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Siempre fuiste tu
Original · Épocas Pasadas · OneXOne
El destino tiene misterios inexplicables. Hace que encuentres el verdadero amor después de tantos años, teniéndolo frente a tus propias narices. Como si algo hubiera estado obstruyendo la vista para que dieras miles de tropezones antes de llegar a la persona correcta que terminaba siendo ese amigo, el alma gemela que siempre esperaste y siempre estuvo a tu lado.
Todo comienza en el Londres Victoriano. Dos jóvenes que habían sido desde muy pequeños amigos. Sin embargo, el ser algo más nunca había cruzado por sus mentes, es más, parecía que era algo hasta imposible. No eran para nada iguales, se trataban de polos opuestos. Amber era una chica rebelde que no le gustaba dictarse por los estándares de la sociedad, todo lo cuestionaba, nunca se quedaba callada. Sin embargo, como toda señorita de alta sociedad, tenía que regirse, por lo que su padre dijera, así que, aunque a veces se saliera con la suya, otras veces no corría con la misma suerte. En especial cuando se trataba de asuntos serios.
Por otro lado, tenemos a Philippe, todo un caballero elegante y educado. El sueño de cualquier doncella. Y aunque se le conoció algunos amoríos, el joven siempre fue recto y obediente a lo que su familia esperaba de él. Por lo que pronto buscaban casarlo con una joven de una de las mejores familias de la ciudad. Quien fuera su futura esposa debía de estar a su nivel. Fue por esto mismo que cuando llego la sorpresiva noticia de un compromiso, la chica lo creyó toda una muy mala broma. Como podría ser ella, si su hermana era la que siempre había sido delicada y fina. La que estaba preparada para ser toda una señora. Si se iba a fijar en alguien sería la hermana y no en Amber.
¿Pero cómo llegaron hasta este punto? Es una muy buena pregunta. ¿Lograrán ser felices? Esa también es otra pregunta muy válida.
Todo comienza en el Londres Victoriano. Dos jóvenes que habían sido desde muy pequeños amigos. Sin embargo, el ser algo más nunca había cruzado por sus mentes, es más, parecía que era algo hasta imposible. No eran para nada iguales, se trataban de polos opuestos. Amber era una chica rebelde que no le gustaba dictarse por los estándares de la sociedad, todo lo cuestionaba, nunca se quedaba callada. Sin embargo, como toda señorita de alta sociedad, tenía que regirse, por lo que su padre dijera, así que, aunque a veces se saliera con la suya, otras veces no corría con la misma suerte. En especial cuando se trataba de asuntos serios.
Por otro lado, tenemos a Philippe, todo un caballero elegante y educado. El sueño de cualquier doncella. Y aunque se le conoció algunos amoríos, el joven siempre fue recto y obediente a lo que su familia esperaba de él. Por lo que pronto buscaban casarlo con una joven de una de las mejores familias de la ciudad. Quien fuera su futura esposa debía de estar a su nivel. Fue por esto mismo que cuando llego la sorpresiva noticia de un compromiso, la chica lo creyó toda una muy mala broma. Como podría ser ella, si su hermana era la que siempre había sido delicada y fina. La que estaba preparada para ser toda una señora. Si se iba a fijar en alguien sería la hermana y no en Amber.
¿Pero cómo llegaron hasta este punto? Es una muy buena pregunta. ¿Lograrán ser felices? Esa también es otra pregunta muy válida.
Philippe Cavendish Douglas Booth · 22 años· Shooting Star | Amber Fairchild Anna Popplewell · 19 años · Rising Sun |
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1. Cruzando miradas
Yo no buscaba a nadie y te vi
Sus padres hace tiempo que lo estaban forzando a casarse, con sus 22 años cumplidos hace tan solo un mes consideraban que era el tiempo adecuado. Es que era simple; tenía que estar casado un tiempo para asumir el titulo de duque que le esperaba y para ello, ahí estaba siendo ofrecido vilmente. Philippe obedecería y no se negaría a nada, el problema es que aún consideraba que era demasiado joven y que estaba pasando un buen momento con las féminas que lo pretendían para que toda esa libertad que fuera arrebatada de la noche a la mañana.
Su madre aseguraba que no sería complicado encontrar una buena mujer pero ante todo tenía que ser su decisión, que había sido bien enseñado y que iba a encontrar la correcta, que se dejará llevar por mujeres de familia solo que ante todo hubiera atracción de por medio, que no había nada más bonito que estar casado con amor de por medio, que ella había sido una mujer afortunada al respecto. Su padre por su parte declaraba unas cuantas familias que eran de su interés y Philippe no sorprendió nada que a los Fairchild, que tenían costumbres y modales muy parecidos a los suyos y que ante era conveniente para los negocios. De hecho, encontraba fascinante a Emma que podría ser una excelente esposa, era una chica exquisita y con gustos refinados, hasta que su hermano menor declaró una noche que no se fijará en ella porque era quién la pretendía desde un principio.
La verdad es que ni siquiera pensó en su amiga Amber, en realidad, no quería mezclar la amistad con el amor y claro, que sus recuerdos con ella eran agradables con respecto a los buenos amistosos que vivieron durante su infancia, eso sí, coincidiría siempre que no tenían nada en común. Es que sí, eran el vivo ejemplo que fueron alguna vez amigos y vaya que habían escuchado que la chica se involucraba en constantes problemas y era una clase de dolor de cabeza para la familia. — En una semana van a celebrar el cumpleaños número 15 del pequeño Corey y es un momento perfecto para ir a visitarlos. — Philippe suspiró sin voltearse mirando la chimenea así que luego solo se volteó para decir que no había otra alternativa que hizo que su padre bufara. Por supuesto, también habrían fiestas, se sabía que las dos chicas se habían presentado en sociedad y todavía ninguna estaba comprometida.
El día del cumpleaños de Corey llegó mucho más rápido para poder asimilarlo, por supuesto, comenzaron rumores de inmediato al momento que supieron que Philippe estaba en búsqueda de esposa por los sectores que los Fairchild vivían solo que ya con el hecho de presentarse ahí en el cumpleaños era que la familia Fairchild era la ganadora. Mejor, así no molestarían tanto.
Cuando llegaron, toda la familia menos Amber lo saludaron y estaba a punto de preguntar por ella cuando la chica bajó por las escaleras. El rubio quedó impactado ¿Cómo era que Amber Fairchild había cambiado tanto en tan solo unos años? Debía reconocer que estaba muy bonita y recién pudo reaccionar ante el golpe en su brazo de su hermano. ¿Es qué acaso había sido muy evidente?
Su madre aseguraba que no sería complicado encontrar una buena mujer pero ante todo tenía que ser su decisión, que había sido bien enseñado y que iba a encontrar la correcta, que se dejará llevar por mujeres de familia solo que ante todo hubiera atracción de por medio, que no había nada más bonito que estar casado con amor de por medio, que ella había sido una mujer afortunada al respecto. Su padre por su parte declaraba unas cuantas familias que eran de su interés y Philippe no sorprendió nada que a los Fairchild, que tenían costumbres y modales muy parecidos a los suyos y que ante era conveniente para los negocios. De hecho, encontraba fascinante a Emma que podría ser una excelente esposa, era una chica exquisita y con gustos refinados, hasta que su hermano menor declaró una noche que no se fijará en ella porque era quién la pretendía desde un principio.
La verdad es que ni siquiera pensó en su amiga Amber, en realidad, no quería mezclar la amistad con el amor y claro, que sus recuerdos con ella eran agradables con respecto a los buenos amistosos que vivieron durante su infancia, eso sí, coincidiría siempre que no tenían nada en común. Es que sí, eran el vivo ejemplo que fueron alguna vez amigos y vaya que habían escuchado que la chica se involucraba en constantes problemas y era una clase de dolor de cabeza para la familia. — En una semana van a celebrar el cumpleaños número 15 del pequeño Corey y es un momento perfecto para ir a visitarlos. — Philippe suspiró sin voltearse mirando la chimenea así que luego solo se volteó para decir que no había otra alternativa que hizo que su padre bufara. Por supuesto, también habrían fiestas, se sabía que las dos chicas se habían presentado en sociedad y todavía ninguna estaba comprometida.
El día del cumpleaños de Corey llegó mucho más rápido para poder asimilarlo, por supuesto, comenzaron rumores de inmediato al momento que supieron que Philippe estaba en búsqueda de esposa por los sectores que los Fairchild vivían solo que ya con el hecho de presentarse ahí en el cumpleaños era que la familia Fairchild era la ganadora. Mejor, así no molestarían tanto.
Cuando llegaron, toda la familia menos Amber lo saludaron y estaba a punto de preguntar por ella cuando la chica bajó por las escaleras. El rubio quedó impactado ¿Cómo era que Amber Fairchild había cambiado tanto en tan solo unos años? Debía reconocer que estaba muy bonita y recién pudo reaccionar ante el golpe en su brazo de su hermano. ¿Es qué acaso había sido muy evidente?
Philippe · Fiesta de cumpleaños · con Amber y la familia Fairchild
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1. Cruzando miradas
Yo no buscaba a nadie y te vi
Pronto su pequeño hermano estaría cumpliendo años. Estaba muy feliz por él. A la morena de ojos claros le agradaban las fiestas como a cualquier otro. Sin embargo, lo que no le gustaba era que le dijeran como debía de comportarse y vestir en ellas. Así que no le había hecho para nada gracia el que su madre a fuerza de peleas le hiciera ponerse el vestido más brillante y llamativo que tenía. Llenarla de joyas y arreglar bien su cabello. — Pero madre. ¿Cuál es su empeño? Mejor es que vaya a ver que Corey se esté poniendo sus mejores galas. Él es el cumpleañero. — protesto la joven al notar la insistencia de su madre.
— ¿Acaso piensas que no me he encargado ya de eso? Por supuesto que sí. — afirmo la mujer. — Sin embargo, señorita, usted también debe lucir lo más elegante y brillante posible. Las mejores familias fueron invitadas al cumpleaños de tu hermano, por tanto, habrá jóvenes y apuestos caballeros que están pronto a casarse. — comento la señora Fairchild.
— ¿Y eso qué? Yo voy a celebrar el cumpleaños de mi hermano. No a buscar marido. — aseguro la joven. — Claro que celebraras con tu hermano, pero también intenta llamar la atención de algún chico. Amber, sabes que tanto tu hermana como tú ya están edad de casarse. Así que nada de peros. Nada de quejas. Te pondrás el vestido que te pedí y te dejaras arreglar como te dije. Sin excusas. Que además estarán presente los Cavendish, una muy buena familia y te llevabas muy bien con uno de los hijos… tal vez… — la chica la detuvo antes de que dijera algo. — Madre, solo somos amigos e incluso ya hace tiempo que no lo veo. Además, seguro si se fija en alguna de nosotras será en Emma y no digas nada sabes que es verdad. — la madre se marchó negando y no muy contenta con su actitud.
A pesar de aquello, la chica soltó un suspiro y le hizo caso. Lo menos que necesitaba era que le echaran una pelea cuando bajara a la fiesta. Por lo que tardo incluso un poco más de lo esperado. Cuando bajo las escaleras al salón algunos invitados habían ya llegados. Fue cuando noto a su viejo amigo Philippe, a quien hacía algunos años que no lo veía. El chico, al igual que ella había cambiado con el tiempo, estaba más guapo. — ¡Phill! — exclamo al verlo, pues a pesar de lo hablado con su madre le entusiasma volverle a ver. Sin embargo, Amber por muy bien que estuviera luciendo no dejaba de ser ella, así que justo llegando al último escalón piso su traje haciendo que tambaleara y aunque no cayó por fortuna si aterrizo prácticamente a los brazos del chico. — Hay cosas que no cambian. — dijo con una sonrisa porque para nada era penosa.
— ¿Acaso piensas que no me he encargado ya de eso? Por supuesto que sí. — afirmo la mujer. — Sin embargo, señorita, usted también debe lucir lo más elegante y brillante posible. Las mejores familias fueron invitadas al cumpleaños de tu hermano, por tanto, habrá jóvenes y apuestos caballeros que están pronto a casarse. — comento la señora Fairchild.
— ¿Y eso qué? Yo voy a celebrar el cumpleaños de mi hermano. No a buscar marido. — aseguro la joven. — Claro que celebraras con tu hermano, pero también intenta llamar la atención de algún chico. Amber, sabes que tanto tu hermana como tú ya están edad de casarse. Así que nada de peros. Nada de quejas. Te pondrás el vestido que te pedí y te dejaras arreglar como te dije. Sin excusas. Que además estarán presente los Cavendish, una muy buena familia y te llevabas muy bien con uno de los hijos… tal vez… — la chica la detuvo antes de que dijera algo. — Madre, solo somos amigos e incluso ya hace tiempo que no lo veo. Además, seguro si se fija en alguna de nosotras será en Emma y no digas nada sabes que es verdad. — la madre se marchó negando y no muy contenta con su actitud.
A pesar de aquello, la chica soltó un suspiro y le hizo caso. Lo menos que necesitaba era que le echaran una pelea cuando bajara a la fiesta. Por lo que tardo incluso un poco más de lo esperado. Cuando bajo las escaleras al salón algunos invitados habían ya llegados. Fue cuando noto a su viejo amigo Philippe, a quien hacía algunos años que no lo veía. El chico, al igual que ella había cambiado con el tiempo, estaba más guapo. — ¡Phill! — exclamo al verlo, pues a pesar de lo hablado con su madre le entusiasma volverle a ver. Sin embargo, Amber por muy bien que estuviera luciendo no dejaba de ser ella, así que justo llegando al último escalón piso su traje haciendo que tambaleara y aunque no cayó por fortuna si aterrizo prácticamente a los brazos del chico. — Hay cosas que no cambian. — dijo con una sonrisa porque para nada era penosa.
Amber · Fiesta de cumpleaños · con Philippe y la familia Fairchild
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1. Cruzando miradas
Yo no buscaba a nadie y te vi
El heredero de la familia Cavendish aún quería gozar de la libertad y el buen momento que pasaba con las mujeres, sabía que era atractivo y muchas lo pretendían no representaba un gran problema, el asunto también era que ya había estado enamorado y por temas familiares no pudieron hablar ni siquiera de un compromiso, había estado varios años de Marie pero ahora ella ya estaba comprometida y a punto de casarse así que ese tema ya era historia, disfrutaría hasta donde pudiese ese era su plan, sin embargo, su familia quería otra cosa para él y ya teniendo la carga de ser el primogénito no podía desobedecer.
Sabía que muy probablemente pasaría de la familia Fairchild pues por lo que había dicho su hermano Jeremy pasaba por completo de Emma pues no podía pretender la chica que le gustaba a su hermano y dudaba que tendría esa atracción por Amber que era su amiga, de todos modos, sería todo un placer pasar tiempo con ella porque era encantadora, tenía una personalidad arrasadora y muy energética, muy probablemente seguiría igual por los rumores que habían llegado “Pero es hija del vizconde Fairchild” decía su padre y los demás tenían que asentir.
Sin embargo, todos pensamientos de negación se desvanecieron al momento que la vio bajar de las escaleras, se había vuelto una mujer preciosa con el tiempo y se preguntaba cómo los hombres no se habían dado cuenta de tal detalle, quizás era su personalidad el problema pero en realidad era mínimo cuando él ahora mismo la encontraba bonita.
Sus mejillas se sonrosar en un tono rosa suave al escuchar como se fijó en él y lo llamó por su nombre con tanta espontaneidad que solo se limitó a sonreír, dando unos pasos hacia adelante para sujetarla del brazo cuando pisara el último escalón de manera educada. Sinceramente pensó que la torpeza había quedado atrás, pero aún continuaba siendo así, justo a tiempo logró sujetarla, sonrió. — Al parecer no, pero dejame decirte que estás muy hermosa. Había pasado tiempo que no nos habíamos visto, Amber.— Dijo mientras le ofrecía el brazo para que lo sujetara porque ya pretendía pasar el resto de la fiesta junto a ella, solo que de todos modos lo aclaró. — ¿No será molestia para usted que quiera ser su acompañante en el cumpleaños de su hermano? — Declaró esperando su respuesta. Fue cuando desvió la atención hacia sus padres, a su madre y hermana se le habían iluminado los ojitos, su padre lo miraba con orgullo y por supuesto, Jeremy ya compartía palabras con Emma.
Sabía que muy probablemente pasaría de la familia Fairchild pues por lo que había dicho su hermano Jeremy pasaba por completo de Emma pues no podía pretender la chica que le gustaba a su hermano y dudaba que tendría esa atracción por Amber que era su amiga, de todos modos, sería todo un placer pasar tiempo con ella porque era encantadora, tenía una personalidad arrasadora y muy energética, muy probablemente seguiría igual por los rumores que habían llegado “Pero es hija del vizconde Fairchild” decía su padre y los demás tenían que asentir.
Sin embargo, todos pensamientos de negación se desvanecieron al momento que la vio bajar de las escaleras, se había vuelto una mujer preciosa con el tiempo y se preguntaba cómo los hombres no se habían dado cuenta de tal detalle, quizás era su personalidad el problema pero en realidad era mínimo cuando él ahora mismo la encontraba bonita.
Sus mejillas se sonrosar en un tono rosa suave al escuchar como se fijó en él y lo llamó por su nombre con tanta espontaneidad que solo se limitó a sonreír, dando unos pasos hacia adelante para sujetarla del brazo cuando pisara el último escalón de manera educada. Sinceramente pensó que la torpeza había quedado atrás, pero aún continuaba siendo así, justo a tiempo logró sujetarla, sonrió. — Al parecer no, pero dejame decirte que estás muy hermosa. Había pasado tiempo que no nos habíamos visto, Amber.— Dijo mientras le ofrecía el brazo para que lo sujetara porque ya pretendía pasar el resto de la fiesta junto a ella, solo que de todos modos lo aclaró. — ¿No será molestia para usted que quiera ser su acompañante en el cumpleaños de su hermano? — Declaró esperando su respuesta. Fue cuando desvió la atención hacia sus padres, a su madre y hermana se le habían iluminado los ojitos, su padre lo miraba con orgullo y por supuesto, Jeremy ya compartía palabras con Emma.
Philippe · Fiesta de cumpleaños · con Amber y la familia Fairchild
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1. Cruzando miradas
Yo no buscaba a nadie y te vi
En un comienzo Amber no había estado contenta de estar allí. No porque no quisiera celebrar el cumpleaños de su hermano, tampoco porque odiara las fiestas. Más bien por la insistencia de su madre en que luciera presentable para ver si conseguía pretendiente. ¿Para qué un pretendiente? A ella no le interesaba eso ahora mismo. Quizás cuando Emma ya estuviera casada podía considerarlo, pero ahora no. ¿Qué le costaba esperar? No estaba diciendo que no lo haría. ¿Acaso no era más sencillo comenzar con la que estaba más dispuesta por hacerlo? A veces pensaba que lo hacían para disciplinarla, para ver si dejaba de ser tan rebelde e impulsiva.
Ahora que se había decidido a bajar, comenzaba a cambiar de opinión. De solo ver a Philippe desde la distancia sintió mucha emoción. Recordando todos los buenos momentos de niños que vivieron. Había sido una época muy linda. El chico siempre sacándola de problemas, cuidándola y ella por igual siempre estando a su lado para incluso espantarle a dos o tres que no venían con buenas intenciones. La morena tenía bastante buen ojo para notar a las personas maliciosas. Habían sido un buen equipo. Solo que antes nunca lo había visto con otros ojos más allá de ese gran amigo, ahora que notaba como había cambiado después de la adolescencia. Estaba de un buen ver y eso le hizo sentir algunas cosas extrañas en el estómago. Por supuesto, no les presto atención. No se podría a pensar en cursilerías. Mucho menos cuando eso era preciosamente lo que sus padres querían. ¿Darles ese gusto tan fácil? Ese no era el plan.
Amber era muy espontánea. No le importaba que los demás la estuvieran viendo. Según lo sintió así se expresó con toda la emoción al ver al chico, incluso saltándose todo el protocolo y formalidad para llamarlo por el apodo que le tenía de niños. Cosa que demostraba que ese afecto que sentía por él aún seguía intacto. Sonrió cuando noto que el chico no la dejo caer. Solía ser bastante torpe, pero eso no le quitaba el sueño. Pobrecito del que se intentara reír o burlar de ella. — Gracias. Aunque admito que no es de mis ajuares favoritos. — Respondió tranquilamente mientras lo observaba. — Tú tampoco estás nada mal, los años te han tratado bien. — aseguro acomodando un poco el cuello de su camisa. Ella tímida no era así que no iba a mentir ni disimular que le había agradado como lucia en estos momentos.
— Oh sí. Qué mal que tuviera que pasar tanto tiempo. ¿No? Tengo que admitir que si te extrañe. ¿Dónde estuviste metido todo este tiempo? — pregunto con curiosidad. Trato de ignorar las miradas y los murmullos que venían de sus padres. Eso le molesto, pero no dejaría que eso le amargara el lindo momento. — Por supuesto que sí. ¿Quieres ir por algo de tomar? Mi padre mando a pedir para la ocasión los vinos más finos que encontró. — pregunto siendo ella la que le ofrecía el brazo con una sonrisa juguetona en el rostro.
Ahora que se había decidido a bajar, comenzaba a cambiar de opinión. De solo ver a Philippe desde la distancia sintió mucha emoción. Recordando todos los buenos momentos de niños que vivieron. Había sido una época muy linda. El chico siempre sacándola de problemas, cuidándola y ella por igual siempre estando a su lado para incluso espantarle a dos o tres que no venían con buenas intenciones. La morena tenía bastante buen ojo para notar a las personas maliciosas. Habían sido un buen equipo. Solo que antes nunca lo había visto con otros ojos más allá de ese gran amigo, ahora que notaba como había cambiado después de la adolescencia. Estaba de un buen ver y eso le hizo sentir algunas cosas extrañas en el estómago. Por supuesto, no les presto atención. No se podría a pensar en cursilerías. Mucho menos cuando eso era preciosamente lo que sus padres querían. ¿Darles ese gusto tan fácil? Ese no era el plan.
Amber era muy espontánea. No le importaba que los demás la estuvieran viendo. Según lo sintió así se expresó con toda la emoción al ver al chico, incluso saltándose todo el protocolo y formalidad para llamarlo por el apodo que le tenía de niños. Cosa que demostraba que ese afecto que sentía por él aún seguía intacto. Sonrió cuando noto que el chico no la dejo caer. Solía ser bastante torpe, pero eso no le quitaba el sueño. Pobrecito del que se intentara reír o burlar de ella. — Gracias. Aunque admito que no es de mis ajuares favoritos. — Respondió tranquilamente mientras lo observaba. — Tú tampoco estás nada mal, los años te han tratado bien. — aseguro acomodando un poco el cuello de su camisa. Ella tímida no era así que no iba a mentir ni disimular que le había agradado como lucia en estos momentos.
— Oh sí. Qué mal que tuviera que pasar tanto tiempo. ¿No? Tengo que admitir que si te extrañe. ¿Dónde estuviste metido todo este tiempo? — pregunto con curiosidad. Trato de ignorar las miradas y los murmullos que venían de sus padres. Eso le molesto, pero no dejaría que eso le amargara el lindo momento. — Por supuesto que sí. ¿Quieres ir por algo de tomar? Mi padre mando a pedir para la ocasión los vinos más finos que encontró. — pregunto siendo ella la que le ofrecía el brazo con una sonrisa juguetona en el rostro.
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1. Cruzando miradas
Yo no buscaba a nadie y te vi
Philippe recordaba bien los viejos tiempos. Por así decir Amber era una mujer auténtica, que se alejaba de las formalidades y del protocolo, era afortunada de nacer en una buena familia donde no pasaría necesidades, así puedo aprender a leer y escribir, sin embargo, él como su amigo estaba al tanto que siempre había aspirado a más quizás hasta estudiar en una universidad pero no podía hacerlo por el mero hecho de ser mujer. Recordaba lo cómplices que solían ser todo el tiempo, como reían de las tonterías de los demás y alejaba a los chicos que venían por ella solo porque la encontraban extraña, amaban compararla con Emma y eso no era adecuado. Así que al ser un poco más mayor le decía que era lo más correcto y la salvó de varias, no obstante, no era que hubiera hecho absolutamente todo pues era tan graciosa y espontánea que sentía más rebelde, y reír con tantas ganas que se le escapaban las lágrimas de los ojos por sus tonterías. Eran uno para el otro, en definitiva, esa amistad había sido preciosa en todo sentido en su infancia y parte de la adolescencia.
— ¿Ah no? Pues debería serlo, la ilumina. — Dijo por su vestido, su peinado e incluso su maquillaje, es que realmente lucía esplendida y tanto que había quedado asombrado de él mismo que quería llamar su atención. Todo había sido tan fácil que quizás nunca había notado que Amber era la mujer correcta para él, y porque siempre estuvo consciente que era su amiga y nada más. — Supongo que sí, somos afortunados de que los años no hicieron estragos con nosotros. — Le dedicó una sonrisa antes de sugerir si podía pasar el cumpleaños junto a ella, como se sentía observado no podía ser él mismo así que por eso igual le estaba pidiendo que se alejaran un poco, ojala que hubiera entendido la indirecta. — Yo también te extrañe y mucho, recuerdo siempre cuando éramos niños. Mala memoria ¿eh? Creí haber dicho que me iba a estudiar fuera y bien, proseguí mis estudios allí, acabo de llegar hace un año pero no habíamos tenido la oportunidad de venir. — Dictó. En realidad, es que como familias vivían demasiado lejos de la una a la otra, así que no siempre se podían dar ese gusto, claramente habían otras obligaciones y responsabilidades y ahora era la oportunidad. — Estaré encantado de beber vino, aunque me temo que igual tengo hambre. — Trató de reprimirse la carcajada y en un movimiento fue colocó su mano en su brazo para que la chica no tuviera ningún regaño por parte de su familia.
Se alejaron de ellos y fue recién que se sintió más libre.— Nos estaban observando mucho y estaban tan atentos a nuestros movimientos que no sabía qué decir. Ahora en serio, me alegra volver a verte ¿Cómo ha ido todo para ti? Pensé que ya estarías casada... — Fue más informal ahora que estaban alejados de sus padres, de todos modos, iban a estar contentos que no se despegarán por nada y bien que seguramente estarían pendientes de su hermano con Emma.
— ¿Ah no? Pues debería serlo, la ilumina. — Dijo por su vestido, su peinado e incluso su maquillaje, es que realmente lucía esplendida y tanto que había quedado asombrado de él mismo que quería llamar su atención. Todo había sido tan fácil que quizás nunca había notado que Amber era la mujer correcta para él, y porque siempre estuvo consciente que era su amiga y nada más. — Supongo que sí, somos afortunados de que los años no hicieron estragos con nosotros. — Le dedicó una sonrisa antes de sugerir si podía pasar el cumpleaños junto a ella, como se sentía observado no podía ser él mismo así que por eso igual le estaba pidiendo que se alejaran un poco, ojala que hubiera entendido la indirecta. — Yo también te extrañe y mucho, recuerdo siempre cuando éramos niños. Mala memoria ¿eh? Creí haber dicho que me iba a estudiar fuera y bien, proseguí mis estudios allí, acabo de llegar hace un año pero no habíamos tenido la oportunidad de venir. — Dictó. En realidad, es que como familias vivían demasiado lejos de la una a la otra, así que no siempre se podían dar ese gusto, claramente habían otras obligaciones y responsabilidades y ahora era la oportunidad. — Estaré encantado de beber vino, aunque me temo que igual tengo hambre. — Trató de reprimirse la carcajada y en un movimiento fue colocó su mano en su brazo para que la chica no tuviera ningún regaño por parte de su familia.
Se alejaron de ellos y fue recién que se sintió más libre.— Nos estaban observando mucho y estaban tan atentos a nuestros movimientos que no sabía qué decir. Ahora en serio, me alegra volver a verte ¿Cómo ha ido todo para ti? Pensé que ya estarías casada... — Fue más informal ahora que estaban alejados de sus padres, de todos modos, iban a estar contentos que no se despegarán por nada y bien que seguramente estarían pendientes de su hermano con Emma.
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1. Cruzando miradas
Yo no buscaba a nadie y te vi
Tenerlo de vuelta le llevaba a su mente tantos recuerdos hermosos que había hecho que se entusiasmara más de la cuenta. Por supuesto que no pudo evitar que se le notara. Incluso se le olvidó el pequeño, pero para nada poco importante detalle de que las intenciones de la fiesta, además de celebrar el cumpleaños de su hermano, era precisamente que pudieran encontrarle un candidato para comprometerla. Así que aun cuando originalmente había bajado con algo de mal humor, todo aquello había quedado a un lado cuando vio al joven. — Harás que me sonroje, aunque lo decía más por sentir que no es muy de mi estilo. — ella sabía que era hermosa, no era para nada fea. Solo se negaba aceptar que ese estilo le quedaba bien porque no quería asumir que si usaba más ese tipo de vestidos se vería de maravillas. Era más la rebeldía de llevarle la contra a sus padres. Sin embargo, que el chico le hiciera mención de aquello, la hacía ver el asunto desde otro punto de vista… el de un chico.
Soltó una risa al escuchar su comentario. — Menos mal, no todos pueden decir lo mismo. — Admitió. Porque sí sabia de alguna que otra amiga o más bien conocida de la infancia a la cual los años no la habían tratado bien. — ¿Mala memoria suya también? Que dejarme decir que lo de olvidadiza no se me ha quitado aún. — termino por admitir. Lo había olvidado de remate, solía ser así. Su madre decía que tenía que ponerle más seriedad a las cosas. Que por eso era que se le olvidaban. Más, sin embargo, Amber sentía que no era a propósito. Simplemente a veces si le daban mucha información a la vez, algo se le iba a terminar por escapar. — Bueno, lo importante es que estás de vuelta. Imagino que le fue muy bien con esos estudios. ¿No? — comento, sabía que era un chico muy inteligente, por eso no lo dudaba. Solo le apetecía saber un poco más sobre el asunto.
Como había extrañado a su amigo, la muchacha se le había ido por completo todo el protocolo. Y ahí estaba de lo más tranquila, acomodando su camisa, como si se tratara de su esposa, o hermana… alguien de la familia. Pero no, solo era su amiga y nada más, por tanto, un acto como ese atraía miradas. Había muchas cosas que las damas no podían hacer porque rápido podrían levantar habladurías. — Perfecto, no se diga más. Pues también podemos ir a la mesa de las botanas, así puede comer algo en lo que llega el momento de la comida. — Sugirió la joven. Noto el gesto que hizo con el brazo, recordatorio de que debió ser el quién se lo ofreciera y no al revés. Que mucho le costaba el protocolo, pero tenía que de vez en cuando al menos en eventos, así tratar de seguirlo lo más que pudiera.
Sitio un alivio que ya estuvieran fuera de la vista de tantos ojos. Incluso tener que hablarle de usted en público le costaba. — Sí, menos mal. Incluso el tener que estar tratándote como si tuvieras la edad de mi padre con él usted, me estaba desesperado. — termino por admitir soltando una risita. — Yo ni tengo que decirlo. De verdad me alegra que estés de vuelta. Muy poca gente me entiende como tú. — afirmo la chica. — Pues yo sé que debería estarlo, pero agradezco que eso aún no pasara. Aunque el tiempo se me está terminando. Pues ya mis padres están comenzando hacer sus movidas. Pese a que mi hermana sería la primera, pues es la más lista que está. Pero no, supongo que lo hacen antes de que haga alguna tontería. Así que ni te sorprenda si dicen algo hoy. — le contaba. — No sería lo más justo, es el cumpleaños de Corey, debería todo girar a su alrededor. Pero tengo la sospecha de que sí lo harán o al menos algo dirán al respecto. No por nada me hicieron usar este vestido. — finalizo negando.
Soltó una risa al escuchar su comentario. — Menos mal, no todos pueden decir lo mismo. — Admitió. Porque sí sabia de alguna que otra amiga o más bien conocida de la infancia a la cual los años no la habían tratado bien. — ¿Mala memoria suya también? Que dejarme decir que lo de olvidadiza no se me ha quitado aún. — termino por admitir. Lo había olvidado de remate, solía ser así. Su madre decía que tenía que ponerle más seriedad a las cosas. Que por eso era que se le olvidaban. Más, sin embargo, Amber sentía que no era a propósito. Simplemente a veces si le daban mucha información a la vez, algo se le iba a terminar por escapar. — Bueno, lo importante es que estás de vuelta. Imagino que le fue muy bien con esos estudios. ¿No? — comento, sabía que era un chico muy inteligente, por eso no lo dudaba. Solo le apetecía saber un poco más sobre el asunto.
Como había extrañado a su amigo, la muchacha se le había ido por completo todo el protocolo. Y ahí estaba de lo más tranquila, acomodando su camisa, como si se tratara de su esposa, o hermana… alguien de la familia. Pero no, solo era su amiga y nada más, por tanto, un acto como ese atraía miradas. Había muchas cosas que las damas no podían hacer porque rápido podrían levantar habladurías. — Perfecto, no se diga más. Pues también podemos ir a la mesa de las botanas, así puede comer algo en lo que llega el momento de la comida. — Sugirió la joven. Noto el gesto que hizo con el brazo, recordatorio de que debió ser el quién se lo ofreciera y no al revés. Que mucho le costaba el protocolo, pero tenía que de vez en cuando al menos en eventos, así tratar de seguirlo lo más que pudiera.
Sitio un alivio que ya estuvieran fuera de la vista de tantos ojos. Incluso tener que hablarle de usted en público le costaba. — Sí, menos mal. Incluso el tener que estar tratándote como si tuvieras la edad de mi padre con él usted, me estaba desesperado. — termino por admitir soltando una risita. — Yo ni tengo que decirlo. De verdad me alegra que estés de vuelta. Muy poca gente me entiende como tú. — afirmo la chica. — Pues yo sé que debería estarlo, pero agradezco que eso aún no pasara. Aunque el tiempo se me está terminando. Pues ya mis padres están comenzando hacer sus movidas. Pese a que mi hermana sería la primera, pues es la más lista que está. Pero no, supongo que lo hacen antes de que haga alguna tontería. Así que ni te sorprenda si dicen algo hoy. — le contaba. — No sería lo más justo, es el cumpleaños de Corey, debería todo girar a su alrededor. Pero tengo la sospecha de que sí lo harán o al menos algo dirán al respecto. No por nada me hicieron usar este vestido. — finalizo negando.
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1. Cruzando miradas
Yo no buscaba a nadie y te vi
— Encantado quedaré sí soy el causante de sus sonrojos — dijo de un modo cordial, era demasiado elegante y caballero para no elogiar además que su amiga le resultaba bonita y con ese vestido lucía maravilloso, el color del vestido resaltaba aún más el lindo color de sus ojos. Sin duda, a su opinión se veía mucho más hermosa que su hermana que la pretendiente de su hermano así que ahí no se iba a involucrar era todo un lío ya para el otro rubio ser el segundo.
Río junto a ella. Por supuesto, que no había olvidado que era muy olvidadiza había extrañado sus cartas si de todos modos la relación entre los dos estaba desde que eran unos niños, sin duda, estaba pensando que sería interesante casarse con ella porque tendrían desde un principio esa conexión y confianza, el amor llegaría mucho más abrazador cuando estuvieran casados, además que aunque amaba la libertad al menos con ella no se permitiría hacerle daño, no veía tampoco que fuera posesiva, no obstante, se trataba de Amber Fairchild, no podía ni siquiera tomarla como un trofeo o una hermosa flor ella tendría que saber sus intenciones desde un principio y permitiría que escogería, bastante era que tuviera un matrimonio concertado solo por la obligación de sus padres al estar desesperados - sobre todo sus madres - en su opinión, no había ninguna sola madre que no quisiera que sus hijos estuvieran casados, eran siempre las más entusiasmadas con todo esto. — Muy bien, enfocarse de lleno a los números, las cuentas y los negocios fortalece de inmediato mi futuro. Eso sí, extraño mucho estar solo que ahí solía ser tener más libertad — confesó. Algo que quizás no entendería su amiga porque la mujer no tenía esos derechos, debían ser buenas dueñas del hogar y dedicarse a los hijos.
Ofreció su brazo porque percibía las miradas insistentes de los adultos sobre ellos y así no tendrían privacidad, muy probable ya su madre murmuraba que se veían encantadoras, levantó la mirada para comprobarlo y sí efectivamente estaban pendientes a sus movimientos, su mirada se dirigió a su padre para que entendiera que podría solo y que no quería ser incomodado, por lo tanto, cuando Amber ofreció ir a servirse algún cóctel y bebida, ofreció su brazo para tener la excusa desde ya de estar lejos de ellos que ahora se fijaran en los otros dos.
— Es parte del protocolo debe ser así cuando se trata de un evento, baile en sociedad. Ya sabe que dependemos de la opinión de los otros y sobre todo cuando nuestros padres tienen títulos, tendrá que acostumbrarse porque es una carga que llevamos los dos para toda la vida. — La aconsejó. La entendía, para la mujer tampoco era muy sencillo aunque él creía que no era para ninguno de los dos, él al ser el primero ya debía seguir manteniendo todo lo que había hecho su padre e incluso mejorar. Era un gran peso que cargaba. —Pero sabes que a lo que a mi respecta, perfectamente me puedes llamar Philippe — Señaló divertido mientras la escuchaba con atención y sintiéndose más cómoda en aquella pequeña privacidad que le habían brindado solo por un momento — ¿Y no quieres casarte no? ¿Sigues con la idea que quieres casarte con tu amor verdadero? ¿Lo has encontrado o aún no encuentras alguien tan increíble como yo? — cuestionó divertido - siempre hacían bromas de ese tipo-, es que la conocía tan bien pero claramente podía entenderla él también quería contar con esa fortuna solo que era muy difícil.
— Comprendo. Espero que no se sienta incomodo igual hemos traído para él un gran obsequio que sé que le gustará — La gente comenzaba a llegar y al poco tiempo la música se escuchaba acorde y armoniosa que incentivaba el ambiente. — Yo también tengo que encontrar pronto una esposa ¿Crees que haya sido a propósito? Porque yo creo que sí...¿Qué piensas?— Soltó y la miró con suavidad manteniendo la copa entre sus manos, sin duda, hasta estaba siendo evidente que no le molestaría estar con ella.
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1. Cruzando miradas
Yo no buscaba a nadie y te vi
— Ah, pues siéntase afortunado. No todo mundo logra que me sonroje. — molesto un poquito. Tenía que tener cuidado de mostrarse demasiado confianzuda con el rubio aun cuando se conocieran de niños y fueran mejores amigos. Era un evento importante, lleno de gente y podía darse para malos entendidos. No querría arruinarlo todo. ¿Verdad? La memoria no era la mejor amiga de Amber. Solía olvidar las cosas más seguido de lo que le gustaría admitir. Es que era demasiado intranquila y a veces no prestaba la atención debida. Vivía en una nube. Pero eso no era impedimento para ella, lo admitía y estaba consciente de ello, por eso sí podía solía anotar las cosas. Suerte qué sabía escribir. Así, al menos tenía las fechas relevantes anotadas en su cuaderno.
— ¿Números? — negó con rostro de desagrado. — En lo personal lo encuentro algo muy complicado. Aunque bueno, creo que le quedarían bien los números. — que pensándolo bien el rubio era muy estudioso, muy inteligente, así que eso no sería problema para él. Se preguntaba si ella hubiera tenido la oportunidad de hacer una carrera, que escogería. Claro que para ella todo esto se quedaría en la pura ficción, pues por más deseos que tuviera de romper estereotipos, las damas, ni siquiera de sociedad, iban a una universidad.
Sin embargo, más que lo de los estudios, lo que llamo su atención fue que mencionara la libertad. — Interesante, yo siento que ni siquiera he tenido mucha libertad de opinar en que me iba a poner hoy. Pero bueno. Supongo que así es la vida. — para su desgracia los hombres solían tener mayor libertad que ellas por mucho.
Las miradas llenas de expectativas y tensión entre los adultos era evidente. Como si les analizarán cada movimiento, ella sabía que le andaban buscando marido, así que no le sorprendió para nada que se fijaran tanto en ellos. Como si quisieran notar di funcionaban como pareja. Claro que era pura tontería, pues al final del camino el elegido sería el que a sus padres más le pareciera. Daba igual si eran compatibles o no. En el fondo, la joven anhelaba que si tendría que ser obligada a hacer algo como eso, a lo cual estaba renegaba de no querer casarse, al menos no por ahora, pues que entonces al menos fuera con alguien a quien le tenía afecto y que, ya que lo veía los años le habían sentado de maravilla. — Qué desgracia tener que coincidir y admitir que tiene razón. Yo no quisiera poner esa carga a mis hijos. Si es que los llego a tener. — Murmuró, porque la verdad ni estaba segura de que lograran encuéntrale marido. No por como lucía, pues era de buen ver. Más bien por su personalidad tosca y alebrestada.
Sonrió al saber que las cosas no habían cambiado entre ellos, que aún podía seguirlo llamando por su nombre en vez de estar con tanto acto protocolar. Eran amigos, y sería raro estar tanto tiempo llamándolo usted o señor. Se sentiría muy impersonal. Así que saber que eso no había cambiado la ponía feliz.
— La verdad es que no quiero. Aunque parezca tonto si quiero que sea con ese amor. Solo que no, aún nada. O sea, si ha habido chicos que llamen mi atención, pero más allá de eso no. Aún no descubro lo que es el amor. — confesó. — Así que tranquilo, aún no he encontrado quien te supere. — termino por reír, lo decía en broma, pero la verdad es que lo pensaba y quizás Philippe podría ser su chico ideal. Lástima que fueran tan distintos. ¿Realmente sería capaz de verla como algo más que su amiga?
— Esperemos que no, es que de verdad. Esto debió de girar en torno a él. No me gusta la idea de la fiesta ni nada, pero si querían hacerlo, debieron de haber escogido otro momento. Pero ya sabes cómo padre y madre son, no iban a desaprovechar la oportunidad. — negaba la muchacha. Sin embargo, su pregunta la descoloco un poco. ¿Querrían comprometerla con él? Estaría en planes de sus padres? — ¿Tú crees? Ahora que lo dices suena potencialmente sospechoso, sin contar las miradas. ¿Recuerdas las miradas de hace un rato? Es como si estuvieran conspirando a nuestras espaldas. — llevo la mano a la frente pensativa.
— Sé que no me quiero casar, pero si tendré que de todos modos estar competida sinceramente si preferiría que fueras tú… Lo siento si no piensas igual o tienes algún amor por ahí. Pero lo digo porque al menos me entiendes. — termino por admitir. Amber no era una chica de quedarse callada o ser de las que sentía vergüenza por todo.
— ¿Números? — negó con rostro de desagrado. — En lo personal lo encuentro algo muy complicado. Aunque bueno, creo que le quedarían bien los números. — que pensándolo bien el rubio era muy estudioso, muy inteligente, así que eso no sería problema para él. Se preguntaba si ella hubiera tenido la oportunidad de hacer una carrera, que escogería. Claro que para ella todo esto se quedaría en la pura ficción, pues por más deseos que tuviera de romper estereotipos, las damas, ni siquiera de sociedad, iban a una universidad.
Sin embargo, más que lo de los estudios, lo que llamo su atención fue que mencionara la libertad. — Interesante, yo siento que ni siquiera he tenido mucha libertad de opinar en que me iba a poner hoy. Pero bueno. Supongo que así es la vida. — para su desgracia los hombres solían tener mayor libertad que ellas por mucho.
Las miradas llenas de expectativas y tensión entre los adultos era evidente. Como si les analizarán cada movimiento, ella sabía que le andaban buscando marido, así que no le sorprendió para nada que se fijaran tanto en ellos. Como si quisieran notar di funcionaban como pareja. Claro que era pura tontería, pues al final del camino el elegido sería el que a sus padres más le pareciera. Daba igual si eran compatibles o no. En el fondo, la joven anhelaba que si tendría que ser obligada a hacer algo como eso, a lo cual estaba renegaba de no querer casarse, al menos no por ahora, pues que entonces al menos fuera con alguien a quien le tenía afecto y que, ya que lo veía los años le habían sentado de maravilla. — Qué desgracia tener que coincidir y admitir que tiene razón. Yo no quisiera poner esa carga a mis hijos. Si es que los llego a tener. — Murmuró, porque la verdad ni estaba segura de que lograran encuéntrale marido. No por como lucía, pues era de buen ver. Más bien por su personalidad tosca y alebrestada.
Sonrió al saber que las cosas no habían cambiado entre ellos, que aún podía seguirlo llamando por su nombre en vez de estar con tanto acto protocolar. Eran amigos, y sería raro estar tanto tiempo llamándolo usted o señor. Se sentiría muy impersonal. Así que saber que eso no había cambiado la ponía feliz.
— La verdad es que no quiero. Aunque parezca tonto si quiero que sea con ese amor. Solo que no, aún nada. O sea, si ha habido chicos que llamen mi atención, pero más allá de eso no. Aún no descubro lo que es el amor. — confesó. — Así que tranquilo, aún no he encontrado quien te supere. — termino por reír, lo decía en broma, pero la verdad es que lo pensaba y quizás Philippe podría ser su chico ideal. Lástima que fueran tan distintos. ¿Realmente sería capaz de verla como algo más que su amiga?
— Esperemos que no, es que de verdad. Esto debió de girar en torno a él. No me gusta la idea de la fiesta ni nada, pero si querían hacerlo, debieron de haber escogido otro momento. Pero ya sabes cómo padre y madre son, no iban a desaprovechar la oportunidad. — negaba la muchacha. Sin embargo, su pregunta la descoloco un poco. ¿Querrían comprometerla con él? Estaría en planes de sus padres? — ¿Tú crees? Ahora que lo dices suena potencialmente sospechoso, sin contar las miradas. ¿Recuerdas las miradas de hace un rato? Es como si estuvieran conspirando a nuestras espaldas. — llevo la mano a la frente pensativa.
— Sé que no me quiero casar, pero si tendré que de todos modos estar competida sinceramente si preferiría que fueras tú… Lo siento si no piensas igual o tienes algún amor por ahí. Pero lo digo porque al menos me entiendes. — termino por admitir. Amber no era una chica de quedarse callada o ser de las que sentía vergüenza por todo.
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1. Cruzando miradas
Yo no buscaba a nadie y te vi
La conversación fluía muy bien entre ellos, pero lo incomodo eran las miradas de su padre que hasta temía que el cumpleaños de 15 años no fuera disfrutado por el adolescente por su presencia. Es que eran las expectativas, siempre esperaban que se casara con alguien, la familia Fairchild era bien catalogada y quizás hasta ni era el mejor lugar para pretender a alguien. Veía a Amber como una amiga especial, que debía reconocer que se había vuelto muy hermosa por el largo de los años ya que era una realidad que hace mucho que no se veían. Era dificil llegar al tema de compromiso, pretendientes y así, suponía que nos lo tenía y estaba siendo muy complicado para la castaña que ser una mujer soltera a entrada en edad les perjudicaba a las mujeres en cierta manera, lo peor de todo es que él como estaba dolido por un amor imposible y por el cual no podía luchar también era muy tedioso.
Asintió. Sonrió y siguió bebiendo del licor que ella le había ofrecido. Los temas entre ellos eran interesantes así que se mantenía interesado escuchando porque la chica sí que respondía a sus dichos y preguntas. — Lamento decir que esa carga continuará y más si es un hombre, y el primero — Es el peso que cargaba y bueno en cuanto a los demás hombres o mujeres igual tenían que saber comportarse, dudaba que esta forma de vivir en sociedad cambiará rotundamente de la noche a la mañana, podían cambiar costumbres pero como sea eran parte de la nobleza así que nada se podía hacer.
Con una sonrisa correspondió a su mirada al notarla nerviosa hablando del amor y que aún no había nadie mejor que él. — Eso me alegra mucho, Amber — Dijo divertido. No podía decir lo mismo, había conocido a su antiguo amor y la herida aún estaba, solo que no tenía alternativa y debía escoger pronto sí o sí esposa. Como se expresaba y el carácter que tenía su amiga, era muy atrayente y lo cierto es que estando ahí se lo estaba pensando porque primero estaba la confianza entre ellos, se sentía atraído por su belleza y personalidad, le gustaba que diera su opinión y por último, es que ella no era igual a otras mujeres que casi se arrastraban para charlar con él. Amber a pesar de ser algo torpe y arrebatada era una mujer muy encantadora a su juicio.
—Lamento mucho lo de su hermano ahí trataré de convencer de algún modo a mis padres que nos vayamos temprano —El rubio entendía perfectamente que el cumpleaños era de Corey y no debían dejarlo como un momento de pretender a alguien o nada. A su vez, también hablaría lo que pasaba no debían aprovechar más un cumpleaños cuando habían otros eventos donde habría fiesta y celebración así que se sentía algo azorado por aquello. Sin embargo, un pequeño sonrojo se apoderó de sus mejillas al ver como solía ser tan decidida en contestar y eso le encantó porque si quería a alguien a su lado debía tener carácter y además ellos eran amigos desde la infancia, se conocían, era cómodo y conveniente. De por si estaba el respeto y lo cierto es que se notaba que Amber quería salir pronto de esos juicios de sus padres solo por ser diferente. Philippe solía ser el hombre que todas las damas deseaban y él, a pesar de todo si quería alguien con quien charlar y que lo apoyara en todo lo que tenía que hacer a su lado. Ya estaba en edad y Amber también. —Un amor que no puede ser, así que estoy disponible — fue totalmente sincero. — Y me agradas, nos conocemos hace tiempo y la verdad si debo comprometerme a mi me gustaría que fueras tú. Quizás no es el modo pero...¿Realmente te gustaría ser mi prometida? — Cuestionó. Solo era una conversación coloquial que donde si ella afirmaba la volverían más formal. Philippe si se sentía seguro y sinceramente prefería a alguien como Amber a su lado que andar buscando por todas partes. A ella no le podía mentir y por algo dijo lo del amor, de inmediato para que analizará la situación.
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1. Cruzando miradas
Yo no buscaba a nadie y te vi
Aun cuando no quisiera mostrarse más atrevida de la cuenta, a la muchacha le costaba. Más tratándose de estar cerca de un chico que conocía desde pequeña y que a decir verdad la última vez que se cursó con él hacia ella aún era casi una niña, por tanto, lo veía con otros ojos. Pero ahora que volvía lo veía diferente. Tan guapo, elegante, encantador, y Amber pecaba de mirar más de la cuenta. Aunque con el tiempo había aprendido a disimular tan siquiera. Pero eso no quitaba que a veces hiciera comentarios que no debiera respecto a los chicos. Por suerte por lo general los hacía frente a su hermana y una que otra vez frente a su madre, lo cual solo provocaba que terminara por regañarla.
La vida definitivamente no era muy justa con las mujeres. No exageraba al decir que ni la habían dejado escoger tan siquiera el color del vestido que hoy usaría. — Ojalá no fuera así, y como te dije yo de madre no quisiera ser igual. Que ellos decidan. — termino por admitir, a ella no le daba miedo expresar lo que sentía, menos cuando a quien tenía de frente era un chico al que apreciaba demasiado y le tenía una confianza enorme. Tal vez era un pensamiento audaz, pero si querían cambiar algo en la sociedad en la que vivían tenía que comenzar por alguna parte y aunque ella al final no fuera de las que lograr ver del todo, ese cambio al menos sentiría la satisfacción de que a futuro hubiera contribuido para que así fuera.
Amber negó, tampoco le placía que ellos se fueran. Al menos no que Philippe se fuera. Pues al final, en estos momentos era con quien único se la estaba pasando bien en aquella actividad. Si se iban temprano, tendría que aguantar todo lo que a sus padres se les ocurriera hacer para celebrar a su hermano menor. Sin contar el hecho de que temía escogieran alguno de los otros invitados para ser su supuesto prometido. No le agradaba la idea de tener que casarse. Pero al menos con Phill sentía que todo sería más fácil, no se quejaría. Sin darse cuenta era una idea que había comenzado a rondar por su mente. — Ah, pero tampoco es que quiera que se vayan. Solo quiero que nos dejen de prestar tanta atención y dirijan sus miradas a quien realmente es el festejado. — termino por admitir.
Tal vez no estaba bien, pero al final la joven termino por externalizar lo que pasaba por su mente y fue directa a decirle al muchacho lo que pensaba. Si se tenía que casar, pues que fuera con él. De lo contrario, no le interesaba casarse por puro compromiso y tendrían que esperar a que se enamorara. Así de simple, aunque en realidad no era nada de simple tomar esa decisión. Solo que era terca y caprichosa. Lo que no vio venir fue la propuesta del rubio. Era como si le dijera: reto aceptado. Su cara de sorpresa fue evidente porque no se lo esperaba. Igual le quedo claro que al menos de buenas a primeras amor no podía esperar, pero eso ya lo imaginaba. Un chico tan guapo era imposible que no hubiera tenido un amor. Pero aun con toda y la sorpresa, la chica no se apabulló, respondiendo con seguridad. — Eso lo sé, y lo tengo claro. Pero como dices nos conocemos de hace mucho, así que mi respuesta es… ¡Sí! Sí, quiero ser tu prometida. — exclamo sin tan siquiera dudarlo, en cierto modo le hacía ilusión porque era Phill y porque en cierto modo así se saldría con la suya ante sus padres. Al menos sabía bien que con él podría ser feliz y tener una buena vida. Era el chico ideal para cualquier jovencita casarse y era su amigo, así que era punto a favor de Amber. — ¿Pero es enserio? ¿No? No me salgas con que es una broma. — pregunto por las dudas, porque quizás se había dejado llevar por el impulso y respondió muy veloz.
La vida definitivamente no era muy justa con las mujeres. No exageraba al decir que ni la habían dejado escoger tan siquiera el color del vestido que hoy usaría. — Ojalá no fuera así, y como te dije yo de madre no quisiera ser igual. Que ellos decidan. — termino por admitir, a ella no le daba miedo expresar lo que sentía, menos cuando a quien tenía de frente era un chico al que apreciaba demasiado y le tenía una confianza enorme. Tal vez era un pensamiento audaz, pero si querían cambiar algo en la sociedad en la que vivían tenía que comenzar por alguna parte y aunque ella al final no fuera de las que lograr ver del todo, ese cambio al menos sentiría la satisfacción de que a futuro hubiera contribuido para que así fuera.
Amber negó, tampoco le placía que ellos se fueran. Al menos no que Philippe se fuera. Pues al final, en estos momentos era con quien único se la estaba pasando bien en aquella actividad. Si se iban temprano, tendría que aguantar todo lo que a sus padres se les ocurriera hacer para celebrar a su hermano menor. Sin contar el hecho de que temía escogieran alguno de los otros invitados para ser su supuesto prometido. No le agradaba la idea de tener que casarse. Pero al menos con Phill sentía que todo sería más fácil, no se quejaría. Sin darse cuenta era una idea que había comenzado a rondar por su mente. — Ah, pero tampoco es que quiera que se vayan. Solo quiero que nos dejen de prestar tanta atención y dirijan sus miradas a quien realmente es el festejado. — termino por admitir.
Tal vez no estaba bien, pero al final la joven termino por externalizar lo que pasaba por su mente y fue directa a decirle al muchacho lo que pensaba. Si se tenía que casar, pues que fuera con él. De lo contrario, no le interesaba casarse por puro compromiso y tendrían que esperar a que se enamorara. Así de simple, aunque en realidad no era nada de simple tomar esa decisión. Solo que era terca y caprichosa. Lo que no vio venir fue la propuesta del rubio. Era como si le dijera: reto aceptado. Su cara de sorpresa fue evidente porque no se lo esperaba. Igual le quedo claro que al menos de buenas a primeras amor no podía esperar, pero eso ya lo imaginaba. Un chico tan guapo era imposible que no hubiera tenido un amor. Pero aun con toda y la sorpresa, la chica no se apabulló, respondiendo con seguridad. — Eso lo sé, y lo tengo claro. Pero como dices nos conocemos de hace mucho, así que mi respuesta es… ¡Sí! Sí, quiero ser tu prometida. — exclamo sin tan siquiera dudarlo, en cierto modo le hacía ilusión porque era Phill y porque en cierto modo así se saldría con la suya ante sus padres. Al menos sabía bien que con él podría ser feliz y tener una buena vida. Era el chico ideal para cualquier jovencita casarse y era su amigo, así que era punto a favor de Amber. — ¿Pero es enserio? ¿No? No me salgas con que es una broma. — pregunto por las dudas, porque quizás se había dejado llevar por el impulso y respondió muy veloz.
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1. Cruzando miradas
Yo no buscaba a nadie y te vi
A Philippe le encantaba que Amber fuera así decidida. Era una mujer con carácter que seguro era capaz de cambiar el mundo si eso le placía. Claramente eso hizo que le atrajera aún más porque el rubio no solo buscaba belleza física sino que también interna. Y sí, creía que las decisiones en casa no solo eran del hombre quizás viajar a otros países le había hecho entender que la vida no tenía que ser así. — Me parece estupendo que piense así pero primero claro debe enseñarle bien a sus hijos para que ellos cuando sean más independientes sean capaces de decidir por sí mismo y por supuesto, en el caso de sus hijas...sus propios vestidos. —Señaló con una sonrisa porque sin duda, en el caso que si fuera su esposa dejaría que decidiera por sí misma y así ver como les enseñaba a sus hijos. Se sorprendió en pensar así porque ya la estaba viendo como una futura pareja y la verdad que podía tener esa estabilidad con ella y la cual necesitaba.
Entendía demasiado bien que estuviera fastidiada que dejaran el cumpleaños como un evento social para casi buscar un prometido y se sentía culpable pues esto seguro lo habían planeado muy bien los cuatro que no dejaban de mirarlos como si fuera el mejor tesoro, celebrando un matrimonio que solo suponían y que solo estaban intentando porque en el fondo sabían que se llevaban muy bien desde niños y se formarían dos alianzas porque Jeremy y Emma estaban en otro rincón y el pobre adolescente en definitiva había quedado en el olvido. Lo recompensaría de algún modo es que simplemente era su día y no podía quedar así. —Entonces debemos hacer algo, Amber. ¿Se le ocurre algo para que sea el protagonista? — Preguntó con suavidad esperando que se animará y así hacer un plan para después para que ese recuerdo para el muchacho fuera feliz.
Pero parecía que todo estaba en contra el niño porque luego salió el otro tema de conversación donde terminaron confesando en cierto modo si es que estaba la posibilidad si que era el otro el elegido para casarse con el otro. Philippe admiraba demasiado a Amber, la apreciaba y sentía que le atraída, es que era preciosa y le cautivaba su fuerte carácter, sin embargo, cuando dijo que sí le pareció la mujer más bella de todas en esa fiesta y sí en definitiva quería que fuera su prometida. Le pidió su mano y se inclinó para besarla. La miró hacía arriba y volvió a levantarse. —Estoy hablando muy en serio, quiero que sea mi prometida y por mi... sí se puede... me casaría muy pronto cabe destacar. —Siseó despacio ante la exclamación de ambas madres que no pudieron contener el gritito. Parecía tener un oído muy potente ya que sí se encontraban en un rincón apartado y de la nada ya casi se encontraban casi encima. Solo que aquello no le intimidó — ¿Quisiera bailar una pieza de baile para celebrar, lady Fairchild? — cuestionó con suavidad totalmente completamente cautivado al ser aceptado, claro que se venía toda una planificación iba a tener que cotizarla por varios días antes que el compromiso fuera formal.
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1. Cruzando miradas
Yo no buscaba a nadie y te vi
Amber era decidida, y no dejaría que sus hijos e hijas se viera oprimidos. Ella, por su parte, tampoco es que pasara necesidades ni nada que se le pareciera. No la trataban mal, pero sí sus padres podían ser estrictos y ella muy de mente abierta. Por eso no solía estar desacuerdo con mucha de las cosas que se veía forzada a hacer solo porque ella era una señorita de la alta sociedad. — Ya verá que sí, cuente con eso. Luego me lo agradecerán, y sí… incluso podrán escoger sus vestidos. — dijo con una sonrisa traviesa. La verdad es que ella era revolucionaria y le estaba gustando que el chico alagara sus ideas en vez de regañarla como seguramente su hermano hubiera hecho.
No lo estaba viendo, pero seguramente ya imaginaba que tendría cara de pocos amigos, nada que hacer al respecto. Que todos estuvieran más al pendiente de lo que ellos dos hacían no era su culpa. Más bien, era culpa de sus padres por ocurrírseles que era buen momento para jugar al casamentero. En pleno cumpleaños de Corey. Evidentemente, una fiesta era ideal para estas cosas, pero para desgracia del más pequeño había sido justo en la de él. Tendrían que ver cómo le compensaban porque comprendía que debía de estar sintiéndose mal. — Pues yo creo que podamos hacer que la orquesta toque su canción favorita, y no esa monótona que están tocando… — algo un poco más alegre, vendría bien y seguro, animaría a Corey y aunque quisas no tanto a los demás, pero era para que recordaran que esta era su fiesta y de nadie más.
De verdad que Amber quería hacer brillar a su hermano en la fiesta, pero por un momento se desconectó totalmente de aquello, no solo de pensar en su hermano, sino también de recordar que había mucha más gente en el lugar. La chica ni se lo había pensado dos veces ante la propuesta. Es que era la mejor propuesta que podría tener, chico guapo, que la aprecia, que era un caballero estudioso y que a ella le caía bien. Conseguir una petición de alguien más así posiblemente era una misión imposible. Era ahora o nunca, o de lo contrario, se corría el riesgo hasta de ser casada con algún anciano que se encaprichara con ella, pero estuviera abarrotado de dinero y con estatus social más elevado que el de ellos. Solo le daba náuseas de pensarlo, pero era una realidad, una posibilidad. Pues tanto ella como su hermana ya estaban en edad para el matrimonio.
Le creía, al menos a Philippe le creía. Tenía confianza en él, no creía que jugaría así porque así con ella. Era un príncipe, y los príncipes no hacían desplantes. — Está bien, te creo. Fue solo la impresión del momento. Pero puedes tener la seguridad de que sí quiero. — aseguro la muchacha. Casi le da algo al escuchar a su madre y futura suegra. Como era posible que escucharan todo. — Iba a decir que lo mejor sería comentarles antes de que nos arruinaran los planes, pero ya veo que se enteraron. — y ni siquiera tenía que preguntar que pensaban al respecto, evidentemente estaban felices.
Sonrió un poco preocupada cuando le pidió bailar. Siempre había sido de dos pies izquierdos. — Debo confesarle que sigo teniendo dos pies izquierdos… sin embargo, la ocasión lo amerita. Así que si lo llego a pisar… lo lamento mucho desde ahora. Tendra que guiarme. ¿No le molesta? — confeso la chica extendiendo su mano para que fuera él quien la tomara y la dirigiera hacia la pista de baile.
No lo estaba viendo, pero seguramente ya imaginaba que tendría cara de pocos amigos, nada que hacer al respecto. Que todos estuvieran más al pendiente de lo que ellos dos hacían no era su culpa. Más bien, era culpa de sus padres por ocurrírseles que era buen momento para jugar al casamentero. En pleno cumpleaños de Corey. Evidentemente, una fiesta era ideal para estas cosas, pero para desgracia del más pequeño había sido justo en la de él. Tendrían que ver cómo le compensaban porque comprendía que debía de estar sintiéndose mal. — Pues yo creo que podamos hacer que la orquesta toque su canción favorita, y no esa monótona que están tocando… — algo un poco más alegre, vendría bien y seguro, animaría a Corey y aunque quisas no tanto a los demás, pero era para que recordaran que esta era su fiesta y de nadie más.
De verdad que Amber quería hacer brillar a su hermano en la fiesta, pero por un momento se desconectó totalmente de aquello, no solo de pensar en su hermano, sino también de recordar que había mucha más gente en el lugar. La chica ni se lo había pensado dos veces ante la propuesta. Es que era la mejor propuesta que podría tener, chico guapo, que la aprecia, que era un caballero estudioso y que a ella le caía bien. Conseguir una petición de alguien más así posiblemente era una misión imposible. Era ahora o nunca, o de lo contrario, se corría el riesgo hasta de ser casada con algún anciano que se encaprichara con ella, pero estuviera abarrotado de dinero y con estatus social más elevado que el de ellos. Solo le daba náuseas de pensarlo, pero era una realidad, una posibilidad. Pues tanto ella como su hermana ya estaban en edad para el matrimonio.
Le creía, al menos a Philippe le creía. Tenía confianza en él, no creía que jugaría así porque así con ella. Era un príncipe, y los príncipes no hacían desplantes. — Está bien, te creo. Fue solo la impresión del momento. Pero puedes tener la seguridad de que sí quiero. — aseguro la muchacha. Casi le da algo al escuchar a su madre y futura suegra. Como era posible que escucharan todo. — Iba a decir que lo mejor sería comentarles antes de que nos arruinaran los planes, pero ya veo que se enteraron. — y ni siquiera tenía que preguntar que pensaban al respecto, evidentemente estaban felices.
Sonrió un poco preocupada cuando le pidió bailar. Siempre había sido de dos pies izquierdos. — Debo confesarle que sigo teniendo dos pies izquierdos… sin embargo, la ocasión lo amerita. Así que si lo llego a pisar… lo lamento mucho desde ahora. Tendra que guiarme. ¿No le molesta? — confeso la chica extendiendo su mano para que fuera él quien la tomara y la dirigiera hacia la pista de baile.
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1. Cruzando miradas
Yo no buscaba a nadie y te vi
Algo iba a tener que hacer con el hermano pequeño porque podía ver que Amber estaba enfadada con la situación y con justa razón. Se suponía que era su cumpleaños y no una fiesta para a empezar a formar parejas ni nada parecido y la intención de todos los padres se notaba bastante. Miró al pequeño y ahí estaba enfadado sentado en una silla aunque con ganas de comer ese inolvidable pastel de crema que estaba en una de las mesas adornadas. Asintió a lo que decía.
Era muy grato hablar con Amber a pesar de grandes diferencias de personalidad. A Philippe le encantaba que fuera auténtica y que no siguiera la normalidad de lo que era una chica de sociedad, era agradable que tuviera carácter y dijera su opinión con respecto a todo. La sociedad era un mundo muy complejo para vivir ya que habían muchas reglas y eso aunque se respetaba, muchas veces cansaba ser la perfección misma para que no hubiera prejuicios y rumores respecto a alguien.
No tenía duda alguna de tenerla como esposa porque sabía que tendría diversión, una conversación agradable asegurada y siendo amigos ya se encontraba el vínculo aún cuando no estuviesen enamorados, en aquello quizás el tiempo cambiaría todo y habría amor. No lo sabía, que él no podía olvidar del todo todavía a la chica que robaba sus sueños y que no podía ser.
De todos modos, se alegró bastante que Amber dijera que sí ante las exclamaciones de sus padres que seguro estaban muy felices porque todo recaía en que sería un matrimonio doble. Se sentía contento, era una buena decisión.— Estaban muy pendientes de nosotros y eso que nos escapamos un poco. — Para alejarla a la vez de todo el ajetreo de sus padres y las felicitaciones prefirió invitarla a bailar. Sonrió. — Está bien, pero trata de no pisarme los pies que se verá mal y no quiero que piensen así de ti... así que tranquila. Solo déjese llevar, Lady Fairchild. — La animó. No quería que hubiera malos comentarios de su ya prometida y futura esposa. Si era posible era capaz de pagar a los mejores maestros de baile para que bailara excelente.
Empezaron a bailar y la danza fue mágica. La realidad es que si le piso los pies, el rubio ni lo notó hasta que acabo la música. — ¿Y bien? ¿Qué tal una canción para el pequeño Corey que esta de cumpleaños? — Dijo con voz alta para que los demás se percataran y miró al pequeño. — Feliz cumpleaños, Corey. Y que tus quince años sean buenos. — Señaló ante la sorpresa del pequeño.
Era muy grato hablar con Amber a pesar de grandes diferencias de personalidad. A Philippe le encantaba que fuera auténtica y que no siguiera la normalidad de lo que era una chica de sociedad, era agradable que tuviera carácter y dijera su opinión con respecto a todo. La sociedad era un mundo muy complejo para vivir ya que habían muchas reglas y eso aunque se respetaba, muchas veces cansaba ser la perfección misma para que no hubiera prejuicios y rumores respecto a alguien.
No tenía duda alguna de tenerla como esposa porque sabía que tendría diversión, una conversación agradable asegurada y siendo amigos ya se encontraba el vínculo aún cuando no estuviesen enamorados, en aquello quizás el tiempo cambiaría todo y habría amor. No lo sabía, que él no podía olvidar del todo todavía a la chica que robaba sus sueños y que no podía ser.
De todos modos, se alegró bastante que Amber dijera que sí ante las exclamaciones de sus padres que seguro estaban muy felices porque todo recaía en que sería un matrimonio doble. Se sentía contento, era una buena decisión.— Estaban muy pendientes de nosotros y eso que nos escapamos un poco. — Para alejarla a la vez de todo el ajetreo de sus padres y las felicitaciones prefirió invitarla a bailar. Sonrió. — Está bien, pero trata de no pisarme los pies que se verá mal y no quiero que piensen así de ti... así que tranquila. Solo déjese llevar, Lady Fairchild. — La animó. No quería que hubiera malos comentarios de su ya prometida y futura esposa. Si era posible era capaz de pagar a los mejores maestros de baile para que bailara excelente.
Empezaron a bailar y la danza fue mágica. La realidad es que si le piso los pies, el rubio ni lo notó hasta que acabo la música. — ¿Y bien? ¿Qué tal una canción para el pequeño Corey que esta de cumpleaños? — Dijo con voz alta para que los demás se percataran y miró al pequeño. — Feliz cumpleaños, Corey. Y que tus quince años sean buenos. — Señaló ante la sorpresa del pequeño.
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1. Cruzando miradas
Yo no buscaba a nadie y te vi
Amber conocía bien las intenciones de sus padres, no los podían engañar. Por muy que fuera la fiesta de Corey el pobre niño estaba quedando en un segundo plano y aquello no era justo. Bien se lo había dicho a su madre, que ella no tenía por qué ser el centro de atención en el día de hoy, pero de todos modos lo hizo, no le presto atención y ahí estaba el resultado, el jovencito viendo a lo lejos con rostro de molestia. Menos mal que al menos Philippe pensaba de la misma manera que ella y entre los dos algo se les ocurrirá para animar a su pequeño hermano.
A pesar de tanto pelear y pataletear con su madre de que no estaría en la fiesta en busca de marido, aquí estaba ella aceptando la propuesta de su querido amigo. No estaba en sus planes, por supuesto, pero no podía dejar pasar el momento. Quizás luego sería demasiado tarde para arrepentirse y tendría que conformarse con lo que apareciera. Difícilmente sería alguien mejor que el rubio y de eso la morena estaba muy consciente. Además de que era alguien a quien quería, había amor de por medio, aunque no fuera del romántico. Por tanto, las posibilidades de tener una relación bonita y con alguna posibilidad de que al final del camino llegara haber amor de pareja era real.
— No supieron ni siquiera disimularlo. Ya sabia yo que no eran solo pensamientos míos el que lo hicieron intencional. Utilizaron la fiesta de mi hermano para ver si lograban su objetivo. — dijo negando la muchacha. — Tampoco es que me arrepiento, para nada. — aclaro Amber por las dudas. Solo le molestaba que sus padres usaran el momento de su hermanito para sus propios interese. — Lo intentaré, no lo garantizo, pero haré un esfuerzo. — igual se lo advirtió para que no lo tomara desprevenido. Aunque claro, se conocían de años aun cuando hubiera pasado un tiempo considerable desde la última vez que se vieron. Él sabía bien de su forma de ser, claro que ya no era tan brusca como solía ser de niña.
Los chicos comenzaron a bailar, Amber hizo todo lo posible por mantener sus pies sobre el suelo y no sobre los pies de su ahora futuro prometido. Le estaba costando, más eso no le quitaba la sonrisa del rostro. Al fin se la estaba pasando bien en un evento de estos. Es que más que el compromiso, le alegraba tener a su amigo de vuelta, ya lo extrañaba. Al final la muchacha sin querer termino dando una ligera pisada en la punta del pie del chico, fue rápida y suave porque rápido movió el pie cuando se percató, pero ocurrió de todos modos. — Lo siento. — murmuro por lo bajito para que solo el rubio la escuchara.
— Eso me parece genial, lo pondrá muy feliz y le devolverá su momento. — le respondió con entusiasmo. — Sí, hermanito, es tu día, tu momento, así que eres tú quien debe brillar. Felicidades. — la chica había pedido a los músicos que tocaran la canción favorita de su hermano, le placiera o no a sus padres. — Esta va dedicada a ti, mi pequeño, que ya no es tan pequeño. — le dijo con una sonrisa en el rostro. El poder verlo contento le hacía feliz, se encargaría que el resto de la velada solo fuera Corey el centro de atención. — Supongo que seguiremos en contacto, y seguro vendrán más eventos en los que tengamos que ser el centro de atención inevitablemente. Pero bueno, me ha pase muy bien. No podía haber pedido mejor prometido. — aseguro Amber antes de despedirse del Cavendish. Había pasado una tarde amena y bonita, hasta prometido había echado y eso que ella quería haberse quedado en su habitación. Ahora agradecía no haberlo hecho.
A pesar de tanto pelear y pataletear con su madre de que no estaría en la fiesta en busca de marido, aquí estaba ella aceptando la propuesta de su querido amigo. No estaba en sus planes, por supuesto, pero no podía dejar pasar el momento. Quizás luego sería demasiado tarde para arrepentirse y tendría que conformarse con lo que apareciera. Difícilmente sería alguien mejor que el rubio y de eso la morena estaba muy consciente. Además de que era alguien a quien quería, había amor de por medio, aunque no fuera del romántico. Por tanto, las posibilidades de tener una relación bonita y con alguna posibilidad de que al final del camino llegara haber amor de pareja era real.
— No supieron ni siquiera disimularlo. Ya sabia yo que no eran solo pensamientos míos el que lo hicieron intencional. Utilizaron la fiesta de mi hermano para ver si lograban su objetivo. — dijo negando la muchacha. — Tampoco es que me arrepiento, para nada. — aclaro Amber por las dudas. Solo le molestaba que sus padres usaran el momento de su hermanito para sus propios interese. — Lo intentaré, no lo garantizo, pero haré un esfuerzo. — igual se lo advirtió para que no lo tomara desprevenido. Aunque claro, se conocían de años aun cuando hubiera pasado un tiempo considerable desde la última vez que se vieron. Él sabía bien de su forma de ser, claro que ya no era tan brusca como solía ser de niña.
Los chicos comenzaron a bailar, Amber hizo todo lo posible por mantener sus pies sobre el suelo y no sobre los pies de su ahora futuro prometido. Le estaba costando, más eso no le quitaba la sonrisa del rostro. Al fin se la estaba pasando bien en un evento de estos. Es que más que el compromiso, le alegraba tener a su amigo de vuelta, ya lo extrañaba. Al final la muchacha sin querer termino dando una ligera pisada en la punta del pie del chico, fue rápida y suave porque rápido movió el pie cuando se percató, pero ocurrió de todos modos. — Lo siento. — murmuro por lo bajito para que solo el rubio la escuchara.
— Eso me parece genial, lo pondrá muy feliz y le devolverá su momento. — le respondió con entusiasmo. — Sí, hermanito, es tu día, tu momento, así que eres tú quien debe brillar. Felicidades. — la chica había pedido a los músicos que tocaran la canción favorita de su hermano, le placiera o no a sus padres. — Esta va dedicada a ti, mi pequeño, que ya no es tan pequeño. — le dijo con una sonrisa en el rostro. El poder verlo contento le hacía feliz, se encargaría que el resto de la velada solo fuera Corey el centro de atención. — Supongo que seguiremos en contacto, y seguro vendrán más eventos en los que tengamos que ser el centro de atención inevitablemente. Pero bueno, me ha pase muy bien. No podía haber pedido mejor prometido. — aseguro Amber antes de despedirse del Cavendish. Había pasado una tarde amena y bonita, hasta prometido había echado y eso que ella quería haberse quedado en su habitación. Ahora agradecía no haberlo hecho.
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1. Cruzando miradas
Yo no buscaba a nadie y te vi
Philippe sabía de lo insistentes que podían ser todas las familias cuando querían que sus hijos se casaran y también usaban mucha manipulación para salirse con la suya, coordinaban momentos y no importaba cuales para lograr su objetivo. Al menos para su parte no era tan terrible porque tanto él como su hermano le tenían un gran aprecio a las chicas Fairchild, de hecho hasta notaba que su hermano tenía más sentimientos hacía la hermana de Amber que él mismo hacia a ella al estar con un amor frustrado, sin embargo, si había un gran cariño ya que la consideraba una amiga y todo sería más fácil desde ahí, ya que sabía que Amber tampoco lo amaba de esa forma, todo lo irían descubriendo en el camino.
Asintió a lo que decía porque ya no había mucho que aportar y tenía mucha razón. Ya se habían dicho todo, esa noche confirmaban que al menos querían estar juntos, luego más tarde o al otro día hablaría con su padre y luego con el señor Fairchild para coordinar todo detalle de dinero y así luego se haría la fiesta de compromiso. Dudaba que el matrimonio fuera en una fecha alejada.
Bailaron y para su fortuna aunque no lo hizo del todo bien, Amber logró coordinar mejor sus pies y hubieron un par de pisadas que con su mirada perdonó, pero luego de eso ya como su esposa si contraría un maestro de baile para que la chica aprendiera hacerlo con fluidez y encanto. De todas maneras, era lo de menos porque se veía tan hermosa bailando.
Y mucho más fue su sonrisa tan especial iluminaba todo el lugar. Había hecho bien en tomar en cuenta a su hermano Corey y que la fiesta desde ahora fuera hacía a él, que era lo que correspondía desde un principio ya que luego tendrían sus propios eventos. La verdad es que con las palabras de Amber el rostro del pequeño se iluminó y fue mucho más feliz desde ese momento. — Ya está todo listo... ahora podría disfrutar de su fiesta, y aunque hemos sellado todo entre nosotros no somos los protagonistas. Pronto será nuestro momento. — Le dijo el rubio con encanto y sonriendo de oreja a oreja mientras que ahora si sus padres se acercaban y preguntaban al respecto, donde Phill a los dos le confirmó que sí y que a la mañana siguente vendría a coordinar todos los trámites y si era posible, si podía tener una cita con la chica para que se conocieran un poco mejor pero que tampoco era tan necesario porque sabía perfectamente bien como era, no obstante, igual tendrían que ponerse al día dado que no se habían visto de hace tiempo. Declararon un sí rotundo y la fiesta fluyó demasiado bien, hasta que se tuvieron que marchar.
Escuchó las palabras de Amber y sonrió. — Pues bueno.. si todo sale bien mañana mismo vendré a coordinar todo con tu padre y ya tengo el permiso de que tengamos nuestra primera cita de conquista. — Dijo riendo y divertido por la situación. — Supongo que será durante la tarde para que estés lista, ahí me dices que lugar es mejor por aquí para estar tranquilos. — Besó la palma de su mano como despedida y elevó la mirada para contemplar y deleitarse por el sonrojo de sus mejillas. Era realmente encantadora. — Y es todo un gusto estar con usted, Lady Fairchild, veremos como todo sale. Ha sido una gran día. — Comento el chico que luego de aquello se comenzó a despedir de los demás y como familia se marcharon a donde se estaban hospedando en aquella ciudad. Al menos si tenían una mansión ahí aunque no tan grande donde solían vivir, al menos era cómoda dado que si era probable que tanto él como su hermano se iban a quedar una temporada.
Fin del Capitulo 1
Asintió a lo que decía porque ya no había mucho que aportar y tenía mucha razón. Ya se habían dicho todo, esa noche confirmaban que al menos querían estar juntos, luego más tarde o al otro día hablaría con su padre y luego con el señor Fairchild para coordinar todo detalle de dinero y así luego se haría la fiesta de compromiso. Dudaba que el matrimonio fuera en una fecha alejada.
Bailaron y para su fortuna aunque no lo hizo del todo bien, Amber logró coordinar mejor sus pies y hubieron un par de pisadas que con su mirada perdonó, pero luego de eso ya como su esposa si contraría un maestro de baile para que la chica aprendiera hacerlo con fluidez y encanto. De todas maneras, era lo de menos porque se veía tan hermosa bailando.
Y mucho más fue su sonrisa tan especial iluminaba todo el lugar. Había hecho bien en tomar en cuenta a su hermano Corey y que la fiesta desde ahora fuera hacía a él, que era lo que correspondía desde un principio ya que luego tendrían sus propios eventos. La verdad es que con las palabras de Amber el rostro del pequeño se iluminó y fue mucho más feliz desde ese momento. — Ya está todo listo... ahora podría disfrutar de su fiesta, y aunque hemos sellado todo entre nosotros no somos los protagonistas. Pronto será nuestro momento. — Le dijo el rubio con encanto y sonriendo de oreja a oreja mientras que ahora si sus padres se acercaban y preguntaban al respecto, donde Phill a los dos le confirmó que sí y que a la mañana siguente vendría a coordinar todos los trámites y si era posible, si podía tener una cita con la chica para que se conocieran un poco mejor pero que tampoco era tan necesario porque sabía perfectamente bien como era, no obstante, igual tendrían que ponerse al día dado que no se habían visto de hace tiempo. Declararon un sí rotundo y la fiesta fluyó demasiado bien, hasta que se tuvieron que marchar.
Escuchó las palabras de Amber y sonrió. — Pues bueno.. si todo sale bien mañana mismo vendré a coordinar todo con tu padre y ya tengo el permiso de que tengamos nuestra primera cita de conquista. — Dijo riendo y divertido por la situación. — Supongo que será durante la tarde para que estés lista, ahí me dices que lugar es mejor por aquí para estar tranquilos. — Besó la palma de su mano como despedida y elevó la mirada para contemplar y deleitarse por el sonrojo de sus mejillas. Era realmente encantadora. — Y es todo un gusto estar con usted, Lady Fairchild, veremos como todo sale. Ha sido una gran día. — Comento el chico que luego de aquello se comenzó a despedir de los demás y como familia se marcharon a donde se estaban hospedando en aquella ciudad. Al menos si tenían una mansión ahí aunque no tan grande donde solían vivir, al menos era cómoda dado que si era probable que tanto él como su hermano se iban a quedar una temporada.
Fin del Capitulo 1
Philippe · Fiesta de cumpleaños · con Amber y la familia Fairchild
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2. Llegaste tú
Y todo cambió
A la morena de ojos claros le tranquilizo saber que al final la fiesta volvió a tener a Corey como centro de atención. Ella se sintió feliz de tan solo ver la alegría en su hermano pequeño. Todo había terminado como debía ser. Ahora ya era un nuevo día y no podía pasar por alto de que era una chica comprometida. Sonaba raro, era tan nuevo para ella, pero era la realidad, así que con eso había otras implicaciones. Habría eventos en los que por obligación sí serían el centro de atención. Solo que por ahora no quería pensar en aquello, más bien lo que quería pensar era en esa primera cita formal que tendría con Philippe. Sería la primera vez que estarían en un lugar donde no serían vistos el uno por el otro como un amigo, sino como prometidos.
Por supuesto que Phill ya había hablado con su padre para que les permitieran salir juntos. Cosa que el señor Fairchild hizo con gusto, pues era el camino a uno de los compromisos más importantes de la familia. Quedaron en ir a un hermoso parque no muy lejos de la zona donde vivían. Visitarlo con él le daba un panorama del lugar totalmente diferente a la chica. Quien por lo general solo salía a tomar un poco de aire y ponerse a juguetear con su hermano menor, llevándose así par de regaños por parte de su señora madre. Pero ahora era diferente, era una salida distinta y una mentalidad también distinta. Pues ahora que lo pensaba aquel sitio se veía muy romántico, con las flores, los cisnes y gansos nadando adornando el lago. Parejas caminando juntas. ¿Así que porque no ser una de ellas? No bastaba con ser la prometida, debía igual ganarse, aunque fuera poco a poco el corazón de Philippe.
Hoy la muchacha no protesto mucho cuando su madre insistió en ayudarla a prepararse y escoger el vestido. Al final, sabía que ella tenía razón en esos asuntos, y era mucho mejor a que se preparara ella sola. Además de que así no tardaría tanto tiempo y estaría lista a tiempo. Por lo que Amber termino justo cuando sintió que llamaron a la puerta. Haciendo que poco tiempo después bajara al encuentro de su prometido con una linda sonrisa en el rostro. — Buenas tardes. — saludo. — Bueno, yo ya estoy lista. ¿Partimos? — pregunto la muchacha sin quitar la sonrisa del rostro.
Por supuesto que Phill ya había hablado con su padre para que les permitieran salir juntos. Cosa que el señor Fairchild hizo con gusto, pues era el camino a uno de los compromisos más importantes de la familia. Quedaron en ir a un hermoso parque no muy lejos de la zona donde vivían. Visitarlo con él le daba un panorama del lugar totalmente diferente a la chica. Quien por lo general solo salía a tomar un poco de aire y ponerse a juguetear con su hermano menor, llevándose así par de regaños por parte de su señora madre. Pero ahora era diferente, era una salida distinta y una mentalidad también distinta. Pues ahora que lo pensaba aquel sitio se veía muy romántico, con las flores, los cisnes y gansos nadando adornando el lago. Parejas caminando juntas. ¿Así que porque no ser una de ellas? No bastaba con ser la prometida, debía igual ganarse, aunque fuera poco a poco el corazón de Philippe.
Hoy la muchacha no protesto mucho cuando su madre insistió en ayudarla a prepararse y escoger el vestido. Al final, sabía que ella tenía razón en esos asuntos, y era mucho mejor a que se preparara ella sola. Además de que así no tardaría tanto tiempo y estaría lista a tiempo. Por lo que Amber termino justo cuando sintió que llamaron a la puerta. Haciendo que poco tiempo después bajara al encuentro de su prometido con una linda sonrisa en el rostro. — Buenas tardes. — saludo. — Bueno, yo ya estoy lista. ¿Partimos? — pregunto la muchacha sin quitar la sonrisa del rostro.
Amber · Mansión Fairchild luego el Parque · con Philippe
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2. Llegaste tú
y todo cambió
Esperaban ese compromiso desde hace tiempo, por lo tanto, cuando se dirigió esa mañana junto a su padre para hacer el trámite y una dote para Amber, todo había salido muy bien. Su futuro suegro estaba encantado con el compromiso y el futuro matrimonio declarando que su hija se veía muy contenta desde el cumpleaños de Corey.
Era todo algo para la sociedad y así encajar, pero Philippe se sintió contento porque lo cierto es que estaba al tanto que Amber sería una feliz mujer a su lado porque le daría también esa libertad que ella necesitaba, que no se involucraría demasiado cuando estuviera ocupado y que podrían charlar con tranquilidad. No era Marie, pero sabía que Amber lo hacía muy feliz con tan solo contemplarla sonreír.
Así que al final se concertó la cita para después de almuerzo y así poder caminar por el parque que era popular pero a la vez muy tranquilo, porque según lo que le dijeron era para la gente de sociedad y que solía frecuentar el lugar para obtener un poco de paz y una conversación plena. Y comenzaría toda la etapa de cortejo aún cuando ya estaban comprometidos, ahora tan solo faltaba formalizar, solo de aquello se encajarían ambas familias en un evento con solo los indicados.
Claro, Amber se tendría que ir con él pues tenía sus responsabilidades como futuro conde en su condado solo que haría todo después de la boda, la realidad es que no quería alejarla de manera repentina de su familia cuando veía que tenía un gran vinculo con sus hermanos dado que eran varios.
Luego tuvieron unos asuntos que atender y cuando se hizo la hora, Philippe estaba muy puntual esperándola. Cuando bajó, notó que estaba realmente radiante con aquel vestido y supo que había elegido bien, Amber contaba con belleza, era una chica encantadora y con mucha personalidad, tenía que reconocer que se sentía muy atraído. Sonrío. — ¡Mi lady! — Dijo con una ligera sonrisa suave — Debo decir que hoy luce realmente exquisita. Ese vestido le sienta muy bien — Dijo con encanto mientras besaba la palma de su mano y muy pronto, le ofrecía el brazo para partir hacia el parque.
— Aproveche de ubicar el parque antes de volver aquí. El carruaje nos espera afuera — Quedaba algo alejado de la zona donde vivían los Fairchild así que se había asegurado de conseguir el carruaje y a un buen cochero que los llevará hasta ahí para luego comenzar a caminar. — ¿Cómo estás? — Preguntó cuando estaban adentro — Tu padre ha dicho que estabas muy feliz. ¿Es verdad? — Cuestionó con una sonrisa y aquello si que lo hacía sentir muy complacido.
Era todo algo para la sociedad y así encajar, pero Philippe se sintió contento porque lo cierto es que estaba al tanto que Amber sería una feliz mujer a su lado porque le daría también esa libertad que ella necesitaba, que no se involucraría demasiado cuando estuviera ocupado y que podrían charlar con tranquilidad. No era Marie, pero sabía que Amber lo hacía muy feliz con tan solo contemplarla sonreír.
Así que al final se concertó la cita para después de almuerzo y así poder caminar por el parque que era popular pero a la vez muy tranquilo, porque según lo que le dijeron era para la gente de sociedad y que solía frecuentar el lugar para obtener un poco de paz y una conversación plena. Y comenzaría toda la etapa de cortejo aún cuando ya estaban comprometidos, ahora tan solo faltaba formalizar, solo de aquello se encajarían ambas familias en un evento con solo los indicados.
Claro, Amber se tendría que ir con él pues tenía sus responsabilidades como futuro conde en su condado solo que haría todo después de la boda, la realidad es que no quería alejarla de manera repentina de su familia cuando veía que tenía un gran vinculo con sus hermanos dado que eran varios.
Luego tuvieron unos asuntos que atender y cuando se hizo la hora, Philippe estaba muy puntual esperándola. Cuando bajó, notó que estaba realmente radiante con aquel vestido y supo que había elegido bien, Amber contaba con belleza, era una chica encantadora y con mucha personalidad, tenía que reconocer que se sentía muy atraído. Sonrío. — ¡Mi lady! — Dijo con una ligera sonrisa suave — Debo decir que hoy luce realmente exquisita. Ese vestido le sienta muy bien — Dijo con encanto mientras besaba la palma de su mano y muy pronto, le ofrecía el brazo para partir hacia el parque.
— Aproveche de ubicar el parque antes de volver aquí. El carruaje nos espera afuera — Quedaba algo alejado de la zona donde vivían los Fairchild así que se había asegurado de conseguir el carruaje y a un buen cochero que los llevará hasta ahí para luego comenzar a caminar. — ¿Cómo estás? — Preguntó cuando estaban adentro — Tu padre ha dicho que estabas muy feliz. ¿Es verdad? — Cuestionó con una sonrisa y aquello si que lo hacía sentir muy complacido.
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2. Llegaste tú
Y todo cambió
Amber al fin, a los ojos de sus padres, estaba haciendo las cosas como se debían. No es que hubiera hecho nada indebido, pero ciertamente tenía un espíritu rebelde. Era de las que no ocultaba su opinión sobre las cosas y había estado empeñada en casarse si ella así lo quería y cuando quisiera. Cosa que había comenzado a preocupar a sus padres pensando que quizás su hija era capaz de hacer una tontería que dejara en vergüenza el buen nombre de la familia, por lo que habían tomado cartas en el asunto aprovechando la oportunidad que ofrecía el cumpleaños de su hijo menor. Sin embargo, aunque se podía decir que los Fairchild habían logrado su cometido, la chica también había podido decir que había logrado el de ella. Al menos en cierto modo, pues había sido por decisión propia que acepto el acercamiento de Philippe. No porque nadie la forzará, así que, por tanto, se sentía satisfecha con los resultados.
La joven nunca se llegó a visualizar en un cortejo. Sabía que debía ocurrir tarde o temprano, y no le desagradaba la idea. Pero siempre visualizo más a su hermana en ello, pues era fina, delicada cosa que atraía a los hombres. En cambio, su forma de ser tosca solía espantarlos. Más aquí estaba, alistándose para tener la primera cita con su prometido. Claro que el que se tratara de Phill su gran amigo, hacía todo más sencillo y por ende había hecho que se esforzará en como lucia. Quería que funcionará y no lo iba a sabotear apropósito como posiblemente hubiera hecho con un prometido que le desagradará.
— Va a hacer que me sonrojo y no me gusta sonrojarme. — comento de manera juguetona con una sonrisa. — Pero muchas gracias. Realmente intenté esforzarme esta vez. — añadió la muchacha. — Siempre tan galán y apuesto Phill. — Ni tenía que pensárselo, su prometido era para envidiarla.
Amber tomó su brazo y comenzó a dirigirse hacia la salida donde les esperaba un carro, hay que los llevaría hacia el parque donde tendrían aquella cita.
— La verdad, yo estoy muy bien. ¿Cómo no? Si de verdad salí mejor de lo que esperaba. Ellos saben muy bien mi conflicto, encanto a los compromisos y el porqué estaba reacia. Pero ahora creo que de verdad ha sido la mejor propuesta que pudiera haber esperado. — La muchacha sabía que pedir casarse por amor era casi imposible, sin embargo, lo que sí era posible era encontrar un candidato que con el tiempo la llegará a amar y ella a él. Philippe era el mejor candidato para ellos. — ¿Y tú, cómo estás? Esto es cosa de dos, así que para mí también es importante saber como lo ha llevado. — comentó la muchacha. Miró por la ventana del carruaje por un momento ya habían salido de la zona residencial, por lo que podía ver más naturaleza. — Menos mal que hace un bonito día, cualquiera diría que la naturaleza conspira a nuestro favor. Tal vez además de tomar él te podemos dar un largo paseo por el parque. — Murmuró contenta.
La joven nunca se llegó a visualizar en un cortejo. Sabía que debía ocurrir tarde o temprano, y no le desagradaba la idea. Pero siempre visualizo más a su hermana en ello, pues era fina, delicada cosa que atraía a los hombres. En cambio, su forma de ser tosca solía espantarlos. Más aquí estaba, alistándose para tener la primera cita con su prometido. Claro que el que se tratara de Phill su gran amigo, hacía todo más sencillo y por ende había hecho que se esforzará en como lucia. Quería que funcionará y no lo iba a sabotear apropósito como posiblemente hubiera hecho con un prometido que le desagradará.
— Va a hacer que me sonrojo y no me gusta sonrojarme. — comento de manera juguetona con una sonrisa. — Pero muchas gracias. Realmente intenté esforzarme esta vez. — añadió la muchacha. — Siempre tan galán y apuesto Phill. — Ni tenía que pensárselo, su prometido era para envidiarla.
Amber tomó su brazo y comenzó a dirigirse hacia la salida donde les esperaba un carro, hay que los llevaría hacia el parque donde tendrían aquella cita.
— La verdad, yo estoy muy bien. ¿Cómo no? Si de verdad salí mejor de lo que esperaba. Ellos saben muy bien mi conflicto, encanto a los compromisos y el porqué estaba reacia. Pero ahora creo que de verdad ha sido la mejor propuesta que pudiera haber esperado. — La muchacha sabía que pedir casarse por amor era casi imposible, sin embargo, lo que sí era posible era encontrar un candidato que con el tiempo la llegará a amar y ella a él. Philippe era el mejor candidato para ellos. — ¿Y tú, cómo estás? Esto es cosa de dos, así que para mí también es importante saber como lo ha llevado. — comentó la muchacha. Miró por la ventana del carruaje por un momento ya habían salido de la zona residencial, por lo que podía ver más naturaleza. — Menos mal que hace un bonito día, cualquiera diría que la naturaleza conspira a nuestro favor. Tal vez además de tomar él te podemos dar un largo paseo por el parque. — Murmuró contenta.
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2. Llegaste tú
y todo cambió
Su prometida era un sol radiante. Es que lucía preciosa con aquel vestido y se veía mucho más femenina de como la recordaba cuando niña. En serio no creía que fuera directamente quién se arreglará pero sin duda alguna, quien la había ayudado sabía como sacar a flote la delicada belleza de Amber.
Philippe estaba deslumbrado y se sentía totalmente orgulloso de tenerla como prometida y futura esposa. El matrimonio se realizaría dentro de unos meses y lo cierto es que creía que había tomado una buena decisión. Ella entendía que estaba aún con pensamientos hacia Malorie pero como era imposible que no iba a estar con ella, se sentía verdaderamente afortunado de volverse a encontrar con Amber y reforzar su relación, era toda una ventaja que no pasaba siempre que eran amigos así que el respeto entre ellos estaba. Sin duda alguna, Philippe creía que Amber era perfecta, solo con algunos defectos como sus malos pasos de baile que se podía arreglar con una mejor enseñanza.
— Solo digo la verdad, mi lady — Dijo el rubio manteniendo su perfecta sonrisa y la contemplaba como si fuera su mayor tesoro, que tenía que serlo, sin duda alguna ni se atrevería a mirar a ninguna otra mujer ahora que estaba comprometido. — Y disculpe, pero creo que tendrá que acostumbrarse a que voy a provocar sus sonrojos. También provoca los míos y eso que tampoco me gusta sonrojarme. — Declaró riendo por lo bajo mientras charlaban. — Me alegra que lo haga, mi Lady — Señaló haciendo una pequeña inclinación de cabeza cuando dijo que se veía guapo y que era galán. — Usted merece que sea así...— Volvió a decir.
Dejo que tomara su brazo y la llevo hasta el carruaje donde por supuesto comenzaban a ser más cercanos e informales. No eran observados y el cochero no diría nada. De todas formas, tenía que respetarla, ya que era una flor muy delicada. —Es que todo está a nuestro favor, y tenemos esa ventaja de ser amigos desde nuestra infancia. Estoy muy feliz que me haya aceptado a pesar de mi pero... — señaló despacio. —No tengo ningún problema en contarle mi historia, solo déjeme decirle que la respetaré y será la única para mi. — Señaló porque aunque seguía formal en sus palabras se expresaba mucho más con su mirada, era más coqueto y sincero. Porque no quería engañarla por nada, igual merecía una fluida y respetuosa charla. — Realmente me alegra saber que esta contenta con el compromiso, es que si... siempre llega la edad donde uno tiene que casarse y más vale que sea entre conocidos, ¿no cree? —Señaló el chico que luego asintió ante su comentario que hasta el clima los acompañaba.
—Supongo que debe conocer más que yo... conocí el lugar pero por fuera no había tiempo para ver todo en detalle. Cuando este en mis zonas le aseguró que la llevaré a todas las partes que quiera conocer. — Argumentó. El viaje era algo largo, pero se sentía muy ameno por la conversación que estaban teniendo, y lo cierto es que cuando se quedaban callados a Phill le gustaba mucho contemplarla. Amber realmente era muy bonita y sin duda alguna, tendría que reprimir esos deseos de besarla que era indebido antes del matrimonio.
Philippe estaba deslumbrado y se sentía totalmente orgulloso de tenerla como prometida y futura esposa. El matrimonio se realizaría dentro de unos meses y lo cierto es que creía que había tomado una buena decisión. Ella entendía que estaba aún con pensamientos hacia Malorie pero como era imposible que no iba a estar con ella, se sentía verdaderamente afortunado de volverse a encontrar con Amber y reforzar su relación, era toda una ventaja que no pasaba siempre que eran amigos así que el respeto entre ellos estaba. Sin duda alguna, Philippe creía que Amber era perfecta, solo con algunos defectos como sus malos pasos de baile que se podía arreglar con una mejor enseñanza.
— Solo digo la verdad, mi lady — Dijo el rubio manteniendo su perfecta sonrisa y la contemplaba como si fuera su mayor tesoro, que tenía que serlo, sin duda alguna ni se atrevería a mirar a ninguna otra mujer ahora que estaba comprometido. — Y disculpe, pero creo que tendrá que acostumbrarse a que voy a provocar sus sonrojos. También provoca los míos y eso que tampoco me gusta sonrojarme. — Declaró riendo por lo bajo mientras charlaban. — Me alegra que lo haga, mi Lady — Señaló haciendo una pequeña inclinación de cabeza cuando dijo que se veía guapo y que era galán. — Usted merece que sea así...— Volvió a decir.
Dejo que tomara su brazo y la llevo hasta el carruaje donde por supuesto comenzaban a ser más cercanos e informales. No eran observados y el cochero no diría nada. De todas formas, tenía que respetarla, ya que era una flor muy delicada. —Es que todo está a nuestro favor, y tenemos esa ventaja de ser amigos desde nuestra infancia. Estoy muy feliz que me haya aceptado a pesar de mi pero... — señaló despacio. —No tengo ningún problema en contarle mi historia, solo déjeme decirle que la respetaré y será la única para mi. — Señaló porque aunque seguía formal en sus palabras se expresaba mucho más con su mirada, era más coqueto y sincero. Porque no quería engañarla por nada, igual merecía una fluida y respetuosa charla. — Realmente me alegra saber que esta contenta con el compromiso, es que si... siempre llega la edad donde uno tiene que casarse y más vale que sea entre conocidos, ¿no cree? —Señaló el chico que luego asintió ante su comentario que hasta el clima los acompañaba.
—Supongo que debe conocer más que yo... conocí el lugar pero por fuera no había tiempo para ver todo en detalle. Cuando este en mis zonas le aseguró que la llevaré a todas las partes que quiera conocer. — Argumentó. El viaje era algo largo, pero se sentía muy ameno por la conversación que estaban teniendo, y lo cierto es que cuando se quedaban callados a Phill le gustaba mucho contemplarla. Amber realmente era muy bonita y sin duda alguna, tendría que reprimir esos deseos de besarla que era indebido antes del matrimonio.
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2. Llegaste tú
Y todo cambió
Iba a tener que acostumbrarse a los elogios de su ahora prometido, pues parecía muy dispuesto a continuar haciéndolo. La verdad lo de que no le dijera nada era solo broma, porque sí le agradaba escuchar sus palabras. Aunque si no era de las que se estuviera sonrojando por todo, por ello lo decía. Sonrió al escuchar que a él le sucedía lo mismo. — Está bien, después de todo estaremos a mano con lo de los sonrojos. Porque igual no pienso dejar de elogiar. — aseguró soltando una risita.
Estaba convencida de que su decisión era para bien. Se sentía afortunada de tener un poco de control sobre su futuro. Aunque fuera solo un poco. No todas las mujeres tenían esa oportunidad de salirse con la suya en cierto modo. Pues aun cuando sus padres habían confabulado para que las cosas se dieran de cierta manera, y fue el chico quien le pidió ser su prometida, estaba cumpliendo con todo las condiciones que ella tenía para aceptar ser la esposa de alguien. Las cuales eran que lo conociera, fuera alguien caballeroso, que la aceptara tal cual era y que hubiera la posibilidad de cultivar amor con el tiempo. No todos eran así, en especial eso de aceptarla como era. Sí, era cierto que ella quería ser aceptada, pero no implicaba que no estaba dispuesta a mejorar, pero debía de ser algo que naciera de ella. Como había ocurrido con su apariencia del día de hoy.
Ya estaba deseosa de llegar al parque y tener ese momento juntos. Pues era el comienzo de lo que construirían juntos. Ella solo miraba al futuro y no al pasado, pues sabía que él tenía sus sentimientos, pero estaba segura de que si se lo había propuesto era porque deseaba cumplirlo. Conocía a Phill, no era de andar dando alas e ilusiones si no pretendía cumplirlo. Era un chico recto. — Por conocerlo desde niña es que puedo confiar en que lo que me dice es en serio, es cierto. Aun teniendo en cuenta esa… relación. — confiaba en él, eso era un hecho y realmente esperaba estar en toda la razón.
— No tengo problema en escucharlo. Siempre es bueno tener todo claro. Pero tampoco quiero parecer intrusiva, por lo que solo si se siente listo para contarme. No pienso presionar para que lo haga, cuando crea que es el momento. — aseguró la morena, a ella no le gustaba que la presionaran, así que tampoco lo haría con él.
— Así es, era inevitable que llegara el momento. Por eso estoy más tranquila y hasta motivada. Pues es mejor casarse con alguien a quien quieres aun cuando no sea de forma romántica… aún. — Aclaró porque no pretendía que fuera un matrimonio solo por conveniencia, quería poco a poco ir ganando al chico. No sería fácil, pero esperaba poder lograrlo.
— Déjeme decirle que mi área favorita es el camino frente al lago. Hay por esa zona hermosos cisnes y flamencos. Podríamos dar una caminata por allí. Además de unos hermosos columpios. No sé, tal vez quiera rememorar nuestra niñez. ¿Recuerda cuando me ayudaba a meterme? Mis piernas eran muy cortas en aquel entonces para hacerlo por mi cuenta. — recordaba la anécdota con cariño. — Me encantaría también conocer los lugares que son especiales para usted. — aseguró la joven.
Estaba convencida de que su decisión era para bien. Se sentía afortunada de tener un poco de control sobre su futuro. Aunque fuera solo un poco. No todas las mujeres tenían esa oportunidad de salirse con la suya en cierto modo. Pues aun cuando sus padres habían confabulado para que las cosas se dieran de cierta manera, y fue el chico quien le pidió ser su prometida, estaba cumpliendo con todo las condiciones que ella tenía para aceptar ser la esposa de alguien. Las cuales eran que lo conociera, fuera alguien caballeroso, que la aceptara tal cual era y que hubiera la posibilidad de cultivar amor con el tiempo. No todos eran así, en especial eso de aceptarla como era. Sí, era cierto que ella quería ser aceptada, pero no implicaba que no estaba dispuesta a mejorar, pero debía de ser algo que naciera de ella. Como había ocurrido con su apariencia del día de hoy.
Ya estaba deseosa de llegar al parque y tener ese momento juntos. Pues era el comienzo de lo que construirían juntos. Ella solo miraba al futuro y no al pasado, pues sabía que él tenía sus sentimientos, pero estaba segura de que si se lo había propuesto era porque deseaba cumplirlo. Conocía a Phill, no era de andar dando alas e ilusiones si no pretendía cumplirlo. Era un chico recto. — Por conocerlo desde niña es que puedo confiar en que lo que me dice es en serio, es cierto. Aun teniendo en cuenta esa… relación. — confiaba en él, eso era un hecho y realmente esperaba estar en toda la razón.
— No tengo problema en escucharlo. Siempre es bueno tener todo claro. Pero tampoco quiero parecer intrusiva, por lo que solo si se siente listo para contarme. No pienso presionar para que lo haga, cuando crea que es el momento. — aseguró la morena, a ella no le gustaba que la presionaran, así que tampoco lo haría con él.
— Así es, era inevitable que llegara el momento. Por eso estoy más tranquila y hasta motivada. Pues es mejor casarse con alguien a quien quieres aun cuando no sea de forma romántica… aún. — Aclaró porque no pretendía que fuera un matrimonio solo por conveniencia, quería poco a poco ir ganando al chico. No sería fácil, pero esperaba poder lograrlo.
— Déjeme decirle que mi área favorita es el camino frente al lago. Hay por esa zona hermosos cisnes y flamencos. Podríamos dar una caminata por allí. Además de unos hermosos columpios. No sé, tal vez quiera rememorar nuestra niñez. ¿Recuerda cuando me ayudaba a meterme? Mis piernas eran muy cortas en aquel entonces para hacerlo por mi cuenta. — recordaba la anécdota con cariño. — Me encantaría también conocer los lugares que son especiales para usted. — aseguró la joven.
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2. Llegaste tú
y todo cambió
Se sentía muy bien al lado de Amber y solo sonrió que seguiría provocando sus sonrojos, lo cual no importaba que lo hiciera porque se sentiría bien mientras que los sonrojos no fueran por un escandalo que dudaba que pasara porque en el fondo sabía como mantener a raya a Amber y supuestamente ella también como controlarlo, creía que estaban en sincronía, su alianza estaba para ser una pareja perfecta dado que había mucha conexión y química entre ellos.
Ambos querían libertad, ambos pensaban diferente al resto, tenían todo para complementarse y lo que más le agradaba a Philippe que ambos se tenían mucho cariño y lealtad hacia el otro. Quería pensar que de verdad iba a salir todo muy bien.
Sinceramente creía que no era el momento para hablar de Malorie cuando iban en el carruaje creía que era mejor conversar en el parque donde estarían más cómodos y relajados de aquello. Igual como no quería dejarla con curiosidad y mucho menos ocultarle cosas de él, igual se adelantó un poco. — Fue una relación bonita que pensamos que iba a perdurar pero habían muchos factores en contra y nosotros mismos quisimos llevarlo aún así, finalmente no funcionó todo empezó a recaer y el amor se fue acabando, sé que me gusta aún pero no es parte de mi futuro y yo tampoco del suyo. — Exclamó el rubio que había tenido muchos problemas respecto a eso, y fue ahí que luego se volvió más mujeriego cuando empezaron esas dudas y la misma frustración. No se sentía orgulloso de aquello por mucho que para los hombres era más masculinidad y machismo si lograbas tener más de una mujer o amantes. —Ambos optamos para tener vidas más tranquilas y estábamos conscientes desde mucho antes que no iba a funcionar, luego llegué a casa y mis padres empezaron a decirme que debía casarme por mi edad y sí, soy sincero en decir que creo que nos sacamos ambos un gran peso de encima porque nos conocíamos desde antes y el cariño aún se mantenía, realmente quede impresionado en lo hermosa que se había vuelto y seguía manteniendo ese carácter tan atrayente para mi. —Philippe fue brutalmente sincero y directo, y no era solo porque la elogiaba para mantenerla cerca sino que estaba diciendo la verdad, se sentía seguro al lado de Amber y no quería pensar que todo esto era por conveniencia, realmente quería que su matrimonio fuera sano y sin problemáticas a diferencia del desborde y la explosión que había tenido con Malorie. Solo que tampoco rutinario, ya que veía que ambos se iban aburrir si eso ocurría.
—Exacto... aún... uno nunca sabe. — Murmuró con una sonrisa encantadora. Philippe quería lograr más solo que suponía que los otros actos por la sociedad se debían llevar a cabo después del matrimonio. — De acuerdo, iremos al área del lago y los columpios, claro que lo recuerdo, Amber... como también trataba de limpiar sus vestidos cuando se ensuciaba por lo mucho que corríamos por el patio y sin querer nos metíamos al lodo. Fueron buenos tiempos y sin presiones, imagino que igual terminaba regañada tal como me ocurría pero ya había valido la pena. — Luego de varias conversaciones en el carruaje, el tiempo paso volando y este se detuvo. El cochero les abrió la puerta y fue Philippe quién salió primero para ayudar a bajar a Amber. Luego intercambio palabras con el cochero que volvería más tarde así que tocaba dejar coordinada una hora.
Muy pronto que lo hizo simplemente dejo que Amber tomará su brazo y lo guiará hasta la zona que le decía. Lo cierto es que estaba más pendiente de ella que el paisaje y de vez en cuando saludaba a la gente que pasaba por su lado y quienes venían de frente, casi todas eran parejas solo que también habían familias.
Ambos querían libertad, ambos pensaban diferente al resto, tenían todo para complementarse y lo que más le agradaba a Philippe que ambos se tenían mucho cariño y lealtad hacia el otro. Quería pensar que de verdad iba a salir todo muy bien.
Sinceramente creía que no era el momento para hablar de Malorie cuando iban en el carruaje creía que era mejor conversar en el parque donde estarían más cómodos y relajados de aquello. Igual como no quería dejarla con curiosidad y mucho menos ocultarle cosas de él, igual se adelantó un poco. — Fue una relación bonita que pensamos que iba a perdurar pero habían muchos factores en contra y nosotros mismos quisimos llevarlo aún así, finalmente no funcionó todo empezó a recaer y el amor se fue acabando, sé que me gusta aún pero no es parte de mi futuro y yo tampoco del suyo. — Exclamó el rubio que había tenido muchos problemas respecto a eso, y fue ahí que luego se volvió más mujeriego cuando empezaron esas dudas y la misma frustración. No se sentía orgulloso de aquello por mucho que para los hombres era más masculinidad y machismo si lograbas tener más de una mujer o amantes. —Ambos optamos para tener vidas más tranquilas y estábamos conscientes desde mucho antes que no iba a funcionar, luego llegué a casa y mis padres empezaron a decirme que debía casarme por mi edad y sí, soy sincero en decir que creo que nos sacamos ambos un gran peso de encima porque nos conocíamos desde antes y el cariño aún se mantenía, realmente quede impresionado en lo hermosa que se había vuelto y seguía manteniendo ese carácter tan atrayente para mi. —Philippe fue brutalmente sincero y directo, y no era solo porque la elogiaba para mantenerla cerca sino que estaba diciendo la verdad, se sentía seguro al lado de Amber y no quería pensar que todo esto era por conveniencia, realmente quería que su matrimonio fuera sano y sin problemáticas a diferencia del desborde y la explosión que había tenido con Malorie. Solo que tampoco rutinario, ya que veía que ambos se iban aburrir si eso ocurría.
—Exacto... aún... uno nunca sabe. — Murmuró con una sonrisa encantadora. Philippe quería lograr más solo que suponía que los otros actos por la sociedad se debían llevar a cabo después del matrimonio. — De acuerdo, iremos al área del lago y los columpios, claro que lo recuerdo, Amber... como también trataba de limpiar sus vestidos cuando se ensuciaba por lo mucho que corríamos por el patio y sin querer nos metíamos al lodo. Fueron buenos tiempos y sin presiones, imagino que igual terminaba regañada tal como me ocurría pero ya había valido la pena. — Luego de varias conversaciones en el carruaje, el tiempo paso volando y este se detuvo. El cochero les abrió la puerta y fue Philippe quién salió primero para ayudar a bajar a Amber. Luego intercambio palabras con el cochero que volvería más tarde así que tocaba dejar coordinada una hora.
Muy pronto que lo hizo simplemente dejo que Amber tomará su brazo y lo guiará hasta la zona que le decía. Lo cierto es que estaba más pendiente de ella que el paisaje y de vez en cuando saludaba a la gente que pasaba por su lado y quienes venían de frente, casi todas eran parejas solo que también habían familias.
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2. Llegaste tú
Y todo cambió
Había momentos para todo, y sinceramente ahora no era el momento para hablar de la relación fallida de Philippe. Pero en definitiva, sí le gustaría saber, conocer dicha historia, pues era parte de su vida y prefería que no hubiera secretos entre ellos, aun cuando le creía que aquello quedara en el pasado. Ahora era el momento de ellos, de nadie más. Así que simplemente esperaría a que fuera él mismo quien decidiera cuando relatarle aquella parte de su vida.
— Entiendo, y no es necesario entrar en los detalles. Solo cuando creas que es el momento correcto. Hay cosas que no se van de la noche a la mañana. — afirmo la castaña. Se preguntaba que había ocurrido si, a los ojos de la Fairchild, Phill era el chico ideal. Suponía que lo más seguro, la intervención de terceros siempre estropeaba las cosas. Por eso era también que ella prefería tomar las decisiones por su cuenta, aun cuando fueran las que sus padres esperaban. Para que se dieran cuenta de que lo hacía, porque ella así lo quería, no porque nadie más se lo ordenara. Ella no estaba en este mundo para cumplir los caprichos de otros.
— Estaban igual que los míos. Recordando a cada momento que ya debía casarme. Lo peor es que aun cuando mi hermana es la que siempre tuvo más posibilidades, se ha tenido que quedar esperando por mí… porque ya sabes. Es costumbre que sea la mayor la primera en casarse. — lo cual lo encontraba tonto, si la otra encontraba un buen partido o tenía algún pretendiente dispuesto a casarse no veía porque tener que esperar su ‘turno’.
— Pero definitiva ha sido todo un peso de encima lo que nos hemos quitado. Y sí, el cariño sigue intacto… — no pudo evitar sentir algo de emoción ante sus palabras. Quizás no estaba enamorado de ella, pero estaba atraído por ella y le tenía cariño. Era más de lo que pudo pedir para un matrimonio pactado. — Mentiría, si le digo que no me atrae, se ha vuelto uno de los chicos más guapos que he conocido. —
Sí, Philippe era sincero, ella también lo era, y como estaban solo ellos dos en el carruaje, claro, sin contar al cochero, pues ella se sentía menos convida de hablar y dejar salir su forma de ser. — Excelente, igual, luego podemos comprar un poco de semillas y frutas para darle de comer a las aves. — Sugirió con entusiasmo. Aunque lo más que le dio entusiasmo fue el columpio, pues estaba lleno de recuerdos. — Por supuesto que me regañaban, y no podía salir del baño hasta que el último gramo de tierra no saliera de mi cuerpo. — Recordó soltando una risita de solo imaginar la escena. — Hacías todo lo que podías por limpiarlos, solo que a veces simplemente era caso perdido y no salía del todo la evidencia. ¿No lo llegaban a regañar por ello? Ya sabe, la influencia. — no podía evitar dejar de sonreír. Cosa de niños, quizás por eso a pesar de las regañadas al final no le prohibían del todo volverlo hacer.
— Por suerte aquí no hay lodo y solo hay un lindo y verde césped. — aseguro la joven dando a entender que no debía de preocuparse por su vestido esta vez. Al llegar la chica tomo su brazo y salió del carruaje. Comenzaron la caminata y la chica miraba con ilusión el lugar hasta que sus ojos se posaron en una pequeña bola de plumas que parecía perdida. — Detengamos nos un momento… yo no soy muy la chica de los animales, esa es mi hermana, pero mira. Está solito. ¿Crees que se le perdió su madre? Pobrecito. — dijo señalando un bebé flamenco que vagaba solo por el camino que bordeaba el lago.
— Entiendo, y no es necesario entrar en los detalles. Solo cuando creas que es el momento correcto. Hay cosas que no se van de la noche a la mañana. — afirmo la castaña. Se preguntaba que había ocurrido si, a los ojos de la Fairchild, Phill era el chico ideal. Suponía que lo más seguro, la intervención de terceros siempre estropeaba las cosas. Por eso era también que ella prefería tomar las decisiones por su cuenta, aun cuando fueran las que sus padres esperaban. Para que se dieran cuenta de que lo hacía, porque ella así lo quería, no porque nadie más se lo ordenara. Ella no estaba en este mundo para cumplir los caprichos de otros.
— Estaban igual que los míos. Recordando a cada momento que ya debía casarme. Lo peor es que aun cuando mi hermana es la que siempre tuvo más posibilidades, se ha tenido que quedar esperando por mí… porque ya sabes. Es costumbre que sea la mayor la primera en casarse. — lo cual lo encontraba tonto, si la otra encontraba un buen partido o tenía algún pretendiente dispuesto a casarse no veía porque tener que esperar su ‘turno’.
— Pero definitiva ha sido todo un peso de encima lo que nos hemos quitado. Y sí, el cariño sigue intacto… — no pudo evitar sentir algo de emoción ante sus palabras. Quizás no estaba enamorado de ella, pero estaba atraído por ella y le tenía cariño. Era más de lo que pudo pedir para un matrimonio pactado. — Mentiría, si le digo que no me atrae, se ha vuelto uno de los chicos más guapos que he conocido. —
Sí, Philippe era sincero, ella también lo era, y como estaban solo ellos dos en el carruaje, claro, sin contar al cochero, pues ella se sentía menos convida de hablar y dejar salir su forma de ser. — Excelente, igual, luego podemos comprar un poco de semillas y frutas para darle de comer a las aves. — Sugirió con entusiasmo. Aunque lo más que le dio entusiasmo fue el columpio, pues estaba lleno de recuerdos. — Por supuesto que me regañaban, y no podía salir del baño hasta que el último gramo de tierra no saliera de mi cuerpo. — Recordó soltando una risita de solo imaginar la escena. — Hacías todo lo que podías por limpiarlos, solo que a veces simplemente era caso perdido y no salía del todo la evidencia. ¿No lo llegaban a regañar por ello? Ya sabe, la influencia. — no podía evitar dejar de sonreír. Cosa de niños, quizás por eso a pesar de las regañadas al final no le prohibían del todo volverlo hacer.
— Por suerte aquí no hay lodo y solo hay un lindo y verde césped. — aseguro la joven dando a entender que no debía de preocuparse por su vestido esta vez. Al llegar la chica tomo su brazo y salió del carruaje. Comenzaron la caminata y la chica miraba con ilusión el lugar hasta que sus ojos se posaron en una pequeña bola de plumas que parecía perdida. — Detengamos nos un momento… yo no soy muy la chica de los animales, esa es mi hermana, pero mira. Está solito. ¿Crees que se le perdió su madre? Pobrecito. — dijo señalando un bebé flamenco que vagaba solo por el camino que bordeaba el lago.
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2. Llegaste tú
y todo cambió
Las mujeres tendían a ser muy curiosas, pero mal que su prometida no era de esos casos. Más bien era bastante empática y trataba de ponerse en el lugar que no era el sitio para ponerse hablar de un antiguo amor que de a poco pensaba dejar ir. Malorie iba a ser feliz por su cuenta y por su parte trataría de hacer lo mismo, intentaría a ser feliz con Amber. Asintió dejando en claro que estaba agradecido con sus palabras. Sacaron otro tema para mantenerse entretenidos en una charla dentro del carruaje. —No se preocupe, mi lady. Nos vamos a casar rápido y su hermana podrá hacerlo. Bueno como debe estar enterada mi hermano la pretende desde hace mucho así que solo quiere hacerlo, no está muy contento solo que tiene paciencia. — De todas formas no quedaba más que obedecer las normas, la boda se realizaría en la brevedad porque realmente no tenían que esperar tanto pues se conocían hace mucho y estaban bien, no necesitaban tanto del cortejo, él tenía que volver a su pueblo y encargarse de la administración junto a su padre para mantener bien la economía y todo de dicho lugar. No tenían que alejarse por mucho, seguro su padre ya volvería en unos días mientras que él se quedaría. Ya su hermana dictaba que quería quedarse con él.
—Yo también siento un gran aprecio, cariño y atracción por usted por eso creo que la boda esta bien en fecha, o sea sí que necesitamos una por mucho que el mes ya se confirmo. —A su vez si tenían que ir a la iglesia y confirmar el día. Había mucho por hacer aún y si que ambos estarían ocupados al igual que con su fiesta de compromiso que se celebraría en uno de esos días.
Salieron del carruaje y comenzaron a caminar. — Es una buena idea. ¿Dónde venden las semillas?— Preguntó dando esos primeros pasos mientras miraba a su alrededor y principalmente se fijaba en ella. Recordar la niñez era absolutamente nostálgico y tierno, es que tenían una muy buen amistad y Phill tendía protegerla mucho. Todos estaban pendientes de Eileen y Amber era muchísimo más rebelde la dejaban de lado sin esa mal intención creyendo que no tenía mucho remedio así que se iba a su lado, la ayudaba y se ensuciaban trataba de limpiar sus zapatos o el vestido. — Tuve regaños, sí... aunque no muchos. Por el contrario de usted si solía comportarme aunque nunca declararon que era una mala influencia solo decían que habían niños más inquietos que otros...No puedo negar que si me corregían todo el tiempo, se cansaron de hacerlo cuando vieron que tendía ayudarte. — Le contaba con cariño es que si la realidad era Amber quién tenía las ideas y Phill las seguía, era muy divertido y se salía de su estricta rutina que no era demasiado para un infante, fue la única que lo hizo sentir libre y bueno, sus padres se percataron que con ella era feliz, suponía que era por esos recuerdos que insistieron que el compromiso fuera con ella.
Se detuvo sin entender muy bien cuando se percató del pequeño flamenco que estaba solo. — Oh... quizás su madre debe estar por ahí. — Dijo mientras tomaba a la pequeña ave. Soltó un ruidito. — Uh... está herida. ¿Dónde podemos llevarla? — El parque debería tener un lugar para sanar a los animales que tenían cual especie era. Seguro se había perdido y dañado a la vez. Era imposible dejar a esa pequeña ave sola y dejarla toda herida en el camino estaba cerca del césped y la laguna estaba a distancia.
—Yo también siento un gran aprecio, cariño y atracción por usted por eso creo que la boda esta bien en fecha, o sea sí que necesitamos una por mucho que el mes ya se confirmo. —A su vez si tenían que ir a la iglesia y confirmar el día. Había mucho por hacer aún y si que ambos estarían ocupados al igual que con su fiesta de compromiso que se celebraría en uno de esos días.
Salieron del carruaje y comenzaron a caminar. — Es una buena idea. ¿Dónde venden las semillas?— Preguntó dando esos primeros pasos mientras miraba a su alrededor y principalmente se fijaba en ella. Recordar la niñez era absolutamente nostálgico y tierno, es que tenían una muy buen amistad y Phill tendía protegerla mucho. Todos estaban pendientes de Eileen y Amber era muchísimo más rebelde la dejaban de lado sin esa mal intención creyendo que no tenía mucho remedio así que se iba a su lado, la ayudaba y se ensuciaban trataba de limpiar sus zapatos o el vestido. — Tuve regaños, sí... aunque no muchos. Por el contrario de usted si solía comportarme aunque nunca declararon que era una mala influencia solo decían que habían niños más inquietos que otros...No puedo negar que si me corregían todo el tiempo, se cansaron de hacerlo cuando vieron que tendía ayudarte. — Le contaba con cariño es que si la realidad era Amber quién tenía las ideas y Phill las seguía, era muy divertido y se salía de su estricta rutina que no era demasiado para un infante, fue la única que lo hizo sentir libre y bueno, sus padres se percataron que con ella era feliz, suponía que era por esos recuerdos que insistieron que el compromiso fuera con ella.
Se detuvo sin entender muy bien cuando se percató del pequeño flamenco que estaba solo. — Oh... quizás su madre debe estar por ahí. — Dijo mientras tomaba a la pequeña ave. Soltó un ruidito. — Uh... está herida. ¿Dónde podemos llevarla? — El parque debería tener un lugar para sanar a los animales que tenían cual especie era. Seguro se había perdido y dañado a la vez. Era imposible dejar a esa pequeña ave sola y dejarla toda herida en el camino estaba cerca del césped y la laguna estaba a distancia.
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2. Llegaste tú
Y todo cambió
La muchacha estaba consciente de que no podía esperar que olvidara a la otra chica de la noche a la mañana. Pero que al mismo tiempo debía de confiar en que el muchacho cumpliría su palabra. Para fortuna de Amber, no se trataba de cualquier chico, se trataba de su amigo de la infancia, en quien confiaba. Así que no habría reparo en creer que lo que le estaba diciendo era cierto, pues confiaba en él.
— Tiene razón, en cierto modo esto nos beneficia no solo a nosotros, también a ellos. Así que más le vale a tu hermano a no perder tiempo en formalizar con mi hermana tan pronto nosotros nos casemos. — sí, que igual lo mantendría vigilado. El hermano de Philippe no era tan serio y caballero con él. Le causaba ciertas dudas, pero quería pensar que mientras lo que sintiera por su hermana fuera genuino, lo demás no importaba. Su confirmación de que también la quería y le atraía la había dejado más que contenta. Era como si ambos estuvieran sincronizados en un mimo pensamiento. Nadie podría decir que estaban tomando una mala decisión, porque a su parecer estaba siendo la más acertada que había podido elegir en su vida. — Sí, es cierto. Debe ser un día que la mayoría de los invitados puedan estar disponible. Tal vez un sábado o viernes. Aunque creo que si nos ponemos a establecer fechas exactas a solas, nuestros padres no estarán contentos. — comento soltando luego una risita. Bien sabia lo mucho que amaban pensar que tenían el control. Solo pensarlo porque la verdad es que con ellos no lo estaban teniendo para nada.
Por andar con sus terqueadas es que igual se había perdido bastante de cosas como estas. Pues ningún chico se había atrevido a cortejarla por su forma de ser… no al menos uno que pasara del primer cortejo. Solo que esta vez era distinto porque ella deseaba que todo saliera bien. — Creo que hay un pequeño puesto golosinas más adelante que pertenece a un anciano quien también las vende. — señaló Amber a su prometido en cuanto a las semillas y frutas.
Recordar es vivir, y ella en estos momentos le llegaban a su mente demasiados lindos recuerdos de cuando eran niños. Cuantas travesuras hicieron. Eran momentos inolvidables. — Es que siempre ha sido un caballero, incluso de niño, que sin importar que no estuviera bien visto solo pensaba en ayudarme. Como a toda dama en apuros, aun cuando yo no me estuviera comportando como tal. — comento negando y soltando una risita.
La pareja caminaba por aquel parque, disfrutando de la vista hasta que se toparon con aquel peculiar hallazgo. Fue Philippe quien recogió al ave. — Ay, no, pobrecillo. Debemos ayudarlo con más razón. — Respondió mientras se acercaba a ver al pequeño flamenco en brazos del chico. — Quizás podemos preguntarle al caballero del puesto de semillas. Algo debe saber, más aún si vende el alimento que les dan a las aves de aquí. — supuso la muchacha. — Sígame. — dijo tomando los costados de su falda para que no se le fuera a enredar en los pies, pues iba a un paso ligero. Para ella esto era toda una emergencia.
— Buenos días. ¿Podría indicarnos en qué dirección está el área donde se encargan de los animales enfermos y heridos del parque? Es que encontramos a este pequeño. — dijo señalando el animalito que Phill sostenía. — Buenos días, jóvenes. Entiendo, bueno. ¿Ven aquella área donde están los árboles llenos de flores? Justo detrás de los árboles, el pequeño edificio que allí se encuentra. Ese es el lugar que están buscando. — señalo el anciano de manera amable. — ¿No van a comprar nada? Digo, puede que igual tenga hambre. — por supuesto que el hombre no iba a desperdiciar la oportunidad. Por lo que Amber solo miro a Phill esperando por su respuesta.
— Tiene razón, en cierto modo esto nos beneficia no solo a nosotros, también a ellos. Así que más le vale a tu hermano a no perder tiempo en formalizar con mi hermana tan pronto nosotros nos casemos. — sí, que igual lo mantendría vigilado. El hermano de Philippe no era tan serio y caballero con él. Le causaba ciertas dudas, pero quería pensar que mientras lo que sintiera por su hermana fuera genuino, lo demás no importaba. Su confirmación de que también la quería y le atraía la había dejado más que contenta. Era como si ambos estuvieran sincronizados en un mimo pensamiento. Nadie podría decir que estaban tomando una mala decisión, porque a su parecer estaba siendo la más acertada que había podido elegir en su vida. — Sí, es cierto. Debe ser un día que la mayoría de los invitados puedan estar disponible. Tal vez un sábado o viernes. Aunque creo que si nos ponemos a establecer fechas exactas a solas, nuestros padres no estarán contentos. — comento soltando luego una risita. Bien sabia lo mucho que amaban pensar que tenían el control. Solo pensarlo porque la verdad es que con ellos no lo estaban teniendo para nada.
Por andar con sus terqueadas es que igual se había perdido bastante de cosas como estas. Pues ningún chico se había atrevido a cortejarla por su forma de ser… no al menos uno que pasara del primer cortejo. Solo que esta vez era distinto porque ella deseaba que todo saliera bien. — Creo que hay un pequeño puesto golosinas más adelante que pertenece a un anciano quien también las vende. — señaló Amber a su prometido en cuanto a las semillas y frutas.
Recordar es vivir, y ella en estos momentos le llegaban a su mente demasiados lindos recuerdos de cuando eran niños. Cuantas travesuras hicieron. Eran momentos inolvidables. — Es que siempre ha sido un caballero, incluso de niño, que sin importar que no estuviera bien visto solo pensaba en ayudarme. Como a toda dama en apuros, aun cuando yo no me estuviera comportando como tal. — comento negando y soltando una risita.
La pareja caminaba por aquel parque, disfrutando de la vista hasta que se toparon con aquel peculiar hallazgo. Fue Philippe quien recogió al ave. — Ay, no, pobrecillo. Debemos ayudarlo con más razón. — Respondió mientras se acercaba a ver al pequeño flamenco en brazos del chico. — Quizás podemos preguntarle al caballero del puesto de semillas. Algo debe saber, más aún si vende el alimento que les dan a las aves de aquí. — supuso la muchacha. — Sígame. — dijo tomando los costados de su falda para que no se le fuera a enredar en los pies, pues iba a un paso ligero. Para ella esto era toda una emergencia.
— Buenos días. ¿Podría indicarnos en qué dirección está el área donde se encargan de los animales enfermos y heridos del parque? Es que encontramos a este pequeño. — dijo señalando el animalito que Phill sostenía. — Buenos días, jóvenes. Entiendo, bueno. ¿Ven aquella área donde están los árboles llenos de flores? Justo detrás de los árboles, el pequeño edificio que allí se encuentra. Ese es el lugar que están buscando. — señalo el anciano de manera amable. — ¿No van a comprar nada? Digo, puede que igual tenga hambre. — por supuesto que el hombre no iba a desperdiciar la oportunidad. Por lo que Amber solo miro a Phill esperando por su respuesta.
Amber · Mansión Fairchild luego el Parque · con Philippe
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