Los días habían pasado y poco a poco había podido mejorar su semblante, como se sentía. Además, el bálsamo que le había conseguido aquella rubia le había hecho bastante bien, sus dolores habían disminuido y creía firmemente que todo estaría un poco mejor eventualmente. Eso había pasado, luego de una semana no había rastro de absolutamente nada de aquella luna llena, independientemente de no transformarse, era terrible como se sentía y además como sentía que aquello quería salir de su interior. Manejarlo era complicado, intentaba hacerlo de la mejor manera para que nadie se diera cuenta de absolutamente nada.

Vio unos movimientos raros en unos chicos de quinto, especialmente cuando noto la cabellera rubia que iba por delante de ellos. No dudo en seguirlos, con el ceño fruncido porque si bien no pensaba intervenir en un primer momento estaba notando, luego de ver como la habían entrado al baño, que no le quedaría otra opción.

Podía ser un hijo de puta, pero era un hijo de puta agradecido, ella lo había ayudado y él debería devolverle el favor. No dudo en ingresar al baño, mirando a los niños con el ceño fruncido y sacando su varita, ver la túnica ajena en el piso solo hizo que su sangre hirviera aún más. – Váyanse, ahora. – Gruño, alzando su varita hacía uno de los niños al momento que quiso hablar y luego simplemente viendo cómo se iban. Tomo las cosas del suelo y se acercó al cubículo, respirando hondo y apoyando su frente allí. Sentía tanto enfado que no podía ni hablar. – Abre, todo está bien. Se fueron. – Murmuro, sin embargo, ya estaba pensando como ajustar cuentas con ellos luego.

No le gusto para nada escucharla, porque le habría gustado que cediera a la primera pero realmente entendía un poco que no lo hiciera. Los Slytherin no solían ser nada confiables, él no lo era con muchas personas pero simplemente no podía evitar sentirse medianamente agradecido teniendo en cuenta que lo había ayudado cuando él estaba totalmente desprotegido por la luna llena. – No me voy a ir, abre un poco la puerta para que te pase tu túnica y tus cosas. – Dijo simplemente, manteniéndose apoyado en el borde de la puerta con el ceño fruncido ligeramente.

Chasqueo la lengua y golpeo su pie en el piso, odiaba esperar y mucho más la incertidumbre de no saber si ella iba a ceder o no. – No entiendo porque no confías en mí, los saque de aquí porque no quería que te siguieran lastimando. No te haré nada, solo…confía en mí, yo confié en ti y lo sabes.

No entendía porque estaba mal aquello, si bien él no había sido la mejor persona del mundo muchas veces y mucho menos había sido especialmente cercano con ella. Suponía que entendería su personalidad y el hecho que no estaría siendo su amigo de repente porque lo hubiera ayudado, pero que si necesitaba un favor él respondería como era debido. Ni más ni menos que eso, pero al parecer no era demasiado obvio para ella que en ese momento estaba rechazándolo de esa manera.

Tenso la mandíbula, les daría su merecido luego pero en ese momento no podía hacerlo simplemente porque ella lo necesitaba aún más. – No, no lo sé. Pero es una mentira mi vida, ellos no lo hacen conmigo porque no conocen esa realidad que tú si conoces. Tú eres libre y vives tu vida como quieres, no digo que este bien o mal, pero eres valiente por eso. No tienes que dejar que estos imbéciles cambien eso. – Suspiro, no sabía de donde había venido todo eso pero ya no podía echar para atrás sus propias palabras. – Ahora déjame devolverte tus cosas asi te vistes y hablamos.

Cuando la vio salir intento no fruncir de nuevo el ceño, se notaba que no estaba especialmente animada ese día y mucho menos con lo que había vivido pero definitivamente hubiera esperado verla un poco menos destruida. Seguramente eran muchas las veces que había tenido que vivir algo así, algunas inclusive había sido testigo pero jamás le había tomado importancia a ello hasta el momento en que habían comenzado a tratarse. Al fin y al cabo, nunca le había interesado realmente ni ella ni nadie del colegio, jamás se había molestado en hacer realmente una amistad con alguien más.


Negó, eso no era ser valiente para él. – Al contrario, eres inteligente. Si lo hicieras te castigarían a ti en vez de a ellos y lo sabes. – Al fin y al cabo eran slytherins y él bien sabía de los beneficios que tenía ser parte de ellos. – Yo me encargare de estos idiotas, tú no te ensucies las manos. Tú me ayudaste a mí, ahora a mi me toca ayudarte a ti.

Tal vez que fuera su quinto trago de whisky de fuego estaba haciendo estragos en su cuerpo, pero definitivamente de esa manera estaba consiguiendo dejar de lado todas aquellas preocupaciones que estaban surcando su mente todo el tiempo. No importaba cuanto quisiera evitar pensar en todo eso, siempre volvía a lo mismo, a la frustración de que Quinn no confiara en él cuando él si lo había hecho en ella. No se caracterizaba por ser una buena persona, para nada, pero ella había sido buena con él cuando no tenía por qué serlo y eso lo hacía sentir una gratitud que quería poder demostrarle, cosa que no le permitía en lo absoluto.

Aquella “fiesta” siquiera era de sus compañeros de casa, era de un chico gryffindor y como él no se metía con nadie terminaba pudiendo asistir a beber un poco. Además, no iba a negarlo, esperaba poder verla en esa fiesta con un poco más de seguridad. Tal vez estando en su zona segura así podrían hablar un poco más, pero hasta el momento iba por su quinto trago de whisky y ella no había llegado, comenzaba a pensar que no lo haría y eso lo frustraba enormemente. Especialmente porque no sabía porque se sentía así, no realmente.

¿Cuántos tragos había tomado? Realmente en un rato había perdido la cuenta, estimaba que más de ocho, pero no estaba seguro, solo sabía que había buena bebida en esa fiesta y que si los encontraban terminarían todos castigados por el resto de su estadía en Hogwarts. También era consciente que él no debería estar allí, los Slytherin generalmente no eran bien recibidos en ningún sitio que no fuera su propia casa. Para su suerte, ese día estaban todos tan metidos en su propio mundo que lo que menos habían pensado era en echarlo o algo así. Aunque había aportado a la causa, había llegado con unas botellas de alcohol que le había quitado a sus compañeros de casa.

Cuando la vio entrar sintió una extraña sensación, no podría explicarlo, pero definitivamente era algo que le inquietaba enormemente. Nunca sentía cosas así, nunca sentía, en líneas generales. Lo inquietaba, pero tampoco podía mantenerse demasiado lejos, no podía explicarlo realmente pero por lo menos allí la había encontrado y no seguía escondiéndose de él como si tuviera algún tipo de maldición imperdonable…más allá de la licantropía, claro estaba. Se terminó aquel vaso que había comenzado hacía un momento y no dudo en acercarse a ella, sin bailar, simplemente quedándose parado detrás de ella sin saber bien que hacer o decir. – Al fin te encuentro, pensé que no lo haría en mucho tiempo. – Intento bromear, mirándola fijo todo el tiempo.

Bueno, ella no parecía en lo absoluto contenta porque él estuviera allí y no sabía bien como sentirse con respecto a eso. Si bien en un pasado se había comportado neutral con ella, luego del momento que habían compartido en el bosque lo hacía de la mejor manera posible, inclusive mejor de lo que había tratado a nadie nunca pero parecía simplemente que ella no quería saber nada de él en lo absoluto. Parecía que le molestaba su presencia y eso, de alguna manera, también lo molestaba a él.

La siguió en silencio, porque realmente no podía hacer otra cosa en ese momento, además de que se sentía bastante torpe teniendo en cuenta el alcohol que había ingerido anteriormente. – Vine a la fiesta. – Se encogió de hombros, mirando a su alrededor, todos estaban muy en sus temas y nadie parecía notar que ellos estaban charlando. – ¿Hice algo para que me esquives así? Pensé que nos llevábamos bien. – Musitó torpemente, definitivamente el alcohol lo hacía hablar de más.

Ella hacía que sonara como la peor idea del mundo que se hubiera presentado a esa fiesta como si nada pero, para su suerte, no meterse con nadie a veces tenía sus cosas positivas. No era que fuera una buena persona, en lo absoluto y no se avergonzaba de eso, pero por lo menos no iba por ahí cosechando odios como el resto de las personas lo hacía como si nada. — ¿Porqué no sería buena idea? — cuestionó de manera torpe, realmente sin entender el problema en lo que había hecho.

La siguió como si de un perro faldero se tratara, con lo irónico que sonaba inclusive para sí mismo, sentándose a su lado y manteniendo la sonrisa en sus labios mientras la miraba fijamente. — He venido solo, yo realmente no tengo amigos. — no estaba mintiendo o por lo menos él no podía considerarlos sus amigos en lo absoluto. — Tú me caes mejor que cualquier serpiente de mi casa, prefiero estar contigo que con ellos.— se encogió de hombros como si eso no estuviera mal, para él en ese momento no lo estaba.

Asintió, la luna llena se acercaba y seguramente ya la próxima semana comenzaría a sentirse jodidamente enfermo, tenía que aprovechar los pocos días al mes en los que era él mismo sin ningún tipo de problema. – Me va a ayudar mucho, aunque más en los días posteriores, los días previos simplemente comienzo a sentirme…diferente. – No quería explicar mucho, tampoco podía, era difícil poner en palabras realmente la manera en la que se sentía cada vez que sucedía algo así.

Se quedó mirándola, asintiendo, podía ser un idiota pero por lo menos no era tan tonto como podía llegar a parecer. – Entonces vamos al bosque a tener una aventura ¿Qué nos lo impide? – Se rió, encogiéndose de hombros como si nada. Era una tontería seguir allí cuando no quería estarlo y él, simplemente, había ido para estar cerca de ella. Por más retorcido que sonara a sí mismo, se lo admitía.

Asintió, podía caminar, no sentía que estuviera tan borracho aunque la verdad era que estaba bastante ebrio, no iba a mentirse a sí mismo. En parte era la culpa de ella, si no hubiera tardado tanto en llegar a la fiesta seguramente no hubiera bebido así pero ya no importaba, luego de tantos días donde había estado ignorándolo por fin podían hablar un poco. La siguió igualmente en silencio, intentando no reír por la situación, no quería meterla en más problemas de los que ya podía darle.

Una vez nadie los busco, volvió a tomar su mano con confianza para adentrarse un poco más en el bosque. — si hubiera luna llena yo sería la criatura más peligrosa del bosque. — comentó con esa confianza que sólo tenía con ella sobre su condición. Ladeo el rostro viéndola, terminando por sonreír torpemente mientras sus ojos brillaban. — Te ves muy linda esta noche. — siempre podía ser un poco más torpe y sus palabras lo estaban demostrando.

En parte le agradaba que ella no lo viera como algo peligroso, inclusive cuando conocía su naturaleza. Estaba seguro que cualquier otra persona no dudaría en alejarse de él, los licántropos tenían fama de tener muy mal carácter inclusive cuando no había luna llena que los jodiera. — Te aseguró que no habría nadie más peligroso que yo, que lo dudes me ofende bastante, — Dejó en claro, tal vez porque lo hacía sentir bien a sí mismo aquello, pensar que era lo suficientemente peligroso para que nada malo le sucediera ninguna noche de Luna llena. No había posibilidades y en el bosque prohibido no le haría daño a nadie,

Nego repetidas veces, terminando por sonreírle mientras la miraba fijo, aquellos idiotas la habían lastimado y no quería pensar cuantos mas habían querido hacerlo. — Si lo digo es porque lo creo, los niños y borrachos no mienten. — se encogió de hombros manteniendo la sonrisa. — No dejes que esos idiotas te hagan creer lo contrario, ya les di su merecido, ellos no van a volver a jodertr, confía en mi.

Nunca lo había pensado, si bien no perdía totalmente la conciencia porque sabía lo que hacía, perdía el discernimiento de que estaba bien o que estaba mal y no se cuestionaba absolutamente nada. Tampoco nunca había detenido ningún impulso, simplemente se dejaba llevar por ello. – No puedo controlarlo, me guían mis instintos. No te diré que no recuerdo lo que hago pero…simplemente nada está mal. – Era simple y sencillo, él no se lo cuestionaba más porque simplemente de lo contrario no podría vivir.

Su ceño se frunció, aun sentía su sangre hervir ante los recuerdos. – No volverán a meterse contigo y nadie más lo hará. – Dijo con simpleza, porque lo había dejado en claro y nadie lo cuestionaba en lo absoluto. Se quedó mirándola, sin saber bien que hacer porque no sabía que movimiento hacer o no. Aun así, termino cerca, sonriendo de manera leve y terminando por enredar un mechon de su rubio cabello en sus dedos. – Si alguien te molesta solo tienes que decirme y yo me encargare. Nadie más va a hacerte daño.