Jingle Bells

One on one — Inspired  — Pelicula

Cansado de los insultos y burlas de quienes creyó sus vecinos y amigos toda la vida a Jazz no le quedó de otra que volverse un muchacho desagradable, sin deseos de tener amigos, ni familiares ante la cruel respuesta de ellos a su elección de género masculino. Ninguno pudo entenderlo, era un pueblo alejado de las grandes urbes, muy lejos de que pensaran en él y los de la comunidad LGBTIQ como algo respetable. Muy lejos estaba él de cumplir con las expectativas de una sociedad que solo pensaba en esperar las Navidades y ser felices entre villancicos y familias heteronormadas.

Vive en una cabaña en las montañas y suele decirse que es completamente inhumano, que no tiene buenos sentimientos y que es una chica que se volvió loca. Suele recurrir al pueblo solo para buscar comida y volver lo más pronto posible con su perro Max a casa esperando no ser visto con su capucha negra. Pero esta Navidad ella ha llegado al pueblo para embellecer las calles mientras se acerca la nochebuena, y esta dispuesta a cambiar el cuento para todos allí. ¿Podrá una muchacha cambiar el destino de un chico recluido en su caparazón y un pueblo que ignora que esos corazones aún laten con fuerza?

Destiny Malena Narvay Maga

Jazz Maite Lanata Azalie

I. Ya se acerca navidad

La nochebuena se acercaba y una emoción invadía sus venas de una manera abrumadora. Amaba la navidad, todo lo que implicaban las fiestas la llevaban a los mejores recuerdos de su niñez y ella era feliz planeando todo. En su viejo pueblo era la encargada de la organización del evento de navidad, de la decoración y absolutamente todo lo demás, pero por su madre que estaba enferma habían tenido que mudarse a aquel pueblo porque allí vivía su tía y hacía todo mucho más sencillo a la hora de ayudarla a cuidarla hasta que se recuperase.

Todos los miembros del lugar la habían recibido muy bien, rápidamente había podido ingresar al grupo que se encargaba de los preparativos – porque casi nadie quería tener esa responsabilidad – y había comenzado a ir a las reuniones. Sentía que todo podía llegar a ir bien, solo necesitaba que su madre se quedara tranquila y siguiera recuperándose poco a poco.

Aquella tarde estaban todos repartiendo los panfletos del primer gran evento que habría, el día 21 de Diciembre, Santa estaría en el lugar sacándose fotos con los niños y por eso mismo estaban anoticiando a todos. Estaba en ello cuando noto una capucha negra pasar que no recordaba haber visto antes, mirándolo con atención pero luego volviendo su vista, con una sonrisa, a la señora a quien le daba el panfleto y le decía que la esperaba con sus hijos.

I. Ya se acerca navidad

Odiaba esa época, le recordaba  el día en que le habían desterrado prácticamente del pueblo por ser diferente. Por ello odiaba las navidades, las caras felices, los regalos y las celebraciones. Pero por sobre todas las cosas odiaba tener que bajar al pueblo. Se había quedado sin provisiones y necesitaba abastecerse. No era nada fácil, pero lo hacía de noche cuando el pueblo dormía. Vestía de negro, tapando su rostro con una capucha ancha y entraba en algunos negocios sin ser visto. O al menos lo intentaba, no era un experto, pero lo hacía para sobrevivir.

Jazz había nacido en el pueblo pero sus padres habían muerto cuando era un niño pequeño, por lo que le había criado una familia de allí hasta que todos comenzaron a ver que no era como lo demás.

Sin mirar a nadie se dio paso en una farmacia por la puerta de atrás, necesitaba algunos medicamentos para su alergia de invierno. Algunos tés y bolsas de agua caliente, la montaña era tan fría como el trasero de Santa, si le preguntaban a él.

I. Ya se acerca navidad

Sabía bien que había seguramente habitantes del pueblo que ella no iba a conocer, no hacía mucho que había llegado y cada lugar tenía sus costumbres pero aquella persona encapuchada que había pasando siendo completamente ignorada por los demás le había llamado la atención. Por lo menos la opinión que tenía ella del lugar era que todos eran sumamente amables, todos estaban dispuestos a ayudarte y por eso mismo no entendía. Destiny nunca había sido buena quedándose con la duda de absolutamente nada, por eso mismo termino de entregar unos panfletos más y fue a la farmacia donde lo había visto entrar.

Se quedo fuera de allí hasta que vio la misma capucha salir, poniéndose frente suyo para que detuviera el paso e intentando mirar debajo de la capucha con una amplia sonrisa en los labios. – ¡Buenas noches! ¿Ya fue invitado a la gran puesta en escena del santa navideño? – Consultó, con su tono de voz emocionado como siempre. – Será increíble. – Prometió, aún ladeando el rostro para intentar encontrarse con la mirada ajena. – Creo que no hemos tenido el gusto de presentarnos, soy Destiny. Soy nueva en el pubelo.

I. Ya se acerca navidad

Había llenado el costal con todo lo que necesitaba y un poco más y al decidirse a salir decidió que también necesitaba comida. Esa noche en el pueblo parecía haber demasiada gente y eso era peligroso para el ladrón.

Esquivo a una muchacha para esta volvió a ponerse de frente a él, hablándole e invitándolo a una celebración. Se notaba que no era de allí, como para hablarle. Si lo veían todos hacían de cuenta que no existía, incluso muchos sabían que robaba para sobrevivir pero no se acercaban, no querían que se les pegara la locura. Jazz apretó la capa y con la cabeza hacia abajo volvió a esquivarla, no le gustaba hablar con los lugareños, a fin de cuentas ellos lo habían echado de allí. Su estómago rugió de hambre y el busco un almacén por algo de comida. Corrió hacia un callejón y espero que dejaran de pasar esos pueblerinos malditos.

En su cabeza no dejaba de repetirse ese nombre, el de la chica que le había defendido. "Destiny" le había dicho.

I. Ya se acerca navidad

Por más que había intentado mirarlo, porque por su contextura física podría jurar que era un jovencito, no había podido hacerlo y de la nada la había dejado hablando sola. Su ceño se frunció mientras negaba, bastante confundida porque era la primera vez que alguien en el pueblo le hacía un desplante tal. En su vida en general, no solo en el pueblo si lo pensaba mejor y no entendía que era lo que había dicho de malo.

Volvió con los demás que ya se habían reunido nuevamente para charlar acerca de cómo había estado la repartija de volantes, pero ella tenía aquel tema taladrándole la cabeza. – ¿Alguien por casualidad vio al muchachito encapuchado? Quise hablarle pero no me respondió y se fue como si le hubiera dicho algo malo. – Les pregunto, con genuina curiosidad mientras miraba por la zona en la que se había ido.

–¿Jasmine la loca esta aquí? Vaya, hace mucho no la veíamos por el pueblo. – Destiny se extrañó, no le había parecido una chica a simple vista, pero podía equivocarse. – Ten cuidado con ella, tienes suerte que no te hablo. No es miembro de nuestra comunidad, vive en las montañas. Tiene una enfermedad mental, se volvió loca cuando era joven. – El adulto negó como si lamentara aquello. – Lo mejor es que te mantengas alejada de ella, igualmente viene poco al pueblo y mejor, no queremos que a nadie se le pegue su locura.

I. Ya se acerca navidad

Por suerte en el almacén nadie lo había detenido, estaba tan hambriento que se había detenido para comerse un pan dulce, demasiado dulce abrillantado, pero no importaba. Lleno el costal de lo más que pudo. Había aprendido a cazar en la montaña y pescar en el lago, pero no siempre tenia suerte.

En el pueblo se deciam muchas cosas de el, pero nadie le conocía realmente. O casi nadie, se decía que estaba muy loca y que vivía sobre escremento es su cabaña. Algunos habían subido solo para tirar tomates y huevos podridos en las ventanas, pero nunca nadie le había preguntado cómo se sentía.

Y tampoco lo necesitaba, los odiaba a todos y cuando podia dejaba algunas de sus invenciones en el pino de Navidad para arruinar esta.

Por fin con todo listo Jazz salió corriendo del almacén con tan mala suerte que se llegó por delante a una muchacha. La inercia los había llevado al suelo. Se le había desacomodado la capucha y la miraba sin poder moverse de allí.

I. Ya se acerca navidad

Aquella respuesta que le habían dado no le había gustado en lo absoluto, en primer lugar, porque no le parecía la manera correcta de hablar de ninguna persona y en segundo lugar porque, por lo que había notado, simplemente eran dichos de dichos de los demás. Al parecer nadie es había tomado el trabajo de hablar con aquella chica o chico para poder entender que era lo que le sucedía. Le parecía extraño, el pueblo le había parecido sumamente unido como para que eso sucediera.

Se despidió de los demás cuando recordó que debía pasar por el almacén para comprar unas sopas para su madre, teniendo la mala suerte de chocarse con alguien y, al caer, mirando a esa persona con el ceño fruncido por unos segundos por el golpe, pero luego, ampliando la sonrisa y con gesto amable al ver de quien se trataba. – Hola de nuevo ¿Te encuentras bien? – Pregunto porque, seguramente tanto como ella, aquel muchacho se había dado un buen golpe con la caída.

Los demás podían decir lo que quisieran, Destiny gustaba de sacar sus propias conclusiones, aun mas cuando a simple vista creía que los demás estaban equivocados.

I. Ya se acerca navidad

Odiaba retrasar la vuelta a casa, no sabía porque los lugareños paseaban en la noche como si fuera el día pero seguramente se debiera a que muy pronto sería Navidad y todo era motivo para celebrar que eran una comunidad muy unida.

Claro. Hasta que alguien no pensaba como ellos. Le habían hecho creer que era un monstruo y convertido en uno. No tenía simpatía por ningún ser más que su perro Max.

Y esa caída si que había dolido. Tenía el rostro lleno de lodo de y su cuerpo había caído contra la chica que le había detenido antes y está le preguntaba si estaba bien. Jazz ladeó el rostro mirando esos mechones de cabello rosa, extrañado por esa muchacha y luego frunció el ceño, se puso nuevamente la capa para salir de allí antes de que se dieran cuenta quién era.

- Hey tu, vuelve a tu cueva.. - atrapado, necesitaba salir de allí antes de que lo atrapasen de veras.

I. Ya se acerca navidad

Definitivamente aquel chico no conocía ningún tipo de educación o simplemente le caía mal, pero no entendía porqué. Podía ver a simple vista que el resto de los lugareños no le tenían mucha estima, pero ella no tenía nada que ver con todos ellos y por eso mismo no entendía cual era realmente el problema en toda aquella situación.

Se levanto cuando él lo hizo también, pero su gesto se endureció ligeramente cuando él parecía querer irse y alguien le grito que vuelva a su cueva. – ¡Hey, esa no es manera de hablarle a nadie! – Respondió Destiny un poco enojada por la forma que le habían hablado, ante todo se consideraba una persona educada y le gustaba que los demás también lo fueran. – Solo me choco, no estaba haciendo nada malo. – Respondió antes que el otro siguiera hablando.

Giro su rostro al chico que la había chocado, suavizando su propio gesto un poco. – Yo me ocupo de ellos, espero que no te hayas hecho daño en la caída. – Le hizo un gesto para que se fuera, al fin y al cabo, dudaba que los demás hicieran algo más si ella había dicho que no lo había hecho apropósito.

I. Ya se acerca navidad

Eso no podía estarle pasando, Jazz miró a la chica y luego a su costal y lo levantó para ponerlo sobre su espalda antes de que los pueblerinos comenzaran a acercarse, no sabía como le haría para escapar pero debía hacerlo. Abrió grandes los ojos al ver que ella le defendía de como le estaban gritando y sintió un golpe en su nuca al recibir un carozo de una manzana. Ya debía irse, y ella se lo aseguraba quedándose a defenderlo. No sabía que era eso, pero su instinto de supervivencia lo hizo caminar hacia la ladera y comenzar a correr como pudo hacia la montaña, sentía su pierna resentida por el golpe pero tenía todo lo necesario en el costal para atenderse.

Jazz llegó casi sin aire y abrió la puerta de la cabaña, dejándose caer sobre la alfombra marrón que tenía allí, su enseñanza de ese día era que no debía salir en vísperas de Navidad, y la segunda, que no todos eran unos malnacidos, como esa chica, aunque solo le quedara hacerse como todos ellos, era nueva, ya se convertiría en una más. Se frotó la nuca, allí donde le habían golpeado y decidió que esa Navidad, sería de todo menos feliz en el pueblo. Se los debía.

I. Ya se acerca navidad

Se sorprendió y abrió la boca cuando vio una manzana ir hacía él con una puntería excelente, porque le había dado en la nuca y luego de eso el chico simplemente se había ido corriendo. No tenía al pueblo de esa manera, le habían parecido buenos y cordiales, pero al parecer simplemente era porque ella encajaba con ellos. Eso le dejo un sabor amargo en la boca, negando simplemente frunció el ceño, levanto la manzana y camino hacía el jovencito que la había tirado, dándosela con gesto duro. – Eso no se hace. – Fue lo único que pudo decir, estaba tan frustrada por la situación que fue lo único que le había salido.

Llegar a su casa luego de comprar la sopa para su madre había sido fácil, la había puesto a hacer y luego se acerco a donde estaba su tía. Se habían mudado con ella y agradecía que estuviera ayudándola, especialmente porque sabía que a su tía también aquello le hacía bien luego del fallecimiento de su esposo. – Tía…¿Quien es Jasmine la loca? O bueno, Jasmine, paso algo recién que me dejo inquieta. – Le dijo sinceramente, con el ceño fruncido por no entender la situación. Ella vivía hacía años allí, debía seguramente conocer la historia pero definitivamente tenía que hacer algo para cambiar aquello.

I. Ya se acerca navidad

Ya podría pensar en su venganza de Navidad luego de comer y darse un baño caliente por lo que Jazz se puso a cocinar, siempre administraba lo que se llevaba para no tener que volver al pueblo en mucho tiempo, pero en ese momento, no quería volver, iba a ocuparse de cazar y ya no tendría que regresar, aun le dolía el cuerpo y la cabeza, se acostó luego del baño sintiendo que era todo lo que necesitaba.

En el pueblo se había quedado una sensación fea luego del incidente con "la loca" pero los mismos pueblerinos no tardaron en volver a cantar los típicos villancicos y volver a las casas para prender el fuego. Dentro de una de ellas una señora hervía una gran olla de sopa mientras su sobrina le preguntaba sobre el mito viviente de lo que había pasado por esa chica. - Es una atrocidad querida, no debes acercarse, desde los 12 años comenzó a vestirse de niño, a decir que lo era y a llorar cuando no le creían o se burlaban de ella, es triste y anormal.. - ella se llevó una mano al corazón, como si le estuviera por dar algo de solo pensarlo, negó y siguió cocinando, cantando lentamente mientras recordaba cuando cuidaba de esa niñita hasta que se le había ido de las manos con sus ideas extrañas.

I. Ya se acerca navidad

Se sentó para escuchar lo que su tía le decía con atención, porque realmente le interesaba la historia de alguien que realmente parecía estar totalmente perjudicada por lo que hacía la gente del pueblo. Se sorprendió, pero intento no hacer ningún gesto, no conocía aquel lado de su tía y le había sorprendido, pero suponía que era simplemente lo que pensaban los demás y por eso mismo rechazaban a aquel chico o chica, lo que fuese. – Pero… ¿Lo juzgaron en vez de ayudarlo? Quizás solo necesitaba un poco de ayuda. – Como ella con su madre, todos necesitaban ayuda en algún momento de su vida.

Luego de lo sucedido en el pueblo, considerando que los había dejado mal con la nueva jovencita, especialmente quien le había tirado la manzana, no dudaron en juntarse varios chicos e ir hacía la cabaña donde vivía Jazz. Llevando consigo algunos huevos y tomates. Cuando estuvieron allí, comenzaron a tirarlos a las ventanas, sabían que no saldrían, pero tenían que tener cuidado con aquel perro loco que ella tenía. – ¡No vuelvas por el pueblo, fenómeno! – Le gritaban mientras atacaban su casa. Siempre que iba tenían problemas, no sabían porque no se largaba de allí de una vez.

I. Ya se acerca navidad

Debía haberse marchado hacía mucho tiempo ya. Pero como lo haría siendo un niño asustado, en ese pueblo nadie le daría dinero ni haría sus propios documentos para salir de allí. Solo tenía esa pequeña cabaña que había quedado de sus padres y su querido perro guardián. Pero cada día que pasaban esas cosas y lo insultaban su corazón parecía moldearse más, una coraza enorme incapaz de sentir nada por nadie, solo rencor y deseos de venganza.

Los ruidos lo alertaron y descubrió que estaban tirando cosas a sus ventanas de madera, estás estaban reparadas mil veces pero ese era el único cristal que tenía sano. Jazz gruñó al ver a los muchachos agredir su hogar, poniéndose la capucha, no le temían, porque aún no había mostrado su peor parte, pero sus manos se agitaban lanzando chispas.

El cristal por fin se rompió y los chicos comenzaron a correr ladera abajo, al pueblo.

I. Ya se acerca navidad

Los gritos victoriosos de los chicos cuando lograron romper aquel vidrio se escucharon por toda la montaña, por fin habían podido violar el domicilio ajeno ya que luego de tanto sabían que estaba preparado para ese tipo de eventos. No les interesaba para nada que una enferma como ella estuviera en su pueblo, especialmente arruinando y creando malos conceptos de ellos con los nuevos miembros que pudiera haber en su comunidad. – Ultima advertencia, mantente lejos de nuestro pueblo. – Le grito Charles, que era quien le había dado el golpe con la manzana y el que manejaba todo aquello.

Destiny luego de darle de comer a su madre miraba por la ventana de su habitación hacía la zona de las montañas pensativa, no entendía porque la gente del pueblo podía ser así con alguien más. Debía cambiar eso, la navidad era tiempo de unión y de reconciliación, era el momento perfecto para que todos volvieran a ser unidos y felices. Era su misión allí.

II. Tiempo de paz

No podía creer lo que habían hecho esos chicos. Jazz tenía los brazos llenos de astillas y la mirada azul enrojecida de enojo y tristeza. Tardó un buen tiempo en quitarse los vidrios y vendarse, pero eso iba a impedirle arreglar la ventana para esa noche.

Max se acercó a él, acurrucandose en el como si supiera que necesitaba entrar en calor.

- Ellos van a lamentarlo Max, ya verás.. - le dijo demasiado cansado de todo ello. Jazz se estremeció en la cama, abrazando a su mascota. Nunca había querido hacer daño, pero en ese momento toda su mente se resentía a dejar las cosas como estaban. Una vez que se recuperara.

Al despertar a la mañana siguiente se había sentido aún peor, había vuelto a nevar y la cabaña a llenarse de nieve. Jazz sentía el cuerpo caliente y afiebrado, aún así necesitaba quitar la nieve de la puerta si no quería ser enterrado vivo allí. Salió como pudo y comenzó a quitar la nieve con una pala, no supo cuánto tiempo aguantó hasta caer exhausto sobre la nieve, demasiado enfermo.

II. Tiempo de paz

La noche se le había hecho larga porque no podía dejar de pensar en lo que había pasado el día anterior. Dest se consideraba una buena persona, no le gustaba ese tipo de cosas y se sentía incomoda con la situación. Jamás había escuchado a su tía hablar así de alguien por lo que también le causaba un poco de curiosidad el saber porque todos habían llegado a esa situación. Entendía que no fuera algo muy visto en un pueblo como aquel, pero ella en su antigua ciudad si lo había visto y entendía que era cuestión de simple y mero entendimiento.

Tardo un poco en decidirse, pero luego de tomar algunos panfletos más que tendrían que repartir aquel día y se fue hacía la montaña. Tenía un poco de miedo de perderse, no iba a negarlo, pero también sabía que no había una sola persona en el pueblo que pudiera ofrecerse a acompañarla, todos creían estupideces de ese muchacho que simplemente ella no entendía.

Al llegar se quedó mirándola primero desde lejos y luego poco a poco se acercó, frunciendo el ceño al ver a algo tirado en el piso y, al notar que era una persona, corriendo hacía él. – ¡Hey! ¿Estas bien? – Le pregunto moviéndolo ligeramente, frunciendo el ceño mientras intentaba moverlo de manera en que se despertara.

II. Tiempo de paz

Max había comenzado a ladrar con fuerza, intentando pedir ayuda, lamiendo el rostro de su amo sin éxito de despertarlo por lo que se había acurrucado con él para darle calor. Cuando alguien se acercó gruñó enseñando los dientes pero al percibir el olor de ella movió la cola, ladrandole solo para alertar que necesitaban ayuda.

Jazz había pasado mucho tiempo tendido sobre la nieve que sus brazos la habían teñido de rojo. Alguien lo removió y el gimió adolorido.

- Vete.. vete.. - murmuró al abrir los ojos. Nadie en el pueblo haría aquello de ayudarlo, mucho menos luego de romper sus ventanas. Los ojos claros del castaño la observaban mientras respiraba con lentitud, quizás se estaba muriendo y no era una muchacha del pueblo sino un ángel de esos de navidad que le gustaban cuando era pequeño.

II. Tiempo de paz

No podía creer al limite que llegaba el odio de la gente del pueblo a un simple muchacho, al alzar la vista y ver las condiciones de su hogar se dio cuenta de que no era todo meras palabras como parecía ser allí. Había creído que simplemente no lo querían allí, pero parecía que querían echarlo a la fuerza de su hogar. – No me iré dejándote morir aquí. – Dejo en claro, porque ella jamás haría eso, no era como los demás.

Acarició el pelaje de Max y luego volvió a él, pensando en como llevarlo. – Vas a tener que ayudarme un poco a entrar porque sino vamos a morirnos de frio ambos aquí. – Dijo sinceramente, agachándose para intentar levantarlo y cayendo de rodillas en el primer intento. – Eres flaco pero pesas. – Murmuro por lo bajo, intentando concentrarse en poder levantarse con él alzándolo de costado como podía. – Vamos, tienes que ayudarme por lo menos un poco.

II. Tiempo de paz

Jazz tenía la mirada nublada por sentirse tan mal y a medida que su acompañante le hablaba sentía que tenía los oídos taponeados.

Debía poder decirle a su cuerpo que colaborara para poder entrar a la casa, como le decía la mujer, se tomó de su cuello, jadeando de dolor mientras caminaba despacio hacia adentro hasta poder tumbarse en la pequeña cama que tenía. Todo allí era reducido, todo estaba en el mismo espacio, mesa, cama, una cocina pequeña y una pequeña salita llena de chatarra.

- Ya está bien.. - susurró sintiendo nuevamente las lamidas de su perro guardian.

Jazz seguía con la mirada los movimientos de la chica por su cabaña, nunca nadie había entrado allí y eso era tan extraño como imposible. Seguro estaba soñando.

- Hay.. medicamentos en ese.. saco.. - murmuró, los necesitaba para poder respirar mejor, Jazz alargó la mano, y Max ladro trayendo el saco con su boca, acercándolo a la chica.

II. Tiempo de paz

Una vez que estuvo dentro con él, lo recostó y se puso a buscar un trapo mojado para ponerle en la frente ya que solo con ayudarlo a ingresar se había dado cuenta que estaba volando de fiebre. – Eres un perro muy listo. – Le dijo a Max, acariciando su hocico con una sonrisa cuando le llevo el saco. – Bien, medicamentos y un paño frio. Hay que arreglar esa ventana también porque sino por más que hagamos todo seguirá entrando frio y no podrás recuperarte. – Comentó aunque más para si misma, poniéndole un paño frio cuando logro dar con uno en la frente, aunque fuera irónico con el frio que hacia desde ya en la habitación y luego acercándose con el medicamento. – Tienes que tomar esto. – Le dijo, ayudándolo a levantarse un poco para poder dárselo en la boca.

Lo arropo bien por más que pudiera llegar a tener calor por la misma fiebre, no quería que siguiera empeorando mientras veía conque podía arreglar la ventana. – Hay que darle un poco de vida a esta casa pero eso lo haremos luego. – le charlo, como si no estuviera allí invadiendo su hogar. Busco una madera y la puso contra la ventana, moviendo con algo de dificultad un mueble para poder trabarla y que no siguiera entrando el frio de momento.

II. Tiempo de paz

Jazz miraba a la chica moverse en su cabaña como si fuera de ella y aquello no podía significar nada bueno, seguramente la habían mandado esos chicos del pueblo para envenenarlo o algo por el estilo, podía imaginarlos ya, buscando la chica más bonita para hacerlo. Frunció el ceño pero se sentia demasiado mal como para pelear y le seguiría el juego si era así. Tenía a Max y eso era toda la seguridad.

El muchacho toció y se acomodó en la cama, acurrucandose y escuchando que iba a acomodar su casa. ¿Porqué quería hacer aquello? Cerró los ojos, sintiendo demasiado sueño para seguir despierto y alerta a lo que hacia, podían hacer lo que fuera con él en ese estado que no iba a defenderse. Ya no tenía muchas ganas tampoco de defenderse o intentar vivir de esa manera allí.

Max seguía a todos lados a la chica por la pequeña casa. Había recibido cariño y era todo para dar su amistad.

II. Tiempo de paz

Una vez que puso bien en la ventana aquella madera se quedo conforme, si bien entraba un poco de frio aún no se parecía en nada a lo que ingresaba en un primer momento y eso era más que positivo. – Creo que podremos ordenar un poco amigo mientras cocinamos algo para tu dueño ¿No? – Le hablo al perro con una sonrisa, acariciando su pelaje y luego poniéndose manos a la obra, lavándose las manos antes.

Se puso a hacer la sopa que le hacía a su madre cuando se encontraba mal, aprovechando los pocos ingredientes que había en aquella bolsa donde también se habían encontrado los medicamentos. Reconocía esa bolsa de cuando había estado en el pueblo, por lo menos había podido comprar todo eso y lo estaba salvando. Una vez que puso a hacer la sopa a fuego lento, se dedico a ordenar un poco el lugar, riéndose cuando Max parecía estar jugando con ella ante cada uno de sus movimientos.

II. Tiempo de paz

Mientras dormía Jazz estaba en paz, el medicamento hacia bien a su terrible gripe y las cobijas lo abrigaban más de la cuenta, nadie lo había cuidado de esa manera, y si hubiera quedado fuera no podría haber aguantado mucho tiempo más.

Tardó varias horas en despertar, tenía el rostro pálido pero comenzaba a tener algo de color en los labios y la punta de su nariz roja.

El se sentó en la cama con cuidado y se fregó los ojos. - Que haces? - murmuró, al ver a la mujer de espaldas en su cocina. El moreno rebuscó su capa y se la colocó sobre la cabeza, no le gustaba mostrarse, era lo que habían creado de él, un monstruo. Había un delicioso olor a sopa caliente que hacía agua la boca, pero no iba a beber nada que ella le diera, por más rostro de angel que tuviera aquella.