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Rising Sun
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Eres la luz de mi oscuridad
Hace miles de años cuando aún la tierra era joven. Existieron unos elfos que, aunque fueron muy pocos habían tomado el camino obscuro. Perdiendo el rumbo de lo que era correcto y aliándose con las fuerzas de Sauron el Señor Obscuro. Dejándose corromper por la avaricia de poder que este ofrecía. Sin darse cuenta de que en realidad solo serian marionetas para obtener sus objetivos.
Entre ellos se encontraba Nothyr quien era uno de los sirvientes y generales más poderoso y temidos de Sauron. El elfo corrompido, sediento de poder, de tener todo eso que le fue arrebatado por haber nacido en tierras malditas. Su caso fue diferente, pues él no pudo elegir donde nacería quienes habían tomado el camino de la obscuridad de un comienzo habían sido sus padres. Quienes a su vez habían muerto bajo la espada de los elfos en la Guerra del Anillo. Esto provoco que generara odio a esa raza en específico quienes a su vez lo veían como un orco más y no como lo que era un elfo al igual que ellos. Cosa que tampoco le importo, pues además de ayudar a Sauron en llegar al poder buscaría obtener su propia venganza con los elfos.
Por otro lado, teníamos a Glorineth hija menor de Galadríel y Celeborn. Obstinada como su madre en su juventud. Nunca estuvo de acuerdo con que Lothlórien se aislara de todos los problemas que ocurrían en la Tierra Media. Más aun cuando su propia madre era la elfa con el más alto de los rangos que aún quedaba en la Tierra Media y no había partido a las Tierras Imperecederas. No podía entender por qué había optado por esto. Era cierto que quería proteger a su gente, la raza de los elfos poco a poco fue mermando. Pero ella no podía quedarse cruzada a que los problemas llegaran a ella. Así que simplemente decidido que sería de más ayuda en Rivendel las tierras de su cuñado Elrond sirviendo como parte del ejército de ese lugar.
Glorineth salió en una misión, fue ahí donde se encontró con un misterioso desconocido. Que resulto ser Nothyr. Ella pensaba que podía ser un aliado, él creía que ella era la clave para comenzar su venganza y pronto se vieron enfrascado en un viaje que cruzo sus destinos de una forma imposible de desatar.
La elfa había puesto su confianza en él sin darse cuenta del error que cometía pues él solo la usaba como objeto de venganza o eso era lo que al menos creía o quería creer el elfo obscuro. Pues de igual modo sin darse cuenta su forma de pensar comenzaba a cambiar. Su sed de venganza y de poner en orden las cosas parecía aplacarse con la presencia de la elfa. Haciendo que por primera vez hubiera luz en su vida. Glorineth se convirtió en un rayo de luz en su obscura existencia. La pregunta aquí era. ¿Podría él pasar la página y perdonar lo que ocurrió con sus padres?¿Sería ella capaz de perdonarlo y sacarlo de la obscuridad?
Entre ellos se encontraba Nothyr quien era uno de los sirvientes y generales más poderoso y temidos de Sauron. El elfo corrompido, sediento de poder, de tener todo eso que le fue arrebatado por haber nacido en tierras malditas. Su caso fue diferente, pues él no pudo elegir donde nacería quienes habían tomado el camino de la obscuridad de un comienzo habían sido sus padres. Quienes a su vez habían muerto bajo la espada de los elfos en la Guerra del Anillo. Esto provoco que generara odio a esa raza en específico quienes a su vez lo veían como un orco más y no como lo que era un elfo al igual que ellos. Cosa que tampoco le importo, pues además de ayudar a Sauron en llegar al poder buscaría obtener su propia venganza con los elfos.
Por otro lado, teníamos a Glorineth hija menor de Galadríel y Celeborn. Obstinada como su madre en su juventud. Nunca estuvo de acuerdo con que Lothlórien se aislara de todos los problemas que ocurrían en la Tierra Media. Más aun cuando su propia madre era la elfa con el más alto de los rangos que aún quedaba en la Tierra Media y no había partido a las Tierras Imperecederas. No podía entender por qué había optado por esto. Era cierto que quería proteger a su gente, la raza de los elfos poco a poco fue mermando. Pero ella no podía quedarse cruzada a que los problemas llegaran a ella. Así que simplemente decidido que sería de más ayuda en Rivendel las tierras de su cuñado Elrond sirviendo como parte del ejército de ese lugar.
Glorineth salió en una misión, fue ahí donde se encontró con un misterioso desconocido. Que resulto ser Nothyr. Ella pensaba que podía ser un aliado, él creía que ella era la clave para comenzar su venganza y pronto se vieron enfrascado en un viaje que cruzo sus destinos de una forma imposible de desatar.
La elfa había puesto su confianza en él sin darse cuenta del error que cometía pues él solo la usaba como objeto de venganza o eso era lo que al menos creía o quería creer el elfo obscuro. Pues de igual modo sin darse cuenta su forma de pensar comenzaba a cambiar. Su sed de venganza y de poner en orden las cosas parecía aplacarse con la presencia de la elfa. Haciendo que por primera vez hubiera luz en su vida. Glorineth se convirtió en un rayo de luz en su obscura existencia. La pregunta aquí era. ¿Podría él pasar la página y perdonar lo que ocurrió con sus padres?¿Sería ella capaz de perdonarlo y sacarlo de la obscuridad?
Nothyr
Matt Smith — Shooting Star
Glorineth
Morfydd Clark — Rising Sun
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1. Encuentro Tempestuoso
Todo comenzó cuando la elfa escucho rumores sobre un pequeño poblado cercano a los lindes de Rivendel que había sido atacado por unas fuerzas malignas. Aquel pueblo, o más bien villa, pues era demasiado, tanto que ni nombre tenía, era uno de hombres. Pero también se refugiaban algunas personas de otras razas que por alguna razón u otra se habían tenido que alejar de sus pueblos natales. Era un lugar insignificante para el resto de la Tierra Media. Sin embargo, este ataque solo podía ser el comienzo de uno mayor.
Lord Elrond no dejaría desamparado a ese pueblo y aunque no tenía contemplado por el momento meterse en asuntos que no le competían, envío a un grupo de guardias en busca de sobreviviendo. Entre ellos se encontraba Glorineth.
La elfa al llegar al sitio encontró todo devastado. Parecía como si casi los hubieran borrado del mapa. Se podían contar con los dedos de las manos los sobrevivientes. Eso le causó un enorme nudo en el corazón. Estas personas no le hacían mal a nadie. Vivían aquí una vida tan pasiva que muchas veces olvidaban que aquel lugar estuvo todo este tiempo a sus puertas. Quizás si les hubieran prestado más atención no hubieran llegado a esto. Pero lo hecho, hecho estaba.
Los soldados parecían urgidos por salir de allí y llevar a un sitio seguro a los sobrevivientes. Aun cuando algunos insistían en que unas criaturas se habían llevado a sus niños. — Tal vez es cierto que de seguro están muertos. ¿Pero y si no lo están? ¿Los dejaremos a su suerte?— protestó Glorineth ante la insinuación de abandonarlo. — Ven, esto… parece sangre de orco. — dijo mostrándoles una mancha viscosa y negra. — Y si es así, esto es más serio de lo que ya es. — aseguro.
Un soldado iba a protestar al ver que dijeran lo que dijeran, la chica se iría a investigar por su cuenta. — Si lord Elrond pregunta, fue por decisión propia y que no se preocupe. De mis padres me encargo yo. — le dijo antes que pudiera pronunciar palabra alguna.
La rubia hizo tal cual dijo y se fue a investigar por su cuenta siguiendo el rastro de lo que según ella, y estaba casi segura, era sangre de orco. Por lo que con arco en mano se adentró en el bosque. Muy alerta a cada ruido que escuchaba, hasta que llegó el sonido de pasos demasiado suaves y ligeros que solo la audición de un elfo podría escuchar. Cosa que la alertó más, pues se debía de tratar de alguien tan sigiloso como ella. — ¡Detente ahí! No des un paso más. — Advirtió al desconocido.
Lord Elrond no dejaría desamparado a ese pueblo y aunque no tenía contemplado por el momento meterse en asuntos que no le competían, envío a un grupo de guardias en busca de sobreviviendo. Entre ellos se encontraba Glorineth.
La elfa al llegar al sitio encontró todo devastado. Parecía como si casi los hubieran borrado del mapa. Se podían contar con los dedos de las manos los sobrevivientes. Eso le causó un enorme nudo en el corazón. Estas personas no le hacían mal a nadie. Vivían aquí una vida tan pasiva que muchas veces olvidaban que aquel lugar estuvo todo este tiempo a sus puertas. Quizás si les hubieran prestado más atención no hubieran llegado a esto. Pero lo hecho, hecho estaba.
Los soldados parecían urgidos por salir de allí y llevar a un sitio seguro a los sobrevivientes. Aun cuando algunos insistían en que unas criaturas se habían llevado a sus niños. — Tal vez es cierto que de seguro están muertos. ¿Pero y si no lo están? ¿Los dejaremos a su suerte?— protestó Glorineth ante la insinuación de abandonarlo. — Ven, esto… parece sangre de orco. — dijo mostrándoles una mancha viscosa y negra. — Y si es así, esto es más serio de lo que ya es. — aseguro.
Un soldado iba a protestar al ver que dijeran lo que dijeran, la chica se iría a investigar por su cuenta. — Si lord Elrond pregunta, fue por decisión propia y que no se preocupe. De mis padres me encargo yo. — le dijo antes que pudiera pronunciar palabra alguna.
La rubia hizo tal cual dijo y se fue a investigar por su cuenta siguiendo el rastro de lo que según ella, y estaba casi segura, era sangre de orco. Por lo que con arco en mano se adentró en el bosque. Muy alerta a cada ruido que escuchaba, hasta que llegó el sonido de pasos demasiado suaves y ligeros que solo la audición de un elfo podría escuchar. Cosa que la alertó más, pues se debía de tratar de alguien tan sigiloso como ella. — ¡Detente ahí! No des un paso más. — Advirtió al desconocido.
En en las fronteras de Rivendel con Nothyr
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1. Encuentro Tempestuoso
Sauron quería caos y destrucción; así de sencillo. Y Nothyr era solo un simple servidor que no iba desobedecer a los mandatos del Señor Oscuro. Creía que el fin justificaba los medios y en la Tierra Media se necesitaba una buena limpieza. No obstante, necesitaban hombres con mentes débiles para que fueran parte de sus filas. No tan solo habían orcos ahí sino que quería otros tipos de raza ni siquiera pensaba en la calidad sino en la cantidad y sin duda, tampoco era él único elfo que trabajaba para él. No había tenido alternativa simplemente nació allí por sus padres que en un gran enfrentamiento habían muerto quitándole todo rastro de inmortalidad, ese fue el gran motivo para seguir por su Señor Oscuro y con el pasar de los años se iba contra sus enemigos.
Sabía que nunca confiaría en nadie y al menos transmitía esa seguridad que tenía un lugar. Los orcos tendían obedecerlo y también aquellos hombres capturados años atrás, sobre todo jóvenes, es que ellos no duraban mucho a comparación de otros seres. Y aquella noche tenían que ir en búsqueda de más, siempre habrían idiotas que dirían que sí pero muchos otros que se negarían. No tuvieron suerte, muchos respetaban a sus reinos como hombres se sentían parte única de aquellas tierras a pesar de ser simples campesinos y no obstante, aunque consiguió otro grupo no quedó alternativa de comenzar aquella cacería que lo dejarían a todos muertos.
Entre peleas porque se resistían sintió como una cuchilla atravesaba a un costado de su cintura. Ni mencionaría como dejo aquel individuo que tuvo la osadía de atreverse. Lamentablemente aquello lo dejo más lento y vulnerable y solo faltaban horas para el amanecer. — Vuelvan y llevense a esos. Yo los seguiré más tarde tengo algo que resolver. — Advirtió y dejo a cargo a unos de los más activos para que fuera el "responsable" de ellos.. El podría caminar a la luz del día y habían caballos que acercarían sus pasos donde se establecían. Tenía entendido que aquella aldea estaba cerca de Rivendel, tenía la idea segura - y esperaba no equivocarse - que esos bastardos vendrían averiguar ¿Y sí encontraba alguno?
No era una buena idea quedarse allí, así que se sumergió en el bosque apenas pudo y trató de alejarse una larga distancia. Ni siquiera supo cuando espero hasta que escuchó una voz, la idea fue hacer ruido para que se percatará que no estaba solo. Sabía que se trataba de una mujer y levantando las manos en un gesto de sumisión y rendición se volteo para encontrarse frente a frente. Era la elfa más hermosa que había visto en su vida pues solo las había visto en batalla y sin duda no era que fueran demasiadas a comparación del sexo masculino. No mencionó nada por el momento aunque solo sonrió algo burlón.
Sabía que nunca confiaría en nadie y al menos transmitía esa seguridad que tenía un lugar. Los orcos tendían obedecerlo y también aquellos hombres capturados años atrás, sobre todo jóvenes, es que ellos no duraban mucho a comparación de otros seres. Y aquella noche tenían que ir en búsqueda de más, siempre habrían idiotas que dirían que sí pero muchos otros que se negarían. No tuvieron suerte, muchos respetaban a sus reinos como hombres se sentían parte única de aquellas tierras a pesar de ser simples campesinos y no obstante, aunque consiguió otro grupo no quedó alternativa de comenzar aquella cacería que lo dejarían a todos muertos.
Entre peleas porque se resistían sintió como una cuchilla atravesaba a un costado de su cintura. Ni mencionaría como dejo aquel individuo que tuvo la osadía de atreverse. Lamentablemente aquello lo dejo más lento y vulnerable y solo faltaban horas para el amanecer. — Vuelvan y llevense a esos. Yo los seguiré más tarde tengo algo que resolver. — Advirtió y dejo a cargo a unos de los más activos para que fuera el "responsable" de ellos.. El podría caminar a la luz del día y habían caballos que acercarían sus pasos donde se establecían. Tenía entendido que aquella aldea estaba cerca de Rivendel, tenía la idea segura - y esperaba no equivocarse - que esos bastardos vendrían averiguar ¿Y sí encontraba alguno?
No era una buena idea quedarse allí, así que se sumergió en el bosque apenas pudo y trató de alejarse una larga distancia. Ni siquiera supo cuando espero hasta que escuchó una voz, la idea fue hacer ruido para que se percatará que no estaba solo. Sabía que se trataba de una mujer y levantando las manos en un gesto de sumisión y rendición se volteo para encontrarse frente a frente. Era la elfa más hermosa que había visto en su vida pues solo las había visto en batalla y sin duda no era que fueran demasiadas a comparación del sexo masculino. No mencionó nada por el momento aunque solo sonrió algo burlón.
En en las fronteras de Rivendel con Glorineth
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1. Encuentro Tempestuoso
Determinada, terca como ella sola y sin miedo al peligro. La elfa estaba consiente de ser una gran guerra y eso la hacía temeraria. Sin embargo, su actitud intrépida podría llevarla a cometer tonterías sin que tan siquiera las tomara en cuenta. Es que aún seguía siendo joven para un elfo. Era parte de la vida.
Los humanos solían pensar que eran todos unos sabios desde que nacen era un error. Como toda, la sabiduría se generaba a través de la madurez adquirida, atreves de los siglos. De las lecciones aprendidas. Estaba segura de que la sabiduría de su madre debía de ser producto de sus propios tropiezos y errores de su juventud. Parecían perfectos, pero no lo eran. Por eso sí fallaban el resto de los seres vivientes podían tender a ser implacables ante su juicio sin darse cuenta de que si bien pueden cometer errores, no quiere decir que no los quieran resarcir. Por cosas como estas es que de un tiempo hacia acá se mantenía esa hostilidad por parte de muchos de los pueblos de enanos.
Glorineth estaba decidida a descubrir quienes fueron los causantes de semejante masacre, de tan horrenda crueldad y sobre todo descubrir el paradero de aquellos niños desaparecidos. Así que ignoro toda advertencia, se adentró sola en el bosque, asumiendo toda la responsabilidad de lo que le pudiera ocurrir allí. Era su decisión, su problema.
Su audición efica no fallaba. Había alguien más allí además de ella. ¿Amigo o enemigo? Podría ser cualquiera. Así que, por tanto, no dudo en ponerse en posición defensiva.
— ¿De dónde vienes y que haces aquí? — señaló la chica mientras apuntaba justo al nivel de su frente. Manteniendo una expresión entre severa y al mismo tiempo delicada. — Te hice una pregunta. — Enfatizó al notar la sonrisa burlona en su rostro. Estaba a punto de dejarle una flecha entre ceja y ceja, sin embargo, parecía no importarle. ¿Qué le pasaba?
Sin embargo, su mirada comenzó a inspeccionarlo sin dejar de apuntarle, por supuesto. Fue ahí donde noto su costado. Sangraba y ahí fue donde se le ocurrió que el extraño simplemente parecía no importarle morir después de todo ya estaba herido. Quizás pensaba que si lo mataba solo le haría un favor. Cosa que le hizo pensar que tal vez solo había sido una víctima más del ataque. Relajo un poco sus hombros, aunque aún mantenía en alto el arco. — ¿Estuviste en el ataque, no es así? ¿Lograste ver aún grupo de orcos con los niños que se llevaron como esclavos? — le pregunto. Tal vez el extraño podía serle de ayuda. Igual esa herida no se veía muy bonita que si no la trataba no llegaría muy lejos.
Los humanos solían pensar que eran todos unos sabios desde que nacen era un error. Como toda, la sabiduría se generaba a través de la madurez adquirida, atreves de los siglos. De las lecciones aprendidas. Estaba segura de que la sabiduría de su madre debía de ser producto de sus propios tropiezos y errores de su juventud. Parecían perfectos, pero no lo eran. Por eso sí fallaban el resto de los seres vivientes podían tender a ser implacables ante su juicio sin darse cuenta de que si bien pueden cometer errores, no quiere decir que no los quieran resarcir. Por cosas como estas es que de un tiempo hacia acá se mantenía esa hostilidad por parte de muchos de los pueblos de enanos.
Glorineth estaba decidida a descubrir quienes fueron los causantes de semejante masacre, de tan horrenda crueldad y sobre todo descubrir el paradero de aquellos niños desaparecidos. Así que ignoro toda advertencia, se adentró sola en el bosque, asumiendo toda la responsabilidad de lo que le pudiera ocurrir allí. Era su decisión, su problema.
Su audición efica no fallaba. Había alguien más allí además de ella. ¿Amigo o enemigo? Podría ser cualquiera. Así que, por tanto, no dudo en ponerse en posición defensiva.
— ¿De dónde vienes y que haces aquí? — señaló la chica mientras apuntaba justo al nivel de su frente. Manteniendo una expresión entre severa y al mismo tiempo delicada. — Te hice una pregunta. — Enfatizó al notar la sonrisa burlona en su rostro. Estaba a punto de dejarle una flecha entre ceja y ceja, sin embargo, parecía no importarle. ¿Qué le pasaba?
Sin embargo, su mirada comenzó a inspeccionarlo sin dejar de apuntarle, por supuesto. Fue ahí donde noto su costado. Sangraba y ahí fue donde se le ocurrió que el extraño simplemente parecía no importarle morir después de todo ya estaba herido. Quizás pensaba que si lo mataba solo le haría un favor. Cosa que le hizo pensar que tal vez solo había sido una víctima más del ataque. Relajo un poco sus hombros, aunque aún mantenía en alto el arco. — ¿Estuviste en el ataque, no es así? ¿Lograste ver aún grupo de orcos con los niños que se llevaron como esclavos? — le pregunto. Tal vez el extraño podía serle de ayuda. Igual esa herida no se veía muy bonita que si no la trataba no llegaría muy lejos.
En en las fronteras de Rivendel con Nothyr
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1. Encuentro Tempestuoso
Gracias al maquiavélico poder de Sauron, el elfo lucía más como un humano. Y en el fondo se lo agradecería por siempre, porque no quería verse como ellos. Se había percatado de ello que en un ataque de ira se había arrancado parte de sus orejas puntiagudas, tenía la forma eso sí, su esencia podría ser delatada que era uno de aquellos elfos que se habían unido a su temible señor. Sentía aquellos por aquellos que nunca lo volverían a ver como parte de ellos y tampoco quería hacerlo, también mantenía su cabello corto y claro que esto se mantenía por las habilidades de aquel que obedecería por unos cuantos años más si no perdía la vida en un paso en falso.
Sabía que algunos podrían reconocerlo y eso ocurrió cuando se vio invadido por aquella elfa que se sumergió en el bosque para encontrarlo, todo estaba bien planeado, él no volvería a Mordor, su señor estaba al tanto e iba a seguir con el plan que gran satisfacción sentiría de matar a unos cuantos, tendrían inmortalidad pero en definitiva podían ser vencidos si se actuaba con sigilo.
Al momento de encontrarse todo su plan se pondría en marcha. La sonrisa burlona se mantenía en sus labios y aunque no lo intimidó para nada, decidió hablar. — ¿Usted qué cree? — Uso el mecanismo de defensa llevándose la mano a su herida que había sido provocada por él mismo.
Sintió su celeste mirada sobre él y se mantuvo ahí de pie. Tosió, más bien, fingió toser. Un escalofrío aunque no de miedo recorrió por toda su columna al escuchar sobre el ataque de orcos. — Sí, y lamento no haber podido hacer nada. Me atacaron y preferí no intervenir, huí al bosque y me mantuve escondido. Soy un maldito cobarde, los vi pasar durante la noche así que deben estar lejos yo estaba más preocupado en tratar…— Se lamentó por su herida fuera como fuera si dolía solo que exageró con algo más de tos. Realmente igual era placentero sentir ese dolor, le entregaba ese poder de que estaba por hacer algo grande si la pobre elfa se compadecía. — Tristemente debieron llegar antes…— La culpó. Quizás la llevaba a su final o podría cambiar de plan para sacrificar aquellos orcos, el fin justifica los medios. Su plan principal era que aquella elfa debía confiar en él y llevarlo con aquellos bastardos que ni siquiera tomaron relevancia que muchos de ellos no tuvieron la oportunidad de elegir, alguien como él y muchos otros que no tuvieron alternativa de quedarse en Mordor y cumplir con un deber que con el tiempo se volvía satisfactorio.
Sabía que algunos podrían reconocerlo y eso ocurrió cuando se vio invadido por aquella elfa que se sumergió en el bosque para encontrarlo, todo estaba bien planeado, él no volvería a Mordor, su señor estaba al tanto e iba a seguir con el plan que gran satisfacción sentiría de matar a unos cuantos, tendrían inmortalidad pero en definitiva podían ser vencidos si se actuaba con sigilo.
Al momento de encontrarse todo su plan se pondría en marcha. La sonrisa burlona se mantenía en sus labios y aunque no lo intimidó para nada, decidió hablar. — ¿Usted qué cree? — Uso el mecanismo de defensa llevándose la mano a su herida que había sido provocada por él mismo.
Sintió su celeste mirada sobre él y se mantuvo ahí de pie. Tosió, más bien, fingió toser. Un escalofrío aunque no de miedo recorrió por toda su columna al escuchar sobre el ataque de orcos. — Sí, y lamento no haber podido hacer nada. Me atacaron y preferí no intervenir, huí al bosque y me mantuve escondido. Soy un maldito cobarde, los vi pasar durante la noche así que deben estar lejos yo estaba más preocupado en tratar…— Se lamentó por su herida fuera como fuera si dolía solo que exageró con algo más de tos. Realmente igual era placentero sentir ese dolor, le entregaba ese poder de que estaba por hacer algo grande si la pobre elfa se compadecía. — Tristemente debieron llegar antes…— La culpó. Quizás la llevaba a su final o podría cambiar de plan para sacrificar aquellos orcos, el fin justifica los medios. Su plan principal era que aquella elfa debía confiar en él y llevarlo con aquellos bastardos que ni siquiera tomaron relevancia que muchos de ellos no tuvieron la oportunidad de elegir, alguien como él y muchos otros que no tuvieron alternativa de quedarse en Mordor y cumplir con un deber que con el tiempo se volvía satisfactorio.
En en las fronteras de Rivendel con Glorineth
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1. Encuentro Tempestuoso
Glorineth no apartaba su mirada de aquel hombre que a decir verdad ni siquiera podía estar segura de que raza era. Tenía un aire elfico, pero no lucía como uno en el sentido, pues sus orejas no se veían de una forma puntiaguda. Sin embargo, no dejaba de tener ese perfil imponente, bello a pesar de su estado desaliñado debido probablemente al incidente ocurrido en el pueblito. Aunque lo más probable es que solo se trataba de un humano bien parecido, de aspecto hermoso.
La elfa estaba muy atenta a todos sus movimientos. No dejaba de apuntarle con aquella flecha que esperaba a ser lanzada a la menor señal de amenaza. Pues la chica podía estar muy pendiente a los detalles y movimientos, lo cual podía ayudarle a anticipar cualquier movimiento repentino que le pusiera en peligro. Por otro lado, no dejaba de ser una joven elfa que a pesar de los años que tenía para su raza no eran tantos. Lo cual implicaba que aún no alcanzaba la madurez en sabiduría. Aún le faltaba camino por recorrer a la hora de discernir en cuanto los juegos mentales. Era fácil ver el peligro físico para ella, más el emocional aún le costaba, aunque no lo quisiera reconocer. Por eso podía actuar muchas veces de manera terca y espontánea, dejándose llevar por el corazón ante la razón.
Lo que la chica temía, había sido parte del desafortunado evento. De todos modos la pregunta iba porque tal vez también pudo haber sido herido al toparse con los orcos en escapada. — Solo quería asegurarme. Esas criaturas arrasan con todo a su paso, sin importar si era parte de la misión que los enviaron a cumplir o no. — respondió mientras por un momento llevaba su mirada a la herida del chico.
Escucho su relato atentamente. Por lo que decidió intervenir ante sus palabras. — Bueno, ser prudente tampoco debería ser considerado cobardía. Sintió que lo superaban en número, está herido. Es lo más sensato. — Le argumento, ella quizás no hubiera tenido tanta prudencia como ahora mismo lo estaba haciendo. Más no iba a llamar cobarde a un hombre herido que se refugiaba en el bosque de aquellas pestilentes criaturas.
Frunció el ceño al escuchar como la culpaba. — Llegamos tan pronto, pudimos. — al final ellos estaban ayudando, pero que estuviera el pueblo cercano a Rivendel no quería decir que eran su responsabilidad. Políticamente hablando, claro por qué a los ojos de Glorineth si lo eran, al menos moralmente. — Por lo mismo aún sigo aquí buscándolos. No los dejaré en el abandono. — aseguro mientras esta vez se acercaba al hombre.
— Esa herida no tiene buena pinta. ¿Puedo ver mejor? Creo que podría ofrecerle un trato. — no se iba a largar sin ayudarlo, su conciencia no se lo permitiría aun cuando algunos de sus comentarios no le hicieran la más mínima de gracia. Así que de no aceptar el trato mínimo le dejaría una pócima para que él mismo se curará. — Sí, me ayuda a encontrar a esos niños, puedo yo misma curarlo. No sé si está al tanto, pero la medicina elfica cuando se utiliza con nuestra magia suele ser más eficaz, haciendo que la herida cure más rápido y de la mejor manera. ¿Qué dice? ¿Acepta? — Le sugirió mientras cruzaba su mirada azulada brillante con las estrellas con aquella mirada hermosa, pero fría del hombre.
La elfa estaba muy atenta a todos sus movimientos. No dejaba de apuntarle con aquella flecha que esperaba a ser lanzada a la menor señal de amenaza. Pues la chica podía estar muy pendiente a los detalles y movimientos, lo cual podía ayudarle a anticipar cualquier movimiento repentino que le pusiera en peligro. Por otro lado, no dejaba de ser una joven elfa que a pesar de los años que tenía para su raza no eran tantos. Lo cual implicaba que aún no alcanzaba la madurez en sabiduría. Aún le faltaba camino por recorrer a la hora de discernir en cuanto los juegos mentales. Era fácil ver el peligro físico para ella, más el emocional aún le costaba, aunque no lo quisiera reconocer. Por eso podía actuar muchas veces de manera terca y espontánea, dejándose llevar por el corazón ante la razón.
Lo que la chica temía, había sido parte del desafortunado evento. De todos modos la pregunta iba porque tal vez también pudo haber sido herido al toparse con los orcos en escapada. — Solo quería asegurarme. Esas criaturas arrasan con todo a su paso, sin importar si era parte de la misión que los enviaron a cumplir o no. — respondió mientras por un momento llevaba su mirada a la herida del chico.
Escucho su relato atentamente. Por lo que decidió intervenir ante sus palabras. — Bueno, ser prudente tampoco debería ser considerado cobardía. Sintió que lo superaban en número, está herido. Es lo más sensato. — Le argumento, ella quizás no hubiera tenido tanta prudencia como ahora mismo lo estaba haciendo. Más no iba a llamar cobarde a un hombre herido que se refugiaba en el bosque de aquellas pestilentes criaturas.
Frunció el ceño al escuchar como la culpaba. — Llegamos tan pronto, pudimos. — al final ellos estaban ayudando, pero que estuviera el pueblo cercano a Rivendel no quería decir que eran su responsabilidad. Políticamente hablando, claro por qué a los ojos de Glorineth si lo eran, al menos moralmente. — Por lo mismo aún sigo aquí buscándolos. No los dejaré en el abandono. — aseguro mientras esta vez se acercaba al hombre.
— Esa herida no tiene buena pinta. ¿Puedo ver mejor? Creo que podría ofrecerle un trato. — no se iba a largar sin ayudarlo, su conciencia no se lo permitiría aun cuando algunos de sus comentarios no le hicieran la más mínima de gracia. Así que de no aceptar el trato mínimo le dejaría una pócima para que él mismo se curará. — Sí, me ayuda a encontrar a esos niños, puedo yo misma curarlo. No sé si está al tanto, pero la medicina elfica cuando se utiliza con nuestra magia suele ser más eficaz, haciendo que la herida cure más rápido y de la mejor manera. ¿Qué dice? ¿Acepta? — Le sugirió mientras cruzaba su mirada azulada brillante con las estrellas con aquella mirada hermosa, pero fría del hombre.
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1. Encuentro Tempestuoso
Con todo lo dicho por aquella elfa se daba cuenta que tenía un corazón muy puro, no la subestimaba por supuesto, tenía ese semblante de guerrera, pero si trabajaba con cautela podría manipularla e incluso enamorarla para que confiará por completo en él. Era imposible no encontrarla hermosa, siempre había escuchado que los elfos lo eran, con una belleza impecable que llegaban apocar al resto, no a él, que fuera como fuera era un elfo solo que uno desterrado y que nunca conoció aquel lugar que sus padres en un momento dijeron que era maravilloso solo que todo se había estropeado cuando partieron a la Tierra Media. Tenían lugares por aquí, los cuales tampoco conocía y solo había escuchado nombrar como Rivendel. ¿Habría otro? A su juicio, habían elfos por todas partes, era mucha su ignorancia.
La elfa estaba más preocupada por él y esa era su ventaja, seguiría haciéndose la victima porque Nothyr sabía manipular bastante bien y ante todo ser un buen actor, había aprendido mucho de Sauron aún no cuando por lo general en esos años trabajaba solo, se sabía que ahora solo estaba en lo suyo y enviaba misiones. — Pude ver la crueldad de esos seres, solo piensan en destruir y destruir cada lugar que encuentran, no sienten ni una pizca de remordimiento si no escapo, aún me preguntó como logré correr y no me encontraron después, yo habría muerto. — Siseó, fingiendo tristeza y temor, haciéndose pasar por un pobre diablo que aún se encontraba traumado.
—Gracias por pensar así, trate de pensar en forma sensata ¿Pero esos inocentes? No merecían ser secuestrados y quizás donde se lo llevan o lo dejan como su cena, es lo que oí entre sus gruñidos y palabras. — Trataba de explicar, lo cierto es que disfrutaba de su propio dolor de forma masoquista porque sí se había esmerado en enterrarse profundamente sin ni siquiera temer en la pérdida de sangre "El fin justifica los medios"
Escuchó a la rubia, aunque mantenía la mirada baja y sujetando su propia herida. — Sí, por favor, tiene que hacer algo. — Volvió a toser. Nothyr ya se estaba poniendo pálido por la pérdida de sangre y comenzaba a sentir frío. Quiso reír muy fuertemente cuando le ofreció aquel trato, ¿es que acaso eran todos iguales o la tonta era ella? Pudo sonreír, solo que de manera complaciente como de alguien que sonríe con timidez por una buena actitud mundana, los débiles que morían primero porque preferían al resto más que ellos mismos.
Siguiendo esos movimientos de una persona que sufra lo que no costó un poco porque sí era un dolor tortuoso quitó la mano para que ella observara la herida, era impagable el poder del cuerpo y como se llevaba hacia al exterior con una sola herida, ya que hasta estaba transpirando y unos gotas de sudor cubrían su frente. — ¿Un trato? — Se hizo el desentendido hasta que escuchó su explicación. — Puedo ayudarle. ¿Cómo dijo que se llamaba? Y lamento por desconfiar pero ¿lo cumplirá? Con todo lo que sucede me cuesta confiar. — Imaginaba que lo sanaría primero y ahí, continuaría con el plan, es que en realidad eliminar algunos solo por la causa y dejar escapar unos pocos niños de los cientos que estaban siendo capturados y llevados a Mordor no era nada, valía la pena el sacrificio.
La elfa estaba más preocupada por él y esa era su ventaja, seguiría haciéndose la victima porque Nothyr sabía manipular bastante bien y ante todo ser un buen actor, había aprendido mucho de Sauron aún no cuando por lo general en esos años trabajaba solo, se sabía que ahora solo estaba en lo suyo y enviaba misiones. — Pude ver la crueldad de esos seres, solo piensan en destruir y destruir cada lugar que encuentran, no sienten ni una pizca de remordimiento si no escapo, aún me preguntó como logré correr y no me encontraron después, yo habría muerto. — Siseó, fingiendo tristeza y temor, haciéndose pasar por un pobre diablo que aún se encontraba traumado.
—Gracias por pensar así, trate de pensar en forma sensata ¿Pero esos inocentes? No merecían ser secuestrados y quizás donde se lo llevan o lo dejan como su cena, es lo que oí entre sus gruñidos y palabras. — Trataba de explicar, lo cierto es que disfrutaba de su propio dolor de forma masoquista porque sí se había esmerado en enterrarse profundamente sin ni siquiera temer en la pérdida de sangre "El fin justifica los medios"
Escuchó a la rubia, aunque mantenía la mirada baja y sujetando su propia herida. — Sí, por favor, tiene que hacer algo. — Volvió a toser. Nothyr ya se estaba poniendo pálido por la pérdida de sangre y comenzaba a sentir frío. Quiso reír muy fuertemente cuando le ofreció aquel trato, ¿es que acaso eran todos iguales o la tonta era ella? Pudo sonreír, solo que de manera complaciente como de alguien que sonríe con timidez por una buena actitud mundana, los débiles que morían primero porque preferían al resto más que ellos mismos.
Siguiendo esos movimientos de una persona que sufra lo que no costó un poco porque sí era un dolor tortuoso quitó la mano para que ella observara la herida, era impagable el poder del cuerpo y como se llevaba hacia al exterior con una sola herida, ya que hasta estaba transpirando y unos gotas de sudor cubrían su frente. — ¿Un trato? — Se hizo el desentendido hasta que escuchó su explicación. — Puedo ayudarle. ¿Cómo dijo que se llamaba? Y lamento por desconfiar pero ¿lo cumplirá? Con todo lo que sucede me cuesta confiar. — Imaginaba que lo sanaría primero y ahí, continuaría con el plan, es que en realidad eliminar algunos solo por la causa y dejar escapar unos pocos niños de los cientos que estaban siendo capturados y llevados a Mordor no era nada, valía la pena el sacrificio.
En en las fronteras de Rivendel con Glorineth
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1. Encuentro Tempestuoso
— Es porque son criaturas viles y sin sentimientos. El remordimiento no existe en sus miserables vidas. — afirmó la rubia, por lo mismo ella nunca tuvo piedad por ninguno de ellos. A veces no podía entender cómo podían existir vidas tan vacías como la de los orcos y trasgos. Es que incluso los que son de otras razas y que por alguna razón se unieron a las sombras, tienen dentro de sí sentimientos. Aun cuando los ocultarán. — Posiblemente, porque a pesar de todo eso, usted fue más listo que ellos y más rápido. Sin contar que el instinto de supervivencia puede ser más poderoso de lo que imaginamos. — los orcos lo que tenían de fuerza, lo carecían de sabiduría y estrategia. Era por lo mismo que Sauron tenía a hombres corrompidos al mando de muchas de sus tropas. Pues ahí podían compensar el cerebro que le faltaba a los músculos de sus ejércitos.
Le revolvía el estómago de solo imaginar lo que estarían por hacer por esos niños. Sería un destino peor que la muerte inmediata a la que parecían haberse enfrentado cuando atacaron la aldea. De todos modos no podía culparlo por intentar sobrevivir; sin embargo, eso no querían decir que por querer vivir se debían dejar a su suerte niños inocentes. Por lo que había que intentar rescatarlos. Como fuera que la ayudara a dar con su paradero sería poner su granito de arena para lograr el objetivo. — Es repugnante. Pero estoy muy cociente de que es algo que posiblemente hagan. — afirmo, no dudaba que dijera la verdad por desafortunada que fuera. — Por lo mismo hay que hacer algo antes de que sea demasiado tarde. — Insistía la elfa.
El hombre necesitaba atención antes que cualquier cosa y Glorineth lo sabía. Aunque ella le ayudaría dejándole la pomada para que se curara, si lo convencía de curarlo ella a cambio de su ayuda sería mucho mejor. Su tiempo era valioso, estaba contra el reloj. Pero con él podría encontrarlos de forma más rápida, sin contar de que unas manos extras no venían mal por muy excelente guerrera que fuera. — Así es, un trato. Y no, no le he dicho aún mi nombre. — aclaro la elfa. — Solo llámame Glorineth. — le pidió, refirió ahorrarse el Glorineth, hija de Lady Galadriel y Lord Celeborn; princesa de Lothlorien y capitana de la guardia de Rivendel. Un título muy largo y demasiado comprometedor.
— Descuide, hoy día a todos nos cuesta confiar del todo en los demás. Pero yo soy la que estoy arriesgando más. Porque debo sanarlo primero y luego le toca a usted cumplir su parte. Por lo que lo justo, es justo. ¿Como puedo llamarlo? — ambos dependían de la buena voluntad de cumplir del otro. — Así que por supuesto que lo voy a cumplir. Vamos siéntese en el suelo y recuéstese de aquel árbol. — le indico mientras ella sacaba de un bulto una pócima en un frasco y tan pronto le hizo caso se arrodilló al lado suyo para sin pensarlo levantar un poco la tela de la camisa justa lo necesario para ver con más claridad la herida. Lavo sus manos con el agua que tenía en su cántaro y luego las empapo con la pócima. No era solo la medicina que le untaría, la magia elfica sería lo que haría que sanara más rápido. Por lo que cuando la elfa toco la piel del hombre justo donde se encontraba la herida en vez de sentirse como si tuviera las manos heladas como seguramente se esperaría se podía sentir como una sensación de calor agradable. Los ojos de Glorineth se mantenían cerrados, su piel y cabellos resplandecían. Por un momento pareciera como si se hubiera puesto de día en medio de la noche en aquel bosque. Mientras tanto, ella recitaba unas palabras en el elfico que solo los de su raza podían entender.
Le revolvía el estómago de solo imaginar lo que estarían por hacer por esos niños. Sería un destino peor que la muerte inmediata a la que parecían haberse enfrentado cuando atacaron la aldea. De todos modos no podía culparlo por intentar sobrevivir; sin embargo, eso no querían decir que por querer vivir se debían dejar a su suerte niños inocentes. Por lo que había que intentar rescatarlos. Como fuera que la ayudara a dar con su paradero sería poner su granito de arena para lograr el objetivo. — Es repugnante. Pero estoy muy cociente de que es algo que posiblemente hagan. — afirmo, no dudaba que dijera la verdad por desafortunada que fuera. — Por lo mismo hay que hacer algo antes de que sea demasiado tarde. — Insistía la elfa.
El hombre necesitaba atención antes que cualquier cosa y Glorineth lo sabía. Aunque ella le ayudaría dejándole la pomada para que se curara, si lo convencía de curarlo ella a cambio de su ayuda sería mucho mejor. Su tiempo era valioso, estaba contra el reloj. Pero con él podría encontrarlos de forma más rápida, sin contar de que unas manos extras no venían mal por muy excelente guerrera que fuera. — Así es, un trato. Y no, no le he dicho aún mi nombre. — aclaro la elfa. — Solo llámame Glorineth. — le pidió, refirió ahorrarse el Glorineth, hija de Lady Galadriel y Lord Celeborn; princesa de Lothlorien y capitana de la guardia de Rivendel. Un título muy largo y demasiado comprometedor.
— Descuide, hoy día a todos nos cuesta confiar del todo en los demás. Pero yo soy la que estoy arriesgando más. Porque debo sanarlo primero y luego le toca a usted cumplir su parte. Por lo que lo justo, es justo. ¿Como puedo llamarlo? — ambos dependían de la buena voluntad de cumplir del otro. — Así que por supuesto que lo voy a cumplir. Vamos siéntese en el suelo y recuéstese de aquel árbol. — le indico mientras ella sacaba de un bulto una pócima en un frasco y tan pronto le hizo caso se arrodilló al lado suyo para sin pensarlo levantar un poco la tela de la camisa justa lo necesario para ver con más claridad la herida. Lavo sus manos con el agua que tenía en su cántaro y luego las empapo con la pócima. No era solo la medicina que le untaría, la magia elfica sería lo que haría que sanara más rápido. Por lo que cuando la elfa toco la piel del hombre justo donde se encontraba la herida en vez de sentirse como si tuviera las manos heladas como seguramente se esperaría se podía sentir como una sensación de calor agradable. Los ojos de Glorineth se mantenían cerrados, su piel y cabellos resplandecían. Por un momento pareciera como si se hubiera puesto de día en medio de la noche en aquel bosque. Mientras tanto, ella recitaba unas palabras en el elfico que solo los de su raza podían entender.
En en las fronteras de Rivendel con Nothyr
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1. Encuentro Tempestuoso
Nothyr supo que estaba haciendo un buen trabajo cuando la tonta elfa creyó toda su historia, pero era imposible que no la podía subestimar, ya que eran sabios e inteligentes así que igual tenía que irse con cuidado y ser muy convincente, igual se preguntaba como no había notado que igual pertenecía a la raza de los elfos, por su altura, no tanto por su belleza porque se había afeado al pasar tanto tiempo en Gondor, andaba sucio sus orejas medio amputadas, no lucía su cabello largo, aunque si era rubio y bueno para que hablar de las habilidades que nunca aprendió del todo, ni siquiera comprendía bien del todo su lenguaje, aunque siempre pensó que eso venía con ellos y no sería difícil aprenderlo.
— Son criaturas grotescas que solo piensan en destruir y comer, ando de lugar en lugar y lo cierto es que no solo puedo decir aquello de ello, los trolls y ogros son de esa manera. — Masculló debilitado, que a pesar de que era un masoquista la herida que se había hecho así mismo fue lo bastante profunda para perder bastante sangre y bien si dejaba pasar tiempo esta se iba a infectar, pero valía la pena, solo para ganarse esa confianza. Pero la verdad no era tan solo esa se había olvidado en parte a la anterior que uno de los aldeanos - que tuvo peor suerte que él a atreverse - le había dado con una espada pequeña en la cintura —. Es lo que harán, aunque imagino que usted sabe porque los secuestran, sé que no es asunto mío y no he querido indagar más, pero me parece extraño que se lleven a los niños por número, a menos que se quieran dar un gran festín. — El mismo dolor hizo que sintiera un escalofrío por su cuerpo y que dejaba ver que a Nothyr le parecía demasiado repugnante también, es que lo era, él no comía carne humana.
— Confío que podra, solo los valientes lo logran porque son perseverantes, no como yo que fui un cobarde. — Diciendo elogios lograría más y lo sabía, sonrió es que si le parecía que a pesar de todo lo hacía porque era valiente y se preocupaba de verdad de los demás, por aquello, no le importaba el sacrificio de esas criaturas cuando todo era por un bien mayor.
Le propuso el trato y él se hizo el meditativo porque normal que se mostrará como un hombre temeroso. — Glorineth, es un nombre poderoso y encantador. Mi nombre es Nothyr. — No le importaba decir su verdadero nombre cuando la realidad no lo llamaban así en el lugar que estaba establecido, de hecho, nunca vio la necesidad de decirlo allí. Luego solo la obedeció, ahora estando cerca de ella, supo que iba a tener que ser muy tolerante a su belleza, porque era una elfa muy hermosa, con rasgos agraciados y esa piel blanca junto a sus mejillas sonrojadas era tentador. Igual pensó que estaba delirando por su cansancio.
Poco a poco se comenzó a sentir mejor y con mucho menos dolor. Algo entendió de lo que decía, de todas maneras había quedado pasmado con lo que hacía. Suspiró, quizás si se había dado cuenta con esto que era un elfo. — Le agradezco tanto su ayuda, cuando quiera partimos, debo decir que siento algo de miedo pero una promesa es una promesa. Haré todo lo posible para recuperar a los niños...— Le agradeció con una de sus mejores sonrisas, es que su plan a pesar de todo se encontraba tan solo en el comienzo tenían que vivir más experiencias juntos para recién se diera cuenta que por esencia era un traidor.
— Son criaturas grotescas que solo piensan en destruir y comer, ando de lugar en lugar y lo cierto es que no solo puedo decir aquello de ello, los trolls y ogros son de esa manera. — Masculló debilitado, que a pesar de que era un masoquista la herida que se había hecho así mismo fue lo bastante profunda para perder bastante sangre y bien si dejaba pasar tiempo esta se iba a infectar, pero valía la pena, solo para ganarse esa confianza. Pero la verdad no era tan solo esa se había olvidado en parte a la anterior que uno de los aldeanos - que tuvo peor suerte que él a atreverse - le había dado con una espada pequeña en la cintura —. Es lo que harán, aunque imagino que usted sabe porque los secuestran, sé que no es asunto mío y no he querido indagar más, pero me parece extraño que se lleven a los niños por número, a menos que se quieran dar un gran festín. — El mismo dolor hizo que sintiera un escalofrío por su cuerpo y que dejaba ver que a Nothyr le parecía demasiado repugnante también, es que lo era, él no comía carne humana.
— Confío que podra, solo los valientes lo logran porque son perseverantes, no como yo que fui un cobarde. — Diciendo elogios lograría más y lo sabía, sonrió es que si le parecía que a pesar de todo lo hacía porque era valiente y se preocupaba de verdad de los demás, por aquello, no le importaba el sacrificio de esas criaturas cuando todo era por un bien mayor.
Le propuso el trato y él se hizo el meditativo porque normal que se mostrará como un hombre temeroso. — Glorineth, es un nombre poderoso y encantador. Mi nombre es Nothyr. — No le importaba decir su verdadero nombre cuando la realidad no lo llamaban así en el lugar que estaba establecido, de hecho, nunca vio la necesidad de decirlo allí. Luego solo la obedeció, ahora estando cerca de ella, supo que iba a tener que ser muy tolerante a su belleza, porque era una elfa muy hermosa, con rasgos agraciados y esa piel blanca junto a sus mejillas sonrojadas era tentador. Igual pensó que estaba delirando por su cansancio.
Poco a poco se comenzó a sentir mejor y con mucho menos dolor. Algo entendió de lo que decía, de todas maneras había quedado pasmado con lo que hacía. Suspiró, quizás si se había dado cuenta con esto que era un elfo. — Le agradezco tanto su ayuda, cuando quiera partimos, debo decir que siento algo de miedo pero una promesa es una promesa. Haré todo lo posible para recuperar a los niños...— Le agradeció con una de sus mejores sonrisas, es que su plan a pesar de todo se encontraba tan solo en el comienzo tenían que vivir más experiencias juntos para recién se diera cuenta que por esencia era un traidor.
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1. Encuentro Tempestuoso
La elfa asintió, aquel hombre desconocido tenía razón, no solo los orcos eran un problema desagradable. También había otras criaturas de la Tierra Media que servían al mal, o simplemente eran demasiado salvajes como para razonar, lo cual también las hacía peligrosas. El hombre había sido afortunado de que no lo descubrieran, de haber quedado con algo de fuerza para huir lo más alejado posible de ellos, pues ahora lucía muy debilitado por lo que la rubia notaba. No estaba bien dejarlo así, y, por tanto, tenía que hacer algo.
— Se los llevan porque siendo niños aún no conocen del todo la vida, son más fáciles de persuadir y así hacerlos sus lacayos. Aunque lo que dice no es del todo erróneo. Seguramente no todos logren tan siquiera ser eso. Algunos solo serían comida para el viaje de regreso a Mordor. — fuera como fuera seguía siendo una tragedia para aquellas personas y ella no estaba dispuesta a dejar que el mal se saliera con la suya.
— A veces la valencia no es suficiente, también hay que ser cautelosos. — con eso le daba a entender que todo tenía sus pro y sus contras. Por tanto, tampoco debía culparse por buscar refugio. — Le agradezco el voto de confianza, pero yo no me confiaré hasta que los tenga sanos y salvos. — aseguro la elfa. La chica no era de dejarse llevar por halagos tan fácilmente, ella creía que los que lo hacían con el tiempo terminaban pecando de soberbia porque se los tomaban muy en serio. Eso sí, tampoco era malagradecida.
Se le hizo curioso que tuviera nombre élfico solo que prefirió guardarse sus pensamientos para sí misma. Había algo en este hombre que seguía siendo un misterio para ella. Es que, si bien se suponía ser de la raza de los hombres, tenía cierto encanto que podía jurar que se trataba de un elfo de no ser por sus orejas o sus fachas. — Nothy, un nombre interesante. Su familia al parecer tenía cercanía con los elfos. — fue lo único que comento, tal vez así podría sacar otro tipo de información de quien era el misterioso hombre.
Glorineth comenzó a sanarlo. Podía sentir una conexión extraña, como si fueran iguales. Incluso notaba que Nothyr comenzaba a sanar con mayor facilidad que otros humanos. Más no tenía tiempo para especulaciones, debía sanarlo, él le ayudaría a encontrar a los niños. La chica terminó el ritual de sanación y lo miro intentando ignorar la sonrisa encantadora que tenía. — No hay de que, pero ahora es momento de cumplir la promesa. — señalo, que eso no se le olvidaba. Por suerte él lo recordaba muy bien.
— Es normal, no trataremos con cualquier cosa. Son orcos de Mordor. Así que necesitara esto. — claro que solo le entrego una daga, no le daría un arma de largo alcance. No se arriesgaría a tanto. Pero tampoco podía dejar que fuera solo con sus manos vacías. — Recomendación, ataque en las áreas sensibles, los orcos tienen la piel dura. Así que los ojos son la mejor opción para comenzar a atacar. — aclaro por las dudas. Es que por sus fachas parecía ser solamente un campesino. Aunque algo le decía que había más que eso bajo todo aquello. — Descanse un poco, y me deja saber cuándo esté listo para partir. — le informo, pues luego no pretendía detenerse hasta volver con los pequeños.
— Se los llevan porque siendo niños aún no conocen del todo la vida, son más fáciles de persuadir y así hacerlos sus lacayos. Aunque lo que dice no es del todo erróneo. Seguramente no todos logren tan siquiera ser eso. Algunos solo serían comida para el viaje de regreso a Mordor. — fuera como fuera seguía siendo una tragedia para aquellas personas y ella no estaba dispuesta a dejar que el mal se saliera con la suya.
— A veces la valencia no es suficiente, también hay que ser cautelosos. — con eso le daba a entender que todo tenía sus pro y sus contras. Por tanto, tampoco debía culparse por buscar refugio. — Le agradezco el voto de confianza, pero yo no me confiaré hasta que los tenga sanos y salvos. — aseguro la elfa. La chica no era de dejarse llevar por halagos tan fácilmente, ella creía que los que lo hacían con el tiempo terminaban pecando de soberbia porque se los tomaban muy en serio. Eso sí, tampoco era malagradecida.
Se le hizo curioso que tuviera nombre élfico solo que prefirió guardarse sus pensamientos para sí misma. Había algo en este hombre que seguía siendo un misterio para ella. Es que, si bien se suponía ser de la raza de los hombres, tenía cierto encanto que podía jurar que se trataba de un elfo de no ser por sus orejas o sus fachas. — Nothy, un nombre interesante. Su familia al parecer tenía cercanía con los elfos. — fue lo único que comento, tal vez así podría sacar otro tipo de información de quien era el misterioso hombre.
Glorineth comenzó a sanarlo. Podía sentir una conexión extraña, como si fueran iguales. Incluso notaba que Nothyr comenzaba a sanar con mayor facilidad que otros humanos. Más no tenía tiempo para especulaciones, debía sanarlo, él le ayudaría a encontrar a los niños. La chica terminó el ritual de sanación y lo miro intentando ignorar la sonrisa encantadora que tenía. — No hay de que, pero ahora es momento de cumplir la promesa. — señalo, que eso no se le olvidaba. Por suerte él lo recordaba muy bien.
— Es normal, no trataremos con cualquier cosa. Son orcos de Mordor. Así que necesitara esto. — claro que solo le entrego una daga, no le daría un arma de largo alcance. No se arriesgaría a tanto. Pero tampoco podía dejar que fuera solo con sus manos vacías. — Recomendación, ataque en las áreas sensibles, los orcos tienen la piel dura. Así que los ojos son la mejor opción para comenzar a atacar. — aclaro por las dudas. Es que por sus fachas parecía ser solamente un campesino. Aunque algo le decía que había más que eso bajo todo aquello. — Descanse un poco, y me deja saber cuándo esté listo para partir. — le informo, pues luego no pretendía detenerse hasta volver con los pequeños.
En en las fronteras de Rivendel con Nothyr
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1. Encuentro Tempestuoso
Nothyr sabía fingir y en su expresión delataba que en el fondo estaba sufriendo cuando la realidad estaba maquinando todo de manera cautelosa, aquella estúpida elfa tenía que creer en él para llevarla a su perdición no importaba el cómo. Los sacrificios eran necesarios ya que al final tenía que lograr su cometido que era precisamente exterminar a aquellos fuertes que serían un dolor de cabeza o una pesadilla en la gran disputa que cada día se aproximaba más. Los ejércitos siempre se formaban y las luchas siempre estarían ahí, la idea era acabar a los poderosos en cierta parte, porque sabía muy bien que Sauron tenía todo controlado.
Los elfos eran parte de su raza pero jamás se había sentido parte de ellos, no los conocía así que no generaba ningún sentimiento de pertenencia o emoción afable hacia a aquellos, nada que hacer. El elfo fingió - y en realidad sólo en parte - mucho cansancio aunque estaba dispuesto a escucharla ante todo tenía que sanar aquellas dos heridas profundas, una que le hicieron los humanos y la otra, provocada absolutamente por él mismo. La elfa estaba demasiado sumergida y dispuesta en ir en búsqueda de esos niños, ahora Nothyr solo esperaba que esos imbéciles no hayan querido comer algún bocadillo ya que esos niños como fuera tenían que volver donde estaban. De todos modos, ¿de qué serviría? Ahí imaginaba que ellos se iban a encargar porque no quedaba nada de ese pueblo y solo estaban destinados a ser huérfanos, ¿irían a otro pueblo o condado?
Daba igual. Había contestado a las palabras de la elfa con ese cansancio y suspiró cuando empezó a sentir ese calor en la zona de sus heridas, un poder sanatorio increíble que él sabía que había heredado pero que no sabía usar por no tener las costumbres élficas, eso sí.. inevitablemente sus heridas igual sanaban por sí solas. Pudo notar que la elfa se había dado cuenta que era uno de los suyos, no dijo mucho pero su semblante había cambiado a uno más serio. Muy probablemente es que había comenzado a desconfiar, sin embargo, ya había sanado sus heridas y se sentía mejor. — Vuelvo agradecer todo lo que ha hecho por mi— dijo el rubio—, entiendo que desconfíe de mí ahora con tan solo por mi nombre, solo que tenemos el mismo objetivo. Yo también quiero ir a buscar a esos niños que en realidad no sé cuál va a ser su destino, supongo que ahí ustedes tienen todo mejor calculado que un simple viajero como yo — dictó el elfo desterrado que tomaba aquella arma que le daba y asentía. Nothyr sabía exactamente como atacarlos, pero tenía que seguir como alguien que ignoraba mucho al respecto, confirmó con la cabeza y total tranquilidad.
— Entendido, muy probable que se hayan alejado bastante y estas zonas son más oscuras solo que es posible que se hayan detenido — Sin más solo siguió a Glorineth, ahora solo emprendía una aventura con ella—. Espero que no se hayan desviado en el camino aunque si van hacia… — delataba temor porque mencionar Mordor siempre era temor y miedo por todos menos por él, claramente pero debía seguir fingiendo y llevarlo todo de un modo natural. Todo esto lo decía mientras caminaba a su lado tenían mucho camino por delante, seguro que sería una travesía de días.
Los elfos eran parte de su raza pero jamás se había sentido parte de ellos, no los conocía así que no generaba ningún sentimiento de pertenencia o emoción afable hacia a aquellos, nada que hacer. El elfo fingió - y en realidad sólo en parte - mucho cansancio aunque estaba dispuesto a escucharla ante todo tenía que sanar aquellas dos heridas profundas, una que le hicieron los humanos y la otra, provocada absolutamente por él mismo. La elfa estaba demasiado sumergida y dispuesta en ir en búsqueda de esos niños, ahora Nothyr solo esperaba que esos imbéciles no hayan querido comer algún bocadillo ya que esos niños como fuera tenían que volver donde estaban. De todos modos, ¿de qué serviría? Ahí imaginaba que ellos se iban a encargar porque no quedaba nada de ese pueblo y solo estaban destinados a ser huérfanos, ¿irían a otro pueblo o condado?
Daba igual. Había contestado a las palabras de la elfa con ese cansancio y suspiró cuando empezó a sentir ese calor en la zona de sus heridas, un poder sanatorio increíble que él sabía que había heredado pero que no sabía usar por no tener las costumbres élficas, eso sí.. inevitablemente sus heridas igual sanaban por sí solas. Pudo notar que la elfa se había dado cuenta que era uno de los suyos, no dijo mucho pero su semblante había cambiado a uno más serio. Muy probablemente es que había comenzado a desconfiar, sin embargo, ya había sanado sus heridas y se sentía mejor. — Vuelvo agradecer todo lo que ha hecho por mi— dijo el rubio—, entiendo que desconfíe de mí ahora con tan solo por mi nombre, solo que tenemos el mismo objetivo. Yo también quiero ir a buscar a esos niños que en realidad no sé cuál va a ser su destino, supongo que ahí ustedes tienen todo mejor calculado que un simple viajero como yo — dictó el elfo desterrado que tomaba aquella arma que le daba y asentía. Nothyr sabía exactamente como atacarlos, pero tenía que seguir como alguien que ignoraba mucho al respecto, confirmó con la cabeza y total tranquilidad.
— Entendido, muy probable que se hayan alejado bastante y estas zonas son más oscuras solo que es posible que se hayan detenido — Sin más solo siguió a Glorineth, ahora solo emprendía una aventura con ella—. Espero que no se hayan desviado en el camino aunque si van hacia… — delataba temor porque mencionar Mordor siempre era temor y miedo por todos menos por él, claramente pero debía seguir fingiendo y llevarlo todo de un modo natural. Todo esto lo decía mientras caminaba a su lado tenían mucho camino por delante, seguro que sería una travesía de días.
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1. Encuentro Tempestuoso
La elfa lo tenía muy claro, ella no se regresaría a Rivendell sin aquellos críos. Eso era un hecho y Nothyr sería su soporte para conseguirlo. Tal vez ahora estaba herido, pero se veía que era un tipo astuto y fuerte. De lo contrario, no habría tenido la oportunidad de lograr escapar con vida de aquel brutal grupo de orcos. Solo necesitaría aliviarse de sus heridas y ella sabía bien como hacerlo. Sus poderes curativos le permitían sanar casi en su totalidad cualquier herida. Claro, igual no es que desaparecerán de un día para otro. Pero sí podía hacerlo, salir de peligro y volver a tener energías.
Glorineth se mantenía curándolo, pero en su mente pululaba aún su nombre… Nothyr. Era nombre de elfo, y no solo eso. El hombre tenía un semblante elfico que de no ser por las orejas podría jurar que lo era. La elfa por un momento prefirió concentrarse en lo que hacía para así poder terminar lo más pronto posible. Se detuvo a observarlo más detenidamente. Sus facciones eran de él, y cuando llego a las orejas pudo notar que aunque estuvieran redondeadas parecían tener cicatrices como si hubieran pasado por alguna mutilación. Sin mencionar que cuando lo sanaba el rubio parecía sanar más rápido que una persona normal. Cada vez todo la llevaba más a que era en realidad un elfo y no un hombre.
La rubia se detuvo a prestarle atención. Ella aún no había dicho nada al respecto de sospechar de él. Pero era evidente que noto su aire de desconfianza al hablar. — Sé muy bien que no me lo está diciendo todo sobre quien es. Pero ahora mismo no tengo tiempo u opciones. Usted es quien único me puede ayudar con los niños, así que, aunque esté manteniendo el misterio conmigo, y no me admita que es en realidad también un elfo, quiero confiar en que sea alguien de palabra. — a ella no le importaba porque negaba su raza, solo le importaba que cumpliera con lo que le prometió. Pero se lo decía para que no pensara que era tonta de no darse cuenta. —Quizas luego se anime a contarme. —no iba a juzgar porque guardaba silencio cuando notaba que debía haber una razón poderosa para que estuviera así.
Al menos parecía dispuesto ayudar y traer con bien a los niños, por lo que le quiso dar esa confianza de momento. — Por el momento su destino es salir de las manos de los orcos. Pero descuide, Rivedell velará por ellos en caso de que hubieran perdido a sus padres. Yo misma me encargaré de que así sea. — aseguro la muchacha decidida a persuadir a Elrond como fuera, aunque no dudaba que el alto elfo le tendiera la mano con ello.
Fue el momento de partir, y ambos se adentraban más y más en aquel bosque. Glorineth realmente esperaba que no se hubieran marchado muy lejos, que no les hubieran ganado tanta distancia. — Esperemos que se detuvieran, por eso nosotros ya no podemos detenernos más. — Insistió la rubia. — Desviado hacia dónde. Adelante, complete la frase. No le tengo miedo a ese lugar… no le tengo miedo a Mordor. — aseguro, pues sabía que muchos de solo mencionarlo les daba espelusco. Pero ella no, se necesitaba mucho más que un nombre para asustarla. Y la verdad no le sorprendería para nada que ese fuera el nombre que estuvo por salir de sus labios. Pues no podía haber peor lugar para llevar a los rehenes.
Glorineth se detuvo en seco al notar algo en el suelo. Eran huellas, a diferencia de las suyas, que prácticamente eran inexistentes los orcos, siendo unos seres tan toscos dejaban unas claras huellas. Pero estas no estaban solas, sino también las acompañaban unas más pequeñas. — Pasaron por aquí. — señalo.
Glorineth se mantenía curándolo, pero en su mente pululaba aún su nombre… Nothyr. Era nombre de elfo, y no solo eso. El hombre tenía un semblante elfico que de no ser por las orejas podría jurar que lo era. La elfa por un momento prefirió concentrarse en lo que hacía para así poder terminar lo más pronto posible. Se detuvo a observarlo más detenidamente. Sus facciones eran de él, y cuando llego a las orejas pudo notar que aunque estuvieran redondeadas parecían tener cicatrices como si hubieran pasado por alguna mutilación. Sin mencionar que cuando lo sanaba el rubio parecía sanar más rápido que una persona normal. Cada vez todo la llevaba más a que era en realidad un elfo y no un hombre.
La rubia se detuvo a prestarle atención. Ella aún no había dicho nada al respecto de sospechar de él. Pero era evidente que noto su aire de desconfianza al hablar. — Sé muy bien que no me lo está diciendo todo sobre quien es. Pero ahora mismo no tengo tiempo u opciones. Usted es quien único me puede ayudar con los niños, así que, aunque esté manteniendo el misterio conmigo, y no me admita que es en realidad también un elfo, quiero confiar en que sea alguien de palabra. — a ella no le importaba porque negaba su raza, solo le importaba que cumpliera con lo que le prometió. Pero se lo decía para que no pensara que era tonta de no darse cuenta. —Quizas luego se anime a contarme. —no iba a juzgar porque guardaba silencio cuando notaba que debía haber una razón poderosa para que estuviera así.
Al menos parecía dispuesto ayudar y traer con bien a los niños, por lo que le quiso dar esa confianza de momento. — Por el momento su destino es salir de las manos de los orcos. Pero descuide, Rivedell velará por ellos en caso de que hubieran perdido a sus padres. Yo misma me encargaré de que así sea. — aseguro la muchacha decidida a persuadir a Elrond como fuera, aunque no dudaba que el alto elfo le tendiera la mano con ello.
Fue el momento de partir, y ambos se adentraban más y más en aquel bosque. Glorineth realmente esperaba que no se hubieran marchado muy lejos, que no les hubieran ganado tanta distancia. — Esperemos que se detuvieran, por eso nosotros ya no podemos detenernos más. — Insistió la rubia. — Desviado hacia dónde. Adelante, complete la frase. No le tengo miedo a ese lugar… no le tengo miedo a Mordor. — aseguro, pues sabía que muchos de solo mencionarlo les daba espelusco. Pero ella no, se necesitaba mucho más que un nombre para asustarla. Y la verdad no le sorprendería para nada que ese fuera el nombre que estuvo por salir de sus labios. Pues no podía haber peor lugar para llevar a los rehenes.
Glorineth se detuvo en seco al notar algo en el suelo. Eran huellas, a diferencia de las suyas, que prácticamente eran inexistentes los orcos, siendo unos seres tan toscos dejaban unas claras huellas. Pero estas no estaban solas, sino también las acompañaban unas más pequeñas. — Pasaron por aquí. — señalo.
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1. Encuentro Tempestuoso
Bueno siempre supo que alguno de ellos lo iba a reconocer por mucho que quisiera tapar su linaje e identidad era lo que era. No era de los típicos elfos majestuosos y bellos, no emanaba luz sino que más bien oscuridad aunque siempre podía pasar por un elfo que no estaba interesado estar con ellos. Ya tenía la historia calculada para después cuando saliera el tema porque ahora se tenía que hacer quién estaba recuperando energías y nada más. — No es un tema fácil para mí pero puedo decirle que he viajado por mucho tiempo y no tengo idea cómo he sobrevivido. Descuide, en algún momento contaré mi historia ahora lo más importante es salvar esos niños — le dedicó una sonrisa suave y sincera que ni tenía idea cómo le salía, imaginaba que eran años de experiencia al ser un falso ya que en Mordor ni siquiera mostraba sus sentimientos. — La voy a ayudar en todo lo posible, esta claro que no puedo compararme con su fuerza pero se hará el intento — la elogió. Porque a pesar de ser una mujer, Nothyr sabía que no podía subestimar porque se veía que era una elfa poderosa.
Nothyr asintió. La verdad es que tuvo que reprimir su cara de asco porque sentía ganas de vomitar al escuchar que esos niños vivirían cerca de los terrenos de los elfos, quizás sería un tiempo hasta que pudieran formar una aldea. Solo que tenían que haber sacrificios, lo cierto es que su Señor, junto a su ejército de varias criaturas tenían las herramientas necesarias para capturar más y la verdad es que de igual manera muchos aldeanos iban a preferir estar con ellos que morir en el intento, es que así eran los humanos eran seres aborrecibles que se iban donde más calentaba el sol y se dejaban llevar por los que le convenía. — Al menos tendrán un buen lugar imagino hasta que sean adultos independientes — Le comentó cuando ya comenzaban a caminar y guiándola hacia donde lo había visto huir - más bien sabía que habían ido por ahí - porque por esas zonas el bosque era más frondoso y oscuro.
— Como viajero ni tendría la intención de visitar ese lugar, Glorineth. Debe estar al tanto que es un lugar peligroso — Es que era cierto. Estarían en gran desventaja y los elfos no tenían que hacerse los invencibles y reconocer cuando se estaban exponiendo demasiado y bueno tal como sus padres le contaban si muchas vidas se habían perdido y por eso muchos de ellos servían a Sauron. Era un tipo de temer que no tenía piedad por ningún ser viviente sabía que iba a morir si alguna vez pensaba en su contra. — De todos modos, creo que mujeres como usted es lo que hace falta en este mundo — En el fondo le pareció cautivante pero todo allí quedaba porque la verdad creerse poderoso también era la perdición.
Llegaron a un sector y vieron las huellas. — Supongo que estamos por buen camino, hay que seguir caminando. — Ya se habían enfrascado en esa misión y la verdad es que tenía que ser realizada con éxito para que la elfa cada día creyera más en él. Se arrepentiría el resto de los días por confíar y eso hasta le parecía dulce y macabro.
Fin del Capítulo I
Nothyr asintió. La verdad es que tuvo que reprimir su cara de asco porque sentía ganas de vomitar al escuchar que esos niños vivirían cerca de los terrenos de los elfos, quizás sería un tiempo hasta que pudieran formar una aldea. Solo que tenían que haber sacrificios, lo cierto es que su Señor, junto a su ejército de varias criaturas tenían las herramientas necesarias para capturar más y la verdad es que de igual manera muchos aldeanos iban a preferir estar con ellos que morir en el intento, es que así eran los humanos eran seres aborrecibles que se iban donde más calentaba el sol y se dejaban llevar por los que le convenía. — Al menos tendrán un buen lugar imagino hasta que sean adultos independientes — Le comentó cuando ya comenzaban a caminar y guiándola hacia donde lo había visto huir - más bien sabía que habían ido por ahí - porque por esas zonas el bosque era más frondoso y oscuro.
— Como viajero ni tendría la intención de visitar ese lugar, Glorineth. Debe estar al tanto que es un lugar peligroso — Es que era cierto. Estarían en gran desventaja y los elfos no tenían que hacerse los invencibles y reconocer cuando se estaban exponiendo demasiado y bueno tal como sus padres le contaban si muchas vidas se habían perdido y por eso muchos de ellos servían a Sauron. Era un tipo de temer que no tenía piedad por ningún ser viviente sabía que iba a morir si alguna vez pensaba en su contra. — De todos modos, creo que mujeres como usted es lo que hace falta en este mundo — En el fondo le pareció cautivante pero todo allí quedaba porque la verdad creerse poderoso también era la perdición.
Llegaron a un sector y vieron las huellas. — Supongo que estamos por buen camino, hay que seguir caminando. — Ya se habían enfrascado en esa misión y la verdad es que tenía que ser realizada con éxito para que la elfa cada día creyera más en él. Se arrepentiría el resto de los días por confíar y eso hasta le parecía dulce y macabro.
Fin del Capítulo I
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2. Un paseo por las entrañas del bosque
No quedaba de otra que aventurarse a ver si lograban encontrar con vida aquellos niños. Era triste que tan pequeños tuvieran que vivir tales atrocidades. Esos orcos eran una lacra, no merecían tan siquiera pisar la misma tierra que el resto de los seres vivos. Pero algo la rubia tenía seguro, pagarían muy caro lo que habían hecho con aquel pueblo. Esto no se iba a quedar así.
Glorineth era bastante impulsiva, no solía tener miedo tan fácilmente. No es que pensara que no podía perder, sabía que había ocasiones en las que estaba en desventaja. Simplemente, es que si era necesario no se iba a echar para atrás y se aventaría arriesgándose a fuera lo que fuera el resultado. Sí, moria, moria en pie de guerra. Pero precisamente como sabía que se le podía complicar, fue que se atrevió hacerle aquel trato al desconocido. Quizás debía aprender de él en tener más cautela, pero bueno, así era ella.
Cuando emprendieron el viaje comenzaron, no había sido tan difícil encontrar el camino que los orcos habían seguido. Eran toscos y pesados, por lo cual dejaban muy bien marcado su rastro. Sin embargo, las cosas no serían tan simples y sencillas como lo era seguir unas pisadas. Aquel bosque tenía sus peligros y con la maldad recorriendo la Tierra media era normal toparse con criaturas desagradables que no habían sido invitadas a esta fiesta.
La elfa se detuvo en seco cuando comenzó a escuchar como unos murmullos a lo lejos. Para colmo podía sentir como una brisa de agua se acercaba como si estuviera a punto de caer un aguacero. Cosa que sería un problema para la visibilidad. Por suerte ella tenía muy buena vista, y si Nothyr era un elfo imaginaba que también. — Se avecina lluvia… — murmuro la rubia. — Y no estamos solos. — Añadió. — Estamos siendo observados. — finalizo. No podía verlas, pero en la copa de los árboles había una araña gigante vigilándolos, acechándolos. Esperando el momento idóneo para hacerlos sus presas.
En momentos como estos descubriría si Nothyr estaba dispuesto a cumplir su palabra o terminaría por traicionarla. Evidentemente, tanto misterio de su parte la hacía desconfiar, pero al mismo tiempo la tenía intrigada. Jamás había conocido alguien que le intrigara tanto, que captara toda su atención.
Glorineth era bastante impulsiva, no solía tener miedo tan fácilmente. No es que pensara que no podía perder, sabía que había ocasiones en las que estaba en desventaja. Simplemente, es que si era necesario no se iba a echar para atrás y se aventaría arriesgándose a fuera lo que fuera el resultado. Sí, moria, moria en pie de guerra. Pero precisamente como sabía que se le podía complicar, fue que se atrevió hacerle aquel trato al desconocido. Quizás debía aprender de él en tener más cautela, pero bueno, así era ella.
Cuando emprendieron el viaje comenzaron, no había sido tan difícil encontrar el camino que los orcos habían seguido. Eran toscos y pesados, por lo cual dejaban muy bien marcado su rastro. Sin embargo, las cosas no serían tan simples y sencillas como lo era seguir unas pisadas. Aquel bosque tenía sus peligros y con la maldad recorriendo la Tierra media era normal toparse con criaturas desagradables que no habían sido invitadas a esta fiesta.
La elfa se detuvo en seco cuando comenzó a escuchar como unos murmullos a lo lejos. Para colmo podía sentir como una brisa de agua se acercaba como si estuviera a punto de caer un aguacero. Cosa que sería un problema para la visibilidad. Por suerte ella tenía muy buena vista, y si Nothyr era un elfo imaginaba que también. — Se avecina lluvia… — murmuro la rubia. — Y no estamos solos. — Añadió. — Estamos siendo observados. — finalizo. No podía verlas, pero en la copa de los árboles había una araña gigante vigilándolos, acechándolos. Esperando el momento idóneo para hacerlos sus presas.
En momentos como estos descubriría si Nothyr estaba dispuesto a cumplir su palabra o terminaría por traicionarla. Evidentemente, tanto misterio de su parte la hacía desconfiar, pero al mismo tiempo la tenía intrigada. Jamás había conocido alguien que le intrigara tanto, que captara toda su atención.
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2. UN PASEO POR LAS ENTRAÑAS DEL BOSQUE
Nothyr sabía que la insignificante elfa no confiaba en todo en él pero de todos modos había accedido que le ayudase, iba a ser un camino muy difícil tratar de engatuzarla porque no la subestimaba para nada, eran inteligente y se notaba que era una mujer de valores y valiente. Sin embargo, todas las mujeres podrían caer en los encantos si se trabajaba con cuidado. Ahora solo esperaba que uno de esos malnacidos trolls y orcos no se fueran de chismosos y dijeran algo que lo conocían. Tenía que actuar con precaución porque si que eran unos tontos y muy influenciados, les gustaba la destrucción y era por ello que servían a Sauron.
Siguió en silencio a Glorineth hasta que pudo notar que el aire se ponía denso y húmedo. Ya se habían sumergido en lo profundo del bosque y como aquellos buscarían más neblina y oscuridad para protegerse del sol ya presentía que estaban cerca, podía sentir su olor repugnante en varios metros.
Ahora sí que necesitaba demostrar preocupación así que se sostuvo un momento en un tronco. — Imagino que la lluvia será lo de menos, son esos seres los preocupantes — señaló el mugroso elfo denotando miedo en su expresión aunque si que haría algo al respecto supuestamente por esos "niños" que tenían que ser salvados. Al observar desde esa distancia no aseguraba nada pero por milagro pudieron escuchar algunos sollozos de algunos pequeños y los otros suplicaban por ayuda, que tenían sed y hambre. Ya se imaginaba el paronama lamentable y que seguro ya se los querían comer pero se aguantaban por el Señor que se suponía que los quería con él.
Sin embargo, ya estaba enterado y tenía el permiso. Algunos sacrificios valían la pena por el bien mayor. Todo valía y la muerte debía ser parte o una razón para ese servicio.
— ¿Tienes algún plan? Es un buen número creo que hay que distraerlos. —Señaló esperando que dijera más. Quería analizar como era improvisando y en cuanto a los planes de ataque, era una guerrera así que suponía que se le haría muy sencillo. Y él estaría en primera fila y muy probable ayudando.
Siguió en silencio a Glorineth hasta que pudo notar que el aire se ponía denso y húmedo. Ya se habían sumergido en lo profundo del bosque y como aquellos buscarían más neblina y oscuridad para protegerse del sol ya presentía que estaban cerca, podía sentir su olor repugnante en varios metros.
Ahora sí que necesitaba demostrar preocupación así que se sostuvo un momento en un tronco. — Imagino que la lluvia será lo de menos, son esos seres los preocupantes — señaló el mugroso elfo denotando miedo en su expresión aunque si que haría algo al respecto supuestamente por esos "niños" que tenían que ser salvados. Al observar desde esa distancia no aseguraba nada pero por milagro pudieron escuchar algunos sollozos de algunos pequeños y los otros suplicaban por ayuda, que tenían sed y hambre. Ya se imaginaba el paronama lamentable y que seguro ya se los querían comer pero se aguantaban por el Señor que se suponía que los quería con él.
Sin embargo, ya estaba enterado y tenía el permiso. Algunos sacrificios valían la pena por el bien mayor. Todo valía y la muerte debía ser parte o una razón para ese servicio.
— ¿Tienes algún plan? Es un buen número creo que hay que distraerlos. —Señaló esperando que dijera más. Quería analizar como era improvisando y en cuanto a los planes de ataque, era una guerrera así que suponía que se le haría muy sencillo. Y él estaría en primera fila y muy probable ayudando.
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2. Un paseo por las entrañas del bosque
La rubia haría todo lo que estuviera en sus manos para traer de vuelta aquellos niños. No hacerlo significaría para ella una derrota, un fracaso como guardiana de la Tierra Media, porque así se sentía y por eso quería siempre ayudar. No esconderse en sus hermosas ciudades, dejando al resto de los seres vivos a su suerte cuando más necesitaban de los elfos.
Aun si Nothyr no la hubiera acompañado, esta hubiera seguido tras la pista de aquellas viles criaturas, les plantaría cara, haría lo que fuera que tuviera que hacer. No le molestaba ensuciarse, mancharse las manos con sangre de orco. Ella era una guerrera, de princesa, solo tenía el título por ser la hija de Lady Galadriel pero nada más. Pero bueno, que aquel misterioso hombre la acompañaba, que estaba segura de que era un elfo aun cuando no se lo confirmara. Así que un par de ojos y de orejas adicional siempre eran útiles. Daban más dimensión a la búsqueda y agilizaba las cosas. No era tan testaruda como para no apreciar la ayuda, en especial cuando era la vida de otros la que estaba en riesgo y no la de ella.
— Es lo de menos sí… si obviamos que el que haya nubes en el cielo los protege del sol y así pueden cruzar los claros sin tener que rodearlos. — cosa que les haría más corto su camino de vuelta a Mordor. — De todos modos, en efecto hay un problema mayor ahora mismo… — no parecían tener a los pequeños muy lejos, pero el rubio no parecía haber notado la araña. Sin embargo, ya que preguntaba por un plan, quizás aquella asquerosa criatura podría servirles.
— No mires hacia arriba, pero tenemos una amiga vigilándonos. Si tal vez hubiera la manera de armar un escándalo junto con la araña para que venga a ver que está pasando y así de paso no les quede de otra que meterse en la pelea, mientras el otro intenta soltar a los pequeños. — la elfa intentaba decir todo esto haciendo el menor ruido y movimiento posible para que no se arruinara el plan antes de tiempo. Pues si la araña se percataba de qué sabía que los velaban, seguro iba a adelantarse a sus planes y los atacaría allí mismo.
— ¿Prefieres tú haces la distracción, o vas por los niños? — Pregunto la chica.
Aun si Nothyr no la hubiera acompañado, esta hubiera seguido tras la pista de aquellas viles criaturas, les plantaría cara, haría lo que fuera que tuviera que hacer. No le molestaba ensuciarse, mancharse las manos con sangre de orco. Ella era una guerrera, de princesa, solo tenía el título por ser la hija de Lady Galadriel pero nada más. Pero bueno, que aquel misterioso hombre la acompañaba, que estaba segura de que era un elfo aun cuando no se lo confirmara. Así que un par de ojos y de orejas adicional siempre eran útiles. Daban más dimensión a la búsqueda y agilizaba las cosas. No era tan testaruda como para no apreciar la ayuda, en especial cuando era la vida de otros la que estaba en riesgo y no la de ella.
— Es lo de menos sí… si obviamos que el que haya nubes en el cielo los protege del sol y así pueden cruzar los claros sin tener que rodearlos. — cosa que les haría más corto su camino de vuelta a Mordor. — De todos modos, en efecto hay un problema mayor ahora mismo… — no parecían tener a los pequeños muy lejos, pero el rubio no parecía haber notado la araña. Sin embargo, ya que preguntaba por un plan, quizás aquella asquerosa criatura podría servirles.
— No mires hacia arriba, pero tenemos una amiga vigilándonos. Si tal vez hubiera la manera de armar un escándalo junto con la araña para que venga a ver que está pasando y así de paso no les quede de otra que meterse en la pelea, mientras el otro intenta soltar a los pequeños. — la elfa intentaba decir todo esto haciendo el menor ruido y movimiento posible para que no se arruinara el plan antes de tiempo. Pues si la araña se percataba de qué sabía que los velaban, seguro iba a adelantarse a sus planes y los atacaría allí mismo.
— ¿Prefieres tú haces la distracción, o vas por los niños? — Pregunto la chica.
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2. UN PASEO POR LAS ENTRAÑAS DEL BOSQUE
Glorineth era una elfa preciosa a su parecer. Característica básica que apenas lograba considerar el muy maldito de Nothyr antes cuando estaba cubierto de odio y era un miserable que solo seguía a Sauron y su oscuridad. No dejaba de ser valiente, testaruda y muy empática hacia el dolor de esos niños donde algunos solo se entregaron porque preferían eso que la muerte. Dudaba que alguno de ellos lo reconociera porque como tal no había participado directamente con los orcos y si estuvo ahí fue tan solo con los adultos que se ponían a luchar creyendo que eran unos vencedores.
Aquellas características iban a llevarla a su perdición porque claro podía notar que estaba confiando en él lo que la hacía una tonta e ilusa. No sentía la más mínima lástima, pero tocaba seguir actuando y dejar pasar el tiempo para que la confianza fuera sublime y luego le doliera el corazón y alma al enterarse que era un traidor, porque así era él, lastimaba a todo aquel que estaba en su camino y de diversas formas.
No podía dejar de pensar que era astuta. No conocía del todo el bosque y los orcos tampoco que seguramente estaban complacidos que solo estuviera nublado porque eso lo llevaría a recorrer más hasta Mordor, otros pobres ilusos. No sabían ya que tenían su destino marcado y que nunca llegarían hasta allí, sin embargo, debían sentirse complacidos porque todo lo que estaban haciendo era justamente por Sauron y ahí no importaba si habían sacrificios.
Nothyr no se había percatado para nada que había una vieja araña encima de ellos. Ni la había visto aunque si que en ese instante por muy enemiga que fuera porque no estaba en sus planes, si que sería tremendamente especial para no mancharse del todo las manos con sangre. Su risa habría sido perversa si la hubiera sacado al exterior claro que quería que fuera ella que se enfrentará a los orcos solo por tener ese complejo de héroe y toda una guerrera. Que sintiera la gloria tal como su nombre lo dictaba para que después la caída fuera la más fuerte. — Lo que sea para salvar a esos pobres indefensos, más que los orcos cuentan con la ventaja por el clima. Pero señorita usted sabe que no soy un guerrero así que me quedará el papel de distractor. ¿Qué debo hacer? Dígame — Lo de la araña realmente no se lo esperaba para nada, no eran tan grandes como solían haberlas en Mordor que entre las rocas y la oscuridad si que solían ser terribles, no tenían piedad con cualquier presa que encontraran fuera lo que fuera. Así que tampoco subestimaba a esta.
Aquellas características iban a llevarla a su perdición porque claro podía notar que estaba confiando en él lo que la hacía una tonta e ilusa. No sentía la más mínima lástima, pero tocaba seguir actuando y dejar pasar el tiempo para que la confianza fuera sublime y luego le doliera el corazón y alma al enterarse que era un traidor, porque así era él, lastimaba a todo aquel que estaba en su camino y de diversas formas.
No podía dejar de pensar que era astuta. No conocía del todo el bosque y los orcos tampoco que seguramente estaban complacidos que solo estuviera nublado porque eso lo llevaría a recorrer más hasta Mordor, otros pobres ilusos. No sabían ya que tenían su destino marcado y que nunca llegarían hasta allí, sin embargo, debían sentirse complacidos porque todo lo que estaban haciendo era justamente por Sauron y ahí no importaba si habían sacrificios.
Nothyr no se había percatado para nada que había una vieja araña encima de ellos. Ni la había visto aunque si que en ese instante por muy enemiga que fuera porque no estaba en sus planes, si que sería tremendamente especial para no mancharse del todo las manos con sangre. Su risa habría sido perversa si la hubiera sacado al exterior claro que quería que fuera ella que se enfrentará a los orcos solo por tener ese complejo de héroe y toda una guerrera. Que sintiera la gloria tal como su nombre lo dictaba para que después la caída fuera la más fuerte. — Lo que sea para salvar a esos pobres indefensos, más que los orcos cuentan con la ventaja por el clima. Pero señorita usted sabe que no soy un guerrero así que me quedará el papel de distractor. ¿Qué debo hacer? Dígame — Lo de la araña realmente no se lo esperaba para nada, no eran tan grandes como solían haberlas en Mordor que entre las rocas y la oscuridad si que solían ser terribles, no tenían piedad con cualquier presa que encontraran fuera lo que fuera. Así que tampoco subestimaba a esta.
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2. Un paseo por las entrañas del bosque
Un día de estos su ímpetu voluntario la haría meterse en un lío del cual no podría salir tan fácilmente. Ya Elrond se lo había advertido, ni que decir de sus padres. Pero ella no podía evitar ser como era. Cuando veía que no le agradaban y que le ocasionaban preocupación, ahí iba a intentar intervenir. Antes los elfos solían ser los guardianes de la Tierra Media. ¿Entonces porque ahora parecían querer mantenerse al margen de todo? ¿Por qué? No le hacía sentido. En especial al ver como había personas que sufrían por culpa de la maldad. Así que al menos ella haría todo lo posible para subsanar eso, aun cuando en el mismo proceso le pudiera costar hasta la vida.
Saber que estaban cerca los pequeños le daban más ánimos para continuar con su misión. Teniéndolos localizados, ahora tocaba formular un plan de rescate. Claro que no tenía algo elaborado de ante mano, pues no tenía idea de con qué circunstancias se toparía. Pero ahora qué sabía rápido su mente se puso a buscar ideas. Incluso pretendía sacar ventaja aquella monstruosidad de araña que los comenzaba asechar.
A la chica no le molesto tener que hacer el ‘trabajo’ sucio. Aunque a decir verdad ser la distracción tampoco era muy seguro. Un paso en falso con la araña y terminabas siendo la cena. Pero esperaba que Nothir fuera lo suficientemente ágil y veloz para evadirla. — Está bien, no hay problema con eso. Lo que importa es actuar en conjunto. Así que bueno, el plan es el siguiente… — la rubia, aunque le explicaba, lo hacía aún en la misma posición en la que estaba desde ya hace un rato y sin alzar mucho la voz. Pues si hacían algún movimiento brusco y alertaban a la araña, sus planes podían estropearse.
— Va a correr en dirección cercana al campamento, pero sin entrar. El escándalo que hará la araña al intentar atraparte alertara a los orcos, los cuales de seguro saldrán a ver que está pasando y se toparan con la araña. Seguro como son torpe querrán ponerse a luchar con ella sin tan siquiera averiguar qué pasa. Así que la propia araña se encargara de parte de ellos. Mientras tú te puedes escabullir por aquella área rocosa de allá para así salir de su vista y poder volver. — le señalo el lugar.
— Mientras por mi parte entraré al campamento, siempre tendré que luchar con algunos orcos, pero serían menos. Cosa que me ayudaría a avanzar para poder desatar a los pequeños. — La muchacha le explico y esperaba que todo saliera bien. No deseaba tampoco que nadie saliera lastimado por su culpa. — ¿Algo que quiera preguntar? — Pregunto por las dudas, necesitaba que esto saliera bien.
Saber que estaban cerca los pequeños le daban más ánimos para continuar con su misión. Teniéndolos localizados, ahora tocaba formular un plan de rescate. Claro que no tenía algo elaborado de ante mano, pues no tenía idea de con qué circunstancias se toparía. Pero ahora qué sabía rápido su mente se puso a buscar ideas. Incluso pretendía sacar ventaja aquella monstruosidad de araña que los comenzaba asechar.
A la chica no le molesto tener que hacer el ‘trabajo’ sucio. Aunque a decir verdad ser la distracción tampoco era muy seguro. Un paso en falso con la araña y terminabas siendo la cena. Pero esperaba que Nothir fuera lo suficientemente ágil y veloz para evadirla. — Está bien, no hay problema con eso. Lo que importa es actuar en conjunto. Así que bueno, el plan es el siguiente… — la rubia, aunque le explicaba, lo hacía aún en la misma posición en la que estaba desde ya hace un rato y sin alzar mucho la voz. Pues si hacían algún movimiento brusco y alertaban a la araña, sus planes podían estropearse.
— Va a correr en dirección cercana al campamento, pero sin entrar. El escándalo que hará la araña al intentar atraparte alertara a los orcos, los cuales de seguro saldrán a ver que está pasando y se toparan con la araña. Seguro como son torpe querrán ponerse a luchar con ella sin tan siquiera averiguar qué pasa. Así que la propia araña se encargara de parte de ellos. Mientras tú te puedes escabullir por aquella área rocosa de allá para así salir de su vista y poder volver. — le señalo el lugar.
— Mientras por mi parte entraré al campamento, siempre tendré que luchar con algunos orcos, pero serían menos. Cosa que me ayudaría a avanzar para poder desatar a los pequeños. — La muchacha le explico y esperaba que todo saliera bien. No deseaba tampoco que nadie saliera lastimado por su culpa. — ¿Algo que quiera preguntar? — Pregunto por las dudas, necesitaba que esto saliera bien.
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2. UN PASEO POR LAS ENTRAÑAS DEL BOSQUE
Aunque eran de su propia raza los elfos aunque se creían buenos si eran unos malditos egoístas en su opinión. Eran muy de salvar su propio pellejo para estar en paz y seguir con la inmortalidad. Le convenía claro... porque el tiempo pasaría y por supuesto, podrían aportar más a la tierra Media.
Glorineth era el ejemplo de eso. Aunque él mismo se había ofrecido igual corría un riesgo con la araña que podía devorarlo si no era ágil. Quería gritarle que era una maldita y perforar parte de su piel con una daga, solo que aquello solo quedaba en sus pensamientos y nada más, el plan debería continuar.
Muy probable que algunos orcos - lo dudaba porque eran unos tontos - lo reconocerían. Solo los miraría y diría que era por un bien mayor solo que debía seguir de acuerdo al plan y nada más, no quedaba escapatoria. — ¿Cree que el suyo es el trabajo sucio? — Cuestionó al momento que sus ojos brillaban. — No creo que sea fácil para mi escapar de la araña, pero ya sabe que estoy dispuesto a todo para salvar a los niños, luego seguiré viajando por el mundo si logró sobrevivir, siento que les debo una. — Explicó haciéndose el sincero y honesto respecto al único objetivo que tenía cuando más bien solo era la primera parte para que confiará en él.
— He entendido muy bien su plan...Andando pongamos en marcha. —Espero la señal para que comenzará todo y sí la realidad es que iba a ser ágil, no podía permitir ser devorado bajo ninguna circunstancia dado que esto solo era la primera parte. Dudaba en todo caso, en enamorarla, no era del todo estúpida, seguro ya tenía a un elfo de la nobleza como su alma gemela, sinceramente no importaba, no la iba a llevar al camino del mal, la idea era exterminarla que pensará que era el peor ser del mundo.
Estaba al tanto que tendría ser muy sincero y directo aún cuando fuera una falacia para que confiará recién en él. Soltó un suspiro, solo estaban a segundos para empezar con todo. No se debía mostrar del todo fuerte, pues se suponía que estaba débil.
Glorineth era el ejemplo de eso. Aunque él mismo se había ofrecido igual corría un riesgo con la araña que podía devorarlo si no era ágil. Quería gritarle que era una maldita y perforar parte de su piel con una daga, solo que aquello solo quedaba en sus pensamientos y nada más, el plan debería continuar.
Muy probable que algunos orcos - lo dudaba porque eran unos tontos - lo reconocerían. Solo los miraría y diría que era por un bien mayor solo que debía seguir de acuerdo al plan y nada más, no quedaba escapatoria. — ¿Cree que el suyo es el trabajo sucio? — Cuestionó al momento que sus ojos brillaban. — No creo que sea fácil para mi escapar de la araña, pero ya sabe que estoy dispuesto a todo para salvar a los niños, luego seguiré viajando por el mundo si logró sobrevivir, siento que les debo una. — Explicó haciéndose el sincero y honesto respecto al único objetivo que tenía cuando más bien solo era la primera parte para que confiará en él.
— He entendido muy bien su plan...Andando pongamos en marcha. —Espero la señal para que comenzará todo y sí la realidad es que iba a ser ágil, no podía permitir ser devorado bajo ninguna circunstancia dado que esto solo era la primera parte. Dudaba en todo caso, en enamorarla, no era del todo estúpida, seguro ya tenía a un elfo de la nobleza como su alma gemela, sinceramente no importaba, no la iba a llevar al camino del mal, la idea era exterminarla que pensará que era el peor ser del mundo.
Estaba al tanto que tendría ser muy sincero y directo aún cuando fuera una falacia para que confiará recién en él. Soltó un suspiro, solo estaban a segundos para empezar con todo. No se debía mostrar del todo fuerte, pues se suponía que estaba débil.
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2. Un paseo por las entrañas del bosque
El plan ya estaba trazado, esperaba que no hubiera ningún inconveniente porque entonces todo se podía venir abajo. Lo cual podía poner en peligro tanto a los niños como a ellos mismos. Alzo una ceja al escucharlo, cuestionarla. ¿Acaso no le había dado a elegir? — No dije que fuera sencillo. Por eso le pregunté que prefería. — refuto la rubia. Aunque su expresión luego se suavizó. — Sé que siente que tiene una deuda. Pero eso no quiere decir que deseo que perezca, sé que estas criaturas son peligrosas. — comento Glorineth. — Es un riesgo para salvar a los más indefensos. Pero que serás bien recompensado. Me encargare de eso. —
Vergüenza debería de darles a los compañeros de la guardia por no estar aquí ayudándola. ¿Qué sentido tenía tener gente capacitada para este tipo de trabajos si a la mera hora de la verdad no daban su máximo por ayudar a los demás? Y mírenla ahora. La elfa recibía ayuda de un hombre que aun cuando no se lo había confirmado estaba segura de que en realidad era elfo, y que el mismo hasta estaba herido y convaleciendo. Cosa que le agradecía su ayuda, porque ella sola solo se complicaría el panorama.
La rubia le hizo una ceña a Nothir dando a entender que ya estaba lista. Por lo que tan pronto el rubio comenzó a distraer a la araña, la elfa corrió en dirección contraria para así llegar hasta el campamento. La araña había ido en dirección del chico, cuando los orcos escucharon el escándalo y salieron a ver qué pasaba. Por supuesto que no fueron todos, pues algunos se habían quedado a vigilar a los pequeños.
Glorineth pudo ubicar a los niños que se encontraban amontonados en una esquina con las manos atadas a un poste. Estaban sentados aterrados. La elfa hizo un gesto con el dedo de que guardaran silencio para que no fuera descubierta. Al menos no mientras lograba soltarlos de la estaca donde los tenían amarrados como si de ponis se tratara.
— Gracias. — murmuro un pequeño mientras la rubia de prisa comenzaba a soltarlo. Logrando hacerlo sin mucho problema. — Ve y escóndete en los arbustos. — Le decía mientras continuaba con los otros.
Vergüenza debería de darles a los compañeros de la guardia por no estar aquí ayudándola. ¿Qué sentido tenía tener gente capacitada para este tipo de trabajos si a la mera hora de la verdad no daban su máximo por ayudar a los demás? Y mírenla ahora. La elfa recibía ayuda de un hombre que aun cuando no se lo había confirmado estaba segura de que en realidad era elfo, y que el mismo hasta estaba herido y convaleciendo. Cosa que le agradecía su ayuda, porque ella sola solo se complicaría el panorama.
La rubia le hizo una ceña a Nothir dando a entender que ya estaba lista. Por lo que tan pronto el rubio comenzó a distraer a la araña, la elfa corrió en dirección contraria para así llegar hasta el campamento. La araña había ido en dirección del chico, cuando los orcos escucharon el escándalo y salieron a ver qué pasaba. Por supuesto que no fueron todos, pues algunos se habían quedado a vigilar a los pequeños.
Glorineth pudo ubicar a los niños que se encontraban amontonados en una esquina con las manos atadas a un poste. Estaban sentados aterrados. La elfa hizo un gesto con el dedo de que guardaran silencio para que no fuera descubierta. Al menos no mientras lograba soltarlos de la estaca donde los tenían amarrados como si de ponis se tratara.
— Gracias. — murmuro un pequeño mientras la rubia de prisa comenzaba a soltarlo. Logrando hacerlo sin mucho problema. — Ve y escóndete en los arbustos. — Le decía mientras continuaba con los otros.
Lanzare dado para ver si puedo desatar a los niños (serán 4 así sin) ser vista o me descubren los orcos, si quieres puedes igual hacerlo para ver si logras llegar a escapar de la araña, por cada acierto puedes poner que el ataque lo recibió un orco por ti. o simplemente lo narras.
resultado dados. (1/4) niños sueltos.
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2. UN PASEO POR LAS ENTRAÑAS DEL BOSQUE
El elfo del mal y marginado tenía que seguir actuando como si fuera un ignorante y que era un tonto en cuanto a planes y batallas. Contaba con experiencia, sin embargo, el tema de la araña no la había previsto y si que eran peligrosas, en Mordor las había y no eran tan amigables si solo querían alimentarse. — Usted sabe de esto, yo no. Pero confiaré en su plan... descuide de eso. — Se encogió de hombros, buscaba que se sintiera mal solo que estaba al tanto que no lo iba a lograr porque era ella que buscaba llevarse la victoria, ser la heroína de los niños y de sus compañeros.
Pero tenía que hacerlo por el plan que seguía en marcha y con esa actitud solo creyó que la veía por ella también. Tenía que ser así porque iba a alertar mucho a los orcos donde algunos lo conocían y tenía que en cierto modo en poner riesgo a su vida por su gran objetivo, no obstante confiaba en sus habilidades y que iba a lograr escapar de esa mugrosa araña. — La realidad es que no necesito una recompensa si todo sale bien, si ellos son libres y vuelven ya será el mejor bienestar y seguir con mis viajes. — Se enfocaría en seguir adelante, tal vez hasta terminaba un poco dañado por la araña para que sintiera culpa sabía de aquellas criaturas, solo que era algo que aún debía meditar, Nothyr era un maldito calculador que no le importaba hacerse daño solo para cumplir la misión.
Había escuchado bien a la elfa y solo tenía que seguir. Ahora mismo tendría que llamar la atención de la araña y acercarse al campamento sin que lo vieran.
La araña no se había percatado de su presencia aún así que tomó una piedra para alertarla. Solo bastó ese golpe en ella para llamar la atención y ser rápido, ahí si salía bien o mal, dependía solo de su suerte.
En eso tenía que fiarse, en su suerte. La araña lo miró de manera maligno que habría dado por controlarlas porque hasta él que era muy cruel sentía temor por ella. Comenzó a seguirlo sin más, quería atraparlo por lo que se fue corriendo y tratando de esquivar sus ataques mientras ella estaba distraída sacando a los niños, sabía que iba a ser rápida así que no se iba a preocupar por la araña que se iba a mantener entretenida por los orcos. Al momento de adentrarse cerca del campamento, notó que el ruido que hacía la araña alerto a los orcos que salieron despavoridos a ver que sucedía. Y claro, tal como dijo Glorineth ni siquiera pensaron y se desesperaron solo queriendo ahuyentarla. Sonrió. No era tan tonta y se notaba que ya se había enfrentado con muchos orcos, el problema es que seguía siendo la presa de la condenada por lo que tendría que irse a la cueva que le señalo, pues claro tenía que seguir el plan que había hecho ella.
Pero tenía que hacerlo por el plan que seguía en marcha y con esa actitud solo creyó que la veía por ella también. Tenía que ser así porque iba a alertar mucho a los orcos donde algunos lo conocían y tenía que en cierto modo en poner riesgo a su vida por su gran objetivo, no obstante confiaba en sus habilidades y que iba a lograr escapar de esa mugrosa araña. — La realidad es que no necesito una recompensa si todo sale bien, si ellos son libres y vuelven ya será el mejor bienestar y seguir con mis viajes. — Se enfocaría en seguir adelante, tal vez hasta terminaba un poco dañado por la araña para que sintiera culpa sabía de aquellas criaturas, solo que era algo que aún debía meditar, Nothyr era un maldito calculador que no le importaba hacerse daño solo para cumplir la misión.
Había escuchado bien a la elfa y solo tenía que seguir. Ahora mismo tendría que llamar la atención de la araña y acercarse al campamento sin que lo vieran.
La araña no se había percatado de su presencia aún así que tomó una piedra para alertarla. Solo bastó ese golpe en ella para llamar la atención y ser rápido, ahí si salía bien o mal, dependía solo de su suerte.
En eso tenía que fiarse, en su suerte. La araña lo miró de manera maligno que habría dado por controlarlas porque hasta él que era muy cruel sentía temor por ella. Comenzó a seguirlo sin más, quería atraparlo por lo que se fue corriendo y tratando de esquivar sus ataques mientras ella estaba distraída sacando a los niños, sabía que iba a ser rápida así que no se iba a preocupar por la araña que se iba a mantener entretenida por los orcos. Al momento de adentrarse cerca del campamento, notó que el ruido que hacía la araña alerto a los orcos que salieron despavoridos a ver que sucedía. Y claro, tal como dijo Glorineth ni siquiera pensaron y se desesperaron solo queriendo ahuyentarla. Sonrió. No era tan tonta y se notaba que ya se había enfrentado con muchos orcos, el problema es que seguía siendo la presa de la condenada por lo que tendría que irse a la cueva que le señalo, pues claro tenía que seguir el plan que había hecho ella.
1. Llevar a la araña al campamento: Acierto.
2. Llegar a la cueva sin daño alguno: 0/2
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2. Un paseo por las entrañas del bosque
Al comienzo la elfa no había contado con que hubiera arañas en el área. Cada vez había más de esos animales más cerca de los lugares poblados de la Tierra Media y eso nunca había sido una buena señal. Sin embargo, alguna utilidad debían de sacarles, ya que tenía claro que sí, o sí, las muy malditas iban a comenzar atacar y formar el caos. Por lo que, ya que lo iban a hacer, al menos que les fuera de beneficio a ellos de alguna forma. — Bueno, tenga cuidado. — fue lo único que le respondió, lo ayudaría si tenía que hacerlo, pero esperaba que fuera lo suficientemente rápido para escapar. Ella tenía claro lo que había que hacer y, pero tampoco dejaría que muriera por la causa si podía evitarlo.
Aun cuando le dijera que no le interesaba recompensa alguna, ella seguía creyendo que era lo más justo después de todo esto. — Es muy modesto, muy pocos ya piensan así. Pero créame, la merece. Usted está aquí aún luego de apenas recuperar de la herida, mientras que otros ya están de vuelta a casa sanos y salvos. — sí, era reproche alguno de sus compañeros que no fueron capaces de dar un paso más allá de las órdenes dadas.
La rubia le había dejado claro lo que pensaba, y no dijo nada más. Era momento de ponerse a trabajar. Estando en el área donde los orcos tenían el campamento, Glorineth estaba tratando de tener el mayor cuidado posible. No quería que se desatara el caos, al menos mientras no estuvieran los niños desatados y pudieran esconderse. Ya tenía a uno de ellos suelto, pero aún le faltaban tres más. Por otro lado, Nothir había tenido éxito al llevar a la araña a la zona acordada. Glorineth sonrió y negó, algo le decía que podía más de lo que él mismo decía.
Podía notar que había un par de orcos en el área del campamento, pero que se mantenían observando la pelea que tenían los otros con la araña. La elfa intentaba hacer el menor ruido, ella solía ser sigilosa, pero no podía garantizar que los pequeños lo fueran. No dejaban de ser niños y, por tanto, ruidosos. Estaba en su naturaleza, más aún si llegaban asustarse. Glorineth prosiguió con el siguiente, se encontraba muy concentrada en lograr su cometido.
Poco falto cuando al menos ya había podido desatar al siguiente, una pequeña que de todos se veía la más atemorizada. Por un momento temió que la descubrieran, pues cuando salió detrás del otro niño para esconderse se cayó al suelo al tropezar con una raíz. Glorineth soltó un suspiro de alivio al notar que el otro niño logro taparle la boca a la pequeña antes de que se pusiera a llorar. — Traten de tener cuidado. ¿De acuerdo? — les pido al resto, pues la elfa había notado como uno de los orcos se había girado a ver de donde había provenido el ruido de aquel golpe.
Aun cuando le dijera que no le interesaba recompensa alguna, ella seguía creyendo que era lo más justo después de todo esto. — Es muy modesto, muy pocos ya piensan así. Pero créame, la merece. Usted está aquí aún luego de apenas recuperar de la herida, mientras que otros ya están de vuelta a casa sanos y salvos. — sí, era reproche alguno de sus compañeros que no fueron capaces de dar un paso más allá de las órdenes dadas.
La rubia le había dejado claro lo que pensaba, y no dijo nada más. Era momento de ponerse a trabajar. Estando en el área donde los orcos tenían el campamento, Glorineth estaba tratando de tener el mayor cuidado posible. No quería que se desatara el caos, al menos mientras no estuvieran los niños desatados y pudieran esconderse. Ya tenía a uno de ellos suelto, pero aún le faltaban tres más. Por otro lado, Nothir había tenido éxito al llevar a la araña a la zona acordada. Glorineth sonrió y negó, algo le decía que podía más de lo que él mismo decía.
Podía notar que había un par de orcos en el área del campamento, pero que se mantenían observando la pelea que tenían los otros con la araña. La elfa intentaba hacer el menor ruido, ella solía ser sigilosa, pero no podía garantizar que los pequeños lo fueran. No dejaban de ser niños y, por tanto, ruidosos. Estaba en su naturaleza, más aún si llegaban asustarse. Glorineth prosiguió con el siguiente, se encontraba muy concentrada en lograr su cometido.
Poco falto cuando al menos ya había podido desatar al siguiente, una pequeña que de todos se veía la más atemorizada. Por un momento temió que la descubrieran, pues cuando salió detrás del otro niño para esconderse se cayó al suelo al tropezar con una raíz. Glorineth soltó un suspiro de alivio al notar que el otro niño logro taparle la boca a la pequeña antes de que se pusiera a llorar. — Traten de tener cuidado. ¿De acuerdo? — les pido al resto, pues la elfa había notado como uno de los orcos se había girado a ver de donde había provenido el ruido de aquel golpe.
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2. UN PASEO POR LAS ENTRAÑAS DEL BOSQUE
Nothyr detestaba a Glorineth. Sinceramente no podía entender su carácter que pasaba de una elfa valiente heroina a otra egoísta, a una que pasaba en pensar en sí misma y luego pensaba en el resto. No se había dado el lujo de interactuar con otro elfo, si interactuó alguna vez con alguno en su larga vida fue solo para asesinarlo y ya, si que se acercaban mucho a Mordor pero no mucho más que eso.
Así que le costaba mucho entenderla. Mantuvo silencio y la miró curioso, fingiendo que solo se iba a preocupar del plan. En un principio todo fue demasiado fácil y eso que tenía que hacer pasar por un elfo perdido - sabía que se había dado cuenta - que solo le importaba aventurarse rechazando a su raza. Potencial podría tener pero al lado de ella que seguro venía de una gran familia de elfos poderosos y de sangre pura era ella quién se suponía que era la fuerte. — Es todo una buena causa... es probable que todo salga bien, solo tenemos que concentrarnos. ¿No? — Dijo al final antes de partir.
Supo que contaba con esa suerte ya que no se podía permitir ser devorado y que el plan no se llevara a cabo, tenía que cumplir con su objetivo a costa de lo que fuera y mantenerse a su lado, aún tenía que planificar bien en su mente como lograba quedarse con ella, Quizás era bueno dejarse maltratar por la mugrosa araña o algún orco para que ella sintiera culpa y tuviera que hacerse cargo de él. Todo se vería a su paso, la araña en este momento estaba demasiado entretenida y asesina con los orcos y estos eran demasiado idiotas para darse cuenta que ellos estaban detrás. Sobre todo él.
¿Serían capaces de reconocerlo?
Fue el momento de volver y no tenía idea como iba a salir porque algunos orcos estaban en las cercanías y si que llamarían la atención de la araña, ahora mismo tenía que ser sigiloso e ir a la cueva.
No quiso llamar mucho la atención y se fue entre los árboles siendo lento lo que igual era peligroso porque era la manera que si algún orco herido y llamaba la atención podía llegar a donde estaba él. Trataba de no correr porque podía tropezar como iba tendría que pensar que hacer para unirse a esta. ¿Tendría que aliarse a ella? ¿Soportar ser alguien de los suyos? Quizás hasta ni confiarían en él, era a Glorineth que tenía que mantener cerca.
Así que le costaba mucho entenderla. Mantuvo silencio y la miró curioso, fingiendo que solo se iba a preocupar del plan. En un principio todo fue demasiado fácil y eso que tenía que hacer pasar por un elfo perdido - sabía que se había dado cuenta - que solo le importaba aventurarse rechazando a su raza. Potencial podría tener pero al lado de ella que seguro venía de una gran familia de elfos poderosos y de sangre pura era ella quién se suponía que era la fuerte. — Es todo una buena causa... es probable que todo salga bien, solo tenemos que concentrarnos. ¿No? — Dijo al final antes de partir.
Supo que contaba con esa suerte ya que no se podía permitir ser devorado y que el plan no se llevara a cabo, tenía que cumplir con su objetivo a costa de lo que fuera y mantenerse a su lado, aún tenía que planificar bien en su mente como lograba quedarse con ella, Quizás era bueno dejarse maltratar por la mugrosa araña o algún orco para que ella sintiera culpa y tuviera que hacerse cargo de él. Todo se vería a su paso, la araña en este momento estaba demasiado entretenida y asesina con los orcos y estos eran demasiado idiotas para darse cuenta que ellos estaban detrás. Sobre todo él.
¿Serían capaces de reconocerlo?
Fue el momento de volver y no tenía idea como iba a salir porque algunos orcos estaban en las cercanías y si que llamarían la atención de la araña, ahora mismo tenía que ser sigiloso e ir a la cueva.
No quiso llamar mucho la atención y se fue entre los árboles siendo lento lo que igual era peligroso porque era la manera que si algún orco herido y llamaba la atención podía llegar a donde estaba él. Trataba de no correr porque podía tropezar como iba tendría que pensar que hacer para unirse a esta. ¿Tendría que aliarse a ella? ¿Soportar ser alguien de los suyos? Quizás hasta ni confiarían en él, era a Glorineth que tenía que mantener cerca.
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2. Un paseo por las entrañas del bosque
Bueno, si el rubio insistía en que era todo por una buena causa, así sería. Aunque ella estaba segura de que algún tipo de reconocimiento o recompensa debería tener. Era cierto que ella podía ser testaruda, que le gustaba jugar a la heroína. Pero al final, aunque pareciera que era solo por la gloria de ser reconocida, en realidad nunca lo había hecho con esa intensión. Más que una heroína, se consideraba una justiciera. Pues lo que le importaba era que al final nadie quedara olvidado solo porque algunos no los creían importantes. No era justo, y tampoco era cierto que no eran importantes. Ella sabía que la era donde eran los elfos los que estaban al frente de la Tierra Media estaba llegando a su fin, pronto sería el hombre el que debería tomar esas riendas y estos pequeños eran el futuro de esa era. Había que protegerlos.
— Lamentablemente en eso tiene razón. — Coincidió, no siempre saldría todo a la perfección para su desgracia, así era la vida. Sin embargo, eso no quería decir que no se intentara dar todo porque saliera bien. — Exacto, es la parte que nos compete. Lo demás no hay forma de controlarlo. — por más que le gustaría tener el control de todo lo que ocurría a su alrededor no era posible. Le agradaba la forma Nothir de ver las cosas. Sin embargo, había algo en él que le hacía sentir que no era del todo sincero con ella. Era quizás su mirada, o que le hubiera intentado ocultar su verdadera raza. De todos modos, espanto por un momento esos pensamientos, tenía que estar concentrada tal y como precisamente él aseguraba. La vida de los niños dependía de que el plan saliera bien, seguramente no perfecto, pero sí con la menor cantidad de errores.
La chica continuaba desatando a los niños, aún le quedan dos. Pero el último que había desatado había dejado un tanto alertas a los orcos que permanecían en el campamento. — Quien anda ahí… — Gruño uno, pues desde que escucharon aquel ruido seguían mirando para todos lados como si buscaran algo. Afortunadamente, el ver como un compañero orco era lanzado volando por la araña hizo que desviara su atención en esa dirección. Por otro lado, esperaba que Nothir pudiera haberse puesto a salvo de la araña.
Le estaba dando mucho trabajo soltar el siguiente nudo. — Vamos… — Murmuró entre dientes para sí misma. — Ya, vamos. A ponerse a salvo. — murmuro bajito. Aún le quedaba uno, parecía estar siendo más simple de lo que esperaba. ¿Pero cuánto le duraría la suerte?
— Lamentablemente en eso tiene razón. — Coincidió, no siempre saldría todo a la perfección para su desgracia, así era la vida. Sin embargo, eso no quería decir que no se intentara dar todo porque saliera bien. — Exacto, es la parte que nos compete. Lo demás no hay forma de controlarlo. — por más que le gustaría tener el control de todo lo que ocurría a su alrededor no era posible. Le agradaba la forma Nothir de ver las cosas. Sin embargo, había algo en él que le hacía sentir que no era del todo sincero con ella. Era quizás su mirada, o que le hubiera intentado ocultar su verdadera raza. De todos modos, espanto por un momento esos pensamientos, tenía que estar concentrada tal y como precisamente él aseguraba. La vida de los niños dependía de que el plan saliera bien, seguramente no perfecto, pero sí con la menor cantidad de errores.
La chica continuaba desatando a los niños, aún le quedan dos. Pero el último que había desatado había dejado un tanto alertas a los orcos que permanecían en el campamento. — Quien anda ahí… — Gruño uno, pues desde que escucharon aquel ruido seguían mirando para todos lados como si buscaran algo. Afortunadamente, el ver como un compañero orco era lanzado volando por la araña hizo que desviara su atención en esa dirección. Por otro lado, esperaba que Nothir pudiera haberse puesto a salvo de la araña.
Le estaba dando mucho trabajo soltar el siguiente nudo. — Vamos… — Murmuró entre dientes para sí misma. — Ya, vamos. A ponerse a salvo. — murmuro bajito. Aún le quedaba uno, parecía estar siendo más simple de lo que esperaba. ¿Pero cuánto le duraría la suerte?
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2. UN PASEO POR LAS ENTRAÑAS DEL BOSQUE
La detestaba con su oscura vida. Y aún así la muy maldita se mostraba valiente para sentirse algo atraído. Sin embargo, no quería sumergirse a esos mugrosos sentimientos que hacían que el hombre, los enanos, hobbits y enanos se volvieran débiles. Sí sabía que los elfos solían tener una gran belleza a la inmundicia que ahora había quedado. Ella era toda una luz del sol, mientras que él estaba en las sombras y nunca brillaría por su propia cuenta.
Tenía que seguir fingiendo, debía ganársela a toda costa. Tenía que lograr esa confianza de la elfa que fuera capaz de seguirlo y así poder manejarla a su voluntad, comprendía que sería un trabajo muy difícil. — Hay que pensar que todo saldrá bien y aunque cueste tenemos que sacarlos de ese lío. No me quedaré tranquilo si no lo logro. — Exclamó con tranquilidad mientras se hacía como alguien que le estaba dando ánimos. Y ya, cada uno tenía su misión.
Mientras huía de la araña vio que estaba bien y había que alejarla lo más posible. La verdad es que la mugrosa se mantendría ocupada devorándose a esos orcos. No quería mostrar del todo sus habilidades ahora pero igual tenía que parecer infensivo y algo escurridizo porque de alguna manera tenía que justificar su buena racha de suerte en como se había salido con la suya y escapar de la araña. Claro que había tenido suerte si eran jodidamente malignas con cualquiera y se dejaban llevar solo por el hambre sin tomar en cuenta amigos con enemigos, ellas actuaban por hambre y sobrevivir en este mundo de mierda.
Mientras corría hacia la cueva entre los árboles para que no lo vieran pudo divisar esta. Faltaba tan poco y todo estaba pareciendo tan fácil que hasta estaba siendo aburrido. Una sonrisa irónica se dibujo en los labios al darse cuenta que un orco corría hacia donde estaba, se había fijado en él y lo reconoció. Sin más, se abalanzó hacia a él y Nothyr solo porque le convenía no se defendió, solo que debía hacerlo luego. El camino hacia a la cueva estaba demasiado cerca y mientras corría aún herido necesitaba acercarlo para eliminarlo por completo. No le convenía dejarlo vivo. Al menos ahora ya tenía la excusa de estar de ese modo para que la elfa luego lo llevara a su hogar con los niños que estarían ahí por un tiempo o en un territorio cercano. Confiaba que estaría bien y ante todo esperaba que los dos tuvieran esa fortuna para seguir con el plan. Claro si quería deshacerse de ella lo prefería con sus propias manos y en un ataque más directo.
Tenía que seguir fingiendo, debía ganársela a toda costa. Tenía que lograr esa confianza de la elfa que fuera capaz de seguirlo y así poder manejarla a su voluntad, comprendía que sería un trabajo muy difícil. — Hay que pensar que todo saldrá bien y aunque cueste tenemos que sacarlos de ese lío. No me quedaré tranquilo si no lo logro. — Exclamó con tranquilidad mientras se hacía como alguien que le estaba dando ánimos. Y ya, cada uno tenía su misión.
Mientras huía de la araña vio que estaba bien y había que alejarla lo más posible. La verdad es que la mugrosa se mantendría ocupada devorándose a esos orcos. No quería mostrar del todo sus habilidades ahora pero igual tenía que parecer infensivo y algo escurridizo porque de alguna manera tenía que justificar su buena racha de suerte en como se había salido con la suya y escapar de la araña. Claro que había tenido suerte si eran jodidamente malignas con cualquiera y se dejaban llevar solo por el hambre sin tomar en cuenta amigos con enemigos, ellas actuaban por hambre y sobrevivir en este mundo de mierda.
Mientras corría hacia la cueva entre los árboles para que no lo vieran pudo divisar esta. Faltaba tan poco y todo estaba pareciendo tan fácil que hasta estaba siendo aburrido. Una sonrisa irónica se dibujo en los labios al darse cuenta que un orco corría hacia donde estaba, se había fijado en él y lo reconoció. Sin más, se abalanzó hacia a él y Nothyr solo porque le convenía no se defendió, solo que debía hacerlo luego. El camino hacia a la cueva estaba demasiado cerca y mientras corría aún herido necesitaba acercarlo para eliminarlo por completo. No le convenía dejarlo vivo. Al menos ahora ya tenía la excusa de estar de ese modo para que la elfa luego lo llevara a su hogar con los niños que estarían ahí por un tiempo o en un territorio cercano. Confiaba que estaría bien y ante todo esperaba que los dos tuvieran esa fortuna para seguir con el plan. Claro si quería deshacerse de ella lo prefería con sus propias manos y en un ataque más directo.
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