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My true love sent to me
A partridge in a pear tree
Empezó en Navidad.
La fiesta navideña del Arsenal FC era una tradición que llevaba celebrándose desde prácticamente la fundación del club. Este año en particular había más alegría que la acostumbrada porque el equipo estaba haciendo una buena campaña y había grandes expectativas para ganar la liga inglesa.
Darien, defensa titular desde hacía varias campañas, estaba en su elemento. Las fiestas parecían su hábitat natural y sus compañeros siempre coincidían en que era el alma del equipo. Incluso si habían perdido un partido, Darien siempre hallaba la manera de mantener los ánimos en alto. Sin embargo, para esta fiesta en particular, su favorita en todo el calendario liguero, su cita le canceló al último momento. Incapaz de conseguir en menos de veinticuatro horas un reemplazo, Darien decidió asistir a la fiesta de navidad completamente solo, aunque eso significaría someterse un poco a las burlas del resto de sus compañeros. Ese era el precio a pagar por ser el más bromista de todos: nadie iba a perder la oportunidad de hacerlo blanco de burlas e ironías por unas horas.
Eleanor, en cambio, llegó directo de Escocia dos días antes de la fiesta para ayudar a un amigo. Ella y Neil Carter, portero titular del Arsenal, se conocían desde hacía mucho tiempo y el chico le pidió que por favor le hiciera compañía en la fiesta de Navidad. Eleanor no conocía todos los detalles, sólo que Neil no estaba pasando por un buen momento sentimental y a ella no le molestaba ponerse un lindo vestido, sonreír para las cámaras y pasarlo bien por una noche. Ella había nacido en el ojo público y ahora se dedicaba al deporte ecuestre, estaba acostumbrada, así que no veía por qué algo tenía que salir mal.
En esa fiesta de Navidad, Darien conoció a la mujer más hermosa que hubiera visto antes y Eleanor apenas podía creer que ese hombre hablara tantas palabras por minuto. Él sólo quería saber más de ella, mientras que ella tan sólo esperaba que la noche terminara.
Ninguno de los dos tenía idea de qué les tenía preparado el destino.
La fiesta navideña del Arsenal FC era una tradición que llevaba celebrándose desde prácticamente la fundación del club. Este año en particular había más alegría que la acostumbrada porque el equipo estaba haciendo una buena campaña y había grandes expectativas para ganar la liga inglesa.
Darien, defensa titular desde hacía varias campañas, estaba en su elemento. Las fiestas parecían su hábitat natural y sus compañeros siempre coincidían en que era el alma del equipo. Incluso si habían perdido un partido, Darien siempre hallaba la manera de mantener los ánimos en alto. Sin embargo, para esta fiesta en particular, su favorita en todo el calendario liguero, su cita le canceló al último momento. Incapaz de conseguir en menos de veinticuatro horas un reemplazo, Darien decidió asistir a la fiesta de navidad completamente solo, aunque eso significaría someterse un poco a las burlas del resto de sus compañeros. Ese era el precio a pagar por ser el más bromista de todos: nadie iba a perder la oportunidad de hacerlo blanco de burlas e ironías por unas horas.
Eleanor, en cambio, llegó directo de Escocia dos días antes de la fiesta para ayudar a un amigo. Ella y Neil Carter, portero titular del Arsenal, se conocían desde hacía mucho tiempo y el chico le pidió que por favor le hiciera compañía en la fiesta de Navidad. Eleanor no conocía todos los detalles, sólo que Neil no estaba pasando por un buen momento sentimental y a ella no le molestaba ponerse un lindo vestido, sonreír para las cámaras y pasarlo bien por una noche. Ella había nacido en el ojo público y ahora se dedicaba al deporte ecuestre, estaba acostumbrada, así que no veía por qué algo tenía que salir mal.
En esa fiesta de Navidad, Darien conoció a la mujer más hermosa que hubiera visto antes y Eleanor apenas podía creer que ese hombre hablara tantas palabras por minuto. Él sólo quería saber más de ella, mientras que ella tan sólo esperaba que la noche terminara.
Ninguno de los dos tenía idea de qué les tenía preparado el destino.
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C R O N O L O G Í A
I. Raise a Glass
II. Auld Lang Syne
III. Show Jumping
IV. I Got your Back
V. London is Red
VI. The Angel
VII. The Wavin' Flag
I. Raise a Glass
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VI. The Angel
VII. The Wavin' Flag
Eleanor Grosvenor | |
Jinete Ecuestre - 29 años - Lucy Boynton - Juno |
Darien Boka | |
Futbolista - 27 años - Daniel Kaluuya - Minerva |
One on One - Original - Realista - Juno & Minerva
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Lo que empezó como una especie de broma, al final se concretó para asombro de Eleanor. Le dio a Darien las fechas de una competencia ecuestre en Somerset, que a él le quedaba a medio camino de una competencia. Darien le mandó una nota de voz de casi tres minutos explicándole cuáles eran las diferencias entre jugar la Premier League y la FA Cup, que en la segunda tenían que medirse con equipos de segunda división y que eso siempre los acababa mandando a lugares menos glamurosos y más, en las propias palabras de Darien, pintorescos.
Estaba segura de que le había dicho el nombre del equipo, pero Eleanor esa tarde no conseguía recordarlo. Tan sólo sabía que el Arsenal había metido tres goles y no permitió ninguno. Darien estaba pletórico. Llevaban chateándose con mucha regularidad desde la última vez que se habían visto, en esa improvisada cita en el Soho. Su amiga Ronnie continuaba molestándola cada vez que Eleanor decía que no tenían nada serio.
“Si va a verte, yo creo que sí te está tomando muy en serio”.
Las palabras de Ronnie resonaron en su cabeza cuando, luego de subir al podio para aceptar el tercer lugar, pudo vislumbrar el rostro de Darien entre la multitud. Normalmente, Eleanor no se conformaba con un tercer puesto, pero estaba entrenando a esa yegua y, además, Darien sí que había venido a verla. Para ella, el triunfo no se medía en esa medalla.
Ella le había explicado con detalle que una competencia ecuestre no era lo mismo que ver un partido de fútbol, donde lo más que podía demorar un partido eran ciento veinte minutos. Había un sinnúmero de participantes, ni siquiera era una competencia tan prestigiosa a la que lo había invitado. Hizo un cálculo de más o menos en qué momento le tocaría participar, pero decidió que no le daría más importancia. Si Darien no llegaba, en teoría no pasaría nada.
Sin embargo, cuando bajó del podio, volvió a buscar si silueta, sonriendo al descubrir que ya había bajado de las gradas. Eleanor lo saludó con una sonrisa, justo cuando se quitaba el casco del uniforme.
—Te prometo que voy a aprender bien cómo se juega por rondas la FA Cup, porque tengo mucho que agradecerle.
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Darien era una persona que creía en que, cuando algo estaba destinado a suceder, las estrellas se alineaban. De alguna forma pensaba que así había logrado su contrato con el Arsenal. Había deseado con todas sus fuerzas y, aunque parecía imposible en un principio, todo se había acomodado y así llevaba ya varias temporadas jugando en la capital de Londres.
Por eso no pudo más que felicitarse por su buena suerte cuando las fechas que le dio Eleanor coincidieron con el fin de semana de FA Cup que estaba en la misma zona. Más todavía cuando salió la programación del partido y descubrió que era antes del evento. Podría ir.
Las estrellas se habían alineado para que pudiera ir a ver a Eleanor, así que no pensaba perder la oportunidad. Eligió su mejor traje, encargó un ramo de flores para amazonas y se apersonó en el evento. Le habría encantado verla llevarse el primer lugar, pero no entendía suficiente del tema para saber si era justo o no el tercer lugar, pero le alegraba verla en el podio, en especial porque ella parecía complacida.
Los futbolistas sabían bien que no todos podían llevarse la copa pero los otros lugares tenían sus recompensas.
Se emocionó cuando se acercó a él terminada la premiación y le tendió el ramo de flores cuando terminó de quitarse el casco. Se veía preciosa vestida para la competencia.
—No te preocupes, creo que me va a tomar más de un evento de esto terminar de entender las reglas. Sin embargo, no necesito más de una vez para saber que te ves maravillosa cabalgando.
No mentía ni halagaba porque sí. Parecía que Eleanor había nacido para estar sobre un caballo, se entendían a la perfección. Además, sonreía de una forma increíble mientras estaba superando la prueba.
—Felicitaciones por llegar al podio.—añadió, y esperaba no equivocarse con la felicitación.
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Darien le había traído flores.
Lo que en otro momento le habría parecido una escena un tanto cursi y ridícula, ahora la hizo sonreír sinceramente. Aceptó el ramo con un gesto de agradecimiento y olió las flores. Era un aroma dulce que la hizo sentir todavía más feliz de lo que ya estaba. No pudo evitar reírse cuando Darien confesó que todavía no entendía nada sobre cómo se supone que se puntuaba o competía. A Eleanor no le importaba, podría explicarle varias veces, era muy paciente cuando se trataba del salto ecuestre o cualquier cosa relacionada con caballos.
—No te preocupes, puedo explicarte todas las veces que sean necesarias si es que quieres seguir viniendo —Eleanor sabía que él la estaba halagando desde su desconocimiento, porque en realidad ella podía hacerlo mejor. Era tan sólo que tenía que entrenar a su yegua, que apenas estaba empezando a trabajar con ella. Quería tenerla como un respaldo, porque su hermoso caballo, Zeus, sólo podría aguantar el ritmo de las altas competiciones por un par de años más—. Pude hacerlo mejor, pero apenas estoy empezando a entrenar a Willow. ¿Te gustaría conocerla?
Eleanor creía firmemente que los caballos, al igual que los perros o los gatos, eran grandes jueces del carácter de una persona. Aunque Willow tenía un carácter dócil, quería saber cómo se comportaba en presencia de Darien, a quien nunca había visto. Le causaba genuina curiosidad.
“Recuérdame que no es nada serio, lo que tienes con ese futbolista” le pareció escuchar la voz de Ronnie en su cabeza, pero decidió ignorarlo. Sólo estaba siendo amable, era lo mínimo que podía hacer si Darien se había tomado la molestia de venir a verla.
—Aunque no sé si tienes el tiempo muy tallado, lo siento. De verdad te agradezco que hayas podido venir, yo… —Eleanor se detuvo un instante, justo frente al pasillo que los iba a llevar a las caballerizas—. No pensé que ibas a poder venir, sé que tienes una agenda muy ocupada.
Cuando se giró para verlo, reconoció el cosquilleo en sus mejillas. Eleanor odiaba sonrojarse y no podía creer que lo estuviera haciendo frente a un futbolista con el que técnicamente sólo había salido una vez. O dos. ¿Esto contaba como una segunda cita?
No podía estar segura.
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Al parecer lo estaba haciendo bien, al menos Eleanor parecía complacida con las flores y ahora lo llevaba a conocer a su yegua. Sabía que no podía abusar de los halagos porque no entendía lo suficiente del deporte, y respetaba mucho las disciplinas para tratarlas con tan poco respeto.
—Me gustaría mucho conocerla, pero te advierto que nunca he tratado con un caballo, me tienes que orientar un poco para no hacer nada inadecuado.
No le daban miedo los animales, pero no era lo que se llamara un hombre campo, ni tampoco tenía mayor contacto con personas que se dedicaran a la equitación. Hasta ahora.
Siguió a Eleanor, concentrado en su perfil, ignorando a las otras personas a su alrededor. Había mucho movimiento ahora que había terminado la competencia. No quiso fijarse en si alguien había reparado en su presencia, algunas veces lo reconocían pero no era tan popular como otros jugadores.
—Claro que quiero regresar. No sé cuándo nos vuelvan a coincidir los horarios de manera tan exacta como esta vez, pero prometo acomodarme. Si ya lo hice una vez, puedo hacerlo de nuevo—le replicó, dedicándole su mejor sonrisa.
La siguió hasta la caballeriza. Parecía lo más habituada a aquel ambiente. El olor no era particularmente agradable, pero a ella no parecía importarle lo más mínimo, así que él también optó por ignorarlo. Concentró su atención en la yegua. Estaba seguro que había elementos que las personas podían evaluar para saber si un caballo era bueno o no, pero él no los conocía. Sin embargo, le pareció encantadora: tenía los ojos brillantes y parecía contenta de ver a Eleanor.
—Es muy bonita... Se ve que te quiere mucho —dudó un momento. No sabía si podía acercarse más, pero lo hizo tentativamente. —¿La puedo tocar?
No quería levantar la mano y alterarla.
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Tal y como se imaginó, Willow se mostró bastante cariñosa con Darien apenas lo vio. Desde que era tan sólo un potrillo, mostró una personalidad muy curiosa y era muy amigable. Tanto el cuidador como su veterinario decían que era un completo encanto. Por eso, al principio Eleanor estaba un poco reticente en empezar a entrenarla para el salto, no estaba segura si Willow iba a dar la talla.
Por suerte, sus dudas se habían disipado apenas empezó el entrenamiento.
—Claro que la puedes tocar, Willow es una coqueta sin remedio, se ve que le gustas… —sin pensárselo mucho, Eleanor tomó a Darien de la muñeca derecha y la dirigió directamente al cuello de Willow, para que éste fuera subiendo despacio. La yegua parecía encantada con la atención y Eleanor no pudo evitar soltar una carcajada—. Le gusta mucho estar con la gente. Por eso pensé que no tenía carácter para las competencias, empecé a entrenarla hace poco. No es el caballo con el que compito usualmente, ese es Zeus y es un gruñón, por eso es tan buen atleta.
Eleanor solía decir eso con frecuencia, que Zeus era una máquina imparable precisamente porque era un gruñón y sólo se mostraba amable con contadas personas.
—Normalmente, la agenda se va apretando hacia la mitad del año. Estoy preparando a Zeus para una en especial, quiero mejorar mis tiempos para las Olimpiadas —Eleanor no se le escapaba que Darien no sólo había ido sino que de verdad estaba allí dándole mimos a Willow. Sus amigas iban a meterse con ella apenas supieran esto—. ¿Regresas hoy mismo a Londres, Darien?
La pregunta salió de sus labios sin pensarlo siquiera. “¿Qué estás haciendo, Elle?” se reprendió a sí misma.
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Al final esto de la yegua estaba saliendo mejor de lo que había pensado. Willow parecía muy feliz con sus caricias, y suponía que esto era una buena señal. Nada peor que los animales de la chica que te gusta te odien, fijo le habría dado una mala impresión. Pero la verdad era que la yegua era una dulzura y era lo mejor de haber venido hasta el evento hasta ahora.
Eventualmente le gustaría conocer a Zeus, aunque tal vez sería tentar mucho su suerte.
Sin embargo, dejó de pensar en caballos cuando Eleanor le hizo la pregunta. Regresar a Londres. Como si alguien pudiera separarlo de ella ahora mismo. Por suerte, estaba preparado para esto, aunque pensó que sería él quien tendría que proponerlo.
—Pues como no regresé con el equipo, tengo libertad para volver por mi cuenta... Mientras esté mañana por la tarde en Londres para el entrenamiento, nadie me dirá nada.
Le dedicó su mejor sonrisa.
—No sabía si tenías cosas que hacer después del evento, pero esperaba invitarte a cenar si estabas libre. Si no, igual puedo ofrecerte mi compañía para lo que tengas ahora—añadió.
Era un hombre con suerte. Esperaba que le siguiera sonriendo en este momento. No quería sonar pretencioso, y sabía que Eleanor no le debía nada por haber ido hasta allí, solo...
Realmente esperaba que tuviera tantas ganas de pasar tiempo con él como él quería pasar tiempo con ella.
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La respuesta de Darien la hizo sonreír, incapaz de contenerse, pues se sentía eufórica. Eleanor tenía la impresión de que hoy no le podía salir nada mal. Había ganado el tercer lugar con Willow, que todavía carecía de experiencia, se había sentido muy segura haciendo los ejercicios y confiaba en que con un poco más de entrenamiento, Willow estuviera lista para cualquier competencia. Además, Darien había venido a verla.
Darien le había traído flores, como si fuera un quinceañero que estaba desesperado por causar una buena impresión. Y, por si fuera poco, le estaba diciendo que podía regresar a Londres hasta mañana. Definitivamente que la suerte estaba de su lado y Eleanor no pensaba desaprovecharlo. Si la vida le daba limones, pues qué más remedio que hacer limonada.
Eleanor acarició de nuevo el lomo de Willow, quien definitivamente estaba fascinada de tanta atención. De seguro que Zeus habría protestado de estar presente, al saber que sólo le estaba prodigando mimos a su compañera.
Cuando miró a Darien a los ojos, le regaló su mejor sonrisa.
—O sea que eres un hombre libre… —casi quiso decirle que ahora era todo para ella. Pero Eleanor no tenía ganas de ser tan temeraria. Soltó una carcajada, mientras se alejaba un poco de Willow, asegurándose de que la puerta estuviera bien cerrada. Su yegua sí que viajaría hoy mismo de regreso, lo tenía todo arreglado—. ¿Entonces puedes salir a comer conmigo? Tengo un lugar pensado, no tiene nada que ver con el sitio donde comimos la primera vez. ¿Cómo de estricta es tu dieta, Darien Boka?
Aunque a Eleanor le gustaba la buena vida, no se privaba de ningún tipo de experiencia. Le gustaban los pubs viejos, en donde podía escabullirse y mezclarse entre la gente sin tanta parafernalia ni protocolo.
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La propuesta directa de Eleanor lo tomó por sorpresa. Amaba las sorpresas como esas. Elle no solo quería salir con él, sino que incluso tenía un plan. No podía ser más perfecto.
—Mi dieta hoy será tan flexible como sea necesario para seguir tu plan.—replicó con una sonrisa. —Ya haré un poco más de gimnasio de ser necesario.
No creía necesitarlo, tenía muy buen metabolismo y la verdad no era tan riguroso con su dieta como otros compañeros, así que tampoco se notaría demasiado por un día que se portara mal.
—Así que... soy todo tuyo. Solo dime hacia dónde ponemos dirección.—añadió.
Como había viajado con el equipo no tenía medio de transporte. No sabía si Eleanor tenía, pero si no, tomarían la ruta que ella quisiera. Había sacado esa tarde para ella y pensaba aprovecharla al máximo. Acarició una vez más la puerta del compartimiento de Willow. Nunca se había preguntando cómo trasladaban a los animales para esas competencias, pero suponía que le alegraba que no tuvieran que llevársela con ellos. Al menos parecía que Eleanor se preparaba para irse.
—¿Me vas a decir el plan o será sorpresa?
Realmente le gustaban las sorpresas.
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Eleanor se consideraba a sí misma una persona práctica. No creía en nada de esas tonterías de cuentos de hadas desde los seis años, más o menos, cuando sus padres se divorciaron. Ella sabía que las historias de amor no terminaban en un “para siempre”, así que eso de ilusionarse no iba con ella.
O al menos, eso creía hasta ahora. Porque la sonrisa cargada de ilusión que le regaló a Darien era muy sincera. Saber que tenía el control de la situación era maravilloso, no podía creer que un día tan bueno como hoy, fuera a terminar de forma casi perfecta. ¿Qué había hecho para que el karma le estuviera devolviendo cosas tan buenas? No estaba segura, pero lo aceptaría a manos llenas.
—Asumiré que tengo que ser tu chofer, así que podemos ir en mi carro. Sólo déjame ir a los vestidores para cambiarme, me encantan los caballos, pero no acostumbro a salir a comer con el uniforme. De seguro que tú tampoco vas por allí luciendo el uniforme del equipo en un restaurante, así que… —Eleanor le hizo un gesto para que la esperara, señalándole un banco que estaba justo al final de las caballerizas. El pasillo que conectaba los establos con los cambiadores no era muy largo, era un camino recto, de modo que Darien vería en todo momento su silueta, hasta que desapareciera por la puerta.
El casillero donde había guardado sus cosas era el tercero, allí tenía una muda de ropa, mucho más casual, lo mismo que sus zapatillas favoritas. Eran color rojo y las amaba porque le dejaban comodidad a sus pies. Después de cambiarse, se miró al espejo con una sonrisa, antes de retocarse el labial rosa que tanto le gustaba.
—Estoy lista… —anunció, con la mochila al hombro que llevaba el resto de sus cosas. Eleanor se despidió de Willow con un chasquido de labios, pensaba reencontrarse con su yegua mañana por la tarde, para volver a montarla a ella y Zeus como hacía religiosamente cuando no estaban en competencia—. Conozco un pub cerca de aquí donde venden comida riquísima, pero no tiene nada que ver con el sitio donde me llevaste a nuestra primera cita.
Aunque Eleanor era una mujer acomodada, que estaba acostumbrada a la buena vida, no le importaba lo más mínimo meterse en un pub nada glamuroso si eso significaba una buena experiencia culinaria. Esperaba que Darien le siguiera la corriente.
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Darien sonrió ampliamente cuando la vio de vuelta. Estaba preciosa con aquel look casual y una expresión tan confiada. Parecía realmente de buen humor y, si bien estaba seguro que era porque la jornada había sido exitosa, le gustaba pensar que también era en parte porque él estaba ahí.
—Eres la chofer más guapa que he tenido—comentó, mientras se apresuraba a seguirla.
Le gusta muchísimo lo segura de sí misma que era Elanor y que no dudaba nunca en tomar la iniciativa. Darien debía admitir que había saludo con muchas chicas que les cohibía un poco estar con alguien famoso, y, si bien al inicio lo disfrutaba, era algo que se volvía aburrido pronto.
Tenía la impresión de que con Elanor no iba a aburrirse nunca.
—Así que mis esfuerzos por llevarte a un sitio fino y hermoso no eran necesarios porque te gustan los pubs escondidos—comentó, levantando ambas cejas con gesto provocativo. —Si te gusta tanto tendrás que recomendarme qué comer. Después de un partido siempre tengo mucha hambre.
Suponía que después de una competencia, ella también. Pensaría que era lo lógico. Pensar que ambos iban juntos a comer y relajarse después de su jornada le generaba un placer particular. Nunca había salido con otra deportista, aunque fuera en un deporte tan diferente al suyo.
La siguió de buena gana y subió al auto que le indicó que era el suyo. Estaba impecable, como ella, aunque se sentía algo tallado en él. Suponía que era un poco más alto que el promedio.
—Creo que nunca había estado en esta región. Es lo que tiene este torneo, que te lleva a conocer otros estadios y equipos.—añadió. —Así que estoy en tus manos..
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Estaba encantada con Darien, no tenía caso negarlo a estas alturas. Eleanor había olvidado cuándo había sido la última vez que se había divertido tanto con alguien. Era como si siempre hubiera una razón para sonreír. Cuando arrancó el automóvil, se giró hacia Darien para regalarle un guiño malicioso.
—Pues ajústese el cinturón, mi querido copiloto.
Ronnie, su querida amiga, ya le había dicho que se fuera con cuidado. Eleanor insistía en que de todas formas no era nada serio. No estaba segura de cuánto tiempo iba a durar saliendo con Darien, pero pensaba disfrutarlo por el momento. El pub quedaba en las afueras de la ciudad, en una zona no tan concurrida, pero que a estas horas debía estar un poco más lleno que de costumbre.
Este tipo de lugares le recordaba a su etapa universitaria, cuando ella y sus amigas salían de clase y se iban directo al pub. Había sido una muy buena época de su vida, cuando tenía menos exigencias, y todavía no estaba segura si iba a dedicar su vida entera a la equitación. Al menos, las clases que había tomado en la universidad le habían servido para su trabajo alterno en la revista ecuestre.
—Me gusta la buena vida, por supuesto —explicó justo cuando acaban de llegar al estacionamiento—. Pero también me gustan todo tipo de experiencias. La comida más deliciosa que comí fue en lugares callejeros en Tailandia, ¿sabes? ¿Conoces Asia? No sé qué tanto te hayan llevado de paseo con el equipo. Pero me sé de memoria este menú, suelo venir aquí cada vez que termina esta competencia. Esta zona me gusta mucho, tiene buenos pubs, aunque no siempre vengo en tan buena compañía. ¡Ven!
Eleanor tiró de él, haciéndolo entrar en el pub que, tal y como imaginó, estaba algo lleno. Por suerte, ellos sólo eran dos y había una mesa desocupada. Cuando camarero les pasó el menú, Eleanor no perdió de vista la expresión del pobre chico, pues de seguro se dio cuenta quién era su acompañante.
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El sitio donde Eleanor lo había llevado era muy pintoresco. Estaba muy lleno, y al inicio la gente no pareció reparar demasiado en ellos, aunque no le pasó desapercibido que el camarero lo había reconocido. Esperaba que se hubiera tomado demasiado a pecho que el Arsenal le ganara al equipo local horas antes. Aunque había banderines de su equipo en las paredes, así que tal vez sí.
Decidió ignorarlo y concentrarse en Eleanor y su conversación, momentáneamente suspendida mientras se acomodaban. Le gustaba esta otra faceta de ella que estaba conociendo. Una mujer con espíritu aventurero para probar diferentes lugares de comida. Le parecía maravillosa.
—Claro que algo he conocido de Asia. Después de todo es el destino final de muchos de nosotros cuando se nos está terminando la carrera—declaró, aunque todavía estaba joven para pensar en ello. —Algunos prefieren Estados Unidos o Arabia, pero Asia es una gran posibilidad.
Revisó el menú, donde en efecto estaban las hamburguesas grasosas que Eleanor había mencionado y que se veían muy bien. Incluso se atrevería a acompañarla con una cerveza de las más livianas. Ya pagaría por esto el resto de la semana con gusto.
—¿Y se puede saber cómo conociste este sitio—preguntó. —Debo confesar que como futbolista visito muchísimas regiones del país pero no llego a conocerlas nunca, vamos de la concentración al estadio y de regreso a casa.
Era una pena, le gustaría conocer más de Inglaterra. El país le había dado mucho y él no terminaba de conocer siquiera Londres. Ojalá poder conocer más con Eleanor, como este lugar.
Sonrió para sí mismo de solo pensarlo.
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Eleanor escuchó a Darien con atención hablar de Asia. Aunque no estaba inmersa en el mundo del fútbol, sabía que era un deporte mucho más desgastante que el suyo. Ella todavía tenía muchos años por delante, pero sabía que un futbolista de élite, como Darien o Neil, tenían una cuenta regresiva mucho más estricta.
—Así que… te gusta Asia para convertirte en un jubilado… —Eleanor soltó una carcajada y luego le regaló un guiño malicioso a Darien, buscando zanjar el asunto. El hombre que tenía frente a ella todavía era joven, así que no creía que fuera buena idea llevar la conversación hacia esos derroteros.
Eleanor echó un vistazo al menú, a pesar de que sabía justo lo que iba a pedir. La desventaja de que fuera ella quien estuviera manejando, era que no podía tomar nada. Pediría una limonada con una doble hamburguesa con queso. Un montón de calorías que se evaporarían en un par de días, siempre y cuando volviera a su dieta de siempre. Darien le había dicho que no tenía problemas con romper su dieta por una noche, pero ella era lo bastante lista para leer entre líneas.
No lo estaba haciendo por un deseo imperioso de romper las reglas, sino que lo estaba haciendo por ella. Por disfrutar de su compañía.
—El año pasado también participé en el torneo y algunas jinetes nos organizamos para venir. No lo conocía, pero una de las jinetes era de Somerset así que nos mostró el pub. Me encantó, es muy pintoresco y por eso pensé en traerte. Es una lástima que no puedas conocer tanto Inglaterra, a pesar de que viajas todo el tiempo —comentó Eleanor, mientras llamaba al camarero de nuevo para hacer el pedido—. ¿Hay algún sitio que te genere curiosidad conocer? Puedo llevarte, amo hacer turismo.
Cuando el camarero regresó, mientras Darien pedía su orden, Eleanor no le pasó por alto que, en una mesa contigua, no dejaban de verlos. Quizás haber traído a Darien allí, justo después de un partido de fútbol, no había sido una estrategia brillante. Eleanor trató de ignorar la situación, convenciéndose de que estarían bien siempre y cuando nadie se acercara a la mesa.
Aunque ella estaba acostumbrada a moverse en círculos donde era muy reconocida, la verdad eran pocas las ocasiones en que alguien la paraba en la calle. Su tipo de fama era mucho más discreta, dentro del círculo ecuestre, no tenía nada que ver con las pasiones que podía generar Darien. Se preguntó si él también lo sentiría abrumador.
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A Eleanor no parecía emocionarle la idea de su jubilación, pero Darien siempre había pensado que algo genial de ser futbolista era el retiro temprano. Si lograba hacer bastante dinero podría retirarse de por vida y dedicarse a hacer lo que le diera la gana. Así que sí, China estaba en su radar para el futuro si era una forma de lograr su objetivo.
Pero claro, no quería pensar ahora en diez años o más en el futuro. Tenía ahora mismo una magnífica noche por delante con Eleanor, así que había que centrarse en eso.
Tampoco es que fuera difícil, Eleanor era encantadora y tenía una conversación muy amena. Además, acababa de ofrecerse a hacer turismo con él. La propuesta le arrancó una gran sonrisa.
—¿Te ofreces a ser mi guía turística? Qué lujo—declaró en tono de broma, aunque no dejaba de ser cierto. —Mejor dime tú por dónde me recomendarías empezar. Lo único que tengo bien visto es Londres porque ya sería el colmo.
Además, aunque Eleanor quisiera llevarlo a lugares que conocía perfectamente iría de buena gana, igual que iba a comerse esa hamburguesa triple torta con tocino que se acababa de pedir porque bueno, tenía hambre y si ya iba a saltarse a la torera su régimen, iba a hacerlo por completo.
Lo malo era que tenía la impresión de que las personas a su alrededor no la estaban pasando tan bien como ellos. Notaba las miradas de algunas personas encima, y no eran necesariamente admiración o cordialidad lo que transmitían.
De acuerdo, le había hecho una falta fea a su delantero, pero nada más, Darien estaba seguro de haber jugado un partido muy limpio. No era su culpa que no les hubieran podido anotar. Bueno, tal vez sí. Pero ese era su trabajo. No lo había hecho de mala fe para que no lo dejaran disfrutar su cita de esa noche.
¿Cierto?
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Guía turístico.
Eleanor sabía que Darien lo decía mitad en serio, mitad en broma. Pero ella no pudo evitar reírse y pensar que, en realidad, no le costaría nada llevar a Darien de paseo por todo lo ancho de las islas. Todo lo que le permitiera su apretado horario. Sus horarios. Además, le parecía una tragedia que Darien sólo se sintiera cómodo en Londres cuando había un montón de sitios que, a parecer de Eleanor, eran mucho más bonitos.
A ella en particular le gustaba la campiña inglesa, pero también amaba las tierras escocesas. Todavía no había encontrado un lugar tan hermoso, a pesar de todos los países que había conocido, como le parecía Escocia. Era mágico.
—Me parece una falta de respeto que sólo puedas moverte en Londres, así que te tomaré la palabra. Creo que lo único complicado es cuadrar nuestros horarios, pero no puedes pasar un año más aquí sin conocer otros lugares. ¿No conoces Escocia? Es mi sitio favorito en todo el mundo —Eleanor no quiso decirle que la familia tenía una propiedad allí, pues no creía que eso daría una buena impresión.
De hecho, no quería ni imaginarse en la situación de decirle a su padre que iba a utilizar la casa en Escocia para llevar a una cita. A un extranjero. A un futbolista. Un gunner. Sería más fácil dispararle en el pecho a su padre, de seguro dolería menos.
Eleanor iba a agregar algo más, pero entonces se dio cuenta. Una mesa a su izquierda los estaba filmando. O tomando fotos desde el teléfono. No estaba muy segura. Era un grupo de muchachos que tenían camisetas de fútbol y no había que ser un genio para saber que esa no era la indumentaria del Arsenal. El grupito no parecía particularmente feliz de ver a Darien allí, porque tenía claro que esa hostilidad nada tenía que ver con ella.
Se sintió culpable y le habría dicho a Darien de retirarse, de no ser porque en cuestión de instantes la comida estaba en la mesa.
—Lo siento, creo que no pensé que no ibas a ser precisamente la persona más popular en los alrededores. Fue un error de cálculo —comentó apenada.
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Escocia nunca le había sonado tan atractivo como en ese momento. Estaría dispuesto a sacrificar su tiempo de vacaciones en Costa de Marfil por viajar con Eleanor por donde ella quisiera. Claro que sí.
No alcanzó a decírselo porque entonces trajeron la comida. Se veía todo delicioso y definitivamente no como lo que debía comer después de un partido para su recuperación, pero bueno, ese era otro problema con el que tendría que lidiar en la semana. La ventaja de no ser el más disciplinado de sus compañeros era que se notaba menos cuando fallaba en su régimen.
Lamentó que Eleanor se diera cuenta de la gente que los miraba. Le irritó notar que les tomaban fotos. Estaba acostumbrado a que eso pasara cuando iban a los pubs más famosos de la ciudad, no en un lugarcito aislado en el mundo.
Pero no quería que Eleanor se sintiera mal al respecto.
—Hay gente que puede ser muy intensa, pero no les hagas caso—le aconsejó. —Además, no me interesa ser popular aquí, con que tú disfrutes mi compañía me doy por satisfecho.
Le sonrió, intentando alivianar el momento, al tiempo que agarraba su hamburguesa con ambas manos y la mordía con ganas, a pesar de que era tan grande que lo obligaba a abrir su boca al máximo que daba su mandíbula.
Sin embargo, la gente a su alrededor se agitaba todavía más. Terminó por lanzar una mirada nada amable a dos hombres en la mesa en diagonal a ellos que empezaban a hacer comentarios en voz alta sobre los extraños. Lo notaron, y les dio risa. Esto empezaba a irritarlo más de la cuenta.
—Me temo que soy yo quien tiene que disculparse. Debí pensar que esto podría ser una mala idea, pero estaba... distraído.
Suponía que lo mejor era terminar de comer e irse. Gracias a todos esos malos perdedores por echarle a perder su cita.
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El fútbol movía demasiadas emociones.
Eleanor estaba acostumbrada al deporte competitivo, pero dudaba muchísimo que alguien la hubiera mirado de esa manera solamente porque se llevó más puntos que otro jinete. O al menos, no en competiciones profesionales. Estaba segura de que había recibido miradas y muecas de mamás obsesionadas con que sus hijas se convirtieran a fuerzas en atletas ecuestres, a pesar de que no era ese el deseo de sus compañeras.
Pero los tipos que estaban mirando a Darien en ese pub parecían dispuestos a batirse con él en duelo. A Eleanor no le agradaba para nada esa idea.
—La próxima vez que nos veamos al menos intentaré hacerlo cuando estén jugando en Londres y no parezca que estamos en un territorio enemigo, ¿sabes? —pronunció la sonrisa. Al menos estaba segura de que Darien estaría contento ante la perspectiva de volverse a ver. ¿Cierto? Eleanor no pensaba decirlo, pero la idea la emocionaba también.
Estaba seguro que en cuanto hablara con sus amigas, todas le iban a decir que se estaba enganchando más de la cuenta. Ronnie simplemente se reiría sin decir nada, pero Sophie quizás le aconsejaría que lo pensara antes de involucrarse en serio con Darien. En ese momento, Eleanor estaba convencida de que estaba en control de la situación.
Excepto cuando apareció alguien, dos jovencitas que seguro apenas tenían la mayoría de edad, para pedirle una fotografía. Por un instante pensó que estaban hablando con Darien, pero después reconoció el escudo de la escuela de equitación de Stonar. Eleanor pronunció la sonrisa y no sólo les regaló una foto, sino también les regaló uno de los cintillos que le habían dado como parte del certificado de participación. Tenía decenas en casa, seguro que a ellas les iba a encantar.
No pasó por alto, por supuesto, que las chicas intercambiaron miradas cuando vieron quién estaba haciéndole compañía. Se fueron de allí intercambiando risitas y Eleanor se preguntó si lo mejor no era salir de allí cuanto antes, así tuviera que atragantarse con la comida.
—Si pedimos el resto para llevar y lo comemos en mi auto, ¿suena como a un final de cita terrible? ¿O te animas? —preguntó con una media sonrisa.
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Debía admitir que le sabía mal por Eleanor que justamente tuvieran que encontrarse con ese tipo de gente en el lugar que ella había propuesto. Él también debía habérselo pensado mejor pero había dejado que el entusiasmo de que ella tuviera un plan para salir con él esa noche lo arrastrara.
—Tampoco es que todo Londres sea territorio amigo, hay restaurantes que se inclinan por distintos equipos—le señaló.
Intentó sonreír pero esta vez le costó más. Nunca le había pasado tan claramente que su condición de jugador le hiciera fallar tan estrepitosamente en una cita.
—Mientras pueda seguir la noche contigo me animo a todo—replicó con sinceridad. —Pero espero que me perdones porque es mi presencia la que está causando todo esto. Tenías un buen plan de cita y terminé siendo el enemigo público #1, lo lamento de verdad.
Le dedicó una mirada de disculpa, antes de hacerle señas al camarero. O eso intentó. Unos tipos se acercaron a ellos primero.
Las cosas se iban a poner feas y ahora sí que Eleanor no iba a perdonarle esta cita en la vida.
—Eres muy valiente en plantar la cara por aquí—dijo uno que llevaba la camiseta del equipo que habían vencido ese día.
Darien le dirigió una mirada de disculpa a Eleanor y se puso de pie. Ninguno tenía físico para enfrentarse a él, pero si esto salía a la prensa Redmayne iba a matarlo.
—Oye, ya nos vamos, no queremos problema...—declaró, mientras buscaba al mesero con la mirada, quien se aproximó a toda prisa y con cara de alarma.
¿Eleanor podría perdonarle este estúpido espectáculo?
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Eleanor sabía bien que el fútbol movía pasiones, pero era diferente experimentarlo en carne propia. Aunque Darien estaba haciendo un esfuerzo por parecer pacífico, ella no pudo evitar sentirse un poco culpable. Después de todo, ella había propuesto esto. No tenía cómo imaginar que esto iba a suceder, a ella no le pasaban estas cosas. Sí que había historias locas de la academia ecuestre, de chicas que se habían hecho bullying mutuamente, pero nada como este nivel de acoso.
El ambiente ya no le parecía amable, se volvía hostil a cada segundo. Eleanor se mordió el interior de la mejilla, conteniendo el nerviosismo que sentía.
—Sólo vamos a pagar la cuenta, ¿sabes? —dijo Eleanor, aunque no se atrevió a sonreírle al tipo que tenía al frente. De verdad que tenía cara de pocos amigos y aunque ella no se intimidaba tan fácilmente, tampoco era temeraria. Sabía bien que estaban en clara desventaja—. Y ya nos vamos. De verdad que no queremos molestar.
Aunque estaba convencida de que estaba aplacando con calma la situación, pudo darse cuenta de su error enseguida. Vio cómo la estaban mirando y supo que sólo había conseguido hacerlos enfadar. Eleanor se encogió un poco más en el asiento, preguntándose si llamar a algún camarero o trabajador del pub sería buena idea. O si eso empeoraría la situación.
—No hablamos contigo, puta de mierda.
Eleanor no diría que el tipo levantó la voz, pero sí que hizo un gesto vulgar al dirigirse hacia ella. Soltó un respingo, asombrada y humillada. ¿Cómo le había dicho eso? ¡Ella por supuesto que no le dio pie a tratarla de esa manera! Tenía que llamar a seguridad ahora mismo, irse de allí no iba a ser fácil, pero no iba a permitir insultos ni tampoco que la pusieran a ella o a Darien en peligro de verdad. Había sido muy estúpida al exponerlo de esa manera. Hizo ademán de levantarse, pero el tipo de cortó el camino.
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Ser futbolista no era tan solo tener habilidad en el balón. Darien no podía explicar cuántas veces lo habían provocado en una cancha y lo había pasado por alto. Pero no siempre se podía. Había cosas que no se podían ignorar.
Odiaba haber puesto a Eleanor en esta situación, y lo peor era que al intentar interceder la habían insultado. Eso no podía permitirlo pasar. Sin embargo, contuvo su primer impulso de rajarle la cara, pero se interpuso entre él y ella, sacando pecho.
—No te atrevas a hablarle así—le advirtió.
Él realmente había hecho su parte, no era su culpa que el tipo lanzara una risa despectiva.
—No te atrevas a decirme qué hacer—dijo, al tiempo que lanzaba un puñetazo contra Darien.
Al menos él no era el que había empezado. Evadió el golpe lo mejor posible y lanzó el suyo. El tipo era un aficionado, lo que fue pronto evidente, pero no estaba solo. Sin embargo, Darien no podía pensar en consecuencias en ese momento.
Para su suerte los de seguridad del local llegaron a detenerlos. En ese momento notó que eran el centro de atención del lugar, y sintió que se le iba el alma a los pies cuando vio la cámara de varios celulares apuntando al lamentable espectáculo que acababan de dar.
—¡Lo siento, ellos vinieron a provocarnos—le explicó al de seguridad. Había murmullos a su alrededor pero no alcanzaba a entenderlos, esperaba que fuera a su favor. —No queremos problemas, de verdad...
Tuvo que juntar valor para buscar a Eleanor con la mirada. Esta debía ser la peor cita de la historia. Y eso que él no era ningún fatalista.
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Sucedió rápido.
Dadas las circunstancias, Eleanor podía decir que lo estaba esperando. Se maldijo por no haber previsto esto y permitido que la situación saliera de control de esta manera. Cuando el tipo hizo ademán de golpear a Darien, Eleanor hizo un grito ahogado. No pudo detener la situación y en cuestión de segundo estaba la seguridad rodeándolos para impedir que el asunto pasara a mayores.
Pero eso no era lo peor, sino el montón de cámaras que estaban en su alrededor, Eleanor no quería imaginarse cuántas personas habían allí y cuántas habían filmado lo sucedido. Cuántas habrían enfocado la cara de Darien para que supieran qué había hecho.
Eleanor no pudo evitar sentirse doblemente culpable, porque ella al menos tenía que defender sólo su imagen si algo pasaba, pero Darien también tenía detrás un equipo que estaba comprometido si esto salía a la luz. Cuando esto saliera a la luz, porque no le cabía duda de que así sería.
—¡Darien! —Eleanor se abrió paso en medio de la seguridad del pub, acercándose hacia Darien. Lo primero que hizo fue tomarlo del rostro, para cerciorarse de que no había sido más que un roce. Frunció los labios, mirándolo con un gesto compungido—. Lo siento tanto, ¿estás bien? Vámonos por favor, antes de que algo más suceda. Por favor, perdóname, no debí.
Además, era consciente de que si había agredido aquel tipo, fue porque éste la había insultado.
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El caos necesitaba tan solo unos instantes para desatarse. Lo mismo pasaba en un partido cuando alguien perdía la cabeza y cuando unos e daba cuenta estaba rodeado de gente de ambos equipos gritando y el árbitro repartiendo tarjetas. Pero esto era mucho peor, porque no era un espacio regulado y Eleanor estaba de por medio.
Se giró hacia ella apenas pudo, y sus palabras lo conmovieron mucho. No tenía por qué sentirse culpable. La tomó por los hombros mientras revisaba con la mirada que estuviera bien.
—No es tu culpa, —le aseguró.
Miró de nuevo a su alrededor. Los de seguridad no parecían tener problema con él en particular, lo que era una suerte porque lo último que necesitaba era que lo arrestaran. A los alborotadores los estaban sacando del local mientras seguían lanzando improperios. Pero Elanor tenía razón, lo mejor sería irse aunque no hubieran ni terminado de comer. Después de lo sucedido seguirían siendo el centro de atención y podría haber otros percances.
Asintió y la tomó de la mano.
—De acuerdo, recojamos, pagamos y nos vamos—dijo con resolución. —Será mejor terminar la noche en otro lado.
No quería que su cita terminara así de desastroso, aunque no tenía más planes ahí cerca, pero era un hecho que no podían quedarse así. No quería entrar a las redes sociales pero juraba que ya había algo en ellas. Había demasiadas cámaras a su alrededor como que no fuera así.
Esperaba al meno que pudieran sentarse a hablar en el carro. Qué desastre de noche, con lo bien que había ido todo hasta entonces.
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I got your back
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Desde el incidente en Sommerset, Eleanor y Darien no habían podido verse. No fue una decisión consciente de ambos, sino más bien movidos por las circunstancias. Los dos tenían una agenda apretada y además Eleanor no quería volver a ponerlo en una posición incómoda. Aunque Darien lo hizo ver como algo sin tanta importancia ni repercusión, le sonsacó a Neil información adicional y así se enteró que el entrenador Redmayne sí que le llamó la atención.
Eleanor, que estaría en Londres por casi tres semanas antes de marcharse de nuevo, estaba decidida a hacer valer este tiempo. A este paso ya era el hazmerreír de sus amigas, entre Ronnie y Sophie le recordaron cómo dijo mil veces que lo de ella y Darien no era en serio.
Ella seguía creyendo que no lo era. No del todo. La pasaban bien juntos, pero ninguno estaba pensando en casarse, ni mucho menos. Tampoco habían hablado directamente de exclusividad, aunque Eleanor no estaba viendo a nadie más y, por lo que sabía, Darien tampoco. Tony, su mejor amigo, ya le había llamado tres veces para preguntarle qué demonios era lo que estaba pasando entre ella y “ese tipo”. Eleanor no pensaba dar más declaraciones, su vida privada no era asunto de nadie.
Agradecía que la única persona con la que podía conversar con más franqueza, Neil, no iba por allí haciendo preguntas. Ni siquiera cuando le dijo qué tenía que hacer para ir a London Colney sin hacer mucho escándalo. Neil, que se merecía el cielo, ni siquiera le pidió detalles y simplemente arregló con el portero del estacionamiento que la dejara pasar. Según Neil, podía esperar en la cafetería, pero Eleanor tenía una idea mejor.
Las temperaturas en Londres estaban dentro de lo agradable para Eleanor, así que cuando Neil le dijo que ya habían salido del entrenamiento, ella se bajó de su carro y se sentó, con mucho cuidado, en la parte delantera del carro de Darien. Neil le prometió que guiaría a Darien donde ella estuviera, así que Eleanor agitó ambos brazos nada más verlos acercarse.
Ni siquiera le importó que otros miembros del equipo también la estuvieran viendo.
Confiaba en la discreción de Neil, porque si alguien le decía esto a sus amigas, o peor, a Tony, iban a molestarla hasta el cansancio.
—¿A que soy una linda sorpresa? —preguntó, cuando Darien estuvo lo bastante cerca para que la escuchara.
Con Darien - London Colney - Abril - 13.00hrs
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I got your back
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Por supuesto que el video de lo sucedido se había vuelto viral. No sabía quién había estado más enojado: si su agente o el entrenador Redmayne. Aunque los más molestos eran sus compañeros, quienes parecían creer que se había hecho una fama de violento y eso lo haría más susceptible a que le sacaran rápido tarjeta amarilla.
Todos eran unos exagerados, solo había defendido a Eleanor, cualquiera que viera el video podía apreciarlo. De hecho, había recibido solo cosas positivas de los fans de Eleanor, solo que, lastimosamente, no eran tantos como para acallar las voces negativas.
Lo peor era que aquella situación había unido a dos de las peores canallas de periodistas existentes: la prensa deportiva y la prensa rosa. Le había costado mucho evadir a ambos que lo acosaban a la entrada de la ciudad deportiva y en su casa, pero le habían hecho jurar que no daría declaraciones.
Por suerte los hombres del altercado no habían presentado cargos, porque lo último que necesitaba Darien era sumarle a todo una pesadilla legal.
Ahora, lo peor de todo era que Eleanor y él no habían tenido margen para verse de nuevo. No quería exponerla a los rumores y la prensa, todo esto debía ser muy desagradable para ella. Incluso habría entendido que no lo quisiera ver. Por eso le sorprendió tanto cuando Neil le dijo que Elanor estaba ahí para verlo.
Abrazó a su amigo efusivamente en agradecimiento y lo siguió con entusiasmo hasta el estacionamiento. Ver a Eleanor ahí junto a su auto era como un sueño hecho realidad. Corrió hacia ella, agradeciendo que el parqueo para jugadores fuera todavía bastante privado. Le pareció ver a otros de sus compañeros pasar mirando con curiosidad, pero no se atrevieron a decirle nada. Seguro que Neil los había advertido.
Por ahora, él solo tenía atención para ella.
—¡Eres la mejor sorpresa del mundo!—le aseguró, conteniéndose de abrazarla como había hecho con Neil momentos antes. —No esperaba para nada verte en mis dominios. No sabes lo que me alegra verte.
Le sonrió ampliamente y la tomó de las manos, porque era incapaz de contener del todo el impulso de tocarla, como si necesitara verificar que realmente estaba ahí.
Con Eleanor - London Colney - Abril - 13.00hrs
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Victoria Concordia Crescit
Bastó simplemente una sonrisa de Darien para darse cuenta de que había estado exagerando todo. El nerviosismo de Eleanor no tenía razón de ser, por supuesto que Darien iba a estar contento de verla. Pero ella se había atrevido a venir a su territorio, después de lo que había sucedido en el pub, así que no podía estar completamente segura de que sería bien recibida.
Eleanor lo tomó de las manos y se acercó hasta él para darle un sonoro beso en la mejilla. Miró de reojo al grupo que se quedó rezagado detrás de Darien. Consiguió distinguir la silueta de Neil, a quien le debía un favor enorme. Esperaba poder retribuírselo muy pronto.
—Quería verte, aprovechando que tengo unos días en Londres. Neil me ayudó muchísimo, le debo un enorme regalo su próximo cumpleaños —comentó con una sonrisa, mientras tiraba de Darien para acercarlo hasta su auto. Ella había traído el suyo, pero estaba segura de que podía arreglar para que el chofer de su padre pasara a buscarlo. La verdad era que prefería ocupar el resto de su tiempo con Darien, incluso el recorrido en auto—. Vine en mi carro, pero puedo pasar por él después. Vine hasta aquí porque no puedo desaprovechar minutos cuando tienes una agenda tan ocupada.
Eleanor acarició el dorso de la mano de Darien, mirándolo con emoción contenida. Tenía suerte de que el único que podía corroborar la cara de estúpida que debía tener en este momento, era Neil, quien hasta ahora había probado ser el más discreto de los amigos.
—Sé que me dijiste que no mirara demasiado la prensa ni las redes sociales, pero no pude evitarlo —confesó con una mueca incómoda—. Ya te lo dije muchas veces, pero ahora que nos vemos en persona, quiero repetirlo. Realmente lo siento mucho. Estoy esperando impacientemente que alguien más haga algo que acapare la atención de la gente y se olviden de lo sucedido. Si de algo sirve, la comunidad ecuestre te adora.
Con Darien - London Colney - Abril - 13.00hrs
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