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Juno
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My true love sent to me
A partridge in a pear tree
Empezó en Navidad.
La fiesta navideña del Arsenal FC era una tradición que llevaba celebrándose desde prácticamente la fundación del club. Este año en particular había más alegría que la acostumbrada porque el equipo estaba haciendo una buena campaña y había grandes expectativas para ganar la liga inglesa.
Darien, defensa titular desde hacía varias campañas, estaba en su elemento. Las fiestas parecían su hábitat natural y sus compañeros siempre coincidían en que era el alma del equipo. Incluso si habían perdido un partido, Darien siempre hallaba la manera de mantener los ánimos en alto. Sin embargo, para esta fiesta en particular, su favorita en todo el calendario liguero, su cita le canceló al último momento. Incapaz de conseguir en menos de veinticuatro horas un reemplazo, Darien decidió asistir a la fiesta de navidad completamente solo, aunque eso significaría someterse un poco a las burlas del resto de sus compañeros. Ese era el precio a pagar por ser el más bromista de todos: nadie iba a perder la oportunidad de hacerlo blanco de burlas e ironías por unas horas.
Eleanor, en cambio, llegó directo de Escocia dos días antes de la fiesta para ayudar a un amigo. Ella y Neil Carter, portero titular del Arsenal, se conocían desde hacía mucho tiempo y el chico le pidió que por favor le hiciera compañía en la fiesta de Navidad. Eleanor no conocía todos los detalles, sólo que Neil no estaba pasando por un buen momento sentimental y a ella no le molestaba ponerse un lindo vestido, sonreír para las cámaras y pasarlo bien por una noche. Ella había nacido en el ojo público y ahora se dedicaba al deporte ecuestre, estaba acostumbrada, así que no veía por qué algo tenía que salir mal.
En esa fiesta de Navidad, Darien conoció a la mujer más hermosa que hubiera visto antes y Eleanor apenas podía creer que ese hombre hablara tantas palabras por minuto. Él sólo quería saber más de ella, mientras que ella tan sólo esperaba que la noche terminara.
Ninguno de los dos tenía idea de qué les tenía preparado el destino.
La fiesta navideña del Arsenal FC era una tradición que llevaba celebrándose desde prácticamente la fundación del club. Este año en particular había más alegría que la acostumbrada porque el equipo estaba haciendo una buena campaña y había grandes expectativas para ganar la liga inglesa.
Darien, defensa titular desde hacía varias campañas, estaba en su elemento. Las fiestas parecían su hábitat natural y sus compañeros siempre coincidían en que era el alma del equipo. Incluso si habían perdido un partido, Darien siempre hallaba la manera de mantener los ánimos en alto. Sin embargo, para esta fiesta en particular, su favorita en todo el calendario liguero, su cita le canceló al último momento. Incapaz de conseguir en menos de veinticuatro horas un reemplazo, Darien decidió asistir a la fiesta de navidad completamente solo, aunque eso significaría someterse un poco a las burlas del resto de sus compañeros. Ese era el precio a pagar por ser el más bromista de todos: nadie iba a perder la oportunidad de hacerlo blanco de burlas e ironías por unas horas.
Eleanor, en cambio, llegó directo de Escocia dos días antes de la fiesta para ayudar a un amigo. Ella y Neil Carter, portero titular del Arsenal, se conocían desde hacía mucho tiempo y el chico le pidió que por favor le hiciera compañía en la fiesta de Navidad. Eleanor no conocía todos los detalles, sólo que Neil no estaba pasando por un buen momento sentimental y a ella no le molestaba ponerse un lindo vestido, sonreír para las cámaras y pasarlo bien por una noche. Ella había nacido en el ojo público y ahora se dedicaba al deporte ecuestre, estaba acostumbrada, así que no veía por qué algo tenía que salir mal.
En esa fiesta de Navidad, Darien conoció a la mujer más hermosa que hubiera visto antes y Eleanor apenas podía creer que ese hombre hablara tantas palabras por minuto. Él sólo quería saber más de ella, mientras que ella tan sólo esperaba que la noche terminara.
Ninguno de los dos tenía idea de qué les tenía preparado el destino.
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C R O N O L O G Í A
I. Raise a Glass
II. Auld Lang Syne
III. Show Jumping
IV. I Got your Back
V. London is Red
VI. The Angel
VII. The Wavin' Flag
I. Raise a Glass
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III. Show Jumping
IV. I Got your Back
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VI. The Angel
VII. The Wavin' Flag
Eleanor Grosvenor | |
Jinete Ecuestre - 29 años - Lucy Boynton - Juno |
Darien Boka | |
Futbolista - 27 años - Daniel Kaluuya - Minerva |
One on One - Original - Realista - Juno & Minerva
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Do they know it's Christmas time at all?
Neil había pasado por ella justo a la hora acordada y Eleanor lo había recibido con un enorme abrazo. Hacía mucho que no veía a Neil, pues aunque se conocían desde hacía años, últimamente tenían círculos sociales muy distintos. Así que cuando Neil le pidió que, por favor, le acompañara a la fiesta de Navidad del Arsenal, ella no pudo negarse. Aprovecharía la oportunidad para ponerse al día, no lo dudó ni dos veces cuando tomó el primer vuelo directo de Edimburgo hasta Londres.
Eleanor disfrutaba mucho de diciembre y de las fiestas de fin de año. Desde el divorcio de sus padres solía dividir las fiestas entre sus progenitores y era la época del año en que más veía a su adorado hermano menor. Lo vería el día de mañana, para almorzar juntos. Le envió una foto desde el carro de Neil, para mostrarle el vestido rojo que había llevado.
—Eso sí, ni se te ocurra dejarme en la estacada por tus compañeros futbolistas, Neil Carter. O te prometo que nunca más volveré a echarte una mano… —aunque bromeó con ello antes de bajarse del carro, eso fue justo lo que sucedió. Eleanor se descuidó un instante porque tenía que retocarse el maquillaje y cuando regresó al gran salón, Neil estaba rodeado de sus compañeros de equipo. Ella los conocía a casi todos de vista, pues era imposible cuando en su familia eran acérrimos fanáticos de ver la Premier League cada fin de semana, como si fuera una religión.
El problema era que su padre era fanático del Chelsea, así que el que ella estuviera allí en medio de los enemigos, resultaba a la vez gracioso y terrible. Eleanor buscó en el bolso su teléfono, dispuesta a sacarle una fotografía a Neil desde esta distancia. Estaba segura que él no se molestaría que la subiera a sus redes sociales, Neil era bastante activo y tenía un montón de seguidores que estaban dispuestos a defenderlo hasta la muerte. Alguna vez, en una reunión de amigos, Eleanor había escuchado decir que Neil era prácticamente un tesoro nacional.
Cuando le tomó la foto a Neil, soltó una carcajada, pero perdió el balance por un instante y casi tropezó con alguien. Eleanor mantuvo el equilibrio enseguida, evitando el desastre, pero puso cara avergonzada cuando se giró para disculparse. Reconoció la silueta, por supuesto, porque tenía buena memoria y porque sabía que Neil lo frecuentaba. Darien Boka. Era un defensa, si mal no recordaba.
—¡Lo siento mucho! Sólo estaba… —Eleanor le mostró el teléfono, justo antes de echarlo en el bolso de nuevo—. Estaba mostrándole al mundo cómo mi compañero se entretuvo sin mí cuando sólo lo dejé por cinco minutos.
En realidad, habían sido más de cinco minutos, pero valía la pena la exageración.
Eleanor disfrutaba mucho de diciembre y de las fiestas de fin de año. Desde el divorcio de sus padres solía dividir las fiestas entre sus progenitores y era la época del año en que más veía a su adorado hermano menor. Lo vería el día de mañana, para almorzar juntos. Le envió una foto desde el carro de Neil, para mostrarle el vestido rojo que había llevado.
—Eso sí, ni se te ocurra dejarme en la estacada por tus compañeros futbolistas, Neil Carter. O te prometo que nunca más volveré a echarte una mano… —aunque bromeó con ello antes de bajarse del carro, eso fue justo lo que sucedió. Eleanor se descuidó un instante porque tenía que retocarse el maquillaje y cuando regresó al gran salón, Neil estaba rodeado de sus compañeros de equipo. Ella los conocía a casi todos de vista, pues era imposible cuando en su familia eran acérrimos fanáticos de ver la Premier League cada fin de semana, como si fuera una religión.
El problema era que su padre era fanático del Chelsea, así que el que ella estuviera allí en medio de los enemigos, resultaba a la vez gracioso y terrible. Eleanor buscó en el bolso su teléfono, dispuesta a sacarle una fotografía a Neil desde esta distancia. Estaba segura que él no se molestaría que la subiera a sus redes sociales, Neil era bastante activo y tenía un montón de seguidores que estaban dispuestos a defenderlo hasta la muerte. Alguna vez, en una reunión de amigos, Eleanor había escuchado decir que Neil era prácticamente un tesoro nacional.
Cuando le tomó la foto a Neil, soltó una carcajada, pero perdió el balance por un instante y casi tropezó con alguien. Eleanor mantuvo el equilibrio enseguida, evitando el desastre, pero puso cara avergonzada cuando se giró para disculparse. Reconoció la silueta, por supuesto, porque tenía buena memoria y porque sabía que Neil lo frecuentaba. Darien Boka. Era un defensa, si mal no recordaba.
—¡Lo siento mucho! Sólo estaba… —Eleanor le mostró el teléfono, justo antes de echarlo en el bolso de nuevo—. Estaba mostrándole al mundo cómo mi compañero se entretuvo sin mí cuando sólo lo dejé por cinco minutos.
En realidad, habían sido más de cinco minutos, pero valía la pena la exageración.
Con Darien - Hotel - Diciembre - 20.15hrs
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Do they know it's Christmas time at all?
Darien siempre había sido el alma de la fiesta.
Desde niño, había estado acostumbrado a que en las celebraciones familiares él estaba en el centro del grupo que más se reía. Luego, cuando cumplió su sueño de jugar al fútbol profesionalmente y tuvo que dejar su hogar, aprendió a mantener siempre en alto el espíritu de su equipo. Cuando finalmente los cazadores de talentos lo encontraron y tuvo que dejar Costa de Marfil para viajar a Inglaterra, temió que su sentido del humor no fuera a calzar entre los estirados ingleses.
Por suerte, en el Arsenal encontró un lugar donde Darien Boka seguía siendo el rey de las fiestas.
No tenía familia en Inglaterra, por lo que la fiesta de navidad del equipo era su favorita de la época navideña pues en ella estaba la mayoría de las personas que quería y con las que compartía día a día. Eso no quería decir que no contara siempre con magníficas invitaciones para pasar Navidad y Año Nuevo, solamente que esta era más familiar para él, a pesar de los directivos estirados y la primera parte donde tenían que tomarse fotos y demás.
Que su cita para ese día le cancelara había sido una pena, pero tampoco era una razón para deprimirse y echarse a perder la fiesta. Vanessa le caía bien, y se divertían juntos, pero apenas tenían unas semanas de tratarse y Darien tampoco iba a llorar su ausencia. Su reputación de casanova había sufrido un golpe esa noche, pero era muy capaz de reírse de él mismo y pasar a algo mejor.
Además, parecía haber una epidemia. Neil había tenido que venir con una amiga porque Verónica no estaba en el país, y Emma Stevens también le había cancelado a Santiago, lo que resultaba más extraño todavía. En el fondo, Darien sentía que la chica le tenía cariño a Santi pero más a las cámaras que la rodeaban cuando estaba con él. Igual Santiago tampoco parecía enamorado, suponía que era un trato que les beneficiaba a los dos.
Por suerte, ya Darien había tenido que presenciar lo terrible que era cuando una chica se enamoraba de Santiago y este empezaba a huirle. Darien tampoco era muy dado a buscar relaciones profundas a largo plazo. Sin embargo, sí que sabía lo que eran los flechazos. Y mucho se temía que acababa de tener uno con la acompañante de Neil.
Atajó a la chica que había perdido el equilibrio y la reconoció de inmediato. Elle Grosvenor. Tenía entendido que era de una familia importante en el país. Siempre molestaban a Neil porque no solo se movía entre lo ricos y famosos, sino también entre la realeza. Sin embargo, ahora, mientras miraba los rasgos delicados y los hermosos ojos de Elle, Darien pensó que sí que parecía sacada de un cuento de princesas.
Sonrió, apreciando que además tenía sentido del humor. Siguió la mirada de la chica hacia el grupo donde estaban Neil y Santi hablando, cada uno con una copa de vino en la mano, mientras Facundo y su novia compartían un trozo de pastel.
—Quisiera decir que me sorprende, pero no es raro que Neil y Santi se entretengan hablando de algo para detrimento del resto. Lo peor es que si te acercas, seguro que escuchas que Santi está hablando del partido del Boxing Day. Siempre le obsesiona ganar en esa fecha. Bueno, siempre le obsesiona ganar, pero esa más que ninguna. Dice que para contribuir con la alegría navideña de la afición. —Después de aquel comentario, giró su cuerpo para darle la espalda a sus compañeros y dedicar toda su atención a la chica—. Al menos espero que te guste la navidad, porque Neil te trajo justamente a una de las fiestas en las que más se luce el equipo con la decoración y música, además de la comida. Solo no dejes que te metan en uno de nuestros horribles abrigos de navidad. Nosotros nos lo ponemos porque literal lo dice en nuestro contrato.
Le dedicó su mejor sonrisa. No tenía idea de si algo de todo lo que había dicho captaría su atención, pero esperaba que sí. De todos modos, Neil parecía entretenido y seguro que él lograba entretener a la joven a quien su pareja de esa noche estaba ignorando tan convenientemente.
Si esto funcionaba, tendría que agradecer después a Santi por acaparar a Neil.
Con Elle- Hotel - Diciembre - 20.15hrs
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Do they know it's Christmas time at all?
Eleanor sabía que el chico con quien Neil estaba hablando tan animadamente era Santiago Gutiérrez. En ese momento era el jugador más valorado en todo el club y por ahí había escuchado que había un montón de clubes fuera de Inglaterra que estaban pidiendo por él. Ella por lo general no seguía con tanto recelo los mercados de venta de jugadores, pero éste en particular había sido tan mediático que era imposible no mantenerse al día con lo que estaba pasando. Sabía que Neil le tenía mucho aprecio porque habían estado juntos desde la filial, pero Santiago tenía una expresión tan dura que a ella no le parecía que pudieran tener mucho en común.
Pero ella era la menos certificada para opinar, puesto que sabía bien que a veces las amistades se trataban de contrastes. Tony, su mejor amigo, era completamente diferente a ella. Se conocían desde el colegio y donde Tony era la sal, ella era el azúcar. A lo que sí le pareció gracioso fue cuando escuchó a Darien decir que Santiago estaría hablando sobre ganar el partido que tenían para el Boxing Day.
—Supongo que se cumple con el requisito de que ustedes los futbolistas sólo saben hablar de fútbol. Pero sí tiene algo de razón, a todos nos gusta ver ganar a nuestro equipo en Navidad. ¿Tú también estarás en la alineación titular para el partido? —preguntó, en parte por curiosidad y en parte por cortesía. Eleanor sabía que Darien jugaba con bastante regularidad, pero tampoco estaba completamente al día con las bajas médicas ni con los cambios que hacía el entrenador.
Pronunció la sonrisa cuando le preguntó si le gustaba la Navidad. Era su festividad favorita cuando era una niña, le encantaba hornear galletas para Santa y decorarlas con su hermano menor, Phillipe. Ahora era el tiempo en que podía pasar con su familia luego de un año de ajetreos y de campeonatos ecuestres. Pero la verdad era que no había sido lo mismo desde el turbulento divorcio de sus padres. Eleanor se decía a sí misma que se había acostumbrado, pero lo cierto era que una parte de ella seguía teniendo doce años y le jodía tener una familia fragmentada.
—Desconfío de la gente que no le gusta la Navidad, creo que son unos amargados, aunque ya pasé la época de cantar villancicos. —Eleanor recordaba que su madre hacía una edulcorada fotografía familiar para esas épocas que a ella en ese entonces le parecía ridícula—. ¡Los abrigos tienen su encanto! Aunque sí es cierto que no combinan para nada con mi vestido.
Pero ella era la menos certificada para opinar, puesto que sabía bien que a veces las amistades se trataban de contrastes. Tony, su mejor amigo, era completamente diferente a ella. Se conocían desde el colegio y donde Tony era la sal, ella era el azúcar. A lo que sí le pareció gracioso fue cuando escuchó a Darien decir que Santiago estaría hablando sobre ganar el partido que tenían para el Boxing Day.
—Supongo que se cumple con el requisito de que ustedes los futbolistas sólo saben hablar de fútbol. Pero sí tiene algo de razón, a todos nos gusta ver ganar a nuestro equipo en Navidad. ¿Tú también estarás en la alineación titular para el partido? —preguntó, en parte por curiosidad y en parte por cortesía. Eleanor sabía que Darien jugaba con bastante regularidad, pero tampoco estaba completamente al día con las bajas médicas ni con los cambios que hacía el entrenador.
Pronunció la sonrisa cuando le preguntó si le gustaba la Navidad. Era su festividad favorita cuando era una niña, le encantaba hornear galletas para Santa y decorarlas con su hermano menor, Phillipe. Ahora era el tiempo en que podía pasar con su familia luego de un año de ajetreos y de campeonatos ecuestres. Pero la verdad era que no había sido lo mismo desde el turbulento divorcio de sus padres. Eleanor se decía a sí misma que se había acostumbrado, pero lo cierto era que una parte de ella seguía teniendo doce años y le jodía tener una familia fragmentada.
—Desconfío de la gente que no le gusta la Navidad, creo que son unos amargados, aunque ya pasé la época de cantar villancicos. —Eleanor recordaba que su madre hacía una edulcorada fotografía familiar para esas épocas que a ella en ese entonces le parecía ridícula—. ¡Los abrigos tienen su encanto! Aunque sí es cierto que no combinan para nada con mi vestido.
Con Darien - Hotel - Diciembre - 20.15hrs
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Do they know it's Christmas time at all?
La chica era todavía más encantadora de lo que había pensado en un primer momento. La forma en la que hablaba era liviana y simpática, no parecía para nada el estereotipo de gente estirada de alta sociedad. Suponía que Neil sabía muy bien de quiénes rodearse y eran todos tan agradables como él.
Solo que Elle, además, era muy guapa.
—Por supuesto. Soy Darien Boka, indiscutible en el centro de la defensa. —Se presentó rápidamente, extendiendo una mano hacia ella. Hacía mucho había aprendido a no esperar que las personas supieran quién era solo por ser futbolista, lo podía dejar en ridículo hacer eso—. ¿Vendrás a ver el partido? Haré mi mejor esfuerzo por darle a la afición una feliz navidad.
Le dedicó su mejor sonrisa, mientras tomaba nota mental de pedirle a Neil todos los detalles sobre su amiga. Debía saber a lo que se exponía llevándola a aquel evento, más si la iba a dejar sola para discutir estrategia con Santi. Él podía fallar en llevar pareja, pero no era tan perdedor para quedarse toda la noche hablando como si estuvieran en un entrenamiento.
Eso era una fiesta y estaba ahí para pasarla bien. Pero hasta ahora, nada parecía tan interesante como hablar con Elle.
—¿Elle Gosvenor, verdad? —añadió, incómodo de haber dado su nombre y no conocer el de ella. Quizá debió ser paciente y darle chance de hablar, pero no quería seguir en una conversación mitad anónima. —Yo también desconfío de a quien no le gusta la Navidad. O las fiestas. O divertirse.
Pensó en comentar que ella con vestido o con suéter se vería hermosa, pero le pareció que debía controlar un poco su lengua. Apenas intercambiaba unas palabras con ella y en pocos momentos se prepararía para invitarla a bailar, no quería arruinar antes el momento.
Con Elle- Hotel - Diciembre - 20.15hrs
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Do they know it's Christmas time at all?
Aunque su primer instinto fue decirle que tendría que pedirle boletos gratis a Neil por semejante favor que le estaba haciendo, lo cierto era que si iba al Boxing Day al estadio del Arsenal, seguro que su padre la tacharía de traidora. En la familia Grosvenor sí que eran aficionados al fútbol, pero vestían de azul todo el tiempo, amaban al Chelsea y pues a Eleanor la habían educado de la misma manera.
Recordaba con exactitud cuando George Carter, el padre de Neil, se quejó mil veces con su padre que su hijo mayor, su heredero, no sólo lo estaba desafiando con jugar al fútbol sino que, para el colmo de males, estaba fichando por el Arsenal. A Eleanor en ese momento le pareció muy gracioso escuchar tras la puerta los gritos del señor Carter, pero con el pasar de los años se dio cuenta de que Neil estaba haciendo más que un simple acto de rebeldía.
—Podría pedirle un boleto a Neil, creo que me lo he ganado si me hizo venir para quedarse hablando de fútbol con alguien más, ¿no te parece? —Eleanor se encogió de hombros, haciéndolo ver más como una broma que un reclamo. En realidad, no le molestaba demasiado excepto a la hora de bailar, porque sí que quería pasárselo bien.
Eleanor alzó las cejas cuando lo escuchó llamarla por el mote que usaban sus amigos con ella. Pero supuso que no tenía nada de malo, después de todo, estaba segura que así era como Neil la llamaba para referirse a ella.
—Elle para los amigos, así que supongo que sí… —dijo con una sonrisa—. Es bueno saber que eres de los míos, sólo he conocido un puñado de gente que no le gusta la Navidad y créeme, son gente que prefiero tener lejos de mí. Pero dime, Darien, ¿tú viniste acompañado? Me sabría muy mal que estés dejando a una chica aparcada como a mí, además, tú no estás hablando de fútbol conmigo, así que no tienes muchas excusas —añadió al final, pues de pronto sintió curiosidad. Recordaba que cuando había dicho abiertamente en el chat de sus amigos que acompañaría a Neil esta noche, no faltaron las locas advertencias sobre cuidarse de los jugadores de fútbol.
Pero Eleanor ni se asustaba con facilidad, ni tampoco tenía quince años.
Recordaba con exactitud cuando George Carter, el padre de Neil, se quejó mil veces con su padre que su hijo mayor, su heredero, no sólo lo estaba desafiando con jugar al fútbol sino que, para el colmo de males, estaba fichando por el Arsenal. A Eleanor en ese momento le pareció muy gracioso escuchar tras la puerta los gritos del señor Carter, pero con el pasar de los años se dio cuenta de que Neil estaba haciendo más que un simple acto de rebeldía.
—Podría pedirle un boleto a Neil, creo que me lo he ganado si me hizo venir para quedarse hablando de fútbol con alguien más, ¿no te parece? —Eleanor se encogió de hombros, haciéndolo ver más como una broma que un reclamo. En realidad, no le molestaba demasiado excepto a la hora de bailar, porque sí que quería pasárselo bien.
Eleanor alzó las cejas cuando lo escuchó llamarla por el mote que usaban sus amigos con ella. Pero supuso que no tenía nada de malo, después de todo, estaba segura que así era como Neil la llamaba para referirse a ella.
—Elle para los amigos, así que supongo que sí… —dijo con una sonrisa—. Es bueno saber que eres de los míos, sólo he conocido un puñado de gente que no le gusta la Navidad y créeme, son gente que prefiero tener lejos de mí. Pero dime, Darien, ¿tú viniste acompañado? Me sabría muy mal que estés dejando a una chica aparcada como a mí, además, tú no estás hablando de fútbol conmigo, así que no tienes muchas excusas —añadió al final, pues de pronto sintió curiosidad. Recordaba que cuando había dicho abiertamente en el chat de sus amigos que acompañaría a Neil esta noche, no faltaron las locas advertencias sobre cuidarse de los jugadores de fútbol.
Pero Eleanor ni se asustaba con facilidad, ni tampoco tenía quince años.
Con Darien - Hotel - Diciembre - 20.15hrs
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Do they know it's Christmas time at all?
Por supuesto que ya se había equivocado. ¿Por qué había usado un diminutivo en lugar de su nombre? Tenía ganas de cubrirse la cara con una mano, pero Darien Boka no se mostraba avergonzado fácilmente, así que le sonrió, agradeciendo la autorización para llamarla de esa manera. Tal vez no era tan malo.
—Yo te puedo conseguir entradas también. —se apresuró a ofrecer. No era algo que hiciera con frecuencia, en realidad. Solía ligar fuera del estadio, y no solía mantener las relaciones mucho tiempo.
No había tenido intenciones de formar familia y establecerse en Inglaterra, como la mayoría de sus compañeros.
La pregunta de Elle le llamó la atención. No sabía si sería muy patético decir que lo habían dejado plantado a última hora, así que prefirió no dar demasiados detalles.
—No, qué va, hoy soy un alma libre —le aseguró. —¿Quieres bailar? Seguro que a Neil no le importa, y si le importa, pues puede venir a buscarte. Pero seguro que Santi lo tiene entretenido un buen rato.
Tal vez estaba adelantándose mucho, pero no quería arriesgarse a que aquella pregunta sobre su compañía fuera un previo para alejarse de él de una vez.
Con Elle- Hotel - Diciembre - 20.15hrs
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Eleanor enarcó las cejas cuando lo escuchó decir con tanta facilidad que podía conseguirle entradas. Ella era una persona sociable y casi nunca tenía problemas en entablar conversación con cualquier tipo de persona, sin importar que ésta se mostrara extrovertida o introvertida. Era simplemente su personalidad. Sin embargo, había algo en la forma en que Darien estaba mirándola, que la hizo sopesar su respuesta, en vez de continuar con naturalidad.
¿Estaba coqueteando con ella? A veces, su personalidad tan extrovertida le había causado más de un malentendido. Los hombres tenían la dudosa cualidad de pensar que cualquier trato amable o sonrisa podía significar más que una simple cortesía.
—Bueno, la verdad es que no podría hacerle ascos a boletos gratis. Pero quizás es mejor que sepas que mi familia siempre ha sido más de vestirse de azul. Si sabes lo que quiero decir, es que no sé si se debe nombrar al enemigo justo aquí —comentó con soltura, esperando su reacción. Sabía que sólo había que sumar dos más dos para saber que estaba hablando del Chelsea.
En realidad, jamás rechazaría boletos gratis. Podría traer a su hermano, que ella supiera no tenían boletos para ver ningún partido en el Boxing Day. El año pasado sí que habían ido porque su madre estaba de visita y querían pasar ese tiempo con ella, era la más fanática del fútbol de toda su familia.
Eleanor soltó una risita cuando Darien la invitó a bailar. Volvió a sopesar si no estaba coqueteando abiertamente con ella. Cuando Neil estaba a sólo unos metros de los dos. Así estuviera sólo en la imaginación de Eleanor, tenía que darle bastante crédito.
—Me encanta que estás asumiendo que soy buena bailarina… —dijo mientras echaba un último vistazo a Neil. De verdad que parecía bastante entretenido, supuso que no se enfadaría. En todo caso, si se acercaba a la pista de baile, seguro que Neil la encontraría enseguida—. Pues, ¿por qué no? Vamos, entonces.
¿Estaba coqueteando con ella? A veces, su personalidad tan extrovertida le había causado más de un malentendido. Los hombres tenían la dudosa cualidad de pensar que cualquier trato amable o sonrisa podía significar más que una simple cortesía.
—Bueno, la verdad es que no podría hacerle ascos a boletos gratis. Pero quizás es mejor que sepas que mi familia siempre ha sido más de vestirse de azul. Si sabes lo que quiero decir, es que no sé si se debe nombrar al enemigo justo aquí —comentó con soltura, esperando su reacción. Sabía que sólo había que sumar dos más dos para saber que estaba hablando del Chelsea.
En realidad, jamás rechazaría boletos gratis. Podría traer a su hermano, que ella supiera no tenían boletos para ver ningún partido en el Boxing Day. El año pasado sí que habían ido porque su madre estaba de visita y querían pasar ese tiempo con ella, era la más fanática del fútbol de toda su familia.
Eleanor soltó una risita cuando Darien la invitó a bailar. Volvió a sopesar si no estaba coqueteando abiertamente con ella. Cuando Neil estaba a sólo unos metros de los dos. Así estuviera sólo en la imaginación de Eleanor, tenía que darle bastante crédito.
—Me encanta que estás asumiendo que soy buena bailarina… —dijo mientras echaba un último vistazo a Neil. De verdad que parecía bastante entretenido, supuso que no se enfadaría. En todo caso, si se acercaba a la pista de baile, seguro que Neil la encontraría enseguida—. Pues, ¿por qué no? Vamos, entonces.
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Elle tenía una conversación ligera y divertida. Le hizo mucha gracia la forma en que le explicó que su familia era del Chelsea, pero a Darien eso le importaba poco. El Arsenal era su empleador, no iba a negarse un baile con la chica más hermosa que había conocido porque su familia tuviera mal gusto en el fútbol.
—Dejaré un par de entradas a tu nombre, pero tendrás que avisarme si vas, no me gustaría quedarme sin verte. —le guiñó un ojo, por si no quedaba claro. Luego, le tendió la mano para guiarla a la pista de baile.
No podía creer su suerte con que fueran a bailar juntos. Realmente esperaba que Neil no se molestara y, en especial, que no les arruinara el momento. Se lo compensaría de alguna forma, ya vería cómo.
—Querer bailar y bailar bien son dos cosas diferentes —le dijo. —Yo tampoco puedo garantizar ser un gran bailarín, pero sí te prometo que no me canso fácilmente.
La verdad le gustaba muchísimo bailar y se le daba muy bien. Le encantaba salir a bailar con sus compañeros, siempre era un buen espacio para ligar. Santi era el único que bailaba medianamente bien, porque venía de un país donde se manejaban más géneros que pararse en un círculo a bailar en una discoteca. El resto eran bastante mediocres.
Sin embargo, le daba igual si Elle era buena o no bailando. Por ahora lo estaba dejando tomarlo de la mano y bueno, empezaba a considerase muy afortunado de haber llegado sin pareja esa noche.
—Podemos bailar solo una canción, o todas las que quieras.
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Le iba a dejar entradas.
A su nombre.
Eleanor alzó ambas cejas, pero tuvo que contenerse para no hacer ningún comentario malicioso que se pudiera malinterpretar. Aunque ella y Neil no tenían nada que ver románticamente hablando, no podía olvidar que había venido con él. Ella también era atleta, el foco de atención no tenía nada que ver con la locura mediática que provocaba el fútbol, pero sabía bien lo que era estar dentro del ojo del huracán.
No quería imaginarse qué podía pasar si alguien les tomaba una fotografía que podía malinterpretarse, iba a parar en títulos de prensa rosa. Eleanor odiaba la prensa rosa, su padre era el Duque de Westminster y eso la había hecho crecer rodeada de gente que parecía tener una opinión sobre ella o su familia, a pesar de que nadie se los preguntaba.
Pero ahora estaban en medio de un ambiente controlado, estaban en un baile que era bastante más privado que los demás eventos a los que Eleanor asistía constantemente. Así que, no creía que tuviera nada de malo si aceptaba un baile. O dos. Además, tenía que reconocer que Darien Boka tenía una sonrisa bastante atrapante. Era un gesto genuino y sincero, algo que escaseaba en los ambientes en que ambos se movían.
—Tengo el presentimiento de que Neil me pidió a mí venir, en lugar de venir con su hermana, es porque Regina es bailarina y habría dejado a todo el mundo en vergüenza. Es el tipo de chica que deja la barra demasiado alta… —soltó una carcajada, mientras dio un paso al frente, acercándose a Darien un poco más.
Era guapo. No creía que fuera su tipo porque Eleanor siempre se decía que no quería ninguna pareja del medio del espectáculo porque sería lidiar con demasiado para una relación. Pero era guapo. Y su sonrisa de verdad era encantadora.
—Está bien. De momento te concedo una canción, Neil no es posesivo, pero tampoco quiero que la prensa diga que me robaste toda la noche. O algo peor. Ya sabes cómo son… —le regaló un guiño a Darien y le extendió la mano hacia él, esperando que la tomara para acercarse a la pista de baile.
A su nombre.
Eleanor alzó ambas cejas, pero tuvo que contenerse para no hacer ningún comentario malicioso que se pudiera malinterpretar. Aunque ella y Neil no tenían nada que ver románticamente hablando, no podía olvidar que había venido con él. Ella también era atleta, el foco de atención no tenía nada que ver con la locura mediática que provocaba el fútbol, pero sabía bien lo que era estar dentro del ojo del huracán.
No quería imaginarse qué podía pasar si alguien les tomaba una fotografía que podía malinterpretarse, iba a parar en títulos de prensa rosa. Eleanor odiaba la prensa rosa, su padre era el Duque de Westminster y eso la había hecho crecer rodeada de gente que parecía tener una opinión sobre ella o su familia, a pesar de que nadie se los preguntaba.
Pero ahora estaban en medio de un ambiente controlado, estaban en un baile que era bastante más privado que los demás eventos a los que Eleanor asistía constantemente. Así que, no creía que tuviera nada de malo si aceptaba un baile. O dos. Además, tenía que reconocer que Darien Boka tenía una sonrisa bastante atrapante. Era un gesto genuino y sincero, algo que escaseaba en los ambientes en que ambos se movían.
—Tengo el presentimiento de que Neil me pidió a mí venir, en lugar de venir con su hermana, es porque Regina es bailarina y habría dejado a todo el mundo en vergüenza. Es el tipo de chica que deja la barra demasiado alta… —soltó una carcajada, mientras dio un paso al frente, acercándose a Darien un poco más.
Era guapo. No creía que fuera su tipo porque Eleanor siempre se decía que no quería ninguna pareja del medio del espectáculo porque sería lidiar con demasiado para una relación. Pero era guapo. Y su sonrisa de verdad era encantadora.
—Está bien. De momento te concedo una canción, Neil no es posesivo, pero tampoco quiero que la prensa diga que me robaste toda la noche. O algo peor. Ya sabes cómo son… —le regaló un guiño a Darien y le extendió la mano hacia él, esperando que la tomara para acercarse a la pista de baile.
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El comentario de Elle sobre Regina le hizo gracia. Le dio la mano para llevarla a la pista de baile y lanzó una mirada hacia sus amigos, pero Neil no se había enterado siquiera de que estaba con ella.
—No creo que ninguno de nosotros trajera a su hermanita a exponerla a sus compañeros. Si Neil tan solo se imaginara a un lagarto como Santi acercándose a su hermana le daría un ataque.
Nunca había visto a Santiago salir en serio con alguien, a exceptuar por Emma, aunque aquello era un trato de te hago compañía y me abres círculos sociales. Nunca expondría a una mujer que apreciara a eso. Ahora, tampoco creía que Neil estuviera tranquilo con exponer a su hermana con él, aunque Darien jamás se metería con la hermanita de un compañero, no querría problemas. Además, Regina debía ser jovencita todavía, ¿no? Neil hablaba mucho de sus hermanos, pero Darien no era bueno reteniendo información de personas que no conocía, y apenas había visto a la chica en la prensa y, tal vez, en el estadio.
Seguro que era demasiado joven para que la registrara. Pero no iba a decir todo eso, no quería espantar a Elle ahora que las cosas iban aparentemente bien.
—De acuerdo, dos bailes suena justo —replicó, aunque eso no era exactamente lo que ella había dicho. Sin embargo, se acercó y el guiñó el ojo —Pero te puedo garantizar que la prensa solo puede cubrir la primera parte del evento. El club realmente pretende que nos divirtamos un poquito aunque sea hoy.
Puso una mano en su cintura y le alegró ver que ella se acercaba a él con naturalidad. Sí que se notaba que sabía bailar. Se preguntó quién había escogido la música con aquella música navideña bailable, pero él sabía sacarle provecho a la situación que tuviera al frente.
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Eleanor no pudo evitar reírse a carcajadas cuando Darien hizo aquel comentario tan sincero respecto a Regina. Suponía que tenía razón, ella no veía nada de malo en que Neil llevara a su hermanita como acompañante, pero sí era cierto que estar en un ambiente de ese calibre con tipos que podían estar dispuestos a hacer más de un movimiento indebido era terrible. Ella al menos ya no era ninguna niña y no creía necesitar que nadie la protegiera, ni estar siempre a la defensiva. Sabía perfectamente cuándo ponerle el freno a una situación incómoda y también alejarse de alguna que fuera potencialmente peligrosa.
—Creo que es mejor entonces que siga viniendo con Neil, cuando mi querida Ronnie no pueda hacerlo. —En realidad aquel ofrecimiento se iba a materializar dependiendo de qué tan bien se la pasara en esta fiesta.
De momento, estaba superando sus expectativas y eso ya era un decir considerando que ni siquiera estaba con la persona que se suponía que debía estar a su lado. La compañía de Neil se había diluido en cuestión de minutos, pero Darien parecía dispuesto a darle toda su atención. ¿Qué tenía de malo que ella accediera a sus atenciones? A cualquiera le gustaba la compañía y la atención.
Además, Darien tenía una sonrisa muy bonita. Era el tipo de sonrisa que normalmente significaba problemas, pero Eleanor confiaba en su buena suerte. Como Darien mismo había dicho, no se iba a arriesgar a hacer un escándalo, incluso si podía alejar a la prensa de ello. No se arriesgaría a tener problemas con Neil, mucho menos cuando tenían un partido importante en unos días.
—Dos bailes. Si eres buen bailarín puede que suban a tres… —dijo mientras dejaba que Darien la llevara a la pista de baile. Cuando estaba en la universidad, en los primeros años, Eleanor solía frecuentar bastante las discotecas para bailar los fines de semana con su grupo de amigos. Ya no era precisamente una chiquilla, pero nadie se negaba a una buena fiesta. Además estaba teniendo mucha suerte esa noche, porque Darien bailaba bien. Eleanor se daba cuenta de que ella simplemente estaba dejándose llevar porque era Darien quien marcaba el ritmo en la pista de baile.
Si alguien le hubiera dicho que iba a estar disfrutando la fiesta, en la pista de baile, con alguien que no fuera Neil, no lo habría creído.
—Creo que es mejor entonces que siga viniendo con Neil, cuando mi querida Ronnie no pueda hacerlo. —En realidad aquel ofrecimiento se iba a materializar dependiendo de qué tan bien se la pasara en esta fiesta.
De momento, estaba superando sus expectativas y eso ya era un decir considerando que ni siquiera estaba con la persona que se suponía que debía estar a su lado. La compañía de Neil se había diluido en cuestión de minutos, pero Darien parecía dispuesto a darle toda su atención. ¿Qué tenía de malo que ella accediera a sus atenciones? A cualquiera le gustaba la compañía y la atención.
Además, Darien tenía una sonrisa muy bonita. Era el tipo de sonrisa que normalmente significaba problemas, pero Eleanor confiaba en su buena suerte. Como Darien mismo había dicho, no se iba a arriesgar a hacer un escándalo, incluso si podía alejar a la prensa de ello. No se arriesgaría a tener problemas con Neil, mucho menos cuando tenían un partido importante en unos días.
—Dos bailes. Si eres buen bailarín puede que suban a tres… —dijo mientras dejaba que Darien la llevara a la pista de baile. Cuando estaba en la universidad, en los primeros años, Eleanor solía frecuentar bastante las discotecas para bailar los fines de semana con su grupo de amigos. Ya no era precisamente una chiquilla, pero nadie se negaba a una buena fiesta. Además estaba teniendo mucha suerte esa noche, porque Darien bailaba bien. Eleanor se daba cuenta de que ella simplemente estaba dejándose llevar porque era Darien quien marcaba el ritmo en la pista de baile.
Si alguien le hubiera dicho que iba a estar disfrutando la fiesta, en la pista de baile, con alguien que no fuera Neil, no lo habría creído.
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Darien estaba muy a favor de que Elle siguiera viniendo a todos los bailes, pero no precisamente con Neil. Ese día tenía suerte de que su compañero estaba distraído, pero no siempre sería así. Por ahora habían podido bailar dos canciones sin interrupciones, aunque a propósito había evitado mirar en dirección a sus compañeros por si Neil le hacía alguna seña.
El encargado de la música era muy bueno, así que además las elecciones musicales eran buenas. Además, Elle era una excelente bailarina y no parecía para nada intimidada por lo suelto que era Darien en la pista de baile. Para él, lo mejor de bailar con alguien era poder reírse y pasarlo bien. Eso lo estaban haciendo a la perfección.
—¡Eres muy buena bailando! ¡Soy el más afortunado de la noche! —declaró dedicándole su mejor sonrisa.
Se temía, sin embargo, que su suerte estuviera por terminarse al final de la segunda pieza. Elle había sugerido una tercera pero todo dependía de si se la había ganado o no.
Él quería una tercera, una cuarta, una quinta, y toda la noche. Pero tampoco podía ser acaparador con quién no era su cita.
—¿Tengo oportunidad para el tercer baile? —preguntó finalmente—Temo que va llegando el momento en que no pueda disimular más que estoy privando a Neil de su cita de hoy.
Necesitaba conseguir su número antes de que terminara la noche, pero no quería que terminara.
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Estaba segura de que en cuanto su hermano le preguntara “¿y cómo te fue con Neil?”, Eleanor iba a reírse a carcajadas. De momento tenía los minutos contados con Neil, pero no podía decir que la estuviera pasando mal. Darien Boka bailaba bien. ¿Qué más le podía pedir a la noche? La perfección no existía, ni ella la buscaba, pero por el momento no tenía queja alguna de esta noche.
—Te dije que podía concederte un tercer baile, además… —Eleanor miró por encima del hombro, girándose un poco en dirección hacia Neil. La verdad era que no parecía haberse dado cuenta de que no había vuelto. Frunció el ceño, pues le parecía que nunca antes había visto a Neil sonriendo de la forma en que se estaba riendo ahora—. ¿De verdad Santiago Gutiérrez solo está hablando de fútbol con Neil? No parece. Lucen demasiado entretenidos. ¿O tú también te pones así cuando te hablan de fútbol?
Eleanor se giró hacia Darien otra vez, con una sonrisa. No había convivido con Neil en un ambiente lleno de otros futbolistas. Tal vez así se entretenían para pasar el tiempo y lo que decían en la prensa de todos borrachos ligando con mujeres era una ilusión. Se rio de su propia ocurrencia y colocó una mano sobre el pecho de Darien. Sí era guapo. Tenía un encanto distinto a la estela de elegancia y amabilidad de Neil.
—Anda, baila conmigo. Una última vez. Luego quiero buscar algo de comer o beber, se me está abriendo el apetito… —anunció, mientras volvía a tirar de él con suavidad para acercarlo de nuevo hacia la pista de baile.
Una pieza más. Después de todo, ya lo estaba pasando bien. ¿Cómo iba eso a empeorar su noche?
—Te dije que podía concederte un tercer baile, además… —Eleanor miró por encima del hombro, girándose un poco en dirección hacia Neil. La verdad era que no parecía haberse dado cuenta de que no había vuelto. Frunció el ceño, pues le parecía que nunca antes había visto a Neil sonriendo de la forma en que se estaba riendo ahora—. ¿De verdad Santiago Gutiérrez solo está hablando de fútbol con Neil? No parece. Lucen demasiado entretenidos. ¿O tú también te pones así cuando te hablan de fútbol?
Eleanor se giró hacia Darien otra vez, con una sonrisa. No había convivido con Neil en un ambiente lleno de otros futbolistas. Tal vez así se entretenían para pasar el tiempo y lo que decían en la prensa de todos borrachos ligando con mujeres era una ilusión. Se rio de su propia ocurrencia y colocó una mano sobre el pecho de Darien. Sí era guapo. Tenía un encanto distinto a la estela de elegancia y amabilidad de Neil.
—Anda, baila conmigo. Una última vez. Luego quiero buscar algo de comer o beber, se me está abriendo el apetito… —anunció, mientras volvía a tirar de él con suavidad para acercarlo de nuevo hacia la pista de baile.
Una pieza más. Después de todo, ya lo estaba pasando bien. ¿Cómo iba eso a empeorar su noche?
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Le hizo gracia el comentario de Elle sobre Neil y Santi. Era cierto que sus compañeros podían hablar por horas. Santi a veces pensaba demasiado las cosas y nadie solía darle cuerda, solo Neil le ponía atención cuando entraba en ciclos de analizar una y otra vez un partido que ya pasó, o se ponía a plantear posibles escenarios para futuros encuentros.
—No todos los futbolistas somos como Gutiérrez, que es mono-neurona con el fútbol —declaró riendo.
Tampoco quería desviar la conversación hacia sus amigos. Era evidente ya que Elle no estaba deseando volver a los brazos de su cita de esa noche. Darien por lo general no habría hecho ningún movimiento hacia la cita de un compañero, pero era claro que Neil no tenía ningún interés por Elle en el plano romántico o sexual, o no la habría dejado sola de esa forma. Quizá era que la chica Weston era celosa y, aunque aceptara que llevara a alguien más si ella no podía ir, quería certeza de que no había nada entre ellos.
Tomó nota mental de preguntarle a Neil luego.
Por ahora, puso toda su energía en el último baile con Elle. Estaba realmente fascinado con la forma en que se estaban entendiendo en la pista de baile. Elle respondía a todos sus movimientos y ambos parecían compenetrarse sin siquiera planearlo.
Darien empezaba a creer que este encuentro era cosa del destino, y, ¿quién era él para negarse al destino?
Cuando acabó la canción le ofreció el brazo a Elle con una sonrisa.
—Hora de ir por algo de comer y algo de tomar —manifestó, haciendo eco del deseo que ella había expresado antes—Después de comer, ya podremos ver qué hacemos.
Tal vez bailar de nuevo. Tal vez hablar más. Tal vez...
Darien sonrió para sí. Tal vez era mejor no adelantarse a los hechos y esperar a ver qué traía la noche.
Con Elle- Hotel - Diciembre - 20.15hrs
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Should auld acquaintance be forgot
Eleanor había recibido una llamada de un número desconocido, antes de las doce, el treinta y uno de diciembre. Lo escuchó por casualidad, porque se había alejado de la música del reservado del hotel en el que estaba. Casi no podía creer cuando escuchó que Darien, Darien Boka, la estaba llamando. Al parecer fue muy insistente con Neil para obtener su teléfono. La llamó para desearle un feliz Año Nuevo. ¿Cómo no iba a resultarle encantador?
La noche de la fiesta de Navidad, ella había sido encantadora pero elusiva porque no quería comprometerse. Darien de verdad parecía un chico con el que podía pasar un momento divertido, pero seguía siendo un futbolista. ¿Cuáles eran realmente sus intenciones?
Pero entre las felicitaciones y comentarios aquí y allá, Darien le había sonsacado una salida. Eleanor no estaba segura si tenía que matar a Neil por haberle dado su número, pero el mismo Darien se excusó en que había sido muy insistente. Tenía boletos para ella y, como bien se decía, no se podía rechazar un boleto para un estadio de fútbol.
Eleanor había llegado al Soho una hora antes de la acordada, porque quería recorrer las tiendas, era una de sus épocas favoritas del año: ofertas post-navideñas. Cuando entró al restaurante al que Darien la había invitado, él ya estaba allí. Seguía teniendo una sonrisa preciosa y Eleanor supo que se había dejado manipular a conciencia, realmente quería estar allí.
—¿Te hice esperar mucho? —preguntó mientras tomaba asiento frente a él—. Lo siento, me distraje, había muchos escaparates llenos de cosas. No compré ni una sola, fui fuerte. Pero una chica nunca puede resistirse a unas ofertas. Todavía no te perdono que hayas acosado al pobre Neil por mi número, pero podemos negociar mi perdón en cuanto vea el menú. Siempre había pasado frente a este restaurante, pero nunca había entrado, no tiene mucho de haber abierto.
No estaba segura si Neil le había dicho eso específicamente a Darien y por eso había escogido ese restaurante, o si había sido algo del azar. No sabía cuál de las dos ideas le resultaba más tentadora.
La noche de la fiesta de Navidad, ella había sido encantadora pero elusiva porque no quería comprometerse. Darien de verdad parecía un chico con el que podía pasar un momento divertido, pero seguía siendo un futbolista. ¿Cuáles eran realmente sus intenciones?
Pero entre las felicitaciones y comentarios aquí y allá, Darien le había sonsacado una salida. Eleanor no estaba segura si tenía que matar a Neil por haberle dado su número, pero el mismo Darien se excusó en que había sido muy insistente. Tenía boletos para ella y, como bien se decía, no se podía rechazar un boleto para un estadio de fútbol.
Eleanor había llegado al Soho una hora antes de la acordada, porque quería recorrer las tiendas, era una de sus épocas favoritas del año: ofertas post-navideñas. Cuando entró al restaurante al que Darien la había invitado, él ya estaba allí. Seguía teniendo una sonrisa preciosa y Eleanor supo que se había dejado manipular a conciencia, realmente quería estar allí.
—¿Te hice esperar mucho? —preguntó mientras tomaba asiento frente a él—. Lo siento, me distraje, había muchos escaparates llenos de cosas. No compré ni una sola, fui fuerte. Pero una chica nunca puede resistirse a unas ofertas. Todavía no te perdono que hayas acosado al pobre Neil por mi número, pero podemos negociar mi perdón en cuanto vea el menú. Siempre había pasado frente a este restaurante, pero nunca había entrado, no tiene mucho de haber abierto.
No estaba segura si Neil le había dicho eso específicamente a Darien y por eso había escogido ese restaurante, o si había sido algo del azar. No sabía cuál de las dos ideas le resultaba más tentadora.
Con Darien - Soho - Enero - 19.00hrs
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Auld Lang Syne
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No había sido nada fácil lograr esta cita. A pesar de lo bien que lo habían pasado en la tiesta de navidad, Eleanor no le había querido dar su número de teléfono, lo que le había resultado extraño, pero a final de cuentas, él no se desanimaba fácilmente. En su lugar lo tomó como un reto, aunque quien más lo sufrió fue Neil, a quien acosó por el número de Elle todos los días hasta que cedió finalmente.
Tenía que invitarle un trago a Santi la próxima vez que salieran, porque su amigo había argumentado a su favor que Neil conocía a Darien y sabía que era una buena persona, a pesar de la mala impresión que podía causar de entrada. Había estado a punto de ofenderse de que Neil dudara de la honradez de sus intenciones para con su amiga.
De acuerdo, él era un casanova, pero Eleanor definitivamente no era una presa ocasional.
Tampoco era que Neil le hubiera ayudado demasiado, pero el número de teléfono era el mayor apoyo de todos. Ahora, le habría venido bien que le diera algunos consejos de cómo llegarle mejor a Eleanor, de qué hablarle y qué no, qué cosas le podían interesar. Neil le había dicho que si tanto quería conocerla, lo hiciera por su cuenta.
¡Para amigos así! No sabía de ella más de lo que se podía saber por la prensa, que no era demasiado.
Bueno, también le había dado un visto bueno con reserva a su escogencia de restaurante porque era muy nuevo y no lo había probado, pero sí parecía pensar que podía ser del gusto de Elle.
Darien llegó temprano al restaurante a pesar de tener reservación. Quería asegurarse que les dieran una buena mesa con un poco de privacidad. Por lo general no tenía problema con saludar a los aficionados pero ese día iba a estar ocupado. Luego de estar instalado en el espacio que les habían apartado, se dedicó a ver nervioso a través del cristal, esperando aparecer a Eleanor.
Cuando lo hizo supo que era tan hermosa o más cuando no estaba arreglada para una fiesta de gala, sino que se mostraba tan natural. Parecía contenta de haber estado viendo tiendas, y le resultó refrescante la naturalidad con la que se embarcó a hablar, hacerle reproches y ser graciosa a la vez. Tenía el tipo de personalidad que a Darien más le gustaba.
—Me alegra haber acertado con el restaurante—replicó, indeciso por un momento de cuál de todos los temas que acababa de mencionar responder—. Después de fastidiar tantos días a Neil no quería echarlo a perder en la primera cita. Pero no te preocupes: ya Neil me va a cobrar por sí mismo mi insistencia.
Lo único que le faltaba era tener que pagar doble por su falta, pero valía la pena si así era con tal de tener a Eleanor tan radiante frente a él como en ese momento. Tenía que aprovechar su nueva oportunidad con ella.
Con Darien - Soho - Enero - 19.00hrs
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Primera cita.
Eleanor quiso decir que no se confiara en que iban a repetir, pero decidió quedarse callada. Después de todo, no quería ser antipática y si había aceptado venir era porque pensaba pasarlo bien con él. Estaba convencida de que si Neil le tenía aprecio sincero, era porque más allá de esa sonrisa brillante y su tono de voz coqueto, significaba que Darien Boka era una buena persona.
El problema era que ella se había hecho la promesa de que no iba a cometer la estupidez de buscarse un novio mediático. Eleanor no se consideraba ni una diva, ni tampoco una influencer, ni una mujer famosa. Ella era, ante todo, una atleta ecuestre. Darien Boka podía ser adorable, pero era el tipo de chico con el que no estaba interesada en salir más que un par de veces.
—Sólo no molestes mucho a Neil, es demasiado bueno. Antes era aún peor, ¿tú no estabas en la filial del Arsenal, cierto? —preguntó con interés, pues sabía que llevaba un par de temporadas en el primer equipo, pero estaba casi segura de que no venía desde el juvenil. En aquellas épocas, ella y Neil no tenían tanto trato, Eleanor estaba ya en la universidad y se enteraba más por oídas de Tony, su querido amigo, de cómo le estaba yendo al mayor de los Carter—. Yo conozco a Neil desde hace mucho, pero no nos hicimos tan cercanos sino hasta mucho después. Yo estudié fuera del país por un tiempo, cuando regresé ya estaba en el primer equipo. Pero como cuando regresé tampoco estaba viviendo en Londres a tiempo completo, nos costó reconectar.
Eleanor revisó el menú con interés. Lo que más le había llamado la atención, era que el chef era reconocido por su comida fusión. A ella le encantaban las experiencias culinarias, siempre le gustaba probar sabores diferentes.
—Entonces… —alzó la mirada hacia él, por encima del menú—. ¿Me vas a dejar escoger por los dos?
Eleanor quiso decir que no se confiara en que iban a repetir, pero decidió quedarse callada. Después de todo, no quería ser antipática y si había aceptado venir era porque pensaba pasarlo bien con él. Estaba convencida de que si Neil le tenía aprecio sincero, era porque más allá de esa sonrisa brillante y su tono de voz coqueto, significaba que Darien Boka era una buena persona.
El problema era que ella se había hecho la promesa de que no iba a cometer la estupidez de buscarse un novio mediático. Eleanor no se consideraba ni una diva, ni tampoco una influencer, ni una mujer famosa. Ella era, ante todo, una atleta ecuestre. Darien Boka podía ser adorable, pero era el tipo de chico con el que no estaba interesada en salir más que un par de veces.
—Sólo no molestes mucho a Neil, es demasiado bueno. Antes era aún peor, ¿tú no estabas en la filial del Arsenal, cierto? —preguntó con interés, pues sabía que llevaba un par de temporadas en el primer equipo, pero estaba casi segura de que no venía desde el juvenil. En aquellas épocas, ella y Neil no tenían tanto trato, Eleanor estaba ya en la universidad y se enteraba más por oídas de Tony, su querido amigo, de cómo le estaba yendo al mayor de los Carter—. Yo conozco a Neil desde hace mucho, pero no nos hicimos tan cercanos sino hasta mucho después. Yo estudié fuera del país por un tiempo, cuando regresé ya estaba en el primer equipo. Pero como cuando regresé tampoco estaba viviendo en Londres a tiempo completo, nos costó reconectar.
Eleanor revisó el menú con interés. Lo que más le había llamado la atención, era que el chef era reconocido por su comida fusión. A ella le encantaban las experiencias culinarias, siempre le gustaba probar sabores diferentes.
—Entonces… —alzó la mirada hacia él, por encima del menú—. ¿Me vas a dejar escoger por los dos?
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No le parecía que Eleanor fuera particularmente fanática del fútbol, así que no sabía si sentirse halagado o no porque supiera que había llegado al Arsenal por transferencia, pero como era optimista por naturaleza decidió que era un punto a su favor que conociera datos sobre él.
—Es cierto, llegué cuando el equipo que subía de la filial estaba más o menos armado—replicó con una sonrisa—. Por suerte suelo hacerme un hueco donde llego con cierta facilidad, aunque supongo que en el fondo se nota que no crecí con ellos pero poco. Neil es muy bueno y acogedor. Yo llegué al equipo casi que al tiempo que Santi regresaba de Turquía, así que me integré con cierta facilidad al tiempo que él se reintegraba.
Había sido una época bonita, eran jóvenes, aventureros e irracionales, pero por suerte Santi era muy disciplinado y Neil muy formal. Seguro con otro tipo de compañeros él se habría disipado más fácil, en cierta forma ambos tenían una gran influencia en su carrera.
Pero no quería pasar su primera cita con Eleanor hablando sobre sus compañeros de equipo, por más que fuera gracias a Neil que la había conocido y que había podido contactarla para verla de nuevo.
No había esperado que Eleanor ofreciera elegir del menú para ambos, pero estaba dispuesto a dejarse llevar por la situación.
—¿Te parece si eliges la comida y yo me encargo del postre? Creo que tienen varias cosas aquí que vale la pena probar. Tendré que hacer doble gimnasio después, pero valdrá la pena.
Darien tenía suerte de tener un metabolismo muy benévelo para esas cosas.
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Por lo visto, Darien parecía conocer bastante bien a Neil. Sus amigas le habían dicho, en broma, que podía valerse de la buena voluntad de Neil si quería averiguar cosas sobre Darien. Eleanor había reído con ellas, pero ahora sopesaba la situación desde otra perspectiva. Pero, ¿cómo iba a averiguar cosas sobre Darien si ni siquiera habían terminado la primera cita?
Desde la última relación que había tenido, Eleanor se había dedicado a su carrera. No había tiempo para tonterías.
—Me parece un excelente trato. Espero que la carta de postres se vea tan interesante como esto… —Eleanor llamó al camarero, que se apresuró a atenderlos con una sonrisa calcada a cualquier seminario de buen servicio al cliente—. Vamos a pedir la crema de mariscos para compartir de entrada, ¿con el pan de masa madre? Y el salmón ahumado para el plato fuerte. ¿Nos traes la botella de Domaine Faiveley?
Eleanor sabía que había pedido, a propósito, lo más caro del menú. No era una declaración de intenciones, ni tampoco una manera de retar a Darien, sino simplemente era cuanto se le había antojado.
—Darien, cuéntame, además del fútbol, ¿en qué ocupas tu tiempo libre? ¿Los futbolistas tienen tiempo libre o las fiestas también son parte del trabajo? —preguntó con curiosidad. Sabía que Neil tenía una agenda muy apretada, pero no estaba segura si era por voluntad propia o porque también tenía otros compromisos que tenía que cumplir con las empresas de su familia. Tampoco sabía si Darien tenía, además del fútbol, otros negocios paralelos. Ella manejaba la revista ecuestre, además de las prácticas a las que dedicaba buena parte de su día.
No podía evitar sentir curiosidad, porque no tenía tanta oportunidad de convivir con deportistas de élite, además de sus colegas de competencia ecuestre.
Desde la última relación que había tenido, Eleanor se había dedicado a su carrera. No había tiempo para tonterías.
—Me parece un excelente trato. Espero que la carta de postres se vea tan interesante como esto… —Eleanor llamó al camarero, que se apresuró a atenderlos con una sonrisa calcada a cualquier seminario de buen servicio al cliente—. Vamos a pedir la crema de mariscos para compartir de entrada, ¿con el pan de masa madre? Y el salmón ahumado para el plato fuerte. ¿Nos traes la botella de Domaine Faiveley?
Eleanor sabía que había pedido, a propósito, lo más caro del menú. No era una declaración de intenciones, ni tampoco una manera de retar a Darien, sino simplemente era cuanto se le había antojado.
—Darien, cuéntame, además del fútbol, ¿en qué ocupas tu tiempo libre? ¿Los futbolistas tienen tiempo libre o las fiestas también son parte del trabajo? —preguntó con curiosidad. Sabía que Neil tenía una agenda muy apretada, pero no estaba segura si era por voluntad propia o porque también tenía otros compromisos que tenía que cumplir con las empresas de su familia. Tampoco sabía si Darien tenía, además del fútbol, otros negocios paralelos. Ella manejaba la revista ecuestre, además de las prácticas a las que dedicaba buena parte de su día.
No podía evitar sentir curiosidad, porque no tenía tanta oportunidad de convivir con deportistas de élite, además de sus colegas de competencia ecuestre.
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Las elecciones de Eleanor eran buenas. Nada que un poco de entrenamiento extra no resolviera. Además, una cita con ella perfectamente valía un regaño de su nutricionista en el equipo. Cuando el mesero se retiró con el menú pensó que debió haberse fijado qué tan caro era lo que había pedido Elle, por curiosidad más que nada, pero la verdad era un desastre con los precios. Una ventaja de tener dinero era no preocuparse por la suma final y solo dar la tarjeta.
Ya se había preocupado bastante por dinero cuando crecía para hacerlo ahora que ya lo tenía.
Decidió olvidarse del tema y centrarse en las preguntas de Eleanor. No se había esperado esa línea de conversación de entrada, y rió al escuchar sus preguntas. Para haber sido la cita de Neil Carter sabía realmente poco del mundo del fútbol.
—Depende de a quién le preguntes. Santi diría que el fútbol no es un trabajo con horario sino un estilo de vida—contestó, incapaz de burlarse un poco de la seriedad con que su compañero se tomaba todo—. Pero la verdad depende de cada uno y qué tiene fuera del equipo. En sí hay horarios de gimnasio y de entrenamiento en el campo, además de los viajes para los partidos que no son en casa. Pero fuera de eso hay tiempo libre. Los más famosos tienen que dedicarlo a actividades con sus patrocinadores y eventos a los que deben ir. Otros lo dedican a la familia, negocios propios o estudiar. Los más viejos se van pensando si sacarse el carnet de entrenador.
Él no había pensado en nada de eso todavía. Era un jugador en el momento de mayor plenitud de su carrera. Ya tendría que preocuparse por eso más adelante.
—¿Y qué hay de ti? Tengo que admitir que no sé demasiado del mundo de la equitación.
Había intentando leer al respecto antes de la cita, pero no estaba seguro de haberse enterado bien de todo y no quería equivocarse. Además, seguro que Eleanor no solo lo explicaba mejor, sino que resultaría adorable de escuchar.
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Auld Lang Syne
Should auld acquaintance be forgot
Un estilo de vida.
Aunque sonaba un poco cursi y quizás demasiado romántico, Eleanor sí que podía entenderlo. Ella también había dedicado toda su vida a convertirse en lo que era hoy día. No podía imaginarse dirigiendo su vida hacia cualquier otra cosa que no fueran competencias ecuestres. En parte por eso también había comprado acciones en la revista, porque quería tener un negocio alterno que tuviera que ver con aquello que tanto amaba.
—Cuando hablas de los más famosos, ¿te estás incluyendo o no? Porque estoy casi segura de que te he visto en un anuncio de galletas… —comentó con una sonrisa. Aunque no lo decía para meterse abiertamente con él, sí que recordaba ese comercial. Se había vuelto viral porque Darien estaba interactuando con una galleta de chocolate, porque una marca muy popular estaba sacando una edición especial para conmemorar su aniversario de fundación.
La música era pegajosa, sus primitos la habían cantado en bucle por varias semanas. Darien también se veía muy guapo, incluso si lucía un poco ridículo hablando con una galleta animada. Por suerte para Darien, Eleanor se animó apenas lo escuchó preguntarle sobre ella. Parecía una pregunta genuina y no una forma de querer congraciarse.
—Desde que soy una niña soy atleta ecuestre, siempre me gustaron los caballos y mi bisabuelo se dedicaba a la cría, pero fue mi tía quien empezó a dedicarse al salto ecuestre. Como yo era su sobrina favorita, pues no tuve más remedio que seguir sus pasos. Me estoy preparando para las próximas Olimpiadas… —comentó con entusiasmo, encanta de hablar de aquello que tanto le gustaba—. ¿Alguna vez has ido a alguna competencia de salto, Darien?
Estaba casi segura de que él le diría que no, pero estaba dispuesta a sorprenderse. De igual forma, si la respuesta era negativa, Eleanor empezaba a preguntarse si acaso sería buena idea invitarlo. Quizás coincidía con una fecha de fútbol y él no podía ir. ¿Qué era lo peor que podía pasar si lo invitaba?
Aunque sonaba un poco cursi y quizás demasiado romántico, Eleanor sí que podía entenderlo. Ella también había dedicado toda su vida a convertirse en lo que era hoy día. No podía imaginarse dirigiendo su vida hacia cualquier otra cosa que no fueran competencias ecuestres. En parte por eso también había comprado acciones en la revista, porque quería tener un negocio alterno que tuviera que ver con aquello que tanto amaba.
—Cuando hablas de los más famosos, ¿te estás incluyendo o no? Porque estoy casi segura de que te he visto en un anuncio de galletas… —comentó con una sonrisa. Aunque no lo decía para meterse abiertamente con él, sí que recordaba ese comercial. Se había vuelto viral porque Darien estaba interactuando con una galleta de chocolate, porque una marca muy popular estaba sacando una edición especial para conmemorar su aniversario de fundación.
La música era pegajosa, sus primitos la habían cantado en bucle por varias semanas. Darien también se veía muy guapo, incluso si lucía un poco ridículo hablando con una galleta animada. Por suerte para Darien, Eleanor se animó apenas lo escuchó preguntarle sobre ella. Parecía una pregunta genuina y no una forma de querer congraciarse.
—Desde que soy una niña soy atleta ecuestre, siempre me gustaron los caballos y mi bisabuelo se dedicaba a la cría, pero fue mi tía quien empezó a dedicarse al salto ecuestre. Como yo era su sobrina favorita, pues no tuve más remedio que seguir sus pasos. Me estoy preparando para las próximas Olimpiadas… —comentó con entusiasmo, encanta de hablar de aquello que tanto le gustaba—. ¿Alguna vez has ido a alguna competencia de salto, Darien?
Estaba casi segura de que él le diría que no, pero estaba dispuesta a sorprenderse. De igual forma, si la respuesta era negativa, Eleanor empezaba a preguntarse si acaso sería buena idea invitarlo. Quizás coincidía con una fecha de fútbol y él no podía ir. ¿Qué era lo peor que podía pasar si lo invitaba?
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Le dio risa que recordara el anuncio de galletas. Era uno de sus favoritos de todos lo que había hecho. Tenía una música pegajosa y la gente se la cantaba. Sus rivales también, en son de burla, pero en una de esas raras ocasiones en las que anotó un gol a pesar de ser defensa, la bailó en su honor.
Hacer anuncios no era su parte favorita del trabajo. Había hecho algunos bastante tontos y trabajado con directores molestos. Pero en general, cuando tenía que hacerlos intentaba disfrutarlos.
—No soy de los más famosos, pero por suerte sí he tenido patrocinios—contestó con sinceridad. No podía compararse a las principales estrellas del momento, pero no le iba tan mal—. ¿Crees que se me da bien? Puede ser mi plan de retiro, hacer anuncios de televisión
Lo decía en broma, por ejemplo. No tenía idea de su plan de retiro. No tenía interés en ser entrenador. Lo que más le interesaba era seguir sus obras sociales en Costa de Marfil, pero eso no era algo que le gustaría presumir en su primera cita. Después de todo, en esas cosas sí era una persona más discreta.
Además, no quería hablar sobre él. Estaba resultando apasionante escuchar a Eleanor hablar de su vida y su profesión.
—Lo tuyo sí que es un estilo de vida... —opinó finalmente. —No he ido nunca a una carrera pero si me invitas me aseguraré de hacer un hueco en la agenda.
No era tan fácil, si tenía partido o concentración no podría hacer demasiado al respecto, pero iba a intentarlo. No dejaría pasar una oportunidad así.
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Eleanor soltó una carcajada cuando Darien habló sobre dedicarse a hacer comerciales a su retiro. A ella le parecía que todavía era bastante joven como para hablar de eso, pero sabía que los futbolistas se desgastaban mucho más rápido que un atleta ecuestre. Sus estilos de vida, como él lo había dicho, eran muy diferentes.
—Creo que eres muy joven para pensar en un retiro, pero sí tienes encanto ante la cámara. No tienes por qué descartarlo como una fuente de ingresos. —Eleanor agradeció que justo llegara el mesero con su orden, así no tenía porqué elaborar después de haberlo llamado encantador. Ella no era el tipo de persona que iba por ahí lanzando halagos solamente por quedar bien, pero Darien no tenía por qué saberlo. Ya en más de una ocasión acabó metida en problemas por ser honesta, cuando algún tipo pensó que estaba coqueteando abiertamente o que eso le estaba dando pie a algo más.
Era por eso que, incluso en la primera cita, siempre estaba alerta. Pero Eleanor se recordó que esto, de seguro, no iba a prosperar. Era sólo una cita para salir del paso, no estaba pensando que iban a salir en serio. Tan sólo vio esa convicción tambalear cuando Darien le dijo que, si lo invitaba a un evento, estaba dispuesto a ir.
—¿En serio? —preguntó de manera espontánea, sin poder contenerse—. No es… no es exactamente una carrera, es un evento de salto, y tampoco es como un partido que sólo dura noventa minutos. Hay un evento de preparación el próximo mes, pero la ronda de campeonatos más importantes empieza en marzo. ¿De verdad te interesa? Podría decirte las fechas, quizás alguna no te coincide con tu agenda deportiva.
Eleanor no era una experta en fútbol, pero conocía lo suficiente para saber que la liga doméstica se jugaba los fines de semana y que si había competencias europeas, era entre semana. Era una agenda apretada.
—Creo que eres muy joven para pensar en un retiro, pero sí tienes encanto ante la cámara. No tienes por qué descartarlo como una fuente de ingresos. —Eleanor agradeció que justo llegara el mesero con su orden, así no tenía porqué elaborar después de haberlo llamado encantador. Ella no era el tipo de persona que iba por ahí lanzando halagos solamente por quedar bien, pero Darien no tenía por qué saberlo. Ya en más de una ocasión acabó metida en problemas por ser honesta, cuando algún tipo pensó que estaba coqueteando abiertamente o que eso le estaba dando pie a algo más.
Era por eso que, incluso en la primera cita, siempre estaba alerta. Pero Eleanor se recordó que esto, de seguro, no iba a prosperar. Era sólo una cita para salir del paso, no estaba pensando que iban a salir en serio. Tan sólo vio esa convicción tambalear cuando Darien le dijo que, si lo invitaba a un evento, estaba dispuesto a ir.
—¿En serio? —preguntó de manera espontánea, sin poder contenerse—. No es… no es exactamente una carrera, es un evento de salto, y tampoco es como un partido que sólo dura noventa minutos. Hay un evento de preparación el próximo mes, pero la ronda de campeonatos más importantes empieza en marzo. ¿De verdad te interesa? Podría decirte las fechas, quizás alguna no te coincide con tu agenda deportiva.
Eleanor no era una experta en fútbol, pero conocía lo suficiente para saber que la liga doméstica se jugaba los fines de semana y que si había competencias europeas, era entre semana. Era una agenda apretada.
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Le halagó y le hizo gracia a la vez que Elle dijera que estaba muy joven. Era cierto. Fácilmente le podían quedar 10 años de carrera al menos, pero era muy consciente de que su carrera terminaría mucho antes que la mayoría de personas y él no tenía intenciones de dedicarse a ser entrenador o seguir en el mundo del fútbol.
Así que tenía que pensar en su futuro. No quería ser de esos futbolistas que a los cinco años de dejar las canchas no tenían un cinco y salían en reportajes estúpidos de cómo habían tirado su vida por la borda al dejar el deporte de competición.
Pero no había razón para deprimir a Eleanor con esas reflexiones. Con ella quería centrarse en el presente.
—Por supuesto que quiero ir—le aseguró—. Siempre es interesante conocer otra disciplina, en especial si no se parece al fútbol...
Amaba su disciplina, así que cuando había puntos para comparar solía salir perdiendo el otro deporte. Él era un jugador de equipo, así que admiraba y a la vez veía como algo distante las disciplinas individuales. Además, le intrigaba muchísimo el hecho de que en este caso, Eleanor no tenía que controlar un balón o algún objeto. Tenía que trabajar con un caballo, y Darien pensaba que tenía que ser muy difícil trabajar con un ser que tenía su propia consciencia.
Pero no pensaba decir eso en voz alta. Podía ser que se lo tomara a mal.
—Pásame las fechas —dijo con seguridad. —Mi calendario es muy tallado, pero tal vez tengamos suerte o pueda arreglar algo.
Seguro que Redmayne lo ponía en banca el resto de la temporada si le decía que quería faltar a algo por ir a la competencia de la chica que el gustaba. Pero tal vez algo se podía hacer.
—Eso sí, tienes que explicarme todo muy bien —añadió. —Puedo hacer la tarea e informarme, pero seguro que lo entenderé todo mejor si me lo explicas tú.
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