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Dom Nov 13, 2022 6:36 pm por Juno
Recuerdo del primer mensaje :
Even stone will crack and melt if a fire is hot enough
INSPIRED
TV Series
House of the Dragon
En los Siete Reinos corre el mismo rumor desde hace muchos años: la Reina Alicent y la Princesa Rhaenyra, quienes alguna vez se tuvieron un inmenso cariño, cada vez se soportan menos. Años de rencor cociéndose poco a poco, no ha hecho más que salpicar al resto de sus familias.
Los rumores son tan fuertes y vuelan tan lejos, que en las Ciudades Libres la Triarquía está esperando el momento justo para utilizar las grietas de la familia Targaryen a su favor. Llevan varios meses planeando una estrategia perfecta que dé un golpe perfecto al envejecido Rey Viserys, que lo obligue a recordar que su imperio no es indestructible ni intocable, como llevan pensándolo por tanto tiempo.
Ajeno al conflicto, Aegon vive todos los días de su vida como si fueran el último, fastidiado al ver cómo su padre se consume cada minuto que pasa y eso significa que tanto su madre como su abuelo van a poner sobre su cabeza una corona que nadie le preguntó si quiere. En el otro extremo de la familia Targaryen, Jacaerys vive angustiado al saber que no todos en la Corte aceptan a su madre como la legítima heredera al trono, y además cuestionan de manera constante su origen y el de sus hermanos.
Un día como cualquier otro, de manera inesperada, la Triarquía ataca. Aegon desaparece en medio de la noche, aunque las malas leguas dicen que dos hombres encapuchados lo sacaron de uno de los burdeles que el príncipe frecuentaba a escondidas de la Corte. Jacaerys es visto por última vez en el puerto de Marcaderiva, cuando hacía una visita de rutina a la familia de su padre. Alicent y Rhaenyra lloran la pérdida de sus hijos, pero las noticias vuelan muy rápido y por primera vez no parece que tengan razones para culparse la una a la otra.
Los rumores de la desaparición de los príncipes corren como pólvora por todo Poniente y cada quien tiene sospechosos diferentes. Algunos culpan a Dorne, aquel reino de salvajes que juró venganza eterna contra la dinastía Targaryen. Los más atrevidos apuntan a la Mano del Rey, Lord Hightower, que busca a la vez deshacerse de la descendencia de Rhaenyra y colocar al más apto de sus nietos en el Trono de Hierro. Otros pocos aciertan con la Triarquía, enemiga jurada de Daemon Targaryen. Pero los días pasan y nadie se pronuncia al respecto, mientras el paradero de los príncipes es desconocido.
A pesar de los crecientes rumores de sus muertes, Aegon y Jacaerys están cautivos en las Ciudades Libres, luego de que la unidad de la Triarquía se tambaleara al verse incapaces de ponerse de acuerdo con la negociación de su rescate. Nadie les da noticias sobre dónde están, ni qué piensan hacer con ellos ni tampoco qué noticias tienen sus familias sobre el secuestro. Cada día que pasa, Jacaerys tiene claro que la única opción que tienen es trabajar juntos para volver a casa, mientras que Aegon empieza a preguntarse si no tiene con qué negociar su propia libertad para nunca más volver a la Fortaleza Roja.
Los rumores son tan fuertes y vuelan tan lejos, que en las Ciudades Libres la Triarquía está esperando el momento justo para utilizar las grietas de la familia Targaryen a su favor. Llevan varios meses planeando una estrategia perfecta que dé un golpe perfecto al envejecido Rey Viserys, que lo obligue a recordar que su imperio no es indestructible ni intocable, como llevan pensándolo por tanto tiempo.
Ajeno al conflicto, Aegon vive todos los días de su vida como si fueran el último, fastidiado al ver cómo su padre se consume cada minuto que pasa y eso significa que tanto su madre como su abuelo van a poner sobre su cabeza una corona que nadie le preguntó si quiere. En el otro extremo de la familia Targaryen, Jacaerys vive angustiado al saber que no todos en la Corte aceptan a su madre como la legítima heredera al trono, y además cuestionan de manera constante su origen y el de sus hermanos.
Un día como cualquier otro, de manera inesperada, la Triarquía ataca. Aegon desaparece en medio de la noche, aunque las malas leguas dicen que dos hombres encapuchados lo sacaron de uno de los burdeles que el príncipe frecuentaba a escondidas de la Corte. Jacaerys es visto por última vez en el puerto de Marcaderiva, cuando hacía una visita de rutina a la familia de su padre. Alicent y Rhaenyra lloran la pérdida de sus hijos, pero las noticias vuelan muy rápido y por primera vez no parece que tengan razones para culparse la una a la otra.
Los rumores de la desaparición de los príncipes corren como pólvora por todo Poniente y cada quien tiene sospechosos diferentes. Algunos culpan a Dorne, aquel reino de salvajes que juró venganza eterna contra la dinastía Targaryen. Los más atrevidos apuntan a la Mano del Rey, Lord Hightower, que busca a la vez deshacerse de la descendencia de Rhaenyra y colocar al más apto de sus nietos en el Trono de Hierro. Otros pocos aciertan con la Triarquía, enemiga jurada de Daemon Targaryen. Pero los días pasan y nadie se pronuncia al respecto, mientras el paradero de los príncipes es desconocido.
A pesar de los crecientes rumores de sus muertes, Aegon y Jacaerys están cautivos en las Ciudades Libres, luego de que la unidad de la Triarquía se tambaleara al verse incapaces de ponerse de acuerdo con la negociación de su rescate. Nadie les da noticias sobre dónde están, ni qué piensan hacer con ellos ni tampoco qué noticias tienen sus familias sobre el secuestro. Cada día que pasa, Jacaerys tiene claro que la única opción que tienen es trabajar juntos para volver a casa, mientras que Aegon empieza a preguntarse si no tiene con qué negociar su propia libertad para nunca más volver a la Fortaleza Roja.
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Jacaerys Velaryon
Fugitivo — 16DNN — Harry Collett — Minerva
Aegon Targaryen
Fugitivo — 20DDN — Tom Glynn-Carney — Juno
∞
- Post de rol:
- Código:
<div id="und1"><div id="und2" style="background: url(IMAGEN QUE ILUSTRE EL CAPÍTULO); background-size: cover;"><div id="und3"><div id="und4" style="background:url(GIF DEL PERSONAJE) center; background-size: cover;"></div><div id="und5"><div id="und6">TÍTULO DEL CAPÍTULO</div><div id="und7"><div id="und8"><div id="und9"><i class="lni lni-map-marker"></i></div><div id="und10">LUGAR</div></div><div id="und8"><div id="und9"><i class="cp cp-hourglass"></i></div><div id="und10">HORA</div></div><div id="und8"><div id="und9"><i class="cp cp-bookmark-o"></i></div><div id="und10">QUIEN ERES</div></div></div></div></div></div><div class="und11">POST DE ROL AQUÍ
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Última edición por Juno el Sáb Abr 08, 2023 7:31 pm, editado 4 veces
Juno
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Juno

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Jue Ago 03, 2023 1:36 am por Minerva
III. Fear cuts deeper than swords
Astapor
Mañana
Con Jace
Si bien le pareció repugnante la manera en la que Aegon planteó el presentarse como bastardo de Daemon como algo divertido, la verdad era que podía funcionar. Debía admitir que no dejaba de sorprenderle la capacidad de su tío para pensar con rapidez en estas circunstancias. Hacía mucho creía que había perdido la capacidad que tenía de niño de planear las bromas que le hacían a Aemond y salir libres en el intento.
Le preocupaba lo que decía sobre que no los dejarían salir de ahí fácil. Él también se estaba poniendo nervioso de qué precio deberían pagar por la generosa ayuda de alimento y baño que les estaban dando.
—No tenemos absolutamente nada para pagarle, creo que es evidente—comentó, indeciso.
No parecía que a la vieja le importara, y no quería pensar lo evidente: lo único que tenían para pagar era ellos mismos.
—Por ahora la necesitamos, no estamos en posición de negociar demasiado—añadió tras un momento. —Pero tampoco vamos a quedarnos para siempre.
Cuando se recuperaran físicamente y tuvieran lo mínimo para sobrevivir, podrían pensar en sus planes para regresar a casa. Estaba segura de que su madre estaba moviendo cielo y tierra para encontrarlo, pero no creía que los pudieran encontrar. ¿Cómo, si ni ellos mismos sabían exactamente dónde estaban?
Se inclinó más hacia Aegon, nervioso de que los estuvieran escuchando.
—¿Qué crees que implique seguirle el juego?
Aegon conocía de aquellos lugares mejor que él que nunca había puesto un pie en ellos. Seguro tenía más idea que él.
∞
Minerva
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Lun Ago 07, 2023 10:38 pm por Juno
III. Fear cuts deeper than swords
Astapor
Mañana
Con Jace
Aegon se sumergió un instante más en la tina, tan sólo para asegurarse de que su cabello quedaba limpio de verdad. El agua había quedado completamente asquerosa, quizás tendrían que volver a llenarla para terminar de limpiarse, pero por el momento quería escuchar a Jacaerys, o su sobrino pensaría que lo estaba ignorando a propósito.
Cuando tomó la esponja de regreso, se acercó a él sin preguntar y le frotó el pecho con cuidado. Jacaerys tenía razón al decir que de momento sólo había que seguirle la corriente a la mujer. Aegon era muy malo haciendo planes, pero al menos estaban en un ambiente en donde no parecía que los fueran a matar a puñaladas o a encadenarlos a la primera ocasión. Estaban en un ambiente que se parecía un poco a las intrigas palaciegas a las que él estaba acostumbrado.
Ser nieto de Otto Hightower tendría que servirle para algo, después de todo. ¿Qué haría su abuelo en esta situación? Probablemente averiguar cómo sacar ventaja de dónde estaba. Quizás había alguna chica aquí en una situación desesperada lo bastante tonta como para soltarles información que les fuera útil.
—¿Cómo que no tenemos con qué pagarle? Jace, es evidente que todas las chicas querían ponerte una mano encima. Por supuesto que tú tienes con qué negociar… —decidió decirle, mientras lo tomaba por la barbilla, para que sus miradas coincidieran. Aegon le regaló una sonrisa juguetona, encantado por ver cómo su sobrino iba a avergonzarse con su comentario—. No vayas a ponerte puritano, Jace. Tus encantos nos pueden servir para obtener información. De momento hay que mostrarnos complacientes, mientras más desvalidos nos veamos, mucho mejor.
Aegon se sintió ridículo al decir aquello pues para eso no tenían que esforzarse: realmente estaban perdidos. No tenían recursos. Porque se hubieran bañado por fin o que les hubieran dado comida no significaba que su situación fuera muy diferente.
—No nos guardemos secretos… —dijo de pronto, con un tono más desesperado del que le hubiera gustado. Cuando Aegon colocó la mano de nuevo sobre el pecho de Jacaerys, lo miró a los ojos sin parpadear—. Te va a parecer chistoso que te lo diga yo, pero nos necesitamos el uno al otro. Puede que quieran engañarnos, así que si nos separamos en este burdel, no hay que guardarnos secretos.
Sabía que Jacaerys se reiría de él, porque Aegon era más probable que fuera el mentiroso, el que inventara una historia para querer salvarse a la primera. Sin embargo, estaba dispuesto a seguir al pie de la letra sus palabras. Si quería salir de este hueco lleno de putas y ratas, tenía que trabajar de la mano con Jacaerys.
Cuando tomó la esponja de regreso, se acercó a él sin preguntar y le frotó el pecho con cuidado. Jacaerys tenía razón al decir que de momento sólo había que seguirle la corriente a la mujer. Aegon era muy malo haciendo planes, pero al menos estaban en un ambiente en donde no parecía que los fueran a matar a puñaladas o a encadenarlos a la primera ocasión. Estaban en un ambiente que se parecía un poco a las intrigas palaciegas a las que él estaba acostumbrado.
Ser nieto de Otto Hightower tendría que servirle para algo, después de todo. ¿Qué haría su abuelo en esta situación? Probablemente averiguar cómo sacar ventaja de dónde estaba. Quizás había alguna chica aquí en una situación desesperada lo bastante tonta como para soltarles información que les fuera útil.
—¿Cómo que no tenemos con qué pagarle? Jace, es evidente que todas las chicas querían ponerte una mano encima. Por supuesto que tú tienes con qué negociar… —decidió decirle, mientras lo tomaba por la barbilla, para que sus miradas coincidieran. Aegon le regaló una sonrisa juguetona, encantado por ver cómo su sobrino iba a avergonzarse con su comentario—. No vayas a ponerte puritano, Jace. Tus encantos nos pueden servir para obtener información. De momento hay que mostrarnos complacientes, mientras más desvalidos nos veamos, mucho mejor.
Aegon se sintió ridículo al decir aquello pues para eso no tenían que esforzarse: realmente estaban perdidos. No tenían recursos. Porque se hubieran bañado por fin o que les hubieran dado comida no significaba que su situación fuera muy diferente.
—No nos guardemos secretos… —dijo de pronto, con un tono más desesperado del que le hubiera gustado. Cuando Aegon colocó la mano de nuevo sobre el pecho de Jacaerys, lo miró a los ojos sin parpadear—. Te va a parecer chistoso que te lo diga yo, pero nos necesitamos el uno al otro. Puede que quieran engañarnos, así que si nos separamos en este burdel, no hay que guardarnos secretos.
Sabía que Jacaerys se reiría de él, porque Aegon era más probable que fuera el mentiroso, el que inventara una historia para querer salvarse a la primera. Sin embargo, estaba dispuesto a seguir al pie de la letra sus palabras. Si quería salir de este hueco lleno de putas y ratas, tenía que trabajar de la mano con Jacaerys.
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Dom Ago 20, 2023 1:23 am por Minerva
III. Fear cuts deeper than swords
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Con Jace
Jace tenía claro que debían ser buenos disimulando. Si la historia era que son amigos, no debía mostrarse inquieto con que Jace lo lavara, ¿cierto? En el palacio los criados le ayudaban a bañarse. Suponía que la gente cercana se ayudaba también. Alguna vez lo hizo con Lucerys. Pero con Aegon era diferente. Tal vez porque no eran realmente cercanos. Tal vez porque sabía que su tío no era tan inocente y familiar. Ni siquiera se agradaban.
Pero ahí estaba Aegon restregando su pecho y hablándole de forma confidencial. Jace no sabía cómo sentirse con eso.
Cuando sugirió que podría pagar con el interés sexual de las chicas en él pegó un respingo, de repente sintiéndose expuesto. No podía decirlo en serio, ¿verdad? Lo escudriñó con la mirada, como si fuera a encontrar escrito en su cara si hablaba en serio o no.
—No voy a yacer con ninguna de esas chicas—declaró con toda la decisión del mundo.
En algún momento de su vida había tomado la decisión de no dejar bastardos en el mundo. No deseaba eso para sus hijos. Seguro que Aegon no tendría reparo en embarazar a todas las chicas del burdel si tenía oportunidad, sin necesidad de sacar información ni nada. Pero ellos eran muy diferentes.
Jace no tenía interés en ninguna de las chicas.
Sin embargo, lo siguiente que le dijo su tío tenía mucho sentido. No guardarse secretos. Desde que estaban en el barco, Jace había sabido que dependían el uno del otro, pero no era lo mismo escuchar a Aegon decirlo de esa forma.
—Concuerdo—replicó. —Sin secretos. Ni mentiras
No sabía bien por qué había agregado lo segundo. Quizá porque en el fondo no confiaba en Aegon y no sabía si su tío confiaba en él. La única forma de depender el uno del otro era que pudieran confiar mutuamente.
—Pero intentemos mantenernos juntos. No me fio de qué puede pasar si nos separan.
Acompañó sus palabras de tomar a Aegon del brazo, tirando un poco de él, asegurándose de susurrar, inseguro de que no los estuvieran espiando.
∞
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Sáb Sep 02, 2023 1:19 am por Juno
III. Fear cuts deeper than swords
Astapor
Mañana
Con Jace
Aegon soltó una carcajada apenas escuchó a Jacaerys decir que no pensaba acostarse con ninguna de las chicas que había en ese burdel. No podía negar que ese tipo de respuesta era la que esperaba. Después de todo, su sobrino había sido educado para ser no sólo un buen hijo, sino también el perfecto heredero. En teoría, él había recibido la educación de un futuro rey, pero Aegon no era lo bastante estúpido como para notar las diferencias entre él y su fastidioso sobrino.
Para empezar, Jacaerys había crecido dentro de una familia, a pesar de lo peculiar, que lo amaba. Una madre que lo amaba y que, además de eso, se lo demostraba con hechos. Aegon sabía a conciencia que su madre lo quería, pero no recordaba que la reina se lo hubiera demostrado. De su padre era mejor ni hablar. Jacaerys en cambio era un bastardo, hijo de una princesa que reclamaba un trono que no le pertenecía. Aegon era quien debía tener ventaja sobre él y, sin embargo, era justo lo contrario.
—La verdad es que nunca esperé que dijeras otra cosa, Jace. Eres demasiado correcto, pero tienes que tener cuidado porque puede que alguna de esas chicas sí quiera seducirte. Para ellas debes lucir como un verdadero príncipe, sobre todo ahora que ya no estás sucio y hueles mucho mejor —Aegon acabó la frase en una risita maliciosa, mientras se atrevía a acariciarle el pelo.
Aegon se quedó quieto cuando notó a Jacaerys más cerca de él y entonces notó el silencio que había a su alrededor. Los dos seguían en medio de esa tina y estaban expuestos, literal y metafóricamente. Sin mentiras, acababan de decirse, mientras que Aegon tenía que recordarse que ser sinceros el uno con el otro era la única manera de sobrevivir.
—Lo de mantenernos juntos va a ser complicado, pero al menos intentemos no separarnos cuando la vieja esa quiera abordarnos de nuevo. Estoy seguro que quiere obtener algo de nosotros, que no tenemos nada, así que no va a ser placentero. Deja que hable yo… —Aegon sonaba más seguro de lo que estaba. Pero sabía que el mejor plan que tenían era dejarlo hablar a él. Jacaerys parecía pez fuera del agua en este ambiente, era lógico que Aegon conocía mejor los burdeles, así que bien podía intentar sacar ventaja de la mujer que les estaba brindando ayuda.
Podía hacerse una idea de lo que les iba a pedir. Al menos, iba a estar en primera fila para ver las caras que pondría su sobrino.
Para empezar, Jacaerys había crecido dentro de una familia, a pesar de lo peculiar, que lo amaba. Una madre que lo amaba y que, además de eso, se lo demostraba con hechos. Aegon sabía a conciencia que su madre lo quería, pero no recordaba que la reina se lo hubiera demostrado. De su padre era mejor ni hablar. Jacaerys en cambio era un bastardo, hijo de una princesa que reclamaba un trono que no le pertenecía. Aegon era quien debía tener ventaja sobre él y, sin embargo, era justo lo contrario.
—La verdad es que nunca esperé que dijeras otra cosa, Jace. Eres demasiado correcto, pero tienes que tener cuidado porque puede que alguna de esas chicas sí quiera seducirte. Para ellas debes lucir como un verdadero príncipe, sobre todo ahora que ya no estás sucio y hueles mucho mejor —Aegon acabó la frase en una risita maliciosa, mientras se atrevía a acariciarle el pelo.
Aegon se quedó quieto cuando notó a Jacaerys más cerca de él y entonces notó el silencio que había a su alrededor. Los dos seguían en medio de esa tina y estaban expuestos, literal y metafóricamente. Sin mentiras, acababan de decirse, mientras que Aegon tenía que recordarse que ser sinceros el uno con el otro era la única manera de sobrevivir.
—Lo de mantenernos juntos va a ser complicado, pero al menos intentemos no separarnos cuando la vieja esa quiera abordarnos de nuevo. Estoy seguro que quiere obtener algo de nosotros, que no tenemos nada, así que no va a ser placentero. Deja que hable yo… —Aegon sonaba más seguro de lo que estaba. Pero sabía que el mejor plan que tenían era dejarlo hablar a él. Jacaerys parecía pez fuera del agua en este ambiente, era lógico que Aegon conocía mejor los burdeles, así que bien podía intentar sacar ventaja de la mujer que les estaba brindando ayuda.
Podía hacerse una idea de lo que les iba a pedir. Al menos, iba a estar en primera fila para ver las caras que pondría su sobrino.
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Juno
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Mar Sep 05, 2023 1:26 am por Minerva
III. Fear cuts deeper than swords
Astapor
Mañana
Con Jace
La idea de que alguna de las chicas intentara seducirlo le hacía sentir muy incómodo. Lo peor era que si Aegon lo notaba se burlaría demasiado de él. Sin embargo, no pudo evitar ruborizarse un poco al pensarlo, lo que hacía que su piel blanca lo delatara. Aegon además estaba demasiado cerca, por lo que se iba a dar cuenta. Incluso le acarició el cabello, en un gesto que le resultó mucho más cercano e íntimo de lo que hubiera esperado.
Desvió la mirada, indeciso de cómo se sentía al respecto. Sin embargo, cuando oyó las siguientes palabras de Aegon arqueó una ceja y se giró a mirarlo de nuevo.
Lo peor de todo era que en el fondo sabía que tenía razón.
—Supongo que sabrás lidiar con ella mejor, conoces mejor este medio—dijo finalmente, sin estar seguro si sus palabras sonaban como un insulto o no. Tampoco tenía clara su propia intención al decirlas más que manifestar su absoluta perplejidad de encontrarse en una situación en la que Aegon tenía ventaja.
No tenían nada que ofrecer a cambio de aquel baño y la comida, así que se podía temer lo peor. Seguía pensando que podían vender su espada, aunque le repugnara la idea de convertirse en un mercenario, pero la verdad era que sin un arma todas sus lecciones de lucha y esgrima no servían de nada.
Además, para qué iban a necesitar en un motel como aquel a dos caballeros. ¿Para obligar a un borracho a pagar si intentaba irse sin hacerlo? Era ridículo todo.
Bajó la voz todavía más, acercándose a su tío. Si él iba a hablar, tenía que asegurarse de que tuviera las cosas claras.
—No pierdas de vista que el objetivo es salir de acá y encontrar como regresar a Poniente—le recordó. —Solo necesitamos sobrevivir hasta que podamos hacer eso.
Sabía que estaban a miles de kilómetros pero Jace no podía imaginar otro escenario que volver un día a casa. Se escribirían cantos sobre su aventura, estaba seguro de eso.
No se podía permitir pensar en una posibilidad diferente.
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Minerva
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Sáb Sep 09, 2023 8:44 pm por Juno
IV. A Shadow on the Wall
Astapor
Tarde
Con Jace
Después de la apresurada conversación en la bañera, la dueña del burdel no sólo les dejó ropa limpia sino que les ofreció una cama para que pudieran descansar. Para Aegon eso era otra señal de alarma, pero lo cierto era que no pudo negarse porque era un colchón bastante decente. De seguro que era viejísimo y no lo limpiaban en mucho tiempo, pero era un colchón de verdad y no un montón de paja rodeado de mierda de oveja. Era sin duda un avance.
Así que tanto él como Jacaerys acabaron dormidos allí, en la última habitación de aquel enorme pasillo. Había hasta arriba una ventana que tenía una cortina raída desde donde se colaba la humedad del exterior. Aegon ni siquiera lo pensó cuando se acurrucó contra Jacaerys y cerró los ojos, dejándose vencer por el sueño. La puerta estaba cerrada, así que ambos se despertarían si alguien intentaba entrar y con suerte podrían salir por la ventana. Aegon tan sólo quería un instante de tranquilidad.
Al despertar, tenía el cuerpo de Jacaerys acurrucado contra el suyo. Era la segunda vez que eso sucedía, aunque ahora su sobrino no olía a morrina de animal, sino al jabón de especias que les dejaron usar en la bañera. Aegon se movió lo mejor que pudo en el colchón con suavidad, pero era tan estrecho que ni con eso consiguió no despertar a Jacaerys. Se miraron a los ojos, en la penumbra de la habitación y Aegon le regaló una mueca que pretendía ser una sonrisa.
—Ahora ya pareces menos un pordiosero y más una princesa, Jace… —dijo a manera de saludo, mientras se incorporó poco a poco sobre el colchón. Aunque había bastante humedad, las paredes de la habitación estaban frías, pues eran de piedra. Aegon sintió picazón en la palma de la mano cuando apoyó una mano en la pared.
La verdad era que bien podría haberse quedado más tiempo dormido. Después de todo, salir por esa puerta significaba enfrentar de nuevo en la precaria situación en la que estaban.
—La mujer nos prestó una cama —masculló Aegon, haciendo un esfuerzo por no sonar más dramático de lo que ya se sentía—. Estoy seguro que sólo quiere parecer hospitalaria. Podríamos saltar por la ventana, pero estaríamos como al principio. ¿Te atreves a salir?
Aegon no tenía idea por qué había preguntado eso. En otro momento de su vida no podría importarle menos lo que pensaba Jacaerys. Sin embargo, ahora mismo sentía que necesitaba su aprobación o su opinión para cualquier cosa. Aegon no estaba acostumbrado a tomar decisiones, mucho menos decisiones importantes.
Así que tanto él como Jacaerys acabaron dormidos allí, en la última habitación de aquel enorme pasillo. Había hasta arriba una ventana que tenía una cortina raída desde donde se colaba la humedad del exterior. Aegon ni siquiera lo pensó cuando se acurrucó contra Jacaerys y cerró los ojos, dejándose vencer por el sueño. La puerta estaba cerrada, así que ambos se despertarían si alguien intentaba entrar y con suerte podrían salir por la ventana. Aegon tan sólo quería un instante de tranquilidad.
Al despertar, tenía el cuerpo de Jacaerys acurrucado contra el suyo. Era la segunda vez que eso sucedía, aunque ahora su sobrino no olía a morrina de animal, sino al jabón de especias que les dejaron usar en la bañera. Aegon se movió lo mejor que pudo en el colchón con suavidad, pero era tan estrecho que ni con eso consiguió no despertar a Jacaerys. Se miraron a los ojos, en la penumbra de la habitación y Aegon le regaló una mueca que pretendía ser una sonrisa.
—Ahora ya pareces menos un pordiosero y más una princesa, Jace… —dijo a manera de saludo, mientras se incorporó poco a poco sobre el colchón. Aunque había bastante humedad, las paredes de la habitación estaban frías, pues eran de piedra. Aegon sintió picazón en la palma de la mano cuando apoyó una mano en la pared.
La verdad era que bien podría haberse quedado más tiempo dormido. Después de todo, salir por esa puerta significaba enfrentar de nuevo en la precaria situación en la que estaban.
—La mujer nos prestó una cama —masculló Aegon, haciendo un esfuerzo por no sonar más dramático de lo que ya se sentía—. Estoy seguro que sólo quiere parecer hospitalaria. Podríamos saltar por la ventana, pero estaríamos como al principio. ¿Te atreves a salir?
Aegon no tenía idea por qué había preguntado eso. En otro momento de su vida no podría importarle menos lo que pensaba Jacaerys. Sin embargo, ahora mismo sentía que necesitaba su aprobación o su opinión para cualquier cosa. Aegon no estaba acostumbrado a tomar decisiones, mucho menos decisiones importantes.
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Juno
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Mar Sep 12, 2023 12:22 am por Minerva
IV. A Shadow on the Wall
Astapor
Tarde
Con Aegon
Tener la posibilidad de usar ropa limpia después de un baño y dormir en una cama era más de lo que Jace había soñado que tendrían antes de acabar el día. Ni siquiera le importó tener que compartir la cama con Aegon. De hecho, era lo mejor, pues como habían dicho debían evitar separarse. Además, era muy diferente acurrucarse junto a alguien en un espacio limpio y cómodo.
Disfrutó la sensación al despertar de saberse cómodo, alimentado y limpio, pero pronto abrió los ojos y se encontró con la mirada de Aegon.
Su tío y él solo se tenían mutuamente, así que tendría que aprender a tolerar su pésimo sentido del humor. Puso los ojos en blanco al escucharle llamarlo princesa, pero su siguiente comentario sí era coherente. Levantó la mirada hacia la ventana y sopesó sus opciones.
—Si nos vamos volveremos a la misma situación en la que estábamos en un momento —declaró.
Ahora estaban limpios y alimentados, pero sin dónde quedarse pronto se ensuciarían y sin qué comer, pronto tendrían hambre.
—Ni siquiera sabemos si es realmente posible escapar por ahí —añadió—. Tal vez podemos probar quedarnos a ver cómo nos va... y si las cosas se ponen feas podemos intentar lo de escapar si es que realmente es posible.
Una parte de él pensaba que Aegon estaba exagerando, pero otra le recordaba las miradas que le dedicaban las mujeres de aquella casa, lo que no dejaba de inquietarlo.
Pero si les pedían algo a cambio de su ayuda... ¿qué tan terrible podía ser?
∞
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Minerva
Minerva

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Sáb Sep 16, 2023 1:05 am por Juno
IV. A Shadow on the Wall
Astapor
Tarde
Con Jace
Aegon empezaba a dolerle la cabeza en serio. Esto de tomar decisiones no era su fuerte y cada minuto que pasaba lo comprobaba. Lo peor de todo, era que empezaba a sentir remordimientos porque empezaba a darse cuenta de que, si se equivocaba, acabaría arrastrando también a Jacaerys. Su sobrino era un mocoso irritante y, en teoría, lo había educado para odiarlo, pues él era el recordatorio viviente de que Rhaenyra era una usurpadora y que su linaje estaba buscando derechos que no le pertenecían.
Pero ahora estaban tan lejos de casa que eso ya no parecía importar de verdad. Aegon quería sobrevivir a toda costa y Jacaerys tambíen venía en ese paquete. Era mejor que permanecieran juntos, estaba convencido de que su sobrino no iba a traicionarlo ni tampoco a venderlo al mejor postor, que ya era más de lo que podía decir del resto de personas de esta ciudad.
—Bien, si ya tenemos decidido que hay que hablar con esa mujer, supongo que no vamos a retrasarlo más de la cuenta —Aegon se encogió de hombros y le hizo una señal a Jacaerys para que lo siguiera. Pero estaban en un cuarto tan diminuto que acabaron rozándose más de la cuenta. Aegon ya no sabía cuánto se habían tocado en los últimos días. Llevaba alejándose de Jacaerys toda su vida y desde que los habían tirado en ese barco maloliente, era como si cada espacio que ocupara, también estaba su sobrino.
Era inquietante pero, como iba dándose cuenta con el paso de los días, también algo confortante.
Aegon se ladeó a mirar en dirección de Jacaerys cuando ya estaba en el marco de la minúscula puerta. Su sobrino lucía bastante tenso, pero Aegon no sabía cómo demonios consolarlo o hacerlo sentir mejor. Después de todo, era verdad que estaban en una situación de lo más comprometido.
Sin que ninguno de los dos se pusiera realmente de acuerdo, Aegon fue quien traspasó la puerta primero. Quizás fue mejor que lo hiciera así, pues nada más salir de la minúscula habitación, se encontró con la silueta de la mujer del prostíbulo. Ahora que estaba tan cerca de ella, tenía la impresión de que lucía mucho más alta de lo que la recordaba. O quizás era que se sentía ligeramente intimidado, porque la mujer le estaba regalando una sonrisa más bien siniestra.
Por puro instinto, retrocedió, pero entonces se chocó contra Jacaerys. Aegon tuvo que sostenerse del marco de la puerta para no hacerlos quedar en ridículo a los dos.
—Creo que es momento de que los tres hablemos, ¿no creen? Ya han descansado lo suficiente.
Pero ahora estaban tan lejos de casa que eso ya no parecía importar de verdad. Aegon quería sobrevivir a toda costa y Jacaerys tambíen venía en ese paquete. Era mejor que permanecieran juntos, estaba convencido de que su sobrino no iba a traicionarlo ni tampoco a venderlo al mejor postor, que ya era más de lo que podía decir del resto de personas de esta ciudad.
—Bien, si ya tenemos decidido que hay que hablar con esa mujer, supongo que no vamos a retrasarlo más de la cuenta —Aegon se encogió de hombros y le hizo una señal a Jacaerys para que lo siguiera. Pero estaban en un cuarto tan diminuto que acabaron rozándose más de la cuenta. Aegon ya no sabía cuánto se habían tocado en los últimos días. Llevaba alejándose de Jacaerys toda su vida y desde que los habían tirado en ese barco maloliente, era como si cada espacio que ocupara, también estaba su sobrino.
Era inquietante pero, como iba dándose cuenta con el paso de los días, también algo confortante.
Aegon se ladeó a mirar en dirección de Jacaerys cuando ya estaba en el marco de la minúscula puerta. Su sobrino lucía bastante tenso, pero Aegon no sabía cómo demonios consolarlo o hacerlo sentir mejor. Después de todo, era verdad que estaban en una situación de lo más comprometido.
Sin que ninguno de los dos se pusiera realmente de acuerdo, Aegon fue quien traspasó la puerta primero. Quizás fue mejor que lo hiciera así, pues nada más salir de la minúscula habitación, se encontró con la silueta de la mujer del prostíbulo. Ahora que estaba tan cerca de ella, tenía la impresión de que lucía mucho más alta de lo que la recordaba. O quizás era que se sentía ligeramente intimidado, porque la mujer le estaba regalando una sonrisa más bien siniestra.
Por puro instinto, retrocedió, pero entonces se chocó contra Jacaerys. Aegon tuvo que sostenerse del marco de la puerta para no hacerlos quedar en ridículo a los dos.
—Creo que es momento de que los tres hablemos, ¿no creen? Ya han descansado lo suficiente.
∞
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Dom Sep 17, 2023 12:24 am por Minerva
IV. A Shadow on the Wall
Astapor
Tarde
Con Aegon
Cuando su tío retrocedió chocó contra su pecho, pues venía saliendo justo detrás de él. Puso una mano en su hombro y lo impulsó a seguir, aunque estaba muy nervioso. El aspecto y el tono de la mujer le daban mala espina, pero como había dicho Aegon, ya habían decidido que tenían que hablar con ella.
No era como que tuvieran mucha opción.
Siguieron a la mujer hasta una salita. En el camino, Jace hizo su mejor esfuerzo por ignorar a las chicas que andaban por el burdel con poca ropa o del todo desnudas, a pesar de que estas lanzaban miradas hacia ellos. Miró a Aegon de reojo para ver cómo actuaba.
La salita estaba llena de telas vaporosas lujosas que colgaban del techo y cubrían los muebles. Había además un fuerte aroma en el aire, como a incienso dulzón, que le revolvió el estómago.
Tomó asiento como se los indicó la mujer. Les había señalado un pequeño sillón donde apenas cabían los dos sentados, por lo que sentía a Aegon nuevamente traspasando las fronteras de su espacio personal.
—Veo que han sacado provecho de la comida, el baño y el descanso. Espero que ahora esté dispuestos a pagar por la hospitalidad que hemos tenido.
La sonrisa con la que la mujer acompañó sus palabras no le dejaba lugar a dudas de que estaba segura de que no podrían negarse.
Se aclaró la garganta, sin embargo, y miró a Aegon de reojo.
—Señora, como usted misma comprobó al ver nuestro estado al llegar... No tenemos nada —le recordó.
Eso era lo más peligroso de todo. ¿Qué querría de ellos?
—Lo sé, pero que no tengan dinero no quiere decir que no se tengan a ustedes mismos. Estoy segura que tienen mucho que ofrecer.
No le gustó para nada el tono en que lo dijo.
∞
Minerva
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Lun Sep 18, 2023 6:34 pm por Juno
IV. A Shadow on the Wall
Astapor
Tarde
Con Jace
La humedad que había en esa habitación no estaba ayudando para que Aegon se sintiera más tranquilo. La expresión de la mujer dejaba poco a la imaginación: era claro que sabía que los tenía acorralados. Aegon hizo todo lo posible por no mirar a Jacaerys, pues no quería que la mujer pensara que estaban poniéndose de acuerdo o que tenían mensajes en clave entre ellos. Lo mejor era que siguiera pensando que ella era quien tenía el control.
Se preguntó qué haría su abuelo en esta situación, aunque era complicado porque, en primer lugar, Otto Hightower jamás se hubiera dejado secuestrar. Pero él era un hombre que sabía negociar, Aegon lo había visto hacerlo varias veces a lo largo de su vida. Dudaba tener siquiera una pizca de su ingenio, pero tendría que intentarlo. Le gustaba tener su cabeza pegada al cuello, después de todo.
—Si cuando dice que nos tenemos a nosotros mismos se refiere a nuestros cuerpos y que quiere ampliar su… negocio… —Aegon se sintió muy seguro hasta al menos al final de la frase, cuando trastabilló en la última palabra—… ¿Qué exactamente es lo que quiere de nosotros?
Aegon se fijó solo en la mujer, en parte porque no quería perder el duelo de miradas y también porque no se atrevía a mirar el estado de Jacaerys. Seguro que su sobrino debía de tener una expresión de lo más graciosa, pero que no ayudaba para nada en la situación en la que estaban. La mujer soltó una carcajada que le provocó escalofríos y Aegon deseó más que nunca volver a casa. Correr detrás de las faldas de su madre para que ella solucionara todo, para que el abuelo lo pusiera a salvo con tan sólo una frase.
Pero estaba en las Ciudades Libres, muy lejos de casa, y sólo se tenía a sí mismo.
—En realidad sólo lo pensé después de verlos limpios. Cualquiera que los vea con detenimiento sabrá que no han conocido demasiadas penurias en su vida. No hace falta más que verles las manos a ambos… —la mujer les dedicó otra sonrisa y Aegon se estremeció, como si pudiera adivinar lo que diría a continuación—: En Astapor llegan infinitas noticias, por allí dicen que en Poniente hay dos príncipes perdidos y que dos reinas, cada una autoproclamada, están peleando a muerte por encontrarlos.
Aegon soltó un respingo, porque no se esperaba semejante comentario. Ahora sí, incapaz de contenerse, miró a Jacaerys. La mirada de su sobrino era transparente: era obvio que él tampoco se esperaba semejante comentario. Aegon se sintió expuesto y tuvo que hacer todo un esfuerzo para no llevarse una mano a la cabeza. Se maldijo porque Jacaerys tuvo toda la razón: tenía que haberse teñido el cabello apenas tuvo oportunidad.
—¿Sabes cuánto me pagarían por entregarles a alguien que se parezca a un príncipe Targaryen? Más fortuna de la que podría ganar en años.
Se preguntó qué haría su abuelo en esta situación, aunque era complicado porque, en primer lugar, Otto Hightower jamás se hubiera dejado secuestrar. Pero él era un hombre que sabía negociar, Aegon lo había visto hacerlo varias veces a lo largo de su vida. Dudaba tener siquiera una pizca de su ingenio, pero tendría que intentarlo. Le gustaba tener su cabeza pegada al cuello, después de todo.
—Si cuando dice que nos tenemos a nosotros mismos se refiere a nuestros cuerpos y que quiere ampliar su… negocio… —Aegon se sintió muy seguro hasta al menos al final de la frase, cuando trastabilló en la última palabra—… ¿Qué exactamente es lo que quiere de nosotros?
Aegon se fijó solo en la mujer, en parte porque no quería perder el duelo de miradas y también porque no se atrevía a mirar el estado de Jacaerys. Seguro que su sobrino debía de tener una expresión de lo más graciosa, pero que no ayudaba para nada en la situación en la que estaban. La mujer soltó una carcajada que le provocó escalofríos y Aegon deseó más que nunca volver a casa. Correr detrás de las faldas de su madre para que ella solucionara todo, para que el abuelo lo pusiera a salvo con tan sólo una frase.
Pero estaba en las Ciudades Libres, muy lejos de casa, y sólo se tenía a sí mismo.
—En realidad sólo lo pensé después de verlos limpios. Cualquiera que los vea con detenimiento sabrá que no han conocido demasiadas penurias en su vida. No hace falta más que verles las manos a ambos… —la mujer les dedicó otra sonrisa y Aegon se estremeció, como si pudiera adivinar lo que diría a continuación—: En Astapor llegan infinitas noticias, por allí dicen que en Poniente hay dos príncipes perdidos y que dos reinas, cada una autoproclamada, están peleando a muerte por encontrarlos.
Aegon soltó un respingo, porque no se esperaba semejante comentario. Ahora sí, incapaz de contenerse, miró a Jacaerys. La mirada de su sobrino era transparente: era obvio que él tampoco se esperaba semejante comentario. Aegon se sintió expuesto y tuvo que hacer todo un esfuerzo para no llevarse una mano a la cabeza. Se maldijo porque Jacaerys tuvo toda la razón: tenía que haberse teñido el cabello apenas tuvo oportunidad.
—¿Sabes cuánto me pagarían por entregarles a alguien que se parezca a un príncipe Targaryen? Más fortuna de la que podría ganar en años.
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Jue Sep 21, 2023 12:41 am por Minerva
IV. A Shadow on the Wall
Astapor
Tarde
Con Aegon
A Jace lo habían entrenado para sentarse a la mesa a negociar cuando fuera necesario. Su madre siempre había enfocado su educación como la de un futuro heredero al trono, de manera que en teoría debería tener la capacidad de mantener una expresión neutra en negociaciones trascendentales.
Pero la verdad era que lo había tomado totalmente por sorpresa que mencionaran a su madre y a Alicent. Había pensado que la noticia de que buscaba a dos prófugos de sus características se extendería, pero jamás imaginó que tendrían noticias de Poniente. Se le encogió el corazón pensando en que su madre lo estaba buscando, y la noticia también alimentó su esperanza de que tal vez llegaran a encontrarlos.
Tal vez lo llevarían de regreso a casa.
Pero no ahora. Tenían que llegar a buenos términos con aquella mujer, pero no sabía por dónde llevarlo. Así que optó por apegarse a lo que Aegon y él habían conversado. Lanzó una mirada acusadora a su tío, y esperó sonar convencible.
—Siempre supe que juntarme con un bastardo Targaryen me podía traer problemas —comentó con un tono fingido de resignación. —Le aseguro que no vale tanto. Un poco de tiempo de tratarlo y queda claro que de príncipe no tiene nada.
Esperaba que Aegon le siguiera el juego.
—Es cierto que ahora estamos en una posición de desventaja con respecto a la que hemos tenido toda la vida, pero distamos mucho de ser príncipes. Solo caímos en desgracia con unos piratas con los que pretendíamos hacer negocios —agregó.
La mujer se rió, evidentemente nada convencida todavía.
—No necesito que sean los príncipes, me pagarán aquí personas que piensen llevarlos a Poniente, ya se llevarán la decepción allá. ¿O tienen algo para ofrecerme que me compense por lo que perdería por no venderlos?
Jace miró con nerviosismo a Aegon. Sus palabras de antes le habían resultado alarmantes. ¿A qué rayos se refería con que ampliara su negocio con ellos? No podía ser lo que estaba pensando...
—Escucho sus ofertas—añadió la mujer, y le pareció que los ojos le brillaban burlones mientras esperaba una respuesta.
∞
Minerva
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Jue Sep 21, 2023 11:09 pm por Juno
IV. A Shadow on the Wall
Astapor
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Con Jace
Aegon se sentía mareado. Sabía que la mujer y Jacerys habían intercambiado palabras, que su sobrino por lo menos estaba siguiendo la historia que pactaron ayer. Él sabía que tendría que decir algo, pero pasaban un montón de posibilidades en su cabeza. La realidad era que la mujer los tenía justo donde deseaba, porque estaban atrapados allí y de seguro que los podía dejar encerrados hasta que encontrara a alguien que los quisiera llevar como un trofeo. Lo más sencillo sería que alguien cobrara la recompensa a alguna de sus madres directamente, pero Aegon no era tan optimista.
Además, si los sacaban de allí, no podían imaginar si los mantendrían juntos. De seguro los contactos que consiguiera la mujer, no serían trigo limpio. No existía gente altruista que los ayudaría a llegar a casa. Aegon apretó los labios, pues sabía que la mujer seguía interesado en él, estaba mirando su cabello, no había que ser un genio para saberlo.
—¿Estás diciéndome que ese pelo no es más que el de un bastardo? —la mujer arqueó las cejas, mirándolo de manera inquisitiva. Aegon sabía que no le creía nada, así que tendría que tirar con lo que tenía.
—Nunca conocí a mi padre… —se encogió de hombros, pensando que, de cierta forma, no estaba mintiendo. Viserys Targaryen no era más que un desconocido para él. Aegon ni siquiera entendió por qué acabó casándose con su madre y teniendo descendencia cuando era obvio que lo único que le importaba era su esposa fallecida y su adorada hija mayor—. Mamá siempre dijo que era Daemon Targaryen, pero murió cuando era muy pequeño, así que no supe si lo que decía era cierto.
Aegon estaba haciendo un esfuerzo enorme por sonar seguro, pero la sonrisa de la mujer no daba a buenas suposiciones.
—Supongamos que te creo, mientras me paguen me da igual si eres hijo de un príncipe o de un esclavista. Tu apariencia es suficiente para mí… —ella tenía razón, así que Aegon supo que estaba atrapado. Estaban atrapados. Cuando miró a Jacaerys, supo que no tenía más remedio que tomar una decisión. Odiaba decidir, en especial bajo presión, pero no sabía si la puerta se abriría de pronto y alguien se los llevaría de allí.
—Venimos de Braavos… —explicó Aegon apresuradamente—. No es la primera vez que los deslices de mi madre me meten en problemas. Sólo queremos volver a casa. Para eso necesitamos dinero. ¿Cuántas ganancias dijo que podría hacer conmigo?
Al menos, la mujer parecía interesada. Se acomodó en su asiento, moviéndose hacia adelante, como si quisiera escucharlo mejor a pesar de que Aegon estaba hablando en voz alta y con claridad. Aegon se mordió con desesperación el labio inferior y tragó en seco, dando un paso al frente.
—Larys sabe limpiar cualquier cosa, es un buen niño y se quejará poco con lo que sea que le den de comer… —Aegon se apresuró a decir, con una sonrisa que pretendía ser despreocupada. Se preguntó si Jacaerys iba a ofenderse porque estaba usando el nombre de Larys Strong, pero esa era una nimiedad para la situación en la que estaban. Cuando la mujer rio de nuevo, aunque no sabía si eso era buena señal—. Necesitamos el dinero para volver a Braavos y usted dijo que podría ganar algo con mi apariencia. No es mal trato.
Además, si los sacaban de allí, no podían imaginar si los mantendrían juntos. De seguro los contactos que consiguiera la mujer, no serían trigo limpio. No existía gente altruista que los ayudaría a llegar a casa. Aegon apretó los labios, pues sabía que la mujer seguía interesado en él, estaba mirando su cabello, no había que ser un genio para saberlo.
—¿Estás diciéndome que ese pelo no es más que el de un bastardo? —la mujer arqueó las cejas, mirándolo de manera inquisitiva. Aegon sabía que no le creía nada, así que tendría que tirar con lo que tenía.
—Nunca conocí a mi padre… —se encogió de hombros, pensando que, de cierta forma, no estaba mintiendo. Viserys Targaryen no era más que un desconocido para él. Aegon ni siquiera entendió por qué acabó casándose con su madre y teniendo descendencia cuando era obvio que lo único que le importaba era su esposa fallecida y su adorada hija mayor—. Mamá siempre dijo que era Daemon Targaryen, pero murió cuando era muy pequeño, así que no supe si lo que decía era cierto.
Aegon estaba haciendo un esfuerzo enorme por sonar seguro, pero la sonrisa de la mujer no daba a buenas suposiciones.
—Supongamos que te creo, mientras me paguen me da igual si eres hijo de un príncipe o de un esclavista. Tu apariencia es suficiente para mí… —ella tenía razón, así que Aegon supo que estaba atrapado. Estaban atrapados. Cuando miró a Jacaerys, supo que no tenía más remedio que tomar una decisión. Odiaba decidir, en especial bajo presión, pero no sabía si la puerta se abriría de pronto y alguien se los llevaría de allí.
—Venimos de Braavos… —explicó Aegon apresuradamente—. No es la primera vez que los deslices de mi madre me meten en problemas. Sólo queremos volver a casa. Para eso necesitamos dinero. ¿Cuántas ganancias dijo que podría hacer conmigo?
Al menos, la mujer parecía interesada. Se acomodó en su asiento, moviéndose hacia adelante, como si quisiera escucharlo mejor a pesar de que Aegon estaba hablando en voz alta y con claridad. Aegon se mordió con desesperación el labio inferior y tragó en seco, dando un paso al frente.
—Larys sabe limpiar cualquier cosa, es un buen niño y se quejará poco con lo que sea que le den de comer… —Aegon se apresuró a decir, con una sonrisa que pretendía ser despreocupada. Se preguntó si Jacaerys iba a ofenderse porque estaba usando el nombre de Larys Strong, pero esa era una nimiedad para la situación en la que estaban. Cuando la mujer rio de nuevo, aunque no sabía si eso era buena señal—. Necesitamos el dinero para volver a Braavos y usted dijo que podría ganar algo con mi apariencia. No es mal trato.
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Juno
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Dom Sep 24, 2023 11:22 pm por Minerva
IV. A Shadow on the Wall
Astapor
Tarde
Con Aegon
No podía creer lo que estaba escuchando. Le alegraba que Aegon también hubiera optado por apegarse a su historia sobre ser hijo de Daemon. Algún día esperaba que volvieran a estar en alguna situación en la que pudiera burlarse de él al respecto. Pero ahora mismo las cosas estaban dando un giro inesperado.
Parpadeó cuando se dio cuenta de que su tío lo estaba dejando fuera del negocio. Lo estaba poniendo a limpiar, algo que no había hecho en su vida y podía terminar en volar su cobertura cuando vieran que no sabía limpiar ni una ventana. Pero eso era lo de menos.
Incluso podía pasar por alto por ahora el nombre Larys.
Pero Aegon estaba hablando seriamente de venderse.
¿Pensaba prostituirse, como una de esas chicas? Quiso decirle de inmediato que parara. Que qué demonios le pasaba. Pero la mujer los veía como un depredador a su presa y estaban entre la espada y la pared.
Tan solo alcanzó a estirar una mano y estrechar la rodilla de Aegon como una especie de advertencia.
—¿Estás seguro...? —preguntó en voz baja.
Lo miró con preocupación, pero seguía indeciso de qué podía decir frente a la mujer, quien río en ese momento.
—Eso, ¿estás seguro? No es un trabajo fácil, aunque eso creas... Pregúntale a mis chicas... Y si quieres buen dinero, tendrás que estar dispuesto a aceptar todo tipo de clientes. ¿Crees poder con ello?
A Jace se le puso la piel de gallina de solo escucharla. Aegon no podía estarlo pensando en serio. Seguramente solo quería ganar tiempo. ¿Cierto?
—Ambos podemos limpiar también, y somos buenos peleando, podemos trabajar en seguridad si lo necesita.
Era un intento desesperado y lo sabía. La mujer también porque rió de nuevo.
—Con eso juntarían dinero para ir a Braavos hasta que estén viejos, y yo no ganaría un centavo. No voy siquiera a valorarlo—dijo de inmediato, desechando la idea.
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Minerva
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Lun Sep 25, 2023 11:20 pm por Juno
IV. A Shadow on the Wall
Astapor
Tarde
Con Jace
Jacaerys era transparente.
Aegon siempre lo había sabido, pero en este momento ver su cara afectada, superada por las circunstancias, le daba más rabia que nunca. Había algo en los ojos de Jacaerys, demasiado parecido a la compasión, que lo hacía sentirse todavía peor de lo que ya estaba. Cuando su sobrino le rozó la rodilla, Aegon se alejó, porque no quería ni su compasión ni sus tonterías.
En este momento, lo único que les quedaba era ser prácticos. Además, luego de los pobres intentos de Jacaerys de negociar con la mujer, era obvio que ella ya los tenía donde quería. Aegon se mordió el labio inferior, tratando de no caer presa del nerviosismo.
—Ninguno de los dos quiere volver a Braavos cuando seamos ancianos… —dijo Aegon, encogiéndose de hombros, fijando la vista en le piso. Le habría gustado mantenerle la imagen a la mujer, pero en este momento le interesaba más huir de los ojos de Jacaerys—. Lo tomaré. Tenemos un trato.
La risa que precedió a continuación fue terrible, al punto de Aegon cerró los ojos por un instante, sabiendo que acababa de sellar su destino en una decisión apresurada y quizás mal pensada. Pero, pensó, quizás así él y Jacaerys se mantendrían juntos. Si de verdad estaban en Astapor, que los capturaran cazarrecompensas sería el menor de sus problemas, debía de haber esclavistas en cada esquina y ellos no tenían nada con qué defenderse.
—Es una decisión sensata. La mayoría de mis chicas está aquí por protección, porque la otra posibilidad es caer en manos de esclavistas. Y les aseguro que esos no son tan compasivos como yo… —comentó ella, acariciándose la barbilla y mostrándoles a ambos sus dientes amarillentos y las arrugas alrededor de sus labios—. Ustedes, sin embargo, ya tienen una deuda conmigo, así que las primeras ganancias van a ser sólo para mí.
Aegon sintió un nudo en la garganta cuando escuchó aquello. Abrió los labios, pero no pudo articular palabra. Quiso renegar, pero no tenía opción, la mujer tenía la razón al decir que podía dejarlos con esclavistas. Se consoló al pensar que, al menos, ganó algo de tiempo.
—Pero Larys se queda aquí también, conmigo… —insistió, sintiendo los labios más resecos que antes. La mujer puso los ojos en blanco, sin abandonar la sonrisa de los labios.
—Cuando las chicas me dijeron la forma tan cariñosa en que se tocaron en la bañera, pensé que estaban exagerando, todas son unas sentimentales. Ya lo veo que tenían razón… —exclamó con otra carcajada—. Está bien, lo pondré a lustrar los pisos y los baños, aquí las manos no sobran. Pero habrá reglas.
Reglas. Esa palabra le daba escalofríos.
Aegon siempre lo había sabido, pero en este momento ver su cara afectada, superada por las circunstancias, le daba más rabia que nunca. Había algo en los ojos de Jacaerys, demasiado parecido a la compasión, que lo hacía sentirse todavía peor de lo que ya estaba. Cuando su sobrino le rozó la rodilla, Aegon se alejó, porque no quería ni su compasión ni sus tonterías.
En este momento, lo único que les quedaba era ser prácticos. Además, luego de los pobres intentos de Jacaerys de negociar con la mujer, era obvio que ella ya los tenía donde quería. Aegon se mordió el labio inferior, tratando de no caer presa del nerviosismo.
—Ninguno de los dos quiere volver a Braavos cuando seamos ancianos… —dijo Aegon, encogiéndose de hombros, fijando la vista en le piso. Le habría gustado mantenerle la imagen a la mujer, pero en este momento le interesaba más huir de los ojos de Jacaerys—. Lo tomaré. Tenemos un trato.
La risa que precedió a continuación fue terrible, al punto de Aegon cerró los ojos por un instante, sabiendo que acababa de sellar su destino en una decisión apresurada y quizás mal pensada. Pero, pensó, quizás así él y Jacaerys se mantendrían juntos. Si de verdad estaban en Astapor, que los capturaran cazarrecompensas sería el menor de sus problemas, debía de haber esclavistas en cada esquina y ellos no tenían nada con qué defenderse.
—Es una decisión sensata. La mayoría de mis chicas está aquí por protección, porque la otra posibilidad es caer en manos de esclavistas. Y les aseguro que esos no son tan compasivos como yo… —comentó ella, acariciándose la barbilla y mostrándoles a ambos sus dientes amarillentos y las arrugas alrededor de sus labios—. Ustedes, sin embargo, ya tienen una deuda conmigo, así que las primeras ganancias van a ser sólo para mí.
Aegon sintió un nudo en la garganta cuando escuchó aquello. Abrió los labios, pero no pudo articular palabra. Quiso renegar, pero no tenía opción, la mujer tenía la razón al decir que podía dejarlos con esclavistas. Se consoló al pensar que, al menos, ganó algo de tiempo.
—Pero Larys se queda aquí también, conmigo… —insistió, sintiendo los labios más resecos que antes. La mujer puso los ojos en blanco, sin abandonar la sonrisa de los labios.
—Cuando las chicas me dijeron la forma tan cariñosa en que se tocaron en la bañera, pensé que estaban exagerando, todas son unas sentimentales. Ya lo veo que tenían razón… —exclamó con otra carcajada—. Está bien, lo pondré a lustrar los pisos y los baños, aquí las manos no sobran. Pero habrá reglas.
Reglas. Esa palabra le daba escalofríos.
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