceptaba bien que le regañaran y los dulces le encantaban.- Pero seguro que se le pasa, ¿quieres que te de algunas chucherías para lechuza? -Ofreció sacando unas pocas más de su bolsillo... como de costumbre, llevaba de todo en ellos.

También tocó la carta, pero de momento no iba a mandarla, porque igual parecía que estaba deseando marcharse y tampoco era el caso. Con el curso ajetreado que habían tenido, tampoco había tenido mucha oportunidad últimamente para charlar con Marcus, que siempre había sido un gran amigo.
- Bien, iba a enviar una carta a casa, pero puedo esperar y charlar contigo. -Comentó como si nada, porque no creía que hubiera nada malo en decirlo.- ¿Cómo te encuentras? Aparte de las regañinas a Ezio... ¿mucho trabajo como prefecto? -Ella lo tenía en las tutorías y se sentía un poco mal por haber tenido que ser estricta con sus horarios porque también tenía que estudiar muy en serio para sus exámenes. Y no todos lo entendían.
Pero quizá lo que estaba haciendo, sin darse cuenta, era orientar la conversación hacia sus dudas, hacia el laberinto de San Valentín o lo de las parejas de después, porque había visto a varios prefectos regañando a los demás.

Suspiró. - Pues sí, eso dicen... Este me ha salido demasiado parecido. Solo que sin el estómago con la capacidad del de un humano. - Dijo lo suficientemente alto como para que su lechuza se diera por aludida, pero este siguió haciéndose el digno e ignorándole deliberadamente. Volvió a suspirar y se dejó de desavenencias con el pájaro para atender a la chica. - No hace falta, gracias, tengo un montón. - Se acercó un poco a ella, mirando de reojo que su mascota no le escuchara, y susurró. - Ha sido una pataleta porque no le di chuches en San Valentín. Ya se le pasará. - Si conocería él a su lechuza...

Asintió contento. - ¡Bien! - Se encogió de hombros y le quitó importancia. - Sí, bueno, trabajo siempre hay, y un poco de estrés con el tema de los exámenes. - "Un poco". Había estado a gritos con su grupo de amigos hacía dos horas porque no encontraban un pergamino con apuntes que al final resultó estar en una carpeta en la que no había mirado, pero solo estaban "un poco" estresados. - ¡Oh, no te he preguntado! ¿Qué tal la fiesta de San Valentín? - Con las manos en los bolsillos, encogió los hombros e hizo una muequecita de niño travieso. - Me temo que me la perdí un poquito. - "Un poquito", otro eufemismo. Digamos que Alice y él se habían montado su propia fiesta particular y el Gran Comedor ni lo habían pisado, pero bueno, detalles.

- Me dijeron que fue muy divertida. ¿Qué hicisteis? - Él sabía lo que habían hecho porque, en fin, era prefecto y había colaborado en la organización. Pero también sabía por boca de Peter que la cosa se había puesto... Digamos, "interesante", en la fiesta, pero no quería entrar de cabeza en ese tema con Poppy porque quizás a la chica le daba corte hablarlo con él.

Le hacía mucha gracia la forma en que Marcus regañaba al pobre Elio. Resultaba curioso verle así, perdiendo un poco la seriedad. Porque aunque estuviera demostrando autoridad, verle discutir con una lechuza no era lo más serio ni mucho menos.

- Sí, los exámenes... pronto empezaremos los simulacros. -Suspiró. Esperaba poder estar a la altura, porque no quería fallar a sus padres, ni a sus profesores ni a nadie. Era una gran presión. Le pasó los mismo en quinto.

Pero entonces, Marcus preguntó por San Valentín y las actividades.- Oh, qué pena que te la perdieras, fue muy bonito. Seguro que te lo habrías pasado bien, de verdad. -Comentó, pensando que si hubiera estado con Alice, habrían disfrutado mucho juntos.- Pero sí, fue divertido. -Sonrió.

- ¿Nos sentamos y te lo cuento? -Ofreció señalando los escalones y esperando que la siguiera.- La verdad es que no fue como lo había planeado. Quedé con Tabitha para entrar juntas al laberinto, pero cuando se retrasó, lo hice sola... luego me he enterado de que ella llegó, pero no nos encontramos. -Y por eso ahora su amiga también estaba enfadada con ella, por mucho que se disculpase, porque lo tuvo que pasar con Lyevin.- A quien sí me encontré fue a Peter. -La voz bajó hasta ser un murmullo.- Estuvimos en la tetería y comimos galletas deliciosas. Te habrían gustado. -Sonrió a Marcus.- También encontramos un columpio y... una zona de baile con hadas y todo. Era todo muy bonito y muy romántico... supongo que lo que debe ser para un día como San Valentín. -Comentó, pensando en cuántas veces había mencionado que "era bonito" y en cómo conducir la conversación hacia sus dudas. Pero es que ahora que se había acercado, sentía la necesidad de desviar el tema. No quería que Marcus también pensara que era una tonta por no saber de esas cosas.

Rio un poco, levemente incómodo, mientras se rascaba los rizos de la nuca con la mirada baja. - Sí, sí, muy bien. - Sí, sí, y tan bien. Lo dicho, Alice y él tuvieron su fiestecita privada, pero Marcus no fardaba de esas cosas, eso para empezar; para continuar, no sabía si la chica que te había gustado durante tantos años y amiga de tu novia desde la infancia era la mejor persona para entrar en detalles; y para terminar, era Poppy. Era la candidez personificada. No la quería espantar. Aunque Marcus todo lo teñía del velo del amor y la expresión de lo que sentían en uno por el otro, por supuesto. Pero por si acaso.

- ¡Claro! - Dijo contento, sonriendo y siguiéndola. Le dedicó una última mirada a Elio, pero esa lechuza suya estaba mirando con mucha dignidad a otra parte. En fin, ya se le pasaría el mosqueo. Se sentó junto a Poppy y escuchó lo que ella le iba contando con genuino interés, porque le gustaba escucharla hablar, siempre había sido una persona dulce y cariñosa. Lo que le hizo arquear graciosamente las cejas fue saber que se había encontrado con Peter. Sabía que su amigo estaba por ella, y le daba en la nariz que era mutuo, así que la historia se iba poniendo más interesante. Mucho más teniendo en cuenta que Poppy había bajado sospechosamente el tono de voz, lo que quería decir que estaba avergonzada. - Oh, qué rico. - Celebró a lo de las galletas, ladeando la cabeza y poniendo cara de niño bueno. - Por casualidad no le habrás guardado alguna a tu buen amigo y prefecto del castillo Marcus, ¿verdad? - Eso sí que sería la guinda del San Valentin, llevarse galletitas de la fiesta. Aunque Colin sí que le guardó alguna que otra, pero oye, no se iba a quejar si Poppy le daba más... Luego decían que Colin era pelota. No era pelota, solo quería mucho a su prefecto, como él quiso a los suyos antes de coger el puesto.

La sonrisilla se le amplió un poco más, tiñéndose un tanto maliciosa, con la continuación de la anécdota. - Muy romántico, sí. - Dijo con tonito. Algo le decía que Poppy intentaba conducirle a alguna parte pero no se atrevía. Ladeó la cabeza y, parpadeando varias veces, dijo irónico. - Como lo de encerrar a tus amigos en una sala y salir corriendo. - Gracias a lo cual Alice y él estaban juntos ahora, pero vamos, lo que quería decir era que no engañaban a nadie esos dos. Volvió a recuperar la pose y el tono normal y le dijo con una sonrisilla. - ¿Y qué tal? No me quiero imaginar lo que tiene que ser estar con Peter cerca de un columpio. - Bromeó entre risas, esperando hacer reír a Poppy, a ver si al menos así contaba algo más.

Una vez que se sentaron y empezó a hablar, hacía lo posible por intentar sentirse más calmada y hablar del tema, que era lo que en cierto modo buscaba, intentar que alguien la ayudase un poco. Y con Marcus había confianza, además de que de esos sentimientos entendía, habiendo estado con Alice tanto tiempo...
Sí, seguro que querría ayudarla.
Pero no era tan fácil de decir, claro.

Se encogió de pronto al escuchar su pregunta sobre las galletas.- ¡Oh, no! Marcus, lo siento mucho. -Se disculpó profundamente.- No lo pensé en ese momento, creía que estarías por allí... Disculpa. -Ahora se sentía fatal por no haber pensado en lo mucho que a Marcus le gustaría probar aquellas galletas con formas y glaseados de colores y sabores.- Pero puedo preguntar en las cocinas. O hacerte más. -Propuso de repente, no quería que otro de sus amigos se enfadara con ella por culpa del día de San Valentín y las cosas que no hizo bien.- Sé que las mías no son las de los mejores reposteros de Hogsmeade, pero... puedo intentarlo.

Todo lo demás pues... parecía más esclarecedor. Sobre todo lo del baile. Recordaba la forma en que se había sentido y lo que Peter le había dicho y lo mal que había respondido ella. Solo a ella se le ocurriría decir una tontería así.
Pero Marcus no sabía esa parte, todavía al menos.
- Pero eso lo hicimos para ayudaros. No queríamos veros mal. -Replicó al recuerdo de cuando les encerraron en un aula. Aunque Marcus lo había dicho de una forma y lo había relacionado con...- ¿Eso era... romántico? -Le preguntó, hecha un completo lío y sin entender lo que quería decirle.
Se sentía cada vez más tonta.

- No sé por qué lo dices, se portó muy bien, no hizo ninguna locura... -¿Iría por ahí lo del columpio?- Además, ya sabe que no me gustan las alturas y tuvo cuidado de no asustarme. -Desde que todo había quedado aclarado entre ellos parecía tener mucha más consideración con todo lo que la concernía, ¿o quizá era porque le gustaba?- Aunque también estoy mejorando con eso. Peter me está ayudando a aprender a volar... pero aún no me atrevo mucho yo sola. Ya sabes. -Se encogió un poco, pensando en su primer curso y en que cuando se conocieron Marcus tuvo que ayudarla a bajar las escaleras. Había tenido mucha suerte con sus amigos.

Entonces fue cuando encontró la forma de formular la pregunta.- Marcus... ¿Tú crees que Peter es amable conmigo y me ayuda con esas cosas porque... le gusto?

Rio un poco, enternecido, y le puso una mano en el hombro. - Es broma, Pops, no te preocupes. Si tuve comida de sobra. - Bueno, Marcus nunca tenía "de sobra", pero no quería que la chica se martirizase. Se encogió de hombros. - Aunque vamos, si me quieres hacer, no voy a oponer resistencia. - Comentó de nuevo, con una risa. - Y a mí me encantan tus galletas. -

Se aguantó una risita de ternura, mirando a Poppy. Si es que la pobre era tan inocente. - Gracias a eso estamos ahora Alice y yo juntos, así que... No fueron los métodos más ortodoxos, pero no nos podemos quejar. - Le dijo con cariño. Fue gracias a ellos que se vieron obligados a hablar, y que ese día se dijeron por fin que se amaban, así que, ¿qué pegas iba a poner? Pues ninguna, claro, pero Poppy era tan cándida que era muy tentador picarla aunque fuera un poquito.

Asintió con comprensión. Un detalle que no la asustara con lo de las alturas, que Poppy con eso lo pasaba muy mal. Arqueó las cejas, sonriente. - ¡Eso está genial! - A él no le gustaba volar, pero si tenía que hacerlo, lo hacía. Lo que no esperaba fue lo que vino a continuación. Abrió un poco la boca y se quedó así, como un pez fuera del agua, por unos segundos. - Eeemm... - Pues sí, la verdad. A Peter le gustaba Poppy, pero no era él quien debía decírselo. Cerró la boca para quitarse al menos un poco la cara de tonto que debía estar teniendo y esbozó una mueca pensativa. - Hmmm... Bueno, a ver... Puedes ser amable y bueno con alguien y que eso no signifique que le gustas... Pero también es posible que sea por eso. - Vale, así no la estaba ayudando. Chasqueó la lengua. - Creo que no soy yo quien debería decirte eso. - Comentó con expresión penosa. - Lo siento, Pops. - Aunque, después, sonrió con un puntillo malicioso. - Pero... ¿Cuál te hubiera gustado que fuera mi respuesta a esa pregunta? - Arqueó las cejas varias veces y se acercó a ella. - Venga, Pops, que hay confianza... ¿Te gusta Peter? -

Poppy se sintió un poco mejor cuando Marcus dijo que no pasaba nada por lo de las galletas. Aún así pensó que quizá podría hacerle algunas, aunque solo fuera por estar allí con ella intentando ayudarla casi sin saber que lo hacía.

No sabía si lo que habían hecho ella y Peter por Marcus y Alice había sido romántico o no, pero les había ayudado y eso la había hecho muy feliz. Porque los dos se querían y merecían estar juntos.
Y por un momento se preguntó si alguien haría lo mismo por Peter y ella si pasara algo parecido, aunque esperaba que no, claro.

Así fue como logró encauzar la conversación hacia lo que le preocupaba y hablarle del Gryffindor y lo bueno que era con ella y las cosas que hacía para ayudarla y preguntar lo que tanto dudaba.
Por desgracia... la respuesta no estuvo a la altura, cosa que era toda una novedad viniendo de Marcus.
Poppy notó cómo sus hombros decaían y lanzó un suspiro al aire. Miró de nuevo al chico escuchando sus otras preguntas que la hicieron enrojecer un poco, por vergüenza, porque sabía que era muy tonto que fuera así.

- No lo sé. -Casi se quejó.- Quiero decir que no sé cómo saber si alguien, Peter en este caso, me gusta de verdad. Porque nunca me ha gustado nadie de ese modo y todo lo que dicen que pasa cuando te gusta alguien... no me parece que haya diferencias entre él y los demás. Pero al mismo tiempo... -Al mismo tiempo algo le decía que sí, que debía sospechar al menos.
- Peter me dijo que le gustaba, en el laberinto. -Terminó por confesar.- Y yo le pregunté si era una broma. Le ofendí sin querer... -Aunque no era una excusa, claro.- Es solo que nadie me ha dicho nunca nada así. No sabía cómo reaccionar. -Todavía seguía sin saberlo en realidad.

Lo que estaba pasando era inaudito, se lo cuentan y no se lo cree. Él hablando con Poppy sobre amores y dándole consejos... Lo dicho, se lo cuentan y no se lo cree. Ya no solo por el hecho de que él se hubiera colado por ella como un tonto la primera vez que la vio, sino porque... En fin, el hecho de estar "enamorado de Poppy" fue lo que detonó la pelea que podía haber acabado con su relación con Alice. Ni que decir tenía que había sido un absurdo malentendido. No obstante, no dejaba de ser gracioso todo aquello.

Asintió pensativo a lo que ella le iba diciendo. Poppy tenía dudas sobre si realmente le gustaba Peter o no. - Bueno... El hecho de que te lo estés pensando, ya es en sí mismo indicativo de algo ¿no crees? - Por aportar, aunque claro, le quedaba aún por escuchar una parte importante de la historia. En concreto, que Peter se le había declarado en San Valentín. Se lo veía venir, no podía decir otra cosa.

Hizo una mueca. Vaya, si él se hubiera declarado a Alice y su primera respuesta hubiera sido si era una broma... Sí que le hubiera ofendido un poco, la verdad. Dolido, más bien. Chasqueó la lengua. - Bueno, Peter es muy buena persona y no creo que se haya tomado eso muy a la tremenda. - ¿Qué iba a decir? No quería preocupar más aún a Poppy de lo que ya estaba. Eso sí, lo siguiente que le dijo provocó que la mirara con los labios entreabiertos en una leve expresión de... ¿sorpresa? No, más bien de no saber qué decir.

Nunca antes le había dicho nadie que le gustaba. Después de los segundos iniciales en los que se había quedado como si le hubieran lanzado un Petrificus Totalus, esbozó una media sonrisilla. - ¿No? ¿Segura? ¿Nadie? - Desde luego, él nunca se lo había dicho, pero se recordaba a sí mismo de pequeño y había sido tan descarado que le sorprendía que no se hubiera dado cuenta. Cerró los labios y ladeó una sonrisa. - Bueno, que no te lo hayan dicho... No quiere decir... Que no le hayas gustado a nadie nunca. ¿No? -

Lo que Marcus decía la hizo pensar. Se lo estaba planteando. Le estaba dando muchas vueltas. Y era verdad que había esa vocecita en su interior que le decía que había algo más de lo que ella parecía ser capaz de admitir sin ayuda.
- Supongo... -Murmuró. Claro que también podría ser que se viera influenciada por todas esas cosas que la rodeaban. Lo que le había dicho Peter, lo que Tabitha le había echado en cara después... Lo que Marcus estaba insinuando ahora.

Por eso le contó todo lo que había pasado de verdad, porque él parecía interesado por escucharla y ayudarla y era todo lo que creía que necesitaba. Un buen amigo en el que confiar y que tuviera un poquito de paciencia para resolver ese misterio que parecían ser sus emociones. Y nadie mejor que un Ravenclaw para desentrañar un misterio, claro.- Parecía molesto cuando salimos del laberinto. -Eso no podía negarlo y quería arreglarlo también.- Pero es muy bueno, ¿verdad? -Añadió algo esperanzada. Quizá pudiera perdonarla, si se lo pedía de corazón. Seguro que sí.

Apoyó los codos en las rodillas y se sujetó la cara con las manos, negando con la cabeza.- No, nadie me ha dicho nunca que le gustase. -Se encogió un poco de hombros. Tampoco es que ella le hubiera dado mucha importancia.
Miró a Marcus desde esa posición, con el ceño un poco fruncido.- No lo sé... -Reconoció. Era cierto que podía gustarle a alguien y no saberlo porque no se lo habían dicho.- Creo que empiezo a darme cuenta de que he estado muy ciega con esas cosas. -No se había dado cuenta de que le gustaba a Peter hasta que él se lo dijo, ni de que él le gustaba a ella.- ¿Crees que sí que les he gustado a más personas hasta ahora? ¿Y si también las he ofendido? Seguro que todos piensan que soy una tonta que no se da cuenta de nada... y no estarían tan lejos de la verdad. -Puntualizó, porque así se estaba sintiendo. Terriblemente mal.

Hizo un gesto despreocupado con la mano. - Insisto, se le pasará. Peter es buena persona, verás como no le ha dado importancia. - Su amigo estaba bastante pillado por Poppy y lo de disimular no era su fuerte, así que quizás se había molestado un poco, o más bien llevado un chasco, si la chica no había reaccionado como él esperaba. Pero dudaba que llegara la sangre al río.

Nadie le había dicho nunca que le gustaba. Marcus tuvo que fruncir los labios para aguantar una sonrisa, porque claramente su amiga no estaba pillando por dónde iba él. Eso sí, no pudo evitar asentir, le salió de corazón, cuando dijo que había estado muy ciega en esas cosas. Y tanto... Pero no podía decírselo tal cual, que Poppy era muy tierna y no la quería herir. Tampoco era su culpa ser tan inocente.

Eso sí, con lo último ya tuvo que reír. Poppy parecía genuinamente preocupada, así que alzó las manos. - Perdón, perdón. No me estoy riendo de ti, te lo juro. Es solo que... - Se rascó los rizos, con un suspiro y la mirada baja. - Es muy gracioso esto. - Murmuró. Vale, mejor se confesaba ya. Al fin y al cabo, Alice y él ya estaban juntos y eso era cosa del pasado.

La miró con ternura y sinceridad en los ojos. - Poppy... Sé de un chico al que le gustabas, y mucho, hace no demasiado tiempo. Desde primero además. Y claramente no te habías dado cuenta. - Arqueó las cejas y dejó una pausa de unos segundos en el aire antes de decir. - Yo. - Sonrió un poco. - Me gustabas desde el primer día. - Alzó las manos de nuevo. - ¡Pero no te preocupes! Era un encaprichamiento infantil. Te veía muy mona y dulce, con tus galletitas, con lo glotón que yo soy... - Frunció una sonrisa. - Pero mi corazón ha pertenecido siempre a Alice, en el fondo y en la superficie, creo que a estas alturas ya lo sabe todo el mundo. - Se encogió de hombros. - Y tranquila, no me ofende que no te dieras cuenta. Es parte de tu encanto. -

Asintió a lo que Marcus decía sobre Peter. Porque sí que era buena persona y alguien con quien se podía hablar de todo y que siempre te ofrecía una de esas enormes y encantadoras sonrisas y... Sí, seguro que si se lo explicaba todo la personaba.
Y puede que le diera una oportunidad de arreglarlo.

Pero claro, aún si lo de Peter ya no le preocupaba tanto, ahora estaba pensando que durante siete años y otros diez antes nunca jamás había notado que nadie le gustase... ni mucho menos que ella pudiera gustarle a nadie de esa manera. Y, claro, ahora que Marcus lo decía de ese modo.
Es que había sido muy tonta siempre... o al menos torpe para estas cosas. Sí, torpe seguro que era.

Tanto como para que Marcus empezara a reírse de ella. Le miró sin comprender muy bien por qué se reía así.- ¿Qué es gracioso? -Preguntó, confusa, porque no lo entendía del todo bien.

Entonces le empezó a hablar de un chico al que le gustaba ¡desde primero!
Se le abrieron los ojos más de la cuenta, porque era evidente que no, jamás se dio cuenta.- ¿Cómo? -Parpadeó incrédula al escuchar que era él, pero le dejó hablar y contarle todo eso y su boca se iba abriendo a medida que le hablaba. Y también se iba poniendo cada vez más roja.- ¿Pero cómo va a ser eso parte de mi encanto? -Se quejó, algo confusa también.

- ¡Oh, Marcus! -Se llevó una mano a la cara, avergonzada por todo aquello.- Eras el chico más simpático, el más amable y ¡te ofreciste a acompañarme por las escaleras! -Estaba delante de sus narices desde que le conoció.- Y nunca pensé que pudieras pensar eso de mí... -Negó con la cabeza.- ¿Sirve de algo si digo que siempre di por sentado que estarías con Alice? Erais perfectos el uno para el otro. -Es que saltaba a la vista y habían estado juntos desde el primer día.- Por eso Peter y yo os ayudamos cuando habíais discutido. -Añadió, mordiéndose el labio. Le había encantado ayudarles, aunque fuera con una pequeña travesura junto a Peter.

Obviamente, Poppy no se esperaba nada de eso, solo había que verle la cara. La conocía lo suficiente como para saber que no se había dado cuenta y estaba fingiendo no saberlo, o había pasado de él. Realmente no se había parado a pensar que pudiera gustarle, ni a Marcus ni a nadie.

Casi se le escapa la risa otra vez con su pregunta indignada. Es que Poppy era demasiado mona, ¿cómo no iba a gustarle a un Marcus de once añitos? Era adorable. Pero el amor de su vida siempre fue Alice, desde el primer día que la vio. Sabía que Poppy tenía eso claro. Esperaba no estar confundiéndola ahora.

- Bueno. - Dijo entre risas. - En honor a la verdad, supongo que lo de ayudarte con las escaleras era un ensayo para cuando fuera prefecto. - Volvió a reír. - Es broma, ¡claro que te ayudé a bajar! Lo hubiera hecho de todas formas aunque no me gustaras. Pero... sí, efectivamente el hecho de que me gustases puede que tuviera algo que ver en que te acompañara hasta la sala común después. - Afirmó entre risas. Y, sin dejar de reír con ternura, asintió. - Sí que sirve, sí. Vaya dos Ravenclaw, que todo el mundo lo veía menos nosotros. Vaya dos tontos. - Suspiró y se encogió de hombros, mirando a la chica con una sonrisa fruncida. - Pero bueno, bien está lo que bien acaba. -

Rodó los ojos con una sonrisa ladina y, mientras le daba con un índice en las cosquillas para hacerle cosquillas, respondió con un punto irónico. - Se agradece la ayuda. - Rio un poco y la miró de frente. - En serio, Poppy: no te preocupes en absoluto. Sé que no sabías nada, y sí, como bien dices, yo a quien he querido siempre es a Alice... Pero tú me gustabas. - Negó. - Lo que quiero decir con esto, que no quiero que me malinterpretes ni mucho menos, es que... Muchas veces, la gente se fija en nosotros, o siente algo por nosotros, y no nos damos cuenta. Que quizás... haya señales en Peter que no estés viendo. - Arqueó las cejas, divertido, y dijo. - ¿Acaso lo de encerrarnos en una habitación a Alice y a mí era una indirecta para que os lo hagamos a vosotros? ¿Eh? -

Poppy se sentía terriblemente avergonzada por aquella situación. Por jamás haber pensado que le gustaba a Marcus, o a nadie, pero especialmente Marcus, que había sido su amigo desde primero. Llevaban muchos años juntos como para nunca haberse fijado.

Pero que él se riese ayudaba un poco a destensarse conforme contaba que el ayudarla con las escaleras había sido un entrenamiento en su carrera de Prefecto. Y que se notaba que le interesaba en que la acompañaba a la Sala Común.- Siempre pensé que era por las galletas. -Decidió añadir en un tono más distendido, porque los dos sabían que eso había ayudado también.

Y era cierto que le habría sido más difícil pensarlo, porque desde el primer momento había visto el buen equipo que hacían Alice y él. Discutiendo y llevándose bien al momento siguiente. Era evidente.- Supongo que desde fuera todos vemos las cosas con más claridad. -Suspiró. Era lo mismo que le había pasado a ella con Peter. Tan ciega...

Escuchó lo que dijo sobre las señales y trató de pensar en todo lo que había pasado ese año. Bueno, y los anteriores. Peter siempre había intentado acercarse a ella, pero no le había dejado hasta que la acorraló en el tren el primer día. Había cambiado todo muchísimo desde entonces. Y sí que habían pasado cosas.
Pero todo eso que estaba pensando se borró de un plumazo en cuanto escuchó a Marcus insinuar repetir lo que les hicieron a él y Alice.- ¿Qué? ¿Cómo? -Preguntó, mirándole con los ojos abiertos y un rubor en las mejillas que no había descendido apenas.- No, nonono, claro que no. ¿Por qué iba yo a...? -No, mejor no lo pensaba o terminaría aún más roja.- No, de verdad que no. -Negó con la cabeza, un poco más calmada.

Suspiró de nuevo.- No quiero que nos encerréis sin salida. Pero sí que tengo que hablar con él. -Reconoció.- Solo espero que quiera escucharme y que todo... termine bien. -Sonrió un poco más esperanzada al final.- Creo que sí que me gusta Peter. O no le habría dejado enseñarme a volar, ni habríamos hecho tantas cosas como este año... -Ahora se estaba dando cuenta de muchas cosas que habían pasado aquel año y que la habían ido cambiando.- Claro que es un poco raro contártelo a ti, ahora que sé que te gustaba. -Añadió con un leve cabeceo para luego sonreír.- Es broma, siempre que no te importe que lo haga, quiero que sigamos siendo amigos y pudiendo hablar de todo, Marcus. -O incluso no hablar, solo sentarse uno junto al otro dejando que el silencio los envolviera, pero sintiéndose acompañados.

No pudo evitar soltar una carcajada. - A ver, no negaré que el recibir galletas a cambio podía tener algo que ver. - Dijo entre risas. Se encogió de hombros. - Me ganaste por el estómago, MacKenzie. - Rio otro poco y negó con la cabeza, antes de que la chica colapsara. - Es broma. - Solo en parte.

Su reacción ante la posibilidad de la encerrona le hizo reír aún más. Poppy era tan inocente que daba ternura ver cómo se desconcertaba, y eso que el propio Marcus era también muy fácil de descuadrar en según qué momentos. - Tranquila, tranquila, era broma. Aunque, oye, a nosotros nos fue muy bien. - Dijo continuando con la risa, aunque chistó después. - Pero estoy de acuerdo en que no son los métodos más ortodoxos. Si bien acompañado de una buena conversación... - Dejó caer.

Ella misma llegó a esa conclusión también. Marcus asintió. - Estoy de acuerdo. Y seguro que quiere hablar contigo. - ¿Quién no querría hablar con alguien como Poppy? Sobre todo si al chico le gustaba, y Marcus estaba bastante seguro de que sí. Sonrió con ternura. Desde luego que dejar que la enseñara a volar era una muestra, cuanto menos, de mucho cariño. Chasqueó la lengua cuando dijo que era raro contárselo a él. - No, Poppy, qué va. No quiero que te preocupes por eso ¿vale? Tú y yo somos amigos, como hemos sido siempre. Solo fui un poco tonto de pequeño. - Dijo entre risas. - Mi amor es Alice, mi corazón es todo suyo. Debes saberlo porque voy proclamándolo a los cuatro vientos por el colegio. - Añadió distendido. - En serio, puedes hablar conmigo sin problemas, no es nada raro, de verdad. - Frunció una sonrisa cariñosa y apretó su mano. - Amigos. Y estoy seguro de que te irá genial con Peter. Ya lo verás. -

A pesar del rato de vergüenza y sorpresa que había pasado. Poco a poco se iba recuperando de nuevo y volviendo a su tono de confianza con Marcus, pudiendo bromear y esas cosas, como siempre podía hacer con sus amigos.

Se alegraba mucho de poder seguir así y de que él dijera que podían seguir hablando de cualquier cosa a pesar de todo, porque aquello era algo del pasado y que había quedado muy atrás porque ahora estaba con Alice y bien que se alegraba ella, porque siempre les había imaginado juntos y felices.- Me alegro mucho de que podamos seguir como siempre. -Afirmó con una sonrisa.- Y claro que sé que Alice y tú sois muy felices, ya sabes que me alegro mucho por los dos. -No creía que hubiera duda sobre eso.

Y esperaba que tuviera razón con lo de Peter. Pero no lo sabría hasta que pudiera hablar con él.- Muchas gracias por ayudarme a aclararme, Marcus. -Le dijo, sonriendo. La verdad es que él la había ayudado muchísimo a poner en orden sus ideas.- ¿Me das unos minutos para enviar una carta? Y así me acompañas a por unas galletas, para no perder la costumbre. -Le guiñó un ojo.- Una recompensa por ser siempre mi caballero de brillante armadura.