Dinamita

Aún era temprano. En condiciones normales todavía esperaría una hora más para salir, pero... Bueno, así había más noche por delante, ¿no? Además, estaba de buen humor. De tan buen humor que estaba dispuesto a no salir solo de esa casa. Al fin y al cabo, no había quedado con nadie en concreto, solo iba... A salir, a ver qué se encontraba. No le importaba salir de allí acompañado. Por tal de que no le tocaran mucho los cojones y le aguaran la fiesta... Nah, lo dicho, estaba de buen humor. El que quisiera amargarse, que se amargara solo. No sería la primera vez que dejaba a un pamplinas tirado y se iba a otra parte a buscar a gente más soportable.

Se arregló el pelo frente al espejo y se tiró de los cuellos de la camisa azul eléctrico que se había puesto. Muy guapo. Se follaría si pudiera. Anda, a ver si tengo suerte y me encuentro con alguno que piense lo mismo... Por ahora iba a sacar al porno-escritor de su cueva, a ver como se las gastaba en ambientes menos controlados. Ya esa mañana le había dejado caer que esa noche había fiesta, así que esperaba que no se hiciera mucho de rogar. Porque Patrick no rogaba a nadie.

Vamos que nos vamos. Dijo entrando por la habitación de Max dando una palmada. Se sorprendió al verle empanado perdido (bueno, no era ninguna sorpresa, pero esperaba verle al menos dispuesto para salir). Abrió los brazos en cruz. ¿Todavía estás así? ¡Venga, que no tengo toda la noche! Porque él había dado por hecho que ese se iba con él de fiesta. Que a más tarde salgamos más orcos nos encontramos. Venga, con brío. Le arreó y salió de allí rumbo a su habitación de nuevo.

Cogió su cartera, las llaves y se echó colonia por segunda vez. Volvió a repasarse el pelo ante el espejo y de nuevo fue hacia el cuarto de Max. Esperaba que le hubiera dado tiempo ya a vestirse. Pero al pasar de su cuarto al del otro... Vio la puerta de Adrien abierta. Y se le esbozó una sonrisilla malvada en el rostro. Y con esta puesta, se plantó en la habitación de Max y apoyó el brazo en el quicio de la puerta. ¡Tss! ¡Eh! Lo llamó, como si quisiera llamar la atención de alguien que pasaba por ahí. Tenía una cara de niño a punto de hacer una travesura que no podía con ella. ¿Nos llevamos al francés? Porque dudaba que Doctor House se quisiera unir. Pero el otro... Pagaría por verle borracho.

No esperó la respuesta de Max. Se giró sobre sus talones y, apoyando esta vez la espalda en el quicio de la puerta, bramó desde allí. ¡¡EEH, VIVALDI!! FIESTA ESTA NOCHE. TÚ, YO, MAX Y LO QUE SURJA, ¿TE APUNTAS? Se giró hacia Max y le guiñó un ojo con una sonrisa, como si, efectivamente, hubiera hecho una travesura. Y entonces vio pasar por allí al sanitario del grupo. Tú también estás invitado. Hay Patrick para todos.

Dinamita

Era posible que hubiera perdido la cuenta de los minutos que llevaba mirando a ese punto en la pared mientras reflexionaba los acontecimientos que iba a describir en el libro y si la manera de enlazarlo uno con otro tenía sentido. Aunque también había una posibilidad enorme de que en lugar de minutos fueran horas, porque nunca se sabía cuando uno estaba concentrado.
Y si te concentrabas para hacer algo de provecho era maravilloso... Pero concentrarse para no avanzar nada era... ¡Una maldita mierda!

Así que cuando escuchó a Patrick entrar en su habitación diciéndole lo de fiesta... Volvió a mirar al punto de la pared. Fiesta...
¿Y por qué no? De todas formas no estaba haciendo nada...
Se levantó y se puso cualquier cosa, unos pantalones ajustados y una camisa holgada blanca. No podía decir cuándo había sido la última vez que había salido a despejarse, pero de verdad...
Salir con chicos más o menos de su edad, charlar, bailar... ¡Y beber! No era muy amante de esas cosas, pero en aquel momento pensó que lo necesitaba.

—¿Pero qué no íbamos todos?—Preguntó al chico que, apoyado en su puerta, estaba preguntando por el francés. Así lo había entendido Max al menos, una salida de compañeros de piso. Aunque aquellas cosas a veces salieran mal pero... no iba a ser negativo. No. A intentar que no.
Sonrió un poco, que raro era que él fuera el primer integrante de un plan para salir...  Ah pero se ponía un poco nervioso.

Bueno, tampoco era para tanto, salir y ver. Tal vez el mismo Patrick tuviera razón, no le iba a hacer mal experimentar un poco y recordar los cosquilleos de mirar a alguien, no saber si te mira, si se va a acercar...
Esas tonterías de las que escribía y ni recordaba qué eran.
Ah... el gel hidroalcoholico, con esos pantalones tan ajustados sería un problema pero lo metió en el bolsillo igual y salió de la habitación, revolvió su pelo y listo.

—¿Pero no vamos todos?—Volvió a preguntar, aquello empezaba a ser un tanto confuso.

Dinamita

Nada, llevaba todo el día encerrado en su habitación y no había sido capaz de componer nada decente, incluso se había olvidado de comer y ahora su estómago rugía con fuerza.

Suspiró y se echó hacia atrás en la silla revolviéndose el pelo, no podía bloquearse justo ahora, la semana que viene tenía que exponer su composición delante de toda la escuela y no había podido evitar alardear de que iba a dejarlos a todos con la boca abierta, malditos fueran él y su puñetero ego.

—¡Maldita sea!— frustrado arrancó —otra vez— la hoja del cuaderno y la tiró al suelo, para ser tan ordenado y maniático de la limpieza su habitación ahora mismo parecía una auténtica pocilga, llena de papeles inservibles, de melodías que no querían dejarse escribir, de notas perdidas.

Quizás lo mejor era dejarlo por hoy, salir un rato a que le diese el aire fresco sería buena idea, aún no había paseado mucho por las calles de Brooklyn, apenas le había dado tiempo a descubrir rincones escondidos que le sirviesen de inspiración.

Decidido se arregló un poco y salió justo cuando oyó un grito, no le había dirigido la palabra a Patrick desde que llegaron los nuevos, después de lo que pasó el domingo había decidido ignorarlo por completo y no quedarse a solas con él de ningún modo, no se fiaba de sí mismo y mucho menos de él y no quería repetir una estupidez que a la larga no les iba a traer nada más que problemas.

—¿Fiesta?— miró hacia sus tres compañeros, aunque salvo Patrick, el resto parecía tan desconcertado como él, apenas cruzaban palabras unos con otros estando en el apartamento ¿y ahora se iban a ir de fiesta como colegas? Y bueno, ¿no sería esa la forma de conocerse un poco más e intentar romper el ambiente tenso que había entre todos? Al menos Max parecía un chico agradable, a Patrick podía no hacerle ni caso y a Alexis podía tantearlo para ver si al menos se podían llevar cordialmente o lo metía en la lista negra junto a Patrick.

—Está bien, ¿por qué no?— se encogió de hombros, ¿qué era lo peor que podía pasar?.

Dinamita

Madre mía la empanada mental del porno-escritor, con lo espabilado que estaba para el bolígrafo. Suspiró haciendo rodar los ojos. Sí, hijo, sí, vamos todos. Bueno, a ver esos dos qué contestan. Muy rápido había dado él por hecho que iban todos.

Y entonces apareció el francés. Otro que no se enteraba. Pero antes de que pudiera soltarle un comentario irónico, dijo que sí, que "por qué no". Dio una palmada y empezó a reír como un niñato de instituto, al tiempo en que colocaba un brazo por encima de los hombros del violinista y le daba un apretón contra su costado. Ese es mi chico. Probablemente lo más bonito que le hubieran dicho en los días que llevaban de convivencia.

Le soltó y volvió a dar una palmada. Venga, no se hable más. Tú vente también, que lo estás desando. Le dijo al médico al pasar por su lado, dándole un toque con el reverso de la mano en el brazo. Que no se hiciera de rogar porque no le iba a perseguir, además de que él ya estaba en la puerta con las llaves en la mano.

Saliendo del apartamento fue relatando lo que se les venía encima a sus compañeros, caminando un par de pasos por delante de ellos. Os voy a llevar a un sitio... Juntó todos los dedos y se los llevó a los labios, dando un beso al aire con un aire de chef italiano. Vosotros confiad en mí, que de otras cosas no, pero de fiestas entiendo un rato. Se giró para mirarles pero no dejó de andar, aunque de espaldas. Esta noche no hay límites. No quiero lloros, ni quejas, ni líneas rojas. Ya sabéis todos donde está la casa si no queréis seguirme el ritmo. Había pedido un Uber desde la casa y ahí estaba, esperándoles. Amplió la sonrisa y, como si fuera un chófer de lujo, abrió la puerta trasera del vehículo y señaló a su interior con un reverencial gesto de su brazo. Caballeros.

Dinamita

Pues aunque Patrick le dijera de ese modo que si que iban a ir todos, le parecía que la cosa era un tanto improvisada o que aquellos dos acababan de enterarse.
Bueno en realidad él también, si echaba cuentas, pero es que había estado demasiado ensimismado en su mundo de tinta que no acababa de salir.
Así que solo sonrió por ver que el resto también irían.

No era que fueran amigos, ni mucho menos, no había tenido mucho contacto con ninguno desde que se había instalado allí, pero eran caras amigas y eso siempre era mejor que nada. Tal vez así estrecharan un poco lazos, no era lo suyo pero si que era posible que salir del cascarón un poquito le viniera bien, a fin de cuentas, no siempre había estado así, aquello era el límite de una maldita situación de estrés que estaba acabando con él...
Y no pudo evitar dedicar una sonrisa a esos dos, cuando Patrick agarró a Adrien y le dijo que ese era su chico... Pero qué cucos, o algo por el estilo. En fin.

Solo preparó sus escasas cosas y siguió a Patrick, frunciendo un tanto el ceño por esas ganas de desfase... Miró al resto un tanto confuso. Eso de que no había líneas rojas no sonaba muy bien... Al menos para alguien que le encantaba las pautas y todo bien marcado...
Aunque probablemente se le fuera en cuanto diera el primer trago.
Se subió al coche y dio golpecitos sobre sus muslos con cierta impaciencia, mientras miraba por la ventana casi como un crío al que llevan al zoo.
¿Qué clase de fiestas frecuentaría Patrick? ¿O locales?
Claro que eso también le hacía reflexionar sobre el tipo de lugares al que le gustaría ir un amante de la música clásica o un estudiante de medicina que no pasaba demasiado por casa.

Aunque sin duda lo más curioso de pensar era... ¿Y qué clase de fiestas le gustaban a él mismo? Oh... debió llevar un cuaderno para anotar cosas...
No, no, nada de trabajo esa noche. ¡A divertirse!
O al menos esperaba no ser el de los lloros...

Dinamita

No lo vio venir y antes de darse cuenta Patrick estaba pegado a él, tratándolo como a un ¿colega? ¿ese es mi chico? ¿a qué estaba jugando? la última vez, cuando había cortado, bueno, lo que fuese que iba a pasar en aquella habitación —ya nunca lo sabrían— le había parecido que tenía ganas de asesinarlo y ahora ahí estaba, haciendo como si nada hubiese pasado, ¿significaba eso que Patrick estaba siendo más maduro que él? porque eso sí que no se lo podía permitir, no quería quedar como el niñato que no era capaz de superar un estúpido beso, mínimo tenía que seguir conviviendo un maldito año entero con él, así que más le valía cambiar la actitud, por su salud mental al menos.

Puso los ojos en blanco, pero no pudo evitar medio sonreír por lo entusiasmado que se le veía —nos vendrá bien distraernos un poco— comentó con Max y Alexis mientras todos lo seguían.

El discurso ya no le gustó tanto, ¿confiar en él? para nada, ¿líneas rojas? pues Adrien tenían unas cuantas que no estaba dispuesto a cruzar.

Beber, charlar, bailar, disfrutar un rato, hasta ahí todo bien, por mucho que sus compañeros pensasen que tenía un palo metido por el culo, él también sabía divertirse, le costaba hacer amigos duraderos por sus manías y cambios de humor, pero colegas tenía unos cuantos y no era la primera vez que salía de fiesta y se dejaba llevar —tú diviértete a tu manera y deja que los demás hagan lo mismo— medio amenazó antes de montarse en el coche, es que conociéndolo era capaz de echarle droga en la bebida, lo estaría vigilando, por si acaso.

No tardaron mucho en llegar y después de pagar entre todos se quedó mirando el local, no sabía si sería un buen sitio o no porque aún no conocía nada de Nueva York, pero no dudó en seguir a Patrick hacia la entrada e instar a Max para que hiciese lo mismo, la suerte estaba echada.

Dinamita

Se montó en el coche y saludó al conductor con un gesto de la cabeza y una sonrisa coleguera. Buenass. Como si le conociera de toda la vida. Aunque realmente... Sí que "lo conocía" de antes. Había hecho ciertas gestiones con él para esa noche.

Vio como entraban el francés y el de los rizos en el coche mientras que el otro se rajaba a última hora y se piraba de allí. Puso los ojos en blanco. ¿Tenemos ya la hora de la muerte para Doctor House? Si es que sabía que no iba a poder seguirle el ritmo, en cuanto oyó lo de las líneas rojas salió corriendo el tío. Mira, mejor, así no les aguaba la fiesta. En fin, que no decaiga. Cierra la puerta, Shakespeare. Y, tras el pequeño impass, volvió a su sonrisa de líder de grupo.

Dio un par de palmadas sobre el asiento del piloto y le tendió un pequeño papel. Esta es tu hoja de ruta hoy. Rumbo a fiesta número uno. Y arrancó. Él se giró para mirar a los otros, arqueando peligrosamente las cejas. Ni se había molestando en ponerse el cinturón. Ya iba apuntando maneras. Aquí nuestro amigo... Perdona, ¿cómo te llamabas? Adam. Adam. Continuó, señalándole con una mano. Está contratado a servicio de un menda para toooooda la noche, con un set de fiestas preparado por MI a cual más guapa. Nos aburrimos de una, nos vamos a otra. Les guiñó un ojo, con un gesto de la cabeza de galán de barrio. Y ni que decir tiene que esto va... Hizo un gesto ascendente con la mano, como si fuera un avión despegando. In crescendo... Le arqueó las cejas a Adrien. Anda, con terminología musical y todo, ¿cómo te quedas?

No tardaron en llegar a la primera fiesta. De hecho, tardaron tan poco que bien podrían haber ido andando, pero Patrick no iba a gastar ni un ápice de sus energías en algo tan vulgar como andar, con toda una noche de fiesta por delante. En marcha, señores.

Dinamita

Tal vez que Alexis se echara atrás debía haberle alertado de que una fiesta sin líneas rojas de desfase con tus compañeros de piso no era una buena idea, exactamente...
Pero tampoco podía pensar en cosas demasiado enrevesadas. Solo iban a pasarlo bien y distraerse un poco, al menos en su inocente mente que en los últimos meses parecía funcionar más lenta de lo habitual.

¿Lo de Shakespeare iba por él? Miró hacia un lado y cuando se dio cuenta de que era el que estaba junto a la puerta, pues la cerró.
Vio la forma en la que hablaba con el conductor y le daba una hoja, también se lo presentaba.—Hola Adam.—Dijo moviendo su mano a forma de saludo con una sonrisa.
Aquello parecía muy elaborado para salir un poco a despejarse, una hoja de ruta donde irían de fiesta en fiesta... No pudo evitar sonreír algo impresionado y lamentarse de no tener su cuaderno para tomar notas, sonaba a premisa interesante para una de sus escenas de descontrol.

Sonrió mientras explicaba todo el plan que parecía haber seleccionado personalmente—y eso al parecer era garantía de éxito—no solo por lo que decía, si no por cómo lo decía, con esos gestos y...
Oh... ese comentario musical para contentar a Adrien.
Se le escapó una sonrisa algo pícara, mirando a Patrick y luego al francés de nuevo. De verdad que adorables. Chico fiestero mal hablado con músico refinado. Podría sacar una nueva trilogía de eso.

—¡Fiesta!—Dijo aplaudiendo un poco. Si que le iba a venir bien, si. Solo esperaba no pasarse demasiado con el alcohol y llegar al punto de no recordar nada. Porque no tenía sus notas, y allí había cosas interesantes a tener en cuenta.
¿De nuevo estaba pensando demasiado? ¡Que salía para despejarse! Si pasaba todo el tiempo pensando en el trabajo no iba a servir de nada.—Creo que necesito una copa.—Añadió, dejando sus manos en sus muslos.

Dinamita

Suspiró cuando Alexis fue el primero en echarse atrás, pero la verdad es que no lo culpaba, teniendo en cuenta que Patrick era el artífice de todo eso, de hecho ni siquiera entendía porqué él seguía allí, quizás porque a pesar de que todo en su mente le gritaba que era una mala idea y que debería haberse quedado en casa intentando componer un poco más, pero otra parte —la más temeraria— sentía curiosidad por saber qué tenía planeado, por verlo en acción, por saber si era tan catastrófico como podía imaginar o si incluso conseguía sorprenderlo y bueno, la curiosidad mató al gato, Adrien tendría que haberlo tenido en cuenta antes de cruzar las puertas de aquel local.

—¿Se puede saber cuánto tiempo llevas planeando todo esto?— porque a él le habría costado meses, pero Patrick ya parecía conocerse todo aquello demasiado bien, al chófer parecía conocerlo de antes y seguramente los locales a los que iban a ir fuesen frecuentados por él, bueno, Adrien solo pensaba probar en uno y luego se iría, sí, eso haría.

No pudo evitar medio sonreír al ver a Max tan emocionado, el chico le parecía muy curioso y en cierta parte tierno y adorable, seguía pensando que era con el único que podía llevarse realmente bien en aquel apartamento de locos.

—Sí, creo que yo también— los siguió a ambos hasta la barra y se sentó en uno de los taburetes vacíos, hacía demasiado tiempo que no iba a un sitio de copas, no solía beber y cuando lo hacía se limitaba al vino, pero no quería quedar como un idiota así que miró la cantidad de botellas que había, hasta que encontró una que le sonaba de su país natal, había visto como su padre se la pedía en alguna ocasión —yo quiero de eso, absenta, solo un chupito— no pretendía ponerse borracho, solo un poco contento, lo suficiente para desenvolverse, relajarse y pasárselo bien.

Esperó a que Patrick y Max pidiesen sus bebidas y se quedó mirándolos, ¿que se hacía en estas ocasiones? ¿Proponía un brindis o quedaría demasiado ridículo? ¿se bebía el chupito de un trago o mejor le daba sorbos pequeños para que le durase más? Arrugó la nariz y esperó a que Patrick fuese el primero en actuar, ya que era el más puesto en aquel tema.

Dinamita

Patrick ya estaba moviendo el cuello al ritmo de la música, mordiéndose el labio con hambre y analizando la fauna local nada más entró en la fiesta. Se frotó las manos y vio como sus dos acompañantes decían desde ya que querían, no, que NECESITABAN una copa. Bien bien. Pinta bien la noche. Se dijo con satisfacción. No le gustó tanto eso de que se fueran directos a sentarse en el taburete. ¿Qué tenían? ¿Ciento veinte años? En fin. Se las iba a pasar porque era la primera fiesta, a la próxima como los viera sentarse les ponía chinchetas en el culo.

Las tendréis, las tendréis. Confirmó a lo de las copas. Pero, primero, ¡chupitos! Fue a abrir la boca para pedir cuando escuchó a Adrien adelantarse. Y pedir nada más y nada menos que absenta. ¿Queeeee? Pensó con una voz muy aguda, mirando al chico con una sonriente expresión de sorpresa. Wow wow wow chaval como empezamos. Rió. Que sean tres. Le dijo al camarero. Se dio la vuelta y apoyó los codos en la barra, sonriente. En este bar los chupitos tienen todos nombre, ¿veis? Señaló un enorme panel en la pared frente a ellos. Bueno, frente a Patrick, a los otros dos les pillaba de espaldas por estar sentados. Pero vaya, la absenta es absenta aquí, y en Pekín. En Francia en tu caso.

Tomó su chupito de absenta, esperó a que los otros dos hicieran lo mismo y, con una ceja arqueada, alzó el vaso. Va por nosotros. Y se la bebió de un trago. Hostia puta qué fuerte estaba la absenta de los cojones. Pero vaya, ni que fuera la primera vez. Puto fracés, como las mataba callando el tío. Anda, hijo, a ver si eres igual de intensito para todo. Que todavía no había descartado llevárselo a la cama. Brrrrrr. Movió la cabeza y los mofletes resoplando a gran velocidad como un caballo. Tamborileó con fuerza la barra con las palmas de las manos varias veces y bramó. Va, esta la elijo yo.

Miró brevemente el panel pero no le hacía falta, se sabía los chupitos de memoria. Volvió a llamar al camarero. Un Drácula, un Flubber y un Pikachu. Volvió a tamborilear en la barra. Ya estaba hiperactivo perdido y aún casi ni habían empezado. El camarero puso los tres chupitos de colores ante ellos y Patrick comenzó a servir. A ver... La pasión turca aquí para mi amigo el escritor. Le pasó el chupito rojo a Max. Las cuatro estaciones para el Vivaldi. Le tendió el verde a Adrien. Y el amarillito, para el chico de oro. Alzó el chupito amarillo con una sonrisa y los miró los tres. Vaya, si House no se hubiera ido tendríamos el parchís completo. Azul aguafiestas. Volvió a alzar el chupito. No penséis, bebed y ya está. Todos estaban buenos, y todos eran alcohol, así que daba igual. Va, Shakespeare. ¿Por qué brindamos ahora?

Dinamita

Claro que cuando había dicho lo de la copa, no pensaba que iba a ir todo tan rápido. Estaba todavía mirando el local donde les había llevado amablemente Patrick, asimilando los espacios, las luces, la gente bailando, el tipo de música... Que sus compañeros ya estaban en la barra.
Les siguió sin ningún problema, claro, él era el que había dicho lo de la copa... Aunque el primero en pedir fue Adrien, y no disimuló que le había dejado con la boca abierta con su petición. ¡Absenta! Aquello era una mierda muy fuerte...
Suerte que él no la había pedido.
Pero la suerte se le había acabado a Max, ¿No? Porque Patrick pidió uno para todos.

Su lado racional le decía que ya había tenido un capítulo con la absenta y era mejor no repetirlo. Pero la presión social y sobretodo el sentimiento de gratitud, ya que el chico se había tomado tantas molestias y tomar un chupito conjunto era como un gesto de amistad o de unión... Pues no iba a decir que no. Total, todo un rollo en su cabeza para justificar el cruzar la primera línea que sabía no debía cruzar. O la única más bien.

Pero levantó el vasito y de un trago para dentro. Cerró los ojos notando el ardor bajar por su garganta y cortarle la respiración unos segundos...
Cuando los abrió, su sonrisa era un poco distinta. Dejó el vasito en la mesa, todavía algo recatado y disfrutando de esa sensación desagradable pero placentera al mismo tiempo. Y Patrick pidió algo más...

—Oh... Drácula... Tan romántico... Me encanta.—Esto último lo dijo tal vez exagerando demasiado la pronunciación, con una mano en su pecho. Y para Adrien, algo de Vivaldi, pues iba a resultar que Patrick era todo un detallista...
Y estuvo a punto de beber el suyo, pero había que brindar por algo antes... Aquellas cosas no se le daban bien pero...

—¡Por los pequeños detalles!—Dijo alzando su vaso, tal vez eso había sonado raro, pero en su cabeza tenía sentido, así que solo sonrió, dirigió el vaso a sus compañeros y se lo bebió de un solo trago. Menos ardor que la absenta... ¡Pero qué rico estaba el Conde!—Quiero otro, quiero otro...—Dijo con una ligera sonrisa.—A este invito yo... ponme otro vampiro de estos ricos.—Le dijo al camarero con una ligera sonrisa.—¿Y vosotros?

Dinamita

Levantó una ceja hacia Patrick, ¿lo había sorprendido? Bien, le gustaba tener un poco de poder por una vez, porque el chulito se jactaba mucho de conocerlo, pero no tenía ni idea.

Brindó con ellos y en cuanto la absenta pasó por boca sintió como le abrasaba las papilas gustativas, genial, nunca más podría disfrutar de un buen queso francés sin tener ese jodido sabor amargo en la boca. Arrugó toda la cara en un gesto de repugnancia y se contuvo, a duras penas, por no escupir la bebida por toda la barra, se la tragó como pudo, sintiendo como su lagrimal se ponía un poco húmedo y soltó todo el aire de golpe cuando por fin consiguió bebérselo entero. ¿Y en serio su padre era capaz de beberse aquello sin poner ni una sola mueca en su cara? Acababa de sentir un nuevo respeto hacia él, tendría que llamarlo mañana para decirle que era su héroe o bueno, para ver como estaban en general, porque apenas había hablado con su familia en toda la semana.

Suspiró, pensando que lo peor había pasado, antes que Patrick pidió otros tres chupitos —¿qué? ¿tan rápido?— que le diese al menos tiempo a recomponerse del primero, pero solo por no ver su estúpida sonrisilla de superioridad aceptó y agarró el tal Flubber.

—Quizás Alexis no sea un aguafiestas y sí el más listo de todos nosotros— al menos él mañana no tendría una resaca del quince que le impidiese componer su último proyecto de clase, es que era idiota por estar allí.

Miró a Max y casi se le escapa una risa escandalosa —¿pero Drácula no era el que bebía la sangre de sus víctimas? ¿eso es romántico?— negó con la cabeza divertido, Max tenía comentarios extravagantes, pero le hacía bastante gracia y verlo pedir más chupitos como un niño con juguetes nuevos le hizo poner los ojos en blanco, Max ya había sucumbido ante Patrick, lo había perdido como fuerza de la resistencia, no le quedaba más remedio que unirse a ellos, así que se tomó su chupito de un trago y esta vez pudo saborear un poco más, seguía estando fuerte, pero después de la absenta nada podía ser peor y le gustó el ligero toque a kiwi que tenía.

—Está bien, lo probaré— pero intentaba que fuese el último de la noche, tres chupitos en menos de quince minutos le parecía demasiado para alguien que no estaba acostumbrado a beber, si seguía a ese ritmo acabaría desmayado en la barra.

Aceptó el chupito que Max le ofrecía y antes de que Patrick preguntase porqué brindaban añadió —por volver vivos a casa— tampoco creía pedir mucho.

Lo bebió de un trago y aquel sí que le resultó bastante agradable —oye, pues no está nada mal— dijo pasándose la lengua por los labios, que seguramente se habrían quedado de un color rojo intenso.

Dinamita

No pudo evitar fruncir el ceño y echar el cuello hacia atrás de una manera un tanto exagerada cuando Max dijo eso de que Drácula era romántico. Vale... Ya no sé si quiero pasar la noche contigo... Pirado a babor. Que no era la primera vez que lo pensaba de ese tío, pero... En fin.

Terminó de beber. Se había dejado el chupito de tequila para él porque, en fin... Mejor dejarle la granadina y el kiwi por ahora a los dos del taburete, aunque ya el niño había empezado por absenta. A ver si no iban a llegar a la tercera fiesta. Cual fue su sorpresa que todavía no había dejado el vasito en la barra cuando el escritor estaba pidiendo otro Drácula prácticamente dando saltos de emoción. Volvió a abrir mucho los ojos y lo miró de arriba a abajo. Joooder... Si sus colegas le vieran con semejante ambientazo alrededor. Que no le había pasado desapercibido que el niño del violín se había quedado al borde de las lágrimas con la absenta, por mucho que intentara aliviarse con kiwi como si fuera una miga de pan.

Y, aun así, no tardó en apuntarse al tanto de la tercera ronda. Vamos a tope hoy, ¿eh? Digo que sí. Le hizo un gesto al camarero para que le pusiera otro a él y escuchó el brindis del francés. Arqueó las cejas y esbozó una sonrisa malvada. Vivos y felices. Y le guiñó un ojo. Sí, eso. Con un final feliz a ser posible. Esos dos no sabían con quién se estaban emborrachando.

Se bebió el chupito de un golpe y chasqueó un par de veces la boca, como si no le hubiera agradado el sabor. Es prácticamente piruleta derretida. Dejó el vaso en la barra y se giró hacia Max. Eh, ¿tú no decías que querías copa? Pues atento, don literato, que esto te va a gustar. Volvió a llamar al camarero, que seguía secando el mismo vaso que la última vez que lo llamaron. Se ve que el tipo era lento y que ellos ya lo estaban llamando más de la cuenta. Un Frodo por aquí para compartir. Hizo chocar las palmas de sus manos y las frotó, volviéndose a ellos. Ahora sí que lo vais a vivir, chavales.

Ante ellos el camarero colocó una especie de probeta gigante con un líquido ocre y tres vasos de tubo con mucho hielo. No sé que te ibas a pedir, pero a ESTO lo llamo yo copa de verdad. Agarró la probeta por el cuello y comenzó a echar líquido en los tres vasos hasta llenarlos del todo. Y seguía sobrando para otra remesa más. Sin miedo, tiene frutita, como a vosotros os gusta. Sí que tenía frutita, sí. Tenía mango, naranja y plátano. Pero también tenía triple seco y ginebra. Una auténtica bomba.

Dinamita

—Oh, por favor... Drácula es un clásico de la novela de terror, de la de verdad, cargada de amores imposibles, como el del Conde con la preciosa Mina...—Y soltó un suspiro. Porque si, le consideraban un escritor del tres al cuarto que se había venido arriba con una novela semierótica publicada en las redes, eso era al menos para el resto de escritores, y no era un estudioso de aquellos de leerse mil libros, pero alguno si conocía...
Por supuesto. Total... ¡Que otro chupito para el cuerpo!—Si, si... Vivos y felices, sobretodo felices. Y vivos, eso.—Sonrió y se dio cuenta de que ya tenía ese puntillo agradable cuando vio su mano dejar el vasito en la barra acompañándolo de movimiento suave de muñeca.

—Y la piruleta derretida es bien...—Le dijo moviendo su cabeza un poco, casi como un bailoteo. Y si tenía alcohol pues mejor que mejor. Ya le pesaban menos las cosas, tal vez debió advertirles que se ponía un poco tonto cuando bebía, pero en fin, ¿Quién no? Para eso bebía la gente, tristemente, porque eran incapaces de disfrutar sin más sin ayudas cuestionablemente recomendables.

—¿Un Frodo?—Repitió, mirando a Adrien. La verdad que aquello no era un muy buen acierto en marqueting en cuanto a nombre se refería, porque los Hobbits eran pequeñines, peludos... Uf... ¡Que no fuera una bebida con pelos!
Se rió el solo mientras pasaba su mano por su vientre y miraba lo que traían. ¿Habían vuelto a clase de ciencias? Se rió pero aceptó la copa de Patrick, dándole un pequeño sorbo. Aunque después se acercó un poco a él.

—Oye, está genial y eso, cuanta... Uuuhhh...—Dijo extendiendo sus manos alrededor de las probetas. Que si, una escenografía muy trabajada.—¿Pero qué tiene que ver esto con Frodo?—Dracula era rojo, Flubber verde, Pikachu amarillo... Tenía lógica. ¿Pero y aquello?
Aunque lo más importante... ¿Y a quién le importaba?

Dinamita

¿Felices? La felicidad no existía, el ser humano por excelencia siempre quería más, nunca estaba conforme con lo que tenía, pero la verdad es que la idea de olvidarse por un momento de todo el estrés y la preocupación y sentirse contento, aunque fuese por esa noche, era demasiado tentadora, mañana se amargaría todo lo que hiciese falta por no haber sacado esa composición, pero hoy estaban ahí, no había salido con nadie en las dos semanas que llevaban en Nueva York y era joven, ¡joder! No iba a perder la oportunidad de pasárselo bien, estaba decidido.

Puso los ojos en blanco al escuchar a Patrick —por curiosidad, ¿te resulta demasiado difícil aprenderte nuestros nombres o es una especie de moda eso de poner motes? Porque no me gusta— gruñó, bueno, si a Max no le molestaba podía llamarlo como quisiese, pero él estaba de los motes de músicos o franceses hasta la coronilla, Adrien, se llamaba Adrien y haría bien en recordarlo.

Miró la nueva adquisición, sintiendo ya el ligero subidón formándose en sus entrañas, no le importaba el nombre, solo el color ya le llamaba la atención, pero no pudo evitar apuntillar de nuevo, porque era como un hobby para él —si memorizases las leyes como lo haces con la carta de los cócteles a estas alturas ya serías abogado— y no estaría desperdiciando su vida saliendo semana sí y semana también, ¿es que ese chico no tenía padres que lo llevasen por el buen camino y que le alentasen para tener un futuro prometedor? Era un poco idiota, pero estaba seguro de que no tanto como para sacarse una carrera, más vago que otra cosa, no tenía duda.

Cogió su copa y miró a Max divertido —así que un romántico empedernido— al menos sentía gusto por la literatura, ¿lo haría también con sus composiciones? ¿las sabría apreciar? —algún día me gustaría tocarte algo— en cuanto se dio cuenta de lo que dijo casi se atraganta con la bebida —violín, yo, tocar, quiero decir, que toco el violín y eso y una melodía, en fin, olvídalo y tú ni un comentario— acusó mirando a Patrick, porque ya veía ese brillo en su mirada que indicaba lo mucho que se estaba divirtiendo con la situación.

Se bajó del taburete de un salto y enseguida sintió como el alcohol se le subía de golpe a la cabeza, como si quisiese salir por sus orejas —oh, joder— se apoyó en la barra —creo que debería bajar un poco el ritmo— murmuró, pero en lugar de soltar la copa, volvió a dar otro trago.

Dinamita

Le dio un largo trago a su copa y miró a Max extrañado. Pfff y yo que sé, tío. Se encogió de hombros y alzó la probeta por el cuello, mirando dentro, como si pudiera hallar la respuesta ahí. El Frodo ese era como muy marrón, ¿no? La ropa marrón, el pelo marrón... Yo que sé, tío, todo en esa película es como muy marrón. Ah, y lleva triple seco, ¿no eran como cuatro enanitos o algo así? ¿Él y otros tres? ¿Y qué coño importaba? Estaba bueno y punto. El nombre era lo de menos.

Dio otro trago y soltó una carcajada, chasqueando la lengua. Las leyes no sirven para nada. Esto sirve para pasar una noche de puta madre, ¿qué te parece? Volvió a reír y a llevarse la copa a los labios cuando el francés dijo eso de que quería tocarle algo a Max. Casi se atraganta, de hecho espurreó por ahí un poco de bebida. Tosió entre risas mientras escuchaba como Adrien se ponía todo nervioso intentando arreglarlo. Que pena que casi se ahoga, cuando fue a abrir la boca el otro ya le estaba diciendo que no lo hiciera. Alzó las manos con inocencia, copa incluida, con las lágrimas saltadas entre la risa y la tos. Vale, vale. Ni de coña se iba a callar. Joder, sí que te funciona el rollo romántico. A mí solo me da largas. Le guiñó un ojo socarrón a Max. En cuanto te descuides se te mete en la ducha, así que cuidadín. Le arqueó las cejas a Adrien porque sabía que eso le molestaba. Pero oye, estaban de buen rollito hoy, ¿no?

Se quedó mirando al francés y vio como se levantaba del taburete y se tambaleaba. Oh, sí, esto promete. La fiesta uno iba a caducar pero ya, había que pasar a la fiesta dos cuanto antes. Instintivamente (o con mucha intención, que no es lo mismo), puso una mano en la cintura del chico como si temiera que se cayese. Eeehh despacito, colega. Pero bien que le había dado otro lingotazo a la copa el tío. Le soltó y dio él también un trago, tan largo que casi se acaba la copa. Bueno a ver, esto hay que apurarlo. Agarró de nuevo la probeta y rellenó todos los vasos. Todavía quedaba un poco pero si veía la cosa calentarse desde luego que le compensaría dejarlo ahí y pirarse a la siguiente. De bajar el ritmo nada. In crescendo, ¿recuerdas? Dio otro trago. Le dio un codazo a Max y le soltó. Bueno, ¿qué? ¿Te ha gustado el Frodo? Sí, ¿verdad? Digo que sí. Vaya, que le pusiera pegas al nombre si se atrevía. Aquello estaba tremendo.

Vale, la siguiente no tiene bebidas con nombre pero tiene algo aún mejor... Otro trago. Casi se había ventilado la copa otra vez. Dio un par de saltos como un crío emocionado. Va va, que os va a molar. ¡Venga! ¿Qué estáis bebiendo? ¿Té? ¡Más brío!

Dinamita

Max arrugó la nariz escuchando esa explicación en cuanto al por qué se llamaba Frodo esa bebida. ¿Por el color marrón? Pues vaya mierda de márqueting, porque debía ser el color menos atractivo para algo que tenía que ingerirse....
No, estaba bastante en desacuerdo con ese nombre, muy desacertado... ¡Pero qué bueno estaba aquello! Así que en algún momento se le olvidó el conflicto por el nombre y solo siguió bebiendo entre sonrisillas.

Era difícil no reírse cuando esos dos empezaban a darle al tira y afloja, Adrien fingiendo molestarse porque no le llamara por su nombre, pero si era lo más normal entre... en fin, parejitas.
Volvió a reirse de forma algo tonta mientras bebía, y miró a Adrien cuando dijo lo de romántico empedernido. ¿Iba por él?
Ay... Asintió, con un suspiro, completamente culpable...

Aunque aquello no se lo esperaba. ¿Tocarle? ¿A él? Se señaló un tanto confuso, mirando por inercia a Patrick, aquello era algo muy feo de decir delante de tu novio... O no, al parecer se refería al violín. Soltó una risa algo tardía por aquello, dándole un pequeño golpecito con su mano al hombro de Adrien. — Ay eso sería encantador. — Siguió bebiendo entonces, aunque se apartó un poco al ver que el francés se tambaleaba y que Patrick acudía al rescate...
Pero qué monos...

— Uy... más fiesta... — Su cuerpo ya empezaba a tambalearse pero no porque no se sujetara, cuando iba bebido bailoteaba, para todo. Tenía gran aguante con el alcohol como para que le tumbara, pero para ponerse tonto con la primera copa valía.
No dudó en acercar esa probeta vacía para que la llenara, asintiendo a las palabras de Patrick, curioso por saber en qué consistiría la siguiente fiesta. — Si no hemos bailado nada... ¿De qué va la siguiente?

Dinamita

Si pensaba así de las leyes, ¿por qué diablos estudiaba esa carrera? Puso los ojos en blanco, seguro que era el típico niñito de papá que había elegido su futuro en base a lo que pensaba su familia y no a su sueño, si es que tenía alguno, quizás era verdad que no tenía ningún proyecto, nada de interés en algo, para Adrien había sido distinto, pues desde muy pequeño había tenido claro a qué se quería dedicar, en cierto modo sintió lástima por él, ahora podía parecerle muy divertido porque era joven, pero esperaba que algún día no se diese cuenta de que había desperdiciado su vida.

Frunció el ceño y reprochó —tengamos la fiesta en paz— porque si quería pelea, él estaba más que dispuesto a dársela y el temita de la ducha le tocaba bastante las narices, no quería que Max y Alexis se pensasen que era un pervertido o algo por el estilo, de hecho estaba más que convencido de llevarse bien con Max, le parecía encantador, no era un idiota como los otros dos y no le vendría mal alguien con quien poder hacer cosas en la gran manzana, otra cosa es que él le cayese bien, pues sabía que a veces era insoportable con sus manías —no se hable más, te enseñaré una de mis composiciones— prometió, aunque tendría que buscar un rato en el que Patrick no estuviese en casa o seguro que los incordiaría hasta la saciedad.

Al sentir la mano de Patrick intentó retroceder un poco hacia atrás, porque estaba demasiado cerca y él demasiado borracho, pero olía bien y por un segundo estuvo terriblemente tentado de besarlo, menos mal que se separó.

Se acercó hasta Max porque le pareció una zona más segura, donde Patrick podía ser un tiburón, el otro chico era un adorable pececito. Pasó el brazo por sus hombros y terminó su copa de un trago, estaba animado, se encontraba desinhibido, tenía ganas de pasárselo bien y de cometer locuras, así que la idea de bailar le pareció genial, no sabía qué habría en la otra fiesta que pudiese gustarles tanto, pero si se podía mover el esqueleto —¿se le seguía llamando así?— se apuntaba —lo de bailar no suena mal, aunque seguro que tú tienes que verte ridículo— dijo señalando a Patrick, solo por el placer de meterse con él, tenía que admitirlo, le encantaba hacerlo.

Dinamita

Ese Max era todo un cuadro, de verdad. Ladeó la cabeza y se quedó mirándolo con cara de interrogante. ¿Encantador? ¿El qué? ¿Que te toque el violín, o que te toque "la flauta"? De verdad. Entre el estirado y el que no se coscaba de nada, iban bien. Aunque para él casi que mejor. Cada vez se le estaba poniendo más cara de lobo feroz observando un rebañito de ovejitas tiernecitas y despistadas. Empezaba a relamerse y todo. Mínimo uno de estos cae hoy. Aunque al Max ese se veía haciéndole un croquis de donde estaban las cosas. Madre mía... Y escribía literatura erótica el tío... Qué cosas...

¿Ya quieres bailar? Preguntó con una risilla maliciosa. Sonaba como sonaría el Diablo justo antes de proponer un pacto. Que va, aguanta un poquito, colega. En el próximo tampoco vamos a bailar. En la tercera... Puede. La intriga, ahí estaba la clave. Si querían bailar, si querían ver qué había en la tercera, y en la cuarta, y en la quinta, que siguieran. A esos se les había olvidado ya que tenían una casa a la que volverse, y más que se les iba a olvidar en breve. Dio un trago, sin dejar de clavar una mirada maliciosa en Max.

Aún quedaba un poco en la probeta, él estaba apurando su copa cuando, por el rabillo del ojo, vio como Adrien se la zampaba entera. Anda la hostia. Se quedó con el vaso en los labios, mirándolo de reojo. Y se le pasó una obscenidad por la cabeza bastante importante. Mejor se callaba, a ver si el francés iba a tirarle el vaso a la cabeza y el pequeño pony se iba a echar a llorar. Desde luego, frenchie, que no dejas de sorprenderme. Rió y agarró el cuello de la probeta de nuevo, vertiendo lo que quedaba de contenido repartido entre su vaso y el de Adrien. ¿Sabes? Siempre me has caído bien, aunque no sea recíproco. Pero hoy me caes mejor. Y le dio una sonora palmada coleguera en la espalda.

Ignoró por el momento el comentario sobre que se vería ridículo bailando y empezó a beberse la copa más rápido. Esa fiesta estaba caducada, necesitaba moverse ya. Se terminó la copa, la dejó en la barra con un sonoro golpe y dio un par de palmadas. Nos vamos. Y rumbo a la puerta que iba ya, con los otros detrás. Al llegar a esta, miró a Max, le guiñó un ojo y le hizo un gesto para que saliera primero. Cuando fue a salir Adrien, sin embargo, cortó el paso y acercó el rostro al suyo para decirle con voz grave y baja. Ningún movimiento mío es ridículo. Cuando quieras, te lo demuestro. Le guiñó un ojo, chasqueo de lengua incluido, y salió del local.

¡Adam, rumbo a fiesta número dos! Bramó nada más montarse en el coche, frotándose las manos. Bueno, ¿qué? ¿Qué esperáis encontraros en la próxima? Hagan sus apuestas.

Dinamita

Pues fuera como fuera la noche Max ya se había llevado un par de copas deliciosas, el saber que en algún lugar de la noche utilizaban referencias literarias, lo cual era siempre una agradable sorpresa— aunque algunas no estuvieran muy acertadas— y un concierto privado de violín... ¡De composiciones propias!
Aplaudió con una ligera sonrisa emocionada, aquello sonaba muy bien, sí... ¡Sonaba muy bien! Una de esas bromas que habría hecho Patrick... ¿No?

Aunque sí hizo un puchero cuando les impidió ir a bailar, si Adrien también estaba de acuerdo, qué pena... Pero había que ir a otra fiesta, donde tampoco iban a bailar.
Eso le hizo fruncir un tanto el ceño... Pero si a las fiestas se iba a bailar... ¿No? Claro que tal vez se había sentido ofendido por el comentario sobre verse ridículo...
De verdad, que dos... menudo tira y afloja más adorable se traían. ¿Y a Patrick le preocupaba hacer el ridículo? A esos sitios se iba a eso, nadie era bailarín profesional...
Pero él no era un coach o algo así de modo que no dijo nada. Solo asintió y se encogió de hombros.

— Bueno... pues vayamos a la otra fiesta... Aunque me cuesta pensar que haya mejor que ese chupito de Drácula.— Comentó con una risilla.  Tal vez si alguien vestido de Drácula se lo diera... ¡Oh! Aquello sí que tendría su punto. Pero, aunque no conociera a Patrick, dudaba que le llevaran a una fiesta de ese tipo— de hecho, dudaba de que existieran, en cualquier caso— .

Dejó las copas y fue el primero en salir, extendiendo sus brazos y aspirando en cuanto sintió el aire fresco. — Mmm... tal vez dentro si que estaba el aire un tanto cargado. ¡Ay! Nuestro taxista sigue ahí... Qué detalle por parte de Ambrosio.—  Como no recordaba el nombre que le habían dicho, decidió inventárselo, que parecía más nombre de categoría para un chófer.
Se subió en la parte trasera del uber, dando pequeños aplausos que apenas fueron audibles.— Pues a la siguiente... estoy impaciente.

Dinamita

¿En la siguiente tampoco iban a bailar? ¿y cuál era la idea entonces? ¿seguir bebiendo hasta caer rendidos? Porque Adrien no sabía cuál sería su tope con el alcohol, nunca había probado a llegar al límite, pero dudaba de que le quedase mucho.

—¿Qué?— preguntó con los ojos abiertos de par en par, ¿que le caía bien? Estaba de coña ¿no? Pero si lo había amenazado como cuarenta veces con meterle cosas por el culo y no de forma placentera, no, estaba seguro de que no lo soportaba, pero Adrien tampoco pretendía lo contrario, porque el caso es que él tampoco le caía precisamente bien, eran como el agua y el aceite, aquello no podía salir bien —debes de estar ya muy borracho para decirme eso— aunque no lo parecía, de hecho era el más fresco de los tres, a Max también se le veía bastante contento, él se sentía revolucionado y en cambio Patrick estaba tan normal, como si solo hubiese bebido agua en lugar de alcohol.

—Está bien, vamos, pero ya puede merecer la pena esa fiesta— suspiró y después de dejar su parte del dinero en la barra los siguió hacia la salida, hasta que Patrick decidió cortarle el paso.

Y la explosión en su bajo vientre fue inmediata, demasiado cerca, sí, era irritante y le sacaba de quicio, pero haría bien en admitirse a sí mismo que le ponía y mucho y le preocupaba que aquella vez no hubiese nada que le impidiese cometer una locura, la última vez la llamada de Max había sido su salvavidas, ¿lo sería también esa noche? ¿o por el contrario sería él quién cayese entre los brazos de Patrick? ¿le molestaba la idea? ¿o por el contrario también le excitaba? Estaba hecho un lío y su cabeza dando vueltas y las hormonas revolucionadas no ayudaban en absoluto —ya veremos— susurró, aunque ya no había nadie allí para escucharlo.

Suspiró y se montó en el coche, pensando en qué podría haber en una fiesta y su pequeño vicio le vino a la cabeza, ese que le ayudaba a calmarse, a ser más creativo, a que las notas fluyeran, a no ser tan maniático —¿María, tal vez?— se encogió de hombros, aunque no sabía si sería bueno mezclarla con todo lo que habían bebido, a ver si le iba a dar un amarillo de esos y la noche iba a terminar en el hospital en lugar de pasándoselo en grande.

Dinamita

Max en su mundo de las piruletas no había apostado nada porque todo le parecía bien, pero Adrien... Patrick se giró lentamente en el asiento y le miró, perplejo. Joder... Sí que eres una cajita de sorpresas tú. María decía el tío. Empieza la noche metiéndose entre pecho y espalda un chupito de absenta y ahora pedía un porro para la segunda fiesta. ¿Cuál era el concepto de "in crescendo" de este? Miedo le daba lo que esperase encontrar en la cuarta.

Relaja, chaval, ya llegaremos a las hierbas más adelante. Que oye, si quería maría y lo que no fuera maría, por él encantado. A lo mejor hasta... Le animaba incluso. Del tipo de ánimo que Patrick estaba deseando ver en Adrien. Listo, ya hemos llegado. Al igual que la otra, estaban muy cerca. Pero lo dicho, Patrick no pensaba gastar ni medio gramo de energía en andar, que la noche era larga. Y a lo tonto entre la primera fiesta y la última sí que había bastante distancia.

El siguiente local era bastante más oscuro y la música era considerablemente estridente, no lo que se esperaba de una discoteca. Entre otras cosas, porque no era una discoteca. Esto va a ser rapidito. Dos chupitos y nos piramos. O tres, según os sintáis de valientes. Porque esos pegaban fuerte. Iban a llegar contentísimos a la fiesta número tres.

Antes de llegar a la barra señaló con una sonrisa un cartel que había cerca de esta. Elegid un color. Se frotó las manos y se mojó los labios. Mmmm yo me pido el negro. El más fuerte. Había gente en la barra pidiendo, así que le dio un codazo a Max y esperó a que se giraran los dos. Id quedándoos con la mecánica. Porque sí. Esos chupitos tenían su mecánica.

Les habían servido a las chicas de la barra un vaso de tubo con poco más de un dedo de absenta, cada uno de un color, y con un mechero alargado les habían prendido fuego. Las chicas habían tapado la boca del vaso justo después, reteniendo el humo y, tras unos segundos, se tragaron tanto el líquido como el humo. Ni que decir tenía que habían flipado. Patrick se giró con las cejas arqueadas hacia sus compañeros. "Aliento de dragón". Como le molaban los putos títulos de los chupitos. Lo dicho. Elegid color.

Dinamita

Max abrió los ojos como platos, mirando al francés cuando mencionó lo de la hierba. Pues sí que se las gastaba el chico...
Absenta, drogas... él quería pensar que era algo más calmado, no le importaba beber pero lo demás ya iba a ser mucho.—Yo preferiría no consumir drogas.—Añadió, aunque no quisiera entrar en el debate de si el alcohol era una droga legalizada y todo eso, que sí, que ya sabía que sí... ¿Y qué hacía pensando en esas cosas en ese momento? Como para filosofar que estaba...

Se bajó del taxi aplaudiendo un poco y siguiendo a Patrick a la siguiente fiesta, era sorprendente que se desplazaran o se movieran de sitio solo por un para de chupitos... Que no serían los de Drácula, además, una pena... O eso pensó hasta que entraron al lugar y Patrick les enseñó los nuevos chupitos...

—¡Aliento de dragón!—Volvió a aplaudir, acercándose al artífice de todo aquello.—Me encantan.—No le importó reconocerlo, desde luego, y se acercó a las chicas para ver cómo lo hacían. ¡Ay ese humo era increíble! Se apoyó en la barra y miró a ambos chicos.—Venga, bebamos, ¡Bebamos! ¡Seguro que está que arde!—Vale, había sido una broma muy mala, pero no podían negar que venía al pelo.

Esperó a que se los sirvieran, haciendo lo mismo que las chicas, tapándolos con la mano y bailoteando porque se sentía el calorcito, y destapándolo después.—¡Para dentro!—Se lo bebió de un trago y dejó el vasito en la barra, separando mucho los labios y sacando la lengua con un ruidillo agudo.—Ai... arder es poco...—Dijo después... pero vaya, no había estado tan mal.

Dinamita

No pudo evitarlo, al escuchar a Patrick se le dibujó una sonrisilla de satisfacción en el rostro, no entendía porqué, pero le gustaba sorprenderle, hacerle ver que no era tan estirado como él se creía y que no iba a conseguir entenderlo nunca, porque Adrien era así, ni blanco, ni negro, un conjunto de grises que formaban su personalidad.

Se encogió de hombros, no entendía porqué se sorprendía tanto, tampoco era como si se fuese drogando todos los días o con sustancia duras, pero la marihuana le había ayudado en más de una ocasión a relajarse cuando tenía que componer y las malditas notas no querían salir de su cabeza y no mentiría, alguna de sus mejores obras las había creado estando colocado, pero sabía de sus efectos adversos, por lo que tampoco le gustaba abusar, pero esa noche ya parecía ser un abuso en sí misma.

Al salir del coche y sentir el aire fresco en su cara se despejó bastante y lo agradeció, al menos habían parado un poco entre chupito y chupito, porque si hubiesen seguido en la primera fiesta bebiendo, él no habría aguantado mucho más, pero ahora se sentía preparado para otra ronda.

Entró en el local y le costó que sus ojos se hiciesen a la oscuridad, imaginaba que lo tenían tan poco iluminado para que el color del fuego llamase aún más la atención, la verdad es que era precioso, pero al mismo tiempo parecía peligroso ¿y si se equivocaba y se bebía el chupito mientras aún ardía? ¿antes de que se evaporase y solo quedase humo?.

Pero ahí estaba Max, con el entusiasmo de un niño, lanzándose por la borda, sonrió divertido y negó con la cabeza sentándose en uno de los taburetes —todo le entusiasma— le comentó a Patrick, porque le parecía curiosa su personalidad, ¿cómo sería ir por la vida siendo tan optimista? ¿tan inocente? Tenía que admitir que lo envidiaba un poco.

Miró a su alrededor, Patrick quería un color ¿no? Muy bien —rojo, el color de la pasión— se pasó la lengua por los labios, porque a ese juego podían jugar los dos, no quería caer en la tentación, pero mantener a Patrick al límite, disfrutar con como sus ojos se abrían por la sorpresa, eso sí que le apetecía, sentir un poquito de poder sobre él, ya que casi siempre parecía ser al contrario.

Dinamita

Parece que su propuesta tuvo buena acogida, a los dos les gustó eso del aliento de dragón. ¡Joder, y a quién no! Estéticamente era guapísimo, y además daba un subidón de la hostia. Y calorcito. Que era justo lo que a Patrick le hacía falta, que le calentaran más...

Miró a Max con una sonrisa de no entender nada cuando hizo esa broma. ¿Really, men? De verdad que ese tío era un cuadro, pero un puto cuadro. Pero mira, le caía bien. Al menos no se pasaba el día ñeñeñe como el francesito de los cojones... Aunque si lo llega a saber se lo lleva antes de fiesta, porque estaba bastante animadillo. A ver si lo que le ponía de mala leche iba a ser el violín.

Se acercó a la barra y pidió el negro al tiempo que escuchaba al francés hacer su comentario particular sobre el escritor. Miró a ese chico tan alto y tan porno dar esas palmaditas y esos saltitos y solo podía negar con la cabeza como si estuviera mirando un misterio sin resolver. Más le vale... Musitó con voz de lobo feroz. Sí... Que le entusiasmara todo... Con suerte acababa la noche "entusiasmado" con él...

Pero el violinista le hizo girar la cabeza otra vez hacia él cuando dijo el color y... Ufff. Tú saca la lengua a pasear, a ver si te la voy a morder. No disimuló lo más mínimo la mirada que le echó de arriba a abajo mientras se mordía el labio con la sonrisa con la que un depredador mira a su presa antes de comérsela. Entre el niño tirando indirectas y el otro con los aplausos... Esta noche va a acabar muy bien.

Tapó la boca del vaso, movió el líquido y el humo en su interior y se lo bebió todo de un trago, humo y alcohol. Se notaba arder por dentro, tal y como Max había anunciado, y los ojos escocer del fuego que le bajaba por la garganta. Soltó un gruñido de primate y se dio una fuerte palmada en el pecho, que siguió de otro par de palmadas en la barra. ¡Otro! Y otra palmada, pero esta vez al costado de Adrien. Tú, levanta el culo del taburete. Para sentarse ya está el coche. Y echó el taburete hacia atrás.

Ahora lo quiero yo rojo pasión también. Dijo mirando a Adrien. Y tú también. Señaló a Max. Tres rojos. Pidió por los tres, sin preguntar. Si querían pasión, allí iba a haber pasión. Te advierto que este no sabe a piruletita. Le soltó a Max, aunque ya debía haberlo intuido con el primero.

Volvió a tapar la boca del vaso y a remover, pero esta vez se giró a sus compañeros, poniéndose ante ellos. Habrá que brindar, ¿no? Va, ¿quién hace los honores?