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Mahariel
Phoenix
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JUST SAY YES
ORIGINAL — CIENCIA FICCIÓN — 1x1
La rutina está en ocasiones salpicada por algún que otro tropiezo que a veces se convierte en un problema. Lo importante, por supuesto, es tener amigos en los que apoyarse, que son los que hacen de lo irresoluble algo más manejable. Por esa misma razón, Wynonna y Kevin tenían un acuerdo con el resto de sus amigos, que consistía en reunirse todos los jueves para cenar en un apartamento, y no dejar de hablar, independientemente de lo lejos que los llevasen sus vidas adultas. Lo que ninguno de los dos imaginaba, claro, era que faltarían a su compromiso, encontrándose de pronto a varios cientos de kilómetros de su ciudad y, por si eso fuera poco, a unos cuantos siglos antes del año que habían marcado sus calendarios.
Un día, la pareja de amigos se encontró con que su mundo había desaparecido, y algo los había arrastrado a la época victoriana que solo habían visto en la pequeña y gran pantalla. Todas aquellas cosas que en la ficción les resultaban tan divertidas como absurdas eran ahora parte de sus vidas, y si algo les quedó claro en el momento en el que se encontraron en el pasado, es que necesitarían mantenerse unidos si querían salvar su honra y sobrevivir a los afilados comentarios de la sociedad inglesa mientras encontraban la forma de regresar a casa.
∞Un día, la pareja de amigos se encontró con que su mundo había desaparecido, y algo los había arrastrado a la época victoriana que solo habían visto en la pequeña y gran pantalla. Todas aquellas cosas que en la ficción les resultaban tan divertidas como absurdas eran ahora parte de sus vidas, y si algo les quedó claro en el momento en el que se encontraron en el pasado, es que necesitarían mantenerse unidos si querían salvar su honra y sobrevivir a los afilados comentarios de la sociedad inglesa mientras encontraban la forma de regresar a casa.
Wynonna Reyes Eloise Smyth — Mahariel | Kevin Walters Jack Lowden — Timelady |
Cronología
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—What the...?—
Capítulo 1
La cabeza le iba a explotar y no tenía ganas de abrir los ojos mientras intentaba acordarse de lo que pasó la noche anterior, porque ni siquiera recordaba haberse quedado dormido. ¿Se había ido a la cama?
Solo sabía que iba a reunirse con Wynonna, porque las tradiciones no hay que perderlas y tocaba verse en su casa. Llevaba unos brownies que su compañero de piso le había hecho, sospechaba que iban aderezados con alguna cosita, pero dejaría que la chica decidiera si los probaban o iban directos a la basura.
Igual se los habían tomado y por eso no recordaba nada.
Decidió abrir los ojos, seguro de que como mucho estaría durmiendo la mona en el sofá de su amiga, tampoco sería la primera vez, pero... Su amiga no vivía en una casa con techos de madera y tenía cortinas en las ventanas de colores alegres, no esa cosa blanca y casi transparente.
Se levantó de un salto, cosa que solo consiguió que se marease más, al darse cuenta de que no tenía ni idea de dónde estaba. Después de que se le pasara el mareo volvió a mirar alrededor. A ver, ¿habían terminado metiéndose en el museo o algo así?
Intentó buscar su móvil, pero no lo tenía encima ¡y esa no era su ropa!
Dio un par de vueltas sobre sí mismo intentando verse desde todos los ángulos y decidió salir por la puerta.- ¡Muy graciosa, Wynonna! ¿Dónde está mi ropa? -Gritó al aire, porque su amiga no estaba a la vista. ¿Dónde demonios estaba?
Solo sabía que iba a reunirse con Wynonna, porque las tradiciones no hay que perderlas y tocaba verse en su casa. Llevaba unos brownies que su compañero de piso le había hecho, sospechaba que iban aderezados con alguna cosita, pero dejaría que la chica decidiera si los probaban o iban directos a la basura.
Igual se los habían tomado y por eso no recordaba nada.
Decidió abrir los ojos, seguro de que como mucho estaría durmiendo la mona en el sofá de su amiga, tampoco sería la primera vez, pero... Su amiga no vivía en una casa con techos de madera y tenía cortinas en las ventanas de colores alegres, no esa cosa blanca y casi transparente.
Se levantó de un salto, cosa que solo consiguió que se marease más, al darse cuenta de que no tenía ni idea de dónde estaba. Después de que se le pasara el mareo volvió a mirar alrededor. A ver, ¿habían terminado metiéndose en el museo o algo así?
Intentó buscar su móvil, pero no lo tenía encima ¡y esa no era su ropa!
Dio un par de vueltas sobre sí mismo intentando verse desde todos los ángulos y decidió salir por la puerta.- ¡Muy graciosa, Wynonna! ¿Dónde está mi ropa? -Gritó al aire, porque su amiga no estaba a la vista. ¿Dónde demonios estaba?
Kevin — ¿dónde?¿cuándo? — con ¿Wynonna?
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— WHAT THE…? —
CAPÍTULO 1
Wynonna despertó de un descanso sin sueños, pero no abrió los ojos, sintiendo pesados sus párpados y cómoda la tranquilidad. Se tomó unos instantes para ubicarse. Tenía la sensación de haber perdido la noción del tiempo mientras dormía, y en aquel entonces no tenía muy claro si era de noche o de día.
Tendría que ser de noche, porque recordaba haber limpiado la cocina después de montar una buena al olvidarse de la olla que había dejado al fuego y que encontró escupiendo borbotones de agua hirviendo, y también recordaba haber fruncido el ceño cuando Kevin no se sorprendió al verla tratando de disimular el estropicio.
Sí, tendría que ser de noche, porque había quedado con el resto de sus amigos para cenar, como todos los jueves, y Kevin se pasaba antes por su apartamento porque le pillaba de paso.
El problema es que, aun con los ojos cerrados, a Wynonna le parecía que la habitación estaba muy iluminada, y no recordaba haberse levantado a encender las luces antes de tirarse en el sofá. Tampoco oía la televisión de los vecinos, que solían encenderla tan pronto llegaban del trabajo y no la apagaban hasta la madrugada, por más que Wynonna les hubiese explicado que las paredes del edificio eran tan finas que uno las podría atravesar en un tropiezo un poco desafortunado.
— Um… — musitó, abriendo al fin los ojos para no encontrarse con los desconchones de su techo, comido por la humedad. Miró alrededor, tremendamente confusa, sin terminar de comprender si se había despertado o seguía soñando. De pronto estaba echada en una cama, en una habitación pequeña, con unas flores en una coqueta mesita de noche. Vestía un camisón bastante suave, pero que, desde luego, no era suyo, y por la ventana se veía una estampa tan bucólica que bien podría haber salido de un cuadro. — ¿Pero qué hora es? — fue a buscar su teléfono, sin encontrarlo por ninguna parte. Fue entonces cuando empezaron a comérsela los nervios. — La madre que me parió — maldijo al tiempo que salía de la cama para lanzar las sábanas por los aires en busca de su móvil.
Puso el dormitorio patas arriba y no halló rastro de ninguna de sus cosas. Su teléfono había desaparecido junto con su ropa, y todo lo que le quedaba era la esperanza de despertar en algún momento. Sin embargo, eso no ocurría, y Wynonna no recordaba haber estado nunca así de agobiada en sueños… como tampoco recordaba haber estado tan lúcida en ninguna de sus pesadillas.
— Vale, vale, vale. Bien. Vale — trató de poner orden en el avispero de ideas que se le había metido en la cabeza —. Si esto es un sueño… — abrió un baúl queriendo encontrar su ropa en él, pero solo halló un vestido azul cielo de una tela tan suave que se le escapaba entre los dedos. — Um.
Buscó, buscó y buscó en la habitación algo que no fuese tan rematadamente delicado, pero no encontró nada más que vestidos, a cada cual más pomposo. Al final, torció el gesto y se quedó con el primero que había visto, porque le parecía el menos horrible de todos ellos. “¿Qué me querrá decir con esto mi subconsciente”, se preguntó, arrugando la nariz.
Abrió la puerta con un chasquido y se asomó tímidamente a un pasillo alargado, de papel pintado decorando sus paredes y lámparas de cristal colgando del techo. Se mantuvo en silencio unos instantes, y como no oyó nada, decidió salir de la habitación. Bajó por unas escaleras cubiertas de una moqueta color vino y conforme se aproximó a la planta baja fue capaz de distinguir unas voces al otro lado de la estancia.
Tendría que ser de noche, porque recordaba haber limpiado la cocina después de montar una buena al olvidarse de la olla que había dejado al fuego y que encontró escupiendo borbotones de agua hirviendo, y también recordaba haber fruncido el ceño cuando Kevin no se sorprendió al verla tratando de disimular el estropicio.
Sí, tendría que ser de noche, porque había quedado con el resto de sus amigos para cenar, como todos los jueves, y Kevin se pasaba antes por su apartamento porque le pillaba de paso.
El problema es que, aun con los ojos cerrados, a Wynonna le parecía que la habitación estaba muy iluminada, y no recordaba haberse levantado a encender las luces antes de tirarse en el sofá. Tampoco oía la televisión de los vecinos, que solían encenderla tan pronto llegaban del trabajo y no la apagaban hasta la madrugada, por más que Wynonna les hubiese explicado que las paredes del edificio eran tan finas que uno las podría atravesar en un tropiezo un poco desafortunado.
— Um… — musitó, abriendo al fin los ojos para no encontrarse con los desconchones de su techo, comido por la humedad. Miró alrededor, tremendamente confusa, sin terminar de comprender si se había despertado o seguía soñando. De pronto estaba echada en una cama, en una habitación pequeña, con unas flores en una coqueta mesita de noche. Vestía un camisón bastante suave, pero que, desde luego, no era suyo, y por la ventana se veía una estampa tan bucólica que bien podría haber salido de un cuadro. — ¿Pero qué hora es? — fue a buscar su teléfono, sin encontrarlo por ninguna parte. Fue entonces cuando empezaron a comérsela los nervios. — La madre que me parió — maldijo al tiempo que salía de la cama para lanzar las sábanas por los aires en busca de su móvil.
Puso el dormitorio patas arriba y no halló rastro de ninguna de sus cosas. Su teléfono había desaparecido junto con su ropa, y todo lo que le quedaba era la esperanza de despertar en algún momento. Sin embargo, eso no ocurría, y Wynonna no recordaba haber estado nunca así de agobiada en sueños… como tampoco recordaba haber estado tan lúcida en ninguna de sus pesadillas.
— Vale, vale, vale. Bien. Vale — trató de poner orden en el avispero de ideas que se le había metido en la cabeza —. Si esto es un sueño… — abrió un baúl queriendo encontrar su ropa en él, pero solo halló un vestido azul cielo de una tela tan suave que se le escapaba entre los dedos. — Um.
Buscó, buscó y buscó en la habitación algo que no fuese tan rematadamente delicado, pero no encontró nada más que vestidos, a cada cual más pomposo. Al final, torció el gesto y se quedó con el primero que había visto, porque le parecía el menos horrible de todos ellos. “¿Qué me querrá decir con esto mi subconsciente”, se preguntó, arrugando la nariz.
Abrió la puerta con un chasquido y se asomó tímidamente a un pasillo alargado, de papel pintado decorando sus paredes y lámparas de cristal colgando del techo. Se mantuvo en silencio unos instantes, y como no oyó nada, decidió salir de la habitación. Bajó por unas escaleras cubiertas de una moqueta color vino y conforme se aproximó a la planta baja fue capaz de distinguir unas voces al otro lado de la estancia.
WYNONNA — ¿¿¿??? — CON KEVIN
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Capítulo 1
Se había quedado un poco traspuesto al ver el salón al que había dado la puerta, por no hablar de que no había rastro de su amiga por allí y una voz de señora le sorprendió desde su izquierda.
- ¡Cielo Santo, muchacho! ¿Qué voces son esas? -Exclamó una señora que podría ser su tía, hasta se le parecía un poco.
- Papá dice que seguro que está loco como la tía Josephine. -Comentó un niño con otra niña por detrás de la mujer. Kevin no estaba seguro de quién era la tía Josephine, pero sí que estaba empezando a pensar que estaba loco, porque no conocía de nada a esas personas que hablaban de él como si ellos sí le conocieran y que vestían de forma tan extraña.
- Robert, te he dicho que no hables de esas cosas. -Le reprendió la que debía ser su madre.- Y dile a tu padre que ya hablaremos sobre mi hermana. Ahora id a jugar de una vez y dejad en paz a vuestro primo.
- ¿Su... su primo? -Preguntó Kevin, que no entendía nada, ¿se estaba refiriendo a él?
- Pues claro, querido. -Respondió la mujer, como si fuera lo más evidente y prácticamente lo empujó de vuelta a la habitación.- Mira, ya sé que eres un hombre hecho y derecho y que puedes hacer lo que te plazca, pero si te pasas la noche bebiendo deberías quedarte en tu cuarto hasta que se te ordenen las ideas. No quiero que los niños vayan inventándose historias sobre tu cordura. -Mientras hablaba, iba ordenando la ropa que había desperdigada sobre el respaldo de una silla, para que perdiera alguna de las arrugas.- Y ahora vístete correctamente, es casi la hora del almuerzo. -Y sin más le dejó allí solo, sentado en la cama y sin tener ni idea de lo que estaba pasando.
Apretó los ojos y deseó despertarse, pero no funcionó demasiado bien. Más bien no funcionó, a secas.
- ¡Cielo Santo, muchacho! ¿Qué voces son esas? -Exclamó una señora que podría ser su tía, hasta se le parecía un poco.
- Papá dice que seguro que está loco como la tía Josephine. -Comentó un niño con otra niña por detrás de la mujer. Kevin no estaba seguro de quién era la tía Josephine, pero sí que estaba empezando a pensar que estaba loco, porque no conocía de nada a esas personas que hablaban de él como si ellos sí le conocieran y que vestían de forma tan extraña.
- Robert, te he dicho que no hables de esas cosas. -Le reprendió la que debía ser su madre.- Y dile a tu padre que ya hablaremos sobre mi hermana. Ahora id a jugar de una vez y dejad en paz a vuestro primo.
- ¿Su... su primo? -Preguntó Kevin, que no entendía nada, ¿se estaba refiriendo a él?
- Pues claro, querido. -Respondió la mujer, como si fuera lo más evidente y prácticamente lo empujó de vuelta a la habitación.- Mira, ya sé que eres un hombre hecho y derecho y que puedes hacer lo que te plazca, pero si te pasas la noche bebiendo deberías quedarte en tu cuarto hasta que se te ordenen las ideas. No quiero que los niños vayan inventándose historias sobre tu cordura. -Mientras hablaba, iba ordenando la ropa que había desperdigada sobre el respaldo de una silla, para que perdiera alguna de las arrugas.- Y ahora vístete correctamente, es casi la hora del almuerzo. -Y sin más le dejó allí solo, sentado en la cama y sin tener ni idea de lo que estaba pasando.
Apretó los ojos y deseó despertarse, pero no funcionó demasiado bien. Más bien no funcionó, a secas.
Kevin — ¿dónde?¿cuándo? — con ¿Wynonna?
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— WHAT THE…? —
CAPÍTULO 1
Wynonna siguió las voces por los pasillos, tratando de averiguar su procedencia. Las palabras se tropezaban entre sí, chocaban contra los muros y le llegaban distorsionadas, casi inteligibles, a un ritmo que no lograba seguir recién levantada. Le pareció que aquellas personas, fueran quienes fuesen, hablaban de una manera curiosa, muy distinta a la suya propia y a la de cualquiera de sus amigos. Alguna vez había soñado en francés, cuando sus pesadillas pertenecían a la odiosa profesora de lengua extranjera que se dedicaba a torturarlos en el instituto, y de solo pensarlo se le erizó el vello de la nuca.
Conforme se acercó a la reunión de las voces empezó a prestar atención a otras cosas. Le pareció bonita la aparente mansión a la que la habían enviado sus sueños, y el olor de la mantequilla fundiéndose sobre un pan tostado le hizo temer despertar de un momento a otro para darse de bruces contra la terrible realidad de sus alacenas, pobladas mayormente por sopas de sobre y latas de conserva.
— ¿Dónde está la mermelada?
— Ahí, donde los azucarillos. No, ahí no, donde los azucarillos te he dicho. Ay, déjalo — se oyó el quejido de una silla arrastrar contra el suelo y luego el de la porcelana sobre el mantel —. Aquí.
— Ah, es que no la veía.
— Eso está claro — siseó la voz —. A ver si se levanta tu tía, que a este paso no llega ni a almorzar.
Wynonna decidió cruzar al fin el umbral de la puerta que la separaba del delicioso desayuno que tenían servido en la mesa. Puede que fuera un sueño, sí, pero no había motivos para privarse de pequeños placeres oníricos como el crujir de unas tostadas perfectas, sobre todo cuando hacía siglos que la muchacha no probaba algo parecido a un desayuno decente por falta de tiempo y ganas.
— ¡Ah! ¡Ahí está! — exclamó la voz de una mujer de cabellos castaños y rizados, bastante regordeta, con mejillas sonrosadas y finísimas cejas. — Theodora, cariño, ¿cómo has descansado? — se acercó a ella y la llevó a una silla. Aquel no era su nombre, pero por aquel desayuno se dejaría llamar Hércules si hiciese falta. — Niña, dale un beso a tu tía.
Una jovencita se levantó de un salto para abrazar a Wynonna y dejarle un beso en la mejilla antes de regresar rápidamente al asiento que había abandonado. Ella, por su parte, sonrió y tomó un bollo entre las manos.
— No os demoréis demasiado, que luego hemos quedado en la plaza — alzó un dedo amenazador en la dirección de las jovencitas —. Tú vendrás, ¿no, Theodora?
Ella trató de responder, pero tenía llenos los carrillos.
— Jí.
Conforme se acercó a la reunión de las voces empezó a prestar atención a otras cosas. Le pareció bonita la aparente mansión a la que la habían enviado sus sueños, y el olor de la mantequilla fundiéndose sobre un pan tostado le hizo temer despertar de un momento a otro para darse de bruces contra la terrible realidad de sus alacenas, pobladas mayormente por sopas de sobre y latas de conserva.
— ¿Dónde está la mermelada?
— Ahí, donde los azucarillos. No, ahí no, donde los azucarillos te he dicho. Ay, déjalo — se oyó el quejido de una silla arrastrar contra el suelo y luego el de la porcelana sobre el mantel —. Aquí.
— Ah, es que no la veía.
— Eso está claro — siseó la voz —. A ver si se levanta tu tía, que a este paso no llega ni a almorzar.
Wynonna decidió cruzar al fin el umbral de la puerta que la separaba del delicioso desayuno que tenían servido en la mesa. Puede que fuera un sueño, sí, pero no había motivos para privarse de pequeños placeres oníricos como el crujir de unas tostadas perfectas, sobre todo cuando hacía siglos que la muchacha no probaba algo parecido a un desayuno decente por falta de tiempo y ganas.
— ¡Ah! ¡Ahí está! — exclamó la voz de una mujer de cabellos castaños y rizados, bastante regordeta, con mejillas sonrosadas y finísimas cejas. — Theodora, cariño, ¿cómo has descansado? — se acercó a ella y la llevó a una silla. Aquel no era su nombre, pero por aquel desayuno se dejaría llamar Hércules si hiciese falta. — Niña, dale un beso a tu tía.
Una jovencita se levantó de un salto para abrazar a Wynonna y dejarle un beso en la mejilla antes de regresar rápidamente al asiento que había abandonado. Ella, por su parte, sonrió y tomó un bollo entre las manos.
— No os demoréis demasiado, que luego hemos quedado en la plaza — alzó un dedo amenazador en la dirección de las jovencitas —. Tú vendrás, ¿no, Theodora?
Ella trató de responder, pero tenía llenos los carrillos.
— Jí.
WYNONNA — ¿¿¿??? — CON KEVIN
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Capítulo 1
De acuerdo, no le quedaba otra que aceptar que estaba metido en un sueño de lo más raro, de época además. Como si él supiera algo de eso, si siempre suspendía historia. Pero bueno, a lo que iba. Estaba en un sueño muy muy rarito, infundido por un brownie caducado y aderezado con alguna droga de su colega, y en algún momento se despertaría y todo desaparecería sin más dejándole solo una resaca común y corriente.
En fin, que igual para despertarse había que seguir con la pantomima, así que empezó a vestirse, tratando de recordar cómo había visto al crío que decía que estaba loco, su primo, supuestamente, para no meter mucho la pata.
Después salió de nuevo hacia el salón y se encontró con un tipo que le dijo que le estaban esperando en el comedor. Bueno, el caso es que no sabía muy bien dónde quedaba eso, por suerte como en los videojuegos la puerta que estaba abierta era a donde tenías que ir.
- Buenos días. -Saludó desde allí a la familia que se giraba hacia él.
- Más bien tardes. -Dijo una voz masculina desde detrás del periódico.- Ya que eres invitado en nuestra casa podrías respetar nuestros horarios, sobrino. -Expuso con ese deje de reproche comedido que odiaba en su padre.
- Sí, lo siento, no se repetirá. -Principalmente porque no pensaba estar ahí al día siguiente.
- Aceptamos tus disculpas, Kevin. -Aseguró la mujer de antes, que debía ser su tía.- Ahora siéntate y empecemos a comer. -Los niños se lanzaron a por la comida nada más apartar él la silla, por lo visto estaban esperando ansiosos su llegada, eso era una sensación extraña. Kevin tardó un rato en identificar la comida que tenía delante, más que nada porque lo que buscaba concretamente, café, no aparecía por ninguna parte. Así que se tuvo que conformar con el aguachirri ese...
Sus tíos empezaron a hablar mientras él comía y el niño sentado a su lado, el tal Robert, no dejaba de pasar a su plato los arándanos que su madre le servía.- Oye, deja algunos en el tuyo o se dará cuenta. -Susurró para que parase y también como una píldora de sabiduría que podía compartir con él.
- Debemos salir al mercado hoy, Kevin. He notado la falta de un traje apropiado entre tus pertenencias, así que hemos de visitar al sastre de la plaza lo antes posible. Pronto comenzarán los festejos y tienes que presentarte con un aspecto decente.
- Claro, de acuerdo. -Lo que ella dijera, vamos, ahí estaba él para seguir las indicaciones y terminar lo antes posible la campaña.
En fin, que igual para despertarse había que seguir con la pantomima, así que empezó a vestirse, tratando de recordar cómo había visto al crío que decía que estaba loco, su primo, supuestamente, para no meter mucho la pata.
Después salió de nuevo hacia el salón y se encontró con un tipo que le dijo que le estaban esperando en el comedor. Bueno, el caso es que no sabía muy bien dónde quedaba eso, por suerte como en los videojuegos la puerta que estaba abierta era a donde tenías que ir.
- Buenos días. -Saludó desde allí a la familia que se giraba hacia él.
- Más bien tardes. -Dijo una voz masculina desde detrás del periódico.- Ya que eres invitado en nuestra casa podrías respetar nuestros horarios, sobrino. -Expuso con ese deje de reproche comedido que odiaba en su padre.
- Sí, lo siento, no se repetirá. -Principalmente porque no pensaba estar ahí al día siguiente.
- Aceptamos tus disculpas, Kevin. -Aseguró la mujer de antes, que debía ser su tía.- Ahora siéntate y empecemos a comer. -Los niños se lanzaron a por la comida nada más apartar él la silla, por lo visto estaban esperando ansiosos su llegada, eso era una sensación extraña. Kevin tardó un rato en identificar la comida que tenía delante, más que nada porque lo que buscaba concretamente, café, no aparecía por ninguna parte. Así que se tuvo que conformar con el aguachirri ese...
Sus tíos empezaron a hablar mientras él comía y el niño sentado a su lado, el tal Robert, no dejaba de pasar a su plato los arándanos que su madre le servía.- Oye, deja algunos en el tuyo o se dará cuenta. -Susurró para que parase y también como una píldora de sabiduría que podía compartir con él.
- Debemos salir al mercado hoy, Kevin. He notado la falta de un traje apropiado entre tus pertenencias, así que hemos de visitar al sastre de la plaza lo antes posible. Pronto comenzarán los festejos y tienes que presentarte con un aspecto decente.
- Claro, de acuerdo. -Lo que ella dijera, vamos, ahí estaba él para seguir las indicaciones y terminar lo antes posible la campaña.
Kevin — ¿dónde?¿cuándo? — con ¿Wynonna?
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— WHAT THE…? —
CAPÍTULO 1
Wynonna continuó con su plan de aprovecharse de su subconsciente mientras le durase el sueño. Probó todo lo que había en los platitos que se extendían sobre el mantel, y así fue como descubrió que la mermelada de naranja amarga no era tan asquerosa como ella creía desde que leyó la etiqueta de un bote en el pasillo del supermercado.
A Wynonna solían gustarle más los sueños en los que volaba a su libre albedrío por encima de los edificios de su barrio, pero había de reconocer que ponerse hasta las botas enfundada en un bonito vestido de satén tampoco era muy mal plan. De hecho, no recordaba la última vez que comió así de bien. Habría sido en algún viaje familiar a un hotel con un desayuno continental incluido en la factura, y de aquello casi no se acordaba.
Terminó el desayuno y acompañó a las mujeres al exterior. A las puertas de la casa las esperaban unos enormes jardines repletos de flores y esculturas manchadas de musgo. Vio otras casas a los lados del sinuoso camino que se perdía en el horizonte. Tras ellas se dibujaban praderas verdísimas, de esas que solo se veían en fotografías. En la conversación de la que ella prácticamente no formó parte descubrió que una de ellas se llamaba Annette.
— Pues podríamos ir al sastre, a ver si le han llegado esas nuevas telas que nos prometió el otro día.
— Podemos pasar por allí, sí, y de paso le miramos alguna cosa a esta muchacha, que tendrá que estar presentable… aunque podría dejarle alguna cosa.
— Ya veremos.
El grupito de mujeres alcanzó el pueblo, que estaba más lleno de gente de lo que Wynonna habría esperado de un lugar que a simple vista parecía tan tranquilo como bucólico, y por un momento temió perderse en la marea. Tampoco es que le preocupase mucho hacerlo, porque quizá con el agobio despertaría, y ya había tenido suficientes panecillos como para no querer largarse de allí.
— ¡Ay! ¡Aquí está! — exclamó Annette. — ¡Ven, Theodora, hija! — su mano salió de ninguna parte para arrastrarla a una plaza. — Ven que te mire el sastre — era un hombre con un bigotito absurdo y unas lentes sobre una finísima punta de nariz.
Empezaron a hablar de telas, de puntos, de remates, colores y acabados. Wynonna tuvo que luchar por no dormirse de puro aburrimiento. ¿Sería posible dormir en un sueño? Quizá no fuera momento de comprobarlo. Miró a su alrededor y se le perdió la vista en los rostros ajenos. Desenfocó los ojos y se sumergió en sus pensamientos hasta que un murmullo le resultó familiar.
— Mm… — musitó, tratando de recordar dónde había escuchado aquella voz. Salió de su ensimismamiento con un respingo cuando se dio cuenta de que tenía a alguien justo delante de ella. Alzó la vista y se encontró con Kevin. Parpadeó varias veces, algo aturdida por su aspecto, y luego recordó el suyo propio. — ¿Kevin? — preguntó, arrugando la nariz. — ¿Qué haces tú en mi sueño? ¿Has probado la mermelada de naranja amarga? Es genial.
A Wynonna solían gustarle más los sueños en los que volaba a su libre albedrío por encima de los edificios de su barrio, pero había de reconocer que ponerse hasta las botas enfundada en un bonito vestido de satén tampoco era muy mal plan. De hecho, no recordaba la última vez que comió así de bien. Habría sido en algún viaje familiar a un hotel con un desayuno continental incluido en la factura, y de aquello casi no se acordaba.
Terminó el desayuno y acompañó a las mujeres al exterior. A las puertas de la casa las esperaban unos enormes jardines repletos de flores y esculturas manchadas de musgo. Vio otras casas a los lados del sinuoso camino que se perdía en el horizonte. Tras ellas se dibujaban praderas verdísimas, de esas que solo se veían en fotografías. En la conversación de la que ella prácticamente no formó parte descubrió que una de ellas se llamaba Annette.
— Pues podríamos ir al sastre, a ver si le han llegado esas nuevas telas que nos prometió el otro día.
— Podemos pasar por allí, sí, y de paso le miramos alguna cosa a esta muchacha, que tendrá que estar presentable… aunque podría dejarle alguna cosa.
— Ya veremos.
El grupito de mujeres alcanzó el pueblo, que estaba más lleno de gente de lo que Wynonna habría esperado de un lugar que a simple vista parecía tan tranquilo como bucólico, y por un momento temió perderse en la marea. Tampoco es que le preocupase mucho hacerlo, porque quizá con el agobio despertaría, y ya había tenido suficientes panecillos como para no querer largarse de allí.
— ¡Ay! ¡Aquí está! — exclamó Annette. — ¡Ven, Theodora, hija! — su mano salió de ninguna parte para arrastrarla a una plaza. — Ven que te mire el sastre — era un hombre con un bigotito absurdo y unas lentes sobre una finísima punta de nariz.
Empezaron a hablar de telas, de puntos, de remates, colores y acabados. Wynonna tuvo que luchar por no dormirse de puro aburrimiento. ¿Sería posible dormir en un sueño? Quizá no fuera momento de comprobarlo. Miró a su alrededor y se le perdió la vista en los rostros ajenos. Desenfocó los ojos y se sumergió en sus pensamientos hasta que un murmullo le resultó familiar.
— Mm… — musitó, tratando de recordar dónde había escuchado aquella voz. Salió de su ensimismamiento con un respingo cuando se dio cuenta de que tenía a alguien justo delante de ella. Alzó la vista y se encontró con Kevin. Parpadeó varias veces, algo aturdida por su aspecto, y luego recordó el suyo propio. — ¿Kevin? — preguntó, arrugando la nariz. — ¿Qué haces tú en mi sueño? ¿Has probado la mermelada de naranja amarga? Es genial.
WYNONNA — ¿¿¿??? — CON KEVIN
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—What the...?—
Capítulo 1
Bien, pues la primera misión, que pintaba de lo más aburrida la verdad, era ir al mercado o a la plaza y conocer al sastre ese. Si tenía suerte quizá se encontrase por el camino el mapa de un tesoro o de una cueva perdida o lo mismo descubría que el sastre escondía un cadáver en el trastero... cualquier cosa puede pasar en un sueño inducido por las drogas.
El paseo no estaba mal, aunque le habría gustado lo de probar si sus habilidades incluían montar a caballo, al final fueron dando un paseo. Había bastante gente, especialmente señoras reunidas en corrillos que miraban a todas partes mientras murmuraban. Vamos, que da igual la época o la realidad en que te metas, siempre hay señoras mayores cotilleando. Si pegaba la oreja igual escuchaba algo interesante, o podía interrumpir la conversación y ver si al terminar regresaban a su discurso programado.
La cría de la casa, Claudine o algo así, era lo que impedía que probase sus teorías. Se había enganchado de su mano y no le soltaba, tirando con insistencia si se paraba a mirar algo. Claro, como el típico tutorial que te obliga a hacer el mínimo antes de soltarte en libertad.
De acuerdo, sastrería...
- Primo Kevin, ¿y tú por qué no te has casado todavía? -Preguntó de pronto la renacuaja.- ¿Es porque eres joven? ¿No has encontrado al amor de tu vida? ¿O es que estás loco como la tía Josephine? -Lo de la tía Josephine esa lo tenía que estudiar, en serio, seguro que había algo escabroso o una pista para seguir avanzando. Tanto mencionar a la pobre señora...
- Pues es que... -Empezó, pero se paró a pensar que tenía que meterse en el papel y las cosas del su tiempo no pegaban mucho.- Por lo primero que has dicho. -Listo. Una cosa menos. Igual esa respuesta le daba algún puntito o le llevaba por algún camino especial.
Siguió hablando con la cría tratando de estar a la altura del interrogatorio, básicamente dándole la razón en todo, o casi. Pero cuando habían llegado a la sastrería, Claudine le soltó para lanzarse a toquetear las telas y él casi se topó con una chica a la que se quedó mirando con los ojos muy abiertos.
- ¿Wynonna? -Preguntó a la vez que ella. Pero la chica siempre hablaba más rápido que él.- ¿Cómo que tu sueño? ¿No es una alucinación por los brownies? ¿Qué haces tú aquí? No sé nada de ninguna mermelada. -Aquello sí que era para flipar. Porque mira, si fuera algo tipo realidad virtual seguro que se les había escapado el detalle de que Wynnie siempre disfrutaba de la comida y la verdad es que la de aquel sitio estaba buena.- ¿Qué es lo que nos ha pasado? -Le preguntó dudando. Igual ella tenía mejores ideas.
El paseo no estaba mal, aunque le habría gustado lo de probar si sus habilidades incluían montar a caballo, al final fueron dando un paseo. Había bastante gente, especialmente señoras reunidas en corrillos que miraban a todas partes mientras murmuraban. Vamos, que da igual la época o la realidad en que te metas, siempre hay señoras mayores cotilleando. Si pegaba la oreja igual escuchaba algo interesante, o podía interrumpir la conversación y ver si al terminar regresaban a su discurso programado.
La cría de la casa, Claudine o algo así, era lo que impedía que probase sus teorías. Se había enganchado de su mano y no le soltaba, tirando con insistencia si se paraba a mirar algo. Claro, como el típico tutorial que te obliga a hacer el mínimo antes de soltarte en libertad.
De acuerdo, sastrería...
- Primo Kevin, ¿y tú por qué no te has casado todavía? -Preguntó de pronto la renacuaja.- ¿Es porque eres joven? ¿No has encontrado al amor de tu vida? ¿O es que estás loco como la tía Josephine? -Lo de la tía Josephine esa lo tenía que estudiar, en serio, seguro que había algo escabroso o una pista para seguir avanzando. Tanto mencionar a la pobre señora...
- Pues es que... -Empezó, pero se paró a pensar que tenía que meterse en el papel y las cosas del su tiempo no pegaban mucho.- Por lo primero que has dicho. -Listo. Una cosa menos. Igual esa respuesta le daba algún puntito o le llevaba por algún camino especial.
Siguió hablando con la cría tratando de estar a la altura del interrogatorio, básicamente dándole la razón en todo, o casi. Pero cuando habían llegado a la sastrería, Claudine le soltó para lanzarse a toquetear las telas y él casi se topó con una chica a la que se quedó mirando con los ojos muy abiertos.
- ¿Wynonna? -Preguntó a la vez que ella. Pero la chica siempre hablaba más rápido que él.- ¿Cómo que tu sueño? ¿No es una alucinación por los brownies? ¿Qué haces tú aquí? No sé nada de ninguna mermelada. -Aquello sí que era para flipar. Porque mira, si fuera algo tipo realidad virtual seguro que se les había escapado el detalle de que Wynnie siempre disfrutaba de la comida y la verdad es que la de aquel sitio estaba buena.- ¿Qué es lo que nos ha pasado? -Le preguntó dudando. Igual ella tenía mejores ideas.
Kevin — ¿dónde?¿cuándo? — con ¿Wynonna?
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— WHAT THE…? —
CAPÍTULO 1
Wynonna habría esperado que Kevin hubiese empezado a hablar en verso para integrarse con el resto del sueño, o que se la llevase a otra parte, a otro rincón de su subconsciente menos incluido por los últimos estrenos de la plataforma que le gorroneaba a otra amiga, en el que esperaba que siguiera habiendo comida. En alguna ocasión había soñado con que se perdía con Kevin y con el resto del grupo por las carreteras secundarias por las que ya no conducía nadie, y a Wynonna se le hacía la boca agua solo de pensar en las hamburguesas, las patatas y las salsas que tenía por descubrir.
Sin embargo, Kevin no hizo nada de eso, y se dedicó a hacerle un montón de preguntas cuyas respuestas a ella le parecían lo más lógico del mundo y, a la vez, le costó un momento pensar.
— ¿Qué brownie? — ¿se había perdido probar un bollo en el desayuno? — ¿Qué dices? — lo miraba con el rostro ligeramente arrugado por la confusión, pero con el amago de una sonrisa tonta en los labios. — Esto es un sueño, ¿no? He visto demasiadas series de época últimamente y por eso estoy soñando con una especie de Downtown Abbey — le explicó tranquilamente —. Lo que no termino de entender es qué haces tú aquí… — lo miró de arriba a bajo. — Aunque este rollito no te queda nada mal — se rio. — Creo que es porque eres el único que me acompaña siempre al mercado medieval, pero… yo qué sé — se encogió de hombros —. ¿Por qué lo preguntas? ¿Te pasa algo? ¿Es este uno de esos sueños en los que te ayudo a enfrentarte a un dragón?
Sin embargo, Kevin no hizo nada de eso, y se dedicó a hacerle un montón de preguntas cuyas respuestas a ella le parecían lo más lógico del mundo y, a la vez, le costó un momento pensar.
— ¿Qué brownie? — ¿se había perdido probar un bollo en el desayuno? — ¿Qué dices? — lo miraba con el rostro ligeramente arrugado por la confusión, pero con el amago de una sonrisa tonta en los labios. — Esto es un sueño, ¿no? He visto demasiadas series de época últimamente y por eso estoy soñando con una especie de Downtown Abbey — le explicó tranquilamente —. Lo que no termino de entender es qué haces tú aquí… — lo miró de arriba a bajo. — Aunque este rollito no te queda nada mal — se rio. — Creo que es porque eres el único que me acompaña siempre al mercado medieval, pero… yo qué sé — se encogió de hombros —. ¿Por qué lo preguntas? ¿Te pasa algo? ¿Es este uno de esos sueños en los que te ayudo a enfrentarte a un dragón?
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—What the...?—
Capítulo 1
Si tenía suerte y todo era como había pensado, Wynnie le seguiría el rollo, como de costumbre y se convertiría en su escudera o compi de aventuras. La que te lanzaba pociones curativas cuando estabas muy jodido, vamos.
Pero por la forma de hablar iba a ser que no. Lo de la mermelada no era ningún código secreto... hablaba de la de verdad.
Intentó pensar. Porque a ver, si ya no estaban en su sueño, sino en el de ella, igual podía estar todo perdido. Porque Wynonna tardaría en despertarse un par de horas más que él fijo y le tendría allí atrapado.
- No sé si esto es un sueño... -Se rascó la cabeza.- Pero si lo es, es demasiado raro, porque estamos los dos dentro y los dos sabemos que esto no es normal. En los sueños no suele ser así... ¿no? -La pregunta final la había añadido porque tampoco hacía falta que supiera la frecuencia con la que podía soñar con ella o sus amigos.- Bueno, sea como sea tenemos que salir de aquí...
Y la verdad es que con todo el lío apenas se había fijado en la pinta que tenía su amiga.- Joooooooder. -Murmuró, más para sí.- ¿De dónde las has sacado? -Preguntó refiriendose a lo que su escote dejaba ver, porque no recordaba que su amiga las tuviera tan bien puestas.- Quiero decir, que el look te sienta muy bien también. -Intentó corregirse.
- A ver, ¿qué se supone que vamos a hacer? -Preguntó, urgiéndola a trazar un plan o darle datos.- Antes de que la mandona de mi supuesta tía o su cría me pille aquí y empiece a hacer preguntas.
Pero por la forma de hablar iba a ser que no. Lo de la mermelada no era ningún código secreto... hablaba de la de verdad.
Intentó pensar. Porque a ver, si ya no estaban en su sueño, sino en el de ella, igual podía estar todo perdido. Porque Wynonna tardaría en despertarse un par de horas más que él fijo y le tendría allí atrapado.
- No sé si esto es un sueño... -Se rascó la cabeza.- Pero si lo es, es demasiado raro, porque estamos los dos dentro y los dos sabemos que esto no es normal. En los sueños no suele ser así... ¿no? -La pregunta final la había añadido porque tampoco hacía falta que supiera la frecuencia con la que podía soñar con ella o sus amigos.- Bueno, sea como sea tenemos que salir de aquí...
Y la verdad es que con todo el lío apenas se había fijado en la pinta que tenía su amiga.- Joooooooder. -Murmuró, más para sí.- ¿De dónde las has sacado? -Preguntó refiriendose a lo que su escote dejaba ver, porque no recordaba que su amiga las tuviera tan bien puestas.- Quiero decir, que el look te sienta muy bien también. -Intentó corregirse.
- A ver, ¿qué se supone que vamos a hacer? -Preguntó, urgiéndola a trazar un plan o darle datos.- Antes de que la mandona de mi supuesta tía o su cría me pille aquí y empiece a hacer preguntas.
Kevin — ¿dónde?¿cuándo? — con ¿Wynonna?
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— WHAT THE…? —
CAPÍTULO 1
La conversación que Wynonna estaba manteniendo con su amigo hacía tiempo ya que carecía de sentido, pero es que ya rayaba lo absurdo. Por un lado, era lógico, puesto que en los sueños no se suelen tener en cuenta la lógica o el sentido común, y lo habitual era encontrarse con una especie de neblina que enturbiaba los pensamientos y hacía más familiares las tonterías con las que se entretenía el subconsciente. Por el otro, Wynonna empezaba a pensar que no estaba soñando, porque la falta de entendimiento entre ella y Kevin la estaba poniendo nerviosa.
— Esto es raro, sí — asintió, mirando a su alrededor con la nariz arrugada —. Pero yo qué sé, la experta en sueños, premoniciones y movidas de esas no soy yo, precisamente —. Tenían una amiga obsesionada con los inciensos, las velas y las cartas, que se ofrecía a averiguar el destino de uno a través de las historias de Instagram, aunque, si había que ser justos con la verdad, no tenía demasiado tino con ello —. Pero sí, tendremos que volver a casa — se quedó pensando en que le daría pena abandonar los tarros de mermelada que había visto en la cocina, y luego decidió intentar esconderse alguno en la falda para llevárselo consigo.
Recibió los siguientes comentarios de su amigo con una mirada asesina, de estas que a uno lo atraviesan y lo dejan en el sitio, temeroso de moverse por si el dinosaurio se da cuenta de su presencia y termina por comérselo. Wynonna pateó la espinilla de Kevin y cuando se encogió de dolor amenazó con cruzarle la cara de un guantazo.
— ¿Te parece el momento? No, dímelo, ¿¡te parece el momento!? — siseó. — Que a ver, sí, tú… — Wynonna lo miró y concluyó que con ese aspecto su amigo estaba para hacerle un favor o dos, pero decidió callárselo para no perder autoridad o la oportunidad de volver a patearlo. — Que esto está muy bien si te va el rollito Orgullo y Prejuicio, ¿sabes? Pero que no es el momento de hablar de eso — ¿Habría un momento para hablar de eso? — Supongo que lo primero es asegurarse de que esto no es un sueño, ¿no? Y luego ya… pues pedir un taxi, tío, yo qué sé — se mordió el labio, pensativa —. La patada. ¿Te ha hecho daño? ¿Te ha parecido real?
— Esto es raro, sí — asintió, mirando a su alrededor con la nariz arrugada —. Pero yo qué sé, la experta en sueños, premoniciones y movidas de esas no soy yo, precisamente —. Tenían una amiga obsesionada con los inciensos, las velas y las cartas, que se ofrecía a averiguar el destino de uno a través de las historias de Instagram, aunque, si había que ser justos con la verdad, no tenía demasiado tino con ello —. Pero sí, tendremos que volver a casa — se quedó pensando en que le daría pena abandonar los tarros de mermelada que había visto en la cocina, y luego decidió intentar esconderse alguno en la falda para llevárselo consigo.
Recibió los siguientes comentarios de su amigo con una mirada asesina, de estas que a uno lo atraviesan y lo dejan en el sitio, temeroso de moverse por si el dinosaurio se da cuenta de su presencia y termina por comérselo. Wynonna pateó la espinilla de Kevin y cuando se encogió de dolor amenazó con cruzarle la cara de un guantazo.
— ¿Te parece el momento? No, dímelo, ¿¡te parece el momento!? — siseó. — Que a ver, sí, tú… — Wynonna lo miró y concluyó que con ese aspecto su amigo estaba para hacerle un favor o dos, pero decidió callárselo para no perder autoridad o la oportunidad de volver a patearlo. — Que esto está muy bien si te va el rollito Orgullo y Prejuicio, ¿sabes? Pero que no es el momento de hablar de eso — ¿Habría un momento para hablar de eso? — Supongo que lo primero es asegurarse de que esto no es un sueño, ¿no? Y luego ya… pues pedir un taxi, tío, yo qué sé — se mordió el labio, pensativa —. La patada. ¿Te ha hecho daño? ¿Te ha parecido real?
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—What the...?—
Capítulo 1
Era verdad que la que se podía pasar tres horas seguidas en modo cotorra para hablar de un sueño y todos y cada uno de sus posibles significados no era ella. Suspiró hastiado solo de pensar que le hubiera tocado compartir aquello con ella, porque menuda pereza... si es que se podía uno sentir perezoso en un sueño.
Y claro, el comentario sobre sus... atributos, no sentó especialmente bien a su amiga presente. Pero es que joder, saltaban a la vista.
- ¡AAAHHH! -Gritó, silenciándose a sí mismo y llevándose la mano a la espinilla cuando la tonta le soltó una patada. ¿De qué estaban hechos esos zapatos? ¡Dios, qué dolor!
Que luego ya se dieron cuenta de que, comentarios aparte, aquello del sueño pues estaba siendo aún más raro de lo normal. Y que si le había parecido de verdad la patada preguntaba la tía.- ¿A ti qué te parece? ¡Joder, Wynnie! -Se quejó.- Pero vamos, que si quieres, te doy yo otra en el culo. -Ofreció con toda amabilidad una prueba más de que para ser un sueño, era muy muy real, y que las patadas dolían tela.
Pruebas aparte, el dolor hacía que se descartase el tema de que era un sueño, porque claro, doler había dolido mucho.- ¿Y si no estamos en un sueño psicotrópico de esos? -Se lo tenía que preguntar y la verdad que le asustaba un poco lo de no estar en un sueño, ni en una simulación de realidad virtual supercurrada... ¿dónde o en qué se suponía que estaban entonces?
Y claro, el comentario sobre sus... atributos, no sentó especialmente bien a su amiga presente. Pero es que joder, saltaban a la vista.
- ¡AAAHHH! -Gritó, silenciándose a sí mismo y llevándose la mano a la espinilla cuando la tonta le soltó una patada. ¿De qué estaban hechos esos zapatos? ¡Dios, qué dolor!
Que luego ya se dieron cuenta de que, comentarios aparte, aquello del sueño pues estaba siendo aún más raro de lo normal. Y que si le había parecido de verdad la patada preguntaba la tía.- ¿A ti qué te parece? ¡Joder, Wynnie! -Se quejó.- Pero vamos, que si quieres, te doy yo otra en el culo. -Ofreció con toda amabilidad una prueba más de que para ser un sueño, era muy muy real, y que las patadas dolían tela.
Pruebas aparte, el dolor hacía que se descartase el tema de que era un sueño, porque claro, doler había dolido mucho.- ¿Y si no estamos en un sueño psicotrópico de esos? -Se lo tenía que preguntar y la verdad que le asustaba un poco lo de no estar en un sueño, ni en una simulación de realidad virtual supercurrada... ¿dónde o en qué se suponía que estaban entonces?
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— WHAT THE…? —
CAPÍTULO 1
Wynonna estudió con atención la reacción de su amigo. En su cabeza comenzaban a ponerse en marcha los engranajes. Lo observó mesándose la barbilla, como se suponía que hacían los sabios en la Antigüedad antes de hacer un gran descubrimiento, esperando que así quizás terminara de comprender la situación en la que se habían metido. A juzgar por lo agudo del grito de Kevin, tanto la patada como el dolor de después eran genuinos, y eso hacía tambalear la teoría de que todo eso no era más que una especie de sueño.
— No, gracias, no hará falta — replicó ante la posibilidad de repetir el experimento —. Pero ¿no te parece raro que todo esto sea un sueño? — Wynnie miró a su alrededor y luego sacudió la cabeza. — Si lo fuese, ya te habrías despertado. Además, ¿de quién se supone que es el sueño? ¿Tuyo o mío? Porque a mí me parece que estás muy consciente para ser parte de mi sueño y yo también lo estoy para ser parte del tuyo — concluyó —. No, no, aquí está pasando algo raro… y tenemos que averiguar qué es.
— ¡Theodora! — la llamó quien quiera que fuera la señora del pan y los azucarillos. — ¡Tenemos que irnos! Tenemos muchas cosas que hacer hoy, ¿no te acuerdas?
— ¡Un momento! — agarró a Kevin por la muñeca y lo obligó a inclinarse para oírla mejor. — Escucha, Kev, vamos a seguirles el rollo hasta que sepamos algo más de este sitio, pero no te distraigas, ¿de acuerdo? Esta tarde intentaré escaparme para venir aquí. A ver si podemos hablar más tranquilos o a ver si con un poco de suerte ya no estamos aquí. No te me pierdas, ¿quieres?
— No, gracias, no hará falta — replicó ante la posibilidad de repetir el experimento —. Pero ¿no te parece raro que todo esto sea un sueño? — Wynnie miró a su alrededor y luego sacudió la cabeza. — Si lo fuese, ya te habrías despertado. Además, ¿de quién se supone que es el sueño? ¿Tuyo o mío? Porque a mí me parece que estás muy consciente para ser parte de mi sueño y yo también lo estoy para ser parte del tuyo — concluyó —. No, no, aquí está pasando algo raro… y tenemos que averiguar qué es.
— ¡Theodora! — la llamó quien quiera que fuera la señora del pan y los azucarillos. — ¡Tenemos que irnos! Tenemos muchas cosas que hacer hoy, ¿no te acuerdas?
— ¡Un momento! — agarró a Kevin por la muñeca y lo obligó a inclinarse para oírla mejor. — Escucha, Kev, vamos a seguirles el rollo hasta que sepamos algo más de este sitio, pero no te distraigas, ¿de acuerdo? Esta tarde intentaré escaparme para venir aquí. A ver si podemos hablar más tranquilos o a ver si con un poco de suerte ya no estamos aquí. No te me pierdas, ¿quieres?
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—What the...?—
Capítulo 1
Winnona le miraba como si fuera un experimento, y él no estaba ni tenía ganas de que le dieran más patadas.
El caso es que ya les quedaba demostrado que eso no era un sueño, y entonces ya no tenía ni idea de lo que pasaba o de cómo seguir.
Igual se habían vuelto locos o algo, pero cualquier idea chocaba con el hecho de que estaban los dos juntos y siendo conscientes de que pasaban cosas raras.
Casi dio un respingo cuando alguien gritó en su dirección.- ¿Theodora? -Preguntó con una ceja alzada.
El plan parecía simple, en parte, seguir el juego como había hecho ya esa mañana. Reunirse por la tarde y tratar de hacer algo al respecto.- No parece un mal plan. -Comentó.- ¡Oye! ¿Por qué voy a perderme yo? -Se quejó.- Es igual, ten cuidado, Theodora. -Dijo con un poco de guasa antes de hacerle una reverencia de esas de las películas antiguas... bueno, un intento.
Él por su parte, se giró para encontrarse con la primita que le había tocado parada detrás de él, manos a la espalda y una sonrisita en la boca.- ¿Quién es esa chica?
- Una amiga. ¿Tu madre? -Volvió a ser llevado de la mano por el mundo hasta encontrarse con el resto de su grupo de aventura. Tendría que empezar a prestar atención y trabajar en una excusa para largarse por la tarde... y de paso aprenderse el camino.
El caso es que ya les quedaba demostrado que eso no era un sueño, y entonces ya no tenía ni idea de lo que pasaba o de cómo seguir.
Igual se habían vuelto locos o algo, pero cualquier idea chocaba con el hecho de que estaban los dos juntos y siendo conscientes de que pasaban cosas raras.
Casi dio un respingo cuando alguien gritó en su dirección.- ¿Theodora? -Preguntó con una ceja alzada.
El plan parecía simple, en parte, seguir el juego como había hecho ya esa mañana. Reunirse por la tarde y tratar de hacer algo al respecto.- No parece un mal plan. -Comentó.- ¡Oye! ¿Por qué voy a perderme yo? -Se quejó.- Es igual, ten cuidado, Theodora. -Dijo con un poco de guasa antes de hacerle una reverencia de esas de las películas antiguas... bueno, un intento.
Él por su parte, se giró para encontrarse con la primita que le había tocado parada detrás de él, manos a la espalda y una sonrisita en la boca.- ¿Quién es esa chica?
- Una amiga. ¿Tu madre? -Volvió a ser llevado de la mano por el mundo hasta encontrarse con el resto de su grupo de aventura. Tendría que empezar a prestar atención y trabajar en una excusa para largarse por la tarde... y de paso aprenderse el camino.
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— TIME TO TALK —
CAPÍTULO 2
Wynonna había pasado la mañana de aquí para allá, oyendo una incesante cháchara intrascendente de la que no quería formar parte, buscando en media docena de tiendas los vestidos y los accesorios adecuados para ella y para el resto de las mujeres que la acompañaban allá donde se le ocurriese marchar. Empezaba a ser estresante el mero pensamiento de excusarse para ir al baño.
La muchacha terminó con los pies doloridos y la mente agotada. Tantos “ajases” había respondido que temía haber perdido la capacidad de pronunciar cualquier otra cosa. “Ajá, sí, esa tela está bien”, “ajá, sí, ese vestido te favorece mucho”, “sí, esa cinta está bien, para nada se parece a las otras veinte que me habéis enseñado, claro que no”, “oh, claro que estoy deseando conocer al señor Huffingtingpong, ¿cómo no?”
Lo único que mantenía cuerda a Wynonna era pensar en que al menos no estaba allí sola, sino que tenía a Kevin para recordarle que no era allí donde pertenecían. Con el tiempo se habían disipado sus esperanzas de que todo aquello no fuera más que un mal sueño. Los panecillos que robaba de las alacenas de la cocina, al menos, eran bastante reales.
— Theodora, cielo, ¿por qué no te quedas con nosotras un rato más? Apenas has probado tu té, ¿es que no te ha gustado?
Wynonna no soportaba las infusiones, ni los tés, ni las aguas con sabores, pero no se lo dijo.
— Es que estoy un poco cansada, voy a retirarme por ahora a… mis aposentos — aquello sonó más ridículo de lo que había imaginado en un primer momento —. Os veré luego.
Desapareció del saloncito antes de que pudieran replicar. En lugar de ascender por las escaleras que la llevarían a su dormitorio, abrió la puerta del exterior para escapar de la casa. El poblado al que habían ido a parar parecía más agradable sin el cacareo de sus acompañantes. Al fin encontró el claro en el que se había encontrado con Kevin y se sentó a los pies de un árbol a esperar que apareciera. Cuando su sombra le tapó el solecito que estaba tomando, abrió un ojo y se llevó una mano a la frente para verlo mejor.
— Ya te vale, haciendo esperar a una dama — se quejó —. ¿Qué has estado haciendo? ¿Has averiguado algo?
La muchacha terminó con los pies doloridos y la mente agotada. Tantos “ajases” había respondido que temía haber perdido la capacidad de pronunciar cualquier otra cosa. “Ajá, sí, esa tela está bien”, “ajá, sí, ese vestido te favorece mucho”, “sí, esa cinta está bien, para nada se parece a las otras veinte que me habéis enseñado, claro que no”, “oh, claro que estoy deseando conocer al señor Huffingtingpong, ¿cómo no?”
Lo único que mantenía cuerda a Wynonna era pensar en que al menos no estaba allí sola, sino que tenía a Kevin para recordarle que no era allí donde pertenecían. Con el tiempo se habían disipado sus esperanzas de que todo aquello no fuera más que un mal sueño. Los panecillos que robaba de las alacenas de la cocina, al menos, eran bastante reales.
— Theodora, cielo, ¿por qué no te quedas con nosotras un rato más? Apenas has probado tu té, ¿es que no te ha gustado?
Wynonna no soportaba las infusiones, ni los tés, ni las aguas con sabores, pero no se lo dijo.
— Es que estoy un poco cansada, voy a retirarme por ahora a… mis aposentos — aquello sonó más ridículo de lo que había imaginado en un primer momento —. Os veré luego.
Desapareció del saloncito antes de que pudieran replicar. En lugar de ascender por las escaleras que la llevarían a su dormitorio, abrió la puerta del exterior para escapar de la casa. El poblado al que habían ido a parar parecía más agradable sin el cacareo de sus acompañantes. Al fin encontró el claro en el que se había encontrado con Kevin y se sentó a los pies de un árbol a esperar que apareciera. Cuando su sombra le tapó el solecito que estaba tomando, abrió un ojo y se llevó una mano a la frente para verlo mejor.
— Ya te vale, haciendo esperar a una dama — se quejó —. ¿Qué has estado haciendo? ¿Has averiguado algo?
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CAPÍTULO 2
La niña no se podía haber estado calladita, claro, no tardó ni diez minutos en contarle a su madre que le había visto hablando con una muchacha. Tuvo que inventarse una historia sobre un pequeño incidente con un botón (que le costó arrancar más de lo que había pensado) y poco más de conversación insustancial. Pero ya se había comido buena parte de charla sobre cómo uno tenia que ser debidamente presentado y que no entendía cómo se hacían las cosas en la ciudad y... algo más, pero es que había desconectado y pasado a la defensiva.
Lo importante era que en algún momento iba a tener que escaquearse para reunirse con Wynnie. Así que dijo que iba a dar un paseo por los alrededores después de comer, para hacerse con el lugar. Solo que antes de salir pasó por el despacho de su tío, aprovechando que no había nadie para robar un periódico, que en realidad solo se parecía a los de verdad en la forma, porque le faltaba como medio kilo más de páginas.
Y con eso bajo el brazo salió de allí en dirección al mercado o lo que fuera la plaza aquella. No tardó mucho en ver a su amiga debajo de un árbol. Se paró delante de ella para hacerle sombra.
- ¿Una dama? ¿Dónde? -Bromeó en respuesta a su queja.- No he averiguado mucho. Esa gente dice que es mi familia y... no sé si mi supuesta madre u otra tía llamada Josephine está loca o algo así. -No era mucho, pero oye... es que no entendía nada.- Ah, y que igual no es buena idea que nos encontremos aquí... tan a la vista de todo el mundo. No sabes la bronca que me ha caído antes por hablar contigo sin sujetavelas. -Y todo por culpa de la primita bocazas a la que parecía que le había sentado fatal encontrarle con ella.- Y... te he traído esto. -Añadió, pasándole el periódico para que viera la fecha y el lugar. Seguro que flipaba como él.
Lo importante era que en algún momento iba a tener que escaquearse para reunirse con Wynnie. Así que dijo que iba a dar un paseo por los alrededores después de comer, para hacerse con el lugar. Solo que antes de salir pasó por el despacho de su tío, aprovechando que no había nadie para robar un periódico, que en realidad solo se parecía a los de verdad en la forma, porque le faltaba como medio kilo más de páginas.
Y con eso bajo el brazo salió de allí en dirección al mercado o lo que fuera la plaza aquella. No tardó mucho en ver a su amiga debajo de un árbol. Se paró delante de ella para hacerle sombra.
- ¿Una dama? ¿Dónde? -Bromeó en respuesta a su queja.- No he averiguado mucho. Esa gente dice que es mi familia y... no sé si mi supuesta madre u otra tía llamada Josephine está loca o algo así. -No era mucho, pero oye... es que no entendía nada.- Ah, y que igual no es buena idea que nos encontremos aquí... tan a la vista de todo el mundo. No sabes la bronca que me ha caído antes por hablar contigo sin sujetavelas. -Y todo por culpa de la primita bocazas a la que parecía que le había sentado fatal encontrarle con ella.- Y... te he traído esto. -Añadió, pasándole el periódico para que viera la fecha y el lugar. Seguro que flipaba como él.
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CAPÍTULO 2
Wynnie chasqueó la lengua ante la mordacidad de su amigo. Arrancó un par de briznas de hierba para lanzárselas, pero carecían del peso suficiente para convertirse en un proyectil, así que se dispersaron antes de impactar contra su chalequito.
— Qué tonto eres — replicó arrugando la nariz, risueña. Escuchó sus averiguaciones con las manos cruzadas sobre una rodilla, y arqueó ambas cejas con su sugerencia —. ¿Y dónde quieres que nos veamos? ¿En un cobertizo? Qué tontería — sacudió la cabeza —. A ver — tomó las hojas que le ofrecía su amigo entre las manos y se sorprendió al ver un titular —. Anda, ¿es un periódico? — había un solo titular en la portada e infinitas columnas de texto escritas con una fuente diminuta —. Joder, esto no hay quien lo lea. ¿Qué es, el periódico de repelentelandia? — paseó la mirada por la página y leyó lo único que era más o menos inteligible —. 17 de abril de... — Wynonna parpadeó un par de veces. — 1813 — alzó la vista para buscar la mirada de su amigo —. ¿Me estás vacilando, verdad? No estamos en la puta regencia, Kevin. No lo estamos. ¿No lo estamos? No, no lo estamos. ¿O sí? No, ¿no? Dime que no.
— Qué tonto eres — replicó arrugando la nariz, risueña. Escuchó sus averiguaciones con las manos cruzadas sobre una rodilla, y arqueó ambas cejas con su sugerencia —. ¿Y dónde quieres que nos veamos? ¿En un cobertizo? Qué tontería — sacudió la cabeza —. A ver — tomó las hojas que le ofrecía su amigo entre las manos y se sorprendió al ver un titular —. Anda, ¿es un periódico? — había un solo titular en la portada e infinitas columnas de texto escritas con una fuente diminuta —. Joder, esto no hay quien lo lea. ¿Qué es, el periódico de repelentelandia? — paseó la mirada por la página y leyó lo único que era más o menos inteligible —. 17 de abril de... — Wynonna parpadeó un par de veces. — 1813 — alzó la vista para buscar la mirada de su amigo —. ¿Me estás vacilando, verdad? No estamos en la puta regencia, Kevin. No lo estamos. ¿No lo estamos? No, no lo estamos. ¿O sí? No, ¿no? Dime que no.
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CAPÍTULO 2
Solo miró las briznas de hierba desde arriba, y se encogió de hombros. ¿Eso se suponía que tenía que importarle algo?
Y no, no tenía ni idea de si había algún lugar "correcto" para reunirse, solo de que no quería meterse en otro jardín con aquella gente.- Pues yo qué sé. Tampoco me he parado a retener todas las normas de etiqueta que sigue esta gente. Es absurdo. -Con comerse la bronca ya tenía bastante, ¿encima tenía que hacer caso y quedarse con la copla? Difícil lo veía.
Le cedió el papel y asintió cuando dijo que era un periódico, confirmando aquello. La verdad es que no esperaba que se pudiera a mirar los titulares y noticias.- Mira la fecha. -Respondió a la pregunta. Pero sí, repelentes sí que eran un rato todos los de por allí.
Wynnie por fin le hizo caso y leyó lo verdaderamente importante.
Y flipó, claro, como no podía ser de otra forma.
- No sé si estamos en la regencia, en un sueño muy raro o en qué leches... Pero lo de la fecha explica las pintas que tenemos por lo menos y cómo se porta toda esta gente rara. -Era lo único que tenía claro. Que todo parecía acorde a lo que sabía de la época, claro que tampoco sabía demasiado.- La pregunta es... ¿qué hacemos ahora?
Y no, no tenía ni idea de si había algún lugar "correcto" para reunirse, solo de que no quería meterse en otro jardín con aquella gente.- Pues yo qué sé. Tampoco me he parado a retener todas las normas de etiqueta que sigue esta gente. Es absurdo. -Con comerse la bronca ya tenía bastante, ¿encima tenía que hacer caso y quedarse con la copla? Difícil lo veía.
Le cedió el papel y asintió cuando dijo que era un periódico, confirmando aquello. La verdad es que no esperaba que se pudiera a mirar los titulares y noticias.- Mira la fecha. -Respondió a la pregunta. Pero sí, repelentes sí que eran un rato todos los de por allí.
Wynnie por fin le hizo caso y leyó lo verdaderamente importante.
Y flipó, claro, como no podía ser de otra forma.
- No sé si estamos en la regencia, en un sueño muy raro o en qué leches... Pero lo de la fecha explica las pintas que tenemos por lo menos y cómo se porta toda esta gente rara. -Era lo único que tenía claro. Que todo parecía acorde a lo que sabía de la época, claro que tampoco sabía demasiado.- La pregunta es... ¿qué hacemos ahora?
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CAPÍTULO 2
No podían haber viajado en el tiempo. Primero, porque no se habían metido en ninguna máquina de novísima factura y desconocidos efectos; y segundo, porque no tenía ningún sentido. Aunque, claro, había que pensar en todo. Tampoco tenía sentido que se hubieran teletransportado por arte de magia al pueblo más obsesionado con la obra de Jane Austen del mundo y, sin embargo, allí estaban.
— A ver, que yo cuando decía que quería vivir en una serie de época, no lo decía en serio… — farfulló, volviendo a mirar el periódico con la esperanza de que en alguna parte pusiera que era una especie de broma de mal gusto, pero sin encontrar nada más que crónicas sobre un baile celebrado por unos Denham en un condado vecino. — Vamos, no me jodas… — arrugó el papel y volvió a mirar a su amigo. — ¿Que qué hacemos? Pues yo qué sé. Tú has visto más películas que yo, dímelo tú. ¿Qué hacen los protagonistas cuando se quedan atrapados en otra época? ¿¡Buscar al puto Doc!? — Tenía que tranquilizarse, las cosas podrían ser peores. ¿Podrían? Lo dudó un momento, pero sí. Al menos no estaba sola. — Supongo que sobrevivir hasta encontrar la manera de salir de aquí, no lo sé. No desentonar demasiado por si acaso, ir a donde vaya todo el mundo, reírnos como imbéciles de chistes sin gracia… Y atiborrarnos a panecillos, yo qué sé. No se me ocurre otra cosa.
— A ver, que yo cuando decía que quería vivir en una serie de época, no lo decía en serio… — farfulló, volviendo a mirar el periódico con la esperanza de que en alguna parte pusiera que era una especie de broma de mal gusto, pero sin encontrar nada más que crónicas sobre un baile celebrado por unos Denham en un condado vecino. — Vamos, no me jodas… — arrugó el papel y volvió a mirar a su amigo. — ¿Que qué hacemos? Pues yo qué sé. Tú has visto más películas que yo, dímelo tú. ¿Qué hacen los protagonistas cuando se quedan atrapados en otra época? ¿¡Buscar al puto Doc!? — Tenía que tranquilizarse, las cosas podrían ser peores. ¿Podrían? Lo dudó un momento, pero sí. Al menos no estaba sola. — Supongo que sobrevivir hasta encontrar la manera de salir de aquí, no lo sé. No desentonar demasiado por si acaso, ir a donde vaya todo el mundo, reírnos como imbéciles de chistes sin gracia… Y atiborrarnos a panecillos, yo qué sé. No se me ocurre otra cosa.
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CAPÍTULO 2
Kevin miró a su amiga con el ceño fruncido, ¿cuándo había dicho lo de vivir en una serie de época?
Bueno, sí, seguro que cuando salió esa que tenía a todas las chicas locas con no sé qué Duque o Viczonde o vete tú a saber.
- No veo tantas pelis de viajes en el tiempo. Pero lo de Doc no funciona si no hemos venido en un coche viejo. -Respondió cuando ella le habló de esa forma. Joder, es que no tenía ni idea de cómo coño habían llegado allí, como para saber cuál era la mejor forma de salir.- Solo me acuerdo de una donde un tío viajaba al futuro y no podía volver y se quedaba allí y pasaba no sé qué historia con unos que vivían bajo tierra... pero vaya, que también había una máquina. -Qué iba a saber él que estaba describiendo precisamente La máquina del tiempo.
Así que lo de intentar sobrevivir en lo que se adaptaban quizá no fuera mala idea del todo.- Supongo que es lo único que podemos hacer. Aunque lo de no desentonar lo tenemos difícil. -Eso se lo tenía que reconocer.- Nada más que por nuestra forma de hablar ya nos miran mal. -Al menos a él, vaya, que le caían todas las regañinas al parecer.
Bueno, sí, seguro que cuando salió esa que tenía a todas las chicas locas con no sé qué Duque o Viczonde o vete tú a saber.
- No veo tantas pelis de viajes en el tiempo. Pero lo de Doc no funciona si no hemos venido en un coche viejo. -Respondió cuando ella le habló de esa forma. Joder, es que no tenía ni idea de cómo coño habían llegado allí, como para saber cuál era la mejor forma de salir.- Solo me acuerdo de una donde un tío viajaba al futuro y no podía volver y se quedaba allí y pasaba no sé qué historia con unos que vivían bajo tierra... pero vaya, que también había una máquina. -Qué iba a saber él que estaba describiendo precisamente La máquina del tiempo.
Así que lo de intentar sobrevivir en lo que se adaptaban quizá no fuera mala idea del todo.- Supongo que es lo único que podemos hacer. Aunque lo de no desentonar lo tenemos difícil. -Eso se lo tenía que reconocer.- Nada más que por nuestra forma de hablar ya nos miran mal. -Al menos a él, vaya, que le caían todas las regañinas al parecer.
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— TIME TO TALK —
CAPÍTULO 2
En las películas esas cosas tenían sentido. Alguien tocaba el botón que no era o probaba el último invento de un científico demasiado entusiasta con su trabajo y pasaban esas cosas. El problema es que Wynonna no había hecho nada para acabar perdida en la regencia y allí estaba de todas maneras.
— Yo sigo pensando que esto tiene que ser un escaperoom muy currado — porque la alternativa seguía sin tener sentido —. Porque ya me explicarás qué estamos haciendo aquí tú y yo, aparte de descubrir lo incómoda que es la ropa victoriana — le picaban partes del cuerpo que ni sabía que podían hacerlo. La realidad era menos bonita que la ficción novelizada —. Pero bueno, sí. Aquí no pintamos nada, pero tendremos que disimular mientras sigamos aquí, ¿no? A mí también me dicen cosas: que si la postura, que si yo qué sé — arrancó unas cuantas briznas de hierba —. Flipas con las movidas que se monta aquí la gente por tonterías, cómo se nota que no tienen nada mejor que hacer. En fin, que da lo mismo. Lo que importa ahora es que no nos volvamos locos. Podemos quedar aquí todos los días, a esta hora, para ponernos al día y no perder el contacto con la realidad. Con la nuestra, me refiero. Y mientras… pues yo qué sé, esto es bonito, al menos. Vamos a darnos una vuelta, ¿no? Luego ya veremos qué hacemos.
— Yo sigo pensando que esto tiene que ser un escaperoom muy currado — porque la alternativa seguía sin tener sentido —. Porque ya me explicarás qué estamos haciendo aquí tú y yo, aparte de descubrir lo incómoda que es la ropa victoriana — le picaban partes del cuerpo que ni sabía que podían hacerlo. La realidad era menos bonita que la ficción novelizada —. Pero bueno, sí. Aquí no pintamos nada, pero tendremos que disimular mientras sigamos aquí, ¿no? A mí también me dicen cosas: que si la postura, que si yo qué sé — arrancó unas cuantas briznas de hierba —. Flipas con las movidas que se monta aquí la gente por tonterías, cómo se nota que no tienen nada mejor que hacer. En fin, que da lo mismo. Lo que importa ahora es que no nos volvamos locos. Podemos quedar aquí todos los días, a esta hora, para ponernos al día y no perder el contacto con la realidad. Con la nuestra, me refiero. Y mientras… pues yo qué sé, esto es bonito, al menos. Vamos a darnos una vuelta, ¿no? Luego ya veremos qué hacemos.
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CAPÍTULO 2
A él se le escapaban cosas para que aquello pudiera ser un scaperoom. Porque de verdad, que no era ni parecía un decorado.- O una realidad virtual. -Murmuró. Pero aunque eso podía explicar unos gráficos de la leche, no así los picores de la ropa y la incomodidad.- Ya... -Asintió, aflojándose el cuello y el corbatín con un dedo.
El caso era que no les quedaba otra que seguir la corriente de aquella gente rara de otra época. Porque no, no tenían alternativa. No fuera a ser que les mandaran a la hoguera o lo que hicieran en aquella época con la gente que no vivía como ellos.
Así que asintió a los planes que proponía Wynnie.
- Vale, aquí todos los días. Supongo que a esta hora que parece que todo están un poco a sus cosas. -Al menos en la casa donde le había tocado acampar daba esa impresión.- Vale, vamos a dar una vuelta. Supongo que tendremos que saber cómo es todo antes de perdernos. -Estiró las manos para que ella las cogiera y así poder ayudarla a levantarse.- ¿Tengo que ofrecerte el brazo o algo así para caminar? -Preguntó medio en broma medio en serio.
El caso era que no les quedaba otra que seguir la corriente de aquella gente rara de otra época. Porque no, no tenían alternativa. No fuera a ser que les mandaran a la hoguera o lo que hicieran en aquella época con la gente que no vivía como ellos.
Así que asintió a los planes que proponía Wynnie.
- Vale, aquí todos los días. Supongo que a esta hora que parece que todo están un poco a sus cosas. -Al menos en la casa donde le había tocado acampar daba esa impresión.- Vale, vamos a dar una vuelta. Supongo que tendremos que saber cómo es todo antes de perdernos. -Estiró las manos para que ella las cogiera y así poder ayudarla a levantarse.- ¿Tengo que ofrecerte el brazo o algo así para caminar? -Preguntó medio en broma medio en serio.
Kevin — ¿¿¿??? — con Wynonna
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— A LOVELY NIGHT —
CAPÍTULO 3
Conforme pasaban los días, más claro tenía Wynonna que su esperanza de despertar en su sofá después de una mala resaca era en vano. Los días se sucedían en el pequeño condado de Wonsterchesfire, o algo así había entendido, sin que ella pudiera hacer nada para remediarlo. Descubrió nuevas mermeladas con las que disfrutar de los panecillos y se descubrió esperando al amanecer a causa de los desayunos. Eso y sus conversaciones con Kevin eran lo único que la mantenían cuerda.
— Supongo que irás al baile esta noche, ¿no? Parece que va a ir todo el mundo. Espero que tengas tu traje preparado y que tenga un montón de volantes para competir contra el mío. Voy a parecer fugada de una tarta nupcial.
No iban a ir todos los habitantes del poblado, sino unos cuantos y selectos invitados entre los que por alguna razón se encontraban ellos dos. Sus tías, primas o lo que fueran ya habían decidido por ella qué se iba a poner y cómo se iba a peinar. Le daba escalofríos pensar en tener que aguantar su incesante cháchara durante toda la noche.
— Te prohíbo que no vayas. No puedes dejarme sola con esa panda de frikis. Iré a tu casa y te llevaré de una oreja si es necesario, ¿vale? — se levantó del césped. — Vale. Perfecto. Sí. Nos vemos esta noche. Y espero que bailes mejor que cuando salimos por Camden. No quiero quedarme coja.
— Supongo que irás al baile esta noche, ¿no? Parece que va a ir todo el mundo. Espero que tengas tu traje preparado y que tenga un montón de volantes para competir contra el mío. Voy a parecer fugada de una tarta nupcial.
No iban a ir todos los habitantes del poblado, sino unos cuantos y selectos invitados entre los que por alguna razón se encontraban ellos dos. Sus tías, primas o lo que fueran ya habían decidido por ella qué se iba a poner y cómo se iba a peinar. Le daba escalofríos pensar en tener que aguantar su incesante cháchara durante toda la noche.
— Te prohíbo que no vayas. No puedes dejarme sola con esa panda de frikis. Iré a tu casa y te llevaré de una oreja si es necesario, ¿vale? — se levantó del césped. — Vale. Perfecto. Sí. Nos vemos esta noche. Y espero que bailes mejor que cuando salimos por Camden. No quiero quedarme coja.
WYNONNA — NOCHE DE BAILE — CON KEVIN
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— A LOVELY NIGHT —
CAPÍTULO 3
Ese extraño universo en el que se estaban moviendo era de locos. Y lo peor es que le sonaban muchas cosas del instituto, pero como no prestaba mucha atención entonces no tenía ninguna ventaja sobre lo que iba a pasar en el futuro o así. No vendría mal para hacerse rico por la cara y poder vivir cómodamente mientras durase aquella pesadilla.
Sobre todo porque aquella casa donde estaba constantemente vigilado por sus parientes, especialmente la pequeña lapa que era su supuesta prima, era horrorosa. Él no malvivía en un piso de estudiante mediocre para independizarse de sus padres para terminar ahora en la casa de unos snobs insoportables.
Al menos tenía a Wynnie para no volverse loco pensando que todo aquello era real. O para volverse locos juntos, porque la verdad es que ella no lo tenía mejor que él.
Y encima iban a tener que acudir a un estúpido baile de pijos.
- Sé que mis tíos van y creo que me han dicho algo de un traje, pero intento hacer el menor caso posible a todo. -No se lo fuera a terminar creyendo. Las amenazas le hacían más gracia que otra cosa, porque igualmente estaban atados a lo que se les obligaba a hacer, Pero cuando mencionó lo del baile se irguió un poco más.- ¿Bailar? ¿Pero bailar como esa gente? ¿Sabes lo que me estás diciendo? -Era horrible, espantosa idea. Se le daba mal bailar en su mundo, aún más en aquel, con esas coreografías tan... trabajadas.
El caso es que tuvieron que separarse, porque se les iba a hacer tarde. Y ya habían tenido más de un interrogatorio por las salidas.
Su tía ya estaba preguntando por él y le dijo que tenía el traje y al criado esperando para ayudarle. La mueca de disgusto cuando lo vio fue clara. No tendría volantes, pero sí que era demasiado parecido a un uniforme militar o algo así. Y aún más asfixiante que el endemoniado corbatín al que ya se había tenido que acostumbrar.
Sobre todo porque aquella casa donde estaba constantemente vigilado por sus parientes, especialmente la pequeña lapa que era su supuesta prima, era horrorosa. Él no malvivía en un piso de estudiante mediocre para independizarse de sus padres para terminar ahora en la casa de unos snobs insoportables.
Al menos tenía a Wynnie para no volverse loco pensando que todo aquello era real. O para volverse locos juntos, porque la verdad es que ella no lo tenía mejor que él.
Y encima iban a tener que acudir a un estúpido baile de pijos.
- Sé que mis tíos van y creo que me han dicho algo de un traje, pero intento hacer el menor caso posible a todo. -No se lo fuera a terminar creyendo. Las amenazas le hacían más gracia que otra cosa, porque igualmente estaban atados a lo que se les obligaba a hacer, Pero cuando mencionó lo del baile se irguió un poco más.- ¿Bailar? ¿Pero bailar como esa gente? ¿Sabes lo que me estás diciendo? -Era horrible, espantosa idea. Se le daba mal bailar en su mundo, aún más en aquel, con esas coreografías tan... trabajadas.
El caso es que tuvieron que separarse, porque se les iba a hacer tarde. Y ya habían tenido más de un interrogatorio por las salidas.
Su tía ya estaba preguntando por él y le dijo que tenía el traje y al criado esperando para ayudarle. La mueca de disgusto cuando lo vio fue clara. No tendría volantes, pero sí que era demasiado parecido a un uniforme militar o algo así. Y aún más asfixiante que el endemoniado corbatín al que ya se había tenido que acostumbrar.
KEVIN — NOCHE DE BAILE — CON WYNONNA
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— A LOVELY NIGHT —
CAPÍTULO 3
Le daban igual las protestas de Kevin. Si había sacado algo de su breve pero intensa estancia en la campiña era que las penas compartidas se llevaban mejor que en soledad. Para bien o para mal, estaban juntos en eso y en todo lo demás.
Tampoco tenían muchas más opciones. Tanto Kevin como Wynonna no tenían poder alguno de decisión en sus respectivos hogares. Ninguno de sus familiares parecía hacerles caso. Wynnie empezaba a sentirse como un mueble de comedor, porque siempre que hablaba era como si sus palabras se perdieran por el camino a los oídos de su extraña familia adoptiva. Su amigo era el único que parecía mantener la capacidad de escucharla.
Cuando se despidieron, tuvieron que regresar a sus casas para prepararse para el baile. A Wynonna la bañaron en agua aromatizado con aceites esenciales, le frotaron la piel hasta hacerla enrojecer, le desenredaron el pelo y lo adornaron con cintas, debatieron largo y tendido sobre los colores que harían resaltar sus rasgos sobre las demás y se decidieron por un vestido que, sorprendentemente, no era tan ceñido como se lo había esperado. Las jóvenes se arreglaron con la misma diligencia y las mayores se quedaron las ropas más holgadas para la velada.
El viaje en el carruaje no era tan romántico como lo pintaban las películas. De vez en cuando chocaban las ruedas con una piedra del camino que sacudía toda la cabina y amenazaba con deshacer sus elaborados recogidos. El edificio en el que se celebraba el baile sí era bonito, digno de las producciones de época de alto presupuesto.
— Oh, espero que tengan panecillos — si los de su humilde morada eran nubes de felicidad, solo podía imaginar cómo serían los que comía una familia de esa categoría.
Wynonna intentaba distinguir a Kevin entre la multitud. Todo el mundo vestía igual y tenía el mismo peinado, y había tanta gente agolpada en el salón que era casi imposible avanzar sin murmurar decenas de disculpas por el camino.
— Ajá, ajá — ¿De qué estaban hablando? No importaba. — Totalmente de acuerdo, sí, claro. Es un escándalo. Ajá. Sí, total. Digo, ¡claro! — Encontró un destello rubio entre la gente, un mechón rebelde de pelo que conocía muy bien. — Oh, me reclaman — se despidió pomposamente antes de dar opción a réplica —. Vaya, ¡qué guapo! Han intentado peinarte, ¿eh? — no se molestó en reprimir una sonrisa cuando encontró a Kevin al otro lado del salón.
Tampoco tenían muchas más opciones. Tanto Kevin como Wynonna no tenían poder alguno de decisión en sus respectivos hogares. Ninguno de sus familiares parecía hacerles caso. Wynnie empezaba a sentirse como un mueble de comedor, porque siempre que hablaba era como si sus palabras se perdieran por el camino a los oídos de su extraña familia adoptiva. Su amigo era el único que parecía mantener la capacidad de escucharla.
Cuando se despidieron, tuvieron que regresar a sus casas para prepararse para el baile. A Wynonna la bañaron en agua aromatizado con aceites esenciales, le frotaron la piel hasta hacerla enrojecer, le desenredaron el pelo y lo adornaron con cintas, debatieron largo y tendido sobre los colores que harían resaltar sus rasgos sobre las demás y se decidieron por un vestido que, sorprendentemente, no era tan ceñido como se lo había esperado. Las jóvenes se arreglaron con la misma diligencia y las mayores se quedaron las ropas más holgadas para la velada.
El viaje en el carruaje no era tan romántico como lo pintaban las películas. De vez en cuando chocaban las ruedas con una piedra del camino que sacudía toda la cabina y amenazaba con deshacer sus elaborados recogidos. El edificio en el que se celebraba el baile sí era bonito, digno de las producciones de época de alto presupuesto.
— Oh, espero que tengan panecillos — si los de su humilde morada eran nubes de felicidad, solo podía imaginar cómo serían los que comía una familia de esa categoría.
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Wynonna intentaba distinguir a Kevin entre la multitud. Todo el mundo vestía igual y tenía el mismo peinado, y había tanta gente agolpada en el salón que era casi imposible avanzar sin murmurar decenas de disculpas por el camino.
— Ajá, ajá — ¿De qué estaban hablando? No importaba. — Totalmente de acuerdo, sí, claro. Es un escándalo. Ajá. Sí, total. Digo, ¡claro! — Encontró un destello rubio entre la gente, un mechón rebelde de pelo que conocía muy bien. — Oh, me reclaman — se despidió pomposamente antes de dar opción a réplica —. Vaya, ¡qué guapo! Han intentado peinarte, ¿eh? — no se molestó en reprimir una sonrisa cuando encontró a Kevin al otro lado del salón.
WYNONNA — NOCHE DE BAILE — CON KEVIN
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