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Freyja
Alchemist
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El pájaro en el espino
Marcus & Alice | Continuación Golden Shields | Inspired - Libros (Harry Potter Universe)
Estaba escrito. Marcus O’Donnell y Alice Gallia estaban predestinados a estar juntos desde antes de nacer, aunque las vicisitudes de la vida y sus familias, les impidieron conocerse hasta llegar a Hogwarts. Desde el primer día, en las barcas, sintieron esa conexión única que acabaría desembocando en la más bella historia de amor, pero hicieron falta siete años de idas y venidas, de heridas tan dolorosas como la pérdida de una madre o la apertura de secretos familiares que podían traer un terremoto a la vida de todo el mundo, para que acabaran juntos y felices.
Marcus es el primogénito adorado de la importante familia O’Donnell. Criado entre eruditos y con una familia unida, recto, prefecto durante tres cursos completos en Hogwarts, amante de las normas y con una inteligencia privilegiada. Nada haría augurar que acabaría entregando su corazón a Alice Gallia, otra mente brillante de Ravenclaw, pero proveniente de una familia con un pasado turbulento por parte de su madre en América, y mucho menos fan de las normas e inherente al caos. Pero ellos se adoran, las familias han recuperado el vínculo y se apoyan y la alianza O’Donnell-Gallia es un fuerte vínculo que va desde Irlanda a La Provenza.
Juntos fueron los mejores alumnos de Hogwarts, juntos quieren comerse el mundo y ser alquimistas. Ahora saben que se aman y que quieren estar juntos, pero no todo puede ser tan fácil. Les quedan mucho años de estudio y trabajo por delante para llegar a ser quienes quieren ser, las situaciones familiares no son las ideales y aún quedan temas sin resolver.
La historia de Marcus y Alice no podía acabarse al salir de Hogwarts, queda mucha alquimia, mundo que recorrer, momentos felices, dramas y mucha mucha alquimia y magia, que es para los que ambos nacieron. Además, aún no se han cumplido las dos profecías: queda una boda con mucho espino blanco y la creación de un nido… La última página está muy lejos de ser escrita, y esto es solo la primera parte.
Marcus es el primogénito adorado de la importante familia O’Donnell. Criado entre eruditos y con una familia unida, recto, prefecto durante tres cursos completos en Hogwarts, amante de las normas y con una inteligencia privilegiada. Nada haría augurar que acabaría entregando su corazón a Alice Gallia, otra mente brillante de Ravenclaw, pero proveniente de una familia con un pasado turbulento por parte de su madre en América, y mucho menos fan de las normas e inherente al caos. Pero ellos se adoran, las familias han recuperado el vínculo y se apoyan y la alianza O’Donnell-Gallia es un fuerte vínculo que va desde Irlanda a La Provenza.
Juntos fueron los mejores alumnos de Hogwarts, juntos quieren comerse el mundo y ser alquimistas. Ahora saben que se aman y que quieren estar juntos, pero no todo puede ser tan fácil. Les quedan mucho años de estudio y trabajo por delante para llegar a ser quienes quieren ser, las situaciones familiares no son las ideales y aún quedan temas sin resolver.
La historia de Marcus y Alice no podía acabarse al salir de Hogwarts, queda mucha alquimia, mundo que recorrer, momentos felices, dramas y mucha mucha alquimia y magia, que es para los que ambos nacieron. Además, aún no se han cumplido las dos profecías: queda una boda con mucho espino blanco y la creación de un nido… La última página está muy lejos de ser escrita, y esto es solo la primera parte.
AQUÍ COMIENZA ALQUIMIA DE VIDA: PIEDRA, PARTE 1
Índice de capítulos
1. La eternidad es nuestra
2. The birthday boy
3. Juntos pero no revueltos
4. Rêve d'un matin d'été
5. Don't need to go any further
6. The ghost of the past are the fears of the future
7. Que alumbra y no quema
8. Where it's peaceful, where I'm happy, where I'm free
9. Could you never grow up?
10. El largo vuelo
11. Family fights together
12. The language of facts
13. El ejército
14. They made their way
15. De cara al pasado
16. Toda la carne en el asador
17. Con los pies en el suelo
18. The encounter
19. Titanium
20. La bandada
21. Turmoil
22. En el ojo del huracán
23. La mágica familia americana
24. Vientos de guerra
25. The hateful heirs
26. Damocles
27. Tierra sin ley, odio que ciega
28. Sueños de paz
29. Antes de despegar hay que aterrizar
30. Volar es un pensamiento que no se puede atrapar
31. El vuelo de las águilas
32. Como las piedras celtas
33. Are we out of the Woods?
34. Bad topic
35. The date
36. Furthermore
37. Sin miedo a la diversión
1. La eternidad es nuestra
2. The birthday boy
3. Juntos pero no revueltos
4. Rêve d'un matin d'été
5. Don't need to go any further
6. The ghost of the past are the fears of the future
7. Que alumbra y no quema
8. Where it's peaceful, where I'm happy, where I'm free
9. Could you never grow up?
10. El largo vuelo
11. Family fights together
12. The language of facts
13. El ejército
14. They made their way
15. De cara al pasado
16. Toda la carne en el asador
17. Con los pies en el suelo
18. The encounter
19. Titanium
20. La bandada
21. Turmoil
22. En el ojo del huracán
23. La mágica familia americana
24. Vientos de guerra
25. The hateful heirs
26. Damocles
27. Tierra sin ley, odio que ciega
28. Sueños de paz
29. Antes de despegar hay que aterrizar
30. Volar es un pensamiento que no se puede atrapar
31. El vuelo de las águilas
32. Como las piedras celtas
33. Are we out of the Woods?
34. Bad topic
35. The date
36. Furthermore
37. Sin miedo a la diversión
Marcus O'Donnell Alquimista | Timotheé Chalamet | Freyja |
Alice Gallia Alquimista y enfermera | Kaya Scodelario | Ivanka |
- Post de rol:
- Código:
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- La eternidad es nuestra:
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Ivanka
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La eternidad es nuestra CON Marcus| EN Casa O'Donnell | 3 de junio de 2002 |
Relamió la cuchara y Molly rio. — Hija, da gusto verte comer así. — Ella sonrió y se encogió de hombros. — Es que es la crema de limón más buena que he probado en mi vida. — Contestó risueña. — ¡Y todavía queda la tarta! — Mamá, intentábamos que fuera una sorpresa. — Dijo Arnold echándose hacia atrás en la silla con un suspiro. — Es un cumpleaños, no es como que fuera a ser una grandísima sorpresa. — Apostilló Lex, apoyándose igual que su padre en la silla. Se parecían más de lo que solían admitir. — Sorpresa sería que la tarta viniera andando, o saliera algo de la tarta o… — No va a ocurrir. — Emma y su padre también seguían siendo los mismos. Todo era lo mismo, y a la vez nada lo era, porque aquel era el primer día del resto de sus vidas.
Estaban en el jardín de los O’Donnell, bajo un sol brillante, en una sobremesa que se les estaba alargando demasiado teniendo en cuenta que se iban de celebración de graduación en unas horas, pero es que era todo tan perfecto… El sol, las flores, la mesa y las sillas de forja blanca, toda la comida de Molly sobre la mesa… Su padre sonriendo, sonriendo de verdad, con su hermano hablando y contándole todo lo que había estado pasando ese trimestre en Hogwarts… — Es que no entiendo entonces cuándo le damos los regalos. ¿Por qué no hoy, que es su cumpleaños? — Discutía la voz del gran alquimista Lawrence O’Donnell, a quien le cambiaban el esquema de una fecha y ya estaba tenso. — Porque eso da igual, papá, lo que queremos es que lo vean todos y lo disfrutemos en familia… — Y entonces la tarta, ¿es hoy y mañana no? — Es hoy y mañana, los dos. — Lawrence bufó y miró a otro lado. — Pues porque es mi nieto Marcus, si no, te diría que estáis haciendo un despropósito absurdo, pero bueno, al menos tendrá dos tartas… — ¡Calla ya, gruñón! Voy por la tarta, y deja de darle el cumpleaños a tu nieto. — Le regañó Molly, haciendo amago de levantarse. — Ya voy yo, abuela. — Dijo ella, levantándose más rápido y poniéndole las manos en los hombros. Miró a su novio y ah, eso sí que cambiaba, pero a más y mejor cada día. Estaba radiante, estaba feliz, y nada en el mundo valía más que esa sonrisa. — No será como que venga andando sola, pero creo que al cumpleañero le gustará que se la traiga yo. — Y con una sonrisa amorosa y un guiño a su novio, se alejó de nuevo hacia la cocina. — Yo solo digo que se la hace andar sola en un momento… — Oía a su padre de fondo.
La verdad es que no había hablado mucho con él. Y no sería porque quedaban cosas que hablar. Pero acababa de salir de Hogwarts, era el día de Marcus, y no era momento para ponerse a hablar de cosas tan intensas. Podría permitirse un día aunque fuera sin responsabilidades, ¿no? Llegó a la cocina y vio una caja de cartón con forma de cúpula. Sí, eso debía ser la tarta. Oh. Era un bizcocho lleno de glaseado azul por encima, con el escudo de Ravenclaw en galleta en medio. Marcus iba a volverse loco. Se puso a poner delicadamente las velas, cuando oyó una voz en la puerta. — ¿Necesita ayuda mi pajarito? — Sonrió a su padre y negó con la cabeza. — Bueno, a no ser que te sepas un hechizo tipo incendio pero que haga que las velas no se apaguen mientras llevo la tarta a la mesa. — William se encogió de hombros. — Pero lo hago en un momento. — No, no. — Dijo ella levantando la mano. — Nada de experimentos, que me queda una graduación y otro cumpleaños en las próximas veinticuatro horas. — Su padre se encogió como un cachorro al que se le regaña, pero trató de mantener la sonrisa. — Sí, sí, mejor… Tienes razón. — Alice suspiró y se quedó mirando la tarta unos segundos. — Papi, sé que tenemos que hablar, ¿vale? Pero, por un día, vamos simplemente a celebrar, ¿te parece? — Él asintió y sonrió. — Yo solo quiero estar contigo, pajarito, y verte feliz. — Ella sonrió de medio lado. — Y lo estoy, ¿no me ves? Solo quiero que las tres celebraciones estén exentas de problemas y responsabilidades. Solo fiesta, tarta y puede que un poquito de champán. — Supadre rio. — Ya de perdidos al río, ¿eh? No te importa lo que diga Emma. — Ella se encogió de hombros. — Va, hasta ella querrá celebrar el decimoctavo cumpleaños de su hijo. — William asintió y ella cogió la tarta. — Anda, ve saliendo y prepara los ánimos que quiero que en cuanto salga por esa puerta todos vayan cantando cumpleaños feliz a lo grande. — Como le gustaba a su Marcus, a lo grande, lo espectaculero. Oyó cómo su padre hacía lo que le pedía y empezó a salir, tarta en mano, con las velas encendidas, al ritmo de la canción, hasta que puso la tarta delante de su novio ys e situó a su lado, mirándole con absoluta felicidad.
Estaban en el jardín de los O’Donnell, bajo un sol brillante, en una sobremesa que se les estaba alargando demasiado teniendo en cuenta que se iban de celebración de graduación en unas horas, pero es que era todo tan perfecto… El sol, las flores, la mesa y las sillas de forja blanca, toda la comida de Molly sobre la mesa… Su padre sonriendo, sonriendo de verdad, con su hermano hablando y contándole todo lo que había estado pasando ese trimestre en Hogwarts… — Es que no entiendo entonces cuándo le damos los regalos. ¿Por qué no hoy, que es su cumpleaños? — Discutía la voz del gran alquimista Lawrence O’Donnell, a quien le cambiaban el esquema de una fecha y ya estaba tenso. — Porque eso da igual, papá, lo que queremos es que lo vean todos y lo disfrutemos en familia… — Y entonces la tarta, ¿es hoy y mañana no? — Es hoy y mañana, los dos. — Lawrence bufó y miró a otro lado. — Pues porque es mi nieto Marcus, si no, te diría que estáis haciendo un despropósito absurdo, pero bueno, al menos tendrá dos tartas… — ¡Calla ya, gruñón! Voy por la tarta, y deja de darle el cumpleaños a tu nieto. — Le regañó Molly, haciendo amago de levantarse. — Ya voy yo, abuela. — Dijo ella, levantándose más rápido y poniéndole las manos en los hombros. Miró a su novio y ah, eso sí que cambiaba, pero a más y mejor cada día. Estaba radiante, estaba feliz, y nada en el mundo valía más que esa sonrisa. — No será como que venga andando sola, pero creo que al cumpleañero le gustará que se la traiga yo. — Y con una sonrisa amorosa y un guiño a su novio, se alejó de nuevo hacia la cocina. — Yo solo digo que se la hace andar sola en un momento… — Oía a su padre de fondo.
La verdad es que no había hablado mucho con él. Y no sería porque quedaban cosas que hablar. Pero acababa de salir de Hogwarts, era el día de Marcus, y no era momento para ponerse a hablar de cosas tan intensas. Podría permitirse un día aunque fuera sin responsabilidades, ¿no? Llegó a la cocina y vio una caja de cartón con forma de cúpula. Sí, eso debía ser la tarta. Oh. Era un bizcocho lleno de glaseado azul por encima, con el escudo de Ravenclaw en galleta en medio. Marcus iba a volverse loco. Se puso a poner delicadamente las velas, cuando oyó una voz en la puerta. — ¿Necesita ayuda mi pajarito? — Sonrió a su padre y negó con la cabeza. — Bueno, a no ser que te sepas un hechizo tipo incendio pero que haga que las velas no se apaguen mientras llevo la tarta a la mesa. — William se encogió de hombros. — Pero lo hago en un momento. — No, no. — Dijo ella levantando la mano. — Nada de experimentos, que me queda una graduación y otro cumpleaños en las próximas veinticuatro horas. — Su padre se encogió como un cachorro al que se le regaña, pero trató de mantener la sonrisa. — Sí, sí, mejor… Tienes razón. — Alice suspiró y se quedó mirando la tarta unos segundos. — Papi, sé que tenemos que hablar, ¿vale? Pero, por un día, vamos simplemente a celebrar, ¿te parece? — Él asintió y sonrió. — Yo solo quiero estar contigo, pajarito, y verte feliz. — Ella sonrió de medio lado. — Y lo estoy, ¿no me ves? Solo quiero que las tres celebraciones estén exentas de problemas y responsabilidades. Solo fiesta, tarta y puede que un poquito de champán. — Supadre rio. — Ya de perdidos al río, ¿eh? No te importa lo que diga Emma. — Ella se encogió de hombros. — Va, hasta ella querrá celebrar el decimoctavo cumpleaños de su hijo. — William asintió y ella cogió la tarta. — Anda, ve saliendo y prepara los ánimos que quiero que en cuanto salga por esa puerta todos vayan cantando cumpleaños feliz a lo grande. — Como le gustaba a su Marcus, a lo grande, lo espectaculero. Oyó cómo su padre hacía lo que le pedía y empezó a salir, tarta en mano, con las velas encendidas, al ritmo de la canción, hasta que puso la tarta delante de su novio ys e situó a su lado, mirándole con absoluta felicidad.
- El Pájaro en el espino, el comienzo:
- Golden Shields:
Alice Gallia
Cause' Alice does belong with Marcus
Ante todo, amigos
Ay, los retitos
Un jour viendra tu me dira je t'aime
[/center]
- Juntos, somos el Todo:
- 16 de enero de 2002:
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Freyja
Alchemist
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La eternidad es nuestra Con Alice| En Casa O'Donnell | 3 de junio de 2002 |
Estaba pletórico. Muchas veces había visualizado el día en que abandonara Hogwarts y, en todas sus fantasías, estaba triste y lloroso. Cuando vio en el calendario que coincidía con el día de su cumpleaños, se enfadó (bueno, lo vio el verano pasado, no es que estuviera del mejor de los humores). Sin embargo, su salida había sido tan... Perfecta, tan como tenía que ser, con Alice de la mano, con su hermano y él juntos como él siempre había querido, sabiendo que su familia le recibiría así, con una gran comida de cumpleaños, y con un fiestó programado para esa noche... En fin. No podía estar más feliz.
De hecho, estaba apoyado sobre las dos patas de la silla y echado hacia atrás con una enorme sonrisa en la que, si te fijabas bien y limpiabas un poco esa máscara de chulería y altanería de quien se siente el rey de su casa, podías ver al niño ilusionado por su cumpleaños que había debajo. Su madre le había puesto ya varias veces mirada de "te vas a caer", pero en fin, tampoco es que su pose fuera muy distinta a la de su padre y su hermano, si es que en eso eran los tres iguales... Bueno, Marcus era el único que se dejaba equilibrar sobre las dos patas traseras. Un día se iba a caer de verdad. Pero no iba a ser hoy, tuviera que ver. Hoy era un día perfecto.
Se echó a reír con lo de la tarta, y luego chasqueó la lengua y abrió los brazos en cruz. - A ver, papá... - Dijo con obviedad. Lex tenía razón, no es como que fuera una enorme sorpresa pensar que iba a haber tarta siendo un cumpleaños, de Marcus para más señas, y estando su abuela implicada en el asunto. No podía dejar de reír de pura felicidad que sentía: por las ocurrencias de William, por ver a Dylan hablando tanto, por los gestos de su madre y de su padre, por su abuelo indignado con las fechas... Todo le hacía gracia, todo le hacía feliz, todo le hacía reír y sonreír. - Abuelo, mi mayor regalo es tener aquí a mi familia en este día tan especial. - Bueno... - Suspiró Lex hacia un lado, guardándose una sonrisilla, y Marcus automáticamente le picó en las costillas con el índice, lo cual no se esperaba y le hizo saltar (y ponerle una cara de malas pulgas que casi le hace arrepentirse, de hecho se puso en las cuatro patas de la silla por lo que pudiera pasar). - No tenga usted tan mala sangre, señor de Slytherin, que es la pura verdad... - Mañana cuando veas tus regalos hablamos. - Contestó el otro, a quien afortunadamente la cara de mala leche solo le duró el momento de la impresión por las cosquillas, y luego volvió a sonreír.
Alice se levantó y se ofreció a traer la tarta y él la miró con ojos brillantes y una sonrisa radiante, haciendo un gestito cortés con la cabeza en ese lenguaje caballeresco en el que a ellos les gustaba hablarse. La siguió con la mirada, con una sonrisa totalmente embobada, hasta que Lex le trajo a tierra. - Aunque yo sé de una que se ha saltado las normas y ya le ha dado su regalo, abuelo. - Picó el chico, y claro, como Marcus no estaba en lo que estaba, enseguida se revolvió con el ceño fruncido. - ¡Lex! ¡No dig...! - Tenía todas las miradas encima. Un momento... - Ah... Sí. - Corrigió. Trató de hacer como que no había tenido tremendo patazo delante de toda su familia, si bien Lex aguantándose la risa y Marcus con esa risilla nerviosa tan delatora no eran de mucha ayuda, y dijo. - Anoche, en la fiesta de graduación, me dio su regalo. Es precioso, pero lo tengo guardado, mañana os lo enseño a todos. - ¿Qué es? - Preguntó su padre, contento, pero también con ese punto de claramente querer echarle a su hijo una mano para salir del atolladero. Marcus, por supuesto, se agarró firmemente a esa ayuda. - Una pluma de faisán de La Casa de las Plumas de Hogsmeade. - Vale, bala esquivadísima, porque todos reaccionaron con asombro, alegres. - Qué preciosidad. - Esas son las mejores para escribir, muchacho. Cuídala bien, que no se te pierda ni se estropee. - Respondieron su abuela y su abuelo respectivamente. Marcus asintió, convencido. - Sí, sí, desde luego. Nada más dármela fui a guardarla con mucho cuidado. - Tanto que tardaron una hora en volver. - Añadió Lex, y Marcus le miró con intensidad. ¿¿Pero te vas a callar??
- Bueno, mis años me ha costado, pero ya sé detectar cuando una conversación se pone incómoda así que... - Dijo William, levantándose. - Voy a ver si mi pajarito necesita algo. - Y se marchó de allí, dejando al resto de presentes escondiendo las risillas (excepto a Marcus, claro, y a Emma, que hacía como que rebañaba la crema de limón de su plato y estaba ajena a la conversación). El que con más evidencia se estaba riendo por detrás de su mano era Lex. Te recuerdo que mañana viene Darren, así que deja de ponerme en evidencia. Pensó, y su maldito hermano, después de respirar para no estallar en una carcajada, respondió. - Vale, vale. - Lo que hizo no solo que Marcus le mirara abriendo aún más los ojos, sino que Arnold, sorprendido, mirara a uno y al otro. - Un momento, ¿os estáis comunicando telepáticamente? -Ahí sí, Emma les miró, alzando una ceja, tan sutil en su expresión como siempre. Marcus miró a Lex. - Eeeehm... - Su padre alzó las manos y las dejó caer con un bufido. - ¡Toda la infancia peleados y mira ahora! Ya me contaréis como habéis arreglado esto. - Supongo que Marcus y Lex han madurado lo suficiente como para ver la conveniencia de estar unido a tu familia y aprovechar lo que la vida pone a tu disposición, viendo como puede ser beneficioso para ti. - Respondió Emma, tranquila. Marcus asintió. - Exactamente eso, mamá, gracias. - Muy conveniente cuando hay cosas que se prefiere que no escuchen los demás. - Dejó caer además, bajando de nuevo la mirada a la crema, y Marcus tragó saliva. Ahora la risilla que escuchó de fondo fue la de Dylan, que se tapaba la boca también. Marcus le miró con los ojos entrecerrados. Ya, tú no te rías tanto, que ya mismo estás igual.
- ¡¡Bueno, que viene la sorpresa que todos sabemos que no es sorpresa pero vamos a hacernos los sorprendidos!! Canción incluida ¿eh? -Proclamó William, a quien vio guiñando descaradamente un ojo a los presentes, tanto que les hizo reír. El sonido del cumpleaños feliz que empezó a entonarse justo después hizo a Marcus sonreír ampliamente, girándose hacia su novia, que venía con la tarta. Se le pusieron los ojos como platos al verla, justo cuando Alice la puso ante él. - ¡¡Hala!! ¡¡Me encanta!! - ¡Ay, mi niño, si es que da gusto hacerle estas cositas! - Celebró Molly, que justo después se fue hacia él y le estrujó las mejillas. - Sigue siendo un niñito para su abuela. - Sí, para su abuela... - Lex. - Paró Arnold, porque su hermano había vuelto a esconder la risilla e iniciar una bromita. Marcus estaba ya demasiado centrado en su tarta Ravenclaw. - Es genial. - ¡Venga, sopla las velas! - Animó su padre. Miró a todos los presentes, emocionado, y sopló las velas. Todos aplaudieron y vitorearon, pero Marcus solo atinaba a sonreír. Apretó la mano de su novia, con la mirada en la tarta, y tragó saliva... - Habrás pedido un deseo ¿no? - Oyó a William preguntar, pero no contestó. - Uy, uy, mal asunto, Marcus tan callado. - Hizo una leve mueca con los labios, y todavía no había reaccionado y ya tenía a su abuela encima. - ¡¡Ay, ay mi niño!! ¡¡Ay que no te vea yo llorar, que lloro yo!! - ¡No, no, abuela, que estoy bien! - Trató de salvar, riendo levemente. Vale, el achuchón de Molly le había sacado un poco del estado melancólico y había recuperado la compostura. - Es que... Me encanta la tarta... Es genial... - Hijo, un Ravenclaw sigue siendo Ravenclaw toda la vida, si es eso lo que te preocupa. - Contestó su abuelo. Marcus sonrió y asintió. - Es verdad. - Es que, de repente, al verse allí, fuera de colegio, y ver su escudo y recordar... Que ya no habría más Hogwarts...
Pero su abuelo tenía razón, y solo tenía que mirar a su alrededor: su familia, más unida que nunca, y más que lo estaría al día siguiente. Ese futuro brillante que tenían por delante, un cumpleaños perfecto, esta noche vería a sus amigos, a quienes tendría siempre... Tenía todo lo bueno que podía tener. Su deseo al soplar las velas: por primera vez, Marcus O'Donnell había pedido... Conservar lo que tenía. Ellos siempre pedían más y más, soñaban más alto. Pero ese año... La vida le había dado tantas cosas, más las que estaban por llegar, que podía conformarse. Y ya pediría más el año que viene. Miró a su novia, con una sonrisa radiante, y se levantó, dispuesto a cortar la tarta. - ¡Venga, que el rey de Ravenclaw va a cortar la tarta! ¿Quién quiere? -
De hecho, estaba apoyado sobre las dos patas de la silla y echado hacia atrás con una enorme sonrisa en la que, si te fijabas bien y limpiabas un poco esa máscara de chulería y altanería de quien se siente el rey de su casa, podías ver al niño ilusionado por su cumpleaños que había debajo. Su madre le había puesto ya varias veces mirada de "te vas a caer", pero en fin, tampoco es que su pose fuera muy distinta a la de su padre y su hermano, si es que en eso eran los tres iguales... Bueno, Marcus era el único que se dejaba equilibrar sobre las dos patas traseras. Un día se iba a caer de verdad. Pero no iba a ser hoy, tuviera que ver. Hoy era un día perfecto.
Se echó a reír con lo de la tarta, y luego chasqueó la lengua y abrió los brazos en cruz. - A ver, papá... - Dijo con obviedad. Lex tenía razón, no es como que fuera una enorme sorpresa pensar que iba a haber tarta siendo un cumpleaños, de Marcus para más señas, y estando su abuela implicada en el asunto. No podía dejar de reír de pura felicidad que sentía: por las ocurrencias de William, por ver a Dylan hablando tanto, por los gestos de su madre y de su padre, por su abuelo indignado con las fechas... Todo le hacía gracia, todo le hacía feliz, todo le hacía reír y sonreír. - Abuelo, mi mayor regalo es tener aquí a mi familia en este día tan especial. - Bueno... - Suspiró Lex hacia un lado, guardándose una sonrisilla, y Marcus automáticamente le picó en las costillas con el índice, lo cual no se esperaba y le hizo saltar (y ponerle una cara de malas pulgas que casi le hace arrepentirse, de hecho se puso en las cuatro patas de la silla por lo que pudiera pasar). - No tenga usted tan mala sangre, señor de Slytherin, que es la pura verdad... - Mañana cuando veas tus regalos hablamos. - Contestó el otro, a quien afortunadamente la cara de mala leche solo le duró el momento de la impresión por las cosquillas, y luego volvió a sonreír.
Alice se levantó y se ofreció a traer la tarta y él la miró con ojos brillantes y una sonrisa radiante, haciendo un gestito cortés con la cabeza en ese lenguaje caballeresco en el que a ellos les gustaba hablarse. La siguió con la mirada, con una sonrisa totalmente embobada, hasta que Lex le trajo a tierra. - Aunque yo sé de una que se ha saltado las normas y ya le ha dado su regalo, abuelo. - Picó el chico, y claro, como Marcus no estaba en lo que estaba, enseguida se revolvió con el ceño fruncido. - ¡Lex! ¡No dig...! - Tenía todas las miradas encima. Un momento... - Ah... Sí. - Corrigió. Trató de hacer como que no había tenido tremendo patazo delante de toda su familia, si bien Lex aguantándose la risa y Marcus con esa risilla nerviosa tan delatora no eran de mucha ayuda, y dijo. - Anoche, en la fiesta de graduación, me dio su regalo. Es precioso, pero lo tengo guardado, mañana os lo enseño a todos. - ¿Qué es? - Preguntó su padre, contento, pero también con ese punto de claramente querer echarle a su hijo una mano para salir del atolladero. Marcus, por supuesto, se agarró firmemente a esa ayuda. - Una pluma de faisán de La Casa de las Plumas de Hogsmeade. - Vale, bala esquivadísima, porque todos reaccionaron con asombro, alegres. - Qué preciosidad. - Esas son las mejores para escribir, muchacho. Cuídala bien, que no se te pierda ni se estropee. - Respondieron su abuela y su abuelo respectivamente. Marcus asintió, convencido. - Sí, sí, desde luego. Nada más dármela fui a guardarla con mucho cuidado. - Tanto que tardaron una hora en volver. - Añadió Lex, y Marcus le miró con intensidad. ¿¿Pero te vas a callar??
- Bueno, mis años me ha costado, pero ya sé detectar cuando una conversación se pone incómoda así que... - Dijo William, levantándose. - Voy a ver si mi pajarito necesita algo. - Y se marchó de allí, dejando al resto de presentes escondiendo las risillas (excepto a Marcus, claro, y a Emma, que hacía como que rebañaba la crema de limón de su plato y estaba ajena a la conversación). El que con más evidencia se estaba riendo por detrás de su mano era Lex. Te recuerdo que mañana viene Darren, así que deja de ponerme en evidencia. Pensó, y su maldito hermano, después de respirar para no estallar en una carcajada, respondió. - Vale, vale. - Lo que hizo no solo que Marcus le mirara abriendo aún más los ojos, sino que Arnold, sorprendido, mirara a uno y al otro. - Un momento, ¿os estáis comunicando telepáticamente? -Ahí sí, Emma les miró, alzando una ceja, tan sutil en su expresión como siempre. Marcus miró a Lex. - Eeeehm... - Su padre alzó las manos y las dejó caer con un bufido. - ¡Toda la infancia peleados y mira ahora! Ya me contaréis como habéis arreglado esto. - Supongo que Marcus y Lex han madurado lo suficiente como para ver la conveniencia de estar unido a tu familia y aprovechar lo que la vida pone a tu disposición, viendo como puede ser beneficioso para ti. - Respondió Emma, tranquila. Marcus asintió. - Exactamente eso, mamá, gracias. - Muy conveniente cuando hay cosas que se prefiere que no escuchen los demás. - Dejó caer además, bajando de nuevo la mirada a la crema, y Marcus tragó saliva. Ahora la risilla que escuchó de fondo fue la de Dylan, que se tapaba la boca también. Marcus le miró con los ojos entrecerrados. Ya, tú no te rías tanto, que ya mismo estás igual.
- ¡¡Bueno, que viene la sorpresa que todos sabemos que no es sorpresa pero vamos a hacernos los sorprendidos!! Canción incluida ¿eh? -Proclamó William, a quien vio guiñando descaradamente un ojo a los presentes, tanto que les hizo reír. El sonido del cumpleaños feliz que empezó a entonarse justo después hizo a Marcus sonreír ampliamente, girándose hacia su novia, que venía con la tarta. Se le pusieron los ojos como platos al verla, justo cuando Alice la puso ante él. - ¡¡Hala!! ¡¡Me encanta!! - ¡Ay, mi niño, si es que da gusto hacerle estas cositas! - Celebró Molly, que justo después se fue hacia él y le estrujó las mejillas. - Sigue siendo un niñito para su abuela. - Sí, para su abuela... - Lex. - Paró Arnold, porque su hermano había vuelto a esconder la risilla e iniciar una bromita. Marcus estaba ya demasiado centrado en su tarta Ravenclaw. - Es genial. - ¡Venga, sopla las velas! - Animó su padre. Miró a todos los presentes, emocionado, y sopló las velas. Todos aplaudieron y vitorearon, pero Marcus solo atinaba a sonreír. Apretó la mano de su novia, con la mirada en la tarta, y tragó saliva... - Habrás pedido un deseo ¿no? - Oyó a William preguntar, pero no contestó. - Uy, uy, mal asunto, Marcus tan callado. - Hizo una leve mueca con los labios, y todavía no había reaccionado y ya tenía a su abuela encima. - ¡¡Ay, ay mi niño!! ¡¡Ay que no te vea yo llorar, que lloro yo!! - ¡No, no, abuela, que estoy bien! - Trató de salvar, riendo levemente. Vale, el achuchón de Molly le había sacado un poco del estado melancólico y había recuperado la compostura. - Es que... Me encanta la tarta... Es genial... - Hijo, un Ravenclaw sigue siendo Ravenclaw toda la vida, si es eso lo que te preocupa. - Contestó su abuelo. Marcus sonrió y asintió. - Es verdad. - Es que, de repente, al verse allí, fuera de colegio, y ver su escudo y recordar... Que ya no habría más Hogwarts...
Pero su abuelo tenía razón, y solo tenía que mirar a su alrededor: su familia, más unida que nunca, y más que lo estaría al día siguiente. Ese futuro brillante que tenían por delante, un cumpleaños perfecto, esta noche vería a sus amigos, a quienes tendría siempre... Tenía todo lo bueno que podía tener. Su deseo al soplar las velas: por primera vez, Marcus O'Donnell había pedido... Conservar lo que tenía. Ellos siempre pedían más y más, soñaban más alto. Pero ese año... La vida le había dado tantas cosas, más las que estaban por llegar, que podía conformarse. Y ya pediría más el año que viene. Miró a su novia, con una sonrisa radiante, y se levantó, dispuesto a cortar la tarta. - ¡Venga, que el rey de Ravenclaw va a cortar la tarta! ¿Quién quiere? -
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Ivanka
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La eternidad es nuestra CON Marcus| EN Casa O'Donnell | 3 de junio de 2002 |
Sabía ella que de los momentos emotivos no se habían librado aún. Y todavía quedaba el cumpleaños de mañana, eso iba a ser para verlo. Rio un poco y miró a su novio acariciándole los rizos. — Marcus es que es de pedir deseos muy grandes. Como todo lo que hace. — Aunque frunció el ceño. Otra cosa no, pero la expresión y el brillo de los ojos de Marcus cuando pensaba a lo gran alquimista, y ahora lo que veía era más… ¿Agradecimiento? ¿Emoción? Le miró y sonrió más. — Capaz eres de haber pedido volver a Hogwarts, que te conozco. — Dijo riéndose, mientras le rodeaba con el brazo por los hombros.
Y casi tiene que evitar a Molly, que a poco estuvo de llamar a los bomberos y la mismísima guardia real porque su Marcus estaba llorando, lo que le provocó hacer un gestito de ternura al mirarles. Eso sí, cuando habló Lawrence sí que se le empañaron los ojos. — No, si ya me olía yo que quedaban aventuras y desventuras ravenclaw para rato, y si no mira aquel. — Dijo señalando a su propio padre, que ya se había quedado pillado con algo, mirando las nubes. — ¿Eh? ¿Qué dices, hija? — Ella rio y negó con la cabeza. — Nada, papá, que eres muy tierno cuando te quedas así tan… Tu tipo de Ravenclaw. —
Se sentó de nuevo y recibió el pedazo de tarta, aunque su plan era comer o poco o nada, mientras escuchaba sonriente las historias de graduación que contaban los mayores y le daba la mano Marcus. Se sonrió a sí misma pensando que antes tenían que hacer eso debajo de la mesa y ahora podían estar ahí, todos juntos en familia y podía hacerlo abiertamente, sin tener que contar los minutos que quedaban para robarle tiempo al reloj y pasar aunque fuera un momento fugaz juntos. — Pero el abuelo no tuvo fiesta de graduación. — Señaló Molly, cuando Alice reconectó con la conversación. Larry hizo un gesto con la mano en el aire, apartando la cara. — ¿Y quién quería ir de fiesta en aquellos días? Había racionamiento, media Inglaterra estaba en ruinas. — Inglaterra, no Irlanda, no Ballyknow, más concretamente. — Apuntó la abuela, certera como siempre, mientras se comía un trocito de su bizcocho. Larry bufó de nuevo. — ¿Entonces no saliste ni nada, abuelo? — Preguntó Lex. — No, no, hijo, yo me fui derechito a prepararme el examen de alquimista de piedra. Que ya ves, ni tanta falta me hacía, teniendo en cuenta cómo salí de preparado en Hogwarts. — Rio entre dientes y les miró. — Claro que yo no tenía ni novias ni un grupo de amigos que estuvieran lo suficientemente locos como para sacarme por ahí. — Porque no quiso venir a Ballyknow nada más terminar. Allí todos los años se celebra, o se celebraba, vaya, graduación para los jóvenes magos que vuelven al pueblo, porque no hay nada que guste más un irlandés que que otro irlandés vuelva al hogar. — Ya se estaba viniendo arriba. — Hacíamos encantamientos de Leprechauns que bailaban y dibujaban arco iris en el cielo, como fuegos artificiales. Y teníamos muy poca comida, es verdad, pero con patatas se hacen maravillas y cerveza y whiskey no faltaban nunca, y al final lo que importaba era celebrar que volvíamos a estar todos juntos. — El tirito de Molly estaba siendo evidente hasta para ella que no era una O’Donnell. Y de repente se oyó un estallido, que les hizo a todos dar un botecito en la silla. No lo conociera ella, ese era su padre. Eso sí, esta vez no era un hechizo, sino una botella de champán que había abierto. — Perdón, es que me parecía el momento propicio para abrirlo. — Hijo, que hay gente mayor en la mesa, por favor, el corazón. — Se quejó Larry, pero Molly se echó a reír con esa risa suya tan contagiosa y cálida. — Qué ocurrencias tiene, si es que no te aburres con él. — Dijo la mujer, agarrándole del cachete a su padre por encima de la mesa, mientras este vertía el champán por varias copas. Luego cogió una y dijo. — Por mi yerno, Marcus O’Donnell, y su dieciocho cumpleaños. — Guau, te has currado un montón el discurso. — Le picó Arnold. Su padre le miró con malicia y le dirigió la copa. — Pues por ese viaje a Irlanda al que me parece que no hemos sido invitados pero nuestros hijos sí. — Alice rio por lo bajo. No llevaban ni un día fuera y ya se le acumulaban los planes, como le gustaba a ella.
— Entonces, ¿dónde vais a ir? — Preguntó Arnold a Alice. Ella se giró hacia la chaqueta y sacó un birrete de graduación con purpurina azul. — A donde nos lleve este traslador que, según tengo entendido, es por Londres. Pero nos los ha dado Ethan sin mayor explicación, solo nos ha puesto los colores de nuestras casas. ¿A ti te lo ha dado verde, Lex? — Él se encogió de hombros y negó. — Ha asumido que o me vuelvo con vosotros o con Darren. — Arnold estaba examinando el traslador. — Ah muy bien, muy bien, yo me quedo más tranquilo, que aparecerse conlleva sus riesgos, quieras que no… — Oyó suspirito alrededor y ojos en blanco. — ¿Qué? — Preguntó Arnold, mosqueado. — Cariño, yo soy tu madre y te quiero, pero solo a ti te parece que aparecerse tenga riesgos reales. — ¿Cómo que solo a mí? Hay estudios que refieren… — ¡Ay, Arnie, por favor! — Cortó Emma con un suspiro. — Pero sí, yo también apoyo que volváis con traslador, sobre todo si vais a beber. — ¿Y no puedes decir eso antes del “Arnie, por favor”? — Preguntó, con fingida indignación, llevándose la mano al pecho. — Y quiero ver a todo el mundo de vuelta en su habitación. — Dejó claro Emma. Y entonces Alice se dio cuenta de que estaban contando con que ella volvía allí mismo esa noche. Miró a su padre y se le veía cabizbajo. Tragó saliva y dijo. — Bueno yo probablemente deje aquí a Marcus y Lex y… — William. — Saltó Emma con ese tono autoritario suyo, que les hizo a todos, al implicado al que más, cuadrarse un poquito. — Hemos pensado que quizás quieras quedarte aquí con Dylan este par de días. Tu casa lleva mucho cerrada y vamos a estar más tiempo aquí que allí. Cuando pase el cumpleaños, podemos ir todos juntos y ayudaros un poquito y poner todo en orden y habitable. — La mirada que Alice le lanzó no podía ser de más agradecimiento. Tenía pánico absoluto de volver a su casa, la verdad, de todo lo que habían vivido en aquel día, era lo que más miedo le daba. Y Emma, no sería legeremante, pero como si lo fuera, la verdad, porque bien que había sabido lo que más necesitaba en ese momento.
Pero su padre levantó la cabeza con pesar. — Yo os lo agradezco pero… — Carraspeó y se removió incómodo en la silla. — Bueno, estamos en confianza, supongo que ya sabéis en quién estoy pensando… — Sintió como si la mesa entera contuviera la respiración. — El cuadro está con nosotros, William. — Dijo Larry finalmente. Su padre les miró, casi con ojos suplicantes. — ¿Con vosotros? — Sí, cariño, pero está estupendamente. — Aseguró Molly enseguida. Veía como su padre se estaba conteniendo de ponerse a hacer una batería de preguntas. — Ah, bueno… ¿Habíais hablado con… Mi sanadora o…? — Todos negaron. — Creímos que era lo mejor, papá. Nos lo llevamos en Pascua. — Dijo ella sin más. No era momento de sacar a relucir los espías de los Van Der Luyden. — Ah, bien, claro, sí… — No pasa nada si la echas de menos. — Dijo Dylan de repente, que claramente estaba recibiendo demasiadas vibraciones de su padre. Él le miró y asintió, sacando un pucherito. — Claro, claro… Solo quería… Bueno, hablar con ella, explicarle como pudiera… Que no se sintiera abandonada por mí. — Oh, no te preocupes por eso, cariño. En casa está hablando conmigo todo el día. — Dijo Molly con aquel tono que aliviaba el dolor de cualquiera. — ¡Menudas son! A veces estoy en el taller y pienso, ¿quién hay en casa? Y son ellas cotorreando en la cocina. — Molly resopló. — Mira, si el techo de la cocina se cayera, a ti no te pillaría debajo seguro, no pasas por allí ni de casualidad, y el cuadro me hace mucha compañía… — Todos trataron de reír, porque la visión era cómica y por distender el ambiente. — Pues entonces… Tú dirás, cariño, si te parece bien… — Dijo William mirándola. Nada, ni un día sin responsabilidades Bueno, al menos, si se quedaban allí dos noches podría estar tranquila cuando saliera. — A mí me parece genial, papi. — Dijo con media sonrisa y apretó la mano de Marcus. — Todo el tiempo que pase con mi sol es poco. — Y no era mentira, encima ganaba días con Marcus. Su padre se inclinó por la mesa y puso la mano delante como si les estuviera diciendo un secreto. — Creo que Emma ha dejado caer que juntos pero no revueltos y, por experiencia, cuando dice esas cosas no son sugerencias. — Eso sí que la hizo reír de verdad y miró a su novio de reojo. — Lo habíamos entendido, papi. — Sonrió a su novio. — A mí me vale con estar cerca de él. —
Y casi tiene que evitar a Molly, que a poco estuvo de llamar a los bomberos y la mismísima guardia real porque su Marcus estaba llorando, lo que le provocó hacer un gestito de ternura al mirarles. Eso sí, cuando habló Lawrence sí que se le empañaron los ojos. — No, si ya me olía yo que quedaban aventuras y desventuras ravenclaw para rato, y si no mira aquel. — Dijo señalando a su propio padre, que ya se había quedado pillado con algo, mirando las nubes. — ¿Eh? ¿Qué dices, hija? — Ella rio y negó con la cabeza. — Nada, papá, que eres muy tierno cuando te quedas así tan… Tu tipo de Ravenclaw. —
Se sentó de nuevo y recibió el pedazo de tarta, aunque su plan era comer o poco o nada, mientras escuchaba sonriente las historias de graduación que contaban los mayores y le daba la mano Marcus. Se sonrió a sí misma pensando que antes tenían que hacer eso debajo de la mesa y ahora podían estar ahí, todos juntos en familia y podía hacerlo abiertamente, sin tener que contar los minutos que quedaban para robarle tiempo al reloj y pasar aunque fuera un momento fugaz juntos. — Pero el abuelo no tuvo fiesta de graduación. — Señaló Molly, cuando Alice reconectó con la conversación. Larry hizo un gesto con la mano en el aire, apartando la cara. — ¿Y quién quería ir de fiesta en aquellos días? Había racionamiento, media Inglaterra estaba en ruinas. — Inglaterra, no Irlanda, no Ballyknow, más concretamente. — Apuntó la abuela, certera como siempre, mientras se comía un trocito de su bizcocho. Larry bufó de nuevo. — ¿Entonces no saliste ni nada, abuelo? — Preguntó Lex. — No, no, hijo, yo me fui derechito a prepararme el examen de alquimista de piedra. Que ya ves, ni tanta falta me hacía, teniendo en cuenta cómo salí de preparado en Hogwarts. — Rio entre dientes y les miró. — Claro que yo no tenía ni novias ni un grupo de amigos que estuvieran lo suficientemente locos como para sacarme por ahí. — Porque no quiso venir a Ballyknow nada más terminar. Allí todos los años se celebra, o se celebraba, vaya, graduación para los jóvenes magos que vuelven al pueblo, porque no hay nada que guste más un irlandés que que otro irlandés vuelva al hogar. — Ya se estaba viniendo arriba. — Hacíamos encantamientos de Leprechauns que bailaban y dibujaban arco iris en el cielo, como fuegos artificiales. Y teníamos muy poca comida, es verdad, pero con patatas se hacen maravillas y cerveza y whiskey no faltaban nunca, y al final lo que importaba era celebrar que volvíamos a estar todos juntos. — El tirito de Molly estaba siendo evidente hasta para ella que no era una O’Donnell. Y de repente se oyó un estallido, que les hizo a todos dar un botecito en la silla. No lo conociera ella, ese era su padre. Eso sí, esta vez no era un hechizo, sino una botella de champán que había abierto. — Perdón, es que me parecía el momento propicio para abrirlo. — Hijo, que hay gente mayor en la mesa, por favor, el corazón. — Se quejó Larry, pero Molly se echó a reír con esa risa suya tan contagiosa y cálida. — Qué ocurrencias tiene, si es que no te aburres con él. — Dijo la mujer, agarrándole del cachete a su padre por encima de la mesa, mientras este vertía el champán por varias copas. Luego cogió una y dijo. — Por mi yerno, Marcus O’Donnell, y su dieciocho cumpleaños. — Guau, te has currado un montón el discurso. — Le picó Arnold. Su padre le miró con malicia y le dirigió la copa. — Pues por ese viaje a Irlanda al que me parece que no hemos sido invitados pero nuestros hijos sí. — Alice rio por lo bajo. No llevaban ni un día fuera y ya se le acumulaban los planes, como le gustaba a ella.
— Entonces, ¿dónde vais a ir? — Preguntó Arnold a Alice. Ella se giró hacia la chaqueta y sacó un birrete de graduación con purpurina azul. — A donde nos lleve este traslador que, según tengo entendido, es por Londres. Pero nos los ha dado Ethan sin mayor explicación, solo nos ha puesto los colores de nuestras casas. ¿A ti te lo ha dado verde, Lex? — Él se encogió de hombros y negó. — Ha asumido que o me vuelvo con vosotros o con Darren. — Arnold estaba examinando el traslador. — Ah muy bien, muy bien, yo me quedo más tranquilo, que aparecerse conlleva sus riesgos, quieras que no… — Oyó suspirito alrededor y ojos en blanco. — ¿Qué? — Preguntó Arnold, mosqueado. — Cariño, yo soy tu madre y te quiero, pero solo a ti te parece que aparecerse tenga riesgos reales. — ¿Cómo que solo a mí? Hay estudios que refieren… — ¡Ay, Arnie, por favor! — Cortó Emma con un suspiro. — Pero sí, yo también apoyo que volváis con traslador, sobre todo si vais a beber. — ¿Y no puedes decir eso antes del “Arnie, por favor”? — Preguntó, con fingida indignación, llevándose la mano al pecho. — Y quiero ver a todo el mundo de vuelta en su habitación. — Dejó claro Emma. Y entonces Alice se dio cuenta de que estaban contando con que ella volvía allí mismo esa noche. Miró a su padre y se le veía cabizbajo. Tragó saliva y dijo. — Bueno yo probablemente deje aquí a Marcus y Lex y… — William. — Saltó Emma con ese tono autoritario suyo, que les hizo a todos, al implicado al que más, cuadrarse un poquito. — Hemos pensado que quizás quieras quedarte aquí con Dylan este par de días. Tu casa lleva mucho cerrada y vamos a estar más tiempo aquí que allí. Cuando pase el cumpleaños, podemos ir todos juntos y ayudaros un poquito y poner todo en orden y habitable. — La mirada que Alice le lanzó no podía ser de más agradecimiento. Tenía pánico absoluto de volver a su casa, la verdad, de todo lo que habían vivido en aquel día, era lo que más miedo le daba. Y Emma, no sería legeremante, pero como si lo fuera, la verdad, porque bien que había sabido lo que más necesitaba en ese momento.
Pero su padre levantó la cabeza con pesar. — Yo os lo agradezco pero… — Carraspeó y se removió incómodo en la silla. — Bueno, estamos en confianza, supongo que ya sabéis en quién estoy pensando… — Sintió como si la mesa entera contuviera la respiración. — El cuadro está con nosotros, William. — Dijo Larry finalmente. Su padre les miró, casi con ojos suplicantes. — ¿Con vosotros? — Sí, cariño, pero está estupendamente. — Aseguró Molly enseguida. Veía como su padre se estaba conteniendo de ponerse a hacer una batería de preguntas. — Ah, bueno… ¿Habíais hablado con… Mi sanadora o…? — Todos negaron. — Creímos que era lo mejor, papá. Nos lo llevamos en Pascua. — Dijo ella sin más. No era momento de sacar a relucir los espías de los Van Der Luyden. — Ah, bien, claro, sí… — No pasa nada si la echas de menos. — Dijo Dylan de repente, que claramente estaba recibiendo demasiadas vibraciones de su padre. Él le miró y asintió, sacando un pucherito. — Claro, claro… Solo quería… Bueno, hablar con ella, explicarle como pudiera… Que no se sintiera abandonada por mí. — Oh, no te preocupes por eso, cariño. En casa está hablando conmigo todo el día. — Dijo Molly con aquel tono que aliviaba el dolor de cualquiera. — ¡Menudas son! A veces estoy en el taller y pienso, ¿quién hay en casa? Y son ellas cotorreando en la cocina. — Molly resopló. — Mira, si el techo de la cocina se cayera, a ti no te pillaría debajo seguro, no pasas por allí ni de casualidad, y el cuadro me hace mucha compañía… — Todos trataron de reír, porque la visión era cómica y por distender el ambiente. — Pues entonces… Tú dirás, cariño, si te parece bien… — Dijo William mirándola. Nada, ni un día sin responsabilidades Bueno, al menos, si se quedaban allí dos noches podría estar tranquila cuando saliera. — A mí me parece genial, papi. — Dijo con media sonrisa y apretó la mano de Marcus. — Todo el tiempo que pase con mi sol es poco. — Y no era mentira, encima ganaba días con Marcus. Su padre se inclinó por la mesa y puso la mano delante como si les estuviera diciendo un secreto. — Creo que Emma ha dejado caer que juntos pero no revueltos y, por experiencia, cuando dice esas cosas no son sugerencias. — Eso sí que la hizo reír de verdad y miró a su novio de reojo. — Lo habíamos entendido, papi. — Sonrió a su novio. — A mí me vale con estar cerca de él. —
- El Pájaro en el espino, el comienzo:
- Golden Shields:
Alice Gallia
Cause' Alice does belong with Marcus
Ante todo, amigos
Ay, los retitos
Un jour viendra tu me dira je t'aime
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La eternidad es nuestra Con Alice| En Casa O'Donnell | 3 de junio de 2002 |
Repartió tarta a todo el mundo y, cuando ya hubo acabado, se sacó un buen trozo para él y le hincó el diente casi mientras se estaba sentando, exagerando la reacción (cosa que solía hacer con la comida, y más si era de su abuela), con un prolongado sonidito de gusto. - Abuela, está espectacular. - Como que fue el último en servirse y el primero en terminarse el trozo, y no se sirvió otro porque ya había comido mucho y se iban a ir de fiesta y no quería ir con el estómago tan embotado, si su plan fuera quedarse en casa, desde luego que estaría repitiendo... Bueno, puede que en lo que todos se entretenían contando historias de sus respectivas graduaciones, entre risas y disimuladamente, hubiera metido un poquito la cuchara por una esquinita de la tarta. Es que estaba buenísima.
Atendió a la anécdota de sus abuelos y justamente le pilló con la cuchara en la boca cuando dijo que no había tenido tiempo para fiestas porque estaba preparándose los exámenes para alquimista. Así se quedó, con una expresión tremendamente delatora, culpable y ridícula, parado con la cuchara en la boca y mirando a su abuelo como si acabara de caer en algo que ni se le había pasado por la cabeza. Vaya, él dándoselas de gran alquimista y pensaba ir a darlo todo por ahí en vez de estar en lo que tenía que estar. Miró a los lados, como esperando que los demás le relajaran al respecto o algo así, pero estaba cada uno en lo suyo. Menos mal que el propio Lawrence dijo después que las prisas eran innecesarias. Bueno, se quedaría con eso.
Conectó con lo que su abuela contaba (ya sí con la cuchara en el plato) y se puso a pensar. ¿Se sabía él encantamientos para hacer lepechauns? Darren, sí, porque los había hecho para su propio cumpleaños, que caía en San Patricio. Quizás pudieran hacer algo para esa noche... Se lo pensaría, a ver qué se le ocurría. Estaba tan concentrado que el ruido que hizo William al descorchar el champán le hizo dar un salto en su sitio, pero se tuvo que reír justo después. Estaba feliz, estaba con Alice y su familia, no podía pedirle más a un cumpleaños, y encima al día siguiente iba a tener otro. Más feliz estuvo después de que William brindara por él, y a diferencia de a su padre, solo oír como le llamaba yerno para Marcus era perfecto. - Muchas gracias, William. - Aún le costaba no llamarle señor Gallia, pero ya se iría acostumbrando. Rio y brindó, mirando de reojo a su novia y más directamente a su abuela, que sabía que eso le hacía muchísima ilusión. Irlanda, París, Roma, Damasco... Tenían muchos viajes pendientes y no podía esperar a realizarlos.
Volvió a meter la cuchara en la tarta cuando la conversación se desvió a los trasladores, y se dio cuenta de que Dylan le estaba mirando con cara de diablillo. Estuvo a punto de pedirle discreción... Pero pensó que había una técnica mejor. - ¿Quieres más? - El chico sonrió, travieso, y le tendió el plato. - Que sea bien grande. - Marcus lo miró con los ojos entrecerrados y una sonrisilla, pero empezó a cortar. Ese niño era más listo que todos ellos juntos. Reconectó con la conversación y salió en defensa de su padre. - Yo estoy contigo, papá. Un traslador me parece la opción más segura para todos. - ¿Es que piensas beber, futuro alquimista? - Le preguntó Lex con malicia. Marcus, que no pensaba dejarse liar, se irguió dignamente. - Soy una persona prudente y responsable que, en caso de hacerlo, lo hará con moderación. Soy ya mayor de edad por mucho. - Ya ves, muchísimo, un año entero. - Se burló su padre, haciendo reír a William entre dientes. Marcus le miró ceñudo. Te recuerdo que esto ha sido por defenderte a ti. Sin embargo, prosiguió. - Y, a pesar de esto, por si acaso mis facultades se vieran mermadas, prefiero que me traslade un traslador a hacerlo apareciéndome, ejercicio que requiere de una gran concentración y poder mágico. Y, desde luego, que no hablo ya por mí, sino por otros a los que podría írsele la mano con el beber. - Lex se encogió de hombros con una caída de párpados. - A mí no me mires. Yo podría habernos traído a los dos en escoba, en realidad. - Bueno, por si acaso, sigue siendo mejor el traslador. - Dijo Marcus. No se imaginaba a Lex emborrachándose, pero si se daba el caso, ni loco se montaba en una escoba con alguien que hubiera bebido, y menos a las velocidades que volaba su hermano.
El momento de confusión vino cuando su madre aclaró lo de que "quería ver a cada uno en su habitación". Pues claro, ¿dónde iba a...? Espera ¿acaso Alice iba a dormir allí también? Abrió mucho los ojos y se le escapó una sonrisa de niño feliz. ¿¿Pero y ese regalo de cumpleaños?? Ya, bueno, no iba a poder dormir con él, hasta ahí lo había dado más que por hecho, ya se la jugaron mucho en Nochebuena y en La Provenza en el desván. Pero poder llegar a casa con su novia y levantarse y saber que desayunarían juntos. La miró, lleno de ilusión, pero Alice parecía un tanto atribulada, y William también. Ah, claro... Había algo detrás de eso. La emoción le había hecho pecar de ingenuo.
No iba a ser cuestión solo de hoy sino de los próximos días. Se mantuvo sereno, porque no quería pecar de insensible teniendo en cuenta los motivos por los que era, pero por dentro estaba dando saltos de alegría. Bajó la mirada y se mantuvo en un segundo plano en esa conversación tan delicada, porque había salido a relucir tanto el tema del retrato de Janet como el que William estaba acudiendo a una sanadora mental. Miró a su padre de reojo, pero la expresión de Arnold era tranquila y, la de Emma, tan serena como siempre, pero no parecía tensa. Eso auguraba que las cosas estaban bastante bajo control, tampoco es como que pretendiera que el tema desapareciera de un momento a otro, por lo que era buen inicio que al menos estuviesen controladas. Los comentarios de su abuela le hicieron reír levemente y mirar a Alice de soslayo, comprobando su estado. Sabía... Lo que ese retrato generaba en ella. No quería verla sufrir.
Sin embargo, Alice se mantuvo bastante serena y dijo que le parecía bien el plan. No pudo evitar una sonrisa de corazón, bien amplia, y debía tener la cara totalmente iluminada. - Ay, si es que mira mi niño, como la mira. - Su abuela se creía que esas cosas las decía para sí pero se enteraba toda la mesa. Le daba igual. Sí, estaba enamorado de Alice hasta la médula, y no solo le daba igual que todos le vieran mirándola con cara de idiota, es que lo quería así, quería que se supiera cuanto la quería. - Siempre la ha mirado así, lo que pasa es que no se daba cuenta ni él. - Apuntó Arnold, y eso ya sí le dio un poco más de vergüenza. Él muy digno pensando "que vean lo enamorado que estoy de mi novia" y llevaba con la misma cara de bobo siete años, a esas alturas no se sorprendía nadie ya. Eso sí, el comentario de William primero le azoró un poco y le hizo retirar la mirada de Alice con un carraspeo, pero la risa de ella le hizo reír a él también. La miró de nuevo, diciéndole que la amaba con la mirada. - Va a ser genial tenerte aquí. El mejor regalo. - Respondió.
Tras un rato más charlando, se levantó. - Nos vais a tener que disculpar, pero creo que deberíamos ir a arreglarnos para la fiesta. - Su hermano, que se había retrepado aún más en la silla comiendo frutos secos, puso cara de hastío. - Tío, que queda todavía una hora para la... - ¿¿UNA HORA?? - Se espantó él, y ya sí que se puso nervioso. - ¡Que vamos a llegar tardísimo! - Lex le miraba con la boca entreabierta como si se hubiera vuelto loco de remate. - Marcus. Una hora. Vamos en traslador. Sabes que son inmediatos ¿no? - ¡Pero que me tengo que duchar y cambiarme entero y peinarme y todo! - Hijo, por favor, que "y todo" no sea echarte el bote entero de colonia. - Pidió su padre, levantando varias risas entre los presentes, pero Marcus no tenía tiempo de tonterías. - Bueno, vosotros haced lo que queráis, pero yo me voy ya. Y a menos cuarto estoy cogiendo el traslador y no espero a nadie. - Dijo a Alice y Lex, y el segundo, bien tranquilo y sin dejar de comer frutos secos ni mover ni un músculo, dijo. - Vaya, para estar allí un cuarto de hora antes tontamente. - Que no sabemos donde nos lleva ni si... ¡Bueno, que me liais! - Y entró en la casa, oyendo risillas a su costa detrás de él pero que no le detuvieron lo más mínimo, y subio rápidamente los escalones para ir a ducharse.
Atendió a la anécdota de sus abuelos y justamente le pilló con la cuchara en la boca cuando dijo que no había tenido tiempo para fiestas porque estaba preparándose los exámenes para alquimista. Así se quedó, con una expresión tremendamente delatora, culpable y ridícula, parado con la cuchara en la boca y mirando a su abuelo como si acabara de caer en algo que ni se le había pasado por la cabeza. Vaya, él dándoselas de gran alquimista y pensaba ir a darlo todo por ahí en vez de estar en lo que tenía que estar. Miró a los lados, como esperando que los demás le relajaran al respecto o algo así, pero estaba cada uno en lo suyo. Menos mal que el propio Lawrence dijo después que las prisas eran innecesarias. Bueno, se quedaría con eso.
Conectó con lo que su abuela contaba (ya sí con la cuchara en el plato) y se puso a pensar. ¿Se sabía él encantamientos para hacer lepechauns? Darren, sí, porque los había hecho para su propio cumpleaños, que caía en San Patricio. Quizás pudieran hacer algo para esa noche... Se lo pensaría, a ver qué se le ocurría. Estaba tan concentrado que el ruido que hizo William al descorchar el champán le hizo dar un salto en su sitio, pero se tuvo que reír justo después. Estaba feliz, estaba con Alice y su familia, no podía pedirle más a un cumpleaños, y encima al día siguiente iba a tener otro. Más feliz estuvo después de que William brindara por él, y a diferencia de a su padre, solo oír como le llamaba yerno para Marcus era perfecto. - Muchas gracias, William. - Aún le costaba no llamarle señor Gallia, pero ya se iría acostumbrando. Rio y brindó, mirando de reojo a su novia y más directamente a su abuela, que sabía que eso le hacía muchísima ilusión. Irlanda, París, Roma, Damasco... Tenían muchos viajes pendientes y no podía esperar a realizarlos.
Volvió a meter la cuchara en la tarta cuando la conversación se desvió a los trasladores, y se dio cuenta de que Dylan le estaba mirando con cara de diablillo. Estuvo a punto de pedirle discreción... Pero pensó que había una técnica mejor. - ¿Quieres más? - El chico sonrió, travieso, y le tendió el plato. - Que sea bien grande. - Marcus lo miró con los ojos entrecerrados y una sonrisilla, pero empezó a cortar. Ese niño era más listo que todos ellos juntos. Reconectó con la conversación y salió en defensa de su padre. - Yo estoy contigo, papá. Un traslador me parece la opción más segura para todos. - ¿Es que piensas beber, futuro alquimista? - Le preguntó Lex con malicia. Marcus, que no pensaba dejarse liar, se irguió dignamente. - Soy una persona prudente y responsable que, en caso de hacerlo, lo hará con moderación. Soy ya mayor de edad por mucho. - Ya ves, muchísimo, un año entero. - Se burló su padre, haciendo reír a William entre dientes. Marcus le miró ceñudo. Te recuerdo que esto ha sido por defenderte a ti. Sin embargo, prosiguió. - Y, a pesar de esto, por si acaso mis facultades se vieran mermadas, prefiero que me traslade un traslador a hacerlo apareciéndome, ejercicio que requiere de una gran concentración y poder mágico. Y, desde luego, que no hablo ya por mí, sino por otros a los que podría írsele la mano con el beber. - Lex se encogió de hombros con una caída de párpados. - A mí no me mires. Yo podría habernos traído a los dos en escoba, en realidad. - Bueno, por si acaso, sigue siendo mejor el traslador. - Dijo Marcus. No se imaginaba a Lex emborrachándose, pero si se daba el caso, ni loco se montaba en una escoba con alguien que hubiera bebido, y menos a las velocidades que volaba su hermano.
El momento de confusión vino cuando su madre aclaró lo de que "quería ver a cada uno en su habitación". Pues claro, ¿dónde iba a...? Espera ¿acaso Alice iba a dormir allí también? Abrió mucho los ojos y se le escapó una sonrisa de niño feliz. ¿¿Pero y ese regalo de cumpleaños?? Ya, bueno, no iba a poder dormir con él, hasta ahí lo había dado más que por hecho, ya se la jugaron mucho en Nochebuena y en La Provenza en el desván. Pero poder llegar a casa con su novia y levantarse y saber que desayunarían juntos. La miró, lleno de ilusión, pero Alice parecía un tanto atribulada, y William también. Ah, claro... Había algo detrás de eso. La emoción le había hecho pecar de ingenuo.
No iba a ser cuestión solo de hoy sino de los próximos días. Se mantuvo sereno, porque no quería pecar de insensible teniendo en cuenta los motivos por los que era, pero por dentro estaba dando saltos de alegría. Bajó la mirada y se mantuvo en un segundo plano en esa conversación tan delicada, porque había salido a relucir tanto el tema del retrato de Janet como el que William estaba acudiendo a una sanadora mental. Miró a su padre de reojo, pero la expresión de Arnold era tranquila y, la de Emma, tan serena como siempre, pero no parecía tensa. Eso auguraba que las cosas estaban bastante bajo control, tampoco es como que pretendiera que el tema desapareciera de un momento a otro, por lo que era buen inicio que al menos estuviesen controladas. Los comentarios de su abuela le hicieron reír levemente y mirar a Alice de soslayo, comprobando su estado. Sabía... Lo que ese retrato generaba en ella. No quería verla sufrir.
Sin embargo, Alice se mantuvo bastante serena y dijo que le parecía bien el plan. No pudo evitar una sonrisa de corazón, bien amplia, y debía tener la cara totalmente iluminada. - Ay, si es que mira mi niño, como la mira. - Su abuela se creía que esas cosas las decía para sí pero se enteraba toda la mesa. Le daba igual. Sí, estaba enamorado de Alice hasta la médula, y no solo le daba igual que todos le vieran mirándola con cara de idiota, es que lo quería así, quería que se supiera cuanto la quería. - Siempre la ha mirado así, lo que pasa es que no se daba cuenta ni él. - Apuntó Arnold, y eso ya sí le dio un poco más de vergüenza. Él muy digno pensando "que vean lo enamorado que estoy de mi novia" y llevaba con la misma cara de bobo siete años, a esas alturas no se sorprendía nadie ya. Eso sí, el comentario de William primero le azoró un poco y le hizo retirar la mirada de Alice con un carraspeo, pero la risa de ella le hizo reír a él también. La miró de nuevo, diciéndole que la amaba con la mirada. - Va a ser genial tenerte aquí. El mejor regalo. - Respondió.
Tras un rato más charlando, se levantó. - Nos vais a tener que disculpar, pero creo que deberíamos ir a arreglarnos para la fiesta. - Su hermano, que se había retrepado aún más en la silla comiendo frutos secos, puso cara de hastío. - Tío, que queda todavía una hora para la... - ¿¿UNA HORA?? - Se espantó él, y ya sí que se puso nervioso. - ¡Que vamos a llegar tardísimo! - Lex le miraba con la boca entreabierta como si se hubiera vuelto loco de remate. - Marcus. Una hora. Vamos en traslador. Sabes que son inmediatos ¿no? - ¡Pero que me tengo que duchar y cambiarme entero y peinarme y todo! - Hijo, por favor, que "y todo" no sea echarte el bote entero de colonia. - Pidió su padre, levantando varias risas entre los presentes, pero Marcus no tenía tiempo de tonterías. - Bueno, vosotros haced lo que queráis, pero yo me voy ya. Y a menos cuarto estoy cogiendo el traslador y no espero a nadie. - Dijo a Alice y Lex, y el segundo, bien tranquilo y sin dejar de comer frutos secos ni mover ni un músculo, dijo. - Vaya, para estar allí un cuarto de hora antes tontamente. - Que no sabemos donde nos lleva ni si... ¡Bueno, que me liais! - Y entró en la casa, oyendo risillas a su costa detrás de él pero que no le detuvieron lo más mínimo, y subio rápidamente los escalones para ir a ducharse.
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Ivanka
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La eternidad es nuestra CON Marcus| EN Casa O'Donnell | 3 de junio de 2002 |
Otro al que conocía perfectamente: su novio. Aquella cara era inequívoca. Ya había empezado a rayarse eternamente porque su abuelo empezó a estudiar del tirón y él no. Y claro, todavía si no se le hubiera calentado la boquita la noche anterior con lo épica que iba a ser la farra del exprefecto O’Donnell, podría bajarse del plan, pero, o defraudaba a su conciencia alquimista, o se tendría que tragar sus palabras ante sus amigos arriesgándose al escarnio eterno. — Abuelo, ¿te pusiste a estudiar nada más salir? — Preguntó distraída. — Bueno, no no, la verdad es que dormí muchísimo, porque traía una cansancio tremendo de tanto estudiar y las funciones de prefecto, necesitaba descansar. Mi madre pensaba que estaba enfermo y todo. — Se rio y negó con la cabeza. — Ahora soy un viejo pero… No sé si será que ha pasado demasiado tiempo pero, a excepción de cuando nacieron los niños, no me recuerdo tan cansado. — Pues prueba a tener dos seguidos. — Soltó Emma. — Estaba todo el mundo como loco con la fiesta del primer cumpleaños de Marcus y yo con una barriga gigante… Oh, por Merlín, qué tortura. — Alice se rio. Le gustaba ver a Emma lo suficientemente relajada como para decir esas cosas. Igual que le gustaba ver a Marcus y su hermano hablando, a su padre llamando yerno a su novio, en fin… Familia.
Cuando Molly resaltó aquello, amplió la sonrisa y dijo. — Y cómo le miro yo a él. Si no llego a ser Ravenclaw, hubiera suspendido todos los EXTASIS solo por quedarme embobada. — A veeeeer pooor favor, que la tarta ya tiene suficiente azúcar. — Se quejó Lex. Ella entornó los ojos, pero ambos se rieron. Eso sí, la risa les duró lo que Marcus tardó en darse cuenta de que les quedaba una hora para irse. Ella ni intentó detenerle, si cuando se ponía así era imposible pararle. Cuando desapareció por la escalera, ella sonrió y dijo. — Verás cuando se acuerde de que puede hacer magia. — Todos rieron y ella se apoyó en los hombros de Lex. — Venga, futuro cazador titular, hay que cambiarse. — Lex resopló. — Yo no sé ponerme guapo. — ¡SI TÚ YA ERES GUAPO MI NIÑO! — Exclamó la abuela. Ambos se fueron entre risitas y la sensación era de absoluta felicidad.
Alice estaba lista en veinte minutos a falta del hechizo del pelo. Se había puesto un vestido que no se atrevería a que se lo vieran los O’Donnell si no fuera ya novia de Marcus y fuera a su graduación. Era BASTANTE corto, color melocotón y con brillitos. Ella estaba encantada, pero igual se ponía una chaquetita encima para disimular. Estaba volcando la cabeza para dejar caer el pelo y hacer el hechizo peinador, cuando alguien llamó a la puerta. Imaginó que sería Marcus y le dijo que pasara pero. — Eh… Si eso… Vuelvo luego. — Levantó la cabeza y terminó de atusarse el pelo, ahuecándolo un poco. — ¡No! Tranqui, Lex, que solo me estoy peinando. Ya estoy vestida y todo. — Ya, ya lo veo… Eh… Bueno… Pero ese vestido… Vaya que yo no entiendo y no… No miro, eh… Pero no es como… — ¿Muy corto? — Sugirió ella con un suspiro. — ¿Incómodo? — Incómodo parecía Lex, desde luego. — ¿No tienes miedo de que se te suba andando o…? Que se te… Tú sabes… Lo de arriba… Se te vean las… — ¿Qué quieres, Lex? — Preguntó con un suspiro. — Tú… ¿Me ayudarías a arreglarme? — Ella se rio y le miró de lado. — ¿Cómo ayudarte? — Sí… Tú… ¿Me puedes elegir una ropa que… Yo que sé, me quede bien? Pero no en plan que mi abuela y mi madre me digan que soy guapo, en plan que Darren piense… En fin, todas esas cosas que va a pensar mi hermano cuando te vea con ese vestido. — Ella se rio y asintió. — Venga, vamos a tu armario, a ver qué encontramos. — Salieron hacia su cuarto y Lex susurró, como si fuera un secreto. — ¿Y crees que podrías hacer el hechizo ese pero en mi pelo? — Alice se aguantó la risa, pero asintió.
— ¿Con todo esto tú vas cómodo? — Le preguntó una vez hubo seleccionado un conjunto. — Supongo que sí… ¿Debería ponerme colonia? — Alice asintió. — No tengo colonia. — Ella se rio. — Pues ahora le pides a Marcus y ya está. — Lex suspiró y miró la ropa. — Me la tengo que poner. — Dijo significativamente. Alice levantó las manos y rodó los ojos. — Ya me voy, avísame cuando quieras el hechizo peinador. Voy a pedirle colonia a tu hermano. — Salió del cuarto y se dirigió al de su novio, apoyándose en el marco de la puerta que vio abierta. — Pero qué guapo puedes llegar a ser. En algún momento deberías parar. — Y lentamente se acercó a él, poniendo las manos en su camisa y terminando de abrocharle los últimos botones. — Me encanta ayudarte a vestirte… Ponerte cositas… Tu me predisponer los zapatos a mí antes de salir, si quieres.— Se acercó a su oído y susurró. — Bueno, quitártelas también está muy bien. — Y soltó una risita, mientras olía su colonia. — Tu hermano necesita colonia. — ¡AAAAALIIIIICE! — Oyó desde la otra habitación. — Y a mi también me necesita por lo visto. — Y salió caminando lentamente, contoneándose a posta, sabiendo que la estaría mirando.
Cuando llegó, puso una sonrisilla traviesa e hizo un bailecito con todo el cuerpo. — Pero bueeeeeno que O’Donnell más sensual. A ver, siéntate ahí. — Le dijo señalando la silla. — Voy a probarte un par de cositas en el pelo. — A ver, le iba a peinar bien, pero primero, se reiría un rato. El primer peinado del hechizo que le hizo, fue una cresta coronada de rojo. — ¿Qué te parece, O’Donnell mayor? — Preguntó, aguantándose la risa. Justo a tiempo de que Noora apareciera por allí y diera un salto para atrás al ver a su amo. Y claro, él, al ver la reacción del animal la miró horrorizado. — ¿Qué me habéis hecho? — Ya ahí no pudo contenerse y dijo. — Es broma, ¿vale? ahora te lo quito, pero tenía que verte con algo distinto, siempre vas igual. — Se lo estaba pasando en grande.
Cuando Molly resaltó aquello, amplió la sonrisa y dijo. — Y cómo le miro yo a él. Si no llego a ser Ravenclaw, hubiera suspendido todos los EXTASIS solo por quedarme embobada. — A veeeeer pooor favor, que la tarta ya tiene suficiente azúcar. — Se quejó Lex. Ella entornó los ojos, pero ambos se rieron. Eso sí, la risa les duró lo que Marcus tardó en darse cuenta de que les quedaba una hora para irse. Ella ni intentó detenerle, si cuando se ponía así era imposible pararle. Cuando desapareció por la escalera, ella sonrió y dijo. — Verás cuando se acuerde de que puede hacer magia. — Todos rieron y ella se apoyó en los hombros de Lex. — Venga, futuro cazador titular, hay que cambiarse. — Lex resopló. — Yo no sé ponerme guapo. — ¡SI TÚ YA ERES GUAPO MI NIÑO! — Exclamó la abuela. Ambos se fueron entre risitas y la sensación era de absoluta felicidad.
Alice estaba lista en veinte minutos a falta del hechizo del pelo. Se había puesto un vestido que no se atrevería a que se lo vieran los O’Donnell si no fuera ya novia de Marcus y fuera a su graduación. Era BASTANTE corto, color melocotón y con brillitos. Ella estaba encantada, pero igual se ponía una chaquetita encima para disimular. Estaba volcando la cabeza para dejar caer el pelo y hacer el hechizo peinador, cuando alguien llamó a la puerta. Imaginó que sería Marcus y le dijo que pasara pero. — Eh… Si eso… Vuelvo luego. — Levantó la cabeza y terminó de atusarse el pelo, ahuecándolo un poco. — ¡No! Tranqui, Lex, que solo me estoy peinando. Ya estoy vestida y todo. — Ya, ya lo veo… Eh… Bueno… Pero ese vestido… Vaya que yo no entiendo y no… No miro, eh… Pero no es como… — ¿Muy corto? — Sugirió ella con un suspiro. — ¿Incómodo? — Incómodo parecía Lex, desde luego. — ¿No tienes miedo de que se te suba andando o…? Que se te… Tú sabes… Lo de arriba… Se te vean las… — ¿Qué quieres, Lex? — Preguntó con un suspiro. — Tú… ¿Me ayudarías a arreglarme? — Ella se rio y le miró de lado. — ¿Cómo ayudarte? — Sí… Tú… ¿Me puedes elegir una ropa que… Yo que sé, me quede bien? Pero no en plan que mi abuela y mi madre me digan que soy guapo, en plan que Darren piense… En fin, todas esas cosas que va a pensar mi hermano cuando te vea con ese vestido. — Ella se rio y asintió. — Venga, vamos a tu armario, a ver qué encontramos. — Salieron hacia su cuarto y Lex susurró, como si fuera un secreto. — ¿Y crees que podrías hacer el hechizo ese pero en mi pelo? — Alice se aguantó la risa, pero asintió.
— ¿Con todo esto tú vas cómodo? — Le preguntó una vez hubo seleccionado un conjunto. — Supongo que sí… ¿Debería ponerme colonia? — Alice asintió. — No tengo colonia. — Ella se rio. — Pues ahora le pides a Marcus y ya está. — Lex suspiró y miró la ropa. — Me la tengo que poner. — Dijo significativamente. Alice levantó las manos y rodó los ojos. — Ya me voy, avísame cuando quieras el hechizo peinador. Voy a pedirle colonia a tu hermano. — Salió del cuarto y se dirigió al de su novio, apoyándose en el marco de la puerta que vio abierta. — Pero qué guapo puedes llegar a ser. En algún momento deberías parar. — Y lentamente se acercó a él, poniendo las manos en su camisa y terminando de abrocharle los últimos botones. — Me encanta ayudarte a vestirte… Ponerte cositas… Tu me predisponer los zapatos a mí antes de salir, si quieres.— Se acercó a su oído y susurró. — Bueno, quitártelas también está muy bien. — Y soltó una risita, mientras olía su colonia. — Tu hermano necesita colonia. — ¡AAAAALIIIIICE! — Oyó desde la otra habitación. — Y a mi también me necesita por lo visto. — Y salió caminando lentamente, contoneándose a posta, sabiendo que la estaría mirando.
Cuando llegó, puso una sonrisilla traviesa e hizo un bailecito con todo el cuerpo. — Pero bueeeeeno que O’Donnell más sensual. A ver, siéntate ahí. — Le dijo señalando la silla. — Voy a probarte un par de cositas en el pelo. — A ver, le iba a peinar bien, pero primero, se reiría un rato. El primer peinado del hechizo que le hizo, fue una cresta coronada de rojo. — ¿Qué te parece, O’Donnell mayor? — Preguntó, aguantándose la risa. Justo a tiempo de que Noora apareciera por allí y diera un salto para atrás al ver a su amo. Y claro, él, al ver la reacción del animal la miró horrorizado. — ¿Qué me habéis hecho? — Ya ahí no pudo contenerse y dijo. — Es broma, ¿vale? ahora te lo quito, pero tenía que verte con algo distinto, siempre vas igual. — Se lo estaba pasando en grande.
- El Pájaro en el espino, el comienzo:
- Golden Shields:
Alice Gallia
Cause' Alice does belong with Marcus
Ante todo, amigos
Ay, los retitos
Un jour viendra tu me dira je t'aime
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- 16 de enero de 2002:
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Freyja
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La eternidad es nuestra Con Alice| En Casa O'Donnell | 3 de junio de 2002 |
Al menos cuando salió de la ducha oyó movimiento en el piso de arriba, lo que quería decir que Alice y su hermano ya habían subido también a arreglarse. Fue rápidamente a su dormitorio y sacó del armario la ropa que tenía reservada para ese día, porque, sí, él ya había pensado en eso hacía tiempo y era ropa que no se había llegado a llevar a Hogwarts, sino que la tenía allí reservada. Llevaba una camisa blanca y una chaqueta negra con toques brillantes, con el pantalón a juego, bastante para el ambiente que llevaban, no la eligió en balde. Se puso los pantalones y los zapatos pero, antes de ponerse la camisa, se peinó, porque se había dejado el pelo mojado para poder manejarlo mejor, y colocarse cada rizo como y donde el quería, con sus dedos y con la varita, con precisión milimétrica. No quería que su camisa se arrugara o se mojara, pero ya empezaba a entrarle frío, además de que se estaba demorando, así que se apresuró en peinarse un poco más rápido y se terminó de vestir.
Sin embargo, cuando estaba terminando de ponerse los botones, frente al espejo y de espaldas a la puerta, oyó a su novia en esta. Tenía la mirada baja, en concreto en sus manos colocándose los botones, y esbozó una sonrisa, mientras se daba la vuelta. - Si parara, no pod-OH, WOW. - Exclamó tan pronto la vio, quedándose con la boca abierta. Vaya... Vaya. Iba impresionante. Para Marcus, Alice era preciosa siempre. A veces, como en Nochebuena o en la graduación, iba especialmente preciosa. Otras veces, estaba tremendamente atractiva... Pero lo que tenía delante... Eso, era otro nivel. La noche prometía. Y pensar que había accedido sin problema alguno a que Alice durmiera en su casa pero no en su habitación... Oh, espera, que estaban en su casa. Que él iba del brazo de Alice bien orgulloso, pero ahora temía que se le notara en la cara estrepitosamente lo que estaba pensando al ver a Alice con ese vestido.
Se había quedado como un pasmarote, con la boca entre abierta, admirándola, mientras ella se le acercaba y terminaba de abrocharle los botones. El susurro en su oído le provocó más cosas de las que debería, pero se limitó a sonreír, aunque no había cerrado la mandíbula. Se le escapó una muda carcajada, miró fugazmente a la puerta y, viendo que no había nadie, la miró a ella de nuevo y respondió, también en un susurro. - No me hables de quitar ropa, Gallia, que hemos prometido dormir en habitaciones separadas. - Tardó en recibir el siguiente mensaje porque seguía embobado. Uf, su hermano, eso le recordaba que debería moderar lo que estaba pensando si no quería oírle quejarse toda la noche. De hecho, ya lo estaba escuchando bramar desde la otra habitación. Se mordió un poco el labio. - Ve. Voy enseguida. - Dijo, y ella se fue... Moviéndose de esa forma... Uf. Ya era tener mala idea hacerle eso con un legeremante en la habitación de al lado, de verdad que sí... Pero qué gusto para la vista...
Después de quedarse unos segundos mirando a la puerta vacía como un idiota, decidió terminar de vestirse. Se colocó la chaqueta, se aseguró de estar absolutamente perfecto y se echó colonia. Tomó los tres frascos que solía usar y se dirigió a la habitación de su hermano. Cuando entró y vio la estampa, se detuvo súbitamente, con los ojos muy abiertos y una sonrisilla en los labios. No se echó a reír inmediatamente porque era evidente que Lex no sabía lo que Alice le estaba haciendo en el pelo. Dejó los tres tarros en la cómoda y fue a hacer el teatrillo de pensárselo, pero Noora delató que algo no iba bien. Y, cuando Alice confesó que era broma, ya sí que rompió a reír. - Es que se la tenías que haber puesto amarilla y negra, para su tejoncito... - Mira, tú mejor no hables. - Espetó su hermano, que se levantó y se dirigió al espejo mientras Marcus y Alice se reían de fondo. Y claro, fue verse y poner el grito en el cielo. - ¡¡Pero qué me has hecho!! - ¡Va! ¿Tú no querías variar? ¿Ser un Lex nuevo? - ¡Esto no es nuevo, esto es... es...! ¡¡Quítamelo!! Se quita ¿no? - ¿Quitarse? - Marcus fingió preocupación, mirando a Alice. - No, ese era de los permanentes ¿no? - Este tío es tonto, vamos. ¡Ya no te pido más ayuda! - Acusó a Alice, enfadado como un niño pequeño. - Eso te pasa por no pedírsela a tu hermano mayor. - ¡Joder! ¿¿A que no voy?? - ¿Qué pasa aquí? - Preguntó la voz de Emma, apareciendo en la puerta inmediatamente después. Por un instante, pensó que se les cortaría la broma del tirón... Nada más lejos.
Su madre, siempre tan comedida en sus expresiones, abrió delatoramente los ojos al ver la cresta roja de su hijo. Se había creado un leve silencio que Lex, claramente, esperaba que jugara en su favor... Pero no fue así. Para sorpresa de todos los presentes, Emma empezó a hacer una mueca con la boca que parecía querer contener una risa para, finalmente, llevarse una mano a esta y esconder una risa real. Marcus abrió mucho los ojos, miró a Alice, y los dos se echaron a reír. - ¡¡Venga ya!! - Se quejó Lex, dando una patada al suelo, pero a Emma le había dado un ataque de risa. No perdía la elegancia que la caracterizaba, pero no podía dejar de reír. - Perdona, cariño... - ¡No, es que ya lo que me faltaba! - ¿Qué pasa? - Preguntó Arnold, entrando también, debatiéndose en si alucinar más por la risa de su mujer, o por el peinado de su hijo más malhumorado. - ¡Venga, más gente! ¡Decidle a William que suba también, ya que estamos! - Mejor no lo invoques, que sabes que viene. - Dijo Arnold entre risas.
Como estaba viendo que Lex estaba llegando al límite de su paciencia, Marcus sacó la varita. - Va, va, ya te lo quito. - Y empezó a echarle un hechizo que solo era aire y se limitaba a removerle el pelo, por lo que, al cabo de un rato de arrugar la cara ante la diminuta ventisca que le estaba echando su hermano, Lex se revolvió y puso su cara de mosqueo habitual. - ¡¡Me estás echando aire!! - Era para quitarle un poco de... - ¡¡Que me lo quitéis ya, hostia!! - Le atacó otra carcajada, pero ya sí, le deshizo el hechizo a su hermano. - El peinado lo dejo en manos de Alice. - Ya, pues ya me lo voy a pensar. - Pues nada, péinate con agua, si no. - Contestó Marcus a la queja de Lex. - Nosotros no queremos influir, así que mejor nos vamos. - Dijo su padre entre risas, llevándose a su madre, que para sorpresa de todos se seguía riendo. Lex seguía con su cara de pocos amigos habitual, pero Marcus se dirigió al comodín y señaló los frascos. - A ver, me he traído... - La que llevas tú, no. - Cortó él. Marcus rodó los ojos. - Pues me llevo este. Ahí tienes los otros dos, elige el que quieras. - Cogió su colonia y fue a devolverla a su cuarto, no sin antes recordar. - Venga, que al final se nos va a hacer tarde. - Pasó por el pado de Alice y le susurró al oído. - Buena estrategia de distracción. - Dedicándole una evidente mirada de arriba abajo, con una sonrisa sugerente, y saliendo después de la habitación. Sí, ese vestido de infarto iba a llamar bastante la atención de su familia, pero había conseguido que su madre se fijara primero en el ridículo peinado de Lex. Bien jugado, Gallia. Muy bien jugado.
Sin embargo, cuando estaba terminando de ponerse los botones, frente al espejo y de espaldas a la puerta, oyó a su novia en esta. Tenía la mirada baja, en concreto en sus manos colocándose los botones, y esbozó una sonrisa, mientras se daba la vuelta. - Si parara, no pod-OH, WOW. - Exclamó tan pronto la vio, quedándose con la boca abierta. Vaya... Vaya. Iba impresionante. Para Marcus, Alice era preciosa siempre. A veces, como en Nochebuena o en la graduación, iba especialmente preciosa. Otras veces, estaba tremendamente atractiva... Pero lo que tenía delante... Eso, era otro nivel. La noche prometía. Y pensar que había accedido sin problema alguno a que Alice durmiera en su casa pero no en su habitación... Oh, espera, que estaban en su casa. Que él iba del brazo de Alice bien orgulloso, pero ahora temía que se le notara en la cara estrepitosamente lo que estaba pensando al ver a Alice con ese vestido.
Se había quedado como un pasmarote, con la boca entre abierta, admirándola, mientras ella se le acercaba y terminaba de abrocharle los botones. El susurro en su oído le provocó más cosas de las que debería, pero se limitó a sonreír, aunque no había cerrado la mandíbula. Se le escapó una muda carcajada, miró fugazmente a la puerta y, viendo que no había nadie, la miró a ella de nuevo y respondió, también en un susurro. - No me hables de quitar ropa, Gallia, que hemos prometido dormir en habitaciones separadas. - Tardó en recibir el siguiente mensaje porque seguía embobado. Uf, su hermano, eso le recordaba que debería moderar lo que estaba pensando si no quería oírle quejarse toda la noche. De hecho, ya lo estaba escuchando bramar desde la otra habitación. Se mordió un poco el labio. - Ve. Voy enseguida. - Dijo, y ella se fue... Moviéndose de esa forma... Uf. Ya era tener mala idea hacerle eso con un legeremante en la habitación de al lado, de verdad que sí... Pero qué gusto para la vista...
Después de quedarse unos segundos mirando a la puerta vacía como un idiota, decidió terminar de vestirse. Se colocó la chaqueta, se aseguró de estar absolutamente perfecto y se echó colonia. Tomó los tres frascos que solía usar y se dirigió a la habitación de su hermano. Cuando entró y vio la estampa, se detuvo súbitamente, con los ojos muy abiertos y una sonrisilla en los labios. No se echó a reír inmediatamente porque era evidente que Lex no sabía lo que Alice le estaba haciendo en el pelo. Dejó los tres tarros en la cómoda y fue a hacer el teatrillo de pensárselo, pero Noora delató que algo no iba bien. Y, cuando Alice confesó que era broma, ya sí que rompió a reír. - Es que se la tenías que haber puesto amarilla y negra, para su tejoncito... - Mira, tú mejor no hables. - Espetó su hermano, que se levantó y se dirigió al espejo mientras Marcus y Alice se reían de fondo. Y claro, fue verse y poner el grito en el cielo. - ¡¡Pero qué me has hecho!! - ¡Va! ¿Tú no querías variar? ¿Ser un Lex nuevo? - ¡Esto no es nuevo, esto es... es...! ¡¡Quítamelo!! Se quita ¿no? - ¿Quitarse? - Marcus fingió preocupación, mirando a Alice. - No, ese era de los permanentes ¿no? - Este tío es tonto, vamos. ¡Ya no te pido más ayuda! - Acusó a Alice, enfadado como un niño pequeño. - Eso te pasa por no pedírsela a tu hermano mayor. - ¡Joder! ¿¿A que no voy?? - ¿Qué pasa aquí? - Preguntó la voz de Emma, apareciendo en la puerta inmediatamente después. Por un instante, pensó que se les cortaría la broma del tirón... Nada más lejos.
Su madre, siempre tan comedida en sus expresiones, abrió delatoramente los ojos al ver la cresta roja de su hijo. Se había creado un leve silencio que Lex, claramente, esperaba que jugara en su favor... Pero no fue así. Para sorpresa de todos los presentes, Emma empezó a hacer una mueca con la boca que parecía querer contener una risa para, finalmente, llevarse una mano a esta y esconder una risa real. Marcus abrió mucho los ojos, miró a Alice, y los dos se echaron a reír. - ¡¡Venga ya!! - Se quejó Lex, dando una patada al suelo, pero a Emma le había dado un ataque de risa. No perdía la elegancia que la caracterizaba, pero no podía dejar de reír. - Perdona, cariño... - ¡No, es que ya lo que me faltaba! - ¿Qué pasa? - Preguntó Arnold, entrando también, debatiéndose en si alucinar más por la risa de su mujer, o por el peinado de su hijo más malhumorado. - ¡Venga, más gente! ¡Decidle a William que suba también, ya que estamos! - Mejor no lo invoques, que sabes que viene. - Dijo Arnold entre risas.
Como estaba viendo que Lex estaba llegando al límite de su paciencia, Marcus sacó la varita. - Va, va, ya te lo quito. - Y empezó a echarle un hechizo que solo era aire y se limitaba a removerle el pelo, por lo que, al cabo de un rato de arrugar la cara ante la diminuta ventisca que le estaba echando su hermano, Lex se revolvió y puso su cara de mosqueo habitual. - ¡¡Me estás echando aire!! - Era para quitarle un poco de... - ¡¡Que me lo quitéis ya, hostia!! - Le atacó otra carcajada, pero ya sí, le deshizo el hechizo a su hermano. - El peinado lo dejo en manos de Alice. - Ya, pues ya me lo voy a pensar. - Pues nada, péinate con agua, si no. - Contestó Marcus a la queja de Lex. - Nosotros no queremos influir, así que mejor nos vamos. - Dijo su padre entre risas, llevándose a su madre, que para sorpresa de todos se seguía riendo. Lex seguía con su cara de pocos amigos habitual, pero Marcus se dirigió al comodín y señaló los frascos. - A ver, me he traído... - La que llevas tú, no. - Cortó él. Marcus rodó los ojos. - Pues me llevo este. Ahí tienes los otros dos, elige el que quieras. - Cogió su colonia y fue a devolverla a su cuarto, no sin antes recordar. - Venga, que al final se nos va a hacer tarde. - Pasó por el pado de Alice y le susurró al oído. - Buena estrategia de distracción. - Dedicándole una evidente mirada de arriba abajo, con una sonrisa sugerente, y saliendo después de la habitación. Sí, ese vestido de infarto iba a llamar bastante la atención de su familia, pero había conseguido que su madre se fijara primero en el ridículo peinado de Lex. Bien jugado, Gallia. Muy bien jugado.
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Ivanka
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La eternidad es nuestra CON Marcus| EN Casa O'Donnell | 3 de junio de 2002 |
Ya con lo del tejoncito se estaba partiendo de risa. — ¿Cómo no se me ha ocurrido? ¿Ves? Tenía que tenerte a ti de asesor. — Dijo entre risas. Pero, ya con la broma de que no se quitaba, estaba hasta llorando. Merlín bendijera con miles de Theo a su prima Jackie por enseñarle el hechizo que hacía que no se te moviera el maquillaje. Y para ponérselo más difícil entró Emma, dándole un ramalazo de terror y culpabilidad, por lo que le había hecho a su niño adorado. Y, para la sorpresa más grande de su vida, empezó a reírse, claramente intentando controlarse para no carcajearse delante de su hijo abiertamente. Definitivamente era un buen día, porque podía asegurar que era la segunda vez en su vida que veía a Emma reírse así en siete años. Arnold, siendo Arnold, se estaba riendo pero apaciguaba un poco los ánimos. — Mira, si subiera mi padre, le encantaría este peinado, si él todo lo que sea colores y formas raras… — Comentó mientras que Marcus le vacilaba un poco más — ¡QUE ME LO QUITES! — Que sí, que sí, que voy. — Dijo mientras se acercaba, antes de que su cuñado acabara maldiciéndola.
Finalmente le hizo a Lex un peinado muy favorecedor, con sus onditas más marcadas, pero así desenfadado como era su estilo. De hecho, estaba muy guapo, pensó mirándole con los ojos achicados. — ¿A qué viene ese tono de sorpresa en tu pensamiento? — Dijo Lex un poco enfadado. — No, no es sorpresa porque seas guapo. Es que nunca me había fijado que tenías el pelo tan bonito. — A ver, es el hermano de Marcus, normal que haya heredado también el pelo perfecto, solo que más clarito… — ¡Bueno! ¡Ya está! ¡Largo de aquí! Lo que me faltaba por oír, vamos. Primero tengo que echarla para que me deje desnudarme, y ahora que me parezco a su puto novio. — Eso la hizo volver a reírse, porque era demasiado cómico, mientras Lex la arrastraba sin ninguna dificultad fuera de la habitación. — ¡Venga, Lexito! No te enfades conmigo, ¿y lo guapo y sexy que vas a ir? — Dijo ella lanzando besitos al aire.
Aprovechó la apreciación de su novio para rozarle la mano y preguntar, con toda la intención. — Buena distracción ¿para quién, amor mío? — Agarró su mano y tiró de él hacia su habitación. Dejó la puerta abierta, pero se sentó en su cama y le tendió uno de sus tacones plateados. Y lentamente subió una de sus piernas hasta apoyarla en la de él, mientras se apoyaba con los brazos en la cama. — Pero, mi amor, abróchamelos. — Dijo con tono sensual. Obviamente, no era ajena al hecho de que aquel vestido era cortísimo y todo lo que enseñaba al hacer aquel movimiento. Mantuvo la sonrisa sensual y dijo. — Y ahora el otro. — Y, mientras cambiaba de un pie al otro, contuvo un suspirito, y puede que le acariciara un poco de más con el pie. Cuando se puso de pie ya con los tacones puestos les echó un hechizo acolchador, también truco de su prima Jackie y miró a su novio. — Es para aguantar toda la noche con ellos y poder bailar. — Especificó con una risita, antes de dejarle un besito y susurrar sensualmente. — Habitaciones separadas, amor mío. —
Había cogido una chaqueta, no solo por no escandalizar a todos los presentes, si no porque esperaba estar hasta muy tarde fuera. Nada más bajar, ya tenía a Molly encima. — ¡Ay! ¡Quién tuviera dieciocho otra vez para poder ponerse algo tan corto y tener esas piernazas. — Automáticamente se puso rojísima, menos mal que el maquillaje lo paliaba. Adoraba a Molly, pero sus halagos podrían ser un poco menos delatores. Su padre simplemente la miró y sonrió. — Con esa sonrisa que trae, nadie va a mirar otra cosa. — Discrepo. — Soltó Lex pasando como un ánima por detrás suya en dirección a buscar algo, probablemente. — Gracias, abuela. — Se giró hacia Dylan y le acarició los rizos. — Hoy voy a tardar en volver. — Advirtió. — Ya, ya lo sé. — Contestó el otro un poco mosqueado. — Pero ya tendré yo mi graduación, y tú no podrás venir porque serás ya una vieja que no aguanta una fiesta. — Eso le hizo soltar una carcajada. Los enfados de los Hufflepuffs eran muy adorables. Se agachó y besó su coronilla. — Pórtate bien, ¿vale? — Luego bajó la voz. — Ten paciencia con papá, ¿vale? Haz como has hecho en la comida. Habla con él, que le encanta, y que Arnold y Emma te cuenten cosas de cuando era joven, que verás que risas. — Él asintió y señaló a Molly. — La abuela Molly nos ha dicho que nos va a enseñar a cocinar cosas básicas para no ser unos inútiles totales y no tenerte de criada de nuestra casa. — Tuvo que contenerse muy fuerte la risa y miró a Marcus. Si es que su abuela era tremenda. — Muy bien, pues mañana me lo cuentas todo. —Mañana vais a estar todos de mal humor y vais a querer estar en silencio como en Año Nuevo. — Pobre, aún no sabe lo que es una resaca, pensó, conteniéndose otra risa. Salió al porche con los hermanos O’Donnell y miró a Arnold y Emma en la puerta. — Nos preocupéis, que os los cuido como si fueran míos. — Arnold suspiró y rio, cruzándose de brazos. — ¿Por qué será no me da eso ninguna seguridad? — Pero Alice ofreció sus brazos a los hermanos y sacó el traslador. — ¿Listos, O’Donnells? — Y metió la mano en el birrete.
Los viajes en traslador mareaban un poco, pero es verdad que suponían mucho menos esfuerzo mental que aparecerse. Por el mareo, y teniendo en cuenta que estaba atardeciendo, le costó reconocer el sitio, que parecía un callejón muggle cualquiera. — Capaz ha sido McKinley de traernos a un callejón de mala muerte lleno de… — No seas así, Lex. — Le regañó ella, que no quería tener que estar lidiando con el mal humor de su cuñado desde tan temprano. Se giró sobre sí misma y, por fin, reconoció un lugar. — No me digas que no lo reconocéis. — Dijo mirando a los hermanos. — Ah, O'Donnells, os sacan de vuestra cuadriculatura habitual y… — Abrió los brazos y se acercó a los tablones. — Es la entrada a la feria de Navidad. — Pero no es Navidad. — Contestó Lex, evidenciando, por la cara que veía en los dos, lo que ella señalaba. — Bueno, pero puede que el resto del año sea otra cosa. — Chasqueó la lengua y sacó la varita, para que los tablones se abrieran ante ella. Y vaya que si era otra cosa. Aquella plaza mágica era enorme, ya se había dado cuenta en Navidad, pero ahora, en vez de puestos, lo que había eran bares con distintos ambientes recreados mágicamente: ambiente discotequero, playero, otros más tipo club elegante… Vamos el playero tenía hasta la arena y un encantamiento que simulaba las olas. — ¡Hombre! Ravenclaw siempre antes. — Oyó una voz conocida. — Hastings, querido. — Contestó ella sonriendo. — ¿Qué haces por aquí? — Hills quería que llegáramos antes e investigáramos, venid que esto es la leche. — ¿No hay nadie más? — Preguntó extrañada. — Andrew y Donna. — Menos mal que está Donna. — Dijo Lex con un suspiro de alivio. — Oye, ¿qué pasa? — Demasiados ravenclaws juntos. — Donna también es ravenclaw. — Le recalcó, ofendido, Sean. — Pero no se siente ravenclaw… — Lex y sus movidas. — Pero es verdad, ¿no hay nadie más? — ¿Quieres decir todos los hufflepuffs que van a llegar con diez minutos de retraso por lo menos? ¿O nuestro organizador personal que va a llegar el último porque siempre tiene que hacer una entrada triunfal elegantemente tarde? — Alice asintió. — Tienes razón. — Le dio la mano a Marcus y siguió a su amigo encantada.
Finalmente le hizo a Lex un peinado muy favorecedor, con sus onditas más marcadas, pero así desenfadado como era su estilo. De hecho, estaba muy guapo, pensó mirándole con los ojos achicados. — ¿A qué viene ese tono de sorpresa en tu pensamiento? — Dijo Lex un poco enfadado. — No, no es sorpresa porque seas guapo. Es que nunca me había fijado que tenías el pelo tan bonito. — A ver, es el hermano de Marcus, normal que haya heredado también el pelo perfecto, solo que más clarito… — ¡Bueno! ¡Ya está! ¡Largo de aquí! Lo que me faltaba por oír, vamos. Primero tengo que echarla para que me deje desnudarme, y ahora que me parezco a su puto novio. — Eso la hizo volver a reírse, porque era demasiado cómico, mientras Lex la arrastraba sin ninguna dificultad fuera de la habitación. — ¡Venga, Lexito! No te enfades conmigo, ¿y lo guapo y sexy que vas a ir? — Dijo ella lanzando besitos al aire.
Aprovechó la apreciación de su novio para rozarle la mano y preguntar, con toda la intención. — Buena distracción ¿para quién, amor mío? — Agarró su mano y tiró de él hacia su habitación. Dejó la puerta abierta, pero se sentó en su cama y le tendió uno de sus tacones plateados. Y lentamente subió una de sus piernas hasta apoyarla en la de él, mientras se apoyaba con los brazos en la cama. — Pero, mi amor, abróchamelos. — Dijo con tono sensual. Obviamente, no era ajena al hecho de que aquel vestido era cortísimo y todo lo que enseñaba al hacer aquel movimiento. Mantuvo la sonrisa sensual y dijo. — Y ahora el otro. — Y, mientras cambiaba de un pie al otro, contuvo un suspirito, y puede que le acariciara un poco de más con el pie. Cuando se puso de pie ya con los tacones puestos les echó un hechizo acolchador, también truco de su prima Jackie y miró a su novio. — Es para aguantar toda la noche con ellos y poder bailar. — Especificó con una risita, antes de dejarle un besito y susurrar sensualmente. — Habitaciones separadas, amor mío. —
Había cogido una chaqueta, no solo por no escandalizar a todos los presentes, si no porque esperaba estar hasta muy tarde fuera. Nada más bajar, ya tenía a Molly encima. — ¡Ay! ¡Quién tuviera dieciocho otra vez para poder ponerse algo tan corto y tener esas piernazas. — Automáticamente se puso rojísima, menos mal que el maquillaje lo paliaba. Adoraba a Molly, pero sus halagos podrían ser un poco menos delatores. Su padre simplemente la miró y sonrió. — Con esa sonrisa que trae, nadie va a mirar otra cosa. — Discrepo. — Soltó Lex pasando como un ánima por detrás suya en dirección a buscar algo, probablemente. — Gracias, abuela. — Se giró hacia Dylan y le acarició los rizos. — Hoy voy a tardar en volver. — Advirtió. — Ya, ya lo sé. — Contestó el otro un poco mosqueado. — Pero ya tendré yo mi graduación, y tú no podrás venir porque serás ya una vieja que no aguanta una fiesta. — Eso le hizo soltar una carcajada. Los enfados de los Hufflepuffs eran muy adorables. Se agachó y besó su coronilla. — Pórtate bien, ¿vale? — Luego bajó la voz. — Ten paciencia con papá, ¿vale? Haz como has hecho en la comida. Habla con él, que le encanta, y que Arnold y Emma te cuenten cosas de cuando era joven, que verás que risas. — Él asintió y señaló a Molly. — La abuela Molly nos ha dicho que nos va a enseñar a cocinar cosas básicas para no ser unos inútiles totales y no tenerte de criada de nuestra casa. — Tuvo que contenerse muy fuerte la risa y miró a Marcus. Si es que su abuela era tremenda. — Muy bien, pues mañana me lo cuentas todo. —Mañana vais a estar todos de mal humor y vais a querer estar en silencio como en Año Nuevo. — Pobre, aún no sabe lo que es una resaca, pensó, conteniéndose otra risa. Salió al porche con los hermanos O’Donnell y miró a Arnold y Emma en la puerta. — Nos preocupéis, que os los cuido como si fueran míos. — Arnold suspiró y rio, cruzándose de brazos. — ¿Por qué será no me da eso ninguna seguridad? — Pero Alice ofreció sus brazos a los hermanos y sacó el traslador. — ¿Listos, O’Donnells? — Y metió la mano en el birrete.
Los viajes en traslador mareaban un poco, pero es verdad que suponían mucho menos esfuerzo mental que aparecerse. Por el mareo, y teniendo en cuenta que estaba atardeciendo, le costó reconocer el sitio, que parecía un callejón muggle cualquiera. — Capaz ha sido McKinley de traernos a un callejón de mala muerte lleno de… — No seas así, Lex. — Le regañó ella, que no quería tener que estar lidiando con el mal humor de su cuñado desde tan temprano. Se giró sobre sí misma y, por fin, reconoció un lugar. — No me digas que no lo reconocéis. — Dijo mirando a los hermanos. — Ah, O'Donnells, os sacan de vuestra cuadriculatura habitual y… — Abrió los brazos y se acercó a los tablones. — Es la entrada a la feria de Navidad. — Pero no es Navidad. — Contestó Lex, evidenciando, por la cara que veía en los dos, lo que ella señalaba. — Bueno, pero puede que el resto del año sea otra cosa. — Chasqueó la lengua y sacó la varita, para que los tablones se abrieran ante ella. Y vaya que si era otra cosa. Aquella plaza mágica era enorme, ya se había dado cuenta en Navidad, pero ahora, en vez de puestos, lo que había eran bares con distintos ambientes recreados mágicamente: ambiente discotequero, playero, otros más tipo club elegante… Vamos el playero tenía hasta la arena y un encantamiento que simulaba las olas. — ¡Hombre! Ravenclaw siempre antes. — Oyó una voz conocida. — Hastings, querido. — Contestó ella sonriendo. — ¿Qué haces por aquí? — Hills quería que llegáramos antes e investigáramos, venid que esto es la leche. — ¿No hay nadie más? — Preguntó extrañada. — Andrew y Donna. — Menos mal que está Donna. — Dijo Lex con un suspiro de alivio. — Oye, ¿qué pasa? — Demasiados ravenclaws juntos. — Donna también es ravenclaw. — Le recalcó, ofendido, Sean. — Pero no se siente ravenclaw… — Lex y sus movidas. — Pero es verdad, ¿no hay nadie más? — ¿Quieres decir todos los hufflepuffs que van a llegar con diez minutos de retraso por lo menos? ¿O nuestro organizador personal que va a llegar el último porque siempre tiene que hacer una entrada triunfal elegantemente tarde? — Alice asintió. — Tienes razón. — Le dio la mano a Marcus y siguió a su amigo encantada.
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- El Pájaro en el espino, el comienzo:
- Golden Shields:
Alice Gallia
Cause' Alice does belong with Marcus
Ante todo, amigos
Ay, los retitos
Un jour viendra tu me dira je t'aime
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- Juntos, somos el Todo:
- 16 de enero de 2002:
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La eternidad es nuestra Con Alice| En Casa O'Donnell | 3 de junio de 2002 |
Fue a su cuarto a devolver los tarros de colonia (se echó un poco más, por si acaso) y se miró una vez más al espejo, retocándose el pelo y ajustándose la ropa, comprobando que estaba perfecto. Sonrió y salió muy seguro de sí mismo de la habitación, de vuelta a la de Lex para ver si habían resuelto ya el drama del peinado. Parecía que el peinado sí que estaba resuelto, aunque el drama no tanto, porque justo cuando se acercaba a la puerta vio a su hermano echando a Alice, quien se moría de risa. Eso le hizo reír a él también. - Si te soy sincero, has durado ahí dentro más de lo que pensaba. -
Por supuesto, su novia no iba a dejar su tirito pasar. Ladeó su sonrisa aún más, con esa mirada que solo le dedicaba a ella. - Para quien se quiera dejar distraer. - Respondió. A él, desde luego, nada le distraía del atuendo de Alice, de ella en sí, ni la mejor broma del mundo. Por mucho que fingiera estar en otra cosa, Alice brillaba con luz propia para él, una luz que le atrapaba. Se quedó mirándola con esa misma sonrisilla mientras la chica le conducía a su habitación y se sentaba en la cama, con esa expresión ladina pero el deseo claramente reflejado en sus ojos. Bajó la mirada a su pierna cuando la estiró hacia él, y luego la miró a ella. - Con mucho gusto, princesa. - Respondió, seductor, colocándole el tacón, levantando la mirada de tanto en cuando a sus ojos y sin desdibujar la sonrisa. Esperó a que le tendiera el otro pie, y notó perfectamente como lo hacía, como movía las piernas y como le acariciaba. Alice era única provocándole, y a él le encantaba entrar en esas provocaciones. Antes caía como un idiota sin pretenderlo; ahora, se lanzaba del tirón. Le puso lentamente el segundo tacón y, cuando ya lo tuvo abrochado, miró lentamente y de soslayo a la puerta, siempre advirtiendo de que no hubiera nadie y, de paso, dándole a su novia una señal de que iba a hacer algo. Volvió a mirarla y, con suavidad, se inclinó para dejar un beso en su pierna y acariciarla levemente, mirándola a los ojos, antes de soltarla. No iba él a perder semejante oportunidad, sobre todo de devolverle la provocación.
Rio levemente, mirando sus pies al echarles el hechizo. - Ingenio femenino. Vais varios pasos por delante. - Aseguró, y el susurro la hizo mirarla de soslayo, con los párpados bajos. - Te veo con demasiada necesidad de recordarlo. - Pinchó, en un susurro. Sí, a los dos les iba a hacer mucha falta recordarlo si ya la noche empezaba así. Bajaron y la primera en notar a Alice fue su abuela. Sonrió y, como él aún estaba llegando y no había llamado la atención del resto de presentes, su mirada se fue delatoramente donde la mujer señalaba, de hecho: a lo corto que era ese vestido. Eso sí, la quitó de inmediato en cuanto su hermano tuvo la fantástica idea de, justo después de pasar por su lado, decirle al padre de la chica que sí que iba a haber gente mirándole las piernas: Marcus, por ejemplo, el primero de todos. Se aclaró ligeramente la garganta y, con una sonrisa radiante, caminó él también hacia los demás. - Definitivamente, yo ese porte no lo tenía. - Dijo su abuelo entre risas, y ya Molly cambió el foco de atención y se fue hacia él, apretándole la cara como hacía siempre. Abuela, mi pelo impoluto, por Dios, pensó, pero claro, le daba pena no dejarse querer por su abuela, tan cariñosa. - Ay, mi niño, pero que guapísimo por favor. Qué pareja más bonita, qué pareja más bonita, es que míralos, si es que... - Y así se tiró un rato, ya se estaba planteando pedir socorro, que al final iban a llegar tarde de verdad. Cuando se quedó más o menos a gusto, su abuela le dio un sonoro beso en la mejilla y remató. - Guapísimo. Y tú, no te quejes más, que tú el porte lo tenías. Vamos, te lo digo yo. - Le dijo a su abuelo. - Lo que pasa es que era muy soso el pobrecillo, pero vamos, teníais que haberlo visto de joven. Ay, la mirada que te echaba más de una... - Pues ya me dirás quien, porque yo creo que solo me mirabas tú. - Su abuela soltó una fuerte carcajada que más bien parecía un grito de sorpresa. - ¡Que ya le diré quién, dice! Habrase visto poca vergüenza semejante. ¿Rose Connington no te suena de nada? - Ay, esta mujer, ya sabía yo que me iba a sacar a Rose Connington. Ya no sé cómo decirle que solo era una amiga de mi cuñada... - ¡Mira, teníais que haberla visto! Es que se le quedaba mirando embobada. Me acuerdo que una vez se le cayó una pinta encima y todo. Estábamos... - Y ahí su abuela empezó a narrar y Marcus vio la oportunidad de oro para despedirse e irse.
Lo de zafarse de su abuela no iba a ser tan fácil porque claro, ya había alabado a Alice y a él y ahora le tocaba el turno a Lex, que además se llevó ración extra porque nadie estaba acostumbrado a verle tan arreglado. Menos mal que su hermano tenía poco aguante para los piropos. Pilló justo la despedida de Dylan de Alice y como este parecía preocupado por su estado al día siguiente. Marcus chistó con suficiencia, altanero como de costumbre. - Colega, es mi cumpleaños. Pienso ser el rey de la fiesta mañana, tú no te preocupes, que no te voy a defraudar. - No hables muy alto, por si acaso. - Dijo su padre. Eso hizo a William soltar una carcajada y cruzarse de brazos. - Apuesto lo que queráis a que al menos uno de esos tres llega esta noche aquí arrastrándose. - No es que sea esa una apuesta muy arriesgada. - Dijo Arnold entre risas, y William le miró. - ¿Quieres jugar fuerte, O'Donnell? Pues te digo más. - Le señaló, y Marcus casi dio un respingo, mirando a los lados como si guardara la esperanza de que fuera a otro. - Ese, el don perfecto, el rey de la fiesta de mañana, va a ser el peor. Lo van a tener que traer los otros dos en volandas. - Marcus soltó una risa casi bufada, llena de soberbia. - Lo siento, William, como buen yerno no puedo permitir que hagas esa apuesta porque no quiero que pierdas. - Sí sí, mañana hablamos. - Contestó el otro. Arnold salió en su defensa. - Yo diría que si esa hija tuya ha salido a ti tanto como lleva pareciendo desde que nació, va a ser ella la que llegue más perjudicada. - William se giró hacia él y le estrechó la mano fuertemente, a pesar de que Arnold no parecía querer sellar ningun trato. - Acepto la apuesta. - ¡No he dicho que quiera apostar! - Ya hablaremos mañana. - ¡Eh! - Cortó Lex, ceñudo y llamando la atención de los dos hombres. - ¿Es que nadie se plantea que pueda ser yo? - Se creo un leve silencio. Lex frunció el ceño todavía más.
- Mejor que no sea ninguno y todos contentos. - Resolvió su madre, con esa sonrisa tranquila siempre inmutable. - Pasadlo bien. - Eso, que vamos a llegar tarde. - Insistió Marcus y, ya sí, tomaron el traslador. Salieron al porche, se despidieron de sus padres, se agarró entre risas y absolutamente feliz al brazo de su novia y, antes de irse, bramó. - ¡No nos esperéis despiertos! - Y, acto seguido, el traslador los llevó a su destino. Lo cierto es que el lugar le quería sonar, pero no terminaba de ubicarlo, así que se quedó mirándolo pensativo por unos instantes. Ya tuvo su novia que meterse con él solo porque estaba tardando más de la cuenta en responder. - No seas tan rápida, Gallia. Hay muchos sitios en Londres que se parecen. - A saber si estamos en Londres. - Dejó caer Lex, y Marcus le miró ceñudo. - ¿Cómo no va a ser Londres? Es un traslador conseguido por un aún alumno de Hogwarts cuando nos lo dio, no te dan... licencia... para salir de la... ciudad. - Se le iba apagando la seguridad en la frase que decía a medida que avanzaba. Era Ethan McKinley el que había conseguido el traslador. Eso de que estaría siguiendo las bases de la ley mágica... Quizás era mucho aventurar.
Menos mal que Alice les sacó pronto de dudas. Abrió mucho los ojos y, ya sí, reconoció el entorno. - ¡Es verdad! - Le dio en el brazo a su hermano. - ¡Si vinimos una vez en verano, de pequeños! Nos trajo el tío Phillip cuando aún era novio de Andrómeda. - Ah, es verdad, que nos usaba para pelar la pava con ella. - Qué desagradable eres. ¿No te acuerdas que fue el día que nos compraron el helado de cuatro bolas? - De esas cosas solo te acuerdas tú. - Mira, da igual. - Resolvió, prefería adentrarse donde tuvieran que ir y dejar a su hermano y sus malas pulgas a un lado. Cuando Alice abrió la entrada, alucinó. - Definitivamente, esto no estaba así aquella vez. - Como que sería pleno verano y, por supuesto, de día. Aquello era un entorno de fiesta en toda regla, y no de fiesta infantil precisamente, pero molaba muchísimo. Ahora sí que tenía ganas de darlo todo.
La voz que sonó por allí le hizo girarse hacia su amigo, radiante, y darle un abrazo. - ¡Hastings! - ¡O'Donnell! - Se saludaron como si llevaran sin verse un mes en vez de apenas siete horas. Quería muchísimo a su mejor amigo, ahora tendrían que acostumbrarse a verse fuera del colegio. - Me extraña que el primero no hayas sido tú, prefecto. - Cualquiera llega el primero, teniendo que tirar de estos dos. - Se quejó, aunque le dedicó una burlita a su novia y a su hermano que, por supuesto, fue mejor recibida por la primera que por el segundo. Miró a los lados, agarrando la mano de Alice y siguiendo a Sean mientras les conducía un poco por el lugar. - ¿Y Hills? Has dicho que venía contigo ¿no? - ¿Es que no puedes vivir sin mí ni un ratito, O'Donnell? - Comentó su amiga, que al parecer estaba escondida con Donna y les iba siguiendo los paso. Se giró y dio un par de pasos hacia atrás, abriendo mucho los ojos y admirándolas a ambas, que no dudaron en posar. - ¡Pero bueno! ¡Por favor, llamen a los aurores, esto tiene que ser ilegal! - Joder, ya se nos podría haber ocurrido a nosotros algo así, tampoco era tan complicado. - Le dijo Andrew a Sean, mientras las dos chicas se reían, complacidas con el exagerado piropo de Marcus. Se saludaron y Donna le dijo. - Pero qué guapo vienes, Marcus. ¿Dónde tenías ese atuendo guardado? - Dije que hoy venía a darlo todo, que no confiáis en mí. - ¿Y habéis visto a esta, como viene? - Preguntó Hillary, agarrando a Alice de una mano y haciéndola girar sobre sí mismo. Sean aprovechó la escenita para lanzarle un silbido que levantó varias risas. - Esta noche se va a producir más de un desmayo a tu costa, Gallia. - Vamos a dejarnos de desmayos por el momento, anda. - Aclaró Marcus, entre risas.
- Bueno, bueno, el que viene también espectacular es nuestro jugador estrella. - Le dijo Hillary a Lex, pero el chico solo se encogió un poco y abrió la boca como si quisiera dar las gracias o algo, pero no llegó a decir nada. Y Sean, tan bueno pero tan torpe como siempre, quiso arreglarlo a su manera. - Sí, tío, joder, vienes, uf. - Lex frunció el ceño y Sean miró a otra parte, como si no hubiera ocurrido nada. Marcus se tuvo que aguantar la risa. Creo que el problema de mi hermano no era que el piropo viniera de una mujer, pero buen intento, Sean, pensó. Avanzaron un poco y, aunque Donna intentó hablar con él, su hermano parecía bastante retraído y apartado del grupo. Se separó él también y se le puso al lado. - Eh, ¿qué pasa? No puedes tirarte toda la noche así de esquivo, tío, que hemos venido a pasarlo bien. - Lex, cruzado de brazos, se encogió un poco más. - ¿Por qué no ha llegado Darren aún? ¿Seguro que es aquí? ¿Y si está en otro sitio? Vuestro birrete es azul y todos sois Ravenclaw, a lo mejor el amarillo llevaba a otra parte. - Lex, relájate, que ya llegará. Es Darren, vendrá tranquilo y a su ritmo. - Pero es que ya es la hora. - Bueno, pues mientras llega, acércate a nosotros. - Eso no parecía convencer a su hermano. - ¿Y si al final no viene? - ¿No venir y perderme una fiesta a la que va mi serpientilla favoritilla? - Sonó la risueña voz de su cuñado, que automáticamente se encaramó a la espalda de Lex. Claro, detrás de él no se le veía. Lo que sí se veía era el cambio radical en la expresión de su hermano.
Lex se giró a Darren y el otro dio un paso atrás y le miró descaradamente de arriba abajo. - Uuuuuh, pero bueno. Pero qué sexy está mi chico. - ¿Te gusta? - Preguntó Lex, con un adorable tono inseguro. Darren le puso una mano en la solapa. - ¿Que si me gusta? Estás más guapo que nunca, y mira que ya era difícil. - Gracias. Esto está guay ¿verdad? Tiene un montón de cosas. Lo he visto y he dicho, seguro que a Darren le gusta. - A Darren lo que más le gusta de este sitio es que estás tú. - Eso hizo a su hermano agachar la cabeza con una risita avergonzada. Marcus contemplaba la escena alucinando con como el mar humor de su hermano no solo se había extinguido, sino que cualquiera diría que en algún momento estuvo ahí. - Tenemos permiso para volver a casa cuando queramos. - Uuuh, ¿eso es que vas a quedarte aquí viviendo la noche a tope supertope? - Si tú estás aquí, sí. Me apetece, en verdad. - Guau. - Dijo Marcus, monocorde, y luego buscó a Darren con la mirada. - ¿Te puedes venir a vivir con nosotros? - Lex le miró mal, como siempre, pero el otro soltó una risita. - Uy, si por mi fuera. Mi hermana juega a un juego de ordenad... Juega a un juego... - Ya Darren estaba tan acostumbrado a que no le captaran las referencias muggles que ni se molestaba en explicarlas. - ...En el que puedes coger las casitas y ponerlas donde tú quieras y trasladar a la gente y que vivan juntos y eso. Y yo lo veía y decía, oye, si se pudiera hacer eso con magia, no veas que bien. Íbamos moviendo las casas ahí según el día y nos podríamos poner todos juntos, en plan, la casa de los O'Donnell en el centro, y a un lado la mía y al otro la de los Gallia. Molaría un montón, ¿a que sí? - Los dos hermanos le miraban como si hubiera hablado en otro idioma. Darren miró a Lex con ternura y le dijo, acariciándole el pelo. - No has entendido nada de lo que he dicho ¿verdad? - Ni una palabra. -Contestó su hermano en el tono más meloso que le había oído jamás, para acto seguido lanzarse a besarle. Marcus arqueó las cejas y dio un paso atrás. - Ya si eso me voy con los demás. -
Por supuesto, su novia no iba a dejar su tirito pasar. Ladeó su sonrisa aún más, con esa mirada que solo le dedicaba a ella. - Para quien se quiera dejar distraer. - Respondió. A él, desde luego, nada le distraía del atuendo de Alice, de ella en sí, ni la mejor broma del mundo. Por mucho que fingiera estar en otra cosa, Alice brillaba con luz propia para él, una luz que le atrapaba. Se quedó mirándola con esa misma sonrisilla mientras la chica le conducía a su habitación y se sentaba en la cama, con esa expresión ladina pero el deseo claramente reflejado en sus ojos. Bajó la mirada a su pierna cuando la estiró hacia él, y luego la miró a ella. - Con mucho gusto, princesa. - Respondió, seductor, colocándole el tacón, levantando la mirada de tanto en cuando a sus ojos y sin desdibujar la sonrisa. Esperó a que le tendiera el otro pie, y notó perfectamente como lo hacía, como movía las piernas y como le acariciaba. Alice era única provocándole, y a él le encantaba entrar en esas provocaciones. Antes caía como un idiota sin pretenderlo; ahora, se lanzaba del tirón. Le puso lentamente el segundo tacón y, cuando ya lo tuvo abrochado, miró lentamente y de soslayo a la puerta, siempre advirtiendo de que no hubiera nadie y, de paso, dándole a su novia una señal de que iba a hacer algo. Volvió a mirarla y, con suavidad, se inclinó para dejar un beso en su pierna y acariciarla levemente, mirándola a los ojos, antes de soltarla. No iba él a perder semejante oportunidad, sobre todo de devolverle la provocación.
Rio levemente, mirando sus pies al echarles el hechizo. - Ingenio femenino. Vais varios pasos por delante. - Aseguró, y el susurro la hizo mirarla de soslayo, con los párpados bajos. - Te veo con demasiada necesidad de recordarlo. - Pinchó, en un susurro. Sí, a los dos les iba a hacer mucha falta recordarlo si ya la noche empezaba así. Bajaron y la primera en notar a Alice fue su abuela. Sonrió y, como él aún estaba llegando y no había llamado la atención del resto de presentes, su mirada se fue delatoramente donde la mujer señalaba, de hecho: a lo corto que era ese vestido. Eso sí, la quitó de inmediato en cuanto su hermano tuvo la fantástica idea de, justo después de pasar por su lado, decirle al padre de la chica que sí que iba a haber gente mirándole las piernas: Marcus, por ejemplo, el primero de todos. Se aclaró ligeramente la garganta y, con una sonrisa radiante, caminó él también hacia los demás. - Definitivamente, yo ese porte no lo tenía. - Dijo su abuelo entre risas, y ya Molly cambió el foco de atención y se fue hacia él, apretándole la cara como hacía siempre. Abuela, mi pelo impoluto, por Dios, pensó, pero claro, le daba pena no dejarse querer por su abuela, tan cariñosa. - Ay, mi niño, pero que guapísimo por favor. Qué pareja más bonita, qué pareja más bonita, es que míralos, si es que... - Y así se tiró un rato, ya se estaba planteando pedir socorro, que al final iban a llegar tarde de verdad. Cuando se quedó más o menos a gusto, su abuela le dio un sonoro beso en la mejilla y remató. - Guapísimo. Y tú, no te quejes más, que tú el porte lo tenías. Vamos, te lo digo yo. - Le dijo a su abuelo. - Lo que pasa es que era muy soso el pobrecillo, pero vamos, teníais que haberlo visto de joven. Ay, la mirada que te echaba más de una... - Pues ya me dirás quien, porque yo creo que solo me mirabas tú. - Su abuela soltó una fuerte carcajada que más bien parecía un grito de sorpresa. - ¡Que ya le diré quién, dice! Habrase visto poca vergüenza semejante. ¿Rose Connington no te suena de nada? - Ay, esta mujer, ya sabía yo que me iba a sacar a Rose Connington. Ya no sé cómo decirle que solo era una amiga de mi cuñada... - ¡Mira, teníais que haberla visto! Es que se le quedaba mirando embobada. Me acuerdo que una vez se le cayó una pinta encima y todo. Estábamos... - Y ahí su abuela empezó a narrar y Marcus vio la oportunidad de oro para despedirse e irse.
Lo de zafarse de su abuela no iba a ser tan fácil porque claro, ya había alabado a Alice y a él y ahora le tocaba el turno a Lex, que además se llevó ración extra porque nadie estaba acostumbrado a verle tan arreglado. Menos mal que su hermano tenía poco aguante para los piropos. Pilló justo la despedida de Dylan de Alice y como este parecía preocupado por su estado al día siguiente. Marcus chistó con suficiencia, altanero como de costumbre. - Colega, es mi cumpleaños. Pienso ser el rey de la fiesta mañana, tú no te preocupes, que no te voy a defraudar. - No hables muy alto, por si acaso. - Dijo su padre. Eso hizo a William soltar una carcajada y cruzarse de brazos. - Apuesto lo que queráis a que al menos uno de esos tres llega esta noche aquí arrastrándose. - No es que sea esa una apuesta muy arriesgada. - Dijo Arnold entre risas, y William le miró. - ¿Quieres jugar fuerte, O'Donnell? Pues te digo más. - Le señaló, y Marcus casi dio un respingo, mirando a los lados como si guardara la esperanza de que fuera a otro. - Ese, el don perfecto, el rey de la fiesta de mañana, va a ser el peor. Lo van a tener que traer los otros dos en volandas. - Marcus soltó una risa casi bufada, llena de soberbia. - Lo siento, William, como buen yerno no puedo permitir que hagas esa apuesta porque no quiero que pierdas. - Sí sí, mañana hablamos. - Contestó el otro. Arnold salió en su defensa. - Yo diría que si esa hija tuya ha salido a ti tanto como lleva pareciendo desde que nació, va a ser ella la que llegue más perjudicada. - William se giró hacia él y le estrechó la mano fuertemente, a pesar de que Arnold no parecía querer sellar ningun trato. - Acepto la apuesta. - ¡No he dicho que quiera apostar! - Ya hablaremos mañana. - ¡Eh! - Cortó Lex, ceñudo y llamando la atención de los dos hombres. - ¿Es que nadie se plantea que pueda ser yo? - Se creo un leve silencio. Lex frunció el ceño todavía más.
- Mejor que no sea ninguno y todos contentos. - Resolvió su madre, con esa sonrisa tranquila siempre inmutable. - Pasadlo bien. - Eso, que vamos a llegar tarde. - Insistió Marcus y, ya sí, tomaron el traslador. Salieron al porche, se despidieron de sus padres, se agarró entre risas y absolutamente feliz al brazo de su novia y, antes de irse, bramó. - ¡No nos esperéis despiertos! - Y, acto seguido, el traslador los llevó a su destino. Lo cierto es que el lugar le quería sonar, pero no terminaba de ubicarlo, así que se quedó mirándolo pensativo por unos instantes. Ya tuvo su novia que meterse con él solo porque estaba tardando más de la cuenta en responder. - No seas tan rápida, Gallia. Hay muchos sitios en Londres que se parecen. - A saber si estamos en Londres. - Dejó caer Lex, y Marcus le miró ceñudo. - ¿Cómo no va a ser Londres? Es un traslador conseguido por un aún alumno de Hogwarts cuando nos lo dio, no te dan... licencia... para salir de la... ciudad. - Se le iba apagando la seguridad en la frase que decía a medida que avanzaba. Era Ethan McKinley el que había conseguido el traslador. Eso de que estaría siguiendo las bases de la ley mágica... Quizás era mucho aventurar.
Menos mal que Alice les sacó pronto de dudas. Abrió mucho los ojos y, ya sí, reconoció el entorno. - ¡Es verdad! - Le dio en el brazo a su hermano. - ¡Si vinimos una vez en verano, de pequeños! Nos trajo el tío Phillip cuando aún era novio de Andrómeda. - Ah, es verdad, que nos usaba para pelar la pava con ella. - Qué desagradable eres. ¿No te acuerdas que fue el día que nos compraron el helado de cuatro bolas? - De esas cosas solo te acuerdas tú. - Mira, da igual. - Resolvió, prefería adentrarse donde tuvieran que ir y dejar a su hermano y sus malas pulgas a un lado. Cuando Alice abrió la entrada, alucinó. - Definitivamente, esto no estaba así aquella vez. - Como que sería pleno verano y, por supuesto, de día. Aquello era un entorno de fiesta en toda regla, y no de fiesta infantil precisamente, pero molaba muchísimo. Ahora sí que tenía ganas de darlo todo.
La voz que sonó por allí le hizo girarse hacia su amigo, radiante, y darle un abrazo. - ¡Hastings! - ¡O'Donnell! - Se saludaron como si llevaran sin verse un mes en vez de apenas siete horas. Quería muchísimo a su mejor amigo, ahora tendrían que acostumbrarse a verse fuera del colegio. - Me extraña que el primero no hayas sido tú, prefecto. - Cualquiera llega el primero, teniendo que tirar de estos dos. - Se quejó, aunque le dedicó una burlita a su novia y a su hermano que, por supuesto, fue mejor recibida por la primera que por el segundo. Miró a los lados, agarrando la mano de Alice y siguiendo a Sean mientras les conducía un poco por el lugar. - ¿Y Hills? Has dicho que venía contigo ¿no? - ¿Es que no puedes vivir sin mí ni un ratito, O'Donnell? - Comentó su amiga, que al parecer estaba escondida con Donna y les iba siguiendo los paso. Se giró y dio un par de pasos hacia atrás, abriendo mucho los ojos y admirándolas a ambas, que no dudaron en posar. - ¡Pero bueno! ¡Por favor, llamen a los aurores, esto tiene que ser ilegal! - Joder, ya se nos podría haber ocurrido a nosotros algo así, tampoco era tan complicado. - Le dijo Andrew a Sean, mientras las dos chicas se reían, complacidas con el exagerado piropo de Marcus. Se saludaron y Donna le dijo. - Pero qué guapo vienes, Marcus. ¿Dónde tenías ese atuendo guardado? - Dije que hoy venía a darlo todo, que no confiáis en mí. - ¿Y habéis visto a esta, como viene? - Preguntó Hillary, agarrando a Alice de una mano y haciéndola girar sobre sí mismo. Sean aprovechó la escenita para lanzarle un silbido que levantó varias risas. - Esta noche se va a producir más de un desmayo a tu costa, Gallia. - Vamos a dejarnos de desmayos por el momento, anda. - Aclaró Marcus, entre risas.
- Bueno, bueno, el que viene también espectacular es nuestro jugador estrella. - Le dijo Hillary a Lex, pero el chico solo se encogió un poco y abrió la boca como si quisiera dar las gracias o algo, pero no llegó a decir nada. Y Sean, tan bueno pero tan torpe como siempre, quiso arreglarlo a su manera. - Sí, tío, joder, vienes, uf. - Lex frunció el ceño y Sean miró a otra parte, como si no hubiera ocurrido nada. Marcus se tuvo que aguantar la risa. Creo que el problema de mi hermano no era que el piropo viniera de una mujer, pero buen intento, Sean, pensó. Avanzaron un poco y, aunque Donna intentó hablar con él, su hermano parecía bastante retraído y apartado del grupo. Se separó él también y se le puso al lado. - Eh, ¿qué pasa? No puedes tirarte toda la noche así de esquivo, tío, que hemos venido a pasarlo bien. - Lex, cruzado de brazos, se encogió un poco más. - ¿Por qué no ha llegado Darren aún? ¿Seguro que es aquí? ¿Y si está en otro sitio? Vuestro birrete es azul y todos sois Ravenclaw, a lo mejor el amarillo llevaba a otra parte. - Lex, relájate, que ya llegará. Es Darren, vendrá tranquilo y a su ritmo. - Pero es que ya es la hora. - Bueno, pues mientras llega, acércate a nosotros. - Eso no parecía convencer a su hermano. - ¿Y si al final no viene? - ¿No venir y perderme una fiesta a la que va mi serpientilla favoritilla? - Sonó la risueña voz de su cuñado, que automáticamente se encaramó a la espalda de Lex. Claro, detrás de él no se le veía. Lo que sí se veía era el cambio radical en la expresión de su hermano.
Lex se giró a Darren y el otro dio un paso atrás y le miró descaradamente de arriba abajo. - Uuuuuh, pero bueno. Pero qué sexy está mi chico. - ¿Te gusta? - Preguntó Lex, con un adorable tono inseguro. Darren le puso una mano en la solapa. - ¿Que si me gusta? Estás más guapo que nunca, y mira que ya era difícil. - Gracias. Esto está guay ¿verdad? Tiene un montón de cosas. Lo he visto y he dicho, seguro que a Darren le gusta. - A Darren lo que más le gusta de este sitio es que estás tú. - Eso hizo a su hermano agachar la cabeza con una risita avergonzada. Marcus contemplaba la escena alucinando con como el mar humor de su hermano no solo se había extinguido, sino que cualquiera diría que en algún momento estuvo ahí. - Tenemos permiso para volver a casa cuando queramos. - Uuuh, ¿eso es que vas a quedarte aquí viviendo la noche a tope supertope? - Si tú estás aquí, sí. Me apetece, en verdad. - Guau. - Dijo Marcus, monocorde, y luego buscó a Darren con la mirada. - ¿Te puedes venir a vivir con nosotros? - Lex le miró mal, como siempre, pero el otro soltó una risita. - Uy, si por mi fuera. Mi hermana juega a un juego de ordenad... Juega a un juego... - Ya Darren estaba tan acostumbrado a que no le captaran las referencias muggles que ni se molestaba en explicarlas. - ...En el que puedes coger las casitas y ponerlas donde tú quieras y trasladar a la gente y que vivan juntos y eso. Y yo lo veía y decía, oye, si se pudiera hacer eso con magia, no veas que bien. Íbamos moviendo las casas ahí según el día y nos podríamos poner todos juntos, en plan, la casa de los O'Donnell en el centro, y a un lado la mía y al otro la de los Gallia. Molaría un montón, ¿a que sí? - Los dos hermanos le miraban como si hubiera hablado en otro idioma. Darren miró a Lex con ternura y le dijo, acariciándole el pelo. - No has entendido nada de lo que he dicho ¿verdad? - Ni una palabra. -Contestó su hermano en el tono más meloso que le había oído jamás, para acto seguido lanzarse a besarle. Marcus arqueó las cejas y dio un paso atrás. - Ya si eso me voy con los demás. -
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Ivanka
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La eternidad es nuestra CON Marcus| EN Casa O'Donnell | 3 de junio de 2002 |
Le encantaba cuando Marcus se ponía ese plan, y le hacían mucha gracia Sean y Andrew intentando llegar a ese nivel de galanterías. Se dejó girar por Hillary con una gran sonrisa. — ¿Te estás planteando cosas justo ahora que dejamos de dormir juntas, Hills? — ¡Uy! ¿Quién dice que vayamos a dormir separadas ahora? — Preguntó maliciosamente la chica, y ambas rieron, mientras Hillary tiraba de ella hacia aquel mundo paralelo de bares, luces y música, ignorando la cenicidad pasajera de sus novios. Y por lo visto, de Lex también, que ya estaba rayado con que su novio no apareciera.
Menos mal que Darren llegó y arregló el humor de Lex automáticamente. — De nada por darte a un pincelito modelo como novio, tejoncito, eh. — Dijo ella echando la cabeza para atrás. Darren rio y dijo. — Si es que yo sé ver una mano de experta estilista. Pero también te voy a decir, que el que vale, vale. — Sí, sí, a mí qué me vas a contar. — Contestó Alice entre risas. Miró a sus amigas y frunció el ceño. — ¿Dónde vais a dormir? ¿Os lleva el birrete a vuestras casas? — Hillary asintió. — A mí sí, pero espero que la abuela Edith no esté mirando por la ventana cuando llegue, porque le da algo si me ve aparecer sin más en el callejón de la basura. — Yo duermo con Kyla oficialmente, así que espero que no tarde mucho en aparecer, que si no va a ser un cantazo. — Dijo Donna, y ambas la miraron un poco extrañadas. — Que me voy con Andrew. — ¿Con Andrew? ¿a casa de… Los Corner? — Donna se encogió de hombros. — No. O sea sí, pero es que sus padres tienen guardia, con que me vaya antes que eso… Ya puedo aparecerme. Duermo allí y más descansadita me aparezco en Dover. — Hillary y Alice se miraron con una sonrisa ladeada. — No vayáis a decirme que no voy a dormir. — Ambas se echaron a reír. — Hombre, es que si os vais a quedar solos en su casa… Dormir dormir… — Donna chaqueó la lengua, pero se estaba riendo. — Dejadme en paz. A vosotras nadie os persiguió cuando empezasteis a hacer cosas con vuestros respectivos. — Sí, esta. — Dijeron las dos, a la vez, señalándose la una a la otra, lo cual hizo reír a la menor. — Dejadme en paz. — Alice se detuvo entonces a mirar el entorno, y que sus amigos estaban terminándose unas cervezas, planteándose si no deberían ellos pedir algo también. — Oye, ¿hemos venido a este club por algo en particular? — ¡¡¡¡PORQUE SOIS UNOS ABURRIDOS!!!! — Tal como si fuera un mesías, Ethan entró por la puerta con los brazos extendidos, rodeado del resto de los hufflepuffs, Greengrass, que no se perdía una fiesta, y Peter, que ya más bien debía contar como hufflepuff también.
— A ver, queridas todas, de ravenclaw teníais que ser. Os habéis venido al garito más mortalmente aburrido de toda la plaza. — Todos miraron a Sean, que abrió mucho los ojos y subió las manos, excusándose. — Oye, que nosotros hemos llegado los primeros y solo me he venido al sitio que me parecía más a lo que estamos acostumbrados. — Claro, porque en una graduación lo que espera uno encontrarse es algo a lo que está acostumbrado. Bueno, menso mal que ha llegado el maestro de ceremonias, ¡todo el mundo al garito chino! — Ah, que había un garito chino, Alice ya estaba completamente dentro de la celebración. Tiró de su novio, riendo, en dirección a los demás, pero se percató de alguien más que estaba ahí. Se acercó a Ethan y susurró. — ¿En serio? ¿Te has traído a tu hermana? — Nena, no tiene amigas, no ninguna que se gradúe al menos. Haz gala de ese corazoncito dorado tuyo y consiente su presencia. Te juro que no se lanzara sobre tu Marcus, aunque bien pudiera, porque esa chaquetita… — Alice chasqueó la lengua. En fin, por tal de no empezar la noche con mal pie…
Llegaron al bar chino, con música electrónica pero que a la vez sonaba asiática, donde todo era como muy rojo y con unas decoraciones chinas muy horteras, pero que para una noche de fiesta venían de lujo, y el slytherin les guió hasta una sala más apartada, con una barra. — Bueno, queridas, aquí empieza la noche. La idea es que probemos todos y cada uno de los países o regiones representados en los bares de esta plaza. En cada uno tendremos que beber un tipo de bebida, no seáis paletas y pidáis cervecita o champán en todos, que todo llegará. China me gusta para empezar porque hay que probar estos chupitos. — Sacó una bandeja llena de vasitos pequeños con un líquido cuyo color no podría asegurar, a causa de las luces rojas. — Se llaman garganta de dragón, están fuertecitos pero, como veis, son poca cosa. Luego tenemos que pasar las famosas pruebas de este bar que son los aros de fuego. Para mis queridos amantes de quidditch va a estar genial. — ¿Hay que atravesar aros de fuego? — Preguntó Peter con los ojos iluminados. — No, Bradley, chiquitín, pretendo devolveros a todos más o menos enteros. — Señaló la pared donde había numerosos aros apagados aún. — Es como jugar a los dardos pero en vez de en una sola diana, en varias, y a medida que te acerques al final, los aros flamearán más, impediéndote la buena visión del número de puntos de dentro. Entre eso y los chupitos, nos vamos a reír. — Ethan movió la bandeja y dijo. — Veeeeeeenga, ¿quién se atreveeee? — YO. — Dijo una voz atronadora y muy segura por detrás. — ¡Ky! Yapensé que no venías. — Dijo Oly angustiada. — Es que casi no vengo. ¿A qué hay que atreverse? — Ethan señaló con la mirada la bandeja. — A tomarse el chupito y empezar la diana de fuego. — Lo que sea. — Y Kyla alargó la mano y cogió un chupito, bebiéndoselo del tirón. — ¿Una pequeña dosis de rebelión paternofilial puede ser? — Preguntó el slytherin. — Pues sí. No he salido en dieciocho años y la primera vez que lo hago todo son problemas, pues no me da la gana de seguir siendo la prefecta Farmiga. — Se giró y le plantó un beso a Olympia. — ¿Qué es eso de la diana de fuego? — Alice ladeó una sonrisa y se rio un poquito, cogiendo un par de chupitos y pasándole uno a su novio, chocando los vasitos. — Por los prefecto desmelenados esta noche. — E imitó a su amiga bebiéndoselo del tirón. Wow, por algo se llamaba garganta del dragón. Pero sintió una euforia por dentro de ella espectacular, unas ganas de saltar y moverse que le quemaban por dentro. Igual es así como se sienten los dragones.
Menos mal que Darren llegó y arregló el humor de Lex automáticamente. — De nada por darte a un pincelito modelo como novio, tejoncito, eh. — Dijo ella echando la cabeza para atrás. Darren rio y dijo. — Si es que yo sé ver una mano de experta estilista. Pero también te voy a decir, que el que vale, vale. — Sí, sí, a mí qué me vas a contar. — Contestó Alice entre risas. Miró a sus amigas y frunció el ceño. — ¿Dónde vais a dormir? ¿Os lleva el birrete a vuestras casas? — Hillary asintió. — A mí sí, pero espero que la abuela Edith no esté mirando por la ventana cuando llegue, porque le da algo si me ve aparecer sin más en el callejón de la basura. — Yo duermo con Kyla oficialmente, así que espero que no tarde mucho en aparecer, que si no va a ser un cantazo. — Dijo Donna, y ambas la miraron un poco extrañadas. — Que me voy con Andrew. — ¿Con Andrew? ¿a casa de… Los Corner? — Donna se encogió de hombros. — No. O sea sí, pero es que sus padres tienen guardia, con que me vaya antes que eso… Ya puedo aparecerme. Duermo allí y más descansadita me aparezco en Dover. — Hillary y Alice se miraron con una sonrisa ladeada. — No vayáis a decirme que no voy a dormir. — Ambas se echaron a reír. — Hombre, es que si os vais a quedar solos en su casa… Dormir dormir… — Donna chaqueó la lengua, pero se estaba riendo. — Dejadme en paz. A vosotras nadie os persiguió cuando empezasteis a hacer cosas con vuestros respectivos. — Sí, esta. — Dijeron las dos, a la vez, señalándose la una a la otra, lo cual hizo reír a la menor. — Dejadme en paz. — Alice se detuvo entonces a mirar el entorno, y que sus amigos estaban terminándose unas cervezas, planteándose si no deberían ellos pedir algo también. — Oye, ¿hemos venido a este club por algo en particular? — ¡¡¡¡PORQUE SOIS UNOS ABURRIDOS!!!! — Tal como si fuera un mesías, Ethan entró por la puerta con los brazos extendidos, rodeado del resto de los hufflepuffs, Greengrass, que no se perdía una fiesta, y Peter, que ya más bien debía contar como hufflepuff también.
— A ver, queridas todas, de ravenclaw teníais que ser. Os habéis venido al garito más mortalmente aburrido de toda la plaza. — Todos miraron a Sean, que abrió mucho los ojos y subió las manos, excusándose. — Oye, que nosotros hemos llegado los primeros y solo me he venido al sitio que me parecía más a lo que estamos acostumbrados. — Claro, porque en una graduación lo que espera uno encontrarse es algo a lo que está acostumbrado. Bueno, menso mal que ha llegado el maestro de ceremonias, ¡todo el mundo al garito chino! — Ah, que había un garito chino, Alice ya estaba completamente dentro de la celebración. Tiró de su novio, riendo, en dirección a los demás, pero se percató de alguien más que estaba ahí. Se acercó a Ethan y susurró. — ¿En serio? ¿Te has traído a tu hermana? — Nena, no tiene amigas, no ninguna que se gradúe al menos. Haz gala de ese corazoncito dorado tuyo y consiente su presencia. Te juro que no se lanzara sobre tu Marcus, aunque bien pudiera, porque esa chaquetita… — Alice chasqueó la lengua. En fin, por tal de no empezar la noche con mal pie…
Llegaron al bar chino, con música electrónica pero que a la vez sonaba asiática, donde todo era como muy rojo y con unas decoraciones chinas muy horteras, pero que para una noche de fiesta venían de lujo, y el slytherin les guió hasta una sala más apartada, con una barra. — Bueno, queridas, aquí empieza la noche. La idea es que probemos todos y cada uno de los países o regiones representados en los bares de esta plaza. En cada uno tendremos que beber un tipo de bebida, no seáis paletas y pidáis cervecita o champán en todos, que todo llegará. China me gusta para empezar porque hay que probar estos chupitos. — Sacó una bandeja llena de vasitos pequeños con un líquido cuyo color no podría asegurar, a causa de las luces rojas. — Se llaman garganta de dragón, están fuertecitos pero, como veis, son poca cosa. Luego tenemos que pasar las famosas pruebas de este bar que son los aros de fuego. Para mis queridos amantes de quidditch va a estar genial. — ¿Hay que atravesar aros de fuego? — Preguntó Peter con los ojos iluminados. — No, Bradley, chiquitín, pretendo devolveros a todos más o menos enteros. — Señaló la pared donde había numerosos aros apagados aún. — Es como jugar a los dardos pero en vez de en una sola diana, en varias, y a medida que te acerques al final, los aros flamearán más, impediéndote la buena visión del número de puntos de dentro. Entre eso y los chupitos, nos vamos a reír. — Ethan movió la bandeja y dijo. — Veeeeeeenga, ¿quién se atreveeee? — YO. — Dijo una voz atronadora y muy segura por detrás. — ¡Ky! Yapensé que no venías. — Dijo Oly angustiada. — Es que casi no vengo. ¿A qué hay que atreverse? — Ethan señaló con la mirada la bandeja. — A tomarse el chupito y empezar la diana de fuego. — Lo que sea. — Y Kyla alargó la mano y cogió un chupito, bebiéndoselo del tirón. — ¿Una pequeña dosis de rebelión paternofilial puede ser? — Preguntó el slytherin. — Pues sí. No he salido en dieciocho años y la primera vez que lo hago todo son problemas, pues no me da la gana de seguir siendo la prefecta Farmiga. — Se giró y le plantó un beso a Olympia. — ¿Qué es eso de la diana de fuego? — Alice ladeó una sonrisa y se rio un poquito, cogiendo un par de chupitos y pasándole uno a su novio, chocando los vasitos. — Por los prefecto desmelenados esta noche. — E imitó a su amiga bebiéndoselo del tirón. Wow, por algo se llamaba garganta del dragón. Pero sintió una euforia por dentro de ella espectacular, unas ganas de saltar y moverse que le quemaban por dentro. Igual es así como se sienten los dragones.
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- El Pájaro en el espino, el comienzo:
- Golden Shields:
Alice Gallia
Cause' Alice does belong with Marcus
Ante todo, amigos
Ay, los retitos
Un jour viendra tu me dira je t'aime
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- Juntos, somos el Todo:
- 16 de enero de 2002:
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Freyja
Alchemist
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La eternidad es nuestra Con Alice| En Casa O'Donnell | 3 de junio de 2002 |
Se colocó junto a Sean, que ya había pillado un sitio y se estaba tomando una cerveza, y ambos asistieron a la conversación sobre el destino al que llevaban los trasladores, mirándose de reojo y aguantando risillas como dos idiotas cuando Donna confesó que se iba a casa con Andrew. - Te quedas atrás, Hastings. - Le murmuró. El otro le miró extrañado y Marcus se encogió de hombros con una caída de ojos. - Aún puedes ahorrarle el posible susto a la abuela Edith ofreciendo caballerosamente tu casa para dormir... - Sí, y que la abuela Ellie nos deje en la calle a los dos, que es capaz. Y con un muro levantado en el jardín para que ni nos veamos. - Eso hizo a Marcus reír a carcajadas. - Y tú ¿qué? No me creo que vayas a meterte en casa de tu suegro con él y tu cuñado durmiendo dentro, no eres ese tipo de tío. - ¿Quién ha dicho que me vaya a casa de Alice? - Sean arqueó una ceja. - Si mi abuela es capaz de levantar un muro en el jardín, no me quiero imaginar lo que piensa hacer tu madre. - Técnicamente dormimos en habitaciones separadas. Ha sido la condición que ha puesto Emma O'Donnell porque, lo creas o no, ha sido idea suya que los Gallia duerman en casa. - Aaaah, "los Gallia", no solo Alice, y con normas. Eso es trampa. - Marcus chasqueó la lengua, le lanzó una mirada a Alice (a su vestido, más bien) mientras ella seguía hablando con las chicas y le murmuró a Sean. - Trampas es lo que pienso hacer yo esta noche para saltarme esa norma. - Sean soltó una carcajada y le dio un manotazo en el brazo. - Me gusta el exprefecto O'Donnell. -
La pregunta de Alice sobre qué hacían allí y la entrada de Ethan junto a todos los Hufflepuff cortó la tranquila conversación de los chicos. Marcus alzó una mano. - Tranquilidad, que solo estamos calentando motores. Que la noche es muy larga. - Tú has prometido desfasar, así que no me hagas pincharte, que sabes que lo hago. - Le amenazó Ethan con un índice, y luego le lanzó una obvia mirada de arriba abajo y añadió. - Y con tanto gusto que te pinch... - ¡¡¡MARCUSITOOOO!!! - Oly no iba a tardar mucho en echársele encima, pero la recibió encantado si con eso no terminaba de escuchar la frase del otro. Terminó el abrazo con él y se lanzó también a estrujar a Sean. - ¡¡Ayayay, que ya estáis bebiendo y todo! - ¡Si habéis tardado un montón! Que quedamos hace media hora. - Dijo Sean. Oly se encogió de hombros. - Es que vengo desde Cornualles. - ¿Que vienes, andando? - Se burló Sean, haciendo reír a Marcus. Oly empezó a soplar a su alrededor y dijo. - Qué vibras más tontas. Me voy con las chicas, que me gustan las vibras sexuales que tienen hoy. Aunque Marcus también trae unas poquitas. - Tengamos la noche en paz, anda. - Advirtió el aludido.
A Sean le cayeron las culpas por la elección del lugar y Marcus se aguantó la risa, pero no dijo nada, porque todavía le caía algo a él también por estar allí tan tranquilo cuando había prometido desfasar. Dejó de reír para dejarse arrastrar por Alice, mientras los demás azuzaban. - Venga, venga, O'Donnell. Que hoy te vas a saltar todas las normas que no te has saltado en años. - Ninguna norma me impide beber hoy. - Ooooohhh míralo, que viene a tope. - Ya lo dije ayer, qué poco me creéis. - Comentaban entre risas, y al mirar a Alice, a quien vio fue... Venga ya. ¿Qué demonios hacía Eunice allí? Su novia ya había cortado la conversación con Ethan, apenas les pilló murmurando el final. La chica le miraba, pero él no iba a dedicarle ni la más mínima atención, así que cambió la vista a otra parte, se mojó los labios en su acto reflejo particular y decidió seguir en el modo que estaba hasta ahora y hacer como que su ex compañera de prefectura no estaba allí. No quería saber nada de ella.
Entrecerró un poco los ojos al entrar al bar chino. Uff, no veas si estaba alta la música, y vaya martilleo. - El que viene a desfasar y ya se está quejando del volumen de la música. - Oyó que le decía Lex a Darren, que se echó a reír. - ¡Eh! No me he quejado, ha sido un mero comentario MENTAL. Ahora no me vayas a estar delatando toda la noche. - Descuida, nadie quiere saber lo que piensas de la falda de tu novia. -¡Lex! - Uuuuuhh yo sí lo sé, que no soy legeremante, pero tengo dos ojitos y sé seguir direcciones, y los tuyos hacen, biiip bip bip. - Dijo Darren, haciendo gestitos con los dedos y señalando las piernas de Alice. Lex se moría de risa, pero Marcus frunció los labios y le bajó los dos dedos acusadores a Darren, que también se lo estaba pasando en grande a su costa. - ¿Queréis hacer algo útil? Procurad que haya distancia suficiente entre Eunice y nosotros. - No soy tu esbirro. - Respondió Lex, con media sonrisilla. - Y no quieres saber lo que piensa, hazme caso. - Efectivamente, no quiero. - Aaaaaay Maaaarcus. - Dijo Darren, dejándose caer en el costado de Lex. - Nadie viene hoy aquí a que le manden trabajo. Tú relájate y ya está. - Me voy a relajar. - Acusó, señalándoles. - Me voy a relajar y vais a flipar. - Venga, sigue prometiéndolo. - Le picó Lex.
Atendió a la explicación de Ethan sobre el bar como atendía Marcus a todo, con atención, porque Marcus era Marcus hasta de fiesta aunque él dijera que hoy venía desmadrado. Observó los chupitos y miró con una ceja arqueada cuando Ethan, Ethan McKinley, dijo que "estaban fuertecitos". Vamos, que se iba a abrasar la garganta. Pues empezaban bien la noche, no quería perder la batalla antes de empezarla siquiera. Su intención era ser de los primeros en atreverse a las cosas porque tenía algo que demostrar esa noche, y básicamente callarles la boca a todo los que se burlaban de él, pero la última persona que pensó que lo haría se le adelantó. Arqueó mucho las cejas mientras veía a Kyla bebiéndose el chupito del tirón. - Wow, wow, vaya. Buenas noches, forastera. - Andrew y Sean rieron a su lado, aunque igual de alucinados que él.
Alice tomó un chupito y se lo pasó, brindis incluido. Ladeó una sonrisa. - Brindo por ello. - Y, sin pensárselo, se bebió el chupito... Vale, primera tos de la noche. Antes de que hubiera amago de risa siquiera, alzó el vaso y detuvo, diciendo. - Estoy calentando. - Mierda, le había salido con la voz totalmente rota. Ya sí que no pudo evitar las risas. - Pues calienta que sales, O'Donnell. - Se rio Peter, burlón. Carraspeó un poco y, cuando se notó con capacidad de hablar normal, se dirigió a su amigo de la infancia. - Mucho hablar de que los Gryffindor sois los valientes y los Ravenclaw somos los aburridos, pero aquí los tres únicos chupitos que se han bebido han sido nuestros. - Eso levantó un "uuuuhhh" en el entorno por parte de todos los de otras casas y ovaciones de sus compañeros. - ¡Pues ya voy yo! ¡Y de dos en dos! - Dicho y hecho, Peter cogió un chupito con cada mano y se los tragó del tirón, uno detrás del otro. Poppy no atinó ni a reaccionar, y Peter compuso una mueca rarísima y gritó. - ¡HOSTIA, COMO QUEMA! - Todos estallaron en una carcajada, pero el otro soltó los vasos, dio una fuerte palmada y dijo. - ¡VENGA! ¿Dónde están esos aros de fuego? -
La pregunta de Alice sobre qué hacían allí y la entrada de Ethan junto a todos los Hufflepuff cortó la tranquila conversación de los chicos. Marcus alzó una mano. - Tranquilidad, que solo estamos calentando motores. Que la noche es muy larga. - Tú has prometido desfasar, así que no me hagas pincharte, que sabes que lo hago. - Le amenazó Ethan con un índice, y luego le lanzó una obvia mirada de arriba abajo y añadió. - Y con tanto gusto que te pinch... - ¡¡¡MARCUSITOOOO!!! - Oly no iba a tardar mucho en echársele encima, pero la recibió encantado si con eso no terminaba de escuchar la frase del otro. Terminó el abrazo con él y se lanzó también a estrujar a Sean. - ¡¡Ayayay, que ya estáis bebiendo y todo! - ¡Si habéis tardado un montón! Que quedamos hace media hora. - Dijo Sean. Oly se encogió de hombros. - Es que vengo desde Cornualles. - ¿Que vienes, andando? - Se burló Sean, haciendo reír a Marcus. Oly empezó a soplar a su alrededor y dijo. - Qué vibras más tontas. Me voy con las chicas, que me gustan las vibras sexuales que tienen hoy. Aunque Marcus también trae unas poquitas. - Tengamos la noche en paz, anda. - Advirtió el aludido.
A Sean le cayeron las culpas por la elección del lugar y Marcus se aguantó la risa, pero no dijo nada, porque todavía le caía algo a él también por estar allí tan tranquilo cuando había prometido desfasar. Dejó de reír para dejarse arrastrar por Alice, mientras los demás azuzaban. - Venga, venga, O'Donnell. Que hoy te vas a saltar todas las normas que no te has saltado en años. - Ninguna norma me impide beber hoy. - Ooooohhh míralo, que viene a tope. - Ya lo dije ayer, qué poco me creéis. - Comentaban entre risas, y al mirar a Alice, a quien vio fue... Venga ya. ¿Qué demonios hacía Eunice allí? Su novia ya había cortado la conversación con Ethan, apenas les pilló murmurando el final. La chica le miraba, pero él no iba a dedicarle ni la más mínima atención, así que cambió la vista a otra parte, se mojó los labios en su acto reflejo particular y decidió seguir en el modo que estaba hasta ahora y hacer como que su ex compañera de prefectura no estaba allí. No quería saber nada de ella.
Entrecerró un poco los ojos al entrar al bar chino. Uff, no veas si estaba alta la música, y vaya martilleo. - El que viene a desfasar y ya se está quejando del volumen de la música. - Oyó que le decía Lex a Darren, que se echó a reír. - ¡Eh! No me he quejado, ha sido un mero comentario MENTAL. Ahora no me vayas a estar delatando toda la noche. - Descuida, nadie quiere saber lo que piensas de la falda de tu novia. -¡Lex! - Uuuuuhh yo sí lo sé, que no soy legeremante, pero tengo dos ojitos y sé seguir direcciones, y los tuyos hacen, biiip bip bip. - Dijo Darren, haciendo gestitos con los dedos y señalando las piernas de Alice. Lex se moría de risa, pero Marcus frunció los labios y le bajó los dos dedos acusadores a Darren, que también se lo estaba pasando en grande a su costa. - ¿Queréis hacer algo útil? Procurad que haya distancia suficiente entre Eunice y nosotros. - No soy tu esbirro. - Respondió Lex, con media sonrisilla. - Y no quieres saber lo que piensa, hazme caso. - Efectivamente, no quiero. - Aaaaaay Maaaarcus. - Dijo Darren, dejándose caer en el costado de Lex. - Nadie viene hoy aquí a que le manden trabajo. Tú relájate y ya está. - Me voy a relajar. - Acusó, señalándoles. - Me voy a relajar y vais a flipar. - Venga, sigue prometiéndolo. - Le picó Lex.
Atendió a la explicación de Ethan sobre el bar como atendía Marcus a todo, con atención, porque Marcus era Marcus hasta de fiesta aunque él dijera que hoy venía desmadrado. Observó los chupitos y miró con una ceja arqueada cuando Ethan, Ethan McKinley, dijo que "estaban fuertecitos". Vamos, que se iba a abrasar la garganta. Pues empezaban bien la noche, no quería perder la batalla antes de empezarla siquiera. Su intención era ser de los primeros en atreverse a las cosas porque tenía algo que demostrar esa noche, y básicamente callarles la boca a todo los que se burlaban de él, pero la última persona que pensó que lo haría se le adelantó. Arqueó mucho las cejas mientras veía a Kyla bebiéndose el chupito del tirón. - Wow, wow, vaya. Buenas noches, forastera. - Andrew y Sean rieron a su lado, aunque igual de alucinados que él.
Alice tomó un chupito y se lo pasó, brindis incluido. Ladeó una sonrisa. - Brindo por ello. - Y, sin pensárselo, se bebió el chupito... Vale, primera tos de la noche. Antes de que hubiera amago de risa siquiera, alzó el vaso y detuvo, diciendo. - Estoy calentando. - Mierda, le había salido con la voz totalmente rota. Ya sí que no pudo evitar las risas. - Pues calienta que sales, O'Donnell. - Se rio Peter, burlón. Carraspeó un poco y, cuando se notó con capacidad de hablar normal, se dirigió a su amigo de la infancia. - Mucho hablar de que los Gryffindor sois los valientes y los Ravenclaw somos los aburridos, pero aquí los tres únicos chupitos que se han bebido han sido nuestros. - Eso levantó un "uuuuhhh" en el entorno por parte de todos los de otras casas y ovaciones de sus compañeros. - ¡Pues ya voy yo! ¡Y de dos en dos! - Dicho y hecho, Peter cogió un chupito con cada mano y se los tragó del tirón, uno detrás del otro. Poppy no atinó ni a reaccionar, y Peter compuso una mueca rarísima y gritó. - ¡HOSTIA, COMO QUEMA! - Todos estallaron en una carcajada, pero el otro soltó los vasos, dio una fuerte palmada y dijo. - ¡VENGA! ¿Dónde están esos aros de fuego? -
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La eternidad es nuestra CON Marcus| EN Casa O'Donnell | 3 de junio de 2002 |
Su novio era muy gracioso cuando intentaba dejar al perfecto prefecto O’Donnell atrás, pero aún no había bebido tanto como para que aquel chupita le pasara sin causarle estragos. — ¿Estás bien, mi amor? — Preguntó, acercándose e inclinándose un poco para buscar su mirada, porque estaba el pobre que se le saltaban las lágrimas. — ¡Hala Peter! Si es que no se puede contigo… — Se quejó Poppy cuando Peter se puso a ser… Peter, y se bebió dos chupito de golpe. — Uhhhhh ya tenemos los más valientes de la sala… ¿Quiénes más nos van a sorprender, y pasarán su turno para los aros de fuego? — Yo misma. — Se ofreció Eunice. Sí, bueno, intentando caer bien en ese grupo, ya podía tener buena suerte. — ¡Venga y yo! — Dijo Theo. Vaya, ni le había visto, pero se le veía contento. — ¡UHHHHH CHICAS CUIDADO QUE MATTIE VIENE FUERTE! — Exclamó Ethan, dejando la bandeja para darle el chupito directamente en la boca a Theo, que en cuanto lo bebió cerró los ojos fuertemente, pero más o menos aguantó el tipo. Todos reían y aplaudían, y el maestro se acercó a la bandeja, cogiendo dos vasitos. — Yo como mi Bradley, voy con todo. — Y se bebió dos chupitos de golpe. — Y a mi grupo de las reinonas: no me decepcionéis. — Dijo señalando a Darren, Lex y Cedric. No sabía hasta que punto a los aludidos les gustaba eso de reinonas.
A un chasquido de Ethan, los aros de la pared se incendiaron en un momento. — Venga, los del quidditch obviamente primero, pero no me seáis obvias y que alguien más se atreva. — Peter por supuesto, adelantó a los demás y traía ya los dardos, de alguna parte los cogió. El efecto cuando acertaban en los números, dependiendo de lo cerca del centro del círculo que cayera el dardo, era hasta un poco apabullante, cosa que a Peter le parecía muy graciosa. Los segundos en probar fueron Andrew y Lex, lo cual, por lo visto picó a Eunice, que también lo intentó sola. — ¡A ver! Que se aparte todo el mundo. — Oyó por ahí. Se giró y vio como Hillary se tomaba un chupito y se abría paso entre todos hacia la línea de lanzamiento. — Ehhhh, ¿Hills? — Preguntó Sean un poco preocupado. — Déjame, cari, que os voy a enseñar cómo lanza una muggle. — Se subió en una mesa y movió la varita. — Wingardium leviosa. — De repente, levitó siete dardo y los lanzó con un movimiento certero de la varita a cada uno de los aros, que se encendieron a la voz, ocasionando que todos abrieran mucho los ojos y contuvieran la respiración. Hillary se apoyó una mano en la cadera y chasqueó los dedos. — Y ahora lo imitáis si podéis. — Me estoy planteando fuertemente dormir en el jardín con esa mujer. — Susurró Sean a su lado. Rio y miró a su novio, al cual, del impacto del fuego, se había pegado, y ahora lo tenía muy bien para rodearle con el brazo. — Hola, perfecto O’Donnell… Qué bien te tengo ahora aquí… — Levantó la cara, rozando su nariz y subiendo la mano por su tronco. — Para disfrutar de ese atuendo que todos están alabando… — Bajó la voz. — Y que te quitaría ahora mismo… — ¿VES? Me vienen unas auras supersexuales, Ky, a nadie le importaría que… — ¡Oly! — Le llamó al atención la susodicha entre risas. Ella se rio y negó con la cabeza. — Cuando vayan todos un poquito más borrachos… Te voy a secuestrar. — Advirtió con tono bajo y sensual a Marcus.
— ¡Bueno! Pues la letrada Vaughan os lo ha explicado. Querida eres más que ganadora de este pub. — Ah, ¿pero estábamos compitiendo? — Preguntó Eunice. — ¿Es una gymkana o algo? — Ethan resopló. — A ver, hermanita si te refieres a que ganamos algo, pues lo único que vamos a ganar es una toña curiosa todos los que estamos aquí, pero bueno, podemos conceder ciertas deferencias al ganador. Por ejemplo, Hills, elige el próximo garito, tengo retos para todos. — Mmmm… — La aludida se puso el dedo en la boca y se hizo la pensativa. — ¡Escocia! Lo he visto antes, y a falta de representación galesa, siempre será mejor la escocesa. — ¡EL MÍO! — Saltó Poppy emocionada. — ¿Vas a beber chupitos de whisky, nenita? — Preguntó Ethan cómicamente, tirando de Peter y Poppy con sus dos manos. — ¡Sí! Mi padre me ha dicho antes de salir que una auténtica señorita escocesa aguanta el whiskey cual torre de castillo. — Esa es mi chica. — Alardeó Peter. — Anda que ojalá me hubieran dicho eso a mí… — Refunfufuñó Kyla. Se soltó de Marcus y se enganchó del brazo de Kyla, mientras salían en dirección al bar escocés. — ¿Qué te ha agarrado a ti, prefecta Farmiga? — Nada de prefecta hoy, por favor. — ¿Y a ti, letrada? Se te ha ido tela la olla con lo de los dardos. — Hillary se encogió de hombros con chulería y se dejó rodear por Sean. — Me han provocado un poquito… — Pues yo no he sido. — Señaló el chico. — No, no, tú no… Esa idiota de Eunice. — Alice frunció el ceño. — ¿Te ha dicho algo? — A mí no, pero ya conoces a Theo, se ha acercado a ella todo majo, y nada, yo no estaba prestando mucha atención porque parecía típica conversación insustancial, pero de repente la oigo decir claramente “claro, para los muggles tiene que ser toda una experiencia todo esto” con una condescendencia… Y mira, bonita, aquí muggles no hay, pero a mí me iba a ver ganar a todos los amiguitos de la sala. — El chupito te ha sentado divinamente. — Señaló Donna con una risita. — He quedado como una reina. — Aseguró Hills y Sean dejó un beso en su mejilla. — Además de verdad. — ¿Y a ti qué te ha pasado? — Volvió Alice al tema con Kyla. — Que mis padres me han agobiado un montón en plan que no me desmadrara, que yo no era “de esas chicas”. — Resopló. — Como si hubiera desfasado una sola vez en mi vida. Y ya ha empezado con las insinuaciones… — La mirada le traicionó y buscó a Oly, aunque la apartó en seguida, y Alice entendió. — Escúchame. Aquí no están. Disfruta de la noche y ya mañana… Empiezas a preocuparte de nuevo. Es lo que yo misma voy a hacer. — Aseguró cálidamente.
El bar escocés recreaba el gran comedor medieval de un castillo y sonaban gaitas por todas partes, pero con ritmos muy alegres, que hicieron a Alice ponerse a dar saltitos de alegría. — Mira, el putón ha pillado el reto antes de empezarlo. — Anunció Ethan que aparecía con otra bandeja de vasos, estos un poco más grandes, con whiskey en el fondo. ¿Se las tendrían preparadas ya o algo? Se sentaron en una de las grandes mesas, como si aún siguieran en el Gran Comedor e Ethan se subió a la mesa, cogiendo de una mano a Poppy. — ¿Lo explicas tú, reinita? — La chica asintió con una gran sonrisa y señaló la pista. — ¿Veis esos cuadrados con seis cuadraditos? Pues son para bailar encima. Se irán encendiendo con x luminosas y hay que poner los pies encima, para al final crear un baile al ritmo de la música. — Por cada cuezo que metáis, la x se pondrá roja, para que podamos asignaros chupito. — Alice arrugó el morro. — ¿Pero tiene que ser whisky? — No, no te preocupes, Alice, si yo sé que tú no eres una señorita escocesa. — Uhhhh lo que le ha dicho. — Dijo Peter haciendo un gesto con la mano. — ¡Ay que no! Que digo que no tiene por qué aguantar el whiskey. — Se quejó Poppy. — Yo te he entendido, Pops, preguntaré a la experta cuando me toque. — Contestó con un guiño y una sonrisa a su amiga. Algunos ya estaban cogiendo vasitos, pero ella pasó porque, lo dicho, le daba mucho asco el whisky, de hecho, Cedric tenía rodeado a Theo dándole uno de los vasitos y Lex y Darren jaleaban. — Muy traumatizado por lo de Eunice no le veo. — Susurró Alice a Hillary. — Me da igual, es una insolente estúpida. — Aprovechó la cercanía y la confusión de la mesa, para dejar caer una mano distraídamente sobre la pierna de su novio y acariciarle ligeramente, sin acercarse a zona conflictiva, pero dejando patente que estaba ahí. — ¿Bueno, quién empieza? — Preguntó Ethan abriendo los brazos. — ¡¡¡THEO EMPIEZA THEO!!! — Jalearon los del otro lado de la mesa. — Que dice que ha jugado ya a eso peor con cacharros muggles, y Darren también. — Dijo Cedric a voz en grito señalándoles.
A un chasquido de Ethan, los aros de la pared se incendiaron en un momento. — Venga, los del quidditch obviamente primero, pero no me seáis obvias y que alguien más se atreva. — Peter por supuesto, adelantó a los demás y traía ya los dardos, de alguna parte los cogió. El efecto cuando acertaban en los números, dependiendo de lo cerca del centro del círculo que cayera el dardo, era hasta un poco apabullante, cosa que a Peter le parecía muy graciosa. Los segundos en probar fueron Andrew y Lex, lo cual, por lo visto picó a Eunice, que también lo intentó sola. — ¡A ver! Que se aparte todo el mundo. — Oyó por ahí. Se giró y vio como Hillary se tomaba un chupito y se abría paso entre todos hacia la línea de lanzamiento. — Ehhhh, ¿Hills? — Preguntó Sean un poco preocupado. — Déjame, cari, que os voy a enseñar cómo lanza una muggle. — Se subió en una mesa y movió la varita. — Wingardium leviosa. — De repente, levitó siete dardo y los lanzó con un movimiento certero de la varita a cada uno de los aros, que se encendieron a la voz, ocasionando que todos abrieran mucho los ojos y contuvieran la respiración. Hillary se apoyó una mano en la cadera y chasqueó los dedos. — Y ahora lo imitáis si podéis. — Me estoy planteando fuertemente dormir en el jardín con esa mujer. — Susurró Sean a su lado. Rio y miró a su novio, al cual, del impacto del fuego, se había pegado, y ahora lo tenía muy bien para rodearle con el brazo. — Hola, perfecto O’Donnell… Qué bien te tengo ahora aquí… — Levantó la cara, rozando su nariz y subiendo la mano por su tronco. — Para disfrutar de ese atuendo que todos están alabando… — Bajó la voz. — Y que te quitaría ahora mismo… — ¿VES? Me vienen unas auras supersexuales, Ky, a nadie le importaría que… — ¡Oly! — Le llamó al atención la susodicha entre risas. Ella se rio y negó con la cabeza. — Cuando vayan todos un poquito más borrachos… Te voy a secuestrar. — Advirtió con tono bajo y sensual a Marcus.
— ¡Bueno! Pues la letrada Vaughan os lo ha explicado. Querida eres más que ganadora de este pub. — Ah, ¿pero estábamos compitiendo? — Preguntó Eunice. — ¿Es una gymkana o algo? — Ethan resopló. — A ver, hermanita si te refieres a que ganamos algo, pues lo único que vamos a ganar es una toña curiosa todos los que estamos aquí, pero bueno, podemos conceder ciertas deferencias al ganador. Por ejemplo, Hills, elige el próximo garito, tengo retos para todos. — Mmmm… — La aludida se puso el dedo en la boca y se hizo la pensativa. — ¡Escocia! Lo he visto antes, y a falta de representación galesa, siempre será mejor la escocesa. — ¡EL MÍO! — Saltó Poppy emocionada. — ¿Vas a beber chupitos de whisky, nenita? — Preguntó Ethan cómicamente, tirando de Peter y Poppy con sus dos manos. — ¡Sí! Mi padre me ha dicho antes de salir que una auténtica señorita escocesa aguanta el whiskey cual torre de castillo. — Esa es mi chica. — Alardeó Peter. — Anda que ojalá me hubieran dicho eso a mí… — Refunfufuñó Kyla. Se soltó de Marcus y se enganchó del brazo de Kyla, mientras salían en dirección al bar escocés. — ¿Qué te ha agarrado a ti, prefecta Farmiga? — Nada de prefecta hoy, por favor. — ¿Y a ti, letrada? Se te ha ido tela la olla con lo de los dardos. — Hillary se encogió de hombros con chulería y se dejó rodear por Sean. — Me han provocado un poquito… — Pues yo no he sido. — Señaló el chico. — No, no, tú no… Esa idiota de Eunice. — Alice frunció el ceño. — ¿Te ha dicho algo? — A mí no, pero ya conoces a Theo, se ha acercado a ella todo majo, y nada, yo no estaba prestando mucha atención porque parecía típica conversación insustancial, pero de repente la oigo decir claramente “claro, para los muggles tiene que ser toda una experiencia todo esto” con una condescendencia… Y mira, bonita, aquí muggles no hay, pero a mí me iba a ver ganar a todos los amiguitos de la sala. — El chupito te ha sentado divinamente. — Señaló Donna con una risita. — He quedado como una reina. — Aseguró Hills y Sean dejó un beso en su mejilla. — Además de verdad. — ¿Y a ti qué te ha pasado? — Volvió Alice al tema con Kyla. — Que mis padres me han agobiado un montón en plan que no me desmadrara, que yo no era “de esas chicas”. — Resopló. — Como si hubiera desfasado una sola vez en mi vida. Y ya ha empezado con las insinuaciones… — La mirada le traicionó y buscó a Oly, aunque la apartó en seguida, y Alice entendió. — Escúchame. Aquí no están. Disfruta de la noche y ya mañana… Empiezas a preocuparte de nuevo. Es lo que yo misma voy a hacer. — Aseguró cálidamente.
El bar escocés recreaba el gran comedor medieval de un castillo y sonaban gaitas por todas partes, pero con ritmos muy alegres, que hicieron a Alice ponerse a dar saltitos de alegría. — Mira, el putón ha pillado el reto antes de empezarlo. — Anunció Ethan que aparecía con otra bandeja de vasos, estos un poco más grandes, con whiskey en el fondo. ¿Se las tendrían preparadas ya o algo? Se sentaron en una de las grandes mesas, como si aún siguieran en el Gran Comedor e Ethan se subió a la mesa, cogiendo de una mano a Poppy. — ¿Lo explicas tú, reinita? — La chica asintió con una gran sonrisa y señaló la pista. — ¿Veis esos cuadrados con seis cuadraditos? Pues son para bailar encima. Se irán encendiendo con x luminosas y hay que poner los pies encima, para al final crear un baile al ritmo de la música. — Por cada cuezo que metáis, la x se pondrá roja, para que podamos asignaros chupito. — Alice arrugó el morro. — ¿Pero tiene que ser whisky? — No, no te preocupes, Alice, si yo sé que tú no eres una señorita escocesa. — Uhhhh lo que le ha dicho. — Dijo Peter haciendo un gesto con la mano. — ¡Ay que no! Que digo que no tiene por qué aguantar el whiskey. — Se quejó Poppy. — Yo te he entendido, Pops, preguntaré a la experta cuando me toque. — Contestó con un guiño y una sonrisa a su amiga. Algunos ya estaban cogiendo vasitos, pero ella pasó porque, lo dicho, le daba mucho asco el whisky, de hecho, Cedric tenía rodeado a Theo dándole uno de los vasitos y Lex y Darren jaleaban. — Muy traumatizado por lo de Eunice no le veo. — Susurró Alice a Hillary. — Me da igual, es una insolente estúpida. — Aprovechó la cercanía y la confusión de la mesa, para dejar caer una mano distraídamente sobre la pierna de su novio y acariciarle ligeramente, sin acercarse a zona conflictiva, pero dejando patente que estaba ahí. — ¿Bueno, quién empieza? — Preguntó Ethan abriendo los brazos. — ¡¡¡THEO EMPIEZA THEO!!! — Jalearon los del otro lado de la mesa. — Que dice que ha jugado ya a eso peor con cacharros muggles, y Darren también. — Dijo Cedric a voz en grito señalándoles.
- El Pájaro en el espino, el comienzo:
- Golden Shields:
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Ante todo, amigos
Ay, los retitos
Un jour viendra tu me dira je t'aime
[/center]
- Juntos, somos el Todo:
- 16 de enero de 2002:
3076Mensajes :
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Freyja
Alchemist
Link del mensaje
La eternidad es nuestra Con Alice| En Casa O'Donnell | 3 de junio de 2002 |
Le hizo un gesto a Alice de que todo iba más que bien, superbién, vamos, que estaba normalísimo... Gesto solo, aún no podía hablar correctamente. Fue tragando saliva y respirando hondo en lo que Peter hacía de las suyas y los demás se decidían a ver quién empezaba con lo de los aros, mientras se mentalizaba. Venga, Marcus, es que no estás acostumbrado a beber y este era fuerte, pero ya si has aguantado este, aguantas los demás. Tú controlas. Porque eso por supuesto, él pensaba beber y darlo todo pero bajo su propia voluntad. Eso de emborracharse y perder el control... Eso no iba a ocurrir. Solo fingiría que sí para darles en las narices a todos esos que pensaban que no sabía divertirse.
La primera persona que fue a ofrecerse fue ni más ni menos que Eunice. Se ahorró gestos y palabras, simplemente se colocó a su novia y miró con el mínimo de educación a la Slytherin, pero con cero entusiasmo. No la quería allí, pero tampoco le iba a dar el desplante que merecía para que le arruinara la fiesta haciéndose la víctima o a saber. Sería educado en lo mínimo y necesario y punto. Al menos Theo salió con ella y a ese sí le pudo animar y vitorear. Ethan se bebió otros dos de golpe y luego le pasó la bandeja a Darren, Cedric y Lex. Obviamente, su hermano se limitó a mirarle con una ceja arqueada y no cogió chupito alguno, al menos no hasta que Darren, después de beberse el suyo, empezó a convencerle con sus tácticas Hufflepuff. Su hermano suspiró, cogió un chupito y... Se lo bebió con sorprendente dignidad. Marcus arqueó las cejas, pero no dijo nada... Claro que, con Lex, no hacía falta. - ¿Te sorprende o qué? - Marcus le miró. - No sabía que bebieras. - Y no bebo, soy deportista. Pero también soy fuerte y... - Irguió el pecho y puso una sonrisilla. - Tengo sangre irlandesa. - Marcus frunció tanto el ceño en ofensa que parecía un niño enfadado, y como tal le salió la queja. - ¡Yo también tengo sangre irlandesa! - Creía que tú "habías nacido en San Mungo como todo buen mago inglés que se precie". - Eso generó risitas a su alrededor y Marcus miró a su hermano con inquina. Ya se las pagaría, ya.
No sabía si el chupito afectaba a tus sentidos o que aquello era negligentemente peligroso para un lugar cerrado, pero achicó los ojos y dio un paso atrás cuando el fuego iluminó el primer número. Reacción muy distinta a la de Peter, por supuesto, que se vino aún más arriba. A pesar de la advertencia de Ethan, efectivamente fueron todos los jugadores de quidditch los primeros en intentarlo, pero, para su sorpresa, la siguiente fue Hillary. Ahí sí que picó con ruiditos y aplausos, y desde luego que la actuación intelectual de su amiga le daba mil vueltas a todas las brabuconadas de los otros. Soltó una fuerte carcajada y empezó a aplaudir, para después señalarla con una mano para que todos la vieran. - ¿¿Veis esto?? ¡Esto es una actuación Ravenclaw! Ahora llamadnos aburridos. - Ay, por Merlín bendito... - Suspiró Ethan. - Tenéis que meter acertijos hasta en juegos de beber. - Asume tu derrota, McKinley. - Contestó Marcus, sobrado, siendo animado por todos sus compañeros de casa, por supuesto. Y esa frase no iba solo para Ethan, sino para los dos McKinley, que le estaba viendo la cara de desprecio a Eunice aunque se forzara por mirar a otra parte.
Miró a su novia, que se había agarrado a él, con una sonrisa ladina. - Hola, alumna traviesa. Te veo muy asustada para ser tú. - La picó, y eso que ni loco la querría ver cerca de ese fuego. Se iba a dejar llevar por las insinuaciones de Alice si no fuera porque Oly no solo las interrumpió, sino que las vociferó para que se enterara todo el bar. Miró a la Hufflepuff con cara de circunstancias, pero la chica, como siempre, ni se dio por aludida. Iba a necesitar mucho alcohol para que eso le diera igual, y dudaba que el alcohol fuera a cambiarle la personalidad tan radicalmente. Su novia, sin embargo, volvió como si nada, y él miró a su alrededor, vio que todos estaban entretenidos y, mordiéndose el labio, se acercó a su oído para susurrarle. - Ese puede ser nuestro plan... Tú dejas a los demás emborracharse, y yo me dejo secuestrar. - La miró con una ceja arqueada. - Porque te he visto recuperarte con mucha facilidad de ese chupito. - No se iba a molestar en intentar fingir que podía tener más aguante que Alice, solo lo llevaría con la mayor dignidad posible.
Antes de ver lo peligrosos que podían ser esos aros se había planteado con qué hechizo poder ganar aquello, pero Hillary se le había adelantado y no le iba a quitar su victoria, que por la frase de su amiga, sonaba bastante a reafirmación. Igualmente, se lo pensó dos veces cuando vio lo que los aros hacían. Aun así, no iba a marcharse tan fácilmente quedando de que ni siquiera se había intentado hacer nada, así que, con su altanería habitual, le dejó caer a Alice y a quien lo quisiera escuchar. - Porque Hills se ha merecido la victoria y ha estado más rápida... Porque no es como que sean los primeros aros de fuego a los que me enfrento. - Aludiendo a La Provenza. Como que Alice necesitaba sus fanfarronadas o el resto le estaba haciendo el menor caso. Hillary decidió Escocia y la reacción de Poppy y verla tan dispuesta a aguantar ni más ni menos que whiskey le hizo compartir miradas cómplices con Alice y quienes le rodeaban, aguantando la risa. A esa sí que no se la imaginaba emborrachándose, iba a ser divertido de ver.
Alice se soltó de él y Marcus se puso junto a Sean, pero su amigo parecía agarrado por un anzuelo. Un anzuelo llamado Hillary. Marcus rio entre dientes y le dijo. - Anda, ve. - Es que no puedo permitir que se me escape hoy precisamente. - Dijo el otro con la voz como si se hubiera bebido un caldero de Amortentia entero, lo que hizo a Marcus reír a carcajadas. Efectivamente, su amigo rodeó a Hillary con el brazo y Marcus se puso a su lado justo para escuchar como, efectivamente, su actuación había sido fruto de un mal comentario de Eunice. Endureció el rostro. Su plan era no dirigirle la palabra en toda la noche, ni la mirada si podía, pero como molestara a alguno de ellos... Se iba a acabar llevando un corte, que Marcus no se callaba tan fácilmente. Miró a Hillary y confirmó. - La reina de los dos mundos, el muggle y el mágico. Es más de los que otras pueden decir, que solo tienen uno y ni siquiera llevan título. - Eso provocó algunas exclamaciones entre risas en los que le rodeaban, pero Hillary le miró con los ojos brillando de orgullo. - Eso me ha gustado. - Todo tuyo para que lo proclames. - Aseguró él, que aún seguía un tanto cortante en el tono, y ya había buscado a Eunice con la mirada. Iba ligeramente apartada del grupo, mirando a todos de reojo. Esa se iba a acabar yendo antes de que terminara la noche, lo tenía claro. Y lo esperaba.
Cuando Kyla empezó a contar lo que le ocurría, se perdió de la conversación porque alguien apareció con un botecito a su lado, mirándole con expresión maliciosa. - Cuñadito cuñadito, ¿estás ya borrachito? - No me voy a emborrachar, Darren. - Lex soltó una carcajada seca. - Ya se está echando atrás... - No me estoy echando atrás, no he dicho en ningún momento que fuera a perder el control. He dicho que voy a desfasar y vais a ver lo que soy capaz de hacer, pero puedo hacer todo eso sin emborracharme. - Los dos le miraban con sonrisillas y Marcus bufó y se apartó de ellos. - Idos a molestar a otro. - Vendremos como pajarracos de vez en cuando a comprobar tu estado, hazte a la idea. - Eso, que a ti te gustan mucho los pájaros, no creo que te moleste. - Contestaron Darren y Lex respectivamente, echándose a reír justo después, pero Marcus ya les estaba ignorando.
El bar escocés por dentro era una pasada y casi se le agarra un nudo en la garganta, porque se acordó de su querido Gran Comedor. Ahora solo me quedan bares de borrachera para recordarlo, pensó en un arranque de melancolía. Menos mal que no lo dijo en voz alta, algo le decía que solo iba a conllevar burlas a su costa. Se puso junto a Alice y rio un poco. - ¿Ya has empezado a bailar? ¿Sin mí? - La picó, sacándole la lengua en un gesto cómico, pero atendió a la explicación de Ethan y Poppy sobre lo que había que hacer. Lo de que con cada fallo había que beber un chupito le hizo mirar el whiskey. Vale, eso iba a comprometer su empresa de no perder el control si bebía de más, y después de haberse saltado el reto de los aros de fuego, como se saltara también el de baile, iban a empezar a decirle que vaya desfase se estaba marcando. Estaba buscando en su cabeza ya estrategias para defenderse de los ataques cuando Alice preguntó lo que él se estaba preguntando. Eso sí, la respuesta de Poppy, tan inocente como siempre, levantó las risas entre todos.
Miró pícaramente a Alice, porque sí, pensaba devolverle miradas muy evidentes por cada gesto que le hiciera, pero luego miró al grupo. De nuevo, se le habían adelantado otros, pero esta vez, corrió y se metió en el grupo. - Matthews es nuestro hombre esta noche. - Jaleó. Supuestamente iba a ignorar a Eunice y eso estaba haciendo, pero había escuchado la historia de Hillary y Marcus necesitaba dar su puntilla. Si no, no era él. - Eso de nuestro hombre suena de escándalo ¿eh, Greengrass? - No me líes precisamente tú, Ethan. - Contestó Cedric, y ya estaban viendo al pobre Theo un poco colorado, aunque riéndose. Empezaba a no saber si era por la vergüenza o por el alcohol. Marcus le puso una mano en los hombros y dijo. - Eh, dejádmelo tranquilo, que los posos del té le dijeron que iba a casarse con una francesa y está en vías de ello. - UUUUUUUUUUUH. - ¡Tío! - Respondió el aludido, pero se seguía riendo. - Ya te sonsacaremos sobre la Jackie cuando hayas bebido un poco más. - Le aseguró Sean y Marcus se echó a reír. Empujaron a Theo a bailar y no solo salió, sino que lo hizo sorprendentemente bien, mientras todos le jaleaban. - ¡¡Eh!! ¡Que la gracia es fallar y beber! - Se quejó Ethan, y Marcus volvió a lanzar otra puya. - Oye, Slytherins, que si vais a meteros en retos, mejor asumid que no va a ser de vuestro gusto siempre. - Sean estaba llorando de la risa, pero en un momento determinado se le acercó y le susurró, sin dejar de reír. - Tío, para, que ya va a ser la hostia de evidente. - ¿Tú quieres una Hillary con el orgullo flotante esta noche? - Le contestó, y luego chasqueó la lengua con chulería. - Pues déjame a mí. Que yo también quiero resarcirme un poco. - Tío, porque eres tú y existe Alice, si no, te tendría bien alejado de mi novia, que menudo peligro. -
- Yo no digo nada, pero aquí hay exprefectos que... - ¡¡YO YO YO!! - Arrampló Oly, casi empujando a Ethan, quien rodó los ojos. - No era el prefecto al que me refería, pero vale... ¡Eh, Mattie! ¿De dónde has sacado eso? - Se giraron a Theo y el pobre, cortado, miró a los lados, con el vaso en la mano. - Me lo ha dado Lex. - Ha sido idea de Darren. - ¡Es que ha hecho muy bien el baile! - Se defendió el susodicho ante la acusación de su propio novio. - ¡Se suponen que beben los que fallan! Pero vamos, que no me quejaré yo de ver a Mattie borracho. - Es solo un licor dulcecito. - Aseguró el Hufflepuff, y Darren corroboró. - Es un especial Escocia, tiene muy poquiiiiito alcohol. - Se acercó Poppy y lo olió, y luego, con voz aguda, dijo. - Bueeeeeeeno... - ¡Uuuuuuh los amantes gais quieren emborracharnos al Mattie! A saber para qué. - Coreó Ethan, sacando carcajadas en el grupo, pero Marcus abrió mucho los ojos y les señaló. - ¡Los dos pajarracos estos lo que quieren es emborrachar a todo el mundo! Me lo han confesado. - ¡Imbécil! No es verdad. - Se defendió Lex, pero la broma estaba ya servida y se generó un jolgorio alrededor. Eso sí, Theo siguió bebiendo tan tranquilo.
- ¡A ver, que voy! - Repitió Oly con alegría, saltando al cuadrado y empezando a hacer... Un auténtico desastre. Les iba a dar algo de reírse. Ethan intentaba pararla porque no estaba dando absolutamente con ninguna tecla, no paraban de salirle X rojas, pero ella seguía bailando. - ¡Que llevas ya como cuarenta chupitos acumulados! ¡Que te vas a matar, loca! - ¡Ay pero espera que ya casi lo tengo! - Y seguía fallando. Menos mal que se acabó la canción, pero Marcus estaba a punto de caerse al suelo de la risa, se le caían las lágrimas a mares. - Casi mejor que te metan todos los chupitos en un vaso de tubo y acabamos antes. - Pidió Ethan, y eso hicieron, y la escena era para verla. De verdad que no podía parar de reír. - ¿Y esto me lo bebo del tirón entonces? - Preguntó Oly, mirando a través del contenido. Ethan le agarró la mano antes de que se le ocurriera hacer semejante locura. - No descartaba yo acabar la noche en San Mungo, pero no tan pronto, ricura, que acabamos de empezar. Déjanos ver otro país al menos. - Marcus siguió limpiándose las lágrimas de la risa y Oly, conforme, empezó a beber poquito a poco, con Poppy advirtiéndole a su lado de que parara si veía que era demasiado. - ¡Venga! ¡Siguiente en atreverse! -
La primera persona que fue a ofrecerse fue ni más ni menos que Eunice. Se ahorró gestos y palabras, simplemente se colocó a su novia y miró con el mínimo de educación a la Slytherin, pero con cero entusiasmo. No la quería allí, pero tampoco le iba a dar el desplante que merecía para que le arruinara la fiesta haciéndose la víctima o a saber. Sería educado en lo mínimo y necesario y punto. Al menos Theo salió con ella y a ese sí le pudo animar y vitorear. Ethan se bebió otros dos de golpe y luego le pasó la bandeja a Darren, Cedric y Lex. Obviamente, su hermano se limitó a mirarle con una ceja arqueada y no cogió chupito alguno, al menos no hasta que Darren, después de beberse el suyo, empezó a convencerle con sus tácticas Hufflepuff. Su hermano suspiró, cogió un chupito y... Se lo bebió con sorprendente dignidad. Marcus arqueó las cejas, pero no dijo nada... Claro que, con Lex, no hacía falta. - ¿Te sorprende o qué? - Marcus le miró. - No sabía que bebieras. - Y no bebo, soy deportista. Pero también soy fuerte y... - Irguió el pecho y puso una sonrisilla. - Tengo sangre irlandesa. - Marcus frunció tanto el ceño en ofensa que parecía un niño enfadado, y como tal le salió la queja. - ¡Yo también tengo sangre irlandesa! - Creía que tú "habías nacido en San Mungo como todo buen mago inglés que se precie". - Eso generó risitas a su alrededor y Marcus miró a su hermano con inquina. Ya se las pagaría, ya.
No sabía si el chupito afectaba a tus sentidos o que aquello era negligentemente peligroso para un lugar cerrado, pero achicó los ojos y dio un paso atrás cuando el fuego iluminó el primer número. Reacción muy distinta a la de Peter, por supuesto, que se vino aún más arriba. A pesar de la advertencia de Ethan, efectivamente fueron todos los jugadores de quidditch los primeros en intentarlo, pero, para su sorpresa, la siguiente fue Hillary. Ahí sí que picó con ruiditos y aplausos, y desde luego que la actuación intelectual de su amiga le daba mil vueltas a todas las brabuconadas de los otros. Soltó una fuerte carcajada y empezó a aplaudir, para después señalarla con una mano para que todos la vieran. - ¿¿Veis esto?? ¡Esto es una actuación Ravenclaw! Ahora llamadnos aburridos. - Ay, por Merlín bendito... - Suspiró Ethan. - Tenéis que meter acertijos hasta en juegos de beber. - Asume tu derrota, McKinley. - Contestó Marcus, sobrado, siendo animado por todos sus compañeros de casa, por supuesto. Y esa frase no iba solo para Ethan, sino para los dos McKinley, que le estaba viendo la cara de desprecio a Eunice aunque se forzara por mirar a otra parte.
Miró a su novia, que se había agarrado a él, con una sonrisa ladina. - Hola, alumna traviesa. Te veo muy asustada para ser tú. - La picó, y eso que ni loco la querría ver cerca de ese fuego. Se iba a dejar llevar por las insinuaciones de Alice si no fuera porque Oly no solo las interrumpió, sino que las vociferó para que se enterara todo el bar. Miró a la Hufflepuff con cara de circunstancias, pero la chica, como siempre, ni se dio por aludida. Iba a necesitar mucho alcohol para que eso le diera igual, y dudaba que el alcohol fuera a cambiarle la personalidad tan radicalmente. Su novia, sin embargo, volvió como si nada, y él miró a su alrededor, vio que todos estaban entretenidos y, mordiéndose el labio, se acercó a su oído para susurrarle. - Ese puede ser nuestro plan... Tú dejas a los demás emborracharse, y yo me dejo secuestrar. - La miró con una ceja arqueada. - Porque te he visto recuperarte con mucha facilidad de ese chupito. - No se iba a molestar en intentar fingir que podía tener más aguante que Alice, solo lo llevaría con la mayor dignidad posible.
Antes de ver lo peligrosos que podían ser esos aros se había planteado con qué hechizo poder ganar aquello, pero Hillary se le había adelantado y no le iba a quitar su victoria, que por la frase de su amiga, sonaba bastante a reafirmación. Igualmente, se lo pensó dos veces cuando vio lo que los aros hacían. Aun así, no iba a marcharse tan fácilmente quedando de que ni siquiera se había intentado hacer nada, así que, con su altanería habitual, le dejó caer a Alice y a quien lo quisiera escuchar. - Porque Hills se ha merecido la victoria y ha estado más rápida... Porque no es como que sean los primeros aros de fuego a los que me enfrento. - Aludiendo a La Provenza. Como que Alice necesitaba sus fanfarronadas o el resto le estaba haciendo el menor caso. Hillary decidió Escocia y la reacción de Poppy y verla tan dispuesta a aguantar ni más ni menos que whiskey le hizo compartir miradas cómplices con Alice y quienes le rodeaban, aguantando la risa. A esa sí que no se la imaginaba emborrachándose, iba a ser divertido de ver.
Alice se soltó de él y Marcus se puso junto a Sean, pero su amigo parecía agarrado por un anzuelo. Un anzuelo llamado Hillary. Marcus rio entre dientes y le dijo. - Anda, ve. - Es que no puedo permitir que se me escape hoy precisamente. - Dijo el otro con la voz como si se hubiera bebido un caldero de Amortentia entero, lo que hizo a Marcus reír a carcajadas. Efectivamente, su amigo rodeó a Hillary con el brazo y Marcus se puso a su lado justo para escuchar como, efectivamente, su actuación había sido fruto de un mal comentario de Eunice. Endureció el rostro. Su plan era no dirigirle la palabra en toda la noche, ni la mirada si podía, pero como molestara a alguno de ellos... Se iba a acabar llevando un corte, que Marcus no se callaba tan fácilmente. Miró a Hillary y confirmó. - La reina de los dos mundos, el muggle y el mágico. Es más de los que otras pueden decir, que solo tienen uno y ni siquiera llevan título. - Eso provocó algunas exclamaciones entre risas en los que le rodeaban, pero Hillary le miró con los ojos brillando de orgullo. - Eso me ha gustado. - Todo tuyo para que lo proclames. - Aseguró él, que aún seguía un tanto cortante en el tono, y ya había buscado a Eunice con la mirada. Iba ligeramente apartada del grupo, mirando a todos de reojo. Esa se iba a acabar yendo antes de que terminara la noche, lo tenía claro. Y lo esperaba.
Cuando Kyla empezó a contar lo que le ocurría, se perdió de la conversación porque alguien apareció con un botecito a su lado, mirándole con expresión maliciosa. - Cuñadito cuñadito, ¿estás ya borrachito? - No me voy a emborrachar, Darren. - Lex soltó una carcajada seca. - Ya se está echando atrás... - No me estoy echando atrás, no he dicho en ningún momento que fuera a perder el control. He dicho que voy a desfasar y vais a ver lo que soy capaz de hacer, pero puedo hacer todo eso sin emborracharme. - Los dos le miraban con sonrisillas y Marcus bufó y se apartó de ellos. - Idos a molestar a otro. - Vendremos como pajarracos de vez en cuando a comprobar tu estado, hazte a la idea. - Eso, que a ti te gustan mucho los pájaros, no creo que te moleste. - Contestaron Darren y Lex respectivamente, echándose a reír justo después, pero Marcus ya les estaba ignorando.
El bar escocés por dentro era una pasada y casi se le agarra un nudo en la garganta, porque se acordó de su querido Gran Comedor. Ahora solo me quedan bares de borrachera para recordarlo, pensó en un arranque de melancolía. Menos mal que no lo dijo en voz alta, algo le decía que solo iba a conllevar burlas a su costa. Se puso junto a Alice y rio un poco. - ¿Ya has empezado a bailar? ¿Sin mí? - La picó, sacándole la lengua en un gesto cómico, pero atendió a la explicación de Ethan y Poppy sobre lo que había que hacer. Lo de que con cada fallo había que beber un chupito le hizo mirar el whiskey. Vale, eso iba a comprometer su empresa de no perder el control si bebía de más, y después de haberse saltado el reto de los aros de fuego, como se saltara también el de baile, iban a empezar a decirle que vaya desfase se estaba marcando. Estaba buscando en su cabeza ya estrategias para defenderse de los ataques cuando Alice preguntó lo que él se estaba preguntando. Eso sí, la respuesta de Poppy, tan inocente como siempre, levantó las risas entre todos.
Miró pícaramente a Alice, porque sí, pensaba devolverle miradas muy evidentes por cada gesto que le hiciera, pero luego miró al grupo. De nuevo, se le habían adelantado otros, pero esta vez, corrió y se metió en el grupo. - Matthews es nuestro hombre esta noche. - Jaleó. Supuestamente iba a ignorar a Eunice y eso estaba haciendo, pero había escuchado la historia de Hillary y Marcus necesitaba dar su puntilla. Si no, no era él. - Eso de nuestro hombre suena de escándalo ¿eh, Greengrass? - No me líes precisamente tú, Ethan. - Contestó Cedric, y ya estaban viendo al pobre Theo un poco colorado, aunque riéndose. Empezaba a no saber si era por la vergüenza o por el alcohol. Marcus le puso una mano en los hombros y dijo. - Eh, dejádmelo tranquilo, que los posos del té le dijeron que iba a casarse con una francesa y está en vías de ello. - UUUUUUUUUUUH. - ¡Tío! - Respondió el aludido, pero se seguía riendo. - Ya te sonsacaremos sobre la Jackie cuando hayas bebido un poco más. - Le aseguró Sean y Marcus se echó a reír. Empujaron a Theo a bailar y no solo salió, sino que lo hizo sorprendentemente bien, mientras todos le jaleaban. - ¡¡Eh!! ¡Que la gracia es fallar y beber! - Se quejó Ethan, y Marcus volvió a lanzar otra puya. - Oye, Slytherins, que si vais a meteros en retos, mejor asumid que no va a ser de vuestro gusto siempre. - Sean estaba llorando de la risa, pero en un momento determinado se le acercó y le susurró, sin dejar de reír. - Tío, para, que ya va a ser la hostia de evidente. - ¿Tú quieres una Hillary con el orgullo flotante esta noche? - Le contestó, y luego chasqueó la lengua con chulería. - Pues déjame a mí. Que yo también quiero resarcirme un poco. - Tío, porque eres tú y existe Alice, si no, te tendría bien alejado de mi novia, que menudo peligro. -
- Yo no digo nada, pero aquí hay exprefectos que... - ¡¡YO YO YO!! - Arrampló Oly, casi empujando a Ethan, quien rodó los ojos. - No era el prefecto al que me refería, pero vale... ¡Eh, Mattie! ¿De dónde has sacado eso? - Se giraron a Theo y el pobre, cortado, miró a los lados, con el vaso en la mano. - Me lo ha dado Lex. - Ha sido idea de Darren. - ¡Es que ha hecho muy bien el baile! - Se defendió el susodicho ante la acusación de su propio novio. - ¡Se suponen que beben los que fallan! Pero vamos, que no me quejaré yo de ver a Mattie borracho. - Es solo un licor dulcecito. - Aseguró el Hufflepuff, y Darren corroboró. - Es un especial Escocia, tiene muy poquiiiiito alcohol. - Se acercó Poppy y lo olió, y luego, con voz aguda, dijo. - Bueeeeeeeno... - ¡Uuuuuuh los amantes gais quieren emborracharnos al Mattie! A saber para qué. - Coreó Ethan, sacando carcajadas en el grupo, pero Marcus abrió mucho los ojos y les señaló. - ¡Los dos pajarracos estos lo que quieren es emborrachar a todo el mundo! Me lo han confesado. - ¡Imbécil! No es verdad. - Se defendió Lex, pero la broma estaba ya servida y se generó un jolgorio alrededor. Eso sí, Theo siguió bebiendo tan tranquilo.
- ¡A ver, que voy! - Repitió Oly con alegría, saltando al cuadrado y empezando a hacer... Un auténtico desastre. Les iba a dar algo de reírse. Ethan intentaba pararla porque no estaba dando absolutamente con ninguna tecla, no paraban de salirle X rojas, pero ella seguía bailando. - ¡Que llevas ya como cuarenta chupitos acumulados! ¡Que te vas a matar, loca! - ¡Ay pero espera que ya casi lo tengo! - Y seguía fallando. Menos mal que se acabó la canción, pero Marcus estaba a punto de caerse al suelo de la risa, se le caían las lágrimas a mares. - Casi mejor que te metan todos los chupitos en un vaso de tubo y acabamos antes. - Pidió Ethan, y eso hicieron, y la escena era para verla. De verdad que no podía parar de reír. - ¿Y esto me lo bebo del tirón entonces? - Preguntó Oly, mirando a través del contenido. Ethan le agarró la mano antes de que se le ocurriera hacer semejante locura. - No descartaba yo acabar la noche en San Mungo, pero no tan pronto, ricura, que acabamos de empezar. Déjanos ver otro país al menos. - Marcus siguió limpiándose las lágrimas de la risa y Oly, conforme, empezó a beber poquito a poco, con Poppy advirtiéndole a su lado de que parara si veía que era demasiado. - ¡Venga! ¡Siguiente en atreverse! -
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Ivanka
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La eternidad es nuestra CON Marcus| EN Casa O'Donnell | 3 de junio de 2002 |
Alice se tuvo que contener la risa y la mirada cuando Ethan le soltó aquello de Cedric. Pero su novio, que ya se estaba empezando a soltar, y Sean también, se pusieron a hablar de Jackie, a lo que ella levantó las manos. — No me lo gaféis, que todavía me puedo quedar a Theo en la familia y evitar el terrible gusto de Jackie en hombres. — Theo la miró y estaba todo rojito, con los ojos cristalosos. — No sé si me estás ayudando mucho, Gal. — ¡AY QUE EL MATTIE SE NOS CASA! ¡Y yo sin haberlo llegado a probar! — Ahí ya no se pudo contener, de hecho se le saltaron hasta las lágrimas. Maldito Ethan. De hecho, probablemente por eso, Theo se ofreció a bailar, y menos mal, porque el resto de los comentarios era para oírlos.
Iba a ofrecerse a bailar ella, pero Oly quería intentarlo, así que por qué no dejarla. Y bien que hicieron, porque ver a Oly intentar ese reto era demasiado y, como decía Ethan, iba a acabar por los suelos de tantos chupitos acumulados. Pero eh, lo importante es que ella se lo estaba pasando bien y, sobre todo, había sacado a Kyla de aquella nube negra que traía y ahora se estaba riendo con todos los demás. — ¡Alice! — Se sobresaltó cuando alguien la llamó. — ¿Bailas conmigo? — Le preguntó Poppy, que le pasaba como a Theo y se estaba poniendo rojita. — Pues claro, reina. — Se levantó muy dispuesta. — Espera, espera, espera. — La paró Hillary agarrándola del brazo. Ella se paró en seco y su amigo apuntó con la varita al vestido. — Inmobilus. — Susurró. Alice la miró extrañada, pero luego intentó mover la falda y, efectivamente, estaba inmóvil. — ¡Eh! ¡Qué buena idea! — Hillary suspiró y asintió con evidencia. — Es que no quiero que desde un espectáculo, que vas como loca con el vestido ese y ni cuenta te das. Y así nos aseguramos que no hay manos furtivas. — Terminó con un carraspeo. — Sí, claro como que mi novio no puede desencantar eso y sin siquiera pronunciarlo, mona. — Ups, demasiado sincera, mejor huía con Poppy a hacer el reto. — No le toques el mamoneo a la señorita Gallia, que yo no la llamo zorrón por nada. — Oyó que le advertía Ethan, pero ella se fue muy derecha a ponerse en los cuadraditos con Poppy, quitándose los tacones y dejándoselos a Marcus en el regazo. — Como el príncipe de Cenicienta. — Le dijo guiñándole un ojo al recordar la Nochebuena.
La verdad es que al principio pensó que iba a ser difícil, pero, realmente, los cuadraditos iban mucho al ritmo de la música, tenían bastante sentido y seguían un patrón más o menos lógico, así que enseguida le cogió el tranquillo. — ¡Eh! No es tan difícil. — ¡No! Mira yo también he terminado. — ¿Y ahora qué? ¿Empatan? — Preguntó Cedric, y al seguir su mirada, se dio cuenta de que todos les estaban mirando a los pies. Miró a su amiga y rio. — A mí no me importa gan… — ¡Ni de coña! — Saltó Peter. — Si mi zorrita gana, gana, nada de compartir. Que encima es escocesa. — Él solo se debió dar cuenta de lo que acababa de soltar, y durante unos segundos, nadie ganó a nadie porque estaban todos muertos de risa, hasta la propia Poppy.
— Bueno a ver. — Dijo Ethan, limpiándose las lágrimas. — Haced otro baile PERO… — Recalcó. — Con un vaso de whiskey en la mano cada una, sin derramar nada. — Se acercó a ellas, poniéndoles un vaso en la mano a ambas. Luego cogió la mano que tenían más cercana la una a la otra y dijo. — Yyyyyy como sois muy amiguis, y el prefecto O’Donnell no ha logrado acabar con vuestra amistad, tenéis que bailar de la manita. La que salga victoriosa de esto, gana. — De momento, a las dos les dio la risa muy fuerte, aunque Alice miraba con asco el whiskey. — Yo no quiero beber esto. — ¡Yo me lo quiero beber todo! — Dijo Poppy levantando el vaso en lo alto. Lo cierto es que le sorprendía bastante que su amiga quisiera beber, pero se la veía tan metida, que solo pudo sonreír. — Venga, vamos a ello, zorrita, ya claramente te da igual el apelativo. — Es que lo soy. — Dijo con su brillante y adorable sonrisa. Cuando logró dejar de reírse otra vez, se colocaron en los cuadritos, una mano con la de Poppy y la otra sujetando el whisky.
Y aunque se le daba bien, se estaba poniendo ciertamente difícil el asunto, pero de repente oyó una ovación. Miró (un poco mareada, no lo iba a negar), alrededor, esperando ver su whiskey derramado, pero al girarse vio como Poppy, por la pura concentración, había pisado mal un cuadradito. — ¿He ganado? — Preguntó entusiasmada. — ¡HAS GANADO! — Confirmó Poppy toda contenta, después de beberse de un trago su whisky. Alice le dio un sonoro beso en la mejilla. — Toma, guapa, para ti entero. ¡HE GANADO! — Y salió dando saltitos hacia Marcus. — ¡He ganado, amor! — Hillary le acarició el brazo con una sonrisa sorprendida. — Ya, ya lo hemos visto. La única persona que se me ocurre que te haya podido enseñara hacer eso, ha debido ser tu tía Vivi. — Ay, Violet Gallia, bendita sea. Slytherin de muchos talentos. — Dijo Ethan, como si rezara. — ¿Y a dónde quiere ir la ganadora, a ver? — Se giró a los demás e hizo un gesto con la mano. — Verás, verás, que el resultado os va a sorprender. — Ella levantó las manos y sonrió, como si estuviera, efectivamente en medio de un escenario. — ¡A París! — Ethan la señaló. — Si es que no sé para qué pregunto. ¡Vamos, vamos, madmoiselles, que nos vamos a París, por lo visto! — Y ella toda contenta volvió a engancharse a su novio. — Mira que si hubiera Roma y Damasco te llevaba también… — Entornó los ojos y rio. — Pero hay Cariiiiiiibe, quizá podemos escaparnos allí. Que te dejes secuestrar… — Susurró, provocando, recordando las palabras de antes.
Iba a ofrecerse a bailar ella, pero Oly quería intentarlo, así que por qué no dejarla. Y bien que hicieron, porque ver a Oly intentar ese reto era demasiado y, como decía Ethan, iba a acabar por los suelos de tantos chupitos acumulados. Pero eh, lo importante es que ella se lo estaba pasando bien y, sobre todo, había sacado a Kyla de aquella nube negra que traía y ahora se estaba riendo con todos los demás. — ¡Alice! — Se sobresaltó cuando alguien la llamó. — ¿Bailas conmigo? — Le preguntó Poppy, que le pasaba como a Theo y se estaba poniendo rojita. — Pues claro, reina. — Se levantó muy dispuesta. — Espera, espera, espera. — La paró Hillary agarrándola del brazo. Ella se paró en seco y su amigo apuntó con la varita al vestido. — Inmobilus. — Susurró. Alice la miró extrañada, pero luego intentó mover la falda y, efectivamente, estaba inmóvil. — ¡Eh! ¡Qué buena idea! — Hillary suspiró y asintió con evidencia. — Es que no quiero que desde un espectáculo, que vas como loca con el vestido ese y ni cuenta te das. Y así nos aseguramos que no hay manos furtivas. — Terminó con un carraspeo. — Sí, claro como que mi novio no puede desencantar eso y sin siquiera pronunciarlo, mona. — Ups, demasiado sincera, mejor huía con Poppy a hacer el reto. — No le toques el mamoneo a la señorita Gallia, que yo no la llamo zorrón por nada. — Oyó que le advertía Ethan, pero ella se fue muy derecha a ponerse en los cuadraditos con Poppy, quitándose los tacones y dejándoselos a Marcus en el regazo. — Como el príncipe de Cenicienta. — Le dijo guiñándole un ojo al recordar la Nochebuena.
La verdad es que al principio pensó que iba a ser difícil, pero, realmente, los cuadraditos iban mucho al ritmo de la música, tenían bastante sentido y seguían un patrón más o menos lógico, así que enseguida le cogió el tranquillo. — ¡Eh! No es tan difícil. — ¡No! Mira yo también he terminado. — ¿Y ahora qué? ¿Empatan? — Preguntó Cedric, y al seguir su mirada, se dio cuenta de que todos les estaban mirando a los pies. Miró a su amiga y rio. — A mí no me importa gan… — ¡Ni de coña! — Saltó Peter. — Si mi zorrita gana, gana, nada de compartir. Que encima es escocesa. — Él solo se debió dar cuenta de lo que acababa de soltar, y durante unos segundos, nadie ganó a nadie porque estaban todos muertos de risa, hasta la propia Poppy.
— Bueno a ver. — Dijo Ethan, limpiándose las lágrimas. — Haced otro baile PERO… — Recalcó. — Con un vaso de whiskey en la mano cada una, sin derramar nada. — Se acercó a ellas, poniéndoles un vaso en la mano a ambas. Luego cogió la mano que tenían más cercana la una a la otra y dijo. — Yyyyyy como sois muy amiguis, y el prefecto O’Donnell no ha logrado acabar con vuestra amistad, tenéis que bailar de la manita. La que salga victoriosa de esto, gana. — De momento, a las dos les dio la risa muy fuerte, aunque Alice miraba con asco el whiskey. — Yo no quiero beber esto. — ¡Yo me lo quiero beber todo! — Dijo Poppy levantando el vaso en lo alto. Lo cierto es que le sorprendía bastante que su amiga quisiera beber, pero se la veía tan metida, que solo pudo sonreír. — Venga, vamos a ello, zorrita, ya claramente te da igual el apelativo. — Es que lo soy. — Dijo con su brillante y adorable sonrisa. Cuando logró dejar de reírse otra vez, se colocaron en los cuadritos, una mano con la de Poppy y la otra sujetando el whisky.
Y aunque se le daba bien, se estaba poniendo ciertamente difícil el asunto, pero de repente oyó una ovación. Miró (un poco mareada, no lo iba a negar), alrededor, esperando ver su whiskey derramado, pero al girarse vio como Poppy, por la pura concentración, había pisado mal un cuadradito. — ¿He ganado? — Preguntó entusiasmada. — ¡HAS GANADO! — Confirmó Poppy toda contenta, después de beberse de un trago su whisky. Alice le dio un sonoro beso en la mejilla. — Toma, guapa, para ti entero. ¡HE GANADO! — Y salió dando saltitos hacia Marcus. — ¡He ganado, amor! — Hillary le acarició el brazo con una sonrisa sorprendida. — Ya, ya lo hemos visto. La única persona que se me ocurre que te haya podido enseñara hacer eso, ha debido ser tu tía Vivi. — Ay, Violet Gallia, bendita sea. Slytherin de muchos talentos. — Dijo Ethan, como si rezara. — ¿Y a dónde quiere ir la ganadora, a ver? — Se giró a los demás e hizo un gesto con la mano. — Verás, verás, que el resultado os va a sorprender. — Ella levantó las manos y sonrió, como si estuviera, efectivamente en medio de un escenario. — ¡A París! — Ethan la señaló. — Si es que no sé para qué pregunto. ¡Vamos, vamos, madmoiselles, que nos vamos a París, por lo visto! — Y ella toda contenta volvió a engancharse a su novio. — Mira que si hubiera Roma y Damasco te llevaba también… — Entornó los ojos y rio. — Pero hay Cariiiiiiibe, quizá podemos escaparnos allí. Que te dejes secuestrar… — Susurró, provocando, recordando las palabras de antes.
- El Pájaro en el espino, el comienzo:
- Golden Shields:
Alice Gallia
Cause' Alice does belong with Marcus
Ante todo, amigos
Ay, los retitos
Un jour viendra tu me dira je t'aime
[/center]
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Freyja
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La eternidad es nuestra Con Alice| En Fiesta desmadrada | 3 de junio de 2002 |
Como aquello iba para largo, se pidió algo de beber... Vale, llevaba alcohol, pero le habían dicho que no demasiado, lo podría tolerar. Se sentó en un taburete junto a Sean, que se había pedido lo mismo, y estaban los dos riendo y comentando cuando vio que Alice y Poppy salían a bailar. Su novia se le acercó, le dejó los tacones en el regazo y él simplemente le dedicó un guiño y una mirada de deseo nada disimulada. Puede que tanto dicha mirada como la sonrisilla le delataran, estaba deseando ver bailar a su novia. Por supuesto, Ethan lo tuvo que aprovechar. - Mira, O'Donnell, tu fantasía sexual. Y tú aquí bebiendo. - Cállate un ratito, anda. - Cortó al Slytherin, pero tuvo que aguantar risitas alrededor. Bah, estaban todos de broma y a esas alturas ya todos sabían que de niño le gustaba Poppy, hasta la propia Poppy, pero su amor real era Alice... Su amor real, sí, por supuesto, aunque en esos momentos, se pusiera como se pusiera, no era en amor precisamente en lo que estaba pensando al verla. Aunque... - ¿Extrañado de que no se le vean más las piernas a tu novia o qué? - Dijo Donna burlona, mientras Hillary reía de fondo. Otras dos que venían agarradas del brazo como pajarracos, no sabían si eran peores ellas o Darren y Lex.
Marcus se hizo el digno, pero ya contestó Hillary. - Tranquilo, no es nada que "no puedas desencantar sin siquiera pronunciarlo". - Haciendo unas pronunciadas comillas en el aire que provocaron las risillas malvadas de las dos. Marcus hizo una digna caída de ojos, llevándose la bebida a los labios. - Privilegios que uno solo tiene por ser quien es. - Uuuuuhh cuidado que Marcus va a sacar su faceta sexy. - No necesito sacarla, siempre está ahí. - Bueno a ver. - Cortó Sean, porque Marcus estaba cada vez más arriba, aunque las otras dos se morían de risa. Cuando pararon, se le acercaron otra vez y Donna susurró. - Tendrías que haberle visto la cara de ascazo a aquella cuando Ethan ha recordado que antes fantasearías con una Hufflepuff adorable que con ella. - Donna señaló a la aludida con un evidente gesto de la cabeza y, al mirar Marcus, Eunice estaba haciendo lo posible por no mirar siquiera al baile y centrarse en la copa que tenía en la mano. Marcus rodó los ojos y se ahorró los comentarios, pero ya avanzó Hillary, echando un poco atrás a Donna para ser ella quien se acercase a él a susurrarle. - Oye, como os diga algo, tú nos lo dices a nosotras. Que la arrastro de los pelos, vamos. - ¡Hills! - Se escandalizó Sean, que estaba con el oído puesto. La chica hizo un gesto de quitar importancia con la mano. - Es una capulla, se lo merecería. Que no hubiera venido. - A veces me das miedo. - Contestó Marcus entre risas. Donna afianzó el enganche que tenía del brazo de su amiga y, muy recta, recordó. - Tú llámanos si nos necesitas, que ya nos encargamos de que esa no moleste. - Y se fueron de allí, riéndose, dejando a Marcus y a Sean mirándose entre ellos sin saber muy bien ni qué reacción tener. Así que se limitaron a seguir bebiendo.
Peter no defraudaba con sus comentarios, y mientras decidían si en el baile habría empate o no, su aportación hizo a todos estallar en carcajadas. La apuesta la subió Ethan con el siguiente reto, que todos corearon con un "uuuuh". Marcus se acomodó en el taburete, con una sonrisilla y la copa en la mano. - Estás disfrutando de lo lindo. - No lo sabes tú bien. - Le contestó a Sean, dando un sorbo a la copa. Eh, pues llevaría poco alcohol, pero estaba bueno eso. Maldito hechizo de inmovilización de la falda, aunque no quitaba los ojos de Alice, pensaba deshacerlo en cuanto no se diera cuenta nadie, para algo era el rey de los hechizos silenciosos, tss... Sí que se estaba viniendo un poco arriba. Seguiría admirando a su novia, que no solo tenía unas piernas preciosas, también su sonrisa, sus ojos, ese pelo que bailaba con ella, uf, y como le quedaba el escote... Parpadeó y miró a Darren y a Lex como si fueran una advertencia personalizada, y se los encontró riéndose, a saber de qué. Ah, mierda. Esa cosa que se estaba bebiendo llevaba más alcohol del que parecía, seguro... Bueno, intentaría dejar un lapso de tiempo entre esa copa y la próxima. Aún podía controlar. Pero ya se iba a acabar esa, que estaba buena.
Ver a Poppy en ese plan era indudablemente gracioso, y Sean y él no paraban de comentar y reír. - Tío, la Poppy borracha, es que no doy crédito. - Decía Sean mientras se limpiaba las lágrimas de la risa. - Joder, y yo que pensaba que lo de Oly era insuperable. - Añadió, y Marcus casi se cae del taburete de las carcajadas. No recordaba haberse reído más en su vida que en ese bar, le dolía ya el cuerpo entero de la risa y no podía parar. - Va, va, atiende que ha ganado tu novia. - ¿¿En serio?? - Preguntó. Madre mía, ni se había dado cuenta, pero ahí estaba Alice, proclamándose vencedora. Se puso de pie y alzó la copa. - ¡¡LARGA VIDA A LA REINA DE RAVENCLAW!! - Eso generó una ovación. Hillary preguntó a voces. - ¡Creía que la reina esta noche era yo! - ¡Tú eres la reina del mundo mágico y del muggle, majestad! - ¡Toma! ¿Soy la reina de tu reina entonces, O'Donnell? - No me líes, letrada Vaughan. Que estás ante un emperador. - Se oyeron más "uuuuh" a su alrededor y Darren, entre risas, le dio un codazo a Lex y dijo. - Este ya se está viniendo arriba... - ¡Eh! - Detuvo él, alzando un índice. - Que yo esto es algo que mantengo siempre. - Lo peor es que es verdad... - Confirmó Lex, y Marcus se quedó tranquilo. Claramente porque no vio las risillas subrepticias de los dos novios.
Se enganchó a su novia, riendo con sus comentarios, pero con la mirada claramente puesta en la falda. Porque, a ver, era un hechizo, era un reto intelectual, y él era Marcus, esas cosas le llamaban... Desde fuera su mirada no parecía ser por eso para nada, pero bueno. - Mira, hoy vamos a empezar a recorrer el mundo, mi amor. - Comentó, orgulloso y con una risita tonta. Volvió a mirar su cuerpo y se acercó para susurrar. - Secuéstrame cuando quieras si es para hacerme... Viajar... Por esos sitios tan buenos... - Y seguía con los ojos en la falda. Es que era verdad que no se movía ni un ápice, que curioso. La tocó un poco con los dedos. - Qué bien inmovilizada... - Dejó caer. - Sería una lástima... Que alguien supiera... Deshacer esto... - ¡A ver, la campeona y el emperador! No empecemos ya. - Les bramó Peter, levantando risas en todo el grupo y provocando que todos les miraran. Marcus se irguió y respondió también a gritos. - Mi mente Ravenclaw intenta resolver un conjuro. - ¡Que sí, tío, que puedes meter la mano por debajo, no te rayes! - ¡¡PETER!! - Riñó Poppy, pero igualmente estaban todos muertos de risa mientras se dirigían al bar.
Entraron en el bar francés y abrió los brazos en cruz. - ¡Pero cuanta elegancia! Si es que mi reina de Ravenclaw no se merece menos. - Madre mía, ¿cuántas lleva este? - Le preguntó Ethan a Sean, que estaba doblado de la risa y, como pudo, contestó. - Os juro que solo una. Pero es que se la ha bebido del tirón. - Marcus suspiró con exagerado desprecio. - De verdad, no sé qué hacer con tanta envidia a mi alrededor. - Se fijaron en la pista y la gente parecía estar haciendo bailes en grupo, pero de repente se paraba la música, todos cambiaban y alguien se quedaba fuera. Se adentraron un poco en el bar y, mientras el grupo anterior acababa, Ethan fue explicando. - ¡Bueno, a ver! Esto es muy sencillo. ¿Veis aquella dama enmascarada? - Se fijaron y, efectivamente, en el grupo había algo que parecía un ente encantado, no una persona real, con una máscara y un vestido muy pomposo como sacado de un cabaret, que reía maliciosamente y bailaba con uno de los integrantes del grupo. - El reto consiste en intercambio de parejas. Oh, Gallias, nunca os estaré lo suficientemente agradecido, santos seáis, por tanta guarrería que... - ¡Al grano, que nos perdemos! - Cortó Hillary, señalando con la cabeza a Peter, que ya estaba bailando solo por allí, y la sola estampa ya levantó risas. Sí, es que con Peter como no se fuera al grano, se dispersaba.
- Entramos todos a bailar y la música se va a ir cortando de repente. Cada vez que se corte... - Ethan chasqueó fuertemente los dedos en el aire. - Intercambio de parejas. - Yo no... - Oyó mascullar a Lex, negando y mirando a Darren, pero el otro le hizo gestos para que no se adelantara y siguiera escuchando la conversación. - Una vez sí una no, esa bicharraca enmascarada se va a enganchar a alguien, lo que va a provocar que seamos siempre impares y, por tanto, uno quede desparejado. El desparejado, pierde y se elimina. Gana el que se quede solo bailando con la de la máscara. - Miraron al centro y, efectivamente, había solo tres personas, dos bailando entre ellas y una con la enmascarada que no dejaba de reír, y la tensión se palpaba en el ambiente. - ¡Venga, mientras estos acaban, chupitazo de champán! - Celebró Ethan. Todos bebieron y se quedaron mirando, entre risas, el resultado de la prueba anterior. Cuando se cortó la música, la enmascarada se fue y dos de ellos se juntaron para bailar, quedando el tercero fuera. La música volvió a cortarse y el escenario se quedó en negro absoluto, y cuando volvió la luz, la chica estaba bailando con la enmascarada y, por tanto, se proclamó ganadora, mientras el chico, con expresión de fastidio pero sin dejar de reír, se había quedado solo.
- Vale, sabemos quién va a ser la primera en caer eliminada, ¿verdad? - Susurró Hillary con malicia, de nuevo enganchada a Donna y provocando las risitas de ellas, hacia donde estaban Marcus, Alice y Sean. - ¡Venga, menos cháchara que entramos! - Anunció Ethan, y todos fueron corriendo a la pista. Eunice, de hecho, estaba bastante reticente a entrar y poniendo mala cara. Marcus fue hacia el centro con Alice. - Yo no te cambiaría ni por todos los galeones del universo, Alice Gallia, espero que lo sepas. - Le dijo, muy puesto, pero después puso una sonrisilla maliciosa y añadió. - Pero pienso ganar este juego. - La música empieza, ¡YA! - Y así fue, empezó una música bastante movida que les hacía a todos bailar en un espacio muy reducido y agarrados a su pareja como si les fuera la vida en ello, sin parar de reír y de chocarse entre sí porque apenas había espacio. De repente, la música se detuvo y aquello se volvió un caos, y Marcus soltó a Alice y se agarró de la primera persona que se encontró, antes de que la música volviera a sonar. - ¡¡¡MARCUS TÍO!!! JODER, YO TAMBIÉN TE QUIERO. - Tío, Peter, no me jodas, ¿¿qué haces aquí?? - Es que la Poppy se me ha ido. - Mira, no me la vayas a liar ¿eh? Concentrado. - Ah ¿pero que ganamos por equipos o algo así? - ¡No, tío, individual! ¿No has visto a los de antes? ¡Yo que sé, había mucho ruido! - ¡¡¡ESTE BAILE ES SOLO PARA LA REALEZA!!! - Oyó gritar a Hillary, exultante, agarrada a Donna y muertas de risa las dos, y al fijarse se dio cuenta de que la que había quedado fuera había sido Eunice, que ya andaba con cara de asco otra vez. La música se detuvo de repente y Marcus se soltó de Peter y fue a agarrarse a otra persona. - O'Donnell, que no podemos perder esto ¿eh? Que tenemos un estatus que mantener. - Farmiga, vienes hoy a tope. - Y tú ayer prometiste desfasar. No podemos defraudar. - ¡¡¡NO ME JODÁIS, VAMOS!!! MAL DE OJO OS CAIGA A TODOS. - Bramó Ethan, y al darse tanto Kyla como él cuenta de que había sido el que se había eliminado el segundo, se echaron a reír de tal forma que casi se caen al suelo los dos. Eso sí, sin soltarse. No iba a soltarse tan fácilmente de nadie.
Marcus se hizo el digno, pero ya contestó Hillary. - Tranquilo, no es nada que "no puedas desencantar sin siquiera pronunciarlo". - Haciendo unas pronunciadas comillas en el aire que provocaron las risillas malvadas de las dos. Marcus hizo una digna caída de ojos, llevándose la bebida a los labios. - Privilegios que uno solo tiene por ser quien es. - Uuuuuhh cuidado que Marcus va a sacar su faceta sexy. - No necesito sacarla, siempre está ahí. - Bueno a ver. - Cortó Sean, porque Marcus estaba cada vez más arriba, aunque las otras dos se morían de risa. Cuando pararon, se le acercaron otra vez y Donna susurró. - Tendrías que haberle visto la cara de ascazo a aquella cuando Ethan ha recordado que antes fantasearías con una Hufflepuff adorable que con ella. - Donna señaló a la aludida con un evidente gesto de la cabeza y, al mirar Marcus, Eunice estaba haciendo lo posible por no mirar siquiera al baile y centrarse en la copa que tenía en la mano. Marcus rodó los ojos y se ahorró los comentarios, pero ya avanzó Hillary, echando un poco atrás a Donna para ser ella quien se acercase a él a susurrarle. - Oye, como os diga algo, tú nos lo dices a nosotras. Que la arrastro de los pelos, vamos. - ¡Hills! - Se escandalizó Sean, que estaba con el oído puesto. La chica hizo un gesto de quitar importancia con la mano. - Es una capulla, se lo merecería. Que no hubiera venido. - A veces me das miedo. - Contestó Marcus entre risas. Donna afianzó el enganche que tenía del brazo de su amiga y, muy recta, recordó. - Tú llámanos si nos necesitas, que ya nos encargamos de que esa no moleste. - Y se fueron de allí, riéndose, dejando a Marcus y a Sean mirándose entre ellos sin saber muy bien ni qué reacción tener. Así que se limitaron a seguir bebiendo.
Peter no defraudaba con sus comentarios, y mientras decidían si en el baile habría empate o no, su aportación hizo a todos estallar en carcajadas. La apuesta la subió Ethan con el siguiente reto, que todos corearon con un "uuuuh". Marcus se acomodó en el taburete, con una sonrisilla y la copa en la mano. - Estás disfrutando de lo lindo. - No lo sabes tú bien. - Le contestó a Sean, dando un sorbo a la copa. Eh, pues llevaría poco alcohol, pero estaba bueno eso. Maldito hechizo de inmovilización de la falda, aunque no quitaba los ojos de Alice, pensaba deshacerlo en cuanto no se diera cuenta nadie, para algo era el rey de los hechizos silenciosos, tss... Sí que se estaba viniendo un poco arriba. Seguiría admirando a su novia, que no solo tenía unas piernas preciosas, también su sonrisa, sus ojos, ese pelo que bailaba con ella, uf, y como le quedaba el escote... Parpadeó y miró a Darren y a Lex como si fueran una advertencia personalizada, y se los encontró riéndose, a saber de qué. Ah, mierda. Esa cosa que se estaba bebiendo llevaba más alcohol del que parecía, seguro... Bueno, intentaría dejar un lapso de tiempo entre esa copa y la próxima. Aún podía controlar. Pero ya se iba a acabar esa, que estaba buena.
Ver a Poppy en ese plan era indudablemente gracioso, y Sean y él no paraban de comentar y reír. - Tío, la Poppy borracha, es que no doy crédito. - Decía Sean mientras se limpiaba las lágrimas de la risa. - Joder, y yo que pensaba que lo de Oly era insuperable. - Añadió, y Marcus casi se cae del taburete de las carcajadas. No recordaba haberse reído más en su vida que en ese bar, le dolía ya el cuerpo entero de la risa y no podía parar. - Va, va, atiende que ha ganado tu novia. - ¿¿En serio?? - Preguntó. Madre mía, ni se había dado cuenta, pero ahí estaba Alice, proclamándose vencedora. Se puso de pie y alzó la copa. - ¡¡LARGA VIDA A LA REINA DE RAVENCLAW!! - Eso generó una ovación. Hillary preguntó a voces. - ¡Creía que la reina esta noche era yo! - ¡Tú eres la reina del mundo mágico y del muggle, majestad! - ¡Toma! ¿Soy la reina de tu reina entonces, O'Donnell? - No me líes, letrada Vaughan. Que estás ante un emperador. - Se oyeron más "uuuuh" a su alrededor y Darren, entre risas, le dio un codazo a Lex y dijo. - Este ya se está viniendo arriba... - ¡Eh! - Detuvo él, alzando un índice. - Que yo esto es algo que mantengo siempre. - Lo peor es que es verdad... - Confirmó Lex, y Marcus se quedó tranquilo. Claramente porque no vio las risillas subrepticias de los dos novios.
Se enganchó a su novia, riendo con sus comentarios, pero con la mirada claramente puesta en la falda. Porque, a ver, era un hechizo, era un reto intelectual, y él era Marcus, esas cosas le llamaban... Desde fuera su mirada no parecía ser por eso para nada, pero bueno. - Mira, hoy vamos a empezar a recorrer el mundo, mi amor. - Comentó, orgulloso y con una risita tonta. Volvió a mirar su cuerpo y se acercó para susurrar. - Secuéstrame cuando quieras si es para hacerme... Viajar... Por esos sitios tan buenos... - Y seguía con los ojos en la falda. Es que era verdad que no se movía ni un ápice, que curioso. La tocó un poco con los dedos. - Qué bien inmovilizada... - Dejó caer. - Sería una lástima... Que alguien supiera... Deshacer esto... - ¡A ver, la campeona y el emperador! No empecemos ya. - Les bramó Peter, levantando risas en todo el grupo y provocando que todos les miraran. Marcus se irguió y respondió también a gritos. - Mi mente Ravenclaw intenta resolver un conjuro. - ¡Que sí, tío, que puedes meter la mano por debajo, no te rayes! - ¡¡PETER!! - Riñó Poppy, pero igualmente estaban todos muertos de risa mientras se dirigían al bar.
Entraron en el bar francés y abrió los brazos en cruz. - ¡Pero cuanta elegancia! Si es que mi reina de Ravenclaw no se merece menos. - Madre mía, ¿cuántas lleva este? - Le preguntó Ethan a Sean, que estaba doblado de la risa y, como pudo, contestó. - Os juro que solo una. Pero es que se la ha bebido del tirón. - Marcus suspiró con exagerado desprecio. - De verdad, no sé qué hacer con tanta envidia a mi alrededor. - Se fijaron en la pista y la gente parecía estar haciendo bailes en grupo, pero de repente se paraba la música, todos cambiaban y alguien se quedaba fuera. Se adentraron un poco en el bar y, mientras el grupo anterior acababa, Ethan fue explicando. - ¡Bueno, a ver! Esto es muy sencillo. ¿Veis aquella dama enmascarada? - Se fijaron y, efectivamente, en el grupo había algo que parecía un ente encantado, no una persona real, con una máscara y un vestido muy pomposo como sacado de un cabaret, que reía maliciosamente y bailaba con uno de los integrantes del grupo. - El reto consiste en intercambio de parejas. Oh, Gallias, nunca os estaré lo suficientemente agradecido, santos seáis, por tanta guarrería que... - ¡Al grano, que nos perdemos! - Cortó Hillary, señalando con la cabeza a Peter, que ya estaba bailando solo por allí, y la sola estampa ya levantó risas. Sí, es que con Peter como no se fuera al grano, se dispersaba.
- Entramos todos a bailar y la música se va a ir cortando de repente. Cada vez que se corte... - Ethan chasqueó fuertemente los dedos en el aire. - Intercambio de parejas. - Yo no... - Oyó mascullar a Lex, negando y mirando a Darren, pero el otro le hizo gestos para que no se adelantara y siguiera escuchando la conversación. - Una vez sí una no, esa bicharraca enmascarada se va a enganchar a alguien, lo que va a provocar que seamos siempre impares y, por tanto, uno quede desparejado. El desparejado, pierde y se elimina. Gana el que se quede solo bailando con la de la máscara. - Miraron al centro y, efectivamente, había solo tres personas, dos bailando entre ellas y una con la enmascarada que no dejaba de reír, y la tensión se palpaba en el ambiente. - ¡Venga, mientras estos acaban, chupitazo de champán! - Celebró Ethan. Todos bebieron y se quedaron mirando, entre risas, el resultado de la prueba anterior. Cuando se cortó la música, la enmascarada se fue y dos de ellos se juntaron para bailar, quedando el tercero fuera. La música volvió a cortarse y el escenario se quedó en negro absoluto, y cuando volvió la luz, la chica estaba bailando con la enmascarada y, por tanto, se proclamó ganadora, mientras el chico, con expresión de fastidio pero sin dejar de reír, se había quedado solo.
- Vale, sabemos quién va a ser la primera en caer eliminada, ¿verdad? - Susurró Hillary con malicia, de nuevo enganchada a Donna y provocando las risitas de ellas, hacia donde estaban Marcus, Alice y Sean. - ¡Venga, menos cháchara que entramos! - Anunció Ethan, y todos fueron corriendo a la pista. Eunice, de hecho, estaba bastante reticente a entrar y poniendo mala cara. Marcus fue hacia el centro con Alice. - Yo no te cambiaría ni por todos los galeones del universo, Alice Gallia, espero que lo sepas. - Le dijo, muy puesto, pero después puso una sonrisilla maliciosa y añadió. - Pero pienso ganar este juego. - La música empieza, ¡YA! - Y así fue, empezó una música bastante movida que les hacía a todos bailar en un espacio muy reducido y agarrados a su pareja como si les fuera la vida en ello, sin parar de reír y de chocarse entre sí porque apenas había espacio. De repente, la música se detuvo y aquello se volvió un caos, y Marcus soltó a Alice y se agarró de la primera persona que se encontró, antes de que la música volviera a sonar. - ¡¡¡MARCUS TÍO!!! JODER, YO TAMBIÉN TE QUIERO. - Tío, Peter, no me jodas, ¿¿qué haces aquí?? - Es que la Poppy se me ha ido. - Mira, no me la vayas a liar ¿eh? Concentrado. - Ah ¿pero que ganamos por equipos o algo así? - ¡No, tío, individual! ¿No has visto a los de antes? ¡Yo que sé, había mucho ruido! - ¡¡¡ESTE BAILE ES SOLO PARA LA REALEZA!!! - Oyó gritar a Hillary, exultante, agarrada a Donna y muertas de risa las dos, y al fijarse se dio cuenta de que la que había quedado fuera había sido Eunice, que ya andaba con cara de asco otra vez. La música se detuvo de repente y Marcus se soltó de Peter y fue a agarrarse a otra persona. - O'Donnell, que no podemos perder esto ¿eh? Que tenemos un estatus que mantener. - Farmiga, vienes hoy a tope. - Y tú ayer prometiste desfasar. No podemos defraudar. - ¡¡¡NO ME JODÁIS, VAMOS!!! MAL DE OJO OS CAIGA A TODOS. - Bramó Ethan, y al darse tanto Kyla como él cuenta de que había sido el que se había eliminado el segundo, se echaron a reír de tal forma que casi se caen al suelo los dos. Eso sí, sin soltarse. No iba a soltarse tan fácilmente de nadie.
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La eternidad es nuestra CON Marcus| EN Casa O'Donnell | 3 de junio de 2002 |
Oyó a su novio jalearla y dio saltitos en su sitio. — ¡Sí mi rey! ¡He ganado! — Oly rio a su lado, un poquito ida, seguro que ya había estado probando plantitas de las suyas. — ¿Por qué os gustarán tanto esos títulos antiguos que encima se pisan los unos a los otros? — Eso la hizo reír y le dio un beso en la mejilla la ex-prefecta. — Tú eres la emperatriz de todos nosotros Oly, si siempre te sales con la tuya con todos nosotros. — La chica levantó el índice y se le puso el pelo rosa. — No, no, no Galita mía, no siempre, porque solo he estado en dos orgías en Hogwarts y ninguna con la gente que me importaba de verdad. — Kyla, que estaba al lado, se giró con los ojos muy abiertos y Alice también la miró igual. — ¿Cómo que “solo” dos? — Oly se encogió de hombros y se colgó del cuello de Kyla. — Pero ahora solo mi Kyla se lleva todo eso y la amo con todo mi ser. — La chica rio y la miró embobada, acariciándole el pelo. — Estás loca. — Le dijo con una voz de adoración total. — Vaaaaaale, momento ideal para que esta se marche. — Dijo alejándose con una sonrisa y dando saltitos hacia su propio novio.
Ya sabía ella que Marcus se iba a rayar con la falda, pero vamos, que no había nada mejor que ponerle un reto por delante a su novio, vaya. Puso una sonrisa astuta mientras recuperaba sus tacones y tuvo que contener un suspiro cuando tocó la tela. Pues sí que estaba sensible a pesar de que hiciera poco más de veinticuatro horas desde la última vez… Pero bueno, Peter cortando todo romanticismo. Iba a preguntarle qué tal le iba a él con el tema de las manos y las faldas, pero quería demasiado a Poppy como para hacerle pasar esa vergüenza, así que se limitó a sonreír a su su novio y acariciar su nuca. — Viajar, ¿eh? — Se acercó a su oído y susurró. — Me gusta como eufemismo… — Y ahí lo dejó, saliendo hacia el francés.
Sí, su novio estaba un poco venido arriba, pero iba con el humor general, especialmente en el sitio ese tan guay. Si sabría ella que Francia era una buena idea. Alzó la ceja y movió una mano en el aire a lo que dijo Ethan. — Si es que al final vas a tener que dejar a las expertas. — Esa sí que es experta. — Dijo Theo señalando a la fantasma sensual, o lo que leches fuera, del juego que estaba explicando Ethan, y que le hizo gracia nada más empezar. — Theo es que tiene que ir a saco a por las francesas aunque sean espectros. — Dijo Darren entre risas, deshaciéndole la coleta al chico y revolviéndole el pelo. Se colocó con su novio y entornó los ojos. — Sííí… Me amas mucho pero que vas como loco a ganar, lo sé. — Le dio un piquito, empezando a bailar ya. — Pero me quedé aquí con la vena Slytherin incluida, mi amor. —
El juego era divertido, pero en seguida se vio separada de su novio, y en brazos de alguien que pasaba por allí. — Señorita Gallia. — La saludó. Ella puso una sonrsilla, girando bajo la mano del chico. — Prefecto Greengrass. — Lo siento por tu novio pero voy a por todas, esto lo gano yo. Quiero sentirme poderoso. — Oh, Slytherins compitiendo entre sí, sois un espectáculo. — Y tú bailando. — Dijo él con media sonrisilla, a lo que Alice le dio un puño suavecito en el hombro. — Cedric, pillín, que ya veo que vas achispadillo, no me intentes adular. No eres el primer prefecto de Slytherin con el que bailo. — Le contestó de broma, lo quehizo reír al chico. — Pues pasando a la siguiente, que no puedo malgastar los encantos. — Con un giro final, la dejó en brazos de Poppy. — ¡Hola compi de baile! Nos damos buena suerte. — Iba a contestar, pero la reacción de Ethan les hizo demasiada gracia a las dos y ya ni bailando estaban. De hecho, tocó separarse de nuevo y de repente Alice se vio sin pareja. — Ahhhhh putón, has perdido tu tambiééééén. — Resopló y se fue, con las manos en las caderas, junto a Ethan. — Porque me has distraído, idiota. Estrategias de Slytherin. — Ahora será culpa mía también. ¿Y tú qué bombón? ¿Te ha robado una puti francesa el novio? — Preguntó Ethan mirando a Lex. — Mucho he aguantado, la verdad. No me gusta bailar, y por Darren lo hago, pero por otra gente… — Fingió un escalofrío que les hizo reír, pero ya tuvo que intervenir Eunice. — Si no has probado a bailar con otra gente, ¿cómo sabes que no te gusta? — Porque me da horror solo de pensarlo. — Cortó Lex bien rápido, porque la analogía la habían visto todos. La chica se encogió de hombros y volvió a beber. — Oye, ¿no habréis estado emborrachando a posta a mi novio? — Preguntó Alice, dándole en las costillas a Lex con uan risita, para rebajar el ambiente. — ¿Por qué? ¿Te da miedo lo que pueda hacer que no se atreve sobrio? — Vaya Eunice tenía ganas de peleíta. — Puf, a ese santurrón hace falta algo más que alcohol para moverlo de su sitio, te lo digo yo, que solo me llevé un morreo lastimero y a la fuerza. — Eunice encogió un hombro. — Otro que tampoco ha probado nada más y no sabe lo que se pierde… — Alice resopló y se cruzó de brazos, justo cuando Theo apareció pro allí. — ¿Te han eliminado, Gal? — Hace un rato. — Dijo ella con una risita. — Pues vente y bailamos entre eliminados. — Dijo amistosa. — Y contigo también, Lex. — Propuso, mientras agitaba el pelo graciosamente. Otro que estaba muy arriba esa noche. — Vaya, y ella preocupada por lo que hace el otro… — Ahí ya se giró. — A ver, Eunice, ¿qué quieres? — Se cruzó de brazos y la miró directamente. — ¿Quieres peleíta? Porque a mí me tienes un poco cansada ya. Quiero pasármelo bien, no recibir dardos permanentemente. — Pues entonces deja algo para las demás, que siempre tienes que acapararlo todo. — Oye, Eunice, ¿quieres…? — Preguntó Theo un poco apurado. — Ni lo intentes, Matthews. — Dijo levantando una mano con desprecio. — No era por ti. — Pues con los O’Donnells no tienes oportunidades. — Contestó ya ella un poquito irritada, entre la actitud y la contestación de superioridad al pobre Theo intentando ser amable. — Ya veremos. Estate atenta. Igual no todo lo que te ha contado tu novio adorado es verdad… — Iba a contestarla ya mosqueada, y de hecho Ethan se había puesto entre las dos, cuando se dieron cuenta de que Marcus estaba justo delante. — ¡Mi amor! ¿Te han eliminado? — Preguntó avanzando hacia él y acariciando sus brazos, tratando de ignorar a la otra. — Y ha ganado Greengrass. — Señaló Darren, llegando al lado de Ethan. Efectivamente, Cedric estaba bailando con la aparición, que molaba muchísimo. — Qué tío, hasta a la fantasmita le va a poner esa sonrisilla. — Dijo Darren riendo. — ¿No envidias a los bis? Todo les viene bien, cien por cien de probabilidades de éxito iniciales. — Dijo Ethan, sacando el labio inferior y señalándoles. — No. — Contestaron Eunice y Lex al mismo tiempo, a lo cual prefirió reírse. La que lo quería probar todo, pensó a ver si Lex lo oía y le hacía reír un poquito. — Buah, pues yo quiero el conjunto de la fantasmita. Es suuuuuuupersexy y chulísimo. — Dijo admirando al espectro. — Ya, ¿por qué no me sorprende que tengas a todos los tíos así si vas diciendo esas cosas? — Esta vez fue Hillary la que se giró hacia Eunice. — Si vas a estar así pírate. Te aguantamos porque queremos a Ethan, pero no te pases ni un pelito. —
Ya sabía ella que Marcus se iba a rayar con la falda, pero vamos, que no había nada mejor que ponerle un reto por delante a su novio, vaya. Puso una sonrisa astuta mientras recuperaba sus tacones y tuvo que contener un suspiro cuando tocó la tela. Pues sí que estaba sensible a pesar de que hiciera poco más de veinticuatro horas desde la última vez… Pero bueno, Peter cortando todo romanticismo. Iba a preguntarle qué tal le iba a él con el tema de las manos y las faldas, pero quería demasiado a Poppy como para hacerle pasar esa vergüenza, así que se limitó a sonreír a su su novio y acariciar su nuca. — Viajar, ¿eh? — Se acercó a su oído y susurró. — Me gusta como eufemismo… — Y ahí lo dejó, saliendo hacia el francés.
Sí, su novio estaba un poco venido arriba, pero iba con el humor general, especialmente en el sitio ese tan guay. Si sabría ella que Francia era una buena idea. Alzó la ceja y movió una mano en el aire a lo que dijo Ethan. — Si es que al final vas a tener que dejar a las expertas. — Esa sí que es experta. — Dijo Theo señalando a la fantasma sensual, o lo que leches fuera, del juego que estaba explicando Ethan, y que le hizo gracia nada más empezar. — Theo es que tiene que ir a saco a por las francesas aunque sean espectros. — Dijo Darren entre risas, deshaciéndole la coleta al chico y revolviéndole el pelo. Se colocó con su novio y entornó los ojos. — Sííí… Me amas mucho pero que vas como loco a ganar, lo sé. — Le dio un piquito, empezando a bailar ya. — Pero me quedé aquí con la vena Slytherin incluida, mi amor. —
El juego era divertido, pero en seguida se vio separada de su novio, y en brazos de alguien que pasaba por allí. — Señorita Gallia. — La saludó. Ella puso una sonrsilla, girando bajo la mano del chico. — Prefecto Greengrass. — Lo siento por tu novio pero voy a por todas, esto lo gano yo. Quiero sentirme poderoso. — Oh, Slytherins compitiendo entre sí, sois un espectáculo. — Y tú bailando. — Dijo él con media sonrisilla, a lo que Alice le dio un puño suavecito en el hombro. — Cedric, pillín, que ya veo que vas achispadillo, no me intentes adular. No eres el primer prefecto de Slytherin con el que bailo. — Le contestó de broma, lo quehizo reír al chico. — Pues pasando a la siguiente, que no puedo malgastar los encantos. — Con un giro final, la dejó en brazos de Poppy. — ¡Hola compi de baile! Nos damos buena suerte. — Iba a contestar, pero la reacción de Ethan les hizo demasiada gracia a las dos y ya ni bailando estaban. De hecho, tocó separarse de nuevo y de repente Alice se vio sin pareja. — Ahhhhh putón, has perdido tu tambiééééén. — Resopló y se fue, con las manos en las caderas, junto a Ethan. — Porque me has distraído, idiota. Estrategias de Slytherin. — Ahora será culpa mía también. ¿Y tú qué bombón? ¿Te ha robado una puti francesa el novio? — Preguntó Ethan mirando a Lex. — Mucho he aguantado, la verdad. No me gusta bailar, y por Darren lo hago, pero por otra gente… — Fingió un escalofrío que les hizo reír, pero ya tuvo que intervenir Eunice. — Si no has probado a bailar con otra gente, ¿cómo sabes que no te gusta? — Porque me da horror solo de pensarlo. — Cortó Lex bien rápido, porque la analogía la habían visto todos. La chica se encogió de hombros y volvió a beber. — Oye, ¿no habréis estado emborrachando a posta a mi novio? — Preguntó Alice, dándole en las costillas a Lex con uan risita, para rebajar el ambiente. — ¿Por qué? ¿Te da miedo lo que pueda hacer que no se atreve sobrio? — Vaya Eunice tenía ganas de peleíta. — Puf, a ese santurrón hace falta algo más que alcohol para moverlo de su sitio, te lo digo yo, que solo me llevé un morreo lastimero y a la fuerza. — Eunice encogió un hombro. — Otro que tampoco ha probado nada más y no sabe lo que se pierde… — Alice resopló y se cruzó de brazos, justo cuando Theo apareció pro allí. — ¿Te han eliminado, Gal? — Hace un rato. — Dijo ella con una risita. — Pues vente y bailamos entre eliminados. — Dijo amistosa. — Y contigo también, Lex. — Propuso, mientras agitaba el pelo graciosamente. Otro que estaba muy arriba esa noche. — Vaya, y ella preocupada por lo que hace el otro… — Ahí ya se giró. — A ver, Eunice, ¿qué quieres? — Se cruzó de brazos y la miró directamente. — ¿Quieres peleíta? Porque a mí me tienes un poco cansada ya. Quiero pasármelo bien, no recibir dardos permanentemente. — Pues entonces deja algo para las demás, que siempre tienes que acapararlo todo. — Oye, Eunice, ¿quieres…? — Preguntó Theo un poco apurado. — Ni lo intentes, Matthews. — Dijo levantando una mano con desprecio. — No era por ti. — Pues con los O’Donnells no tienes oportunidades. — Contestó ya ella un poquito irritada, entre la actitud y la contestación de superioridad al pobre Theo intentando ser amable. — Ya veremos. Estate atenta. Igual no todo lo que te ha contado tu novio adorado es verdad… — Iba a contestarla ya mosqueada, y de hecho Ethan se había puesto entre las dos, cuando se dieron cuenta de que Marcus estaba justo delante. — ¡Mi amor! ¿Te han eliminado? — Preguntó avanzando hacia él y acariciando sus brazos, tratando de ignorar a la otra. — Y ha ganado Greengrass. — Señaló Darren, llegando al lado de Ethan. Efectivamente, Cedric estaba bailando con la aparición, que molaba muchísimo. — Qué tío, hasta a la fantasmita le va a poner esa sonrisilla. — Dijo Darren riendo. — ¿No envidias a los bis? Todo les viene bien, cien por cien de probabilidades de éxito iniciales. — Dijo Ethan, sacando el labio inferior y señalándoles. — No. — Contestaron Eunice y Lex al mismo tiempo, a lo cual prefirió reírse. La que lo quería probar todo, pensó a ver si Lex lo oía y le hacía reír un poquito. — Buah, pues yo quiero el conjunto de la fantasmita. Es suuuuuuupersexy y chulísimo. — Dijo admirando al espectro. — Ya, ¿por qué no me sorprende que tengas a todos los tíos así si vas diciendo esas cosas? — Esta vez fue Hillary la que se giró hacia Eunice. — Si vas a estar así pírate. Te aguantamos porque queremos a Ethan, pero no te pases ni un pelito. —
- El Pájaro en el espino, el comienzo:
- Golden Shields:
Alice Gallia
Cause' Alice does belong with Marcus
Ante todo, amigos
Ay, los retitos
Un jour viendra tu me dira je t'aime
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- Juntos, somos el Todo:
- 16 de enero de 2002:
3076Mensajes :
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Freyja
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La eternidad es nuestra Con Alice| En Fiesta desmadrada | 3 de junio de 2002 |
Tocó cambiar y rápidamente se enganchó de la primera persona que encontró. - ¡Cuñadito! - ¡Hombre, cuñado! - Respondió también entre risas. No podía parar de reír, y Darren tampoco. - ¿Dónde te has dejado a mi hermano? No me digas que sigue jugando. - Sí, a diferencia de tu pajarito, de hecho. - Puso cara extrañada y miró alrededor. Efectivamente, Alice había sido eliminada ya, lo que le hizo abrir mucho la boca. - Mi hermano bailando y Alice en la barra. Esto sí que no me lo creo. - ¡Pues no te empanes mucho, que toca cambiar! - Advirtió Darren y, de hecho, eso ocurrió, que tocó cambiar de repente de pareja y se tuvo que enganchar a la primera persona que encontró.
- ¡Pero bueno, pero bueno! - Exclamó, y aprovechó el ambiente para hacer una floritura de baile con la chica, que se echó a reír con la suficiencia de quien sabe que ha esquivado ya varias rondas y eliminado a gente. - ¡Letrada Vaughan! - Emperador O'Donneeeeell. A mí llámame reina a partir de ahora o no te hablo ¿eh? - Los dos se echaron fuertemente a reír. - Te veo contenta. - ¡Contentísima! Y eso que la enmascaraducha esa me ha robado al novio. - La mía está ya eliminada, así que... - ¡Anda, me lo has gafado! - Oyó de fondo gritar a Darren. Efectivamente, Lex había caído eliminado también. Marcus soltó una carcajada. - Mucho ha durado. - Mírala, es que no puedo, uff. -Dijo Hillary, que había clavado la mirada también en los eliminados. - Es que la tenemos hoy. La tenemos, vamos... - Eh, Hills. Vamos a pasar de Eunice ¿vale? Como si no estuviera. - Te voy a decir una cosa, Marcus, y te la digo muy en serio. - Advirtió en tono severo, señalándole. Tan en serio parecía ir que se le había cortado la risa. - Como esa tipa os toque las narices a Alice o a ti esta noche, o vuelva a hablarle así al pobre Theo o me diga algo, es que le quemo el pelo, vamos. - No quieres empezar tu vida laboral con antecedentes penales. - Uh, mira como tiemblo de miedo. ¡Que le den! - No pudo evitar reírse a carcajadas. - El alcohol te saca la vena violenta. - Pero, justo en ese momento, la música se paró y tocaba de nuevo cambiar.
- MARCUSITOOOOOOO. - Oly cada vez gritaba más, pero estaba demasiado contento como para no reírse. Eso sí, la chica daba tales botes que se le iba de las manos. - ¡Oly, Oly, Oly! ¡Que nos van a descalificar! - ¡Que no, que no! ¡Wii wii wii! - Es que no podía ni regañarla. Estaba doblado de la risa y llorando de verdad. Oly se le encaramó como un koala. - ¡Mi Marcusito que bonito es y qué borrachito estáááááá! - ¡Otra igual! ¡Que no estoy borracho! - Pero es que no podía ni responder a esa frase sin reírse, y tenía las defensas tan bajas que la chica se le soltó otra vez. - ¡Que nos vamos! - ¡Pero espérate, que no se ha parado la canción! - Un poquito achispado sí debía de ir, porque al Marcus normal eso le hubiera puesto de los nervios y ahora estaba muerto de risa. Ahora sí, la canción se paró, y Oly no le soltaba, y en el tira y afloja, por un momento temió quedarse sin pareja, pero no fue así. Alguien se le enganchó.
Tenía una risita que daba un poco de miedo. No sabía bien si entablar conversación con ella o no. - Uuuuuuhhh otro al que le ponen las francesas. - Se burló Sean, que bailaba con Donna, los dos a carcajada limpia. - ¡Pero míralo, si parece un perchero, como se nota que no es su Alice! - Dijo la chica, y Marcus les hizo una mueca. - ¡Me tenéis envidia por bailar con semejante ser maravilloso! - Lo cierto es que la enmascarada daba un poco de grima. Olía fuertemente a perfume, pero tenía las manos heladas y un tacto extraño. La máscara le tapaba la mirada, y esa risa como un eco de fondo era un poco escalofriante. - Uy estoy recibiendo las vibraciones del mini Marcusito asustadito, qué mono, cuanto tiempo. - ¡Oly, céntrate, que nos eliminan! - La riñó Kyla, y Marcus abrió mucho los ojos y las señaló. - ¡Eh, no vale! ¡Mucho amor libre pero estás repitiendo pareja, Olympia Lewyn! - Empezaron a burlarse de él y de sus quejas cuando la música se detuvo, la enmascarada desapareció de repente y todos a su alrededor hicieron fuga total. - ¡¡Venga ya!! ¡No vale! - ¡No te quejes más, O'Donnell! - Se burló Sean una vez más, muy subidito él, bailando ahora con un felicísimo y saltarín Darren. Les dedicó varias pedorretas y, puesto que oficialmente había perdido, abandonó la pista.
Se dirigió directo hacia su novia y alzó los brazos, poniendo expresión quejosa e infantilmente apenada. - ¡Me ha agarrado la espectro esa y me ha hecho trampa, me ha dejado vendido! - Se quejó, y entonces se dio cuenta de que... ¿Era él, o el ambiente estaba un poquito tenso? - Pero molaba bailar con ella, ¿a que sí? - Trató de aliviar Theo. Marcus chasqueó la lengua. - No se yo ¿eh? Si me dan a elegir... - Miró a Alice y le puso una sonrisilla ladina. - Prefiero a las francesas de carne y hueso. - Theo soltó una única y espontánea carcajada e hizo un gesto con la mano. - ¡Toma, y yo! - Hillary se giró hacia él muy cómicamente. - ¿Theeeeeeeodoooore? - Va, ni que no lo supierais todos ya. - Esto es más divertido de lo que pensaba, lo reconozco. - Dijo Lex entre dientes, con una risilla. Bueno, quizás lo del ambiente tenso solo se lo había imaginado, aunque ciertamente Ethan estaba más callado de lo que solía estar.
Poco a poco fueron llegando todos hasta que Darren les avisó de que el ganador había sido Cedric. Marcus chasqueó la lengua. - Tsss... Slytherins... - Si ¿verdad? Qué competitivos y qué mal perder tienen. - Volvió a decirle Sean con tonito. - Hastings, me tienes envidia porque he bailado con la espectro y tú no. - Pero qué dices, chaval, si estabas muerto de miedo. - ¿¿Discúlpame?? - Además, sí que he bailado. - Sí sí, y bien agarradito, que lo he visto yo. - Aportó Hillary con retintín, aunque en el fondo se estaba riendo. - Al menos Marcus reconoce que las prefiere de carne y hueso. - Y yo también, mi amor. - ¿Ves? - Se metió Marcus de por medio, señalando a Hillary. - Eso es lo que hace a una buena reina. - La chica hinchó el pecho llena de orgullo y Sean bajó los hombros. - Eres pesadito ¿eh? No te cansas de ser pesadito. - Menos mal que te has dado cuenta ya, después de siete años, llegas a tiempo. - Cómo quería a sus amigos, es que como se lo pasaba con ellos, no se lo pasaba con nadie. Estaba siendo un pedazo de cumpleaños. Uf, qué contento estaba, se moría de ganas por llegar al próximo bar, a ver cuál era el siguiente reto. Esa noche tenía que ganar alguno, como que se llamaba Marcus O'Donnell.
Y estaba él muy en la nube del entusiasmo cuando, de repente, pasó algo con Eunice que le pilló despistado, pero le pareció detectar un cruce de dardos entre ella y Hillary con Alice de por medio. Trató de hacer que su cerebro rescatara la información. ¿Había dicho algo Alice de la ropa del espectro? Sí, le había parecido oír que sí. Lo de Eunice no lo había oído bien, pero como se imaginaba que era un argumento para meterse con ella y, si bien Marcus quería ignorarla por completo no iba a consentir que insultara a su novia, miró a Alice y dijo muy convencido. - Tú con ese conjunto estarías mil veces más sexy que el espectro ese. - Oyó a Hillary mascullar algo con bastante mala idea mirando a Eunice de reojo, pero Sean la estaba intentando callar. Igualmente, Marcus con tanto ruido no llegaba a enterarse muy bien de las cosas. Sí, era el ruido. No tenía aún las capacidades tan mermadas... Creía. - ¡Bueno, el ganador elige! ¿No? - Preguntó Cedric, muy seguro, alzando una copa de champán. - ¡Pues elijo que me quiero quedar un ratito más en este sitio antes de irme al siguiente, que me ha gustado! ¡Invito a champán! - Eso fue fuertemente ovacionado y todos tomaro una copa. Bueno, era champán, no llevaba tanto alcohol... ¿No? La gente lo bebía mucho. No podían beber cosas tan alcohólicas con tanta frecuencia como si fuera lo más normal del mundo...
- Madame... - Empezó meloso a decirle a Alice, cuando ya llevaba la copa a mitad. - ¿Sabes que sé hablar francés? Bueno, un poquito. Me enseñó una chica muy guapa. - Le guiñó un ojo. - Oye, que con tanto cambio no he podido bailar apenas nada contigo... - El siguiente grupo había empezado el juego, pero había otra pista habilitada solo para bailar. Ya algunas parejas como Andrew y Donna estaban por allí bailando, así que agarró a Alice de la mano y se la llevó hacia allí. - Te han eliminado antes que a mí ¿eh? - Tendría él que nacer de nuevo para no recochinearse. - ¿Qué te ha pasado? ¿Como eres un pajarito chiquitito te has extraviado? - Se pegó bastante a su cuerpo y susurró, mientras bailaban. - ¿O es que no has encontrado una pareja de baile a la altura? - Volvió a rozar la falda y, ladeando una sonrisa, se acercó a su oído y susurró. - ¿Qué pasa si deshago este hechizo ahora? - Se llevó una mano al bolsillo, agarró su varita y, sin sacarla, apuntó a la falda. No estaba muy lúcido pero su poder mágico no lo perdía. Era Marcus O'Donnell, era hijo de Emma O'Donnell por algo. No se le iba a resistir un Inmobilous tan fácilmente. - Y sin que nadie se dé cuenta. ¿Qué te parece? -
- ¡Pero bueno, pero bueno! - Exclamó, y aprovechó el ambiente para hacer una floritura de baile con la chica, que se echó a reír con la suficiencia de quien sabe que ha esquivado ya varias rondas y eliminado a gente. - ¡Letrada Vaughan! - Emperador O'Donneeeeell. A mí llámame reina a partir de ahora o no te hablo ¿eh? - Los dos se echaron fuertemente a reír. - Te veo contenta. - ¡Contentísima! Y eso que la enmascaraducha esa me ha robado al novio. - La mía está ya eliminada, así que... - ¡Anda, me lo has gafado! - Oyó de fondo gritar a Darren. Efectivamente, Lex había caído eliminado también. Marcus soltó una carcajada. - Mucho ha durado. - Mírala, es que no puedo, uff. -Dijo Hillary, que había clavado la mirada también en los eliminados. - Es que la tenemos hoy. La tenemos, vamos... - Eh, Hills. Vamos a pasar de Eunice ¿vale? Como si no estuviera. - Te voy a decir una cosa, Marcus, y te la digo muy en serio. - Advirtió en tono severo, señalándole. Tan en serio parecía ir que se le había cortado la risa. - Como esa tipa os toque las narices a Alice o a ti esta noche, o vuelva a hablarle así al pobre Theo o me diga algo, es que le quemo el pelo, vamos. - No quieres empezar tu vida laboral con antecedentes penales. - Uh, mira como tiemblo de miedo. ¡Que le den! - No pudo evitar reírse a carcajadas. - El alcohol te saca la vena violenta. - Pero, justo en ese momento, la música se paró y tocaba de nuevo cambiar.
- MARCUSITOOOOOOO. - Oly cada vez gritaba más, pero estaba demasiado contento como para no reírse. Eso sí, la chica daba tales botes que se le iba de las manos. - ¡Oly, Oly, Oly! ¡Que nos van a descalificar! - ¡Que no, que no! ¡Wii wii wii! - Es que no podía ni regañarla. Estaba doblado de la risa y llorando de verdad. Oly se le encaramó como un koala. - ¡Mi Marcusito que bonito es y qué borrachito estáááááá! - ¡Otra igual! ¡Que no estoy borracho! - Pero es que no podía ni responder a esa frase sin reírse, y tenía las defensas tan bajas que la chica se le soltó otra vez. - ¡Que nos vamos! - ¡Pero espérate, que no se ha parado la canción! - Un poquito achispado sí debía de ir, porque al Marcus normal eso le hubiera puesto de los nervios y ahora estaba muerto de risa. Ahora sí, la canción se paró, y Oly no le soltaba, y en el tira y afloja, por un momento temió quedarse sin pareja, pero no fue así. Alguien se le enganchó.
Tenía una risita que daba un poco de miedo. No sabía bien si entablar conversación con ella o no. - Uuuuuuhhh otro al que le ponen las francesas. - Se burló Sean, que bailaba con Donna, los dos a carcajada limpia. - ¡Pero míralo, si parece un perchero, como se nota que no es su Alice! - Dijo la chica, y Marcus les hizo una mueca. - ¡Me tenéis envidia por bailar con semejante ser maravilloso! - Lo cierto es que la enmascarada daba un poco de grima. Olía fuertemente a perfume, pero tenía las manos heladas y un tacto extraño. La máscara le tapaba la mirada, y esa risa como un eco de fondo era un poco escalofriante. - Uy estoy recibiendo las vibraciones del mini Marcusito asustadito, qué mono, cuanto tiempo. - ¡Oly, céntrate, que nos eliminan! - La riñó Kyla, y Marcus abrió mucho los ojos y las señaló. - ¡Eh, no vale! ¡Mucho amor libre pero estás repitiendo pareja, Olympia Lewyn! - Empezaron a burlarse de él y de sus quejas cuando la música se detuvo, la enmascarada desapareció de repente y todos a su alrededor hicieron fuga total. - ¡¡Venga ya!! ¡No vale! - ¡No te quejes más, O'Donnell! - Se burló Sean una vez más, muy subidito él, bailando ahora con un felicísimo y saltarín Darren. Les dedicó varias pedorretas y, puesto que oficialmente había perdido, abandonó la pista.
Se dirigió directo hacia su novia y alzó los brazos, poniendo expresión quejosa e infantilmente apenada. - ¡Me ha agarrado la espectro esa y me ha hecho trampa, me ha dejado vendido! - Se quejó, y entonces se dio cuenta de que... ¿Era él, o el ambiente estaba un poquito tenso? - Pero molaba bailar con ella, ¿a que sí? - Trató de aliviar Theo. Marcus chasqueó la lengua. - No se yo ¿eh? Si me dan a elegir... - Miró a Alice y le puso una sonrisilla ladina. - Prefiero a las francesas de carne y hueso. - Theo soltó una única y espontánea carcajada e hizo un gesto con la mano. - ¡Toma, y yo! - Hillary se giró hacia él muy cómicamente. - ¿Theeeeeeeodoooore? - Va, ni que no lo supierais todos ya. - Esto es más divertido de lo que pensaba, lo reconozco. - Dijo Lex entre dientes, con una risilla. Bueno, quizás lo del ambiente tenso solo se lo había imaginado, aunque ciertamente Ethan estaba más callado de lo que solía estar.
Poco a poco fueron llegando todos hasta que Darren les avisó de que el ganador había sido Cedric. Marcus chasqueó la lengua. - Tsss... Slytherins... - Si ¿verdad? Qué competitivos y qué mal perder tienen. - Volvió a decirle Sean con tonito. - Hastings, me tienes envidia porque he bailado con la espectro y tú no. - Pero qué dices, chaval, si estabas muerto de miedo. - ¿¿Discúlpame?? - Además, sí que he bailado. - Sí sí, y bien agarradito, que lo he visto yo. - Aportó Hillary con retintín, aunque en el fondo se estaba riendo. - Al menos Marcus reconoce que las prefiere de carne y hueso. - Y yo también, mi amor. - ¿Ves? - Se metió Marcus de por medio, señalando a Hillary. - Eso es lo que hace a una buena reina. - La chica hinchó el pecho llena de orgullo y Sean bajó los hombros. - Eres pesadito ¿eh? No te cansas de ser pesadito. - Menos mal que te has dado cuenta ya, después de siete años, llegas a tiempo. - Cómo quería a sus amigos, es que como se lo pasaba con ellos, no se lo pasaba con nadie. Estaba siendo un pedazo de cumpleaños. Uf, qué contento estaba, se moría de ganas por llegar al próximo bar, a ver cuál era el siguiente reto. Esa noche tenía que ganar alguno, como que se llamaba Marcus O'Donnell.
Y estaba él muy en la nube del entusiasmo cuando, de repente, pasó algo con Eunice que le pilló despistado, pero le pareció detectar un cruce de dardos entre ella y Hillary con Alice de por medio. Trató de hacer que su cerebro rescatara la información. ¿Había dicho algo Alice de la ropa del espectro? Sí, le había parecido oír que sí. Lo de Eunice no lo había oído bien, pero como se imaginaba que era un argumento para meterse con ella y, si bien Marcus quería ignorarla por completo no iba a consentir que insultara a su novia, miró a Alice y dijo muy convencido. - Tú con ese conjunto estarías mil veces más sexy que el espectro ese. - Oyó a Hillary mascullar algo con bastante mala idea mirando a Eunice de reojo, pero Sean la estaba intentando callar. Igualmente, Marcus con tanto ruido no llegaba a enterarse muy bien de las cosas. Sí, era el ruido. No tenía aún las capacidades tan mermadas... Creía. - ¡Bueno, el ganador elige! ¿No? - Preguntó Cedric, muy seguro, alzando una copa de champán. - ¡Pues elijo que me quiero quedar un ratito más en este sitio antes de irme al siguiente, que me ha gustado! ¡Invito a champán! - Eso fue fuertemente ovacionado y todos tomaro una copa. Bueno, era champán, no llevaba tanto alcohol... ¿No? La gente lo bebía mucho. No podían beber cosas tan alcohólicas con tanta frecuencia como si fuera lo más normal del mundo...
- Madame... - Empezó meloso a decirle a Alice, cuando ya llevaba la copa a mitad. - ¿Sabes que sé hablar francés? Bueno, un poquito. Me enseñó una chica muy guapa. - Le guiñó un ojo. - Oye, que con tanto cambio no he podido bailar apenas nada contigo... - El siguiente grupo había empezado el juego, pero había otra pista habilitada solo para bailar. Ya algunas parejas como Andrew y Donna estaban por allí bailando, así que agarró a Alice de la mano y se la llevó hacia allí. - Te han eliminado antes que a mí ¿eh? - Tendría él que nacer de nuevo para no recochinearse. - ¿Qué te ha pasado? ¿Como eres un pajarito chiquitito te has extraviado? - Se pegó bastante a su cuerpo y susurró, mientras bailaban. - ¿O es que no has encontrado una pareja de baile a la altura? - Volvió a rozar la falda y, ladeando una sonrisa, se acercó a su oído y susurró. - ¿Qué pasa si deshago este hechizo ahora? - Se llevó una mano al bolsillo, agarró su varita y, sin sacarla, apuntó a la falda. No estaba muy lúcido pero su poder mágico no lo perdía. Era Marcus O'Donnell, era hijo de Emma O'Donnell por algo. No se le iba a resistir un Inmobilous tan fácilmente. - Y sin que nadie se dé cuenta. ¿Qué te parece? -
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La eternidad es nuestra CON Marcus| EN Casa O'Donnell | 3 de junio de 2002 |
Miró a su novio con cariño y sacó el labio inferior, como si le diera mucha penita, acariciando sus mejilla. — ¿No te ha gustado la tiparraca esa? — Si es que su niño era muy asustón. Rio a la reacción de Theo y se encogió de hombros con una risa. — Ya no se corta. Veremos como se porta en La Provenza, y cómo de preparado está para francesas de verdad. — Dijo haciendo un bailecito rápido con las caderas, que hizo reír a sus amigos. — Las Gallia provocando infartos allá donde van. Nada fuera de lo previsto. — Dijo Ethan con una sonrisilla maliciosa. La verdad es que le daba un poco igual Eunice, sus amigos estaban contentos, Lex hacía bromas, y su novio estaba allí junto a ella, muy muy cerca, así que… Eso era todo lo que le importaba.
Celebró la decisión de Cedric y se regodeó un poquito, levantando el brazo. — ¿Veis? Una vez pruebas Francia ya no quieres otra cosa. — Y dirigió la mirada traviesa a Marcus. Se estaban provocando, no se los conociera ella ya, y le encantaba. Jaleó junto a todos los demás la decisión de la invitación a champán. Puede que si estuviera un poco contentilla de más ya. Pero era su graduación, ¿qué menos? — ¡Por el prefecto Greengrass! Viva el impacto Slytherin, que el da la ambición para ganar siempre y los recursos para invitarnos a todos a champán. — Cedric se rio y chocó su copa con la de ella. — Es gracioso porque es cierto al cien por cien. Por eso mismo, señorita Gallia. — Se giró a sus amigas y Theo, que ahora estaba entre ellas y dijo. — A ver señoritas, que les voy a enseñar a beber champán como se bebe en Francia. Atiende tu también, Mattie. — Sabes que está borracha cuando empieza a hablar como Ethan. — Dijo Donna con una risita maliciosa. — ¡A ver, poned atención! La copa siempre se agarra de aquí. — Dijo poniendo los dedos a la mitad del listón de cristal del pie. — Así se me cae. — Se quejó Theo. — No, querido, así estas obligado a beber menos en cada traguito. Si lo bebes de golpe, se sube demasiado, y las burbujitas te hacen así en la garganta y acabas llorando. — ¡Eso me ha pasado! — Saltó Donna. — Sí, sí, si claramente habla la voz de la experiencia por ella. — Le pinchó Hills con una sonrisita, pero ella siguió. — Bebéis así, de a poquitos, y siempre de pie, que sentado no se da una cuenta de cuánto lleva y luego te caes redondo. Y por último… — Levantó la copa. — Siempre mirando a alguien mientras lo haces. — Chocó la copa con Hillary y la miró a los ojos mientras bebía, a lo que su amiga rio. — Es buena la tía. Venga, hecho. Voy a buscar a mi Sean y a probar esto. — Yo no tengo aquí a la Jackie. — Dijo Theo con un pucherito. — Pues yo probaría antes con el espectro que con esa. — Señaló Donna, apoyándose en el hombro de su amigo y mirando de reojo a Eunice.
Ella iba a buscar a su novio para probar lo de la copita, pero la buscó antes él. — Monsieur… — Contestó ella, acariciando su pecho, tentativa. — A ver enséñeme lo bien que se le da el idioma y el baile… — Dio un traguito a la copa y la dejó antes de dejarse llevar por su novio. — Sí, algo me tenía distraída y no era esa señora tan extravagante… — Dijo con media sonrisilla, entreabriendo un poco los labios cuando notó que su novio se pegaba más a ella. — Pero nunca encuentro ninguna pareja mejor que mi espino para nada. — Y eso último le había salido con un tono directamente ardiente. Pero es que estaban muy cerca, y le decía aquellas cosas… — Me encanta bailar para ti. — Dijo moviendo como una serpiente encantada por aquellos ojos de Slytherin. Y tuvo que contener un jadeo cuando volvió a sentir su mano en el bajo del vestido. — Si eres capaz de quitarme el hechizo aquí y ahora… — Se giró y se puso de espaldas contra su pecho, pero se pegó tanto que notó la mano de Marcus en su propio bolsillo y rio entre dientes. — Vas a volverme loca Marcus… — Echó la cabeza hacia atrás con una risita. Estaba muy nublada, la verdad, el champán empezaba a hacer lo suyo, pero estaba en ese punto en el que moverse era más fácil, y la sonrisa salía sola, y las palabras también. — Cuando éramos más pequeños y yo notaba esas sensaciones me decía a mí misma que me ponías nerviosa… — Se rio de sí misma y aprovechó su posición para susurrar. — Ahora sé que es que me pones muchísimo cuando te haces el mago sabio. — Siguió bailando en esa posición, alzando una mano para acariciar sus rizos. — ¿Qué vas a hacer cuando deshagas el hechizo de la falda mi perfecto prefecto? —
Celebró la decisión de Cedric y se regodeó un poquito, levantando el brazo. — ¿Veis? Una vez pruebas Francia ya no quieres otra cosa. — Y dirigió la mirada traviesa a Marcus. Se estaban provocando, no se los conociera ella ya, y le encantaba. Jaleó junto a todos los demás la decisión de la invitación a champán. Puede que si estuviera un poco contentilla de más ya. Pero era su graduación, ¿qué menos? — ¡Por el prefecto Greengrass! Viva el impacto Slytherin, que el da la ambición para ganar siempre y los recursos para invitarnos a todos a champán. — Cedric se rio y chocó su copa con la de ella. — Es gracioso porque es cierto al cien por cien. Por eso mismo, señorita Gallia. — Se giró a sus amigas y Theo, que ahora estaba entre ellas y dijo. — A ver señoritas, que les voy a enseñar a beber champán como se bebe en Francia. Atiende tu también, Mattie. — Sabes que está borracha cuando empieza a hablar como Ethan. — Dijo Donna con una risita maliciosa. — ¡A ver, poned atención! La copa siempre se agarra de aquí. — Dijo poniendo los dedos a la mitad del listón de cristal del pie. — Así se me cae. — Se quejó Theo. — No, querido, así estas obligado a beber menos en cada traguito. Si lo bebes de golpe, se sube demasiado, y las burbujitas te hacen así en la garganta y acabas llorando. — ¡Eso me ha pasado! — Saltó Donna. — Sí, sí, si claramente habla la voz de la experiencia por ella. — Le pinchó Hills con una sonrisita, pero ella siguió. — Bebéis así, de a poquitos, y siempre de pie, que sentado no se da una cuenta de cuánto lleva y luego te caes redondo. Y por último… — Levantó la copa. — Siempre mirando a alguien mientras lo haces. — Chocó la copa con Hillary y la miró a los ojos mientras bebía, a lo que su amiga rio. — Es buena la tía. Venga, hecho. Voy a buscar a mi Sean y a probar esto. — Yo no tengo aquí a la Jackie. — Dijo Theo con un pucherito. — Pues yo probaría antes con el espectro que con esa. — Señaló Donna, apoyándose en el hombro de su amigo y mirando de reojo a Eunice.
Ella iba a buscar a su novio para probar lo de la copita, pero la buscó antes él. — Monsieur… — Contestó ella, acariciando su pecho, tentativa. — A ver enséñeme lo bien que se le da el idioma y el baile… — Dio un traguito a la copa y la dejó antes de dejarse llevar por su novio. — Sí, algo me tenía distraída y no era esa señora tan extravagante… — Dijo con media sonrisilla, entreabriendo un poco los labios cuando notó que su novio se pegaba más a ella. — Pero nunca encuentro ninguna pareja mejor que mi espino para nada. — Y eso último le había salido con un tono directamente ardiente. Pero es que estaban muy cerca, y le decía aquellas cosas… — Me encanta bailar para ti. — Dijo moviendo como una serpiente encantada por aquellos ojos de Slytherin. Y tuvo que contener un jadeo cuando volvió a sentir su mano en el bajo del vestido. — Si eres capaz de quitarme el hechizo aquí y ahora… — Se giró y se puso de espaldas contra su pecho, pero se pegó tanto que notó la mano de Marcus en su propio bolsillo y rio entre dientes. — Vas a volverme loca Marcus… — Echó la cabeza hacia atrás con una risita. Estaba muy nublada, la verdad, el champán empezaba a hacer lo suyo, pero estaba en ese punto en el que moverse era más fácil, y la sonrisa salía sola, y las palabras también. — Cuando éramos más pequeños y yo notaba esas sensaciones me decía a mí misma que me ponías nerviosa… — Se rio de sí misma y aprovechó su posición para susurrar. — Ahora sé que es que me pones muchísimo cuando te haces el mago sabio. — Siguió bailando en esa posición, alzando una mano para acariciar sus rizos. — ¿Qué vas a hacer cuando deshagas el hechizo de la falda mi perfecto prefecto? —
- El Pájaro en el espino, el comienzo:
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Alice Gallia
Cause' Alice does belong with Marcus
Ante todo, amigos
Ay, los retitos
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La eternidad es nuestra Con Alice| En Fiesta desmadrada | 3 de junio de 2002 |
La verdad es que no había atendido mucho a la lección de Alice sobre cómo beber champán. Y eso en Marcus era muy raro, pero como muy muy raro, por dos motivos: primero, porque él SIEMPRE atendía una lección; segundo, porque era Alice hablando, y Alice tenía una luz especial para él y pocas veces hacía o decía algo y él lo ignoraba. Sin embargo, había cogido su copa, había brindado y le había dado el primer sorbo, porque sí, así era Marcus, él era de probar, de experimentar... No era verdad. Él era de escuchar y luego, si eso, probar. Estaba raro esa noche. Pero, ¡eh! Era su cumpleaños y se estaba graduando. No se le ocurría un momento mejor para liberar al nuevo Marcus, la verdad. Aunque lo de no escuchar a Alice había sido un lapsus. Mejoraría eso.
Se le olvidó un poco su propio lapsus cuando Alice le pidió que le enseñara su idioma y su baile. Puede que hablara literalmente, puede que fuera un eufemismo, pero le había sonado a lo más sexy del mundo igualmente. Ahora sí, ahora sí que la veía a ella y solo a ella. Dejó la copa de champán por ahí porque, total, ya estaba vacía, y prefería tener las dos manos disponibles. - Me gusta oír eso. - Respondió con una sonrisa ladina. - Lo cierto es que, desde que te has ido, el baile solo ha ido en decadencia. - Suspiró falsamente. No se lo creía ni él, se lo había pasado bomba, pero Marcus siempre se lo pasaba mejor si Alice estaba incluida en el plan. Eso y que no había una persona a la que le gustara más adular que a su novia. A ella también le gustaba regalarle el oído, o directamente provocarle, porque lo que dijo después le hizo contener el aliento y pegarse aún más a ella. - Hm, ¿para mí? - Preguntó con deseo. Ahora sí que solo existía Alice en aquella discoteca.
Tanta fue su obnubilación que, cuando su novia se pegó a su pecho, girándose, por un momento casi se le olvida ya no que existía más gente, sino que estaban en un sitio público. Se notaba la mente muy embotada por el deseo (porque el factor alcohol no lo estaba contando, solo el otro), y tuvo que morderse el labio para contenerse mientras ella bailaba, se contoneaba y le susurraba esas cosas con ese tono que le encendía. En esa postura veía su cuerpo mucho mejor, que lo de ser alto tenía sus ventajas, y podía recorrerlo con sus manos como si fuera la escultura más hermosa del mundo. Mientras ella hablaba, cerró los ojos, olió su perfume al acercar el rostro a su cuello, y no dejó de moverse al ritmo que ella le marcaba, como si le hubiera hipnotizado. Ladeó la sonrisa. - Puede que tú me lleves poniendo nervioso desde el primer día... Y lo sabes... Y lo haces porque lo sabes... - Rozó apenas la piel de su cuello con sus labios y dejó escapar una risa muda. - Soy un mago sabio. - Se acercó a su oído y susurró. - El más sabio del mundo si tú quieres. - Si estuviera allí cualquiera de sus amigos de otras casas ya estaría diciendo algo así como que eso solo le ponía a los Ravenclaw, pero ellos dos eran Ravenclaw así que no veía la laguna por ninguna parte en su estrategia.
Volvió a cerrar los ojos, notando los dedos por sus rizos y conteniendo un suspiro otra vez, abriéndolos para sonreír con malicia con la nueva pregunta. En el movimiento de sus manos por su cuerpo, bajó una de estas, pasó los dedos por su pierna y, al llegar a la falda, susurró en su oído. - Ya lo he hecho. - Y, para demostrarlo, subió su mano un poco más, levantando ligeramente la tela a su paso, sin dejar de moverse, muy pegado a ella. - ¿En qué me convierte haber hecho esto en un sitio así, sin que nadie, ni tú misma, te hayas dado cuenta? ¿En un mago sabio, o...? - La verdad es que no se le ocurrían muchas más opciones, él solo quería que Alice le dijera que le había gustado y punto. Se pegó aún más a ella, sin dejar de bailar, y volvió a acercarse a su cuello, esta vez disfrutando del tacto de sus piernas, aprovechando que la falda había recuperado su movilidad. - Estas impresionante esta noche... Muy sexy... Demasiado sexy. - Susurró antes de besar su piel, bajando por su cuello y sus hombros. Oh, qué maravillosas vistas tenía desde ahí, qué cerca sentía su cuerpo, pensaba disfrutarlo todo lo que pudiera.
Pero empezó a quedársele corto al poco tiempo, por lo que giró a su novia y se lanzó a sus labios, pegándose a ella. Definitivamente, puede que se le hubiera ido un poco la noción de la realidad, porque estaban rodeadísimos de gente, amigos y desconocidos, en un lugar más que público, atestado. Quería dejar de besarla y decir alguna fracesita ingeniosa de las suyas... Pero así estaba bien. Tenía muchas ganas de besarse con ella, de pegarse a ella, de tocarla, llevaba aguantándose desde que la vio con ese vestido y ahora que tenía la oportunidad no la iba a desaprovechar hablando, ya hablaría luego. Efectivamente, perdió la noción de la realidad, porque en un momento determinado se separó de sus labios y el Marcus prepotente quiso salir a flote, dejando escapar una sonrisa sobrada y diciendo. - Somos la envidia de... - Y miró alrededor, y frunció el ceño, interrumpiendo su discurso. Dejó de bailar automáticamente y, de repente, sintió como si les hubieran abandonado en mitad de un lugar desconocido, como si se hubiera aparecido a su alrededor una realidad que antes no estaba ahí. Miró varias veces a los lados hasta que determinó lo que creía que había ocurrido. - Alice... Creo que los demás se han ido sin nosotros. -
Se le olvidó un poco su propio lapsus cuando Alice le pidió que le enseñara su idioma y su baile. Puede que hablara literalmente, puede que fuera un eufemismo, pero le había sonado a lo más sexy del mundo igualmente. Ahora sí, ahora sí que la veía a ella y solo a ella. Dejó la copa de champán por ahí porque, total, ya estaba vacía, y prefería tener las dos manos disponibles. - Me gusta oír eso. - Respondió con una sonrisa ladina. - Lo cierto es que, desde que te has ido, el baile solo ha ido en decadencia. - Suspiró falsamente. No se lo creía ni él, se lo había pasado bomba, pero Marcus siempre se lo pasaba mejor si Alice estaba incluida en el plan. Eso y que no había una persona a la que le gustara más adular que a su novia. A ella también le gustaba regalarle el oído, o directamente provocarle, porque lo que dijo después le hizo contener el aliento y pegarse aún más a ella. - Hm, ¿para mí? - Preguntó con deseo. Ahora sí que solo existía Alice en aquella discoteca.
Tanta fue su obnubilación que, cuando su novia se pegó a su pecho, girándose, por un momento casi se le olvida ya no que existía más gente, sino que estaban en un sitio público. Se notaba la mente muy embotada por el deseo (porque el factor alcohol no lo estaba contando, solo el otro), y tuvo que morderse el labio para contenerse mientras ella bailaba, se contoneaba y le susurraba esas cosas con ese tono que le encendía. En esa postura veía su cuerpo mucho mejor, que lo de ser alto tenía sus ventajas, y podía recorrerlo con sus manos como si fuera la escultura más hermosa del mundo. Mientras ella hablaba, cerró los ojos, olió su perfume al acercar el rostro a su cuello, y no dejó de moverse al ritmo que ella le marcaba, como si le hubiera hipnotizado. Ladeó la sonrisa. - Puede que tú me lleves poniendo nervioso desde el primer día... Y lo sabes... Y lo haces porque lo sabes... - Rozó apenas la piel de su cuello con sus labios y dejó escapar una risa muda. - Soy un mago sabio. - Se acercó a su oído y susurró. - El más sabio del mundo si tú quieres. - Si estuviera allí cualquiera de sus amigos de otras casas ya estaría diciendo algo así como que eso solo le ponía a los Ravenclaw, pero ellos dos eran Ravenclaw así que no veía la laguna por ninguna parte en su estrategia.
Volvió a cerrar los ojos, notando los dedos por sus rizos y conteniendo un suspiro otra vez, abriéndolos para sonreír con malicia con la nueva pregunta. En el movimiento de sus manos por su cuerpo, bajó una de estas, pasó los dedos por su pierna y, al llegar a la falda, susurró en su oído. - Ya lo he hecho. - Y, para demostrarlo, subió su mano un poco más, levantando ligeramente la tela a su paso, sin dejar de moverse, muy pegado a ella. - ¿En qué me convierte haber hecho esto en un sitio así, sin que nadie, ni tú misma, te hayas dado cuenta? ¿En un mago sabio, o...? - La verdad es que no se le ocurrían muchas más opciones, él solo quería que Alice le dijera que le había gustado y punto. Se pegó aún más a ella, sin dejar de bailar, y volvió a acercarse a su cuello, esta vez disfrutando del tacto de sus piernas, aprovechando que la falda había recuperado su movilidad. - Estas impresionante esta noche... Muy sexy... Demasiado sexy. - Susurró antes de besar su piel, bajando por su cuello y sus hombros. Oh, qué maravillosas vistas tenía desde ahí, qué cerca sentía su cuerpo, pensaba disfrutarlo todo lo que pudiera.
Pero empezó a quedársele corto al poco tiempo, por lo que giró a su novia y se lanzó a sus labios, pegándose a ella. Definitivamente, puede que se le hubiera ido un poco la noción de la realidad, porque estaban rodeadísimos de gente, amigos y desconocidos, en un lugar más que público, atestado. Quería dejar de besarla y decir alguna fracesita ingeniosa de las suyas... Pero así estaba bien. Tenía muchas ganas de besarse con ella, de pegarse a ella, de tocarla, llevaba aguantándose desde que la vio con ese vestido y ahora que tenía la oportunidad no la iba a desaprovechar hablando, ya hablaría luego. Efectivamente, perdió la noción de la realidad, porque en un momento determinado se separó de sus labios y el Marcus prepotente quiso salir a flote, dejando escapar una sonrisa sobrada y diciendo. - Somos la envidia de... - Y miró alrededor, y frunció el ceño, interrumpiendo su discurso. Dejó de bailar automáticamente y, de repente, sintió como si les hubieran abandonado en mitad de un lugar desconocido, como si se hubiera aparecido a su alrededor una realidad que antes no estaba ahí. Miró varias veces a los lados hasta que determinó lo que creía que había ocurrido. - Alice... Creo que los demás se han ido sin nosotros. -
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La eternidad es nuestra CON Marcus| EN Casa O'Donnell | 3 de junio de 2002 |
— Para ti. — Susurró con un suspiro al notar las caricias de Marcus. De hecho, el roce de sus labios, al hablar, con su cuello. — Y tanto que lo eres. Y cómo sabes ponerme nerviosa tú a mí también. — Siguió con la broma, pero con la cabeza llena de bruma del alcohol y perdida en el roce de su novio. — Pero no negaré que me encanta ponerte al límite. — Y volvió a cortársele la respiración al notar las manos de Marcus subiendo su falda. Le debían haber cambiado al novio sin darse cuenta porque su novio no haría eso delante de la gente ni de casualidad. Pero no pensaba quejarse, de hecho, se rio un poco, simplemente disfrutando y diciendo. — Te convierte en un mago sabio y tremendamente atractivo al que me gustaría hacerle muchas cosas… — De hecho en aquella postura, y mientras sentía sus besos por su piel, se sonrió recordando. — ¿Te acuerdas de cuando estábamos así en el baño de prefectos…? — Sabiendo que activaría esos mismos recuerdos en su novio, encendiéndole del todo.
Pero si algo le había pegado a Marcus (y más a ese Marcus atrevido y calenturiento que el alcohol había sacado a flote) era que siempre quería más. Le besó como si le diera el aire que necesitaba para respirar, como si llevara años sin hacerlo, porque las sensaciones de su cuerpo y su mente ahora mismo eran muy distintas a cuando estaba sobria, y todo se amplificaba y se vivía de una manera diferente, y ella solo podía pensar en perderse en los besos y los brazos de su novio, notando cómo buscaba pegarse más a él, sentir sus cuerpos más cerca, rozándose. Notó que se separaba, y ya estaba ella pasando un poco de lo que dijera y levantando la cara para seguir besándole cuando… Se dio cuenta de lo que le decía. Miró a su alrededor y contuvo una risa. — Qué fuerte. Nos han abandonado. — Se rio un poco y miró a los que quedaban por allí. — Bueno parece que no solo es que cuando estamos así solo nos veamos el uno al otro, es que todo el mundo pasa. — Tiró de la mano de su novio con un suspirito. — Vamos a buscarlos, anda, todo sea que se pierdan todos menos nosotros. — Terminó con un piquito a su novio. — La noche es muy larga, mi amor… Ya encontraré la manera de escaparme contigo. —
Salieron del bar francés, y tardó un poco en localizarlos, pero después de tres bares, todos iban un poco perjudicados, igual que ellos, así que les fichó a tiempo para verles entrar en uno que irradiaba luz y color. Nada más llegar, aferrando fuertemente la mano de Marcus, empezó a fijarse en todo como si estuviera alucinando un poco. — ¡Wow! Qué animación, ¿qué es esto? — ¡La feria, querida! Es España, vaya ojo tiene el amigo Cedric. — Eh, que se lo he sugerido yo, que me voy con Donna dentro de nada. — Se quejó Andrew. — ¡OLE MI CAPITÁN! — Dijo Donna, apareciendo del brazo de Cedric, ambos con sendas flores en la cabeza y con una jarra de un líquido que parecía vino blanco y un montón de vasitos. — ¿Eso qué es? — Ni idea del nombre que ha dicho el de la barra, pero he probado un traguito y esto es néctar de dioses. — Alice cogió un vasito y se lo acercó a la nariz. — Oh, oler huele bien. — Se lo bebió de un trago y se relamió. — Wow, pruébalo. — Dijo cogiendo otro para Marcus y dándoselo, cuando se dio cuenta de que todos estaban mirando. — ¿Qué? — Venga ya, os hemos tenido que dejar en el francés porque cualquiera os decía algo, y no digo nada de acercarse, porque con los tentáculos que tenía mi amigo por ahí, miedo tenía de que me arrancara la mano. — Dijo Sean picajoso. Ethan entornó los ojos después de beberse de un trago el vasito. — Yo había propuesto quedarnos a ver el espectáculo, pero chica, no han querido. Y la única que suele apoyar estas cosas es la Oly y aquí no está, otra que se ha perdido, pero más discretamente. Oye, echa un poco más de eso, Donnita linda, me ha gustado. — Dijo poniéndole el vaso. — Venga, anda, explica el reto de este. — Dijo Darren con una risilla maliciosa. — ¡Os lo explico yo! — Saltó Cedric. — Este está prefecto desmelenado también. — Dijo Lex señalándole. Ay, qué bien, todo contentos y haciendo comunidad, Oly estaría encantada con las auras si no estuviera por ahí, liándose con Kyla probablemente. — ¿Veis eso? — Dijo el chico, señalando un recinto cercado. — Ahí hay un espectro de un toro y tenéis que hechizarlo como mejor creáis para reducirlo. Pero cuidado, que es duro, un Desmaius flojito no va a valer. Os va a perseguir por ahí, tenéis que evitarle, sea corriendo o con magia, pero si os atraviesa no os pasará nada, solo os dejará una enorme mancha roja en el lugar por donde ha pasado. — Alice se sentó sobre una de las mesitas de colores y cogió otro vasito, moviendo el pie y la mano al ritmo de la música. — Yo en este me quedo aquí, muchas gracias. — Dijo significativamente. — Y tú también vas a pasar de burradas, ¿verdad, mi amor? — Dijo mirándole con ojitos de cordero degollado.
Pero si algo le había pegado a Marcus (y más a ese Marcus atrevido y calenturiento que el alcohol había sacado a flote) era que siempre quería más. Le besó como si le diera el aire que necesitaba para respirar, como si llevara años sin hacerlo, porque las sensaciones de su cuerpo y su mente ahora mismo eran muy distintas a cuando estaba sobria, y todo se amplificaba y se vivía de una manera diferente, y ella solo podía pensar en perderse en los besos y los brazos de su novio, notando cómo buscaba pegarse más a él, sentir sus cuerpos más cerca, rozándose. Notó que se separaba, y ya estaba ella pasando un poco de lo que dijera y levantando la cara para seguir besándole cuando… Se dio cuenta de lo que le decía. Miró a su alrededor y contuvo una risa. — Qué fuerte. Nos han abandonado. — Se rio un poco y miró a los que quedaban por allí. — Bueno parece que no solo es que cuando estamos así solo nos veamos el uno al otro, es que todo el mundo pasa. — Tiró de la mano de su novio con un suspirito. — Vamos a buscarlos, anda, todo sea que se pierdan todos menos nosotros. — Terminó con un piquito a su novio. — La noche es muy larga, mi amor… Ya encontraré la manera de escaparme contigo. —
Salieron del bar francés, y tardó un poco en localizarlos, pero después de tres bares, todos iban un poco perjudicados, igual que ellos, así que les fichó a tiempo para verles entrar en uno que irradiaba luz y color. Nada más llegar, aferrando fuertemente la mano de Marcus, empezó a fijarse en todo como si estuviera alucinando un poco. — ¡Wow! Qué animación, ¿qué es esto? — ¡La feria, querida! Es España, vaya ojo tiene el amigo Cedric. — Eh, que se lo he sugerido yo, que me voy con Donna dentro de nada. — Se quejó Andrew. — ¡OLE MI CAPITÁN! — Dijo Donna, apareciendo del brazo de Cedric, ambos con sendas flores en la cabeza y con una jarra de un líquido que parecía vino blanco y un montón de vasitos. — ¿Eso qué es? — Ni idea del nombre que ha dicho el de la barra, pero he probado un traguito y esto es néctar de dioses. — Alice cogió un vasito y se lo acercó a la nariz. — Oh, oler huele bien. — Se lo bebió de un trago y se relamió. — Wow, pruébalo. — Dijo cogiendo otro para Marcus y dándoselo, cuando se dio cuenta de que todos estaban mirando. — ¿Qué? — Venga ya, os hemos tenido que dejar en el francés porque cualquiera os decía algo, y no digo nada de acercarse, porque con los tentáculos que tenía mi amigo por ahí, miedo tenía de que me arrancara la mano. — Dijo Sean picajoso. Ethan entornó los ojos después de beberse de un trago el vasito. — Yo había propuesto quedarnos a ver el espectáculo, pero chica, no han querido. Y la única que suele apoyar estas cosas es la Oly y aquí no está, otra que se ha perdido, pero más discretamente. Oye, echa un poco más de eso, Donnita linda, me ha gustado. — Dijo poniéndole el vaso. — Venga, anda, explica el reto de este. — Dijo Darren con una risilla maliciosa. — ¡Os lo explico yo! — Saltó Cedric. — Este está prefecto desmelenado también. — Dijo Lex señalándole. Ay, qué bien, todo contentos y haciendo comunidad, Oly estaría encantada con las auras si no estuviera por ahí, liándose con Kyla probablemente. — ¿Veis eso? — Dijo el chico, señalando un recinto cercado. — Ahí hay un espectro de un toro y tenéis que hechizarlo como mejor creáis para reducirlo. Pero cuidado, que es duro, un Desmaius flojito no va a valer. Os va a perseguir por ahí, tenéis que evitarle, sea corriendo o con magia, pero si os atraviesa no os pasará nada, solo os dejará una enorme mancha roja en el lugar por donde ha pasado. — Alice se sentó sobre una de las mesitas de colores y cogió otro vasito, moviendo el pie y la mano al ritmo de la música. — Yo en este me quedo aquí, muchas gracias. — Dijo significativamente. — Y tú también vas a pasar de burradas, ¿verdad, mi amor? — Dijo mirándole con ojitos de cordero degollado.
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La eternidad es nuestra Con Alice| En Fiesta desmadrada | 3 de junio de 2002 |
Con lo bien que estaban, se había metido en una pompa maravillosa en la que solo estaban su novia y él bailando, besándose y acariciándose, y la poca capacidad de pensar que tenía la empleaba en fantasear con esas ideítas que su novia le lanzaba. Pero claro, cuando se vio solo, de repente sintió que había perdido la conexión con el grupo, y encima ese espectro que iba y venía seguía bailando por allí y riéndose con esa risa hueca y escalofriante, y él solo podía mirarla de reojo mientras trataba de pensar dónde podían haber ido los demás. Para una vez que salía de fiesta no quería perderse. Y vale, sí, estaba a solas con Alice, que era lo que deseaba. Pero prefería estarlo bajo sus condiciones, no en una discoteca perdido de su grupo. Se la iban a pagar.
Recibió el piquito y puso una sonrisita, regalándole otra mirada de las que ya le había echado varias esa noche, siguiendo a su novia hasta el final del bar francés y en busca de los demás. Les encontraron tras mirar en varios, y justo al entrar en el que precisamente estaban abrió los ojos como platos. Podía jurar que no había visto tantos colorines diferentes en su vida, y la música era muy alegre, pero no alegre al estilo irlandés, sino... Un alegre que no sabía describir. Seguía alucinando cuando Ethan les sacó de dudas: estaban en el bar de España. Al final iba a ser cierto el estereotipo de que eran todo alegría, ¿estaría el país tan lleno de colorines como esa sala? Bueno, como bien decía Andrew, Donna y él iban a viajar ese verano, así que ya les preguntaría. Se le escapó una risa un poco tonta y le dijo a Alice. - Me gusta este sitio. - Estaba un poco embobado por los colores y la música, claramente, porque el elegante y sobrio Marcus no habría encontrado tan atractivo aquel lugar de normal. - Podemos añadirlo a la lista de viajes. - Ya se le había olvidado el mosqueo porque les hubieran dejado tirados. Ahora lo que tenía era mucha curiosidad por saber cuál iba a ser la bebida típica de allí... Curiosidad solo, claro, como buen Ravenclaw, que él siempre quería aprender. Ah, y el reto. Sí, por eso también tenía curiosidad. Ya le iba tocando ganar algo.
- Eh ¿de dónde has sacado eso? - Preguntó, señalando la flor que Donna llevaba en el pelo. La chica posó con una sonrisita y dijo. - Me la han dado porque tengo "mucho arte". Eso ha dicho el de la barra. - No sabemos lo que significa porque lo ha dicho en español, pero intuimos que es bueno. - Aclaró Cedric. Marcus hizo un gesto con la mano. - Pues si alguien tiene que llevar una flor consigo es mi Alice, mi reina de las plantas. - Esta cada vez tiene más títulos. - Se burló Hillary entre risas. Él seguía tratando de ver dónde regalaban las flores cuando Alice le puso un vasito diminuto delante de las narices. Olía dulcecito, y a Marcus le encantaba el dulce, así que seguro que le gustaba... Vaya, también llevaba alcohol. Bueno, qué se le iba a hacer, al parecer en esos sitios todo lo que vendían tenía alcohol, ¿pero qué iba a hacer? ¿No disfrutar de su cumpleaños? No, no, no, él había prometido ir a por todas, y a por todas iba. - Oh, sí que está bueno. - Se lo terminó de un trago. - Joder con el prefecto O'Donnell, es una esponja. - Comentó Andrew, riendo y con un toque asombrado. Lex, que como siempre aparecía por allí como un fantasma, chasqueó la lengua y dijo monocorde. - Lo que le pasa es que es un tragón. Creo que toda la familia temía el día que le diera por beber porque iba a tener el mismo límite que con todo lo que come y bebe: ninguno. - Os veo hablando mucho y consiguiéndome pocas flores. - Se quejó. Y sabía que tenía más motivo de quejas... Pero ahora no caía. Es que en ese sitio tan colorido no se podía estar de mal humor.
El que sí parecía de mal humor era Sean, aunque pilló solo el final de su perorata, justo cuando le pareció que se refería a él. Cuando habló Ethan, captó a lo que se referían. - ¡Ah, eso, de eso quería quejarme! - Dijo señalándole, como si alguien (aparte de Lex) pudiera saber en lo que él andaba pensando. - ¡Os habéis ido sin nosotros! - Sí, se te veía muy triste. - Respondió Donna con tonito, levantando varias risas. Marcus se puso muy digno. - Pues que sepáis que no estábamos haciendo nada indecoroso ni que... - Ay, por Dios. ¿Pero para qué le tiráis de la lengua? - Dijo Lex, pero Marcus siguió. - Lo que veíais en esa pista no era más que la expresión del más puro amor, entre dos cuerpos que se desean... - ¡Joder, tío! ¡Sin detalles! - Irrumpió Sean. Nada detenía a Marcus ya. - Y dos almas complementarias que se buscan y se aman. Alquimia de vida, algo digno de ser vivido. - Que ahora resulta que al O'Donnell borracho le gusta que le miren. Es que me caigo muerta, vamos. - Pronunció Ethan, y Darren estaba a carcajada limpia y estruendosa, mientras los otros se debatían entre si reírse, quejarse o burlarse de él. Marcus estaba más que seguro de su discurso y de ahí no se pensaba bajar.
Ethan empezó a explicar el reto y Marcus miró al supuesto torro con los ojos entrecerrados, pensativo. Vale, iba a ganar ese reto. ¿Por qué ese en concreto? Porque... Sí. Llevaban ya tres bares y no podía ser que no hubiera ganado todavía y ese le había gustado. Lo del toro... Parecía peligroso. Pero solo era un espectro, no le iba a hacer nada. Si había podido bailar con una, podía sortear a esa cosa. Notó que Alice le hablaba, pero él seguía mirando el ruedo. - ¿Hm? - Preguntó, distraído, y Lex hizo un ruido de garganta y, con una risa de fondo, se giró a Darren. - Alguien ha entrado en modo obcecado. - Darren rio con él y su hermano se cruzó de brazos y le espetó. - Eh, genio, tu novia intenta... - ¿Dices que vale cualquier cosa mientras no te atraviese? - Preguntó, sin salir de su concentración ni dejar de mirar al espectro. Ethan arqueó las cejas y apoyó un brazo en su hombro, susurrándole meloso. - Cualquier cosa, mi excelso prefecto. ¿Es que vas a intentarlo... torero? - Le dejó caer, levantando varias risillas. Marcus no estaba prestando atención a Ethan. Iba a parar a ese toro. Empezaba a verlo nítido en su mente.
- ¡¡YO VOY PRIMERO!! - Ay, Peter, ¿pero tienes plan? - Preguntó Poppy, pero el otro ya estaba saltando al ruedo. - ¡¡Pero que había una puerta!! - Señaló Sean con ambas manos, pero nada, Peter a lo suyo. Lo que intentó con el toro fue un espectáculo digno de ver. Marcus estaría retorcido de la risa, como estaban los demás, si no fuera porque estaba fuertemente obcecado en trazar un plan sin fisuras. - ¡¡TORO!! ¡TORO! ¡PETRIFICUS TOTALUS! - No sirvió de nada. El toro le impactó y Peter rodó por ahí, pero se volvió a levantar. - ¡PÁRATE! ¡EXPELLIARMUS! - ¿Pero de qué vas a desarmar al toro, ricura? - Le bramó Ethan, casi sin poder hablar, porque estaban todos llorando de la risa, Donna estaba prácticamente en el suelo. - ¡ESPERA ESPERA, QUE LO TENGO! ¡OLE EL TORO! ¡ARTE DE TORO! - ¿¿Pero qué haces, Bradley?? - ¡YO QUE SÉ, HABRÁ QUE HABLARLE EN ESPAÑOL O ALGO! - Pues no, porque el toro le volvió a revolcar. - ¡LEX! ¡PRÉSTAME LA ESCOBA! - ¿De dónde me saco yo la escoba, tío? - Ni pudo responder, porque Peter se llevó el cuarto revolcón del toro. - ¡Ay, Peter, por Dios, salte ya! - Le bramó Poppy, que medio se reía medio estaba con preocupación real. Lo intentó una vez más, pero ya se ve que cinco embestidas fue todo lo que consideró oportuno soportar antes de rendirse y se salió del ruedo.
- Yo paso, yo ya tengo una victoria. - Dijo Cedric entre risas, sin poder ni beber del vaso de vino porque no paraba de reír, como todos los demás. Marcus seguía muy callado y concentrado. Darren fue el siguiente en hablar. - Yo me da que de este vamos a pasar todos. - Voy yo. - Cortó Marcus. Todos se giraron a él, callados durante un segundo, pero enseguida empezaron las risillas. - Tío, ¿tú? ¿Tú te vas a enfrentar a un toro? - Preguntó Sean, que pretendía sonar bromista pero tenía un velo de preocupación de verdad. De hecho, se le fue la sonrisilla de la cara y preguntó más serio. - Es coña ¿no? - Se puso de pie, levantándose del taburete alto en el que estaba apoyado. - Mi reina va a ver como soy capaz de honrarla. - Dijo mirando a Alice, tras lo cual añadió. - Guardadme esto. - Dejando el vaso en la mesa con un golpe seco. Agarró dicho taburete y se lo llevó arrastrando hasta el ruedo. Oía de fondo a sus amigos preguntándose qué clase de conexión se le había torcido en la cabeza, pero él tenía un plan, e iba de cabeza a él.
Entró en el ruedo y colocó fuertemente el taburete delante de la entrada. - ¡EH! - Bramó, y el toro se volvió. - Ya vengo de bailar con otra como tú. Venga, persígueme. - Lo provocó. El Marcus sobrio (porque claramente ahora no lo estaba) se habría llevado las manos a la cabeza con eso. Pero el Marcus actual no solo estaba embotado por el alcohol: estaba deseando demostrar lo que era capaz de hacer. Y un Marcus venido arriba nunca sabías por dónde te podía salir. El espectro echó aire por la nariz, frunció el ceño y, tras enfocarle levantando arena del suelo, arremetió contra él. Pero Marcus ya había empezado su estrategia. Varita en mano, había apuntado al suelo y había empezado a correr, empezando por el taburete, por el perímetro del ruedo, haciendo un cerco en el suelo con la misma. Cuando vio que el toro estaba peligrosamente cerca, le apuntó con la varita y gritó con todas sus fuerzas. - ¡PROTEGO! - El toro impactó violentamente contra su escudo, cayendo hacia atrás, y Marcus retomó su tarea de continuar el surco en el suelo. Iba por la mitad del ruedo cuando el espectro se había recuperado, se había vuelto a poner de pie e iba, aún más furioso, a por él. - ¡PROTEGO! - Misma estrategia y mismo resultado: el toro salió despedido, gruñendo, hasta el centro del ruedo, y él volvió a dibujar en el suelo. Lo mismo ocurrió, una vez más, cuando estaba a punto de llegar al lugar de inicio, donde le esperaba el taburete. - ¡PROTEGO! - Y, de nuevo, su escudo le defendió del ataque.
Llegó hasta el taburete. Ahora quedaba la parte más complicada. Jadeando por la carrera y el esfuerzo, desde su posición, se concentró todo lo que pudo para dibujar las líneas internas del círculo, mientras el espectro, aún en el suelo, se recuperaba del último golpe y trataba de localizar donde estaba ahora su objetivo. Estaba terminando el dibujo cuando el toro, embravecido, corrió hacia él una vez más. Apenas le faltaba una línea, y la dibujó a lo justo. Nada más terminarla, en apenas un segundo y con el toro a punto de llegar hasta él, agarró el taburete y lo lanzó al centro del círculo, cerrando las manos acto seguido. Tan pronto el mueble de madera impactó contra el suelo, un fulgor hizo brillar todo el círculo justo a tiempo, cuando el toro ya se acercaba al límite, y el taburete desapareció, apareciendo en su lugar una enorme jaula de madera que cercaba todo el espacio que él había dibujado en el suelo, y que hizo al toro estamparse una vez más, pero esta vez contra los barrotes. Toro enjaulado y él fuera de peligro. - MENUDA. PUTA. PASADA. - PERO QUÉ COJONES. - Oyó gritar a dos de sus amigos. Dio un último jadeo satisfecho y se giró hacia el público, victorioso, haciendo una pronunciada reverencia. - EMPERADOR DE MI VIDA, VAMOS. - Gritó Ethan. Marcus se irguió de nuevo y, mientras se dirigía hacia donde estaban los demás, el otro dijo. - Señor alquimista, puede usted decidir nuestro próximo destino. - Marcus miró a Alice, arqueó las cejas y, chasqueando los dedos, levantó los brazos e hizo un bailecito para decir. - Nos vamos al Cariiiibeeee. -
Recibió el piquito y puso una sonrisita, regalándole otra mirada de las que ya le había echado varias esa noche, siguiendo a su novia hasta el final del bar francés y en busca de los demás. Les encontraron tras mirar en varios, y justo al entrar en el que precisamente estaban abrió los ojos como platos. Podía jurar que no había visto tantos colorines diferentes en su vida, y la música era muy alegre, pero no alegre al estilo irlandés, sino... Un alegre que no sabía describir. Seguía alucinando cuando Ethan les sacó de dudas: estaban en el bar de España. Al final iba a ser cierto el estereotipo de que eran todo alegría, ¿estaría el país tan lleno de colorines como esa sala? Bueno, como bien decía Andrew, Donna y él iban a viajar ese verano, así que ya les preguntaría. Se le escapó una risa un poco tonta y le dijo a Alice. - Me gusta este sitio. - Estaba un poco embobado por los colores y la música, claramente, porque el elegante y sobrio Marcus no habría encontrado tan atractivo aquel lugar de normal. - Podemos añadirlo a la lista de viajes. - Ya se le había olvidado el mosqueo porque les hubieran dejado tirados. Ahora lo que tenía era mucha curiosidad por saber cuál iba a ser la bebida típica de allí... Curiosidad solo, claro, como buen Ravenclaw, que él siempre quería aprender. Ah, y el reto. Sí, por eso también tenía curiosidad. Ya le iba tocando ganar algo.
- Eh ¿de dónde has sacado eso? - Preguntó, señalando la flor que Donna llevaba en el pelo. La chica posó con una sonrisita y dijo. - Me la han dado porque tengo "mucho arte". Eso ha dicho el de la barra. - No sabemos lo que significa porque lo ha dicho en español, pero intuimos que es bueno. - Aclaró Cedric. Marcus hizo un gesto con la mano. - Pues si alguien tiene que llevar una flor consigo es mi Alice, mi reina de las plantas. - Esta cada vez tiene más títulos. - Se burló Hillary entre risas. Él seguía tratando de ver dónde regalaban las flores cuando Alice le puso un vasito diminuto delante de las narices. Olía dulcecito, y a Marcus le encantaba el dulce, así que seguro que le gustaba... Vaya, también llevaba alcohol. Bueno, qué se le iba a hacer, al parecer en esos sitios todo lo que vendían tenía alcohol, ¿pero qué iba a hacer? ¿No disfrutar de su cumpleaños? No, no, no, él había prometido ir a por todas, y a por todas iba. - Oh, sí que está bueno. - Se lo terminó de un trago. - Joder con el prefecto O'Donnell, es una esponja. - Comentó Andrew, riendo y con un toque asombrado. Lex, que como siempre aparecía por allí como un fantasma, chasqueó la lengua y dijo monocorde. - Lo que le pasa es que es un tragón. Creo que toda la familia temía el día que le diera por beber porque iba a tener el mismo límite que con todo lo que come y bebe: ninguno. - Os veo hablando mucho y consiguiéndome pocas flores. - Se quejó. Y sabía que tenía más motivo de quejas... Pero ahora no caía. Es que en ese sitio tan colorido no se podía estar de mal humor.
El que sí parecía de mal humor era Sean, aunque pilló solo el final de su perorata, justo cuando le pareció que se refería a él. Cuando habló Ethan, captó a lo que se referían. - ¡Ah, eso, de eso quería quejarme! - Dijo señalándole, como si alguien (aparte de Lex) pudiera saber en lo que él andaba pensando. - ¡Os habéis ido sin nosotros! - Sí, se te veía muy triste. - Respondió Donna con tonito, levantando varias risas. Marcus se puso muy digno. - Pues que sepáis que no estábamos haciendo nada indecoroso ni que... - Ay, por Dios. ¿Pero para qué le tiráis de la lengua? - Dijo Lex, pero Marcus siguió. - Lo que veíais en esa pista no era más que la expresión del más puro amor, entre dos cuerpos que se desean... - ¡Joder, tío! ¡Sin detalles! - Irrumpió Sean. Nada detenía a Marcus ya. - Y dos almas complementarias que se buscan y se aman. Alquimia de vida, algo digno de ser vivido. - Que ahora resulta que al O'Donnell borracho le gusta que le miren. Es que me caigo muerta, vamos. - Pronunció Ethan, y Darren estaba a carcajada limpia y estruendosa, mientras los otros se debatían entre si reírse, quejarse o burlarse de él. Marcus estaba más que seguro de su discurso y de ahí no se pensaba bajar.
Ethan empezó a explicar el reto y Marcus miró al supuesto torro con los ojos entrecerrados, pensativo. Vale, iba a ganar ese reto. ¿Por qué ese en concreto? Porque... Sí. Llevaban ya tres bares y no podía ser que no hubiera ganado todavía y ese le había gustado. Lo del toro... Parecía peligroso. Pero solo era un espectro, no le iba a hacer nada. Si había podido bailar con una, podía sortear a esa cosa. Notó que Alice le hablaba, pero él seguía mirando el ruedo. - ¿Hm? - Preguntó, distraído, y Lex hizo un ruido de garganta y, con una risa de fondo, se giró a Darren. - Alguien ha entrado en modo obcecado. - Darren rio con él y su hermano se cruzó de brazos y le espetó. - Eh, genio, tu novia intenta... - ¿Dices que vale cualquier cosa mientras no te atraviese? - Preguntó, sin salir de su concentración ni dejar de mirar al espectro. Ethan arqueó las cejas y apoyó un brazo en su hombro, susurrándole meloso. - Cualquier cosa, mi excelso prefecto. ¿Es que vas a intentarlo... torero? - Le dejó caer, levantando varias risillas. Marcus no estaba prestando atención a Ethan. Iba a parar a ese toro. Empezaba a verlo nítido en su mente.
- ¡¡YO VOY PRIMERO!! - Ay, Peter, ¿pero tienes plan? - Preguntó Poppy, pero el otro ya estaba saltando al ruedo. - ¡¡Pero que había una puerta!! - Señaló Sean con ambas manos, pero nada, Peter a lo suyo. Lo que intentó con el toro fue un espectáculo digno de ver. Marcus estaría retorcido de la risa, como estaban los demás, si no fuera porque estaba fuertemente obcecado en trazar un plan sin fisuras. - ¡¡TORO!! ¡TORO! ¡PETRIFICUS TOTALUS! - No sirvió de nada. El toro le impactó y Peter rodó por ahí, pero se volvió a levantar. - ¡PÁRATE! ¡EXPELLIARMUS! - ¿Pero de qué vas a desarmar al toro, ricura? - Le bramó Ethan, casi sin poder hablar, porque estaban todos llorando de la risa, Donna estaba prácticamente en el suelo. - ¡ESPERA ESPERA, QUE LO TENGO! ¡OLE EL TORO! ¡ARTE DE TORO! - ¿¿Pero qué haces, Bradley?? - ¡YO QUE SÉ, HABRÁ QUE HABLARLE EN ESPAÑOL O ALGO! - Pues no, porque el toro le volvió a revolcar. - ¡LEX! ¡PRÉSTAME LA ESCOBA! - ¿De dónde me saco yo la escoba, tío? - Ni pudo responder, porque Peter se llevó el cuarto revolcón del toro. - ¡Ay, Peter, por Dios, salte ya! - Le bramó Poppy, que medio se reía medio estaba con preocupación real. Lo intentó una vez más, pero ya se ve que cinco embestidas fue todo lo que consideró oportuno soportar antes de rendirse y se salió del ruedo.
- Yo paso, yo ya tengo una victoria. - Dijo Cedric entre risas, sin poder ni beber del vaso de vino porque no paraba de reír, como todos los demás. Marcus seguía muy callado y concentrado. Darren fue el siguiente en hablar. - Yo me da que de este vamos a pasar todos. - Voy yo. - Cortó Marcus. Todos se giraron a él, callados durante un segundo, pero enseguida empezaron las risillas. - Tío, ¿tú? ¿Tú te vas a enfrentar a un toro? - Preguntó Sean, que pretendía sonar bromista pero tenía un velo de preocupación de verdad. De hecho, se le fue la sonrisilla de la cara y preguntó más serio. - Es coña ¿no? - Se puso de pie, levantándose del taburete alto en el que estaba apoyado. - Mi reina va a ver como soy capaz de honrarla. - Dijo mirando a Alice, tras lo cual añadió. - Guardadme esto. - Dejando el vaso en la mesa con un golpe seco. Agarró dicho taburete y se lo llevó arrastrando hasta el ruedo. Oía de fondo a sus amigos preguntándose qué clase de conexión se le había torcido en la cabeza, pero él tenía un plan, e iba de cabeza a él.
Entró en el ruedo y colocó fuertemente el taburete delante de la entrada. - ¡EH! - Bramó, y el toro se volvió. - Ya vengo de bailar con otra como tú. Venga, persígueme. - Lo provocó. El Marcus sobrio (porque claramente ahora no lo estaba) se habría llevado las manos a la cabeza con eso. Pero el Marcus actual no solo estaba embotado por el alcohol: estaba deseando demostrar lo que era capaz de hacer. Y un Marcus venido arriba nunca sabías por dónde te podía salir. El espectro echó aire por la nariz, frunció el ceño y, tras enfocarle levantando arena del suelo, arremetió contra él. Pero Marcus ya había empezado su estrategia. Varita en mano, había apuntado al suelo y había empezado a correr, empezando por el taburete, por el perímetro del ruedo, haciendo un cerco en el suelo con la misma. Cuando vio que el toro estaba peligrosamente cerca, le apuntó con la varita y gritó con todas sus fuerzas. - ¡PROTEGO! - El toro impactó violentamente contra su escudo, cayendo hacia atrás, y Marcus retomó su tarea de continuar el surco en el suelo. Iba por la mitad del ruedo cuando el espectro se había recuperado, se había vuelto a poner de pie e iba, aún más furioso, a por él. - ¡PROTEGO! - Misma estrategia y mismo resultado: el toro salió despedido, gruñendo, hasta el centro del ruedo, y él volvió a dibujar en el suelo. Lo mismo ocurrió, una vez más, cuando estaba a punto de llegar al lugar de inicio, donde le esperaba el taburete. - ¡PROTEGO! - Y, de nuevo, su escudo le defendió del ataque.
Llegó hasta el taburete. Ahora quedaba la parte más complicada. Jadeando por la carrera y el esfuerzo, desde su posición, se concentró todo lo que pudo para dibujar las líneas internas del círculo, mientras el espectro, aún en el suelo, se recuperaba del último golpe y trataba de localizar donde estaba ahora su objetivo. Estaba terminando el dibujo cuando el toro, embravecido, corrió hacia él una vez más. Apenas le faltaba una línea, y la dibujó a lo justo. Nada más terminarla, en apenas un segundo y con el toro a punto de llegar hasta él, agarró el taburete y lo lanzó al centro del círculo, cerrando las manos acto seguido. Tan pronto el mueble de madera impactó contra el suelo, un fulgor hizo brillar todo el círculo justo a tiempo, cuando el toro ya se acercaba al límite, y el taburete desapareció, apareciendo en su lugar una enorme jaula de madera que cercaba todo el espacio que él había dibujado en el suelo, y que hizo al toro estamparse una vez más, pero esta vez contra los barrotes. Toro enjaulado y él fuera de peligro. - MENUDA. PUTA. PASADA. - PERO QUÉ COJONES. - Oyó gritar a dos de sus amigos. Dio un último jadeo satisfecho y se giró hacia el público, victorioso, haciendo una pronunciada reverencia. - EMPERADOR DE MI VIDA, VAMOS. - Gritó Ethan. Marcus se irguió de nuevo y, mientras se dirigía hacia donde estaban los demás, el otro dijo. - Señor alquimista, puede usted decidir nuestro próximo destino. - Marcus miró a Alice, arqueó las cejas y, chasqueando los dedos, levantó los brazos e hizo un bailecito para decir. - Nos vamos al Cariiiibeeee. -
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Ivanka
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La eternidad es nuestra CON Marcus| EN Casa O'Donnell | 3 de junio de 2002 |
Asintió, loca de contenta, cuando Marcus dijo que quería ir. — ¡Y yo! ¡Qué alegría, qué luz, qué jolgorio! Mira si tienen hasta imitada la luz de la tarde por un hechizo de techo. — Dijo señalando al fondo del bar, donde una ciudad se dibujaba contra el cielo con un color anaranjado. — Apuntadísimo queda para la lista de viajes. — Y, por supuesto, tuvo que hacer un sonidito adorable cuando Marcus empezó a pedir flores para ella. Le miró sacando el labio inferior. — Aw, no te preocupes, cariño mío, yo siempre llevó una flor conmigo. — Le aseguró con tono tierno.
Se tuvo que reír con lo que dijo Lex de que les daba miedo que bebiera como comía, y se tapó la boca para reír. — Dale tiempo, yo creo que entre eso y los genes irlandeses se irá acostumbrando al alcohol. — Ladeó una sonrisita y le miró. — Además, se pone muy atrevido él cuando ha bebido un poquito… — Y se chocó con el costado de su novio ligeramente. — Típica información que no necesitamos para nada, cuñada. Y lo de un poquito, en fin... — Aseguró Lex, dándole un sorbito pequeño al vino dulce aquel y poniendo cara de asco. — Te va más lo amargo, ¿eh? — Lex paladeó sin relajar el ceño. — Pues mira, sí. — Y acto seguido, señaló a Marcus. — El que parece que está un poco amargado es él. — Alice se giró y centró la atención en el discurso de su novio. Tuvo que contenerse muy mucho de no reírse en su cara cuando lo definió como alquimia de vida y defendió que se estuvieran dando el lote en público con esa serenidad. Se agarró a su brazo y se limitó a decir. — Bien dicho, mi alquimista. — Qué cantidad de títulos, ¿cómo se acuerdan? — Dijo Donna. — A mí lo que me flipa es esa habilidad de salir del paso con dignidad, que creo que O’Donnell ha adquirido de Gal. — Le contestó Andrew, rodeándola con el brazo. Ella como toda respuesta hizo un gesto con la mano y dijo. — Envidias. — Y ahora es ella la que suena como Marcus, esto no tiene fin. — Se quejó su amiga. — Como buen círculo alquímico. — Contestó Alice señalándola y guiñando un ojo.
Obviamente, el primero para ofrecerse a esa locura de reto fue Bradley, nadie esperaba lo contrario. — Pops, mejor que dejes de preguntarle por un plan de ahora en adelante, vas a vivir mejor. — Su amiga negó y suspiró. — Mira mientras no pida la escoba… — Mucho se había adelantado Poppy. Por supuesto, Peter se había lanzado sin un plan, y el toro estaba haciendo lo que quería con él. Había agotado todas las armas de un Gryffindor, a saber: Desmaius y Expelliarmus, y ya había recurrido a hablarle en lo que él consideraba español y, finalmente, a la escoba. Increíble. Al menos estaban todos muertos de risa.
Hasta que oyó a su novio que iba a hacerlo él, que se le cortó la risa de golpe. Se giró y le miró muy seria. ¿Marcus contra un toro? A ver, que no era real pero… — Mi amor… — Pero estaba tan ilusionado que le dio un poco de pena cortarle la ilusión, así que cuando se refirió a ella como su reina, simplemente sonrió y dijo. — Claro que sí, mi vida, yo te doy todo mi apoyo. — Y mientras se alejaba al duelo, Darren hizo una pedorreta. — Menos mal que va más tostado que en toda su vida, si no, habría detectado la mentira en tu voz. — Alice le hizo una pedorreta y centró su atención en la cerca. A ver, era Marcus, tenía un plan, siempre tenía un plan. — ¿Marcus tiene algún plan? — Preguntó Poppy. — Eso espero. — Contestó preocupada. Mierda, tenía que haber sido más segura diciendo “pues claro, mujer, ¿cuando no tiene Marcus un plan?”. Además, era un espectro… No podía hacerle nada… ¿verdad?
La cosa es que, una vez en el cercado aquel, realmente parecía tener un plan. Los protegos de su novio eran buenos, pero necesitaba hacer ALGO contra el toro, porque era una espectro, no se cansaba. Oh, así debía sentirse Marcus cuando ella duelaba. Pero entonces, se dio cuenta de que estaba haciendo algo… Espera, espera. Se puso de pie sobre la mesita para verlos desde más alto, y de repente lo entendió. — ¡DALE, CARIÑO! ¡ES TUYO! — ¿Cómo no lo había visto antes? Marcus siempre usaba la alquimia para todo. Cuando transmutó el taburete ante sus ojos, dio un salto gigante. — ¡SÍ! ¡SÍ! ¡ESE ES MI REY DE RAVENCLAW! — Eso se lo debe decir en la cama también. — La picó Darren. — Calla ya, Darren, que bastante tengo con que no se me caiga. — Dijo Lex, que tenía los brazos abiertos a su al rededor a modo de precaución.
Pero no hubo precaución que valiera cuando su novio llegó. Se lanzó a sus brazos y le dio un fuerte beso. — ¿Cómo puedes ser tan genial? Eres todo inteligencia, vida mía, eres el mejor alquimista que hay. ¡Eres el mejor! — Sean suspiró. — Tenía que haberlo hecho yo. — Te hubiera llamado estúpido loco, te prefiero aquí conmigo. — Le aseguró Hillary con una sonrisa. Bien por las inseguridades de Sean. Luego rio y movió ella tambien sus caderas, en aquella broma que tenían desde los trece años. — Al Cariiiiibe. — Ethan les rodeó a ambos y dijo. — ¡Cómo saben mis golfas! ¡Venga, todos para allá! —
El bar del Caribe molaba muchísimo, y Alice hubiera pretendido quedarse toda la noche ahí, si le hubieran dado a elegir. Olía super rico (a piña, coco, crema de sol, pescadito a la parrilla, lima), había arenita y la barra y los asientos eran de caña, era talmente como estar ante el mar, con la luz del día también simulada, y antorchas alrededor. Tenía hasta los soniditos de la jungla que se simulaba detrás. Volvieron a sentarse todos juntos y, por supuesto, Ethan apareció con la bebida. — Piña colada, pero quien quiera puede pedir combinados, que aquí son divinos. — Ella se lanzó a la piña colada porque estaba buenísima y lo sabía, menudo peligro tenía eso también. — Venga, cuál es el reto, que este no se le resiste a un Hastings. — Dijo Sean, dejando el vaso de golpe en la mesa. Ethan señaló una zona con mesas de caña y cocos volteados. — Esos cocos se iluminan, haciendo las notas de una melodía. Tú la tienes que memorizar y replicarla. Por cada fallo, ya sabes. — Peter se apoyó en el hombro de Poppy. — Yo después de beberme media jarra de eso de España por el revolcón del toro, voy a pasar. — Yo voy contigo, Sean. — Dijo Alice enganchándose de su brazo. — Verás, ahora va a ser reina de los cocoteros, también. — Total, me encanta la piña colada, si pierdo, me da igual. — Y sí, más le valía, porque con la que llevaba encima y el nublado del calentón de antes, debía estar tocando el himno del mismísimo satanás porque no acertaba un coco. Eso sí, estaba muerta risa con su amigo, tanto que ya se caía encima de la mesa. — ¡Alguien que tenga un poquito más de sentido musical que yo y quiera sustituirme, por favor! — Dijo terminándose el chupito de piña colada.
Se tuvo que reír con lo que dijo Lex de que les daba miedo que bebiera como comía, y se tapó la boca para reír. — Dale tiempo, yo creo que entre eso y los genes irlandeses se irá acostumbrando al alcohol. — Ladeó una sonrisita y le miró. — Además, se pone muy atrevido él cuando ha bebido un poquito… — Y se chocó con el costado de su novio ligeramente. — Típica información que no necesitamos para nada, cuñada. Y lo de un poquito, en fin... — Aseguró Lex, dándole un sorbito pequeño al vino dulce aquel y poniendo cara de asco. — Te va más lo amargo, ¿eh? — Lex paladeó sin relajar el ceño. — Pues mira, sí. — Y acto seguido, señaló a Marcus. — El que parece que está un poco amargado es él. — Alice se giró y centró la atención en el discurso de su novio. Tuvo que contenerse muy mucho de no reírse en su cara cuando lo definió como alquimia de vida y defendió que se estuvieran dando el lote en público con esa serenidad. Se agarró a su brazo y se limitó a decir. — Bien dicho, mi alquimista. — Qué cantidad de títulos, ¿cómo se acuerdan? — Dijo Donna. — A mí lo que me flipa es esa habilidad de salir del paso con dignidad, que creo que O’Donnell ha adquirido de Gal. — Le contestó Andrew, rodeándola con el brazo. Ella como toda respuesta hizo un gesto con la mano y dijo. — Envidias. — Y ahora es ella la que suena como Marcus, esto no tiene fin. — Se quejó su amiga. — Como buen círculo alquímico. — Contestó Alice señalándola y guiñando un ojo.
Obviamente, el primero para ofrecerse a esa locura de reto fue Bradley, nadie esperaba lo contrario. — Pops, mejor que dejes de preguntarle por un plan de ahora en adelante, vas a vivir mejor. — Su amiga negó y suspiró. — Mira mientras no pida la escoba… — Mucho se había adelantado Poppy. Por supuesto, Peter se había lanzado sin un plan, y el toro estaba haciendo lo que quería con él. Había agotado todas las armas de un Gryffindor, a saber: Desmaius y Expelliarmus, y ya había recurrido a hablarle en lo que él consideraba español y, finalmente, a la escoba. Increíble. Al menos estaban todos muertos de risa.
Hasta que oyó a su novio que iba a hacerlo él, que se le cortó la risa de golpe. Se giró y le miró muy seria. ¿Marcus contra un toro? A ver, que no era real pero… — Mi amor… — Pero estaba tan ilusionado que le dio un poco de pena cortarle la ilusión, así que cuando se refirió a ella como su reina, simplemente sonrió y dijo. — Claro que sí, mi vida, yo te doy todo mi apoyo. — Y mientras se alejaba al duelo, Darren hizo una pedorreta. — Menos mal que va más tostado que en toda su vida, si no, habría detectado la mentira en tu voz. — Alice le hizo una pedorreta y centró su atención en la cerca. A ver, era Marcus, tenía un plan, siempre tenía un plan. — ¿Marcus tiene algún plan? — Preguntó Poppy. — Eso espero. — Contestó preocupada. Mierda, tenía que haber sido más segura diciendo “pues claro, mujer, ¿cuando no tiene Marcus un plan?”. Además, era un espectro… No podía hacerle nada… ¿verdad?
La cosa es que, una vez en el cercado aquel, realmente parecía tener un plan. Los protegos de su novio eran buenos, pero necesitaba hacer ALGO contra el toro, porque era una espectro, no se cansaba. Oh, así debía sentirse Marcus cuando ella duelaba. Pero entonces, se dio cuenta de que estaba haciendo algo… Espera, espera. Se puso de pie sobre la mesita para verlos desde más alto, y de repente lo entendió. — ¡DALE, CARIÑO! ¡ES TUYO! — ¿Cómo no lo había visto antes? Marcus siempre usaba la alquimia para todo. Cuando transmutó el taburete ante sus ojos, dio un salto gigante. — ¡SÍ! ¡SÍ! ¡ESE ES MI REY DE RAVENCLAW! — Eso se lo debe decir en la cama también. — La picó Darren. — Calla ya, Darren, que bastante tengo con que no se me caiga. — Dijo Lex, que tenía los brazos abiertos a su al rededor a modo de precaución.
Pero no hubo precaución que valiera cuando su novio llegó. Se lanzó a sus brazos y le dio un fuerte beso. — ¿Cómo puedes ser tan genial? Eres todo inteligencia, vida mía, eres el mejor alquimista que hay. ¡Eres el mejor! — Sean suspiró. — Tenía que haberlo hecho yo. — Te hubiera llamado estúpido loco, te prefiero aquí conmigo. — Le aseguró Hillary con una sonrisa. Bien por las inseguridades de Sean. Luego rio y movió ella tambien sus caderas, en aquella broma que tenían desde los trece años. — Al Cariiiiibe. — Ethan les rodeó a ambos y dijo. — ¡Cómo saben mis golfas! ¡Venga, todos para allá! —
El bar del Caribe molaba muchísimo, y Alice hubiera pretendido quedarse toda la noche ahí, si le hubieran dado a elegir. Olía super rico (a piña, coco, crema de sol, pescadito a la parrilla, lima), había arenita y la barra y los asientos eran de caña, era talmente como estar ante el mar, con la luz del día también simulada, y antorchas alrededor. Tenía hasta los soniditos de la jungla que se simulaba detrás. Volvieron a sentarse todos juntos y, por supuesto, Ethan apareció con la bebida. — Piña colada, pero quien quiera puede pedir combinados, que aquí son divinos. — Ella se lanzó a la piña colada porque estaba buenísima y lo sabía, menudo peligro tenía eso también. — Venga, cuál es el reto, que este no se le resiste a un Hastings. — Dijo Sean, dejando el vaso de golpe en la mesa. Ethan señaló una zona con mesas de caña y cocos volteados. — Esos cocos se iluminan, haciendo las notas de una melodía. Tú la tienes que memorizar y replicarla. Por cada fallo, ya sabes. — Peter se apoyó en el hombro de Poppy. — Yo después de beberme media jarra de eso de España por el revolcón del toro, voy a pasar. — Yo voy contigo, Sean. — Dijo Alice enganchándose de su brazo. — Verás, ahora va a ser reina de los cocoteros, también. — Total, me encanta la piña colada, si pierdo, me da igual. — Y sí, más le valía, porque con la que llevaba encima y el nublado del calentón de antes, debía estar tocando el himno del mismísimo satanás porque no acertaba un coco. Eso sí, estaba muerta risa con su amigo, tanto que ya se caía encima de la mesa. — ¡Alguien que tenga un poquito más de sentido musical que yo y quiera sustituirme, por favor! — Dijo terminándose el chupito de piña colada.
- El Pájaro en el espino, el comienzo:
- Golden Shields:
Alice Gallia
Cause' Alice does belong with Marcus
Ante todo, amigos
Ay, los retitos
Un jour viendra tu me dira je t'aime
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La eternidad es nuestra Con Alice| En Fiesta desmadrada | 3 de junio de 2002 |
El toro no le había llegado a embestir, pero su novia sí. Le encantaba que se lanzara hacia él de esa forma, siempre la recogía en sus brazos y la besaba de vuelta... Pero debía venir aturdido por el esfuerzo o algo porque sintió como si le hubiera impactado una bola de demolición que casi le tira al suelo. Porque claro, Marcus no contaba con que el mareo pudiera venir del exceso de alcohol. - Soy el hombre más inteligente del mundo porque soy el sol. - Aseguró firmemente, besando de vuelta a su novia y con la seguridad de que esa frase tenía muchísimo sentido. Le había sonado gloriosa. Habría que ver si al día siguiente le sonaba igual.
Se dirigieron al bar del Caribe, tal y como él había elegido, e iba sacando pecho el primero del grupo (bueno, a la par de Ethan, que era el que guiaba) ya que había sido quien lo había elegido. Y porque ya no le dejaban más atrás. El orden de los bares estaba siendo elegido con muy buen criterio porque eran mucho mejores a cada cual que iban. - ¡Sí, combinados! - Celebró, como si él tuviera la menor idea de lo que era un combinado. Se giró al público y dijo. - ¡Eh! Este bar lo ha elegido el alquimista O'Donnell. - ¡Vaya! Ya no es el prefecto O'Donnell. - Se burló Sean, pero Marcus se vino aún más arriba. - Siempre seré vuestro prefecto peeeeeero eso ya es cosa del pasado. Por si no habéis visto el grandioso espectáculo digno de ser vivido... - ¿De Alice y tú liándoos? - Ese os lo habéis perdido por iros. - Contestó a Donna, y retomó su hilo. - Del gran alquimista O'Donnell cercando a un toro embravecido. - Un espectro de toro embravecido. - Sí, un espectro pero tú no te has enfrentado, me he enfrentado yo. - Y era difícil ¿eh? Te lo digo yo, ni hablándole español, tío. - Aportó Peter. Marcus volvió a retomar. - La alquimia... Emmm... - Ah, maldita sea. Le habían interrumpido tantas veces que ya no sabía lo que estaba diciendo. Sacudió la cabeza. - ¡Que este rey de la alquimia se merece un combinado porque la alquimia es la combinación de esencias vivas en su más pura versión de la magia que...! - Que sí, guapo, que sí, que te pidas lo que quieras. - Le dijo Ethan entre risas, palmeándole el hombro. - ¿Tienes alguna idea? - Marcus ojeó los paneles con cócteles que tenía delante, concentrándose mucho. La verdad era que... No. Le sonaba todo igual. - Puede que me deje aconsejar. Es virtud de un hombre sabio aceptar opiniones diversas. - Ethan dio un muy sonoro y profundo suspiro y empezó a explicarle qué llevaba cada uno, pero la mirada de Marcus se posó en el que llamó claramente su atención, interrumpiendo la explicación del otro. - ¡Ese! - Señaló exageradamente, como quien divisa tierra después de llevar meses en un barco. - ¡Ese quiero! - Total, que me has hecho explicártelo todo para que al final te pidas el azul. Pero mira, eres tan mono borracho que me da hasta igual. - Marcus alzó un índice. - ¿Crees que alguien borracho habría hecho lo que he hecho yo en ese ruedo? - Bueno, tenemos ya epopeya servida para toda la vida. - Rio Sean a su alrededor, que se acababa de pedir una piña colada. Marcus chistó. - Qué poco original eres, Hastings. - ¡Me he pedido lo mismo que tu novia! - Pero ella lo ha pedido porque sabía que yo iba a pedir otra cosa y así podíamos los dos probar de las dos, de la nueva y de la tradicional. - Se lo estaba inventando sobre la marcha, pero por increíble que pareciera, el Marcus borracho aún podía soltar más palabrería.
Sean, claramente pretendiendo emularle porque la sombra de Marcus había resultado tremendamente alargada tras su exhibición en el bar español (menos mal que él solo se lo decía todo), pidió el siguiente reto e Ethan se puso a explicar. Como él ya había ganado su reto, se sentó en el taburete de la barra con su maravilloso cóctel azul, que estaba buenísimo por cierto (venga ya, eso no podía llevar alcohol, si estaba superdulce. Tenían que ir más a ese sitio. Y al español. Al francés no. No le gustaba la espectro esa), riendo con Alice, Sean y los demás y con la prueba de los cocos, muy tranquilito. Hasta que alguien se le puso a su lado. - Menuda pasada lo de antes. Ha merecido la pena venir solo por verlo. - Miró solo de soslayo, porque había reconocido la voz de Eunice. Se le borró la sonrisa del semblante, pero siguió pendiente del juego de Alice y sus amigos, sin mirarla. Esto no detuvo a la chica de seguir hablando, ni de arrimarse más a él, con una sonrisilla maliciosa. - Sí que vas a ser un alquimista espectacular... No me extraña que esta prueba te sepa a poco. Pero claro, es que a lo que tú llegas, no llega todo el mundo. - Dio un sorbo a la pajita que le habían puesto a su copa. Sin comentarios. Estaría embotado por el alcohol y la euforia, sí, pero aún detectaba un tirito hacia Alice, porque para Marcus, Alice siempre estaba en referencia. Hubo un silencio, en el que ambos se quedaron el uno al lado del otro mirando la prueba de los cocos. En una tensión palpable.
Hasta que Eunice volvió a hablar. - Qué elegante viene hoy tu novia. - Se mojó varias veces los labios. Hasta ahí, hasta ahí pensaba aguantar. No iba a consentir faltas de respeto a Alice, porque sí, había detectado el fuerte sarcasmo, la sonrisilla y el tono despectivo con el que lo había dicho. Eunice tendría mucho dinero y el estilo de las clases altas, o eso creía ella, pero la elegancia no la conocía en absoluto, y no iba a consentir que pusiera en entredicho la de Alice. Peor para ti si no te gusta su vestido, porque yo llevo con ganas de arrancárselo desde que se lo he visto, pensó, en un tono que claramente no usaría sobrio, pero pensarlo, en el fondo, por muy protocolario que fuera en apariencia, lo pensaba hoy y lo había pensado más de una vez en su historia con Alice, solo que ni muerto iba a reconocer algo así con alguien que no fuera con ella y una vez la relación se había formalizado. Sea como fuere, no había dado respuesta a Eunice... Aún. La chica estaba con mirada y sonrisilla de suficiencia, de brazos cruzados y mirando con superioridad a Alice, mientras furtivamente le dedicaba una caída de párpados a él. - ¿Sabes, Eunice? - Dijo al fin, y pudo notar a la perfección como esta, si bien disimuló todo lo que pudo, se inquietaba ante la respuesta. ¿Esperanzada, quizás? Muy tonta debía ser. Mientras se levantaba del taburete y se metía una mano en el bolsillo para buscar su cartera, llamando con la otra al camarero, añadió. - Yo también me alegro de que hayas venido esta noche. - Pidió una copa de piña colada, dejó el dinero en la barra y, tras hacerlo con un golpe seco y decidido, la miró y dijo. - Así puedes comprobar como no me liaría contigo ni borracho. - A Eunice se le cambió el semblante por completo por el impacto del corte, pero Marcus le mantuvo la mirada el tiempo que tardó en coger su copa y la que acababa de comprarle a su novia y marcharse de allí.
- ¿He oído reina del Caribe? - Pues has oído mal o se te ha roto el tímpano, porque vamos. - Dijo Darren, secándose las lágrimas. Marcus le tendió la copa a Alice. - Toma, mi amor. La primera de las muchas que nos vamos a tomar cuando vayamos. Un chupito ha debido saberte a poco. - ¡UUUUUUUHUUU! - Como un torrente había entrado Oly por la puerta, abriendo mucho los brazos y gritando. Era imposible tener el pelo de más colores diferentes. - ¡UUUUUUUHHHHH MIS AMIGOOOOS! ¡No os encontraba! ¡TENEMOS QUE IR A UN BAAAAAR SUPER CHUUUUULIIIIIIIIII QUE ES DE ESPAÑA! - ¡Venimos de allí, hermosa! ¿Y vosotras? Porque aquella tiene todavía hasta las gafas empañadas. - Dijo Ethan señalando a Kyla y levantando carcajadas a su alrededor. Oly dio una palmada en el aire. - ¡Qué dices! ¡Pero si no os he visto allí! Solo he visto un pobre torillo ahí pegándose cornadas contra una jaula de madera... - ¡¡¡HABÉIS SIDO TESTIGOS DE LA OBRA DE...!!! - Ay, por Dios. - Suspiró Hillary, porque Marcus ya había subido los brazos y estaba bramando en toda su grandilocuencia. - ¡¡¡EL GRAN ALQUIMISTA MARCUS O'DONNELL!!! - ¡¡NOOOOOO!! - LO QUE OYES. - ¡¡Y NOS LO HEMOS PERDIDO, KY!! - Ya habrá otras ocasiones. - Respondió la ex prefecta, y Andrew soltó una carcajada. - Me da que Kyla no cambia una experiencia por la otra. - Ay, gracias, Andrew, cariño, le he hecho eso que... - ¡¡¡Oly, por favor!!! ¡No me saques otra vez el tema! - Se azoró el chico, quitándose rápidamente de en medio antes de que Oly empezara a detallar prácticas sexuales. - ¿Tú quieres verme, Oly? Voy y lo repito. - No, no, no, no, rey de muchas cosas, nada de repetir bares. ¡Venga, siguientes con los cocos! - Pidió Ethan. Como ya iban a ir otros a jugar, Marcus se acercó a Alice y puso meloso la mano que tenía libre en su cintura. - ¿Me dejas probar? - Preguntó, señalando la piña colada con un gesto de la cabeza y poniendo una sonrisa tontorrona. - De tu cóctel. O de lo que tú quieras. - Le ofreció su propia copa. - Yo te dejo probar... De mi cóctel. O de lo que tú quieras. -
Se dirigieron al bar del Caribe, tal y como él había elegido, e iba sacando pecho el primero del grupo (bueno, a la par de Ethan, que era el que guiaba) ya que había sido quien lo había elegido. Y porque ya no le dejaban más atrás. El orden de los bares estaba siendo elegido con muy buen criterio porque eran mucho mejores a cada cual que iban. - ¡Sí, combinados! - Celebró, como si él tuviera la menor idea de lo que era un combinado. Se giró al público y dijo. - ¡Eh! Este bar lo ha elegido el alquimista O'Donnell. - ¡Vaya! Ya no es el prefecto O'Donnell. - Se burló Sean, pero Marcus se vino aún más arriba. - Siempre seré vuestro prefecto peeeeeero eso ya es cosa del pasado. Por si no habéis visto el grandioso espectáculo digno de ser vivido... - ¿De Alice y tú liándoos? - Ese os lo habéis perdido por iros. - Contestó a Donna, y retomó su hilo. - Del gran alquimista O'Donnell cercando a un toro embravecido. - Un espectro de toro embravecido. - Sí, un espectro pero tú no te has enfrentado, me he enfrentado yo. - Y era difícil ¿eh? Te lo digo yo, ni hablándole español, tío. - Aportó Peter. Marcus volvió a retomar. - La alquimia... Emmm... - Ah, maldita sea. Le habían interrumpido tantas veces que ya no sabía lo que estaba diciendo. Sacudió la cabeza. - ¡Que este rey de la alquimia se merece un combinado porque la alquimia es la combinación de esencias vivas en su más pura versión de la magia que...! - Que sí, guapo, que sí, que te pidas lo que quieras. - Le dijo Ethan entre risas, palmeándole el hombro. - ¿Tienes alguna idea? - Marcus ojeó los paneles con cócteles que tenía delante, concentrándose mucho. La verdad era que... No. Le sonaba todo igual. - Puede que me deje aconsejar. Es virtud de un hombre sabio aceptar opiniones diversas. - Ethan dio un muy sonoro y profundo suspiro y empezó a explicarle qué llevaba cada uno, pero la mirada de Marcus se posó en el que llamó claramente su atención, interrumpiendo la explicación del otro. - ¡Ese! - Señaló exageradamente, como quien divisa tierra después de llevar meses en un barco. - ¡Ese quiero! - Total, que me has hecho explicártelo todo para que al final te pidas el azul. Pero mira, eres tan mono borracho que me da hasta igual. - Marcus alzó un índice. - ¿Crees que alguien borracho habría hecho lo que he hecho yo en ese ruedo? - Bueno, tenemos ya epopeya servida para toda la vida. - Rio Sean a su alrededor, que se acababa de pedir una piña colada. Marcus chistó. - Qué poco original eres, Hastings. - ¡Me he pedido lo mismo que tu novia! - Pero ella lo ha pedido porque sabía que yo iba a pedir otra cosa y así podíamos los dos probar de las dos, de la nueva y de la tradicional. - Se lo estaba inventando sobre la marcha, pero por increíble que pareciera, el Marcus borracho aún podía soltar más palabrería.
Sean, claramente pretendiendo emularle porque la sombra de Marcus había resultado tremendamente alargada tras su exhibición en el bar español (menos mal que él solo se lo decía todo), pidió el siguiente reto e Ethan se puso a explicar. Como él ya había ganado su reto, se sentó en el taburete de la barra con su maravilloso cóctel azul, que estaba buenísimo por cierto (venga ya, eso no podía llevar alcohol, si estaba superdulce. Tenían que ir más a ese sitio. Y al español. Al francés no. No le gustaba la espectro esa), riendo con Alice, Sean y los demás y con la prueba de los cocos, muy tranquilito. Hasta que alguien se le puso a su lado. - Menuda pasada lo de antes. Ha merecido la pena venir solo por verlo. - Miró solo de soslayo, porque había reconocido la voz de Eunice. Se le borró la sonrisa del semblante, pero siguió pendiente del juego de Alice y sus amigos, sin mirarla. Esto no detuvo a la chica de seguir hablando, ni de arrimarse más a él, con una sonrisilla maliciosa. - Sí que vas a ser un alquimista espectacular... No me extraña que esta prueba te sepa a poco. Pero claro, es que a lo que tú llegas, no llega todo el mundo. - Dio un sorbo a la pajita que le habían puesto a su copa. Sin comentarios. Estaría embotado por el alcohol y la euforia, sí, pero aún detectaba un tirito hacia Alice, porque para Marcus, Alice siempre estaba en referencia. Hubo un silencio, en el que ambos se quedaron el uno al lado del otro mirando la prueba de los cocos. En una tensión palpable.
Hasta que Eunice volvió a hablar. - Qué elegante viene hoy tu novia. - Se mojó varias veces los labios. Hasta ahí, hasta ahí pensaba aguantar. No iba a consentir faltas de respeto a Alice, porque sí, había detectado el fuerte sarcasmo, la sonrisilla y el tono despectivo con el que lo había dicho. Eunice tendría mucho dinero y el estilo de las clases altas, o eso creía ella, pero la elegancia no la conocía en absoluto, y no iba a consentir que pusiera en entredicho la de Alice. Peor para ti si no te gusta su vestido, porque yo llevo con ganas de arrancárselo desde que se lo he visto, pensó, en un tono que claramente no usaría sobrio, pero pensarlo, en el fondo, por muy protocolario que fuera en apariencia, lo pensaba hoy y lo había pensado más de una vez en su historia con Alice, solo que ni muerto iba a reconocer algo así con alguien que no fuera con ella y una vez la relación se había formalizado. Sea como fuere, no había dado respuesta a Eunice... Aún. La chica estaba con mirada y sonrisilla de suficiencia, de brazos cruzados y mirando con superioridad a Alice, mientras furtivamente le dedicaba una caída de párpados a él. - ¿Sabes, Eunice? - Dijo al fin, y pudo notar a la perfección como esta, si bien disimuló todo lo que pudo, se inquietaba ante la respuesta. ¿Esperanzada, quizás? Muy tonta debía ser. Mientras se levantaba del taburete y se metía una mano en el bolsillo para buscar su cartera, llamando con la otra al camarero, añadió. - Yo también me alegro de que hayas venido esta noche. - Pidió una copa de piña colada, dejó el dinero en la barra y, tras hacerlo con un golpe seco y decidido, la miró y dijo. - Así puedes comprobar como no me liaría contigo ni borracho. - A Eunice se le cambió el semblante por completo por el impacto del corte, pero Marcus le mantuvo la mirada el tiempo que tardó en coger su copa y la que acababa de comprarle a su novia y marcharse de allí.
- ¿He oído reina del Caribe? - Pues has oído mal o se te ha roto el tímpano, porque vamos. - Dijo Darren, secándose las lágrimas. Marcus le tendió la copa a Alice. - Toma, mi amor. La primera de las muchas que nos vamos a tomar cuando vayamos. Un chupito ha debido saberte a poco. - ¡UUUUUUUHUUU! - Como un torrente había entrado Oly por la puerta, abriendo mucho los brazos y gritando. Era imposible tener el pelo de más colores diferentes. - ¡UUUUUUUHHHHH MIS AMIGOOOOS! ¡No os encontraba! ¡TENEMOS QUE IR A UN BAAAAAR SUPER CHUUUUULIIIIIIIIII QUE ES DE ESPAÑA! - ¡Venimos de allí, hermosa! ¿Y vosotras? Porque aquella tiene todavía hasta las gafas empañadas. - Dijo Ethan señalando a Kyla y levantando carcajadas a su alrededor. Oly dio una palmada en el aire. - ¡Qué dices! ¡Pero si no os he visto allí! Solo he visto un pobre torillo ahí pegándose cornadas contra una jaula de madera... - ¡¡¡HABÉIS SIDO TESTIGOS DE LA OBRA DE...!!! - Ay, por Dios. - Suspiró Hillary, porque Marcus ya había subido los brazos y estaba bramando en toda su grandilocuencia. - ¡¡¡EL GRAN ALQUIMISTA MARCUS O'DONNELL!!! - ¡¡NOOOOOO!! - LO QUE OYES. - ¡¡Y NOS LO HEMOS PERDIDO, KY!! - Ya habrá otras ocasiones. - Respondió la ex prefecta, y Andrew soltó una carcajada. - Me da que Kyla no cambia una experiencia por la otra. - Ay, gracias, Andrew, cariño, le he hecho eso que... - ¡¡¡Oly, por favor!!! ¡No me saques otra vez el tema! - Se azoró el chico, quitándose rápidamente de en medio antes de que Oly empezara a detallar prácticas sexuales. - ¿Tú quieres verme, Oly? Voy y lo repito. - No, no, no, no, rey de muchas cosas, nada de repetir bares. ¡Venga, siguientes con los cocos! - Pidió Ethan. Como ya iban a ir otros a jugar, Marcus se acercó a Alice y puso meloso la mano que tenía libre en su cintura. - ¿Me dejas probar? - Preguntó, señalando la piña colada con un gesto de la cabeza y poniendo una sonrisa tontorrona. - De tu cóctel. O de lo que tú quieras. - Le ofreció su propia copa. - Yo te dejo probar... De mi cóctel. O de lo que tú quieras. -
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Ivanka
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La eternidad es nuestra CON Marcus| EN Casa O'Donnell | 3 de junio de 2002 |
Asintió, sacando los morritos. — Claro, cariño, los cocos se ponían de montón de colores, eso debía ser que los estaba tocando divinamente. — Sí, sí, seguro que es eso, cuñi. — Dijo Darren muerto de risa. — Si siempre se ponen rojos, Alice, es que no das una. — Pues no sé por qué, es un color muy alegre, en el bar de España hubieran estado de acuerdo conmigo. — Dijo ella, encogiéndose de hombro y sacando el labio inferior. Lex se rio y la señaló. — Sabes que va borracha ya cuando habla como Oly. — Ella hizo una pedorreta y rodeó la cintura de su novio. — Envidia que tenéis. — Cogió la copa de piña colada que le ofrecía Marcus con una sonrisa, y le pegó un traguito (bueno, igual no fue un traguito, sino un trago con todas las letras), y miró a Marcus con adoración. — No puedo esperar. — Estaba como loca por empezar todos sus viajes. — ¡Mira, hablando del diablo! — Señaló Darren a la entrada triunfal de Oly.
La chica venía a tope, como siempre, de hecho, Alice ya no sabía si es que iba colocada todo el tiempo, o es que Oly era así ya sin más. Se le escapó una carcajada con lo del bar de España, porque la verdad, siempre había quien estaba peor que tú. Dio un botecito en su sitio cuando su novio se vino arriba, porque había hablado muy alto, muy cerca y muy de repente, lo cual causó las risas de sus amigos, pero ella lo recondujo uniéndose a su entusiasmo. — Te hubiera encantado Oly, ha sido como ¡chum! — Exclamó, dibujando un círculo en el aire, imitando el que había hecho Marcus. — Y, ¡chum! ¡chum! Y entonces ¡paf! Tira el taburete y enjaula al bicho, increíble. — Oly la iba siguiendo como si estuviera viéndolo en directo, pero los otros estaban muertos de risa. — Mucho cachondeíto, pero aquí ninguno se ha enfrentado a ello. — Pero ellos seguían en sus trece, igual es que no sonaba tan autoritaria y firme como ella creía. Eso sí, Oly, siendo Oly, se encargó de cambiar el foco de las risas hacia Andrew y ella, con aquellas afirmaciones que hicieron que se tapara la boca y mirara a Kyla de reojo, pero su amiga no parecía afectada en absoluto por las declaraciones de la exprefecta. Sí que debía ser bueno eso que hacía. Y eso le recordaba que había unas cuantas que Marcus y ella también hacían… Uf la niebla de su cerebro cada vez era más espesa y ya distinguía los pensamientos muy malamente.
Pero su novio debía estar pensando parecido, porque entre la bruma de sus pensamientos, distinguió perfectamente la sensación de Marcus agarrándola de la cintura y su tono al hablar. — Claro que te dejo, me has invitado tú. — Dijo llevando su copa a sus labios y mirándole, alzando las cejas. — A saber qué buscas tú con tan caballerosos gestos. — Retiró la copa y miró el combinado azul de Marcus, asintiendo. Total, ya… Lo probó y se relamió sin quitar los ojos de los labios de él. — Mmmm delicioso… — Y sin darse cuenta, ya estaba deslizando el dedo por el cuello de su novio y mordiéndose el labio inferior. Se pegó más a él y susurró. — Parece que nuestra actuación el francés no ha tenido buen público, y yo soy Alice Gallia, siempre quiero más… — Dejó la copa en la barra y agarró las manos de Marcus para bailar al son de los alegres y sugerentes ritmos de la música, sin salir a la pista. — Así que ahora solo voy a bailar para ti, de verdad… — Se inclinó sobre su oído y metió la mano en su pelo. — ¿Qué más quieres probar de mí, mi alquimista? — Ya no sabía ni si sonaba sugerente o si realmente se estaba moviendo al ritmo de la música. — Porque yo lo que quiero probar un reto contigo, sobre todo después de verte hacer esas cosas de alquimista como lo que has hecho con el toro… — Pasó las manos por detrás de su nuca y siguió susurrando. — Pero es un reto que no pueden ver los demás y que quiero que disfrutes solo tú… — Se separó y juntó su frente con la de él, sin dejar de moverse, para susurrar sobre sus labios. — Y así vamos practicando para cuando vayamos solitos al Cariiiiiibe… Y nadie pueda interrumpirnos… — Difícil de creer ahora, pero por lo menos aprovecharía cada cacho de la noche que tuvieran. — Pero tienes que encontrar un sitio donde podamos escondernos. — Terminó con tono ardiente, casi un gemido, de puras ganas que le tenía.
La chica venía a tope, como siempre, de hecho, Alice ya no sabía si es que iba colocada todo el tiempo, o es que Oly era así ya sin más. Se le escapó una carcajada con lo del bar de España, porque la verdad, siempre había quien estaba peor que tú. Dio un botecito en su sitio cuando su novio se vino arriba, porque había hablado muy alto, muy cerca y muy de repente, lo cual causó las risas de sus amigos, pero ella lo recondujo uniéndose a su entusiasmo. — Te hubiera encantado Oly, ha sido como ¡chum! — Exclamó, dibujando un círculo en el aire, imitando el que había hecho Marcus. — Y, ¡chum! ¡chum! Y entonces ¡paf! Tira el taburete y enjaula al bicho, increíble. — Oly la iba siguiendo como si estuviera viéndolo en directo, pero los otros estaban muertos de risa. — Mucho cachondeíto, pero aquí ninguno se ha enfrentado a ello. — Pero ellos seguían en sus trece, igual es que no sonaba tan autoritaria y firme como ella creía. Eso sí, Oly, siendo Oly, se encargó de cambiar el foco de las risas hacia Andrew y ella, con aquellas afirmaciones que hicieron que se tapara la boca y mirara a Kyla de reojo, pero su amiga no parecía afectada en absoluto por las declaraciones de la exprefecta. Sí que debía ser bueno eso que hacía. Y eso le recordaba que había unas cuantas que Marcus y ella también hacían… Uf la niebla de su cerebro cada vez era más espesa y ya distinguía los pensamientos muy malamente.
Pero su novio debía estar pensando parecido, porque entre la bruma de sus pensamientos, distinguió perfectamente la sensación de Marcus agarrándola de la cintura y su tono al hablar. — Claro que te dejo, me has invitado tú. — Dijo llevando su copa a sus labios y mirándole, alzando las cejas. — A saber qué buscas tú con tan caballerosos gestos. — Retiró la copa y miró el combinado azul de Marcus, asintiendo. Total, ya… Lo probó y se relamió sin quitar los ojos de los labios de él. — Mmmm delicioso… — Y sin darse cuenta, ya estaba deslizando el dedo por el cuello de su novio y mordiéndose el labio inferior. Se pegó más a él y susurró. — Parece que nuestra actuación el francés no ha tenido buen público, y yo soy Alice Gallia, siempre quiero más… — Dejó la copa en la barra y agarró las manos de Marcus para bailar al son de los alegres y sugerentes ritmos de la música, sin salir a la pista. — Así que ahora solo voy a bailar para ti, de verdad… — Se inclinó sobre su oído y metió la mano en su pelo. — ¿Qué más quieres probar de mí, mi alquimista? — Ya no sabía ni si sonaba sugerente o si realmente se estaba moviendo al ritmo de la música. — Porque yo lo que quiero probar un reto contigo, sobre todo después de verte hacer esas cosas de alquimista como lo que has hecho con el toro… — Pasó las manos por detrás de su nuca y siguió susurrando. — Pero es un reto que no pueden ver los demás y que quiero que disfrutes solo tú… — Se separó y juntó su frente con la de él, sin dejar de moverse, para susurrar sobre sus labios. — Y así vamos practicando para cuando vayamos solitos al Cariiiiiibe… Y nadie pueda interrumpirnos… — Difícil de creer ahora, pero por lo menos aprovecharía cada cacho de la noche que tuvieran. — Pero tienes que encontrar un sitio donde podamos escondernos. — Terminó con tono ardiente, casi un gemido, de puras ganas que le tenía.
- El Pájaro en el espino, el comienzo:
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Alchemist
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La eternidad es nuestra Con Alice| En Fiesta desmadrada | 3 de junio de 2002 |
Se acercó a su novia, sin perder la sonrisilla ni la risita de fondo (se estaba riendo mucho porque estaba muy contento en el Caribe. Bueno, en el bar del Caribe. Ambientado en el Caribe. Él se entendía), y de nuevo rodeó su cintura y se pegó a ella para bailar, como estaban en el bar francés, solo que ahora con una música más sensual y alegre y un ambiente más luminoso, como si estuvieran en la playa. Si es que parecía de día. Entre el bar de España y el del Caribe y lo poco cansado que estaba, si le dijeran que era de día, se lo creería. Otra cosa que le tenía muy feliz y sin dejar de reír era ver a Alice así, tan contenta, dando botecitos, probando los juegos y hablando de esa manera tan graciosa.
Tardó en pillar su primer comentario, porque estaba siguiendo el recorrido de la copa de la chica hasta sus labios, esperando que le diera permiso para probar la bebida. Puso expresión fingidamente ofendida. - ¡Cómo! Yo soy un caballero, don caballero el rey Marcus O'Donnell, alquimista. Ya me conociste así. No pretendo nada, está en mi naturaleza caballerosear. - Ya estaba empezando a inventarse palabras, pero en el cerebro de Marcus sonaban perfectas. Alice probó de su copa, pero él no había llegado a probar la piña colada, y continuaba siguiéndola con la mirada, y eso que los labios de Alice y esa forma de relamérselos le distraían. Por no hablar de ese dedito que se paseaba ahora por su cuello, y que le hizo mirar a Alice desbordante de deseo, anhelando besarla como si no lo hubiera hecho en la vida.
Arqueó una ceja, pegando su cintura a la de ella para seguir el ritmo de aquel baile. - ¿Es que quieres público, Alice Gallia? - Tenía tantas ganas de besarla y tocarla que, honestamente, le daba bastante igual quién les viera. Si total, todos sabían ya que eran novios y que se besaban y se acostaban y eso, ¿qué más daba que solo lo supieran o que también lo vieran? Definitivamente, el Marcus sobrio no iba a pensar esto, pero el Marcus de ese momento estaba demasiado metido en el ambiente caribeño, festivo y relajado como para darle importancia a algo que ahora veía tan trivial. - Aaaahhh. - Respondió. Ah, vale, que lo que decía su novia era lo contrario, que para que no les miraran, pues mejor que no les miraran... Creía... Haber entendido... No estaba seguro de haberse enterado.
Lo que sí entendió fue lo que vino después. Esa forma de susurrarle, de enredar los dedos en su pelo y la pregunta eran clarificadoras hasta para alguien tan borracho como él (vale, sí, puede que estuviera un poquito bebido de más, pero él no había firmado con nadie en ninguna parte que no fuera a beber esa noche). Se mordió el labio y ladeó la sonrisa chulesca que solía poner. - ¿Te ha gustado? - Puso pose altanera. - Soy un gran alquimista... Hago cosas increíbles... - Al Marcus borracho también le gustaba que le engordaran el ego, al parecer. - Aahm, un reto solo para mí... - Le siguió el rollo. Sí, claramente ya se estaba enterando de por dónde iban los tiros. Bueno, lo había sabido siempre, pero... Bueno, eso. - Ahá. - Respondió, hipnotizado por la cercanía de sus brazos, con el corazón más acelerado. - Cuando vayamos al Caribe... Nadie va a ser capaz de encontrarnos... - Se acercó a su oído y susurró. - Pienso buscar la mejor cabaña del mundo porque no vamos a salir de ella. - Aseveró. Y quizás para lo que se le ocurría que iban a hacer en esa cabaña no hacía falta irse tan lejos, porque podía buscar como hacerlo allí mismo. Ya estaba trazando un plan de huída a toda velocidad, de hecho.
Casi se le escapa un gemido a él también solo por como ella le hizo esa sugerencia. No hacía falta que se la repitiera dos veces. - ¿Ese es el reto? - Arqueó una ceja, mordiéndose el labio, devorándola con la mirada. - Yo nunca pierdo un reto, Alice Gallia. - Agarró decidido la mano de Alice y la arrastró de allí, en dirección a los baños. A ver, no se conocía el bar, no es como que pareciera tener muchos lugares ocultos, lo único que se le ocurría era eso. Pero no se le habría ocurrido a nadie más ¿no? O sea, la gente a los baños públicos no solía ir. Él lo evitaba todo lo que podía, al menos. Seguro que estaba vacío, además, ¿quién iba a usar un baño para eso? Buf, si es que estaba que se salía esa noche, lo había visto claro, un lugar oculto, a puerta cerrada, y nadie se iba a imaginar que estaban allí, porque en fin, los baños estaban separados por sexos, nadie se iba a imaginar que Alice estaba en el baño de chicos. Porque sí, iba a ir al de chicos, que estaba viendo desde allí el de chicas y tenía una cola tremenda.
- Perdón. - Dijo en un tono puede que más alto de lo que pretendía si el objetivo era disimular, pero es que la música estaba alta (no tanto como en el francés y en el español, pero sí) y la gente bailando le cortaba el paso. Al final, entre unos y otros, consiguió llegar hasta el baño. Miró a los lados para comprobar que no había nadie... Sí que había gente, bastante además, pero pff, es que aquello no se iba a quedar vacío nunca, así que pasaba de esperar. Entró con decisión, sin soltar la mano de Alice, y se encerró con ella en una de las cabinas vacías. - ¿Le parece bien a mi reina el lugar privado que le he buscado? - Se pegó a ella todo lo que su cuerpo le permitía, arrinconándola contra una de las paredes de la cabina, mirándola de arriba abajo. - Estás impresionante. - Pasó una mano por su pierna. Vaya, seguía teniendo la bebida en la otra, debió dejarla en la barra. Daba igual, el inodoro estaba cerrado, ahí la podía dejar. Necesitaba las dos manos. - No sabes las ganas que tenía de esto. - Y ya sí con las dos manos disponibles y la mayor privacidad que podían conseguir, con tanto ruido de fondo que nadie les escucharía, se lanzó a sus labios, apretándose contra su cuerpo y tocando esa maravillosa falda que llevaba provocándole desde que aún no habían salido de su casa.
Tardó en pillar su primer comentario, porque estaba siguiendo el recorrido de la copa de la chica hasta sus labios, esperando que le diera permiso para probar la bebida. Puso expresión fingidamente ofendida. - ¡Cómo! Yo soy un caballero, don caballero el rey Marcus O'Donnell, alquimista. Ya me conociste así. No pretendo nada, está en mi naturaleza caballerosear. - Ya estaba empezando a inventarse palabras, pero en el cerebro de Marcus sonaban perfectas. Alice probó de su copa, pero él no había llegado a probar la piña colada, y continuaba siguiéndola con la mirada, y eso que los labios de Alice y esa forma de relamérselos le distraían. Por no hablar de ese dedito que se paseaba ahora por su cuello, y que le hizo mirar a Alice desbordante de deseo, anhelando besarla como si no lo hubiera hecho en la vida.
Arqueó una ceja, pegando su cintura a la de ella para seguir el ritmo de aquel baile. - ¿Es que quieres público, Alice Gallia? - Tenía tantas ganas de besarla y tocarla que, honestamente, le daba bastante igual quién les viera. Si total, todos sabían ya que eran novios y que se besaban y se acostaban y eso, ¿qué más daba que solo lo supieran o que también lo vieran? Definitivamente, el Marcus sobrio no iba a pensar esto, pero el Marcus de ese momento estaba demasiado metido en el ambiente caribeño, festivo y relajado como para darle importancia a algo que ahora veía tan trivial. - Aaaahhh. - Respondió. Ah, vale, que lo que decía su novia era lo contrario, que para que no les miraran, pues mejor que no les miraran... Creía... Haber entendido... No estaba seguro de haberse enterado.
Lo que sí entendió fue lo que vino después. Esa forma de susurrarle, de enredar los dedos en su pelo y la pregunta eran clarificadoras hasta para alguien tan borracho como él (vale, sí, puede que estuviera un poquito bebido de más, pero él no había firmado con nadie en ninguna parte que no fuera a beber esa noche). Se mordió el labio y ladeó la sonrisa chulesca que solía poner. - ¿Te ha gustado? - Puso pose altanera. - Soy un gran alquimista... Hago cosas increíbles... - Al Marcus borracho también le gustaba que le engordaran el ego, al parecer. - Aahm, un reto solo para mí... - Le siguió el rollo. Sí, claramente ya se estaba enterando de por dónde iban los tiros. Bueno, lo había sabido siempre, pero... Bueno, eso. - Ahá. - Respondió, hipnotizado por la cercanía de sus brazos, con el corazón más acelerado. - Cuando vayamos al Caribe... Nadie va a ser capaz de encontrarnos... - Se acercó a su oído y susurró. - Pienso buscar la mejor cabaña del mundo porque no vamos a salir de ella. - Aseveró. Y quizás para lo que se le ocurría que iban a hacer en esa cabaña no hacía falta irse tan lejos, porque podía buscar como hacerlo allí mismo. Ya estaba trazando un plan de huída a toda velocidad, de hecho.
Casi se le escapa un gemido a él también solo por como ella le hizo esa sugerencia. No hacía falta que se la repitiera dos veces. - ¿Ese es el reto? - Arqueó una ceja, mordiéndose el labio, devorándola con la mirada. - Yo nunca pierdo un reto, Alice Gallia. - Agarró decidido la mano de Alice y la arrastró de allí, en dirección a los baños. A ver, no se conocía el bar, no es como que pareciera tener muchos lugares ocultos, lo único que se le ocurría era eso. Pero no se le habría ocurrido a nadie más ¿no? O sea, la gente a los baños públicos no solía ir. Él lo evitaba todo lo que podía, al menos. Seguro que estaba vacío, además, ¿quién iba a usar un baño para eso? Buf, si es que estaba que se salía esa noche, lo había visto claro, un lugar oculto, a puerta cerrada, y nadie se iba a imaginar que estaban allí, porque en fin, los baños estaban separados por sexos, nadie se iba a imaginar que Alice estaba en el baño de chicos. Porque sí, iba a ir al de chicos, que estaba viendo desde allí el de chicas y tenía una cola tremenda.
- Perdón. - Dijo en un tono puede que más alto de lo que pretendía si el objetivo era disimular, pero es que la música estaba alta (no tanto como en el francés y en el español, pero sí) y la gente bailando le cortaba el paso. Al final, entre unos y otros, consiguió llegar hasta el baño. Miró a los lados para comprobar que no había nadie... Sí que había gente, bastante además, pero pff, es que aquello no se iba a quedar vacío nunca, así que pasaba de esperar. Entró con decisión, sin soltar la mano de Alice, y se encerró con ella en una de las cabinas vacías. - ¿Le parece bien a mi reina el lugar privado que le he buscado? - Se pegó a ella todo lo que su cuerpo le permitía, arrinconándola contra una de las paredes de la cabina, mirándola de arriba abajo. - Estás impresionante. - Pasó una mano por su pierna. Vaya, seguía teniendo la bebida en la otra, debió dejarla en la barra. Daba igual, el inodoro estaba cerrado, ahí la podía dejar. Necesitaba las dos manos. - No sabes las ganas que tenía de esto. - Y ya sí con las dos manos disponibles y la mayor privacidad que podían conseguir, con tanto ruido de fondo que nadie les escucharía, se lanzó a sus labios, apretándose contra su cuerpo y tocando esa maravillosa falda que llevaba provocándole desde que aún no habían salido de su casa.
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