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    Alchemist
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    Dom Ago 08, 2021 6:13 am

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    CON Alice EN Sala de profesores EL 4 de diciembre de 1998
    - Sería como en alquimia. - Dijo entre risas. Nadie se rio. - ¿De verdad? ¿Nadie lo pilla? Tú sí, ¿no? - Preguntó mirando a Alice, aunque lo cierto es que su amiga no tenía muchas ganas de reírse ultimamente. Suspiró. - Digo que si hay que intercambiar a un alumno por otro, será como en alquimia. Un intercambio equivalente: uno de quinto de Hogwarts por uno de quinto de... Durmstrang, por ejemplo. - ¿Pero lo que se intercambiaba en la alquimia no se moría o algo así? - Preguntó Sean. Marcus le miró, negando con expresión de circunstancias. - Bueno no, a ver, desaparece, o sea sí, pero... Bah, da igual, si hay que explicarlo ya no tiene gracia. - Ese año estaba siendo un poco aburrido en líneas generales. Sus bromas se habían afilado un poco más y Alice, que era quien se las pillaba todas, tenía días y días. Sean y Hillary, directamente, no le captaban tanto el humor. Suspiró para sus adentros. En fin.

    Se sentaron en el aula los cuatro juntos, en línea. Sean se había sentado al lado de Hillary porque... En fin, por los motivos que Sean quisiera alegar para sentarse junto a Hillary. Mira, hoy podía sentarse bien lejos, la verdad, porque llevaba todo el día un poquito estúpido. Al lado de Hillary estaba Alice, y al lado de ella se colocó él. Sacó un pergamino para tomar notas, porque Marcus siempre tomaba nota de todo y porque, quien sabía a lo mejor hasta le sorprendía. Sabía de sobra, no obstante, que no le iba a hacer falta. De hecho, estaba bastante seguro de que alguien vendría montado en el drama a decirle "O'Donnell, ¿tú te enteraste de lo que dijeron en la reunión? Es que no me acuerdo", y entonces, él le daría sus anotaciones. Vaya, que estaba escribiendo para esa persona, porque lo dicho: a él ese tema no le interesaba. No le sacaban de Hogwarts ni con agua caliente.

    Porque de eso iba la reunión, de explicarles los términos del intercambio de alumnos con otras escuelas. En quinto, sexto y séptimo, los alumnos de Hogwarts tenían la oportunidad de vivir ese año académico en cualquiera de las otras escuelas mágicas del mundo, y en su lugar, alguien de esa escuela venía a pasar su año en Hogwarts. Marcus no pensaba irse de allí, pero era una reunión convocada por la Subdirectora Fenwick y de carácter obligatorio, así que allí estaba él dispuesto a enterarse muy bien y a tomar notas, aunque luego no sirviera de nada. Irse de Hogwarts, él, ya, claro. Y sobre todo el año que tenían los TIMOS, o peor, en séptimo, siendo su último año y con los EXTASIS. O en sexto, para un año en el que podía estar siendo prefecto y uno de los más mayores de la escuela y sin tener que hacer exámenes finales. ¡Ni loco, vamos! - Ay, ¿y convalidarán todo? ¿En el currículum dará puntos? ¿Y si al volver hay que repetir alguna asignatura? ¿Y si me quedo atrasada? ¿Y el idioma? ¿Estará todo en inglés? - Marcus rodó los ojos. Increíble la capacidad que tenía Hillary de sacar preguntas de debajo de las piedras sobre algo que, encima, NO iba a hacer. Aunque no más increíble que la cara dura de Sean respondiendo con ese tonito y esas buenas palabras a todas y cada una de sus tonterías cuando a él no le tenía la más mínima paciencia. - ¿Creéis que debería apuntarme a algún cursillo de idiomas? - Ya sí que no pudo evitar bufar y rodar los ojos. - Tía, ¿piensas ir? ¡Si has dicho que no querías! - ¡¡Dios, Marcus, qué quejica!! ¿Puedo hablar? ¿Puedo? ¿Puedo hacerme preguntas? ¿Puedo barajar opciones? - Rodó los ojos con exasperación otra vez, pero ya vio a la Profesora Fenwick entrar, así que se reasentó en su sitio y se mantuvo callado. Menos mal que estaba Alice en medio. Vaya día le estaban dando sus dos amigos.
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    Dom Ago 08, 2021 7:55 am

    Intercambio equivalente
    CON Marcus EN Sala de profesores EL 4 de diciembre de 1998
    ¿Si ahora mismo lanzara un Incendio, en plan pequeñito, pero lo justo para dar un sustito, dejaría a sus amigos tan asustados que se callarían? No. Probablemente no. Sus amigos, por suerte y por desgracia, eran demasiado listos, extenuantemente habladores, replicadores y saltaban a la mínima. Los tres. Y sin embargo, ahí estaba ella, entre Hillary y Marcus, jugueteando con su varita entre los dedos, fantaseando con lanzar un Incendio que les hiciera callar a todos. Últimamente le pasaba mucho eso. Estaba en una conversación, o en una circunstancia cualquiera, y se abstraía, se quedaba en un segundo plano, como si no formara ya parte de la vida de ese castillo, como si perteneciera a otro plano, uno que estaba solo dentro de ella, donde solo oía ruido blanco, o el viento entrando por las rendijas.

    Por eso había llegado a pensar que quizá el intercambio le vendría bien. Sentía que en Hogwarts ella siempre había sido la alegre, la aventurera, la que quería probar cosas, y ahora... Más bien era la que se pasaba de la raya. Y todo por intentar sacarse a sí misma de ese plano al que a veces se iba queriendo, pero otras veces se encontraba en él sin querer. Y empezaba a creer que a su padre le pasaba lo mismo. Y estaba mucho peor que ella. Quizá era solo cuestión de tiempo que pasara más tiempo en el otro plano que en el real, y debería hacer algo por evitarlo.

    Marcus se dirigió a ella y la hizo volver del otro lado. Ella parpadeó y le miró. — Perdona, es que estaba pensando, no te he escuchado. — Sí, eso era lo que decía siempre, que estaba pensando. A ver,  era  Ravenclaw, e hija de su padre, no es que nadie se sorprendiera mucho de que se tirara horas pensando precisamente. Pero igual ya había usado la excusa demasiadas veces en lo últimos meses. Escuchó, ahora sí, la explicación de Marcus a la broma y dedujo que iba por la línea del intercambio equivalente. — Es buena. — Dijo con una risita y negando con la cabeza. Maldito Marcus, era el único capaz de hacerla reír. Y a ver, eso estaba bien, pero le encantaría cancelar sus sentimientos de la misma forma que era capaz de cancelar la realidad como lo hacía últimamente. Porque tal y como estaba, y teniendo en cuenta que siempre habían sido amigos, y aquello que dijo el boggart… Pues igual la mejor idea no era coger y decirle a Marcus que sentía cosas que ni siquiera podía explicar. Pero cada vez se le hacía más difícil ocultarlo. — Qué burro eres, Sean. — Dijo cruzándose de brazos y tratando de atender a lo que decía Fenwick.

    Hillary empezó con su batería de preguntas habitual y ella simplemente entornó los ojos. Por supuesto, aprovechó el momento para picarse con Marcus, porque parecía que era como activar un interruptor para que Hillary cogiera el modo más repipi que tenía y lo cargara contra él. — Hillary, para. — Dijo ella simplemente. Su amiga la miró ofendida. — Tía, si tienes tantas preguntas escucha y calla, que me quiero enterar. — En verdad le daba igual y ya iba con retraso, pero no quería dramas en ese momento. — Vaya, parece que a todos nos toca cobrar, menos a O’Donnell, como siempre. — Ella entornó los ojos y ni lo dignificó con una respuesta.

    Los intercambios más habituales son con Drumstrang y Beauxbatons. Para el primero no tendréis problema, porque al ser una escuela muy internacional, proveen a todos los alumnos de poción idiomática para las clases, pero en Beauxbatons tendréis que hablar o francés o español. ¿Cuántos de aquí los habláis? Para descartar ya de entrada a los que no podréis ir. — Gal levantó la mano, y Hillary murmuró. — Vaya, ¿y por qué no? Podemos aprenderlo, en dos años es tiempo de sobra. — Señorita Vaughan, ¿algún problema? — No, señora. — Dijo su amiga recolocándose. — ¿Gallia? ¿Tienes algún certificado de que hablas francés o español? — ¿O español? Ni que todo el mundo supiera que los Gallia eran mitad ingleses, mitad franceses. Absurdo.Llevo hablando francés el mismo tiempo que llevo hablando inglés. — Dijo simplemente. — Eso no suena a certificado oficial. Hablarlo dos veces al año con tus primos lejanos no garantiza que seas capaz de seguir una clase. — Gal alzó una ceja. — Pues cuando quiera me presento al certificado. Solo tiene que decirme dónde y cuándo. — Fenwick ladeó la cabeza. — Muy bien. Esta noche antes de la cena vienes a mi despacho y te hago el examen. Escrito, oído y hablado. — Gal asintió, con mirada retadora. Vamos, lo que le faltaba. Que Fenwick viniera a poner en duda sus conocimientos de francés, cuando ella ni lo hablaría.

    Hills volvió a acercarse a ella. — ¿Quieres irte a Beauxbatons? ¿Con tus primos? ¿O te vas a intercambiar con ellos? Sí, con los dos, Hills. De verdad, cállate un ratito. — Su amiga se cruzó de brazos enfurruñada. — Mira, pues igual sí que te viene medio bien irte una temporadita. — Pues sí, eso debía ser lo que pensaban todos. Pues vale, pues se iría, por qué no. — Ni que yo le tuviera miedo a nada. — Murmuró, sin darse cuenta de que había verbalizado la voz de su cabeza.

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    Dom Ago 08, 2021 10:50 am

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    CON Alice EN Sala de profesores EL 4 de diciembre de 1998
    Y no se callaban. Bueno, sobre todo Hillary no se callaba. Alice solo intentaba cortarle el rollo. Últimamente hacía mucho eso: estar medio ausente, decir cosas como "perdón, no te he escuchado, no estaba atendiendo" o directamente mandar a callar. A él no se lo solía hacer, pero a Hillary y Sean se lo hacía muchísimo. Sería que él, cuando la veía en ese ánimo, prefería no hablar demasiado. Al final se daban situaciones como las de ese momento con relativa frecuencia. Era un poco frustrante (y aburrido).

    Empezó a tomar nota de todo lo importante tan pronto Fenwick comenzó a hablar, centrándose en la profesora y en sus apuntes y abstrayéndose del resto. No necesitaba escuchar el bombardeo de preguntas para nada de Hillary, ni el mosqueo continuo de Alice, ni los tontos intentos de Sean de que la primera se sintiera bien cuando solo estaba diciendo tonterías. Sí le llegó (porque, por desgracia para él, no podía cerrar los oídos) la queja de Hillary cuando pidió nivel de francés. ¡¡¡Pero si no te piensas ir!!! Pensó, con ganas de gritárselo, pero siguió escribiendo en su pergamino. No pudo evitar rodar los ojos cuando la profesora se refirió a ella y la otra reculó en seguida. De verdad, qué desesperante. ¡¡Si tienes una duda, pregúntala!! ¡Si no estás de acuerdo con algo, dilo! ¡Pero no te pases todo el tiempo quejándote y luego digas "no, señora" cuando te preguntan! De verdad, le estaban poniendo histérico.

    Estaba tan metido en sus apuntes que no se dio cuenta de que Alice había levantado la mano. La miró de reojo cuando la profesora se dirigió a ella, pero simplemente volvió a sus cosas y siguió escribiendo. ¿Pensaba irse a Beauxbatons? Ciertamente, podría hacerlo, y sería una gran oportunidad para ella. Hablaba francés, no iba a tener dificultad alguna, y aprendería mucho. Traería su experiencia y se la contaría a él, como se contaban siempre todo... Bueno, como se contaban siempre todo antes de que volviera del verano de un humor de perros y él pareciera estar cansado de la vida. Estaba disimulando mientras tomaba apuntes, pero lo cierto es que se le había agarrado un pellizquito en el pecho. No había contado con pasar un año allí sin Alice, ¿y si se iba justo en séptimo y no se despedían de Hogwarts juntos? Menudo rollo. ¿Y si se iba para el año siguiente y le elegían prefecto y ella no estaba allí para verlo? Y a lo mejor, cuando volviera él estaba ya en sus cosas y ella en las suyas y se distanciaban. Si es que volvía... Alice tenía mucho vínculo con Francia, a lo mejor se quedaba allí... Sacudió la cabeza y siguió escribiendo. No podía ser tan egoísta, además era poco probable que pasara nada de eso. Le vendría bien, de hecho, salir y despejarse. A lo mejor volvía siendo la misma de siempre, con un montón de experiencias que contar.

    Volvió a rodar los ojos. - Shh. - Mandó callar, porque vaya dos con los tiritos de un lado a otro, y la profesora no había terminado. Además, ahora era cuando venía la parte importante de verdad: las autorizaciones. Probablemente fuera Marcus la única persona del castillo interesada en eso... Y ni siquiera pensaba irse de intercambio. - La solicitud formal hay que realizarla antes del mes de febrero, para que de tiempo a prepararos tanto a vosotros como al estudiante que viene en vuestro lugar. Por tanto, es de suma importancia que la autorización esté presentada para esta fecha, así como todos los documentos que se solicitan, a saber... - Empezó a recitar una ristra de documentación que Marcus fue apuntando punto por punto. - ¿Y eso dónde lo consigo? Que yo vivo en el Gales muggle. - Otra vez Hillary alterándose antes de tiempo. Ah, y por supuesto, ya estaba Sean poniéndole la alfombra roja debajo. - Se puede solicitar desde el Ministerio de Magia central si quieres, por medio de una lechuza, le preguntaré a mi abuela, aunque creo que aquí en Hogwarts pueden facilitártelo para... - Si os calláis a lo mejor nos enteramos. - Cortó, bastante borde, pero es que estaba harto de que sus dos amigos no pudieran mantenerse en silencio ni cinco minutos mientras la profesora estaba hablando. Y encima ahora con los murmullos y las quejas sobre él. Rodó los ojos y volvió la vista a su pergamino para seguir copiando.

    - Hacemos esta reunión antes de las vacaciones de Navidad para que aprovechéis estas para conseguir la autorización por parte de vuestros padres o tutores legales, y para que podáis recabar todos los documentos necesarios. Tanto el Director Potter como yo podemos asesoraros con cualquier duda que tengáis al respecto de este tema. Pero, a ser posible, no vengáis el último día, que luego todo son lágrimas. - Fenwick era antipática, pero ahí tenía razón. La gente lo dejaba todo para última hora. De verdad, le desesperaban. - ¿Alguna duda? Aprovechad ahora que estamos aquí. - Y Hillary callada. Es que, en fin. Soltó la pluma y, echando aire por la nariz con desaprobación a la actitud de su amigos, se reclinó en el respaldo y se cruzó de brazos.
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    Dom Ago 08, 2021 1:54 pm

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    CON Marcus EN Sala de profesores EL 4 de diciembre de 1998
    Se giró hacia Marcus con las cejas alzadas cuando le siseó, pero se aguantó de decir nada. No iba a empezar una pelea en medio de una reunión. O sea, él podía hacer bromitas y echarle petas a Hillary, pero ella tenía que estarse callada. Pues nada, pues muy bien. Se quedó cruzada de brazos y enfurrruñada, escuchando a la pesada y borde de Fenwick. Y otra vez Hillary preguntando. Había que fastidiarse, vaya. Uf, encima las autorizaciones, menudo rollo, vaya. Llevaba todo el verano encargándose sola de sus cosas, como si fuera un problema para ella ahora acordarse de que tenía que tener un papel firmado cierto día. Más difícil era tenerlo todo a punto en su casa, aprender a cocinar sin magia y distraer a su hermano.

    Dudaba mucho que Fenwick quisiera asesorarle de nada, pero aún así, se quedó con los ojos como platos cuando Hillary se quedó en silencio. — Tía qué rabia me da cuando haces eso. — Le dijo. — ¿Y ahora qué he hecho? No has parado de preguntar dudas y ahora te callas. — Negó con la cabeza y levantó la mano. Fenwick la miró con hastío. — ¿Sí, Gallia?¿Cómo van las convalidaciones? — La profesora suspiró. — Vas a tener que ser más concreta. — Ella puso también tono de hastío, porque empezaba a cansarse de la actitud de Fenwick. — En Beauxbatons, por ejemplo, se da Alquimia desde tercero. Si el año que viene voy, daré un año más de Alquimia que el que se da en Hogwarts, ¿en qué se traduce aquí? — Fenwick se encogió de hombros. — Se te convalidará por una de las asignaturas optativas de aquí, aunque no sea exactamente la misma. ¿Y qué saldrá en los TIMO’s?La nota en la asignatura por la que te la convalidemos. ¿Y si me la convalidan por Estudios Muggles, por ejemplo, y yo no he dado Estudios Muggles, cuando vuelva, tengo un ocho, por decir, en esa asignatura pero en verdad nunca la he cursado y el año siguiente estoy perdidísima y bajo la media de cara a los EXTASIS? — Fenwick suspiró fuertemente. — Gallia, todos los años se van estudiantes a Beauxbatons y siempre se ha logrado hacer un apaño, no vengas tú a liarlo todo solo porque quieres dar un año más de Alquimia. — Mira, no voy a responder, pensó. Pero vamos, que si dieran Alquimia desde tercero se arreglaba ese problema, y si tan normal era, ¿por qué no le había dado una respuesta más concreta? Es que... Lo que había que oír. — ¿Algo más?Sí. — Dijo ella. — ¿Cómo solicitamos la autorización los que vivimos en pueblos muggles? ¿No pueden cogértela tus padres en Londres? — Eso se le atravesó en el pecho y se mordió las mejillas. — No.Pues la solicitas al Ministerio por carta. Forma cincuenta y seis, apuntadlo todos por si acaso. — Se giró a Hillary y susurró. — De nada.Yo no te he pedido que lo preguntes. — Dijo Hillary, un poco digna, pero ya más reblandecida porque le había visto la cara.

    ¿Más dudas? ¿Cómo se elige quién va? — Preguntó Sean. Vaya, ahora sí hablaba. Parecía que incluso antes de que ella hablar había dudas. Impresionante. Tenía que dejar de ser tan sarcástica en su cabeza. — Pues de entre las solicitudes se hace una lista de prioridad elaborada a base de si se cumplen los requisitos de cada escuela, luego se valora el expediente de calificaciones y de sanciones y, por último, si hay empate de algún tipo, el director y yo decidimos. — Genial, pues realmente ya estaba fuera, si era Fenwick quien decidía. Y no sabía si se lo estaba planteando de verdad… Feniwck resolvió un par de dudas más y levantó el campamento. — Recordad. Expediente de Hogwarts, los certificados que cada escuela requiere, y la autorización firmada por los dos padres, por favor, que si no no se puede salir del país. — Vale, ya había tenido suficiente. Se levantó dándole con el pie a la silla y echándola para atrás un poco bruscamente. — Gallia, no son maneras. — Giró la cabeza para contestarle, pero solo dijo. — Buenas tardes, señora Fenwick. — Y salió por la puerta, abriéndola también bruscamente.

    Fenwick conocía perfectamente su situación, y estaba haciendo eso para molestarla, estaba segura, todo porque le había hecho una pregunta que no sabía contestar. — Sí, pues bienvenida al mundo de mi madre. Se pasó literalmente la mitad de su vida intentando contestar a mis preguntas. — Masculló, yéndose a uno de los poyetes de las ventanas y sentándose allí, abriendo la ventana para que le diera el viento, y apoyándose en su mano. — Y me dejó millones de preguntas sin responder. — Murmuró triste. Había hojas en la repisa de la ventana y se puso a encantarlas una para que salieran volando como pajaritos. “¿Por qué te gusta tanto el agua, pajarito? ¡Que no, mami! Que yo lo que quiero es volar, volar y no cansarme, como el viento. Libre como el viento”. Eso se lo había dicho en el campo de lavandas de Saint-Tropez. También en Saint-Tropez, caminando por el campo, se había encontrado el huevito aquel, que su madre le hizo devolver al nido “Mira, mami, el huevo va a tener hermanitos. Igual lo hubieran ido a buscar cuando se dieran cuenta de que no estaba”. Sí, pues con ella no, desde luego. Estaba consiguiendo enfadar a todo el mundo, su padre solo se acordaba de escribirle a veces y Dylan, pues eso… Igual donde tenía que estar era con sus primos, e irse a Marsella con ellos y con los tíos. Pero eso sería estar lejos de Marcus cuando no podían aparecerse aún… Suspiró. Y qué más daba. Si tampoco él quería estar con un problema gruñón con patas.

    Merci Prouvaire!


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    Freyja
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    Dom Ago 08, 2021 4:49 pm

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    CON Alice EN Sala de profesores EL 4 de diciembre de 1998
    Pues nada, hoy Hillary y Alice se habían levantado con ganas de discutir. Suspiró en silencio mientras escribía, echando el aire por la boca un tanto exasperado, pero prefirió no mandarlas a callar otra vez porque todavía se tragaba la pluma. Él no tenía dudas, o realmente es que tampoco le interesaba el tema en demasía porque, lo dicho, no pensaba ir a ninguna parte. Alice, por el contrario, sí. Al principio pensó que solo estaba trasladando las dudas de Hillary, pero la miró de reojo cuando empezó a soltar tantas argumentaciones. Se reclinó en el respaldo, se cruzó de brazos y se dedicó a mirar de una a otra a ella y a Fenwick según se iban respondiendo. Lo de la asignatura de Alquimia tenía todo el sentido, lo habían hablado alguna que otra vez, y ciertamente Alice parecía muy involucrada en el tema. ¿Se iba a ir, entonces? ¿Se lo estaba planteando? Que por él, genial, si lo dicho, le iba a venir muy bien... Solo le extrañaba que no se lo hubiera contado.

    La Profesora Fenwick no era ni la más paciente ni la más agradable del castillo. Era muy buena en lo suyo e implacablemente recta y disciplinaria, eso sí, pero amistosa... No demasiado. Con Alice parecía tener una rencilla personal, suponía que porque ese estilo de Fenwick no casaba en absoluto con el caos y la luminosidad Gallia. Aunque, a decir verdad, no había mucho ni de lo uno ni de lo otro ese año. Se había inclinado de nuevo hacia el pergamino, apuntando automáticamente todo lo que se iba diciendo hasta que la mujer dijo algo que le hizo alzar la mirada, sin inmutarse de su posición. "Padres". Había dicho "padres", en plural. No le cabía ningún tipo de duda de que Petra Fenwick sabía lo de la madre de Alice, él estaba en el castillo cuando pasó todo. Si bien fue Arabella Granger quien les comunicó la noticia, fue Petra quien organizó con su madre su partida de Hogwarts, así como la de Lex, para poder asistir al funeral. Lo sabía seguro, y Fenwick no era de las que tenían un despiste o se le olvidaban las cosas. Desconocía por qué estaba hablándole a Alice de sus padres en plural, e incluso enfatizando que tenían que autorizarlo "los dos". Miró a la chica de reojo, pero esta no parecía haberse perturbado lo más mínimo, seguía con la misma expresión mosqueada que cuando entró en el aula, solo que ahora con un punto retador hacia la mujer. Menos mal que la reunión ya se estaba acabando.

    Aunque no iba a acabar bien, al parecer. Se sobresaltó cuando Alice golpeó la silla de esa forma, mirándola con los ojos muy abiertos. Sintió un escalofrío cuando Fenwick la reprendió, pero ella simplemente se despidió y salió del aula. Ni siquiera atinó a decirle nada, solo a echar aire por la boca otra vez. - Joder... - Murmuró Sean. Hillary se había quedado muy callada, mirando a la puerta, con un punto culpable. Se habían quedado los tres compartiendo un silencio incómodo y tenso. Así llevaban todo el curso, quedándose incómodos y tensos cada vez que Alice hacía algo así. No la reconocían, la entendían pero no sabían qué hacer con ella, ni qué decirle. Estaba seguro de que sus dos amigos se sentían muy impotentes con la situación... Pero no tanto como él. Se había hecho una serie de promesas a sí mismo que no estaba cumpliendo. Alice estaba fatal, cada día parecía peor, y le dolía. Y la echaba de menos. Y se odiaba a sí mismo por pensar a veces con rabia de ella cuando hacía esas cosas, pero se callaba y no se las decía, porque siempre la excusaba. Respiró hondo y recogió sus cosas, mientras sus amigos se quedaban simplemente allí, esperándole en silencio.

    Unos pasos firmes y altaneros se acercaron a él y se colocaron a su lado. - Dígale a su amiga Gallia que no hay pretexto alguno para ciertos comportamientos. Y que la autoridad debe ser respetada, y no siempre va a estar ahí para pasarle la mano. O no debería. - ¿Por qué eso último le había sonado a indirecta? Él no era autoridad ninguna, al fin y al cabo, pero las palabras de Petra siempre se clavaban. - Está pasando por un mal momento, Señora Fenwick. Ya sabe, por... - No es necesario que un alumno me informe de algo que ya sé. - Le cortó. Sin embargo, después hizo por relajar la expresión, bajando un tanto los párpados. - Sé lo duro que es lo que le ocurre, y tendrá mi apoyo siempre que lo necesite, como profesora y como subdirectora. - Clavó la mirada en él de nuevo, endurecida. - Pero insisto: las faltas de respeto no se pueden dejar justificar. Mejor que lo corrija ahora antes de que sea tarde. - Y sin más, se fue, dejándoles a los tres con la cara descompuesta y clavados en el sitio.

    - ¿Y te lo tiene que decir a ti? Que se lo diga a ella. Me parece fatal. - Dijo Hillary, con toda la razón del mundo, ciertamente. Marcus quería mucho a Alice y sabría tomar esas palabras de manera adecuada, o quería pensar, pero cualquier otro podría haber pensado mal de la chica. No sabía por que la Profesora Fenwick hablaba mal de los alumnos a otros alumnos, no le parecía muy ético, la verdad. - Como se lo digamos ahora, nos muerde. - Dijo Sean con un punto de preocupación. Marcus negó. - No, no se lo pienso decir. - Su amigo arqueó una ceja. - ¿Tú desobedeciendo a una profesora? - Técnicamente no ha sido una orden. - Yo diría que sí, ha dicho literalmente que se lo digas... - ¿Qué bien te enteras de las cosas cuando quieres, no? - Zanjó irónico y ciertamente borde. Se echó la mochila al hombro y dijo. - Me voy a buscarla. Y no me sigáis, a ver si la vais a alterar más. - Eso, nosotros la alteramos, tú lo haces todo bien. - Se quejó Hillary, pero ni caso le hizo. Se fue por los pasillos hasta que diera con ella.

    La encontró junto a la ventana, melancólica e irritada, encantando hojas para que salieran volando. Frunció los labios y se acercó con cautela, sentándose él también en el poyete, frente a ella. - Casi no te encuentro. - Dijo, para romper un poco el hielo. Miró por la ventana las hojas que volaban por el cielo y sonrió un poco. - Te salen bien. - ¿Desde cuándo le era tan difícil hablar con Alice? Sentía que tenía en las manos una bomba que podía estallar de un momento a otro. Respiró hondo y dijo. - Vas a pasar ese certificado de sobra. El de francés, digo, lo hablas genial. Fenwick seguro que necesita una poción idiomática para examinarte. - Comentó entre risas, mirándola. Se mordió un poco el labio y, con prudencia, preguntó. - Entonces... ¿Tienes pensado hacer el intercambio con Beauxbatons? -
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    Dom Ago 08, 2021 5:39 pm

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    CON Marcus EN Sala de profesores EL 4 de diciembre de 1998
    Ya. Que no la encontrara era lo que pretendía. No soportaba su pena. Tampoco soportaba su felicidad “¿Es que no veis que estoy sufriendo? ¿Por qué estáis como si nada, como si el mundo no hubiera cambiado de arriba a abajo?”, le daban ganas de gritar. Y estaba siendo injusta y lo sabía. Pero es que la mayor parte del tiempo le daba igual. Quería sufrir, quería llorar, quería enfadarse y enfadar a todo el mundo. Porque nada podía ser bonito y duradero. Y además, nadie la entendía, ni siquiera le escuchaban. Pero Marcus era Marcus, no podía hablarle mal sin más. — A ti te salen mejor. — Sí. A Marcus todo le salía mejor. Lidiar con los profesores, con las normas, con sus amigos... Encantó otra hoja, que se transformó en pajarito y salió al viento helador de diciembre. ¿Eso era lo que tenía que hacer ella? ¿Salir volando? ¿No decía siempre que ella era libre? Mejor irse de un sitio donde no atinaba, y de hecho creía que ya ni siquiera intentaba atinar.

    Levantó la mirada hacia él. Habían empezado el curso medio bien. Luego se habían besado. Oh, por Merlín, no podían haber hecho algo tan bonito e importante en el peor momento. Y luego pasó lo de Lex… Si, vamos, que Marcus tampoco es que tuviera mil motivos para que se quedara. Seguía yendo a todas partes detrás de ella porque la consideraba su responsabilidad. Él y su espíritu caballeresco. Igual también por eso debía irse. Porque para ser una carga y no aportar nada…

    Soltó una risita sarcástica a lo del certificado. — Fenwick lo que quiere es joderme porque hecho una pregunta que no se esperaba, pero que es perfectamente plausible. Me odia desde que entre a este colegio. — Recogió las piernas en el poyete y siguió encantando hojitas. — No sé por qué no me pone un puente de plata para irme. Si no soportaba a mi padre y a mí me echó la cruz por él. Sería más elegante que recordarme dos veces que no tengo madre que firme cosas o pida autorizaciones, y de paso que no vivo en Londres como la gente importante. — Dijo amargamente y con la boca fruncida, mientras miraba fijamente las hojitas salir volando. — Lo voy a hacer solo porque, efectivamente se tenga que tomar la poción. Verás qué acento provenzal más bueno sé sacar. — Mira, algo que la motivaba. Dejar por los suelos a la idiota prepotente de Fenwick.

    De nuevo, enfocó a Marcus cuando le hizo esa pregunta. — No hasta ahora. — Contestó, un poco más ácida. Una cosa era sospechar que sus amigos empezaban a cansarse de ella y otra muy distinta era que Marcus le preguntara directamente que si se iba. Apretó los dientes y tragó saliva. — En Francia siempre he sido feliz. Allí la gente no odia a los Gallia sin más, hay más Gallias, de hecho. Allí no sería la hija del loco de William Gallia, y se acabó el “mira, igualita que tu padre, no veas como la liaba”. — Se estaba enfurruñado sola y se daba cuenta. — Y claramente aquí soy infeliz y os hago infelices a los demás con mi infelicidad y mis trastadas. Así que nada, mejor joder a desconocidos, la verdad. — Y Marcus nunca se lo iba a decir así, pero seguro que estaría mejor si se fuera. Y camino libre con Poppy, porque ya no tendría que estar pendiente. — Verás como ganas en tranquilidad. — Añadió, con amargura, sin dejar de mirar sus hojas-pajarito. — Aunque no te hagas muchas ilusiones porque basta que quiera algo para que no me salga, así que... — Y si no, solo había que verles allí. ¿Era eso lo que quería? ¿A Marcus? Pues desde luego que se estaba luciendo.


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    Lun Ago 09, 2021 5:18 am

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    CON Alice EN Sala de profesores EL 4 de diciembre de 1998
    Frunció los labios. A él se le hacía complicado que un profesor pudiera odiar a un alumno, y que alguien pudiera odiar a Alice. Cuanto menos, que un profesor pudiera odiar a Alice. Era traviesa, sí, pero era listísima, curiosa, siempre atendía en clase con esos ojos azules muy abiertos... Bueno, puede que estuviera hablando de su Alice de siempre, no de esa que tenía delante. Pero esa que tenía delante era una Alice pasajera, él lo sabía, quería creer que era así. Y no estaba así por gusto, estaba así porque lo había pasado muy mal y seguía pasándolo mal, porque Janet era una persona buena y era su madre, y ya no estaba. ¿Cómo no iban los demás a entenderlo? No le parecía tan difícil de entender.

    Le encogió un poco el pecho oírla decir que no tenía madre. Uno nunca se terminaba de acostumbrar a oír eso, y realmente hacía muy poco tiempo, aunque ciertamente esos meses se habían hecho muy largos. Trató, sin embargo, de ladear una sonrisa con el desafío autoimpuesto de Alice. - Seguro. Yo no tengo ni idea de francés, pero tú lo hablas genial. - Normalmente esas cosas la animaban. Normalmente. O él estaba perdiendo capacidades con ella, o ella realmente estaba cambiando... No sabía qué era peor.

    "No hasta ahora". Quizás, a pesar de su mal humor, la reunión había conseguido que le picara el gusanillo del intercambio. Al fin y al cabo, estaba casi seguro que en gran parte la habían convocado por eso, para entusiasmar a los alumnos dudosos. Pero conforme la chica avanzó en el discurso fue frunciendo progresivamente el ceño... Hasta esa frase. Oh, menuda frase, tuvo que parpadear con incredulidad. - Vaya, no sabía que aquí fueras claramente infeliz. Perdón por la parte que me corresponde. - En otras circunstancias se hubiera entristecido de escucharlo, pero hoy tenía el día torcido. Esa afirmación le había sentado ciertamente mal. - No recuerdo en qué momento te hemos hecho pensar que somos infelices contigo, pero tú misma con tus conclusiones. - Total, si lo veía todo desde ese punto de vista, normal que pensase así. Y ahora que dijera lo que quisiera, pero estaba claro que le estaba lanzando todo eso a él en concreto. "Verás como ganas en tranquilidad". Parpadeó otra vez, mirándola, y esta vez forzando la expresión sorprendida. De verdad que no daba crédito.

    Bufó hacia un lado con sarcasmo y puso la mirada en otra parte, porque se estaba empezando a enfadar y no quería arremeter contra Alice. No quería que Alice sufriera, no quería que Alice llorara, no quería decirle malas palabras a Alice, no quería que nadie perturbara a Alice. No quería que a Alice le rozara ni ese aire que tanto le gustaba si eso la iba a hacer sentir mal, y eso recibía a cambio: tiritos. ¿Le había dicho él que estaba infeliz a caso? ¿Es que había dicho en algún momento que le molestara hacer eso por ella? No quería agradecimientos, pero no estaría mal que, al menos, no le acusara de necesitar tranquilidad o de estar infeliz con su presencia. O que le dijera en su cara que lo que estaba haciendo no estaba sirviendo para nada porque seguía estando "claramente infeliz".

    Negó con la cabeza, con los labios fruncidos y mirando en dirección contraria a la chica. Respiró hondo. Contente, Marcus, relájate. Lo dicho, no quería estallar contra ella... Pero no se lo estaba poniendo nada fácil. - Solo te he preguntado. - Dijo, queriendo zanjar el tema, con la voz endurecida. Más ahora, que tenía mucho más controlado su nuevo tono de voz y sonaba más adulto, porque ya lo que le hubiera faltado, el tonito ridículo del verano que al menos al volver de vacaciones había logrado estabilizarse pero que todavía le daba algún que otro momento de vergüenza. Quería dejarlo ahí, de verdad que sí... Pero Marcus, si no hablaba, si no explicaba innecesariamente las cosas y exponía todos los argumentos por los cuales había hecho lo que había hecho, no era él. - Te he visto muy volcada en preguntar dudas y has dicho que vas a presentarte al certificado de francés. ¿Tan raro es que saque como conclusión que estás interesada en hacer el intercambio? - Giró la cara en su dirección, aunque siguió sin mirarla, y se encogió de hombros. - Creo que sería una buena oportunidad para ti, de hecho. Mejorarías el francés para ponerte al nivel de un autóctono prácticamente. Estudiarías Alquimia, ya que tantas ganas tienes, y podrías adelantarme cosas y luego las compararíamos con las que viéramos aquí. Si quieres, claro. - No había podido evitar el tirito. Desde luego que ya no pensaba obligarla a pasar más tiempo con él, si tantas malas sensaciones le transmitía al parecer. - Conocerías otro colegio, con lo que te gusta a ti conocer cosas nuevas, y de paso te irías de este, que al parecer no es tu lugar predilecto del mundo. - Menos mal que se iba a mantener lo más neutral posible. - Y, encima y como bien dices, tienes a tu familia allí, estarás con tus primos. - No con amigos que te hacen claramente infeliz. Eso último prefirió no decirlo en voz alta. Volvió a encogerse de hombros, aún sin mirarla, y lanzó. - Yo creo que son todo ventajas. - Y diría lo que quisiera, pero el puntito herido se le estaba ya notando bastante.
    Merci Prouvaire!


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    Lun Ago 09, 2021 6:03 am

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    CON Marcus EN Sala de profesores EL 4 de diciembre de 1998
    Soltó un chasquido despectivo entre los dientes, sin quitar la sonrisa sardónica. — No hagas eso. — Dijo simplemente. Luego enfocó a Marcus y le miró como si fuera evidente. — “La parte que me toca”. ¿Puedes dejar que todo lo que pasa, pasa por ti? ¿Puedes asumir de una buena vez que ayudarme solo te va a hundir a ti y no serás, aun así, el artífice de todo lo que me pasa? — Negó con la cabeza y volvió a mirar por la ventana. No quería que la rescataran. Quería nadar sola hasta la orilla. Bueno, ella no sabía nadar, no era una buena metáfora. A ver si dejaba ya de pelearse con su propia mente. Soltó otra risa hiriente. — No son erróneas mis conclusiones. Estáis todo el día mosqueados conmigo, y no os culpo, eh. Soy un coñazo, pues vale, hasta yo me doy cuenta,  pero encima no me lo niegues cuando te digo que lo sé. — Es que en fin. Encima intentando hacer como que no. Le hacían más daño así, la verdad. Había dejado de encantar las hojitas, y ahora simplemente se rodeaba las piernas, sujetando con fuerza la varita.

    Suspiró. Sí, solo le había preguntado, pero vamos, le había quedado bastante claro que todos necesitaban descansar de ella. Ella necesitaba descansar de ella misma, la verdad. Entornó los ojos ante la pregunta pasivo-agresiva. — Lo del certificado es un pulsito con Fenwick. Me pone frenética que ponga en duda lo que sé y lo que no. — Y, realmente, no veía claro lo de irse. En cuanto lo había verbalizado, se le había abierto un agujero en el estómago. ¿Cómo no iba a volver en septiembre al andén nueve y tres cuartos? ¿A dormir con Hills y Donna y a ver a Marcus todas las mañanas al pie de las escaleras? Le daba pánico solo de pensarlo. Pero ella con pánico, y su amigo diciendo todas las ventajas de irse. Pues nada, fantástico, había sido mostrar las más mínima muestra de interés y sus amigos ya estaban planificando su marcha. Tiempo les había faltado. Y el tonito de Marcus no le estaba gustando nada. — Sí, no hace falta que te esfuerces más en convencerme de que me vaya. Solo sería un detalle que cuando te digo que estáis deseando que me vaya no me lo niegues.

    No, encima otra vez el tirito de que aquello no era su lugar favorito en el mundo. — Oye, ¿puedes dejar de ser la víctima en todo esto? — Preguntó alzando las manos. — O sea… De todo lo que digo, hago y trasluzco, te quedas con que el colegio no es mi lugar predilecto. ¿Pues sabe qué? Peor es que tu lugar predilecto no sea este colegio, es que ningún lugar sea predilecto porque… — Los ojos se le llenaron de lágrimas y la voz se le entrecortó. — Allá donde vas el dolor te persigue, y no hay un solo recuerdo bonito que no se contamine por lo negro y la tristeza. Y luego, simplemente llegan tus amigos y te dicen “no se te puede decir nada” o “vete, con lo que te gusta a ti conocer cosas nuevas”. Como si la vida fuera igual que siempre, y no lo es. — Se levantó y cogió sus cosas, cerrando la ventana. — Me voy a ir, pero solo porque no quiero que tengáis que cargar conmigo e inventaros excusas tan malas como las ventajas de un intercambio para libraros de mí. — No era una niña pequeña, a la que hubiera que dulcificarle las cosas, como cuando tu madre te decía “venga, vente a la cama, que no te vas a dormir, solo voy a contarte un cuento superbonito”. — Sé dónde soy una carga. — Dijo con amargura.

    Merci Prouvaire!


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    Lun Ago 09, 2021 12:55 pm

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    CON Alice EN Sala de profesores EL 4 de diciembre de 1998
    La miró con el ceño fruncido. No estaba asumiendo que todo fuera por él, pero sí que intentaba ayudarla y a la vista estaba que no servía de mucho, por no decir de nada. Negó con la cabeza, apretendo los labios con frustración y mirando a otra parte. Pues nada, que no tiene arreglo lo tuyo, es lo que me quieres decir, ¿no? Pues qué bien. Marcus, en un alarde de valentía, había lanzado el comentario solo para su propia cabeza, porque a Alice no le había dicho nada. Se estaba viendo venir que aquello solo iba a ir a más como le dijera algo. Aunque su contención empezaba a tambalearse. Se estaba enfadando de verdad.

    La volvió a mirar, ya sin poder disimular la mala cara. - Yo no estoy todo el día mosqueado contigo. - Aseguró, y no era el mejor día porque ahora sí que estaba enfadado. - Más bien eres tú la que parece que está todo el día mosqueada con nosotros. - Giró el cuerpo hacia ella. - ¿Que lo sabes? Pues lo dudo mucho, al menos por mi parte no es así. Pero vaya, puedes meternos a todo el colegio en el mismo saco, si total. - Ya me ha quedado claro que aquí no quieres estar. De nuevo se ahorró decir eso.

    Lo siguiente ya sí que le tocó la moral. Abrió mucho los ojos. - ¿Tú me has escuchado? ¿O también sabías esto y ni te has molestado siquiera? - Podía jurar que, en sus casi cuatro años de amistad, nunca le había hablado así a Alice. No sabía qué le pasaba ese día, pero se notaba muy al límite, muy enfadado, básicamente se había levantado con el pie izquierdo. Todo le molestaba, y sus puñeteros amigos no podían dejar de hacer el tonto por un día, no. Hillary tenía que estar todo el tiempo con los chillidos histéricos, Sean dándole la vuelta a todo lo que él decía mientras a la otra le pasaba la mano, y Alice en ese maldito plan destructivo con ella y con todo el mundo. Harto estaba ya. - ¿Eso piensas? ¿Que estoy deseando que te vaya? Porque te he dado muchos motivos por los que creo que te vendría bien el intercambio, pero no recuerdo que ese fuera uno de ellos. - Porque no lo era, y odiaba estar azuzando a Alice a irse y encima de esas formas tan malas. No quería que se fuera, era su mejor amiga, le daba miedo pensar que lo que tenían se romperían, o pasar un año entero sin ella. Encima que no se ponía en modo egoísta y pensaba en su bien, se lo echaba en cara. Notaba como se le estaba llenando el cuerpo de furia por dentro.

    ¿Y ahora le llamaba víctima? ¿¿Pero qué había dicho para hacerse la víctima, vamos a ver?? Alucinando era poco. Resopló y se frotó la cara, ya al borde de perder la paciencia. - De cada cuatro palabras que has dicho, dos eran "infeliz", y las otras dos "amigos" y "colegio". Era un poco difícil no oírlo. - Espetó, pero Alice siguió hablando. Tragó saliva, porque vio como la chica estaba a punto de echarse a llorar... Lástima que, lo dicho, él no estuviera teniendo su mejor día. Apartó la mirada y prefirió no contestar... Por el momento. Hasta que la vio levantarse y decirle que se iba, no sin antes lanzar otro ataque. Pues hasta ahí llegó su paciencia.

    - ¡¡Por Dios!! ¿¿Puedes dejar de decir eso?? - Bramó, levantándose él también. - ¿¿Pero qué te pasa hoy?? - Ojalá fuera una cosa solo de hoy, pero no, llevaba siendo así... Todos sabían desde cuando llevaba siendo así. Las promesas que se habían hecho en verano ahora no eran más que papel mojado. Y ojalá fuera Alice la única que se estaba comportando ese día de forma estúpida. Hillary estaba estúpida, Sean estaba estúpido, la Profesora Fenwick directamente era una estúpida. Y él, por supuesto, se sentía el ser más estúpido del universo, pero no tenía ningunas ganas de que otros estúpidos se lo estuvieran recordando continuamente. - ¡No eres una carga! ¡Nunca has sido una carga! ¿Pero sabes qué? ¡Adelante, créetelo, piensa lo que te dé la gana! ¡Porque Alice Gallia siempre tiene razón y Marcus O'Donnell solo quiere ser una víctima y el protagonista de todo y negarte cosas que tú ya sabes, a pesar de que se te diga lo contrario, porque así de lista eres! - Pues a tomar viento todo. Todo lo que llevaba desde mayo intentando con Alice, todo su buen hacer, sus palabras, su contención, su no querer verla mal. Todo por la borda en un segundo en el que se había prendido la mecha. - ¡Y si quieres irte, si allí vas a ser más feliz, hazlo! ¡Vete! ¡Pero vete porque tú quieres, porque solo soy un estúpido que te hace sentir infeliz y que eres una carga para él, yo y todos nuestros amigos! ¡Porque Hogwarts para ti ya no tiene ningún misterio! ¡Vete a Beauxbatons, donde seguro que te tratan mucho mejor que aquí! ¡Y cuando lo hagas, reconoce que es por eso! - Ahora también le brillaban los ojos a él, pero sus amagos de lágrimas eran de rabia. - ¡Di que te vas porque quieres, porque aquí no te ata nada, porque allí te lleva el viento y todas esas cosas! Y no nos eches a nosotros la culpa de echarte. -
    Merci Prouvaire!


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    Lun Ago 09, 2021 2:53 pm

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    CON Marcus EN Sala de profesores EL 4 de diciembre de 1998
    Era posible que él, precisamente, no. Pero sus amigos y los profesores mascullaban por lo bajo cada vez que daba una contestación más ruda de lo habitual. Oh, pobrecitos, ¿Alice Gallia os maltrata? Pues no le daban pena. Alice Gallia veía cosas mucho más negras que una mala contestación todo el rato. Y a lo mejor estaba siendo injusta, pero… Sí, lo metía todo en el mismo saco. Porque nada le hacía sentir bien, y todo, incluso su amistad con Marcus, estaba difuso, tapado con un velo negro de tristeza. Se giró desesperada hacia él, bajando las manos bruscamente. — Porque eres el héroe de esta historia. El que salva a la pobre huérfana triste. No el que está harto de tener que aguantar a la chica que se parece a su amiga pero que claramente ya no es la misma. — En cuanto lo dijo, se arrepintió. Marcus sí era un héroe para ella, Marcus sí la salvaba muchas veces, pero estaba tan triste que no era capaz ni de expresar gratitud, ni cariño, ni nada que fuera bueno.

    Sí. Decía mucho infeliz, qué le iba a hacer. Levantó la mirada cerrando los puños y resoplando. — ¿Y te has parado a pensar que no lo digo por molestarte a ti? — Subió el dedo a su sien y se dio. — Todo lo que hay aquí, ahora mismo está teñido. De angustia, de negro, tristeza. Da igual el qué. El colegio, los amigos, y sí, Beauxbatons también, Francia también. Porque era mi madre. — Abrió los brazos y miró a ambos lados. — Estaba en todas partes. Era toda mi vida, todo mi mundo estaba tocado por ella. Iluminado por ella. Así que siento mucho que os sintáis maltratados por mí. Yo me siento maltratada por mi propia cabeza y mis recuerdos. Al menos a mí podéis mandarme de intercambio. A mi cabeza yo no puedo mandarla a ninguna parte. — Y se dio la vuelta para irse.

    Pero Marcus seguía y seguía, así que ella se dio la vuelta y llegó a su altura, frenándose en seco porque de tan violentamente que había echado a andar casi se choca con él. — Que te enteres de una vez, que nada me puede hacer feliz. Ni tú, ni otro colegio, ni nada. Solo quiero quitarme de en medio para no tener que sufrir además cómo destruyo todo a mi al rededor. — Las lágrimas ya se le caían sin control, pero estaba rabiosa, querría romper algo, gritar, desfogar aquella fuerza. — Sí que eres un estúpido. Tú siempre te alejas del peligro ¡Pues aléjate de mí! Te lo estoy diciendo yo. Te estás dando cuenta tú solo. No puedo generar nada más que infelicidad, y encima te enfadas y me gritas por ello, cuando yo misma te he advertido lo que hay. — Se separó más y bajó el tono. — No quiero que me traten bien, ni mejor que aquí. Quiero que no me traten. Tú no sabes lo que es la pena. — Se alejó dando pasos hacia atrás mordiéndose los labios para controlarse. — Es alquitrán, negro y pegajoso, que se pega a todo lo que tocas. Y cuando hablas no te deja ni escucharte, y cuando estás en silencio te ruge para que no tengas paz. — Bueno, suficiente. No quería hablar más de ello, no se lo había contado a nadie, y a Marcus no era la persona a la que le apetecía definir cómo la pena podía con ella todos los días. Pero si había algo que no se iba a quedar dentro. — Es más fácil volar cuando nadie quiere que te poses en su mano. — Y salió corriendo, con lágrimas en los ojos .

    ¿Y a dónde iba ahora? No quería abusar de la señora Mustang y el invernadero. Además, tal como estaba no podía hacer nada productivo. ¿Y qué hacía? ¿Qué necesitaba, si había quemado todos sus puentes? Cerró los ojos y trató de respirar. Había algo en Hogwarts que siempre te enseñaba lo que deseabas. Quizá era el momento de volver a usarlo.

    Merci Prouvaire!


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    Lun Ago 09, 2021 5:37 pm

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    CON Alice EN Sala de profesores EL 4 de diciembre de 1998
    Se llevó las manos a la cabeza con desesperación, rodando los ojos y frotándose la cara. ¿¿Pero qué héroe?? ¡Dios, odiaba cuando la gente se ponía así con él! Que si te crees el mejor, que si claro porque eres el favorito, y ahora héroe. Muchos se lo hacía, pero hasta ahora Alice nunca había sido una de esas personas. Para ella solo era Marcus, y para él ella era Alice, su Alice, la de siempre. O eso quería. Al parecer y en vistas de sus palabras, se equivocaba.

    La miró y tragó saliva mientras la escuchaba, aunque no desfrunció el ceño. Ya lo sabía, ya sabía lo que le pasaba, él la entendía mejor de lo que, al parece, ella creía que lo hacía. Lo que no entendía era que le tratara así, ni que ella pudiera estar enfadada siempre y él no pudiera tener un solo día malo porque ya estaba montada la pelea. Sobre todo, no podía entender por qué se había tomado a ofensa algo que le había dicho con la mejor de sus intenciones, como si él buscara hacerle daño o empeorarle la vida, cuando solo quería lo contrario. Lo del intercambio le hizo resoplar de nuevo. - ¡Que no quiero mandarte a ninguna parte, Alice, maldita sea! ¡Solo era una pregunta, nada más! - ¡Es que de verdad! Si lo llega a saber se queda calladito.

    Dio un paso atrás en un acto reflejo cuando ella se giró con tanto ímpetu que casi le arrolla, y solo para seguir gritándole. El insulto le hizo abrir mucho los ojos y parpadear. - ¿¿Perdona?? - ¿¿Le había llamado estúpido?? Abrió la boca, ofendido y desconcertado. - ¿Que me enfado y te grito? ¡Es literalmente la primera vez que te hablo así! ¿Y te crees que me gusta? Vale, pues añade peor amigo del mundo a la lista de calificativos, detrás de estúpido y por delante de "héroe". - Eso último lo dijo con tono sardónico y enfatizando las comillas con los dedos. Y otra vez alegando a lo mismo. - ¡Pues no, no lo sé! Lo siento, ¿vale? Solo quiero estar contigo como siempre, ¡perdóname por ello! - Pero Alice ya se iba, no sin antes soltar una frase lapidaria que no supo si había entendido del todo. Se quedó con el entrecejo fruncido, la boca entre abierta y expresión dolida e indignada, con la respiración acelerada, viéndola marchar. Apretó los labios y bramó. - ¡Eres tú la que no quiere posarse en ninguna parte! - Le ofreciera su mano, su brazo o su cuerpo entero, daba igual. Pero era inútil, ya se había ido.

    Soltó un gruñido de rabia, apretando los puños. Merlín sabía que había intentado evitarlo y había sido para nada, al final habían acabado a gritos en mitad del pasillo. Pasillo que ahora tenía un montón de cotillas mirando. Les devolvió una mirada con muy malas pulgas y echó a andar, pero nada más hacerlo alguien le interceptó. - ¡Marcus! ¿Pero qué ha pas...? - ¡Dios! ¿¡Es que no me vais a dejar hoy en paz!? - Le espetó a Sean, que estaba con la cara descompuesta. - Pero... - ¡Déjame en paz! ¡Dejadme todos en paz! - Bramó, zafándose del intento de aproximarse de su amigo y caminando como un toro embravecido hacia... No sabía ni hacia donde iba. Solo quería que dejaran de mirarle y que no le preguntaran nada. No quería estar con nadie.

    Sus pies le llevaron a los terrenos del castillo, al lugar desde el que se divisaba el Lago Negro. Genial, muy buen sitio para calmarse, por supuesto que sí. Ahora miraba la orilla, aunque fuera a lo lejos, y solo veía el momento del primer y único beso de su vida, de su beso con Alice. El mejor día era para recordarlo, vaya. Se dejó caer en el césped con enfado, quitándose violentamente la mochila y poniéndola de un golpe en el suelo. La abrió de malos modos y sacó su libro, porque sí, Marcus siempre llevaba uno o dos libros de cualquier cosa en la mochila por si tenía un rato libre. Leer era lo que más le distraía y despejaba... Lástima que ahora solo podía sentir como si ese paisaje que tenía enfrente le dijera "eh, mírame, acuérdate, mira, aquí te besaste con tu mejor amiga, a la que acabas de gritarle y decirle que se vaya a Francia, la que te acaba de llamar estúpido y te ha dicho prácticamente que no quiere saber nada de ti. ¿Te acuerdas? ¿Eh? ¿Lo recuerdas". Puñetero paisaje y puñetero recuerdo y puñetero Lago Negro y puñetero beso y puñetera Alice y puñetero él que no había tenido otro sitio al que irse. ¡Argh! Tenía ganas de gritar y patalear.

    En un acto de enfado infantil, se dio la vuelta y se colocó de espaldas al maldito Lago Negro para no verlo más, colocando el libro en su regazo con el ceño tan fruncido que le dolía, y abriéndolo por una página cualquiera. ¿Qué libro era? Ni se acordaba, aunque con un leve vistazo lo detectó. Ah, genial... No, si todavía podía ir a mejor el día. Eh, universo, ¿podrías dejar de tocar las narices? ¿Puedes dejar de reírte de mí hoy? ¿Te puedes ir a molestar a otro? ¡Gracias! No había tenido otra cosa que coger que un libro de alquimia, y no uno cualquiera. Era un manual de equivalencias. "Intercambios equivalentes", rezaba el título del capítulo por el que había tenido a bien abrir el libro al azar. Pasó las páginas con furia y se situó en otro, pero claro, como había avanzado sin leérselo, ahora no lo iba a entender. Llenó el pecho de aire, cerró los ojos y lo echó lentamente por la boca. Mejor intentaba relajarse y simplemente leía y ya está. Mira, mejor para él si era difícil, así se concentraría en intentar entenderlo. Mejor eso, dedicarse a leer alquimia, a cosas que le gustaban. A labrarse un futuro, a aumentar sus conocimientos. Y dejar de pensar en cosas que, claramente, no merecían la pena.  
    Merci Prouvaire!


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    Lun Ago 09, 2021 6:00 pm

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    CON Marcus EN Sala de profesores EL 4 de diciembre de 1998
    Llevó sus pasos de forma iracunda a la biblioteca, resoplando y apretando la mandíbula. Iba a resolver esa maldita duda en un momento. No había vuelto desde segundo, pero se conocía el camino como si fuera ayer, para eso lo había hecho con los ojos cerrados.

    No había nadie, normal. Era viernes por la tarde y encima antes de Navidad. Antes siempre estaba extra de feliz justo antes de Navidad. Todo el mundo estaba haciendo regalos, o planes, o reuniones con sus amigos antes de irse, o en general, cosas mejores que enfadarse tontamente con su mejor amigo. Pero es que ella llevaba un año que se enfadaba con casi todo el mundo, Marcus no iba a ser menos. Y, a ver ¿qué se le había perdido a ella en Francia? Pues la mayor parte de su familia, un colegio famoso por enseñar Alquimia y un montón de cosas inútiles, con un uniforme de su color favorito y controlando el idioma ¡Pero ese no era el punto! El punto era que Marcus le había propuesto irse, y eso le había dolido. Y ahora, por ese dolor tan tonto, se estaba preguntando si realmente quería ir a Beauxbatons, si se lo estaba planteando por llevar la contraria o si había llevado la contraria queriendo ir de todos modos. Bien, pues el maldito espejo mostraba tus deseos ¿no? Él se lo diría, alto y claro.

    Llegó a la sala, que le pareció más pequeña que la primera vez… ¿Se habría equivocado? No, es que ella había crecido, puede que no muy perceptiblemente para los demás, pero lo había hecho. Pero la sala no le importaba. Fue derechita hasta el espejo y se plantó delante de él. Si se veía con el uniforme de Beauxbatons, ya estaba hecho… Pero no. Lo que se encontró no tenía nada que ver con Beauxbatons.

    Era Marcus otra vez. Recordaba lo rallada que se quedó la primera vez, viéndole cogerle de la mano. Entonces no se planteó que sintiera algo más que amistad con él, pero… ¿A quién quería engañar? Así era. Aunque en ese momento estuviera terriblemente ofendida con él. Y en el reflejo de ahora no salía precisamente dándole la mano. Salía abrazándola por detrás, rodeando su cintura, con esos párpados caídos y esa sonrisa que ponía cuando... Alto, Gal, alto. Avanzó hacia el cristal y gritó. – ¡Que no quiero ver eso! ¡Enséñame si quiero ir a Beauxbatons! – ¿Pudiera ser que estuviera discutiendo con un espejo? Pues sí. Discutía con todo el mundo, ¿por qué no con un espejo que tanto sabía de ella? Lo malo es que este no contestaba, ni le hacía caso. Y encima, el Marcus del reflejo, le dio un beso en la mejilla. Como la idiota que era, se llevó la mano a la mejilla, como si aún pudiera sentir ese beso fantasma.

    Lentamente, se dejó caer de rodillas frente al espejo. Ella era libre, libre como el viento. Lo que más ansiaba era la libertad… ¿Por qué no había nada ahí que reflejara eso? Y nada, que ese Marcus no se iba. Y ni una pista sobre Beauxbatons. – Deduzco que es que no quiero ir, me ha quedado claro. – Dijo en tono pasivo-agresivo al espejo, ya asumiendo que era un objeto inanimado que no podía contestar, pero que ella necesitaba discutir. – Oye, habrá algo más que desee ¿no crees? – Nada, ningún cambio. – También quiero ser enfermera ¿sabes? – Y de repente, o apareció, o había estado allí todo el tiempo, entre un montón de libros de medicina, un recipiente de cristal lleno de un líquido que podría ser cualquier cosa. Los libros eran casi todos de enfermedades pulmonares… Y lo entendió. – Eso es la cura de la enfermedad de mi madre… – Puso media sonrisa. – Eso me gusta más. – Acto seguido, apareció Dylan a su lado, susurrando algo en su oído. Su hermano hablando otra vez. Sí, lo deseaba todo el tiempo. Y su padre detrás de ella sonriendo. Guau, ver a su padre sonreír, eso también era mucho desear. Pero Marcus seguía ahí, impertérrito.

    Vale. ¿Y qué sugieres? – Seguía en su mundo particular de conversación con el espejo. – Es que… Por mucho que lo desee, somos amigos. Los mejores amigos. No puedo cargarme eso ¿Sabes? – De repente, todo lo demás desapareció y solo quedó Marcus. Suspiró con cansancio. – Que sí ¿te crees que no lo sé o qué? Ya sé que es importante para mí… Lo más importante. – Y entonces los reflejos se giraron y se besaron. Gal suspiró enfadada. – ¡Oye, que ya! Le besé solo una vez, ¿vale? Y ya no puede ser más… – Aunque había tantas veces que lo pensaba… No era consciente de cuánto tiempo pasaban juntos y solos hasta entonces, en que había momentos que eran… Demasiado propicios, que se prestaban totalmente a que volviera a besarle. Porque era recordar la sensación de sus labios sobre los de ella y… Ah, por todos los dragones.

    Se levantó y miró el reflejo una vez más. – Está bien. No me iré a ninguna parte. Pero deja de enseñarme eso… – Tragó saliva y miró con pesar al suelo. – Ya lo sé. Pero eso es un reflejo, no es la realidad ¿Me gustaría que lo fuera? Sí ¿Lo veo posible?… La verdad es que no. Y no lo voy a tirar todo por… – Miró al Marcus del espejo. Qué guapo era. Su sonrisa, sus labios color coral, sus pequitas… – Por mucho que me guste lo que veo. Por mucho que lo adore. – Hinchó los pulmones de aire. – En una cosa tienes razón. No tengo por qué cargarme mi relación con Marcus porque me haya rebotado por una tontería… – Miró una última vez el reflejo y suspiró. – Haríamos una buena pareja, ¿verdad? A pesar de lo que piensen la abuela y Emma O’Donnell… – Sonrió un poco y se dio media vuelta, alejándose.

    Le costó encontrarle, y de hecho, lo hizo justo cuando dejó de buscarle, y sus pasos le llevaron, claro, al Lago Negro. Estaba leyendo, claro. Le miró en la distancia. Sí, era terriblemente guapo, distraía de lo demás. Se apoyó en el árbol que tenía al lado y se metió las manos en los bolsillos de la túnica. Se quedó allí unos segundos, encontrando paz mental y fuerzas. Luego se acercó y le tocó en el hombro, sentándose a su lado acto seguido. – No quiero irme. – Levantó la mano. – Pero déjame hablar. Sé que no es que quieras que me vaya. Sé que intentas ayudarme y que no estoy siendo lo más receptivo del mundo. Y lo siento. Pero me he dado cuenta que… Todo esto me gusta porque lo vivo contigo. Y si no estás tú… No tiene sentido. No quiero ir a Beauxbatons, ni a ningún sitio, si tú no estás. – Y ahora, le besaría, pero claro, no podía. Así que se limitó a sonreírle tiernamente. Sí. Sonreír a Marcus solía hacerle sonreír a él. Y la sonrisa de Marcus O’Donnell era una de sus cosas favoritas. — Sé que ya no sonrío casi. Y lo siento. — Dijo simplente, dejando la pena y el agobio de antes.


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    CON Alice EN Sala de profesores EL 4 de diciembre de 1998
    Al menos al cabo de un rato consiguió meterse en la lectura. Lo dicho, al ser más avanzado de lo que él sabía, necesitaba concentrarse. Seguía con el ceño fruncido y en tensión, con las rodillas flexionadas y el libro apoyado en estas como si fuera un atril, pero al menos estaba leyendo. Por un momento llegó a aparcar toda la negrura que traía consigo ese día, sus rabias y sus enfados, y centrarse solo en lo que estaba leyendo. Y totamente metido de lleno estaba en la materia cuando alguien tocó su hombro.

    Su primera reacción fue rodar los ojos con hastío y echar aire por la boca. A ver quién era ahora y qué quería. Pero apenas alzó la mirada vio a Alice sentarse junto a él. Se recogió levemente sobre sí mismo, removiéndose sutilmente en su sitio con un toque de dignidad. Seguía enfadado, aunque debía reconocer que se le antojaba buena señal que hubiera sido ella la que había ido a buscarle. La miró con cierto recelo y escuchó lo que decía, y solo la primera frase tuvo que reflejarle en el rostro que había respirado de alivio por dentro. Ella no quería irse y él no quería que se fuera. Eso estaba bien... Ahora tenía que servir para limpiar el resto de cosas que se habían dicho.

    Parpadeó. "Todo esto me gusta porque lo vivo contigo". ¿De verdad? Él sentía muchas veces algo parecido, que todo era muy guay pero que sería considerablemente menos guay si Alice no estuviera. Que todo era siempre más divertido a su lado y que se podía llegar un poquito más lejos... Al menos así había sido hasta ahora. Podría jurar que seguía enfadado, o al menos reticente... Y, sin embargo, ahí estaba. Sonriendo automáticamente como un idiota solo porque ella había sonreído, aunque fuera muy sutilmente y apenas durante unos segundos, el tiempo que tardó en volver a la realidad. Negó ante su disculpa. - No tienes que pedirme perdón por eso, lo entiendo. Yo también estoy enfadado muchas veces y ni siquiera tengo un motivo... Tú sí lo tienes. - Lo dicho, no se quería imaginar como estaría él en la situación de Alice.

    Se quedaron unos segundos en silencio, él con la mirada baja y los labios fruncidos en una mueca, pensativo. Era mucho pedir que se le pasara el enfado tan rápido, pero... Es que era Alice. Alice siempre era Alice. Probablemente si fueran Sean, Hillary o cualquier otro le estaría mandando a la porra ahora mismo, estaba todo demasiado reciente... Pero era Alice. - ¿Ya no soy un estúpido? - Murmuró, sonando más a niño pequeño apenado que a chico de catorce años enfadado. Aún con la mirada baja y la mueca en los labios, llenó el pecho de aire. No sabía por qué le había dicho eso... Bueno, sí, porque le había dolido. Pero qué más daba ya. - Yo tampoco quiero que te vayas. Creía que tú querías... Creía que eras infeliz aquí. - No solo porque lo hubiera dicho un número considerable de veces, sino porque se lo podía ver. No era tonto. - Y solo quería... Que supieras que, si era lo que querías, o lo que necesitabas, irte a Beauxbatons o a donde fuera... Que contabas con mi apoyo. Y que te iba a ayudar a prepararlo todo, y que estaría contigo en el proceso, y que seguiría aquí cuando volvieras... Solo quería eso, no decirte que te fueras. Me resultaba muy egoísta decirte "no quiero que te vayas", la verdad... - Alzó la mirada y la clavó en la suya, ya con el enfado en los pies y la tristeza en los ojos. - Pero no quiero que te vayas. -
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    Mar Ago 10, 2021 7:30 am

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    CON Marcus EN Sala de profesores EL 4 de diciembre de 1998
    No podía culparle de ponerse un poquito digno. Contaba con ello, que le había dicho cosas muy feas, pero es que desde que había visto aquello en el espejo, solo podía verle como el chico guapísimo y cariñoso que era. Se acercó un poco más a su lado, abrazándose las piernas y mirando al agua. — Sí tengo que pedírtelo. — Tragó saliva y notó como la voz le costaba salir. — No creas que… — Carraspeó. — Que no veo lo que haces por mí. Porque sí lo veo. — Tomó aire y se llevó una mano al pecho, porque notaba esa presión que había empezado a conocer aquel verano, cuando se despertaba alterada o no podía dormir por la noche. Desde que volvió a Hogwarts, aparecía a veces sin permiso. — Pero es que… No siempre funciona. Hay cosas que no puedes cambiar… — Carraspeó otra vez. Que difícil se le hacía hablar de todo aquello. Antes porque había sido en el fragor de la discusión, pero es que no hablaba de aquello con absolutamente nadie, no estaba acostumbrada a tener que abordarlo. Aun así se tuvo que reír un poco con lo de enfadarse sin motivo. — A mí también me pasa. A veces sin motivo, de verdad. A veces simplemente me levanto con ganas de discutir y crear un lío. — Giró mínimamente la cabeza a su amigo y aclaró. — Negaré haber admitido eso. — Y devolvió la vista al agua.

    Soltó el aire por los labios y entornó los ojos. — No debí haber dicho eso. — Se giró con el cuerpo entero hacia Marcus, apoyándose con la mano en el césped. — Eres el chico más inteligente que conozco. Y probablemente eres el mejor alumno de este colegio, y todo el mundo lo sabe, no hace falta que yo te lo diga. — Bajó la mirada. — No eres estúpido porque no seas capaz de deducir cosas que en verdad no estoy diciendo, pero sí queriendo decir. — Se rio un poco, porque aquello era un lío. — ¿Te acuerdas de cuando me vino la regla la primera vez en La Provenza? Y no sabía cómo contártelo, y acabé gritándote y haciendo un drama absurdo. Pues esto es parecido. Entonces me di cuenta de que la vida, y los problemas, serían cada vez más complicados de entender y de transmitir. — Deslizó la mano sobre la de Marcus y la acarició con el pulgar. — Te prometo que intentaré no hacértelo entender a gritos.

    No quería que se fuera. Ya se había dado cuenta, pero oírle decirlo era curativo para su pobre corazón. Esbozó una sonrisa triste y no retiró la mano. — Lo que te he dicho antes de la tristeza es verdad. No es que sea infeliz aquí. Es que soy infeliz, en cualquier parte, con cualquiera. Y no te lo tomes a mal, por favor, porque no tiene que ver con lo que tú hagas o dejes de hacer. A veces simplemente estamos sentado en la sala común y aparece sin permiso, sin que nada lo haya provocado, y nada lo pueda combatir. Y no digo nada, porque ni siquiera sabría qué decir, simplemente me invade el pecho, se me clava como si fueran agujas. — Dijo llevándose la otra mano al pecho y suspiró. — Igual en algún momento aprender a controlarlo.

    Pero había algo que aún tenía en la cabeza. Miró a sus ojos, y estaba segura de que, si Marcus se fijara, vería en los suyos cuán perdida estaba por él, cuánto deseaba que las cosas fueran diferentes y poder ver aquello que había visto en el espejo. — Yo tampoco quiero irme… Pero sé sincero. ¿Crees que me vendría bien? Es que a ver… He cabreado a estas alturas creo que a todos los profesores de Hogwarts, y seamos sinceros, no estoy siendo yo misma, no quiero destrozar mis amistades y lo que he conseguido aquí. — Tragó saliva y se acercó un poco más por el césped hacia el chico. — No quiero cargarme lo nuestro. — Porque sí, aquello ya no era ni amistad, era lo suyo, lo que solo ellos entendían y ya está. — Eres mi mejro amigo, te quiero… A mi lado. Pero igual para mantenerte tengo que irme.— Levantó la mirada y buscó la suya. — No me gusta en lo que me estoy convirtiendo, o cómo me posee la tristeza a veces. — Subió la mano al barbilla del chico y le hizo mirarla, porque necesitaba reparar muchas palabras. — Marcus sí que eres un héroe. Para mí lo eres. Me has salvado siempre que lo he necesitado. Ibas a meterte en aquel pozo de Saint-Tropez por mí, me ayudaste a salir de la botella… Pero más importante de todo, me sacaste de la peor pesadilla de mi vida, que fue el funeral de mi madre. — Se le llenaron los ojos de lágrimas. — Olvida lo que te he dicho antes, por favor.

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    Mar Ago 10, 2021 12:16 pm

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    CON Alice EN Sala de profesores EL 4 de diciembre de 1998
    Entristeció la mirada. Bueno, le reconfortaba en cierta parte saber que ella veía lo que hacía, no porque quisiera mérito ni mucho menos, sino porque de verdad quería que se sintiera bien, y le dolía pensar que ella no lo veía. Le hubiera reconfortado más, de todas formas, si no fuera porque no parecía estar sirviendo de mucho, reconocido por ella misma. No pudo evitar que la negación de lo que acababa de decir le arrancara una carcajada casi muda. - Yo negaré haberlo oído. - Aseguró, siguiéndole el rollo. Sí, bueno, realmente él también se sentía así a veces, lo que pasa es que Marcus era muy poco conflictivo así que optaba por lanzar una pullita de superioridad y esconderse detrás de un libro hasta que se le pasara. A veces le daba la sensación de que todos hacían un poco eso, tenían ganas de liarla porque sí, lo cual no entendía. Salvo de Alice. De Alice entendía todo lo que tuviera que entender, o lo intentaba al menos.

    Bajó la cabeza y empezó a negar cuando empezó a decirle cosas buenas, un poco sonrojado. Marcus podía llegar a unos niveles de prepotencia más altos que la Torre Ravenclaw cuando se lo proponía, pero eran fundamentalmente fachada. Alice le conocía de verdad, mejor que la mayoría de la gente, y cuando le decía esas cosas sacaba su humildad a relucir. Rodó los ojos. - Pero ayudaría que no hiciera falta que me dijeras que estás mal, simplemente que yo lo supiera y... No te dijera cosas que te molestan. - Como había pasado hoy, que claramente había pinchado en algún sitio que a Alice le había dolido. Asintió cuando recordó la anécdota, primero mirándola a ella y luego bajando la vista a su mano, la cual agarró cuando acabó la frase, ladeando una sonrisa. - Estaría bien. - Respondió con una leve risa a lo de no decírselo a gritos. - Nada es lo suficientemente complicado para nosotros, somos Ravenclaw, ¿no? - Dijo en tono suave, encogiendo un hombro justo después. - Intentaré entenderte mejor, aunque no te apetezca darme detalles. A veces soy un poco preguntón... Solo quiero que estés bien. - Frunció los labios. - Y ya sé que no va a poder ser así siempre, pero... Bueno, me gusta intentarlo. Lo dicho, soy Ravenclaw, tengo que intentar las cosas por difíciles que sean. - Volvió a decir de forma distendida.

    Era infeliz, en cualquier parte, con cualquiera. Eso le dolía solo de oírlo. Ojalá supiera algún hechizo, algún tipo de magia, por la cual poder asegurarse de que Alice fuera siempre feliz. Si le dijeran "mira, esta es la forma, solo tienes que hacer así", sin dudarlo lo haría. Si le dijeran "pide un deseo", justo eso pediría. Había conocido a una Alice alegre que le alegraba a él a cada momento, pero la vida, o más bien la muerte, se habían cruzado en su camino. No era justo. Apretó su mano un poco más fuerte, notando como si esas sensaciones que describía se reprodujeran en él mismo, en su propio corazón que se encogía de pena. ¿De verdad cuando Alice estaba tan callada, estaba... Sintiéndose así? Y él no podía hacer nada, genial, lo que más le gustaba del mundo, que las cosas escaparan a su control... Sobre todo algo así, él bienestar de su amiga. No lo llevaba nada bien. Asintió. - Seguro que sí. - Tenía que ser así, se le tenía que pasar, aprender a controlarlo. Se negaba a asumir que eso le iba a durar toda la vida.

    Parpadeó ante su pregunta. No pudo evitar una leve risa cuando dijo lo de los profesores. - No es para tanto, no tienes que irte por eso. - Aseguró, tratando de sonar tranquilizador, pero Alice habló entonces de ellos y se detuvo a oír. Volvió a entristecer el semblante, y en cuanto dijo que quizás tenía que irse para mantenerle, negó con la cabeza. - No, qué va. Eso nunca. - Se giró un poco él también para verla de frente. Ella colocó entonces una mano en su rostro y la miró a los ojos, sin poder evitar la tristeza por las palabras que oía. Frunció una sonrisa entristecida y llevó su propia mano a la de ella, la que apoyaba en su rostro. - Lo volvería a hacer. No soy un héroe, soy tu amigo. - Bajó la mano de la chica solo para agarrar ambas entre las suyas. - Está más que olvidado. - Negó. - Yo solo quiero lo mejor para ti, Alice. Si tú me dices que quieres irte, que ya sé que has dicho que no, pero si quisieras... - Bajó la mirada y se encogió de hombros. - Visto desde el punto de vista práctico, serías la candidata perfecta. Eres muy inteligente, tienes buen expediente, hablas francés a la perfección, tienes contactos allí, y estás interesada en la Alquimia, que todos sabemos que Beauxbatons es la mejor escuela del mundo para eso. - Sí, para su desgracia no era Hogwarts, pero bueno, qué se le iba a hacer. Nadie le iba a impedir ser el mejor del mundo si se lo proponía igualmente. - ¿Que si te vendría bien? Pues bueno, académicamente, es una experiencia. Yo no voy a cogerla, no quiero desvincularme de Hogwarts, además tienes razón con lo de las convalidaciones, eso luego es un follón... Pero no puedo decidir por ti. - Alzó la mirada a sus ojos de nuevo. - Si te digo todo esto es precisamente... Porque me importas. Tú quieres volar alto y llegar muy lejos, siempre lo dices, que quieres más y más. Esto... Es algo más que puedes tener. Pero... - Se le escapó una risa amarga. - No me gustaría que te fueras. Me lo paso mejor contigo que con nadie, lo hacemos todo juntos y me gusta que sea así... Estoy acostumbrado a verte todos los días... Te echaría muchísimo de menos. - Ladeó una mueca burlona con los labios e hizo una caída de ojos. - Y alguien dijo que me iba a causar muchos problemas cuando fuera prefecto, que pienso serlo el año que viene, ¿ya te vas a retirar antes de empezar? - Bromeó. Soltó aire entre los labios, pero seguía agarrando sus manos. - Simplemente me parecía muy egoísta pedirte que no te fueras si era lo que querías, porque objetivamente sería una gran oportunidad para ti, no te la puedo impedir... Pero claro que no querría que te fueras. Ninguno querríamos. Te queremos, Alice, entendemos que estés triste y enfadada, es solo que... Nos duele verte así. Pero no estamos hartos de ti. - Sabía que le había dicho que olvidara todo lo que le dijo antes, pero necesitaba aclarar una cosa. Se inclinó un poco hacia ella y, mirándola con los ojos entornados, susurró. - Y no eres una carga para mí. Nunca lo has sido, y nunca lo serás. - Volvió a su sitio. - Lo nuestro no se va a romper porque te quedes, todo lo contrario. Somos Marcus y Alice.  - Y eso sí que no había magia en el mundo que lo rompiera.
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    Mar Ago 10, 2021 6:10 pm

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    CON Marcus EN Sala de profesores EL 4 de diciembre de 1998
    Estaría muy bien que todo fuera más fácil, pero la vida no lo era, y eso era así. Poco a poco se irían acostumbrando, aprenderían a vivir esa nueva etapa, como habían aprendido a todo lo demás. Miró a Marcus y asintió sacando los labios. — Hemos aprobado Transformaciones tres años seguidos, en tu caso con muy buena nota encima, ¿qué no vamos a poder conseguir? — Dijo al hilo de lo que su propio amigo había dicho. Ladeó una sonrisa y añadió. — Me gustan tus preguntas. De verdad, es muy divertido cuando nos preguntamos cosas el uno al otro. A veces estaré enfadada y eso, pero lo dicho, intentaré no decírtelo a gritos. — Le miró con dulzura. — Y tú sigue preguntando hasta la extenuación, que yo haré lo mismo. — Aseguró ella también. Le encantaba aprender con Marcus, pero la verdad es que haría lo que fuera por tenerle a su lado, simplemente.

    Y encima, Marcus parecía bastante seguro de que no tenía que irse. Bueno, igual estaba subestimando un poco su capacidad para cabrear a los profesores, pero ella le agradecía internamente el intento. Pero lo importante era que no quería que se separara de él, y por lo tanto, todos los argumentos que viniera a continuación, simplemente no tenían cabida en su pensamiento. — Me da igual. — Dijo con una sonrisa que estaba segura que le hacía parecer una pánfila, pero que era lo único que le salía ahora. — Es que… Todo eso no me importa. Aquí estás tú, aquí está mi primer día en las barcas, el laboratorio de alquimia, nuestras horas con Sean y Hillary en la sala común, mi primer… Beso, contigo, pero mejor no decirlo así, la verdad. — Mi primer todo. — Resumió en general. — He construido mi vida aquí, y ahora mismo hay muchos días que me cuesta encontrarme a mí misma, y cómo soy de verdad… — Miró alrededor. — Y creo que simplemente levantar la vista y ver Hogwarts y todo lo que tenemos, me ayuda bastante a encontrarme. — Y sobretodo, saber que él estaría esperándole, como todas las mañanas al pie de las escaleras. — Hogwarts aún tiene muchos misterios que ofrecerme. — Aseguró con una sonrisilla traviesa.

    Y en sus travesuras parecía estar pensando también Marcus precisamente, que le hizo reír con lo de cuando fuera prefecto. — No me cabe duda de que lo serás. Y si quieres te aviso de cuando vaya a organizar alguna, para que puedas pillarme épicamente y sigas haciendo puntos como futuro prefecto. — Terminó con una risita. “Te queremos”. Ojalá oírselo decir de él mismo alguna vez… Parpadeó para espantar ese pensamiento, pero es que no se lo ponía fácil cuando le decía cosas como “lo nuestro no se va a acabar”. Se quedó mirándole, los labios, los ojos, tan cerca, tan solos… — Somos imparables. — Dijo completando lo de que eran Marcus y Alice. Iba a decir algo, a mover ficha, buscar sus labios otra vez quizá, cuando notó que algo caía sobre ellos. — ¿Está nevando? — Miró hacia arriba y se rio. Se levantó, tendiéndole la mano y le apartó unos copos de los rizos. — Venga, ya está bien de drama los dos. Acompáñame a hacer dos cosas: una, pedir perdón a nuestros amigos, y dos, acompañarme al despacho de Fenwick, porque lo del certificado lo voy a hacer como que me llamo Alice Gallia… — Extendió la mano y estrechó la suya, mirándole entre los copos, que cada vez caían más copiosamente. — Aunque no vaya a irme a ninguna parte. Nunca. — Miró fugazmente hacia el castillo. — Eso sí, para acompañarme… Tendrás que cazarme, O’Donnell. — Salió corriendo en dirección al castillo y se giró un segundo, sin dejar de correr y guiñando un ojo. — Que no se te escape tu pajarito.


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    Mar Ago 10, 2021 6:46 pm

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    CON Alice EN Sala de profesores EL 4 de diciembre de 1998
    Todo eso no le importaba, lo que quería era... Estar con él, estar allí, estar con sus amigos. Verles cada día. Por mucho que hubiera querido vender el discurso de "sería una gran experiencia para ti ir a Beauxbatons", el corazón se le hinchó cuando Alice afirmó que no iría a ninguna parte. Ahora que tenía la confirmación, ya sí que no era capaz de imaginar un año allí sin ella. Que algún día abandonarían el colegio y no podrían verse todos los días, vale, pero... Quedaba mucho para eso. Precisamente por ese motivo, tenían que aprovechar ahora todo lo que pudieran.

    Encogió un hombro con una expresión chulesca en el rostro. - Y sigues teniendo un amigo en el Club de Misterios que puede contarte cosas. - Eso se parecía más a lo que habían tenido siempre. Ahora esa estúpida discusión se veía muy lejana y absurda. Esbozó una cómica mueca pensativa, ladeando los labios y mirando hacia arriba. - Hm, saber la travesura por adelantado... Suena un poquito a trampa, pero me vendría muy bien. Me lo pensaré. - Alzó ambas manos y encogiendo el cuello para decir. - Soy un héroe, necesito una pillada épica. - Bromeó, riendo junto a ella después. Sonrió con sinceridad y corroboró. - Lo somos. - Lo eran. Eran imparables.

    Ni se había dado cuenta de que estaba nevando hasta que la chica sacudió su pelo. - Oh. - La verdad es que hacía bastante frío, a ver si se iba a resfriar, que estaba sentado en el suelo. Se ayudó de su mano para levantarse, asintiendo y riendo ante sus palabras. Apretó su mano y pronunció la sonrisa. Nunca imaginó lo feliz que le haría saber que Alice no se alejaría de él, probablemente porque nunca se había planteado realmente no tenerla a su lado. En lo que él estaba recalibrando sus sensaciones felices y mirando con ternura a su amiga, la muy pilla aprovechó para salir corriendo. - ¡Eh! - Se quejó falsamente, porque no pudo evitar reír. - ¡¿Así es como avisas de las travesuras?! - Bramó, echando a correr tras ella como tantas otras veces habían hecho. Alice era muy rápida, pero él tenía cada vez las piernas más largas, más o menos se compensaba. Apenas había terminado de subir las anchas escaleras del hall de entrada cuando la alcanzó en el rellano en el que estas se bifurcaban. - ¡Te pillé! - Exclamó, agarrándola de la cintura entre risas y deteniéndola. - Este pajarito va a tener que seguir practicando para conseguir escapar de mí. - Y hoy había quedado demostrado que no se separarían tan fácilmente.

    Se quedó unos segundos mirándola, porque acababa de recordar algo. En concreto, algo que estaba leyendo. - Ven, antes de acompañarte a hacer todo eso, quiero enseñarte una cosa. - Le dijo, conduciéndola hasta uno de los escalones de las escaleras que conducían al pasillo de la derecha. Se sentó y sacó de nuevo el libro que había estado leyendo fuera. - Vas a tener que seguir esperando hasta sexto para estudiar Alquimia, pero nadie nos impide leer. - Alzó graciosamente las cejas varias veces y pasó las páginas del libro hasta llegar donde quería. - Mira: equivalencias. Te explica como saber calcular un intercambio equivalente. No todos los intercambios valen, depende de muchas cosas, como la esencia, la consistencia, lo que quieras transmutar, el estado al que lo quieras llevar... - Se dedicaron un rato a leer juntos la página, mientras Marcus explicaba algunos tecnicismos (los que se sabía, era un libro complejo y aún estaba en proceso, no lo dominaba del todo bien). - Y mira lo que dice aquí. - Apoyó el dedo en una de las frases de la página y leyó. - "Hay materias cuyo coste es difícil calcular, no son imposibles de transmutar, pero buscar una equivalencia exacta es muy complejo. No todas las esencias son iguales, y las investigaciones aún intentan averiguar el sustrato de las mismas, por qué algunas cosas, simplemente, no son intercambiables aunque las esencias parezcan similares". - Terminó de leer y se quedó unos segundos mirando la página. Tras estos, alzó la mirada a la chica. - No sería un intercambio equivalente. - Dijo, sin mucha más explicación. Se dio cuenta de que seguramente no le hubiera entendido, así que encogió un hombro, levemente avergonzado, retirando la mirada. - Quiero decir... Si te fueras, alguien vendría en tu lugar. Sería un intercambio, sí... Pero no sería equivalente. - La miró y, ahora sí, sonrió y le dijo con toque suave pero alegre. - Mi mejor amiga no se puede intercambiar. - Y ni una ciencia ancestral como la alquimia podría venir a decirle que estaba equivocado con eso.
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