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Dom Nov 13, 2022 7:36 pm por Juno
Recuerdo del primer mensaje :
Even stone will crack and melt if a fire is hot enough
INSPIRED
TV Series
House of the Dragon
En los Siete Reinos corre el mismo rumor desde hace muchos años: la Reina Alicent y la Princesa Rhaenyra, quienes alguna vez se tuvieron un inmenso cariño, cada vez se soportan menos. Años de rencor cociéndose poco a poco, no ha hecho más que salpicar al resto de sus familias.
Los rumores son tan fuertes y vuelan tan lejos, que en las Ciudades Libres la Triarquía está esperando el momento justo para utilizar las grietas de la familia Targaryen a su favor. Llevan varios meses planeando una estrategia perfecta que dé un golpe perfecto al envejecido Rey Viserys, que lo obligue a recordar que su imperio no es indestructible ni intocable, como llevan pensándolo por tanto tiempo.
Ajeno al conflicto, Aegon vive todos los días de su vida como si fueran el último, fastidiado al ver cómo su padre se consume cada minuto que pasa y eso significa que tanto su madre como su abuelo van a poner sobre su cabeza una corona que nadie le preguntó si quiere. En el otro extremo de la familia Targaryen, Jacaerys vive angustiado al saber que no todos en la Corte aceptan a su madre como la legítima heredera al trono, y además cuestionan de manera constante su origen y el de sus hermanos.
Un día como cualquier otro, de manera inesperada, la Triarquía ataca. Aegon desaparece en medio de la noche, aunque las malas leguas dicen que dos hombres encapuchados lo sacaron de uno de los burdeles que el príncipe frecuentaba a escondidas de la Corte. Jacaerys es visto por última vez en el puerto de Marcaderiva, cuando hacía una visita de rutina a la familia de su padre. Alicent y Rhaenyra lloran la pérdida de sus hijos, pero las noticias vuelan muy rápido y por primera vez no parece que tengan razones para culparse la una a la otra.
Los rumores de la desaparición de los príncipes corren como pólvora por todo Poniente y cada quien tiene sospechosos diferentes. Algunos culpan a Dorne, aquel reino de salvajes que juró venganza eterna contra la dinastía Targaryen. Los más atrevidos apuntan a la Mano del Rey, Lord Hightower, que busca a la vez deshacerse de la descendencia de Rhaenyra y colocar al más apto de sus nietos en el Trono de Hierro. Otros pocos aciertan con la Triarquía, enemiga jurada de Daemon Targaryen. Pero los días pasan y nadie se pronuncia al respecto, mientras el paradero de los príncipes es desconocido.
A pesar de los crecientes rumores de sus muertes, Aegon y Jacaerys están cautivos en las Ciudades Libres, luego de que la unidad de la Triarquía se tambaleara al verse incapaces de ponerse de acuerdo con la negociación de su rescate. Nadie les da noticias sobre dónde están, ni qué piensan hacer con ellos ni tampoco qué noticias tienen sus familias sobre el secuestro. Cada día que pasa, Jacaerys tiene claro que la única opción que tienen es trabajar juntos para volver a casa, mientras que Aegon empieza a preguntarse si no tiene con qué negociar su propia libertad para nunca más volver a la Fortaleza Roja.
Los rumores son tan fuertes y vuelan tan lejos, que en las Ciudades Libres la Triarquía está esperando el momento justo para utilizar las grietas de la familia Targaryen a su favor. Llevan varios meses planeando una estrategia perfecta que dé un golpe perfecto al envejecido Rey Viserys, que lo obligue a recordar que su imperio no es indestructible ni intocable, como llevan pensándolo por tanto tiempo.
Ajeno al conflicto, Aegon vive todos los días de su vida como si fueran el último, fastidiado al ver cómo su padre se consume cada minuto que pasa y eso significa que tanto su madre como su abuelo van a poner sobre su cabeza una corona que nadie le preguntó si quiere. En el otro extremo de la familia Targaryen, Jacaerys vive angustiado al saber que no todos en la Corte aceptan a su madre como la legítima heredera al trono, y además cuestionan de manera constante su origen y el de sus hermanos.
Un día como cualquier otro, de manera inesperada, la Triarquía ataca. Aegon desaparece en medio de la noche, aunque las malas leguas dicen que dos hombres encapuchados lo sacaron de uno de los burdeles que el príncipe frecuentaba a escondidas de la Corte. Jacaerys es visto por última vez en el puerto de Marcaderiva, cuando hacía una visita de rutina a la familia de su padre. Alicent y Rhaenyra lloran la pérdida de sus hijos, pero las noticias vuelan muy rápido y por primera vez no parece que tengan razones para culparse la una a la otra.
Los rumores de la desaparición de los príncipes corren como pólvora por todo Poniente y cada quien tiene sospechosos diferentes. Algunos culpan a Dorne, aquel reino de salvajes que juró venganza eterna contra la dinastía Targaryen. Los más atrevidos apuntan a la Mano del Rey, Lord Hightower, que busca a la vez deshacerse de la descendencia de Rhaenyra y colocar al más apto de sus nietos en el Trono de Hierro. Otros pocos aciertan con la Triarquía, enemiga jurada de Daemon Targaryen. Pero los días pasan y nadie se pronuncia al respecto, mientras el paradero de los príncipes es desconocido.
A pesar de los crecientes rumores de sus muertes, Aegon y Jacaerys están cautivos en las Ciudades Libres, luego de que la unidad de la Triarquía se tambaleara al verse incapaces de ponerse de acuerdo con la negociación de su rescate. Nadie les da noticias sobre dónde están, ni qué piensan hacer con ellos ni tampoco qué noticias tienen sus familias sobre el secuestro. Cada día que pasa, Jacaerys tiene claro que la única opción que tienen es trabajar juntos para volver a casa, mientras que Aegon empieza a preguntarse si no tiene con qué negociar su propia libertad para nunca más volver a la Fortaleza Roja.
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Jacaerys Velaryon
Fugitivo — 16DNN — Harry Collett — Minerva
Aegon Targaryen
Fugitivo — 20DDN — Tom Glynn-Carney — Juno
∞
- Post de rol:
- Código:
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Última edición por Juno el Sáb Abr 08, 2023 7:31 pm, editado 4 veces
Juno
Juno

Juno

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Mar Abr 04, 2023 10:07 pm por Juno
II. And Full of Terrors
Astapor
Noche
Con Jace
Aegon no recordaba cuándo había sido la última vez que él y Jacaerys estuvieron de acuerdo en algo. Quizás cuando no eran más que unos niños y se ponían de acuerdo para fastidiar a Aemond porque era el único de ellos que no tenía un dragón. En ese entonces, su sobrinos no era un más que un par más de compañeros de juegos. Unos que tenían la misma jerarquía que él y quienes podían hablarlo sin tanto protocolo.
Estaba convencido de que esa tenía que ser la vida de otra persona. Aegon ya había olvidado que hubo una época en la que, de verdad, Jacaerys y Lucerys eran tan sólo un par de niños como él que también se aburrían de tantas intrigas palaciegas. Pero luego, con el pasar del tiempo, acabaron convirtiéndose en una amenaza para él. Lo que su madre pensaba que era una amenaza, al menos. Muchas noches pensó, como una fantasía infantil, que su vida sería distinta si hubiera sido el segundo hijo en lugar del primero.
—¿Te das cuenta que tuvimos que pasar por un secuestro para que pudiéramos ponernos de acuerdo en algo? ¿Quién lo iba a decir? —Aegon soltó una carcajada ahogada. No estaba tan seguro de Rhaenyra, pero él sí que sabía que su familia, especialmente su abuelo, estaría decepcionado de que no hubiera aprovechado la oportunidad para apuñalar a Jacaerys y dejarlo en la primera zanja que encontrara en el camino.
Aegon se estremeció al darse cuenta que Jacaerys estaba buscando su cercanía. ¿Qué creía? ¿Acaso pensaba que era una almohada? Estuvo a punto de decírselo, pero el cuerpo de Jacaerys estaba tibio y le proporcionaba algo de conforte. Un poco de comodidad en medio de ese sitio tan horrible.
—¿Huir? —balbuceó y luego chasqueó los labios—. Eres demasiado ambicioso, Jace. Lo primero es buscar algo para comer, si pretendes huir sin poder mantenerte de pie, creo que no vas a llegar muy lejos. Algo de comer. Y para vestirnos. Parecemos pordioseros.
Aegon sabía bien que, dadas las circunstancias, estar vivo debía ser suficiente agradecimiento. Pero era difícil sentirse agradecido cuando estaba descalzo, lleno de mierda de oveja y estaba muerto de hambre.
Estaba convencido de que esa tenía que ser la vida de otra persona. Aegon ya había olvidado que hubo una época en la que, de verdad, Jacaerys y Lucerys eran tan sólo un par de niños como él que también se aburrían de tantas intrigas palaciegas. Pero luego, con el pasar del tiempo, acabaron convirtiéndose en una amenaza para él. Lo que su madre pensaba que era una amenaza, al menos. Muchas noches pensó, como una fantasía infantil, que su vida sería distinta si hubiera sido el segundo hijo en lugar del primero.
—¿Te das cuenta que tuvimos que pasar por un secuestro para que pudiéramos ponernos de acuerdo en algo? ¿Quién lo iba a decir? —Aegon soltó una carcajada ahogada. No estaba tan seguro de Rhaenyra, pero él sí que sabía que su familia, especialmente su abuelo, estaría decepcionado de que no hubiera aprovechado la oportunidad para apuñalar a Jacaerys y dejarlo en la primera zanja que encontrara en el camino.
Aegon se estremeció al darse cuenta que Jacaerys estaba buscando su cercanía. ¿Qué creía? ¿Acaso pensaba que era una almohada? Estuvo a punto de decírselo, pero el cuerpo de Jacaerys estaba tibio y le proporcionaba algo de conforte. Un poco de comodidad en medio de ese sitio tan horrible.
—¿Huir? —balbuceó y luego chasqueó los labios—. Eres demasiado ambicioso, Jace. Lo primero es buscar algo para comer, si pretendes huir sin poder mantenerte de pie, creo que no vas a llegar muy lejos. Algo de comer. Y para vestirnos. Parecemos pordioseros.
Aegon sabía bien que, dadas las circunstancias, estar vivo debía ser suficiente agradecimiento. Pero era difícil sentirse agradecido cuando estaba descalzo, lleno de mierda de oveja y estaba muerto de hambre.
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Juno
Juno

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Miér Abr 05, 2023 11:51 pm por Minerva
II. And full of terrors
Astapor
Noche
Con Aegon
No había notado lo agotado que estaba. Cada músculo de su cuerpo le dolía, aparte del estómago que se le retorcía todavía de las agresiones y la falta de comida.
Aegon se sentía cálido a su lado, inconscientemente había reducido la distancia entre ellos, rozando con los dedos la tela de su camisa, casi como un niño que fuera aferrarse a ella. De repente, Jace se sentía un niño perdido, no un príncipe heredero.
Ahí, en un punto perdido de Essos, en medio de la mierda de oveja, escondidos en la oscuridad, no era un Targaryen. No era nadie.
Incluso Aegon le estaba dando clases de sentido común. Tenía razón. Era ridículo pensar en huir en su estado actual. Comida, ropa... Para todo eso se necesitaba dinero y ninguno tenía un centavo. Los habían despojado de todo lo que tenían y sus ropas no eran más que harapos. Pordioseros. Aegon tenía razón.
Qué tan mal estaban para que Aegon tuviera razón.
—Mañana lo resolveremos.... —dijo, aunque era más un deseo que una certeza.
Nunca había tenido que resolver nada así. Su madre era la que tomaba decisiones. Daemon ejecutaba. Jace observaba y aprendía, Pero no resolvía problemas. Nunca había tenido que valerse por sí mismo. Pero ahora solo contaba con Aegon. Aegon, quien desde hacía años no quería tener relación alguna con Luke o con él, todos envenenados por la guerra de sus madres.
—Mañana nos pondremos de acuerdo de nuevo—añadió en otro murmullo, mientras el sueño empezaba a vencerlo.
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Minerva
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Sáb Abr 08, 2023 7:25 pm por Juno
III. Fear cuts deeper than swords
Astapor
Mañana
Con Jace
A Aegon le dolía todo el cuerpo la mañana siguiente, estaba seguro que sólo había dormido un par de horas, pero mientras Jacaerys vigilaba él había fingido dormir. La alternativa era quedarse hablando con Jacaerys hasta el amanecer y estaba tan cansado que ni siquiera le quedaban fuerzas para meterse con él.
Los dos habían salido de aquel granero al amanecer, cuando apenas estaba despuntando el alba. Con algo más de visibilidad, Aegon había robado un gancho que estaba sosteniendo una de las puertas del corral de las ovejas. Le parecía que estaba oxidado, pero quería probar si eso serviría para que al menos pudieran quitarse los grilletes. No le preguntó a Jacaerys su opinión, tan sólo le tomó de la muñeca, quizás con más brusquedad de la necesaria, para probar si las cadenas cedían.
—Quédate quieto, Jace, te remueves más que una gallina en el matadero —susurró Aegon, aunque tan sólo lo decía porque estaba muy nervioso. No tenía la más mínima de lo que estaba haciendo, temía lastimarse más las manos, romper lo que había robado, o hacerle daño a Jacaerys. Su sobrino era un incordio, pero si perdía una mano iban a tener todavía más dificultades.
No supo cuánto tiempo pasó cuando, por fin, escuchó un ruido seco y la cadena que sujetaba la muñeca de Jacaerys cayó al piso. Aegon suspiró hondo, pero no le dio tiempo de celebrar nada porque el trapo que estaba cubriendo su cabeza se le resbaló de los hombros. Chasqueó la lengua y se agachó para recogerlo, cubriéndose de nuevo lo mejor que pudo. Estaba seguro que parecía un sirviente de las cocinas de la Fortaleza Roja, que cubría su cabello para evitar que el hollín lo ensuciara todavía más. Esperaba que nadie sospechara de él por cubrir su cabello.
Todavía era muy temprano, la callejuela de donde habían salido estaba poco transitada, pero Aegon se sintió irremediablemente expuesto.
—No quiero volver con nuestras amigas las ovejas, pero tenemos que buscar otro sitio dónde escondernos. Este lugar es tan horrible que tiene que haber algún cuarto abandonado, tomaré lo que sea, me duelen los pies —exclamó con voz rota, no le quedaban fuerzas para pretender ser optimista. Estaban en una precaria situación. Necesitaban, como mínimo, una muda de ropa y algo de comer. Comida de verdad y no lo que sea que les dieron en esa celda—. Espero que hayas prestado atención a lo que hice, porque vas a tener que ayudarme.
Aegon carraspeó y le mostró a cadena que todavía prendía de su muñeca derecha.
Los dos habían salido de aquel granero al amanecer, cuando apenas estaba despuntando el alba. Con algo más de visibilidad, Aegon había robado un gancho que estaba sosteniendo una de las puertas del corral de las ovejas. Le parecía que estaba oxidado, pero quería probar si eso serviría para que al menos pudieran quitarse los grilletes. No le preguntó a Jacaerys su opinión, tan sólo le tomó de la muñeca, quizás con más brusquedad de la necesaria, para probar si las cadenas cedían.
—Quédate quieto, Jace, te remueves más que una gallina en el matadero —susurró Aegon, aunque tan sólo lo decía porque estaba muy nervioso. No tenía la más mínima de lo que estaba haciendo, temía lastimarse más las manos, romper lo que había robado, o hacerle daño a Jacaerys. Su sobrino era un incordio, pero si perdía una mano iban a tener todavía más dificultades.
No supo cuánto tiempo pasó cuando, por fin, escuchó un ruido seco y la cadena que sujetaba la muñeca de Jacaerys cayó al piso. Aegon suspiró hondo, pero no le dio tiempo de celebrar nada porque el trapo que estaba cubriendo su cabeza se le resbaló de los hombros. Chasqueó la lengua y se agachó para recogerlo, cubriéndose de nuevo lo mejor que pudo. Estaba seguro que parecía un sirviente de las cocinas de la Fortaleza Roja, que cubría su cabello para evitar que el hollín lo ensuciara todavía más. Esperaba que nadie sospechara de él por cubrir su cabello.
Todavía era muy temprano, la callejuela de donde habían salido estaba poco transitada, pero Aegon se sintió irremediablemente expuesto.
—No quiero volver con nuestras amigas las ovejas, pero tenemos que buscar otro sitio dónde escondernos. Este lugar es tan horrible que tiene que haber algún cuarto abandonado, tomaré lo que sea, me duelen los pies —exclamó con voz rota, no le quedaban fuerzas para pretender ser optimista. Estaban en una precaria situación. Necesitaban, como mínimo, una muda de ropa y algo de comer. Comida de verdad y no lo que sea que les dieron en esa celda—. Espero que hayas prestado atención a lo que hice, porque vas a tener que ayudarme.
Aegon carraspeó y le mostró a cadena que todavía prendía de su muñeca derecha.
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Juno
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Sáb Abr 15, 2023 11:52 pm por Minerva
III. Fear cuts deeper than swords
Astapor
Mañana
Con Jace
Aunque aquel lugar era de los más horribles y asquerosos en los que había estado, Jace estaba tan agotado que había podido dormir. Su cuerpo se sentía diferente ahora, y su cabeza menos nublada que el día anterior. Pero estaba débil del hambre y Aegon no dejaba de tener razón: necesitaban encontrar otro lugar para quedarse y algo de comer.
Había temido por sus manos, pero al final Aegon había sido más hábil de lo que esperaba para liberar su muñeca. Ahora era su turno. No era tan hábil en las cosas de precisión pero sí que se había fijado en como Aegon lo había hecho y pronto escuchó el sonido del seguro al soltarse.
—Listo —exclamó con más alegría de la que debería.
Era apenas un pequeño paso. Zafó el metal de la muñeca de Aegon y lo tiró a un lado.
—Que no sirva de precedente pero tienes razón. También tenemos que encontrar algo más apropiado para cubrirte la cabeza, esto te queda realmente mal —comentó. No tenía intención de ofenderlo, pero mientras miraba su trozo de camisa tapando su cabeza no pudo evitar torcer el gesto—. Puede que no delates que eres un Targaryen pero llama la atención.
Miró a su alrededor. Había casas ahí. Seguro que podían robar algo. Excepto porque nunca había robado algo en la vida, ¿y si lo atrapaban? No tendría la habilidad. Pero no tenían dinero ni nada de valor, así que no podrían conseguir lo que necesitaban de manera legal. No hasta que encontraran una forma de trabajar o algo así.
Le mareaba pensar que no había una solución inmediata que los llevara de regreso a Poniente.
—Deberíamos caminar un poco por acá, seguro encontramos algo que podamos tomar de un tendedero o algo así. También necesitamos lavarnos, creo que se nos quedó pegado el olor de las ovejas...
Tampoco es que tuviera mucha experiencia en espacios como aquel. Jace había pasado su vida metido en un palacio, con sirvientes. Sabía luchar, sabía técnicas para sobrevivir en un campo de batalla. Pero no así, no débil y en desventaja.
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Minerva
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Mar Abr 25, 2023 5:53 pm por Juno
III. Fear cuts deeper than swords
Astapor
Mañana
Con Jace
Cuando la cadena cayó al piso, a Aegon le pareció que resonó más de la cuenta. Se sintió repentinamente más ligero, aunque sabía que era ridículo emocionarse con un detalle tan simple, cuando él y Jacaerys estaban en verdaderos problemas. Todavía tenía los pies descalzos, estaba vestido con harapos, su pelo lo delataba como un Targaryen y estaba muriendo de hambre. No había pasado el peligro para ninguno de los dos.
Sin embargo, le parecía que Jacaerys estaba satisfecho con haberlo liberado de los grilletes también, así que Aegon se obligó a sonreír con un asentimiento. ¿Cuándo había sido la última vez que Jacaerys y él habían intercambiado una sonrisa? No conseguía recordarlo con exactitud.
—Eso de que yo tenga razón suena terrible —confesó de pronto. Aegon no se engañaba a sí mismo, sabía que no era la persona más prudente, ni tampoco tenía la más mínima idea de cómo tomar grandes decisiones. Toda la vida, alguien había tomado decisiones por él, quien sólo se adaptó a las circunstancias lo mejor que pudo.
Se llevó una mano a la cabeza, porque Jacaerys tenía razón. Tenían que hacer algo con su cabello. Lo ideal sería teñírselo, pero estaban en tan precaria situación que tenía que conformarse con algo más firme para cubrirlo. Parecería un sirviente y así como estaba vestido nadie tenía por qué sospechar nada. Pero, antes que cualquier cosa, Aegon quería comer. Tenía el estómago revuelto y necesitaba llevarse algo a la boca.
—No sabía que tenías alma de ladrón, querido Jace. Mira si al final íbamos a tener cuidado contigo con eso de robar el trono de hierro… —comentó con sorna, tan sólo para sacarse el mal humor de la situación tan terrible en que estaban. Hablar del trono y las intrigas palaciegas que dejaron atrás, le recordaban quién se suponía que era y no el triste tipo que se durmió anoche entre la mierda de las ovejas—. Este mercado no puede ser tan diferente al de Desembarco del Rey, tiene que haber alguien lo bastante descuidado que nos permita robar algo. No sé tú, pero prefiero llenar mi estómago y vestir feo, pero me dirás qué prefieres.
Miró a Jacaerys con curiosidad, esperando que él tomara la decisión, pues no quería tener tanta responsabilidad encima. Esperaba que su sobrino también tuviera hambre suficiente para decantarse por robar comida. Lo examinó con detenimiento, tenía el pelo sucio y los labios completamente resecos, así como la ropa le estaba colgando de un hombro.
—Si te ves así de terrible, no quiero imaginar cómo estoy yo… —exclamó de pronto.
Sin embargo, le parecía que Jacaerys estaba satisfecho con haberlo liberado de los grilletes también, así que Aegon se obligó a sonreír con un asentimiento. ¿Cuándo había sido la última vez que Jacaerys y él habían intercambiado una sonrisa? No conseguía recordarlo con exactitud.
—Eso de que yo tenga razón suena terrible —confesó de pronto. Aegon no se engañaba a sí mismo, sabía que no era la persona más prudente, ni tampoco tenía la más mínima idea de cómo tomar grandes decisiones. Toda la vida, alguien había tomado decisiones por él, quien sólo se adaptó a las circunstancias lo mejor que pudo.
Se llevó una mano a la cabeza, porque Jacaerys tenía razón. Tenían que hacer algo con su cabello. Lo ideal sería teñírselo, pero estaban en tan precaria situación que tenía que conformarse con algo más firme para cubrirlo. Parecería un sirviente y así como estaba vestido nadie tenía por qué sospechar nada. Pero, antes que cualquier cosa, Aegon quería comer. Tenía el estómago revuelto y necesitaba llevarse algo a la boca.
—No sabía que tenías alma de ladrón, querido Jace. Mira si al final íbamos a tener cuidado contigo con eso de robar el trono de hierro… —comentó con sorna, tan sólo para sacarse el mal humor de la situación tan terrible en que estaban. Hablar del trono y las intrigas palaciegas que dejaron atrás, le recordaban quién se suponía que era y no el triste tipo que se durmió anoche entre la mierda de las ovejas—. Este mercado no puede ser tan diferente al de Desembarco del Rey, tiene que haber alguien lo bastante descuidado que nos permita robar algo. No sé tú, pero prefiero llenar mi estómago y vestir feo, pero me dirás qué prefieres.
Miró a Jacaerys con curiosidad, esperando que él tomara la decisión, pues no quería tener tanta responsabilidad encima. Esperaba que su sobrino también tuviera hambre suficiente para decantarse por robar comida. Lo examinó con detenimiento, tenía el pelo sucio y los labios completamente resecos, así como la ropa le estaba colgando de un hombro.
—Si te ves así de terrible, no quiero imaginar cómo estoy yo… —exclamó de pronto.
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Juno
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Sáb Abr 29, 2023 12:57 am por Minerva
III. Fear cuts deeper than swords
Astapor
Mañana
Con Jace
Su tío empezaba a sonar más parecido a como era siempre. Estaba haciendo bromas tontas y burlándose de él. Sin embargo, por primera vez en mucho tiempo Jace no se sentía atacado en realidad. Le recordaba lejanamente cuando estaban pequeños y jugaban juntos, metiéndose todos con Aemond por no tener dragón.
En esa época se había llevado bien con sus tíos mayores, sobre todo con Aegon. Pero eso había sido antes de todo lo demás.
—Creo que ambas cosas son necesarias. Si los hombres del barco nos siguen buscando seguro ya le dieron nuestra descripción a todos —respondió, mirando con preocupación los cabellos plateados de su tío.
Nunca había agradecido tanto no parecer un Targaryen, pero le servía de poco si por Aegon los identificaban.
—Podemos buscar algo de comer que podamos tomar. Si hubiera algún árbol frutal o algo así que no tengamos que robar propiamente sería lo idea... ¿no crees? —Era solo una propuesta, porque la verdad con el hambre que tenían debían tomar comida de donde pudieran.—. Pero si vemos algo para tu cabello de camino, lo deberíamos tomar. Lo necesitamos. Y algo de ropa.
Es que no era una cuestión de elegir una cosa o la otra. Necesitaban ambas: comida y vestido. También necesitarían refugio, pero sería más fácil pensar en eso cuando estuvieran ya en mejores condiciones.
—Tal vez uno puede encargarse de buscar comida y otro de la ropa, ¿cómo te suena?
Tenían que volver a trabajar en equipo. Hacía muchos años habían sabido hacerlo. Ahora no estaba seguro, pero no tenían otra opción. Estaban tan lejos de casa que solo se tenían el uno al otro. Les gustara la idea o no.
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Minerva
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Miér Mayo 03, 2023 11:31 pm por Juno
III. Fear cuts deeper than swords
Astapor
Mañana
Con Jace
Cuando Jacaerys mencionó a los hombres que los habían secuestrado, a Aegon se le encogió de nuevo el estómago, que le dolía de lo vacío que estaba. Ninguno de los dos tenía idea de quiénes eran, aunque podía asumir que eran miembros o trabajaban para la Triarquía, que buscaba minar el poder de la familia Targaryen desde hacía mucho tiempo. Para Aegon, completamente embebido en intrigas palaciegas, era extraño imaginarse que él y Jacaerys tenían un enemigo en común.
Pero así era: la Triarquía no distinguía entre ningún bando de su familia. Para ellos, cualquier Targaryen era un enemigo. La sola idea le daba arcadas, pero suponía que así era más sencillo y no le quedaba más remedio que trabajar de mano con Jacaerys. Al menos, Jacaerys parecía dispuesto a sobrevivir y eso ya era más que suficiente.
—Lo del árbol frutal no sonaría tan mal, de no ser porque dudo que aquí haya una zona tan fértil como para tener algo como eso… —comentó Aegon señalándole a su alrededor a Jacaerys. Era una zona empobrecida y llena de construcciones, no veía nada allí que pudiera crecer, mucho menos dar frutos. Pero lo tomaría si eso significaba algo menos que tenían que robar—. Anda, empecemos con esto.
Lo bueno de que aquel mercado fuera tan sucio y caótico, era que ninguno de los dos resaltaba especialmente. Si continuaba con la cabeza tapada, o si conseguía teñirse de verdad, no llamaría la atención, ni tampoco Jacaerys. Eso era bueno, a pesar de que estaban harapientos y necesitaban con urgencia un baño. En este momento, mezclarse con la plebe era lo mejor que les podía pasar.
—¿Te gusta la idea de separarnos…? —preguntó de pronto, aunque no era eso lo que tenía ganas de decir. Aegon quería sentirse un poco más seguro de dónde estaban parados, pero miró a Jacaerys con expresión dudosa. La verdad era que sí, sonaba práctico separarse para cada quien enfocarse en una cosa, pero separarse también implicaba que quedaran vulnerables. No había dejado de repetirse que sólo se tenían el uno al otro—. No es que quiera estar pegado a ti todo el tiempo, no me tomes por un sentimental, pero…
De pronto, se escuchó un gran estruendo en el mercado. Aegon vio cómo había un grupo de hombres, que parecían ir armados y su primer instinto fue tomar la mano de Jacaerys, empujándolo al primer callejón oscuro que encontró. Aegon sintió cómo los pies se le mojaron, seguro que cayeron en un charco de barro, pero no se detuvo a mirar, se apretujó contra Jacaerys, escondiéndose detrás de lo que parecían un montón de madera vieja y humedecida. Olía espantoso, seguro que también servía de desecho para los animales del mercado.
Le hizo un gesto a Jacaerys, sólo para que no se le ocurriera abrir la boca. No podían saber a ciencia cierta si esos hombres los estaban buscando, pero no iba a arriesgarse. Esperaba que su sobrino tampoco.
Pero así era: la Triarquía no distinguía entre ningún bando de su familia. Para ellos, cualquier Targaryen era un enemigo. La sola idea le daba arcadas, pero suponía que así era más sencillo y no le quedaba más remedio que trabajar de mano con Jacaerys. Al menos, Jacaerys parecía dispuesto a sobrevivir y eso ya era más que suficiente.
—Lo del árbol frutal no sonaría tan mal, de no ser porque dudo que aquí haya una zona tan fértil como para tener algo como eso… —comentó Aegon señalándole a su alrededor a Jacaerys. Era una zona empobrecida y llena de construcciones, no veía nada allí que pudiera crecer, mucho menos dar frutos. Pero lo tomaría si eso significaba algo menos que tenían que robar—. Anda, empecemos con esto.
Lo bueno de que aquel mercado fuera tan sucio y caótico, era que ninguno de los dos resaltaba especialmente. Si continuaba con la cabeza tapada, o si conseguía teñirse de verdad, no llamaría la atención, ni tampoco Jacaerys. Eso era bueno, a pesar de que estaban harapientos y necesitaban con urgencia un baño. En este momento, mezclarse con la plebe era lo mejor que les podía pasar.
—¿Te gusta la idea de separarnos…? —preguntó de pronto, aunque no era eso lo que tenía ganas de decir. Aegon quería sentirse un poco más seguro de dónde estaban parados, pero miró a Jacaerys con expresión dudosa. La verdad era que sí, sonaba práctico separarse para cada quien enfocarse en una cosa, pero separarse también implicaba que quedaran vulnerables. No había dejado de repetirse que sólo se tenían el uno al otro—. No es que quiera estar pegado a ti todo el tiempo, no me tomes por un sentimental, pero…
De pronto, se escuchó un gran estruendo en el mercado. Aegon vio cómo había un grupo de hombres, que parecían ir armados y su primer instinto fue tomar la mano de Jacaerys, empujándolo al primer callejón oscuro que encontró. Aegon sintió cómo los pies se le mojaron, seguro que cayeron en un charco de barro, pero no se detuvo a mirar, se apretujó contra Jacaerys, escondiéndose detrás de lo que parecían un montón de madera vieja y humedecida. Olía espantoso, seguro que también servía de desecho para los animales del mercado.
Le hizo un gesto a Jacaerys, sólo para que no se le ocurriera abrir la boca. No podían saber a ciencia cierta si esos hombres los estaban buscando, pero no iba a arriesgarse. Esperaba que su sobrino tampoco.
∞
Juno
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Lun Mayo 15, 2023 12:00 am por Minerva
III. Fear cuts deeper than swords
Astapor
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Con Jace
Era curioso cómo cambiaba la vida de golpe. Unos días atrás Jace jamás se hubiera imaginado que iba a haber una circunstancia en que no quisiera separarse de Aegon, pero la respuesta a su pregunta era muy clara. Pero no pudo contestar de una vez. El alboroto que se armó los tomó por sorpresa, y se dejó guiar por su tío hasta aquel callejón oscuro.
La madera humedecida detrás de la que se escondieron olía mal, pero era más penetrante el olor de Aegon contra él. Él también debía estar apestoso. Así tan cerca para colmo era evidente que era más bajo que su tío, así que parecía que lo estaba escondiendo contra la pared.
Pronto escucharon alejarse el tumulto, así que tal vez no era sobre ellos.
—No, no parece buena idea separarnos —admitió de mala gana.
No podían seguir así. Tenían que encontrar soluciones o terminarían por atraparlos.
—Esperemos un poco a que se alejen—sugirió, todavía aferrando con las manos la camisa de Aegon.
Se soltó poco a poco cuando se dio cuenta, tenía que controlarse. Tenían que pensar fríamente.
Intentó estirar el cuello para ver qué pasaba pero no podía ver nada desde allí, lo que significaba que era un buen refugio. Cuando levantó la mirada, sin embargo, vio que en el segundo piso había una ropa colgando. Señaló hacia arriba, llamando al atención de Aegon.
—Creo que con eso podemos hacer un turbante... —susurró.—. ¿Lo alcanzas?.
Tendrían que robar, no había de otra. Entre antes empezaran, mejor.
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Minerva
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Mar Mayo 23, 2023 10:30 pm por Juno
III. Fear cuts deeper than swords
Astapor
Mañana
Con Jace
Incluso en estas circunstancias, a Aegon le resultaba gracioso que Jacaerys estuviera fastidiado cada vez que tenía que hacerle caso. A él tampoco le gustaba la idea de tener que apoyarse mutuamente cuando era consciente que ni siquiera se llevaban bien, pero no tenían más opciones. Pronunció la sonrisa cuando escuchó a Jacaerys admitir que separarse era mala idea. Lo más gracioso de todo ni siquiera fue por su tono apagado, sino porque estaban demasiado cerca y era obvio que Jacaerys estaba fastidiado.
Aegon podía sobrevivir un par de días en la completa miseria, si eso significaba que Jacaerys iba a estar todavía más cabreado que él. Aquello le dio un consuelo temporal, en especial cuando escuchó el tumulto desaparecer. Los bullicios del mercado, los gritos de la gente queriendo comprar cosas o vender sus productos, le produjo algo de tranquilidad.
—¿Qué cosa…? —Aegon alzó la mirada en la dirección que Jacaerys le indicó. Parpadeó varias veces al ver que había ropas colgadas sobre sus cabezas. Parpadeó varias veces pues, sí que había una tela que quizás podría funcionar para sus propósitos. Pero la vista de Aegon se movió un poco más hacia la izquierda, donde había una camisa que parecía lo bastante grande para que Jacaerys la usara.
No quería que el necio de su sobrino se acostumbrara, pero Aegon sí que se sentía un poco culpable cada vez que veía el estado en que estaba su camisa. Parecía que Jacaerys quedaría semi desnudo en cualquier momento. Así que, antes de encarar el trozo de tela que le sería útil, Aegon se puso de puntillas y extendió el brazo para tomar la camisa. Pensó que sería mucho más sencillo, pero la camisa parecía muy anudada a la soga que la sostenía. Así que todo el tendero se estremeció más de la cuenta.
Cuando Aegon tuvo por fin la camisa en las manos, escuchó un grito. Sólo pasó un instante desde que escuchó el grito y después intercambió miradas con Jacaerys, que parecía tan aterrado como él debía estarlo. Aegon estaba cansado de correr, pero no le quedó más remedio que volver a huir por las callejuelas del mercado, rogando que nadie fuera lo bastante intenso como para desear recuperar tanto esa camisa. Ni siquiera era de tan buena calidad.
Los pies le ardían y también le dolía todo el cuerpo, pero no dejó de correr hasta, una vez más, se sintió a salvo. Por un instante, Jacaerys salió de su campo visual. Se aterró de pensar lo peor, pero su sobrino estaba tan sólo unos cuantos metros detrás. Estaba arrodillado y con la respiración entrecortada. Ese callejón en donde estaban era todavía peor que el anterior, pero eso era bueno, implicaba que pocos los seguirían allí.
—Anda, ya ponte esto antes de que quedes sin ropa. Ya podré usar ese trapo viejo que llevas encima como turbante mientras —dijo, con el ceño fruncido, mientras dejaba caer la camisa al lado de Jacaerys.
Aegon podía sobrevivir un par de días en la completa miseria, si eso significaba que Jacaerys iba a estar todavía más cabreado que él. Aquello le dio un consuelo temporal, en especial cuando escuchó el tumulto desaparecer. Los bullicios del mercado, los gritos de la gente queriendo comprar cosas o vender sus productos, le produjo algo de tranquilidad.
—¿Qué cosa…? —Aegon alzó la mirada en la dirección que Jacaerys le indicó. Parpadeó varias veces al ver que había ropas colgadas sobre sus cabezas. Parpadeó varias veces pues, sí que había una tela que quizás podría funcionar para sus propósitos. Pero la vista de Aegon se movió un poco más hacia la izquierda, donde había una camisa que parecía lo bastante grande para que Jacaerys la usara.
No quería que el necio de su sobrino se acostumbrara, pero Aegon sí que se sentía un poco culpable cada vez que veía el estado en que estaba su camisa. Parecía que Jacaerys quedaría semi desnudo en cualquier momento. Así que, antes de encarar el trozo de tela que le sería útil, Aegon se puso de puntillas y extendió el brazo para tomar la camisa. Pensó que sería mucho más sencillo, pero la camisa parecía muy anudada a la soga que la sostenía. Así que todo el tendero se estremeció más de la cuenta.
Cuando Aegon tuvo por fin la camisa en las manos, escuchó un grito. Sólo pasó un instante desde que escuchó el grito y después intercambió miradas con Jacaerys, que parecía tan aterrado como él debía estarlo. Aegon estaba cansado de correr, pero no le quedó más remedio que volver a huir por las callejuelas del mercado, rogando que nadie fuera lo bastante intenso como para desear recuperar tanto esa camisa. Ni siquiera era de tan buena calidad.
Los pies le ardían y también le dolía todo el cuerpo, pero no dejó de correr hasta, una vez más, se sintió a salvo. Por un instante, Jacaerys salió de su campo visual. Se aterró de pensar lo peor, pero su sobrino estaba tan sólo unos cuantos metros detrás. Estaba arrodillado y con la respiración entrecortada. Ese callejón en donde estaban era todavía peor que el anterior, pero eso era bueno, implicaba que pocos los seguirían allí.
—Anda, ya ponte esto antes de que quedes sin ropa. Ya podré usar ese trapo viejo que llevas encima como turbante mientras —dijo, con el ceño fruncido, mientras dejaba caer la camisa al lado de Jacaerys.
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Sáb Mayo 27, 2023 2:20 am por Minerva
III. Fear cuts deeper than swords
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Con Jace
Al principio no había entendido lo que Aegon pretendía, hasta que distinguió que lo que estaba tomando del alambre era una camisa, solo que estaba mucho más difícil de jalar que el potencial turbante que había visto. Pensó en preguntarle qué hacía pero en eso tuvieron que empezar a correr.
De nuevo.
Jace se preguntaba si esta iba a ser su vida ahora. Correr sin parar, una y otra vez, de alguien que quisiera hacerles daño. Hace unas semanas jamás se hubiera imaginado en escenario así, donde Aegon y él dependieran el uno del otro.
Donde Aegon robara una camisa por él.
—Gracias —musitó, todavía impactado por la idea de que su tío había robado algo para él en lugar de lo que necesitaba él mismo.
Se quitó la camisa rota y se puso la que Aegon le había alcanzado. Le quedaba algo grande, pero no demasiado. Era un alivio sentirse vestido de nuevo. Ahora, la camisa que acababa de quitarse era un asco, pero era todo lo que tenían, al menos hasta que pudiera devolverle el favor a Aegon y encontrara algo más apropiado para su cabeza.
—Ven—le dijo tirando de él para que se agachara.
Las habilidades manuales no eran su fuerte. Lo habían entrenado en lucha y espada, pero no en este tipo de cosas. Sin embargo, intentó con lo que quedaba de su camisa hacerle un turbante con más propiedad que el anterior. Le acomodó el cabello lo mejor que pudo, a pesar de estar sucio y despeinado, y con toda la delicadeza que le fue posible acomodó la tela como un turbante.
—Al menos ya no se ve tu cabello y yo me veo menos como un indigente... —concluyó.—. Nuestra situación ha mejorado un poco. Nos falta ropa para ti y comida para ambos.
Tal vez estaba loco por pensar que eso significaba que las cosas mejoraban para ellos.
O tal vez no loco. Desesperado podía ser más exacto.
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Sáb Jun 03, 2023 1:14 am por Juno
III. Fear cuts deeper than swords
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Con Jace
Aegon se estremeció en cuanto Jacaerys se aproximó hasta él para acomodarle ese trapo viejo sobre la cabeza. Quiso apartarlo y decirle que no fuera ridículo, que no quería ese harapo cubriéndole la cabeza, porque ya tenía el pelo lo bastante sucio como para empeorar la situación. Pero su sobrino parecía tan empeñado en ser útil, que Aegon lo dejó ser. Además, ya debería empezar a acostumbrarse a su cercanía, después de lo que pasó la noche anterior, era obvio que ya no importaban los límites ni el espacio personal.
Por instinto, se llevó una mano a la cabeza, tanteando lo que Jacaerys había hecho. Era la única forma que tenía para imaginarse cómo era su apariencia, puesto que no tenía ningún espejo a mano. Eso era un lujo que estaba muy abajo en la lista de prioridades. Tal y como Jacaerys acababa de recordarle, él también necesitaba algo de ropa más decente y tenían que alimentarse. Algo de agua no les vendría mal, Aegon tenía los labios resecos, podía sentirlos cada vez que se los humedecía con la punta de la lengua.
El problema era que, si los habían pillado robando algo tan simple como una camisa, no quería ni imaginarse robar comida.
Pero su estómago sería una buena motivación, le rugía desde que despertaron aquella mañana. Ya no iban a resistir más sin comer. Si seguían sin comer, tan sólo conseguirían debilitarse más.
—Voto por comida. Te puedes hacer una idea de lo hambriento que estoy si prefiero eso a seguir vestido tan harapiento… —Aegon se encogió de hombros, asomándose un poco más hacia la calle principal del mercado. No quería pensar en todos los aromas que había allí o se volvería loco.
Cuando miró de nuevo a Jacaerys, se preguntó si él se vería igual: pálido y con expresión desolada.
—Como ya quedó claro que no somos los mejores robando, creo que la mejor opción es que uno de los dos cause alguna distracción para que el otro pueda robar. El problema es que no me gustaría que llamáramos tanto la atención… —confesó con duda en su voz. Aegon sentía que le iba a estallar la cabeza. ¿Por qué no podían volver a los días en los que él no tenía que tomar decisiones?
Era más fácil cuando otros tomaban las decisiones por él.
Por instinto, se llevó una mano a la cabeza, tanteando lo que Jacaerys había hecho. Era la única forma que tenía para imaginarse cómo era su apariencia, puesto que no tenía ningún espejo a mano. Eso era un lujo que estaba muy abajo en la lista de prioridades. Tal y como Jacaerys acababa de recordarle, él también necesitaba algo de ropa más decente y tenían que alimentarse. Algo de agua no les vendría mal, Aegon tenía los labios resecos, podía sentirlos cada vez que se los humedecía con la punta de la lengua.
El problema era que, si los habían pillado robando algo tan simple como una camisa, no quería ni imaginarse robar comida.
Pero su estómago sería una buena motivación, le rugía desde que despertaron aquella mañana. Ya no iban a resistir más sin comer. Si seguían sin comer, tan sólo conseguirían debilitarse más.
—Voto por comida. Te puedes hacer una idea de lo hambriento que estoy si prefiero eso a seguir vestido tan harapiento… —Aegon se encogió de hombros, asomándose un poco más hacia la calle principal del mercado. No quería pensar en todos los aromas que había allí o se volvería loco.
Cuando miró de nuevo a Jacaerys, se preguntó si él se vería igual: pálido y con expresión desolada.
—Como ya quedó claro que no somos los mejores robando, creo que la mejor opción es que uno de los dos cause alguna distracción para que el otro pueda robar. El problema es que no me gustaría que llamáramos tanto la atención… —confesó con duda en su voz. Aegon sentía que le iba a estallar la cabeza. ¿Por qué no podían volver a los días en los que él no tenía que tomar decisiones?
Era más fácil cuando otros tomaban las decisiones por él.
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Dom Jun 04, 2023 11:14 pm por Minerva
III. Fear cuts deeper than swords
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Con Jace
El improvisado turbante de Aegon había quedado bien sujeto, pero no tenía muy buen aspecto. Parecía un chico de la calle, pero no se veía un mechón del delator pelo Targaryen, que era la idea. Necesitaban conseguirle ropa limpia, parecía un mendigo. Ahora que Jace tenía una camisa limpia podía ver la diferencia.
Su plan no sonaba mal, necesitaban comer. Pero nadie dejaría que Aegon se le acercara sin sospechar de su aspecto. Así que había que usar eso a su favor.
—Considerando cómo nos vemos, es posible que la gente confíe más en mí que en ti ahora mismo —razonó.
Alzó la mirada, dirigiéndola hacia la dirección de la calle más transitada, de la que habían huido antes, intentando recordar qué puestos había más adelante, que parecía un mercadillo.
—Podemos aprovechar que me acerque a hablarle a alguien y se confíe, y mientras tú le robas por la espalda—propuso. —O al revés, los distraes asustándolos con tu aspecto y yo me acerco sin que nadie sospeche.
Dudaba en igual medida de ambos planes. La verdad era que sus habilidades eran otras muy diferentes. Les habían enseñado a combatir con espadas y lanzas, a montar dragones... No a robar comida y ropa. Pero tenían que intentarlo si querían sobrevivir.
—Podemos caminar un poco hasta que veamos un lugar que parezca apropiado —añadió.—. Parecerá que te estoy ayudando o algo.
De eso último estaba todavía menos seguro, pero tampoco tenían una mejor opción. Solo habían robado una pieza de ropa del tendedero, no habían tenido oportunidad de más.
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