Si bien ya de por sí era complicado vivir en una época donde las familias teñían un gran poder sobre sus hijos, utilizándolos como marionetas a su antojo para así tener beneficios de otras familias poderosas. Era aún más complicado cuando resultas ser una bruja dentro de una familia de aristócratas ingleses era aún peor. Ese era el caso de Sophie Marshall, una joven que, a pesar de ser una buena chica, a pesar de siempre hacer todo de manera correcta y aparentar ser feliz, tenía que lidiar con la doble cara de su familia. Para la sociedad era una señorita de sociedad perfecta para un compromiso con algún conde de buena familia. Pero dentro de su familia, quienes ocultaban su realidad mágica, la trataban como si fuera algo extraño, fuera de lo normal, un fenómeno. La única razón por la que la pintan como una chica perfecta, aun cuando piensan que no lo es, se debe a que no quieren perder la oportunidad de sacar algún beneficio de un compromiso con ella. Pues si se riega la verdad antes de su casamiento, todo se puede ir por la borda.

Por otro lado, estaba Kyle Zabini, un joven sangre pura criado para creer que los puros son la más alta estirpe del mundo mágico. Decidido y seguro de sí mismo. De los que ven por encima de los hombros, a los que son hijos de muggles. Unos sangres sucias que solo manchan la reputación de las grandes familias mágicas. Sin embargo, al estar tan ensimismado en su círculo, no ha tenido la oportunidad de en realidad conocer algún hijo de muggle como para sacar conclusiones por su propia cuenta. Todo lo que tiene en su mente es producto de los prejuicios que le inculcaron. Al igual que las familias aristócratas, en el mundo mágico las familias de sangre pura suelen hacer el mismo tipo de acuerdos matrimoniales, usando a sus hijos como moneda de cambio, todo con tal de mantener la pureza de la sangre y por supuesto adquirir más prestigio y poder.

A pesar de las negativas, Sophie logro estudiar en el colegio de Hogwarts, siendo sorteada en la casa de Hufflepuff. Aunque, a decir verdad, si la casaban con un muggle esa iba a ser la única experiencia que tuviera como bruja, a menos que su marido resultara ser más abierto de mente que sus padres. Cosa que era casi como un sueño. Por otro lado, Kyle fue a parar en Slytherin como muchos habían imaginado por su forma de ser purista. En todos los años que estuvieron en el colegio ambos se encontraban sumidos en su propio mundo sin prestar atención al otro. Pero todo cambio llegando el último semestre del séptimo curso. Fue ahí donde todo se complicó, pues, aunque la conexión fue instantánea, sus realidades eran opuestas. Ninguna familia aceptaría al otro, Kyle era muy purista su y sentía que debía lealtad a su familia. Por otro lado, la familia de Sophie no le interesaba que ella fuera feliz, más bien que no arruinara sus planes, poniéndola también en una encrucijada.

¿Sería posible dejar las diferencias a un lado, seguir solo su corazón y sentimientos, olvidándose de sus deberes como hijos y los prejuicios? ¿O ganaría el orgullo y la banalidad?

Sophie entendía y empatizaba totalmente con la conversación que tenían respecto a sus familias. Si que no habían muchas diferencias con la excepción de la magia. En casa uno tenía que seguir reglas, ordenes. La mujer necesitaba comprometerse, ojala que con un hombre de bien y titulo para luego tener hijos que seguirían ese circulo. La verdad ella viviendo con el aprendizaje de la magia si quería ser totalmente independiente y ya con solo ser hija de muggles se aseguraba de esa libertad porque no venía de una familia de sangre pura que tenía que aceptar lo que querían para su vida. Ella lo miró sorprendida justamente porque el chico no parecía demasiado conforme y estaba totalmente de acuerdo con esas reglas, y se daba esas libertades cuando podía hacerlo.

Es lo que nos toca vivir. Así es la sociedad no se puede hacer mucho pero hay momentos que hay más libertad.

Le gusto que fuera en parte rebelde y que se fuera en contra en ocasiones contra a esos ideales. De todos modos, era un camino peligroso aunque ella estaba conforme y asumida que serían solo momentos y lo que más podía pedir de Kyle Zabini era una amistad, nada más. Una amistad secreta apenas se enterara que era hija de muggles. ¿Lo supondría? Esa era su duda. Y la verdad es que le daba miedo en lo que diría después.

Solo que lo veía tan dispuesto a quedarse con ella y la verdad es que si le placía porque conversar con él era un verdadero encanto se limitó a decir que si era afortunada de quedarse ahí con él para pasar la velada que era muy linda.

Concuerdo mucho con usted, mi lord. Uno siempre está preocupado de sus amigos pero son ellos mismos quienes toman sus decisiones, la idea si es que no nos involucren. Por mi parte, dudo que mis amigas se metan en problemas y bueno... para que negarlo, es grato tener su compañía. Siento que a pesar de conocernos poco, congeniamos mucho y tenemos ese gusto hacia los animales, el arte y la pintura.

Sophie quedó maravillada de los obsequios que le hacía Kyle a Saturno. Que se lo imaginaba todo gordito y luciendo orgulloso su nuevo collar cada año. Quería verlo con el collar de cascabel y como lo hacía sonar. Le había caído muy en gracia porque sabía que los kneazles podían ser severos pero con ella, Saturno se había mostrado muy amable y tal como decía Zabini, le había hecho caso con rapidez.

Oh, es que en realidad Saturno es un kneazle maravilloso y muy juguetón. Me alegra mucho que sea de su agrado, creo que los kneazles notan rápidamente las malas intenciones y eso mismo me hace pensar que no soy una mala persona. Muy bien que haga ejercicio, es que se va a dar cuenta solo después que no podrá correr ni jugar bien si está obeso.

Decía la chica con una sonrisa y sin importarle que hablaran de Saturno, la realidad es que era un gran tema de conversación y por eso le pidió que si algún día podía dibujarlo por mucho que fuera un atrevimiento. Kyle terminó por aceptar.

Sinceramente dudo que se ponga de mal humor, pero si siento que podría estar algo inquieto por lo que su presencia ayudaría mucho para que se mantuviera tranquilo. No me importa que este usted, mi lord. Si es lo que le acomoda.


Señaló toda amable porque también entendía esa clase de protección ella tampoco habría dejado sola a su mascota (que no tenía porque no podía llevarla a casa) con alguien apenas conoces. Ingenua ni pensó en que era también para estar con ella. Fueron hasta la mesa de bebidas y los elfos estaban sirviendo canapés a todos de diversos sabores y diseños que se veían muy bonitos y elegantes.  Terminó por disculparse por empezar a comer porque la realidad se moría de hambre.

Si, es que tuve que arreglarme. Debía lucir presentable para el evento y ni importaba si no tenía pareja en realidad, simplemente es algo de las mujeres supongo... que en un evento así tienes que venir bonita, y si que me llevo bastante tiempo peinar mi cabello.


Dijo en una pequeña risa dando a entender porque se había saltado el almuerzo. La belleza en la mujer era algo duro y ella si que había educada con esos términos, que aceptaba y lo consideraba como una normalidad. Al escuchar a Kyle siguió comiendo con lentitud, porque así se ingería mejor y también porque era demasiado elegante para demostrar que comía rápido, y bebió del ponche que le había ofrecido Kyle. No era con alcohol por lo que su sabor estaba exquisito.

Lo malo  fue precisamente que comenzaron los murmullos y los susurros que iban directamente hacia a ellos, haciéndola sentir cohibida y dejando el canapé a medio comer.

Creo que somos la novedad y porque no imaginaban que estaríamos juntos en en el baile. Es de muy mala educación, pero es inevitable supongo...

Expresó su opinión mientras que sentía que sus mejillas ardían de la vergüenza, no le gustaba sentirse expuesta.  Más se sentía con pocas ilusiones que algún día llegaran a ser algo, pero tal como pensaba ojala que al menos en el resto del año que quedaba pudieran ser amigos porque por sus vidas tan distintas no creía que se cruzarán cuando salieran del colegio.

¿Realmente quiere bailar? Pues yo no estoy muy segura... quizás cuando empiecen a agruparse, un baile conjunto. ¿Esta de acuerdo?

Cuestionó y volvió a tomar un poco de ponche. Las miradas seguían y tristemente hasta parecía más de algunas mujeres. Está bien, ahora entendía más la popularidad del Zabini y algo le decía que deseaba provocarlas por su mala educación, ella no tenía muchas ganas de entrar en ese juego. No era de ese estilo.

Ciertamente, Zabini conocía de sus deberes, lo que sus padres esperaban de él. Lo comprendía muy bien y esperaba poder cumplirlo. Pues tal como Sophie decía, era lo que les había tocado vivir. Sin embargo, le gustaba él, al menos tener cierto control de su vida. Se creía completamente capaz de tomar decisiones por su cuenta y no tener que depender de sus padres para ello. Además, había esos momentos en la vida que simplemente se podía relajar y dejar a un lado las presiones sociales. Ser rebelde, aunque eso no le quitaba su esencia de caballero.

— Exacto, por eso hay que no desperdiciar esos momentos. —

La joven parecía ser todo lo que buscaba. No solo por su apariencia, pues la encontraba muy horrible, sin necesidad de ser exagerada como muchas. Elegante, tenía interés en común con él, denotaba ser una chica agradable y dulce. ¿Qué podía salir mal?

— Me gustaría decir que podría asegurar que los míos no se meterán en líos, pero bueno es correcto eso. Si se meten en problemas iguales deben tener la madurez para salir de ellos, nosotros por nuestra parte estaremos bien. Me alegra saber que también le es agradable la compañía. Es que es cierto, aunque no ha sido tanto tiempo, tenemos interese en común y es evidente que tenemos una buena… como decirle… una buena energía cuando compartimos, agradable, grata. —

Era cierto que las apariencias engañan, pero también es cierto que cuando te detienes por un momento y prestas atención a la otra persona puedes notar cuando hay buena química, compatibilidad. Eso precisamente le pasaba con Sophie, por lo que le apetecía seguir conociendo más sobre la encantadora joven.

— Así es, Saturno es especial. No es una mascota cualquiera. Un día con calma le cuento como fue que llegó a mí, no fue que lo compre.  Y sí, los kneazles suelen pueden tener buen instinto con las personas, a veces fallan en juzgar a otros, pero es muy común. —

Los animales solían ser más sensibles a las emociones, por eso suponía que los ayudaba a reconocer alguien que desbordaba maldad y alguien quien, por el contrario, desbordaba bondad. Por supuesto, siempre que siempre había que juzgar por uno mismo, pues las personas eran los seres más complejos que caminaban sobre la Tierra.

— Al menos el que se mueva para hacer sonar su cascabel funciona como algo de ejercicio. Poco a poco irá dejando la holgazanería. —

Comento dejando escapar una risa de solo recordar lo feliz y al mismo tiempo gracioso que se veía Saturno haciendo uso de su regalo. Una imagen que de seguro la Hufflepuff podría recrear muy bien, pues había recordado los dibujos que le había mostrado. Moría de curiosidad por ver como se vería su kneazle como protagonista del dibujo de Sophie. Asintió al escuchar que no le molestaría que estuviera presente. Siempre lo dejaba más tranquilo el estar presente donde estuviera Saturno.

— Pues lamento que no tuviera tiempo de comer, pero si debo manifestarle que el tiempo que invirtió valió toda la pena, pues se ve espléndida. —

Kyle veía con buenos ojos que fuera así. Le gustaba cuando tenían valor propio y no que buscarán insistente su aprobación. No era por decirlo, simplemente le nacía de verdad porque era lo que pensaba. Y sin duda la Hufflepuff había deslumbrado esta noche. Cuando comenzaron los murmullos no pudo evitar su comentario. Estaban siendo mal educados, era de mal gusto.

— Tal vez sea inevitable. Pero es de muy mal gusto que murmuren. Están siendo chismosos, eso es de cobardes y una total falta de respeto. —

No era del típico que buscaba pelear, pero tampoco se quedaba callado. Y estaba muy seguro de que eso mismo que murmuraban a lo lejos no se atreverían a decirlo de frente. No dejaba de ser de una familia de prestigio, por tanto, no les convenía caer en la lista negra del Zabini.

— Por mí no hay problema que sea más luego. Porque de verdad me apetece tener la oportunidad de bailar con usted, mi Lady. Con una me conformo. —

No le importaba esperar a que hubiera más en la pista, siempre podía parecer algo intimidante el ser los primeros en entrar en escena. Además de que él ni siquiera había llegado pensando en bailar, solo que al ver a Sophie cambio de opinión.

— ¿Ya vio las figuras de hielo o el laberinto que también hicieron con hielo? Dicen que al final del laberinto hay un árbol de navidad sorpresa. —

La rubia escuchaba con calma al chico y no le parecía raro que sus amigos fueran algo más problemáticos porque los slytherin solían ser de esa manera todo el tiempo, como que no eran muy apegados a las normas, así que comprendía que estuviera preocupado. Más se enfocó en cuanto que opinará al igual que ella en los gustos e intereses en común; el arte era maravilloso y se podían tener muchos temas de conversación solo por un interés similar y genuino.

Opino igual que usted, mi lord. Me siento muy bien en su compañía. Todo es más tranquilo aunque debo reconocer que pensé que usted sería diferente, ya sabe... por su apellido.

Lo miró. La realidad es que no quería ofenderlo pero tenía que recalcarlo porque si los sangre pura se mostraban más creídos, con ese aire de superioridad y se sentían mucho mejores que un mestizo o un hijo de muggles, lo cual era triste porque si estaban ahí era porque todos sabían hacer magia, e incluso algunos alumnos eran superiores haciéndola y eso los llenaba de celos.


Disculpe mi descortesía pero me imagino que sabe a lo que me refiero. Además que es poco común que un Slytherin y una Hufflepuff tengan en gusto en común. Somos la excepción a la regla y es agradable.

Los ojitos color miel de Sophie nuevamente se iluminaron  porque con sinceridad se moría de curiosidad de saber como había llegado a él. Eso significaba que no era comprado como en un principio pensó y eso hizo que encontrará mucho más encantador a Kyle. A la vez, esto ya quería decir que se volverían a ver de nuevo y tal como ella quería, serían amigos.

Ya quiero escuchar aquella historia y créame que sí, se dará cuenta solito que con mucho peso estará limitado hacer muchas cosas. Solo hay que dejárselo ver.

Dijo toda fascinada por el tema de conversación porque sentía que Saturno realmente lo valía y de verdad quería dibujarlo. Quizás hasta pintarlo si conseguía los materiales necesarios.

Nuevamente se puso roja por su elogio. Sabía como hacerlos en el momento exacto y le regaló una dulce sonrisa. Realmente era muy caballero y entendía mucho más porque era tan popular entre las chicas.

Gracias, muy agradecida por su elogio, mi lord.

Señaló con elegancia y dulzura porque la realidad es que tenía todo el porte de un conde o un duque y con magia. ¿Qué mejor? Solo que esperaba no ilusionarse porque venían de mundos totalmente distinto, trataba de mantener ese pensamiento firme pues no quería ilusionarse y que luego todo fuera un sueño donde tendría que despertar de golpe por la realidad.

Con mucha tristeza cuando dejo de comer dado que igual había quedado algo llena rechazó la oferta de ir a bailar porque se sintió muy observada y no tan de buena manera. Prefería hacerlo cuando comenzarán a bailar en grupo porque todos lo hacían y nadie tendría derecho de dar su opinión cerca de ella, es que ese era el problema: siempre sería menos que él. Notó que Kyle pareció entenderlo y se sintió más aliviada. Soltó un suspiro.

Es una promesa, bailare con usted. Ahora mismo me siento muy observada pero sé que habrá un momento que no será así,  por lo que será esa la oportunidad.

Se lo prometió porque notaba que realmente estaba interesado y tampoco quería rechazarlo del todo por lo que dirían,  ella si gustaba mucho de bailar y sabía hacerlo tanto los mágicos como muggles.

No. No he visto. Me gustaría ir a ver ese árbol de navidad y recorrer el laberinto...

Se atrevió a sacar una pequeña empanada dulce y fue con este pequeño cóctel que ya se sintió muy satisfecha. Esperaba ir con él a observar el árbol por el laberinto de hielo. Aquí era libre de hacerlo, claro que en su mundo sería todo un escandalo si se escapaban juntos.

— Despreocúpese. Sé que muchos por el apellido nos ven… ¿Orgulloso? ¿Distantes? Todo solo por la reputación. Y no está muy lejos porque muchos de los miembros de la familia suelen calcar las actitudes entre ellos. Pero a mí me gusta tener mi propia forma de ser. No digo que no siga consejos, que no siga normas. Sin embargo, yo soy yo, así que actuaré de la forma más correcta que me parezca. —

El moreno sabía que tenía una reputación su familia y con el hecho de también ser de la casa de las serpientes, eso ayudaba a que pensaran que se trataba de alguien que no solía mezclarse con cualquiera. Para Kyle no era tan así, tenía sus pensamientos puristas, era cierto, pero no era de los que le huyera a compartir con los demás, como si el no ser de los suyos fuera alguna clase de enfermedad contagiosa que se pegaba si era amigo o al menos amable con algún hijo de muggles.

— Supongo que sí, posiblemente somos la excepción a la regla. Muchos de mis amigos de igual forma no comprenden el valor que tiene para mí el arte. A diferencia suya que no solo lo comprendió, sino que se interesó. Por eso creo que quizás no fue casualidad que nos encontráramos. —

El chico respondió encogiéndose de hombros. Las cosas solían pasar por alguna razón, aunque aún no estaba seguro de cuál sería. Pero sí notaba que había atracción hacia la chica, incluso admiración por su pación al arte tal como la que él tenía. Le parecía una chica que pudiera valer la pena para él.

— Claro que sí, en algún momento con calma le contaré. Puede ser incluso cuando lo vaya a dibujar. Así de paso mientras lo hace puede conocer un poco de la historia de Saturno. —

El chico sugirió, así podrían pasar un momento de calidad con el felino. Sabía que al kneazle le encantaría ser el centro de atención. No le cabía la menor de las dudas.

Kyle detestaba a los que les gustaba andar hablando a espaldas de otros. Se creían mucho, pero al mismo tiempo no tenían las agallas de venir y hacer los comentarios de frente. Eso incluía también algunas de las chicas que veían con desdén a la rubia. El moreno negó, no merecían de su atención. Era mejor hacer como si no existieran. Por lo que asintió ante las palabras de Sophie. Bailarían sí, pero mejor que fuera en un lugar más privado. Después de todo lo más que le interesaba era pasar un momento grato y al parecer hacerlo en la pista de baile con todos, observándolos haría del momento uno más que grato, incómodo.

— Pues venga conmigo entonces. Vamos a ver ese árbol. Además de que ahí nos libraremos de esas miradas incómodas. —

El joven le ofreció el brazo a la chica y se encaminó a la entrada del laberinto. En las frías paredes se podían ver como bonitas luces prendían y apagaban como si estuvieran congeladas dentro del hielo macizo y aun así funcionaran. Había un rastro verde, otro amarillo, uno rojo y otro azul, los colores de las casas. Pero todos llegaban al mismo lugar. Al fondo un enorme y hermoso árbol de navidad. Mientras se podía ver como caía una suave nieve que desaparecía al caer al suelo.

— ¿Le gusta? Esta perfecto para una fotografía.  —