Más allá de poder entender o no lo que sucedía, Jack solo tenía claro que algo muy malo sucedía, que no sabía cómo había empezado ni cómo detenerlo, pero que no era casualidad.

Todo en este mundo tenía una causa. Una razón.

Le extrañó que Rebecca le preguntara cómo estaba él. Se palpó a sí mismo el pecho mientras intentaba tomar conciencia de su propio cuerpo. No sentía ninguna herida, por lo que se apresuró a negar.

—No me ha pasado nada, estoy bien—le aseguró, mientras la ayudaba a levantarse y seguía observándola con inquietud. Los golpes en la cabeza eran peligrosos—. No hagas movimientos muy bruscos, te puedes marear más o tener vómito.

Él no se había golpeado la cabeza y aún así sentía que la habitación temblaba. Traqueaba por la fuerza del movimiento.

¿Qué estaba provocando esto?

Rebecca parecía pensar que estaba relacionado con la caja. Jack no podía pensar en una relación entre el contenido de un objeto tan pequeño y fenómenos que implicaran temblores, cambios en la tensión eléctrica y fuerzas que los tiraran hacia atrás.

Centrado en ayudar se dirigió a buscar el bolso de Rebecca. Ella parecía muy segura de que la causa era la caja, y él no podía brindarle una explicación mejor. Justo pensó en ello cuando vio la caja sobre la mesita: se estaba agitando sola.

Jack no entendía lo que pasaba pero sabía lo que era causa y efecto. Si la caja era la causa, de alguna forma... había que eliminarla.

Al menos eso fue lo que pensó cuando le dio un golpe con todas su fuerzas, como si pudiera realmente con su puño destruirla contra la mesa. Escuchó un satisfactorio "crack" antes de sentir que era impulsado por otra extraña fuerza hacia atrás, hasta caer junto a Rebecca.

—¡Creo que no la destruí del todo pero algo la rompí!—declaró con voz chillona. Estaba asustado. Realmente asustado, porque además el fenómeno no se detuvo. Al contrario. Las luces volvieron a parpadear con violencia—. ¡Sí hay algo raro con esa caja!.  

Era una pena que no fuera más fuerte, pudo haber terminado con ella.

Las luces parpadearon violentamente una última vez y luego todo se detuvo. Rebecca se estremeció, sorprendida de que las luces estuvieran intactas y que ninguna lámpara se hubiera reventado. Había sido un estremecimiento con mucha fuerza, pero no el dio tiempo de saborear el triunfo porque entonces escuchó las palabras de Jack y se sintió aterrada.

Se incorporó como pudo, avanzando en dirección hacia Jack. Cuando tiró de él, lo miró a los ojos, tiró de su barbilla, pero no sintió absolutamente nada. Jack estaba frente a ella, con las pupilas muy vívidas, no parecían dilatadas y lo único que había en él era una expresión confusa. Rebecca entonces volvió la vista hacia la cajita, que estaba en el suelo. Mientras pensaba que tenía que inspeccionarla con detenimiento, se dio cuenta de que no había soltado a Jack.

¡Seguía tomándolo del rostro y del brazo!

—¡Lo siento, Jack! Perdona, es sólo que… bueno, me asusté. Quería saber que no te habías hecho daño —le explicó, sin agregar más detalles. Rebecca soltó despacio a Jack y entonces se arrodilló en el suelo. La cajita no se había movido y en este momento no podía percibir ninguna presencia alrededor de ella. Fue por eso que se atrevió a tocarla, saltándose todas las normas y advertencias que su tía Christine le había dejado a lo largo de su vida.

La caja parecía vacía, hueca, como si no hubiera nada allí. Como si sólo fuera una alhaja vieja. Pero Rebecca sabía que el movimiento de luces y la fuerza que la impulsó contra el piso no fue parte de su imaginación. Había algo en la caja antes, pero ahora Jack la había tocado. ¿Acaso Jack la liberó sin querer?

No era muy frecuente, pero a veces había tanta energía contenida en los objetos que con el mínimo roce podía expandirse en diferentes direcciones, perdiendo fuerza por fin. Si este objeto ya no estaba en la casa, tampoco tenía ningún lugar donde fijarse. ¿Habrían tenido tanta suerte?

—Jack, busca en mi bolso, en el bolsillo de afuera. Debe haber una bolsa más pequeña, es como un saquito, es de terciopelo… ¿Me lo alcanzas, por favor? —preguntó, mirándolo por encima del hombro.

La bolsita de terciopelo estaba hechizada y tenía hilos reforzados en contra de espíritus, debería contrarrestar cualquier remanente que quedara en la cajita. Pero a cada segundo que pasaba, Rebecca acababa de convencerse que estaba teniendo suerte.

Jack se sintió algo incómodo cuando Rebecca lo examinó tan de cerca. Nunca había tenido una chica mirándolo con tanta intensidad, tomándolo de la barbilla. Sin embargo, con todo lo que estaba pasando eso era lo de menos.

Suponía que no se había hecho daño, lo habría sentido y Rebecca le habría dicho algo. Así qeu se dispuso a buscarle la bolsa que le pedía en su bolso.

¿Qué demonios estaba pasando allí?

En cuanto la encontró se la acercó.

—¿Crees que ya se está deteniendo?—preguntó, dado que las luces habían dejado de parpadear. ¿Había funcionado su golpe a la caja o no?—. ¿Qué vas a hacer ahora?

Si Jack odiaba algo era la sensación de no entender. Pero la verdad era que no entendía nada.

—¿Qué vamos a hacer ahora?—preguntó, incluyéndose de una vez porque no era capaz de darle la espalda a todo sin entender lo que había pasado—. ¿Dices que tiene que ver algo con la casa? ¿Con nuestro trabajo?  

Era una locura. Tal vez sí se había golpeado la cabeza si estaba considerando escucharla.