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    Alchemist
    Ivanka
    Alchemist
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    Vie Oct 09, 2020 5:44 pm


    This is a wizard tale
    1x1 ৹ Inspired ৹ Libros ৹ Spin off El pájaro en el espino (HP Universe)
    Ya sabemos cómo acaba esta historia. Quizá no tiene un final exactamente feliz, o quizá simplemente fue el final de su propio cuento. Un cuento que no es de hadas, si no de magos y brujas, de hechizos y del encantamiento más potente de todos: el amor.

    Año 1983, William Gallia, es un joven creador de hechizos de veintiocho años. Estudiante de la casa Ravenclaw, conocido por su creatividad y su inacabable ingenio, por perjudicial que fuera a veces para sí mismo. Apreciado por sus jefes, ha sido enviado a América para trabajar en un proyecto secreto con el Ministerio de Magia estadounidense. Él encantado, huyendo de la presión de una familia que considera que ya debería ir haciendo aunque sea un matrimonio de conveniencia, preferiblemente con una maga rica.

    Por su parte, la joven Jane Van Der Luyden, hija de una rica e influyente familia de sangre pura de Maine, ha conseguido que su familia la deje trabajar en el Ministerio de Magia como secretaria de un amigo influyente de su padre, encargado de un proyecto secreto de defensa mediante hechizos. Su condición para permitirle esa pequeña libertad es que viva con una tía solterona de Long Island y que en menos de dos años haya encontrado marido, aunque ella espera ascender a un puesto más importante y demostrarles a sus padres que vale para algo más que para estar casado.

    Dos personas que no esperaban encontrar a nadie, casadas con sus trabajos y huyendo de la presión de familias demasiado tradicionales en un mundo que no les entiende. Dos personas que no podían hacer otra cosa que encontrarse.


    ÍNDICE DE CAPÍTULOS

    Capítulo 1: A flower in the desert

    Capítulo 2: A Picture for the eternity

    Capítulo 3: The nearest place to heaven

    Capítulo 4: Hidding was never my kind of thing
    William Gallia
    28 años ৹ Paul Bettany ৹ Freyja
    El chico de oro de Ravenclaw, amable, divertido, con una curiosidad y mundo interior sin límites, todos pensaban que estaría casado con cualquier jovencita de sangre pura. Pero no, William se dedicó a ir a las bodas de sus amigos, a ser el amigo soltero al que invitan para que alegre la fiesta, y sobretodo, a su trabajo. Le apasiona crear hechizos, por eso su jefe le seleccionó para el programa de defensa con hechizos del Ministerio de Magia Americano, lo cual le da la oportunidad de salir del entorno que siempre a conocido y lo que más le gusta: descubrir cosas nuevas y ponerse retos.
    Jane Van Der Luyden
    19 años ৹ Katie McGrath ৹ Ivanka
    Siempre discreta y callada, Jane pasaba desparecibida en su familia. Se dedicaba a hacer el bien, a escribir a vivir una vida solitaria pero feliz, aislada de los demás. Cuando se acercó la edad de dejar Ilvermony, sus padres empezaron a presionarla con que encontrara marido de entre sus varios pretendientes, siempre pasando por su aprobación. Pero Jane quería seguir viviendo al margen de esa sociedad que nunca le ha gustado. Por eso pidió a su padre que la dejara trabajar como secretaria en el Ministerio de Magia y adora trabjar, adora tener que estar dos horas en el tren desde casa de su tía en Long Island hasta el centro de Nueva York y adora enterarse de todo por estar en contacto con los papeles del amigo de su padre. Sabe que no puede pasar mucho más tiempo antes de que su madre se canse de que trabaje y la haga volver a Maine, así que quiere ascender en el ministerio pronto   


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    Vie Oct 09, 2020 9:24 pm
    A flower in the desert
    Capítulo I
    Día 23 de febrero de 1983
    a las 10:00 horas
    en MACUSA
    ¡¡SEÑOR GALLIA!! Se llevó tal susto que ahogó un grito y se cayó de culo en la arena, llevándose una mano al pecho. El hombre le miraba con cara de padre regañando a su hijo en plena travesura. ¡Por todos los dragones! ¿No sabe que no se le pueden dar a un hombre estos sustos cuando está concentrado? ¿¿Pero se puede saber qué hace usted en mitad del desierto?? William miró a su alrededor, como si no supiera por qué tenía que responder a una pregunta tan obvia. ¿Trabajar? ¿En Monunment Valley, cuando le están esperando en MACUSA? ¿Quién me espera en MACUSA? El hombre no parecía tener mucha paciencia, porque empezaba a frotarse la cara con desesperación. Pero William de verdad que no sabía a qué venía tanto alboroto.

    Estaba en vías de estudio de un nuevo encantamiento transmutador que usaba plantas como objetivo, y había una variante del díctamo en ese desierto bastante rara y especial. El hechizo producía efectos diferentes según la planta y quería probarlo con esa en concreto... Porque sí. Y era un hechizo que, según los resultados que diera, iba a ser muy útil de cara al programa para el que lo habían contratado. Hoy era su primer día y pensó que era una buena forma de comenzar, llevando la flor y mostrando sus investigaciones... Al parecer, se equivocaba.

    Espere un momento, estoy a punto de conseguir otro tallo. Y volvió a centrarse en escarbar con sumo cuidado. Esas raíces eran finas y si se rompían, no servía de nada. Pero el señor del Ministerio no tenía tiempo que perder. Señor Gallia. Volvió a iniciar, haciendo claramente acopio de paciencia. Hay programada una reunión con el Ministro de Magia y otros altos cargos del Ministerio. La reunión está programada para las doce y nos encontramos en otro Estado. William rió un poco de la ocurrencia del hombre, ajustándose las lentes de ampliación y sacando una a una las raíces con mucho cuidado. Qué pena que no seamos magos y nos podamos desplazar con trasladores. Para pasar de un Estado a otro hay que pasar por la Aduana, son dos apariciones distintas. Quiero pensar que lo sabe. Lo sé, descuide. Comentó con tranquilidad. Pero sigue siendo más rápido que por esos trastos muggles que vuelan. Miró al hombre por encima de las lentes. Son lentísimos, y aun así son su transporte más rápido. Suspiró y volvió a las raíces.

    Sacó lentamente y con triunfo la planta de la arena, ignorando por completo los suspiros de impaciencia de ese señor al que claramente habían mandado a por él, seguía sin saber por qué. ¿No querían que trabajara? Pues estaba trabajando. ¿Que era un poco raro que el primer día alguien estuviera a kilómetros de su nuevo puesto de trabajo? ...Puede que sí. Pero estaba trabajando, que era lo que importaba. Si no le gustaban sus métodos, que no le hubieran contratado.

    Pero cuando fue a guardar con delicadeza la flor en su tarro, se dio cuenta de que no le quedaba espacio. Oh, vaya. Hizo una mueca. Pues resulta que me podía haber ahorrado esta porque ya tenía suficientes. El otro ya lo quería matar, pero él no se dio ni por aludido. Se puso de nuevo la chaqueta, la cual se había quitado para soportar el calor del desierto, y guardó en su solapa la flor, dispuesto a marcharse de allí.

    Entre la aduana y la entrada al Ministerio tardaron más de lo esperado, pero llegó a tiempo para la reunión. Había todo un comité de bienvenida esperándole. Se sacudió un poco la tierra que aún le quedaba en la ropa y saludó con cordialidad a todos los que le iban presentando. Llevaba el maletín lleno de materiales y la cabeza llena de proyectos, así que esperaba dar con la tecla de todo aquello. No le gustaba hacer viajes en balde, ni dejar proyectos a medias.

    TY


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    Vie Oct 09, 2020 10:16 pm
    A flower in the desert
    Capítulo I
    Día 23 de febrero de 1983
    a las 10:00 horas
    en MACUSA
    El día estaba siendo una locura. Si los protocolos de seguridad ya eran bastante complicados, pero ese día empezaba el secretísimo proyecto de defensa mágica anti-soviética en el MACUSA y todo el mundo estaba muy revolucionado. No Jane, Jane estaba como todos los días, solo que todo el mundo la llamaba para algo, pero a ella le ponía de buen humor ser útil.

    A las 11:30 su jefe la tenía preparando la sala y la perseguía insistentemente- Recuerde que viene un caballero inglés. Té ¡Tenemos que tener té! El té no es ruso ¿No?- Jane, sin dejar de preparar los asientos y de moverse por la sala- No, señor Wren, es inglés creo- Él levantó los brazos enérgicamente- ¡Pues perfecto! Tenemos que tener contento a ese caballero, ponte a su servicio en cuanto llegue ¿Me has entendido Jane? Lo que necesite, la defensa de este Ministerio depende de lo que él haga aquí- Ella asintió, cogiendo la tetera y yéndose en dirección a la cocina- Sí, señor Wren.

    Y a eso de las 12:02, el señor Wren estaba que se subía por las paredes. Ella aguantaba el tipo, con las manos entrelazadas en el regazo, de pie a su lado- ¿Los ingleses no son terriblemente puntuales?- Jane pensó "pues no todos los ingleses, por lo visto" pero no dijo nada. A ella se le había enseñado a oír y callar, vista baja, un paso atrás. Y no le molestaba, le encantaba hablar consigo misma- ¡Bueno! Yo voy a entrar, hazle pasar cuando llegue, Jane. ¡Ah! Se llama William Gallia, recuérdalo- "Qué nombre tan particular" pensó, y se sentó en su sitio a esperar.

    Tan solo un poco después, apareció un caballero por la puerta, acompañado por Wennick, así que supuso que era el inglés. Pero era mucho más joven de lo que esperaba. Y tan rubio. Se quedó mirándole un momento, pero no quiso sostenerle mucho la mirada. Wennick la saludó y ella dio un paso hacia el inglés- Buenos días, señor Gallia. Soy Jane Van Der Luyden y me han puesto a su servicio mientras esté en el MACUSA- justo entonces, a la altura de sus ojos vio algo que le llamó la atención- ¿Es un díctamo del desierto?- preguntó con entusiasmo, y, sin poder controlar su sonrisa, levantó la mirada, anonadada y preguntó- ¿De dónde ha sacado un díctamo del desierto en pleno febrero en Nueva York? Me encanta esa flor pero nunca había visto una de cerca, aquí no sobreviven ni en los invernaderos- Acto seguido se sonrojó, porque había roto todas sus normas de golpe, y todo porque aquel inglés alto y rubio se había puesto ante ella. Estaba sonrojada y avergonzada. Carraspeó y agachó la mirada de nuevo.

    -Si me permite su abrigo, y lo que no necesite para la reunión y le acompaño dentro- Mirando sus zapatos todo el tiempo, a ver si se le quitaba el sonrojo antes de pasar. Dejó que William se presentara y empezó a servir el té antes de sentarse junto a la máquina de escribir y tipografiar toda la reunión. Volvió a mirarle al inclinarse para ponerle la taza de té delante y preguntarle, con el tono más neutro que pudo- ¿Cómo desea el té, señor Gallia?- iba a tener que preguntárselo a los demás, porque en esa sala no se había bebido té en la vida.

    TY


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    Sáb Oct 10, 2020 12:21 am
    A flower in the desert
    Capítulo I
    Día 23 de febrero de 1983
    a las 10:00 horas
    en MACUSA
    Tenía una gran memoria que prefería usar para datos, por lo que probablemente la mitad de los nombres que le hubieran dicho se le olvidasen antes de acabar el día. Entre otras cosas porque dudaba que con la mitad de esas personas fuera a volver a coincidir. Saludó cordialmente y entró en la sala con el hombre que se lo había llevado del desierto. Toda la comitiva pasó al despacho del Ministro mientras a él permanecía en la sala de reuniones y le presentaban a una última persona. Bueno, más bien se presentó ella.

    Y esa sí que era probable que la recordase, porque estaba seguro de que la vería más veces. Básicamente porque la joven había dicho estar "a su servicio". No le gustaba tener "servicio", le recordaba demasiado a las pretensiones de ciertas familias elitistas. Pero... No iba a importarle tener a esa chica cerca. Vaya, qué nombre más largo. Bromeó. Esperaba que no le sentara mal. Equivale a... Lo menos tres de esos. Rió un poco, señalando con el pulgar hacia atrás a toda la comitiva que se había trasladado al despacho del Ministro, mientras él se volvía a entretener con algo bello que había encontrado en su camino. Le pasaba mucho. La gente no solía tener paciencia con eso, nada más que había que ver la cara de... ¿Wennick? Estaba el pobre desesperado.

    Esbozó una expresión sorprendida y bajó su mirada a la solapa de su chaqueta, donde la mujer le señalaba. ¡Sí! ¿Cómo la había reconocido? Apenas asomaban un par de hojas, y era una planta súmamente extraña. Tiene usted buena vista, señorita Van Der Luyden. Lo dicho. Por lo menos dos nombres de los anteriores se le habían olvidado ya. He estado en Utah. Viene directo de Monument Valley. Se mojó los labios y empezó a explicar con entusiasmo. Verá, estoy probando una teoría de... Señor Gallia. Interrumpió el tal Wennick tras aclararse la garganta de una forma bastante poco discreta. Tendrá la oportunidad de tratar esos asuntos con el equipo. Ya puede pasar. Oh, de acuerdo.

    Pasó al despacho, que era sorprendentemente más grande que la sala de reuniones (¿para qué querían entonces sala de reuniones?) pero antes de sentarse, la mujer volvió a dirigirse a él. ¡Claro! Respondió cordial, quitándose la chaqueta. Puede que tenga... Un poco de... La sacudió de nuevo antes de dársela, dejando caer algo de arena en el despacho del Ministro. Por fortuna solo parecía haberlo visto Wennick, que no ganaba para disgustos ese día. Ah, espere. Antes de... La joven ya la tenía en sus manos, pero William dio la vuelta a la solapa y sacó el díctamo del desierto. Para usted. Se lo ofreció. Yo tengo muchos. Sonrió y se sentó a la mesa.

    Sí que parecía estar a su servicio, porque le estaba ofreciendo té. Eem, no muy caliente, que vengo de Utah. Rió un poco. A nadie pareció hacerle gracia. Se aclaró la garganta con discreción. Negro, por favor. Los presentes pidieron empezar la reunión y William simplemente sacó su maletín mientras miraba de reojo a la chica que servía el té. ¿No estaba un poco desaprovechada una persona con esa visión para las plantas sirviendo té? Gracias. Susurró cuando le dejó el suyo y trató de centrarse en la reunión lo máximo posible.

    TY


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    Sáb Oct 10, 2020 11:48 am
    A flower in the desert
    Capítulo I
    Día 23 de febrero de 1983
    a las 10:00 horas
    en MACUSA
    Sonrió ante el comentario del señor Gallia. La mayor parte de la gente pensaba eso de su apellido, lo había llevado como una losa toda la vida, pero no decían nada y luego lo recordaban mal. Pero él no, él se dirigió a ella perfectamente, lo cual la dejó un poco anonadada.

    Se sonrojó cuando le señaló su buena vista, pero se centró más en lo que dijo a continuación- ¿Cómo?- preguntó anonadada. ¿Realmente decía que lo había traído de Utah? Se atrevió a volver a levantar la vista, escuchando lo que el señor Gallia parecía querer contarle sobre una de sus plantas favoritas, cuando Wennick hizo las dos cosas que más le gustaba hacer: agobiar a la gente y recordarle que ella no era un miembro efectivo de la junta directiva del MACUSA. Pero ni eso podría empañarle el ánimo, porque de nuevo el señor Gallia, en el transcurso de dos minutos, la había vuelto a sorprender regalándole el díctamo- Gracias- dijo en voz baja pero con una gran sonrisa. Lo sostuvo entre sus dedos, paralizada por un momento, y lo prendió inmediatamente en el cuello de su chaqueta. Quizá la gente pensaría que no tenía sentido de la moda, o quizá, y era lo más probable, simplemente no se dieran cuenta.

    Aquella mañana estaba resultando más divertida de lo que jamás hubiera esperado. Si le hubiesen dicho que la importantísima reunión con el inglés iba a empezar seis minutos tarde, con arena en el despacho del señor ministro y un díctamo del desierto en su solapa, se hubiera echado a reír. Y eso fue lo que se le escapó ligeramente con el comentario del señor Gallia sobre el té. De hecho se oyó demasiado, porque nadie más se rio, pero ella le dedicó una sonrisa tímida desde su puesto.

    Durante la reunión estuvo un poco ocupada tipografiando todo a alta velocidad, pero sacó la clara conclusión de que el MACUSA no debería usar al señor Gallia para el programa de defensa. Debería usarlo para todo lo demás. Ese hombre tenía unos mil hechizos posibles en la cabeza, con otras mil aplicaciones distintas para cada uno, y se moría de ganas de preguntarle por todos ellos, y hacer un montón de carpetas y cuadernos definiéndolos, clasificándolos como Dios manda y presentándolos adecuadamente. Porque también era un poco caótico, pero de una forma... tierna.

    Cuando por fin se dieron por satisfechos, todos se levantaron, salieron en tropel del despacho y la dejaron sola, por supuesto sin despedirse, para que se encargara de todo lo que habían dejado tras de sí. Empezó a recoger las tazas y ordenar los papeles, cuando se dio cuenta de que el caballero inglés no se había levantado, así que se acercó a él y, de nuevo con la mirada baja, dijo- ¿Necesita algo, señor Gallia?- sonrió de nuevo, ligeramente- Por cierto, puede llamarme Jane, es más fácil de recordar que mi apellido y a mí no me importa. Nadie me llama señorita Van Der Luyden aquí, no se acordarían de cómo pronunciarlo- dijo con una risita. Su cara era tan amable, y su conversación tan agradable que se atrevió a preguntar- ¿Es... es verdad que acaba de llegar de Monument Valley, señor?- Realmente quería preguntarle cientos de cosas sobre sus hechizos, pero sabía que eso no era lo que hacían las secretarias.

    TY


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    Sáb Oct 10, 2020 3:00 pm
    A flower in the desert
    Capítulo I
    Día 23 de febrero de 1983
    a las 10:00 horas
    en MACUSA
    Miró de reojo hacia la chica con una sonrisilla cómplice porque se había reído de su tontería. Eso era nuevo. Tenía amigos que se reían de sus malos chistes, claro, pero en contexto de diversión, o por compromiso, o diciéndole "qué malo, Will". En un contexto tan sobrio como aquel en el que nadie se había reído, la risita de la chica desentonaba casi tanto como su broma mala. Al menos ya no era el único desentonando.

    Sacó de su maletín varias varitas y tarros con plantas, uno de ellos el de los díctamos recién recogidos. Volvió a mirar a la mujer de reojo con una sonrisilla cómplice, para que viera que no era mentira que ya tenía muchos, y luego se centró en la reunión. He estado observando los diferentes efectos que tienen hechizos defensivos según sobre qué se utilicen. Estas plantas... Y empezó a narrar como el mismo hechizo defensivo y sus variantes (que él mismo había inventado) lograban efectos totalmente diferentes según la varita que lo emitiese y sobre qué planta lo lanzase, llegando a producir tantas combinaciones como varitas y plantas hubiera en el mundo. Por ello me he desplazado esta mañana a Monument Valley. Miró a Wennick. No porque quisiera irme de excursión. Colocó los díctamos en forma circular sobre la mesa y pronunció el hechizo. Una fina y casi imperceptible cúpula de arena se generó envolviendo el área cuyo perímetro marcaban las plantas. Es imperceptible al ojo muggle, por lo que podemos realizarlo en cualquier lugar aunque sea turístico. Solo hace falta que contenga el mayor número de flora posible, y será una barrera natural.

    La reunión se prolongó bastante con diversas preguntas y sugerencias, afortunadamente para casi todas tenía respuesta. Llevaba mucho tiempo trabajando en aquello, había empezado con fines meramente académicos pero había acabado despertando el interés de los estatutos de gobierno. Solo esperaba que no lo usaran para nada malo.

    Cuando la reunión terminó todos se levantaron y se marcharon, pero William había generado tal mapa de plantas ante sí que se tomó un rato en recoger. Mientras lo hacía, apareció la señorita Van Der Luyden de nuevo. Alzó la vista y sonrió. No, nada. Se apresuró en responder con cordialidad. Solo... Dejar de soltar arena. Aunque creo que eso me va a llevar varios días. Comentó con una risa mientras arrastraba con el canto de la mano un puñado de arena de la mesa, que había caído allí al deshacer el hechizo de la cúpula de díctamos.

    Volvió a mirarla con una sonrisa agradable. Oh. Pues, en ese caso, puede llamarme William. Señor Gallia me hace sentir mayor. Terminó de echar la arena en su otra mano y, con un toque de su varita, la hizo desaparecer generando un diminuto remolino. Ante la pregunta y una vez más, miró a la chica. Claro. Sonrió y continuó guardando ingredientes en su maletín. Llevaba tiempo detrás de los díctamos del desierto, tenía que ir, y quería traerlos a la reunión. Pero llegué ayer de Inglaterra y tenía primero que saber donde localizarlos. Me he ido temprano... Pero aun así su compañero ha tenido que venir en mi busca. Se encogió de hombros. Pensé que la reunión sería más tarde. Cerró el maletín y se levantó, colocándolo en la mesa y dejando escapar un poco de aire con un suspiro risueño. Entonces frunció el ceño al ver que la chica tenía las manos llenas de cosas. ¿Puedo ayudarla en algo? Miró a su alrededor. Parece que nos han dejado aquí con el trabajo sucio.

    TY


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    Sáb Oct 10, 2020 7:25 pm
    A flower in the desert
    Capítulo I
    Día 23 de febrero de 1983
    a las 10:00 horas
    en MACUSA
    Volvió a reír ante la ocurrencia del inglés hablando de la arena, y observó con una sonrisa cómo hacía un remolino con la arena. Realmente era un hombro inventivo y una no se aburría con él, como los demás miembros del ministerio. Rio un poquito y dejó las tazas en un carrito que usaba para llevar las cosas a la cocina- Está bien, pero solo cuando no esté nadie delante, como me oigan llamarle William pensarán que me estoy excediendo con el famoso caballero inglés que ha venido a ayudarnos contra los rusos- dijo con un tono que se parecía demasiado a una broma- Además, me gusta su apellido, suena muy bonito. Mucho mejor que Van Der Luyden, en todo caso.

    Jane se iba a poner a organizar los papeles, pero se quedó embobada oyendo hablar al inglés. Ya no era solo su acento, que era adorable, si no que hablaba de ir a Monument Valley aquella misma mañana como quien habla de bajara. por café. Realmente a ella le gustaría ser así, tomarse esas cosas con tanta naturalidad y no como la paleta de Maine que se sentía. Por supuesto, sabía de lo que William estaba hablando, pero nunca había estado, ni se le había pasado ir tan lejos sola, si prácticamente no salía del Ministerio- Me encantaría ir a Monument Valley, aunque acabara llena de arena- dijo con una sonrisa y mordiéndose el labio inferior- Y tener muchos de estos, también- dijo tocando el díctamo en el cuello de su chaqueta. Rodó los ojos ante el comentario sobre Wennick y volvió a reír, esta vez más fuerte

    -El señor Wennick no es mi compañero, es mi superior, que no le oiga llamarle así... Pero sí, lo que más le gusta es decirle a los demás lo que tienen que hacer y si son más jóvenes que él, lo disfruta el doble. Y ya si son mujeres...- Pero se estaba excediendo en sus comentario. Aquel hombre le hacía hablar más allá de sus posibilidades. También se dio cuenta de que había dejado de recoger y que era casi la hora de comer- ¡No!- exclamó casi demasiado alto, porque no estaba acostumbrada a que un hombre importante se ofreciera a ayudarle con sus labores de secretaria, pero amplió su sonrisa, porque la verdad es que le parecía adorable- No ¿Cómo va a ayudarme usted a mí? El trabajo sucio se supone que es mi trabajo- soltó una carcajada y señaló a su plantas- De hecho debería haberle ayudado yo a recoger sus plantas y dejar que se vaya a comer que son más de la una...- dijo desplazándose a las estantería para ir dejando las carpetas en sus correspondientes estanterías y cajones mientras decía- Y si quiere usted, puedo hacerle una copia de la taquigrafía de la sesión. No sé cómo puede recitar de memoria todos esos procesos que ha explicado, a mi se me olvidarían, lo escribo todo- avanzó a la mesa y cogió las hojas, teniéndoselas y viendo un poco su cara de desconcierto, temiéndose que se hubiera excedido- ¿No tienen secretarias en el Ministerio de Gran Bretaña, William?- preguntó encogiéndose de hombros con una sonrisa.

    TY


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    Dom Oct 11, 2020 1:49 am
    A flower in the desert
    Capítulo I
    Día 23 de febrero de 1983
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    Hizo un gesto algo cómico, como un permiso reverencial aliñado con una sonrisita, y dijo. Tiene mi permiso para excederse. Rió un poco. Nunca había sido un hombre muy dado a los protocolos, ciertamente, le resultaban confusos y antinaturales. Él prefería hablar como una persona normal y ya está. Gracias. Es francés. Se encogió de hombros. El suyo suena... ¿Alemán? ¿Holandés? Y a mí me gusta, es original. Lo cierto es que había conocido a personas de tantos sitios y con tanta mezcla de nombres que ya no sabría decir de donde venía cada uno.

    Simplemente la miró con cierta curiosidad cuando dijo que querría ir a Monument Valley y tener muchos díctamos. A William le parecía una tarea bastante sencilla, al fin y al cabo él solo había necesitado unas horas en América para hacerla. Su cabeza ya estaba maquinando cosas, con esa sonrisilla de labios fruncidos que trataba de ocultar cuando debería estar escuchando a quien le hablaba en vez de metido en su propio mundo, mientras oía a la mujer.

    Dio un leve respingo y abrió mucho los ojos ante ese ¡no! tan intenso, levantando un poco el brazo del maletín. Ah. Dijo con una risilla, algo aliviado. Que no sabía dónde había metido la pata para esa reacción, pero solo fue una aclaración algo más impetuosa de la cuenta. Entendía de ímpetus desenfrenados. No se preocupe, me paso el día entre plantas. Estoy acostumbrado a ellas y ellas a mí. Bromeó. Y entonces le ofreció una copia de todo lo que había dicho en la reunión. Eso hizo que esbozara una expresión sorprendida. ¿De verdad? Pues eso estaría muy bien, se lo agradecería. Soltó una leve risa de admiración. Y yo no sé como ha podido taquigrafiar todas mis locuras, con lo rápido que hablo. Yo me habría ido a mi propio mundo en la segunda frase y a saber lo que habría ahí escrito.

    Ante la siguiente pregunta, se encogió de hombros y, con una mueca en la boca, negó con la cabeza. No. Ni sé por qué la tengo aquí, ciertamente. Vaya, ¿había sonado muy borde? Hizo un gesto apresurado con las manos, notándose en su cara como sabía que había sido desatinado el comentario. Oh, es decir, quiero decir, no por usted. Es una compañía estupenda. Corrigió, porque de verdad que no había ido con mala intención. Me gusta la gente que reconoce los díctamos del desierto cuando los ve. Volvió a añadir una risilla.

    Y, entonces, recordó aquello en lo que estaba pensando antes y que le había hecho evadirse. Aunque ahora que lo comenta... Sí que me vendría bien una ayuda la próxima vez que vaya. Comentó mirándola con los ojos ligeramente entrecerrados, mesándose la barbilla. Ese desierto es inmenso y hay que tener muy buen ojo para diferenciar las plantas. Es de extrema importancia establecer el perímetro con las flores adecuadas, así que me vendría bien un ojo avispado que me ayudase a identificarlas. Se metió las manos en los bolsillos, con el maletín reposando en una de sus muñecas. Ya que le apetece tanto ir y que es "mi secretaria"... Las sacó para hacer el gesto de las comillas en el aire y las volvió a guardar ...Podría acompañarme y echarme una mano. ¿Le parecería bien?

    TY


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    Dom Oct 11, 2020 12:13 pm
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    a las 10:00 horas
    en MACUSA
    Ella agachó la cabeza con una sonrisa como devolviendo su gesto y siguió recogiendo- Holandés, sí. Pero bueno, los que lo eran vinieron hace unos trescientos años por aquí, así que básicamente soy una americana con un apellido que los americanos no saben pronunciar- se puso a colocar las sillas en su sitio y sonrió- A mí me hubiera gustado dedicarme a la herbología, me encantan las plantas, es usted afortunado.

    Se sonrojó cuando le dijo que le sorprendía cómo lo había hecho. No estaba acostumbrada a que nadie alabara su trabajo, y desde luego no tan amablemente. Ella se encogió de hombros, negando con la cabeza y la mirada baja- No diga eso, no dice usted locuras, aunque si que habla mucho. Pero es usted lo más entretenido y creativo que ha venido a este Ministerio desde que estoy yo aquí- Estaba a punto de decirle que le iba a hacer una copia esa misma noche, cuando William la desconcertó diciendo que no necesitaba secretaria. Quizá no le gustaba que le siguieran a todas partes y era más independiente que el señor Wren, que parecía que iba dejando un reguero de cosas para que ella las hiciera. Pero en seguida se corrigió y la llamó "compañía". Dudaba que nadie la considerara compañía ahí, pero bueno, él no era miembro del MACUSA exactamente así que...- Vaya, se... Lo agradezco. Pero bueno, si se lo sigue preguntando, además de para identificar díctamos del desierto, sirvo para hacerle una copia de esa transcripción esta misma noche y que mañana la tenga en su...- frunció el ceño y le miró curiosa- No tiene usted despacho aquí aún ¿No?

    Y entonces puso esa expresión como de niño pillo, que le hacía parecer muy joven, más que ninguno de los dinosaurios que había por allí, y que le hacía ciertamente adorable... Bajó a la tierra parpadeando, analizando lo que le parecía que le acababa de proponer, y se sintió totalmente estúpida al no salirle una respuesta coherente- A... eh... ¿A Monument Valley? ¿A Utah?- no pudo evitar que se le escapara una risilla alucinada- No he... no he ido sola prácticamente ni a la esquina de Park Avenue...- parpadeó otra vez y se sonrojó, riéndose y rascándose la frente- Seguro que le parezco una cría paleta, que al fin y al cabo es lo que soy...- frunció el ceño. Pero podía ser que... Él lo había dicho, aunque con las comillas. Era su secretaria al fin y al cabo. El señor Wren había sido muy claro, estaba a su servicio, y si su servicio requería ir al desierto... Era por la defensa nacional y todo eso. Si alguien de su familia se enteraba, Wren tendría que decirles que había sido idea suya. Habría que oír a su madre quejarse de que había ido sola con un hombre sin acompañantes.

    -Supongo que, ya que el señor Wren ha renunciado a mi trabajo, y usted me necesita para que le ayude con las plantas... Podría ir... a Monument Valley con usted cuando vuelva, sí. -Rio como una colegiala que se ha metido en un lío y se tapó la boca- Mi madre y mi tía se van a poner cardíacas cuando se enteren.

    TY


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    Dom Oct 11, 2020 5:43 pm
    A flower in the desert
    Capítulo I
    Día 23 de febrero de 1983
    a las 10:00 horas
    en MACUSA
    Rió un poco. No sabía que llegase usted ayer. Bromeó. Pero había quedado un poco raro... Por no decir que había sido un chiste demasiado malo hasta para él. Quiero decir... Porque no ha visto a nadie tan divertido... Desde que trabaja aquí... Osea que... No importa, es muy malo. Añadió negando con la cabeza baja, con una risilla avergonzada y un gesto de la mano, mientras toqueteaba su maletín por hacer algo. Él era muy de decir tonterías, pero medio solía comportarse en lugares desconocidos. Se veía que esa mujer le estaba dando la confianza suficiente como para abrirse a pesar de que acababa de llegar... Aunque fuera para hacer el ridículo.

    Eso quiere decir que es usted muy operativa. Concluyó con una sonrisa. Al fin y al cabo, en el escaso tiempo que hacía que la conocía ya sabía de ella que era capaz de reconocer una planta extremadamente infrecuente con un simple vistazo a sus hojas, y que tenía la habilidad de taquigrafiar su veloz discurso. No eran tareas fáciles ninguna de las dos. Hizo una mueca con la boca, pensativo. Mm, pues no lo sé, pero diría que no. O quizás sí, pero no me lo han dicho por el momento. Se encogió de hombros. Debieron pensar que estaba más cómodo vagando por el desierto que metido en un despacho... Y tenían razón. Aunque era cierto que no le vendría mal un sitio de referencia en el que poder soltar y coger sus cosas, porque si no, se veía teniéndolas desperdigadas por todo el Ministerio.

    Asintió. A Monument Valley. A Utah. Corroboró de nuevo, con una leve sonrisa, porque la chica parecía estar aún procesándolo. Pero su comentario le provocó una risa sincera. Bueno, no iría sola, iría conmigo. Negó con la cabeza. Siempre podemos pretender que yo no soy un loco excéntrico, y me comprometo a no verla como una paleta. Será nuestro secreto. Bromeó. No le parecía una paleta en absoluto, por los motivos que acababa de pensar. Parecía una joven bastante capaz.

    ¡Estupendo pues! Celebró, quizás un poco más efusivo de lo que debería. Hizo un gesto de obviedad, alzando las manos hasta la altura de los hombros y encogiéndolos ligeramente. Pues que no se enteren. Eso no era un buen consejo. Es broma. Esperaba no estar pasándose de confianza. ¿Qué le parece mañana? Bueno, pasado mañana mejor. Deduzco que mañana debería estar por aquí... Para que no tengan que venir a buscarme otra vez, vaya que quieran más reuniones. Hizo una mueca de inocencia con los labios. Luego la miró con algo de curiosidad, ladeando la cabeza. ¿Me acompañaría a comer? Tengo un poco de hambre. Y así organizamos nuestra jornada en el desierto. Como si él hubiera organizado algo con tanta antelación alguna vez...

    TY


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    Lun Oct 12, 2020 12:34 am
    A flower in the desert
    Capítulo I
    Día 23 de febrero de 1983
    a las 10:00 horas
    en MACUSA
    ¿Acababa de aceptar ir al desierto con un hombre mayor que ella, su superior a todos los efectos en el Ministerio? Pues por lo visto sí. No se reconocía a sí misma. Tuvo que reírse y bajar la mirada un poco avergonzada. Jane hacía más cosas de las que le gustaba admitir a espaldas de su madre, aunque eran cosillas sin importancia. Se encogió de brazos y puso una sonrisa que podría considerarse... ¿Coqueta?

    -Ya me compro montones de libros a escondidas, y... Y voy a hacer fotos a lo alto del Empire State... Y una vez me cardé el pelo como lo hacen las chicas de Nueva York, pero tuve que deshacérmelo en seguida, para que no lo viera mi tía- se pasó los dedos por la melena, ahora tan pulcramente peinada como siempre y miró a William- Podemos decir que no soy taaaan paleta... Y usted no es un loco excéntrico, es un genio- Dijo encogiéndose de hombros al final, como si dijera una obviedad. Volvió a su tareas de recoger y terminó de ponerlo todo en el carrito, revisando que no se dejaba nada. Asintió a lo de que ya irían mañana o pasado (así le daría tiempo a buscar ropa apropiada para el desierto) cuando dijo lo de comer, y casi se le caen las cosas del carrito, lanzando un- ¡Petrificus totalus!- antes de que se estrellaran contra el suelo. Se agachó a cogerlas del aire y levantó las cejas muy sorprendida.

    -Perdón, es que...- bien toda la imagen de "no paleta" que había intentado crear con lo anterior, completamente destruida en cuestión de segundos- Es que nunca me han pedido que coma con un superior. O sea, el señor Wren come todo el tiempo con otros agentes del ministerio, o con el ministro, en su despacho, pero... Conmigo propiamente dicho no... O sea, yo como aparte, en mi mesa, o donde no me vean y no moleste y...- soltó un suspiró exasperado para consigo misma. La verdad, la auténtica verdad, es que no había comido con más hombres que su padre y su hermano, y los de toda su casa en Ilvermony, pero eso no contaba- Y ya está de vuelta la paleta de Maine...- le miró, un poco desesperada consigo misma y levantó las palmas como diciendo "no sé qué estoy diciendo, soy idiota de repente"- Si le ven comiendo conmigo en el Ministerio se van a reír de usted y me van a llamar... Trepa o algo así. He visto que se lo llaman a otras.

    TY


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    Lun Oct 12, 2020 1:00 am
    A flower in the desert
    Capítulo I
    Día 23 de febrero de 1983
    a las 10:00 horas
    en MACUSA
    La escuchó con interés, con los ojos muy abiertos como él solía ponerlos cuando escuchaba algo que le gustaba o le parecía curioso, y una sonrisa esbozada en su rostro, mientras sujetaba ante él su maletín con ambas manos. Hizo un gesto de conformidad ladeando la cabeza y corroboró. Digamos eso, entonces. Él no se consideraba un genio, pero tampoco la consideraba a ella una paleta sino una chica bastante capaz pero poco aprovechada. Ninguno coincidía en sus pesquisas sobre el otro, y a él le gustaba mucho no coincidir en sus inferencias con la gente. Y menos mal, porque era básicamente su día a día.

    En un segundo pasó algo, no supo qué, pero las cosas del carrito aparecieron flotando a unos centímetros del suelo y él se quedó mirando alternativamente a estas y a la mujer con los ojos como platos. Al parecer, se habían caído y la mujer había lanzado un hechizo a la velocidad del rayo. Guau. Dijo realmente impresionado, ya mirándola a ella y sin desdibujar lo más mínimo su impresión. Eso ha sido muy hábil. Entre que él estaba en su mundo y que era de movimientos lentos, probablemente se hubiera enterado de que esas cosas se habían caído cuando hubiera escuchado el sonido del material roto. Reconocedora de díctamos del desierto, taquígrafa de locos excéntricos que hablan a toda velocidad y, desde ya, puede añadir a sus cualidades lanzadora de hechizos a contrarreloj. Volvió a dejar escapar una risita, mientras señalaba los objetos petrificados que la mujer recogía.

    Pero se le fue la risita cuando la escuchó disculparse. Vaya, ¿eso lo había provocado su propuesta? No era su intención. ¿Y eso de "un superior"? Ah, claro, que ella era "su secretaria", pero ¿y qué? Vaya con las jerarquías americanas, y él que creía que los ingleses tenían protocolos. Pues me parece irrespetuoso hacia usted. Dijo con el ceño levemente fruncido. ¿Comer en una mesa aparte? ¿De verdad? A veces no era consciente de que se le iba la lengua, así que mostró las palmas de las manos y relajó el semblante. Lo siento, no soy quien para opinar, que acabo de llegar.

    Esbozó una mueca con la boca como si estuviera pensando, con ese toque infantil que le daba el hacer todos los mohines tan exagerados, mirando hacia arriba. Hhmmm... Se encogió de hombros y miró a la mujer. Si le soy sincero, si se riesen de mí casi que me sentiría como en casa. Rió un poco. Pues ni que fuera la primera vez que era objeto de burlas. Si el problema es que nos vean comiendo en el Ministerio, ¡salgamos fuera! Solucionó, como si fuera lo más obvio del mundo, al tiempo que abría los brazos en cruz. Al fin y al cabo, soy un extranjero que acaba de llegar, quiero conocer sitios nuevos. Ya he estado en Utah esta mañana, ¿qué tal Arkansas ahora? Preguntó con una sonrisa. Es broma. Y aquí tiene al loco excéntrico. ¿Ve? Por eso tenemos que guardar el secreto. Rió.

    Pero entonces cayó en algo. ¿Y si la mujer solo estaba rechazándole con amabilidad? Vaya. Él solo quería... En fin. Era la primera persona con la que había hablado más de dos palabras que no fueran de trabajo desde que pisó Estados Unidos, le había caído bien. Tenía la sensación de que podía ser alguien interesante con quien conversar. Pero tenían muy establecidas las posiciones allí y quizás la estaba poniendo en un compromiso. O simplemente no quería irse con un señor mayor... Que él no se sentía nada viejo, al revés, si por él fuera seguiría en Hogwarts. Pero la chica se veía más jovencita. Bueno, siempre que le apetezca, claro. No quiero ponerla en un compromiso. Añadió, rascándose la nuca.

    TY


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    Lun Oct 12, 2020 1:49 am
    A flower in the desert
    Capítulo I
    Día 23 de febrero de 1983
    a las 10:00 horas
    en MACUSA
    Y ahí estaba el sonrojo otra vez, lo notaba claramente en sus mejillas. Se encogió de hombros otra vez con una risita y dijo- Es mi trabajo también...- Hasta ella se daba cuenta de que decía eso demasiado- Las secretarias son las que van detrás de los hombres importantes o de los genios, poniendo orden en el caos. El caos puede tener forma de taza de té caída o de papel importantísimo que no aparece y nadie ha visto- Pero realmente aquel hombre era divertido, e incluso cuando se sentía un poco idiota le hacía pasar un buen rato.

    -¿Irrespetuoso?- preguntó con el ceño fruncido. Luego parpadeó y se quedó mirando un poco a la nada- Sí, bueno... Desde luego yo no se lo haría a nadie pero...- alzó las cejas y el salió un puchero- Pero creo que simplemente había asumido que mi lugar es ese y que de todas formas, nadie ha mostrado interés en cambiarlo... Excepto usted- dijo mirándole directamente con una sonrisa agradecida.

    Se rio con ganas del comentario de William, y más todavía cuando dijo lo de Arkansas. Dicho por él, todo cobraba como perfecto sentido, y encima la había hecho sentir mejor volviendo a decir lo de loco excéntrico. Debían habérselo dicho mucho si estaba tan convencido de serlo. Quizá se había perdido demasiado en sus propio pensamientos, porque justo en ese momento William pareció echarse un poco para atrás. Inmediatamente sintió que no había mujer, maga o no, que hubiera sido tan idiota como ella de estrellar las fantásticas intenciones de un joven tan guapo y amable que la invitaba a comer con total cordialidad. Rectificar le parecía dar sentido a ese pensamiento incorrecto así que dijo rápidamente.

    -¿Italia?- dijo simplemente. Luego se rio, tapándose la boca de la carcajada, sintiéndose idiota- Quiero decir, no Italia de verdad, pero sí un restaurante italiano. Hay uno en Hell's Kitchen, y es un barrio muy curioso, allí también voy a hacer fotos... No es Arkansas pero...- se acercó a coger su abrigo y el de William y se lo tendió- Puedo llevarle a Long Island a comer langosta también, pero si algo que hacen los paletos de Maine es llevar a la gente a comer langosta, y creo que hemos quedado en que no lo soy. Aunque otro día podemos ir. También voy allí a hacer fotos, al mar principalmente- carraspeó y arrastró el carrito hacia la puerta, dejándolo tras unos armarios para volver a por él luego- Le apuesto diez centavos a que cuando volvamos nadie se ha dado cuenta de que está ahí.

    Poniéndose el abrigo bajó las escaleras del MACUSA, mirando a ambos lados. Nadie solía fijarse en ella, ni siquiera las cotillas de las otras secretarias, no la veían como una amenaza, demasiado callada, y no lo suficientemente bonita como para ponerlas celosas. Salieron al helador clima de Nueva York y metió las manos en los bolsillos. Esperó a que William se pusiera a su altura y dijo, con el vaho de su aliento invadiendo su cara- ¿Ha cogido alguna vez el metro? Aquí es bastante necesario. No podemos aparecernos sin más porque en Nueva York hay muchísimos nomags, así que... A lo mejor le resulta una experiencia más imponente que Monument Valley, créame.

    TY


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    Lun Oct 12, 2020 5:29 pm
    A flower in the desert
    Capítulo I
    Día 23 de febrero de 1983
    a las 10:00 horas
    en MACUSA
    Hizo una pequeña mueca con la boca como si no estuviera de acuerdo, ladeando la cabeza pero sin perder la sonrisa, con una mirada pensativa. Si los hombres importantes van por ahí tirando tazas y perdiendo papeles, y son las secretarias quienes impiden que esto ocurra, entonces son ellos los que deberían ir detrás de ellas, o no podrían hacer su trabajo. Se encogió de hombros con una sonrisa. Debo ser un hombre muy importante, porque si algo se me da bien es perder cosas. Rió y se mordió un poco el labio, de nuevo ladeando la cabeza. Al final va a tener usted razón y voy a necesitar una secretaria... Menos mal que ha aparecido. Sonrió y bajó un poco la cabeza.

    Miró a la chica cuando dijo eso y le pareció un tanto descorazonador. Era una joven muy capaz y apenas la conocía de un par de frases, estaba seguro que le quedaba mucho por descubrir de ella. Negó con la cabeza, pero mantuvo silencio porque no quería ser pesado. Pero estuvo a punto de decir que alguien como ella no merecía estar relegado a semejante puesto. Estaba seguro que, menos ese, tendría muchos lugares que podrían ser "su lugar".

    Que alguien se riera con esa naturalidad y sinceridad de sus tonterías le hacía sentir bien... Y se las reforzaban, lo cual no sabía si iba a ser buena idea. De lo que estaba seguro era de que esa chica tenía una sonrisa preciosa, y que se la veía mucho mejor cuando reía así que cuando estaba apurada y relegada a un segundo plano. Y entonces dijo eso de "Italia" y no pudo evitar esbozar una expresión no solo de sorpresa, sino de ilusión. Porque por un momento se vio en Italia de verdad, que él era capaz. Vaya, y yo que ya me había hecho ilusiones. Bromeó con una risa. Aunque ciertamente mejor que al menos hoy me quede en este Estado, porque como pase por otra aduana en estas cuarenta y ocho horas que llevo tan movidas, van a empezar a investigarme. Y obviamente seguía de broma... Bueno, más o menos.

    Tomó el abrigo que le tendía mientras escuchaba sus sugerencias con una sonrisa. Gracias. Él podía haber cogido su abrigo solo, al fin y al cabo. No se iba a cansar de agradecerle cada gesto. Si me lleva cual paleta a comer langosta, prometo comportarme como un loco excéntrico toda la comida. Dijo con una sonrisilla y una mano en el pecho. Pero estoy de acuerdo, mejor otro día. No la quiero espantar tan pronto. Rió un poco y, mientras se colocaba el abrigo, comentó. Me gustan los barrios curiosos, así que me parece bien la primera opción.

    Vio como colocaba allí el carrito y hacía esa apuesta y le pareció ciertamente gracioso, por lo que tuvo que fruncir los labios para aguantarse la risa. Lo peor es que se le había cruzado por la mente una idea loca de las suyas. ¿Quiere subir la apuesta? Abrió su maletín y sacó un díctamo del desierto de los que llevaba en uno de los tarros y se lo colocó en la oreja. Un galeón a que todo el mundo va a poner esta cara cuando lo vea. Frunció el ceño en una expresión de extrañeza y volvió a reír.

    Salieron del edificio y, efectivamente, nadie miró a la chica, pero todos los que se cruzaron le miraron a él exactamente con esa cara. Él disimuló y los saludó a todos con total normalidad. Cuando llegaron fuera, miró a la mujer y sonrió. ¿Ve? Se quitó con una risa el díctamo de la oreja y volvió a guardarlo en su tarro mientras decía. Cuando lo llevé en la solapa solo lo vio usted, pero ahora lo ha visto todo el mundo. A veces lo importante de las cosas no es lo que son, sino que estén en el lugar adecuado. Cerró el maletín y la miró. Como me parece feo cobrarme un galeón de una persona a la que acabo de conocer, si no le importa, voy a cambiar mi recompensa por la apuesta. Se acercó a la mujer y tomó el díctamo que llevaba en su solapa y se lo colocó a ella en la oreja. Es una pena que una planta tan hermosa y valiosa pase tan desapercibida. Hizo un gestito cómico para aliviar el que la chica pudiera pensar que se estaba tomando demasiadas confianzas y alzó las palmas de las manos, bromeando. Y me lo debe, que yo me he recorrido así el Ministerio en mi primer día. Sonrió de nuevo y comenzó a caminar.

    Hmm, el metro. Suena bien. Comentó mientras caminaba, con las manos en los bolsillos para soportar el frío. En Londres lo he cogido alguna que otra vez, y también en París. No es por hacer patria, pero el primero está mucho mejor organizado. Rió. ¿Suele viajar en metro, Jane?

    TY


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    Lun Oct 12, 2020 8:26 pm
    A flower in the desert
    Capítulo I
    Día 23 de febrero de 1983
    a las 10:00 horas
    en MACUSA
    Parpadeó varias veces cuando vio como aquel hombre, que todos consideraban un importantísimo y distinguido inglés, se ponía abiertamente un díctamo en la oreja. Soltó una carcajada antes de salir, y se arrepintió un poco de haber ido con la cabeza gacha hasta afuera como solía acostumbrar, porque se había perdido las miradas de todos los estirados del MACUSA.

    Sonrió ampliamente y le miró como una idiota cuando le puso la flor en la oreja. Sintió de nuevo el sonrojo, porque en su vida le habían dicho tantas cosas bonitas seguidas. Porque lo de la flor... iba por ella ¿No? ¿Era una metáfora? ¿Se estaba viniendo un poco arriba? Solo supo decir- Claro...- Pero en seguida recobró la compostura y dijo- Le agradezco que me libere de la apuesta, pero ya haremos otra para compensar... Mientras tanto- dijo pasando un mechón de pelo que sujetara la flor- Puedo llevar una de las flores más bonitas del mundo en el pelo. Comprobará que en Nueva York hay tanta gente, tan distinta y tan rara que nadie se va a fijar en ella mientras vayamos por la calle- Dijo mirando en todas las direcciones y señalando con la barbilla a las distintas tribus urbanas que se veían pro ahí- Hay heavys, judíos ortodoxos, italoamericanos... Es como un museo de curiosidades. O como un antro de perdición si le pregunta a la señora Van Der Luyden- Su madre decía esas palabras cada vez que recordaba que su hija trabajaba allí y no en el jardín de la tía Bethany. Las noticias que le llegaban de Nueva York solían ser asesinatos, droga y gente que se volvía delincuente o peor.

    Llegaron a las escaleras del metro y, mientras las bajaban, William le dijo que lo había cogido en Londres y París. Lo primero era normal, aunque a ella le fascinara igualmente, pero es que encima también había estado en París. Rodó los ojos y sonrió, soñadora- ¡Oh! ¡Ha estado usted en tantos lugares! Lugares con los que solo puedo soñar. Y yo pensando que iba a enseñarle algo... Si es usted un hombre de mundo...- Llegaron a los tornos y sacó su tarjeta de viajes. La picó por los dos y, como siempre susurró un- Reparo- Moviendo la varita en el bolsillo de su abrigo. Miró a William y dijo- Ya sé que es un poco ilegal pero es que... No me pagan mucho en el Ministerio- Rio entre dientes a lo que dijo de que el de Londres estaba mejor organizado y dijo- Pues si le gustan los metros bien organizados... Como dirían los neoyorquinos "aquí lo va a flipar"- Le gustaba cuando los nomags decían esas cosas, pero no solía poder utilizarlas.

    El metro de Nueva York era una auténtica locura de ruido, olores, y gente avanzando a toda prisa, porque en aquella ciudad todo el mundo corría a todas partes. Ella por su parte, agarró a William del brazo, pegándose a él y evitando que las multitudes lo arrastraran- Si me permite- dijo un segundo después de haberlo hecho ya. Subieron al vagón y le condujo a una esquina, sacando la varita disimuladamente y diciendo- Silentium- para acallar el jaleo del vagón. Soltó un suspiro y le miró.

    -Creo que esto responde a su pregunta. Sí, cojo el metro todos los días. Cuando vuelvo a Long Island puedo aparecerme directamente allí, pero cuando vengo para acá no puedo simplemente aparecer en medio de una calle llena de nomags, así que voy en tren hasta Grand Central Station y luego cojo el metro hasta Park Avenue. - señaló el espacio entre ellos haciendo alusión al encantamiento- Esto lo hago siempre que entro, porque si no, no sería capaz de leer ni una letra mientras viajo, y ya me dirá que iba a hacer durante dos horas de trayecto si no- miró por la ventanilla- Eso sí, no se lo recomiendo a ningún novato, porque la megafonía tampoco se oye y se puede pasar la parada- De hecho, ya estaban llegando a Penn Station. Volvió a agarrar a William del brazo y tiró de él hacia la puerta, saliendo por fin del apretado vagón, murmurando un "finite incantatem" y encaminándose a la calle de nuevo, sin soltarse de su brazo aunque no fuera muy necesario- Bienvenido a Hell's Kitchen, el nombre no acompaña mucho, pero el barrio es genial y hay gente de todas partes. Imagino que alguien como usted estará acostumbrado a la variedad, pero yo solo he estado, literalmente en Maine, en Alabama, Nueva Orleans y aquí.

    TY


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    Mar Oct 13, 2020 12:43 am
    A flower in the desert
    Capítulo I
    Día 23 de febrero de 1983
    a las 10:00 horas
    en MACUSA
    Miró a la mujer con una sonrisa escondida, bajando un poco la cabeza porque se estaba comiendo las palabras. Para él no era la flor más bonita del mundo, pero desde luego era mucho más hermosa adornando a la chica, porque era realmente guapa. Pero no quería excederse diciéndoselo, que se acababan de conocer y, bueno... En teoría eran compañeros de trabajo y, al parecer, aquella gente guardaba mucho los protocolos. No quería que se sintiera incómoda.

    Miró con curiosidad a su alrededor y comprobó lo que decía, aunque no todos los términos le sonaban. ¿Qué es un heavy? Rió un poco. Me gusta más eso del museo de curiosidades. Antro de perdición sonaba a malo, y él no veía nada malo por allí, todo lo contrario. Me temo que en Inglaterra somos menos originales. Además, las sociedades mágicas están muy delimitadas, no suelen entremezclarse tanto con el mundo muggle. La verdad es que esto es... Francamente fascinante. Para él lo era. Le encantaba conocer culturas nuevas y viajar, pero nunca había visto a la sociedad mágica tan integrada como lo estaba allí.

    Pero en este lugar nunca he estado, así que, sí que me va a enseñar algo. Comentó mientras miraba a todo su alrededor, fascinado con ese metro. Era verdad que estaba lleno de gente diferente. Pero lo que más le impresionó fue ver a la chica usando un hechizo sobre un artilugio muggle... para hacer algo que estaba seguro de que no era legal. Wow, vaya. Dijo ciertamente impresionado. Soy creador de hechizos y debo reconocer que nunca se me había ocurrido hacer eso, es usted muy ingeniosa. La señaló con el índice y una expresión divertida. Mire, otra cualidad más para su currículum. Sabía que a medida que hablasen iría descubriendo más. Hmm, sí que parece algo ilegal... Me gusta. Aseveró, guiñándole un ojo. Le caía bien esa mujer, estaba claro.

    Guardó una risita entre los labios y siguió caminando hasta entrar en el vagón. "Lo voy a flipar". Me apunto esa. Dijo divertido. Sí que estaba siendo un día entretenido. Seguro que si hablase con sus padres ahora, le preguntarían cómo le había ido la reunión, cuando eso había sido de lejos lo menos interesante del día y, por tanto, lo menos importante para él. Si carecía de interés, carecía de importancia. Y en su mundo estaba metido una vez más, mientras "lo flipaba" con el entorno, cuando la mujer le agarró del brazo y le guió hasta el vagón. Eso le pilló por sorpresa.

    Debía notársele en la cara, al igual que el hecho de que... Eso también le había gustado. Porque, a pesar del leve aspecto confuso y sorprendido, la sonrisita no se le iba mientras la miraba. No terminaba de salir de su asombro porque Jane echó un Silentium que les metió en una especie de burbuja insonorizada que les aislaba de todo aquel ruido. Abrió mucho los ojos. Eh, estoy estudiando una variante de ese hechizo, qué casualidad. Aunque nunca se me habría ocurrido usarlo aquí. Miró a su alrededor. Aquello estaba atestado de gente y, sin embargo, no podían oírse los unos a los ojos. Volvió a dirigir la mirada a la mujer y dijo sin cortarse. Es usted una caja de sorpresas, Jane. Desde luego que lo era.

    Se quedó embobado escuchándola pero un término llamó su atención. Disculpe, ¿nomags? Preguntó con la cabeza ladeada y una sonrisa. Pero no fue ni mucho menos lo que más le sorprendió. Abrió mucho los ojos y no disimuló lo más mínimo con su pregunta. ¿¿Dos horas?? Se quedó unos instantes con la boca abierta. Vaya, eso sí que es ganas de integrarse. Y le parecía absolutamente fascinante. Bufó con una risita. No conozco a ningún inglés que estuviera dispuesto a gastar más de diez minutos en un trayecto. Salvo un tren o un barco, claro, pero en situaciones excepcionales.

    Se dejó llevar una vez más, estaba encantado de ir del brazo con ella aunque no hiciera falta. Eso de "su superior" y "su secretaria" creaba unas barreras entre la gente que no le gustaban, al menos así podría llevarse mejor con ella. Pues ya ha estado en cuatro sitios. Comentó con alegría. Si algo era William, era un hombre positivo. Por cierto, Jane, ¿puedo pedirle un favor? La miró. Ya que no me llama Señor Gallia, no me llame tampoco de usted. Me resulta raro ir agarrado del brazo con alguien que me llama de usted. Volvió a bromear, y se dedicó a mirar a su alrededor con cara de niño alucinando. Vaya... Esto es fascinante... Volvió a bajar la mirada hacia ella. ¿Cómo conoció este sitio?

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    Mar Oct 13, 2020 4:41 pm
    A flower in the desert
    Capítulo I
    Día 23 de febrero de 1983
    a las 10:00 horas
    en MACUSA
    Se encogió de hombros ante sus alabanzas al ingenio y negó con la cabeza- Es porque en Inglaterra no se tienen ustedes que enfrentar a esto. Mi hermano estuvo en Hogwarts de intercambio un año, y volvió enamorado de cómo está aquello organizado. Me dijo que tienen pueblos enteros de gente mágica. Sería más cómodo sin duda.

    Abrió mucho los ojos y le miró interesada- ¿También lo hace? Lo de variar hechizos, digo. Me encanta su trabajo, la verdad, ojalá fuera tan buena en encantamientos, lo mío es la herbología- Frunció el ceño por un momento cuando le pregunto por los nomags y recordó lo que le había contado su hermano- ¡Ah sí! Ustedes les llaman muggles- bajó la mirada un poco, sonrojándose a lo de la caja de sorpresas y dijo- No tanto como usted, William.

    El entusiasmo de William ante la vida era contagioso, y tuvo que sonreír cuando dijo lo de los cuatro sitios. Todo, visto desde su óptica,  era mejor, más bonito y colorido. Todo tenía una cara amable. Iban ya por medio de Penn Street cuando se dio cuenta de que seguía de su brazo al señalarlo él. Inmediatamente se soltó y metió las manos en los bolsillos, un poco azorada por la situación. Puso media sonrisa y dijo- Está bien. Pues puedes hacer lo mismo conmigo, pero recuerda, cuando estemos en el Ministerio, tú señor Gallia, yo Jane-dijo señalándole a él y luego a sí misma. Se rio de su propio chiste y se dio cuenta de que William no sabía de qué estaba hablando- No has visto muchas películas ¿verdad? Los americanos no sabemos vivir sin el cine, ni siquiera los magos. Recuérdame que te lleve a ver Tarzán antes de que te vayas de aquí- Solo decir esas palabras se le puso un nudo en la garganta, entristeciéndose momentáneamente, dándose cuenta que tenía ocasiones contadas para estar con William, aunque fuera solo paseando por Hell's Kitchen.

    Apartó el pensamiento y contestó su pregunta, mirando los familiares contornos de los edificios del lugar- Fue por una compañera del MACUSA. Es italoamericana, como casi todos los de aquí, una vez le dije que me encantan las naranjas pero que son difíciles de encontrar. Me dijo que aquí siempre hay y que son las mejores que puedes encontrar fuera de Europa- Señaló la tienda de fruta y el tendero la saludó alegre, ella le devolvió el saludo- Después de venir por primera vez, quise volver porque todo es tan... auténtico, salen unas fotos estupendas. En verano, cuando el calor es terrible aquí, abren las bocas de incendios y parece que hay fuentes por todas partes. Y yo me siento en las escaleras a leer...- se giró al inglés y se encogió de hombros- Ya ves que es lo que hago casi todo el tiempo. Yo creo que creen que estoy loca, pero como sonrío mucho y no doy problemas, ya se han acostumbrado a mí.

    Llegaron al restaurante italiano y entró, siendo detectada por el dueño inmediatamente- ¡Ah signorina "Brandenloden"! ¡Y con buena compañía! ¡Qué alegría que ya no venga sola!- Ella se quitó el abrigo y le sonrió- Hola, señor Martello. Sí, hoy traigo a un turista inglés conmigo- ¡Ah! ¡Benvenutto a Little Italy signore turista!- dijo saludando con alegría a William. El camarero les llevó a la mesa que siempre le daban a ella, junto al ventanal, para que pudiera hacer fotos si le daba por ahí mientras comía. Se apoyó con el codo en la mesa y miró embobada esa calle que tantas veces había mirado- Me apasiona ver la vida desde aquí. Los coches, las personas... Ellos nunca se fijan en mí, y es como una posición privilegiada, la mayor parte del tiempo. Pero a veces te preguntas... ¿Y si saludara a gritos y golpeara el cristal... Alguien se giraría?

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    Miér Oct 14, 2020 10:46 am
    A flower in the desert
    Capítulo I
    Día 23 de febrero de 1983
    a las 10:00 horas
    en MACUSA
    ¿De verdad? Preguntó con alegre curiosidad. ¿En qué casa estuvo? A lo mejor coincidimos. Aunque no recuerdo a ningún Van Der Luyden, ciertamente. Que no era un nombre que se le fuera a olvidar de haber conocido a alguien, estaba seguro.

    Rió un poco ante lo siguiente. Empezó como una costumbre un tanto peligrosa hasta que sí, se convirtió en mi trabajo. Bromeó. Porque él llevaba tratando de modificar hechizos desde que aprendió los primeros, y vaya si había causado desastres. Menos mal que era lo suficientemente bueno en ello como para haber podido perfilarlo hasta convertirlo en una profesión. Si yo fuera tan bueno en herbología, probablemente Wennick no habría tenido que ir esta mañana a buscarme a Utah. Dijo entre risas. Porque se había pasado un buen rato buscando los díctamos y diferenciándolos de otras plantas similares de allí, mientras que la mujer había tardado apenas medio segundo en reconocerlo en su solapa.

    Yo Señor Gallia, tú Jane. Repitió asintiendo con una sonrisilla, aunque tenía que reconocer que le había apenado un poco que la mujer se soltara de su brazo, ya se había acostumbrado a caminar así y estaba bastante bien. ¿Cine? Hmmm. Algo había oído hablar de eso, pero lo cierto es que no tenía demasiado trato con muggles. Hecho, estaré encantado de ir. Se me hace un poco raro eso de quedarme mirando la vida de gente que no existe, pero bueno. Bromeó. Es interesante, seguro que se aprenden cosas. A mí me gusta aprender. Miró a la mujer y sonrió. Estoy aprendiendo mucho con usted esta mañana. Perdón, contigo. Tú Jane. Rectificó. Aunque entonces cayó en algo. Un momento, entonces en el Ministerio tengo que llamarte igual que fuera, ¿no? Puedo llamarte Señorita Van Der Luyden, ya que me he aprendido tu apellido. Volvió a bromear.

    Escuchó fascinado a la chica mientras iba siguiendo con la mirada todos los sitios que le señalaba. Cuando William miraba así, con esa ilusión por descubrir cosas nuevas, tenía un aspecto de niño de ocho años en una tienda de gominolas. Todo lo que le contaba le encantaba... Sobre todo cuando se describió a sí misma. Se detuvo mirándola con una sonrisita. Le puedo asegurar que si yo fuera paseando por Little Italy y viera a una mujer hermosa sentada en unas escaleras leyendo un libro tras una boca de incendio abierta, me enamoraría en el acto. William y sus arrebatos de sinceridad sin filtros. Que acababa de conocer a esa mujer y, técnicamente, era su secretaria, no una amiguita de la calle. Sacudió la cabeza y la agachó, con una risilla. Lo siento, ya le he dicho que solo soy un loco excéntrico. Me ha tocado en mi punto débil: la locura. Volvió a bromear, con una sonrisa como si quisiera quitar gravedad a todo lo que acababa de decir... Que no era mentira.

    Abrió los ojos como platos cuando todavía no habían pisado el restaurante y el dueño ya se había casi abalanzado sobre ellos. William era bastante expresivo y charlatán, pero no dejaba de ser un inglés que se sobrepasaba ante esa efusividad mediterránea. Sonrió ampliamente. Gracias. Respondió, añadiendo un respetuoso gesto de la cabeza, pero sin poder evitar reír un poco. Aquella escena le parecía muy divertida, y era muy curioso ver a esa mujer adaptada prácticamente a cualquier entorno. Porque ese restaurante de Little Italy y el MACUSA se parecían lo que un díctamo del desierto a una mandrágora, y ella parecía perfectamente acoplada a los dos.

    Se sentaron junto a un bonito ventanal, pero William estaba más centrado en mirar a la joven ante él con fascinación antes que mirar por la ventana. ¿De dónde había salido esa chica? De verdad que le parecía una caja de sorpresas. Rió de nuevo ante su ocurrencia. Espero que no me estés retando a gritar y aporrear el cristal. Bromeó, pero se mordió un poco el labio y la miró con los ojos ligeramente entrecerrados. Hay... Un árbol en Japón, un arce, muy llamativo porque tiene las hojas de un color rojizo muy particular. Supongo que habrás oído hablar de él. Al fin y al cabo, le gustaban las plantas. Los japoneses nunca se fijan en él porque están acostumbrados a su presencia. Pero es un árbol tremendamente inteligente y adaptable, porque se adapta a la perfección tanto a temperaturas por debajo de cero grados, como a las muy altas. Mejor que muchos humanos, de hecho. Y cuando llega alguien de fuera... no puede evitar admirarlo. Bajó la mirada y tomó la carta del restaurante. Definitivamente, los japoneses hacen mal en no darle más crédito. Y ahí quedaba la analogía, que estaba seguro de que esa mujer, que ya le había demostrado ser sobradamente inteligente, iba a captar.

    Bueno, ¿qué puedo comer aquí, "Siñoriya Brandunloren"? Intentó imitar el acento italiano pero le quedó como a los ingleses les queda un acento italiano impostado: bastante mal. Rió por detrás de la carta que le tapaba a medias el rostro. Me parece más difícil decir su apellido así que decirlo bien.

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    Miér Oct 14, 2020 9:54 pm
    A flower in the desert
    Capítulo I
    Día 23 de febrero de 1983
    a las 10:00 horas
    en MACUSA
    Negó con la cabeza y una sonrisa- No, no creo que coincidieran. Mi hermano es un año menor que yo, estuvo allí hace tres años, y yo diría que por ese entonces ya no estaba usted en Hogwarts. Es eso o usted es un adolescente que se hace pasar por importante caballero inglés modificador de hechizos- dijo poniendo tono de broma- No recuerdo su casa... Era algo así como Sle... Slai... No recuerdo, pero...- tiró de la fina cadena de oro que llevaba al cuello y sacó el colgante pequeñito con el escudo de Pukwudgie en rubíes y oro, que siempre llevaba oculto por dentro de los botones de la camisa, porque lo consideraba demasiado opulento. El colgante era tan largo que pudo tendérselo a William inclinándose solo un poco hacia él- Ese es el símbolo de mi casa de Ilvermony, me lo regaló mi padre cuando salí del colegio, para que nunca olvidara de dónde venía. Pukwudgie, la casa de los sanadores. Me hubiera encantado serlo, pero debería haber visto la cara de mi madre cuando lo sugerí. Mi hermana y yo estábamos en ella y mi hermano en Wampus.

    Cuando William dijo que se enamoraría de ella si la viera así, estaba segura que se puso tan roja que haría conjunto con su abrigo rosa. Rio un poco a lo de su locura, como quitándole importancia tal como hacía él pero... El corazón se le había puesto a mil. Cambió de tema a las películas, espantando el pensamiento de que realmente alguien como él se pudiera enamorar de ella- ¡Oh, pero son vidas interesantísimas! A veces hacen películas que ellos creen que son fantasiosas y en verdad son bastante normales, pero en general... No puedes dejar de verlas- dijo riéndose ligeramente. Abrió mucho los ojos y extendió la mano por la mesa para tocar la de William, como si le agarrara para que no siguiera su frase- ¡No! ¡No! Solo estaba pensando en voz alta... Es una tontería- terminó sonriendo. Pero no apartó la mano, la dejó allí distraídamente, le gustaba su tacto.

    Asintió a lo del arce japonés, claro que loc conocía, pero estaba embelesada con sus palabras, parpadeando ligeramente cuando entendió... ¿Estaba hablando de ella otra vez? Puso una sonrisa de medio lado- Bueno, o los extranjeros se fascinan tanto por él porque les parece exótico, pero los japoneses saben que solo es una planta muy fuerte... Propia de su entorno y ya está- dijo alzando las cejas y mirando significativamente al inglés através de la mesa. Tuvo que reírse de la imitación de William del señor Martello y negó con la cabeza, agachando la cabeza mirando a la carta- Cada día lo dice de una forma distinta... Pero estoy acostumbrada, es mi cruz en la vida. Lo único que me atrae de casarme es cambiarme el apellido por uno más sencillo- comentó riéndose con una pequeña carcajada de sí misma. Luego miró a William y rodó los ojos- Pues no conozco tus gustos, William, pero yo siempre pido lasaña. Me encanta la lasaña de este sitio. Pero toda la pasta está rica.

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    Miér Oct 14, 2020 11:50 pm
    A flower in the desert
    Capítulo I
    Día 23 de febrero de 1983
    a las 10:00 horas
    en MACUSA
    Soltó una amplia carcajada ante ese comentario. Apenas unas horas conmigo y ya se ha dado cuenta de que solo soy un adolescente con títulos. Bien visto. Dijo entre risas. Efectivamente, hace tres años ya no estaba en Hogwarts. Una lástima, siempre me encantó ese castillo. Se encogió de hombros y entrecerró un poco los ojos para entender lo que decía, abriéndolos cuando lo captó. ¡Oh, Slytherin! Tu hermano debe ser alguien muy perspicaz y carismático. Yo era Ravenclaw, la casa de los locos. Negó con la cabeza. Es broma. Se supone que es la casa de los que pasamos demasiadas horas con la cabeza enterrada en los libros.

    Se acercó un poco con su expresión de curiosidad, esa en la que fruncía levemente el ceño y se concentraba mucho, aunque no se le iba la leve sonrisita de los labios. Qué bonito. Y eso de la casa de los sanadores suena muy bien. Esbozó una expresión algo desconcertada. ¿Qué cara puso? ¿A qué padre podría no gustarle que sus hijas fueran sanadoras? Era una profesión muy loable. Él estaría muy orgulloso. Yo no tengo ninguna seña de mi Casa. Bueno, solo esto. Abrió su maletín y sacó un rollo de pergaminos que iba atado con un lazo azul. Lo alzó y el lazo se balanceó en el aire al tiempo que él sonreía. Me lo dio uno de mis mejores amigos en el último año. Era el prefecto de mi Casa. Él y la prefecta de la Casa de tu hermano me pillaron deambulando por los pasillos pasada la hora permitida... Y en vez de quitarme puntos, me dio esto. Se encogió de hombros. Me dijo que se lo había encontrado por ahí, que debió perdérsele a alguna alumna "que no estaba donde debería" y que "esperaba que cada vez que lo mirase recordara que uno debía estar donde tenía que estar" o algo así. Era muy bueno pero muy regañón cuando quería. Lo guardó de nuevo y, mientras cerraba el maletín, añadió. Yo creo que estaban haciendo manitas los dos, porque eran novios, y como los pillé me dio eso para disimular y quedar estupendamente. Aunque ella puso una cara...

    Rió ante lo de las películas, sí que le parecía curioso. Aunque le paró el corazón un segundo cuando la mujer puso su mano sobre la de él. Las miró y automáticamente levantó la mano a ella, ya sin reír pero sin dejar de sonreír. Esa mujer era muy espontánea, eso le gustaba. Y le había llevado a Little Italy sin pensarlo dos veces, conociéndole apenas de horas, probablemente saltándose todos los protocolos del MACUSA. Y lo más importante... No paraba de reír. William tenía debilidad por una risa bonita, y la de ella era de las más hermosas que había visto y oído.

    ¿Y qué hay de malo en lo exótico? Preguntó con interés, ladeando la cabeza, sin dejar de sonreír. Quizás debiera estar en otro entorno, si es que en el suyo no la valoran lo suficiente... Osea, al árbol. Aunque los árboles no se pueden mover, supongo que para eso estamos nosotros. Estaba empezando a desvariar así que mejor se centraba en la carta.

    Rió un poco por debajo de la carta y respondió sin pensar. El mío es muy sencillo. Ups. Él solo se dio cuenta de lo que había dicho y alzó la vista, perdiéndola en un punto indefinido mientras pensaba cómo salir del entuerto. Se dio unos segundos antes de responder. Quiero decir... Que no me merecería... La pena cambiarlo. O algo así. Se aclaró la garganta y sonrió para disimular. A mí me gusta mucho: Van Der Luyden. Suena muy señorial.

    Cerró la carta con una mueca alegre. Pues decidido, lasaña. Para no conocer mis gustos lo parece. Esperó a que el camarero se acercara para pedir y, una vez lo hizo, se giró hacia ella de nuevo. ¿Llevas mucho tiempo trabajando en el MACUSA, Jane?

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    Jue Oct 15, 2020 1:33 am
    A flower in the desert
    Capítulo I
    Día 23 de febrero de 1983
    a las 10:00 horas
    en MACUSA
    -Sí mi hermano es todo lo bueno. Es el guapo, el carismático, el varón, está última parte la más importante en mi casa- dijo terminando con una carcajada- Parece bastante hecha para él, como Wampus.

    Escuchó la historia de William como escuchaba todo lo que decía, completamente cautivada. Parece que su experiencia en Hogwarts había sido cuanto menos más completa que la de Jane en Ilvermony. Rio al imaginar la escena y asintió- Bueno, sí yo estuviera sola con mi novio a deshoras y me encontrara con el amigo del mismo... También se me quedaría mala cara. Aunque bueno, no lo sé, porque nunca tuve novio en Ilvermony... Bueno ni ahora... - ¿por qué había dicho eso así sin venir a cuento?- Su amigo parece muy simpático. Yo no tenía muchas amigas, sobretodo mi hermana. Ahora se ha casado y estoy un poco sola...- parpadeó alejando la repentina tristeza de su rostro- Mi madre quería que yo fuera como ella... Pero mi padre me consiente un poco y me encontró el trabajo en el MACUSA, a condición de que viviera con mi tía materna, que es viuda y vive sola.

    Se quedó pensando en lo de exótico. Tampoco ella sabía mucho de eso, pero siempre le habían advertido en contra de hacerse ilusiones, de prestar los oídos cuando te los regalaban, que podía ser engañoso... Pero William no parecía engañar a nadie, se había mostrado tal y como era ante los del Ministerio, como el mismo haba dicho, como un adolescente con títulos ¿Por qué iba a ser diferente con ella?- No hay nada malo en lo exótico, siempre que tenga algo más que el mero hecho de ser nuevo y atrayente para quien lo ve... Pero como tú dices... Solo es un árbol- dijo con una sonrisa entre triste, comprensiva y astuta, sin retirar la mano donde la tenía.

    Estaba mirando la carta de postres, pensando ya en lo que iba a pedir, porque era su parte favorita de la comida, cuando William hizo un comentario sobre su propio apellido- Ya, te lo dije esta mañana, es bonito- dijo como todo comentario, pero William parecía trabarse de repente y ella frunció el ceño- Claro ¿Por qué ibas a cambiarlo? Los hombres no se cambian el apellido al casarse... Que ya me imaginaba que no lo estabas porque no llevas anillo- Tragó saliva por admitir en voz alta que se había fijado, iba a parecer una acosadora. Decidió centrarse en lo que había dicho de su apellido- ¡Oh, sí! El señor Peter Van Der Luyden estaría muy de acuerdo contigo. Presume mucho de apellido.

    El señor Martello llegó en aquel momento, y mientras pedía, Jane se entretuvo en admirar el perfil del hombre que tenía enfrente, en el pelo tan rubísimo y liso, sus ojos que eran tremendamente azules, como el lazo en el que llevaba sus pergaminos. Volvió a la tierra para contestar la pregunta- ¡Ah! Pues casi dos años. Desde que salí del colegio. Y han sido los dos mejores años de mi vida. Aunque viva con mi tía, he tenido la oportunidad de estar en Nueva York, de hacer mi vida y de conocer a gente como tú... Ya sabes, ser un augusto arce japonés, muy contento de dónde crece- aunque eso no le pasaba ni de lejos todos los días- Y si decías en serio lo de ir a Monument Valley, probablemente será el mejor año de mi vida de lejos.

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    Vie Oct 16, 2020 9:06 pm
    A flower in the desert
    Capítulo I
    Día 23 de febrero de 1983
    a las 10:00 horas
    en MACUSA
    Arqueó las cejas e hizo una mueca con los labios. Ya, pero a ver como explicamos que siga con la misma mala cara todavía. Yo creo que no le caigo muy bien. Intentaba no tomárselo a lo personal porque esa mujer estaba seria siempre, y al fin y al cabo a él tampoco le caía muy mal, pero bueno.

    ¿Había esbozado una sonrisilla cuando la mujer dijo que no tenía novio? Era probable. Y también era una falta de respeto por su parte, que la chica estaba hablando de su momento en la escuela y él estaba más centrado en tratar de que no se le notara una sonrisita que no sabía ni de donde diantres salía. ¿Y cómo es ella? William y sus preguntas infinitas. A mí me gustas como estás. ¿¿Ehh?? Quiero decir. Sacudió un poco la cabeza. Que te veo muy capaz y haces muchas cosas en el MACUSA. Incluyendo traer a extranjeros a comer lasaña en Little Italy sin pagar billete de metro. Rió, a ver si así conseguía disimular la tontería que había dicho antes.

    Asintió a la chica con una sonrisa torcida, sin poder evitar mirarla. Sí... Solo es un árbol... Solo un árbol. Si no fuera porque no estaba hablando del árbol en absoluto, claro. Y estaba convencido de que eso de que "solo era algo nuevo y atrayente" no era cierto. A cada segundo que pasaba lo tenía más claro.

    Se miró la mano como si él mismo tuviera que comprobar que, efectivamente, no tenía anillo. No, no estoy casado... Ni tengo novia. Somos dos locos solitarios, al parecer. Y no sabía por qué había tenido que meterse en el mismo saco que ella. Pero al fin y al cabo, Jane había sido la que había empezado hablando de su estado, ¿no? Se rascó la nuca como si en realidad quisiera taparse la mano del no-anillo, lo cual ahora que lo pensaba no tenía sentido ninguno, pero en fin, hecho estaba. Solo rió al comentario del Señor Peter Van Luyden, que no sabía quien era pero intuía que su padre, y se centró en esperar la lasaña en silencio. Por alguna razón que no sabía cual era se había puesto un poco nervioso.

    Y en vez de escuchar su respuesta a la pregunta que le había hecho ya estaba divagando otra vez, para variar. Porque cuando la mujer dijo "llevo dos años" unido a "desde que salí del colegio", empezó a pensar en que, como mucho, tenía veinte años. Él era más mayor, considerablemente más mayor, no muchísimo, pero sí lo suficiente como para que ella solo lo viera como un señor. Qué tonto... Espera, ¿qué hacía pensando eso? Mejor la escuchaba, que como perdiera el hilo se le iba a notar cuando le tocase contestar a él. Pues no puedo permitir que esa racha se rompa, así que. Se encogió de hombros extendiendo las palmas de las manos, con los codos flexionados, en un gesto bastante infantil. Por supuesto que sí, lo digo y lo mantengo: si quieres, pasado mañana a esta hora estaremos en Utah. Frunció el ceño y miró hacia arriba. Ahm, ahora que lo pienso deberíamos llevar comida entonces, si pretendemos pasar el día. Pues menos mal que había caído en eso en el restaurante. Aunque tampoco sería la primera vez que pasa un día investigando y sin comer... Solo que no consideraba que eso fuera buena idea en un desierto.

    Me cuesta creer que no tuvieras amigas en la escuela, Jane. Eres muy simpática. Y él no tenía filtro ninguno. Yo era un poco disperso, la verdad, la gente tendía a cansarse de mí con facilidad. Me he llevado mejor con la gente fuera de Hogwarts, cuando podían dosificar el tiempo que pasaban conmigo. Rió él solo ante su propio chiste que, bien pensado, sonaba un tanto triste. Aunque a este amigo que me dio el lazo aún lo mantengo, y a alguno que otro.

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    Dom Oct 18, 2020 7:11 pm
    A flower in the desert
    Capítulo I
    Día 23 de febrero de 1983
    a las 10:00 horas
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    Volvió a reír cuando dijo lo de la novia de su amigo. Se imaginaba a William y a su amigo tan felices y la otra toda enfadada- A lo mejor yo me llevaría bien con ella. En mi familia todo el mundo es muy borde y estirado y al final consigo que me cojan cariño- ¿Y por qué infiernos, Jane, ibas tú a conocer a la novia del amigo de TU SUPERIOR? Parpadeó. De verdad que estaba haciendo un poco el tonto aquella tarde.

    Sonrió un poco a lo de que le gustan tal como era. Bueno, sería lo típico que dice un hombre amable para hacerte sentir bien, no te va a decir "mira pues, sí, vaya desastre eres" ella se encogió de hombros y alzó las cejas para contestar a las diferencias entre su hermana y ella- Pues ya sabes, más complaciente que yo. No le importó casarse nada más salir del colegio, con quien mis padres consideraron adecuado, viven al lado suyo allí en Maine... En fin, un coñazo de vida, eso también lo dicen las nomags neoyorquinas- Se inclinó sobre la mesa y sonrió más ampliamente, como si le estuviera contando un secreto- Yo no busco mucho más, solo poder... elegir. Elegir que salgo a leer o a comer por Little Italy, elegir con quién paso el tiempo, a quién cuelo en el metro fraudulentamente... No sé, no parece tanto ¿verdad? Pero bueno, no te he traído aquí para contarte mis dinámicas familiares- dijo terminando con una risa. Se apoyó en su propia mano y le escuchó hablar de sí mismo, embelesada.

    -Y a mí me cuesta creer que no tengas novia...- dijo todavía un poco ida. Abrió mucho los ojos dándose cuenta de lo que acababa de decir y tragó saliva- Quiero decir... Que dices que la gente se cansaba de ti y todo eso y yo no lo creo ni por un momento porque- rió un poco nerviosamente- Porque te acabo de conocer y me pareces graciosísimo e interesante y... Eres libre- dijo relajándose un poco más y mirándole- Siempre he querido ser así, decir "pues vámonos mañana a Monument Valley" y que sea así... ¿Quién no querría un amigo así?- sí, eso lo había arreglado. Más o menos. Justo llegó el camarero con la comida y ella lo tuvo que agradecer, concentrándose en comer lasaña.

    -Pues sí que deberíamos llevarnos algo de comer, pero espero que no pretendas que lo haga yo porque soy pésima cocinando. Por eso y porque soy muy respondona, dice mi madre que nova a haber quien me case- lo de que la habían puesto un plazo para encontrar marido mejor no lo contaba, bastante mala imagen se estaba llevando ya- Pero una de las mejores cosas de Nueva York es que puedas comprar de casi cualquier comida por la calle. Aunque a lo mejor no se adapta al fino paladar de un mago inglés de apellido francés- se rio un poco y siguió comiendo, levantando la mirada de vez en cuando para enfocarlo. Era muy guapo y le empezaba a parecer peligrosamente adorable.

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    Dom Oct 18, 2020 7:50 pm
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    Día 23 de febrero de 1983
    a las 10:00 horas
    en MACUSA
    No pudo evitar que se le escapara una carcajada. Si lo consigues será una proeza. ¿Cómo que "si lo consigues"? William, ¿en qué estás pensando? Por un momento se había visto con Jane en su entorno habitual. A veces le pasaba, se abstraía y perdía la noción de la realidad, el orden de las cosas, no sabía ni donde estaba ni con quien, o mezclaba lugares y personas que no coexistían en el mismo lugar. Sería eso lo que acababa de pasarle con Jane... Sí, sería eso...

    Vaya. Dijo arqueando las cejas, aunque el comentario de "coñazo de vida" le hizo gracia. Siguió escuchando a la chica tras quedarse un poco sorprendido con la descripción de su hermana. Es verdad que había conocido a gente así, su familia sin ir más lejos hubiera estado encantada de que él o su hermana hicieran eso. Pero seguía pareciéndole tan... Contrario a la vida en sí, que le costaba entenderlo. Se inclinó ligeramente él también, con una sonrisa curiosa, escuchando la filosofía de la chica. Me gustan tus dinámicas familiares. Contestó con suavidad. Luego se dio cuenta de que había sonado raro y sacudió la cabeza. Osea, no. Me gusta tu filosofía, quiero decir. Que me lo cuentes, en realidad. Que bien. Qué bien se estaba expresando. Yo soy como tú... La vida hay que vivirla, elegirla. Elegir irte a Utah a buscar un díctamo del desierto en las dos horas previas a una de las reuniones más importantes de tu carrera, y elegir darle uno de ellos a "tu secretaria". Volvió a hacer el gesto de las comillas con los dedos y a sonreír. Si ya le había sonado absurdo lo de secretaria la primera vez, viendo lo bien que se llevaba con esa chica, más absurdo le parecía. No la quería como secretaria, era demasiado válida para servirle a él, que no era más que un mago caótico con muchos datos en la cabeza y mucha imaginación. Harían muy buen equipo como compañeros, por ejemplo... Meh, qué más daba la etiqueta que se pusiera. Pensaba llamarla secretaria delante de los demás si así lo querían, pero trabajar con ella como le diera la gana. Porque Jane tenía mucho que aportar.

    Amplió la sonrisa y rió él un poco también. Tú lo has dicho, porque me acabas de conocer. Dijo entre risas. La mujer... ¿Se lo parecía a él, o estaba diciendo que le encantaría ser su... Amiga? Porque había dicho que "quién no tendría un amigo así". Se mojó los labios y ladeó la cabeza, apoyándose en la mesa con los brazos cruzados. Todos somos libres, Jane, solo que unos somos más conscientes que otros. Ladeó la sonrisa. Pues vayámonos mañana a Monument Valley. No pasado mañana, mañana mismo. Claro, por qué no. Ya ni recordaba por qué había decidido dejar un día en medio. Y verás como el mundo no se derrumba porque lo hagas. Y la experiencia nadie te la podrá quitar. Estaba totalmente convencido de esa filosofía, y algo le decía que Jane la secundaba. Solo que no estaba tan loca como él.

    Se quitó de encima de la mesa para dejar que el camarero pusiera la comida. Grache! Dijo cantarín en un pésimo acento italiano. El hombre debió más o menos entender lo que decía por el contexto, porque desde luego la palabra no correspondía a un idioma conocido. Hizo una mueca con la boca viendo como el hombre se marchaba y volvió a inclinarse un poco hacia Jane para susurrar. Se dice así, ¿no? Esperaba no haber ofendido al buen hombre.

    Empezó a cortar su comida mientras escuchaba ese comentario de Jane, y se le escapó una risotada sarcástica mientras negaba con la cabeza. Por favor, ¿qui... Se detuvo en seco. ¿Qué vas a decir, William? Se estaba empezando a acostumbrar a la compañía de la mujer y eso era un problema, porque se le soltaba la lengua. Y decirle a una mujer que acababa de conocer y que trabajaba con él (para él, mejor dicho) "¿quién no iba a querer casarse contigo?" era, cuanto menos, inapropiado. Así que simplemente tosió un poco, disimulando, y siguió con la vista clavada en el plato mientras cortada.

    Se tuvo que echar a reír con ese comentario. ¿Fino paladar inglés? Se nota que no has estado en Inglaterra. Negó con la cabeza, aún riendo. Comemos fatal. Yo el primero. Se llevó un trozo de lasaña a la boca. Mm, y esto está buenísimo. Hablando de paladares. Me conformo con cualquier cosa. No me como los díctamos porque sería un desperdicio... Y porque no sé hasta qué punto no son venenosas. Se encogió de hombros y siguió cortando. De hecho como por no morirme, aunque si tuviera más lasañas como esta cerca me lo pensaría. Chistó un poco en una broma. Así que no sabes cocinar... Bueno, algún defecto tenías que tener, que por ahora estabas rozando la perfección peligrosamente, Jane, ya me estaba asustando. William y sus bromas... Yo tampoco sé, así que... Defecto compartido.

    TY


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    Lun Oct 19, 2020 11:07 am
    A flower in the desert
    Capítulo I
    Día 23 de febrero de 1983
    a las 10:00 horas
    en MACUSA
    Cada vez que creía que se había sobrepasado con William, él le seguía la corriente. Y eso le hacía sentir cada vez más cómoda y le hacía imaginar que quizá, solo quizá, a él se le estaban pasando las mismas tonterías que a ella por la cabeza. Porque estaban en un italiano monísimo, porque iban a ir a Monument Valley y porque él parecía ser así en la vida, así de alegre y sonriente y estarían un poco cautivados por la circunstancia- Pues puede que te acabe de conocer, pero siempre he querido alguien como tú- arregla eso Jane- O sea, un amigo como tú. Por eso no tenía muchas amigas. Eran muy estiradas y un poco bastante interesadas, mientras yo... Bueno, me valía con soñar en ir a los sitios y conocer las cosas. Si hubiera dado contigo... A lo mejor las habría hecho. Así que no creo que tenga problema en estar a tu lado todo el tiempo que tú quieras tenerme al tuyo- Tendría que haber añadido un "como amigos" al final de eso, pero casi que hubiera sido más raro aún.

    Tuvo que sostener una carcajada cuando trató de darle las gracias al camarero y le contestó- No, estoy por jurar que no se dice así, pero no me hagas mucho caso a mí, que como buena americana que soy, solo sé hablar mi idioma- dijo terminando con una risita pícara. Y entonces, William hizo algo raro. Pensaba que iba a decir una frase, pero de repente se paró y quedó en silencio, retomando la conversación por lo que parecía otro tema completamente distinto. Jane frunció el ceño, pero lo dejó pasar, tampoco iba a interrogar al chico, quizá a él también se le escapaban cosas que dio quería decir.

    Siguió la broma del paladar inglés- No, que aquí no son mucho mejores. En Maine todavía tienen cerca querencia por la comida fresca y el pescado, pero ¿aquí? O vienes a Little Italy o te encuentras todo rebozado y frito- dijo, desgajando después su lasaña. Sí, definitivamente, la comida italiana era mejor, y ella no se veía capaz de cocinar nada parecido a eso. Tuvo que reírse cuando William describió su apetito- A mí lo que me gusta es el dulce- dijo ella- Mi madre me decía que me iba a poner como un globo, que el metabolismo no me duraría toda la vida... Creo que ahora cada vez que voy a Maine me mira de arriba a abajo a ver si por fin he engordado... De momento sigue esperando- dijo con cierta satisfacción, poniendo pose de triunfo y soltando una risita. Luego negó la cabeza ampliando la sonrisa, porque el inglés era demasiado gracioso como para no parar de reír- No son lo suficientemente venenosas para matarte, pero creo que hasta yo podría hacer algo mejor que díctanos tiernos...

    Y entonces dijo lo de la perfección. Nunca, jamás, nadie le había dicho algo parecido. Jane había crecido oyendo hablar de sus defectos, según su madre y sus profesores, para que "no se lo tuviera muy creído" o para "ayudarla a mejorar". Y allí llegaba aquel hombre, del otro lado del océano, a decirle que era casi perfecta. Y él era perfecto diciendo su nombre así, con esa sonrisilla y esos ojos azulísimos...- Pues menudos dos estamos hechos... Bueno, yo me comprometo a aprender a hacer postres si tú prometes no comer solo díctamos crudos- dijo parando para beber agua. ¿Comprometerse? ¿En serio, Jane? Se iría en dos meses. Por favor.

    TY


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