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    Alchemist
    Ivanka
    Alchemist
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    Jue Ago 26, 2021 5:25 pm

    This is a matter of Pride
    CON Marcus EN Sala Común A LAS 8:00 del 23 de marzo de 1996
    ¡Venga! ¡Un poco de ánimo, por favor, que es el día del Orgullo Ravenclaw, que no se diga! — Animaba Alice pasando entre las mesas. — Hills, atiende a esas tijeras, a ver si van a cortar de más. — Su amiga la miró adormilada. — ¿Qué? Hillary, pon atención, haz el favor, que es el día del Orgullo Ravenclaw y tiene que quedar demostrado que somos los mejores, que hacemos manualidades chulísimas, y encima aquí dentro podemos hacer magia, todo debería quedar tres veces mejor.Es que llevamos desde las seis y media aquí y no hemos bajado a desayunar. — Alice soltó un suspiro ofendido. — Ya desayunarás cuando no sea un día tan importante, Hillary, que te pierdes en los detalles. — Había levantado a medio dormitorio femenino para hacer cosas, pero ahí había poco ambiente, y no sería por trabajo que quedaba por hacer, porque la idea era que, para la comida, estuviera todo decorado a lo Ravenclaw en el comedor y por la tarde hicieran las actividades. — Hablando de comida, ¿quién se está encargando de los dulces? — ¿Dónde estaban Poppy y mamá con sus bandejas infinitas de galletas cuando hacían falta? Y encima ninguna de las dos eran Ravenclaw… — La prefecta Harmond, que no quería escucharte más. — Dijo una de las mayores. Alice entornó los ojos con desprecio. Es que les daba igual el honor de su casa y todas las cosas que se estaban perdiendo, les daba exactamente igual.

    Por quinta vez, acudió a las escaleras de los dormitorios masculinos, esperando ver bajar a Marcus y que le ayudara a poner orden allí y compartiera su entusiasmo y su agobio un poquito. Vamos, porque era el primer año, pero los que le restaban pensaba poner a todo el mundo a trabajar mucho antes, y no llegar así de agobiados al momento de la verdad. Oyó unos pasos rápidos y estiró el cuello como una tortuga ilusionada, esperando ver a su amigo. Aunque no se decepcionó al no verle, no obstante, porque el que bajó fue el prefecto Graves. — ¡Hola How… Prefecto Graves! — Él sonrió con esa sonrisa divina que tenía, y le acarició una de las coletas. — ¡Ey, Gal! ¿Qué dijimos de lo de prefecto Graves? — Ella sintió cómo se ponía colorada y se balanceaba un poco en su sitio. — Perdón, Howard. ¿Estabas esperando a Marcus?¿Qué? — Se había quedado pilladísima, la verdad, simplemente encantada con ese mote que Howard le había puesto solo a ella, hablándole con esa naturalidad, y sin haberle cogido manía por lo del laboratorio. — ¡Ah! Sí, no… A ver, que sí, pero es que ¡puf! — Vaya retahíla de tonterías, Alice Gallia. — No sabes lo vaga que está la gente. No se toman en serio el orgullo Ravenclaw.¿Nooo? — Dijo Howard frunciendo mucho el ceño y chasqueando la lengua. — No, y necesito alguien que ponga orden.Ahora mismo nos ponemos manos a la obra sin dilación. Y mira, para la hiperactividad, nadie mejor que mi amiga Monica. — Dijo señalándola. Ah, la chica esa de sexto. Le fascinaba y la irritaba a la vez. — ¿Ya me estás mentando? — Dijo ella acercándose de brazos cruzados y con una sonrisa ladina. — Es que mi amiga Gal necesita que alguien ponga orden por aquí. — Aportó él, poniéndole las manos en los hombros. — Bueno, yo me refería más bien a algún prefecto. — Se apresuró a matizar. Monica alzó la ceja, pero seguía sin mirarla. — ¿Y me buscas a mí precisamente para paliar el caos? — Ese tono. Ese tono no le gustaba nada. Sonaba… Raro, demasiado familiar o como una burla… No sabía explicarlo. Y además la estaba ignorando. Debió darse cuenta ella sola, porque bajó la vista. — Yo valgo como cuatro prefectos, chavala. ¿Qué hay que hacer? — Genial, ahora ella, que era la pequeña, iba a tener que decirle qué hacer. — Pues terminar las decoraciones y preparar las actividades, que con lo primero y las cosas de cocinar se nos ha ido la semana. ¡Monica es buenísima con los juegos! — Dijo Howard. — No te imaginas lo juguetona que soy… — Vale, ahí pasaba algo, y se imaginaba de qué clase, y no le gustaba nada.

    Decidió borrarse de ese flujo raro entre Graves y la chica, porque tampoco parecían estar muy por la labor de trabajar, y se fue a la mesita donde tenían recogidas las actividades del año pasado. Tenían que ser originales, y un poquito difíciles, pero sin agobiar, porque si no la gente se agobiaba… Resopló. Todo eso sería mejor si la gente pusiera de su parte, pero nada, ellos a sus cosas. Luego todos querrían triunfar delante de las otras casas. — Oye, qué rápido te enfurruñas, enana. No me llames así. — Dijo, sin levantar la mirada del libro, mientras notaba que Monica se le sentaba al lado. — Mira, tu amigo la enciclopedia con patas ya ha bajado. — Inmediatamente, levantó la vista para localizar a Marcus al pie de la escalera, haciéndole un gesto con la mano para que fuera allí. Según llegó, ni buenos días ni nada. — Hay que hacer las actividades porque tenemos un total de cero. Y quiero que sean didácticas, muy Ravenclaw, pero no pueden ser excesivamente fáciles, porque vaya vergüenza si cualquiera pudiera ser un Ravenclaw. Muy bien dicho. — Dijo la otra. — Si dejaras de estar tan mosqueada, podríamos trabajar juntas. Bueno, pues haz algo de verdad y vamos a hacer tormenta de ideas, por favor. — Ya no sabía qué hacer para que le dejara tranquila o para que hiciera algo de utilidad. — ¿Cómo van mis chicas y mi colega? ¿Necesitan ayuda? — Su cabeza se debatió entre la alegría de ser “la chica” de Howard y el dudoso honor de tener que compartirlo con Monica Fender. — Necesito ideas. — Dijo simplemente. A ver si era posible que se pusieran todos a trabajar.
    Merci Prouvaire!


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    Alchemist
    Freyja
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    Jue Ago 26, 2021 7:35 pm

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    CON Alice EN Sala Común A LAS 8:00 del 23 de marzo de 1996
    - ¡¡ES EL DÍA DEL ORGULLO RAVENCLAW!! - Sean chistó y se dio la vuelta en la cama. - Jolín, Marcus, que es supertemprano... - ¡De hecho es tarde! - Dijo, levantándose y cambiándose a toda prisa, poniéndose sobre la marcha la corbata del uniforme y tirándose al suelo para sacar la bolsa que tenía debajo de la cama con todas las cositas que había ido recopilando como una hormiguita desde que sabía que existía ese día. - ¡Tenemos un montón de cosas que hacer, Sean! - Vale, pero no grites. - Dijo el otro, tapándose la cabeza con la almohada. Sin piedad alguna, Marcus se tiró en su cama casi encima de él, lo que hizo al chico dar un respingo. - ¡¡Tío!! - ¡Hay que preparar los juegos y tengo un montón de enigmas pensados y las decoraciones y que sea el mejor día de las cuatro casas y seguro que nos dan puntos y todo va a estar azul y va a ser genial! - Solo he entendido "azul". - Dijo el otro, somnoliento, y acto seguido frunció el ceño y protestó. - ¡No tienen que ser ni las seis! ¡Acuéstate! - ¿La seis? - Marcus soltó una carcajada, aunque por un momento temió que Sean le matara cuando supiera la hora que era de verdad. La dijo igualmente. - Son las cinco y cuarto, Sean. - ¿¿Qué cómo?? - ¡Es que no hay tiempo que perder! - ¡¡Para un día que nos podemos levantar más tarde porque es sábado!! - ¡Mejor! ¡Tenemos todo el día para hacer cosas de pensar! - ¡Genial! Justo lo que todo el mundo quiere hacer un sábado! - Refunfuñó su amigo irónicamente, dándose la vuelta en la cama otra vez con un gesto tan brusco que casi le tira a él.

    Ya estaba Marcus dispuesto a echarle abajo si hacía falta a base de tirar de las sábanas cuando unos pasos arrastrados se dirigieron al dormitorio. - A veeeer, ¿qué pasa por aquííí? - Dijo la somnolienta voz del Prefecto Graves, que bostezaba y se frotaba un ojo. Marcus puso su mejor cara de pena. - Que ya deberíamos estar preparando cosas y Sean no se quiere levantar. - ¿No son como las cuatro de la mañana o algo así? - Preguntó el prefecto con voz cansada, aunque sin perder esa santa paciencia que tenía. Marcus contestó. - Son las cinco y cuarto. Bueno, y diecisiete. - Porque claro, Sean le había hecho perder dos valiosos minutos de su tiempo. Y más que iba a perder, porque Howard suspiró y dijo. - Vuelve a la cama, Marcus. Es muy temprano. - Pero es que... - Te prometo que te llamo el primero. - Marcus puso cara de pena, pero no sirvió de nada. Howard se había vuelto a su dormitorio, dándoles las buenas noches como un autómata y arrastrando los pies. Casi lo oyó caerse en la cama de nuevo. Sean se había vuelto a dormir. Con cara de disgusto y sin quitarse el uniforme, se metió de nuevo en la cama tapándose a lo justo, como si esperara que en dos segundos le volvieran a llamar y quisiera levantarse de un salto.

    No fueron dos segundos, fue una interminable hora y media. Por supuesto, no se había llegado a dormir, estaba demasiado emocionado. Su familia le había contado que había un día del orgullo de cada casa, y ese día, el castillo entero se engalanaba de los colores de sus estandartes, y los alumnos hacían decoraciones y juegos para los demás, elegidos por ellos. Hasta los profesores participaban. Los días veinte, veintiuno y veintidós de marzo eran los días del orgullo Hufflepuff, Slytherin y Gryffindor respectivamente. El veintitrés de marzo, los últimos, llegaban ellos, los Ravenclaw. No solo llevaba deseándolo desde que su familia hablara de ello, o desde que entrara en Ravenclaw hacía meses. Ya había pasado tres días viendo los colores de las otras casas, celebrando el día de las otras casas y haciendo las actividades de las otras casas. Ese era su día. Hoy, les tocaba a ellos.

    - ¡DESPERTAD TODOS! ¡HA LLEGADO EL DÍA, CHICOS, HOY ES EL DÍA DE LOS RAVENCLAW! - El corazón le dio un salto, pero no tan grande como el que dio él de la cama, con una sonrisa que no le cabía en la cara. - ¡VAMOS VAMOS! ¿DÓNDE ESTÁN ESAS ÁGUILAS ORGULLOSAS? - ¡¡YO ESTOY!! - Gritó, saliendo a la puerta de su cuarto tan rápido que casi cae de bruces. Howard soltó una carcajada. - Contigo contaba como el que más, colega. - Le dijo el prefecto, lo cual hizo que Marcus diera un saltito de emoción. ¿Podía ser eso mejor? ¡Era su día, y el Prefecto Graves contaba con él el primero! ¡¡Tenía ganas hasta de gritar!! Con semejante emoción, volvió a meterse en el dormitorio... Y Sean seguía dormido. - ¡¡VENGA SEAN QUE TENEMOS QUE SER LAS ÁGUILAS MÁS ORGULLOSAS!! - ¡¡AY POR DIOS!! - Esta vez había saltado sobre la cama de su amigo sin miramiento alguno y casi le provoca un infarto. Sí que estaba dormido profundo, que no había oído a Graves gritar. Como siguiera provocándole a Sean esos sustos, se lo iba a cargar. O iba a provocar que le matara a él, una de dos.

    Si no había preguntado cien veces si podían bajar, no lo había preguntado ninguna. Pero el prefecto insistía en que se quedaran allí y fueran arreglándose y organizando lo que podían antes de bajar. Pff, arreglándose, organizando. Marcus ya llevaba arreglado y organizado más de una hora, ahora quería bajar y encontrarse con Alice. Sean le seguía el rollo a duras penas, pasaba más tiempo quejándose de que tenía sueño que haciendo cosas. Los que eran más mayores, algunos no estaban en esas (vaya Ravenclaws...) y otros no querían hacerlas con ellos porque eran muy pequeños. En un momento determinado, Howard dijo que iba a bajar a ver como iban las chicas, y Marcus empezó a revisar (por quinta vez) todo el listado de cosas que tenía. En cuanto Howard volvió a subir, se dirigió corriendo a él para preguntarle desbordado de ilusión. - ¿Puedo bajar ya? - El chico volvió a reír. Siempre reía, era muy risueño. - Yo diría que incluso te están esperando, colega. Aunque, ¿sabes qué? - Se agachó para susurrarle y le dio un breve codazo de colegueo. - Creo que vamos ganando a las chicas por goleada. - Eso le hizo reír un poco, pero luego se irguió. - No me cabía ninguna duda. - El chico soltó otra carcajada y le dijo. - Dile eso a mi amiga Monica de mi parte. Está con tu amiga Alice Gallia, creo que te está esperando. - Pues que no se hablara más. Cogió sus cosas y bajó corriendo, ya pasando olímpicamente de Sean. Estaba muy negativo.

    Buscó con la mirada a su amiga desde el pie de la escalera y no tardó en vez como le hacía gestos con la mano desde una de las mesas. Se fue trotando hacia allá, sonriente. - ¡Feliz día del orgullo Ravenclaw! - La chica mayor soltó una carcajada, más socarrona que la de su amigo. - ¿Esto es una fiesta nacional para vosotros? - Marcus la miró con cara de obviedad. Si por él fuera, y tanto que lo sería. Alice empezó a soltar un montón de información. Ah, así sí, ¡ese era el espíritu trabajador que esperaba encontrar ese día! Estaba un poquito agobiada de más, pero bueno, lo solucionarían pronto, ¡porque él llevaba un montón de ideas y otro montón de ganas  de hacer cosas! Antes de poder dar el mensaje del prefecto, este apareció. Y como no quería que pareciera que no cumplía con lo que se le pedía, se giró a Monica y dijo con una pose infantilmente superior. - Dice el Prefecto Graves que los chicos vamos ganando a las chicas por goleada. - El prefecto se había puesto detrás de él, como si fuera su sombra, en una pose muy parecida a la suya, con una sonrisilla. La chica, por su parte, abrió la boca  y arqueó una ceja, aunque podía verse un rictus ligeramente sonriente. - Así que esas son las cosas que va diciendo por ahí el prefecto, ¿no? - Hoy es el día para demostrar como se es de Ravenclaw, Señorita Fender. - Contestó Graves, sin perder la sonrisa. Marcus estaba en medio, pero veía como los mayores se miraban el uno al otro casi sin parpadear. - Pues ya me dirá el Prefecto Graves qué necesita que le demuestre. Puedo demostrarle muchas cosas, creo que ya lo sabe... - ¡Yo también! - Dijo Marcus contento, levantando la mano. Monica frunció los labios con fuerza y retiró la mirada. ¿Se estaba aguantando la risa? Pues no tenía la sensación de haber dicho nada gracioso.

    - Ese es mi colega, el mejor Ravenclaw, el más dispuesto. - Le valoró el prefecto, revolviéndole el pelo, lo cual le hizo sonreír como un niño al que le han dado un halago. Ah, los halagos, a Marcus le encantaban los halagos. Dicho todo eso y lleno de orgullo, se giró hacia Alice y dijo. - ¡Se me ha ocurrido que podríamos hacer una prueba de historia, pero en plan superdivertida! Consistiría en hablar con los cuadros y los fantasmas del castillo, ¡son todos de épocas distintas, cada uno ha vivido una cosa! La gente les tiene que pedir que le cuenten cosas de sus épocas y se van recolectando, y el que consiga la anécdota más guay, o más completa, o el que consiga más cosas, ¡pues se lleva un premio! - ¡Eh, eso mola mucho, colega! - Dijo Howard, mirándole con un puntito de sorpresa. Marcus se volvió a él. - Se me ocurrió el otro día hablando con la Dama de las Violetas. - Monica soltó una carcajada aguda. - Cuidado con esa, que es muy lista. - Dijo la chica, mirándole a él, pero rodando justo después los ojos a Graves y ladeando la cabeza mientras añadía. - Se engancha a los chicos guapos y luego no los suelta. - No le hagas caso, Marcus. - Contestó el chico, aunque también portaba una sonrisilla y, a pesar de que parecía hablarle a él, miraba a la otra chica de reojo. - Es que conmigo también habla mucho, y mi amiga está un poquito celosa. - ¿De un cuadro? - Preguntó la chica irónicamente, tras lo cual soltó una carcajada. - Ella será muy lista, pero no deja de estar pintada... Yo me muevo más. - Vio como se ponía una mano ante los labios pero oyó como decía, a pesar de haber bajado el tono. - Por suerte para ti. - Marcus no tenía ni idea de lo que estaban hablando pero sabía que no iba con él, y tenían mucho que organizar, así que se giró a Alice con una sonrisa y le preguntó. - ¿Qué te parece? ¿Te gusta mi idea? -
    Merci Prouvaire!


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    Ivanka
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    Jue Ago 26, 2021 8:40 pm
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    CON Marcus EN Sala Común A LAS 8:00 del 23 de marzo de 1996
    Menos mal que su mejor amigo no le defraudaba. Nada más llegar, esa tormenta de ideas que había pedido, cayó en palabras de Marcus. Asintió y empezó a apuntar en el pergamino. — Oy, qué mona, mira qué rápido escribe la secretaria de Ravenclaw. — Uf, qué pesada era Fender. Ella arrugó el gesto mientras escribía a toda prisa. — Mi madre era secretaria del MACUSA y ahora lo es de mi padre, y sin ella no sería capaz de crear ni un aguamenti. Y ella siempre dice que más vale pluma corta que memoria larga. — Dijo con fastidio. Eso le arrancó una carcajada a Graves. — Te lo ha explicado, Moni. — La otra levantó las manos. — Eh, tía, que eso es guay. Si ya sabemos que los chicos no serían nada sin nosotras. Por mucho que vengan diciendo ahora de que van mejor que nosotras, ¿eh, mini Howard? — Ella negó con la cabeza. — Se llama Marcus. — Contestó, muy seca. Si le molestaba cuando se ponía a tontear con Howard, cuando se hacía la guay, le molestaba todavía más. Y ahora se ponían a decirse tonterías, en fin. — Es un poco ñoña. — Confirmó, no obstante, sobre la Dama de las Violetas. — Con las chicas es como “guarda los modales, querida” “las señoritas no echan carreras” “una dama se distingue por la simetría, y tus coletas están cada una para un lado”. — La ponía ciertamente nerviosa, pero eso le hizo reírse a carcajadas a Monica. Bueno, mira, así al menos no andaba diciéndole tontadas a Howard.

    Se giró a su amigo y sonrió. — Es la mejor idea que he oído en el día de hoy. Y no porque haya sido la única. — Dijo en tono de reproche, entornando los ojos hacia los mayores, antes de volver a Marcus. — Y me has dado una idea perfecta: pruebas organizadas por asignaturas. ¿Hay precedentes? — Dijo mirando a Howard. Él sonrió y negó con la cabeza. — No en lo que yo llevo aquí. Pues podríamos organizar una prueba por asignatura. Igual hay mucha diferencia por cursos, pero es que no nos da tiempo a crear siete pruebas para cada uno.Otro año lo empiezas a hacer con más tiempo,porque va a triunfar. — Le dijo el prefecto señalándola. Y claro, más tonta ella, que no pudo evitar poner una sonrisa orgullosa y estirarse. Pero se recompuso enseguida y le pasó otro pergamino a Marcus. — Toma, diseña el sistema de puntuación. Y mientras nosotros, pensemos en las demás. — Dijo pintando una línea divisoria en el pergamino para separar las ideas.

    Astrología va a estar difícil a plena luz del día. — Señaló Monica. Razón no le faltaba, pero no oía soluciones ahí, nada más que quejas. — Se pueden buscar cosas con nombres de cuerpos estelares. Sean apellidos, que hay muchos así por aquí, plantas, ingredientes de pociones.Bien pensado. ¿Y Runas? Eso es fastidiado. — Dijo Howard. Era verdad… — Bueno, los alumnos solo podrán hacer las pruebas de asignaturas que estén cursando en el momento. Los Slytherin las van a hacer todas, te lo digo yo, por tal de ganar. — Dijo la otra, dejándose caer en el sofá. — No si las asignaturas que no curses no puntúan. — Howard sonrió. — Y por eso nosotros somos los listos. — Eso las hizo reír a las dos muy tontamente. ¡Ay! ¿Por qué tenía que ir en un paquete con esa chica? — Igual la prefecta Harmond necesita ayuda en la cocina, Monica. — Era su mejor amiga, ¿no? Pues que se fuera con ella. — Uy me temo que sería un estorbo, lo quemo todo. — Se aguantó un resoplido porque no se iba a librar de ella en la vida. — Pero tengo una idea para Runas. A ver. — Dijo un poco más suspicaz de lo que le hubiera gustado. — Escondemos letras del alfabeto de Runas por lugares del cole, que de todas formas hay que recorrérselo para los cuadros de Marcus, y hay que ir encontrándolas y presentarlas en orden alfabético. Cuantas más presentes, y si están bien ordenadas, más puntos. — Alice frunció los labios. Era una idea brillante. Combinaba conocimiento, organización y observación. Superravenclaw. No es que encima ahora Howard se pondría a halagarla a ella. — Eso es brillante, Moni. — “Isi is brillinti, Mini” pensó con voz ridícula en su cabeza. — Lo es. — Aportó Alice, como si le diera igual. — ¿Quieres que las vaya dibujando, para que las repartamos? — Le preguntó ella. Apretó los labios y volvió a su lista. — Sí, por favor. — No estaban como para rechazar ayuda. Hizo como que pensaba, pero realmente solo podía darle vueltas a aquellos dos. A ver, ¿de qué iban? Que en Hogwarts uno venía a estudiar y pasarlo bien, no a casarse, podrían cortarse un poco. Miró por encima del hombro de Marcus y vio que el sistema de puntuación estaba impecablemente reflejado. — Howard, ¿hay alguien de séptimo que pueda hacer un Engorgio a los sistemas y pasarlos a limpio para ponerlos en los puestos de cada prueba? Por supuesto, directora Gallia. — Dijo con una sonrisa, cogiendo el papel y levantándose diligentemente, aunque sospechaba que se estaba riendo un poco de ella. Así que se giró a Marcus y dijo. — Del de Herbología me ocupo yo, ¿alguna idea para el resto de asignaturas? ¿Se te ocurre algo de Alquimia?Uhhhh qué chungo. — Dijo Monica sin levantar la vista de las letras, que primero dibujaba y luego copiaba con magia. — No es chungo, es la mejor asignatura del mundo, y Marcus será alquimista algún día. — Ella sonrió de medio lado. — Cásate con Anne. Qué bonita pareja de alquimistas. — Sí, bueno, lo que le faltaba. No solo quería a Howard de novio si no que quería ennoviar a Marcus con Anne, ¿algo más, Fender?

    Merci Prouvaire!


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    Alchemist
    Freyja
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    Vie Ago 27, 2021 12:43 pm

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    CON Alice EN Sala Común A LAS 8:00 del 23 de marzo de 1996
    Hizo una muequecita con los labios y reflexionó, mirando hacia arriba, sobre la frase de la madre de Alice. Marcus tenía buena memoria, pero también le gustaba apuntarlo todo, así que le había gustado eso de la pluma corta. Sí, definitivamente se iba a apuntar esa frase para sí, con lo redicho que era, seguro que ya mismo se la estaba soltando a alguien. Salió de su reflexión cuando Monica eso de mini Howard mirándole a él, lo cual le hizo mirar a los lados como si quisiera comprobar que no se lo decía a otro. - ¿Yo? - Preguntó señalándose, aunque la conversación siguió en lo que él notaba sus mejillas encenderse. ¿Le había llamado "mini Howard"? ¿De verdad esa chica mayor consideraba que era como un Howard Graves en más pequeño? ¡Oh, qué honor! Ya tenía la sonrisilla boba para todo el día.

    Se tuvo que reír con la imitación de Alice sobre la Dama de las Violetas. - Sí que habla así. Aunque a mí no me dice esas cosas. Siempre me dice "cómo se nota que eres Ravenclaw", "¡vaya, Marcus, me han dicho que has sacado un diez en Transformaciones", y me pide que se lo cuente y todo, y que haga magia, y se queda sentada en su silla mirando superentretenida. - Estaba escuchando a Monica reírse entre dientes, pero él siguió. - Pues ella también era de Ravenclaw, me lo dijo una vez, por eso siempre nos dice cosas buenas. - Comentó mirando a Graves, buscando complicidad en él ya que las chicas no parecían llevarse muy bien con ella. Monica dijo. - Ya, seguro que es por eso... - Y también me dice, "qué corbata más bonita, Marcus, ese color te pega con los ojos". - ¡Pero si la corbata es azul y tienes los ojos verdes! - Dijo Monica, estallando en una carcajada. Howard suspiró hondamente y le puso una mano en el hombro. - Ni caso, colega. Lo dicho, está celosísima. - Es una niñata de dieciséis años, solo que se le da mucha importancia por ser de otra época. - ¿Dieciséis años, dices? ¿Quieres decir, como tú? - Preguntó Graves con tonillo gracioso, una sonrisilla doblada y los labios cruzados, lo que hizo a Marcus reírse entre dientes mirando a Alice. Monica rodó los ojos. - Un día me dijo que me iba a quemar los mechones rosas del pelo. - Dijo la chica, pinzándoselos con los dedos. - Le contesté que mejor no hablábamos de quien quemaba a quien, que ella iba a salir perdiendo. - ¿Y no te dijo nada de que te combinaban con los ojos? Oh, pobrecilla. - Respondió Howard, sin quitar la sonrisilla ni abandonar ese tono que sonaba... Diferente. La chica hizo una caída digna de ojos, y a pesar de que parecía querer sonar quejosa, se estaba escondiendo una sonrisilla. - No. - - Pues nada, tendré que decírtelo yo... - Marcus les miró extrañado. ¿Era cosa suya o estaban como tonteando? Pero no eran novios ni nada, ¿no? Él siempre decía "mi amiga Monica", ¿era correcto que los amigos se hablaran así? Bueno, ciertamente Alice le había dicho el primer día que tenía unos ojos bonitos cuando ni eran mejores amigos ni nada, se conocían solo de hacía unas horas. Era el tono lo que le extrañaba... Bueno, cosas de gente de dieciséis años.

    En fin, que él estaba con sus cosas del día del orgullo Ravenclaw, no se podía entretener. Aplaudió un par de veces con entusiasmo casi desbordado. - ¡Sí, pruebas por asignaturas! Eso suena genial. A los profes les va a encantar. A lo mejor la Señora Granger nos ayuda, porque es profe y es la jefa de Ravenclaw. ¡Ah! ¡Y el profesor de Alquimia también era de Ravenclaw, que un día hablé con él! ¡¡Y la enfermera Durrell!! ¿Te acuerdas que nos lo dijo? ¿Querrá participar? - Él ya estaba más que a bordo de ese barco. Se abstrajo de nuevo por un par de segundos, pensando a toda velocidad. Eso de pruebas por curso y asignatura sonaba bestial, pero era cierto que no tenían tiempo. Pensaba ponerse manos a la obra con las del año que viene en cuanto pasara ese, ¡vamos que sí! ¡Ya no les pillaba más el toro! Y si algún día llegaba a ser prefecto, ¡iba a hacer unos días del orgullo Ravenclaw memorables!

    Obedientemente, tomó el pergamino que Alice le pasaba y empezó a diseñar concienzudamente el sistema de puntos. Aun así, tenía la oreja puesta en lo que decían, y se rio un poquito cuando escuchó lo de los apellidos inspirados en Astronomía. - Pues yo ya tengo uno. - Comentó mientras escribía, pero se detuvo en cuanto notó que todos los ojos le miraban. Se encogió un poquito. - El Profesor Antares, de Pociones. ¿No es eso una estrella? - Monica soltó una escandalosa carcajada, dando un aplauso y echándose hacia atrás. - ¡Y yo que no había caído! ¡Pues ea, ya tenemos el primer punto, apúntatelo! - Ey ey ey. - Detuvo Graves, haciendo gestos con las manos. - Aún no hemos publicado las bases, ni siquiera tenemos hecho el sistema. Vamos a hacer las cosas a lo legal. - La chica mayor hizo una pedorreta que provocó que el prefecto la mirara con una cara muy graciosa, entre la ofensa y la sorpresa. - Lo que tú digas. Pienso apuntar ese punto nada más se cuelgue esto en el tablón. - Yo creo que es un poquito trampa, pero vale. - Dijo Howard, alzando las palmas de las manos. - Nos acogeremos a que la idea ha sido de las chicas y la solución la ha dado Marcus. - No sabía si era lo más legal del universo, pero si Howard lo decía, a él le valía.

    Se centró en el sistema de puntos mientras los otros tres seguían debatiendo. Solo activó el oído de nuevo cuando oyó "Prefecta Harmond" y "cocina". - Yo la puedo ayudar si quiere. - Dijo él prudentemente, pero Howard le picó las costillas y le susurró con tono burlón. - Tú lo que quieres es comerte el primer pastelito, O'Donnell. - Eso le hizo reír. - ¡Que no! - ¡Uy, que no! ¿Ni siquiera los muffins con glaseado azul y estrellitas color bronce? - ¿¿¿Hay muffins con glaseado azul??? - Lo había dicho entusiasmado de más y con los ojos tan abiertos que le ocupaban media cara, lo cual hizo a Howard reírse a carcajadas. Pues así no iba bien con lo de "no voy allí a comer, sino a ayudar". Bueno, y a estar con Anne Harmond, claro. Es que era tan buena, simpática, lista...

    Escuchó la propuesta de Fender sobre la prueba de Runas mientras seguía escribiendo. También iba a ofrecerse a eso, pero pensó que quizás debía dejar de ofrecerse a cosas con tanta facilidad y dejar un poco de espacio a los demás, que a todo el mundo le haría ilusión, ¿no? Hablando de hacer ilusión y de más gente... ¿Dónde estaba Sean? Miró a los lados y frunció el ceño. No se podía creer que su amigo se hubiera quedado dormido otra vez. Pff, qué desinterés...

    Rio un poco cuando Howard llamó a Alice "directora Gallia", mirándola a ella de reojo. Sí que se le daba bien organizar, cuando no iba pegando saltos por ahí y se centraba un poquito, claro. Si Alice era muy lista, solo que de vez en cuando tenía cosas como lo de meterse en un laboratorio en el que no podía entrar y eso, pero si limaba eso un poquito, a lo mejor algún día podría ser prefecta. Serían prefectos juntos. Eso molaría un montón. Asintió cuando dijo que ella se ocuparía de Herbología, pero antes de abrir la boca para decir que podían pedirle ayuda a Anne con lo de Alquimia (otra excusa tan buena como otra cualquiera para pegarse a la prefecta), Monica soltó ese comentario. - ¿Eh? Noo. - Dijo con una voz absurdamente temblorosa y rojo como una bombilla. - Que es más mayor que yo. - La chica hizo un gesto con la mano mientras seguía dibujando. - Cinco años no son nada. Mis padres se llevan doce. - Marcus abrió un montón los ojos. Wow, doce. Pues los suyos eran de la misma edad.

    Sacudió un poco la cabeza, porque se estaba desconcentrando, y parpadeó fuertemente. - Vale, Alquimia. - Dijo para reconducirse a sí mismo, pensando en silencio por unos segundos. - Es un poco difícil, y me gustaría que quedara muy guay, porque es la mejor asignatura. - Lástima que ellos no la estuvieran cursando. Pensó un poco más y dijo. - ¿Qué te parece si la dejamos para la última? Podemos hacer todas las demás, y cuando solo quede esa, bajamos a las cocinas a echarle una mano a Anne con los muffins azules y le preguntamos a ella. - Ya no se le iba de la cabeza lo de los muffins azules.

    Se removió contento en su asiento para mirar a Alice. - ¡Se me ha ocurrido una para Encantamientos! Como es sábado, la clase va a estar libre. Podemos pedirle permiso al Profesor Handsgold para entrar. Ya sé que es de Gryffindor, pero yo lo he visto participar en todos los días, así que no puede decirnos que no. - ¡A ver! Sería superinjusto que justo para ellos no quisiera hacer nada. - Podemos llenar la clase con.. Algo, alguna cosa, ya se nos ocurrirá, que sean todas de verdad menos una, que sea un encantamiento, y los alumnos tienen que entrar allí y adivinar cual es. - Monica miró a los lados y se agachó, para acercarse mucho a ellos y decirle con cara traviesa y voz de contar un secreto. - Me gusta tu idea, Marcus. Puedo hablar con el Profesor Kowalsky y que nos preste duendecillos de Cornualles. Que todos estén volando y solo uno sea un encantamiento, los demás son de verdad. ¿Cómo lo veis? - Marcus la miró con prudencia. - Es que... Son muy... No sé si me parece buena idea, he oído que vuelan muy rápido y muerden y cogen a la gente de las orejas y las cuelgan de las lámparas. - No le daba ninguna confianza eso. Monica chistó un poco, quitándole importancia. - Pero son azules, como nuestro blasón. ¿No te gustan las cosas azules, Marcus? - Me gustan las cosas azules que no son peligrosas, pensó, mientras miraba a la chica planteándose por qué vía salir de aquel jardín, porque parecía muy convencida. - Y además, podemos hacer que el que sea un encantamiento, al tocarlo se convierta en un muffin de esos azules que tanto te gustan. - Se le abrieron más los ojos. Jolín, es que sonaba muy bien eso...

    - ¿Qué diablura le estás diciendo ya a mis chicos de primero? - Preguntó Graves, apareciendo por allí sonriente y con varias copias del sistema de puntos en las manos. Vaya, sí que se lo habían hecho rápido. La chica se irguió dignamente y dijo. - Nada. Solo hacíamos lluvia de ideas. - Prefecto Graves, ¿se pueden usar duendecillos de Cornualles para las pruebas? ¿No será peligroso? - Preguntó Marcus, que iba a tardar él mucho en chivarse al prefecto sobre la cuestionable seguridad de la propuesta de Fender. El mayor se cruzó lentamente de brazos, mirando a su compañera, quien rodaba los ojos. - Ni cinco minutos me puedo despistar sin que eches a arder la escuela. - No me tires de la lengua, Howard... - Contestó ella con tonito, y justo después se inclinó hacia Alice y le susurró. - Tu amiguito es un santurrón, pero no te preocupes, con los años se les pasa. -
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    CON Marcus EN Sala Común A LAS 8:00 del 23 de marzo de 1996
    Bueno, claro, si la tía aquella se ponía así con sus coletas, los mechones rosas de Monica la tenían que tener frenética. Ella negó con la cabeza y entornó los ojos. — Esa chica tiene un concepto muy anticuado de todo, ¿sabéis? Y solo quiere hablar con los chicos, y creo que es porque nos tiene envidia. Por lo que dice Monica, que ella está pintada y le gustaría estar viva como nosotras.¡Eso es! La que es Ravenclaw, es Ravenclaw. Las mujeres no tenemos por qué plegarnos a ninguna convención absurda. — Alice miró a Marcus y dijo. — Lo que no sé es cómo no te da un tic en el ojo cuando dice lo de la corbata, con lo que eres tú para los colores. — Monica miró a Marcus y rio. — Vaya, ¿a quién me recordará? — Aunque el breve momento de camaradería con su compañera se pasó cuando volvió a los tonteos con Howard. Si es que no podía confiarse. Mejor se dedicaba a lo que tenía que hacer, que era conseguir que el día del Orgullo Ravenclaw no fuera un desastre.

    Asintió a lo que dijo Marcus sobre Antares, contenta de que se hubiera entendido el juego y entornó los ojos cuando Howard dijo que era ilegal. — Bueno, no sé… Lo ha averiguado solo. No es como que se lo hayamos chivado, si lo ha sacado por ser listo… — ¿Y lo bien que venía ese puntito? Howard le pellizcó en la mejilla y dijo. — Menuda lianta eres tú también, ¿eh, Gal? — Ella ladeó un sonrisilla y se revolvió. Concentración, Alice, que te pierdes. — Sí, qué fácil echarle la culpa a las chicas cuando la idea os gusta hasta a vosotros. — Pero vamos, que ella estaba acostumbrada a que todo el mundo le encasquetara las maldades. Aunque tuvo que reírse con lo de la cocina. — Hombre… Admite que alguno te comerías. — Le dijo a su amigo dándole un codazo. — Me extraña que no hayas ido a comerte ya media mesa del gran comedor. — Paseó los ojos por la estancia. — Creo que esa traidora de Hillary lo ha hecho. — Porque llevaba quejándose lo mismo desde que se habían levantado, y claramente había aprovechado la falta de vigilancia. — Aunque he de admitir que eso de los muffins azules con estrellitas suena guay. Si los hubiera de arándanos me los comería.Y de todas formas deberías desayunar algo tú también, Gal. Creo que quedamos en que había que comer más después del desmayo. — Ella apretó los labios y puso cara de niña buena. Pues sí, pero… Si es que no le gustaba comer.

    Al menos, su amigo no reaccionó muy entusiasta cuando Monica le dijo que se casara con Anne. Al parecer, el máximo impedimento era la edad… Y a ver, sí… Pero entonces Monica dijo lo de sus padre y a ella se le escapó decir. — Y los míos nueve y pico. — Y a juzgar por la cara de su amigo, no era eso a lo que estaba acostumbrado. Pero prefirió dejar el tema, porque, en el fondo, era entrarle al juego a Monica, y no le apetecía. Al menos siempre podía contar con las brillantes ideas de su amigo. — Sí, podemos esperar a que suba la prefecta para preguntarle por la de Alquimia, aunque yo me fío de tus conocimientos en la materia. — Dijo con cariño. Marcus era el mejor en muchas cosas, y claramente en Encantamientos también, porque había tenido una idea buenísima. — ¡Eh! Esa es muy buena. Y ni siquiera hay que pensar con qué llenarla, los propios objetos de la clase lo serán, así será más difícil distinguirlos. Y el encantamiento puede ser… — Y en lo que pensaba, la otra chica se puso a decir algo sobre duendecillos de Cornualles. ¡Eh! Eso podía ser un reto y de los buenos, pero claramente a su amigo no se lo parecía. Y a Howard, que llegó justo después tampoco. Pues vaya chasco. También Marcus se podía haber aguantado las dudas, porque igual, si lo hubieran tenido montado ya, al prefecto le daría cosilla decirles que no. De hecho, Monica dijo aquello y se vio, involuntariamente asintiendo con la cabeza, antes de maldecirse a sí misma por dentro, así que carraspeó y se recompuso. — A mí me gusta así. — Aseguró. Pero es que la idea de los duendecillos era grandiosa, porque eran azules, era perfecto. — ¡Eh! — dijo recuperando el tema anterior. — Pero igual para la prueba de Cuidado de Criaturas Mágicas podemos hacer algo con ellos. — Levantó la mano en dirección a Howard. — En un entorno controlado, y con los duendes en sus jaulitas. Monica ha dicho que puede hablar con Kowalsky, ¿verdad? — Dijo girándose hacia ella y apuntando en el papel de ideas. — Yo ni idea de Criaturas, pero esa la podéis pensar vosotros, y Marcus y yo… Marcus y tú os vais a ir a desayunar. Que ya es hora. — ¡No! ¡Howard que hay mucho que hacer! — Dijo quejosa. — Anda, anda, enana, que tienes que crecer. — Alice echó el aire por la nariz. Cómo odiaba que le dijeran aquello. Y encima había dejado solos a Monica y a Howard. Menuda Ravenclaw estaba hecha. Pero cuando miró a su amigo supo que, efectivamente, necesitaba desayunar. — Venga. Vamos tú y yo. Y nos llevamos esto, para seguir haciendo cosas. —Dijo cogiendo el pergamino, la pluma y la tinta. Pero antes de salir por la puerta se giró a los dos mayores. — Y vosotros tened lo de Criaturas y algo de Aritmancia para cuando volvamos. — Advirtió, lo cual, de nuevo, hizo reír a los mayores. Suspiró y salió por la puerta, dándose con el índice en los labios, pensativa. — En Pociones podemos poner unos componentes, que no sean peligrosos ni nada, y hay que saber mezclarlos. Si te sale bien te queda una esencia de algo que huela muy bien, como de lavanda, y si te sale mal, te queda un moco verde o algo así. — Comentó con una risita, mientras bajaban al comedor. En el fondo, le encantaba estar con Marcus, más que con nadie, aunque eso significara dejar a Howard y Monica solos con su tonteo y, por supuesto, implicara comer.

    Merci Prouvaire!
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    Vie Ago 27, 2021 4:36 pm

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    CON Alice EN Sala Común A LAS 8:00 del 23 de marzo de 1996
    Se encogió de hombros. - Alguien los tiene que probar. - ¿Colaba como excusa? Lo cierto es que, con tanto hablar de dulces, empezaba a rugirle el estómago. Pero es que se había levantado tan entusiasmado y tenían tantas cosas que organizar... Nota para el año que viene: organizarse antes y llevarse el desayuno a la sala común. ¿Se podría hacer eso? Pensar que Hillary estaba comiendo sí que hizo que le entrara hambre, e incluso un poco de miedo, ¿y si llegaban tarde y se acababa la comida? ¡No, por todos los dragones, no podía perderse el desayuno justo ese día, que seguro que había un montón de comida azul! ¡Era el peor día para perdérselo!

    Asintió enérgicamente cuando Howard dijo que Alice debería desayunar, mirando a la chica con intensidad. No quería desmayos ese día. Bueno, ni ese ni ninguno, pero menos aún ese. - Seguro que los hay de arándanos. A lo mejor estamos aún a tiempo de decírselo a Anne. - Esa era otra de las hojas de ruta de Marcus: estar con Anne. Cuando no estaba pegado a Howard, estaba pegado a Anne. Pero es que eran los prefectos, y eran los mejores, porque no es porque fueran de Ravenclaw (aunque un poquito sí) pero Howard y Anne eran los mejores prefectos del castillo con diferencia. Por su parte, no había más que hablar: tenían que bajar ya a desayunar. Pero claro, no quería dejarse eso a medio hacer... Pero es que tenía mucha hambre...

    La idea de los duendecillos para Cuidado de Criaturas Mágicas sí le pareció buena. - ¡Eso! En los terrenos y sin salir de sus jaulitas estarán más controlados que sueltos por un aula. - Y así no tengo por qué pasar por allí, pensó. A Marcus no le gustaban mucho las criaturas, la verdad, y menos esas criaturas tan gruñonas y malintencionadas. Él con su Elio tenía de sobra, que era una lechuza buena, obediente y pequeñita. Alice tampoco parecía muy inclinada a eso de las criaturas, y mientras él esperaba a que dijera a qué se dedicarían en lo que los demás estaban con las criaturas, Howard les mandó a desayunar. Pues ni media palabra más, primero porque era una orden del prefecto, y segundo porque se moría de hambre, así que dio un saltito para ponerse de pie, con una sonrisa de oreja a oreja. Alice no parecía tan conforme, pero como ya estaban los mayores convenciéndola, él simplemente se guardó las manos en los bolsillos y esperó, como el niño bueno (y hambriento) que era, a que acabara de decidirse, sin interrumpir y con cara ilusionada.

    - Ya verás, seguro que tienen cosas con arándanos, son azules... Bueno, no exactamente azules, pero casi azules, más o menos. - Si todo era ponerle ilusión y lo podías ver como tú quisieras. - ¡Ah! ¿Sabes que sugerí que hicieran tortitas azules? ¿Lo habrán hecho? ¡Oh, y gofres azules! Los elfos me dijeron que los gofres podían quedarse como estaban porque daba el pego de que eran color bronce, que también era de Ravenclaw... No sé si me convence, la verdad, yo los veo más amarillentos que bronce, pero bueno. Aunque podrían echarle una bola de helado azul. Eso sí estaría bien, así no me importaría que fueran marrones. - Iba tan contento por ir de camino al Gran Comedor que no paraba de hablar mientras salían de la sala.

    Escuchó la propuesta de Alice a lo de Pociones y se echó a reír. - ¡Qué bueno! Pues me parece genial, ¡ya tenemos otra! Cuando lleguemos al comedor, la apuntamos. Bueno, cuando desayunemos. - Eso. Primero, comer. - ¡Oh! Para transformaciones, podríamos poner un montón de escuditos de Ravenclaw que sean, mmm... ¿Cucharas? - Por poner. Claramente, la mente de Marcus estaba en las cocinas. - ¿Sabríamos transformar cucharas en escudos de Ravenclaw? A mí me salió bien la transformación del tenedor en tapete. - Y eso que era superdifícil, pero a Marcus se le daban muy bien las Transformaciones. - ¿Nos ayudaría la Profesora Fenwick? A ella no la he visto celebrar tanto... - A diferencia del Profesor Handsgold, la jefa de Slytherin había estado muy quitada de en medio hasta en el día de su propia casa. Dudaba que fuera a ayudar a los Ravenclaw, pero por probar... - Total, que un escudo sería real, y los demás serían cucharas, y habría que adivinar cual es. O al revés, damos cucharas y al que mejor la transforme en un escudo pues ¡¡NO, MEJOR!! - Gritó, él solo, porque Marcus iba pensando sobre la marcha mientras hablaba. Nunca dejaba de pensar a toda velocidad. - ¡¡Hay que transformar cucharas en águilas!! ¿Será muy difícil? - Ahora no sabía cuál de las dos opciones le gustaba más.

    Llegaron al Gran Comedor y se le iluminaron los ojos. ¡¡Todo estaba lleno de estandartes azules de Ravenclaw!! ¡¡Pero qué bonito!! Claramente aún no habían decorado el resto del castillo, pero el Gran Comedor estaba precioso. Los jefes de las casas habían dado discursos en el desayuno los días anteriores, seguro que hoy la Señora Granger decía unas palabras. Ya estaba en la mesa con otros profesores, de hecho. Ah, y también vio a Anne Harmond, y un pellizquito se le agarró en el pecho, tanto que se llevó una mano a este inconscientemente, con una sonrisa muy boba, y tan pronto se dio cuenta se guardó las manos en los bolsillos y carraspeó un poquito, disimulando. La chica se había ofrecido amablemente a servir ella el desayuno a todos, y estaba detrás de la mesa de la comida, llena de pastelitos y cosas de color azul. Con esa sonrisa y su brillante insignia de prefecta. ¡Qué buena era! ¡Y estaba tan guapa ese día! Se había puesto una cinta con una florecita azul en el pelo y sonreía a todo el mundo. Marcus estaba suspirando para sus adentros. Y pensar que, además, iban a preguntarle cosas de Alquimia...

    Tiró de Alice para que no se le escapara o se le fuera a otra parte, porque Marcus iba flechado tanto a la comida como a hablar con la prefecta. - ¡Hola, Prefecta Harmond! - ¡Marcus! ¡Alice! Ya os echaba de menos por aquí. - Ay, ¡qué simpática era! Si es que se le ponía cara de tonto cada vez que le sonreía. Yo decía, ¿dónde está el alumno más Ravenclaw y más glotoncillo de toda la escuela? - Lo bueno se hace esperar. - Dijo muy chulito, con una caída de ojos, haciendo a la chica reír con esa risa tan musical y sincera que tenía. - Probad los muffins, mirad que bonitos han quedado. - Anne suspiró. - Y espero que se coman todos, porque vaya trabajo ha costado hacerlos. - ¡Qué pinta tienen! - Si la gente no los quería, se los comía todos él, porque se le estaba haciendo la boca agua solo de verlos. Aunque algo más captó su atención. - ¡¡Alice!! ¡¡Las tortitas azules!! ¡¡Y mira, con arándanos!! ¡¡Tenemos que hacernos un plato gigantesco!! -
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    Vie Ago 27, 2021 7:25 pm

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    CON Marcus EN Sala Común A LAS 8:00 del 23 de marzo de 1996
    Entre el uno que nada más repetía Monica esto Monica lo otro y ahora su amigo tenía un objetivo que era Anne Harmond, empezaba a pensar que era más invisible de lo que imaginaba. Al menos Anne Harmond le caía bien, si su amigo se colaba por ella… Pues ni tan mal. No tendría tan mal gusto como Howard, y Anne le pegaba, la verdad. En fin, tonterías de Monica, en verdad, si es que no sabía por qué le hacía caso. Ojo a la estupidez… Negó con la cabeza para consigo misma y atendió a lo que le iba diciendo Marcus. — Sí, es cierto. — Dijocon una sonrisa a lo de los arándanos. — Aunque en verdad se ponen como morados cuando los cocinas. Pero el morado es el color favorito de mi madre, así que genial. — Se rio a lo de la comida azul. — Es un color super raro para la comida, desde luego que no se puede confundir con la comida de ningún otro día. — Le dio en el brazo y le señaló. — Oye, qué buena idea lo de los gofres, realmente sí son del color de nuestra casa. Y con el helado azul da el pego divinamente, y ahora si coges la tortita azul, le echas caramelo encima será en plan bronce también, ojalá supiera dibujar un águila con ello. — Ah sí, comer no mucho, pero hacer tonterías con colores y pensar combinaciones , todas las del mundo. Bueno, puede que empezara animarse por ir a desayunar.

    Además, a Marcus le gustó su idea para Pociones, y eso también le levantaba el ánimo, así que entró en el gran comedor, pensando más bien en sentarse y apuntarlo, para que no se le esfumara. — ¡Oh! Qué buena idea para Transformaciones, y las cucharas no son tan difíciles de transformar. — Asintió encantada con una amplia sonrisa. — ¡Ya ves! A ti las transformaciones se te dan genial, pero si no, pides ayuda a los mayores. Mira, hacemos todo cucharas, y quien logre transformarlas en escudos, punto que se lleva por cada uno. Pero tiene que estar bien transformado. — Más sencillo imposible. Ah no, pero Marcus tenía que darle otra vuelta, y a ver, no es que a Alice no le gustara siempre ir un poquito más allá pero… — Igual… Lo de las águilas es un pelín más difícil para que lo haga todo el mundo. Yo no sabría hacerlo, sin ir más lejos. — Confesó. — Pero los escudos están muy bien, y tienen un águila pintada, y siendo de un material similar, es más accesible. — Eso sí, alzó una ceja cuando dijo lo de Fenwick. — Yo no contaría con ello. Pero Howard y Anne seguro que son buenos en ello, a ver, son buenos en todo.

    Nada más entrar, Alice puso una sonrisa enorme y los ojos le brillaron. Increíble. Todo Ravenclaw, todo azul. Ojalá así todo el año. Saludó a la prefecta Harmond alegremente cuando los vio, y se tapó una risita cuando llamó glotoncillo a Marcus. No cabía duda de que se ponía muy bien puesto delante de la prefecta, pero en el caso de Marcus, al contrario que con Howard, le hacía gracia. Cuando mencionó el trabajo que le había costado hacer todo aquello lo miró con preocupación. Era muchísima comida, y ella solía ayudar a mamá, pero hacer todo aquello ella sola en años venideros… Porque sí, se veía haciéndolo sola, viendo el ambientazo de ayuda que había en los cursos inferiores. Marcus le instó a hacerse con unas tortitas y ella puso su mejor voz melosa. — ¿Me traes unas a mí, por fi? Con caramelo, ¿vale? Pero no te pases, eh. — Y aprovechó para acercarse a Anne, caminando a su lado. — Prefecta Harmond.Dime, Alice. ¿Me enseñarás a hacer todo esto antes de irte? O sea, todo lo que has cocinado, y las magdalenas, sobre todo las magdalenas, con el glaseado azul, y lo de las estrellitas. ¿Son comestibles? Porque la verdad, no sé cómo se hacen estrellitas comestibles.Alice. — Dijo la mayor parándose y mirándola con una sonrisa. — Tranquila. De verdad. A todo se aprende, yo te enseñaré y saldrá todo bien. — Ella se encogió de hombros y sonrió. — Es que a Marcus le encanta todo esto, y cómo lo haces tú. La comida sobretodo. — Ella rio. — Sí, sí, ya lo veo, sin duda. — Jugueteó con una coleta suya y le guiñó un ojo. — Cuando lo organices tú, le va a gustar más todavía, ya lo verás. — Ella se rio, sintiéndose un poco más… ¿Validada? ¿Valorada? Pues podía ser. — El año que viene me avisas cuando vayas a empezar con todo, ¿sí? — Anne asintió. — Prometido. Pero ahora a desayunar, verás qué contento pone eso a Marcus.

    Se sentó en la mesa con su pergamino y empezó a apuntar todas las ideas que se les habían ido ocurriendo, hasta que notó dos personas por encima de sus hombros. — ¿Son las pruebas?Yo quiero ver ese sistema de puntos. — Alice se volvió con cara de superioridad, pegándose el pergamino al pecho. — Sí, claro. No, yo no comparto mis planes con: A, dormilones, B, traidoras glotonas que prefieren desayunar. — Contestó a Sean y Hillary. — Ahora, si os parece, os esperáis al juego, y el año que viene, en vez de hacer el vago, nos ayudais. — Justo en ese momento llegó Marcus con las tortitas. — ¡Oh! Chulísimo. — Le había puesto arándanos y traía el tarro del caramelo. Según lo vio, lo cogió y tomó el plato de Marcus. — Mira. — Y con el caramelo, le pintó una M. — Esta para ti, de Marcus.O sea, yo me llevo bronca y a él le haces letritas. — Se quejó Sean. — ¡Ay, qué penoso eres! Que madrugues más y ya veremos. — Hillary se sentó a su lado. — Insisto en ver ese sistema de puntuación. — Alice resopló, mientras empezaba a comerse una tortita. — Ay, qué pesada, si quieres ayudar piensa en algo útil para las pruebas de las asignaturas que nos faltan. ¡Mira! Piensa algo para Estudios Muggles. — Eso pareció entusiasmarla. — ¡Hala! ¿Y puedo yo dar los puntos? Si piensas la prueba.Sí, sí, ponemos un montón de objetos muggles y les damos tres opciones de uso, si aciertan, se llevan puntos. — Miró a Marcus y se encogió de hombros. Bueno, era un poco simplón, pero ninguno entendía demasiado de Estudios Muggles. Sabía que su amigo la entendería solo con eso. — Nos faltan Vuelo y Adivinación. — Dijo, mientras dibujaba una A en otra tortita y se la señalaba a Marcus. — Esa es la mía. — Comentó con una sonrisa, señalándola con el tenedor. — ¿Por qué les harán tanta gracia estas tonterías? — Susurró Sean a Hillary. — Vaya con los amiguitos marmotas, ahora tienen envidia. — Dijo ella pegándole a Marcus un codazo y guiñando el ojo. — Pensad en esas otras dos pruebas anda, y haced algo útil, que tengo que desayunar. — Dijo antes de beber zumo de manzana.


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    Sáb Ago 28, 2021 7:05 am

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    Abrió mucho los ojos. - ¡Oh, no se me había ocurrido! - ¡Dibujar un águila con caramelo en la tortita! Brillante. Pensaba hacerlo, ya que además Alice le había dejado a cargo de llevarle su plato de tortitas... Diciéndole que no se pasara, pero bueno, no era pasarse si era un día especial como ese, ¿no? Mientras Alice hablaba con la Prefecta Harmond, levitó un par de platos (porque, sí, mejor los levitaba, porque le iba a costar llevarlos con las manos de todo lo que pensaba echarles) y empezó a poner de todo en estos: tortitas azules apiladas, varios muffins con glaseado azul y estrellitas, galletitas azules y marrones, un montón de arándanos... Todo lo que fuera azul. Había también un zumo de color azul, que no tenía ni idea de lo que era, pero se lo llevaba también. Quizás llevaba uvas o arándanos, o a saber. O quizás solo era zumo de calabaza coloreado de azul. A él le valía.

    Al girarse, vio que Anne estaba saludando a otros chicos y que Alice ya se había ido a la mesa a sentarse. Se acercó sonriente a la prefecta y dijo. - ¡Mira! He cogido un poco de todo. - Wow, qué gran plato, Marcus. Pero ¿no te ha pedido Alice que no te pasases? - Se encogió de hombros con inocencia, mirando con una sonrisilla a Anne. - Hoy es un día especial, Prefecta Harmond. Somos águilas orgullosas. - Eso hizo a la chica soltar otra carcajada. - Eso suena tanto a Howard que se lo pienso decir en cuanto le vea. - Sí, por favor, pensó ilusionado. Quería que los prefectos hablaran de él y de lo bueno y lo Ravenclaw que era.

    Pero tenía otro asunto importante que tratar. En lo que la chica ponía más glaseado a las magdalenas pendientes con un elegante gesto de la varita, se le acercó un poco más y dijo. - Prefecta Harmond, ¿qué podríamos hacer para la prueba de Alquimia? Quiero que quede superguay, pero no se me ocurre nada en lo que pueda participar todo el mundo y que no sea peligroso. - Miró de reojo a Alice, que ya estaba hablando con sus amigos en la mesa, y susurró en prudente tono confidencial. - Sobre todo que no sea peligroso. - La chica siguió echando glaseado con una sonrisilla en los labios y dijo con voz cantarina. - Puede que yo ya tenga algo pensado. - Marcus abrió mucho los ojos y sonrió emocionado. - ¿¿De verdad?? ¿¿El qué?? - La chica, sin perder esa mueca sonriente tan graciosa que hacía que se le arrugara la nariz, miró a los lados y se agachó ante él para susurrar. - ¿Has leído a Fulcanelli, Marcus? -¡¡Sí!! - Contestó él, exultante, encantado de que alguien de fuera de su familia que sabía alquimia le hiciera esa pregunta. - Entonces sabrás que en El Misterio de las Catedrales decía que había iconografía de alquimista oculta en algunas catedrales del mundo. - ¡¡Lo sé!! - Corroboró él, que estaba que se iba a desmayar de la emoción, lo cual a Anne le estaba haciendo mucha gracia pero se forzaba por disimular. - Pues unos amigos y yo hemos escondido esas imágenes por los muros de Hogwarts. Hay que encontrarla. Es muy difícil, solo para mentes realmente despiertas, leídas, inteligentes y muy observadoras. - A Marcus se le iban a salir los ojos de la cara. No daba crédito de lo que oía. - ¡¡Eso es genial!! - La chica chistó un poquito. - Y como no sabemos si va a haber mucho de eso por aquí... - Marcus escondió una sonrisilla. Uy, sí, había mucho tonto por Hogwarts, no como ellos, que eran listísimos... - Hemos puesto algo un poco más sencillo. También están escondidos los cuatro elementos, y para llevarte el premio, tienes que encontrarlos y que hacer un hechizo que invoque al elemento concreto, o llevar algo, lo que se te ocurra. Y que no sea peligroso, claro. - Marcus estaba emocionadísimo. Asintió encantado y la chica rio un poco. - Venga, vete con tus amigos, que se te va a enfriar toda esa comida que has cogido. -

    Llegó a la mesa casi rodando de lo acelerado que iba, y eso que había tenido que reducir la velocidad para que no se le cayeran las cosas, pero se sentía acelerado por dentro. Tan pronto puso las cosas en la mesa y saludó con un gesto de la mano a sus amigos (pero sin detenerse mucho, porque lo que quería era contarle a Alice lo de la prueba de Alquimia), su amiga le hizo una M en su tortita. - ¡Oh! ¡Gracias! - Y ya se estaba Sean quejando. Rodó los ojos y se llevó el primer trozo a la boca. - Haber venido antes. - Vosotros también acabáis de llegar. - Pero porque hemos estado siendo unos buenos Ravenclaw y trabajando para la fiesta. Por eso ahora tengo información privilegiada de la Prefecta Harmond que solo le voy a contar a quien haya estado trabajando. - Dijo con superioridad, y miró a Alice con una sonrisilla. Hillary contestó enfurruñada. - ¡Eh! Yo también he estado trabajando. - Pues yo no te he visto. - Y siguió comiendo.

    Atendió a lo de Estudios Muggles en silencio mientras se llenaba media cara de glaseado azul. ¡Dios, qué buenos estaban esos muffins! Rio del comentario de Alice y lo secundó. - Eso, pensad vosotros, que si no, luego os quejaréis de que nos digan que somos los mejores Ravenclaw. - Sí, el rey y la reina de Ravenclaw sois. - Se burló Sean, pero Marcus ni caso. En su lugar, se giró a Alice y le contó en tono muy bajito todo lo que le había dicho Anne para que los otros no le escucharan. - ¿A que mola un montón? -
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    Sáb Ago 28, 2021 8:11 pm

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    Por supuesto, Marcus se pasó. No esperaba menos, pero estaba tan contento y parecía tener tanta hambre que no dijo nada. Además, los cortes que le metía a Sean y a Hillary con las quejas, le hacían mucha gracia. Probó del zumo azul y alzó una ceja, tratando de identificar el sabor. — Mira creo que lleva frutas tropicales Distingo coco, kiwi… Y más cosas, pero está muy bueno y me encanta. — Sabía que su amigo disfrutaba con verla comer, y hasta que pudiera ella participar en todo eso. Y eso del rey y la reina de Ravenclaw… Le puso una sonrisa en la cara, no lo podía evitar, le encantaba cuando la gente les reconocía lo que hacían, porque eran gente que ponía todo el corazón en lo que hacía. Y sí, le gustaba sentirse la reina de Ravenclaw, era buen título.

    Al parecer, Marcus ya había hablado con Anne sobre lo de la alquimia, y le hubiera reñido por no estar ella delante si no estuviera demasiado encantada con lo que acababa de oír. — ¡QUÉ DICES! ¡ES LA MEJOR IDEA QUE HE OÍDO EN LA VIDA! — De la pura emoción, le dio sin querer al plato, que movió el vaso y derramó el zumo en la chica de enfrente. — ¡Perdón! ¡Tergeo! — Dijo lanzándole el hechizo, antes de volverse rápidamente a Marcus. — A ver, es que según me lo estabas contando estaba flipando. O sea, me muero por participar, y lo de Fulcanelli, vamos, lo voy a encontrar todo. — Paró para tomar aire y abrió mucho los ojos. — Espera, espera, no puedo participar, porque no curso Alquimia… Bueno, pero, lo podré hacer igual, ¿no? aunque no me cuenten los puntos, porque es que lo quiero hacer, ¡ah! ¡Qué tonta! ¿Por qué me habré inventado ese condenado sistema? No dar Alquimia desde primero es un rollo total. — De nuevo paró para tomar aire y miró a Marcus con los brazos cruzados, tratando de tranquilizarse. — Es más guay que ninguna que las pruebas que he pensado yo, y también ha cocinado ella y… — Se rio un poco. — Encima no puedo ni participar. — Suspiró. Sí, pues no le quedaba otra que asumir que quizá, a la primera, no se podía organizar el mejor Orgullo Ravenclaw de la historia. Así que no le quedaba otra que asumir la derrota y, ya que estaba, terminarse el desayuno.

    Masticó la tortita mientras miraba la hoja donde lo tenía todo apuntado. — Bueno, ¿crees que Anne me dejará participar de todas formas y… Tú me querrás ayudar? — Ya era para lo que quedaba, y ni tan mal si podía hacer cosas sobre Alquimia con su mejor amigo. — Ey, hemos tenido unas ideas para Vuelo y Adivinación. — A buenas horas, pensó, pero bueno, se giró a oírlas. Hillary le tendió otro pergamino donde había unos dibujos. — Son los dibujos del horóscopo, que se da mucho en Adivinación. — Miró a todos. — Que, por cierto, los muggles también lo usan. — ¿Para adivinar? ¿Cómo? Si no tienen poderes. Creo que se lo inventan un poco.Ya, como los magos. — Dijo Alice con una risita. — Bueno, lo importante. — Señaló el papel. — Podemos dibujar esto en la hierba.¿Con qué?Con harina, por ejemplo. Y la gente tiene que volar por los terrenos para buscar el suyo. — Alice dibujó una sonrisilla y dijo. — ¡Ey! Pues no es mala idea. Y así hacemos dos cosas a la vez. Se suele decir matar dos pájaros de un tiro. — Alice frunció el ceño y miró mal a Sean. — No me gusta esa expresión. — Y luego dirigió la vista a Hillary. — ¿Os encargáis de hacer eso entonces? Sí, si quieres… Sí, yo… Iré a terminar algunas de las decoraciones… O algo. — Más bien en lo que le pusieran a trabajar los demás.

    Pero justo llegó la prefecta Harmond y le puso las manos en sus hombros. — ¡Alice! Me acaba de contar Howard todas tus ideas, ¿las tienes ahí apuntadas? — Ella parpadeó un poco impactada. — Sí, sí… — Anne cogió el papel y empezó a leer. — Fantástico. Esto está perfecto. Pero voy a necesitar que te vengas conmigo a montar los puestos y hacer los sistemas oficiales, ¿creéis que podéis tirar sin ella? — Espera espera, ¿Anne Harmond la necesitaba? ¿A ella? Miró a Marcus y dijo. — ¿Tú les coordinas? — Estaba alucinada y emocionada, y no quería separarse de Marcus, pero… Se sentía útil y valorada.

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    Dom Ago 29, 2021 8:46 am

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    Alice se emocionó tanto que tiró el zumo, menos mal que reaccionó rápido. ¡Él lo sabía, que era la mejor idea del mundo! Y sí, era un rollo total que no pudieran participar, pero bueno, había más juegos y tendrían más años para hacerlo. ¡Y cuando estuvieran en sexto y en séptimo, lo harían con todas las de la ley, porque ya estarían en la asignatura, y lo iban a poner más difícil todavía! Asintió. - ¡Claro que nos dejará participar! Yo pensaba participar, seguro que los encontramos los primeros. Seremos los ganadores morales. - Dijo muy bien puesto y erguido. No podrían llevarse puntos, bueno, pero iban a ser los que más sabían de alquimia del castillo aun siendo los más pequeños. Eso era un meritazo, y nadie iba a bajarle de ahí. Seguro que pasaban los años y seguían hablando de como Marcus O'Donnell y Alice Gallia encontraron todas las analogías alquímicas del castillo con solo once años.

    Siguió comiendo alegremente mientras escuchaba a Hillary dar sus ideas sobre Adivinación y Vuelo, riendo con una risita cómplice junto a Alice a eso de que la adivinación era inventada. Uf, Adivinación y Vuelo, probablemente las dos asignaturas que Marcus tenía clarísimo que no estarían en su itinerario de tercero en adelante. Vuelo porque no le gustaba la sensación de despegar los pies del suelo, Marcus era un chico pegado a la tierra. Ya sabía volar, ¿no? Lo indispensable para desplazarse (y total, pensaba moverse el día de mañana a base de aparición y trasladores...). Pues ya está, no necesitaba pasar por ese estrés constante de asignatura, solo esperaba no haberse abierto la cabeza antes de poder quitársela. Y en cuanto a Adivinación... Pffff, eso no era nada científico, eran todo patrañas. La única asignatura que no le iba a costar ningún trabajo descartar entre las optativas, y menos mal, porque iba a tener un problema eligiendo el resto: le gustaban todas.

    - ¡Me parece genial! - Sí, la idea de Hillary era muy guay (y divertida, suponía, para quien le gustaran esas cosas, que no era él), y además fusionaba las dos asignaturas que menos le gustaban en una sola prueba. Genial, más pruebas en las que podía participar, porque esa iba a ignorarla abiertamente. Y además iban a encargarse Hillary y Sean de eso. Pues fantástico. Siguió comiendo, pero la aparición de la prefecta le hizo parar, limpiarse con la servilleta y erguirse de nuevo, dando su mejor impresión. Alabó las ideas de Alice, claro, porque eran geniales, y luego le dijo a él. Se levantó de un saltito. - ¡Sí! Yo puedo encargarme de hacer todas las decoraciones y de recordarle a todo el mundo que hoy es el día del Orgullo Ravenclaw y que estén preparados porque va a haber un montón de pruebas chulísimas con premios y todos. - La prefecta rio y le revolvió los rizos. - Ese es mi chico. -

    En cuanto terminó su desayuno, se fue cada uno por su lado. Alice se fue con la Prefecta Harmond, Sean y Hillary se fueron por ahí a organizar la prueba de Adivinación y Vuelo, y Marcus se fue flechado a buscar a Howard Graves. ¿Qué hacía todavía en la sala común? Tanto él como Monica. Además, estaban casi solos, si todos los demás estaban desayunando. En lo único que habían cambiado es que ahora estaban como contándose secretitos en el sofá, y de verdad que debían ser secretitos porque se separaron de un salto en cuanto Marcus apareció como un torrente por allí. - ¡Prefecto Graves! - Empezó a decir a toda velocidad que si todos los productos del desayuno eran azules, que si la prueba de Alquimia, que si Alice estaba con Anne, que si sus amigos habían fusionado Vuelo y Adivinación y por él estupendo porque esas asignaturas no le gustaban, que si tenían aún las decoraciones por ahí, que si se podía creer que uno de Slytherin de tercero le había dicho con tonito de burla "ah pero ¿vosotros también hacéis fiestas? Creía que solo estudiabais". Tss, qué gracioso, como que no se podían hacer las dos cosas. - ¡¡Total!! Que he pensado que podríamos poner... - Y todas sus ideas de decorado, otra vez, como si no las hubiera contado ya cien veces. En un momento de su divagación, Monica había dicho que necesitaba azúcar para poder seguir oyendo tantas cosas, pero Marcus pasó por alto y siguió hablando. Cuando acabó, Howard dijo que bajarían a desayunar y a verlo todo, y Marcus casi se va con ellos. A ver, no por nada, es que después de tanto hablar, un vasito de zumo de ese azul de muchas frutas no le vendría ni mal. Pero bueno, su prefecto le había encargado empezar con las decoraciones así que él encantado.

    Se puso a recolectar cosas, pero entonces Monica volvió, cuando él creía que ya se habían ido, en un leve trote con una sonrisilla y dejando a Howard en la puerta, extrañado de que interrumpiera su ruta hacia el desayuno para hablar con él. - Eh, mini librito parlante. - Le dijo la chica. Marcus alzó la cabeza y ella le miraba con una sonrisilla entre traviesa y enternecida. - Como le tengas que repetir todo eso al castillo entero, y a gente como ese Slytherin idiota que tiene mucha menos paciencia que tu querido prefecto, vas a acabar agotado. Y llorando porque alguien te va a dar un corte. - ¡Eh! Es nuestro día, ¿cómo me van a dar un corte? Sería cruel. - Preguntó con un puntito indignado y otro temeroso. ¿Podría ser? Jo, él había respetado los días de los demás, no era justo. La chica suspiró y le agarró los mofletes. - Ay, maldita la debilidad que tengo por los niños monos como tú. Lo dicho, te voy a dar una ayudita. Ven. - Se lo llevó a una de las estanterías, cruzándose de brazos ante esta, le dijo. - Elije un libro que te guste. - Uy, qué pregunta. A Marcus le gustaban todos los libros, se puso hasta nervioso de pensar que tenía que elegir. Hizo una muequecita con los labios, se lo pensó unos segundos y finalmente dijo. - ¡Este! Para el día de hoy, pega mucho. - Uh, a ver. - La chica lo tomó entre las manos y rio. - "La historia de Ravenclaw, desde los tiempos de Rowena hasta nuestros días". Sí, bueno, entiéndase por "nuestros días" los años cincuenta, que fue cuando lo escribieron. Ya podría ser un libro autoactualizable. - Si lo fuera, seguro que aparecería el Prefecto Graves. - Dijo Marcus con admiración, lo cual arrancó una carcajada en la chica. - Pues seguro. - Esta suspiró y añadió bajito. - Le hablaré de ti cuando él me hable a mí de amor incondicional. - Marcus la miró extrañado, pero esta parecía concentrada ojeando el libro, así que supuso que era uno de esos comentarios raros de mayores que él "entendería algún día", como decía su padre.

    - Cuando yo te diga, tienes que decir "mi nombre es Marcus O'Donnell y hoy es nuestro día". ¿Entendido? - ¡Entendido! - Respondió él, emocionadísimo y muerto de la intriga por saber qué pensaba hacer Monica con ese libro. Mientras no lo rompiera, para Marcus estaba todo bien. La chica pronunció un hechizo y dijo. - ¡Ahora! - - ¡Mi nombre es Marcus O'Donnell y hoy es nuestro día! - Repitió él casi a gritos. El libro se elevó y, entonces, le salió una boca muy graciosa en la portada que primero le hizo dar un asustado paso atrás, pero luego le abrió los ojos como platos. - ¡Mi nombre es Marcus O'Donnell y hoy es nuestro día" - Dijo el manual con una cómica voz ceremoniosa. A Marcus se le descolgó la mandíbula. - ¿Qué...? ¿Cómo has...? - Es un hechizo de réplica. - La chica movió la varita sobre la contraportada del libro, lo cual hizo al manual reírse como si le hiciera cosquillas. Era muy gracioso. - Cuéntale todo lo que nos has contado, lo he programado para que vaya dando vueltas por el castillo y pregonándolo. Así te ahorra trabajo y puedes jugar, y todo el mundo se va a enterar de todo eso que has dicho. ¿Qué te parece? - Marcus iba a llorar de la emoción, no podía ni hablar. Se lanzó a los brazos de Monica, lo que hizo a la chica reírse y buscar a Howard con la mirada. - ¡¡GRACIAS GRACIAS GRACIAS!! - Para, para, bandido. Si es que eres un mini Graves, maldito seas. - Dijo entre risas. Se separaron y le dijo. - Venga, ya tienes para entretenerte. Deja que me vaya a desayunar, que me va a dar un desmayo. - Bueno, Howard te llevaría a la enfermería, pero mejor no le des ese susto, que se pasa muy mal. - Y lo dicho, no quería desmayos ese día.
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    Dom Ago 29, 2021 1:18 pm

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    CON Marcus EN Sala Común A LAS 8:00 del 23 de marzo de 1996
    — Bienvenidos a los juegos de la celebración del día del Orgullo Ravenclaw. — Empezó Arabella. A Alice le solía gustar mucho todo lo que decía la jefa, porque solía ser muy sabia y lo decía con ese porte y esa forma de hablar que la hipnotizaban. Pero no podía parar con los pies quietos, así que estaba dando rebotes pequeñitos en su sitio, estrujándose las manos, o balanceándose de un lado a otro, porque de verdad que necesitaba empezar. Marcus iba muy perfecto con el uniforme, pero a ella le iban a sobrar la túnica y la corbata en cuanto empezara a hacer cosas. O en verdad ya mismo le estarían sobrando de llevarlas. Y con los zapatos de uniforme no se podía correr bien (a ver ella en verdad lo hacía con cualquier cosa, pero no eran lo más cómodo del mundo), así que se había calzado las deportivas sin ningún problema, aparte de que iba un poco hecha un cuadro comparada con el que iba a ser su compañero de equipo. — Las pruebas están relacionadas con las asignaturas y cada una tiene su sistema de puntuación. Los puntos que consigáis en cada una se sumarán y el triunfo será para el equipo que más puntos acumule. Si tenéis dudas durante el recorrido, podéis preguntar a los libros comunicadores que encontrareis por el castillo. — Alice le dio un codazo a su amigo, porque sabía que haba sido cosa suya y de Monica, y era brillante. — Pero, y esto es importante, solo podréis sumar puntos en pruebas de asignaturas que curséis. — Un Slytherin levantó la mano. — Pero entonces los de primero y segundo tenemos menos posibilidades. En absoluto, señor Hughes, con las optativas y la elección de asignaturas, todos los cursos están pensados para tener la misma carga lectiva, así que todos tienen las misma oportunidades. — Qué pereza le daba la gente que nada más que sabía sacar problemas a los planes por su propio beneficio. De Slytherin tenía que ser. — Ahora, el prefecto Graves y la prefecta Harmond os contarán donde están los puestos para comenzar a participar en las distintas actividades y que será a donde tendréis que acudir tanto para inscribiros como para los recuentos de puntos. — Guau, qué guay se veía estar ahí, delante de todos, uno a cada lado de Arabella, informando a todos, tan impecables ellos con su uniforme de Ravenclaw. Se plantearía ser prefecta nada más que por eso.

    Se giró a Marcus y aprovechó que esa parte ya se la sabían para susurrarle. — Vale, entonces ¿vamos primero a intentar lo de la Alquimia aunque no puntúe para el total y luego ya si eso intentamos lo demás? — Quería asegurarse, porque le parecía una pascua para su amigo, que probablemente no necesitaba hacer lo de la Alquimia, pero es que para ella era una una breve oportunidad de rozarla con los dedos aunque fuera, hasta que tuvieran la asignatura oficialmente. Dio la mano a su amigo y le sonrió. — Gracias por hacerlo conmigo. — Marcus era un buen amigo.

    La reunión terminó y todos empezaron a dispersarse como hormiguitas en dirección hacia los primeros puestos. — ¡Eh! ¡Hills! ¿No vais a participar? — Su amiga negó, mientras se iba. — Me han requerido en el puesto de Estudios Muggles. — Sean se iba detrás de ella y Alice frunció el ceño. — ¿Y tú, Sean? ¿Quieres ponerte con nosotros? Eh… No… Yo… Voy con… Hills. — Ella frunció más el ceño. — Pero si ni eres muggle ni cursas la asignatura.Ya… Si es más por… La ayuda y eso. — Vale, se estaba perdiendo algo pero, la verdad, es que le daba igual. Allá él. — Vale, pues nada, ya si eso os vemos luego. — No iba a perder tiempo de su alquimia. Se enganchó del brazo de Marcus y susurró. — Estos cada día están más raros. Pero ellos verán. — Miró a ambos lados y le condujo a las mazmorras. — Vamos volando a ese puesto. —

    Cuando llegaron había otro chico de Ravenclaw de séptimo apuntando los equipos, pero allí no había nadie. — Sois de primero, no os podéis apuntar.Sí podemos. — Replicó Alice. — Lo que no podemos es puntuar para el total. — El chico la miró con hastío. Menudo espíritu de aprendizaje y celebración. — ¿Y entonces para qué queréis hacerla? — Eso la hizo resoplar. — Oye, Jameson apúntanos, ¿vale? Cuando volvamos nos calculas cuánto habríamos ganado y ya está. ¿Me das el folleto? — El otro miró a Marcus, como si esperara que le quitara razón. Sí, pues que esperara tranquilo, si su amigo le había dicho que lo iban a hacer juntos aunque no puntuaran, así iba a ser. Cuando el tendió el folleto lo cogió bruscamente. — Gracias. — Dijo con tono pasivo-agresivo, saliendo del laboratorio para abrirlo y verlo con Marcus con tranquilidad. — A ver, aquí está la lista de todo lo que hay que buscar. Uf, y no dice ni qué símbolos son, solo cosas como “el símbolo de la Calcinación” — Sonrió y miró a su amigo. — Ese es una salamandra, me lo sé, pero hay varios aquí que no. — Volvió a dirigir la vista al papel. — ¿Por qué empezamos? Yo creo que quizá por los elementos, que los tenemos claros, y dan más pistas de dónde habría que buscarlos. — Señaló el símbolo del agua. — La primera idea sería el Lago, pero quizás está demasiado lejos, ¿buscamos por las fuentes? Y el de la tierra creo que puede estar en el invernadero. En tu libro aquel ponía que las plantas son muy importantes para los precios en la alquimia, así que el invernadero lo aunaría todo. — Dijo, recuperando el entusiasmo que el tonto de Jameson le había hecho perder.

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    Dom Ago 29, 2021 4:52 pm

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    CON Alice EN Sala Común A LAS 8:00 del 23 de marzo de 1996
    Marcus era muy cuidadoso con su apariencia, era otra señal de educación más, ir bien vestidito y peinado, daba muy buena impresión y pocas cosas le gustaban a él más que quedar bien, sobre todo ante los adultos. Y como sabía que la Señora Granger iba a dar el discurso del día de su casa, él quería estar presentable, perfecto, en primera fila y con una sonrisa de oreja a oreja, escuchando más atento que nadie. Alice... Al parecer no pensaba como él. Cuando vio sus deportivas, pensó que eso no le parecía lo más apropiado para presenciar un discurso de la jefa. Luego lo volvió a pensar y cayó en que, quizás, la chica iba a estar mucho más cómoda que él corriendo por ahí con esos zapatos tan cómodos en vez de con los zapatos del uniforme como iba él. Muy sutilmente y de reojo, la miró de arriba abajo. Sí, estaría muy cómoda, pero... ¿No eran un poco raras esas zapatillas con la falda del uniforme? Aunque claro, qué sabía él de moda femenina. Ni masculina, vamos, que quien le llevaba como un pincelito siempre era su madre. Bueno, ahora en Hogwarts no, pero le había dejado muy bien instruido antes de irse para poder apañárselas solo en ese aspecto.

    Otra cuestión era que Alice no paraba quieta, mientras él permanecía muy recto y formalito, con la mirada puesta en la profesora y las manos tras la espalda. Se enteraría muy bien de todo, por si su amiga y sus nervios se pasaban cosas por alto. Rio un poquito cuando le dio el codazo, y él buscó con la mirada a Monica Fender, quien le guiñó un ojo. La idea de los libros comunicadores había sido bestial, estaba contentísimo, ahora todo el mundo podía escuchar su organización por ahí, y cuando la gente dijera "wow, qué bien organizado está esto, ¿quién lo habrá hecho?", su nombre empezaría a sonar. Ya mismo le conocerían en todo el castillo por hacer las cosas superbien y haber organizado unos juegos de Ravenclaw geniales. No cabía en sí de contento que estaba.

    Cuando la mujer acabó y todos se dirigieron a los prefectos, suspiró, mirándoles. - ¿Crees que algún día estaré yo ahí? Jo, se ve que todo el mundo les respeta... Yo quiero eso. - Estaba empezando a pensar en voz alta, pero bueno, dudaba que sus deseos fueran a sorprender a Alice. Se giró a ella y asintió. - ¡Sí! Podemos empezar por ahí, aunque en realidad, creo que incluso podemos combinar varias de las que están desperdigadas por el castillo. - Comentó. Cuando llegaron sus amigos y Hillary dijo que la habían requerido para uno de los puestos hizo un mohín. ¿Y por qué a él no? Jolín. Quería jugar, pero también quería organizar, le gustaba eso, y apuntar los puntos y esas cosas. Ojalá pudiera estar en todos los sitios a la vez. Se había perdido pensando y sus amigos se habían ido. Bueno, jugaría con Alice.

    Llegaron al puesto y lo que se encontraron fue un chico de séptimo al que Marcus no había visto en su vida dictaminando si podían o no apuntarse. Frunció el ceño, y en seguida se irguió y se puso muy altivo. - De hecho, la Prefecta Anne Harmond ha ideado esto con mi ayuda. - El chico bufó. - Sí, seguro que Anne necesita la ayuda de un niño de primero que no sabrá ni lo que es la alquimia. - Marcus achicó los ojos y se cruzó de brazos. - ¿Te sueña Lawrence O'Donnell? - ¿El alquimista? A mí y a medio mundo, que te suene su nombre no quiere decir que... - Es mi abuelo. - Dijo muy orgulloso, alzando la barbilla. Eso le hizo callarse. Tss, a ver con quién se creía ese que estaba hablando...

    Aun así intentó reconducirles por lo de no poder llevarse puntos, pero Alice le acabó convenciendo para que le diera el folleto. Lo miró y rio con lo que decía Alice. - ¡Sí! La salamandra es muy importante para los alquimistas... Y juraría que sé donde está. - Dijo, arqueando las cejas. - ¡¡Sí!! Yo también creo que puede estar en el invernadero. - Se sacó del bolsillo un plano de Howarts. - ¡Mira! Realmente, si hacemos este recorrido, no está tan lejos. - Señaló con el dedo. - Creo que la salamandra va a estar donde el Profesor Kowalsky guarda sus cosas para la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas. Sí, ya lo sé, es muy obvio, pero... - Se encogió de hombros. - ¡Piénsalo! Las aves fénix, los dragones, ¡hasta los cangrejos de fuego! Hay muchísimas criaturas muy básicas del estudio de criaturas mágicas relacionadas con el fuego, y la salamandra es una de ellas. Creo que el símbolo del fuego tiene que estar por allí, por los terrenos. Aunque los árboles y el fuego no son muy amigos, ahora que lo pienso... - Reflexionó en voz alta, aunque hizo un gesto con la mano detrás. - Sigo pensando que tanto el símbolo del fuego como la salamandra pueden estar allí. ¡A ver, es un animal! ¿Dónde va a estar? - Volvió a señalar el mapa. - Si salimos por el hall de entrada, pasaremos por... ¡¡¡OH, YA LO TENGO!!! - Él solo. Sacudió un poco a Alice, agarrando su brazo, de la propia emoción. - ¡¡Los elementos son de la naturaleza!! ¡Todos tienen que estar fuera del castillo! Mientras que los símbolos de los estados estarán dentro porque Fulcanelli los veía en edificios... Bueno, eso inhabilita mi teoría de la salamandra en lo de Kowalsky, pero... - Se estaba liando e iba a liar a Alice al paso que iba.

    Sacudió la cabeza y las manos. - ¡Empiezo por el principio! Tú misma lo has dicho, el agua debe estar en las inmediaciones del Lago Negro. La tierra, en el invernadero. El fuego estaría donde Cuidado de Criaturas Mágicas, ¿y dónde crees que puede estar el aire? ¿Cuál es el sitio del castillo en el que más influye el aire? - Abrió los brazos y los ojos. - ¡¡El campo de Quidditch!! ¡Seguro que está por ahí! ¡Y mira! - Señaló el mapa. - Salimos del hall de entrada, vamos al invernadero, de allí a Cuidado de Criaturas Mágicas, de allí al campo de quidditch y, por último, al Lago Negro. - Dio un salto y apremió, guardando el mapa de nuevo en el bolsillo y echando a correr. - Vamos vamos vamos. - Pero en lo que corría, se giró y empezó a correr de espaldas, bramando. - ¡Eh, Jameson! ¡Estos alumnos de primero ya lo tienen! ¡Dales suerte a los mayores de nuestra parte! - Se echó a reír y, junto a Alice, corrieron escaleras arriba hacia el exterior.
    Merci Prouvaire!


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    Dom Ago 29, 2021 7:28 pm

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    Qué tonto era Jameson. Eso sí, Marcus le calló la boca por listo con lo de su abuelo. Estaba muy bien tener gente muy importante en la familia para esos menesteres. Pero tenía cosas alquímicas en las que pensar. Su amigo había venido muy bien equipado con un mapa y atendió a lo que le decía. Se llevó las manos a la cabeza y abrió mucho los ojos. — ¡Pues claro! ¿Cómo no se me había ocurrido? Es el sitio perfecto. — Definitivamente tenía mucho que aprender, así que más le valía estar bien atenta. Todo lo que decía Marcus le parecía lógico y superútil. — ¡Eso tiene muchísimo sentido! Y si Fulcanelli siempre miraba hacia arriba… — Dijo, citando al propio alquimista y mirando ella al techo, soñadora. Fulcanelli y ella se parecían en muchas cosas. — Eso es lo que debemos hacer cuando entremos aquí. — Señaló el mapa. — Pero antes vamos a buscar esos elementos.

    Sonrió ampliamente cuando dijo lo del Lago Negro. Qué bien, no le había tenido en cuenta que quisiera meter el brazo entero el primer día en el agua, porque no le importaba volver. Asintió efusivamente y siguió el recorrido de Marcus hasta el campo de quidditch. — ¡Claro! Jo, yo me hubiera ido directa a la Torre de Astronomía, porque me gusta mucho cuando me da el viento allí… — Asintió y dijo. — Debería dejarme caer más por el campo, aunque sea solo por el aire. Aunque el quidditch no me interese lo más mínimo. — Terminó con una risita. Se arremangó, dio un saltito en su sitio y dijo. — ¡Pues no perdamos más tiempo! Vámonos del tirón a… — Miró suspicaz hacia los lados y el interior del laboratorio. — A ese sitio. — Y Marcus debió pensar parecido, porque le dedicó unas palabras a Jameson antes de irse, rebosando seguridad, a las que ella no quiso aportar nada más que sacarle la lengua antes de salir tras de él.

    Se dirigió a toda velocidad al invernadero y vio a dos alumnas de sexto explicando su sistema de puntuaciones, por lo que se paró un momento y agarró a Marcus del brazo. — Eso lo he hecho yo. — Dijo con una sonrisa orgullosa, antes de lanzarse a buscar. Iba moviéndose rápidamente por las hileras de plantas, mirando debajo de las mesas y las macetas, cuando se chocó con la profesora de Herbología, la señora Mustang. — Ya decía yo que tardabas tú en venir a hacer la prueba. ¡Hola, señora Mustang! Estoy haciendo la prueba de Alquimia en verdad.¡No me digas! ¿Y quién va a ganar la prueba de Herbología entonces? — Se balanceó a los lados como la niña orgullosa que era, con una sonrisita. — En verdad la he pensado yo, sería un poco injusto que participara también. — Mustang se rio y asintió. — Pues es brillante, chica. Te voy a pedir los derechos para usarla. — Iba a decir que por supuesto, que no faltaba más, pero se lo pensó y puso cara de pillina. — Uf, cara de Gallia inconfundible, mírala. — Ella amplió la sonrisa. — Le doy los derechos vitalicios del juego, si me dice una planta que le parezca especialmente alquímica. — Mustang soltó una carcajada. — Eso son trampas, Gallia.Nooooo, no, no. Esa es su opinión como Herbóloga en la que me puedo basar. Estamos haciendo un ejercicio difícil para nuestra edad, quieras que no. — Dijo mirando a Marcus también y asintiendo. Mustang sonrió y le dio en la mejilla. — Vamos a ver si podemos hacer esto más legal. Piensa, que eres Ravenclaw, ¿qué planta dirías tú que es más versátil para diferentes usos? — Alice frunció el ceño, pensativa, con el índice en los labios. — Mmmm… ¿El romero? ¿Y crees que puede tener usos alquímicos el romero? — Dudó durante unos instantes y miró a Marcus, para ver si se lo confirmaba y no quedaba fatal delante de su inteligentísimo mejor amigo y su profe favorita. — Bueno, podría ser.Pues ve a comprobarlo. — Dijo señalando el camino hacia las herbáceas mediterráneas. — ¡Gracias, señora Mustang! ¡Todo suyo el juego! — La profesora se rio y siguió su camino. Llegaron a las macetas de romero y se puso a moverlas y mirar entre las hojas hasta que dio con un cartoncito con el signo de la tierra. — ¡Lo tengo! ¡Lo tengo, Marcus! — Se lo puso en la mano a su amigo y le miró a los ojos emocionada. — ¡Qué buen equipo formamos! — Y se quedó un segundo mirando a sus ojos porque le hacía sentir... Bien, bien era la palabra. Fue solo un segundo, enseguida volvió a la tierra. — Vamos a donde Criaturas. — Y salió corriendo en aquella dirección.

    El profesor Kowalsky estaba un poco liado con las jaulas de los duendecillos que había allí, pero aun así les saludó. — ¡Ey! O’Donnell, Galen, ¿cómo por aquí? Es Gallia, señor. Eso, eso. Pero vosotros sois muy chicos para...Estamos aquí por la alquimia. — Se oyeron unos gritos de fondo. — ¡Ay, perdonad! — Ese pobre profesor siempre estaba igual. Se encogió de hombros y miró a los lados. — Vale, vale, animales de fuego… ¿Cuáles has dicho? Aves fénix… No creo que haya ninguno aquí. ¿Cangrejos de fuego pues? — Estiró el cuello como una tortuga y por fin vio una cubeta con ellos. Se acercó pero nada. — Aquí no están. ¿Las salamandras…? — Pero justo cuando estaba planteándoselo, cuando reparó en la cubeta de cristal al lado. — ¡Un ashwinder! ¡Nacen del fuego! — Puso las manos sobre el cristal, mirando la forma serpenteante del animal, esperando que no tuviera que meter la mano y hacer el hechizo congelador de los huevos. Pero no, en la tapa de la cubeta estaba el símbolo. — ¡Uf! Ya me estaba temiendo que iba a tener que meter la mano ahí. No sé cómo lo hacen las enfermeras para sacar el compuesto contra la fiebre. — Dijo con una risita. — Toca el campo ¿no? Aunque aún no he visto la salamandra. — Estaba muy arriba, y deseando que terminaran ya con los elementos para hacer lo difícil de verdad: los símbolos.

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    Lun Ago 30, 2021 9:49 am

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    CON Alice EN Sala Común A LAS 8:00 del 23 de marzo de 1996
    Mientras corrían hacia los terrenos dijo entre risas. - Yo también paso del quidditch, la verdad. Siempre le decía a mi hermano, "¡haced algo para que me interese e iré al campo!". ¡Mira, lo han hecho! - Se echó a reír. Sí, desde luego si ponían alquimia en el campo de quidditch, eso sí era un motivo para ir. Se detuvo en seco cuando Alice le paró y la miró con una sonrisa orgullosas. - Eso es porque es un sistema genial. - Le dijo de vuelta. Lo cierto es que era un sistema muy bueno y se le había ocurrido a ella sola, normal que todo el mundo lo usara.

    Se pusieron a rebuscar por todo el invernadero, y entonces Marcus oyó la voz de la Profesora Mustang. Se dirigió donde la mujer hablaba con Alice, porque claro, Marcus tenía que saludar debidamente a todos los profesores que se encontraba porque si no, quedaba fatal. - Buenos días, Señora Mustang. - Buenos días, Señor O'Donnell. - Le contestó de vuelta la mujer con ese tonito cómico que usaba siempre, lo cual le hizo reír. Llegó justo cuando alababa la prueba de Herbología de Alice, a lo que solo podía asentir. Solo frunció un poco el ceño cuando él mismo detectó también que Alice estaba haciendo algo que parecía una trampa, aunque tal y como lo explicó... Le seguía pareciendo un poco trampa, pero bueno. ¿No decían todos que "eran de primero y por tanto no iban a saber"? Pues que les dieran pistas, entonces, aunque claramente no las necesitaban, pero bueno.

    Asintió rápidamente. - ¡Sí, el romero tiene muchísimos usos! - De hecho, él casi siempre lo usaba de ejemplo. Ya estaba abriendo la boca para empezar a exponerlos todos en una perorata de las suyas, pero Alice salió corriendo. Él se volvió a despedir cortesmente. - Buenos días, Profesora Mustang. - Aunque la mujer, esta vez, simplemente se marchó riéndose. Bueno, que no fuera por él la cortesía. Se colocó junto a Alice y celebró con ella. - ¡¡Genial!! Ya tenemos el primero. - Le guiñó un ojo y confirmó. - El mejor. - Mientras se guardaba el cartoncito en el bolsillo.

    - Buenos días, Profesor Kowalsky. - Habían llegado al área de Cuidado de Criaturas Mágicas y él retomó su saludo protocolario, esta vez con el profesor de esta asignatura, que además era el jefe de la casa Hufflepuff. Sonrió cuando les saludó de vuelta aunque puso cara rara. ¿Galen? Ese hombre era muy gracioso, pero un poco torpón, al parecer no solo con lo de ir tropezándose con todo, sino con el tema de aprenderse los apellidos de la gente. Los gritos de fondo le hicieron dar un respingo. - Oye... - Empezó a decirle a Alice con prudencia, mientras el profesor se ausentaba, mirando hacia donde había ido corriendo. - Digo yo... Que si en verdad no vamos a puntuar... Pero estamos seguros de que está aquí... Yo creo que con haber venido ya cuenta... - A ver si iba a haber algún bicho suelto por ahí, que a ese hombre se le caían hasta los pergaminos del maletín, no sabía como podía lidiar con una asignatura tan peligrosa. Definitivamente, otra que no iba a tener en su itinerario de tercero en adelante.

    Alice no le hizo ni caso y se puso a buscar. Marcus tragó saliva, siguió mirando con prudencia al lugar del que habían venido los gritos y siguió a su amiga, girando la mirada a ella justo a tiempo para observar con pánico lo cerca que se estaba poniendo de los cangrejos de fuego. - ¡Ey ey! - No hizo falta echarla atrás porque ella sola se fue a otra parte, determinando que ahí no estaba lo que buscaba. Echó aire por la boca. Vale, no había sido buena idea eso de ir a donde la clase de Kowalsky, definitivamente. El grito de Alice le hizo dar un respingo, porque estaba en tensión. Ah, sí, los ashwinder, serpientes de fuego. Sí, si lo dicho, el planteamiento era estupendo, el problema es que era un peligro. - Creo que el fuego no es mi elemento... Demasiado peligroso. - Murmuró. El fuego da vida, sí, pero también destruye a su paso. Demasiado inestable y peligroso para él. A él le gustaba la tierra, estable, nutritiva, tranquila. Un poco aburrida, puede... Pero también podía dar buenos frutos con los elementos adecuados a su alrededor, ¿no?

    - A ver si te vas a quemar. - Advirtió, porque Alice ya tenía las manos en el cristal, y no se fiaba de que el bicho ese echara fuego de un momento a otro. Por fortuna, encontraron rápido el elemento. Respiró y echó un vistazo. - Vale, creo que la salamandra no va a estar aquí... Era demasiado obvio. Buscaremos algún sitio dentro del castillo. ¡Vamos al campo de quidditch! - Antes de que se les adelantaran y, sobre todo, antes de que tuvieran que lamentar una desgracia.

    Llegaron corriendo y se quedaron los dos parados con la boca abierta mirando hacia el campo. - Eso... Son... - Escobas. Escobas encantadas, volando como locas en mitad del campo. - Oh, jolín. - Dijo. Pues sí que era verdad que iba a ser difícil la cosa, él que pensaba que el símbolo estaría en una grada, o en uno de los aros, o en las cajas en las que guardaban las pelotas. Hizo una mueca y respiró hondo. - Vale, a ver. Somos listos, somos ingeniosos, somos Ravenclaw. Podemos encontrar una solución. - Se encaminaron hacia el centro del campo, mirando hacia arriba a las escobas que volaban sin control. - Seguro que el símbolo está en una de ellas. Pero ¿cómo la atrapamos? ¿Y en cuál? - Miró a Alice y alzó las palmas. - ¡Yo no pienso subirme a una a perseguirlas! - Ni loco, vamos, a ver si se iba a matar, que no controlaba tanto el vuelo. ¿Quién había ideado esa temeridad? ¿Un Gryffindor? No, no, eran los juegos de Ravenclaw, no podía ser alto temerario, tenía que ser de percepción. Eso tenía clave, seguro...

    Se mantuvieron mirando el cielo unos instantes, pensando... Y entonces la vio. Abrió los ojos como platos y la señaló. - ¡¡Hay una azul!! - Gritó. Menos mal que estaban solos. - ¡¡Mira!! ¡Fíjate bien! - Era difícil, porque eran muchas y volaban rápido, pero una vez la veías, solo había que no perderla de vista. - ¡Son todas color... Bueno, color escoba de madera, pero una es azul! - Se mordió los labios. Y ahora, ¿qué? - Seguro que está en esa. - Murmuró pensativo, ¿pero cómo la cogían? Lo dicho, no iba a volar tras ella. Chistó. - ¡¡Hay que pensar!! Tiene que haber una forma fácil de cogerla sin matarse en el intento. Tiene que ser ingenioso, tiene que ser inteligente, tiene que ser Rav... - Y ahí cayó. Abrió los ojos otra vez. - Las gradas. - Murmuró. ¡Claro! Las gradas de quidditch eran torres altísimas que te ponían a la altura de las escobas. Desde abajo era imposible verlas bien, distinguirlas, pero desde las gradas podías ver el partido a la perfección porque estaban en alto. - Aire... En alto... Ravenclaw... ¡¡La clave está en las gradas de Ravenclaw!! ¡Vamos! -

    Subieron corriendo hasta lo más alto de la grada y empezaron a buscar, pero allí no había nada. - No, no no. Estoy seguro de que lo tiene la escoba azul. - Pensó a toda velocidad. - Tiene que haber un hechizo para hacerse con ella. - Pero el hechizo convocador no lo estudiaban hasta cuarto, no la podía llamar. Y no se sabía más. Bufó con frustración. - ¡No sé como atraerla hasta aquí! Si solo con que se estuviera quieta me conformaría. - Pensó, y volvió a caer. Dio un salto en su sitio, emocionado, mirando a Alice con los ojos abiertísimos. - ¡Lo tengo! ¡Lo tengo! No hay que traerla, ¡hay que hacerla parar! - Desenfundó la varita, apuntó hasta las escobas, cerró un ojo para afinar la puntería y gritó. - ¡Petrificus Totalus! - El hechizo impactó de lleno en la escoba azul, que cayó en picado al suelo. - ¡¡Lo he conseguido!! - Jo, y que no hubiera habido ahí ningún profesor para verlo. Bajó corriendo las escaleras junto a Alice y se dirigieron a toda velocidad al centro del campo, donde había caído la escoba. Efectivamente, llevaba atado el cartoncito con el símbolo del aire. - ¡¡¡Sí!!! ¡Como mola! - ¡Le encantaba estrujarse el cerebro! Sabía que había una forma inteligente de conseguirlo que no era persiguiendo la escoba.

    Aunque había un problemita. - Oh. - Se mordió el labio y miró a Alice. - No sé como revertirlo. - Y ahora la escoba estaba ahí tirada y los demás no iban a poder jugar. - ¡Finite incantatem! - Dijo una voz tras él. La escoba recobró su vida y echó a volar de nuevo. Cuando se giraron, vieron a un chico de tez morena, alto y muy tranquilo, con una sonrisa, mirándoles. - Y por eso esta prueba es categorizada como "no apta" para alumnos de primero. Por gente con muy poca ambición y que infravalora el intelecto de algunos, claro. Esta claro que sois una excepción. - El chico se les acercó y le dijo a Marcus. - Eso ha sido brillante, chaval. - Le dio un codazo de colegueo. - No diremos que yo he devuelto la escoba a su sitio. Gracias por el truquito de subirse a las gradas. - Gracias. - Dijo Marcus con timidez y un poco abrumado. El chico tenía un carisma abrumador, pero no le había visto nunca. - ¿Quién eres? - Este se irguió, contento. - Hasan Jacobs, buscador de Slytherin. Por eso suelo andar por el campo. Me pareció sospechoso que hubiera escobas encantadas por aquí y quería saber a qué se debía... Ya lo sé. - Se encogió de un hombro. - Soy de tercero y no se me había ocurrido ese truco. Se nota que eres de Ravenclaw... Aunque un puntito Slytherin sí que tienes, ¿no eres hijo de Emma Horner? - Marcus asintió pero ladeó la cabeza. - Ese era su apellido de soltera. Ahora es O'Donnell. - Ya, bueno. - Dijo el chico con una risita. Hizo un gesto con la mano. - ¡En fin! Resuelta la duda de para qué era esto, me voy. Luego me traeré a mis amigos y les sorprenderé con mi forma de alcanzar la escoba, que seguro que a ninguno se le ocurre. - Añadió, guiñándoles un ojo y dándose media vuelta para irse de allí.
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    Lun Ago 30, 2021 2:37 pm

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    CON Marcus EN Sala Común A LAS 8:00 del 23 de marzo de 1996
    Tenía la leve sospecha de que Marcus no quería estar allí. Estaba más rígido que nunca, claramente no le gustaban las criaturas. A Alice tampoco, pero si era por la alquimia, ¿quién era ella para poner problemas? Pues cogía el elemento y santas pascuas. Se dejó arrastrar por su amigo fuera y asintió a lo de la salamandra. — Sí, sí, cuadra mucho más con lo que has dicho tú, iremos a por la salamandra en cuanto terminemos aquí. — Frunció el ceño cuando dijo lo del fuego. — ¿Por qué? El fuego es bonito. Garantizado que tienes que tener cuidado con él, pero… ¿No te parece hermoso, luminoso, hipnótico? ¿De que empiezas a mirarlo y no puedes parar? — Se rio un poquito. — A mí me encanta. Y da calorcito. — Aseguró, dirigiendo sus pasos hacia el campo de quidditch, mientras recordaba lo que le había dicho antes. — Quizá para otro año podemos hacer una prueba híbrida entre el quidditch y la alquimia para el Orgullo Ravenclaw de otro año y que os simbolice a ti y a tu hermano.

    Cuando llegaron abrió mucho los ojos y descolgó la mandíbula mirando las escobas. Buah, vaya currazo. Asintió alucinada cuando dijo lo de la azul. — ¡Sí! ¡La veo! Tiene que ser esa, ¡es perfecto! — Estaba demasiado enamorada de las escobas volando solas como para pensar, porque ahora mismo, la única opción que se le ocurría era “salir volando como un pájaro y alcanzar una de ellas” porque estaba demasiado emocionada. Tuvo que salir corriendo detrás de Marcus (cosa que no ocurría nunca) porque ya había dado con la respuesta, y a ella la tenía todavía encantada la mera idea de las escobas volando solas y que hubiera una azul. Así que simplemente, siguió a su amigo, parpadeando tratando de encontrar una solución. — Quizá sí… — Nada, Marcus ya había dado con qué hacer. eso ya la hizo despertar un poco más y bajó corriendo diciendo. — ¡Eres un genio! ¡El elemento es nuestro! — Gritó de alegría. — ¡Ya lo creo que mola! — Solo esperaba hacer pruebas la mitad de entretenidas que aquello. Lo que le extrañaba es que no hubiera muchas más gente allí haciendo la prueba de Alquimia.

    Bajaron al césped y recuperaron el elemento, con Alice dando ya saltitos. — ¡Tres! ¡Tenemos tres! ¡Solo nos falta uno! ¡No me lo puedo creer! — Pero Marcus tenía razón, tendrían que reencantar la escoba. Y, por segunda vez en el día, una voz la interrumpió. Aunque, de nuevo, tenía una mejor idea que ella. Fuera quien fuera aquel chico. Era de Slytherin, y ella agarró más fuerte sus letreritos con los elementos. — Eh, niña de las coletas, que no te lo voy a quitar. — Y bueno parecía… Majo, al menos con Marcus. Y bastante inteligente, y solo pasaba por allí… Hmmm, puede que les estuviera liando para quedarse con su tarjeta, pero no parecía suficientemente mayor como para cursar Alquimia, y un Slytherin nunca participaría en algo que no le puntuara. Además, le había gustado eso de infravalorar el intelecto. De hecho, cuando le dijo a Marcus lo del puntito Slytherin ella le dijo a él. — Y tú de Ravenclaw. Te sabías el hechizo y has sido capaz de ver por qué estábamos haciendo esto, que somos de primero y que, probablemente, aunque no puntuemos, lo encontraremos todo antes que los demás. — El tal Jacobs la miró con media sonrisa. — Será que Slytherin y Ravenclaw hacen buen equipo… Cuando no se están matando.— Ella alzó una ceja y sonrió. Sí, le gustaba ese chico. Bien, no venía mal llevarse bien con alguien de Slytherin, por variar. En lo que estaba pensando, los chicos siguieron hablando, y al final Jacobs se fue, momento que ella aprovechó para tirar de la mano de su amigo. — ¡Venga! Solo nos queda el lago, y empezará la aventura dentro.

    Fueron hasta el lago y sonrió, parándose un segundo para mirar a Marcus. — Aquí nos conocimos. Qué bonito, ¿verdad? El agua siempre es el principio de la vida. — Giró la cabeza y sonrió. — Y de nuestra amistad. — Y dicho eso se puso a romperse la cabeza en dónde podía estar el elemento. — Imagino que no estará dentro del agua, y que no será tan sencillo como tirarle un Accio, ¿no? — Fue hasta la orilla, revisándola, por si veía tierra revuelta, o signos de algo. — Hay que pensar, pensar… El agua siempre es el origen… — Se sentó en la orilla y resopló, mirando. — Mira, aunque no lo encontremos, esto es bonito… Si alguna vez me pierdo… Y que solo lo sepas tú: he venido a esconderme aquí. Parece un sitio muy tranquilo y bonito para estar solo y pensar. — Oh sí, Alice pensaba todo el tiempo, y a veces necesitaba silencio alrededor porque ya gritaba bastante su propia cabeza. Se levantó y se sacudió las manos. — Sin que te asustes. — Advirtió. — Voy a subirme a ese árbol. Con cuidadito, lo prometo. Desde ahí tendré mejor perspectiva. Tú mientras, busca entre los juncos de ahí, por si estuviera escondido. — Y se acercó al árbol, calculando cómo encaramarse a la primera rama más robusta.

    La había alcanzado ya, cuando oyó un chasquido detrás de ella. — ¿Marcus? — Le extrañaba mucho que se hubiera subido al árbol detrás de ella, la verdad. — Nope. Jacobs de nuevo, niña de las coletas. — Se sentó en la rama para girarse y ver al Slytherin de nuevo. — Me llamo Alice Gallia. Vale, pues hola de nuevo, Alice Gallia. ¿Nos estás siguiendo? — Preguntó escéptica y mirando a los lados, tratando de localizar dónde podrían estar Marcus y el elemento. — No. — contestó el otro con una carcajada. — He quedado aquí. ¿Con quién? Contigo no. Ya. — Contestó arrugando el gesto y asintiendo. — ¿Pero con quién?Esas cosas es indiscreto preguntarlas, Alice Gallia. Pero a mí que te contestas tú sola. Has dicho que este es buen sitio para estar solo, y que solo querías que lo supiera tu amigo. También es indiscreto escuchar conversaciones ajenas. — El otro, sentado en otra rama y con la espalda apoyada en el tronco se encogió de hombros. — Estabais aquí hablando a gritos, no es mi culpa. De todas formas estoy esperando a uno de mi curso que es idiota para tenderle una trampa, y creo que ese sí que os sigue y tiene un poco de manía a tu amigo. — Alice le miró curiosa. — Entonces no has quedado, estás esperando. ¿Vas a hacerle algo malo? — El otro negó. — Qué va, un sustito. Bien merecido. — Ella ladeó la cabeza y fue a bajarse del árbol. — Está bien. Me haré la loca. — Jacobs rio. —Tú también tienes la ambición Slytherin. — Ella negó. — Es curiosidad Ravenclaw. Lo que tú digas... Alice Gallia. — Le dijo él con un guiño. Ella sonrió y bajó distraídamente para reunirse con Marcus, oteando a ver si era verdad que aparecía el otro Slytherin por ahí, porque tampoco terminaba de fiarse del tal Jacobs.


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    Lun Ago 30, 2021 7:09 pm

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    CON Alice EN Sala Común A LAS 8:00 del 23 de marzo de 1996
    Le había caído bien ese Jacobs. Y claro que Slytherin y Ravenclaw hacían un buen equipo, que se lo dijeran a sus padres. No le dio mucha más importancia, salió corriendo junto a Alice hasta el lago, que era la siguiente parada en su ruta. Ya solo les faltaba el agua y podrían entrar al castillo y continuar las pruebas allí.

    Pensaba donde podría estar cuando Alice le miró y le hizo sonreír con lo que dijo. - Es verdad, nos conocimos aquí. Bueno, en la barca... Aunque si por ti hubiera sido, casi que en el agua. - Respondió con tonito, ladeando la cabeza, pero con una leve risa después. Anda que... Mira que intentar tocar el Lago Negro, que casi vuelca la barca... Pero eso que decía le gustaba. El principio de la vida y de su amistad. Miró al lago y sonrió. - Me gusta el agua. Es bonita, y tranquila... Me gusta más que el fuego. - Definitivamente.

    Se unió a la reflexión, haciendo una mueca y suspirando. - Qué rollo que no nos enseñen esos hechizos hasta cuarto... Al igual que con las escobas, tiene que haber otra forma, seguro. - No podía ser una cuestión de conocimientos aprendidos por edad, tenía que ser ingenio e inteligencia. Seguía divagando, pero su amiga añadió algo que le hizo prestarle atención y sonreír de nuevo. Se sentó a su lado. - Hecho. Te buscaré aquí. - Se encogió de un hombro. - Yo seguramente esté en la biblioteca. - Dijo entre risas. Marcus no era muy de exteriores, más bien de estar entre libros... Pero sí, le parecía buena idea eso de buscarse en las inmediaciones del lago.

    Siguió pensando, pero Alice volvió a romper su concentración, aunque esta vez no fue para algo bueno ni le hizo sonreír. Mal empezaba con ese "no te asustes". Se puso de pie él también. - ¿Qué? ¡No! Espera, a ver si hay otra manera. - No, por supuesto que no iba a esperar. Empezaba a plantearse si realmente era buena idea eso de quedar en el lago, que Alice tenía mucha tendencia a tirarse al agua, y ahí había bestias marinas. Se dirigió a los juncos, tal y como le dijo, pero se quedó mirándola de reojo. Como iba caminando y mirando a Alice, se chocó de bruces con alguien. - ¡Uy! Perd... - Oh, el chico de Slytherin otra vez. - ¿Te da miedo que tu amiga se caiga? - Marcus hizo una leve mueca con los labios. - Un poquito. - El chico sonrió y, con toque confidente, le dijo. - Tranquilo, ve buscando el elemento, yo me encargo. - Y se dirigió al árbol. Marcus le siguió con la mirada, frunciendo el ceño. - A ver si la vais a partir. - Advirtió, que era una rama al fin y al cabo, podría ceder con tanto peso. - No la vayas a tirar al agua, ¿eh? - Habían conocido a ese tipo ese día y parecía que les estaba siguiendo o algo. No sabía si era buena idea fiarse.

    Pero vio como se ponía a hablar con ella con normalidad, así que se dispuso a seguir buscando... Sin quitar la mirada de reojo, de todas formas, por si acaso. Buscó entre los juncos, pero estaba desconcentrando, y tenía el pálpito de que ahí no iba a estar. Frunció los labios. No podía estar en el lago, efectivamente eso era peligroso. Pero entre los juncos... No, no lo veía. Como Alice había dicho que era un buen sitio para sentarse a reflexionar, eso hizo, volver a la orilla y pensar. No se le ocurría nada. Empezó a coger piedrecitas y a lanzarlas en el agua. ¿Dónde podría estar? Escuchaba las voces de Alice y el tal Jacobs a lo lejos, ambos aún charlando en la rama, y por lo demás, solo se oía el chapoteo de las piedras que caían y hacían ondas en la superficie... Ondas...

    Un momento. Abrió los ojos. Ahí, ahí iba a estar la clave. Necesitaba eso, necesitaba... Ondas. Se puso de pie de un salto, y vio como Alice se le acercaba. - ¡Lo tengo! - Le dijo, emocionado. Tomó la varita y empezó a hacer círculos concéntricos en el suelo, el primero más grande y cada vez más pequeño. Cuando llegó al último, algo brotó de la tierra. Dio un salto en su sitio. - ¡¡Aquí está!! ¡Lo hemos conseguido, Alice! - ¡Accio elemento! - Dijo una voz tras él, y el cartoncito salió volando de su mano y se cayó al suelo, a los pies del chico de Slytherin de tercero que esa mañana le había dicho que los Ravenclaw eran aburridos. Detrás llevaba a dos chicos que le rieron la gracia, y a uno de ellos lo identificó como un chico de su curso, el que se había quejado mientras la Señora Granger explicaba las pruebas, Layne Hughes. Marcus frunció el ceño. - Dámelo. Lo hemos encontrado nosotros. - Y ahora lo tengo yo. - Contestó el otro, con una sonrisa de satisfacción. Marcus puso expresión entre enfurruñada e indignada. - Eso es trampa. Y encima, has usado un hechizo que se da en cuarto, y tú estás en tercero. No puedes usar hechizos que aún no son de tu edad. - ¿No puedo? - Preguntó irónico el chico, mirando a sus dos compinches. - ¿Seguro que no puedo? Porque yo diría que acabo de hacerlo. - Pues de hecho te ha salido mal, porque se te ha caído al suelo. - Replicó Marcus, muy bien puesto. El otro entrecerró los ojos y dio un paso hacia él, y Marcus tuvo amago de dar un paso atrás, pero solo se movió un poquito y se desplazó muy sutilmente delante de Alice para taparla en un acto reflejo. - Tú eres el primo de Percival Horner, ¿no? - Marcus asintió, intentando que no se le notara muy nervioso. - Qué manía le tenía, pero claro, no le podía hacer nada porque era prefecto. ¿Tú también quieres ser prefecto, listillo? Vas todo el día pegado a Graves y a Harmond. - Marcus tragó saliva. Sí que quería ser prefecto, pero algo le decía que era mejor que no contestara a eso. Y, aún así, Marcus tendría que nacer de nuevo para callarse. - Quizás tú deberías pegarte más a los tuyos. - Eso desató un par de soniditos de burla y risotadas en los tres chicos, pero el cabecilla en seguida se giró y se acercó un poco más. - Eres tú muy listo para ser tan pequeño, ¿no? Cuidado con a quien replicas, O'Donnell. Los listillos no le gustan a nadie. Y si le replican a la persona equivocada... Le pueden pasar cosas malas. -
    Merci Prouvaire!


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    Lun Ago 30, 2021 8:24 pm

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    CON Marcus EN Sala Común A LAS 8:00 del 23 de marzo de 1996
    Alcanzó a Marcus cuando por fin pareció dar con la idea. Vio cómo empezaba a dibujar líneas en el suelo y, de repente, apareció allí el elemento. — ¡Ya ves que sí! ¡Eres un genio! ¿Cómo has…? — Estaba preguntando emocionada, dando saltitos, cuando el elemento se les escapó de las manos. Se giró confusa, hasta que vio a los tres de Slytherin a sus espaldas. El más alto, que parecía más mayor, era el que les había robado, pero a su lado estaba el niño tonto aquel. Marcus fue más educado aunque firme, pero Alice le gritó directamente. — ¡Eh! ¿Qué haces?Uhhhh, ¿qué pasa enana? ¿Tienes que defender a tu amiguito? — Le dijo el tal Hughes. Pero Marcus ya estaba enfrentándose al otro. El corazón le latía a toda velocidad, y pensó: Jacobs está escondido en el árbol. Y ellos le estaban dando la espalda. Se contuvo muy fuertemente de levantar la mirada para no delatarle, pero era su esperanza. Era verdad, había usado un hechizo que no podía, saltándose las normas… Mencionó a un primo de Marcus que debía ser que no estaba en el colegio porque Alice no lo conocía, y empezó como a vacilarle con lo de ser prefecto. A ver, ¿de qué iba? Si, como decía su amigo, ni siquiera había hecho bien el hechizo. — Uuuuy, yo diría que el renacuajo este quiere ser prefecto como tú, Layne. — El otro soltó una carcajada hiriente. — Cree que lo va a conseguir con saberse las normas. — Y los tres se rieron. Alice les miraba incrédula, iba a contestar, pero se dio cuenta de que Marcus estaba… ¿Protegiéndola? Oh… Se había preocupado por ella. Se lo agradecería después.

    Pero cuando dijo que a Marcus podrían pasarle cosas malas por listillo, tuvo suficiente. Sacó la varita y apuntó al brazo del grande. — ¿Sí? — Dijo retadora. — Como a ti, entonces, ¡Baubillio! — Dijo lanzando un rayo amarillo que le dio una descarguita, y le hizo soltar el elemento. ¡Ja! Y encima con un hechizo de primero, que no se vieron venir. Se lanzó a los pies a cogerlo, y estaba a punto de sentirse triunfadora mientras lo agarraba con su vida entre sus manitas, cuando sintió como si la agarraran del pie y la pusiera boca abajo. — ¡Pendante! ¡EH! ¡SUÉLTAME ESTÚPIDO! — Dijo agitándose en el aire y retorciéndose. — Eres un cobarde, tienes que hechizar a una niña a la que sacas dos cabezas. — Oh… Qué mona, mira como le bailan las coletitas. — Dijo agitando la varita. — ¡Incarcerous! — Oyó bramar a su espalda. Cayó de golpe en la arena y se arrastró hacia atrás, observando la escena. Jacobs tenía al mayor atado y estaba apuntando a Hughes con la varita. — Dale, Layne, atrévete a repetir todo lo que habéis dicho, que te llevas un Tragababosas fantástico. — El chico le miró asustado, sin atreverse a moverse. — Marcus, Alice, seguid con la prueba, y, cuando entréis al castillo, le decís al señor Handsgold que tengo dos alumnos que han usado fraudulentamente unos hechizos para perjudicar a otros alumnos y hacer trampas. Y, qué mal llevan los Gryffindor las trampas. — Dijo él con una risa. Se giró hacia ella y le dijo. — ¿Tú estás bien? — Alice levantó el elemento con una sonrisa triunfal. — Perfectamente.Bien hecho, chicos. Venga, corred. — Layne hizo amago de levantarse y el tono de Jacobs cambió por completo y al mirarle y decirle. — ¡Que no te muevas Layne! Que no voy de farol. Estáte quieto, joder. — Le dio un poquito de miedo pero también le causó bastante admiración por su determinación. Agarró la mano de Marcus y tiró de él en dirección al castillo.

    Con miedo de que se le hubiera amargado el día, se paró y obligó a su amigo a mirarla. — Eh, mírame. — Puso una brillante sonrisa. — Estoy perfectamente, ¿vale? Tenemos los elementos de forma legal, y los hemos encontrado gracias a ti. Vamos a seguir y demostrar que estos alumnos de primero pueden con todo. — Iba a agarrarle de la mano otra vez, cuando vio a Silver a lo lejos. — Voy a hablar con el señor Handsgold, tú espérame y vete pensando en por dónde vamos a empezar la búsqueda de los símbolos de Fulcanelli. — Así no tendría que repetirlo y recordar el mal rato. Ella se alejó alegremente a hablar con el profesor de Encatamientos, porque sí, ahora era cuando tenían que mantener el ánimo bien alto, que esos abusones no se llevarán el gusto de arruinarles la prueba.

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    Mar Ago 31, 2021 7:54 am

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    CON Alice EN Sala Común A LAS 8:00 del 23 de marzo de 1996
    Tragó saliva un poco asustado. Nunca había recibido una amenaza, como mucho se habían metido con él por leer demasiado y ser un sabelotodo... Bueno, de hecho el mencionado primo Percival sí que le había amedrentado alguna que otra vez, pero su familia siempre decía que solo estaban jugando... Jugando a meterle miedo a Marcus, pero jugando, supuestamente. No se parecía mucho a su primo Percival, así que ese chico estaba muy confundido si pensaba que iba a ser como él. Marcus quería ser como Graves. Igualmente, le había dejado tan paralizado esa amenaza de alguien que no conocía de nada, que no pudo responder.

    Lo que sí pudo fue asustarse aún más cuando vio a Alice salir varita en ristre. Abrió los ojos con pánico. No no no, pensó, sin ser capaz de decir nada. Si él ni se había movido y le habían amenazado, ¿qué podrían hacerle a ella por apuntarles con una varita? ¡Que eran de primero, se sabían menos hechizos! Y encima esos chicos eran unos tramposos. No contenta con apuntarles, de hecho, le lanzó un hechizo al cabecilla. Marcus aspiró un grito, tapándose la boca con las manos, y justo después tiró de Alice hacia atrás. - ¿Qué haces? - Preguntó asustado, queriendo decirle que por favor no hiciera nada más. Pero su amiga se le escurrió para coger el elemento del suelo, y al hacerlo la capturaron. Quería llorar. - ¡Eh! ¡Soltadla! ¡Por favor! - Sí, seguramente sirviera con esos matones pedir las cosas por favor. Dio un paso adelante pero Hughes le cortó el paso. Tu novia es más valiente que tú. - ¡No es mi novia! ¡Dejadla, por favor! - Volvió a rogar, ya al borde de las lágrimas. Afortunadamente, su salvador no tardó en llegar.

    Se quedó mirando con admiración total, aunque sin perder el pánico en los ojos, como el tal Jacobs resolvía la situación inmediatamente y hacía que los otros chicos se quedaran como animalillos asustados. Se había quedado totalmente congelado, mirando al chico de Slytherin, pero Alice tiró de él hacia el castillo. Le daría el abrazo de su vida por salvarles en cuanto tuviera ocasión, pero sí, ahora lo mejor era avisar a un profesor.

    Mucho se había contenido. Nada más se vio a salvo y en el interior del castillo, empezó a temblarle el cuerpo de saber lo que había pasado y de la que le había librado ese chico, y en cuanto su amiga se le puso delante no pudo evitar arrugar los labios en un pucherito, notando como los ojos le escocían. No quería llorar, y no quería que se le amargara el día, pero es que lo había pasado muy mal. Asintió en tono tristón, sin decir nada para que no le saliera la voz quebrada, e igualmente no le dio tiempo a responder porque Alice había detectado al jefe de Gryffindor y fue directa a hablar con él. Se quedó clavado en su sitio, y de verdad que quería hacer lo que su amiga le había dicho y empezar a pensar donde estarían las demás cosas, pero aguantarse las ganas de llorar y el miedo residual se estaba llevando la mayoría de sus energías.

    Estaba mirando de reojillo a los terrenos, donde podía ver de fondo a esos chicos de Slytherin, cuando una voz socarrona y divertida le hizo mirarla. - ¡Pero si es el pollito más orgulloso de Ravenclaw! Lo siento, aún tienes que crecer un poquito más para que te llame águila. - La chica se detuvo en seco y se le cambió el semblante cuando le vio la cara, porque Marcus lo de disimular no lo llevaba muy bien. - Uy, pero qué tristón. ¿Te has peleado con tu amiga Gallia? - Marcus negó. Monica le escudriñó un poco más. - Si llevas todos los elementos en las manos, ¿qué te...? - Pero en ese análisis que la chica hacía de él, reparó en donde ponía Marcus la mirada. Empezó a dibujársele en el rostro el cabreo, frunciendo los labios, cruzándose de brazos y cambiando el peso de una pierna a la otra con un movimiento de la cadera. - Ya se han metido contigo, ¿a que sí? - Monica echó aire por la nariz, apretando un poco más los labios, y de dispuso decidida a echar a andar. - Se van a enterar... - Ey ey ey, Moni. - Howard había trotado con una sonrisilla nerviosa hasta la chica, apareciendo por allí. Por lo visto venía con Monica, pero al ver a Alice con el Profesor Handsgold se había detenido para ver que todo iba bien, mientras Monica avanzaba hacia Marcus. Debió temerse que su amiga iba a tomar represalias y ya la estaba agarrando prudentemente del brazo. - Que te me escapas... - Lo siento, Howard, tengo un asuntillo que arreglar. - Dijo la chica apretando los dientes y con una sonrisa de psicópata, mientras intentaba dirigirse de nuevo a los terrenos otra vez. El chico volvió a reírse nerviosamente y a tirar de su brazo para que no se fuera. - Ya está arreglado. Alice Gallia ha ido a contárselo al Profesor Handsgold y él va a tomar cartas en el asunto, que es justo lo que hay que hacer. - Lo estaba diciendo con ese tono tranquilizador tan propio de Howard, asintiendo y mirando a Marcus y a Monica con los ojos muy abiertos. - Porque cuando uno tiene un problema. - Siguió repitiendo lentito, como quien da una lección a un niño pequeño. - Se lo cuenta a un profesor o a un prefecto. - Yo cuento como la amiga del prefecto. - Nooo, no cuentas, cuentan quienes tienen la autoridad reconocida... - ¡Howard! - Interrumpió Monica, dando una patada en el suelo y soltándose de su brazo. Marcus estaba parpadeando sin saber ni qué decir en esa escena.

    La chica le miró de reojo, le dedicó una sonrisa artificial y le dijo. - Le voy a decir una cosita a mi amigo el prefecto, ahora vengo. - Y arrastró a Howard unos pasos más allá. Marcus sabía que no era de buena educación escuchar conversaciones ajenas, sobre todos de mayores, o de figuras de autoridad como decía Howard, así que se giró un poquito y miró a otra parte mientras Alice venía. Pero lo cierto es que parecían querer hablar en susurro pero se les escuchaba desde allí, y no podía evitar mirar de reojo. - Esos capullos de Slytherin... - Moni, por favor... - ¡Si es que lo sabía, sabía que acababa llorando! Mira, los cogía y les hacía... - Ya está en manos de los profesores, y por lo visto otro chico de su casa les ha parado los pies, así que... - ¿Cómo estás tan tranquilo? Ese niño te idolatra, y míralo, pobrecito, que se me parte el alma verle con esa cara de perrito apaleado. - Se quedaron en silencio, o al menos Marcus no oía nada más. Pero cuando miró de reojo, vio a Howard esconderse la risa tras la mano y a la chica mirarle con muy mala cara. - ¿Y tú de qué te ríes ahora? - Nada, nada... - Respondió Howard entre risas, y luego cogió aire y bajó un poco la voz, pero podía oírsele igualmente cuando dijo con un toquecito de superioridad. - Sabes que ese niño es clavadito a un chico con el que te metías mucho porque era un perfectón y un cobardica... - Oh, cállate ya... - Reconóóóócelo. - ¡No reconozco nada! Me da pena, ¿vale? Está muy ilusionado y se están metiendo con él. Lo haría por cualquiera. - Ya ya... -
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    Mar Ago 31, 2021 1:20 pm

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    CON Marcus EN Sala Común A LAS 8:00 del 23 de marzo de 1996
    Estaba observando un cuadro con una cacería, buscando algún animal, o quizá una jabalina perdida por ahí, cuando una voz la sobresaltó. — Tus coletas están más desiguales que nunca. ¿Qué has hecho, querida? ¿Trepar boca abajo hasta la Torre de Astronomía? — Alice suspiró y buscó a Marcus con la mirada, para ver si quería él lidiar con la Dama de las Violetas, ya que tan amiguitos eran, pero estaba al fondo del pasillo. Llevaban… No sabía cuánto llevaban, en verdad, buscando los símbolos de Fulcanelli en el interior del castillo. Estaba cansada y un poco fastidiada por no haber podido hacer el resto de pruebas y demostrar que podían ser los mejores, pero también quería demostrar que se podía entender de alquimia en primero, y quizá para años venideros se plantearan adelantar unos añitos la asignatura, como en Beuxbattons al menos. Así que aquel esfuerzo merecería la pena, y no solo eso, sino que haría a Marcus olvidar el desagradable momento con los de Slytherin. — Señora, ¿le importa... ? — El cuadro soltó un gritito. — ¡Señora ni señora! ¡Señorita, niña! Tan solo cuento con dieciséis primaveras. — Alice entornó los ojos. — Señorita, ¿le importa callarse? Que estoy intentando concentrarme. — La otra soltó una risita despectiva. — Las chicas tan contestonas y maleducadas no gustan a los jóvenes caballeros. — Eso le hizo a Alice reír un poco, mientras seguía escudriñando el cuadro. — Ni falta que hace. — El cuadro rio a su vez de la misma manera. — ¿Noooo? Pues no creo que al siempre perfecto joven O’Donnell le gusten las chicas despeinadas y groseras. — Alice suspiró, pero se quedó un poco rallada con el tema. — Pues lleva siendo mi amigo desde que le conocí, así que no me diga tonterías y déjeme un ratito tranquila. — Contestó enfadada ya.

    Esperó a que la Dama fuera a hacerle galanterías a Marcus, y aprovechó a meterse tras una esquina, atusándose el pelo, reajustando las coletas y volviendo a ponerles el lazo justo después de asegurarse que estaban a la misma altura, antes de volver a salir para hablar con Marcus. Se cercioró de que la Dama no estuviera por ahí, porque lo último que le hacía falta era darle la razón, porque a ver, en verdad no la tenía, ella se había arreglado porque Marcus iba muy puestecito, y ella no quería parecer una loca a su lado, gustarle o no era indiferente. Y no sabía qué demonios hacía dándole vueltas a eso todavía. Una vez segura, fue hacia su amigo con una sonrisa, arreglándose un poco la camisa del uniforme y señalando al cuadro. — ¿No ha habido suerte? — Chasqueó la lengua. — ¡Qué rabia! Solo nos quedan dos símbolos. La conjunción y la dichosa salamandra… — Miró el folleto y suspiró. Como al final se hubiese equivocado y la salamandra estuviera donde las Criaturas le iba a dar una rabia… Se mordió los labios y pasó la vista por el muro, mirando cuadros, estatuas y hasta las metopas de las vigas, tratando de pensar. — Un águila luchando contra un león… — Dijo, recordando el símbolo de la conjunción. Las fuerzas que se encuentran y no son capaces de derribarse porque son fuerzas opuestas pero demasiado igualadas. — ¿Dónde podrían encontrarse un Gryffindor y un Ravenclaw en igualdad de condiciones? — Preguntó suspirando. Y de repente tuvo una idea. — ¡Eh! ¿en el Club de Duelo?


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    Mar Ago 31, 2021 2:00 pm

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    CON Alice EN Sala Común A LAS 8:00 del 23 de marzo de 1996
    Que no se enterara Alice, pero llevaba un rato sin buscar. Buscar a lo loco no era lo suyo, no, y ya llevaban un rato simplemente mirando por el castillo sin encontrar nada. Él tenía que pensar, tenía que reflexionar, llegar a una conclusión e ir a tiro fijo, no mirar por mirar. Pero Alice estaba muy centrada en ese cuadro, así que hizo como que miraba, pero en realidad estaba pensando. ¿Dónde podría estar la salamandra? ¿Y el símbolo de la conjunción? Había dicho muy decidido eso de que estaban en el interior del castillo, pero ya habían ido a la Torre Ravenclaw y a la Gryffindor, mirado casi todos los retratos, buscado por mil partes distintas... Y nada. No, así no lo iban a encontrar, eso era como buscar una aguja en un pajar porque el castillo era inmenso. Tenían que llegar a la conclusión de donde estaba primero.

    - ¿En qué piensas? - Se giró. La Dama de las Violetas se había dejado caer lánguidamente sobre el sillón de un cuadro que no era el suyo y le miraba con las manos apoyadas en el respaldo y una sonrisita. - Estoy pensando dónde pueden estar los símbolos alquímicos que nos faltan. - Ooh, qué interesante. - Dijo la chica en tono melancólico, perdiendo la mirada y suspirando amargamente justo después. - La alquimia tiene que ser tan bonita. Siempre me dio curiosidad, pero mi padre no quería que la estudiara. - Marcus frunció el ceño. - ¿Por qué? Además, aquí en el colegio se empieza justo con... Tu edad. - Bueno, supuestamente tenía dieciséis, pero a saber el tiempo que llevaba allí pintada. - Ya... - La chica se retrepó aún más en el sillón, dejando caer la espalda en uno de los brazos con melodramatismo y balanceando un pie. - Pero dice que las señoritas no hacen esas cosas. Que se dedican a otros menesteres. - Pff, qué tontería, todo el mundo debería poder estudiar lo que quisiera. - ¡Estoy de acuerdo contigo! - Y la Prefecta Harmond tiene dieciséis y es la mejor en Alquimia de todo el castillo. - La chica hizo un mohín y se cruzó de brazos, rodando los ojos. - Ya. - Vaya. Al parecer no le había hecho mucha gracia el comentario.

    - ¿Te gustan las chicas que saben alquimia, Marcus? - Él se encogió de hombros y sonrió. - Me gusta la alquimia. - Eso hizo a la chica soltar una risita musical. - Cuando quieras, me puedes enseñar. Me paso los días aquí aburrida, solo tengo ese libro que me he leído ya mil veces. - Señaló con un desinteresado gesto de la mano al libro sobre su tocador. - Pero nadie me cuenta cosas nuevas. ¡Cualquiera diría que estamos en una escuela! - Yo puedo leerte otro libro si quieres. - Oooh. - La chica apoyó los codos en el respaldo y la barbilla en sus manos, mirándole con los ojitos brillantes. - Eres supermono. - Eso le hizo ponerse un poquito colorado.

    La chica iba a hablar de nuevo, pero entonces llegó Alice y toda la atención de Marcus se fue a ella. Le pareció oír una especie de "ñiñiñi" de fondo que le hizo girarse extrañado hacia el cuadro, pero cuando miró, la Dama de las Violetas ya no estaba. Se habría mudado a otro. Atendió a Alice de nuevo y negó con una muequecita en los labios. - No, lo siento... Intento pensar, pero no se me ocurre. - Perdió la mirada en un punto indefinido del suelo, entrecerrando los ojos. ¡¡Venga, se le tenía que ocurrir!! ¿Qué le pasaba? ¡A Marcus no se le cansaba el cerebro tan rápido! Vale que llevasen todo el día dando vueltas y pensando, ¡pero él era Ravenclaw! ¡Había nacido para pensar!

    Y entonces, algo que dijo Alice hizo click en su cerebro. Se le abrieron mucho los ojos. - No... No está en el Club de Duelo. - Murmuró como en trance, mirando a Alice justo después. - ¿Dónde miraba Fulcanelli siempre? A lo más alto, ¿no? ¿Cuáles son las zonas más altas del castillo? - No dio tiempo a responder, bramó entusiasmado. - ¡¡Las torres!! Y hay una Torre Ravenclaw y una Torre Gryffindor, son las únicas casas que tienen torre, de hecho. - Alzó las manos, colocándolas alrededor de su cabeza. - ¡¡Lleva ahí todo el tiempo!! ¿Cómo no me he dado cuenta antes? - Miró a Alice de nuevo. - Dos fuerzas opuestas, que se encuentran, que no pueden derribarse la una a la otra, que se necesitan, que estén en igualdad de condiciones. - Saltó en su sitio y abrió más los ojos. - ¡¡Alice!! ¡¡Son los contrafuertes de las torres, lo que las une, la base que las soporta!! ¡¡Hay un canal que las conecta!! - Sin esperar más, tiró de su mano y salió corriendo rumbo a la Torre de Astronomía. Desde allí tenían una visión perfecta de ambas torres, la Ravenclaw y la Gryffindor. El camino desde el segundo piso era muy largo, pero estaban tan emocionados que podrían recorrérselo perfectamente corriendo, como estaban haciendo, solo por la emoción de encontrar uno de los últimos símbolos que le faltaban.

    - ¡¡Ya llegamos ya llegamos!! - Dijo entre risas, medio asfixiado pero sin dejar de celebrar, mientras subía a zancadas las escaleras de la Torre de Astronomía. Se asomaron a la venta y buscó con la mirada. - ¡¡Ahí!! ¿¿Lo ves?? - Bueno, se veía el contrafuerte, pero estaba tan lejano que necesitarían... Ah, solo tuvo que girar la cabeza y sonreír con satisfacción. Había un telescopio en uno de los ventanales. Bendita Torre de Astronomía. Ravenclaw tenía que ser la prueba, de alquimia tenía que ser y en la torre de su jefa de casa tenía que estar la clave. Todo perfectamente cuadrado. Lo comprobó él primero y, nada más verlo, soltó una carcajada, se apartó y movió a Alice hasta ponerla delante. - Mira, justo en el centro. - La había arrastrado un poquito poniendo sus manos en la cintura, porque estaba tan presa de la emoción y las ganas de que su amiga lo viera que ni pensaba. Cuando la colocó ante el telescopio, se puso él a su lado y preguntó con la voz cargada de ilusión. - ¿Lo ves? - Lo habían conseguido. Solo les faltaba uno, la salamandra. Y lo hallarían, como había hallado todos los demás, estaba seguro.

    Soltó un poco de aire por la boca, porque menuda carrera, y la excitación posterior no ayudaba a relajarse. Se apoyó en el alféizar de la ventana y miró la inmensidad, con el viento moviendo sus rizos. - Esto mola, ¿eh? - Respiró hondo con satisfacción, en un suspiro mudo. - Me encanta estar aquí. Y me gusta este sitio. - Se quedó con la mirada perdida en la inmensidad en silencio unos segundos, con una sonrisita en la cara, hasta que giró el rostro a Alice. - Viento, como a ti te gusta. - Rio un poco. - A lo mejor te inspira para encontrar el que nos falta. -
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    Mar Ago 31, 2021 3:48 pm

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    CON Marcus EN Sala Común A LAS 8:00 del 23 de marzo de 1996
    La cosa parecía que estaba decayendo un poco, lo cual era bastante normal, porque llevaban toda la tarde con el asunto, había sido un día intenso y era complicado… Pero de repente, su amigo tuvo una iluminación. Intentaba contestar a sus preguntas, que claramente eran solo para ordenar su discursos, porque no le daba tiempo a hacerlo y ella solo podía mirarle con los ojos muy abiertos y asintiendo a lo que iba diciendo. Según lo iba ordenando, todo cobraba sentido, ¡pues claro! Dos torres. Eso era exactamente lo otro que tenían en común Ravenclaw y Gryffindor. En cuanto Marcus la agarró, echó a correr como si se la llevara una corriente, y ahí sí se alegró de haberse puesto cómoda, porque ahora mismo solo podía pensar que por favor, por favor, estuviera el símbolo donde ellos querían.

    El subidón aún le duraba al llegar a la Torre de Astronomía pero… ¿Cómo encontraban el elemento? ¿Cómo accedían al contrafuerte? Pero de nuevo, Marcus dio con la clave y miró con el telescopio. Ella se rio, recuperando la respiración. — Nunca se me habría ocurrido usar un telescopio para no mirar hacia el cielo. — Demasiado soñadora para preocuparse de lo que había abajo, ya lo veía todo el tiempo. Pero en este caso, les había ayudado, según parecía, para encontrar el símbolo. Dio un saltito cuando Marcus se lo confirmó. — ¡Sí! ¡Seguro que ni los de séptimo lo han sacado! — Dejó que Marcus la colocara en el telescopio y, con extremo cuidado, porque Alice, siempre que estaba cerca de algo muy caro, lo tenía, miró. Efectivamente, se veían nítidos el águila y el león luchando. Se había quedado un poco pillada, de hecho, sin poder apartar la vista de aquella imagen. — Lo veo, es genial… — Y se separó poco a poco, casi con pena del telescopio.

    Lo cierto era que llevaban tantas horas, tanto cansancio y tanto entusiasmo por encontrarlo todo que, ahora que habían encontrado el más difícil, se sentía simplemente… Tranquila. Se apartó del telescopio y se apoyó en la barandilla, poniendo la barbilla sobre los brazos cruzados y dejando que le diera el viento en la cara. Cuando Marcus habló se giró, apoyando la cabeza de lado en los brazos y asintió. — Es precioso. — Dijo, un poco ida. — Muy alto, como los pájaros. — Entonces Marcus la miró y ella le miró a él, ampliando con la sonrisa. — También está muy bien para que lo sepamos solo nosotros, por si nos perdemos… Encontrarnos aquí. Marcus, Alice… Y el viento. Qué pena que no haya más elementos por aquí. Me temo que la tierra te queda un poco lejos. — Señaló el lago. — Aunque se ve el agua. — Y rio un poco, por el simple hecho de que se sentía muy bien allí, con él, hablando ese idioma que solo ellos parecían entender, esa significación que le daban a las cosas. Cerró los ojos y sintió el viento. ¿Qué más daba si no encontraban lo último? Se quedaría allí lo que restaba de tarde si no hiciera tanto frío, si luciera un poquito el sol… Abrió los ojos. Acababa de tener una idea.

    No quería entusiasmar de nuevo a Marcus para nada, que también parecía estar muy a gustito en la barandilla, así que se acercó lentamente al sol de bronce que había en el centro de la estancia y alzó la mano para hacer girar su superficie lisa y suave. No había nada que ardiera más que el sol, ¿no? Y la salamandra era el símbolo de la calcinación, además, el sol era importantísimo… — Et voilá. — Dijo suavemente con una sonrisa. Apoyó el dedo sobre la salamandra y se giró al chico. — Marcus… Lo tenemos. Lo hemos terminado. Mírala. Es la salamandra. — Amplió más la sonrisa. — No es que crea en las señales pero… Creo que seríamos muy muy buenos alquimistas. —


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    Mar Ago 31, 2021 4:56 pm

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    Había cerrado los ojos con una sonrisa de satisfacción, con el viento nocturno en el rostro. Sí, aún les quedaba la salamandra, pero bueno, seguro que la encontraban en breve. Miró a su amiga y sonrió aún más. - Hecho... El Lago Negro, y la Torre de Astronomía. Me gusta. - Eran buenos sitios, y muy significativos. Rio un poco. - Mientras no eche a arder. ¿Te imaginas un fuego aquí dentro? Qué miedo. - Dijo con una risita. Se apoyó un poco más en la ventana y siguió mirando a la nada, soñando despierto.

    Algo que dijo Alice le hizo girarse extrañado, y al hacerlo abrió mucho los ojos y la boca. Se acercó lentamente hacia la enorme esfera y lo comprobó: la salamandra. Se le escapó una risa. - La has encontrado. - Dijo alucinado, y de nuevo se dejó llevar por el entusiasmo. - ¡¡La has encontrado, Alice!! ¡Hemos terminado la prueba! - Y se lanzó a sus brazos, achuchándola con fuerza. Ups, quizás demasiado efusivo... Pero bueno, era Alice, ella también se emocionaba mucho, y no parecía extrañado del abrazo. Total, se llevaban extrañando desde el primer día. - ¡¡No me lo puedo creer!! Definitivamente, este es uno de los mejores sitios del castillo. - Se separó de ella y suspiró. - Sí que es una señal. Seremos los mejores alquimistas del mundo. - Se moría de ganas por serlo. Hizo un gesto de la cabeza. - ¡Vamos! Tenemos que darle en las narices a Jameson. -

    De la Torre de Astronomía a las mazmorras había un trecho bastante largo, pero iban tan contentos que lo bajaron encantados. Eso sí, se iba notando ya el cansancio, pero claro, Marcus no podía pensar en estar cansado hasta que la prueba no acabara... Claro que ya sí que había terminado, quizás por eso ahora sentía agujetas por todas partes. Llegaron radiantes a las mazmorras, pero cuando fueron a la puerta del taller, se les borró la sonrisa. - ¿Dónde... Está el puesto? - Preguntó un tanto aturdido. La puerta estaba cerrada, de hecho, aunque había dos personas en la puerta. - ¡Chicos! ¡Hola! Eh, Alice, que sepas que tu sistema de puntos ha sido todo un éxito. - Comentó Anne, con su enorme sonrisa. Pero Marcus seguía mirando a los lados con un puntito decepcionado. - Prefecta Harmond, ¿por qué está cerrado? Hemos encontrado todos los elementos, y los símbolos... Veníamos a entregarlo. - La chica hizo una leve mueca con los labios. - Chicos, las pruebas acabaron hace una hora. Lo siento. - Marcus sacó un poco el labio inferior. Entonces... ¿Había sido para nada?

    - Esa cara de decepción me suena. - Dijo el hombre, con una sonrisa afable. - Tu abuelo ponía la misma cuando no le salían las cosas. Creo que aún la pone. - Conocía a Alastor Weasley de fuera del castillo, porque era amigo de su abuelo. Un alquimista de renombre, aunque no porque fuera su abuelo, pero para Marcus, Lawrence era mucho mejor. Pero el Profesor Weasley enseñaba Alquimia en el colegio, y siempre imponía a todo el que se cruzaba con él. Nadie se atrevía a chistarle. Era el más mayor de todo el profesorado, un hombre muy sabio y poderoso. Imponía un poquito. - ¿Cuál es el problema, chicos? - Hemos encontrado todos los elementos y los símbolos alquímicos, Profesor Weasley, aunque no puntuaban para nosotros porque no cursamos la asignatura, pero nos hacía ilusión. - Dijo con un puntito penoso. Se encogió de hombros con la mirada gacha. - Pero hemos llegado tarde. - El hombre frunció el ceño con leve extrañeza. - ¿Tarde? Yo no diría eso. - Marcus se ahorró la exagerada expresión de obviedad, pero rodó los ojos hacia los lados. - Esto ya está cerrado y vacío, profesor. No tenemos nadie a quien entregarle esto. - El hombre miró con una sonrisa cómplice de reojo a la Prefecta Harmond, quien le devolvió la mirada. Tras esto, se agachó ante ellos con un suspiro mudo. - Contadme como habéis llegado hasta esto. - Marcus y Alice empezaron a narrar todo su recorrido tanto por los terrenos como por el castillo, incluyendo el altercado con los chicos de Slytherin, con pelos y señales. Uno no podía hablar de su periplo reuniendo símbolos alquímicos con un alquimista reputado todos los días.

    Cuando terminó, el hombre asintió con serenidad. - Lleváis seis meses en Hogwarts, os faltan cinco años para cursar Alquimia, una ciencia que magos y brujas mucho más mayores que vosotros, e incluso que yo, que ya es decir. - Bromeó. - No han logrado entender aún. Y vosotros lo habéis hecho. - Ladeó la cabeza. - ¿Seguro que has llegado tarde, O'Donnell? - A ver, visto así... Ladeó una mueca en los labios. - Pero esto solo era un juego, profesor, y el objetivo era... - ¿Ganar? Ni siquiera estabais puntuando, ¿me equivoco, Señorita Gallia? Era un sistema muy bien atado. - El hombre le buscó la mirada. - Si queréis ser alquimistas, o cualquier cosa realmente, esto es a lo primero que tenéis que acostumbraros: no es tanto una cuestión de tiempo como de resultados. Estableceréis tiempos, y estos... No siempre se cumplirán. La alquimia es la ciencia del conocimiento en sí mismo. Esa es la clave: saber, conocer, crear, enseñar. Transmitir al mundo. - El hombre miró a la Anne Harmond, quien asistía a la conversación con una sonrisa tranquila y solemne, y le dijo. - ¿Qué opina usted, Prefecta Harmond? ¿Van tarde estos chicos? - Ella negó con un gesto gracioso de la cabeza que hizo que su melena se moviera. - En absoluto. - Marcus dibujó una sonrisa radiante, mirando a Alice, y el Profesor Weasley les dedicó un guiño.

    - Aunque... Sí que hay un sitio al que llegan tarde. - Dijo la chica, pasando sus brazos por los hombros de ambos, poniendo uno a cada lado, y girándoles camino a las escaleras. - A su sala común. - ¿¿Sin cenar?? - Preguntó Marcus con ojos de pánico. La chica se detuvo en seco. - ¿No habéis cenado aún? - Es que no encontrábamos lo que nos faltaba. - Anne suspiró y rodó los ojos. - Anda, vamos al Gran Comedor. -
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    Miér Sep 01, 2021 7:23 am

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    CON Marcus EN Sala Común A LAS 8:00 del 23 de marzo de 1996
    Recibió el abrazo de su amigo riéndose de pura satisfacción. No es que dudara de que lo podía conseguir pero… Había sido largo, accidentado y estaban agotados. Y aun así lo habían conseguido, habían demostrado que no iban de boquilla. Por primera vez, tenía ganas de llorar de felicidad por algo. Se separó y le miró asintiendo, feliz. — Lo es. — Contestó a ambas aseveraciones de su amigo. Sí, estaban en el mejor sitio del castillo, y sí, iban a ser unos alquimistas geniales, ya podía verlo en el horizonte. ¡Oh! Jameson. Ahora iba a ver, iba a aprender a meterse con los de primero y a mirar por encima del hombro.

    Bajó encantada las escaleras, siguiendo a su amigo, con una sonrisa brillante en la cara solo de imaginar las caras de todos cuando relataran cómo habían descubierto todos y cada uno de los símbolos y elementos. Pero cuando llegaron a las mazmorras, Alice se extrañó de que no hubiera más jaleo. Afortunadamente estaba la prefecta Harmond por allí, y la miró con ojos brillantes y sonrisa ilusionada, hasta que dijo que… ¿Cómo que una hora? — Eso es imposible… — Dijo anonadada. — Si hace un momento eran las tres de la tarde, cuando estuvimos en el lago y… — No, pues sí que podía ser. Estando dentro del castillo había perdido totalmente la noción del paso de las horas. A ver, no es que no estuviera contenta por haberlo encontrado todo, pero… Ahora encima Marcus estaba triste, claro, para no estarlo, después de todo...

    Oyó entonces una voz que no conocía y que aludía al abuelo de Marcus. Alzó la vista y vio al profesor de Alquimia dirigiéndose a ellos. Marcus expuso el problema, pero el profesor dijo que no era tarde. ¿En serio? ¿Significaría eso que habían ampliado los horarios para la prueba de Alquimia o algo? Tendría sentido, era muy difícil. Pero no, no iba por ahí. Marcus se puso a contarle al profesor lo que ella creía que contarían ante una gigantesca audiencia que les vitorearía, pero el mero hecho de volver a revivir todo lo que habían conseguido la animó, aportando detalles a la historia de Marcus y asintiendo con entusiasmo a todo lo que iba diciendo. Y según el profesor iba hablando, a Alice le iba cuadrando todo. Era verdad, habían conseguido lo que querían desde el principio, que era demostrar que podían hacerlo. — No, señor Weasley. — Contestó a lo de la puntuación, con una sonrisa. Era difícil asumir que quizá no siempre se cumplirían sus expectativas, pero ella se había quedado con dos partes de ese discurso: conocer y transmitir al mundo. Eso quería ella, que todo el mundo pudiera acceder a la alquimia, que no les pasara como a ella. Dirigió la mirada a la prefecta Harmond y sonrió aún más.— Marcus va a ser tan buen alquimista como su abuelo, ¿verdad, señor? — Preguntó. Weasley rio y asintió. — Si sigue así de perseverante y es lo que él quiere… Seguro que sí. — Ahora sí se sentía orgullosa de haberlo conseguido.

    Cuando Anne recordó que no habían cenado, casi se le escapa una risa. — Debe ser la primera vez que a Marcus se le olvida una comida. — La prefecta rio y los tomó de los hombros, para dirigirse hacia el comedor, pero Alice vio por el rabillo del ojo una figura conocida. Claro, sus dormitorios estaban por allí. Se detuvo y se giró. — ¡Jacobs! — Llamó. El chico se giró también y les sonrió. — Habéis terminado la prueba, eh. — Ella avanzó hacia él con una sonrisa. — Sí. Tarde, pero completa, que ya es algo. — Él asintió en silencio. — Oye, Jacobs, eh… Gracias. Por habernos ayudado. — Él se encogió de hombros apretando los labios. — Era una rencilla personal. Pero has hecho muy bien en defender a tu amigo. Es algo que ninguno a los que te has enfrentado hubiera hecho. — Ella se encogió de hombros. — Por la persona adecuada… — Jacobs se quedó mirándola de una manera un poco extraña y luego miró a Marcus, pero volvió a reírse y le dio con el dedo en una de las coletas. — Tienes razón.


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