2 participantes
Página 2 de 2. • 1, 2
Miér Feb 15, 2023 4:11 am por Juno
Recuerdo del primer mensaje :
Where the dead man called out for his love to flee?
INSPIRED
BOOKS
The Hunger Games
Aaron Mason se convirtió en el primer vencedor del Distrito Siete al ser el último en quedar en pie durante los 40° Juegos del Hambre. Ganar los juegos también lo convirtió en Mentor, en un producto empacado y hecho a medida de las masas del Capitolio, que estaban encantados con él por ser el primer vencedor de su distrito. Aaron tenía sólo dieciséis años recién cumplidos y desconocía de antemano las reglas del Capitolio y todo lo que involucraba ser realmente un vencedor, pero le quedó bastante claro que estaba atrapado en una jaula de oro luego de la Gira de la Victoria.
En sus andares en el Capitolio, de ser solicitado en fiestas de personas cuyo nombre y rango casi siempre ignoraba, conoció a Flavius. La extraña combinación entre lo que estaba prohibido con una insaciable curiosidad, convirtió su relación en una danza de complicidad que sólo sonaba cuando estaban juntos.
Aaron ganó experiencia como mentor al mismo tiempo que Flavius se adentraba en el mundo de las apuestas y pujas por los tributos durante los juegos. Ninguno de sus allegados confiaba en apostar por el Distrito Siete, porque era una pérdida de dinero segura, pero el año que Flavius decidió apostar en contra de las posibilidades, consiguió que uno de los tributos de Aaron quedara entre los cinco últimos sobrevivientes. Al año siguiente, sin ninguna estrategia particular ni mucho menos un plan maestro, Flavius patrocinó al tributo ganador de esa edición, Karl, procedente del Distrito Siete.
Después de una vibrante Gira de la Victoria, Karl fue solicitado para una infinita lista de fiestas en el Capitolio. Debía estar de regreso en el Distrito Siete para las próximas Cosechas, pero nunca regresó a casa. La noticia de su fallecimiento en un trágico accidente de tránsito en el Capitolio llegó a todo Panem y durante tres días pasaron noticieros sobre su vida y reproducciones de sus momentos de gloria en los Juegos del Hambre. Pero con la próxima Cosecha, no se volvió a mencionar su nombre y su legado quedó enterrado en los bosques del Distrito Siete, sin que nadie le diera más importancia.
Nadie, por supuesto, excepto Aaron, quien aceptó con impotencia la pérdida de un chico que había estado a su cargo y por quien había hecho lo imposible porque sobreviviera. Para Aaron estuvo siempre claro que no se trató de un accidente y culpó al Capitolio de su desgracia, pero también a Flavius, a quien no volvió a dirigirle la palabra, ni tampoco acudió a ninguno de sus innumerables llamados a lo largo de los años. La última vez que cruzaron miradas fue en una fiesta de la que Aaron se fue temprano, sin que le importaran las consecuencias de ello.
Ahora, durante la 71° edición de los Juegos del Hambre, Aaron vio cumplir una de sus peores pesadillas al ver cómo su única sobrina, hija de su fallecido hermano, fue cosechada como tributo. Para salvar a Johanna, Aaron estará dispuesto a cualquier cosa, incluso si eso significaba hacer un trato con la única persona a quien preferiría no volver a ver en su vida.
En sus andares en el Capitolio, de ser solicitado en fiestas de personas cuyo nombre y rango casi siempre ignoraba, conoció a Flavius. La extraña combinación entre lo que estaba prohibido con una insaciable curiosidad, convirtió su relación en una danza de complicidad que sólo sonaba cuando estaban juntos.
Aaron ganó experiencia como mentor al mismo tiempo que Flavius se adentraba en el mundo de las apuestas y pujas por los tributos durante los juegos. Ninguno de sus allegados confiaba en apostar por el Distrito Siete, porque era una pérdida de dinero segura, pero el año que Flavius decidió apostar en contra de las posibilidades, consiguió que uno de los tributos de Aaron quedara entre los cinco últimos sobrevivientes. Al año siguiente, sin ninguna estrategia particular ni mucho menos un plan maestro, Flavius patrocinó al tributo ganador de esa edición, Karl, procedente del Distrito Siete.
Después de una vibrante Gira de la Victoria, Karl fue solicitado para una infinita lista de fiestas en el Capitolio. Debía estar de regreso en el Distrito Siete para las próximas Cosechas, pero nunca regresó a casa. La noticia de su fallecimiento en un trágico accidente de tránsito en el Capitolio llegó a todo Panem y durante tres días pasaron noticieros sobre su vida y reproducciones de sus momentos de gloria en los Juegos del Hambre. Pero con la próxima Cosecha, no se volvió a mencionar su nombre y su legado quedó enterrado en los bosques del Distrito Siete, sin que nadie le diera más importancia.
Nadie, por supuesto, excepto Aaron, quien aceptó con impotencia la pérdida de un chico que había estado a su cargo y por quien había hecho lo imposible porque sobreviviera. Para Aaron estuvo siempre claro que no se trató de un accidente y culpó al Capitolio de su desgracia, pero también a Flavius, a quien no volvió a dirigirle la palabra, ni tampoco acudió a ninguno de sus innumerables llamados a lo largo de los años. La última vez que cruzaron miradas fue en una fiesta de la que Aaron se fue temprano, sin que le importaran las consecuencias de ello.
Ahora, durante la 71° edición de los Juegos del Hambre, Aaron vio cumplir una de sus peores pesadillas al ver cómo su única sobrina, hija de su fallecido hermano, fue cosechada como tributo. Para salvar a Johanna, Aaron estará dispuesto a cualquier cosa, incluso si eso significaba hacer un trato con la única persona a quien preferiría no volver a ver en su vida.
× × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × ×
Aaron Mason
Mentor D7 — 47 años — Pedro Pascal — Minerva
Flavius Dovecote
Capitolio — 42 años — Oscar Isaac — Juno
∞
- Post de rol:
- Código:
<div id="und1"><div id="und2" style="background: url(IMAGEN QUE ILUSTRE EL CAPÍTULO); background-size: cover;"><div id="und3"><div id="und4" style="background:url(GIF DEL PERSONAJE) center; background-size: cover;"></div><div id="und5"><div id="und6">TÍTULO DEL CAPÍTULO</div><div id="und7"><div id="und8"><div id="und9"><i class="lni lni-map-marker"></i></div><div id="und10">LUGAR</div></div><div id="und8"><div id="und9"><i class="cp cp-hourglass"></i></div><div id="und10">HORA</div></div><div id="und8"><div id="und9"><i class="cp cp-bookmark-o"></i></div><div id="und10">QUIEN ERES</div></div></div></div></div></div><div class="und11">POST DE ROL AQUÍ
</div>
</div>
[center][url=http://treeoflife.foroactivo.com/u8][b]∞[/b][/url][/center]
<style type="text/css">@font-face { font-family:"lightfoot"; src:url('https://dl.dropbox.com/s/12d6mkzjwt13jtm/lightfoot.OpenType'); format("(truetype");} #und1 {background: #ffffff; margin: 0 auto; width: 500px; padding: 10px; border: 1px solid #efefef;} #und2 {width: 500px; height: 200px; background-color: #5C4A2F!important; background-blend-mode: multiply; margin: -1px; padding-bottom: 25px; display: flex; align-items: center;} #und3 {height: 3px; width: 500px; margin-top: 40px; background-color: #5C4A2F; color: #fff; display: flex; justify-content: space-around; align-items: flex-start;} #und4 {width: 100px; height: 100px; border-radius: 100%; outline: 25px solid rgba(92,74,47,0.4); border: 10px solid #5C4A2F; margin-top: -56px;} #und6 {text-align: right; line-height: 100%; width: 250px; margin-top: -101px; padding-bottom: 9px; color: #5C4A2F; font-size: 40px; font-family: lightfoot; text-shadow: 0.03em 0.03em #efefef;} #und7 {display: flex; justify-content: space-around; align-items: center;} #und8 {display: flex; flex-direction: column; align-content: center; align-items: center; margin-top: -10px;} #und9 {background: #5C4A2F; width: 50px; height: 50px; display: flex; border-radius: 100%; align-items: center; justify-content: center; font-size: 17px;} #und10 {text-transform: uppercase; font-family: karla; font-size: 11px; font-weight: 600;} .und11 {color: #2c2c2c; text-align: justify; padding: 30px; line-height: 110%; font-family: 'Karla'; margin-bottom: -24px;} .und11 strong {color: #5C4A2F;}</style>
<link rel="preconnect" href="https://fonts.googleapis.com"><link rel="preconnect" href="https://fonts.gstatic.com" crossorigin><link href="https://fonts.googleapis.com/css2?family=Karla&display=swap" rel="stylesheet"><link href="https://cdn.lineicons.com/3.0/lineicons.css" rel="stylesheet">
Última edición por Juno el Miér Abr 05, 2023 4:18 am, editado 3 veces
Juno
Juno

Juno

849Mensajes :
104Reputación :
Sáb Mayo 06, 2023 6:16 am por Juno
II. Put On A Show
El Desfile
20.15hrs
Flavius
En otras circunstancias, le habría dicho a Sirius directamente que no fuera tan mentiroso. Su hijo mayor no era olvidadizo, todo lo contrario, tenía una memoria privilegiada. Así que no se creyó ni por un instante eso de que no sabía el nombre de Aaron. Por supuesto que su hijo debía saberlo, así como las circunstancias que rodeaban a Aaron. Todos en Panem habían visto las Cosechas, varios comentaron precisamente la coincidencia de que la tributo del distrito fuera sobrina del único Mentor que tenían.
Flavius quería creer que fue una mera coincidencia. Hasta ahora, Aaron no había hecho nada para enfadar al presidente directamente. Él y Johanna habían tenido muy mala suerte, algo bastante común en Panem. En el fondo, todos eran piezas en el tablero del presidente Snow. Era por eso que Flavius trabajaba incansablemente para voltear ese maldito tablero. Quería un futuro mejor, así que tendría que empezar por ayudar a Aaron.
—¿Lo dice por su sobrina? —Sirius parpadeó, sin quitar la mirada de Aaron. Flavius estaba seguro de que, apenas se quedaran a solas, su hijo no pararía de hacerle preguntas. Él tan sólo estaba esperando poder responderlas todas, sin que eso generara en Sirius más curiosidad—. Recuerdo haber visto las cosechas. ¿Es por eso que los vas a patrocinar, papá?
Flavius, a pesar de que le mentía a Sirius todo el tiempo, cada vez que se marchaba a hablar con Plutarch, no le gustaba mentirle a su familia. Mucho menos a su hijo mayor, por quien tenía debilidad. No era sólo que Sirius se pareciera a él físicamente, sino podía reconocer en su primogénita sus propias aspiraciones. Plutarch le había dicho que, llegado el momento, Sirius estaría encantado de ayudar en sus planes. Hasta ahora, Flavius se había negado, deseoso de protegerlo.
Por un instante, quiso decirle la verdad. Que él y Aaron se conocían desde hacía muchísimo tiempo. Pero no podía hacer eso, era herirse a sí mismo de manera voluntaria. Flavius no podía hacerse eso.
—Me gustan las familias que permanecen unidas, así que no pude negarme… —comentó Flavius, con una frase que era una verdad a medias. Cuando revolvió con cariño los cabellos de Sirius, este frunció la nariz, como siempre hacía que alguien tenía para con él muestras de afecto en público.
—Papá es muy sentimental… —dijo Sirius de pronto, a Flavius sólo le tomó un instante darse cuenta de que no estaba hablando con él—. Sólo por eso perdonaré que se robe a papá todas estas semanas, señor Mason.
Flavius quería creer que fue una mera coincidencia. Hasta ahora, Aaron no había hecho nada para enfadar al presidente directamente. Él y Johanna habían tenido muy mala suerte, algo bastante común en Panem. En el fondo, todos eran piezas en el tablero del presidente Snow. Era por eso que Flavius trabajaba incansablemente para voltear ese maldito tablero. Quería un futuro mejor, así que tendría que empezar por ayudar a Aaron.
—¿Lo dice por su sobrina? —Sirius parpadeó, sin quitar la mirada de Aaron. Flavius estaba seguro de que, apenas se quedaran a solas, su hijo no pararía de hacerle preguntas. Él tan sólo estaba esperando poder responderlas todas, sin que eso generara en Sirius más curiosidad—. Recuerdo haber visto las cosechas. ¿Es por eso que los vas a patrocinar, papá?
Flavius, a pesar de que le mentía a Sirius todo el tiempo, cada vez que se marchaba a hablar con Plutarch, no le gustaba mentirle a su familia. Mucho menos a su hijo mayor, por quien tenía debilidad. No era sólo que Sirius se pareciera a él físicamente, sino podía reconocer en su primogénita sus propias aspiraciones. Plutarch le había dicho que, llegado el momento, Sirius estaría encantado de ayudar en sus planes. Hasta ahora, Flavius se había negado, deseoso de protegerlo.
Por un instante, quiso decirle la verdad. Que él y Aaron se conocían desde hacía muchísimo tiempo. Pero no podía hacer eso, era herirse a sí mismo de manera voluntaria. Flavius no podía hacerse eso.
—Me gustan las familias que permanecen unidas, así que no pude negarme… —comentó Flavius, con una frase que era una verdad a medias. Cuando revolvió con cariño los cabellos de Sirius, este frunció la nariz, como siempre hacía que alguien tenía para con él muestras de afecto en público.
—Papá es muy sentimental… —dijo Sirius de pronto, a Flavius sólo le tomó un instante darse cuenta de que no estaba hablando con él—. Sólo por eso perdonaré que se robe a papá todas estas semanas, señor Mason.
∞
Juno
Juno

Juno

849Mensajes :
104Reputación :
Jue Mayo 18, 2023 6:47 am por Minerva
II. Put on a show
El desfile
19.15hrs
Aaron
Con el avance de la conversación, la situación no mejoraba. Aaron no estaba preparado para eso. Sirius le recordaba demasiado a Flavius joven, lo que le estaba generando más inquietud de la que esperaba. Nunca se había permitido pensar demasiado en cómo sería la vida de Flavius ahora. Sabía que tenía solo una estereotipada idea de la vida del Capitolio.
Era muy diferente conocer a un hijo suyo de carne y hueso. Una cosa era pensar hipotéticamente en la existencia de una familia, y otra era conocerla de esta forma. Y oírlo hablar de Johanna.
Al destino realmente le gustaba bromear con Aaron y él no le veía la gracia.
El comentario de Flavius de que le gustaban las familias que se mantenían unidas le escoció en la piel. ¿Era una advertencia para él? ¿No debía hacer nada para afectar su familia? Tal vez sí, tendría sentido. No sabía si la esposa de Flavius sabría sobre su relación adolescente con un tributo. Había personas que no se tomaban bien conocer las relaciones anteriores de sus parejas, sobre todo las de su mismo sexo. Además, probablemente tampoco querría que su hijo lo supiera.
Podía entenderlo. No tenía intenciones de decirle a Johanna el tipo de relación que había tenido con Flavius.
Iba a responder algo para dar a entender que había entendido la indirecta, cuando Sirius dijo eso de que le iba a perdonar que se robara a su papá. La sonrisa se le congeló en la cara.
—Prometo no ser un problema para tu padre—le dijo en tono de promesa, aunque en realidad no podía asegurarlo.
Confiaba más en que Flavius sabía lo que hacía y no le permitiría ser un problema.
—Solo soy un Vencedor un poco más motivado que la mayoría para sacar a una de sus tributos con vida de la arena —añadió—Tengo mucha suerte de que tu padre quiera ayudarme..
Lo decía muy en serio. Ahora más que nunca era consciente de que Flavius podría (y tal vez debía) haberle dicho que no cuando tan solo empezaba a plantear su colaboración.
∞
Minerva
Minerva

Minerva

257Mensajes :
29Reputación :
Lun Mayo 22, 2023 6:14 am por Juno
II. Put On A Show
El Desfile
20.15hrs
Flavius
Flavius no pudo evitar una oleada de compasión hacia Aaron cuando escuchó decirle a Sirius que no sería un problema para él. ¿Estaba leyendo entre líneas? ¿O acaso estaba tan sólo demasiado estresado y malinterpretando sus palabras? Era difícil saberlo, Flavius estaba cansado y además no estaban realmente solos, así que no podía estar seguro.
Estaba temiendo qué pasaría la próxima vez que estuvieran a solas. Flavius hasta ahora había hecho un gran esfuerzo por mostrarse profesional y muy formal en esta conversación. Estaba convencido de que no sería él mismo quien traería el pasado a la luz, pero, después de ver a Aaron esta noche, ya no estaba tan seguro. Lo mejor era mantenerse sobrio todas las veces que se vieran, no quería que un desliz lo traicionara.
Colocó una mano sobre el hombro de Sirius, provocando que su hijo lo mirara a los ojos. Flavius le sonrió, aunque en realidad apenas podía con la tensión que llevaba encima. Ni siquiera estaba seguro cómo iba a dormir esta noche, ni tampoco cómo iba a afrontar el día de mañana, pues tenía que empezar a trabajar en el patrocinio de Johanna.
—No creo que debamos hacerle perder más el tiempo a Aaron, Sirius —explicó con la voz más paternal que pudo encontrar. Usualmente, ese tono funcionaba cuando Sirius y Pollux estaban más pequeños, pero en los últimos años no era tan sencillo que sus hijos le hicieran caso sin rechistar. Plutarch le decía que era la edad, aunque su amigo no tenía hijos, así que sus frases de consuelo solían caer en saco roto. Flavius quería creer que tenía razón, que a pesar de todo había sido un buen padre—. Es mejor que nosotros volvamos a casa, él tiene que regresar con su sobrina.
Por suerte, esta noche Sirius parecía dispuesto a hacerle caso, porque asintió varias veces sin decirle ninguna réplica. Su hijo volvió a fijarse en Aaron y le regaló una sonrisa. Era un gesto cálido, pero Flavius conocía a Sirius lo suficiente para saber que lo iba a bombardear de preguntas apenas quedaran solos. Iba a ser una completa pesadilla, esperaba darle respuestas concretas que no despertaran el triple su curiosidad.
—Supongo que lo estaré viendo con frecuencia, Señor Mason. Papá no suele patrocinar, así que si aceptó hacerlo, estoy seguro que se lo tomará en serio. Él no sabe hacer cosas a medias, es muy necio… —Sirius arrugó la nariz y luego se fijó en él, Flavius se sintió señalado pero no podía replicar—. La gente dice que heredé eso de él.
En otras circunstancias, Flavius habría reído, porque era la verdad. Pero ahora, tan sólo quería desaparecer. No podía creer que Aaron y Sirius, las dos mitades de su vida, se hubieran conocido realmente.
Estaba temiendo qué pasaría la próxima vez que estuvieran a solas. Flavius hasta ahora había hecho un gran esfuerzo por mostrarse profesional y muy formal en esta conversación. Estaba convencido de que no sería él mismo quien traería el pasado a la luz, pero, después de ver a Aaron esta noche, ya no estaba tan seguro. Lo mejor era mantenerse sobrio todas las veces que se vieran, no quería que un desliz lo traicionara.
Colocó una mano sobre el hombro de Sirius, provocando que su hijo lo mirara a los ojos. Flavius le sonrió, aunque en realidad apenas podía con la tensión que llevaba encima. Ni siquiera estaba seguro cómo iba a dormir esta noche, ni tampoco cómo iba a afrontar el día de mañana, pues tenía que empezar a trabajar en el patrocinio de Johanna.
—No creo que debamos hacerle perder más el tiempo a Aaron, Sirius —explicó con la voz más paternal que pudo encontrar. Usualmente, ese tono funcionaba cuando Sirius y Pollux estaban más pequeños, pero en los últimos años no era tan sencillo que sus hijos le hicieran caso sin rechistar. Plutarch le decía que era la edad, aunque su amigo no tenía hijos, así que sus frases de consuelo solían caer en saco roto. Flavius quería creer que tenía razón, que a pesar de todo había sido un buen padre—. Es mejor que nosotros volvamos a casa, él tiene que regresar con su sobrina.
Por suerte, esta noche Sirius parecía dispuesto a hacerle caso, porque asintió varias veces sin decirle ninguna réplica. Su hijo volvió a fijarse en Aaron y le regaló una sonrisa. Era un gesto cálido, pero Flavius conocía a Sirius lo suficiente para saber que lo iba a bombardear de preguntas apenas quedaran solos. Iba a ser una completa pesadilla, esperaba darle respuestas concretas que no despertaran el triple su curiosidad.
—Supongo que lo estaré viendo con frecuencia, Señor Mason. Papá no suele patrocinar, así que si aceptó hacerlo, estoy seguro que se lo tomará en serio. Él no sabe hacer cosas a medias, es muy necio… —Sirius arrugó la nariz y luego se fijó en él, Flavius se sintió señalado pero no podía replicar—. La gente dice que heredé eso de él.
En otras circunstancias, Flavius habría reído, porque era la verdad. Pero ahora, tan sólo quería desaparecer. No podía creer que Aaron y Sirius, las dos mitades de su vida, se hubieran conocido realmente.
∞
Juno
Juno

Juno

849Mensajes :
104Reputación :
Vie Mayo 26, 2023 6:18 am por Minerva
II. Put on a show
El desfile
19.15hrs
Aaron
Aaron comprendió que Flavius tenía las mismas ganas que él de terminar con ese encuentro, pero al mismo tiempo algo dolió dentro de él cuando notó que le estaba pidiendo que se fuera. Sin embargo, era lo mejor. No iba a aguantar mucho más viendo y escuchando a esa versión renovada del Flavius que había conocido.
Además, tenía razón: por terminado el desfile debía regresar con sus tributos. Tenía mucho trabajo más allá de los patrocinadores como tal. Necesitaba que Johanna se mantuviera viva suficiente tiempo para que conseguir patrocinadores sirviera de algo.
Las palabras de Sirius lo retuvieron un momento. Así que Flavius no sabía hacer cosas a medias. Eso había creído él. Pero no había protegido a Karl. No aunque había dicho que lo haría. Visto el presente, era un respetable ciudadano de Capitolio, así que proteger a un Vencedor no iba a hacer algo que haría hasta el final. Pero ahora estaba allí, ayudándolo con Johanna.
¿Debía confiar en él de nuevo? No era como que tuviera opción.
—Eso espero, porque cuento con tu padre—declaró con más sinceridad de la que debería.
Una vez más contaba con él. Esperaba que esta vez no le fallara. Miró a Flavius, pero le era imposible leer sus expresiones. Pensar que de jóvenes se entendían con solo una mirada.
—Estaremos en contacto. Mañana tienen entrenamiento todo el día, así que me puedo reunir cuando sea necesario antes de la cena. —asintió para disculparse y salió del balcón, dejando solos a padre e hijo sin esperar una respuesta.
No le extrañaría que Flavius lo llevara a hablar él en persona con posibles otros patrocinadores. Era parte del trabajo. Aaron lo odiaba y por años había evitado hacerlo, porque no tenía sentido para él. Humillarse frente a la gente de Capitolio para que invirtieran dinero para mantener vivo un tiempo a un tributo sin posibilidades... o quizá peor, para que sobreviviera la arena y tuviera un destino como el de Karl.
Pero esta vez, tendría que hacerlo. Al menos no sería un ruego personal. Flavius estaría apostando por él, así que no empezaría de un lugar tan vulnerable.
Igual no sabía qué sentir sobre la idea. De cualquier forma, sentir no era algo que tuvieran permitido los Vencedores. Ya debería haberlo aprendido.
∞
Minerva
Minerva

Minerva

257Mensajes :
29Reputación :
Sáb Mayo 27, 2023 6:29 am por Juno
III. A long time ago
El Capitolio
0.30hrs
Flavius
Flavius no sabía bien qué hacía allí.
Al principio estaba convencido de que sólo fue un acto de rebeldía, quería llevarle la contraria a su padre al colarse en esa fiesta a la que, en teoría, no lo habían invitado. Luego creyó que fue simple presión de grupo: sus amigos le habían dicho que si no se atrevía a contradecir a su padre. Por una cosa u otra, Flavius se había escabullido allí, usando su apellido como un escudo que lo protegía de muchas preguntas.
En teoría, estaba castigado y por eso no podía salir de casa. Su padre no había usado la palabra castigo, pero sí que desaprobaba su comportamiento de los últimos días. Flavius no había sido ni el hijo más obediente ni el hermano más amable últimamente. Pero estaba aburrido en casa y una vez probó el ambiente, ya no tenía ganas de regresar.
Había visto en su reloj que ya era pasada medianoche. A estas alturas, su padre estaría dormido, su madrastra también y sus hermanas mayores de seguro no volverían a casa hasta entrada la madrugada. Por suerte, había confirmado que ninguna pisaría este sitio. Su plan no tenía agujeros, excepto por haber perdido de vista a sus amigos y se sentía abandonado en la estacada.
Aquella era la casa de Cornelius Gaul, un conocido de su padre, así que Flavius se estaba moviendo en un terreno que conocía. Quería desesperadamente fumar y sabía dónde Cornelius guardaba unos cigarros con los que estaba obsesionado. Sabía que los fabricaban en el Distrito Uno con sumo cuidado. Flavius sabía que valían una fortuna, pero estaba seguro que Cornelius no echaría de menos uno.
Conocía el camino hacia el despacho, que estaba lleno de aburridos papeles y estaba lo bastante lejos de la fiesta para saber que no habría nadie allí. Feliz con su pequeña travesura, Flavius casi no lo escuchó. Un sonido seco que le acarició los oídos hasta que, por fin, lo escuchó por segunda vez. Flavius estaba cerca del despacho, que estaba en el tercer piso, pero vio luz en una puerta que, estaba seguro, era el baño.
Flavius no estaba acostumbrado a coartar su curiosidad, así que se aproximó allí. Se sintió bienvenido cuando vio la puerta entreabierta. El baño de Cornelius era del doble de tamaño que el de su casa. Lo cual a Flavius le parecía una tontería porque, hasta donde sabía, el hombre vivía sola. Además, que sólo hubiera allí una persona, lo hacía ver todavía más grande. Lo primero que notó, nada más entrar, fue los trozos de vidrio y el líquido esparcido por el suelo.
—¿Estás bien? —preguntó, alarmado, pues todo parecía indicar que la botella se había roto. El vidrio relucía contra los azulejos del piso, como una amenaza—. ¿Te lastimaste? Puedo llamar para que limpien esto, está por todos lados. ¿Estás…?
Flavius tenía buena memoria pero, aunque fuera una persona olvidadiza, era imposible que no reconociera ese rostro. En el Capitolio todavía se comentaba con entusiasmo cómo Aaron Mason se había convertido en el primer Vencedor del Distrito Siete. Nadie podía olvidarse semejante hito.
Al principio estaba convencido de que sólo fue un acto de rebeldía, quería llevarle la contraria a su padre al colarse en esa fiesta a la que, en teoría, no lo habían invitado. Luego creyó que fue simple presión de grupo: sus amigos le habían dicho que si no se atrevía a contradecir a su padre. Por una cosa u otra, Flavius se había escabullido allí, usando su apellido como un escudo que lo protegía de muchas preguntas.
En teoría, estaba castigado y por eso no podía salir de casa. Su padre no había usado la palabra castigo, pero sí que desaprobaba su comportamiento de los últimos días. Flavius no había sido ni el hijo más obediente ni el hermano más amable últimamente. Pero estaba aburrido en casa y una vez probó el ambiente, ya no tenía ganas de regresar.
Había visto en su reloj que ya era pasada medianoche. A estas alturas, su padre estaría dormido, su madrastra también y sus hermanas mayores de seguro no volverían a casa hasta entrada la madrugada. Por suerte, había confirmado que ninguna pisaría este sitio. Su plan no tenía agujeros, excepto por haber perdido de vista a sus amigos y se sentía abandonado en la estacada.
Aquella era la casa de Cornelius Gaul, un conocido de su padre, así que Flavius se estaba moviendo en un terreno que conocía. Quería desesperadamente fumar y sabía dónde Cornelius guardaba unos cigarros con los que estaba obsesionado. Sabía que los fabricaban en el Distrito Uno con sumo cuidado. Flavius sabía que valían una fortuna, pero estaba seguro que Cornelius no echaría de menos uno.
Conocía el camino hacia el despacho, que estaba lleno de aburridos papeles y estaba lo bastante lejos de la fiesta para saber que no habría nadie allí. Feliz con su pequeña travesura, Flavius casi no lo escuchó. Un sonido seco que le acarició los oídos hasta que, por fin, lo escuchó por segunda vez. Flavius estaba cerca del despacho, que estaba en el tercer piso, pero vio luz en una puerta que, estaba seguro, era el baño.
Flavius no estaba acostumbrado a coartar su curiosidad, así que se aproximó allí. Se sintió bienvenido cuando vio la puerta entreabierta. El baño de Cornelius era del doble de tamaño que el de su casa. Lo cual a Flavius le parecía una tontería porque, hasta donde sabía, el hombre vivía sola. Además, que sólo hubiera allí una persona, lo hacía ver todavía más grande. Lo primero que notó, nada más entrar, fue los trozos de vidrio y el líquido esparcido por el suelo.
—¿Estás bien? —preguntó, alarmado, pues todo parecía indicar que la botella se había roto. El vidrio relucía contra los azulejos del piso, como una amenaza—. ¿Te lastimaste? Puedo llamar para que limpien esto, está por todos lados. ¿Estás…?
Flavius tenía buena memoria pero, aunque fuera una persona olvidadiza, era imposible que no reconociera ese rostro. En el Capitolio todavía se comentaba con entusiasmo cómo Aaron Mason se había convertido en el primer Vencedor del Distrito Siete. Nadie podía olvidarse semejante hito.
∞
Juno
Juno

Juno

849Mensajes :
104Reputación :
Jue Jun 01, 2023 5:46 am por Minerva
III. A long time ago
El Capitolio
0.30hrs
Aaron
Aaron quisiera aún ignorar por qué estaba ahí.
Los primeros días después de su victoria realmente había pensado que por una vez, había tenido suerte. Que ahora su vida mejoraría. Había tardado un tiempo en darse cuenta de que no era así. El Vencedor no era más que la víctima que sobrevivía y tenía que seguir padeciendo toda la vida. Pero no fue hasta la siguiente vez que lo hicieron ir a Capitolio que supo que era todavía peor que verse aislado de su Distrito y vivir con la culpa de la sangre en sus manos.
Era un muñeco del Capitolio, que Snow vendía al mejor postor.
Aaron no había tenido sexo antes de sus juegos, así que su primera vez fue con un tipo veinticinco años mayor que él, quien aparentemente había sido uno de sus mayores patrocinadores y él ahora debía estarle agradecido. Mostrar la gratitud por su parte y la del Capitolio. Había sido una experiencia horrible, degradante y traumática... y había sido solo la primera.
Esa noche ya había cumplido su parte. El hombre en esta ocasión había pagado poco, así que Aaron no estaba obligado a quedarse toda la noche con él y había pensado esconderse en ese baño hasta que pudiera evadirse por completo de ahí. Había robado una botella de las mesas para distraerse, porque era la mejor forma de procesar esa noches, pero estaba todavía algo tembloroso y torpe, y la botella se le había resbalado de las manos.
Se sintió pillado en falta, pero cuando levantó la mirada para ver a quien le había descubierto, notó que no era uno de sus clientes habituales, ni de los rostros que solía ver en las fiestas del Capitolio. Era tan solo un joven, que parecía genuinamente preocupado por él.
—¡Estoy bien! —se apresuró a aclararle, lanzando una mirada asustada afuera, temeroso de que lo encontraran—. No es necesario llamar a nadie, yo puedo recoger...
Como para negar lo que decía, un trocito de vidrio de la botella quebrada se clavó en su palma. ¡Maldición!
∞
Minerva
Minerva

Minerva

257Mensajes :
29Reputación :
Jue Jun 01, 2023 11:45 pm por Juno
III. A long time ago
El Capitolio
0.30hrs
Flavius
Flavius soltó un respingo cuando Aaron le respondió de esa manera tan efusiva. Parecía realmente desesperado porque no avisara a nadie y no entendía por qué esa actitud. Era como si no quisiera llamar la atención o si estuviera aterrado de que alguien los encontrar allí. Flavius quiso decirle que no pasaba nada, que nadie se iba a enfadar porque se hubiera roto una botella. Estaba seguro que Cornelius debía tener un montón en su bodega, una más o una menos no representaba nada para él.
Pero al final no pudo decirle nada porque vio sangre en las manos de Aaron, quien se había lastimado en un intento por limpiar el desastre que estaba a sus pies. Flavius negó con la cabeza y agitó ambos brazos, acercándose hacia él para impedir que continuara haciéndose más daño.
—¡Espera…! —exclamó, agradeciendo que llevaba puestas unas botas que casi había descartado antes de salir. Pero ahora pudo pisar por encima de los vidrios rotos sin temor a lastimarse él también—. Se te puede infectar… —comentó muy seguro de sí mismo, pero después se avergonzó al darse cuenta de que Aaron probablemente sabía esas cosas. Flavius lo tomó de la muñeca y examinó el corte que, por suerte, no parecía muy profundo—. Déjame ayudarte.
Como Aaron no puso resistencia, Flavius extendió su brazo de manera que alcanzara el lavamanos. Era un corte superficial, así que suponía que con el jabón que había allí sería suficiente. Mientras le untaba a la herida, estornudó al no aguantar el olor tan punzante que tenía el jabón. Era una mezcla de flores demasiado intensa para su pobre nariz.
—Ya está… —Flavius terminó anudándole un pañuelo, que siempre llevaba consigo, en la palma de la mano. Tenía el emblema de la familia, pero también sus iniciales, porque su madrastra lo había mandado a grabar el día en que le dio la bienvenida a casa. Flavius miró el reflejo de ambos en el espejo y pronunció la sonrisa—. No te sientas mal. Yo una vez rompí el frasco de perfume favorito de mi hermana mayor, pero le eché la culpa a su mascota. Cornelius tiene un perro muy viejo, por ahí debe andar. Le podemos decir que fue su culpa y nadie lo notará.
Pero al final no pudo decirle nada porque vio sangre en las manos de Aaron, quien se había lastimado en un intento por limpiar el desastre que estaba a sus pies. Flavius negó con la cabeza y agitó ambos brazos, acercándose hacia él para impedir que continuara haciéndose más daño.
—¡Espera…! —exclamó, agradeciendo que llevaba puestas unas botas que casi había descartado antes de salir. Pero ahora pudo pisar por encima de los vidrios rotos sin temor a lastimarse él también—. Se te puede infectar… —comentó muy seguro de sí mismo, pero después se avergonzó al darse cuenta de que Aaron probablemente sabía esas cosas. Flavius lo tomó de la muñeca y examinó el corte que, por suerte, no parecía muy profundo—. Déjame ayudarte.
Como Aaron no puso resistencia, Flavius extendió su brazo de manera que alcanzara el lavamanos. Era un corte superficial, así que suponía que con el jabón que había allí sería suficiente. Mientras le untaba a la herida, estornudó al no aguantar el olor tan punzante que tenía el jabón. Era una mezcla de flores demasiado intensa para su pobre nariz.
—Ya está… —Flavius terminó anudándole un pañuelo, que siempre llevaba consigo, en la palma de la mano. Tenía el emblema de la familia, pero también sus iniciales, porque su madrastra lo había mandado a grabar el día en que le dio la bienvenida a casa. Flavius miró el reflejo de ambos en el espejo y pronunció la sonrisa—. No te sientas mal. Yo una vez rompí el frasco de perfume favorito de mi hermana mayor, pero le eché la culpa a su mascota. Cornelius tiene un perro muy viejo, por ahí debe andar. Le podemos decir que fue su culpa y nadie lo notará.
∞
Juno
Juno

Juno

849Mensajes :
104Reputación :
Ayer a las 3:15 am por Minerva
III. A long time ago
El Capitolio
0.30hrs
Aaron
Miró con curiosidad el vendaje en su mano. Desde que había ganado los juegos lo trataban solo con alta tecnología, así que había algo tan cálido y hogareño en un vendaje con un pañuelo que se sintió conmovido. Miró el rostro del joven mientras terminaba el vendaje. No tendría muchos años más que él. Era bastante atractivo, y no tenía expresión de depredador o de pervertido como todos los que habían pedido su tiempo hasta ahora.
Ojalá tuviera suerte con chicos como este en lugar de viejos asquerosos como su cita de esa noche.
—Gracias —respondió, dedicándole una sonrisa—. Eres muy amable. Preferiría no decirle a nadie nada sobre esto, ¿te parece?
Lo que quería era huir de esa fiesta, no tener que volver a tener sexo con nadie esa noche, en especial con aquel viejo. ¿Cuál era su nombre? No lograba recordarlo siquiera, solo que decía ser amigo de un amigo de Snow. Esperaba que no le fuera demasiado mal por dejarlo plantado.
Vio por encima del hombro del recién llegado. Nadie parecía dirigirse a ese baño todavía. ¿Ya lo estarían buscando o el viejo seguiría reponiéndose en aquella estúpida cama con luces?
—Creo que debería... irme—comentó, aunque dudó. No sabía si salir de allí fuera una buena idea, pero era evidente que tampoco estaba logrando pasar desapercibido. —¿De casualidad puedes decirme cuál es la mejor manera de salir de aquí sin pasar por el salón principal?.
Tal vez estaba arriesgando demasiado, pero, ¿qué era lo peor que le podía pasar? Lo malo es que ya no tendría licor para olvidar la primera parte de la noche.
Aunque tal vez no era tan terrible, podría recordar el joven del chico del pañuelo.
∞
Minerva
Minerva

Minerva

257Mensajes :
29Reputación :
Página 2 de 2. • 1, 2
Shadow
Shadow
Minerva
Minerva
Minerva
Shooting Star
Juno
Juno
Kathax
Haloway