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Freyja
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Dinamita
10:30h - 27.09.19 - Casa - Con quien quiera venir
Aún era temprano. En condiciones normales todavía esperaría una hora más para salir, pero... Bueno, así había más noche por delante, ¿no? Además, estaba de buen humor. De tan buen humor que estaba dispuesto a no salir solo de esa casa. Al fin y al cabo, no había quedado con nadie en concreto, solo iba... A salir, a ver qué se encontraba. No le importaba salir de allí acompañado. Por tal de que no le tocaran mucho los cojones y le aguaran la fiesta... Nah, lo dicho, estaba de buen humor. El que quisiera amargarse, que se amargara solo. No sería la primera vez que dejaba a un pamplinas tirado y se iba a otra parte a buscar a gente más soportable.
Se arregló el pelo frente al espejo y se tiró de los cuellos de la camisa azul eléctrico que se había puesto. Muy guapo. Se follaría si pudiera. Anda, a ver si tengo suerte y me encuentro con alguno que piense lo mismo... Por ahora iba a sacar al porno-escritor de su cueva, a ver como se las gastaba en ambientes menos controlados. Ya esa mañana le había dejado caer que esa noche había fiesta, así que esperaba que no se hiciera mucho de rogar. Porque Patrick no rogaba a nadie.
Vamos que nos vamos. Dijo entrando por la habitación de Max dando una palmada. Se sorprendió al verle empanado perdido (bueno, no era ninguna sorpresa, pero esperaba verle al menos dispuesto para salir). Abrió los brazos en cruz. ¿Todavía estás así? ¡Venga, que no tengo toda la noche! Porque él había dado por hecho que ese se iba con él de fiesta. Que a más tarde salgamos más orcos nos encontramos. Venga, con brío. Le arreó y salió de allí rumbo a su habitación de nuevo.
Cogió su cartera, las llaves y se echó colonia por segunda vez. Volvió a repasarse el pelo ante el espejo y de nuevo fue hacia el cuarto de Max. Esperaba que le hubiera dado tiempo ya a vestirse. Pero al pasar de su cuarto al del otro... Vio la puerta de Adrien abierta. Y se le esbozó una sonrisilla malvada en el rostro. Y con esta puesta, se plantó en la habitación de Max y apoyó el brazo en el quicio de la puerta. ¡Tss! ¡Eh! Lo llamó, como si quisiera llamar la atención de alguien que pasaba por ahí. Tenía una cara de niño a punto de hacer una travesura que no podía con ella. ¿Nos llevamos al francés? Porque dudaba que Doctor House se quisiera unir. Pero el otro... Pagaría por verle borracho.
No esperó la respuesta de Max. Se giró sobre sus talones y, apoyando esta vez la espalda en el quicio de la puerta, bramó desde allí. ¡¡EEH, VIVALDI!! FIESTA ESTA NOCHE. TÚ, YO, MAX Y LO QUE SURJA, ¿TE APUNTAS? Se giró hacia Max y le guiñó un ojo con una sonrisa, como si, efectivamente, hubiera hecho una travesura. Y entonces vio pasar por allí al sanitario del grupo. Tú también estás invitado. Hay Patrick para todos.
Se arregló el pelo frente al espejo y se tiró de los cuellos de la camisa azul eléctrico que se había puesto. Muy guapo. Se follaría si pudiera. Anda, a ver si tengo suerte y me encuentro con alguno que piense lo mismo... Por ahora iba a sacar al porno-escritor de su cueva, a ver como se las gastaba en ambientes menos controlados. Ya esa mañana le había dejado caer que esa noche había fiesta, así que esperaba que no se hiciera mucho de rogar. Porque Patrick no rogaba a nadie.
Vamos que nos vamos. Dijo entrando por la habitación de Max dando una palmada. Se sorprendió al verle empanado perdido (bueno, no era ninguna sorpresa, pero esperaba verle al menos dispuesto para salir). Abrió los brazos en cruz. ¿Todavía estás así? ¡Venga, que no tengo toda la noche! Porque él había dado por hecho que ese se iba con él de fiesta. Que a más tarde salgamos más orcos nos encontramos. Venga, con brío. Le arreó y salió de allí rumbo a su habitación de nuevo.
Cogió su cartera, las llaves y se echó colonia por segunda vez. Volvió a repasarse el pelo ante el espejo y de nuevo fue hacia el cuarto de Max. Esperaba que le hubiera dado tiempo ya a vestirse. Pero al pasar de su cuarto al del otro... Vio la puerta de Adrien abierta. Y se le esbozó una sonrisilla malvada en el rostro. Y con esta puesta, se plantó en la habitación de Max y apoyó el brazo en el quicio de la puerta. ¡Tss! ¡Eh! Lo llamó, como si quisiera llamar la atención de alguien que pasaba por ahí. Tenía una cara de niño a punto de hacer una travesura que no podía con ella. ¿Nos llevamos al francés? Porque dudaba que Doctor House se quisiera unir. Pero el otro... Pagaría por verle borracho.
No esperó la respuesta de Max. Se giró sobre sus talones y, apoyando esta vez la espalda en el quicio de la puerta, bramó desde allí. ¡¡EEH, VIVALDI!! FIESTA ESTA NOCHE. TÚ, YO, MAX Y LO QUE SURJA, ¿TE APUNTAS? Se giró hacia Max y le guiñó un ojo con una sonrisa, como si, efectivamente, hubiera hecho una travesura. Y entonces vio pasar por allí al sanitario del grupo. Tú también estás invitado. Hay Patrick para todos.
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10:30h - 27.09.19 - Casa - Con Patrick
Adrien había descubierto una faceta de sí mismo hasta ahora desconocida.
Le excitaba aquello, el poder ser descubiertos, la sensación de peligro, el saber que estaba cometiendo un error. Toda su vida se había reducido a rutinas, normas y entrenamiento, a tocar el violín día y noche, hasta que sus manos quedaban agarrotadas y apenas las podía mover. A tenerlo todo absolutamente bajo control, ordenado, limpio, todo tenía que estar en un su sitio para poder componer una miserable nota.
Pero aquello, lo que tenía con Patrick, era todo lo contrario, caótico, desordenado, en lugar de estar al mando, se dejaba llevar y quizás por eso mismo, pese a saber que se arrepentiría más tarde, tomó la decisión de seguir hacia delante.
Por un segundo quiso suplicar que se quedasen allí mismo, donde cualquiera pudiese atraparlos, pero por fortuna, por una vez, Patrick tuvo más sensatez que él y los guió hacia el apartamento.
Puso los ojos en blanco y abrió sin ceremonias, su compañero de piso no sabía mentir, su cara dibujaba a la perfección que sus intenciones, de inocentes, tenían muy poco, pero no pensaba quejarse por las atenciones recibidas, ni por los pequeños escalofríos que recorrían todo su cuerpo cada vez que el chico clavaba sus colmillos en su piel.
Al traspasar la puerta fue como volver un poco a la realidad, allí estaban, entre las cuatro paredes en las que tendrían que convivir durante, al menos, el próximo año, donde tendrían que verse las caras a diario y si no fuese por el alcohol que aún navegaba al timón de su cerebro, estaba seguro de que habría parado aquello antes de que fuese demasiado tarde, aunque estaba claro que Patrick no iba a dejarle escapar tan fácilmente.
—Creo que esto irá mejor si cierras la boca— gruñó cabreado, no le apetecía que le recordase como había perdido la habitación que, por derecho, le pertenecía o que al final había caído ante el típico chuleta de barrio.
No tenía intención de hablar, estaba allí para otra cosa y si decían más de la cuenta eran capaces de acabar incendiando la casa en lugar de quemando sus cuerpos, por lo que tiró de su propia camiseta hacia arriba para sacársela y se pegó más a él para besarlo con fuerza, con algo de desesperación, quizás.
Se separó y se sentó en el colchón, sin dejar de mirarlo —dicen que perro ladrador, poco mordedor— ¿lo estaba retando? Por supuesto, sabía que si quería conseguir algo de Patrick, era la mejor forma de hacerlo.
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10:30h - 27.09.19 - Fiesta N3 - Con Adrien
Uuuhh. Dijo con falso tono de miedo, moviendo las palmas de las manos. ¿Seguro que quieres que cierre la boca? ¿Entorno a qué? Se mordió el labio, mirándolo con los ojos entrecerrados y la cabeza ladeada. ¿O la cierro sin más? Algo me dice que tú no quieres eso. Le iba a estar provocando todo lo que pudiera y un poquito más. Y como le dijera que no hablara, más iba a hablar. Y estaba seguro de que ese tipo no se iba a ir de allí sin echar un polvo con él. Se jugaba la mano, no, se jugaba la polla y no la perdía, a que el francesito solo se estaba haciendo el digno como de costumbre. Pero que estaba deseando entrar en faena.
Pero en lo que lo miraba con chulería, el otro se quitó la camiseta de golpe y se lanzó a besarlo, encendiéndole en el acto, por si él no venía lo suficientemente encendido ya. Colocó una mano en su nuca para buscarle con su lengua todo lo que pudo, para que no se le escapara, para que no se arrepintiera ni por un instante y le dejara con todo el calentón, porque de verdad que lo mataba... Espera, ¿y por qué se iba a ir? ¿Desde cuándo tenía él esa inseguridad? Pf, no era inseguridad, es que ese niñato no sabía ni donde tenía la cara y era capaz de jugársela.
Pero el chico se separó y se sentó en su cama. No, peor: le retó. Patrick puso las manos en la cintura, dejando escapar una risotada socarrona entre los labios, mirando a los lados. Chaval, no juegues con fuego, a ver si te vas a quemar. Se acercó a él, mordiéndose el labio, en una pose chulesca que bien podía ser indicativa de sexo o de una reyerta callejera. ¿Tú que me estás, provocando? Se detuvo justo frente a él, aún de pie. Ah, a que buena altura se le había quedado esa bocaza insufrible al francesito. Pero tenía demasiadas ganas de tumbarse, ya llegarían ahí. Esperaba. A ver si te vas a estar colando... Porque, ¿sabes lo que creo? No, no lo creo, estoy segurísimo. Esbozó una sonrisita malvada, de lado. Que tú y yo jugamos en ligas distintas. Hizo una pequeña mueca con los labios y ladeó la cabeza. Y si no es así... Demuéstramelo. Y, dicho eso, colocó con brusquedad las manos en sus hombros, empujándole contra el colchón.
Le movió las piernas al chico para que dejaran de tocar el suelo y que estuviera totalmente tumbado, y hecho esto se subió a horcajadas sobre él, quitándose él también la camiseta. Qué pena que no tengamos tequila... Tienes una buena pista por aquí. Le dijo pasando un índice por su torso. Le agarró de las muñecas, como hubiera hecho días antes, y descendió con poca delicadeza hacia él, piel con piel, acercando su rostro mucho al suyo. Creo recordar que esta postura te gusta. Sin soltarle, pasó la lengua por sus labios, tentándole. ¿Tiene algún requerimiento el señor? ¿O podemos empezar la fiesta ya?
Pero en lo que lo miraba con chulería, el otro se quitó la camiseta de golpe y se lanzó a besarlo, encendiéndole en el acto, por si él no venía lo suficientemente encendido ya. Colocó una mano en su nuca para buscarle con su lengua todo lo que pudo, para que no se le escapara, para que no se arrepintiera ni por un instante y le dejara con todo el calentón, porque de verdad que lo mataba... Espera, ¿y por qué se iba a ir? ¿Desde cuándo tenía él esa inseguridad? Pf, no era inseguridad, es que ese niñato no sabía ni donde tenía la cara y era capaz de jugársela.
Pero el chico se separó y se sentó en su cama. No, peor: le retó. Patrick puso las manos en la cintura, dejando escapar una risotada socarrona entre los labios, mirando a los lados. Chaval, no juegues con fuego, a ver si te vas a quemar. Se acercó a él, mordiéndose el labio, en una pose chulesca que bien podía ser indicativa de sexo o de una reyerta callejera. ¿Tú que me estás, provocando? Se detuvo justo frente a él, aún de pie. Ah, a que buena altura se le había quedado esa bocaza insufrible al francesito. Pero tenía demasiadas ganas de tumbarse, ya llegarían ahí. Esperaba. A ver si te vas a estar colando... Porque, ¿sabes lo que creo? No, no lo creo, estoy segurísimo. Esbozó una sonrisita malvada, de lado. Que tú y yo jugamos en ligas distintas. Hizo una pequeña mueca con los labios y ladeó la cabeza. Y si no es así... Demuéstramelo. Y, dicho eso, colocó con brusquedad las manos en sus hombros, empujándole contra el colchón.
Le movió las piernas al chico para que dejaran de tocar el suelo y que estuviera totalmente tumbado, y hecho esto se subió a horcajadas sobre él, quitándose él también la camiseta. Qué pena que no tengamos tequila... Tienes una buena pista por aquí. Le dijo pasando un índice por su torso. Le agarró de las muñecas, como hubiera hecho días antes, y descendió con poca delicadeza hacia él, piel con piel, acercando su rostro mucho al suyo. Creo recordar que esta postura te gusta. Sin soltarle, pasó la lengua por sus labios, tentándole. ¿Tiene algún requerimiento el señor? ¿O podemos empezar la fiesta ya?
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Dinamita
10:30h - 27.09.19 - Casa - Con Patrick
Al escuchar su pregunta tragó saliva, recordando la escena que habían experimentado en el cuarto de baño de la discoteca, sinceramente, no le importaría que cerrase la boca de aquella manera, se había quedado con ganas de más antes de que los interrumpiesen, de llegar hasta el final, de liberarse, pero algo le decía que volver a tener a Patrick de rodillas le iba a costar mucho más y a pesar de desearlo con todas sus fuerzas, no estaba seguro de querer pagar el precio.
—Mientras la cierres, no me importa el método que elijas— no le iba a dejar quedar por encima, por muy chulito que fuese y por mucho que siempre tuviese una respuesta arrogante para todo, al principio, cuando lo conoció, pensaba que era demasiado estúpido para mantener una discusión con él, pero tenía que admitir que el chico, aunque fuese con unos modales cuestionables, siempre sabía replicar.
Arqueó una ceja al escuchar semejante tontería, ¿acaso se había vuelto loco? Habría bebido tanto que su cerebro ya no regía lo suficiente —antes de pillarme de ti me corto la mano derecha— y eso que era básicamente la mano por la que vivía, la que le daba de comer y con la que cumplía su sueño, sin ella no sería nada ni nadie, pero no pensaba colarse por un chico chabacano que siempre estaba en pie de guerra y que no hacía otra cosa más que sacarlo de quicio, bastante estrés tenía ya en su vida como para querer buscarse un problema como ese.
—No— respondió con un jadeo lamentable al sentir su peso sobre él —acabemos con esto de una vez— protestó con voz temblorosa, quería darse prisa con aquello, pero la actitud de Patrick le indicaba que él tenía otras intenciones.
El poco razonamiento que aún no estaba bañado en el alcohol le decía que una vez que se acostasen se olvidaría de todo lo que estaba sintiendo en aquel momento, que llevaba demasiado tiempo sin sexo, que Patrick se había dedicado a provocarlo una y otra vez, que él había sentido curiosidad y que después de saciarla se olvidaría de él por completo y podrían volver a las discusiones de siempre, sin que las ganas de llevárselo a la cama le nublasen la mente. Al menos, eso esperaba.
Levantó las caderas para apremiarlo y no pudo evitar volver a retarlo —¿qué pasa? ¿estás pensando en echarte atrás?— aunque quizás, si le daba demasiado tiempo para reflexionar sería él quien saldría corriendo de la habitación antes de cometer aquel error.
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10:30h - 27.09.19 - Fiesta N3 - Con Adrien
Esbozó una falsa mueca de disgusto. Qué prisas, qué prisas. Vaciló, sin soltar el agarre de sus muñecas. Yo no tengo nada que hacer mañana, ¿y tú? ¿Qué hacía hablando tanto? Ah, sí, era tremendamente divertido provocar a ese tío, y le ponía aún más cachondo si podía. Soltó una carcajada por su propia gracieta y añadió. Yo quería regodearme un poquito, con el trabajo que me ha costado llevarte a la cama. Dijo pasándose la lengua por los dientes en una sonrisa maliciosa.
Pero ese gesto sí que no se lo esperaba. Ese gesto fue lo que le faltaba. La sonrisa se le esfumó de golpe ante esa provocación tan directa, ante ese movimiento de caderas. Le miró un par de segundos y, con una carcajada casi muda y que vaticinaba problemas, movió la cabeza. Oh, chaval... No sabes lo que has hecho. Agarró aún con más fuerza sus muñecas, clavando sus dedos en estas, y descendió sin miramientos para devorar su boca, para pegar su cuerpo al suyo y empezar a mover sus caderas contra las de él, rozándose y vaticinando lo que iba a pasar en breves instantes. Porque la dinamita acababa de estallar.
Al separar el beso dejó que sus dientes pinzaran con suavidad el labio inferior del chico. Ladeó una sonrisa y dijo. Creo que antes me han interrumpido. Y más le valía a los gilipollas de sus compañeros de piso no interrumpir ahora también, porque mataba. Quemaba cosas. No estaba ya para que le tocaran más los cojones si no era en planos sexuales. Soltó las muñecas de Adrien y desabrochó su pantalón con presteza, tirando violentamente de este hacia abajo para quitárselo, y bajando también su ropa interior. Ya le tenía donde quería. Por fin.
Apréndete estas notas, chavalín. Susurró tentador mientras le daba un par de toques con los dedos en su mejilla en esa pose agresiva tan suya, volviendo a pasarse la lengua por los dientes y sin perder la sonrisa de villano, al tiempo que descendía por su cuerpo. Que luego voy a querer que me las reproduzcas. Y tanto que iba a querer, se lo llevaba imaginando desde que le vio por primera vez allí mismo diciendo "este es mi cuarto y no me pienso ir". Ahora sí que no te vas a ir, chaval. Descendió su lengua por su miembro, clavando la mirada en los ojos del otro. Que le viera. Que viera su deseo, que viera sus intenciones. Que viera hasta su amenaza, ese "y yo quiero lo mismo" que pensaba exigir en cuanto acabara. Él, por su parte, quería ver su triunfo, quería verle rendirse ante él, quería ver lo que le provocaba. Bajó los labios para rodearle y empezó a recorrer su extensión con su boca, con su lengua, con intensidad y lujuria. Con las ganas que le habían tajado de golpe en ese mugroso cuarto de baño.
Pero ese gesto sí que no se lo esperaba. Ese gesto fue lo que le faltaba. La sonrisa se le esfumó de golpe ante esa provocación tan directa, ante ese movimiento de caderas. Le miró un par de segundos y, con una carcajada casi muda y que vaticinaba problemas, movió la cabeza. Oh, chaval... No sabes lo que has hecho. Agarró aún con más fuerza sus muñecas, clavando sus dedos en estas, y descendió sin miramientos para devorar su boca, para pegar su cuerpo al suyo y empezar a mover sus caderas contra las de él, rozándose y vaticinando lo que iba a pasar en breves instantes. Porque la dinamita acababa de estallar.
Al separar el beso dejó que sus dientes pinzaran con suavidad el labio inferior del chico. Ladeó una sonrisa y dijo. Creo que antes me han interrumpido. Y más le valía a los gilipollas de sus compañeros de piso no interrumpir ahora también, porque mataba. Quemaba cosas. No estaba ya para que le tocaran más los cojones si no era en planos sexuales. Soltó las muñecas de Adrien y desabrochó su pantalón con presteza, tirando violentamente de este hacia abajo para quitárselo, y bajando también su ropa interior. Ya le tenía donde quería. Por fin.
Apréndete estas notas, chavalín. Susurró tentador mientras le daba un par de toques con los dedos en su mejilla en esa pose agresiva tan suya, volviendo a pasarse la lengua por los dientes y sin perder la sonrisa de villano, al tiempo que descendía por su cuerpo. Que luego voy a querer que me las reproduzcas. Y tanto que iba a querer, se lo llevaba imaginando desde que le vio por primera vez allí mismo diciendo "este es mi cuarto y no me pienso ir". Ahora sí que no te vas a ir, chaval. Descendió su lengua por su miembro, clavando la mirada en los ojos del otro. Que le viera. Que viera su deseo, que viera sus intenciones. Que viera hasta su amenaza, ese "y yo quiero lo mismo" que pensaba exigir en cuanto acabara. Él, por su parte, quería ver su triunfo, quería verle rendirse ante él, quería ver lo que le provocaba. Bajó los labios para rodearle y empezó a recorrer su extensión con su boca, con su lengua, con intensidad y lujuria. Con las ganas que le habían tajado de golpe en ese mugroso cuarto de baño.
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Dinamita
10:30h - 27.09.19 - Casa - Con Patrick
¿Qué tenía que hacer mañana? Asumir su vergüenza por lo que estaban haciendo y aprender a vivir con ella, por unos segundos de pánico se preguntó como iba a ser capaz de mirarlo a la cara a partir de ahora, de soportar sus constantes burlas hacia aquello, su arrogancia por haber caído de aquella manera y estuvo a punto de apartarlo antes de que fuese demasiado tarde, pero los movimientos del contrario lo mantuvieron anclado al colchón, soltando un par de suspiros desesperados ante el roce de sus cuerpos, lo deseaba, no podía evitarlo, no sabía en qué clase de persona se había convertido, nunca se había dejado llevar de aquella manera por sus instintos, tenía un control exhaustivo de su vida, de lo que podía permitirse y de lo que no y perder los pantalones por un chaval insoportable nunca había entrado en sus planes y sin embargo no fue capaz de acabar con aquello.
—Hazlo de una vez— gruñó apartando sus dedos de un manotazo, no soportaba que lo tratase de aquella manera, como si estuviese al mando de la situación y él fuese un mero juguete en sus manos, no estaba dispuesto a dejarlo pasar por encima, su orgullo nunca se lo perdonaría, no iba a comportarse como un tierno corderito, ni a dejarse manejar, por muy cachondo que le hubiesen puesto sus dedos aferrando sus muñecas, él tenía algo que decir en todo aquello, no se iba a callar —depende de lo bueno que seas— retó, ya había obtenido un adelanto de sus habilidades y sabía que iba a disfrutar con aquello y del mismo modo también estaba deseando poder estar en aquella posición, demostrarle que él también podía tenerlo justo donde quería y hacerlo gritar de placer, casi le dio más placer aquella visión que lo que el chico hacía con su cuerpo, casi, porque tenía que reconocerlo, Patrick era bueno de verdad.
Sus gemidos resonaron en la habitación, a pesar de que se mordió los labios para evitar hacer el menor ruido posible y que sus compañeros de piso no se enterasen de lo que ocurría entre aquellas cuatro paredes —baiser— gruñó en francés cuando Patrick aumentó el ritmo.
Se hundió en el colchón con sus manos aferrando los hombros del contrario con tanta fuerza que seguramente le estaría dejando marcas, pero no podía evitarlo, estaba tan caliente que estaba a punto de llegar —Patrick— se quejó con un jadeo, retorciéndose sobre las sábanas —no puedo… voy a… oh, merde, voy a correrme— avisó entre gemidos.
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10:30h - 27.09.19 - Fiesta N3 - Con Adrien
Así le provocaba, de esa forma. Ese niñato francés seguía y seguía, cada vez que Patrick se ponía aún más malote, aún más por encima, el otro siempre tenía una palabrita o fracesita que decir al respecto. Y, oh, cómo le ponía eso. Le iba a volver loco a ese paso, pero por lo pronto se encargaría de que fuera su lengua la que le desbaratara la cordura a él.
Y debía estar funcionando bien, porque lo escuchaba gemir con gusto. Ahora sí que no le importaba que hiciera ruido, esos suspiros sí que eran música para sus oídos, y no lo que hacía con el violín. Había dicho algo en francés, pero ahí sí que no se pensaba quejar, solo le había puesto más cachondo todavía. Notaba como su propia excitación bullía más y más. Entre las ganas que le tenía, lo que estaban haciendo, sus reacciones y la borrachera... O entraban en materia de la buena en breves, o aquello iba a ser muy corto.
De hecho, ahí estaba el aviso del otro. Y no sería porque no le daban ganas de seguir y de comprobarlo, de llevarle al éxtasis solo usando la boca y poder fardar de ello hasta el fin de sus días. Pero le había gustado mucho, demasiado, esa forma de escuchar su nombre de sus labios... Y quería oírlo más veces. Se separó y trepó hasta ponerse a la altura de su boca de nuevo. No... Susurró sobre esta, antes de lanzarse a devorarla una vez más. No... De eso nada... Confirmó en un susurro casi gruñido, ladeando una sonrisa, sin despegarse de sus labios. Se incorporó, separándose para quitarse él también la escasa ropa que le quedaba puesta, tras lo cual se subió a horcajadas sobre él, acercando sus caderas a su rostro, de rodillas en la cama y con la espalda erguida. ¿Te has aprendido bien las notas... Adrien? ¿Podía ser la primera vez que le llamaba por su nombre real en vez de por un mote absurdo? Meh, no se iba a poner a darle vueltas a eso ahora. Volvió a esbozar una sonrisa maliciosa y, acariciando sus labios con el dedo índice, le dijo. Demuéstramelo. Se mojó los labios, con deseo en anticipación, y le dijo. Hoy sí quiero que toques para mí.
Y debía estar funcionando bien, porque lo escuchaba gemir con gusto. Ahora sí que no le importaba que hiciera ruido, esos suspiros sí que eran música para sus oídos, y no lo que hacía con el violín. Había dicho algo en francés, pero ahí sí que no se pensaba quejar, solo le había puesto más cachondo todavía. Notaba como su propia excitación bullía más y más. Entre las ganas que le tenía, lo que estaban haciendo, sus reacciones y la borrachera... O entraban en materia de la buena en breves, o aquello iba a ser muy corto.
De hecho, ahí estaba el aviso del otro. Y no sería porque no le daban ganas de seguir y de comprobarlo, de llevarle al éxtasis solo usando la boca y poder fardar de ello hasta el fin de sus días. Pero le había gustado mucho, demasiado, esa forma de escuchar su nombre de sus labios... Y quería oírlo más veces. Se separó y trepó hasta ponerse a la altura de su boca de nuevo. No... Susurró sobre esta, antes de lanzarse a devorarla una vez más. No... De eso nada... Confirmó en un susurro casi gruñido, ladeando una sonrisa, sin despegarse de sus labios. Se incorporó, separándose para quitarse él también la escasa ropa que le quedaba puesta, tras lo cual se subió a horcajadas sobre él, acercando sus caderas a su rostro, de rodillas en la cama y con la espalda erguida. ¿Te has aprendido bien las notas... Adrien? ¿Podía ser la primera vez que le llamaba por su nombre real en vez de por un mote absurdo? Meh, no se iba a poner a darle vueltas a eso ahora. Volvió a esbozar una sonrisa maliciosa y, acariciando sus labios con el dedo índice, le dijo. Demuéstramelo. Se mojó los labios, con deseo en anticipación, y le dijo. Hoy sí quiero que toques para mí.
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Adrien no tenía mucha experiencia como para comparar, había estado con varios chicos, pero podía contarlos con los dedos de una sola mano y solo con tres de ellos había llegado hasta el final, por lo que no tenía ni idea de si lo que Patrick le estaba haciendo sentir era normal o es que era buenísimo en aquello, probablemente él habría estado con mil tíos, lo había visto llegar día sí y día también a las tantas de la mañana alardeando de ello y pese a que podía pensar que solo era un fanfarrón, el caso es que se lo creía, tenía facilidad para convencer y seducir a la gente, a pesar de sus groserías y de lo idiota que parecía a veces, estaba seguro de que si quería llevarse a alguien a la cama, lo conseguiría.
Ahí estaba él, a pesar de todo, de prohibirse a sí mismo caer en su juego, con las piernas abiertas y las manos aferradas a su cuerpo, a punto de llegar al que presentía que sería el mejor orgasmo de su vida.
Pero la liberación se volatizó en sus venas, sin previo aviso sintió como Patrick se separaba y un lamento trepó por su garganta —maldita sea— se quejó llevando una mano a su pecho, intentando que sus latidos y su respiración se ralentizasen, había estado tan cerca, se sentía frustrado y al mismo tiempo aún más excitado que hacía unos minutos, porque la noche no había acabado, solo estaba comenzando y tenía que reconocer que le gustaba que aquello no fuese solo un polvo de diez minutos, si no que se estuviesen tomando su tiempo y el hecho de que lo llamase por su nombre y no por ningún mote estúpido le calentó el pecho de una manera que prefirió obviar, no podía permitirse a sí mismo dejarlo entrar de aquella manera.
—Eres un imbécil— gruñó, a pesar de que le ponía caliente que usase su mayor don, el violín, como una metáfora de lo que estaban haciendo y oh, Adrien era competitivo, mucho, siempre tenía que ser el mejor en todo, demostrar a los demás que no tenía límite era parte de su personalidad, por lo que aceptó el reto de buena gana, a pesar de que no había hecho aquello tantas veces como le gustaría, pero había memorizado los gestos y el ritmo de Patrick y lo llevó a cabo de la misma manera.
Sus dedos rodearon su cuerpo caliente y su boca se entreabrió soltando el aire húmedo sobre su piel, lo hizo despacio, con movimientos casi perezosos, con la única intención de conseguir que el contrario se desesperase y tuviese que pedirle más y fue aumentando el ritmo poco a poco, dejando que su lengua recorriese toda su longitud.
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10:30h - 27.09.19 - Fiesta N3 - Con Adrien
Soltó una risotada malvada cuando le dedicó ese insulto tan bonito. Música para sus oídos era, porque sí, sería un imbécil, pero un imbécil que había conseguido llevárselo a la cama. Que se pusiera como quisiera, pero ahí estaba, volviéndose loco con cada roce que le dejaba con su lengua, y rogando por más con esa carita con la que le miraba, aunque su boca dijera "imbécil". Que dijera lo que quisiera. Pronto le iba a arrancar las palabras una a una en forma de gemidos.
Por lo pronto el que gimió fue él, con un gruñido que le salió del fondo de su pecho. Apoyó una mano en el cabecero de la cama, porque la postura era muy altiva y muy subidita pero ahora mismo estaba viendo todas las estrellas del firmamento, no podía mantenerse tan estoicamente. Dios, qué ganas le tenía el puto francés. Muchas. Demasiadas. Tantas que esperó a que le degustara un poco más, a que hiciera que su corazón estuviera a punto de salirse de su pecho... Y, al cabo de unos minutos de más placer del que le gustaría reconocer, puso una mano en su mejilla y le apartó.
Sí que tocas bien. Fue deslizando su cuerpo hacia abajo, susurrando sobre sus labios con tono retador. Te voy a tener que pedir conciertos privados más a menudo. Se encajó con su cuerpo y devoró sus labios con ansias, buscando sus lenguas, casi sin permitirse él respirar ni permitírselo al otro. En lo que le besaba, alargó un brazo hasta la mesita de noche, tanteando en sus cajones. Otra cosa no, pero los condones los tenía más que localizados. Y la maniobra para ponérselo, bastante entrenada también. Finalizadas las gestiones, pasó una mano por debajo de su muslo para alzar su pierna y, separándose de su boca, dijo. Creo que ya basta de notas a medias. Subió también la otra pierna del chico y, colocándose, añadió. Yo quiero el concierto completo... ¿Y tú? Presionó sus caderas y fue entrando en él, poco a poco al principio, a ver si ese francés iba a ser demasiado delicado y se iba a echar atrás cuando llegaba lo más interesante. Pero no parecía quejarse. Él, por su parte, soltó el aire por la boca despacio, aguantándose un gemido, y cuando se notó por completo en su interior empezó a acelerar el ritmo.
Se pegó todo lo que pudo al cuerpo del otro y aquello se volvió poco a poco más frenético. Llevó una mano al miembro del chico, porque él se notaba demasiado al límite y no quería luego acusaciones de dejarle a medias o mierdas varias (aunque con la boca no había ido mal, no le importaría volver). La otra mano agarró su mejilla de nuevo para encararle, presa de la pasión que le desbordaba. Quiero oírte. Susurró con su punto chulesco y agresivo habitual. Ladeó una sonrisa y dijo. Ahora sí quiero oírte. Ahora es cuando tienes que hacer todo el ruido que puedas.
Por lo pronto el que gimió fue él, con un gruñido que le salió del fondo de su pecho. Apoyó una mano en el cabecero de la cama, porque la postura era muy altiva y muy subidita pero ahora mismo estaba viendo todas las estrellas del firmamento, no podía mantenerse tan estoicamente. Dios, qué ganas le tenía el puto francés. Muchas. Demasiadas. Tantas que esperó a que le degustara un poco más, a que hiciera que su corazón estuviera a punto de salirse de su pecho... Y, al cabo de unos minutos de más placer del que le gustaría reconocer, puso una mano en su mejilla y le apartó.
Sí que tocas bien. Fue deslizando su cuerpo hacia abajo, susurrando sobre sus labios con tono retador. Te voy a tener que pedir conciertos privados más a menudo. Se encajó con su cuerpo y devoró sus labios con ansias, buscando sus lenguas, casi sin permitirse él respirar ni permitírselo al otro. En lo que le besaba, alargó un brazo hasta la mesita de noche, tanteando en sus cajones. Otra cosa no, pero los condones los tenía más que localizados. Y la maniobra para ponérselo, bastante entrenada también. Finalizadas las gestiones, pasó una mano por debajo de su muslo para alzar su pierna y, separándose de su boca, dijo. Creo que ya basta de notas a medias. Subió también la otra pierna del chico y, colocándose, añadió. Yo quiero el concierto completo... ¿Y tú? Presionó sus caderas y fue entrando en él, poco a poco al principio, a ver si ese francés iba a ser demasiado delicado y se iba a echar atrás cuando llegaba lo más interesante. Pero no parecía quejarse. Él, por su parte, soltó el aire por la boca despacio, aguantándose un gemido, y cuando se notó por completo en su interior empezó a acelerar el ritmo.
Se pegó todo lo que pudo al cuerpo del otro y aquello se volvió poco a poco más frenético. Llevó una mano al miembro del chico, porque él se notaba demasiado al límite y no quería luego acusaciones de dejarle a medias o mierdas varias (aunque con la boca no había ido mal, no le importaría volver). La otra mano agarró su mejilla de nuevo para encararle, presa de la pasión que le desbordaba. Quiero oírte. Susurró con su punto chulesco y agresivo habitual. Ladeó una sonrisa y dijo. Ahora sí quiero oírte. Ahora es cuando tienes que hacer todo el ruido que puedas.
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Dinamita
10:30h - 27.09.19 - Casa - Con Patrick
Lo admitía, tener a Patrick desesperado ondulando las caderas, gimiendo y soltando maldiciones, hinchaba su orgullo de una forma que no podía explicar, porque el contrario siempre intentaba quedar por encima con su chulería y su soberbia y por una vez Adrien lo tenía bajo su dominio y se sentía poderoso.
Estaba tan concentrado en lamer su piel caliente que tardó un par de minutos en darse cuenta de que el contrario le pedía parar, no quería, si era sincero, quería llevarlo hasta el éxtasis así, solo con su boca, demostrarle que podía volverlo tan loco como él se sentía y si de paso le suplicaba, dios, sería la mejor noche de su vida, pero al parecer Patrick tenía una idea bien distinta de como quería seguir con aquello y en cuanto su mano estuvo de nuevo sobre su cuerpo se olvidó hasta de respirar.
—Con cuidado— pidió en una jadeo en cuanto sus piernas se posaron sobre los hombros del contrario, hacía ya un tiempo que no estaba con nadie y no quería que aquel momento se jodiese solo porque se encontrasen demasiado ansiosos.
Sin embargo él disentía, sería solo cosa de una vez, no iba a volver a repetirse, había tenido un momento de debilidad, provocado por los nervios del examen venidero, el alcohol que llevaba en sangre y sí, lo reconocía, porque el chico le excitaba mucho más de lo que le gustaría, pero estaba seguro de que después de haberlo probado, de sacarse las ganas, dejaría por fin de pensar en él y se centraría en lo que debería, su carrera.
—Será un concierto único— suspiró agarrando sus muñecas que quedaban justo a ambos lados de su cuerpo, necesitaba aferrarse a algo consistente.
Agradeció que tuviese preservativos, ya que él no había llevado ninguno consigo, cuando se mudó a Nueva York nunca pensó que acabaría de aquella forma, si no que se dedicaría exclusivamente a su violín, pero claro, no había contado con vivir con alguien como Patrick.
Gimió sin contenerse en cuanto sintió toda su longitud dentro de él, cerrando los ojos y mordiéndose los labios con los primeros golpes de cadera y había llegado a pensar que lo mejor que haría sería usar la boca, joder, odiaba que fuese tan bueno en aquello.
—No— se opuso al escucharlo, no quería darle aquella satisfacción, pero su cuerpo y su deseo lo traicionaron y dos segundos después comenzó a jadear con más fuerza, intentó buscar sus labios para acallar el sonido y lo besó con toda la fuerza que pudo, pero cuando sintió como lo tocaba perdió la cordura por completo y se desinhibió como no creía haberlo hecho antes —Patrick— gritó de nuevo su nombre —dios, no pares, más, joder— ni siquiera sabía qué estaba pidiendo, había perdido la noción de la realidad, solo sentía el calor extenderse por su vientre hacia abajo y como minutos después ambos llegaron al orgasmo al mismo tiempo.
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Dinamita
10:30h - 27.09.19 - Fiesta N3 - Con Adrien
Podría ponerse muy chulito y decir cosas del tipo que estaba dándole a ese frenchie su merecido, o lo que le llevaba pidiendo a gritos desde que se colocó en esa misma cama exigiendo que era suya. O que le estaba haciendo jadear como seguro que no se lo había hecho nadie. Pero lo cierto era que el propio Patrick había deseado y estaba disfrutando de eso más de lo que pensaba reconocer.
Sentía las manos del otro aferrarse a sus muñecas y solo pudo apretar los dientes, clavar una mirada fiera en sus ojos verdes y no parar el ritmo, incrementarlo todo lo que pudo, resarcirse por todas esas veces por las que había fantaseado con él, por tenerle donde quería, justo donde le tenía ahora. Pero la excitación era demasiado alta, las ganas se habían contenido por demasiado tiempo y el alcohol le tenía demasiado nublado. No tardó en notar como su respiración y su corazón se aceleraban de más, como sus jadeos salían cada vez más ruidosos. Como estaba a muy muy poco de que aquello por lo que tanto había esperado, se acabara.
Mira que él era de aquí te pillo, aquí te mato, y ya se había deleitado con ese tipo más que con ningún otro. Pero, joder, qué lástima acabar tan pronto, con el trabajo que le había costado llegar hasta allí. Claro que el maldito francés no se lo ponía nada fácil, con esa forma de demandar su cuerpo y de venirse arriba con tanta facilidad. Soltó una risotada que le salió algo temblorosa, porque el muy chulo de él estaba empezando a descontrolarse de más y no iba a poder gestionarlo mucho más tiempo. ¿Que pare ahora? Sí, claro. Pídemelo otra vez. Susurró sobre sus labios, inclinándose un poco más hacia él, y ah, para qué tuvo que decir nada. Solo con esa imagen, solo por incrementar sus movimientos y ver la reacción del otro, notó como estallaba por dentro. Se jugaba el cuello a que los dos muermos que tenía por compañeros de piso le habían oído jadear, gruñir, gemir y clamar todo lo clamable, y le importaba tres mierdas y media. Estaba por asegurar que había echado uno de los mejores polvos de su vida... Joder, y había tenido que ser con el puto francés... Si es que lo sabía, si es que se lo vio en la cara nada más entrar por la puerta.
Cayó rendido sobre él, relajando los músculos, respirando agitada y ruidosamente y ya fuera de su cuerpo, aunque aún con las manos agarradas a él. Parecía que la realidad se estaba haciendo presente poco a poco, aunque la cabeza le daba mil vueltas. Apretó los párpados y se dejó caer en la cama con un gruñido. Cuando reunió aire suficiente como para hablar, giró la cabeza y miró al otro. Hasta que no has dormido aquí, no has parado. Rio un poco, pero antes de que le saltara al cuello, le dio un toque coleguero en la mejilla con un índice. Va, no te piques ahora... Quédate. Se encogió de hombros. Es grande, cómoda... Aprovecha. Hizo un gesto de la mano hacia la puerta y añadió. Y si yo tuviera que levantarme ahora, me caería al suelo de cabeza. Eso era verdad. Respiró hondo, cerrando los ojos y murmuró. Venga... Que no se diga que eres de los que folla y desaparece. O sea, como él. Ya no oyó la respuesta. Se quedó dormido antes.
Sentía las manos del otro aferrarse a sus muñecas y solo pudo apretar los dientes, clavar una mirada fiera en sus ojos verdes y no parar el ritmo, incrementarlo todo lo que pudo, resarcirse por todas esas veces por las que había fantaseado con él, por tenerle donde quería, justo donde le tenía ahora. Pero la excitación era demasiado alta, las ganas se habían contenido por demasiado tiempo y el alcohol le tenía demasiado nublado. No tardó en notar como su respiración y su corazón se aceleraban de más, como sus jadeos salían cada vez más ruidosos. Como estaba a muy muy poco de que aquello por lo que tanto había esperado, se acabara.
Mira que él era de aquí te pillo, aquí te mato, y ya se había deleitado con ese tipo más que con ningún otro. Pero, joder, qué lástima acabar tan pronto, con el trabajo que le había costado llegar hasta allí. Claro que el maldito francés no se lo ponía nada fácil, con esa forma de demandar su cuerpo y de venirse arriba con tanta facilidad. Soltó una risotada que le salió algo temblorosa, porque el muy chulo de él estaba empezando a descontrolarse de más y no iba a poder gestionarlo mucho más tiempo. ¿Que pare ahora? Sí, claro. Pídemelo otra vez. Susurró sobre sus labios, inclinándose un poco más hacia él, y ah, para qué tuvo que decir nada. Solo con esa imagen, solo por incrementar sus movimientos y ver la reacción del otro, notó como estallaba por dentro. Se jugaba el cuello a que los dos muermos que tenía por compañeros de piso le habían oído jadear, gruñir, gemir y clamar todo lo clamable, y le importaba tres mierdas y media. Estaba por asegurar que había echado uno de los mejores polvos de su vida... Joder, y había tenido que ser con el puto francés... Si es que lo sabía, si es que se lo vio en la cara nada más entrar por la puerta.
Cayó rendido sobre él, relajando los músculos, respirando agitada y ruidosamente y ya fuera de su cuerpo, aunque aún con las manos agarradas a él. Parecía que la realidad se estaba haciendo presente poco a poco, aunque la cabeza le daba mil vueltas. Apretó los párpados y se dejó caer en la cama con un gruñido. Cuando reunió aire suficiente como para hablar, giró la cabeza y miró al otro. Hasta que no has dormido aquí, no has parado. Rio un poco, pero antes de que le saltara al cuello, le dio un toque coleguero en la mejilla con un índice. Va, no te piques ahora... Quédate. Se encogió de hombros. Es grande, cómoda... Aprovecha. Hizo un gesto de la mano hacia la puerta y añadió. Y si yo tuviera que levantarme ahora, me caería al suelo de cabeza. Eso era verdad. Respiró hondo, cerrando los ojos y murmuró. Venga... Que no se diga que eres de los que folla y desaparece. O sea, como él. Ya no oyó la respuesta. Se quedó dormido antes.
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Dinamita
10:30h - 27.09.19 - Casa - Con Patrick
Sus gritos, junto a los gemidos de Patrick, retumbaron en sus oídos mientras ambos se liberaban y llegaban juntos al mayor éxtasis que había sentido nunca, sí, había tenido sexo antes, en varias ocasiones, pero no recordaba que hubiese sido tan bueno, ni que hubiese estado tan desesperado por correrse, ni tan caliente y en el fondo le jodía un poco que su mejor experiencia hubiese sido con un chulito como Patrick, sabía que pronto se arrepentiría de aquello, pero ahora, aquella noche, solo podía sentirse saciado y satisfecho, como no lo había estado antes.
El peso de su cuerpo lo devolvió un poco a la realidad, eran compañeros de piso, se llevaban como los perros y los gatos, no se aguantaban y los otros chicos dormían en las habitaciones de al lado, probablemente los habrían escuchado jadear, aunque esperaba que se creyesen que era una más de las conquistas del chico y que nunca se imaginasen que se trataba de él.
Suspiró y se llevó una mano al pecho intentando calmar sus latidos, debería marcharse, debería recoger su ropa y salir de allí lo más rápido posible, pero sentía su cuerpo demasiado agotado, el alcohol aún nublaba su raciocinio y por más que le costase admitirlo, el calor del cuerpo que tenía justo al lado le resultaba placentero, hasta que lo escuchó hablar, por supuesto, porque así eran las cosas con Patrick.
—No te soporto— gruñó, pero en aquella ocasión vislumbró algo diferente en él, no había intentado enfadarlo hasta llevarlo al límite, le sorprendió que en lugar de echarlo de su habitación a patadas le pidiese que se quedase a dormir, allí, con él, los dos juntos, como si aquello hubiese sido algo más que sexo para ellos.
Tragó saliva y no tuvo ocasión de replicar, pudo oír como la respiración del chico se volvía suave y pausada, se había quedado dormido y a él le pesaban demasiado los párpados como para pensar en las implicaciones de quedarse en aquella cama, de asimilar las consecuencias de haberse acostado con él, solo quería dejarse llevar por el sueño y fantasear con todo lo que habían hecho entre aquellas sábanas y sin poder evitarlo se quedó dormido.
Con un último pensamiento efímero de si aquello significaría el final de aquella historia o si en cambio se trataba solo del principio.
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