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I AM RUINATION
"Esta ciudad se cae a pedazos".
Adam lleva escuchando la misma frase sobre Ciudad Tara desde que tiene memoria. No conoce a nadie que apueste un centavo por la ciudad que lo vio crecer. Él procura no decir mucho, porque en el fondo sabe que las habladurías de la gente llevan algo de razón. Hace muchos años que Ciudad Tara se perdió a sí misma, víctima del crimen, la pobreza y de unos malos gobernantes. Adam se hizo detective con la esperanza de hacer la diferencia para la ciudad, de ser una luz en medio de tanta podredumbre, pero con el pasar de los años sus buenas intenciones se van diluyendo poco a poco.
Hoy Adam ya no tiene esperanzas de hacer un gran cambio en la ciudad, pero sí que quiere hacer bien su trabajo, pues se niega a formar parte del resto de la corrupción del cuerpo policial. Buena parte de sus investigaciones lo llevan hacia el Mercado Negro de la ciudad. La sola existencia de un sitio como éste le recuerda a Adam que la ciudad está perdida, pero alguien tiene que hacer las preguntas incómodas para que las investigaciones lleguen a buen puerto.
A simple vista, el Mercado Negro no parece tener ninguna ley o autoridad pero, en el centro de todo, siempre está Ben. Lleva regentando el mercado desde hace años, como antes lo había hecho su padre. Ciudad Tara se cae a pedazos, pero eso no significa que la gente no pueda obtener ciertos beneficios si está dispuesta a pagar más de la cuenta. Ben tiene claro de que esta ciudad no tiene remedio, así que lo único que puede hacer es jugar el mismo juego de corrupción para sobrevivir.
Ben no puede entender el sentido del deber de Adam, así como Adam no comprende el cinismo de Ben, quien sólo parece jugar para su propio beneficio. Sin embargo, cuando las cosas se tuercen todavía más de la cuenta, a ninguno de los dos le quedará más remedio que confiar el uno en el otro.
Adam lleva escuchando la misma frase sobre Ciudad Tara desde que tiene memoria. No conoce a nadie que apueste un centavo por la ciudad que lo vio crecer. Él procura no decir mucho, porque en el fondo sabe que las habladurías de la gente llevan algo de razón. Hace muchos años que Ciudad Tara se perdió a sí misma, víctima del crimen, la pobreza y de unos malos gobernantes. Adam se hizo detective con la esperanza de hacer la diferencia para la ciudad, de ser una luz en medio de tanta podredumbre, pero con el pasar de los años sus buenas intenciones se van diluyendo poco a poco.
Hoy Adam ya no tiene esperanzas de hacer un gran cambio en la ciudad, pero sí que quiere hacer bien su trabajo, pues se niega a formar parte del resto de la corrupción del cuerpo policial. Buena parte de sus investigaciones lo llevan hacia el Mercado Negro de la ciudad. La sola existencia de un sitio como éste le recuerda a Adam que la ciudad está perdida, pero alguien tiene que hacer las preguntas incómodas para que las investigaciones lleguen a buen puerto.
A simple vista, el Mercado Negro no parece tener ninguna ley o autoridad pero, en el centro de todo, siempre está Ben. Lleva regentando el mercado desde hace años, como antes lo había hecho su padre. Ciudad Tara se cae a pedazos, pero eso no significa que la gente no pueda obtener ciertos beneficios si está dispuesta a pagar más de la cuenta. Ben tiene claro de que esta ciudad no tiene remedio, así que lo único que puede hacer es jugar el mismo juego de corrupción para sobrevivir.
Ben no puede entender el sentido del deber de Adam, así como Adam no comprende el cinismo de Ben, quien sólo parece jugar para su propio beneficio. Sin embargo, cuando las cosas se tuercen todavía más de la cuenta, a ninguno de los dos le quedará más remedio que confiar el uno en el otro.
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Adam Burrows 29 años — Detective — David Oakes — Minerva | Ben Carson 31 años — Mafioso — Ben Barnes — Juno |
1x1 — ORIGINAL REALISTA — Minerva & Juno
- Post de Rol:
- Código:
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Capítulo VI
El Rescate
"Sé que Mark estará bien contigo".
Ben chasqueó los labios cuando lo escuchó decir aquello. No porque estuviera diciendo mentiras, era cierto que Ben protegería muy bien a Mark y que en su casa estaría seguro hasta que supieran bien qué hacer con él. Lo que le fastidiaba era que Adam sabía eso desde el principio, pero se negó a aceptar su ayuda de verdad.
Suspiró hondo, tratando de no pensar demasiado en ello, si se atrevía a hablar sobre ese tema en este momento, los dos acabarían discutiendo. Al fin y al cabo, Adam iba manejando y ya de por sí la situación estaba demasiado tensa entre los dos. No iba a echar más leña al fuego, Ben tenía instinto de autoconservación.
—¿Vamos a ir a tu casa?
La pregunta de Mark resonó en el aire y Ben se sorprendió al escucharlo, pues estaba convencido de que el niño no estaba prestando demasiada atención. Así que le sorprendió darse cuenta de que estaba llevando el hilo de la conversación.
—Sí —respondió Ben, mientras le despejaba el cabello de la frente. Pero Mark todavía tenía la mirada un poco perdida y no encontró sus miradas—. Sí, vamos a ir a mi casa. Los tres.
Mark no dijo nada más luego de aquello, pero eso fue suficiente para Ben. Al menos el niño estaba de acuerdo y ya no había seguido llorando de manera desconsolada. Eso era una buena señal, al menos tenía esperanzas de que pudiera dormir bien esta noche. La mañana siguiente sería más complicada, pero Ben prefería llevar las cosas un paso a la vez.
—Cuando llegues a Tara, tienes que tomar la calle central y luego desviarte por el camino que lleva al cementerio, después te señalaré el camino —Ben vivía en las afueras de la ciudad, porque no soportaba el bullicio que había en el centro. Originalmente pensó en recuperar la casa que era de sus padres, pero no habría soportado con tanta nostalgia, además de que mucho se había perdido en el incendio la misma noche que murió su madre.
Ben chasqueó los labios cuando lo escuchó decir aquello. No porque estuviera diciendo mentiras, era cierto que Ben protegería muy bien a Mark y que en su casa estaría seguro hasta que supieran bien qué hacer con él. Lo que le fastidiaba era que Adam sabía eso desde el principio, pero se negó a aceptar su ayuda de verdad.
Suspiró hondo, tratando de no pensar demasiado en ello, si se atrevía a hablar sobre ese tema en este momento, los dos acabarían discutiendo. Al fin y al cabo, Adam iba manejando y ya de por sí la situación estaba demasiado tensa entre los dos. No iba a echar más leña al fuego, Ben tenía instinto de autoconservación.
—¿Vamos a ir a tu casa?
La pregunta de Mark resonó en el aire y Ben se sorprendió al escucharlo, pues estaba convencido de que el niño no estaba prestando demasiada atención. Así que le sorprendió darse cuenta de que estaba llevando el hilo de la conversación.
—Sí —respondió Ben, mientras le despejaba el cabello de la frente. Pero Mark todavía tenía la mirada un poco perdida y no encontró sus miradas—. Sí, vamos a ir a mi casa. Los tres.
Mark no dijo nada más luego de aquello, pero eso fue suficiente para Ben. Al menos el niño estaba de acuerdo y ya no había seguido llorando de manera desconsolada. Eso era una buena señal, al menos tenía esperanzas de que pudiera dormir bien esta noche. La mañana siguiente sería más complicada, pero Ben prefería llevar las cosas un paso a la vez.
—Cuando llegues a Tara, tienes que tomar la calle central y luego desviarte por el camino que lleva al cementerio, después te señalaré el camino —Ben vivía en las afueras de la ciudad, porque no soportaba el bullicio que había en el centro. Originalmente pensó en recuperar la casa que era de sus padres, pero no habría soportado con tanta nostalgia, además de que mucho se había perdido en el incendio la misma noche que murió su madre.
07.45pm — Fuera de Tara — Con Adam
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Capítulo VI
El rescate
Adam siguió las indicaciones de Ben. Tomó un atajo para llegar lo antes posibles al cementerio. Escuchó cómo Ben le decía a Mark que irían los tres a su casa. Sonaba muy prometedor para Mark.
Para él, no tanto. Al menos Ben iba a comportarse con Mark cerca.
Adam frunció el ceño cuando empezó a sentir una molestia en los nudillos de la mano derecha. Quizá se había lastimado en la pelea con el hombre que había capturado. Flexionó los dedos un par de veces, sosteniendo el volante con la mano izquierda. Tenía algo mallugados los nudillos así que no era extraña la molestia.
Tampoco era algo nuevo para él.
—¿Necesitamos pasar a comprar algo para Mark?—preguntó. —Ya sabes... comida, pijama, cepillo de dientes... Algo que vaya a necesitar ahora. Si no puedo ir después a conseguir lo que necesite y llevártelo.
No quería que Ben pensara que s eiba a desentender de Mark o que no estaba pensando en él. La verdad no podía dejar de pensar en qué podía hacer esta vez para que todo saliera bien. Para no exponer al niño de nuevo.
Era difícil para él aceptar que tal vez su mejor opción estaba en el mercado negro y no en la vía legal.
Pero no le iba a quedar más que aceptarlo.
—Aún tengo la pijama que había comprado para que usara en casa—añadió. —Se la puedo llevar después.
No se había desecho de nada de lo que había usado Mark en su casa. Después de todo debió hacerlo, porque eran pruebas de cómo había manejado las cosas por su cuenta en aquel momento, pero no tuvo corazón para hacerlo.
Después de todo, parecía que era un sentimental.
07.45pm — Fuera de Tara — Con Ben
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Capítulo VI
El Rescate
Faltaban tan sólo unos pocos minutos para llegar y Adam estaba haciendo un montón de preguntas que, aunque sonaban razonables, Ben no estaba seguro si podía responderlas todas. Creía que no hacía falta que llevara nada de comer, no tenía idea cómo Adam pensaba que era su casa, pero Ben vivía allí holgadamente y la alacena siempre estaba llena porque, sin importar el trabajo que uno hiciera, Ben era fiel creyente de que una buena cocina era capaz de mejorar el humor de cualquiera.
Recordaba que les había hecho el desayuno a Mark y Adam unas semanas antes. Había sido una grata experiencia cocinar para alguien además de él mismo. Era agradable imaginar que podría hacer lo mismo por Mark los próximos días. Ben, por lo general, sí que pasaba tiempo en su casa, además de que le pagaba a una mujer que lo ayudaba con la limpieza una vez a la semana. Lisa lo conocía desde hacía mucho tiempo y en más de una ocasión le había dicho que ya era hora de que llevara una buena chica a casa, porque era demasiado grande para una sola persona.
Sonrió al pensar en cómo le iba a explicar a Lisa que tendría un pequeño visitante por un tiempo.
—No creo que comida nos haga falta por ahora, pero ropa sí que hará falta, no vas a poder usar esa camisa todos los días. Una pijama estaría bien para dormir, ¿no crees Mark?
El niño volvió a mirarlo e hizo un movimiento suave con la cabeza, que Ben no sabía bien si lo estaba aceptando o si tan sólo hacía un esfuerzo por seguir la conversación. Todavía tenía el rostro hinchado de tanto llorar, tal vez era buena idea que se lavara de pies a cabeza, así tuviera que ponerle la misma ropa de nuevo.
Cuando Adam se estacionó afuera de la casa, Ben se bajó primero para colocar la contraseña en el portón de seguridad. Por lo general no tenía más vigilancia en casa que su sistema de alarmas, aunque Al le insistía día sí y día también que los chicos hicieran rondas por las noches, en especial cuando Ben estaba allí solo.
—En la entrada hay unas escaleras, cuidado al subir, Mark —Ben, viendo cómo el niño se bajaba del carro ayudado por Adam, le estiró el brazo para ayudarlo a caminar. Se estremeció cuando sintió la mano de Mark tomar la suya. Le parecía que era más pequeña de la que recordaba.
Recordaba que les había hecho el desayuno a Mark y Adam unas semanas antes. Había sido una grata experiencia cocinar para alguien además de él mismo. Era agradable imaginar que podría hacer lo mismo por Mark los próximos días. Ben, por lo general, sí que pasaba tiempo en su casa, además de que le pagaba a una mujer que lo ayudaba con la limpieza una vez a la semana. Lisa lo conocía desde hacía mucho tiempo y en más de una ocasión le había dicho que ya era hora de que llevara una buena chica a casa, porque era demasiado grande para una sola persona.
Sonrió al pensar en cómo le iba a explicar a Lisa que tendría un pequeño visitante por un tiempo.
—No creo que comida nos haga falta por ahora, pero ropa sí que hará falta, no vas a poder usar esa camisa todos los días. Una pijama estaría bien para dormir, ¿no crees Mark?
El niño volvió a mirarlo e hizo un movimiento suave con la cabeza, que Ben no sabía bien si lo estaba aceptando o si tan sólo hacía un esfuerzo por seguir la conversación. Todavía tenía el rostro hinchado de tanto llorar, tal vez era buena idea que se lavara de pies a cabeza, así tuviera que ponerle la misma ropa de nuevo.
Cuando Adam se estacionó afuera de la casa, Ben se bajó primero para colocar la contraseña en el portón de seguridad. Por lo general no tenía más vigilancia en casa que su sistema de alarmas, aunque Al le insistía día sí y día también que los chicos hicieran rondas por las noches, en especial cuando Ben estaba allí solo.
—En la entrada hay unas escaleras, cuidado al subir, Mark —Ben, viendo cómo el niño se bajaba del carro ayudado por Adam, le estiró el brazo para ayudarlo a caminar. Se estremeció cuando sintió la mano de Mark tomar la suya. Le parecía que era más pequeña de la que recordaba.
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Capítulo VI
El rescate
Adam se hizo nota mental de ir a buscar ropa para Mark una vez que se instalara en la casa. Su apartamento no estaba cerca, así que iría a comprar algunas cosas primero si encontraba algo abierto cerca, y después iría por lo demás.
Cuando ayudó a Mark a bajar del auto se sintió más inquieto todavía. El niño había perdido peso desde la última vez que lo había visto. Seguro que la madre no había podido alimentarlo en condiciones mientras huían.
Ben tomó a Mark de la mano, por lo que ya no tuvo que ayudarlo a subir. Estuvo atento, sin embargo, por si el niño tropezaba para ayudarle. Se sintió ligeramente inquieto y miró a su alrededor para ver si alguien le estaba viendo entrar a la casa de Ben. Lo siguió teniendo cuidado con las gradas anunciadas.
No esperó a que Ben lo invitara a pasar, porque ya le había dicho en el carro que ahí hablarían y empezaba a pensar que entre menos dijera por ahora mejor. Había tomado las mejores decisiones que podía en su momento, pero el resultado había sido catastrófico.
—Tengo que ir al baño—dijo Mark una vez dentro. Ben se lo señaló y Adam recostó el hombro contra el marco de la puerta.
Miró a Ben, preguntándose si esperar que empezaran los reproches o hablar primero.
—Irá a comprar las cosas que necesita en cuanto estén más acomodados—le aseguró. —Pero antes de irme tenemos que acordar cómo vamos a manejar esto.
La verdad estaba en desventaja para esa conversación porque no tenía muchas opciones para ofrecer. Si la policía llegaba a saber sobre Mark lo meterían al sistema y lo interrogarían sobre la muerte de su madre. Y podría hablar sobre Ben. No era buena idea.
Pero tampoco estaba seguro de qué tenía Ben en mente.
—Tengo la impresión de que tú ya decidiste hacer algo—añadió. —Y agradecería que me lo compartas de una vez.
Miró hacia el baño inquieto, preguntándose si Mark saldría pronto.
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Capítulo VI
El Rescate
En cuanto Mark anunció que tenía que ir al baño, Ben temió que había llegado el momento que tanto estuvo evitando desde que subieron al carro: había quedado a solas con Adam. Ben suspiró hondo, mientras le indicaba el camino al baño a Mark. Si hubiera sido un poco más pequeño habría usado eso de excusa para acompañarlo, incluso si eso significaba que Adam se quedara fisgoneando en su sala.
Sin embargo, tuvo que resignarse a lo inevitable. Cuando Adam lo miró a los ojos, Ben supo que seguía bastante enfadado con él. La madre de Mark estaba muerta y el niño había presenciado el asesinato, había quedado manchado de la sangre de su madre. Ben sabía que Mark seguiría teniendo pesadillas sin importar el tiempo que pasara.
—Mark se va a quedar conmigo —Ben trató de usar su voz neutral, pues lo último que quería era propiciar una discusión con Adam en frente de Mark. El pobre ya había pasado bastante como para que además los encontrara discutiendo—. Puedo protegerlo, en mi casa no le va a pasar absolutamente nada. Ya lo hicimos a tu manera y no hace falta que diga cómo salió eso. Así que ahora lo haremos a la mía.
Ben esperó haber sido lo bastante enfático para que Adam supiera que no iba a ceder.
Estaba seguro que Adam pensaba que era pésima idea, podía darse cuenta por su postura y la expresión que había puesto que no quería exponer a Mark a su estilo de vida. Ben en realidad no estaba pensando si iba a ser algo permanente, pero podría evitar que Mark entrara al sistema si le daba una nueva vida en otro sitio. Tenía contactos, eso sin duda, pero para asegurarse de que todo saldría bien, tendría al niño consigo.
Además, no tenía ni caso negar a estas alturas se había encariñado con él. Mark confiaba en él, se había regresado acurrucado junto a Ben en el coche, incluso después de haber visto a su madre asesinada. Eso tenía que contar para algo.
Sabía que acababa de decir algo razonable, pero no estaba seguro de que Adam fuera a comprenderlo.
Sin embargo, tuvo que resignarse a lo inevitable. Cuando Adam lo miró a los ojos, Ben supo que seguía bastante enfadado con él. La madre de Mark estaba muerta y el niño había presenciado el asesinato, había quedado manchado de la sangre de su madre. Ben sabía que Mark seguiría teniendo pesadillas sin importar el tiempo que pasara.
—Mark se va a quedar conmigo —Ben trató de usar su voz neutral, pues lo último que quería era propiciar una discusión con Adam en frente de Mark. El pobre ya había pasado bastante como para que además los encontrara discutiendo—. Puedo protegerlo, en mi casa no le va a pasar absolutamente nada. Ya lo hicimos a tu manera y no hace falta que diga cómo salió eso. Así que ahora lo haremos a la mía.
Ben esperó haber sido lo bastante enfático para que Adam supiera que no iba a ceder.
Estaba seguro que Adam pensaba que era pésima idea, podía darse cuenta por su postura y la expresión que había puesto que no quería exponer a Mark a su estilo de vida. Ben en realidad no estaba pensando si iba a ser algo permanente, pero podría evitar que Mark entrara al sistema si le daba una nueva vida en otro sitio. Tenía contactos, eso sin duda, pero para asegurarse de que todo saldría bien, tendría al niño consigo.
Además, no tenía ni caso negar a estas alturas se había encariñado con él. Mark confiaba en él, se había regresado acurrucado junto a Ben en el coche, incluso después de haber visto a su madre asesinada. Eso tenía que contar para algo.
Sabía que acababa de decir algo razonable, pero no estaba seguro de que Adam fuera a comprenderlo.
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Capítulo VI
El rescate
Se había esperado que ese fuera el plan de Ben. Al menos en el carro se le había ocurrido que esa iba a ser su respuesta. Suspiró. Tenían que tener claras las cosas.
—Es una buena forma de que no entre al sistema todavía, pero tendremos que buscar soluciones a largo plazo—razonó. No sabía si Ben estaría pensando en dejarse a Mark de forma permanente, pero, quería que lo valorara. —No podemos mantener a Mark en una situación irregular.
Podía ser muy peligroso. ¿Si Mark enfermaba y necesitaba servicios médicos? Ninguno de ellos estaba autorizado para tomar decisiones sobre el niño. ¿Y la escuela? Tendría que volver a asistir un día. Bien pensado ni siquiera tenían papeles suyos.
Pero bueno, eso sería a largo plazo.
—¿Puedes garantizar que aquí estará seguro? —preguntó con duda. —Supongo que tu casa la respetan, pero no dejas de tener un ambiente peligroso.
Suponía que Ben no dejaba que el negocio entrara a su casa o no estaría tan seguro. O eso esperaba.
No era fácil saber qué pasaba por la mente de Ben. Solo sabía que estaba enojado con él.
Miró con nerviosismo hacia la puerta del baño, pero no había señas de que Mark fuera a regresar pronto.
—Tenemos que coordinar bien lo que haremos—añadió. —Puedo haberme equivocado una vez pero no voy a dejar de estar pendiente de Mark ahora.
En cierta forma se temía que eso querría Ben: dejarlo fuera de eso. Como si eso fuera posible.
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Capítulo VI
El Rescate
Ben inspiró hondo, mientras hacía un esfuerzo por mantener el rostro neutro, recordándose a sí mismo que no iba a discutir con Adam. Mucho menos ahora, esta noche, cuando Mark todavía estaba instalándose en su casa. Sin embargo, aunque estaba haciendo todo su esfuerzo por mantener el tono neutro, no podía evitar que, a cada palabra que Adam decía, Ben se iba enfadando más todavía.
Pero la gota que colmó el vaso fue cuando Adam preguntó si acaso iba a estar seguro en esa casa. En su casa. Ben apretó la mandíbula, recordándose que Mark estaba en el baño y que lo último que necesitaba en un momento como éste, era escuchar a las dos personas en quien confiaba discutir acaloradamente.
El problema era que Ben no podía evitar tomarse personal las palabras de Adam. ¿Por qué se empeñaba en verlo sobre un escalón moral más alto? ¿Era porque llevaba una placa policial en el pecho? Ben había hecho muchas más cosas por esta ciudad que lo que Adam, o todo el cuerpo policial, haría jamás. Pero si se lo decía así, de seguro que Adam se ofendería o creería que estaba diciéndolo por fanfarronear.
—¿Por qué no va a estar seguro en mi casa? Tú eres policía, ¿no? —dijo, alzando las cejas, dando un paso al frente para acercarse a él—. A ver, ya que eres tan bueno en tu trabajo, dime, ¿cuántas veces has sabido de problemas o tiroteos que tienen que ver conmigo o con mis hombres? Ilústrame, ¿cuántas? Yo sí sé alejarme de problemas, y no ando por allí sobornando policías para que no me levanten cargos.
Los pocos tratos que Ben tenía con el cuerpo policial, los manejaba de otra manera. Pero sabía de buen mano que había otros, como Lucius Cobbert, que depositaban una cantidad mensual a varios miembros de la comisaría. Era un secreto a voces, todo el mundo lo sabía, pero parecía que Adam sólo quería comportarse como si Ben fuera el mayor de los males de esta maldita ciudad.
Al cabo de un instante, como no obtuvo respuesta inmediata, Ben se sintió culpable. Quizás se había pasado al tomarse esto tan personal. Después de todo, sabía que la preocupación de Adam por el pequeño Mark era genuina.
—Escucha… Adam, por el momento no hace falta que tomemos todas las decisiones esta noche. A Mark no va a pasarle nada, esta noche lo que necesita es contención, lo mismo que los próximos días. Acaba de perder a su madre, es probable que haya visto cómo la mataron. Esas cosas… esas cosas te marcan para siempre. Mark necesita un tiempo en un lugar estable, para que pueda sentirse mejor.
“Cuidaré de él” quiso decirle, pero se calló pensando que eso llevaría a otra discusión, dando pie a que Adam cuestionara de nuevo quién sería mejor cuidando del niño.
Pero la gota que colmó el vaso fue cuando Adam preguntó si acaso iba a estar seguro en esa casa. En su casa. Ben apretó la mandíbula, recordándose que Mark estaba en el baño y que lo último que necesitaba en un momento como éste, era escuchar a las dos personas en quien confiaba discutir acaloradamente.
El problema era que Ben no podía evitar tomarse personal las palabras de Adam. ¿Por qué se empeñaba en verlo sobre un escalón moral más alto? ¿Era porque llevaba una placa policial en el pecho? Ben había hecho muchas más cosas por esta ciudad que lo que Adam, o todo el cuerpo policial, haría jamás. Pero si se lo decía así, de seguro que Adam se ofendería o creería que estaba diciéndolo por fanfarronear.
—¿Por qué no va a estar seguro en mi casa? Tú eres policía, ¿no? —dijo, alzando las cejas, dando un paso al frente para acercarse a él—. A ver, ya que eres tan bueno en tu trabajo, dime, ¿cuántas veces has sabido de problemas o tiroteos que tienen que ver conmigo o con mis hombres? Ilústrame, ¿cuántas? Yo sí sé alejarme de problemas, y no ando por allí sobornando policías para que no me levanten cargos.
Los pocos tratos que Ben tenía con el cuerpo policial, los manejaba de otra manera. Pero sabía de buen mano que había otros, como Lucius Cobbert, que depositaban una cantidad mensual a varios miembros de la comisaría. Era un secreto a voces, todo el mundo lo sabía, pero parecía que Adam sólo quería comportarse como si Ben fuera el mayor de los males de esta maldita ciudad.
Al cabo de un instante, como no obtuvo respuesta inmediata, Ben se sintió culpable. Quizás se había pasado al tomarse esto tan personal. Después de todo, sabía que la preocupación de Adam por el pequeño Mark era genuina.
—Escucha… Adam, por el momento no hace falta que tomemos todas las decisiones esta noche. A Mark no va a pasarle nada, esta noche lo que necesita es contención, lo mismo que los próximos días. Acaba de perder a su madre, es probable que haya visto cómo la mataron. Esas cosas… esas cosas te marcan para siempre. Mark necesita un tiempo en un lugar estable, para que pueda sentirse mejor.
“Cuidaré de él” quiso decirle, pero se calló pensando que eso llevaría a otra discusión, dando pie a que Adam cuestionara de nuevo quién sería mejor cuidando del niño.
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El rescate
Adam resopló. Era imposible hablar con Ben, siempre se tomaba todo mal. No parecía aceptar que su modo de vida no era todo lo tranquilo y seguro que le gustaría. Estaba visto que no estaba dispuesto a aceptar nada que él dijera.
—Ben, si estás enojado conmigo puedes decirme directamente que crees que todo esto es mi culpa—dijo, odiando poner aquello en palabras. —Pero no invalides mis preocupaciones así. Confío en ti o no estaríamos aquí, ¿lo sabes, verdad? Si dices que puedes tenerlo a salvo aquí voy a creerte.
Iba a preocuparse también, pero Adam no sabía estar tranquilo.
—Iré a buscar las cosas que dijimos y te las traeré ahora mismo—añadió. —Y me gustaría quedarme a pasar la noche con ustedes, si es posible. Yo también me preocupo por Mark, no solo tú.
Quisiera tener más que ofrecerle al pequeño. Poder brindarle la seguridad que un sistema fuerte y honesto de policía pudiera brindar, pero eso no existía ya en Tara.
Todo lo que podía hacer era poner lo mejor de su parte y trabajar con Ben, que era la única persona que parecía tan preocupado por ese niño como él. O más.
Pero ambos tenían que estar dispuestos a trabajar juntos. Y no sabía si Ben quería eso.
Tenía la sensación de que quería deshacerse de él más bien y encargarse solo de Mark.
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Capítulo VI
El Rescate
Ben negó con la cabeza y ahogó una carcajada, porque no se podía creer que Adam estuviera haciéndose el ofendido. Él. Le parecía el colmo. Estaban en esta situación en primer lugar porque Adam no confió en él de verdad. Sólo lo buscó porque necesitaba una salida y en la policía nadie podía ofrecerle una. Inspiró hondo, pues no iba a discutir más por esa noche. Mark no se merecía esto y Ben no quería dedicarle un minuto más a esta incomodidad que empezaba a quemarle el pecho.
—Por supuesto que estoy enfadado, Adam. Esto… esto pudo haberse evitado de verdad —confesó, mirándolo a los ojos y con los labios apretados—. Pero está bien, si quieres que reconozca que todo esto no es enteramente tu culpa, lo acepto. Tú no tienes la culpa de que la madre de Mark se haya metido en este asunto y que haya expuesto al niño. Cuando hay alguien que busca matarte, no parará hasta conseguirlo.
Ben lo sabía muy bien. Sin importar todo lo que había hecho su padre para proteger a su familia, al final él y su madre acabaron muertos. Ben tan sólo había tenido un poco de suerte, porque a él nadie lo había ayudado.
Suspiró hondo, frotándose la frente por un instante. Tenía que reconocer que estaba tomándose esto más personal de la cuenta porque la situación de Mark le traía malos recuerdos. Adam tampoco era culpable de eso.
—Sé que te preocupas por Mark, perdón, no quise insinuar lo contrario. Es sólo que… —Ben desvió la mirada hacia el pasillo, todavía escuchaba el sonido del grifo que venía del baño—. Realmente desearía que Mark no hubiera tenido que pasar por esto. Ningún niño merece quedarse sin su familia.
Cuando volvió a mirar a Adam, éste seguía mirándolo con una expresión indescifrable.
—No te preocupes, por supuesto que puedes quedarte. Mark dormirá conmigo en mi habitación por esta noche, pero el sofá estará bien si dejo unas sábanas y te presto una de las almohadas que tengo en la cama.
—Por supuesto que estoy enfadado, Adam. Esto… esto pudo haberse evitado de verdad —confesó, mirándolo a los ojos y con los labios apretados—. Pero está bien, si quieres que reconozca que todo esto no es enteramente tu culpa, lo acepto. Tú no tienes la culpa de que la madre de Mark se haya metido en este asunto y que haya expuesto al niño. Cuando hay alguien que busca matarte, no parará hasta conseguirlo.
Ben lo sabía muy bien. Sin importar todo lo que había hecho su padre para proteger a su familia, al final él y su madre acabaron muertos. Ben tan sólo había tenido un poco de suerte, porque a él nadie lo había ayudado.
Suspiró hondo, frotándose la frente por un instante. Tenía que reconocer que estaba tomándose esto más personal de la cuenta porque la situación de Mark le traía malos recuerdos. Adam tampoco era culpable de eso.
—Sé que te preocupas por Mark, perdón, no quise insinuar lo contrario. Es sólo que… —Ben desvió la mirada hacia el pasillo, todavía escuchaba el sonido del grifo que venía del baño—. Realmente desearía que Mark no hubiera tenido que pasar por esto. Ningún niño merece quedarse sin su familia.
Cuando volvió a mirar a Adam, éste seguía mirándolo con una expresión indescifrable.
—No te preocupes, por supuesto que puedes quedarte. Mark dormirá conmigo en mi habitación por esta noche, pero el sofá estará bien si dejo unas sábanas y te presto una de las almohadas que tengo en la cama.
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Capítulo VI
El rescate
Ben lo estaba sacando de quicio. No, no quería que lo exmiera de la totalidad de la culpa, quería que le dijera a la cara que lo culpaba si ese era el caso. Resopló, y desvió la mirada mientras se controlaba. No serviría de nada pelearse con él en ese momento.
Además, Ben parecía interesado en mantener la paz también, tal vez por eso daba mensajes tan contradictorios.
Al menos lo iba a dejar pasar la noche ahí con ellos, aunqu eno terminaba de hacerse a la idea de qué tan difícil iba a ser. Solo sabía que no tendría paz si tenía que irse a casa. Ahí al menso podría protegerlos si algo sucedía. Y Ben tenía razón, no había que tomar ahora todas las decisiones... pero tendrían que tomarlas eventualmente.
—Yo también desearía que Mark no hubiera pasado algo así—replicó, con más suavidad que el tono que había usado antes. —Gracias por dejar que me quede... Me puedo acomodar en cualquier lado.
Miró a su alrededor. Ni siquiera había visto el sofá del que hablaba Ben. Había estado tan concetrado en la discusión que ni siquiera había evaluado su entorno como debía. Si pensaba que podrían atacar aquel lugar debía evaluar sus puntos fuertes y débiles, también.
—Buscaré una pijama y unas cuantas mudas de ropa—añadió. —Si se te ocurre algo más, escríbeme.
Dudó si irse de una vez. Mejor esperaba a que Mark saliera del baño para despedirse de él.
—Lo siento, Ben.
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Capítulo VI
El Rescate
Ben suspiró hondo, dando por terminara aquella discusión. Se sintió orgulloso de sí mismo por no continuar por ese camino. Esa noche tenían que ayudar a Mark a que pudiera descansar, por lo menos, lo mejor posible. Además, le creía a Adam cuando decía que no le había deseado a Mark esta tragedia. Ben también era consciente de que su madre lo había puesto en esta posición, tanto él como Adam no habían hecho más que actuar acorde a una situación que ya era desesperante.
Volvió a mirar el sofá, que era el sitio donde pretendía que Adam durmiera. Para Ben era un sitio más que decente, solía cenar en ese mismo sofá todas las noches y en más de una ocasión, aunque estaba especialmente cansado, se quedaba dormido. Sin embargo, no sabía cómo sería quedarse allí dormido por tantas horas. Por suerte, tenía bastantes sábanas y almohadas para prestarle a Adam, estaba seguro que conseguiría que estuviera cómodo.
—Está bien, Adam, yo… sé que todo lo que hiciste fue pensando en lo mejor para Mark. Yo también lo siento, quizás… quizás me estoy tomando esto más personal de lo que debería, pero es que no puedo con la idea de que… —Ben no pudo terminar la frase, porque escuchó ruidos en el pasillo.
Cuando se giró, vio cómo Mark se estaba acercando hacia ellos. A Ben se le encogió el corazón cuando vio su aspecto, pues tenía una expresión muy triste y se notaba que había llorado otra vez. Mark apretó mucho los labios y Ben, por instinto, se arrodilló frente al niño para estar a su altura.
—Extraño a mamá.
Ben ni siquiera lo pensó cuando estrechó a Mark entre sus brazos. No tenía la más mínima idea de qué decirle, así que tan sólo lo abrazó con más firmeza, mientras Mark se aferraba a él con fuerza. Mark no se merecía esto, ningún niño merecía pasar por eso. Ben no podía decírselo a Adam, pero era obvio que ya no podría desentenderse de Mark. Sin importar lo que Adam quisiera hacer, Ben iba a cuidar de Mark, así tuviera que torcer un poco las reglas. Estaba seguro de que podría encontrar la forma, pero no hacía falta que hablaran de eso hoy mismo.
—Mark, mira, Adam y yo nos quedaremos a cuidarte esta noche —dijo, mientras miraba a Adam de reojo. Mark entonces pareció darse cuenta de que Adam seguía allí y lo miró, con los ojos llorosos.
Volvió a mirar el sofá, que era el sitio donde pretendía que Adam durmiera. Para Ben era un sitio más que decente, solía cenar en ese mismo sofá todas las noches y en más de una ocasión, aunque estaba especialmente cansado, se quedaba dormido. Sin embargo, no sabía cómo sería quedarse allí dormido por tantas horas. Por suerte, tenía bastantes sábanas y almohadas para prestarle a Adam, estaba seguro que conseguiría que estuviera cómodo.
—Está bien, Adam, yo… sé que todo lo que hiciste fue pensando en lo mejor para Mark. Yo también lo siento, quizás… quizás me estoy tomando esto más personal de lo que debería, pero es que no puedo con la idea de que… —Ben no pudo terminar la frase, porque escuchó ruidos en el pasillo.
Cuando se giró, vio cómo Mark se estaba acercando hacia ellos. A Ben se le encogió el corazón cuando vio su aspecto, pues tenía una expresión muy triste y se notaba que había llorado otra vez. Mark apretó mucho los labios y Ben, por instinto, se arrodilló frente al niño para estar a su altura.
—Extraño a mamá.
Ben ni siquiera lo pensó cuando estrechó a Mark entre sus brazos. No tenía la más mínima idea de qué decirle, así que tan sólo lo abrazó con más firmeza, mientras Mark se aferraba a él con fuerza. Mark no se merecía esto, ningún niño merecía pasar por eso. Ben no podía decírselo a Adam, pero era obvio que ya no podría desentenderse de Mark. Sin importar lo que Adam quisiera hacer, Ben iba a cuidar de Mark, así tuviera que torcer un poco las reglas. Estaba seguro de que podría encontrar la forma, pero no hacía falta que hablaran de eso hoy mismo.
—Mark, mira, Adam y yo nos quedaremos a cuidarte esta noche —dijo, mientras miraba a Adam de reojo. Mark entonces pareció darse cuenta de que Adam seguía allí y lo miró, con los ojos llorosos.
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Capítulo VI
El rescate
Cuando Mark regresó a la habitación, Adam se sintió como un extraño por un momento, como si fuera ajeno a todo esto y ya debiera haberse marchado. En especial cuando dijo que extrañaba a su madre. Los miró incómodo un momento hasta que Ben lo mencionó y de alguna forma Adam volvió a sentirse parte de lo que sucedía en ese apartamento.
Cuando Mark lo miró se acercó y extendió una mano hacia él. Mark levantó su manita también y tomó la de él, dedicándole una mirada desconsolada.
—Así es. Voy a buscarte ropa y regreso de inmediato—le aseguró. Luego miró a Ben a los ojos—Voy a quedarme con ustedes.
Había intentado que aquello sonara tranquilizador para Mark, quien asintió pero se aferró un poco más a Ben.
Adam nunca había sido un cuidador. A veces se preguntaba si había servido para algo más que policía. Cuando, muy eventualmente, su amigo Declan hacía alguna referencia a la familia que había tenido, Adam se daba cuenta que nunca había tenido lugar para una familia en su vida.
—¿Cuál es tu color favorito, Mark?—preguntó aunque sonara tonto.
Le compraría ropa del color que dijera. Si podía. No estaba seguro qué estaría abierto a esa hora.
—¡Verde!
Adam asintió, tomando nota mental, y miró a Ben.
—No tardaré mucho, te aviso cuando venga de regreso. ¿Seguro que no necesitamos nada más?.
Estaba desesperado por ayudar. Por hacer algo. Pero no sabía si Ben le diría de algo más de ser necesario. No estaba seguro en dónde quedaban después de esa discusión.
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Capítulo VI
El Rescate
Ben no pudo evitar una sonrisa sincera cuando escuchó a Mark decir que su color favorito era verde. Se veía un poquito más animado, quizás no pasaría tan mala noche como él lo había imaginado, pero era mejor no tener tantas esperanzas. Habían sido demasiadas emociones por una sola noche, pero, al menos, se consolaba al pensar que Mark estaría durmiendo en un sitio seguro. Que no tendría que salir huyendo, estaría protegido.
Inspiró hondo, alejando esos pensamientos de su cabeza. No le había mentido a Adam, se estaba tomando este caso demasiado personal, pero no había tenido oportunidad de explicarle por qué. Quizás, cuando Al llegara a su casa al día siguiente y le preguntara por qué demonios había un niño en su habitación, su viejo amigo sí podría comprenderlo mejor. No creía que Adam le interesa saber ninguno de esos detalles escabrosos de su vida.
¿Qué caso tenía?
—Creo que por el momento estamos bien… —dijo Ben, mientras colocaba ambas manos sobre los hombros de Mark, para llamar su atención. El niño se giró hacia él al instante—: Adam volverá pronto, pero mientras veré si te preparo algo de comer y luego vamos a la cama. Tienes que descansar.
Por suerte, Mark no puso resistencia, así que ambos despidieron a Adam. Ben tuvo que improvisar una cena lo mejor que pudo y se anotó hacer compras sustanciosas en el supermercado. Él conseguía resolverse porque vivía solo, pero si Mark se iba a quedar allí necesitaría comidas más balanceadas. Además, seguro que podría cumplirle un par de caprichos, le preguntaría con calma cuál era su cereal o galletas favoritos.
Mientras sirvió la cena, Ben echó un vistazo a la ventana, esperando con ansias que Adam regresara. Como improvisó un derretido de queso para Mark, hizo otra ración para Adam y lo dejó encima de un plato, mientras llevaba a Mark a la habitación. Como se acurrucó con el niño hasta que éste acabó adormecido en el colchón, no se dio cuenta de cuánto tiempo pasó. Cuando escuchó golpes en la puerta, Ben, ya estaba también adormecido.
—Mark está dormido… —dijo Ben, como si aquello fuera un milagro—. Pensé que no sería tan sencillo, pero debe estar realmente exhausto. Pasa. Acomodaremos sus cosas mañana temprano. Comió algo en la cena, seguro eso te parecerá bien.
Inspiró hondo, alejando esos pensamientos de su cabeza. No le había mentido a Adam, se estaba tomando este caso demasiado personal, pero no había tenido oportunidad de explicarle por qué. Quizás, cuando Al llegara a su casa al día siguiente y le preguntara por qué demonios había un niño en su habitación, su viejo amigo sí podría comprenderlo mejor. No creía que Adam le interesa saber ninguno de esos detalles escabrosos de su vida.
¿Qué caso tenía?
—Creo que por el momento estamos bien… —dijo Ben, mientras colocaba ambas manos sobre los hombros de Mark, para llamar su atención. El niño se giró hacia él al instante—: Adam volverá pronto, pero mientras veré si te preparo algo de comer y luego vamos a la cama. Tienes que descansar.
Por suerte, Mark no puso resistencia, así que ambos despidieron a Adam. Ben tuvo que improvisar una cena lo mejor que pudo y se anotó hacer compras sustanciosas en el supermercado. Él conseguía resolverse porque vivía solo, pero si Mark se iba a quedar allí necesitaría comidas más balanceadas. Además, seguro que podría cumplirle un par de caprichos, le preguntaría con calma cuál era su cereal o galletas favoritos.
Mientras sirvió la cena, Ben echó un vistazo a la ventana, esperando con ansias que Adam regresara. Como improvisó un derretido de queso para Mark, hizo otra ración para Adam y lo dejó encima de un plato, mientras llevaba a Mark a la habitación. Como se acurrucó con el niño hasta que éste acabó adormecido en el colchón, no se dio cuenta de cuánto tiempo pasó. Cuando escuchó golpes en la puerta, Ben, ya estaba también adormecido.
—Mark está dormido… —dijo Ben, como si aquello fuera un milagro—. Pensé que no sería tan sencillo, pero debe estar realmente exhausto. Pasa. Acomodaremos sus cosas mañana temprano. Comió algo en la cena, seguro eso te parecerá bien.
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Capítulo VI
El rescate
Adam inspiró profundo cuando salió del apartamento de Ben. Necesitaba despejar la mente. Tomó el auto y se dirigió a las tiendas 24 horas que conocía donde creía que había cosas de niño. Se tomó su tiempo eligiendo pantaloncitos, camisas, medias, ropa interior, pijama... Tuvo que limitarse, porque sus ahorros se los había dado a la madre de Mark, así que no tenía mucho recurso.
No sabía qué esperar al regresar donde Ben, pero se alegraba de poder estar hacerlo. Había temido que Ben no se lo permitiera.
Al volver al apartamento de Ben miró a su alrededor preocupado. ¿Alguien los habría seguido hasta allí? ¿Alguien los iría a buscar? ¿Tenía Ben gente que protegiera su apartamento? No fue capaz de distinguir nada.
Llamó a la puerta de Ben y este le abrió la puerta con aspecto adormecido, seguro se había levantado de la cama para venir a abrirle. Adam entró, asegurándose de guardar silencio, y ambos se dirigieron a la sala. No quería despertar al niño si al fin estaba descansando.
—Traje algunas cosas—comentó, tendiéndole a Ben las bolsas que traía—Quiero que tenga opciones mañana para elegir. Luego podemos buscar más.
No sabía bien con qué, faltaba tiempo para su sueldo. Suspiró y miró a Ben. No sabía si disculparse de nuevo, no quería regresar a la discusión de antes.
Pensó entonces en las cosas que Ben le estaba diciendo. El pequeño Mark exhausto.
—¿Quieres que le alistemos un cuarto mañana?—preguntó, intrigado por a qué se refería Ben por arreglarle las cosas al día siguiente. —¿O acondicionar el tuyo? Se me da bien el trabajo manual.
De joven, como huérfano, había tenido que buscar cómo mantenerse para llegar a policía, así que había trabajado muchas veces haciendo arreglos en viviendas. No que fuera a contarle a Ben aquella historia.
—Solo dime cómo puedo ayudar esta vez: voy a amoldarme a trabajar a tu manera por el bien de Mark.
El niño tenía que ser el mayor interés de ambos, esa era la única forma en que tal vez podrían entenderse.
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Capítulo VI
El Rescate
Aunque Adam le había dicho en su cara que volvería y Ben no tenía ningún motivo por el cual no creerle, de todas formas se sorprendió cuando efectivamente el detective regresó, cumpliendo su palabra. No era porque creyera que Adam iba a faltar a su palabra, sobre todo por lo comprometido que estaba con la causa de Mark, sin porque nunca se imaginó a Adam en su propio territorio.
Había estado tan preocupado por sacar a Mark de allí y ponerlo a salvo, que parecía que hasta ahora Ben empezaba a pensar en las consecuencias de sus propias decisiones. Podía imaginarse la cara de Al cuando le dijera que ahora Adam conocía perfectamente la dirección de su casa. Ben no se escondía de la policía, por supuesto, sin embargo, no iba por allí exponiéndose de manera gratuita. Si esto estaba sucediendo, era por causa de Mark.
—Puedes dejar las cosas sobre la mesa, luego las acomodamos, ahora está dormido y no podrá ver nada de lo que trajiste. Parecía cansado, pero puede que se despierte en mitad de la noche —comentó Ben, mientras pensaba por cuántos meses tuvo él un sueño muy alterado hasta que encontró un refugio más seguro para dormir, después de la muerte de sus padres.
Ben hizo un esfuerzo por no pensar en ello, Mark y él no eran la misma persona. Mark ahora estaba a salvo.
—El sofá es cómodo, lo prometo —volvió a decirle Ben, mientras le mostraba la frazada que había dejado perfectamente doblada en una esquina—. Ya sabes que despierto temprano, así que nos veremos de madrugada. Tengo hacer despensa, pero encontraré la forma de hacerle a Mark un buen desayuno.
Escuchó a Adam con atención, mientras se cruzaba de brazos. Tenía que reconocer que no parecía con ganas de volver a discutir, así que Ben iba a seguirle el humor. Él tampoco quería discutir, habían sido demasiadas emociones por una noche.
—Tengo un cuarto que uso como bodega, pero no hay ninguna razón por la cual no pueda acomodar todo lo que tengo allí en otro sitio —Ben pensó que era una suerte que no tuviera nada de mercancía en su casa. Estaba seguro que, en ese caso, Adam no habría perdido la ocasión para molestarse con él o llamarle la atención. La mercancía reposaba en una bodega cerca del puerto, Al la estaba cuidando con mano de hierro—. Así que, ¿en otra vida eras carpintero? Eres una caja de sorpresas, Adam.
Ben terminó la frase con una sonrisa, para aligerar la conversación.
Había estado tan preocupado por sacar a Mark de allí y ponerlo a salvo, que parecía que hasta ahora Ben empezaba a pensar en las consecuencias de sus propias decisiones. Podía imaginarse la cara de Al cuando le dijera que ahora Adam conocía perfectamente la dirección de su casa. Ben no se escondía de la policía, por supuesto, sin embargo, no iba por allí exponiéndose de manera gratuita. Si esto estaba sucediendo, era por causa de Mark.
—Puedes dejar las cosas sobre la mesa, luego las acomodamos, ahora está dormido y no podrá ver nada de lo que trajiste. Parecía cansado, pero puede que se despierte en mitad de la noche —comentó Ben, mientras pensaba por cuántos meses tuvo él un sueño muy alterado hasta que encontró un refugio más seguro para dormir, después de la muerte de sus padres.
Ben hizo un esfuerzo por no pensar en ello, Mark y él no eran la misma persona. Mark ahora estaba a salvo.
—El sofá es cómodo, lo prometo —volvió a decirle Ben, mientras le mostraba la frazada que había dejado perfectamente doblada en una esquina—. Ya sabes que despierto temprano, así que nos veremos de madrugada. Tengo hacer despensa, pero encontraré la forma de hacerle a Mark un buen desayuno.
Escuchó a Adam con atención, mientras se cruzaba de brazos. Tenía que reconocer que no parecía con ganas de volver a discutir, así que Ben iba a seguirle el humor. Él tampoco quería discutir, habían sido demasiadas emociones por una noche.
—Tengo un cuarto que uso como bodega, pero no hay ninguna razón por la cual no pueda acomodar todo lo que tengo allí en otro sitio —Ben pensó que era una suerte que no tuviera nada de mercancía en su casa. Estaba seguro que, en ese caso, Adam no habría perdido la ocasión para molestarse con él o llamarle la atención. La mercancía reposaba en una bodega cerca del puerto, Al la estaba cuidando con mano de hierro—. Así que, ¿en otra vida eras carpintero? Eres una caja de sorpresas, Adam.
Ben terminó la frase con una sonrisa, para aligerar la conversación.
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Capítulo VI
El rescate
Fue un alivio notar que Ben tampoco parecía tener ganas o energía todavía para pelear. Adam se sentía realmente agotado. Entre la manejada ida y vuelta hasta la otra ciudad, la persecusión de los asesinos, la discusión con Ben... y salir de nuevo de compras... ya no daba para más.
Así que, aunque el sofá de Ben fuera de piedra, seguro que podía dormir ahí.
—Puedo ir a buena mañana a buscar lo que necesites para el desayuno—se ofreció, consciente de que su presencia ahí no dejaba de ser una imposición, y Mark era responsabilidad suya.—Tú sí puedes echarle un vistazo a lo que compré, así puedes decirme si está bien o debo cambiar algo.
La verdad no había pensado previamente cuál sería la talla de Mark, así que compró a su mejor criterio. Pero no sabía nada de niños.
El derretido que estaba sobre la mesa llamó su atención. Se veía bueno y tenía hambre, no recordaba cuándo había comido por última vez.
—Veo que pudiste hacer algo de cena—comentó. —Huele delicioso
Se preguntó si aquel derretido era para él, pero no sabía cómo preguntarlo. No quería hacer suposiciones y volver a complicar las cosas.
—Despiértame cuando te levantes y te ayudaré con el desayuno.
Después tendría que irse, sabiendo que dejaba a Mark en el corazón del terreno del mercado negro, pero suponía que nadie lo cuidaría mejor que el propio Ben. Tenía que irse haciendo a la idea de irse en el momento, no podía alargar eso demasiado. Seguro que no era bueno ni para Ben, ni para él, ni mucho menos para Mark, que alguien se diera cuenta de su presencia allí.
A pesar de lo cansado que estaba sabía que se despertaría con el menor ruido, porque se iba a acostar pendiente del tema de Mark y protegerlo de cualquier peligro, así que estaba seguro de que escucharía a Ben levantarse. Así que se ofreció a ayudarlo más que nada para ver su reacción.
Quería saber si la tregua era por lo que quedaba de noche o se podría extender hasta la mañana.
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Capítulo VI
El Rescate
Con el tiempo que había pasado, Ben ya no tenía ganas de discutir. Además, ya era tarde, tanto él como Adam necesitaban dormir, así que ya no tenía caso alguno volver sobre mojado. Mark se quedaría allí y, por esta noche, eso era suficiente. No tenían que decidir todo esta misma noche, con que Mark se quedara allí por unos días, no pasaría nada.
Aunque, en el fondo, Ben sabía que mientras más tiempo pasara Mark con él, sería mucho más difícil dejar al niño ir. Podía imaginarse a la perfección la expresión de Al cuando le dijera que pensaba quedarse con Mark. A simple vista no parecía una buena idea, pero la otra alternativa era dejarlo al cuidado de Adam o, peor aún, dejarlo entrar al sistema.
—Déjame ver… —dijo Ben, mientras examinaba con curiosidad lo que Adam le había traído. Mark no tenía nada consigo, así que, a criterio de Ben, cualquier muda de ropa sería buena—. [Mientras puedes acabarte la cena, la hice para ti. Mark preguntó si íbamos a hacer también para ti y sería un pésimo anfitrión si te dejo pasar hambre hasta mañana temprano, ¿cierto?
Ben en realidad estaba mintiendo, Mark estaba hambriento y se devoró su propio derretido, no preguntó por Adam de esa manera, aunque sí estaba pendiente de saber que volvería. Para Ben, el derretido era una especie de ofrenda de paz.
Adam no tenía por qué saber eso.
—¿Vas a ayudarme con el desayuno? —Ben se giró hacia Adam con curiosidad, mientras dejaba la ropa sobre la mesa por un instante—. Me parece un buen trato, así Mark podrá decir quién cocina mejor—. El silencio a continuación no fue incómodo, pero Ben se sintió en la necesidad de continuar, de hacer una promesa a medias que la traía atorada en la garganta—: Mark estará seguro aquí, Adam. Sé que no estás muy convencido, pero no voy a dejar que le pase nada. Luego pensaremos alternativas, no hay que apresurarse. Me gustaría que, antes de tomar cualquier decisión, estemos de seguros de que es lo mejor para él.
Aunque, en el fondo, Ben sabía que mientras más tiempo pasara Mark con él, sería mucho más difícil dejar al niño ir. Podía imaginarse a la perfección la expresión de Al cuando le dijera que pensaba quedarse con Mark. A simple vista no parecía una buena idea, pero la otra alternativa era dejarlo al cuidado de Adam o, peor aún, dejarlo entrar al sistema.
—Déjame ver… —dijo Ben, mientras examinaba con curiosidad lo que Adam le había traído. Mark no tenía nada consigo, así que, a criterio de Ben, cualquier muda de ropa sería buena—. [Mientras puedes acabarte la cena, la hice para ti. Mark preguntó si íbamos a hacer también para ti y sería un pésimo anfitrión si te dejo pasar hambre hasta mañana temprano, ¿cierto?
Ben en realidad estaba mintiendo, Mark estaba hambriento y se devoró su propio derretido, no preguntó por Adam de esa manera, aunque sí estaba pendiente de saber que volvería. Para Ben, el derretido era una especie de ofrenda de paz.
Adam no tenía por qué saber eso.
—¿Vas a ayudarme con el desayuno? —Ben se giró hacia Adam con curiosidad, mientras dejaba la ropa sobre la mesa por un instante—. Me parece un buen trato, así Mark podrá decir quién cocina mejor—. El silencio a continuación no fue incómodo, pero Ben se sintió en la necesidad de continuar, de hacer una promesa a medias que la traía atorada en la garganta—: Mark estará seguro aquí, Adam. Sé que no estás muy convencido, pero no voy a dejar que le pase nada. Luego pensaremos alternativas, no hay que apresurarse. Me gustaría que, antes de tomar cualquier decisión, estemos de seguros de que es lo mejor para él.
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Capítulo VI
El rescate
Adam miró de nuevo el derretido que esperaba sobre la mesa. Se veía delicioso y el estómago le gruñía del hambre. Se acercó y tomó asiento en la silla frente a él. Levantó la mirada hacia Ben, y, aunque le sonó extraño que Mark tuviera cabeza para preocuparse por la cena de él, no preguntó más al respecto.
No tenía razones para dudar y no quería tener otra discusión.
—Gracias—dijo con sinceridad, antes de darl un mordisco. Estaba delicioso o él tenía demasiada hambre, no podía diferenciar cuál de las dos cosas era verdad, o si lo eran ambas—Está muy rico, le daré las gracias también a Mark mañana por acordarse de mí.
Aunque no le hubiera dado de comer se habría quedado allí, por supuesto. No podía solo hacerse a un lado con respecto al niño. Y sí que pensaba ayudarle con el desayuno, tampoco quería que Ben se echara encima todo el trabajo de cuidarlo. Estaban juntos en esto, o al menos así lo veía él.
Las palabras de Ben después se lo confirmaron a su vez.
Asintió. Podía trabajar con eso.
—De acuerdo—dijo tras escucharlo con atención y apurar el derretido. —Pensaremos alternativas y decidiremos juntos. ¿Crees que podamos hacer eso?
No dudaba que ambos querrían llevar a cabo la idea que tuvieran, y que decidir en conjunto iba ser complicado. Pero eran todo lo qeu tenía Mark ahora. Le debían ese esfuerzo.
Él al menos estaba dispuesto a intentarlo. Estaban enterrando el hacha esa noche, podían esforzarse para seguir así. Entenderse, perono solo porque ya estuvieran demasiado cansados para pelear.
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Capítulo VI
El Rescate
Ben no pudo evitar sentirse satisfecho cuando vio a Adam comerse de buena gana la cena que le había hecho. Quiso decirle que era sólo un maldito derretido, que no tenía ciencia alguna, pero después de todo lo que habían pasado y discutido durante las últimas horas, Ben tomaría el halago sin ningún tipo de reproche.
Quería creer que hasta el momento mantendrían la tregua. Sólo no quería imaginarse qué pasaría a la mañana siguiente. Ya Adam acababa de prometerle que prepararía el desayuno. Ben tuvo que morderse la lengua para no decir una burrada, como que tendría que ver para creer.
Suspiró hondo, mientras pensaba qué decirle a Adam. Habían conseguido salvar a Mark, pero ahora el niño era un huérfano y eso no lo podrían solucionar.
—La verdad es que no estoy tan seguro de que podamos ponernos de acuerdo, Adam. Creo que esta noche nos quedó bastante claro que pensamos muy diferente… —dijo con voz algo lúgubre, mientras apoyaba ambas manos sobre la mesa, para mirarlo fijamente—. Sin embargo, estoy dispuesto a intentarlo. Sé que ambos tenemos en común que queremos ayudar a Mark, así que eso tiene que valer para algo. De momento lo que yo te puedo prometer es que Mark estará seguro conmigo estos días. No le va a pasar nada mientras esté en mi casa.
Ben hasta ahora había convertido su casa en una fortaleza, nadie nunca lo había acechado allí. Además, tenía buenos tratos con varios de los peces gordos de la ciudad. Era un delicado equilibrio en que Ben no se metía tanto en sus asuntos y viceversa. Excepto quizás el acuerdo que tenía en este momento con Lucius Cobbert, pero no podía contarle eso a Adam.
—Creo que lo único que tengo que acordar es conseguir a alguien para que esté con él cuando no pueda estar en casa… —dijo Ben, pues hasta ahora no lo había pensado. Tenía un montón de contactos en la ciudad, pero de seguro que entre esos no había servicios de niñera.
Sin embargo, ¿qué tan difícil podía ser encontrar una? Al había hecho magia con ideas más ridículas que le había propuesto, él lo ayudaría.
Quería creer que hasta el momento mantendrían la tregua. Sólo no quería imaginarse qué pasaría a la mañana siguiente. Ya Adam acababa de prometerle que prepararía el desayuno. Ben tuvo que morderse la lengua para no decir una burrada, como que tendría que ver para creer.
Suspiró hondo, mientras pensaba qué decirle a Adam. Habían conseguido salvar a Mark, pero ahora el niño era un huérfano y eso no lo podrían solucionar.
—La verdad es que no estoy tan seguro de que podamos ponernos de acuerdo, Adam. Creo que esta noche nos quedó bastante claro que pensamos muy diferente… —dijo con voz algo lúgubre, mientras apoyaba ambas manos sobre la mesa, para mirarlo fijamente—. Sin embargo, estoy dispuesto a intentarlo. Sé que ambos tenemos en común que queremos ayudar a Mark, así que eso tiene que valer para algo. De momento lo que yo te puedo prometer es que Mark estará seguro conmigo estos días. No le va a pasar nada mientras esté en mi casa.
Ben hasta ahora había convertido su casa en una fortaleza, nadie nunca lo había acechado allí. Además, tenía buenos tratos con varios de los peces gordos de la ciudad. Era un delicado equilibrio en que Ben no se metía tanto en sus asuntos y viceversa. Excepto quizás el acuerdo que tenía en este momento con Lucius Cobbert, pero no podía contarle eso a Adam.
—Creo que lo único que tengo que acordar es conseguir a alguien para que esté con él cuando no pueda estar en casa… —dijo Ben, pues hasta ahora no lo había pensado. Tenía un montón de contactos en la ciudad, pero de seguro que entre esos no había servicios de niñera.
Sin embargo, ¿qué tan difícil podía ser encontrar una? Al había hecho magia con ideas más ridículas que le había propuesto, él lo ayudaría.
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El rescate
Tal vez era porque Ben le había hecho comida y estaba rica. O porque tuviera mucha hambre antes de comer y al fin dejara de tenerla. O porque estaba en su casa, y Mark estaba a salvo al menos por ahora. Pero Adam se sentía inusualmente optimista de repente. Si pensaba a fondo en la situación volvería a ver todo lo negativo que tenía, pero por ahora, en ese momento, pensaba que saldría adelante.
—Supongo que después de todo lo que ha pasado, que Mark esté a salvo es todo lo que podemos pedir—replicó—Y sí confío en que puede hacerlo. Siempre se me van a ocurrir mil situaciones posibles en las que las cosas pueden salir mal, y las voy a decir porque intento controlarlas antes de que sucedan... pero confío en ti, Ben. O no te habría llamado para que me ayudaras con esto.
No sabía si se había pasado de sincero o si se arrepentiría de sus palabras, pero se sintió aliviado de decirlas.
—No creo que tengas una niñera en el marcado rápido y yo tampoco—añadió. —Pero puedo quedarme con Mark mientras tanto. Nunca pido días libres, así que podría pedirme unos cuantos.
Su jefe se iba a sorprender y sus compañeros más. Tendría que pensar qué decirle a Declan en particular, quien sí podría hacer preguntas incómodas. Pero en teoría tenía derecho a tomar vacaciones y no solo esperar que el sistema lo obligara a tomarlas.
—Dame la mañana para hacer el papeleo para pedir mis días, y podré cuidarlo.
Ben no lo dejaría llevárselo, pero ya conocía su casa. Siempre podía cuidarlo ahí. O llevarlo a algún lado. Ya lo descifrarían.
07.45pm — Fuera de Tara — Con Ben
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Capítulo VI
El Rescate
Ben parecía complacido de que pudieran acabar ese día sin pelearse. Después de todo, Adam tenía toda la razón: Mark estaba a salvo. Sin importar que no pudieran ponerse de acuerdo en todo, eso era lo principal. Contra todo pronóstico, lo habían logrado.
Quizás no iban a ser tan malos trabajando en equipo.
Pero pensó que no era buena idea pensar en ello, pues la verdad era que él y Adam caminaban sobre una delgada línea. Era como si estuvieran pisando un terreno de cristal que podría romperse en cualquier momento. Ben prefería mantener esa fantasía de tranquilidad por una noche más. Suponía que no le iba a hacer daño.
Ben sonrió cuando lo escuchó decir que confiaba en él. Intentaría recordar aquello para el futuro.
—¿Te imaginabas que alguna vez estaríamos discutiendo sobre niñeras y en mi casa? —comentó con una media sonrisa, incapaz de procesar lo hilarante que era esta situación. De por sí era gracioso que Ben estuviera pensando en niñeras, para además tener que comentarlo con Adam. La verdad era que no estaba versado en ese tipo de servicios en Tara, pero los mafiosos eran una especie que se reproducía en la ciudad de manera constante. Lucius Cobbert tenía un montón de hijos, por ejemplo, y que él supiera todos habían llegado a la adultez.
No tenía duda de que había formas para encontrar una cuidadora confiable para Mark. Sin embargo, que Adam estuviera diciendo que él pensaba quedarse allí, a cargo de Mark, era más que curioso.
Si le decía eso a Al, de seguro que iba a decir que era pésima idea. Su hombre de confianza por lo general era sensato, pero él mismo tenía cola que lo pisara con su obsesión con Cobbert. Ben podía permitirse también un desliz de juicio de vez en cuando.
—Me encantaría ver la cara en la comisaría cuando pidas tus vacaciones. De seguro ya se las asignaron a otro porque nunca descansas —frunció el ceño, pero luego pronunció la sonrisa—. Pero sólo un par de días, Mark no puede acostumbrarse a que esta va a ser la dinámica y también porque acabarán sospechando o preguntando qué estás haciendo. Además, si gente como Lucius Cobbert tiene niñeras confiables para sus vástagos, yo también encontraré a alguien.
Quizás no iban a ser tan malos trabajando en equipo.
Pero pensó que no era buena idea pensar en ello, pues la verdad era que él y Adam caminaban sobre una delgada línea. Era como si estuvieran pisando un terreno de cristal que podría romperse en cualquier momento. Ben prefería mantener esa fantasía de tranquilidad por una noche más. Suponía que no le iba a hacer daño.
Ben sonrió cuando lo escuchó decir que confiaba en él. Intentaría recordar aquello para el futuro.
—¿Te imaginabas que alguna vez estaríamos discutiendo sobre niñeras y en mi casa? —comentó con una media sonrisa, incapaz de procesar lo hilarante que era esta situación. De por sí era gracioso que Ben estuviera pensando en niñeras, para además tener que comentarlo con Adam. La verdad era que no estaba versado en ese tipo de servicios en Tara, pero los mafiosos eran una especie que se reproducía en la ciudad de manera constante. Lucius Cobbert tenía un montón de hijos, por ejemplo, y que él supiera todos habían llegado a la adultez.
No tenía duda de que había formas para encontrar una cuidadora confiable para Mark. Sin embargo, que Adam estuviera diciendo que él pensaba quedarse allí, a cargo de Mark, era más que curioso.
Si le decía eso a Al, de seguro que iba a decir que era pésima idea. Su hombre de confianza por lo general era sensato, pero él mismo tenía cola que lo pisara con su obsesión con Cobbert. Ben podía permitirse también un desliz de juicio de vez en cuando.
—Me encantaría ver la cara en la comisaría cuando pidas tus vacaciones. De seguro ya se las asignaron a otro porque nunca descansas —frunció el ceño, pero luego pronunció la sonrisa—. Pero sólo un par de días, Mark no puede acostumbrarse a que esta va a ser la dinámica y también porque acabarán sospechando o preguntando qué estás haciendo. Además, si gente como Lucius Cobbert tiene niñeras confiables para sus vástagos, yo también encontraré a alguien.
07.45pm — Fuera de Tara — Con Adam
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Capítulo VI
El rescate
El comentario de Ben no dejaba de ser llamativo. No, nunca se había imaginado discutiendo sobre niñeras en casa de Ben. Pero tal vez sí que había imaginado interacciones entre ellos. Conversaciones que nunca se habían dado. Por lo general después de una discusión pensaba en las cosas que podría haber dicho para ganar la discusión, aunque de inmediato imaginaba qué le habría respondido Ben.
Nunca había podido verificar lo que imaginaba.
No sabía si a Ben le pasaba lo mismo, podía haber sido un comentario al pasar nada más.
—Tampoco creo que me den muchos días. Tomaré unos tres, de aquí al fin de semana—respondió—Eso nos dará tiempo de buscar... Aunque realmente espero que no sea la misma niñera que cuida a los retoños de Cobbert, no queremos que Mark se vuelva un mimado malcriado.
Torció el gesto. Le desagradaba Lucius Cobbert, y sus hijos en especial no eran santo de su devoción. Eran crueles y mimados, lo que los hacía mucho menos listos qeu su padre, quien era un hombre muy peligroso.
Se levantó para dirigirse a la cocina para lavar el plato del derretido y tomar un poco de agua.
—Gracias, Ben—añadió. —Por la comida y el hospedaje, pero sobre todo por apoyarme con Mark..
Aquello no era fácil de decir, pero era cierto, y Ben se merecía que fuera sincero con él al respecto. En especial si iban a seguir trabajando juntos en esto.
Dudó si decirle que no habría podido hacerlo solo. Tal vez era ponerse demasiado en evidencia. Pero él lo tenía claro, y no iba a olvidar su gratitud al respecto.
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Capítulo VII
Pequeños Secretos
Dos días.
Mark llevaba en casa de Ben, dos días, pero no sabía cuánto tiempo iba a quedarse allí. Aunque había intentado preguntar, ni Ben, ni tampoco Adam, parecían darle una respuesta concreta. Lo único que decían, era que allí iba a estar seguro. Mark, aunque era pequeño, sabía lo que quería decir que estaba seguro.
Todavía había gente mala allá afuera que le quería hacer daño. La misma gente que le hizo daño a su mamá. Mark todavía lloraba cuando pensaba en ella, ni todos los abrazos que le dio Ben, ni las palabras de Adam, conseguían que dejara de llorar. Así que, por ahora, estaba tratando de no pensar demasiado en ella. Quería ser un niño valiente y, además, ser agradecido.
Porque Ben y Adam lo habían salvado. Lo mínimo que podía hacer, era portarse bien.
—Adam… ¿Sabes cuándo va a volver Ben? —preguntó, mientras dejaba de prestar atención a la televisión. Llevaba encendida desde hacía como media hora, pero él ya no le estaba prestando atención—. ¿Va a venir a comer con nosotros?
Mark tenía curiosidad porque, por lo que sabía, aquí sólo vivía Ben. Pero Adam se estaba quedando con ellos también. “Por unos días” había dicho Adam, mientras acomodaba una almohada en el sofá. Ahora Ben había dejado una cama en otra habitación, para que fuera para Mark. Sin embargo, en la habitación todavía había cajas y muebles usados. Ben decía que eso era temporal y que pronto tendría una habitación decente. De hecho, cuando salió temprano esa mañana, le dijo que iría a buscar más cosas para Mark.
Hasta ahora, Ben había almorzado todos los días con ellos. Mark empezaba a preguntarse si era una costumbre o una regla de esta casa. Comer juntos. Él comía junto a su mamá casi siempre, sobre todo por las noches.
Mark llevaba en casa de Ben, dos días, pero no sabía cuánto tiempo iba a quedarse allí. Aunque había intentado preguntar, ni Ben, ni tampoco Adam, parecían darle una respuesta concreta. Lo único que decían, era que allí iba a estar seguro. Mark, aunque era pequeño, sabía lo que quería decir que estaba seguro.
Todavía había gente mala allá afuera que le quería hacer daño. La misma gente que le hizo daño a su mamá. Mark todavía lloraba cuando pensaba en ella, ni todos los abrazos que le dio Ben, ni las palabras de Adam, conseguían que dejara de llorar. Así que, por ahora, estaba tratando de no pensar demasiado en ella. Quería ser un niño valiente y, además, ser agradecido.
Porque Ben y Adam lo habían salvado. Lo mínimo que podía hacer, era portarse bien.
—Adam… ¿Sabes cuándo va a volver Ben? —preguntó, mientras dejaba de prestar atención a la televisión. Llevaba encendida desde hacía como media hora, pero él ya no le estaba prestando atención—. ¿Va a venir a comer con nosotros?
Mark tenía curiosidad porque, por lo que sabía, aquí sólo vivía Ben. Pero Adam se estaba quedando con ellos también. “Por unos días” había dicho Adam, mientras acomodaba una almohada en el sofá. Ahora Ben había dejado una cama en otra habitación, para que fuera para Mark. Sin embargo, en la habitación todavía había cajas y muebles usados. Ben decía que eso era temporal y que pronto tendría una habitación decente. De hecho, cuando salió temprano esa mañana, le dijo que iría a buscar más cosas para Mark.
Hasta ahora, Ben había almorzado todos los días con ellos. Mark empezaba a preguntarse si era una costumbre o una regla de esta casa. Comer juntos. Él comía junto a su mamá casi siempre, sobre todo por las noches.
11.25am — Casa de Ben — Con Adam
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Capítulo VII
Pequeños Secretos
Adam sabía que en algún momento tendría que explicarle a Declan por qué se había tomado tres días de vacaciones, porque no lo convencería que simplemente quería descansar. Él nunca descansaba, así que no se lo iba a creer. Pero por ahora había contestado escuetamente a sus mensajes diciendo que todo estaba bien. Lo había hecho por audio, para que supiera que sí era él quien contestaba.
Había pasado todo el tiempo en la casa de Ben. Era cómoda y empezaba a moverse allí con facilidad. Al menos habían abastecido la refrigeradora y la alacena comida apropiada para el niño, y Adam se quedaba con él la mayor parte del tiempo. Esperaba que Ben fuera teniendo avances con la niñera. No le molestaba cuidar a Mark pero no podía hacerlo indefinidamente.
Mark era un buen niño, pero estaba muy triste y Adam no podía hacer mucho al respecto. Intentaba consolarlo cuando lloraba, y que al menos supiera que no estaba solo y no le iba a pasar nada. No sabía si era algún consuelo pero era todo lo que se le ocurría hacer.
Ben era más expresivo y cercano con Mark. Lo abrazaba y lo consolaba de una forma que él no terminaba de lograr. No era tan expresivo ni tan cálido. Y no tenía experiencia con niños.
Cuando Mark le preguntó si Ben vendría a almorzar frunció el ceño. No le había avisado lo contrario.
—Eso creo —respondió—. Así que mejor nos ponemos a cocinar algo mientras vuelve, ¿no crees?
Había pensado que tal vez involucrar al niño en hacer la comida le ayudaría a distraerse un poco. Cocinar no era su fuerte, pero no podía ser tan difícil. Habían comprado congelados que seguro podían preparar. Creía recordar haber traído un paquete de nuggest de pollo en forma de dinosaurios. Podían freírlos al sartén, y poner unas papas congeladas a freír.
No podía ser tan difícil. Él se preparaba ese tipo de comida todo el tiempo. Solo debía evitar que Mark se quemara o se lastimara en el proceso.
Había pasado todo el tiempo en la casa de Ben. Era cómoda y empezaba a moverse allí con facilidad. Al menos habían abastecido la refrigeradora y la alacena comida apropiada para el niño, y Adam se quedaba con él la mayor parte del tiempo. Esperaba que Ben fuera teniendo avances con la niñera. No le molestaba cuidar a Mark pero no podía hacerlo indefinidamente.
Mark era un buen niño, pero estaba muy triste y Adam no podía hacer mucho al respecto. Intentaba consolarlo cuando lloraba, y que al menos supiera que no estaba solo y no le iba a pasar nada. No sabía si era algún consuelo pero era todo lo que se le ocurría hacer.
Ben era más expresivo y cercano con Mark. Lo abrazaba y lo consolaba de una forma que él no terminaba de lograr. No era tan expresivo ni tan cálido. Y no tenía experiencia con niños.
Cuando Mark le preguntó si Ben vendría a almorzar frunció el ceño. No le había avisado lo contrario.
—Eso creo —respondió—. Así que mejor nos ponemos a cocinar algo mientras vuelve, ¿no crees?
Había pensado que tal vez involucrar al niño en hacer la comida le ayudaría a distraerse un poco. Cocinar no era su fuerte, pero no podía ser tan difícil. Habían comprado congelados que seguro podían preparar. Creía recordar haber traído un paquete de nuggest de pollo en forma de dinosaurios. Podían freírlos al sartén, y poner unas papas congeladas a freír.
No podía ser tan difícil. Él se preparaba ese tipo de comida todo el tiempo. Solo debía evitar que Mark se quemara o se lastimara en el proceso.
11.25am — Casa de Ben — Con Mark
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Capítulo VII
Pequeños Secretos
"A veces los adultos tenemos secretos".
Mark recordaba perfectamente que esas habían sido las palabras de su madre, en más de una ocasión, cuando él intentaba hacerle demasiadas preguntas. Así que no tenía la más mínima duda de que Ben y Adam también se guardaban secretos. De seguro que sabían bastante más que Mark, pero no pensaban decirle nada.
Por eso no pensaba discutir, si empezaba a hacer preguntas, quizás obtendría respuestas que no quería escuchar. También escuchó eso de su madre alguna vez.
Así que, cuando Adam le preguntó si quería ayudarlo a cocinar, asintió entusiasmado varias veces, pronunciando la sonrisa.
—¡Sí! Así cuando Ben llegue, se pondrá contento —Mark no dudaba que encontrar comida caliente en casa lo pondría feliz. Estaba convencido de que pocas cosas hacían tan felices a la gente como la comida. Lo que no sabía, era qué tipo de comida le gustaba a Ben. Hasta ahora les había preparado deliciosos desayunos y ayer para cenar cocinó una pasta con albóndigas que también estaba muy rica. Era la primera vez que Adam se ocupaba de cocinar—: ¿Qué vamos a cocinar, Adam?
Preguntó con curiosidad, siguiendo con entusiasmo a Adam hasta la cocina. Él había visto cómo Ben llegó el día de ayer con un montón de bolsas del supermercado. Incluso había varios paquetes de galletas, los cuales Adam decía que no eran más que kilos de azúcar, pero Ben le había dicho a Mark, haciéndole un guiño, que eran para darse un desliz de vez en cuando.
Mark recordaba perfectamente que esas habían sido las palabras de su madre, en más de una ocasión, cuando él intentaba hacerle demasiadas preguntas. Así que no tenía la más mínima duda de que Ben y Adam también se guardaban secretos. De seguro que sabían bastante más que Mark, pero no pensaban decirle nada.
Por eso no pensaba discutir, si empezaba a hacer preguntas, quizás obtendría respuestas que no quería escuchar. También escuchó eso de su madre alguna vez.
Así que, cuando Adam le preguntó si quería ayudarlo a cocinar, asintió entusiasmado varias veces, pronunciando la sonrisa.
—¡Sí! Así cuando Ben llegue, se pondrá contento —Mark no dudaba que encontrar comida caliente en casa lo pondría feliz. Estaba convencido de que pocas cosas hacían tan felices a la gente como la comida. Lo que no sabía, era qué tipo de comida le gustaba a Ben. Hasta ahora les había preparado deliciosos desayunos y ayer para cenar cocinó una pasta con albóndigas que también estaba muy rica. Era la primera vez que Adam se ocupaba de cocinar—: ¿Qué vamos a cocinar, Adam?
Preguntó con curiosidad, siguiendo con entusiasmo a Adam hasta la cocina. Él había visto cómo Ben llegó el día de ayer con un montón de bolsas del supermercado. Incluso había varios paquetes de galletas, los cuales Adam decía que no eran más que kilos de azúcar, pero Ben le había dicho a Mark, haciéndole un guiño, que eran para darse un desliz de vez en cuando.
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