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    Alchemist
    Freyja
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    Dom Dic 19, 2021 7:58 am

    El efecto Kepler
    CON Alice EN Sala común EL 14 de abril
    - Mira, iba a decirte que nadie quiere ver esto... Pero sí que quiero verlo en el fondo. - Dijo Sean. Marcus se llevó una mano al pecho. - Qué bonito es cuando ves madurar a una persona. - Qué imbécil eres. - Eso le hizo reír. Era el cumpleaños de Alice, el primero que pasaban como novios oficiales (qué le gustaba decir eso) y tenía que echar el resto. Su novia le había pedido un regalo muy concreto y particular: un último reto. Y no le había dicho cual. A lo largo del día, le pediría la última travesura juntos y él no se podía oponer, porque básicamente su regalo era que le dijera que sí. Mejor no lo pensaba porque se echaba a temblar. Pero era la mujer a la que había elegido a su lado, así que más le valía acostumbrarse.

    Por supuesto, Marcus tendría que nacer de nuevo para presentarse de manos vacías en una ocasión como esa, y tenía un as en la manga. Aparte de que ya tenía un regalo trabajado desde hacía tiempo para ese día, el cual le daría cuando tuvieran un momentito para ellos, quería hacer una entrada espectacular de cumpleaños. - ¿No temes que Creevey te lo boicotee? - Preguntó Sean, y Marcus se llevó un índice a la sien con una sonrisa ladeada. - Ya había pensado en eso, tengo a Colin vigilándole. Que se vaya ganando el puesto de prefecto. Este de aquí está en todo, Hastings. - Fardó. Terminó de arreglarse y bajó a esperar a su novia al pie de las escaleras, como cada mañana, aunque esta vez Sean se había subido unos cuantos escalones para hacerle de avanzadilla.

    - ¿Le vas a hacer un regalito especial? - Dijo la vocecilla de Beverly, que obviamente ya estaba por allí sin perder pista de lo que pasaba. Marcus se irguió, orgulloso. - Por supuesto. - ¿Lo puedo ver? - Preguntó, y claramente la niña quería llevarse la primicia para sentirse importante. Tenía demasiada elegancia (y afán por quedar bien) para decirle simplemente que no y largarla, así que lo manipuló un poco, a su estilo. - ¡Claro! Vas a presenciar el espectáculo en primería, como debe ser, porque la Princesa de Ravenclaw no podría perderse algo así. - Eso sí que era orgullo hinchado y lo demás eran tonterías, la cara de Beverly había sido para enmarcarla. - Y una princesa tiene un lugar fijo y de importancia, no se pone al pie del espectáculo, eso no está a su altura. - Le dijo bajito. La niña miró a los lados, localizó el sillón y puso expresión maliciosa. - Lo veré desde mi trono, pues. - Y allá que se fue, a sentarse con toda su figurada imponente presencia. Marcus le guiñó un ojo. Genial, tema resuelto. Deberían de dar puntos por saber colocar a los niños donde le convenía como si fueran piezas de ajedrez.

    - ¡Felicidades, cumpleañera! - Oyó la voz de Sean, que claramente era su señal. - A ver, a ver, que eres tú muy adelantada, y alguien me ha encargado que no mires tanto. - Frunció los labios, nervioso, colocándose muy bien puesto, y apenas segundos después vio a su novia bajar tentativamente las escaleras, con Sean detrás tapándole los ojos. Con la varita, empezó a dibujar un remolino en el aire, que salió como unas vetas azul claro y cada vez se fue haciendo más intenso. Con el rápido movimiento, a medida que el viento giraba, empezó a escucharse el piar de unos pajarillos. Le hizo un gesto a Sean y este destapó los ojos de Alice justo cuando el remolino de aire y pajaritos encantado se dirigió a ella para rodearla. - Feliz cumpleaños, mi reina de Ravenclaw. - Y al decirlo, los pajarillos se fueron a su cabeza y se transformaron en una corona de flores azules. Había conseguido dejar mirando a toda la sala común. Tras su novia, Hillary frunció los labios y dijo monocorde. - Esto es injusto. -
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    Dom Dic 19, 2021 12:23 pm

    El efecto Kepler
    CON Marcus EN Sala común EL 14 de abril
    Se despertó, y en el momento que abrió los ojos, dio un salto de la cama. — ¡Todas arriba! ¡Es el cumple de vuestra mejor amiga! — Se tiró sobre Donna y luego rodó hasta la cama de Hillary. — ¡Ay! ¿Pero qué haces loca? — Se quejó Donna. — ¡Vamos chicas! ¡Nos hacemos viejas! Tengo dieciocho años ya, hay que vivir la vida. — Hillary gruñó y trató de quitársela de encima. — Es porque el tonto de Marcus le ha prometido que le va a decir que sí al último reto que el proponga blaaaaablabla. — Su amiga se incorporó. — En el fondo aunque tengas dieciocho años, sigues siendo la misma niña mala que con once años. ¿Cómo que en el fondo? — Gritó poniéndose de rodillas y levantando los brazos. — ¡Voy a ser así toda la vida! Si algún día no quiero retos, matadme. — Al final Hillary sonrió un poquito y Gal aprovechó para darle con una almohada. — Venga gruñona, que nos espera un gran día. Espero que a mí no me incluyas en ese “nos” que ya me imagino por dónde van los tiros con tu retito. — Ella puso expresión muy digna. — No tienes ni idea. — Sí, sí iban por ahí. De hecho, se pensaba coger la poción contraceptiva y metérsela en la chaqueta directamente, porque si todo le salía bien, ese día era el perfecto para llevar a cabo su reto ineludible.

    Se puso el vestido del día del orgullo Ravenclaw, porque, ¿de qué otro color podía ponerse en su cumpleaños que no fuera azul y dorado? Y se arregló con mimo y alegría mientras jaleaba a sus amigas. — No conozco a nadie a quien le alegre tanto cumplir años.¿Que no? A su novio. — Decía sus amigas mirándola y riéndose. — Envidia es lo que tenéis. Hay que celebrar que estamos vivos. — Redujo su gran sonrisa a una más triste. — Mi tata lo dice siempre. No hay que temer a la muerte si no a la vida no vivida. Y eso es lo que tenemos que hacer. ¿Qué revelación has tenido en Pascua? — Preguntó Hills de brazos cruzado, pero con una sonrisa más amable. — ¡Si yo te contara! Muchas. Pero la más importante es que hay que sentirse vivos. — Luego alzó una ceja y dijo. — ¿Y tú, Vaughan? ¿Alguna revelación en casa Hastings que debamos conocer? — Ella se encogió de hombros y negó con la cabeza, pero puso una cara muy tierna. — Tampoco es como que fuera una presentación oficial ni nada… Como cuando tú te llevabas a Marcus a La Provenza y eso… Y mira donde estamos ahora. — Dijo Donna terminando de peinarse. — En el perfecto prefecto aceptando que esta le proponga retos y diciendo que va a decir que sí. — Ella chasqueó la lengua, echándose la colonia que le habían regalado los O’Donnell en tercero y que, como dijo Dylan en su día, olía a Saint-Tropez en un tarro. Le quedaba porque se la echaba con cuentagotas. — Es que ya me ha regalado muchas cosas en Pascua. Qué pena que no esté Oly aquí para recordaros que los regalos de experiencias son los más bonitos. — Y se dispuso a bajar, feliz de la vida, segura de que Marcus estaba allí esperándola.

    Pero a mitad de la escalera, se topó con Sean. — ¡Esa es la alegría que espero para hoy! Gracias, querido. — Dijo echándole las manos al cuello y estampándole un beso en la mejilla. Luego rio un poquito y se dejó tapar los ojos. — Sabía yo que algo me iba a tener preparado mi novio. Y yo que creía que te tenía cansada de tanta ficcioncita. ¿A mí? — Dijo sorprendida y terminando de bajar a ciegas. — Yo siempre quiero más…

    Y más tuvo, desde luego. Cuando abrió los ojos, sintió una ráfaga de viento a su alrededor, y su primer impulso fue sujetarse el vestido para que no se levantara, pero no pudo parar de mirar los pajaritos con ilusión de niña. Y ya cuando se posaron en una coronita se alegró de haberse arreglado tanto. — Como una reina me siento, desde luego. — Dijo mirando con los ojos brillantes y sonrisa ilusionada a su novio. Estaba mirando todo el mundo, pero qué más daba. Corrió hacia él y le rodeó con los brazos. — Gracias, mi amor. Había leído cosas como estas en los cuentos… Pero… Nunca pensé que se pudieran hacer realidad, o al menos no en mí. — Y le besó con una sonrisa. — Gracias por demostrarme que me equivocaba. — Y oía “uhhhs” de fondo y silbidos, pero una presencia repentina la hizo sobresaltarse. — Felicidades, Gal. — Se llevó una mano al pecho. — ¡Amber! Qué silenciosa. Gracias… Colin y yo tenemos un regalo para ti. Pero igual no es apropiado dártelo, porque no está delante. — Gal sonrió. — Pues llámale, pero no hacía falta que… Es que el prefecto le ha mandado una misión. Cuidar de que Creevey no arruinaba nada de este espectáculo. Muy bonito, por cierto, prefecto, igual un poco excesivo para mí, pero es que no soy una persona muy emotiva. Además, me alegro de que vuestra historia se haya convertido en una sana relación.— Gal se mordió los labios por dentro para aguantar la risa porque la forma de hablar de esa chica le hacía mucha gracia. — ¿Y dónde están?En el comedor. — Dio la mano a Marcus y dijo. — Pues a desayunar, no se hable más. ¡Vente, Bevy! — Dijo llamando a la chica con la mano libre. — ¿Y tu prefecta no? — Dijo Kyla surgiendo por su espalda y dándole un beso en la mejilla. — Felicidades, bomboncito azul. — Eso la hizo reír y apretó la mano de su amiga. — Mi prefecta siempre. Gracias, Ky. — Sí, estaba especialmente feliz.

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    Dom Dic 19, 2021 2:07 pm

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    CON Alice EN Sala común EL 14 de abril
    Hubo un momento en que temió no volver a ver esa ilusión infantil y desbordante en la cara de Alice, pero ahí estaba. Había vuelto la Alice que él conocía, de la que llevaba enamorado desde que la conoció, y solo por ver su expresión mientras miraba los pajaritos le merecería la pena pasarse haciendo hechicitos tontos toda la vida, a cada minuto del día si hiciera falta. La recogió en sus brazos y correspondió su beso, sonriente y feliz. - Hay pocas cosas que me gusten más que demostrarle a alguien que se equivoca. - Bromeó, con una ceja arqueada, y luego se acercó a sus labios y susurró. - Pero verte tan feliz es una de ellas. - Y dejó un breve beso en estos.

    Casi tira a Alice cuando apareció Amber allí. Desde luego que esa sí que iba a ser buena prefecta solo por el sigilo con el que aparecía cuando menos te lo esperabas. Sigilosa, que no discreta. Suspiró. - Señorita Ming, los prefectos aprendemos con el ejercicio de nuestras funciones ciertas estrategias que mantienen el castillo en calma y que no es necesario que sean desveladas por ahí. - Comentó, con una aclarativa ceja arqueada. La chica, muy seria, respondió. - Prefecto O'Donnell, creo que su novia podría llegar a ofenderse si la cataloga de "por ahí". - Si es que era inútil profundizar con ella, era el colmo de lo pragmático, así que simplemente suspiró otra vez, puso una sonrisa cordial y dijo. - Gracias, Amber. En seguida bajamos. -

    En lo que Kyla felicitaba a Alice, Beverly había correteado hasta ponerse a su lado. - Qué bonito, Marcus. - ¿Te ha gustado? - La niña asintió, con esa caidita de ojos que le ponía siempre y que le hacía mucha gracia, no lo podía evitar. - ¿Me vas a enseñar como se hace? - Marcus ladeó la cabeza, pensativo. - Un mago muy sabio me dijo una vez que un mago nunca revela sus trucos... Y además, es de un nivel muy avanzado... - Miró de reojo a Beverly para ver su expresión y se le escapó una sonrisilla. - Pero nada para lo que una princesa de Ravenclaw no sea digna. - La niña se irguió, orgullosa, y Marcus añadió. - Pero tendrás que felicitar a la cumpleañera primero, ¿no? - La niña se colocó muy puesta delante de Alice, moviendo las trencitas de una forma que a Marcus le hacía reír automáticamente, y le dijo con su vocecilla repipi y ese toque de digna que tenía siempre. - Feliz cumpleaños, Gal. - Hizo una muequecita con los labios y, con los párpados caídos, añadió. - Yo también tengo una cosita para ti... Pero está en el Comedor. - Hizo una breve pausa. - Voy a comprobar que la tienen preparada. - Y sin más, se fue a pasito rápida de allí. Marcus se giró a Alice y Kyla. - Esta nació para tener servicio. - Bromeó entre risas.

    Su corona de florecillas hecha por un remolino de pajaritos encantados no estaba siendo ni de lejos lo más escandaloso del día y apenas eran las nueve de la mañana. En cuanto cruzaron las puertas del Gran Comedor, se escuchó un clamoroso FELICIDADES por parte de gente de varias casas. Oly y Poppy se lanzaron hacia Alice como si fuera una actriz famosa, a darle besos y felicitarla. Marcus no debía ser ni un secundario, porque les faltó tirarle al suelo. - ¡¡Feliz cumple, Galita mía!! - ¡Ay por favor son flores que pían pero qué monada! - ¡¡Si es que irradias belleza y reinado y felicidad!! - Jo y es que estás tan guapa. - ¡¡AY SI ES QUE TE BRILLA EL AURA!! - Las dos Hufflepuff habían montado un tremendo escándalo en un momento, pero aún quedaba lo peor. - Ay, por Dios bendito... - Murmuró Hillary, y apenas se la escuchó porque el espectáculo de ver por mitad del pasillo del comedor a Peter y a Darren subidos de pie en una escoba mientras el primero hacía sonar una estruendosa trompeta encantada no tenía precio. - ¡¡FELICIDADEEES!! - Gritó Darren, lanzando un montón de confeti a volar. Marcus se tapó la cara con las manos. Los elfos de las cocina lo iban a matar. Peter empezó a cantar cumpleaños feliz a gritos y contagiaron prácticamente a todo el Gran Comedor, porque ya hasta los alumnos que no les conocían de nada se habían sumado al cántico. Como se notaba que era domingo y que era su último año. - Los Ravenclaws se curran felicidades elaboradas... - Empezó Sean, señalándole a él. - Los Hufflepuffs lanzan amor y alegría. Los Gryffindor montan un escándalo... Y allí al fondo está tu hermano Lex, esperando a que se despeje el lugar. - Más te vale que el O'Donnell malo no sea tu ejemplo de Slytherin, bombón. - Dijo Ethan, que mucho estaba tardando en aparecer. Marcus frunció el ceño. - Eh, de O'Donnell malo nada. - Uuuuuh que desato a la fiera. Me da que entre estos ha habido movidita en Pascua, que este viene susceptible y el otro demasiado suave. - Y ya le dijo todo lo que le tenía que decir, seguidamente se giró a Alice. - ¡¡A VER, TEJONAS, ABRAN PASO QUE TENGO QUE FELICITAR A MI PUTÓN!! - Y luego le decían que si se había acostumbrado a los retitos. Pues no había cosas peores a las que acostumbrarse.
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    Dom Dic 19, 2021 4:56 pm

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    CON Marcus EN Sala común EL 14 de abril
    Sonrió ampliamente y dio un piquito a su novio. — Tú me haces feliz.Gracias por la parte que nos toca. — Dijo Hillary, pasando, del brazo de Sean, por su lado. — Tooooodos me hacéis feliz, anda venga. — Pero no estaba ella preparada para lo que le esperaba en el comedor. Alice disfrutaba mucho de su cumpleaños siempre, y le gustaba celebrarlo a lo grande, pero aquello era como grandísimo y, por primera vez, le dio un poquito de vergüenza algo en la vida.

    Eso sí, se le pasó rápido, con los abrazos de sus amigas de Hufflepuff. — Es cosa del prefecto. Todo. La corona y la alegría…¡Además de verdad! Brilláis que da gloria veros. — Aseguró Oly. Ella las miró con cariño y le acarició la mejilla a Poppy. — Gracias, mis angelitos amarillos. — Y se tapó la cara cuando vio a Peter y Darren dando el espectáculo, sin poder contener las risas. — ¿Cómo te han liado para esto? — Le gritó a su cuñado al pasar, muerta de risa. — Pero, ¿a que estás muy contenta? — Insistió Oly. — Muchísimo. Os quiero lo que no está escrito. — Dijo de corazón. El momento emotivo se vio ligeramente roto por Ethan haciendo de las suyas. Le recibió en sus brazos y dijo. — Gracias, liante. No hay nadie como tú. Literalmente. — El otro se rio y dijo. — Aaaaaay mi putón, quién te iba a decir a ti cómo ibas a estar este año el año pasado. — Ella se rio y entornó los ojos. — No estaba tan mal.Ohhhh no para naaaaaada, nena. — Hizo una pedorreta. — Vamos por favor si era todo “ay, si es que mira que caliento al prefecto pero ni por esas me regala un anillo de compromiso” — Dijo el otro muy exageradamente, mientras avanzaban a su sitio en la mesa. — No fue así.Fue bastante así. — Confirmó Hillary. — Lo respaldo. — Dijo Sean. — Sí, claro, qué no vas a respaldar tú.

    ¡Hermana! — Oyó, según se sentó. ¿Sería posible que se tomara el café aquella mañana? — ¡Mi patito! — Dijo recibiéndole en sus brazos. Por detrás llegó Olive. — ¡Muchas felicidades, Alice! — Gracias, gracias, mis niños. — ¿Te han dado regalos? Quiero darte yo el nuestro el primero, además de que esté hablando hoy el día entero. — Dijo su hermano, con la emoción por las nubes. Pero miró su corona. — El colega se me ha adelantado, cómo no.Tu colega siempre va primero, amigo. — Dijo Theo llegando por allí. — Feliz cumpleaños, Gal. — Dijo el chico dándole un beso en la mejilla. — Pero tranquilo, patito, esto ha sido un detallito de buenos días. Su regalo me lo va a dar luego. — Aprovechó y guiñó un ojo a su novio. Que se creía que se le había olvidado. Atendió a su hermano y vio cómo Olive y él desplegaban una ristra de pajaritos azules de papel frente a ella. — ¡Mira! Dale con la varita. — Hizo lo que le decía y la ristra se transformó en una carta del tarot muy grande, que contenía dentro cuatro cartas a la vez: dos emperadores, un carro y una justicia, todas en distintos tonos de azul y con purpurina. — Son nuestras cartas del tarot, ¿ves? Las de los cuatro, Marcus, Olive, tú y yo. Como en la feria de Navidad, que nos las leíste a todos.¿Que Gal hizo qué? — Preguntó Theo abriendo mucho los ojos. Ella se limitó a reírse y abrazar a su hermano. — Es precioso, patito. Muchísimas gracias. Y es azul todo, como os gusta a ti y al colega. — Dylan seguía a sus cosas, mientras ella daba muchos besos seguidos en su mejilla. — Y gracias a ti también, mi niña justiciera. — Le dijo a Olive, que estaba coloradita y feliz. — Es que tú me hiciste un cumple superbonito.

    Ella hizo hueco a sus lados. — A ver sentaros aquí. ¿Los demás tejones también tenemos sitio? — Preguntó Theo. — Sí, claro, en mis rodillas, cariño. — Dijo Ethan tirando de él. — Bueno o… Con… Marcus, así para ver a la cumpleañera de frente...¿Con tu archienemigo? — Añadió Ethan alzando las cejas. — Hermana, ¿Theo y Marcus no son amigos? — Preguntó Dylan al punto. — Claro que lo son, cariño. — Y miró a su amigo con una sonrisa ladeada. — Y si las cosas van bien… Igual acaba siendo familia nuestra. — Theo se pasó la mano por el pelo. — Voy a… A buscar a Marcus que no está por aquí, por lo visto… Está haciéndole a Gal un desayuno que se va a acabar comiendo él, pero déjale que le hace ilusión. — Ella la ignoró y le enseñó la carta. — Anda mira esto, que a ti te gusta el tarot. ¡Oh! ¿lo has hecho tú patito? Sí, con Olive… — Y se puso a contarle toda la historia de las cartas. Solo le faltaba que su novio volviera y sería plenamente feliz con aquella escena. Su último cumpleaños en Hogwarts, realmente. Pero qué cumpleaños más feliz. Y como su novio accediera al reto… Oh, sí, iba a ser muuuucho más feliz. en cuanto pudiera tomarse un café y verle la cara a su novio, claro.


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    Alchemist
    Freyja
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    Dom Dic 19, 2021 5:33 pm

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    CON Alice EN Sala común EL 14 de abril
    Era gracioso ver a Alice sobrepasada e incluso avergonzada, creía que sería algo que no vería en su vida. Estaba riendo y bromeando junto a Sean sobre la cantidad de gente que se le había echado encima a su novia cuando escuchó el comentario de Ethan. - ¿Qué? ¿Cómo? - Vamos, ni que le sorprendiera a esas alturas lo de que Alice "le calentaba", pero dudaba mucho que se lo hubiera dicho al Slytherin con esas palabras. Ni lo del anillo, tampoco, por mucho que Sean y Hillary se hubieran puesto a decir que así era. Pero vamos, a Marcus solo había que decírselo una vez. Era capaz de irse al laboratorio de Alquimia ahora mismo para transmutar un anillo del compromiso si Alice se lo pidiera.

    Le dijo a su novia que fuera a sentarse porque la tarea de llevar el desayuno, obviamente, corría hoy de su cuenta. Además era domingo, y los domingos había tortitas. Estaba ya haciendo uno de esos platazos que su novia le había dicho hasta la saciedad que eran excesivos para ella, cuando alguien se puso a su lado. Tan silencioso como siempre, aunque con una sonrisilla en la cara. Eso sí que era nuevo, pero le hacía sonreír automáticamente a él. No le iba a costar nada acostumbrarse a ese nuevo Lex. - ¿Ese regalo es para ti o para ella? - Estando en primero le prometí hacerle todos los platos de tortitas que ella quisiera, con todas las cosas ricas que pudiera encontrar, y cuando empezamos a salir le dijo que le haría el desayuno todos los días si ella quería. Y ya sabes que yo tengo que superarme a mí mismo, y que ella siempre quiere más. - Me da que toda esta historia está un tanto manipulada y que ella no ha accedido a todas las cosas que dices, pero vale. - Comentó Lex. Su hermano miró a la mesa y dijo. - Te estás perdiendo el regalo de tu colega y tu futura cuñada. - Marcus se giró. Al ver a Dylan y a Olive no pudo evitar reír. - Le gusta un montón esa niña. - Negaré hasta bajo tortura haberme chivado a un prefecto de esto, pero según Darren esa niña prácticamente vive en la sala común de Hufflepuff. - Marcus rodó los ojos y dejó caer la cabeza, hastiado y dramático. - No me des malas noticias en un día como hoy, por favor. - E igualmente más le valía asumir que la sala común de Hufflepuff era una ciudad con sus propias leyes y que él no tenía potestad alguna allí.

    - Le hemos hecho un regalo, pero hay mucha gente ahora para dárselo. - Le comentó su hermano cuando iban de camino a la mesa. No iba a sucederse semejante milagro que hiciera a Lex menos tímido e inseguro. - Por lo pronto pídele a tu novio que deje de hacer el cangrejo de fuego encima de la escoba de Peter. - Lex puso expresión avergonzada y casi de pedir ayuda. - Te puedo asegurar que no ha sido idea mía. - Te creo. - Dijo Marcus entre risas, y ya sí llegaron a la mesa de Alice. - El desayuno de una reina. - Colocó el plato frente a ella, ceremoniosamente y con una sonrisa. Era más fácil decir qué no había en el plato que enumerar todo lo que tenía. - Ups, el toque final... - Sacó de su manga un pajarito diminuto que, al contacto con las tortitas, se derritió, bañándolas en caramelo. - Puede que me haya dado la receta un tal William Gallia. - Le dijo a su novia, guiñándole un ojo. Luego de eso saludó a Dylan. - Qué regalazo, colega. - Y el niño y Olive empezaron a explicarle en qué consistía, y por las caras del resto de presentes algo le decía que no era la primera vez que lo contaban.

    - Felicidades, cuñada. - Dijo tímidamente Lex, que poco a poco intentaba comportarse como un ser humano en sociedad pero aún le costaba. Se sentó junto a Marcus, un tanto encogido, y siguió hablando, aunque el tono de voz se le iba apagando a medida que avanzaba la frase. - Si tu otro cuñado deja de hacer el tonto en algún momento, supongo que vendrá. - Marcus rio, pero al alzar la cabeza, vio a alguien que se planteaba si acercarse o no. Tragó saliva y se forzó a sí mismo en sonreír cordialmente. Habían hablado poco después de la vuelta de Pascua, y aunque seguían tensos, habían firmado un acuerdo de paz... Más o menos. Lo harían por Alice, ambos. Aunque fuera en el día de su cumpleaños. - Pero si es mi fiera americana, mi leoncito exótico. - Le delató Ethan, haciendo que ya el chico no tuviera de otra que acercarse. - Parece que es tu cumple. Es todo un evento aquí por lo que se ve. - Comentó entre risas Aaron, tratando de romper el hielo. - Felicidades, prima. -

    En lo que Marcus le miraba, Theo se le había sentado a su otro lado. - Con vosotros uno no termina de enterarse de movidas, ¿eh? - Eso hizo a Marcus reír con los labios cerrados. - No te haces una idea. - Se llevó un bocado a la boca y, cuando tragó, añadió. - Y más vale que te vayas acostumbrado, por lo que me han contado. - Oh, por Dios, ¿no hay privacidad en esta escuela? - Dijo el chico, encogido sobre sí mismo. Marcus rio. - Mira, me tenéis contentos los Hufflepuffs, así que no te quejes. - Miró a Lex. - ¿Te he contado que aquí el amigo casi sale con novia de La Provenza? - No fue exactamente así. - Se defendió Theo, que ya estaba colorado, pero Lex miraba a Marcus con una sonrisilla y una ceja arqueada. Cuantísimo se parecía a su madre cuando sonreía, era tan poco frecuente en ambos. - ¿Te acuerdas de Jacqueline, la prima de Alice? - Creía que tenía novio. - Bien dicho: tenía. - Eso hizo a Lex reír y a Theo suspirar. - Eh, colega. - Llamó Marcus a Dylan. El niño le miró sonriente y Marcus pasó los brazos por sus dos acompañantes. - ¿Hacemos buen cuadro de familia? - Dylan rio un poquito pero no se lo pensó dos veces antes de asentir. El que se retrepó en la silla con una sonrisa malvada fue Ethan. - Impagable el cuadro este. -
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    Lun Dic 20, 2021 6:35 am

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    CON Marcus EN Sala común EL 14 de abril
    Puso una gran sonrisa ante el plato que le pusieron por delante aquel plato. — ¡Vaya! Cuánta comida… — Dijo, tratando de mantener la sonrisa. — Qué bien… — Vamos, esperaba que Marcus tuviera hambre suficiente como para acabar con todo lo que a ella le iba a sobrar. Ah, pero tuvo que darle el toque con el pajarito de caramelo, como aquel que su padre le hacía para la barbacoa. Sonrió y le miró. — Me encanta. — Dijo, rendida ya a los mimitos de su novio, dándole un piquito. — Dieciocho años y hay que seguir haciéndote pajaritos para que comas. — Le dijo Theo en tono de broma. — Ja, ja, qué graciosos todos. — Pero alzó la mirada para recibir la felicitación de su cuñado. — Gracias, Lex. — Se rio de lo de Darren y negó con la cabeza. — Solo espero que no se haya dejado llevar demasiado por la locura del otro. Darren se deja llevar por la locura de todo el mundo, por eso sois amigos desde cuarto. — Contestó el chico con una leve sonrisa. — ¿Café me habéis traído por casualidad? — Preguntó con tono dulce, pero ciertamente necesitado.

    Pero justamente apareció por allí Colin, a matacaballo con Amber. — ¡Toma Gal! ¿Con leche y sin azúcar, verdad? — Dijo el chico, poniendo la taza frente a ella. — Sí, sí, muchas gracias, Colin.Y feliz cumpleaños. Gracias. Si este era vuestro regalo, estoy agradecida de corazón. No, para nada, es que me he dado cuenta de que el prefecto estaba cogiendo tantas cosas que no ha caído en el café, y has hecho costumbre beberlo por las mañanas, y a veces por las tardes, e igual deberías mirarte por qué ingieres tanta cafeína, pero bueno, ahí lo tienes. — Todos acabaron riendo.

    Claramente, Colin se moría por darle el regalo, pero apareció por allí Aaron, y toda su atención se fue a él. No había tenido ocasión de hablar tranquilamente con él, pero por lo visto, Ethan lo tenía protegidísimo, y se le veía bien, dentro de ese aura de tristeza que siempre desprendía (oh, por Merlín, empezaba a parecerse a Oly y Dylan) — Gracias, Aaron. Te prometo que no siempre es así, supongo que me están celebrando especialmente por ser el último año. — Partió un cacho de las tortitas y las pinchó con el caramelo y un plátano y se giró a hacia Dylan. No conocía a Aaron de forma oficial, aunque ella le había hablado de la existencia del chico, y se habían visto por ahí seguro, por no hablar de que Olive sabría más de él que ella misma, pero le pareció un buen momento para hacer paz familiar. — Dylan, este es Aaron, el primo. Salúdale. — Dijo con una sonrisita. — Hola. Me recuerdas a mamá, e irradias unas sensaciones muy raras. Pero es mi primo, como los de La Provenza, y yo siempre juego con mis primos mayores, para eso soy el pequeño. — Alzó la ceja. — No tendrás hermanos de mi edad, ¿verdad? — Aaron se vio de repente arrollado por el huracán Gallia de preguntas y afirmaciones. — No, no tengo… Pero… Bueno, puedes enseñarme a jugar a lo que quieras. — Bueno, era un buen principio. Se giró cuando oyó lo del cuadro y le dio la risa. — No tiene precio esto.Yo creo que estamos vendiendo la piel del oso antes de cazarlo. — Apuntó Theo, prudente. — Theo también va a ser primo porque mi prima Jackie tenía un novio que no le caía bien a nadie así que le dejó y empezó a llevarse a Theo a pasear por el campo de lavandas, y eso es lo que hacen los novios en Saint-Tropez. — Explicó Dylan mirando al nuevo primo. Aaron asentía con los ojos muy abiertos, alucinando, mientras Ethan se moría de risa. — Este está más espabilado que Marcus con quince años y Theo con dieciséis. Bueno, esa historia tiene matices. — Justificó el Hufflepuff, ya rojo hasta la raíz del pelo.

    Aprovechó y se giró hacia Colin y Amber. — Bueno, aparte de este maravilloso café, ¿cuál era vuestro regalo? — El chico se abalanzó a su lado con un paquete envuelto en el papel de estraza del invernadero. — Es para Marcus y para ti, porque ya os vais, y Amber y yo queríamos daros algo para el futuro, para que os acordéis de nosotros, y si eso cuando salgamos, os sigáis acordando y nos veamos…Colin, procura no contárselo todo antes de que lo abra… — Dijo Amber con un suspiro. Alice sonrió y lo desenvolvió. Era un terrario monísimo, con un montón de herbáceas en sus huecos diferenciados. — ¡Oh! ¡Pero qué terrario más completo!Son las hierbas más apropiadas para hacer transmutaciones alquímicas, porque hemos pensado que probablemente tendréis un laboratorio de alquimia, porque siempre estáis iluminando a todo el mundo con la alquimia, porque sabéis más que nadie que conozca, y claro, a ti se te dan tan bien las plantas, que hemos pensado que podríais tener este terrario en vuestro taller y tú lo cuidarías muy bien. Colin, respira. — Dijo Lex con una sonrisa enternecida. No se quería imaginar lo que debía estar pasando por la cabeza del muchacho. — Es muy buen regalo, y pega mucho con lo que tenemos para ti, lo cual te daré si Darren aparece en algún momento… — Comentó el chico, con una amabilidad inusitada en él, y estirando la cabeza buscando a su novio. — Bueno, en verdad es que es un regalo simbólico, porque no sé si el terrario llegará para cuando tengáis un taller propio. — Amber siempre tan sincera. Alice se rio. — Pienso cuidarlo hasta entonces. — Se llevó un trozo de tortitas a la boca y miró a su novio. — No puedo esperar. — Y tampoco podía esperar a quedarse solos, demasiada gente para lo que quería proponerle.

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    Lun Dic 20, 2021 2:57 pm

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    CON Alice EN Sala común EL 14 de abril
    Puso una sonrisa amplia y orgullosa que le daba una graciosa expresión infantil, porque a Alice le había encantado el plato que le había hecho, obvio. Por supuesto, el Marcus que seleccionaba muy bien lo que le interesaba no había captado el subtono de su novia que expresaba que aquello era demasiado para ella. Aunque se quedó un poco sin saber por qué calle salir cuando le pidió el café. - Eeem... - Pero, para salvarle de su apuro, ahí llegó Colin, bien servicial, con un café para Alice. Le sonrió con orgullo y oyó a su hermano mascullar. - Digno heredero tuyo. - Un buen prefecto o aspirante a prefecto tiene que ser solicito y estar a disposición de todo alumno que le necesite. - Contestó él muy bien puesto, haciendo que Colin pusiera una sonrisa de oreja a oreja y le mirara con ojos brillantes. Pero Ethan ya tuvo que dejar su nota personal diciendo. - Boing. - Y haciendo a todos (menos a Marcus, Colin y Amber) reír entre dientes.

    Y todavía podían reírse más, porque claro, Amber siempre tenía que intervenir. - Eso es un no-boing, guapa. - Volvió a apuntar Ethan. Marcus suspiró. - Gracias por el aporte, Amber. - No hay de qué. - Contestó la chica, tan normal. Marcus rodó los ojos. No pillaba las ironías, definitivamente. Empezaba a plantearse si realmente era la mejor opción para la prefectura, aunque después de haber pasado por un tipejo como Layne, y de haberse arriesgado con... En fin, Olympia en términos generales, Amber y sus dificultades para captar las emociones y poner filtros no eran tan mala opción, tenía muchísimas otras virtudes.

    Con toda la tensión vivida con Aaron no sabía si, finalmente, este tenía contacto con Dylan o no. Le había advertido muy seriamente sobre acercarse al niño, Alice y él no iban a permitir que le ocurriera nada, pero claro, otra cosa era que le hubiese hecho caso alguno. La presentación de Dylan le dejó sin palabras, y Marcus, Theo y Lex se miraron entre sí de reojo. Aunque su pregunta sobre si tenía hermanos de su edad le hizo gracia. Dylan siempre tan adorablemente práctico. - Ahora mismo tiene más miedo e inseguridades McGrath que los dos Gallia juntos. - Le murmuró Lex. Marcus le miró de reojo con cara de circunstancia y su hermano se encogió de hombros. - ¿Qué? Era por si te dejaba más tranquilo. - Suspiró y se giró a su plato de nuevo. Después de saber todo lo que había sufrido Lex y de su conversación con él había reducido considerablemente sus defensas con respecto a la legeremancia de su hermano, pero eso no significaba que quisiera saber todo lo que iban pensando los demás. Aunque al menos ya no iba a ponerse tan histérico con el asunto, sabía que Lex no lo podía evitar. Y, en cierto modo, había cosas que tampoco estaba mal saber.

    Lo que le hizo reír a carcajadas fue la siguiente intervención de Dylan con respecto a Jackie y Theo, o al menos al principio de esta. Se le cortaron las carcajadas de golpe cuando dijo lo del campo de lavandas, y decidió que mejor seguía comiendo y no cruzaba la mirada con nadie. Solo levantó los ojos para echarle una mirada asesina a Ethan mientras soltaba aire por la nariz como un toro que se plantea si embestir o no. Por fortuna, Colin y Amber desviaron el foco de atención al sacar su regalo. Miró interesado, porque no contaba con recibir un regalo él también, y el resultado le sorprenderse. Soltó el tenedor y se inclinó hacia delante para ver el terrario más de cerca. - ¡Pero qué regalazo, chicos! - Boing boing. - Ahg, McKinley, vale ya con la envidia. Ni caso, chicos. - Respondió a la tontería de Ethan, haciendo un gesto con la mano y centrándose en el regalo. - Muchísimas gracias. - Miró con cariño a Alice y le dijo. - El taller va cogiendo forma, ¿eh? - Desde luego, ya tenéis dos cositas, que el primer regalito os lo hizo mi Lexito. - Dijo Darren, que por fin apareció por allí, sentándose al lado de Lex. - Perdón por el retraso, estaba cogiendo el desayuno cuando me ha parecido oír que se hablaba de cierto prado a las afueras de la ciudad que ha visto muchos amores, como dice cierta canción ¿verdad cuñadito? - Marcus le miró mal, lo cual Darren ignoró por completo. - Pero no quería interrumpir. - Coronó, y luego subió el tono de voz hasta parecer una bocina para gritar. - ¡Felicidades, cuñada! - ¡¡FELICIDADES, CUÑADA!! - Repitió Peter, que pegó tal bramido detrás de Alice que Marcus temió que su regalo para ella fuera un infarto. Fue decirlo y cayó en lo que él mismo había dicho. - Ay, no, perdón, ¡GAL, QUERÍA DECIR! Tío, Darren, que quedamos en decir lo mismo. Aunque bueno, cuñada me vale también, porque Poppy siempre dice que sois casi como hermanas y... Ups, quizás tenía que haber esperado a otro momento para decir eso... - ¡Es tu cumple! - Interrumpió Poppy, al otro lado de Alice, mirando de reojillo a Peter. - Y esa es la única noticia importante de hoy. -
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    Lun Dic 20, 2021 4:58 pm

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    CON Marcus EN Sala común EL 14 de abril
    Zarandeó a su amigo. — ¡Ethan! No seas malo. Van a ser unos prefectos maravillosos. — Dijo guiñando un ojo a los chicos. — Gracias, Gal, pero creo que tú no tienes voz en eso. — Ella rio. — No, es verdad, pero expreso mi opinión.Yo sí tengo voz, Ming. — Dijo Kyla asomando por un lado. — Y opino igual que Gal, pero hay que saber aceptar cumplidos también.Si yo lo acepto. — Dijo la chica tranquilamente.

    Nuestro taller va a ser el mejor porque tiene parte de todos nuestros seres queridos. — Dijo mirando a Marcus con ilusión, porque era hablar del taller y venirse arriba. La tranquilidad se acabó cuando llegaron Darren y Peter, y le tuvo que dar la risa floja con aquella felicitación. Abrió mucho los ojos cuando Peter empezó aquella disertación sobre cómo Poppy y ella eran hermanas, pero detectó los intento de su amiga y le siguió el rollo, tratando de callarle. — Mira, Peter, ¿quieres un poco de tortitas? Que a mí me van a sobrar.¡Anda sí! — Y se puso a picar de su plato. — Darren, el regalo… — Murmuró entre dientes Lex. — ¡Ay sí! Cuñadita, este es un invento fantástico que hemos hecho entre los dos. Yo la parte creativa y bonita y Lex los hechizos, que para eso es hijo de su madre. — Alice sonrió y abrió el papel de charol azul con un lacito dorado. — ¿Qué es? — Dijo mirando aquella especie de marcapáginas pero hecho en cartón y con degradados en azul. De hecho había varios. — ¿Qué…? — Es un medidor para saber cuándo hay que regar las plantas. — Dijo Lex inmediatamente. ella le miró con los ojos muy abiertos. — Sabemos que eres una crack con la plantas y que no te hace falta, pero como deducimos que vais a tener muuuuuuuuchas plantas, así no tienes que tener en la cabeza cuándo hay que regar cada una. — Alice parpadeó y amplió la sonrisa. — ¡Es alucinante! ¿Cómo se os ha ocurrido algo tan genial? Es superútil y para las plantas y… Lleva Alice Gallia escrito en el regalo vaya. — Dijo Ethan. — Solo falta que tenga la cara de Marcus estampada ahí arriba y sonría o se ponga triste según falte el agua. — Entonces escuchó una carcajada sincera de Lex. — Tenía que haberlo pensado. — Miró a Marcus. Eso sí que era un regalo de cumpleaños, estar así.

    La mañana se les pasó entre felicitaciones, hablar de regalos, anécdotas, y quizás un poquito de nostalgia porque el final de Hogwarts cada vez se veía más cercano. Pero Alice necesitaba un momento con Marcus, un segundo aunque fuera para poder escaparse, que era lo que mejor se les daba. — Hermana, entonces voy a buscarte unas campanulas, y más flores, y alguna morada, por mamá, Olive me va a ayudar, para no liarme con las flores. Me parece precioso patito, querré ver ese ramo en cuanto lo tengas. — Dylan salió corriendo, siendo tirado de la mano por Olive. — ¡Vale! ¡Lo haré! ¡Y te buscaré! — Ella asintió y de la misma, se enganchó del brazo de Marcus, susurrando a su oído. — Vámonos YA. Esta siendo el desayuno-almuerzo más largo de la historia. — Se separó un poco y le miró con la ceja alzada. — Sígueme, prefecto mío. — Y salió corriendo.

    Llegó al patio sur, donde aquel día le contó su sueño. Tenía muy claro a dónde quería ir, desde que tuvo aquel sueño no se lo quitaba de la cabeza. Al llegar, cogió las manos de su novio y le atrajo sobre ella, dándole un beso con una gran sonrisa. — ¿Sabes cómo estaba el día que te conté aquí mi sueño? — Suspiró. — Realmente creía que nunca podría estar contigo. Y míranos ahora, aquí. — Alzó la cabeza y le volvió a besar, tiró de él hacia el balcón que miraba al Lago Negro, como aquel día. — Aquella mañana… — Apoyó la espalda contra la barandilla y apretó a Marcus sobre ella. — Iba a decirte… Marcus… — Se acercó a sus labios para susurrar. — Escápate conmigo. Hazme tuya y lleguemos hasta el final… Los dos queremos… Será nuestro secreto. — Acabó por besarle y pasar los brazos por su cuello. — ¿Quieres saber el reto de mi regalo? — Volvió a besarle pero con más intensidad. — Haz mi sueño realidad. Llévanos al baño de prefectos. Quiero verlo antes de irme… Contigo.


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    Mar Dic 21, 2021 4:08 am

    El efecto Kepler
    CON Alice EN Sala común EL 14 de abril
    Atendió al regalo de Darren y Lex mientras comía y abrió mucho los ojos, dejando de masticar. - ¡A ver! - Pidió a Alice, cogiendo uno de ellos para mirarlo de cerca. Luego se giró a Lex. - ¡Es genial! Es superpráctico, mil gracias. - Peter soltó un profundo y cómico suspiro y dijo. - Aaay, un día no es un día completo y feliz hasta que no oyes a un Ravenclaw decir con ilusión "es superpráctico". - Eso desató varias risas y Marcus se vengó lanzándole una nuez de su plato, aunque en el fondo también se estaba riendo. La bromita de Ethan y la aseveración de Lex le hicieron rodar los ojos. Ya, muy graciosos. Luego miró a Alice... Y le dio exactamente igual que siguieran metiéndose con él, porque verla tan feliz, saber que tenían tantos proyectos juntos y que esas personas estaban con ellos en eso, no le borraba la sonrisa de la cara.

    Se estaba terminando el último bocado de su plato cuando su novia le enganchó y le pidió irse YA, y Marcus supo en ese segundo que la comida que tenía en la boca se la iba a tragar ya corriendo fuera del Gran Comedor. No se equivocó. - ¿Ha empezado ya el reto? - Bromeó entre risas, aunque con un ligero toque tenso en la voz. Solo se le ocurría a él decirle "sí a todo" antes de saber siquiera qué le iba a proponer, parecía que no había aprendido nada en todos esos años. La Alice reciente le recordaba muchísimo a su Alice original, a la que conoció en primero, y eso le encantaba y le enamoraba... Pero era un peligro, porque si la Alice de once años no tenía límites, una Alice especialmente feliz porque acaba de cumplir dieciocho, a saber qué podía inventar.

    Recibió su beso y sonrió él también, riendo ante su pregunta. - Sé como me dejaste a mí. - Respondió. Pocos quebraderos de cabeza le había dado ese sueño y todas las cositas que Alice se había dedicado a hacer para provocarle desde los catorce hasta que empezaron a salir. Volvió a besarla, y se hubiera quedado ahí, entretenido un poco más en ese beso, pero esa novia suya que pensaba mucho más rápido que él le arrastró hasta el balcón. El susurró le hizo mirarla, mordiéndose el labio. - ¿Ya vamos a empezar así el cumpleaños? - Susurró de vuelta en tono bromista. - Que no son ni las diez de la mañana. - Pero vamos, que no se pensaba quejar. Si no fuera porque empezaba a sentir miedo real sobre en qué consistiría el reto. El final que Alice quería para el mismo se veía venir, y por él encantadísimo, tenía la esperanza de que fueran por ahí los tiros. Lo que hubiera que hacer para conseguirlo, era otra historia...

    Recibió el beso y contestó. - Lo estoy deseando. - Y esperaba no haber sonado muy falso del todo. A ver, que sí, que iba a ser (esperaba) su último reto en Hogwarts, que llevaban siete años así y le hacía ilusión. Pero temía haberle dado demasiadas alas a una chica que ya hacía lo que le daba la gana a los once años con un Marcus chillón diciéndole "eso no se puede hacer, me vas a matar de un susto, nos van a echar". Ahora tenía la carta del novio-prefecto, su beneplácito, mucho más conocimiento del castillo, más sabiduría de la que te da la edad y final sexual como premio. Aquello era una temeridad que no sabía en qué estaba pensando cuando la aceptó... Probablemente en el final sexual como premio. Pero diría que había sido por la nostalgia.

    Pero cuando el siguiente beso acabó y confesó lo que quería, abrió los ojos y se quedó mirándola por unos segundos, como bloqueado. Parpadeó varias veces. De repente, toda esa tensión, todos esos miedos absurdos, su necesidad de corrección absoluta, de no pasarse ni medio centímetro de la raya con las normas... Todo eso se le antojó tremendamente ridículo, sobre todo porque Alice YA había estado en ese baño... Y no se acordaba. La metieron allí en las circunstancias más escandalosas posibles, un montón de personas, improvisando, estando drogada con una planta perdida, con el puesto de prefecto recién cogido tanto él como Olympia... Y no pasó nada. Nadie dijo nada, nadie les pilló, aquello simplemente no pasó, y Alice ni siquiera lo sabía... Y ahora, al verlo con la retrospectiva de los casi dieciocho años, con un pie fuera de Hogwarts y después de haber vivido las cosas que habían vivido... Le hizo tanta gracia que se tapó la cara lentamente y rompió a reír. Seguramente fuera porque estaba más tenso de lo que quería reconocer y, al escuchar el reto y pensar en todo lo que había en torno a él, se dio cuenta de la cantidad de cosas que podría haber hecho sin que le costara mal rato alguno. Pues Alice vería su sueño cumplido, iban a ir al baño de prefectos... Pero antes se pensaba divertir un ratito a su costa.

    Cuando pudo dejar de reír (y le costó parar, porque la cara de confusión de Alice planteándose qué demonios le pasaba en la cabeza a su novio), suspiró dramáticamente y respondió. - Mi amor... - Miró hacia arriba, mojándose los labios varias veces, como si pensara qué decir a continuación, con una mano en la cintura. Así permaneció un prolongado e irritante minuto entero, pero habló a lo justo antes de que Alice se impacientara y le interrumpiera. - ¿Te he hablado alguna vez del efecto Kepler? - Tuvo que mojarse los labios de nuevo exagerada y ceremoniosamente porque la cara que se le quedó a Alice tras semejante cambio de tema le estaba haciendo llorar de la risa internamente. Suspiró una vez más como un señor mayor que se dispone a dar una charla educativa a sus aprendices, se cruzó de brazos y se apoyó elegantemente en la barandilla del balcón, dispuesto a soltarle a Alice una chapa tremenda y, sobre todo, que no venía a cuento para nada.

    - ¿Recuerdas cuando estudiamos las leyes de Kepler? Eran tres. - Miró al paisaje y alzó un índice. - Primera: Todos los planetas se desplazan alrededor del Sol describiendo órbitas elípticas. El Sol se encuentra en uno de los focos de la elipse. - Alzó otro dedo. - Segunda: El radio vector que une un planeta y el Sol recorre áreas iguales en tiempos iguales. - Alzó uno más. - Y tercera: Para cualquier planeta, el cuadrado de su período orbital es directamente proporcional al cubo de la longitud del semieje mayor de su órbita elíptica. Ojo que esta es la más complicada. - Como le gustaba usar los conocimientos para cachondearse así de alguien con quien tuviera mucha confianza, y Alice era siempre la mejor opción, porque le subía las apuestas, le seguía el rollo, tenía muchísimo sentido del humor y sus reacciones eran las más graciosas. - En otras palabras, si trazamos una elipse, el Sol estaría en uno de los focos y un planeta en cuestión se moverá más rápido cuanto más cerca esté del sol teniendo en cuenta que, en tiempos iguales, las áreas barridas por los planetas son iguales. - Chasqueó la lengua. - Como te digo, la tercera ley es la más compleja. Viene bien tener siempre un Harmonices Mundi a mano, que es donde la formula... Por cierto, ¿sabías que en esta biblioteca NO tienen el Harmonices Mundi? Pff, indignante. - Le estaba quedando de miedo la ficcioncita, y después de preguntarle si sabía lo que era "el efecto Kepler", se había enrolado en una de las suyas y así pensaba seguir, dejando a Alice con la intriga un rato más. ¿Quería reto? Iba a tener que currárselo. Marcus dijo que le daría un sí, no que no se lo tuviera que trabajar.
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    Mar Dic 21, 2021 9:11 am

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    CON Marcus EN Sala común EL 14 de abril
    Rio en los labios de su novio y dijo. — Puede que fuera mi intención ponerte un poquito… — Dejo un breve beso. — Y sí, ya estamos así. No creo que vayas a quejarte. — Completó con fingido tono de pena. Volvió a reírse y le miró a los ojos. — A ver, cariño, no me mientas. Piensas tan mal de mí que ya crees que te voy a hacer trepar la torre Ravenclaw. — Se quedó mirándole a los ojos, un segundo en silencio, en el que ambos dejaron el reto flotar en el aire como si fuera una posibilidad real. — No voy a hacerte trepar la torre Ravenclaw. — Suspiró un poquito. De verdad, no estaba tan loca. ¿No había aprendido nada viendo al resto de los Gallia?

    Ahora, lo que no se esperaba, era aquella reacción de su novio. Cuando le dio la risa, se cruzó de brazos y alzó una ceja. A ver, no era como si no trajeran aquella coña desde que empezó a ser prefecto, de verdad, ¿qué pensaba que le iba a pedir? Tampoco había TANTAS cosas prohibidas que hacer en Hogwarts. Bueno, sí las había, pero ninguna que tan evidentemente fueran a disfrutar los dos. Vamos, que a su novio se le estaba yendo la pinza. Parpadeó cuando empezó a hablarle y soltó un hondo suspiro cuando vio que ya estaba empezando un discursito de los suyos. Bueno, ya se estaba viendo venir el templo del saber que no se podía profanar (sí, sí, ya, ya, dependía del día), pero frunció el ceño sin poder evitarlo, completamente extrañada. — ¿Kepler? — A ver qué tendría que ver Kepler con el baño de prefectos y lo que pretendía que hicieran.

    Entornó los ojos y suspiró mientras oía las leyes de Kepler. — Como te estés inventando que nos vamos a saltar la tercera ley de Kepler por colarnos en el baño, me vas a oír tú a mí cuando acabes. — Dijo con media sonrisilla, porque en el fondo es que le gustaba que su novio se hiciera el intelectual y se lo pusiera difícil. Y si no, los siete años de relación les avalaban, que a base de hacerse el listillo la había acabado perdiendo por sus huesos muy largos. Achicó un ojo, haciendo memoria. — Amber tiene uno. Se lo pides y ya está. Y seguro que tus abuelos tienen otro… — Contestó a lo del Harmonices Mundi. — Hay pocos porque se perdieron en la Segunda Guerra Mundial, y los muggles ya no lo editan por lo de los telescopios y eso. — Era una faena cuando los muggles dejaban de editar libros, siempre eran más fáciles de encontrar cuando los publicaban ellos.

    Pero además, estaba ante ella. Igual no entendía muy bien qué tenía que ver todo eso con lo que pretendían hacer, pero Alice Gallia siempre tenía que ser más, y además, si en algo era experta, era en llevarse a Marcus O’Donnell a su terreno. Empezó a caminar lentamente hacia Marcus. — Entonces, teniendo en cuenta cuál es el sol de mi vida… — Ladeó la cabeza haciéndose la loca. — Y si tomamos al bueno de Johannes al pie de la letra… Si me alejo… — Dijo pasando por el lado de su novio hacia el otro extremo del balcón. — Iré más leeeeeeeenta. — Ralentizó el discurso y se dio la vuelta sobre sí misma, agarrándose a la barandilla con la otra mano. — Y si me acerco… — Dijo contoneando más las caderas al acercarse a él. Le rodeó con un brazo y pegó su cuerpo a él, quedando sus rostro muy muy cerca, sin dejar de mirarle a los ojos. — Me moveré más rápido… Y estando tan tan cerca… — Se mordió el labio inferior. — Será muy muy rápido, ¿no? — Ladeó la cabeza y puso voz de niña buena. — ¿Es ese el efecto Kepler, mi vida?


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    Miér Dic 22, 2021 6:24 am

    El efecto Kepler
    CON Alice EN Sala común EL 14 de abril
    La cara de descuadre de su novia no tenía precio, se tuvo que aguantar muy fuertemente la risa para no estallar mientras hablaba de las teorías de Kepler y el Harmonices Mundi. Tenía que seguir manteniendo su tontería, por lo que ante esa amenaza puso una expresión ofendida y muy convencida. - No no, que va en serio. - Sí, súperenserio. Los tiros no iban por donde Alice creía, por soltar un responso para decirle que no podían hacer lo que ella quería hacer. Lo iban a hacer, eso estaba ya más que decidido. Solo quería reírse un ratito hasta llegar allí.

    Por supuesto, su novia tenía que coger su propia broma y retorcerla para llevársela a su terreno. Una de las muchísimas cosas que le gustaban de ella. La fue siguiendo con la mirada mientras hablaba, con una sonrisa de lado y pose segura. Pasó sus brazos por su cintura cuando se acercó a él, mirando sus labios al hablar. - Me parece una buenísima aplicación de la teoría. - Dijo en tono suave, sin perder la cercanía. - Muy plausible... Muy concreta... Muy acertada... Muy fácilmente verificable... - Ladeó la cabeza, se mojó los labios mientras la miraba y mantuvo el silencio unos segundos. Tras esto, siseó. - Pero me temo que no. No es ese el efecto Kepler al que me refería. - Se separó. - Aunque me gusta como piensas. - No iba a resolver eso tan fácilmente. Aún podían jugar un ratito más.

    Con un teatral suspiro de mago erudito que se dispone a ilustrar a una audiencia, se giró, ofreció el brazo a su novia para que se enganchara y comenzó lentamente a caminar, aparentemente sin dirección, pero iba hacia el baño de prefectos, obviamente. - El efecto Kepler es... Complejo. - Se mojó los labios, mirando hacia arriba, pensativo, dándose su tiempo para elaborar. - Durante años, los humanos pensaron que era el sol quien giraba alrededor de la Tierra y no al revés... Fíjate, tantos años de dar algo por sentado, y esto no solo cambia un buen día, tras diversas investigaciones y sorteando muchas persecuciones, sino que, a raíz del nuevo paradigma, se crea todo un mundo detrás... Cosas que parecen de saber popular, cosas que todos damos ya por sentadas, que creemos como verdad universal... Y que, sin embargo, están incompletas. Erróneas algunas, incluso, y la verdad solo la conocen unos pocos sabios. - Frunció los labios en expresión pensativa y prolongó una pausa, mientras seguía tranquilamente caminando.

    - Soy de los que piensan que todo sabio tiene... Secretos. No secretos personales, sino un saber, una verdad como dirían los alquimistas, que solo ellos saben. Y que, paradójicamente, contradice a la verdad que ellos mismos divulgan. - Hizo otra pausa, y tras esta, alzó un índice. - ¡Pongamos un ejemplo! - Lo dicho, pensaba prolongar eso todo lo posible. Se estaba riendo mucho en sus adentros. - Uno muy simple. Imagina que, tras muchísimas investigaciones y estudios, el primer herbólogo de la historia determina que las hojas de las plantas son verdes. Verdad universal: las hojas de las plantas son verdes. Simple, sencillo. Todo el mundo lo sabe. - La miró, con esa expresión tan de Marcus cuando se adentraba en un tema intelectual. - Sin embargo, ese mismo herbólogo, el mismo que divulgó la verdad universal de que las hojas de las plantas son verdes, ha realizado unas investigaciones y estudios tan profundos que... Ha descubierto cosas. Cosas como que, en realidad, su color no es verde, sino... Otro. No sabemos cual, solo lo sabe él, y quizás algunos privilegiados de su equipo. Decirlo ahora contradeciría sus propias teorías, y crearía un cisma en las verdades universales, una confusión perpetua sobre como son las hojas de las plantas... Y por tanto, considera mejor, más divulgativo y sano para el conocimiento general, dejar que algo muy evidente y obvio, muy conocido por todos, permanezca así, no generando el caos ni diciendo algo que es absolutamente mentira, aunque tampoco sea absolutamente verdad. Es una no-verdad que no daña a nadie, y un buen sabio sabe que la verdad absoluta podría ser más dañina. - Menuda chapa. Alice debía no saber ya a esas alturas por donde le venían los golpes.

    Se estaban acercando al pasillo del baño de prefectos, pero Marcus estaba muy lejos de terminar. - Creo que Kepler ocultaba algo. Y como Kepler, todos los sabios. El efecto Kepler, por tanto, se produce cuando el propio sabio que ha promulgado una verdad, una teoría irrefutable, es quien sabe que esa verdad no es absoluta, que hay otra verdad oculta que solo él y quizás unos pocos privilegiados conocen, pero que divulgarla solo generaría el caos y, por tanto, se la guarda para sí. El creador de la teoría es el primero que sabe que esa teoría no es real, pero hay una estabilidad, una verdad universal que mantener, y por el bien de la humanidad la favorece. - Y ya sí, habían llegado a los alrededores del baño de prefectos, al inicio del pasillo. Y ahí se detuvo, se giró a Alice con una sonrisa ladina y dijo. - ¿Qué te parece? -
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    Miér Dic 22, 2021 8:55 am

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    CON Marcus EN Sala común EL 14 de abril
    Ya, si conocía de algo a su novio eso no se acababa ahí ni de broma. Ni aunque hubiera acertado lo que era el dichoso efecto Kepler. Al menos podía ver que ya le estaba tentando bastante, así que nada, seguiría con aquella técnica hasta que su novio se cansara, o le provocara lo suficiente como para que se dejara de tonterías y cumpliera por fin lo que le había prometido. Chasqueó la lengua, como si de verdad estuviera jugando a adivinar algo. — Qué lástima. Estaba a puntito de proponerte comprobar la tercera Ley de Kepler. Pero nada, tú sigue ilustrándome. — Dijo con media sonrisilla y alzando las cejas. No era como que se estuviera muriendo por tener un momento a solas con su novio y celebrar su cumpleaños por todo lo alto. No, Kepler primero.

    Se enganchó a su brazo, satisfecha en el fondo, porque era lo que quería desde hacía años, ir por la vida de novia del prefecto O’Donnell, y, por suerte o por desgracia, ese privilegio venía de la mano de los eternos discursos de su novio. Pero parte del por qué se había enamorado de él era eso así que… Escuchó el discurso sobre Kepler, y lo cierto es que su mente viajó a esas lejanas épocas, cuando había que demostrar la valía de esas formas, siendo perseguido, sin herramientas, sin nadie que lo hubiera hecho antes… — ¿Sabes? Me encantaría que descubrieramos algo así. De la nada, de la observación… Y de repente cambiarlo todo. — Le miró a los ojos y sonrió. — Sabes que seríamos perfectamente capaces de hacerlo. — Volar alto con Marcus era demasiado fácil.

    Ladeó la sonrisa y alzó una ceja. — Y déjame adivinar. Tú, como buen genio que eres, mi sol, también tienes un gran secreto, una media verdad. — Se mordió el labio. — ¿Que yo voy a tener que adivinar para que me des lo que quiero? — Puso cara pillina, como cuando eran pequeños. — Aunque no te veo yo aceptando que has ocultado una graaaaan verdad perjudicial. Nos e te da tan bien guardar secretos O’Donnell… — Le hizo cosquillas con una sonrisilla.

    Se asomó por encima del hombro de Marcus y alzo una ceja, ampliando al sonrisa. — Ajaaaa… ¿Crees que no sé dónde está el baño de prefectos, mi adorado perfecto prefecto? — Le pasó las manos por el cuello y puso cara de estar pensando. — ¿Cuál puede ser la oscura verdad que mi sol me está ocultando a mí y al mundo? Espera, eso es un contrasentido. — Le besó brevemente. — Tú alumbras demasiado para tener un secreto oscuro. — Rio y volvió a besarle, dejándose caer contra la pared. — ¿No me irás a decir que en verdad el sol orbita alrededor de la luna o algo así? — En el fondo le hacía mucha gracia aquel jueguecito. — No, no, espera tu oscura verdad es que en verdad te encanta que te meta en líos y por eso has acabado conmigo. — Le dio un piquito y susurró. — Para siempre. Vamos, eso sí que sería una verdad impactante.

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    Miér Dic 22, 2021 11:07 am

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    CON Alice EN Sala común EL 14 de abril
    Pronunció la sonrisa orgullosa y respondió. - Lo seríamos. - Estaba muy arriba, Marcus enseguida se mimetizaba con ese rollito del erudito chulesco y se creía capaz de cualquier cosa, más aún con Alice al lado. Más aún sintiendo que sabía algo que ella no podía imaginar ni en sueños... Bueno, en sueños sí, pero no imaginaba que le había ocurrido ya y no se acordaba. Le gustaba tanto ese juego... Y Alice le ponía tan en bandeja que le gustara aún más...

    Volvió a llevarse una mano al pecho, arqueando las cejas en un teatral gesto sorprendido cuando le dijo que si él era el gran sabio que estaba ocultando un secreto. Pero lo que dijo luego sí que le gustó. Que no se le daba tan bien guardar un secreto. Lentamente fue torciendo una sonrisa ladeada, entrecerrando ligeramente los ojos como un villano de cuento, y simplemente dijo, paladeando cada letra. - Es verdad. Se me da fatal. - Mientras notaba por dentro crecer la satisfacción más y más. Estaba deseando ver la cara de Alice cuando ese que no sabía guardar un secreto le confesara que hacía dos años que la metió en el baño de prefectos en conspiración con la mitad de sus amigos y no se había enterado nadie. Ni siquiera ella misma.

    Se mojó los labios para aguantarse la risa, porque su novia parecía una niña ilusionada descubriendo hasta donde la había llevado. Aún tenía que mantener el tipo para que continuara su ficcioncita, así que no dijo nada, solo sonreía imperturbable y la miraba mientras le hablaba. Tras besarla, respondió. - El efecto Kepler no dice nada de que el secreto tenga que ser oscuro necesariamente. Es un secreto. Todo secreto tiene su parte de luz y su parte de oscuridad. - Rio a su siguiente pregunta. - Sería un buen giro argumental, pero no, no es eso. - Se acercó a su rostro y rozó su nariz con la de ella. - Aunque este sol lleva orbitando alrededor de su luna ya seis años y no piensa parar, así que te la doy por válida. - Volvió a reír. - Eso no es un secreto, princesa, eso lo sabe ya todo el mundo a estas alturas. O al menos confiaba en que tú lo supieras. - Ladeó la cabeza. - Siempre y cuando esos líos no nos pongan en peligro a ninguno de los dos. Emoción controlada, ya lo dije en su momento. - Besó sus labios y susurró. - Para siempre. - Y pareciera que aquello iba a permanecer en un momento romántico e íntimo de ellos dos... Si no fuera porque el juego aún estaba en curso.

    - Pero no, no es nada de eso, Señorita Gallia. - Dijo, retirándose de ella y recuperando un tono normal. Se llevó las manos tras la espalda y comenzó a andar en dirección al baño, como quien no quería la cosa, dejándola por un momento atrás. Obviamente, sabía que se le iba a poner a la altura en apenas segundos. - Al igual que tú reflexionabas antes sobre tu sueño... El reto que me has propuesto... Me ha hecho reflexionar. - Se giró, con su sonrisa fruncida, y comenzó a andar de espaldas para poder mirarla. - Y recordar aquella vez que me peleé con la bibliotecaria porque no había Harmonices Mundi en la escuela... Con el trabajo tan importantísimo que teníamos que hacer... - Rio un poco, como si recordara. - Qué día, ¿eh? En quinto que estábamos, justo con los TIMOs a la vuelta de la esquina. - Entonces, se detuvo, como si acabara de caer en algo. - Oooh espera... ¿Puede ser ese el día que tuviste el pequeño percance con...? Ya, claro, creo que no lo recuerdas. - Suspiró sonoramente y se giró de nuevo, mientras caminaba lentamente por el desierto pasillo. Si en los días de diario había poca gente por allí de normal, un domingo directamente no había nadie.

    - ¿Cuántos sabios habrá en el mundo con secretos que consideran mejor no confesar? - Reflexionó, filosófico, en voz alta. - ¿Cuántas veces habremos tenido esos secretos delante de las narices y pensado... "Ojalá tuviera este conocimiento, ojalá vivir esta experiencia"? Y ahí estaba, delante de ti, pero... No la viste. - Alzó un índice, orando hacia la nada, sin mirar a Alice, como un sabio griego que ilustra a su pueblo. - Simplemente por desconocimiento, simplemente... Porque contradecía una verdad universal. - Se detuvo en seco y chasqueó la lengua. - Kepler... - Se giró hacia Alice. No se había detenido en un punto casual, sino justo delante de la puerta de los baños. - Me ha sorprendido tu reto. No, no esperaba que me pidieras escalar a la Torre Ravenclaw, pero... Tampoco que no hubieras ya descubierto el secreto de este sabio a estas alturas. - En un segundo y antes de darle tiempo a reaccionar, miró a los lados, comprobó que no venía nadie, abrió la puerta y tiró de la mano de Alice hacia el interior del baño, cerrando tras él.

    Tras meter a su novia dentro y cerrar, de espaldas a la puerta, pasó la varita por encima de su hombro y esta se cerró con un chasquido. Ladeó la cabeza con una sonrisa ladina. - Se me da bien esto de los hechizos silenciosos. - Sobre todo con uno tan fácil y tan trillado como un Fermaportus. El Silentium modificado por William era otra cuestión, así que ese sí lo pronunció. Una vez lo hizo, se guardó la varita y dio un par de pasos hacia Alice mientras decía. - Tienes razón... No sé guardar un secreto. - Siseó, entrecerrando los ojos. - Si no fuera porque... Puede que esa tarde que tienes borrada de tu memoria no solo habláramos de Kepler. Puede que cierto sabio y su equipo de sabios descubrieran que, lo que parece una verdad universal, puede no serlo tanto... Puede romperse, que nadie se entere y que no ocurra nada... Pero, si hacemos esto público, el mundo podría convertirse en un caos, en el que todo el mundo hiciera lo que quisiera... - Ladeó aún más la sonrisa y se pasó la lengua por los dientes. - ...Y en el que las novias no pidan como desafío final entrar a un sitio en el que ya han estado. - Se mojó los labios y dijo. - Tú ya estuviste en el baño de prefectos, Alice Gallia. - Arqueó una ceja. - Si quieres, te lo cuento... O también podemos hacer como que es una verdad inexistente. -
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    Miér Dic 22, 2021 11:53 am

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    CON Marcus EN Sala común EL 14 de abril
    Rio con los roces de su novio. — Orbitamos uno en torno al otro. Saltándonos todas las leyes planetarias, mi amor. — Lo de emoción controlada le hizo cosquillas en el estómago y devolvió el beso con ternura y pasión, como si reafirmara ese “para siempre”. Pero su novio tenía más ganas de jugar, y ella simplemente le observó con una sonrisa, apoyándose en la pared. Pero frunció el ceño. — ¿Cuándo te has peleado por el Harmonices Mundi? — A ver, que Marcus se peleaba con al señora Bins al menos una vez a la semana, pero no recordaba que ninguna hubiese sido por el Harmonices Mundi. Ah, que tenía truco, que era del día aquel que… Ay, malditos Oly e Ethan… Espera… Pero, ¿qué tiene que ver todo eso con lo que me acabas de soltar de Kepler?

    Empezaba a olerse que ahí había algo más, y era un recurso muy habitual en su novio esconder algo importante o que quería ocultar, con mucha palabrería por encima. La verdad universal… Todo la tenía muy confusa y deseando saber más. Claro, Marcus sabía perfectamente cómo captarla, menudo zorro estaba hecho. — ¿Qué…? — Pero no le dio tiempo ni a preguntar por el secreto ni a oír la respuesta, porque se vio arrastrada dentro del baño. Y pensaba disfrutar del momento de por fin entrar allí, pero su novio haciendo hechizos silenciosos con aquella sonrisa chulesca era definitivamente más interesante. Se mordió el labio inferior y le miró intensamente. — Tú sigue así, que igual me salto la máxima de querer saber siempre más y te arranco la ropa antes de que puedas seguir vacilándome. — Acarició su chaqueta sin quitar la sonrisa y alzó las cejas. — Y sería una pena, con lo guapo que vas.

    Pero Alice tendría que nacer de nuevo para no poner toda su atención en lo que estaba contando. Y mientras le iba oyendo sí se empezó a percatar de algo… Aquel baño que tanto había ansiado ver… Era igual que en su sueño, tal como lo había imaginado. ¿O es que no lo había imaginado? El pensamiento llegó al mismo tiempo que la confirmación de Marcus. Abrió la boca, sin poder evitar sonreír y mirar a Marcus con la cara ladeada, dando un paso atrás. — Espera, espera… — Negó con la cabeza. — Yo olía a un jabón que no era mío al día siguiente… Todo mi uniforme… — Frunció un poco el ceño sin perder la sonrisa. — No me creo que te metieras en una bañera conmigo… ¿Solos tú y yo? — Negó más veces. — No, no, mira, efecto Kepler y lo que tú quieras, pero no me creo que te metieras conmigo en una bañera estando yo… Como estuviera que ni me acuerdo. — Soltó una carcajada incrédula. — Pues obviamente que quiero saberlo.

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    Miér Dic 22, 2021 2:13 pm

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    CON Alice EN Sala común EL 14 de abril
    Rio entre dientes, mordiéndose el labio y mirando a su novia acercarse. Con lo que él había dicho y abanderado que en el baño de prefectos no podía entrar nadie que no fuera prefecto... Pero estaban a poco más de un mes de irse de Hogwarts, dudaba que su puesto fuera a peligrar a esas alturas, y esas Pascuas le habían hecho relativizar mucho el estricto e ineludible cumplimiento de normas. No es que Marcus dejase de ser quien era y empezara a cometer ilegalidades... Pero no iba a hacer un drama por meterse con su novia un ratito en el baño de prefectos en el día de su cumpleaños, un domingo, cuando allí no había absolutamente nadie ni iba a pasar nada, no les iban a pillar ni iban a correr ningún riesgo, en todo caso a llevarse una muy buena experiencia. No podía ser peor que lo de quinto, que al final no había tenido ninguna consecuencia. Lo dicho, era el momento de relativizar un poco los dramas, que ya tenían suficiente con la vida real como para añadir más.

    Cuando dejó de bromear sobre lo que hacer con él fue cuando empezó a tomar conciencia de lo que le estaba diciendo, y su reacción no se hizo esperar. - Que observadora. - Dijo con tono seductor en referencia a lo del jabón. Arqueó una ceja y volvió a acercarse a ella, solo un paso. - ¿No te lo crees? - Chasqueó la lengua. - Vaya... Eso complica un poco los planes a corto plazo. - Tentó. Aunque sus negaciones le hicieron reír. Con lo que a él le gustaba dejar descuadrada a la gente, venirse arriba, chulear, creerse más listo que nadie... Sí que tenía una potente vena Slytherin. Y los niveles de excitación por las nubes, dicho fuera de paso. Alice le había tentado demasiadas veces con aquello, y ahora por fin había decidido dar el paso de hacerlo. Entre lo que le gustaba aquel jueguecito y la situación favorable que tenían, ya no podía pensar en otra cosa.

    Se mojó los labios de nuevo, tentativamente, y terminó de acercarse a ella. - ¿Y cuándo quieres saberlo? ¿Antes o después de arrancarme la ropa? - Susurró, sabiendo lo que estaba provocando con aquello. Se lo iba a contar, pero quería hacerlo desde el principio y con todos los detalles. Y algo le decía que preferían gestionar otras cosas antes de eso.
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    Miér Dic 22, 2021 3:04 pm

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    Se pasó la lengua por los dientes y sonrió. — ¿Y cuáles eran tus planes a corto plazo? ¿Dejarme aquí bañarme a mi aire y hacer guardia en la puerta o qué? — Rio y negó con la cabeza. A ver, ahora tenía un problema, porque se estaban contraponiendo las dos sensaciones más fuertes de su vida: querer saber más y desear a Marcus. Pero había algo que era más fuerte que todo eso: Marcus retándola. Rio y le pasó un dedo por la cara, mirándole a los ojos. — Te veo ansioso, cariño… — Rio. — Bueno, igual ansioso no es la palabra buena… — Vamos, a quién querían engañar, se necesitaban el uno al otro más que ningún conocimiento del mundo.

    Recortó la distancia con Marcus un poco bruscamente, y se lanzó a besarle, apretándole contra ella con una mano y enterrando otra en su pelo. Y era uno de esos besos que sabía que activaban todos sus nervios, que les conectaban a todos los niveles. Y sí, le arrancaría la ropa, pero ella también podía jugar con él. Cuando acabara ese beso, claro, tonta tampoco era.

    No voy a ser tan tonta de no disfrutar ya que estoy aquí. Lo voy a probar TODO. — Dijo paladeando la última palabra, mientras se quitaba los botines que llevaba. — Solo voy a estar una vez, que recuerde, por lo visto, en el baño de prefectos… — Se bajó las medias y las tiró, pero se quedó con el vestido. Con una sonrisa traviesa se fue hacia los grifos, empezando a toquetear todo lo que veía. — ¡Oh! Que la puedes poner del color que quieras, ¿por qué sale roja por defecto? — Dijo ofendida. Iba a cambiarla, pero puso una sonrisa pillina, y aprovechó que su novio había aparecido por allí cerca para desviar agua de dos de los chorros y mojarle, riéndose como un diablillo justo después. — Cuidado que te vuelves Gryffindor. — Y siguió riéndose mientras la cambiaba a azul, pero se levantó corriendo, huyendo de ahí con pasitos cortitos, corriendo, sí, pero, en el fondo, tentando a Marcus a llegar hasta ella.

    Se dirigió a las jaboneras y otros tarros de cristal que había por allí. — ¡Venga ya! ¡Tenéis de todo! Esto es injusto. — Y empezó a apretar de todos los jabones cuyos olores le combinaban y a tirar bolitas de sales de baño. — ¡Guau! ¡Mira cuántas burbujas! Mola muchísimo. — Se giró a su novio y se acercó a él con las manos en las caderas. — Y tú negándomelo durante tanto tiempo. — Achicó los ojos. — ¿No te picaron un poquito las ganas de escaparte aquí cuando te conté mi sueño? — Preguntó tentativa. Luego se acercó a su oído y susurró. — Porque se me ocurren un par de cosas que podemos ir haciendo para cumplirlo… Un poquito más sutiles que arrancarnos la ropa… — Hizo un ruidito como si se lo estuviera pensando. — Has esperado dos años a contármelo… Yo creo que puedes esperar unos minutitos más. — Dijo antes de ponerse a besar su cuello y morder su oreja suavemente.


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    Miér Dic 22, 2021 3:47 pm

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    Frunció una falsa mueca pensativa. - Creo haber tomado las precauciones pertinentes para no necesitar montar guardia en la puerta. Quizás mi recién adquirida habilidad no te ha permitido oírlo. - Vaciló. Se mordió el labio, mirándola con deseo mientras le acariciaba la cara, y respondió. - ¿De ti, después de hacerme colarte en un lugar prohibido?... Un poquito. - Rio levemente después. No, ansioso no era la palabra que más le representaba en esos momentos.

    Ese beso apasionado le hizo pensar por un momento que Alice había optado por dejar la historia para más adelante, y él ya estaba más que dispuesto a dejarse guiar por ella. Pero debía ser muy ingenuo si pensaba que Alice no le iba a devolver el jueguecito de estirar el tiempo y tentarle. Se pasó los dedos por los labios y rio un poco, viéndola descalzarse y quitarse las medias. Él también se quitó los zapatos y los calcetines, por supuesto con más lentitud, porque ese pajarito travieso que tenía por novia estaba ya toqueteando todos los grifos. El comentario de que sería la única vez que tuvieron eso le hizo arrepentirse de no haberse atrevido antes, pero cuando la vio tocándolo todo se alegró de haber esperado a ser un Marcus un poco más relajado. En momentos previos le hubiera dado un infarto solo de pensar que pudiera existir algo así como un recuento de jabones y que se dieran cuenta de que faltaban un montón.

    Soltó una carcajada. - Porque los Gryffindor lo toquetean todo y luego no lo dejan como estaba. - Comentó mientras se aflojaba los primeros botones de la camisa y se acercaba al lugar. Se la tenía que haber quitado entera, porque ser salpicado era de primero de "como tener a un Gallia en tu vida", no sabía como no se lo había visto venir. En un acto reflejo dio un saltito hacia atrás, aspirando una exclamación, y luego soltó aire por la nariz con fingida impaciencia. - Ten cuidado, pajarito, no vayas a pinchar a tu flotador particular antes de meterte en el agua. - Amenazó en falso, porque no podía ocultar la sonrisita mientras la miraba disfrutar de todo aquello.

    Iba a acercarse a ella pero voló en otra dirección, aunque con un falso trote que era una demanda clara de que quería que la siguiera, así que eso hizo. Se encogió de hombros. - Este puesto puede llegar a ser muy estresante, nos merecemos un poco de relajación. - Era un privilegio en toda regla, pero él llevaba desde primero currándoselo. Ahí estaba el puesto para quien lo quisiera coger, y en su promoción solo habían sido Kyla y él, así que se lo merecían. Rio con la reacción de su novia. - A ver si te voy a perder entre tanta burbuja. Empiezan a estar más altas que tú. - La picó. Chasqueó la lengua, encogiéndose de hombros. - No te lo he negado, eran las normas. Unas normas que, al final, me has hecho saltarme. No merezco que me recrimines nada. - Se mojó los labios. - Bastante... Pero soy un hombre del principios. No es tan fácil corromperme. - Susurró, porque Alice estaba ya muy cerca, con ese fingido tono altivo que usaba con ella porque sabía que la provocaba.

    Lo que dijo en su oído le amplió la sonrisa de lado. - ¿Sutiles? Pues estoy deseando verlas... - Y sí, por supuesto que podía esperar a contárselo, faltaría más. Sobre todo si le besaba así, porque ya notaba los vellos de punta y cerró los ojos para sentir su tacto con más intensidad. - ¿Por qué no me refrescas ese sueño? - Susurró. - Creo que se me ha olvidado un poco. - Alzó su barbilla y la besó con deseo, bajando las manos por su cuerpo tras colocar las de ella en su propia camisa, para que acabara ella el trabajo de quitársela. - Aquí también hay mucha agua... Y tampoco pienso soltarte. -
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    Miér Dic 22, 2021 4:36 pm

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    Lo del flotador le hizo mucha gracia y no pudo evitar reírse fuertemente. — No pensaba en pincharte precisamente, flotadorcillo mío… — Dijo sugerentemente. Pero ya tuvo que entornar los ojos y hacer el gesto de que hablaba con la mano. — Oigo mucha palabrería, O’Donnell, pero yo también he hecho muchas cosas por este colegio, ¿sabes? — Puso cara y voz de niña buena. — Por ejemplo, encontrar brechas en la seguridad que deberían ser solucionadas, huecos en el reglamento… ¿Cómo se hubieran dado cuenta de que el laboratorio de alquimia no cerraba bien si no me hubiera colado yo con cierto alumno de primero? — Dijo como si fuera evidente, aunque la risa acabó ganándola.

    Pero la risa se le acabó cuando Marcus se acercó hacia ella con la camisa a medio quitar. — Pero, ¿desde cuándo tienes tú tanta prisa para según que cosas, prefecto mío? — Preguntó, mirándole como si se lo fuera a merendar. Lo iba a hacer, de hecho. — Ohh jojojo. — Se rio acariciando su pecho y su vientre. — Lo que mejor se me da a mí. Corromper al perfecto prefecto. — Y se lanzó a sus labios, notando cómo la agarraba él a ella también, disfrutando de aquella pasión desmedida que tan bien se les daba encender. — Eso pensaba precisamente hacer. — Dijo entre besos, agarrando fuertemente, con necesidad, los rizos de su nuca. — Recordarte el sueño. — Quitó las manos de donde él se las había puesto, por mucho que le apeteciera quitarle esa camisa de una ves, y se separó agarrando la mano de Marcus.

    Cuando ya estuvo un poco alejada, aprovechó el desconcierto y le quitó el lazo de la muñeca. Con la varita, que se había dejado en la manga del vestido, lo tocó y echó un Engorgio, quedándose con un trozo de tela del tamaño perfecto para lo que quería hacer. — Esto también forma parte del reto, mi prefecto. — Dijo acercándose a él y tapándole los ojos con la cinta, que ató detrás de su cabeza. — Primero… Tienes que confiar en la loca de tu novia… Y verás que resultados más buenos. — Dijo besando su mejilla y luego colocándose a su espalda. — Dejarte llevar un poquito… — Le quitó la camisa lentamente, acariciando sus brazos con deleite al hacerlo. Y aunque estaba en pleno calentón, no pudo evitar abrazarle y apoyar la cabeza en su espalda, mientras acariciaba su pecho. — Te amo, mi incorruptible Marcus O’Donnell. — Susurró, dejando un beso sobre su piel. Pero ya iba a seguir con su plan. — Segundo… Tienes que cumplir con el sueño de tu novia, en el cual… No podías verme… — Dijo mientras le quitaba los pantalones y la ropa interior del tirón. — Pero podías tocarme… — Puso las manos de su novio sobre sus muslos en el borde del vestido. — ¿No que se te daba tan bien desnudarme, mi amor? — Se acercó a su oído. — Y ni se te ocurra quitarte esto hasta que te lo quite yo.


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    Jue Dic 23, 2021 10:35 am

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    Arqueó las cejas, pretendiendo aparentar una sorpresa fingida pero sorprendido genuinamente. Algo le decía que con "he hecho cosas por este colegio" no se refería a ayudar a Mustang a tener el invernadero precioso o sacar buenas notas, sino al tipo de colaboración al estilo Gallia que Marcus no acababa de aprobar. Por lo que dijo después, no se equivocó. Rodó los ojos con una risa bufada. - Luego soy yo el de la palabrería. - Ladeó la cabeza. - Eso a lo que tu llamas colaboración o aporte, yo lo llamo suerte y conveniencia. - Y él no era nadie para quejarse, que al igual que había sido el primer perjudicado en las tropelías que salían mal, también había sido el primer beneficiado en las que salían bien.

    Volvió a reír, mordiéndose el labio. Sí que tenía un poquito de prisa, y no solo por las ganas que tenía de estar con Alice, sino porque quedarse a puerta cerrada en el baño de prefectos sin horario de salida ya sí le parecía rayar en lo arriesgado. Alguien podría pasar, intentar abrir, dar por hecho que estaba ocupado y pasar de largo, pero si pasaba demasiado tiempo y, encima, nadie les veía en todo ese rato por el castillo, iban a levantar sospechas. Parecía que aquello ya había empezado, pero Alice se separó, claramente para empezar un jueguecito de los suyos. Frunció el ceño, mirándola con media sonrisa curiosa, preguntándose qué se le estaría pasando por la cabeza a su novia ahora. Lo que no esperó fue que le quitara precisamente el lazo, por lo que parpadeó confuso. Pero empezó a imaginarse por donde iban los tiros cuando vio que lo agrandaba y se acercaba a él por su espalda.

    Se mojó los labios con una sonrisilla. - ¿Debo temer que me lances al agua? No estaría bonito de todo lo que hice aquel día por ti... Lo cual aún no te he contado. Si ahogas a tu novio, te quedarás con la duda. - En lo que hablaba, ella empezó a vendarle los ojos, y él a notarse cada vez más excitado en anticipación. - Lo que sí recuerdas es todas las veces que te he salvado de ahogarte en La Provenza. Estaría feísimo que me tiraras al agua a traición. - Sí, hablar sin parar siempre era un buen método, porque ya estaba notándose muy arriba y todavía no sabía por dónde le iba a salir su novia, y eso le inquietaba. Entonces le pidió que se dejara llevar y le quitó la camisa, y ya sí que notó escalofríos por todo el cuerpo. Su instinto le guiaba en una dirección inequívoca, pero lo inusitado y sorprendente de la situación le hacía pensar que se quedaría totalmente en blanco si de repente le dijera que diera el siguiente paso él. Así que no le iba a quedar de otra que, efectivamente, dejarse guiar, porque él estaba ahora para tomar pocas decisiones.

    Al notar como se abrazaba a él, sonrió y echó la cabeza hacia atrás. - Te amo, mi díscola alumna Alice Gallia. - Respondió, y la nubecita de romanticismo y palabras adorables se disipó de un soplido en cuanto notó que se quedaba sin una sola prenda de ropa de golpe. Ya sí que le había dejado en blanco del todo, menos mal que ya había confianza. - ¿Me vas a castigar sin verte? No es justo, no me lo merezco. - Dijo con un tono entre lo meloso y lo penoso. - Aunque esto me gusta. - Aseguró cuando notó donde colocaba sus manos. Se mordió el labio de nuevo y respondió. - Yo soy muy obediente.,. Yo no me salto una norma, ni aunque sea inventada. - Susurró de vuelta, mientras subía sus manos y arrastraba la tela del vestido con ellas (intuía, por las formas que iba recorriendo por su cuerpo, porque no veía nada). - Si bien puede que haya una parte de mí que no conozcas... Que precisamente por ti me haya saltado muchas normas aunque tú no lo sepas... Aún me queda una historia muy interesante por contar. - Como pudo, le quitó el vestido. Esperaba no haberle dado ningún tirón o algo por el estilo, de verdad que no veía nada.

    - ¿Puedo pedir que te pongas un poquito más cerca? - Pidió meloso. - He sido privado de uno de mis sentidos y querría cumplir con lo que se me ha pedido correctamente. - Colocó las manos alrededor de la espalda de su novia hasta encontrar el broche del sujetador, el cual consiguió desabrochar después de pelearse un poquito con él, lo que le hizo reír brevemente. A ver, tampoco es que estuviera todo el día desabrochando sujetadores y le había tapado los ojos. Eso sí, cuando se deshizo de él, acarició su cuerpo hasta llegar a su pecho, porque esos sí que los tenía bien localizados aunque no viera. - Creo que aún no estamos en igualdad de condiciones. - Se acercó para besarla, deleitándose en sus labios, y fue bajando las manos hasta encontrar su ropa interior, tirando de ella hacia abajo lentamente. - Es una pena que me esté perdiendo esto. - Insistió, susurrando sobre sus labios. - ¿Cuál es el siguiente paso, chica del sueño? -
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    Jue Dic 23, 2021 11:24 am

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    Dejó un beso suave en su mejilla. — No, solo un poquito. — Dejó otro beso en su barbilla. — Para que, primero, dejes de tener el control un ratito. Luego si quieres, me lo haces tú a mí. — Sugirió con tonillo de travesura. — Y segundo, y más importante, lo sientas todo con más intensidad. — Bajó las caricias por su pecho, pasando por su vientre y llegando a su entrepierna, con mucha suavidad. — Mis caricias… Tu piel… — Dijo, enterrando los labios en su cuello. Pero él empeñado en dudar de ella. Tenía que reírse y negó con la cabeza, aunque no pudiera verla. — Qué miedo me tienes. Hasta la fecha, todos mis inventos en este plano te han encantado.

    Dejó de acariciarle para favorecer que la desnudara y ayudarle un poco a eso, aunque ella misma cerró los ojos, para contener la sensación del momento. — Más cerca mejor, creía que ya habíamos resuelto eso antes con Kepler. — Rio con él mientras le desabrochaba el sujetador y suspiró cuando notó cómo la acariciaba. — ¿Te he comentado cómo de loca me vuelven tus manos? — Y puso las suyas propias sobre los dedos del chico, conteniendo la respiración para no desbocarse y tirarles a los dos al agua directamente y mandar todo el jueguecito a tomar viento.

    Cuando terminó el beso ella sonrió y dijo. — No te estás perdiendo nada. — Volvió a coger sus manos y las fue bajando desde su cuello por sus pechos, su vientre y sus caderas. — Me estás viendo de una forma diferente. No seas tan cuadriculado, Marcus. A veces tienes que empezar de cero y cambiar de visión para descubrir cosas nuevas sobre cosas que tenías más que asumidas… Como voy a tener que hacer yo con esa historia que me contarás… Dentro de un rato. — Porque aún tenía otros planes.

    Lo siguiente… — Dijo cogiéndolo de las dos manos. — Era que ambos estábamos en el agua… Sin atrevernos a mirarnos… — Fue dirgiéndolo hacia la bañera y se metió ella primero despacito. — A ver, quieto ahí. Primero baja una pierna. Ahora la otra. — Y ya dentro del agua, soltó sus manos y se desplazó despacito, alejándose y diciendo. — Y si me quieres… Vas a tener que encontrarme… — Terminó con el tono de reto en la voz y desplazándose entre las espumas y las burbujas.


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    Jue Dic 23, 2021 12:40 pm

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    - Me lo apunto. - Si iban a jugar a eso y ella le daba esa opción, la pensaba coger, obviamente. El jueguecito era estupendo pero un poco tortura, porque sentir sus caricias y tener que contenerse de lanzarse de una vez por todas suponía un esfuerzo considerable y un gran reto a su autocontrol, que Marcus creyó que era mucho hasta que empezaron a ponerse las cosas más que interesantes con Alice. Rio un poco. No sabía él lo bien que le iba a venir Kepler en toda aquella historia, aún recordaba los gritos de Hillary por lo pesado que era. Ya. Bendita la hora en que decidió ser tan pesado.

    - Algo me suena que me has dicho, sí. - Susurró con una sonrisa ladina. - Puedo llevarlas donde tú me digas. - La escuchó, recorriendo su cuerpo mientras ella le guiaba, y rio entre dientes. - ¿Qué historia? Perdón, estoy un poco distraído. - Bromeó, si bien ahora no sería capaz de contestar correctamente ni a la dirección de su casa, como para ponerse a contar historias. Tomó sus manos y fue conduciéndole hasta el agua, y si bien estaba encantado con el juego ahí sí se tensó un poco, pero Alice tenía razón: tenía que ser un poco menos cuadriculado y confiar más en ella. Fue moviéndose tal y como ella le indicaba, notando como se sumergía poco a poco en el agua, que estaba como siempre a la temperatura perfecta, y como las pompas de jabón rozaban su piel. Y justo cuando estaba sonriendo en la seguridad de sentirse con control, deseando besar a su chica y juntar su cuerpo al de ella, esta se separó. - De repente sabes nadar. - Comentó irónico, arqueando una ceja divertida por detrás de la venda. - Y como ya no te sirvo, me dejas como un pobre flotador a la deriva. - Tampoco es que hubiera tantísima agua, no dejaba de ser una bañera. De dimensiones considerables, pero bañera.

    - El agua no es tu elemento, Alice Gallia, es el mío. - Comenzó con seguridad, avanzando lentamente en alguna dirección. - Aquí no puedes ser tan escurridiza. - Vale, estaba tropezando con mucha espuma, ¿cuánto jabón había echado su novia, por Merlín? Igualmente, siguió con su teatrillo, buscándola. - Si bien esto es desproporcionalmente difícil. No te pega nada jugar con tanta ventaja. - Quizás si se callaba notara algún ruido o movimiento extraño... O quizás ni siquiera le hiciera falta callarse, y al contrario, hablar tanto le viniera bien para fingirse el despistado. En una de esas, sintió un chapoteo y una perturbación en el agua a su derecha, ligeramente por su espalda. - Así que este juego es para potenciar mis otros sentidos... - Se lanzó hacia ese lugar y, efectivamente, tropezó con ella. Pasó los brazos por su cintura y la apretó contra sí. - Puede que no tuvieras tantísima ventaja al fin y al cabo. - Ya sí, besó sus labios con deseo, buscándola, intensamente y deseando que no se separara de él ni un segundo más. Detuvo el beso para tomar aire y para decir. - ¿Cuál es mi premio por encontrarte? - Volvió a besarla y dijo. - ¿Y cuando te toca sentir de otra forma a ti? - Se acercó a su oído, dejando un beso en su cuello y susurró. - Se me ocurren muchas formas. -
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    Jue Dic 23, 2021 1:05 pm

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    Rio como un duendecillo travieso. — Aquí sí sé. Y para jugar contigo… Yo aprendo lo que haga falta. — Dijo sugerente, mientras seguía dando vueltas alrededor de su novio, con una amplia sonrisa, disfrutando de lo lindo. — No vayas a la deriva entonces… Usa ese cerebro privilegiado tuyo para encontrarme… — Dijo esquivándole por poco e impulsándose al otro lado de la bañera…

    Alzó las cejas a lo del elemento. — Eso lo veremos. De momento no me ha apagado el fuego… — Dijo sugerentemente. Pero, ciertamente, la pilló en cuanto se concentró un segundo y dejó de quejarse como un niño chico de las ventajas. Entre carcajadas trató de zafarse aprovechando que estaban resbaladizos por el agua, los jabones y todo lo que a Alice le había dado por echar en el agua, pero al final le pasó los brazos por el cuello. — Me he dejado atrapar un poco. Como hago siempre, vaya.

    Recibió su beso con pasión, pegándose a su cuerpo bajo el agua. — El premio, ¿eh? No dijimos que hubiera ninguno. Pero sabes que se me da muy muy bien darte premios y regalos, según la situación... — Siguió besándole, mientras notaba como todos sus nervios se reactivaban, haciéndole pegarse más y más a él. Se rio y llevó la mano tras su cabeza para desatarle la cinta. Por un momento, se quedó enganchada en sus ojos, admirándole, con la respiración agitada. — Pero qué guapo eres, condenado. — Pero su beso y su susurro la hizo estremecerse y gemir bajito. Se dio la vuelta dentro de los brazos de Marcus, sin querer separarse ni un milímtero de él, pegándole la espalda al pecho y apoyándose en su hombro, mientras pasaba la mano con la cinta por su cara. — Pues cuando quieras. No puedo esperar a ver qué se te ocurre hacerme para que… Sienta diferente. — Dijo con el tono aterciopelado que ponía cuando estaban en ese contexto. Aquello empezaba a excitarla más aún de lo que ya venía. Si es que tenía buenas ideas a veces.


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    Jue Dic 23, 2021 3:11 pm

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    Soltó una carcajada. - ¿Que te has dejado atrapar? No tengas mal perder. - Se aferró más a ella y susurró sobre su piel. - Sí que me estoy quemando un poco. - Él era agua, ella fuego. Él era tierra, ella aire. La única capaz de hacerle despegar los pies del suelo y no plantearse siquiera si debería volver. Se enredó en sus labios y rio suavemente por su respuesta. - Según la situación... - Repitió. Pero entonces, tras el siguiente beso, quitó la venda de sus ojos. Parpadeó un poco para volver a acostumbrarlos a la luz, y... - Por Merlín... - Susurró simplemente, embobado, y ya le tradujo Alice en forma de halago hacia él. Los dos debían haber pensado lo mismo del otro. - Tú eres preciosa. - Y allí, con el pelo mojado, en ese agua tan azul que resaltaba tanto el color de sus ojos, tan cerca de él... ¿Cómo no iba a perder por completo la cabeza por esa chica?

    Cuando se dio la vuelta bajó las manos por sus brazos y besó su cuello, queriendo recorrer cada centímetro de su piel que podía ver fuera del agua, pero Alice tenía un plan mejor. Estaba tan hipnotizado por ella que ya se le había olvidado y no hacía ni un minuto que le había quitado el lazo de los ojos. Frunció una sonrisa pilla y tomó el lazo en sus manos. - En ese caso... - Empezó, retirando las de ella y bajándolas para que solo él agarrara la cinta, y mientras se la colocaba, susurró en su oído. - Deja de tener el control un ratito. - Tendría que nacer de nuevo para no devolverle esa. Ató la cinta con cuidado y dijo, sin cambiar el tono. - Creo recordar... Que te gustaban mis manos. - Fue descendiendo una de ellas por su cuerpo, acariciándolo, hasta llegar a su entrepierna. - Creo recordar... Que te gustaba... - Fue bajando besos por su espalda, lentamente, mientras la acariciaba, sintiendo su excitación crecer más y más. La elevó ligeramente, aprovechando que estaban en el agua, sin cambiarla de postura pero para poder acceder a besar su pecho, deleitándose todo lo que pudo, viendo como la respiración de la chica se agitaba cada vez más. Y la suya también.

    Le encantaría seguir provocándola como ella hacía con él, pero no tenía tanto aguante, y la necesitaba demasiado. Colocó las manos en su cintura y la giró, sentándose en la bañera y guiándola para que se subiera a horcajadas sobre él. - No puedes quitártela. No hasta que yo te diga. - Besó sus labios con deseo, pegando su cuerpo al suyo, repartiendo más besos por este y rodeando su espalda con sus brazos. - ¿Sabes lo que son los límites, Alice Gallia? - Se mordió el labio, mirando los de ella, mirando su cuerpo bajo el agua, a falta de poder mirarla a los ojos. - No deberías estar aquí. Tienes limitado entrar. - Movió sus caderas para encajarse mejor con ella, lo que le arrancó un gemido, aunque aún reservándose el momento de entrar en su cuerpo. Le estaba costando, pero iba a prolongarlo un poquito más. - En ese sueño... También pasaste los límites. Por eso acabaste como acabaste. - Se acercó a su oído y susurró. - Y te pusiste como te pusiste. Y como me pusiste a mí. - Dejó un muy leve mordisco en su cuello, apenas rozando sus dientes, y subió hasta sus labios. - Y ahora me tienes a mí al límite. Y yo quiero ponerte al límite a ti. Para que sepas lo que se siente. - Ya sí, agarró su cintura y se condujo a su interior, acercando sus caderas a ella y dejándola a ella reposar sobre él, echando la cabeza hacia atrás por el escalofrío que había recorrido todo su cuerpo, y comenzando ese baile que le hacía perder la razón. No imaginaba como debía ser hacer eso a ciegas, pero para él, viendo lo que veía y sintiendo lo que sentía, estaba siendo alucinante.

    Se lanzó a sus labios de nuevo, sin detener el movimiento y jadeando cada vez con más intensidad, más pegado a ella. Cuando se separó de estos y abrió los ojos, se mordió los labios, mirándola intensamente, y en un movimiento rápido le quitó el lazo. - Quiero verte. - Susurró, sin quitar los ojos de ella. - Quiero que me veas. Que me veas al límite. - Colocó una mano en su mejilla y se acercó a sus labios, sin besarlos, solo para decirle con la voz cargada de deseo. - Yo también se romperlos, Alice Gallia. -
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    Jue Dic 23, 2021 5:22 pm

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    El corazón la golpeó con violencia con Marcus ya solo quitándole la cinta de las manos. Ni pensar quería en cuando ya los tuviera vendados. — Yo siempre he confiado a ciegas en ti, Marcus. — Dijo con media sonrisa. — Se me da bien dejarte hacer lo que quieras… — Y ya estaba suspirando mientras él le ponía la banda. — Me encantan tus manos. — Confirmó, justo antes de sentir las dichas manos tomar un camino muy interesante. Sí, ya sabía que tenía razón, pero comprobar cómo amplificaba aquello las sensaciones era un premio mucho mejor que simplemente tener razón. Cuando sintió la lengua de Marcus sobre su piel, directamente le salió un gemido, porque eran demasiadas emociones juntas. Aquello era demasiado intenso, y a pesar de la venda era como si viera las estrellas.

    Se dejó llevar entre jadeos. Sí, para quitarse nada estaba ella, no podría ni contestar a la más sencilla de las preguntas en ese momento. Pero cuando le hizo aquella pregunta, entre besos y caricias, tuvo que reír de medio lado. — Contigo nunca tengo límites, Marcus. — De hecho, ahí estaban, muy cerca de cruzar cualquier límite que no hubieran cruzado ya en cuanto a placer se refería, porque ni en sus mejores sueños, ni en aquel que la despertó alterada aquel día, había podido imaginar algo así. Y encima tentándola, solo podía reírse y jadear al mismo tiempo. Enterró las manos en sus rizos y los apretó cuando la mordió en el cuello. — Algún día dejará de darte miedo dejarme marcas… — Le tentó ella también. Pocas cosas había que le pusieran más que hacer perder el control al siempre controlado prefecto.

    Lo estás consiguiendo. — Jadeó, justo antes de sentirle, de una forma realmente diferente a como le había sentido otras veces, haciéndola estremecerse y gemir desde que entró en ella. Por puro instinto empezó a moverse sobre él y, realmente, hacer eso de aquella manera, era mucho más instintivo y pasional, dejándose guiar solo por el tacto y las sensaciones descarnadas del cuerpo, casi como apagar el cerebro y simplemente sentir un placer indescriptible con palabras racionales.

    Casi, porque era una Ravenclaw, al fin y al cabo, y en cuanto Marcus le quitó la cinta, enfocó los ojos de su novio, como le gustaba hacer. — Oh, Marcus… — Salió, con profundo deseo y adoración, por sus labios, antes de lanzar a besarle con el mismo frenesí con el que se movía sobre él. — Yo a ti nunca te pongo límites, mi sol. — Dijo agarrándolo por la barbilla y manteniéndolo así contra su rostro. — Cuanto más cerca, más rápido. — Susurró yendo, para su propia sorpresa, más deprisa aún. — Pero no he acabado con tus límites aún. — Dijo con una risa malévola. Se separó brevemente y tiró de él hacia el centro de la bañera, que estaba más profundo. — Me ha gustado esto. — Dijo dándole la espalda, pegándose a él y buscando la manera de encajar desde ahí. — Agárrame fuerte. — Le dijo, bajando sus manos bajo el agua y haciéndole ponerlas en su cintura. Y cuando efectivamente, logró encajar con él, su columna se arqueó en un placer tan intenso que no le salió ni un gemido, solo un grito ahogado. Levantó la mano y acercó la espalda a Marcus, para acaricarle. — Tu luna siempre encuentra más límites que cruzar, mi amor.


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    Vie Dic 24, 2021 6:42 am

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    Sonrió de lado. - Sería un crimen dejar una marca en algo tan perfecto. - Susurró, pasando un dedo suavemente por donde había posado los dientes segundos antes. - Pero si me sigues tentando, quizás algún día lo haga. - Con Alice nunca se sabía, y él no era capaz de pensar (menos aún en ese momento, que lo de pensar le costaba) que aquello pudiera intensificarse más, pero su novia seguro que encontraría la forma. Ella siempre quería más, y lo conseguía.

    Enfocó su rostro, respirando acelerado, con la mente nublada por el deseo y sus ojos en los de ella. No pudo responder, solo soltar un hondo gemido cuando empezó a acelerar el ritmo, oyendo sus palabras. La capacidad de Alice para coger toda su palabrería improvisada y transformarla en lo más excitante del mundo era increíble, y él era demasiado intelectual como para que esas cosas no le pusieran muchísimo. Por eso ella lo hacía, y por eso él se lo servía en bandeja. Eso sí, el cambio de ritmo y de ubicación le pilló desprevenido, porque estaba demasiado entregado como para tener los reflejos alerta.

    - Yo creo que me tienes bastante al límite. - Respondió tentativo, aunque con un puntito de advertencia. No sabía lo que se le estaba pasando a su novia por esa cabecita suya pero él no iba a aguantar mucho más a esas alturas, menos aún un inventito de Alice de esos que le aceleraban. La vio cambiar de postura y, lo dicho, no tenía demasiada capacidad para pensar, pero sí tenía mucho instinto que le llevaba hacia ella, y muchísimo deseo. La agarró con fuerza cuando se lo pidió, dejando un beso hipnotizado en su espalda, y gimió intensamente al notarse dentro de ella otra vez, dejando el aire salir por la boca y notando como toda la piel se le erizaba. - Para eclipsarme... - Respondió en un hilo de voz, con una sonrisa, en su oído. Aquello se había acelerado de nuevo y notaba como le vibraba todo el cuerpo, y el corazón se le iba a salir del pecho. - Mi luna... - Susurró, subiendo las manos por su vientre, agarrándose a ella con más fuerza, más rápido y más ruidoso, hasta que el placer empezó a embotar su mente. Enterró los labios en la piel de su espalda, separándolos solo para respirar más fuerte cada vez, y los dedos en su cuerpo, alcanzando el clímax y quedándose abrazado a ella, jadeando y sin toda esa fuerza que había tenido hacía apenas segundos. De repente solo se oía el burbujeo del agua que caía de los grifos a la bañera, y por unos instantes se quedó simplemente así, abrazado a su espalda, con la cabeza reposada en esta. Sin querer separarse ni un milímetro.

    Se removió un poco para que Alice se girara, volver a apoyarse en el borde de la bañera y que se miraran frente a frente. - Dime que nos quedan muchas historias. - Susurró, apartando con suavidad el pelo de su rostro, acariciando su mejilla. - Que nos queda toda una vida de historias que contarnos. - Se acercó lentamente a sus labios y, con suavidad, los presionó con los suyos. - Que todos los límites que tenga que pasar sean contigo... - Abrió los ojos, los clavó en los de ella y sonrió. - Este sol siempre fue muy estático, la que orbitabas eras tú... Temía que te salieras de la órbita y no volvieras. - Pasó los brazos por su cintura y pegó su frente a la de ella. - Pero hemos construido una galaxia entera. Y ahora la eternidad es nuestra. -
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