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Miér Dic 15, 2021 9:56 am por Mahariel
Recuerdo del primer mensaje :
∞
La perla del Caribe
¿Qué será de nuestro destino cuando alguien pise nuestro camino?
Las aguas están más agitadas que nunca al otro lado del Atlántico. Los imperios luchan por establecer su dominio sobre las américas y es feroz la competencia por conseguir traer a bordo los más exquisitos tesoros perdidos en un millar de islas y las más profundas selvas. El transporte de mercancías por mar está siendo saboteados por piratas y corsarios financiados por la Corona Británica. Los gobernadores encargados de gestionar la economía de las posesiones españolas en ultramar hacen un llamado a la península: necesitan ayuda para limpiar de escoria el mar.
Así es como ascienden a don Diego de Lara a almirante de la Real Armada Española. Es un hombre con una reputación intachable, conocido entre sus filas por su férrea disciplina y entre sus enemigos por ser un hombre de justicia. Lo trasladan a Cuba, a la perla del Caribe, y allí lo colman de comodidades para que olvide la espada de Damocles que pende sobre su gaznate desde el mismo instante en el que juró bandera.
No es él el único peninsular que llegará a La Habana en busca de una nueva vida. La familia de los Valverde, con tierras repartidas por el entero de la península, enviará a una joven muchachita llamada Luisa a la capital de los territorios españoles de ultramar. Comprometida con el almirante de nada más y nada menos que la Armada, confía su familia en que se irán apartando de ella esas locuras de la edad que una joven en su posición no debería ni mentar.
Ninguna de las partes desea casarse, claro. Sus destinos están entrelazados por el deber, pero nada más. Aunque Luisa crea que su familia la ha echado a los brazos de un zafio y anciano funcionario, la sorprenderá descubrir que ante ella se presenta todo un caballero de maravillosa presencia. Y aunque Diego crea que no le ha quedado más remedio que rendirse ante la idea de tomar por esposa a una mujer con la que no comparta más que un par de alianzas, quizá le agrade saber que tendrá a su lado a la más entregada estratega del imperio.
Así es como ascienden a don Diego de Lara a almirante de la Real Armada Española. Es un hombre con una reputación intachable, conocido entre sus filas por su férrea disciplina y entre sus enemigos por ser un hombre de justicia. Lo trasladan a Cuba, a la perla del Caribe, y allí lo colman de comodidades para que olvide la espada de Damocles que pende sobre su gaznate desde el mismo instante en el que juró bandera.
No es él el único peninsular que llegará a La Habana en busca de una nueva vida. La familia de los Valverde, con tierras repartidas por el entero de la península, enviará a una joven muchachita llamada Luisa a la capital de los territorios españoles de ultramar. Comprometida con el almirante de nada más y nada menos que la Armada, confía su familia en que se irán apartando de ella esas locuras de la edad que una joven en su posición no debería ni mentar.
Ninguna de las partes desea casarse, claro. Sus destinos están entrelazados por el deber, pero nada más. Aunque Luisa crea que su familia la ha echado a los brazos de un zafio y anciano funcionario, la sorprenderá descubrir que ante ella se presenta todo un caballero de maravillosa presencia. Y aunque Diego crea que no le ha quedado más remedio que rendirse ante la idea de tomar por esposa a una mujer con la que no comparta más que un par de alianzas, quizá le agrade saber que tendrá a su lado a la más entregada estratega del imperio.
Personajes
Diego de Lara Almirante | Nikolaj Coster-Waldau | Mahariel | Luisa Valverde Doncella | Caitlin Stasey | Timelady |
ORIGINAL | ÉPOCAS PASADAS | ONE ON ONE
- tablilla:
- Código:
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네 존재가 얼마나 예쁜지 너 알고 있을까
네 주위를 맴돌게
네 곁에 있어 줄게
네 빛이 되어 줄게
All for you

- sisoy:
Mahariel
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Mar Ago 01, 2023 7:08 pm por Timelady
III. Dancing with our hands tied PEOPLE STARTED TALKING, PUTTING US THROUGH OUR PACES. I KNEW THERE WAS NO ONE IN THE WORLD WHO COULD TAKE IT. |
Que no pidiese más explicaciones sobre la admiración que despertaba en su doncella fue curioso para Luisa. Estaba acostumbrada a muchachos de su edad que estaban más que dispuestos a alargar cualquier conversación que tuviera que ver con su propia gloria y la admiración que despertaba.
Pero claro, Diego era un hombre hecho y derecho. Y o no quería o no necesitaba que le recordasen lo valiente que era. O no le interesaba la oportunidad de aprovecharse de una admiradora.
Sin duda alguna, eran puntos a su favor.
Como también podía serlo el gesto de apoyo, al apretar su mano, cuando hablaron de la ausencia de sus padres.- Me despedí de ellos sabiendo que nuestras vidas se separarían. -Respondió ella. No fue en buenos términos, ella mantuvo una fría comportura en todo momento mientras us madre se lamentaba en silencio y su padre apenas quería mirarla a la cara. Pero sí se había despedido y lo había hecho a sabiendas de que no volvería a verlos. Después de todo, la habían desterrado.
- ¿De veras? -Inquirió cuando se refirió a sus padres, fallecidos. No estaba segura de que se hubieran alegrado mucho si conocieran la reputación que le habían endosado, pero no podía hablar de eso con Diego.- Quizá en algún momento podáis hablarme de ellos. -De algo iban a tener que hablar durante sus muchos años de matrimonio.- Aunque he de decir que según tengo entendido, las madres nunca suelen aprobar a las esposas de sus hijos. -Se atrevió a bromear con algo tan frívolo como aquello, porque, después de todo, era lo que la mayoría quería ver en ella, una joven bonita y frívola.
Pero claro, Diego era un hombre hecho y derecho. Y o no quería o no necesitaba que le recordasen lo valiente que era. O no le interesaba la oportunidad de aprovecharse de una admiradora.
Sin duda alguna, eran puntos a su favor.
Como también podía serlo el gesto de apoyo, al apretar su mano, cuando hablaron de la ausencia de sus padres.- Me despedí de ellos sabiendo que nuestras vidas se separarían. -Respondió ella. No fue en buenos términos, ella mantuvo una fría comportura en todo momento mientras us madre se lamentaba en silencio y su padre apenas quería mirarla a la cara. Pero sí se había despedido y lo había hecho a sabiendas de que no volvería a verlos. Después de todo, la habían desterrado.
- ¿De veras? -Inquirió cuando se refirió a sus padres, fallecidos. No estaba segura de que se hubieran alegrado mucho si conocieran la reputación que le habían endosado, pero no podía hablar de eso con Diego.- Quizá en algún momento podáis hablarme de ellos. -De algo iban a tener que hablar durante sus muchos años de matrimonio.- Aunque he de decir que según tengo entendido, las madres nunca suelen aprobar a las esposas de sus hijos. -Se atrevió a bromear con algo tan frívolo como aquello, porque, después de todo, era lo que la mayoría quería ver en ella, una joven bonita y frívola.
Luisa | en el salón | ocaso | con Diego


Nothing is true, everything is permitted
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Dom Sep 10, 2023 12:53 pm por Mahariel
III. Dancing with our hands tied People started talking, putting us through our paces. I knew there was no one in the world who could take it. |
Diego no pudo contener una oleada de tristeza al pensar en que su prometida se había despedido de su familia para embarcarse en el viaje que la había llevado hasta allí. Él también lo había hecho, claro, pero por voluntad propia, sabiendo que lo que deseaba se encontraba al otro lado del océano. La señorita Valverde, sin embargo, había renunciado a su vida en la península a cambio de ser la esposa del almirante de la Armada Española. ¿Cuántos años vivirían sus padres? ¿Podrían volver a verse algún día, quizá si Diego fallecía antes que ellos, tras caer por la borda de su navío destruido por los cañones enemigos? ¿Qué sería de su prometida cuando él no estuviera?
No tenía respuesta para ninguna de las preguntas que brotaron de aquella idea: de hecho, con cada una de ellas surgían nuevas cuestiones, como afluentes de un río, que tampoco sabía cómo enfrentar. Al mirar a la señorita Valverde le pareció intuir en la leve tensión de sus hombros y su mandíbula que había algo más que no le quería contar. Tal vez pensaba en lo mismo que Diego, y rememorar que había abandonado todo cuanto conocía en el momento en el que subió al barco en el que atravesó el Atlántico en mitad de una recepción que pretendía celebrar su compromiso no era la mejor de las ideas.
— Sí, yo creo que sí — intentó transmitirle una seguridad que no sentía: Diego imaginaba que a su madre le habría gustado conocer a Luisa, porque solía insistir en que estaba demasiado centrado en su trabajo y necesitaba a una buena mujer sobre la que sostener su carrera militar, pero lo cierto es que no sabía si hubieran logrado congeniar. A efectos prácticos, no importaba, dado que nunca podrían mantener una conversación que confirmase o deshiciera sus dudas al respecto —. También hay padres a los que no les agradan los hombres a los que les entregan a sus hijas en matrimonio, ¿no es así?
Al final, poco importaban las apreciaciones a nivel personal de cualquiera de los miembros de las familias que se unirían a través del matrimonio. El enlace entre los esposos no era más que la formalización de una unión comercial en la que los intereses económicos y sociales siempre estaban por encima de cuestiones tan triviales como lo bien que se llevasen los contrayentes, a no ser, claro, que las diferencias entre ambos sujetos fueran del todo irreconciliables. A Diego no le parecía que su prometida fuese a darle ese tipo de problemas. Sin embargo, sabía que era demasiado pronto para averiguarlo.
No tenía respuesta para ninguna de las preguntas que brotaron de aquella idea: de hecho, con cada una de ellas surgían nuevas cuestiones, como afluentes de un río, que tampoco sabía cómo enfrentar. Al mirar a la señorita Valverde le pareció intuir en la leve tensión de sus hombros y su mandíbula que había algo más que no le quería contar. Tal vez pensaba en lo mismo que Diego, y rememorar que había abandonado todo cuanto conocía en el momento en el que subió al barco en el que atravesó el Atlántico en mitad de una recepción que pretendía celebrar su compromiso no era la mejor de las ideas.
— Sí, yo creo que sí — intentó transmitirle una seguridad que no sentía: Diego imaginaba que a su madre le habría gustado conocer a Luisa, porque solía insistir en que estaba demasiado centrado en su trabajo y necesitaba a una buena mujer sobre la que sostener su carrera militar, pero lo cierto es que no sabía si hubieran logrado congeniar. A efectos prácticos, no importaba, dado que nunca podrían mantener una conversación que confirmase o deshiciera sus dudas al respecto —. También hay padres a los que no les agradan los hombres a los que les entregan a sus hijas en matrimonio, ¿no es así?
Al final, poco importaban las apreciaciones a nivel personal de cualquiera de los miembros de las familias que se unirían a través del matrimonio. El enlace entre los esposos no era más que la formalización de una unión comercial en la que los intereses económicos y sociales siempre estaban por encima de cuestiones tan triviales como lo bien que se llevasen los contrayentes, a no ser, claro, que las diferencias entre ambos sujetos fueran del todo irreconciliables. A Diego no le parecía que su prometida fuese a darle ese tipo de problemas. Sin embargo, sabía que era demasiado pronto para averiguarlo.
Diego | En el salón | Ocaso | Con Luisa

네 존재가 얼마나 예쁜지 너 알고 있을까
네 주위를 맴돌게
네 곁에 있어 줄게
네 빛이 되어 줄게
All for you

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